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AROCA MONTERO Juan, La prueba en el proceso civil, 4 a Edición, ETARANZADI, Madrid,
diciembre 2005, p. 45-47
de carácter subjetivo, la convicción del juez. “crear el convencimiento del
juez sobre la existencia o no de hechos de importancia en el proceso.”2
Sería oportuno manifestar que ello no obliga a negar o restar valor a
elementos que vienen impuestos por ley, téngase por ejemplo la
existencia en nuestro derecho positivo de medios de prueba con valor
legal como el que ostenta la garantía la fe pública notarial. El aspecto
funcional que comentamos se ve como “un residuo histórico de viejas
concepciones en trance de continua superación”3
su valoración y,
2
CHIOVENDA G., Principios de Derecho Procesal Civil, T II, Madrid, 1925, p 281.
3
GUASP J., La prueba en el proceso civil español. Principios fundamentales, Estudio Jurídico
Madrid, 1996, p 393.
Estas consideraciones adecuadas al sistema al que nos afiliamos donde se
establecen taxativamente los medios de prueba, regulándose las formalidades
para la admisibilidad, unido a ello se deposita en el juez la confianza de
apreciar libremente el valor de las pruebas practicadas incluso en los casos en
que la legislación vigente predetermina la valía del medio de prueba, citemos
en nuestro caso el documento público, categoría que subsume al que autoriza
el notario público. (Artículo 294 LPCALE)
4
El fundamento de la confiabilidad probatoria se encuentra en la búsqueda de la verdad
jurídica objetiva, de la convicción judicial, es decir, de otorgar la efectiva tutela de los intereses
en litigio. Se ha de defender la protección de la imparcialidad.
Capítulo II: La prueba documental. Consideraciones teórico-
doctrinales sobre su admisibilidad en el proceso civil.
5
Idem.
6
GUASP J., Derecho Procesal Civil, Tercera reimpresión, Edición, Madrid, 1977, pp 391y ss..
Este criterio equipara el documento a la noción de más inclinación para el Derecho Penal
relativa a la pieza de convicción.
7
GÓMEZ ORBANEJA E., Derecho Procesal, T I, VIII Edición, Madrid, 1976, pp339 y ss. Distingue
dos nociones del documento; una general, en la que se trataría de toda incorporación o signo
material de un pensamiento, y otra adecuada a nuestro ordenamiento jurídico, en la que debe
tratarse de escritos, de modo que todo lo que no escrito es objeto de reconocimiento judicial
mas no prueba documental.
Para llegar a explicar la inclinación teórica a la que se afilia el ordenamiento
jurídico cubano conviene dejar constancia de los elementos lógicos integrantes
de tal distinción.
8
Artículo 85 c) Reg. de la Ley 50 de 1985.
presentados, de una legalización de firma o de aquel documento que se
dirija tan solo a acreditar la vigencia de una ley.9
9
Artículo 121 Reg. de la Ley 50 de 1985.
10
Nuestra Ley de Trámites amplía las modalidades de pruebas documentales a raíz de la
entrada en vigor del Decreto- Ley 241 de septiembre, 2006, véase al respecto el Artículo 777.
11
CARNELUTTI F., La Prueba Civil, 2 Edición 1947, p 167
12
Vid. infra, p. 13.
A modo de conclusión de lo hasta aquí abordado implica dejar sentado que
para hablar de documento deben concurrir dos condicionamientos:
13
CORDON MORENO F., Proceso Civil de Declaración, Pamplona, 1996, pp 260-261
declarativos como dispositivos. En los mismos no hay distinción entre original y
copia pues existen por sí mismo sin referencia a ningún protocolo. Ante un
supuesto de impugnación al no contar con las categorías de original y copia
para comprobar su autenticidad podría someterse a pericial de letras el
contenido del documento lo que será efectuado por especialistas caligráficos.
Si no fuera impugnado o verificado gozará de valor legal por su mera
presentación, no obstante, al carecer del la seguridad que reviste la fe pública
no ostenta el mismo carácter que aquellos privilegiados con tal condición, por
tanto ripostamos la posición de la doctrina española que lo equipara al
documento público notarial14.
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En España, de donde se nutrió nuestro derecho patrio, desde tiempos remotos y hasta poco
ante de la promulgación de la Ley Orgánica del Notariado de 1862, existía una función pública
consistente en dar testimonio de todo acto, que requiriera estar revestido de autenticidad, o que
conforme a la Ley debía tenerla. En ese entonces, la plenitud de esa función estaba
encomendad a los escribanos, los que daban fe de todos los actos, ya fueran judiciales,
administrativos o extrajudiciales.
Con el decursar del tiempo y el desarrollo de las relaciones jurídicas, estas funciones fueron
delimitándose, primero se separó la jurisdicción judicial y se encargó a un grupo de personas la
función única de administrar justicia, lo que dio lugar al surgimiento de un grupo de fedatarios
para actuar en los tribunales; al principio estos simultanearon al ser fedatarios para los
tribunales y notarios para el público. Con una reforma posterior que abarcó incluso la esfera
administrativa, ya no fue necesario la intervención de fedatarios públicos en los actos
administrativos, pues se investía a determinado funcionario administrativo de esa facultad;
culminó dicha delimitación quedando un funcionario cuyo ministerio estaba limitado a dar valor
de los actos de los particulares.
Fue entonces que se concibió al notariado como lo describe la Ley Orgánica del Notariado
español de 1862 en su artículo 1: “fe, conforme a las leyes, de los contratos y demás actos
extrajudiciales”
Por la Ley de 3 de marzo de 1873 se mandó a organizar al notariado en las provincias de
ultramar (entre ellas Cuba) con arreglo a la Ley antes mencionada. De manera que nuestro
país asimiló dicha ley y también consideró al notario como tal.
Estas regulaciones notariales rigieron la actividad hasta el 20 de febrero de 1929, en que se
publicó el Código Notarial Cubano, el cual siguió los lineamientos fundamentales de su
antecesor y recogió además las órdenes y decretos dictados hasta ese momento que se
encontraban dispersos.
Así se concibió entonces en su artículo 1 al notario, como el funcionario público autorizado para
dar fe, conforme a las leyes, de los contratos hechos y demás actos extrajudiciales en que
intervinieran por razón de su cargo para formalizar y autenticar los documentos en que consten
para custodiar y conservar en depósito los protocolos y libros pertenecientes a la notaría a su
cargo para expedir copias y testimonios correspondientes.
Al triunfar la Revolución el primero de enero de 1959 por las grandes transformaciones
económicas, políticas y sociales que se desarrollaron no se hicieron nuevas regulaciones de la
actividad notarial: Sin embargo ya el 25 de abril de 1966 se dicto la Ley 1189 en la que se
comenzó a estructurar de manera diferente la actividad del notariado cubano y el 15 de junio de
ese mismo año se dictó por el Ministro de Justicia la Resolución 365 estableciendo notarios
interinos adscriptos al Bufete de abogados todo lo cual se mantuvo así hasta mayo de 2973
cuando por la Instrucción 5 del Ministerio de Justicia se unifico la dualidad de la actividad
notarial existente, instituyendo un notariado dependiente técnica y administrativamente del
Ministerio de Justicia.
En el año 1985 se dictó la Ley 50 de las Notarías Estatales estableciéndose el notario cubano
hasta la fecha.
particulares, es decir, es algo más que un medio de prueba en el proceso,
existe antes que él y fuera de él y no se justifica sólo por y para el mismo.
Sin perjuicio del amplio análisis que en materia notarial pudiera realizársele al
instrumento público partamos de la Ley 50 de 1984 y su Reglamento la que no
lo define taxativamente pero de lo que preceptúa el Artículo 1 se colige que son
Aquellos que redacta y autoriza el notario dentro de los límites de su
competencia territorial que viene determinado en su nombramiento de
conformidad con los requisitos que establece la legislación16 para dar fe de
actos jurídicos extrajudiciales en los que por razón de su cargo interviene de
conformidad con lo establecido en la ley, complemento a ello se encuentra
aisladamente en el capítulo IV y el II de la Ley y su Reglamento
respectivamente, los que más bien ahondan en las solemnidades de su
conformación y autorización.
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Característica principal para diferenciarlo de los demás documentos públicos que redacta y
autoriza un funcionario público.
también las legitimaciones de firmas. (Artículo 10 h), k) y 13 c) Ley 50/1984,
Artículo 121-127 del Reglamento de la referida Ley)
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FUNCIONARIO PÚBLICO: Persona natural con determinada calificación investida por el
Estado de poderes: dar fe. Está sometido a un Reglamento disciplinario (Decreto-Ley 36/80) y
sus funciones vienen establecidas por Ley incluyendo además de su intervención como
profesional del derecho potestad para actuar como funcionario administrativo siempre
respetando el procedimiento que prevé la norma ritual para su habilitación y nombramiento el
que determina su competencia.
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Es esta la función específica del poder del Estado, de carácter público, cuyo depositario es el
notario, dirigida a garantizar determinados derechos y obligaciones, acreditando la veracidad
de determinados hechos y actos que directamente afecten la actuación de la legalidad
socialista.
Dar Fe equivale jurídicamente a atestiguar solemnemente la veracidad de un hecho de
trascendencia jurídica como función específica del poder del Estado que resulta no delegable
en personas ajenas a la administración político-administrativa del Estado, por lo que la ostentan
funcionarios específicos que el propio Estado ha de investir previamente, a fines de su
actuación fedataria. Tiene carácter a jerárquico fundamentado en la sola obediencia a la ley.
El fundamento de la Fe pública como misión preventiva lo constituye la necesidad de
certidumbre que deben tener los actos de los particulares, a fin de que el Estado pueda
proteger los derechos que dimanan de los mismos, garantizándoles contra cualquier violación
al constituir los actos que la misma ampara, una forma de prueba preconstituida, brindando un
Actúe dentro de los límites que determina su competencia.
valor probatorio preestablecido a los documentos públicos en el proceso civil, suficiente para
resolver e impedir posibles litigios.
Por ser una publicidad legal irrevocable, goza de excelencia en el espectro que ocupa el
sentido y alcance de la Fe Pública. Por tanto, su función tiene por fin preparar la prueba
preconstituida, por ello le impone al notario el deber de ser diligente en su gestión y de
asegurarse de cumplir con todas las solemnidades de ley al autorizar instrumentos públicos.
El notario público, como profesional del Derecho, está obligado a garantizar la integridad de la
fe pública cumpliendo estrictamente con el Código de Ética Profesional y los preceptos de la
Ley de las Notarias Estatales y su Reglamento so pena de medidas disciplinarias o
responsabilidad civil o penal. No hacerlo quebranta la fe pública notarial y pone en peligro todo
el sistema de justicia que refrenda, o sea, tiene que circunscribirse a la verdad y actuar de
conformidad con la ley en todo momento, todo ello en función de su autoridad para imprimir
autenticidad a los documentos que ante él se rubrican. La fe pública, de la cual está investido
el notario, constituye la espina dorsal de nuestro sistema notarial del que se hace depender en
gran medida la estabilidad de los negocios jurídicos.
El notario tiene que ser en extremo cuidadoso y desempeñar su ministerio con esmero,
diligencia y estricto celo profesional. Constituye una falta de las más graves que puede cometer
un notario violentar la veracidad de los hechos pues con esto no solo quebranta la fe pública
notarial, sino que socava la integridad de la profesión legal y viola su deber como indivioduo.
Esto es así, porque la autenticidad y validez de un instrumento público está sujeta a que se
cumpla estrictamente con los requisitos y formalidades legales. Tan importante es la fe pública
notarial, que no es necesario que el notario falte a la verdad intencionalmente para que incurra
en una violación a la misma.
Todas estas consideraciones reunidas armónicamente avalan la especial
eficacia 19 de las actas y escrituras y en consecuencia la fibra valorativa que
aportan al proceso civil.
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CONTENIDO DE LA FUNCION NOTARIAL:
1- FUNCION FEDANTE: Imprime certeza, legalidad, seguridad, veracidad y garantía jurídica a
los actos, hechos o circunstancias con trascendencia jurídica que hace constar
documentalmente.
2- AUTENTICACION: Preconstitución de prueba del negocio o hecho sucedido a su presencia
y que documenta en virtud de las facultades que para tal conversión le concede la Ley. Al
autenticar el notario imprime una cobertura de veracidad jurídica, materialidad, credibilidad y
autenticidad al instrumento autorizado.
Sería una antinomia que el profesional legalmente habilitado para autorizar un acto bajo su fe y
firma, con deber profesional de prestar colaboración para esa autorización, no tuviera más
facultades que un simple particular. La actuación notarial es auténtica en razón de la certeza
que tiene la firma de su autor.
La idea de fe en materia probatoria, no se liga a la idea de creencia, sino a la idea de plenitud
en la eficacia. El instrumento notarial tiene, en consecuencia en razón de la investidura y de la
índole de la aseveración, la suposición de verdad en cuanto al otorgamiento o la autorización
en su caso. El instrumento notarial tiene sobre sí la suposición de autenticidad.
3- SOLEMNIZACION: Configurar jurídicamente el documento notarial, asentando en el mismo
no solo la reglamentación de su estructura formal, sino la justeza de su contenido jurídico, de
hecho o de derecho dotando al instrumento de características peculiares para su eficaz
constitución, cumpliendo determinados ritos, formas y requisitos en la autorización del
documento.
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La eficacia probatoria, dentro de nuestro sistema legal comprende la prueba plena entendida
como aquella que por sí sola basta para decidir, es la medida de eficacia probatoria que tiene
un instrumento acreditativo del hecho controvertido. El documento que hace prueba plena, o
plena fe, no requiere complemento alguno. El hecho que se halla representado en él, se tiene
por verdad dentro del sistema de las pruebas. Vislumbra esta categoría el instrumento público.
Caben aún algunas puntualizaciones en torno a la eficacia en lo referente a la
escritura pública perfecta. Pues la ley ha previsto algunas imperfecciones que
disminuyen la fe probatoria de la escritura sin destruirla totalmente. Así, por
ejemplo, la escritura defectuosa en su forma, valdrá como instrumento privado
si estuviere firmada por las partes y la ley no exigiera esta con carácter de
requisito esencial, no obstante la actio pro forma admite una opción operativa
factible; en contraposición a ello puede un instrumento público carecer de
validez material y sobrevivir en cuanto a su forma lo que también aporta
cuestiones importantes a los fines de la prueba de que pueden valerse las
partes en el proceso civil.
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Veamos aquí a las figuras de los otorgantes, requirentes y terceros. Los límites o grados de
la eficacia probatoria pueden ser referidos en consideración a las personas.
22
Tomado de Sentencia 256 del Tribunal Supremo Español de fecha: 30-10-98.
Servir de medio probatorio a los documentos constitutivos de actos o
negocios jurídicos determinados.
la fecha23,
el hecho otorgado,24
23
En el instrumento público, la fecha debe reputarse verdadera, mientras no haya una objeción
de falsedad que se acredite debidamente, puesto que la fijación de la fecha es obra exclusiva
de un funcionario público; pero en la escritura privada es obra de las partes, las que incluso
pueden ponerse de acuerdo para antedatar o estampar una fecha posterior a la verdadera, y
por lo mismo no puede hacer igualmente fe. Respecto a la eficacia probatoria de la fecha en un
documento privado se estima verdadera mientras no se demuestre su falsedad. Se ha dicho
jurisprudencialmente que el documento sin fecha no es admisible como tampoco lo es aquel
cuya realización y fecha ha dependido de la voluntad de la parte o que no pueda contarse
frente a tercero.
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Los documentos públicos hacen prueba, aun contra tercero, del hecho que motiva su
otorgamiento y de la fecha de éste. También harán prueba contra los contratantes y sus
causahabientes, en cuanto a las declaraciones que en ellos hubiesen hecho los primeros.
Hacemos referencia a una prueba plena: los extremos del documento público de directa percepción por
parte del funcionario público autorizante (fecha, hecho que motiva su otorgamiento, presencia de las
partes ante el mismo, identidad de las partes y del funcionario, así como veracidad de las manifestaciones
contenidas en el documento se han realizado ante el mismo funcionario) hacen prueba sin necesidad de
comprobación alguna y se imponen al Juez autorizante.
Entre los otorgantes el instrumento prueba plenamente las obligaciones y los derechos pues la
demostración escrita constituye el máximo de la eficacia probatoria. Pero esa abarca tan sólo el círculo de
los otorgantes. Los terceros no resultan, en ningún caso, afectados por lo que surja de las declaraciones
constitutivas o extintivas de obligación contenidas en un instrumento.
Eficacia entre los sucesores
A título universal: Se asimilan en todos los casos a las partes. El documento que hace fe contra el
causante, lo hace contra el heredero. Conviene aclarar que a este efecto, tanto los otorgantes como los
herederos están ligados a la eficacia probatoria del documento, en cuanto a probar las obligaciones y sus
derechos, ya sea en lo que se refiere a lo dispositivo del documento o a lo enunciativo.
A título particular: Los sucesores a título particular se equipara a los sucesores a título universal.
Pero hay que distinguir un aspecto puntual determinado por la obligatoriedad en este caso no la asumen
los legatarios, salvo que se disponga otra cosa por el testador, cuando toda la herencia se distribuya en
legados. (Artículo 499 CCC)
Eficacia entre los terceros:
Pero esta circunstancia de hacer prueba frente a terceros con motivo del otorgamiento o autorización de
instrumentos públicos no debe hacernos perder de vista que, aún en el caso en que el documento ha
adquirido fecha cierta respecto de terceros, esa circunstancia no acredita otra cosa que el otorgamiento;
nunca tiene la consecuencia de acreditar frente a terceros los hechos representados en el documento: las
obligaciones, su liberación o los hechos jurídicos en general., o sea, no representa otra más que la
privación a los terceros de negar válidamente la existencia del documento al día de su incorporación al
protocolo.
la identidad de los comparecientes aunque la ley no lo declare
expresamente, esto queda en manos del poder calificador del notario,
las declaraciones emitidas por las partes que adquieren fuerza de ley
para estas.
Se hace referencia a la actividad que hay que realizar para que una fuente de
prueba acceda al proceso, tratándose de los documentos se traduce a la
presentación de los mismos.
25
MONTERO J., Ensayos de Derecho Procesal, Barcelona, 1996, pp 329-334
Los documentos tiene un especial valor probatorio en relación con las
demás pruebas aunque nos afiliemos al sistema de libre valoración de la
prueba.
26
AROCA MONTERO Juan, La prueba en el proceso civil, IV Edición, ETARANZADI; Madrid,
diciembre 2005, p. 296
causa pueda estar fundamentada en el deterioro. En este sentido no hace
pronunciamiento alguno la legislación vigente en materia notarial ni la ley de
trámite con la que contamos.
Todos los demás extremos a los que pueda referirse el documento notarial no
es que carezcan de valor probatorio, es que no tienen valor legal privilegiado.
27
Vid supra p. 17 y ss.
28
Idem.
Como regla legal de valoración el juez ha de actuar conforme a la sana crítica
aún cuando existan razones que fortalezcan la literalidad del instrumento
público no puede negarse esta regla ya que estaríamos desconociendo la
voluntad del legislador en cuanto al sistema de justicia al que nos afiliamos.29
29
Se reconocen dos grandes sistemas: el de Prueba Tasada y el de Libre Valoración de la
Prueba, a este precisamente se afilia nuestro sistema de justicia.