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ESTADIOS EVOLUTIVOS DEL RAZONAMIENTO MORAL

1. Nivel Preconvencional

El nivel Preconvencional es un nivel en el cual las normas son una realidad


externa que se respetan sólo atendiendo las consecuencias (premio, castigo) o el
poder de quienes las establecen. No se ha entendido, aún, que las normas
sociales son convenciones por un buen funcionamiento de la sociedad. Este nivel
integra a los dos siguientes estadios.
1.- Obediencia y Miedo al Castigo
Esta etapa corresponde usualmente a la infancia, es en esta etapa en la que se
respetan las normas impuestas usualmente por nuestros padres y son obedecidas
por miedo al castigo.
2.- Favorecer los Propios Intereses
Son los agentes externos los que determinan qué hay que hacer y qué no. Es
cierto que esta etapa es propia de la infancia, pero hay adultos que siguen toda su
vida en este estadio: así, el delincuente al que solo el miedo el frena.

Como ejemplo vendría a ser las penas que se les impone a los delincuentes, que
tienen un carácter disuasivo para así evitar más crímenes

2. Nivel Convencional
En este nivel, las personas viven identificadas con el grupo; se quiere responder
favorablemente en les expectativas que los otros tienen de nosotros. Se identifica
como bueno o malo aquello que la sociedad así lo considera.

En esta etapa, se asumen las normas que favorecen los propios intereses. El
individuo tiene por objetivo hacer aquello que satisface sus intereses,
considerando correcto que los otros también persigan los suyos. Las normas son
como las reglas de los juegos: se cumplen por egoísmo. Se entiende que si uno
no las cumple, no lo dejarán jugar. Es un estadio propio del niño y de las personas
adultas que afirman “te respeto si me respetas”, “haz lo que quieras mientras no
me molestes”. Se identifica como bueno o malo aquello que la sociedad así lo
considera. Esto correspondería a la etapa que usualmente se le llama
adolescente, aunque también hay muchos adultos que permanecen en ella.

Son gente que quiere hacerse amar, pero que se deja llevar por las otras: los
valores del grupo, las modas, lo que dicen los medios de comunicación.
Dentro de este estadio, se encuentran las normas sociales establecidas, en donde
el individuo es leal con las instituciones sociales vigentes; para él, hacer lo
correcto es cumplir las normas socialmente establecidas para proporcionar un bien
común. Aquí comienza la autonomía moral: se cumplen las normas por
responsabilidad. Se tiene conciencia de los intereses generales de la sociedad y
estos despiertan un compromiso personal. Constituye la edad adulta de la moral y
se suele llegar bien superada la adolescencia. Kohlberg considera que este es el
estadio en el cual se encuentra la mayoría poblacional.

Un ejemplo claro vendría a ser cumplir las normas sociales establecidas tal como
respetar las normas de tránsito, ceder el asiento a las personas mayores,
embarazadas, discapacitados, etc.

3. Nivel Post-convencional

Es el estadio de la apertura al mundo. Se reconoce que además de la propia


familia, grupo y país, todos los seres humanos tienen el derecho a la vida y a la
libertad, derechos que están por encima de todas las instituciones sociales o
convenciones. La apertura al mundo lleva, en segundo lugar, a reconocer la
relatividad de normas y valores, pero se asume que las leyes legítimas son solo
aquellas obtenidas por consenso o contrato social. Ahora bien, si una norma va
contra la vida o la libertad, se impone la obligación moral de no aceptarla y de
enfrentarse a ella.

Se toma conciencia de que hay principios éticos universales que se han de seguir
y tienen prioridad sobre las obligaciones legales e institucionales convencionales,
como ser racional, se ha captado la validez y se siente comprometido a seguirlos.
En este estadio impera la regla de oro de la moralidad: "hacer al otro lo que quiero
para mí" (o su versión en negativo). Y se tiene el coraje de enfrentarse a las leyes
que atentan contra los principios éticos universales como el de la dignidad humana
o el de la igualdad.

Un ejemplo vendría a ser la lucha por los derechos humanos, el derecho a la vida,
no al aborto.

EL SENTIDO DE LA ÉTICA

Aquiles, dolido y enfurecido por la muerte de su amigo Patroclo, desafía a Héctor


ante las puertas de la muralla de Troya, y pelea en duelo personal con él hasta
hacerlo morir. Sediento aún de venganza, ata su cadáver a un carro y lo arrastra
repetidas veces alrededor de la ciudad amurallada en presencia de sus
conciudadanos y sus familiares, y se lleva consigo luego el cadáver con la
intención de entregarlo a los perros. Es precisamente en el momento en que
Aquiles desata su furia para ensañarse con el cadáver de su enemigo muerto, que
comienzan a oírse y a multiplicarse las voces que reclaman un « ¡Basta ya!»,
basta de semejante desmesura. Inicialmente es Príamo, el padre de Héctor, quien
expresa su protesta recordándole a Aquiles que él también ha tenido una familia y
un padre, apelando así a su experiencia vivida para que se apiade de ellos y les
devuelva el cadáver, al que quieren darle una debida sepultura. El reclamo de
Príamo no se refiere a la muerte de su hijo en el duelo, sino al ensañamiento y a la
crueldad de Aquiles. Luego, siguen los dioses, quienes, pese a haber estado
siempre tomando partido por uno o por otro en los combates, reconocen también
que se está produciendo una desmesura, y deciden intervenir para detenerla.

Leemos así que los dioses protegen el cuerpo de Héctor para que no se deteriore
con los maltratos ni el tiempo, y alientan a Príamo a ir en busca de su hijo por
entre las tropas enemigas, hasta que Zeus, finalmente, persuade al propio Aquiles
a aplacar su ira y a acceder al encuentro con Príamo para devolverle el cuerpo.

La ética se refiere a esta experiencia de la mesura en la convivencia humana y a


la conciencia de los límites que no debieran sobrepasarse para poder hacerla
posible. Naturalmente, no siempre se ha trazado el límite en el mismo lugar ni la
conciencia se ha mantenido invariante en la historia.

Pero lo que sí parece constante y constitutivo de la ética es la convicción de que la


convivencia humana requiere de una conciencia y una internalización de ciertos
límites, que habrán de expresarse en un código regulador de la conducta.

Carlos Thiebaut, en su ensayo sobre la tolerancia, define la cuestión central de la


ética como el “rechazo del daño”, es decir, como la reacción de indignación y de
protesta ante el maltrato del otro producido por obra humana. Asocia, por eso,
dicha cuestión con el trabajo de las comisiones de la verdad de las últimas
décadas y ve sintetizada su hipótesis en el famoso título de la comisión argentina:
“Nunca más”. Nunca más deberíamos aceptar semejante nivel de inhumanidad y
de violencia, nunca más deberíamos permitir el daño al otro, nunca más
deberíamos eludir la responsabilidad que nos corresponde para lograr vivir en paz.
Es de eso que nos habla la ética.

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