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Evolución

Descartes, que en su famoso Discurso del Método enunció las cuatro reglas
básicas de estudio del trabajo: – de evidencia – de análisis – de síntesis – de
control.

Estas cuatro reglas han rendido servicio a la resolución de muchos problemas


humanos y se pueden seguir considerando como la base de todo estudio del
trabajo.
Según la regla de evidencia: “No debe admitirse como cierto nada que no haya
sido demostrado y debe evitarse la precipitación, liberando la razón de las
pasiones para emplearla bien.” Según la regla de análisis: “Cada trabajo o
problema debe descomponerse en una serie de trabajos o problemas menores,
cuya resolución sea más sencilla.” La regla de síntesis sigue la vía contraria: “Se
deben agrupar las diferentes soluciones encontradas a cada uno de los
pequeños problemas para llegar de esta forma a la solución total.” Por último,
la regla de control reza: “El control tiene por objeto
verificar la certeza de nuestras deducciones y
comprobar los resultados obtenidos.”

Nadie, en la época de Descartes, ni siquiera él, llevó a


la práctica estos principios para la valoración del
trabajo, ya que en el siglo XVII la industria aún no se
había desarrollado en la suficiente medida como para
evidenciar las necesidades de una organización
científica de la misma. Hasta fines del siglo pasado no
se realizaron los primeros estudios de tiempos y
organización basados en los principios enunciados por
Descartes.

F.W. Taylor (1856-1915), En la Midvale Steel Co., los operarios trabajaban a


destajo, pero como cada intento de ellos de ganar más (cuando estas ganancias
pasaban a un determinado límite), era seguido por una modificación de la tarea
por parte de la empresa, para reducir las ganancias, los operarios habían
llegado a limitar su producción a unas determinadas cifras, que nadie podía
rebasar, para evitar reducciones. Precisamente esta situación es la que
pretendió evitar Taylor a través de una forma más racional de establecer las
tareas y que beneficiase tanto a la dirección, a través de un aumento de
producción, como a los empleados por un aumento de sus posibilidades de
ganancias. Fue en esta empresa en la que empezó a realizar los estudios de
tiempos con cronómetro; pero tal vez lo más importante de su labor es que se
preocupaba de indicar al personal no sólo qué es lo que tenían que hacer y en
cuánto tiempo tenían que hacerlo, sino que también se preocupó de indicar
cómo había que hacerlo, para lo cual enseñaba al operario la forma de
ejecución de la tarea.

Posteriormente a Midvale, trabajó sucesivamente en las empresas


Manufacturing Investment Co., y en la Bethlehem Co., dedicándose a partir de
1906 a la divulgación de los principios de Organización Científica.

Los principios de Taylor, son los siguientes:

- Para todo tipo de trabajo, estudiar una técnica


racional cambiando los métodos rutinarios.
- Transmitir sistemáticamente esta técnica al
ejecutante, para que pueda aplicarla íntegramente.
- Separar las funciones de preparación del trabajo,
de las de su ejecución.
- Especializar cada una de las funciones.
- Repartir equitativamente entre la dirección y el
personal, los beneficios.

Lenin artículo publicado el 28 de abril de 1918 en


Pravda:

“Debemos introducir inmediatamente el trabajo en cadena y estudiar su


aplicación. Debemos poner en práctica todas las sugestiones científicas y
progresivas del sistema Taylor“.

Frank Burker Gilbreth (1841-1925), encaminó su trabajo preferentemente hacia


el estudio de movimientos. Taylor había tenido serias dificultades para describir
el método de trabajo, por desconocer los elementos básicos que le permitieran
describir cualquier trabajo.

Indudablemente este es un vacío importante que vinieron a llenar Gilbreth y su


esposa Lilliam M. Gilbreth, cuyos conocimientos de psicología complementaron
las técnicas que él poseía. Los estudios de los esposos Gilbreth, culminan con el
descubrimiento de los “gestos elementales”, que son los realizados en el
desarrollo de cualquier trabajo. Los “gestos elementales”, reciben la
denominación de “Therbligs” (es el mismo apellido escrito al revés).

Gilbreth comenzó sus observaciones


a los 17 años, cuando entró a trabajar
en la construcción de edificios. Pudo
entonces apreciar que los albañiles, al
colocar ladrillos, empleaban series
diferentes de movimientos, según
trabajasen a ritmo rápido y que
además, cuando enseñaban a
alguien, empleaban otra serie de
movimientos con los que resultaba
más lento el trabajo.

También observó el empleo en estos trabajos de una serie de movimientos


inútiles, cuyo único resultado era producir fatiga al trabajador.

Por ello se dedicó a ordenar el trabajo en otra forma; la importancia de su obra


reside en esos micromovimientos o gestos elementales, por medio de los cuales
es posible definir y analizar el trabajo humano, y además, son precursores de
unos sistemas de medidas que permiten estudiar los métodos y el tiempo
preciso de ejecución con sólo la fijación de los movimientos necesarios para
realizar la operación (Normas de tiempo predeterminadas).

En el año 1910, podemos considerar la existencia de dos escuelas claramente


definidas:

- Escuela de Taylor: que tiene por base el estudio de los tiempos.


- Escuela de Gilbreth: que tiene por base el estudio de los movimientos.
Queremos señalar que, la escuela Taylor, en el fondo se aparta y tergiversa la
doctrina preconizada por el propio Taylor, el cual daba tanta importancia al
método como al tiempo. La escuela Gilbreth da la máxima importancia al
método y prescinde del estudio de tiempos, no dando importancia alguna al
cronometraje.

La fusión de ambas escuelas, da lugar al nacimiento de la Ingeniería de


Métodos.

Otros seguidores de estos movimientos fueron concretando sistemas de


estudio para determinados problemas.

Henry Fayol, ingeniero de minas francés (1841-


1925) se especializó, paralelamente a los
trabajos de Taylor, en los problemas de
gestión.

Definió las seis funciones principales en la


Empresa:

- Administrativa.
- Financiera.
- Contable.
- Técnica.
- Comercial.
- Seguridad.

Fayol precisó lo que él entendía por “Función Administrativa”, diciendo que


administrar es:

- Prever.
- Organizar.
- Ordenar.
- Coordinar.
- Controlar.

Es lo que se denomina los “cinco imperativos de Fayol”.


Rimailho, coronel francés (1864-1954) encargado de la fabricación del fusil de
guerra Lebel, estableció su doctrina sobre las bases siguientes:

- Organización funcional: Separación de la preparación, de la ejecución, del


control.
- Importancia del hombre: Colaboración del ejecutante en la reparación de los
trabajos. Información de los resultados.
- Interesar al personal: Salarios por rendimiento.

Publicó en 1936 “La organización a la francesa”.

Podemos citar también a Adamiecki (1866-1933), eminente ingeniero polaco,


que en 1903 dio a conocer sus armonogramas a la Sociedad de Ingenieros rusos
de Jekaterinoslaw.

En general, en Europa, los métodos científicos adquirieron gran impulso en el


curso de la guerra 1914-1918 y posteriormente a la misma, con motivo de las
reconstrucciones llevadas a cabo. Otro tanto podemos decir de la segunda
conflagración mundial.

En España, se empezaron a estudiar estos métodos científicos en los primeros


años de la posguerra. En 1920, Leprevost comenzó a desarrollar su cátedra de
Organización de Talleres, en la Escuela Industrial de Barcelona y proceden del
mismo año, los primeros artículos sobre la materia publicados por Gual
Villalví en la revista “ÉXITO”, base de su obra “Principios y aplicaciones de la
organización científica del trabajo“, publicada en 1929. Mencionaremos
también “La organización científica de la Industria de Tallada” (1922).

El último paso no se da hasta 1940 en que se halla el M.T.M. que descompone


cualquier trabajo en una serie de movimientos en número inferior que los
“Therbligs”, (8 micromovimientos o gestos) y la asignación a cada uno de ellos
de unos tiempos fundamentales.

1.- Alcanzar
2.- Coger
3.- Mover
4.- Poner en posición
5.- Dar vuelta y aplicar presión
6.- Soltar
7.- Movimientos del cuerpo
8.- Movimientos ojos y acomodación vista

Realizando un estudio de métodos de trabajo y descomponiendo éstos en


micromovimientos podemos calcular, por medio de unas tablas de tiempos
predeterminados, el tiempo total que llevará al operario la realización de la
operación de acuerdo con el método preestablecido.

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