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Hombre de celuloide

El actor que no estudió su papel

¿Cuántas veces hemos visto esta película? Decenas, quizá cientos de veces. En
efecto, la originalidad de 1917 de Sam Mendes difícilmente estriba en lo original
de su trama. A dos inocentes soldados (cabos para más señas) se les ordena
cruzar las líneas enemigas para llevar un mensaje y evitar una carnicería. No hay
muchas diferencias con Salvando al Soldado Ryan que tenía una magnífica
secuencia inicial pero que después destrozaba la inefable presencia de Tom
Hanks. Se trata también de una historia de amistad muy en el estilo de Gallipoli.
L que vuelve a 1917 una interesante contendiente para el Oscar está en su forma
y en su mensaje. La forma. Un largo secuencia nos lleva a través de un territorio
desolado. Francia ha quedado hecha pedazos al paso de los hunos, los alemanes.
Estos soldados ingleses pasean por tierra de nadie que parece un planeta en el
que ya no hay humanos. Hay sorpresas, por supuesto y golpes dramáticos donde
debe haberlos, como en todas las películas que hemos visto en que un soldado
que odia la guerra se introduce en un auténtico infierno para salvar la vida de sus
compatriotas. Para conseguir que tengamos esta sensación de presencia en el
campo de batalla, Sam Mendes y su fotórafo… han filmado un largo plano
secuencia. Y sí, la técnica nos deja boquiabiertos, la cámara llega justo en el
momento en que al protagonista le escapa una lágrima o la faz de un soldado nos
muestra lo desesperanzado que es siempre la guerra. 1917 es una aventura en el
sentido más clásico de la palabvra. El héroe tiene que salir de su zona de confort
para volverse eso a lo que está destinado, el ser heroico. Tiene que sortear una
serie de obstáculos que se parecen mucho a un juego de video (o eso que llaman
narrativa no-lineal): los nazis siguen siendo los malos, pero hay tesoros
escondidos, personas que ofrecen ayuda y todo aquello que gusta a los amantes
de esta clase de narrativa. En cuanto al mensaje. La otra gran contendiente para
ganar el Oscar es El Guasón. No que Parásitos no sea una gran película pero le
pasa lo mismo que a Roma. Los blancos de Estados Unidos no están listos para
dejar el bastón de mando ni a una producción latinoamericana ni, creo, a una
coreana. Después de todo Parásitos es un largo discurso en contra de un
capitalismo que Hollywood siempre ha defendido. Por otra parte el Jocker que
también tiene su dosis de anti-capitalismo, es una película que a decir verdad
elogia movimientos anarquistas y terroristas. Es mucho mejor película. Si se
quiere, muchísimo más original que 1917, pero premiar al Guasón implica premiar
a un hombre enloquecido que quiere volar el estilo de vida que ha vuelto a Estados
Unidos tan poderoso. Ya el hecho de que una película como esta halla sido
nominada nos da una interesante intuición de los sitios por donde se está
moviendo el gusto del público del mundo, pero 1917 es la clase de película que
premia Hollywood. Si el año pasado la aburridísima Road Movie The Green Book
ganó como mejor película, qué nos espera en esta emisión? Que gane otra
película clásica en el sentido de trillada. La actuación es magnífica, la técnica y,
por supuesto, la producción. Mendes no ha dejado nunca de ser un autor
excepcional, pero sólo los amantes del cine deben verla en una sala equipada con
el mejor audio y la mejor imagen. Si uno lo que quiere es entretenimiento puede
esperar a que pase por televisión abierta, si uno lo que quiere es arte, no espere
mucho de los Oscares y vuelva a ver el Guasón aunque, como mucho arte, sea
tan incorrecta políticamente.
Un buen día en el vecindario. Dirección, Marielle Heller. Estados Unidos, 2019.

Fernando Zamora

@fernandovzamora

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