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Daniel López
Carla Giménez
Tema 3:
Jesús Granados
1. El ruido del odio: Este sentimiento hace inviable la oración, pues la persona no tiene
vida espiritual o vida de Dios pues prescinde del otro. Bien lo dice san Juan: “Todo el que
aborrece a su hermano es un asesino” (1 Jn 3, 15).
2. El ruido de la crítica a Dios: Cuando le reprochamos a Dios lo malo que nos pasa o
vemos. Este ruido silencioso nos hace callar al ser una actitud de reproche, crea
distancias y elimina deseos de diálogo con Dios. Con un sentimiento de disgusto contra
Dios se impide entablar un diálogo sereno.
3. El ruido del rencor: El enfado por algo o contra alguien, si no se elimina a tiempo, se
puede convertir en rencor. Este ruido es negativo hasta para la salud física y psicológica.
Aquí conviene recordar que una condición previa para la oración es tener un corazón
reconciliado (Mt 5, 24).
4. El ruido del orgullo: Este ruido silencioso es exceso de amor propio, un amor hacia
los propios méritos por lo que la persona se cree superior a las demás o no necesitada de
Dios.
5. El ruido de la envidia: Este ruido silencioso hace que no se alabe a nadie ni se hable
bien de alguien. Es un ruido que desconoce los propios talentos negando la acción de
Dios en la propia vida, esto crea tensión contra Él.
6. El ruido del miedo: Impide confiar en Dios y en su providencia. Incluso se cree que a
Dios no le importamos.
12. El ruido de las fantasías: Una imaginación desbordada que no se controla genera
fantasías de todo tipo que impiden escuchar la voz de Dios.
Conviene recordar estos ruidos y detectar otros tantos para luego reconocerlos como un
problema, porque sólo de esta manera podemos hacer algo para superarlos y favorecer la
oración.
Escuchar la voz de Dios es algo que todos deseamos - pero ¿sabías tú que esto no sea
difícil? De hecho, ¡Dios quiere que escuches Su voz! Él no nos habla a través de un
temblor en el riñón o de vibraciones o de un médium. Escuchar la voz de Dios es tan
natural como escuchar hablar a tu mejor amigo. Lo que es más, podemos escuchar a Dios
todos los días y no sólo en ocasiones especiales o en ensalmos especiales. Él nos habla
en los momentos más naturales de la vida. ¿Quieres escuchar la voz de Dios? Entonces
debes estar preparado para escucharla.
¿Por qué quieres escuchar la voz de Dios? Ésta podría parecer una pregunta tonta, pero
las intenciones son importantes en todo lo que hacemos. La Biblia dice esto acerca de la
Palabra de Dios: “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12)
Cuando deseas tener una conversación con alguien, ¿cómo comienzas? ¿Te paras frente
a la persona con la esperanza de que él o ella te hable? Eso podría pasar si la otra
persona es lo suficientemente sociable, pero usualmente comenzamos una conversación
abriendo nuestra propia boca y hablando, así logrando la atención de la otra persona. ¡Es
igual con Dios! Él desea escucharnos hablarle, y es en esos momentos que nos
preparamos para oír la voz de Dios. La oración es como decir, “Hola Dios, soy yo. Yo creo
que Tú me has creado y que Tú sabes más acerca de cómo yo debería llevar mi vida que
yo. Me gustaría conocerte mejor. Esto es lo que pasa en mi vida, y me gustaría saber tus
ideas de cómo manejarla. Por favor, ¿me puedes hablar acerca de esto hoy?”
La Biblia también nos dice que Jesús es Dios manifestado en carne. Por lo tanto, si tú
deseas escuchar la voz de Dios, debes estudiar y conocer las enseñanzas de Jesús. Esto
es como Juan describe a Jesús: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que
hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos
tocante al Verbo de vida.” (1 Juan 1:1) Debes tener también una relación personal con
Jesús ¿Alguna vez has tratado de tener una conversación profunda con alguien que no
conoces? Generalmente no llega muy lejos.
Poco antes de ser crucificado, Jesús se reunió con sus discípulos para asegurarles de lo
que pasaría después de qué Él se hubiese ido. Les prometió un ayudante “Y yo rogaré al
Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.” (Juan 14:16-17) ¡El Espíritu
Santo es, entonces, el cumplimiento de cómo escuchamos la voz de Dios!
Así que tenemos la Biblia, la oración, a Jesús, al Espíritu Santo y a nuestros propios
corazones para ayudarnos a escuchar la voz de Dios. ¿Quieres escuchar la voz de Dios?
Esa es la pregunta final, porque Dios responde a los corazones dispuestos. En el libro de
Apocalipsis leemos: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20) Dios nunca te
obligará a obedecerle, pero espera una respuesta de buena voluntad a Su llamado.
¿Estás escuchando Su voz ahora mismo? No permitas que tu respuesta final sea la
equivocada.
Tema 4
Tema 4
Estructura:
Que es Discernir?
Ejercicios del Corazón: Reconocer , Interpretar y elegir
Cancion y Oracion para pedir al espíritu que nos ayude a saber Discernir
DICERNIR
Reconocer
Interpretar
Elegir
Una vez reconocido e interpretado el mundo de los deseos y de las
pasiones, el acto de decidir se convierte en ejercicio de auténtica
libertad humana y de responsabilidad personal, siempre claramente
situadas y por lo tanto limitadas. Entonces, la elección escapa a la
fuerza ciega de las pulsiones, a las que un cierto relativismo
contemporáneo termina por asignar el rol de criterio último,
aprisionando a la persona en la volubilidad. Al mismo tiempo se libera
de la sujeción a instancias externas a la persona y, por tanto,
heterónomas, exigiendo asimismo una coherencia de vida.
Tema 5
¿Se necesita ser perfecto para vivir la llamada/misión de Dios?
Estructura
- Plenaria, conclusiones