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En relación con la aplicación de los artículos 25 y 42 del Código Deontológico del

Psicólogo, la Junta de Gobierno en su reunión del día 14 de abril de 2012, acordó emitir el
siguiente comunicado:

El Código deontológico del Psicólogo en sus artículos 25 y 42 dispone:

Artículo 25.

Al hacerse cargo de una intervención sobre personas, grupos, instituciones o comunidades, el/la Psicólogo/a ofrecerá la
información adecuada sobre las características esenciales de la relación establecida, los problemas que está abordando, los objetivos que se
propone y el método utilizado. En caso de menores de edad o legalmente incapacitados, se hará saber a sus padres o tutores. En cualquier
caso, se evitará la manipulación de las personas y se tenderá hacia el logro de su desarrollo y autonomía.

Artículo 42.

Cuando dicha evaluación o intervención ha sido solicitada por otra persona _jueces, profesionales de la enseñanza, padres,
empleadores, o cualquier otro solicitante diferente del sujeto evaluado, este último o sus padres o tutores tendrán derecho a ser informados
del hecho de la evaluación o intervención y del destinatario del Informe Psicológico consiguiente. El sujeto de un Informe Psicológico tiene
derecho a conocer el contenido del mismo, siempre que de ello no se derive un grave perjuicio para el sujeto o para el/la Psicólogo/a, y
aunque la solicitud de su realización haya sido hecha por otras personas

Esencialmente, en la evaluación se estiman y se opina sobre los conocimientos o


aptitudes, y en la intervención, como tratamiento, se utilizan instrumentos psicológico que
inciden “sobre aspectos del comportamiento y la actividad de las personas que influyen en la
promoción y en la mejora de su estado general de salud” (LG Salud Publica).

Cuando el Código Deontológico utiliza el termino “derecho a ser informados”, se refiere


únicamente a la acción o efecto de informar, y no exige obtener el consentimiento de la persona a
la que se ha informado del “hecho de la evaluación o intervención y del destinatario del Informe
Psicológico consiguiente”, entendiendo este como la acción y efecto de consentir, o quedar a la
espera de la manifestación de voluntad, expresa o tácita, por la cual un sujeto se vincula
jurídicamente.

Cuando los progenitores, estén casados entre sí o forman una pareja de hecho, o sea lo
que denominamos una familia estructurada, normalmente no se producen conflictos entre ellos,

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respecto de las decisiones que uno u otro progenitor adopte ya constituyan actos de ejercicio
ordinario o extraordinario de la patria potestad.

La patria potestad puede definirse como la función tuitiva o protectora atribuida por la ley
a los progenitores respecto de sus hijos menores o incapacitados encaminada a garantizar a éstos
el adecuado desarrollo de su persona en todos los órdenes, que comprende un conjunto de
derechos y obligaciones consistentes, según los términos del art. 154 del CC en velar por ellos,
tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral, así como
representarlos y administrar sus bienes.

La patria potestad, según reiterada jurisprudencia (SSTS de 12 febrero 1992, 31 diciembre


1996 y 9 julio 2002, entre otras) más que un poder de los progenitores, se configura como una
función instituida en beneficio de los menores, que se reconoce a los padres y que está orientada a
la adecuada protección, educación y formación integral de los hijos, cuyo interés es siempre
prevalente en la relación paterno-filial. Se concibe, pues, como un derecho-deber o como un
"derecho-función" para cuya materialización es imprescindible que cada uno de los padres tenga la
información necesaria sobre la vida y vicisitudes del menor, ya que sin ella no podrían ejercer el
derecho-función en que la potestad consiste.

La atribución de la custodia a uno o ambos progenitores se traduce en que se


encomienda a uno u otro progenitor, o a ambos, la obligación del desempeño ordinario y habitual
de las funciones inherentes al ejercicio de la patria potestad . La guarda y custodia no es más que
la forma de ejercicio ordinario de la patria potestad por el progenitor que convive habitualmente
con el menor.

La función de velar por los hijos no corresponde de manera exclusiva al progenitor


guardador, puesto que el art. 103,1ª CC exige al juez determinar en interés de los hijos "la forma
en que el cónyuge que no ejerza la guarda y custodia de los hijos podrá cumplir el deber de velar
por estos…

La doctrina civilista mayoritaria distingue, con base en lo preceptuado en los párrafos 1º y


3º del art. 156 CC, entre actos de ejercicio ordinario de la patria potestad, que puede realizar
válidamente uno solo de los progenitores (el que ejerce la guarda y custodia de hecho o en virtud

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de resolución judicial) sin necesidad de recabar el consentimiento del otro, y actos de ejercicio
extraordinario de la patria potestad, que precisan el consentimiento de ambos progenitores o, en
su defecto, resolución judicial, entendiendo por tales actos extraordinarios los referidos a las
decisiones más importantes que pueden adoptarse en la vida de un menor y no pueden calificarse
como ordinarias o habituales en el seno de la familia por resultar excepcionales conforme a los
usos sociales.

Entre los actos de ejercicio ordinario que correspondería decidir al progenitor custodio sin
consentimiento del otro progenitor incluiríamos, a tenor de lo preceptuado en el art. 156,1, "los
que realice uno de ellos conforme al uso social y a las circunstancias o en situaciones de urgente
necesidad".

Por uso social, en esta esfera, habría que entender, según señala CASTAN VÁZQUEZ(8),
"en primer lugar, que sea un acto correspondiente al desarrollo normal de la vida de un menor,
tanto referido a su persona como a sus bienes, y, en segundo lugar, que se trate de una actuación
que por su propia naturaleza se repita con cierta frecuencia en la práctica (con lo que sería usual
en cuanto a la intervención de los padres)…".

En cuanto a "las circunstancias", pueden entenderse referidas a las del hijo, y, en lo


concerniente a "las situaciones de urgente necesidad", dentro de ellas habrán de comprenderse las
necesarias urgentes relativas a la salud del menor o a la defensa de sus bienes, cuando la demora
en su adopción pueda causar un perjuicio al menor.

Si nos encontráramos ante la aplicación al menor de tratamientos o terapias psicológicas,


que podrían ser considerados como actuaciones de ejercicio extraordinario de la patria potestad y
no podrán ser adoptadas unilateralmente por el progenitor custodio, si no que precisan el
consentimiento de ambos progenitores o, en su defecto, resolución judicial.

Si nos encontramos con una solicitud de evaluación de un meno, la única vía del
progenitor no custodio para mantenerse informado en los casos de incumplimiento de tal
obligación por parte del progenitor custodio, es solicitar dicha información de los terceros que la
poseen, lo que el no custodio puede hacer, sin duda alguna, como cotitular de la patria potestad y
de su ejercicio conjunto.

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No consideramos que exista diferencia entre que la solicitud de evaluación provenga del
progenitor que tenga atribuida la guarda y custodia del menor a que provenga de quien no la tiene
atribuida.

Consideramos que solicitud por uno de los progenitores de evaluación psicológica del hijo
menor es un acto que se deriva del ejercicio de la patria potestad y como un derecho-deber o
como un "derecho-función" para cuya materialización es imprescindible que cada uno de los padres
tenga la información necesaria sobre la vida y vicisitudes del menor, ya que sin ella no podrían
ejercer el derecho-función en que la potestad consiste, y que su practica no debe ser considerada
como intervención sobre aspectos del comportamiento y su actividad que influya en el estado de
salud del menor.

En consecuencia al momento de realizar una evaluación a un menor, y siendo que no se


considera ésta como intervención sobre aspectos del comportamiento y su actividad que influya
en el estado de salud del menor, el Psicólogo cumple con lo establecido en el Código Deontológico
del Psicólogo, informando al progenitor no solicitante del hecho de la evaluación, invitándole a
participar, y dándole acceso a toda la información que recabe.

El Col.legi Oficial de Psicòlegs de la Comunitat Valenciana entiende cumplida la obligación


de informar a ambos progenitores sobre la evaluación de su hijo menor, prevista en los articulo 25
y 42 del Código Deontológico del Psicólogo, si la información se traslada tanto directamente por el
Psicólogo a ambos progenitores, como a través del progenitor solicitante de la evaluación, al
progenitor no solicitante.

LA JUNTA DE GOBIERNO

ABRIL 2012

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