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1.

Marco geográfico y carácter productivos de Egipto


La frontera sur es la presa de Asuán, en la primera catarata del Nilo. Desde la primera catarata
hasta Memfis, en el delta del Nilo, era denominada región del Alto Egipto. Desde Memfis hasta la
desembocadura del Nilo en el mediterráneo, era el Bajo Egipto. Ambas estaban divididas en
diversos distritos llamados “nomos”. El Delta es la zona de mayor concentración humana y más
favorable para el desarrollo de la agricultura. Además está muy influido por la proximidad del
mar, hasta el punto de que su clima tiene mucho de mediterráneo, con temperaturas dulcificadas y
ciclos de precipitaciones estacionales. En cambio el Alto Egipto está muy condicionado por los
desiertos vecinos, con un calor extremo.
Existe una posible tercera región entre Memfis y Abidos, denominada Medio Egipto, pero no era
distinguida en la antigüedad sino que se trata de una subdivisión moderna.
Egipto es un país que está íntimamente ligado al río Nilo, el cual sufre grandes fluctuaciones, de
las que depende la agricultura egipcia. Estas crecidas y bajadas de caudal son debidas a los dos
principales afluentes del Nilo, el Nilo azul (sube por la acción de los monzones) y el Nilo blanco
(sube por el deshielo que recibe). La crecida anual comienza en Julio y la bajada tiene lugar en
Octubre. El ciclo del Nilo marca las estaciones, siendo estas tres a lo largo del año: la época de
inundación, de la crecida; la época de bajada, en la que tiene lugar la siembra, y la época de sequía
en la que se produce la cosecha.
Egipto está rodeado de desiertos: el desierto de Libia en el oeste, suministra la mano de obra que
el país necesita; el desierto oriental, al este del Nilo, rico en minerales como alabastro, diferentes
metales como el cobre, etc.; la Península de Sinaí, la única vía de comunicación que conecta
Egipto con Siria/Palestina, una zona de cobre y turquesas (empleadas éstas en los ajuares
funerarios) y el Lago de Fayum, que tuvo una intensa actividad en época de la dinastía
XII (Imperio medio).
Algunos países limítrofes con Egipto son: Punt, al que se llega por mar a través del Mar Rojo
(actual Eritrea), a este zona se enviaban expediciones en busca de productos exóticos; la región de
Nubia (Sudán), que se encuentra a partir de la primera catarata, una zona rica en recursos naturales
y mano de obra, está dividido en dos sectores, la baja y la alta Nubia, la baja se encuentra entre la
primera y segunda cataratas del Nilo (Wamat) y la alta Nubia desde la segunda catarata del Nilo
hasta Sudán (Kush).
2. Sociedad y economía

La unidad básica de convivencia era la familia, exaltada por su proyección ideológica y religiosa.
Generalmente era una familia de tipo nuclear (el marido y la mujer, a los que se añadían los hijos)
y en algunas ocasiones solían ser más grandes.
El matrimonio egipcio (por regla general monógamo aunque existía también la poligamia y la
exogamía) parece ser una cuestión que emana principalmente de esfera privada y de la propia
voluntad de convivencia de los esposos, sin ningún tipo de ceremonia religiosa u oficial. Lo que
parece claro es que los egipcios consideran que la condición matrimonial es la meta y el estado
normal al que hay que aspirar.
Ciertamente, el mundo egipcio es política y culturalmente de predominio masculino, pero el
papel desempeñado por la mujer en la sociedad, la economía y la política dista mucho de ser
desdeñable.
Por otro lado, las fuentes nos informan adecuadamente acerca de los indiscutibles derechos que
se reconocen a la mujer: puede poseer, hacer negocios, heredar; ante la ley puede ser tratada en pie
de igualdad con el hombre. Pero también encontramos la otra cara de la moneda, que presenta a la
mujer en situaciones precarias o injustas, o vista con un prisma negativo y denigrante.
Los hijos suponían una venturosa bendición. Para un campesino pobre significaba ayuda y mano
de obra que podría incrementar la rentabilidad del trabajo agrícola. Para un egipcio acomodado, el
hijo es aquél en quien quedará depositada la obligación del mantenimiento del culto funerario de
sus progenitores, el cuidado de su tumba y el recuerdo del padre y de los antepasados. El hijo,
además, se entiende destinado a continuar en el puesto del padre, sucediéndole en el cargo. El
nacimiento venía acompañado de rituales y prácticas consagradas por la tradición. El hijo
mantenía una relación muy estrecha con su madre, que era entendida como la protagonista y
responsable principal de su crianza y educación.
La primera infancia del niño estaba llena de peligros, no sólo por las enfermedades sino también
por el riesgo de las picaduras y mordeduras de animales ponzoñosos, tan frecuentes en Egipto. La
infancia transcurría entre el cuidado de la familia y los juegos, de tipo atlético o físico
normalmente, a veces utilizando una pelota. De todas formas incluso al niño pequeño, sobre todo
en las clases bajas, se le impone una colaboración en el trabajo cotidiano.
En el caso de ser la mujer estéril se podía recurrir a otros procedimientos, como esposas
secundarias, concubinas (incluso sirvientas), y por supuesto, la adopción.
2.1. Componentes socioeconómicos
Lo normal es que el egipcio siguiera la estela de su padre en cuanto a riqueza, dedicación y
status. Por otra parte, el papel central que en este mundo tiene la figura del faraón explica que
normalmente cualquier éxito personal o cualquier promoción individual, tanto social como
económica, se presente como un «favor real».
La situación de status y de prestigio del individuo se vincula íntimamente a su actividad socio-
laboral, al trabajo o al cargo al que está dedicado.
La concepción egipcia del estado es mítica, el faraón es soberano universal y que su pueblo,
constituye por excelencia la humanidad, frente al mundo exterior que se presenta como marginal,
atrasado y bárbaro.
2.1.1 La elite cortesana y funcionarial: el modelo del escriba
Uno de los tipos sociales más característicos del Egipto antiguo, en todas las épocas, es el del
cortesano. Se trata de un sector minoritario pero acomodado, por lo cual ha tenido más
posibilidades de dejar testimonios de su existencia (sobre todo a través de sus tumbas), y que se
articula a su vez en capas o jerarquías que van desde los más altos notables, próximo al soberano y
a veces emparentados con el mismo, depositarios de importantes parcelas de poder, hasta aquellos
modestos empleados de almacenes y oficinas a quienes se asignan las más humildes misiones.
En los Períodos Intermedios, cuando la autoridad del faraón se debilitaba, esta elite podía
actuar de forma autónoma o con una especial implantación local, manteniendo así su
protagonismo social y político, muy especialmente corno dirigentes regionales o comarcales. Así
mismo el funcionario egipcio se asimilaba bastante bien con el modelo o arquetipo del escriba
(conocimiento y dominio de la escritura, dotado de un complejo equipo y utillaje).
2.1.2 La vida campesina y la actividad agropecuaria
Egipto es un país eminentemente rural y volcado en el trabajo agrícola y en la explotación de su
rico valle fluvial.
Es el campesino, agricultor o pastor, el que se vincula con el trabajo de las tierras (por cuenta de
la monarquía, bien dependiendo de los templos, o propiedades de algún rico notable terrateniente).
Aunque podrá parecer, la figura del mismo, y su vida en general, son muy mal conocidas y
presentan grandes lagunas a la hora de intentar una reconstrucción histórica. Ello se debe en buena
medida a su condición de sector más humilde y bajo de la sociedad (vive en miseria y en
precariedad y es uno de los más perjudicados en tiempos de crisis), incapaz de dejar huellas
monumentales y perdurables del estilo de las tumbas de los sectores superiores y acomodados. El
campesinado es además analfabeto.
Los campos eran dedicados en su gran mayoría al cereal, cuyo ciclo aparece frecuentemente
representado en las paredes de las tumbas.
Otra especie que ocupaba una extensión nada desdeñable de campos era el lino, materia prima
básica para el trabajo textil. Además muy apreciado era el cultivo de productos de la huerta.
Hay que tener presente que los egipcios conocen desde tiempos prehistóricos cómo retener las
aguas de la inundación por medio de represas, estanques y canales, para luego hacer uso de ella y
distribuirla a medida que se necesitaba.
Cada vez está más clara la importancia económica que tiene la ganadería en la economía del país
egipcio. El ganado menor ovino y caprino era asimismo importante. La cabra (animal domestico)
y los asnos (utilizado para carga y como animal de tiro) son las especies más conocidas.
Por último los egipcios eran grandes consumidores de aves; y hombres dedicados a la pesca.
2.2. Manufacturas y circulación de bienes en la economía egipcia
Los procesos de manufacturación o artesanales en el mundo egipcio están condicionados por los
propios recursos naturales. Durante la mayor parte de la historia de Egipto, la Realeza y su
entorno, no solo para su vida cotidiana sino para sus residencias de eternidad, para sus tumbas, van
a requerir toda una serie de bienes de calidad y bien elaborados.
Un sector importante es el textil, integrado por mayoría de mujeres.
El trabajo de la madera adquirió un notable grado de desarrollo, aunque la madera de calidad
proviene del exterior (Líbano y África). Egipto, estaba bien dotado de arcillas, barros y calizas
para la elaboración de la cerámica.
La metalúrgica era muy apreciada, lo que se reflejaba en el estatus de los obreros a ella
dedicados (los artesanos), se elaboraban armas, elemento para la guerra.
No es fácil determinar cómo era el intercambio de bienes en la economía egipcia. La
importación de bienes está referida y presentada como actividad auspiciada y dependiente del
poder central, del gobierno del país, en definitiva de la monarquía faraónica. El concepto de
ganancia y de beneficio no tiene cabida ante un comercio de trueque. Los salarios se pagaban en
especie, raciones de alimento.
La propiedad privada es relativamente limitada, aunque existió, pero sumergida en el
tradicional estado centralizado faraónico.
2.3. Otros recursos de interés
Durante la Época Tinita y el Imperio Antiguo no existe un ejército permanente como tal, en
todo casi se recurría a los nubios o población de marginales. Durante los conflictivos tiempos del
Primer Período Intermedio parece que existió un grupo de soldados, pero que en la época del
Imperio Nuevo hubo soldados más profesionales. Después del Tercer Período Intermedio, se
consagró un ejército de mercenarios (Bajo el mando Ramésida). No existe el concepto de
ciudadano y de hombre, tampoco existe una definición jurídica de la palabra esclavo, ni se puede
hablar de esclavitud como de una única realidad social.
Lo que si se da es una gran variedad de grados de dependencia de unos individuos frente a otros
con respecto a instituciones (templos) o en fin, frente al estado y a la figura del faraón, grados de
dependencia que afectan a la actividad laboral o simplemente del trabajo.
3. Las formas de vida religiosa: creencias y prácticas
Es cierto que buena parte de la vida y la creación cultural y egipcias y la noción de la realeza
faraónica se encuentran en muy estrecha relación con lo religioso y se ha insistido a nuestro
entender demasiado en una supuesta especificidad o carácter básicamente diferente de la religión
egipcia que en realidad no difiere sustancialmente de otras formas de vida y de mentalidad
religiosa.

3.1. El mundo de los dioses

Los egipcios tenían una palabra de uso muy extendido y popular para referirse de forma
genérica a un Dios [n (e) ch (e) r]. Se trata de una palabra que quizás pueda relacionarse con
“rejuvenecer” (por tanto, vinculable a renacimiento o inmortalidad) o con el natrón (tiene uso en la
liturgia y la purificación). Otros elementos iconográficos o de escritura qué sirven también para
indicar la categoría divina son el halcón en lo alto de una pértiga, o la cobra en posición erguida,
dos de los animales que más frecuentemente encarnan a una divinidad. Tampoco es extraño
asociarla condición de Dios con la representación de una estrella (componente astral de la
religión).

La mayoría de los dioses tienen lo que podríamos llamar un ciclo biográfico natural, con un
nacimiento, infancia y madurez, llegando a envejecer incluso a pasar por el trance de la muerte.
Por otra parte, los egipcios caracterizan a sus dioses especialmente por su poder como lo que los
coloca muy por encima de la condición humana y los diferencia claramente. Para ser de alguna
forma comprensibles, y sobre todo representables, a estos seres superiores, los egipcios desde los
tiempos prehistóricos identificaron a sus dioses con objetos o elementos de la naturaleza, y sobre
todo, con animales. Con ello querían adentrarse en su carácter, en su personalidad divina y en lo
que serían sus campos o áreas preferentemente de actuación. A su vez no pretendieron, en general
sistematizar el universo divino, o fijar en el orden y jerarquía.

A continuación se presentan los grandes ciclos cosmogónicos de la religión de Egipto:

Primer momento (Dios Helipolis) Segundo momento (Dios Path) Tercer momento (Dios Thot)
 intentos para organizar y escribir  segundo gran ciclo cosmogónico  se centra en otro de los
papeles concretos a determinadas adscribe el protagonismo principal a tradicionales grandes dioses
divinidades. Path (Dios local de Menfis). del panteón egipcio, Thot.
 sistema cosmogónico más acabado y  el sacerdote supremo de su culto era el presenta una asociación muy
que logró una mayor difusión. “jefe (o mayor) de los artesanos”. estrecha con Ra: Thot es el
 centrado en la divinidad solar que por  Representación siempre antropomorfa, escriba y secretario del dios
excelencia es Ra. como una figura humana envuelta en lo solar, su mensajero y
 tenía en Atum a su dios creador y que parece ser un sudario de lino. ayudante. De cara a los
primogénito, cabeza quizás de un culto  No es conocida fundamentalmente por hombres, una divinidad
en el que las estrellas y otros elementos un único documento. polifacética.
astrales.
 Conocida a través de un conjunto de
textos funerarios.

Presentados los ciclos cosmogónicos es necesario detenernos en Osiris. No sólo se trata de la


divinidad mejor conocida y que disfruto de mayor popularidad, al menos a partir de un
determinado momento, sino que también protagoniza un ciclo mítico amplio que aglutina a otros
personajes del panteón. Además Osiris es un Dios que sobrepasa las fronteras de Egipto, cuyo
culto se difundió por todo el mundo mediterráneo en la época grecorromana y que, por eso, ha
dejado huellas importantes en el arte, la religión y la literatura clásica.

Osiris es también una de las personalidades divinas más ricas del panteón egipcio; un Dios de la
fertilidad y de la renovación de la naturaleza vegetal. En su vida se recrea la experiencia de la
muerte y de la resurrección que de alguna forma reproducían el ciclo del cereal, con él se
identifica con frecuencia. Junto a lo que hemos dado en llamar “grandes dioses” la religión egipcia
ofrece un gran número de divinidades menores, que muchas veces ni siquiera tenían templos ni
santuarios construidos, y que sin embargo gozaban de una gran popularidad y encauzaron una
buena parte de las inquietudes religiosas de la población egipcia. A ello podríamos añadir la
divinización de determinadas personas notables, que, como si de santo se tratara, acaban entrando
en el panteón recibiendo culto y siendo objeto de una veneración popular a veces muy prolongada.
El caso más destacado es el de Imhotep, el ministro de Djeser.
3.2. La liturgia y el culto
El marco de la actividad litúrgica es por excelencia el templo. El templo es entendido ante todo
como la residencia del dios; allí vive, recibe las muestras de devoción de sus fieles y hasta se diría
que protagoniza una vida cotidiana similar a la de cualquier Gran señor o al soberano; por otra
parte, el templo es también una entidad animada, con vida propia, una transposición simbólica del
cosmos y del orden del universo. No hay que olvidar por otra parte, las tradiciones litúrgicas y
arquitectónicas locales, de las que resultaban tipos de capillas, templetes o santuarios en general
menores y objetos de un culto de ámbito regional o comarcal.
Protagonista humano principal del culto es el sacerdote. Sin embargo, para los egipcios el único
intermediario suficientemente sagrado y digno para hacer de acercarse a los dioses es el faraón.
Además este último era quien realizaba la elección y el nombramiento de las jerarquías
sacerdotales.
El Imperio Nuevo, sobre todo en la época Ramésida, contempla un florecimiento de la
documentación y las referencias relativas a la piedad personal.
3.3. Las creencias y las prácticas funerarias
El aspecto funerario tiene una posición central dentro del conjunto de la religión egipcia. Los
egipcios tuvieron una experiencia muy intensa de lo que significaba el fin de la vida.
El destino del difunto bienaventurado y la concepción del más allá al que va a parar reflejan la
yuxtaposición de creencias y de tradiciones religiosas funerarias. La cotidiana desaparición del sol
hundiéndose en el horizonte occidental en el crespúsculo surgió su identificación con el destino de
los difuntos, que se sitúa así en el mundo subterráneo, oscuro, temible, y que se presenta poblado
por seres extraños y de pesadilla. El destino que se le abre entonces al bienaventurado está lleno
de posibilidades y de dichas. Asimilando a una deidad, puede compartir el día y convivir con los
grandes dioses. El muerto puedo llevar en el más allá la vida de un gran terrateniente,
supervisando sus tierras y su ganado, dando órdenes a su servidumbre, o sencillamente reposando
en mansiones o entreteniendo su tiempo con la caza y la pesca en las marismas del Paraíso.
Los rituales efectivos que acompañan al enterramiento y al funeral están centrados en la
conservación del cuerpo, por eso la práctica de la momificación o el embalsamiento. Una vez
preparado para la inmortalidad el cuerpo, se organizaban los funerales. La tumba y el difunto no
debían ser olvidados. Había que vigilarlos y cuidarlos, sobre todo debían recibir ofrendas
periódicas y ser objeto de un culto considerado fundamental para el bienestar del muerto. Todas
esas prácticas, sólo estaban al alcance de las capas altas de la sociedad egipcia.
4. Prehistoria y primeros tiempos dinásticos (6000-3100 a.C.)
4.1. La neolitización del valle del Nilo
Las primeras comunidades neolíticas egipcias aparecen entre el VI-V milenio a.C., en el Fayum
y en los bordes occidentales del delta. En el Fayum se han identificado dos niveles neolíticos (A y
B). Fayum B es anterior, participando en las más arcaicas tradiciones. Fayum A, es la primera
gran cultura neolítica egipcia. Trigo, y hasta tres tipos de cebada se cultivaba, además del lino. En
la ganadería, se atestiguan cabras, ovejas y cerdos. Los caracoles tienen un notable papel dentro de
la actividad cinegética y pesquera. Los pobladores eran seminómadas.
Aunque se ha hablado de enterramientos dentro de los poblados, existen necrópolis
independientes con enterramientos simples. Los ajuares son escasos y pobres, consistentes
normalmente en útiles líticos, depósitos de cereal, pendientes o cuentas.
En el sur aparece la Cultura Badariense, una serie de culturas prehistóricas del Alto Egipto que
se van a suceder hasta la llegada de los tiempos faraónicos. Con una producción artística muy
destacada y las necrópolis son en realidad la fuente de la que preceden la mayor parte de los
ajuares y objetos. Las tumbas son simples fosas avaladas, y algunas con una inusual estructura
rectangular con elementos de madera. Por otra parte, aparecen también enterramientos de
animales, perros, cabras y ovejas, envueltos en pieles pero sin ningún ajuar, sin que se tenga claro
cuál es su significado religioso.

4.2. Las grandes culturas Predinásticas del Alto Egipto


A comienzos de ese IV milenio, aparece la Cultura Amratiense o de Naqadah I. Allí se
encuentran los primeros intentos de fijar marcas o inclusos pictogramas (inicios escritura egipcia).
Además se desarrollaron las técnicas líticas (auge del arte de las paletas); el arte de las estatuillas
antropomorfas y la cerámica. Aparecen embarcaciones, así como elementos de diseño y naturaleza
difíciles de determinar, marcas o signos que algunos han valorado como los primeros pasos de la
escritura jeroglífica. Los enterramientos siguen en general las tradiciones del Badariense.
A partir del 3600/3500 a.C. se desarrolla la Cultura Gerzeense o Naqadah II. Todo el país se
encontraría unido en un solo horizonte cultural. Situada en el Alto Egipto donde luego de una
aceleración en todos los aspectos desembocará en la aparición del estado faraónico.
Desde 3200/3150 hasta 3000/3050 a.C., se ha ido definiendo una subfase llamada Naqadah III o
a veces llamada sencillamente Protodinástico, que contempló la trasformación concreta del país
hacia el establecimiento de la monarquía faraónica y la unificación. La mayor concentración y
densidad de la población animará los intercambios y relaciones de todo tipo, incluida la
competencia por el control de la tierra y rutas. La jerarquización socio-económica se irá haciendo
más compleja, con procesos de concentración de poder en manos de unas elites y caudillos de tipo
militar. Los contactos con el mundo exterior se intensifican particularmente con el Próximo
Oriente, la franja siro-palestina y Mesopotamia.
La Cultura de Naqadah II, se caracteriza por un notable desarrollo de la metalurgia del cobre. La
cerámica presenta una clara continuidad con Naqadah I, aunque con notables variantes en la
decoración.
Las necrópolis de Naqadah II (y Naqadah III) ofrecen un interés extraordinario por reflejar, las
situaciones de jerarquización y de estratificación social. La población comienza a centrarse en
núcleos, casas, edificios de tipo público.
Proceso de unificación de la corona
Es en la dinastía 0 donde comienzan a conocerse ya los nombres de una serie de caudillos o
jefes, que podríamos llamar “protofaraones”, que terminan siendo los protagonistas de la
unificación final del país (Menes, el primer faraón).
Hasta entonces el país estaba dividido en dos reinos: el Alto y el Bajo Egipto, donde este termina
vencido por el primero.
Encontramos algunas teorías acerca de la unificación:
a) Despotismo hidráulico: control centralizado sobre el río, nacimiento de un estado
egipcio centralizado.
b) Rivalidades por el control de los recursos económicos. El proceso de la unificación
estaría marcado por la dominación y la guerra, probablemente del Alto sobre el bajo
Egipto, a juzgar por lo representado en la “paleta del rey Narmer”.
Al final del IV milenio a.C., el valle del Nilo debía estar articulado en decenas de pequeñas
comunidades, que irán desarrollando un diversificación social y económica cada vez mayor, donde
se irán formando progresivamente sistemas de jefaturas o caudillaje dotados de creciente autoridad
y carisma.
Posiblemente hubo una rivalidad entre Hierakómpolis y Naqadah-Ombos por la supremacía del
Alto Egipto, aunque el triunfo encubriría a Tinis-Abidos. Lo cierto es que a finales del IV milenio,
desde el punto de vista de la cultura material, Egipto ya era prácticamente una unidad.
A comienzos del III milenio a.C. el valle del Nilo aparece como un estado unificado bajo una
sola autoridad. El reinado del primer faraón atestiguado en la Dinastía I, fue Aha pero sin duda el
reino más conocido es el de Den (conocido también como Udimu).
5. El Imperio Antiguo (dinastías III-V. 2675-2350 a.C.)
5.1. Relaciones internacionales
La zona de expansión favorita va a ser nuevamente Nubia. La actividad egipcia allí es notable.
Durante la Dinastía III el control egipcio sobre Nubia llegó a un centenar de kilómetros al sur de la
I Catarata. Se ha registrado actividad allí desde épocas muy tempranas, por ejemplo durante el
reinado de Djeser.
También se conoce que uno de los soberanos del periodo Huni tuvo una intensa actividad en el
extremo medirional del país. A raíz de esto Elefantina adquiere importancia.
Snofru es otro de los soberanos que desplegó una política exterior con una importante victoria
sobre los nubios. Más adelante en una campaña contra los libios, mantendría relaciones en Siria.
La gran apertura exterior se sitúa durante la Dinastía V. En el reinado de Sahure los egipcios
llegan a Nubia hasta la altura de Abu-Simbel, para explotar las canteras de la zona. Se vuelve a
guerrear contra los libios, pero son sobre todo importantes los contactos con dirección al Sinaí y la
franja Sirio-Palestina. Durante el reinado de este soberno se abrió asimismo la ruta que
comunicaba Egipto con el País del Punt, que quedaba hacia al sur y al que se llegaba posiblemente
por el Mar Rojo.
En el Imperio Antiguo puede haber sido posible la presencia egipcia en Palestina, de tipo militar.
5.2. La administración y el gobierno egipcio
A lo largo del Imperio Antiguo la concepción que se tiene de la monarquía sufrió una evolución.
Durante la Dinastía III y la primera mitad de la IV la posición del faraón es francamente cenital, a
medida que avanzamos hacia el final del periodo, sobre todo con las D. V, se puede observar una
disminución del carisma, y quizás una pérdida de autoridad en beneficio de los sectores
sacerdotales y funcionariales. Al mismo tiempo que las tumbas reales se hacen más pequeñas y
modestas, las mastabas de los altos cortesanos y funcionarios se amplían y enriquecen. La
distancia que separa al soberano de sus súbditos, de sus cortesanos, disminuye, sin duda es un
debilitamiento de su posición.
En los textos de los inicios del Imperio Antiguo el faraón lo es todo, a finales de este periodo, es
un elemento más de un estado en el que hay otros protagonistas (nobles cortesanos, gobernadores
provinciales, sacerdotes, etc.).
Entre los más altos funcionarios podríamos nombrar al “Superior de las Grandes Mansiones”, el
“Supervisor de los Documentos (o Decretos Reales); el “Jefe de las Obras (del rey)”, “El Superior
de los Graneros”. También existe un “Superior del Tesoro”.
El personaje central de la administración del Imperio Antiguo es el Visir, el primero claramente
atestiguado data de inicios de la Dinastía IV. Es el ministro principal. Amplias funciones, que lo
colocan en posición de controlar supervisar toda la estructura administrativa; vinculado a la
gestión de la justicia.
Otro personaje de interés es el Canciller de Dios nombrado para una misión u objetivo concreto
como una expedición militar, o de búsqueda de materias primas.
La administración provincial presenta ya la típica división del país en nomos, al frente de cada
uno de los cuales hay un funcionario llamado nomarca. Están fuertemente controlado por la
monarquía, pero en la Dinastía V, se aprecia un proceso de formación de una nobleza provincial
que irá adquiriendo más autonomía y a fines del periodo un progresivo fortalecimiento.
La forma más típica de compensar económicamente a un noble o un funcionario es por medio de
entregas de bienes en especie u otorgándole una renta (explotación agrícola propiedad en principio
de la realeza).
6. El Imperio Medio (2008-1630 a.C) y el Segundo Período Intermedio (1630-1539/1523
a.C)
6.1. Los Hiksos en Egipto
Parece incuestionable que la etapa marcada por la presencia de los hiksos es una de las más
oscuras de toda la historia de Egipto. Sin embargo, los mismos lanzaron Egipto hacia fuera, a
involucrarse en el Próximo Oriente, en un proceso que obviamente ya no podía tener retorno.
El pueblo hikso se trata de un conglomerado de pueblos de componente fundamentalmente
semítica, en buena medida emparentados con las poblaciones de la zona palestina y de las tierras
orientales cercanas al valle del Nilo y que desde hacia muchos siglos estaban en contacto con
Egipto. Mezclados con ellos había algunos elementos nuevos, como grupos amorrita y hurritas
vinculados con los mittanios.
Los hiksos fundan una nueva capital propia, llamada “Avaris”, en un emplazamiento estratégico
en la zona del Delta del Nilo, en la parte oriental, la ruta hacia el Próximo Oriente.
Es razonable pensar que el gobierno de los hiksos estuvo en buena medida apoyado en las
solidas estructuras administrativas heredadas del Imperio Medio. Un gran número de funcionarios
y notables egipcios de raza sirvieron fielmente a los faraones hiksos. Por otra parte, traerían sus
propias tradiciones de gobierno (se trasladará desde Siria a Egipto la fundación de un
conglomerado de pequeños estados, ciudades o etnias que reconocen la autoridad de una potencia
líder, a la que pagan un tributo y con la que se verían obligados militarmente), sobretodo existirán
importantes niveles de autogobierno. El poder de la dinastía de faraones hiksos se sustentaría así
en un control directo de tan solo una pequeña parte del territorio (el Delta). Fieles a su origen
extranjero y mezclado, los soberanos hiksos desarrollarán una política de relaciones internaciones
de gran alcance, manteniendo relaciones que abarcan desde el estado independiente que se ha
establecido en Nubia, por el sur, hasta Siria, Mesopotamia, el Egeo y las islas del Mediterráneo
oriental por el norte.
Los hiksos le sumaron a su propia cultura la adopción de todas las costumbres culturales
egipcias (sincretismo cultural). Hicieron de Egipto su nuevo país y patria, y se adaptaron en
buena medida a lo que allí encontraron (arte, escritura, forma de vida y vestimenta).
Los faraones hiksos mantuvieron el ritual y el protocolo de la monarquía faraónica, incluyendo la
nomenclatura del soberano, que delata el respeto a Ra como divinidad principal. Mostraron
atención y preferencia hacia Sobek, Thot o Harajty, y sobre todo hacia Set. Pero también
expresaron su respeto y devoción hacia Heliópolis y hacia Ra.
Finalmente son expulsados del Valle del Nilo en un proceso escalonado de carácter militar,
durante la dinastía XVII, establecida en Tebas. La expulsión es materializada por Amenofis I,
fundador de la dinastía XVIII, ya en el Imperio Nuevo, que conquistará y arrasará Avalis. Persigue
al pueblo hikso hasta el sur de Palestina, donde se pierde para siempre en la historia.
7. Imperio Nuevo (dinastías XVIII-XX. 1539-1075 a.C.)
7.1. Egipto y la política imperialista
Del periodo comprendido entre las Dinastías XVIII y XX, desde el Orontes, en Siria, hasta la V
catarata en el corazón de África, el Imperio tiene unos tintes religiosos indudables; el dios que
había sido aupado a las posiciones más encumbradas del panteón, Amón de Tebas, se convierte
en el promotor y adalid de las victorias egipcias en el exterior. Por otro lado, el carisma de la
realeza faraónica en el Imperio Nuevo reposa en buena medida en el arquetipo de soberano
guerrero, cuya de jefe militar aparece, especialmente destacada: “extender las fronteras”. El
Faraón es delegado del dios solar, y toda la creación es en principio su dominio. Las razones de
índole económica tiene un peso importante (oro nubio por los puertos y productos de Siria y
Palestina). Incluso en las Dinastías XVIII y XIX Egipto continuó siendo un país de mayoría
campesina (y por tanto, pacífica y no muy dada a la actividad militar) y donde el ideal de
cortesano, del escriba y buen funcionario continuara siendo el favorito de la mayoría de la
población.
Egipto basa su control en Nubia en la sumisión y colaboración de jefes o príncipes indígenas
altamente egipcianizados (analogía de sistemas coloniales modernos). El soberano creó la
institución del “Hijo Real de Kush”, o virrey de Nubia, bajo su autoridad se encontraba no sólo
Nubia, sino también, a partir de finales de la Dinastia XVIII, parte de las zonas mineras y de
canteras del Alto Egipto. Este importante ministro estaba ayudado por dos subgobernadores, que
respectivamente tenían a su cargo la Baja y Alta Nubia. El eficaz gobierno quedaba asegurado
por un ejército de funcionarios y escribas, organizados en departamentos imitados en buena
medida de la propia administración de Egipto, esparcidos por todo el territorio.
Muy diferente naturaleza y función tiene el imperio egipcio en Asia, que nunca sobrepasará los
límites de la franja sirio-Palestina. Junto con las obvias motivaciones económicas, son razones de
índole diplomática y estratégicas. A partir de la expulsión de los hiksos, Egipto entra de lleno en
el juego de las relaciones entre los estados y potencias del Próximo oriente asiático.
El territorio entre el Sinaí y el Eúfrates es un mosaico de ciudades independientes y de
pequeños reinos o principados. Es una zona de antiquísima tradición cultural y fuertemente
poblada, sometida a idas y venidas de grupos nómadas o seminómadas. No encontraremos aquí
la asimilación cultural y la colonización que vimos en Nubia, ni tampoco el establecimiento de
una rígida administración. La presencia egipcia se manifestaba fundamentalmente en forma de
periódicas paradas militares o de auténticas campañas guerreras. Había guarniciones en puntos
estratégicos. Era obligación de estos el garantizar la recaudación y envío de los impuestos y
tributos debidos a Egipto y mediar en las continuas disputas y trifulcas entre los príncipes
locales.
Centros importantes de la presencia egipcia debieron ser Gaza, Jaffa, en la costa y en el
interior, puntos como Beth-Shan.
7.2. El ejército y la actividad militar
Surge con fuerza la figura del soldado de carrera, del militar de profesión y de tradición. El
ejército se trataba de tropas permanentes, profesionales, cuyas funciones no solo consistían en la
guerra, sino también en labores de guarnición y vigilancia, si se requería, en las obras públicas y
en la actividad edilicia. Además hay todo un cuerpo de burócratas y administradores (escribas)
adscritos a la milicia y encargados del reclutamiento, del mantenimiento y de la logística.
La tropa estaba dividida en una serie de unidades o divisiones, auténticos cuerpos de ejército,
que solían colocarse bajo la advocación de alguna de las grandes divinidades del país, y a cuyo
mando se encontraba un “jefe de la tropa” o general, auxiliado por un ayudante o
subcomandante. Por debajo se encontraban los comandantes de batallón, los portaestandares, los
capitanes de las distintas secciones, etc.
La sección de caballería o mejor dicho de los carros, eran una novedad en esta época. Su
misión ante todo era romper la formación cerrada de la infantería enemiga.
Otras novedades en cuanto al armamento son el arco compuesto (de origen asiático), así como
espadas, hachas y cimitarras de bronce. Las tácticas de conquista de ciudades se sofisticaron con
sistemas para minar las murallas, túneles para franquearlas, o los tradicionales sistemas de
escala. El sistema de asedio fue empleado con preferencia. La flota estaba bien dotada y cuidada.

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