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La corrupción es definida por Transparencia Internacional como “el uso inadecuado del poder
conferido para obtener ganancias personales”, la cual representa un asunto de negocios crítico
para las corporaciones y un asunto social significativo alrededor del mundo
Se estima que la corrupción cuesta a México aproximadamente 178 mil millones de pesos en
sobornos, proyectos inflados y otros, lo cual equivale a 87 veces el presupuesto de la UNAM, 7.7
veces el presupuesto de SEDESOL o tres veces el presupuesto de la SEP.1
La corrupción debilita la confianza pública y quita recursos que se necesitan para combatir la
pobreza y otros problemas sociales. Todavía más, roba a las poblaciones más desprotegidas y
vulnerables al desviar a las bolsas de funcionarios deshonestos, los recursos que debieran
usarse para servicios críticos como: educación, agua potable y cuidado de la salud. Esto hace
que tengamos poblaciones sin esperanza.
La corrupción no es una preocupación social periférica que las empresas puedan ignorar o
atender en forma pasiva, sino que es un asunto básico que afecta directamente la capacidad de
las empresas para competir.
La corrupción es definida por Transparencia Internacional como “el uso inadecuado del poder
conferido para obtener ganancias personales”, la cual representa un asunto de negocios crítico
para las corporaciones y un asunto social significativo alrededor del mundo.
Para efectos de este artículo, cuando me refiera a corrupción implicará, básicamente, el sobornar
a funcionarios públicos, aunque sabemos que la corrupción puede tomar muchas otras formas
como: el mal uso de fondos por funcionarios públicos, el soborno entre actores del sector privado
u otras acepciones.
La corrupción debilita la confianza pública y quita recursos que se necesitan para combatir la
pobreza y otros problemas sociales. Todavía más, roba a las poblaciones más desprotegidas y
vulnerables al desviar a las bolsas de funcionarios deshonestos, los recursos que debieran usarse
para servicios críticos como: educación, agua potable y cuidado de la salud. Esto hace que
tengamos poblaciones sin esperanza.
La corrupción no es una preocupación social periférica que las empresas puedan ignorar o atender
en forma pasiva, sino que es un asunto básico que afecta directamente la capacidad de las
empresas para competir.
Las empresas se han enfocado en “poner su casa en orden” mediante programas de ética y
cumplimiento, así como en recientes iniciativas de acciones colectivas. Sin embargo, con pocas
excepciones las empresas no se han comprometido a esfuerzos más proactivos dirigidos a
soluciones totales a este problema.
En vista de que, como veremos más adelante, una de las medidas más efectivas contra la
corrupción es el establecimiento de un programa anticorrupción, del cual el establecimiento de
controles internos es una de las partes más importantes, los Contadores Públicos estamos
especialmente calificados para apoyar en este esfuerzo.
En relación con las expectativas de la sociedad acerca de nuestro trabajo es importante recordar lo
establecido por la OCDE en la Convención para Combatir el Cohecho de Servidores Públicos
Extranjeros. Esta Convención tiene como propósito penalizar a las empresas, a los servidores
públicos y a las personas que en transacciones comerciales reciban, prometan o den pagos
extraoficiales.
En relación con las expectativas de la sociedad acerca de nuestro trabajo es importante recordar lo
establecido por la OCDE en la Convención para Combatir el Cohecho de Servidores Públicos
Extranjeros. Esta Convención tiene como propósito penalizar a las empresas, a los servidores
públicos y a las personas que en transacciones comerciales reciban, prometan o den pagos
extraoficiales.
Ser responsables de ofrecer a las empresas y al público información transparente y creíble sobre la
administración y registro de las empresas.
Garantizar el cumplimiento de reglas que impiden las prácticas contables dudosas, que pueden ser
empleadas para ocultar transacciones corruptas tales como:
Establecer el caso de negocios contra la corrupción puede ser más difícil en países donde los
sobornos y otras formas de corrupción tienen lugar en forma descontrolada, pero las compañías
que piensan estratégicamente reconocen la necesidad de luchar por la integridad como un asunto
de administración de riesgos y prácticas de negocio sustentables. La implementación de
programas anticorrupción trae beneficios no solo relacionados con la reducción de los problemas
legales, sino con los, por ejemplo, reputacionales.
En otras palabras, las empresas con políticas anticorrupción pueden tener acceso a crédito más
facilmente y una mejor imagen ante los ojos de socios potenciales. Otro dividendo es que las
medidas anticorrupción resultan en una mejor administración, ya que las empresas no aceptan
decisiones de negocios opacas y comportamiento riesgoso por parte de los empleados.
Finalmente, en mercados emergentes competitivos donde multinacionales tienen una amplia
gama de posibilidades de socios potenciales, aquellas firmas con políticas y compromisos
anticorrupción adecuados destacan inmediatamente de la competencia.
Tenemos que ver a los esfuerzos anticorrupción bajo el lente de RSC estratégica, moviéndonos
más allá de la mitigación de riesgos hacia la soluciones proactivas de problema sociales críticos
para los negocios. Las empresas pueden apalancarse en los modelos de cumplimiento y acciones
colectivas ya existentes para jugar un papel de liderazgo más grande en los esfuerzos
anticorrupción en todo el mundo en desarrollo.
Debido a la amenaza única y substancial que representa la corrupción para la sociedad y las
empresas, estas últimas deben verla bajo la lente de la RSC estratégica. Este término lo aclara el
gurú de la administración y la planeación estratégica Michael Porter en un artículo de gran
influencia que escribió en el Harvard Business Review que nos dice que los esfuerzos de RSC
estratégicos deben atacar asuntos que son de gran importancia para la estrategia básica de
negocios y sus operaciones, y que además tienen un beneficio para la sociedad.2
El ver la lucha contra la corrupción bajo esta luz en lugar de un ejercicio de “control de daños” o
una campaña de relaciones públicas, requiere de una nueva forma de pensar y enfoques
diferentes. Pero el esfuerzo puede resultar en importantes recompensas, tanto para el ambiente
de negocios como en la vida de mucha gente en el mundo. La historia nos muestra cómo cuando
las empresas atacan, otros problemas sociales como el trabajo infantil y la degradación del
ambiente, se genera un poder enorme.
Para lograr ese objetivo las empresas tienen que seguir los siguientes pasos:3
Reforzar acciones colectivas. Es decir ir junto con otros actores de la sociedad, competidores,
cámaras, gremios, etc. Los esfuerzos deben pasar de declaraciones públicas generales y difusas a
pactos orientados a resultados que pueden crear incentivos efectivos para que los miembros
cambien sus conductas.
Incluir a las fuerzas del lado de la demanda. Mientras que el enfoque del trabajo anticorrupción sin
duda es en el lado de la oferta (o sea el sector privado) las empresas deben tratar de influenciar al
lado de la demanda o sea el sector público.
Apalancarse en los activos de las compañías. Las empresas tienen fortalezas muy poderosas y
únicas en la lucha contra la corrupción, incluyendo poder en medios, en comunicaciones,
económicas, experiencia técnica y efectivo. Utilicémoslas.
Para lograr un buen programa integral anticorrupción, primero tenemos que entender por qué las
personas se involucran en la corrupción. Tal vez por lo siguiente:
Castigo indulgente.
Nuestro programa debe atacar estos factores. A continuación podemos ver la representación
gráfica de los elementos esenciales de un programa anticorrupción:
Evaluación de riesgos
Los programas “unitalla” normalmente son inefectivos porque los recursos inevitablemente se
tienen que repartir demasiado, con mucho énfasis en transacciones y mercados de bajo riesgo en
detrimento de áreas de alto riesgo.