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IV JORNADA DE NUTRICIÓN
Considerada como una de las epidemias clínicas del siglo XXI debido al consumo
generalizado de una dieta excesivamente calórica, el hígado graso se produce por la
acumulación de ácidos grasos y triglicéridos en las células hepáticas. Su origen es
desconocido, aunque suele ir asociado a la obesidad, la diabetes y la hiperlipidemia, y
cuando esta infiltración grasa se complica, el hígado se inflama y aparece la esteatohepatitis,
una enfermedad que debe ser tratada precozmente porque puede desembocar en cirrosis o
cáncer.1
La Enfermedad por Hígado Graso No Alcohólico (EHGNA) se considera por algunos autores
como la presentación hepática del Síndrome Metabólico (SM). 1, 2 Si bien es más frecuente en
adultos, se reportan casos en pacientes de hasta 3 años debido al importante aumento de
sobrepeso y obesidad, siendo esta condición y la insulinorresistencia el mayor riesgo para
desarrollarla.
Asociada al exceso de adiposidad visceral y a la elevación de los triglicéridos la primera
referencia de la EHGNA la realizó el patólogo de la Clínica Mayo J Ludwing en 1980, que
describió a 20 pacientes adultos con una condición clínico-patológica en la que los hallazgos
histológicos correspondían a una hepatitis alcohólica, pero sin el consumo de alcohol y de
causa desconocida.3
Estaban afectos de esteatohepatitis con disfunción hepática, depósito graso, hepatitis lobular,
necrosis focal, cambios inflamatorios, cuerpos de Mallory, diversos grados de fibrosis y en 3
pacientes cirrosis. Los autores ya vislumbraban su asociación con obesidad y diabetes.1-3
Durante casi 15 años, estos hallazgos fueron tomados con escepticismo y se consideraba
una condición poco común, que ocurría casi exclusivamente en mujeres obesas, con
frecuencia asociada con Diabetes Mellitus no insulinodependiente y con relativo buen
pronóstico. No es sorprendente entonces que se le prestara muy poca atención tanto en
términos de investigaciones básicas como clínicas.
Sin embargo, a partir de 1994 esa percepción cambió con la publicación de un estudio el cual
arrojó como resultado que, después de la hepatitis por virus C, EHNA era el diagnóstico más
común en pacientes con pruebas funcionales hepáticas persistentemente alteradas.
Comenzó a quedar claro entonces que la EHNA tenía igual distribución por sexo y que no
todos los pacientes eran obesos ni diabéticos.
La EHGNA se define en la biopsia hepática como la infiltración grasa de más del 5% de los
hepatocitos, no explicada por otras etiologías como: hepatitis B, C, o hepatitis autoinmune,
medicamentos, enfermedades metabólicas, fibrosis quística, ingesta de alcohol y
enfermedades genético-metabólicas.4
Normalmente el hígado tiene 5 gr de grasa por cada 100 gr de peso, con una mayor
abundancia de los fosfolípidos, que llegan a constituir aproximadamente hasta 50 % del
contenido total; en menos proporción, es decir, en 7 %, se hallan los triglicéridos y el
colesterol no esterificado.
Reconocen también los estudios de Diehl que, en otra teoría, plantea la existencia de un
tercer impacto o fibrogénesis, a punto de partida de la activación y perpetuación de las
células estrelladas hepáticas que conduciría a la cirrosis hepática. Una potencial y eventual
carcinogénesis conformaría el cuarto impacto que desembocaría en un carcinoma
hepatocelular.8
Es más frecuente en hombres que en mujeres, afectando más a la población latina que a la
caucásica, al igual que se incrementa a medida que aumenta la edad.
Por lo general, en adultos jóvenes, considerados como tal según la Organización Mundial de
la Salud (OMS) a los individuos cuya edad está entre los 18 y 35 años 9 es una enfermedad
benigna, pero aquellos que la presentan tienen una expectativa de vida inferior a las
personas de su misma edad sin enfermedad grasa hepática en relación con una mayor tasa
de complicaciones cardiovasculares causadas por el síndrome metabólico.
La atrofia del órgano se atribuye a una disminución de la capacidad regenerativa que impide
la reposición de las células que mueren al finalizar su ciclo vital. Este proceso se inicia
alrededor de los 50 años y se intensifica a medida que progresa la edad 10, de ahí la
importancia de un diagnostico precoz en este grupo etario.
La biopsia hepática es la prueba de oro para el dictamen de esta enfermedad y la única que
puede distinguir la presencia de esteatosis, determinar la actividad inflamatoria, estadificar la
fibrosis y efectuar diagnóstico diferencial con otras entidades. Sin embargo, al ser un
procedimiento invasivo y con cierto riesgo, su utilización no puede plantearse como estudio
de tamizaje ni de seguimiento, de ahí que se plantea que la prevalencia de EHNA está
probablemente subestimada.
Se reporta que EHNA está presente en 18,5 % de los sujetos obesos (en comparación con
2,7 % de sujetos magros) y en 50 % de personas diabéticas y severamente obesas.11 Entre
las personas no obesas ni diabéticas, se plantea que los factores de riesgo para EHNA son:
niveles de glicemia en ayunas elevados, hipertrigliceridemia, hiperuricemia, hipertensión,
bajos niveles de lipoproteínas de baja densidad y obesidad central, esta última presente en
un elevado porciento de población para los cuales pasa inadvertida.12
Por su parte en Europa se estima que 9 millones de españoles padecen hígado graso y en
torno a 1.1 millones de ellos desarrollarán EHGNA. Estos datos de prevalencia e incidencia
son aproximados debido a que la enfermedad no produce síntomas y el diagnóstico preciso
solo se puede realizar tras una biopsia hepática.14
En Colombia existen pocos estudios que determinen las características de EHGNA, donde el
diagnóstico se hace por ecografía en el 72% de los casos, el promedio de edad es de
51años, afecta a las mujeres entre un 47 y un 58%, tienen sobre-peso el 52%, y antecedente
de Diabetes mellitus y dislipidemia un 8,7% y 12,5% respectivamente.13, 14
En Latinoamérica las cifras son más bajas posiblemente por diferentes condiciones. En
Cuba, mediante muestras de biopsia hepática se ha confirmado 36 % de HGNA en pacientes
obesos.16
Sin embargo, según el Anuario Estadístico de Salud, desde hace varias décadas, la cirrosis y
otras enfermedades crónicas del hígado se encuentran entre las diez primeras causas de
defunciones en nuestro país; el 2017 cerró con una tasa de mortalidad de 15,5 por 100 000
habitantes. El número de defunciones se incrementa de manera sostenida de 988 en el año
2000 hasta 1738 en el 2017; en todos los años se observa mayor mortalidad en el sexo
masculino, Holguín es la segunda provincia con mayor número de defunciones por esta
causa, cerrando el pasado año con 161 defunciones. 17
Entre 48-100 % de los pacientes permanecen asintomáticos; por tanto, se puede considerar
que la EHNA es una enfermedad silente, que constituye motivo de consulta en muchos
afectados cuyas pruebas de función hepática resultan alteradas de forma persistente en un
chequeo rutinario, o en quienes se demuestra la presencia de cambios de infiltración de
grasa en el parénquima hepático a través de una ecografía abdominal.
La prevalencia del SM y prediabetes aumenta con el aumento de la grasa hepática, y las
determinaciones séricas de variables asociadas son fundamentales para la aproximación
diagnóstica. Los triglicéridos, el colesterol VLDL (Lipoproteínas de muy baja Densidad) el
colesterol LDL (Lipoproteínas de baja Densidad) altos, con un colesterol HDL (Lipoproteínas
de alta Densidad) bajo, son la norma en los sujetos con esteatosis hepática 11.
Por su parte la ecografía constituye el estudio imagenológico más utilizado por su bajo costo,
así como por su elevada sensibilidad y especificidad para la detección de esteatosis
moderada a grave.19
El hígado sin esteatosis muestra una ecoestuctura homogénea similar a la corteza renal y al
parénquima esplénico. El hígado graso tiene una ecogenicidad mayor (más brillante) que la
corteza renal y el bazo debido a la acumulación intracelular de vacuolas grasas. En la
EHGNA también puede observarse hepatomegalia y alteraciones en las estructuras
vasculares. Los grados de esteatosis ecográfica se definen cualitativamente con una escala
de 4 puntos: grado 0, sin esteatosis; grado 1, leve; grado 2, moderada y grado 3, severa.21
La ecografía es útil para diagnosticar esteatosis de grados 2 y 3, pero es menos efectiva para
grado 1. Por otra parte, no permite distinguir entre fibrosis y esteatosis hepática. La
sensibilidad para detectar esteatosis es del 93% cuando el hígado tiene más de 33% de
grasa; diferentes estudios mostraron una especificidad entre 84-95%.20-21
El índice sonográfico hepatorrenal es conocido como el ratio entre el nivel de brillo medio del
riñón derecho y el hígado y ha sido sugerido como medida de esteatosis. Un estudio mostró
una sensibilidad del 100% y una especificidad del 91% con un valor de corte de 1,49 con
esteatosis > 5%.20,21
Actualmente se estudian técnicas más modernas como la elastografía (Fibroscan ®); método
no invasivo de detección de fibrosis, cuya aplicación aún se encuentra en la esfera de las
investigaciones y los diseños de protocolos.22,23
Otros autores consideran los indicadores antropométricos como un instrumento útil para el
diagnóstico presuntivo de la obesidad, más cuando ya se habla de términos como “falsos
delgados”, personas que tienen un peso normal acorde a su estatura, pero que presentan
características relacionadas con la obesidad, como deposición de grasa visceral, incluso sin
incremento de los niveles en sangre de marcadores clásicos como el colesterol y los
triglicéridos que puedan servir como señal de alarma.22
En los últimos años existe una explosión de reportes en la literatura sobre este tema y aún
quedan muchos puntos por esclarecer, por lo que en estos momentos es una de las
entidades a la que más atención se le presta dentro del campo de la hepatología.
El aumento de grasa corporal tiene gran importancia en la actualidad desde el punto de vista
clínico, pues el adipocito es considerado un tejido endocrino con capacidad de secreción de
sustancias potencialmente tóxicas, como el factor de necrosis tumoral, la resistina, la leptina
y los ácidos grasos, que pueden inducir resistencia a la insulina, la cual posee un papel
central en la inducción de esteatosis.24
Si se considera que la EHNA es una de las causas de hepatopatía crónica más frecuente y
que puede evolucionar a formas más graves de fibrosis hasta la cirrosis, y las desventajas de
la biopsia hepática como proceder invasivo, se requieren entonces métodos que permitan
predecir la presencia de riesgos y que a la vez sean fácilmente aplicables y reproducibles en
la atención de salud.
JUSTIFICACIÓN
Con el aumento de la obesidad en muchas naciones industrializadas, la incidencia del
trastorno del hígado graso no alcohólico alcanza niveles de epidemia y las edades de
comienzo cada vez son inferiores, tanto que tiene una elevada incidencia en la edad
pediátrica.
En Cuba se realizan estudios donde se evalúa el comportamiento del HGNA en
obesos y como marcador de calidad de vida en pacientes con estados comórbidos
pero estudios de prevalencia en población general para la pesquisa de la esteatosis
hepática son escasos.
Estudios también revelan que la mortalidad asociada a las enfermedades hepáticas (8%)
duplica la tasa de mortalidad por cualquier otra causa dentro de los servicios hospitalarios de
gastroenterología y medicina interna (3%) y la tasa de mortalidad de los hospitales
consultados (4%). Además, las enfermedades hepáticas son responsables del 2% del total
de ingresos que se produjeron en nuestro país en el pasado año y es la segunda enfermedad
que experimenta un mayor crecimiento en el número de ingresos en los últimos cinco años.25
Los pacientes con HGNA suelen estar asintomáticos, y el papel de los médicos de atención
primaria es fundamental en el diagnóstico, al menos de sospecha, y en el abordaje inicial.
OBJETIVO
DESARROLLO
El término de esteatosis hepática no alcohólica(EHNA) fue introducido por primera vez
por Ludwig, en 1980, para definir una enfermedad caracterizada por cambios
histológicos similares a los observados en individuos con hepatitis alcohólica, pero en
los que el consumo de alcohol era nulo o poco significativo. 3
Este término debe englobarse en una entidad más amplia, denominada enfermedad
hepática por depósito de grasa(EHDG), no asociada con el consumo de alcohol.
Este concepto incluye a la esteatosis hepática simple, la esteatosis hepática no
alcohólica y la cirrosis hepática.
Milié S, Lulié D, Stimac D. Non alcoholic fatty liver disease and obesity: biomechical,
metabolic an clinical presenta-tions. Worl J Gastroenterology. 2014;20(28):9330-7.
Los mecanismos que conducen al desarrollo de la esteatosis hepática se conocen de
forma parcial. Se acepta que los factores que condicionan la aparición de esteatosis
son: resistencia a la insulina, mayor aflujo de ácidos grasos al hepatocito, menor
eliminación de triglicéridos por el hígado y menor oxidación de ácidos grasos.
Loureiro C, Martínez A, Campino C, et al. Esteatosis hepá-tica: ¿preludio de diabetes
tipo 2 en población pediátrica? Nutr Hosp. 2014;29(2):350-8.
Actualmente se acepta que los adipocitos pueden desempeñar un papel central en el
desarrollo de la resistencia a la insulina y de la EHNA. El adipocito es un importante
órgano endocrino que puede desencadenar un proceso inflamatorio que facilite la
evolución a esteatohepatitis, por ser capaz de secretar sustancias como el factor de
necrosis tumoral alfa (FNT-α), la leptina y la resistina, además de ácidos grasos libres,
cuya concentración se relaciona con la resistencia a la insulina.
Según Rosety-Rodríguez en la esteatosis hepática, se acepta que el aumento de los
ácidos grasos en el interior de los hepatocitos se debe, por un lado, a un incremento
de su llegada vía sanguínea, procedente del lipólisis, y por otro, a un aumento de la
síntesis de novo en el propio hepatocito. Durante el ayuno, los ácidos grasos que
llegan al hígado provendrán de la hidrólisis de los triglicéridos almacenados en el
tejido adiposo.
Rosety-Rodríguez M, Fornieles G, Rosely I, et al. Central obesity measurements predict
metabolic syndrome in a retrospective cohort study of postmenopausal women. Nutr
Hosp. 2013;28(6):1912-7
Sabemos por estadísticas internacionales que la prevalencia de esteatosis hepática es
de 20%, en la población en general y se incrementa en personas obesas hasta un 75%,
siendo esta patología encontrada en todos los sujetos con obesidad mórbida, en los
cuales la patología progresa hasta esteatohepatitis en la mayoría de los casos. La
prevalencia aumenta paralelamente con la edad y el sobrepeso. (Rosety).
Sin embargo Sahuquillo A. encontró la mayor incidencia de EHNA y síndrome
metabólico en los pacientes de menos de 30 años (54%).
Alicia Sahuquillo Martínez, MD,Juan Solera Albero, MD,JoséAntonio Rodríguez Montes,
MD, Ángel Celada Rodríguez, MD, M.ªLoreto Tarraga Marcos, MD, Pedro J. Tárraga
López, MD. Esteatosis hepática no alcohólica y factores de riesgo cardiovascular en
atención primaria. Rev Col Gastroenterol / 31 (4) 2016
En Cuba la prevalencia está menos analizada y los primeros estudios reflejan
prevalencias de síndrome metabólico similares a las de los estudios internacionales
Marcia Sanjinez Asbún, Carlos Nishi, Ignacio López Bilbao La Vieja, Guillermo Urquizo Ayala
Prevalencia de esteatosis hepática no alcohólica en pacientes diabéticos tipo 2, con o
sin síndrome metabólico Rev Med La Paz, 23(1); Enero - Junio 2017
El síndrome metabólico y la esteatosis hepática están comúnmente asociados, y la
presencia de síndrome metabólico predice frecuentemente el futuro desarrollo de
esteatosis hepática.
A esto cabe agregar que la evolución clínica de la esteatosis hepática no alcohólica es
silente, y usualmente se detecta durante la evaluación de un paciente con niveles
elevados de aminotransferasas o como hallazgo ecográfico en exámenes de rutina de
ahí el valor de otros indicadores que nos permitan predecir esta entidad antes de que
aparezcan sus formas graves.
El hecho de presentar un aumento de la grasa abdominal y/o visceral tiene una importante
connotación para detectar poblaciones vulnerables de riesgo cardiovascular y metabólico
independientemente de la edad, y la presencia de este elemento permitirá orientar mejor la búsqueda
activa de algunos trastornos bioquímicos y clínicos, que hablan a favor de alteraciones del
metabolismo.
En estudios recientes se ha observado un nuevo perfil de la EHGNA: el diagnóstico se realiza a una edad más temprana, la frecuencia en
varones es mayor (53%) y la mayoría de los pacientes no son diabéticos ni obesos; la relación entre los sexos es de 1:1.
La ecografía es la modalidad de elección para la determinación cualitativa de esteatosis, pero de cierta forma es subjetiva y
dependiente del operador: solo detecta la infiltración moderada o grave de grasa.
La tomografía axial computarizada (TAC) puede ser útil para diagnosticar la enfermedad, aunque la laparoscopia con
biopsia hepática continúa siendo la mejor prueba (estándar de oro) para confirmar la presencia de EHNA y aportar
información pronóstica. Casal Esteban V, Barbado Hernández FJ, Vázquez Rodríguez JJ, Rodríguez Molinero MA, Larrauri J,
López-Diéguez Puerta M, et al. Esteatohepatitis no alcohólica, el enigma de una mala evolución. An Med Interna. 2005;
22(2): 85-7.
La elevada prevalencia de la EHGNA hace absolutamente inviable la práctica de una
biopsia hepática, por este motivo en los últimos años se evalúan múltiples marcadores
clínicos, antropométricos y bioquímicos útiles en el diagnóstico de EHNA con o sin
fibrosis asociada.
Entre los factores que se asocian a la progresión de la enfermedad se encuentran:
edad mayor de 50 años, TGP, TGO mayor que la TGP, triglicéridos mayor a 1,7 mmol/l,
hipertensión arterial, obesidad central, IMC mayor que 31 y diabetes mellitus tipo 2, y
la presencia de actividad necroinflamatoria en la biopsia. Grigorescu M, Crisan D,
Radu C, Grigorescu D, Sparchez Z, Serban A. A novel pathophysiological based panel
of biomarkers for the diagnosis of non alcoholic steatohepatitis. J Physiol pharmacol.
2012[citado 10 ene 2013]; 63(4): 347- 53. Disponible en:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23070083.
En este estudio hemos utilizado la ecografía como método diagnóstico del EHNA, pues
hay evidencias de que, junto con una buena historia clínica orientada, es una buena
técnica diagnóstica de esteatosis hepática.
Laboratorio
Si bien existen muchos marcadores de inflamación, no hay determinaciones de
laboratorio aisladas específicas de hígado que permitan detectar esteatosis.
La EHGNA es la causa habitual de una elevación asintomática de la aminotransferasa en cerca del 90% de los casos una vez descartadas
otras causas de enfermedad hepática como la infección por el virus B o C y la sobrecarga de hierro, entre otras. De ahí que l a
CONCLUSIONES
La razón por la diferencia de acumulación de grasa hepática en personas que no
abusan del alcohol es desconocida. De todas maneras el tejido adiposo libera
adipocinas, que deben ser un factor importante que aumenta el contenido de la grasa
hepática. La exposición del hígado a ácidos grasos, podría ser otro factor importante,
ya sean provenientes de la dieta o liberados del tejido adiposo.
De todas formas, en el tratamiento tanto de la diabetes como la esteatosis
hepática no alcohólica, la pérdida de peso y una dieta baja en grasa son
recomendadas, aunque la mayoría de los pacientes no las cumplen.
La mayoría de los tratamientos estudiados se han concentrado en
sujetos con esteatosis hepática debido a que tiene el potencial de progresar
a fibrosis y cirrosis. Mejorías en las transaminasas hepáticas e histológicas
se han demostrado con medidas dietéticas y/o pérdida de peso, ácido
ursodesoxicólico, vitamina E, fibratos, Rev Med La Paz, 23(1); Enero - Junio
2017Prevalencia de esteatosis hepática no alcohólica en pacientes diabéticos tipo 2,
con o sin síndrome metabólico
metformina y tiazolidinedionas, aunque aún no existe un tratamiento claramente
establecido, por lo que se requieren más estudios en esta población.
Conclusiones: Existe una elevada prevalencia (74%) de esteatosis hepática no
alcohólica en los pacientes diabéticos de tipo 2, que acuden a consultorio
externo de endocrinología del Hospital de Clínicas, similar a la encontrada a nivel
internacional, (rango de 50 a 70%). Siendo la esteatosis de segundo grado la más
frecuente y la que con mayor frecuencia se asocia al síndrome metabólico, puesto que
los pacientes sin síndrome metabólico presentaron un porcentaje de ecografía
hepática normal más elevada. Denotando el importante papel fisiopatológico del
síndrome metabólico en la presencia de hígado graso.
Se observó una relación directa del porcentaje de grasa corporal con el área de grasa
visceral, y el grado de esteatosis hepática, siendo esta más severa en cuanto mayor
fueran las mediciones obtenidas.
Se identificó que el peso, el IMC y el perímetro de cintura están directamente
relacionados con el grado de esteatosis en forma proporcional, cuanto más alto el
peso, IMC y perímetro de cintura, mayor el grado de esteatosis hepática.
Variables que pueden ser medidas y controladas en consulta externa, con objeto de
sospecha y diagnóstico de esta patología en pacientes con factores de riesgo, con el
objeto de un tratamiento adecuado y oportuno.
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