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INFORME SOBRE LA PROBLEMÁTICA DEL

ABOGADO LATINOAMERICANO ACTUAL Y LA


ENSEÑANZA DEL DERECHO EN LA REGIÓN.

Realizado para el proyecto “Carrera de Abogacía” de la


Universidad Técnica Estatal de Quevedo -Ecuador. Enero de
2020.

Por Eduardo J. R. Llugdar*

“Al menos que el jurista sea al mismo


tiempo un filósofo, en cualquier nivel de
la cuestión moral, está bajo la más
grande tentación, muy propia de su
función, de meramente aplicar las leyes
existentes, sin investigar si éstas
necesitan alguna mejoría”.

Immanuel Kant, La paz perpetua (1795)

Cuando Immanuel Kant escribió su último libro impreso, “El conflicto de las
facultades” en 1798, denunciaba la crisis por la que atravesaban las alma mater
europeas respecto a lo que debían ser los contenidos educativos de las distintas
disciplinas científicas y humanísticas, habiendo expuesto con anterioridad sus críticas a
las saberes teóricos y prácticos y los alcances a “Ilustración”, de la cual fue uno de los
más conspicuos exponentes. En su contexto histórico, Kant consideraba que las
facultades, incluidas las de derecho, debían liberarse de fanatismos y supersticiones,
entendidas estas últimas como la liberación de prejuicios, que es la base de la
ilustración, debiendo incentivar en los estudiantes atreverse a pensar por sí mismos para
forjarse sus propias conciencias, cuya voz debe quedar por arriba de cualquier otra,
siendo necesario para ello, que el tutor utilice un método similar a la “mayéutica”
socrática. Tanto Sócrates y Kant ejercieron poderosa influencia como educadores y,
quizá debido a ello, los dos colocaron la filosofía moral en el centro de su atención. Es
posible apreciar un interesante paralelismo entre la mayéutica socrática y el ¡sapere
aude! de Kant. Para ambos, la filosofía promueve un proceso de auto-reflexión y auto-
conocimiento; es una actividad de transformación del yo que afecta la totalidad de la
existencia cotidiana y que no se limita al ámbito meramente conceptual; es una práctica
destinada a operar un cambio radical del ser 1.

Lo antes expresado encuentra su justificación ya que la educación de los


profesionales del derecho en su formación inicial tiene directa incidencia en las
desigualdades de clase, raza y género, ente otras cuestiones que se reflejan como común
denominador en el seno de la sociedad de los distintos países que componen la
geografía latinoamericana y que en la actualidad los han sumido en una gravísima
crisis, no solo de contenido económico, sino fundamentalmente ético y moral.

Si realizamos una rápida mirada a los escenarios donde los egresados


como abogados desarrollan su vida profesional, advertiremos que aparte de la función
social importante que cumplen en función de su rol como defensor de las causas
humanas, ocupan posiciones de alto poder de decisión tanto en la faz pública como
privada, en un porcentual sensiblemente a quienes detentan y ejercen otras
profesiones, artes o incumbencias.

También es clara la importancia en la formación en el derecho por parte de las


universidades, ya que además de los expresado anteriormente, uno de los poderes
republicanos del Estado está conformado practicante en amplia mayoría por letrados y
son estos los que ejercitan el poder de cisión que tiene ingentes consecuencias en vida
institucional del país y la sociedad: El poder judicial, sus jueces con sus colaboradores
y auxiliares.

En estos postulados, el panorama latinoamericano tampoco es alentador, por lo


que si no se presentan programas de contenidos apropiados y aggiornados a la dinámica
actual de las exigencias de sociedad sobre lo que espera de la interacción de los
profesionales egresados del derecho en su seno y el rol que desplegarán. Más allá de

1
Granja Castro de Probertulce, Dulce M. (2005). Sócrates y Kant: dos perspectivas sobre la vida buena
(primera parte). 15/0/2020, de - Sitio web:
https://static1.squarespace.com/static/58d6b5ff86e6c087a92f8f89/t/593b5c36e58c62c93bb9493e/149
7062455715/S%C3%83%C2%B3crates+y+Kant.pdf
cuestiones esencialmente políticas, muchos operados desnudan elementales carencias de
formación donde las universidades que los certificaron tienen un grado superlativo de
responsabilidad, lo que se refleja en el resultado de su producción que ha llevado a que
sea el poder del Estado mas desacreditado ante la sociedad y que constantemente sus
componentes atraviesen crisis reflejadas en procesos de enjuiciamiento y destitución en
un porcentaje mucho mayor que los componentes otros poderes estatales. El siguiente
gráfico, si bien a 2014, así lo confirma, habiéndose incrementado el grado de
desconfianza más aún en los últimos años (escala 0-100 equivale a porcentual de
confianza).

Ello se refuerza con la gran cantidad de peticiones y denuncias, que han


generado desbordes en la esfera de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y
el incremento de sentencias condenatorias por parte de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos emitidas entre 2018 y 2019:
PAIS CONDENAS POR PAIS CONDENAS POR
VIOLACIÓN DE VIOLACIÓN DE
DDHH DDHH
Guatemala 12 Costa Rica 1
Perú 8 El Salvador 1
Argentina 7 Honduras 1
Colombia 7 Nicaragua 1
México 4 Paraguay 1
Brasil 3 Venezuela 1
Chile 2 - -

Fuente: http://www.corteidh.or.cr/

Sumado a lo anterior, no se puede soslayar el posicionamiento de las


últimas ordenaciones anuales en el contexto de más de 800 facultades de derecho de
universidades del todo el mundo dispuestas con un criterio de jerarquía, conforme el
índice Quacquarelli Symonds, mas conocido como QS, quien la vez lo hace de un
modo no solo global sino además, sectorial y regional. Son estudios independientes
muy apreciados por la comunidad universitaria internacional en función a que llegan a
conclusiones diferentes de las aportadas por la clasificación mundial global, merced a
datos objetivos y confiables, gracias a las técnicas empleados y a los criterios utilizados
basados en la siguiente metodología en cuanto al “Área de Estudios Derecho” en base a
cinco factores2:

1. Reputación académica (40%)

2. Reputación del empleador (10%)

3. Relación estudiante - facultad (20%)

4. Citaciones por facultad (20%)

5.-Relación de catedráticos internacionales (5%) y estudiantes

internacionales (5%)

2
https://www.topuniversities.com/subject-rankings/2019
Índice de las 20 facultades derechos de
Latinoamérica a nivel mundial - 2019
La primera Facultad Latinoamericana esta renqueada a partir del puesto 40 a
nivel mundial
1. Pontificia Universidad Católica de Chile puesto 40 a nivel mundial
2. Universidade de São Paulo, Brasil puesto 45 a nivel mundial
3. Universidad Nacional Autónoma de México puesto 48 a nivel mundial

4. Universidad de Buenos Aires, Argentina puesto 50 a nivel mundial

5. Universidad de Chile Entre el puesto 51 y 100 a nivel mundial

6. Universidad de los Andes, Colombia Entre el puesto 51 y 100 a nivel mundial

7. Fundação Getulio Vargas, Brasil Entre el puesto 51 y 100 a nivel mundial

8. Pontificia Universidad Católica de Entre el puesto 51 y 100 a nivel mundial

Valparaíso, Chile.
9. Pontificia Universidad Católica del Perú Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

10. Pontificia Universidad Javeriana, Colombia Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

11. Universidad Externado de Colombia Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

13. Universidad del Rosario, Colombia Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

14. Universidad Diego Portales, Chile Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

15. Universidade Federal do Rio de Janeiro, Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

Brasil
16. Instituto Tecnológico y de Estudios Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

Superiores de Monterrey, Mexico


17. Universidad Adolfo Ibàñez, Chile Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

18. Universidad Austral, Argentina Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

19. Universidad de Antioquia, Colombia Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

20. Universidad de los Andes, Chile Entre el puesto 101 y 150 a nivel mundial

Fuente: QS University Ranking

Aparecimos del cuadro que último ranking del año 2019, la primera
Universidad de en el área derecho latinoamericana aparece en el puesto 40 a nivel mundial; y
que hasta el puesto 150 no se visibiliza ninguna del Ecuador.
Ello no es consecuencia solo contextos de crisis generales de los países
latinoamericanos, sino que en lo especifico pasa por el hecho que el contenido de las
currículas de las carreas de pre-grado en la en facultades de derecho y de jurisprudencia
de la región no han acompañado la dinámicas de los cambios cabios experimentados a
través del tiempo, lo que ha contribuido que a dicha realidad del estado de la cuestión el
hecho de que los modelos de enseñanza se ha caracterizado por patrocinar una
enseñanza informativa más que formativa; privilegiar una enseñanza pasiva-receptiva
en lugar de una activa-participativa; y propiciar una enseñanza teórica en vez de teórica-
práctica. Aunado a lo anterior, este modelo, en consecuencia y salvo honrosas
excepciones, no favorece la configuración de un criterio propio ni de una actitud crítica.
En este orden de ideas, es indispensable que la enseñanza del Derecho no sea solamente
informativa sino además formativa, que la actitud pasiva-receptiva del alumno sea
reemplazada por una activa-participativa en un verdadero diálogo, así como que los
estudios doctrinales, dogmáticos o teóricos sean complementados con estudios mucho
más críticos, empíricos o prácticos 3.

Otro factor a tener en cuenta es el hecho que esta concepción general,


enseña una concepto formalista y/o positivista del derecho predominantemente,
consagrada exclusivamente al “deber ser” de la disciplina científica, como un sistema de
normas ya dadas, sean éstas otorgadas o reconocidas por la autoridad competente como
formalmente válidas, positivas o vigentes; sumado a que en la enseñanza, predomina
hasta la fecha una orientación al conocimiento teórico (saber teórico), casi con
exclusividad, limitado meramente en el mejor de los casos a formar abogados litigantes
y/o jueces, y en el peor de ellos divorciado por completo de la práctica (saber práctico)
orientado al “ser” (desde una escala ontológica) actual del derecho en que ya muy pocos
no aceptan que no solo está conformado por reglas jurídicas sino además por principios
jurídicos protectorios de la dignidad humana de naturaleza constitucional y donde la
moral y la ética ya no se encuentra divorciada de derecho; y, en tercer término, enseña
a través del método tradicional de “cátedra o lección magistral”, restringido únicamente
a la reproducción del Derecho estricto, formal, positivo o vigente, y su conocimiento
doctrinal o dogmático, por parte del profesor en un monólogo, más o menos
grandilocuente, y por parte del alumno a su recepción primero en las aulas y a su
3
Flores, Imer B., Algunas reflexiones sobre la enseñanza del derecho: enseñar a pensar y a repensar el
Derecho, en Cauces. Expresión de los estudiantes de la Facultad de Derecho UNAM, Año II, Nº 5-7,
enero-septiembre, 2003, pp. 32-34.
repetición después en los exámenes y de tipo enciclopédico y en dónde se apuesta mas a
la memoria temporal que a la enseñanza a saber razonar el derecho 4.

Por ello toda la formación integral se deja librado al compromiso


personal futro del egresado de continuar los posgrados, olvidándose que la educación
superior en la actualidad también es un derecho humano, máxime cuando las
instituciones universitarias pertenecen al Estado. Resultado de ello es el bajo porcentual
de egreso de los posgrados, debido a la deficiente formación de pre-grado, lo que lleva a
la gran mayoría a desertar por no seguir los contenidos de los títulos superiores por la
aludida falta de formación inicial universitaria.

Lo anterior, no quiere decir que desdeñe la teoría por para ser remplazada
par la práctica, por el contrario la formación integral implica el adecuado equilibro
entre estos dos grandes ámbitos de los saberes.

Mas allá de discusiones de modelos de concepciones de derecho propios


de la teoría del derecho a lo largo de la historia, lo cierto es que la pública y notoria
crisis de su enseñanza en la región es también consecuencia de nuestra herencia
hispánica, en donde el modelo codificado europeo leva desde el siglo XIX, a que el
derecho es solo leyes y código y por lo tanto el buen abogado es aquel que recita
literalmente el numero e incisos de los textos legales. Todas las soluciones a los
conflictos humanos se alcanzan desde la mera juridicidad, no valorándose los aportes
interdisciplinarios cuando las cuestiones y contextos así lo ameritan. No existe una
visión humanística que acompañe el aprendizaje de meramente jurídico. En la medida
necesaria. Ello también se revela en los altos índices de actos de corrupción que
involucran a profesionales del derecho.

Por dicho motivos es necesarios replantearlos valores y propósitos que


inspiran y alientan la enseñanza inicial del derecho incorporando conceptos
humanísticos traduciéndose en una fuerte preocupación en la elaboración de las
currículas para que nunca los futuros juristas pierdan de vista que el derecho es un
instrumento que busca beneficiar a los seres humanos a los que se dirige y que
posibilitara que al “decir” el derecho lo hagan con coherencia y previsibilidad. Es éste el

4
Cfme. Flores, Imer B., Academia. Revista sobre enseñanza del Derecho año 4, número 7, 2006, ISSN
1667-4154, págs. 51-81
sentido profundo que justifica la existencia misma del mundo jurídico y sus operadores.
El humanismo comprometido en el fin del derecho, es un buen antídoto contra visiones
preocupadas exclusivamente por las formas o las certezas en el saber.

Como lo señala mi maestro. Luis Rodolfo Vigo, en un prólogo realizado


a un libro de mi autoría, las discusiones que inevitablemente acompañan al quehacer de
los juristas, remiten a la existencia de una razón práctica que sustrae las discusiones
valorativas o morales del campo de la irracionalidad o del subjetivismo emocional.
Aquella no tiene posibilidad de “demostrar” quien está equivocado, pero cuenta con la
posibilidad de aducir razones o argumentos que pongan en evidencia la fortaleza o
debilidad veritativa de las posiciones en pugna. Por ello, para torcer el déficit en la
preparación del futuro jurista, los contenidos educativos tiene que ser lo suficientemente
aptos, lo que en la actualidad carecen, para que sean capaces de forjar personalidades
que eviten asumir mansamente aquello que se exhibe como lo que debe ser. No se trata
de rebeldías antojadizas, sino de pensar con cabeza propia y no prestada. Para ello se
impone preguntarse permanente por la verdad o por la mejor respuesta, y
consiguientemente, estar dispuesto a criticar o contradecir las posiciones consolidadas.

Se debe superar loa modelos educativos solamente enfrascados en el


juridicismo, que fue la tesis muy defendida en tiempos del Estado de Derecho Legal
(EDL). Ese insularismo jurídico suponía que el derecho era como una isla solo habitada
por juristas y en la que solo había normas jurídicas. Pero con el Estado de Derecho
Constitucional actual (EDC) resulta claro que la comprensión y operatividad del
derecho exige acudir a las diferentes dimensiones de la realidad social, entre las que está
la política y la moral, y la enseñanza dl derecho en las aulas de las universidades
latinoamericanas no puede ir en otra dirección. Por ello resultará muy negativo insistir
con modelos de enseñanza en donde su forjen juristas que crean que su trabajo se
ocupa de “casos fáciles”, que tienen una respuesta jurídica prevista anticipadamente en
una norma jurídica general. Pues, si aquella es su convicción, desaparecerá de su
horizonte la búsqueda de la equidad, o sea la justicia del caso; pero también se resiente
su preocupación por el conocimiento verdadero de los hechos, y aquí cabe la prevención
repetida de Taruffo: “la verdad es condición de la justicia”, y de este modo atentará
como en muchos casos acontece contra los intereses de los propios justiciables a los que
representan. También el nuevo modelo educativo del derecho exige que desde la
enseñanza inicial se preare a los estudiantes valorar la importancia de estudiar la
jurisprudencia, y no solo la nacional, sino también la extranjera; sobre todo, en relación
a casos que revisten una similitud que prescinden de las particularidades de los sistemas
jurídicos nacionales y especialmente la del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos.

Por último, también desde el comienzo se debe estructurar la enseñanza


certera sobre la forma de razonar el derecho mediante la argumentación jurídica, o sea
analizar el razonamiento implicado en una sentencia en donde además de la exigencia
de la lógica que controla las conexiones de las distintas premisas o juicios respectivos,
se requiere de argumentos o razones que motiven o justifiquen a cada uno de ellos.
Asimismo, con la argumentación aparecen nuevos problemas que eran ignorados con el
EDL y su exigencia de dura lex, sed lex, con el presupuesto que el legislador era
infalible, hablaba con absoluta claridad y sin redundancias, correspondiéndole al
intérprete que desentrañe su único sentido y lo proyecte deductivamente para el caso.
Una de esas desconocidas cuestiones vino con el giro lingüístico de la filosofía y la
consiguiente necesidad de que el dialogo racional exige claridad conceptual-lingüística,
a lo que se suma la pluralidad de respuestas jurídicas que remiten a la discrecionalidad
judicial y la exigencia que la elección se ajuste a lo que exige la conciencia ética y no a
ventajas personales.

Es el desafío que hoy tenemos quienes queremos afrontar nuevos


diseños de enseñanza del derecho en él, comienzo del contacto del estudiante con su
contenidos, ya que es el reaseguro que garantizará la paz y permitirá generar un efectivo
aporte para torcer, al menos desde la formación profesional de los letrado, las distintas
dificultades a la que hoy se encuentra poniendo en vilo las raíces de la institucionalidad
de nuestros países y de la región toda.-
*Abogado por la Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE Argentina); CAS en Justicia Penal
Juvenil, Interdisciplinaridad y Justicia Restaurativa, Universidad de Ginebra, Suiza. Magister en
Derecho Judicial y de la Magistratura, Universidad Austral de Buenos Aires, Argentina. Doctorando en
Humanidades, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina .Juez del
Excmo. Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Santiago del Estero (Argentina). Profesor
Capacitador en la Escuela del Poder Judicial de Santiago del Estero “José B. Gorostiaga”; Profesor
Visitante en la cátedra de Filosofía Jurídica y Profesor de Posgrados en Derechos Humanos y
Humanitario de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de la Universidad Católica de
Santiago del Estero, Argentina. Profesor en posgrado en Justicia Juvenil, Universidad Nacional de
Santiago del Estero. Docente en posgrado, Programa en Derecho Parlamentario, Facultad de Derecho,
Universidad Nacional de Tucumán. Profesor docente del Programa de Posgrado en Especialización en
Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario y la Maestría en Promoción y Protección de
los Derechos Humanos de la Universidad de Magdalena, Colombia. Profesor Docente en la Maestría
de Contratación Estatal de la Universidad de la Sabana, Colombia. Profesor posgrado en Derecho
Constitucional y Derecho Procesal Penal en la Universidad Técnica Estatal de Quevedo, Ecuador. Juez
Evaluador en Concursos de DDHH en Universidad Católica de Santiago del Estero; Academia de DDHH,
WCL, American University de EEUU; Pontificia Universidad Católica del Perú; CIDH, Instituto
Colombiano de DDHH y Universidad Antonio Nariño de Colombia; Integrante de la Comisión de
Garantías del Instituto Internacional de Derechos Humanos, Sede para la Américas; Investigador y
Publicista en el Instituto Latinoamericano de Investigación y Capacitación Jurídica Latín Iuris, Ecuador.
Integrante Comité Editorial Revista “Asimetría” del Instituto de Investigaciones para las Ciencias y
Humanidades de Trujillo, Perú.. Presidente de la Red Latinoamericana de Estudio e Investigación de
Derechos Humanos y Humanitario y miembro de la Red Argentina de Estudio e Investigación de los
Derechos Humanos y Humanitario. Integrante del Comité Editorial de la Revista Temas de Derecho
Constitucional, editado por la Corte Constitucional de Colombia. Co-Director de la Revista de Derechos
Humanos y Humanitario de IJ Editores Jurídicos. Ha disertado en múltiples ocasiones en distintos
países latinoamericanos y EEUU. Ha publicado trabajos de distinto tipos vinculados a materias de
derechos, dirigido publicaciones y libros en coautoría. CV completo en:
http://mm.jussantiago.gov.ar/cv.pdf

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