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La unidad básica de convivencia era la familia, exaltada por su proyección ideológica y religiosa.
Generalmente era una familia de tipo nuclear (el marido y la mujer, a los que se añadían los hijos)
y en algunas ocasiones solían ser más grandes.
El matrimonio egipcio (por regla general monógamo aunque existía también la poligamia y la
exogamía) parece ser una cuestión que emana principalmente de esfera privada y de la propia
voluntad de convivencia de los esposos, sin ningún tipo de ceremonia religiosa u oficial. Lo que
parece claro es que los egipcios consideran que la condición matrimonial es la meta y el estado
normal al que hay que aspirar.
Ciertamente, el mundo egipcio es política y culturalmente de predominio masculino, pero el
papel desempeñado por la mujer en la sociedad, la economía y la política dista mucho de ser
desdeñable.
Por otro lado, las fuentes nos informan adecuadamente acerca de los indiscutibles derechos que
se reconocen a la mujer: puede poseer, hacer negocios, heredar; ante la ley puede ser tratada en pie
de igualdad con el hombre. Pero también encontramos la otra cara de la moneda, que presenta a la
mujer en situaciones precarias o injustas, o vista con un prisma negativo y denigrante.
Los hijos suponían una venturosa bendición. Para un campesino pobre significaba ayuda y mano
de obra que podría incrementar la rentabilidad del trabajo agrícola. Para un egipcio acomodado, el
hijo es aquél en quien quedará depositada la obligación del mantenimiento del culto funerario de
sus progenitores, el cuidado de su tumba y el recuerdo del padre y de los antepasados. El hijo,
además, se entiende destinado a continuar en el puesto del padre, sucediéndole en el cargo. El
nacimiento venía acompañado de rituales y prácticas consagradas por la tradición. El hijo
mantenía una relación muy estrecha con su madre, que era entendida como la protagonista y
responsable principal de su crianza y educación.
La primera infancia del niño estaba llena de peligros, no sólo por las enfermedades sino también
por el riesgo de las picaduras y mordeduras de animales ponzoñosos, tan frecuentes en Egipto. La
infancia transcurría entre el cuidado de la familia y los juegos, de tipo atlético o físico
normalmente, a veces utilizando una pelota. De todas formas incluso al niño pequeño, sobre todo
en las clases bajas, se le impone una colaboración en el trabajo cotidiano.
En el caso de ser la mujer estéril se podía recurrir a otros procedimientos, como esposas
secundarias, concubinas (incluso sirvientas), y por supuesto, la adopción.
2.1. Componentes socioeconómicos
Lo normal es que el egipcio siguiera la estela de su padre en cuanto a riqueza, dedicación y
status. Por otra parte, el papel central que en este mundo tiene la figura del faraón explica que
normalmente cualquier éxito personal o cualquier promoción individual, tanto social como
económica, se presente como un «favor real».
La situación de status y de prestigio del individuo se vincula íntimamente a su actividad socio-
laboral, al trabajo o al cargo al que está dedicado.
La concepción egipcia del estado es mítica, el faraón es soberano universal y que su pueblo,
constituye por excelencia la humanidad, frente al mundo exterior que se presenta como marginal,
atrasado y bárbaro.
2.1.1 La elite cortesana y funcionarial: el modelo del escriba
Uno de los tipos sociales más característicos del Egipto antiguo, en todas las épocas, es el del
cortesano. Se trata de un sector minoritario pero acomodado, por lo cual ha tenido más
posibilidades de dejar testimonios de su existencia (sobre todo a través de sus tumbas), y que se
articula a su vez en capas o jerarquías que van desde los más altos notables, próximo al soberano y
a veces emparentados con el mismo, depositarios de importantes parcelas de poder, hasta aquellos
modestos empleados de almacenes y oficinas a quienes se asignan las más humildes misiones.
En los Períodos Intermedios, cuando la autoridad del faraón se debilitaba, esta elite podía
actuar de forma autónoma o con una especial implantación local, manteniendo así su
protagonismo social y político, muy especialmente corno dirigentes regionales o comarcales. Así
mismo el funcionario egipcio se asimilaba bastante bien con el modelo o arquetipo del escriba
(conocimiento y dominio de la escritura, dotado de un complejo equipo y utillaje).
2.1.2 La vida campesina y la actividad agropecuaria
Egipto es un país eminentemente rural y volcado en el trabajo agrícola y en la explotación de su
rico valle fluvial.
Es el campesino, agricultor o pastor, el que se vincula con el trabajo de las tierras (por cuenta de
la monarquía, bien dependiendo de los templos, o propiedades de algún rico notable terrateniente).
Aunque podrá parecer, la figura del mismo, y su vida en general, son muy mal conocidas y
presentan grandes lagunas a la hora de intentar una reconstrucción histórica. Ello se debe en buena
medida a su condición de sector más humilde y bajo de la sociedad (vive en miseria y en
precariedad y es uno de los más perjudicados en tiempos de crisis), incapaz de dejar huellas
monumentales y perdurables del estilo de las tumbas de los sectores superiores y acomodados. El
campesinado es además analfabeto.
Los campos eran dedicados en su gran mayoría al cereal, cuyo ciclo aparece frecuentemente
representado en las paredes de las tumbas.
Otra especie que ocupaba una extensión nada desdeñable de campos era el lino, materia prima
básica para el trabajo textil. Además muy apreciado era el cultivo de productos de la huerta.
Hay que tener presente que los egipcios conocen desde tiempos prehistóricos cómo retener las
aguas de la inundación por medio de represas, estanques y canales, para luego hacer uso de ella y
distribuirla a medida que se necesitaba.
Cada vez está más clara la importancia económica que tiene la ganadería en la economía del país
egipcio. El ganado menor ovino y caprino era asimismo importante. La cabra (animal domestico)
y los asnos (utilizado para carga y como animal de tiro) son las especies más conocidas.
Por último los egipcios eran grandes consumidores de aves; y hombres dedicados a la pesca.
2.2. Manufacturas y circulación de bienes en la economía egipcia
Los procesos de manufacturación o artesanales en el mundo egipcio están condicionados por los
propios recursos naturales. Durante la mayor parte de la historia de Egipto, la Realeza y su
entorno, no solo para su vida cotidiana sino para sus residencias de eternidad, para sus tumbas, van
a requerir toda una serie de bienes de calidad y bien elaborados.
Un sector importante es el textil, integrado por mayoría de mujeres.
El trabajo de la madera adquirió un notable grado de desarrollo, aunque la madera de calidad
proviene del exterior (Líbano y África). Egipto, estaba bien dotado de arcillas, barros y calizas
para la elaboración de la cerámica.
La metalúrgica era muy apreciada, lo que se reflejaba en el estatus de los obreros a ella
dedicados (los artesanos), se elaboraban armas, elemento para la guerra.
No es fácil determinar cómo era el intercambio de bienes en la economía egipcia. La
importación de bienes está referida y presentada como actividad auspiciada y dependiente del
poder central, del gobierno del país, en definitiva de la monarquía faraónica. El concepto de
ganancia y de beneficio no tiene cabida ante un comercio de trueque. Los salarios se pagaban en
especie, raciones de alimento.
La propiedad privada es relativamente limitada, aunque existió, pero sumergida en el
tradicional estado centralizado faraónico.
2.3. Otros recursos de interés
Durante la Época Tinita y el Imperio Antiguo no existe un ejército permanente como tal, en
todo casi se recurría a los nubios o población de marginales. Durante los conflictivos tiempos del
Primer Período Intermedio parece que existió un grupo de soldados, pero que en la época del
Imperio Nuevo hubo soldados más profesionales. Después del Tercer Período Intermedio, se
consagró un ejército de mercenarios (Bajo el mando Ramésida). No existe el concepto de
ciudadano y de hombre, tampoco existe una definición jurídica de la palabra esclavo, ni se puede
hablar de esclavitud como de una única realidad social.
Lo que si se da es una gran variedad de grados de dependencia de unos individuos frente a otros
con respecto a instituciones (templos) o en fin, frente al estado y a la figura del faraón, grados de
dependencia que afectan a la actividad laboral o simplemente del trabajo.
3. Las formas de vida religiosa: creencias y prácticas
Es cierto que buena parte de la vida y la creación cultural y egipcias y la noción de la realeza
faraónica se encuentran en muy estrecha relación con lo religioso y se ha insistido a nuestro
entender demasiado en una supuesta especificidad o carácter básicamente diferente de la religión
egipcia que en realidad no difiere sustancialmente de otras formas de vida y de mentalidad
religiosa.
Los egipcios tenían una palabra de uso muy extendido y popular para referirse de forma
genérica a un Dios [n (e) ch (e) r]. Se trata de una palabra que quizás pueda relacionarse con
“rejuvenecer” (por tanto, vinculable a renacimiento o inmortalidad) o con el natrón (tiene uso en la
liturgia y la purificación). Otros elementos iconográficos o de escritura qué sirven también para
indicar la categoría divina son el halcón en lo alto de una pértiga, o la cobra en posición erguida,
dos de los animales que más frecuentemente encarnan a una divinidad. Tampoco es extraño
asociarla condición de Dios con la representación de una estrella (componente astral de la
religión).
La mayoría de los dioses tienen lo que podríamos llamar un ciclo biográfico natural, con un
nacimiento, infancia y madurez, llegando a envejecer incluso a pasar por el trance de la muerte.
Por otra parte, los egipcios caracterizan a sus dioses especialmente por su poder como lo que los
coloca muy por encima de la condición humana y los diferencia claramente. Para ser de alguna
forma comprensibles, y sobre todo representables, a estos seres superiores, los egipcios desde los
tiempos prehistóricos identificaron a sus dioses con objetos o elementos de la naturaleza, y sobre
todo, con animales. Con ello querían adentrarse en su carácter, en su personalidad divina y en lo
que serían sus campos o áreas preferentemente de actuación. A su vez no pretendieron, en general
sistematizar el universo divino, o fijar en el orden y jerarquía.
Primer momento (Dios Helipolis) Segundo momento (Dios Path) Tercer momento (Dios Thot)
intentos para organizar y escribir segundo gran ciclo cosmogónico se centra en otro de los
papeles concretos a determinadas adscribe el protagonismo principal a tradicionales grandes dioses
divinidades. Path (Dios local de Menfis). del panteón egipcio, Thot.
sistema cosmogónico más acabado y el sacerdote supremo de su culto era el presenta una asociación muy
que logró una mayor difusión. “jefe (o mayor) de los artesanos”. estrecha con Ra: Thot es el
centrado en la divinidad solar que por Representación siempre antropomorfa, escriba y secretario del dios
excelencia es Ra. como una figura humana envuelta en lo solar, su mensajero y
tenía en Atum a su dios creador y que parece ser un sudario de lino. ayudante. De cara a los
primogénito, cabeza quizás de un culto No es conocida fundamentalmente por hombres, una divinidad
en el que las estrellas y otros elementos un único documento. polifacética.
astrales.
Conocida a través de un conjunto de
textos funerarios.
Osiris es también una de las personalidades divinas más ricas del panteón egipcio; un Dios de la
fertilidad y de la renovación de la naturaleza vegetal. En su vida se recrea la experiencia de la
muerte y de la resurrección que de alguna forma reproducían el ciclo del cereal, con él se
identifica con frecuencia. Junto a lo que hemos dado en llamar “grandes dioses” la religión egipcia
ofrece un gran número de divinidades menores, que muchas veces ni siquiera tenían templos ni
santuarios construidos, y que sin embargo gozaban de una gran popularidad y encauzaron una
buena parte de las inquietudes religiosas de la población egipcia. A ello podríamos añadir la
divinización de determinadas personas notables, que, como si de santo se tratara, acaban entrando
en el panteón recibiendo culto y siendo objeto de una veneración popular a veces muy prolongada.
El caso más destacado es el de Imhotep, el ministro de Djeser.
3.2. La liturgia y el culto
El marco de la actividad litúrgica es por excelencia el templo. El templo es entendido ante todo
como la residencia del dios; allí vive, recibe las muestras de devoción de sus fieles y hasta se diría
que protagoniza una vida cotidiana similar a la de cualquier Gran señor o al soberano; por otra
parte, el templo es también una entidad animada, con vida propia, una transposición simbólica del
cosmos y del orden del universo. No hay que olvidar por otra parte, las tradiciones litúrgicas y
arquitectónicas locales, de las que resultaban tipos de capillas, templetes o santuarios en general
menores y objetos de un culto de ámbito regional o comarcal.
Protagonista humano principal del culto es el sacerdote. Sin embargo, para los egipcios el único
intermediario suficientemente sagrado y digno para hacer de acercarse a los dioses es el faraón.
Además este último era quien realizaba la elección y el nombramiento de las jerarquías
sacerdotales.
El Imperio Nuevo, sobre todo en la época Ramésida, contempla un florecimiento de la
documentación y las referencias relativas a la piedad personal.
3.3. Las creencias y las prácticas funerarias
El aspecto funerario tiene una posición central dentro del conjunto de la religión egipcia. Los
egipcios tuvieron una experiencia muy intensa de lo que significaba el fin de la vida.
El destino del difunto bienaventurado y la concepción del más allá al que va a parar reflejan la
yuxtaposición de creencias y de tradiciones religiosas funerarias. La cotidiana desaparición del sol
hundiéndose en el horizonte occidental en el crespúsculo surgió su identificación con el destino de
los difuntos, que se sitúa así en el mundo subterráneo, oscuro, temible, y que se presenta poblado
por seres extraños y de pesadilla. El destino que se le abre entonces al bienaventurado está lleno
de posibilidades y de dichas. Asimilando a una deidad, puede compartir el día y convivir con los
grandes dioses. El muerto puedo llevar en el más allá la vida de un gran terrateniente,
supervisando sus tierras y su ganado, dando órdenes a su servidumbre, o sencillamente reposando
en mansiones o entreteniendo su tiempo con la caza y la pesca en las marismas del Paraíso.
Los rituales efectivos que acompañan al enterramiento y al funeral están centrados en la
conservación del cuerpo, por eso la práctica de la momificación o el embalsamiento. Una vez
preparado para la inmortalidad el cuerpo, se organizaban los funerales. La tumba y el difunto no
debían ser olvidados. Había que vigilarlos y cuidarlos, sobre todo debían recibir ofrendas
periódicas y ser objeto de un culto considerado fundamental para el bienestar del muerto. Todas
esas prácticas, sólo estaban al alcance de las capas altas de la sociedad egipcia.
4. Prehistoria y primeros tiempos dinásticos (6000-3100 a.C.)
4.1. La neolitización del valle del Nilo
Las primeras comunidades neolíticas egipcias aparecen entre el VI-V milenio a.C., en el Fayum
y en los bordes occidentales del delta. En el Fayum se han identificado dos niveles neolíticos (A y
B). Fayum B es anterior, participando en las más arcaicas tradiciones. Fayum A, es la primera
gran cultura neolítica egipcia. Trigo, y hasta tres tipos de cebada se cultivaba, además del lino. En
la ganadería, se atestiguan cabras, ovejas y cerdos. Los caracoles tienen un notable papel dentro de
la actividad cinegética y pesquera. Los pobladores eran seminómadas.
Aunque se ha hablado de enterramientos dentro de los poblados, existen necrópolis
independientes con enterramientos simples. Los ajuares son escasos y pobres, consistentes
normalmente en útiles líticos, depósitos de cereal, pendientes o cuentas.
En el sur aparece la Cultura Badariense, una serie de culturas prehistóricas del Alto Egipto que
se van a suceder hasta la llegada de los tiempos faraónicos. Con una producción artística muy
destacada y las necrópolis son en realidad la fuente de la que preceden la mayor parte de los
ajuares y objetos. Las tumbas son simples fosas avaladas, y algunas con una inusual estructura
rectangular con elementos de madera. Por otra parte, aparecen también enterramientos de
animales, perros, cabras y ovejas, envueltos en pieles pero sin ningún ajuar, sin que se tenga claro
cuál es su significado religioso.