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El Sexo y las Mujeres

David Lane

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El Sexo y las Mujeres
Por David Lane

Es la primera necesidad para la reproducción y preservación de una especie. Es una


preocupación de hombres y mujeres por igual. Es el instinto conductor de los varones. El sexo
es usado para vender de todo, desde autos hasta circones. Es el poder de la mujer y la maldición
del hombre. Es el catalizador en la "batalla de los sexos". Él une y también divide, trayendo tanto
el placer como el dolor. Suelta la emoción, demasiado poderosa como para controlar la lógica o
la razón, y es vital para la vida. Es un instrumento mal empleado por comerciantes, por la clase
sacerdotal y por la clase política. Sin una salida natural, una actividad sexual mal dirigida puede
conducir a toda suerte de neurosis y conflictos. El sexo es quizás la más importante materia que
aquellos que luchan por la vida de nuestra gente deberían comprender. Todavía, debido a siglos
de envenenamiento de la mente por parte de religiones ajenas, la mayoría es incapaz de hablar
de sexo con total franqueza. Pero el tabú debe ser roto. La pregunta pide ser preguntada: "¿Son
el camino natural y el camino ascendente aún posibles en el industrializado mundo moderno?".
Evidentemente el camino natural y el camino ascendente son imposibles dentro de Estados-
naciones gobernados por aquellos dedicados a la mezcla y el exterminio de la raza que creó la
llamada "Civilización Occidental".

En tiempos antiguos una mujer enseñaba a sus hijas: "Es mucho mejor ser la amante de un
rey que la esposa de un criado". Por supuesto, en aquel tiempo la monarquía se determinaba
por el valor y otros rasgos genéticos valiosos, como la astucia y la determinación. De este modo,
una mujer sabía que si sus niños habían sido engendrados por un rey o algún otro noble, las
posibilidades de que su descendencia desarrollara individuos excepcionales eran mayores. En
esta edad asquerosa, donde los reyes de la tierra son usureros, estafadores de la palabra y
degenerados, los caminos antiguos no se aplican. Los sistemas bajo los cuales vivimos están
astutamente construidos, de modo que la gente Blanca, que obedece a los instintos dados a
ellos por la Naturaleza, encuentra que la obediencia a las autoridades, a la ley, a los preceptos
religiosos o a las costumbres sociablemente aceptables, es el suicidio racial. Y por naturaleza, la
mayor parte de los arios no es anarquista. En los fríos climas del Norte la cooperación social era
necesaria para la supervivencia. Viviendo exclusivamente entre nuestra propia clase con líderes
benévolos, la aceptación de autoridades más altas era entonces nuestra mayor fuerza. A la
inversa, sin embargo, en una sociedad multirracial, gobernada por sionistas, la aceptación de la
autoridad es el talón de Aquiles de nuestra raza. Esto es lo que nos conduce a guerras entre
hermanos, a la aceptación de prácticas genocidas, como la integración racial forzada [forced
busing], y a la locura de una declaración como "¡Mi país, correcto o equivocado!".

Porque somos por naturaleza gente abierta y honesta, asumimos que los otros son como
nosotros. Y esto nos hace la raza más crédula en la Tierra. Las mentes de las masas son casi
exactamente análogas a discos de computadora en blanco, que pueden ser programados según

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los deseos del operador. Hace años yo estaba con Bob Mathews en una ciudad grande. Vimos a
una muchacha Blanca salir de un autobús; ella estaba coqueteando con dos muchachos negros.
Aunque sentíamos una gran ira surgir en nosotros, nuestra cólera no debería ser dirigida a ella.
Por esa pequeña niña sentimos tristeza. Desde el tiempo en que ella era una menor había sido
programada por profesores, predicadores, la televisión, la radio, revistas, películas, canciones y
toda influencia en su vida para llevarla a creer que la mezcla de razas es algo noble. ¿Podría
esperarse que ella hiciera un juicio contrario a su completo mundo percibido? La cólera debería
ser dirigida hacia los programadores. La programación impregna cada aspecto de la vida de las
masas, tanto de hombres como mujeres. Si enseñan a muchachas jóvenes que siendo
animadoras [cheerleaders], esposas y madres llevarán una vida digna de elogio, entonces eso es
lo que las hará felices y realizadas. Pero si ellas son programados para creer que tales vidas
degradan, y que carreras como soldados, obreros de la construcción, policías, bomberos,
abogados y otras por el estilo llevan a la realización, entonces ellas exigirán y seguirán la agenda
feminista. Los hombres son igualmente susceptibles a la programación. Entonces los vemos
fijados en el atletismo multirracial, en sistemas políticos artificiales, etcétera. Fue por reconocer
que las mentes son programables aquello por lo cual nuestros antepasados incorporaron ritos
de fertilidad en nuestras religiones autóctonas y orgánicas, comprendiendo que la reproducción
es el mandamiento divino de la Naturaleza para la preservación de nuestra raza.

Todo lo anterior sirve como un prefacio necesario para lo que sigue, porque aunque tenemos
unas preciosas pocas mujeres dedicadas a nuestra causa, las pocas que tenemos realmente son
tan extremadamente valiosas que no deben ser enajenadas. Sin embargo, es, siempre ha sido y
siempre será la testosterona masculina la que decide todas las cosas. La actividad sexual
masculina de una raza que haya de sobrevivir nunca debe ser disminuida, frustrada, mal dirigida
o difamada. La Historia muestra que desde el alba de los tiempos, aquellos que querían Poder
levantaron ejércitos con promesas de pillaje y captura de mujeres. Aquellas mujeres
excepcionales que ya comparten nuestra causa no tienen que reaccionar con horror ante la
palabra "captura", con visiones de violación y maltrato. Es deber del varón ario tratar a las
mujeres con caballerosidad, lleguen ellas voluntariamente o si han sido capturadas. Cuando este
discurso habla de las colectividades de mujeres o de hombres, las excepciones no deberían
resentirse por ello. La mente del hombre o mujer excepcional es tan diferente de aquella de las
masas como la noche lo es del día. Las masas poco instruidas son verdaderos asnos —asnos
peligrosos, pero a pesar de todo sólo asnos. Así que no se juzguen ustedes a sí mismos
comparándose con ellos. Teniendo esto en mente, sumerjámonos en la "batalla de los sexos"
con total franqueza y honestidad brutal.

Los grandes filósofos herméticos (o naturalistas) han enseñado a través de la Historia que la
fuerza creativa y la inteligencia (independientemente de lo que esto signifique para usted)
formaron todo lo que percibimos como dualidad: luz y tiniebla, caliente y frío, positivo y
negativo, macho y hembra. La existencia, como sabemos, requiere la polaridad y, por
extrapolación, la tensión o lucha que resulta de ella. En efecto, la vida sería un verdadero
infierno, o una vida peor que la muerte, sin la constante competencia. Ya se trate de la guerra,
un torneo de golf o de la Batalla de los Sexos, el placer está en la lucha. En un falso nivel
intelectual podemos hablar del equilibrio de la "paz", pero esto es el engaño azucarado cuando
se trata de religión, política, sexo o algo más. Estar sentado en una nube durante toda una
eternidad cantando "Jesús me ama" sería una tortura sólo un paso antes del estilo de vida

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cristiano alternativo llamado el Infierno. El placer verdadero viene de la lucha, de la obtención
de logros que requieren tiempo, esfuerzo y sacrificio. Entonces, ¿por qué habría de pensar
alguno que la batalla de los sexos sería diferente? La palabra "batalla" es absolutamente
apropiada, y aquellos que se abstienen de la competición no merecen ni la vida ni el placer. En
una sociedad primitiva y natural, el varón más fuerte o bien el más exitoso captura a la mayor
parte de las mujeres y a las mujeres más deseables. Así, la mayor parte de los mejores genes
transmiten la información para la fuerza, la belleza y la preservación de la raza. En especies con
estructuras sociales, la mujer entonces intenta "domar" al varón que la ha capturado. Esto es lo
que ella debe hacer para que la cacería y la preparación que el varón le dé ayuden a su
descendiente.

Pocos de nosotros hoy querrían volver a sociedades tan duras y exigentes como las de las
edades pasadas. Aunque hayamos alcanzado el ridículo en la búsqueda de aparatos plásticos,
no muchos dejarían retretes, anestesias, electricidad, viviendas y otras cosas que requieren la
cooperación en una estructura social. Sin embargo, los instintos básicos dados por la Naturaleza
no cambian. La tensión entre macho y hembra no se termina con una ceremonia, una
declaración de matrimonio o una sanción por entidades artificiales como la Iglesia y el Estado.
Pueden los dioses prohibirla —pero ¡la ausencia de tensión y lucha se encuentra sólo en la
muerte! Los científicos han estado diciéndonos durante años que la cantidad de esperma de los
varones Blancos está decreciendo. ¿Y por qué no? El cerebro es el órgano sexual más grande,
aunque simbólicamente sea común juzgar a un hombre con la antigua frase "tiene muchos
cojones". El varón Blanco ha sido efectivamente castrado por el sutil veneno de los sionistas y
las feministas que ha infectado a toda nuestra gente —de ambos sexos.

Se supone que el varón captura hembras, no se humilla por su favor como un perro castigado.
En nuestro países ahora ocupados por extranjeros, un hombre "conquista" a una mujer con
promesas de bienes materiales y con ramos de flores de 60 ó 100 dólares; él es un idiota
emasculado. Los productores de películas judíos, los editores de revistas, los propietarios de
redes televisivas, los agentes de la Bolsa, los banqueros, los abogados y los millonarios
clasificados ofrecen a las más hermosas de nuestras jóvenes mujeres el mundo en bandeja.
Autos deportivos, lujosos departamentos, papeles como actrices principiantes de películas,
portadas, baldes de dinero, joyas, brillo y adulación esperan a cualquier hermosa muchacha
bastante Blanca. Nosotros, quienes somos racialmente conscientes y activos, podemos
ofrecerles pobreza y la posibilidad de compartir los insultos amontonados sobre nuestras
cabezas. Podemos intentar razonar con nuestras hermosas mujeres hasta ponernos cianóticos,
y ellas contestarán con los clichés de "racista" y "sexista". Ni la naturaleza humana ni la
naturaleza femenina han cambiado. Mientras el destructor posea los medios de comunicación,
el dinero, los militares y las mentes de las masas, nuestro deslizamiento a la extinción continuará
y se acelerará.

Hasta que nuestros varones comprendan que la muerte en batalla es lejos mejor que la
muerte lenta de la extinción racial, o que la tortura mental de mirar a nuestras mujeres siendo
profanadas, no hay ninguna esperanza. Hasta que miles emulen a Bob Mathews, el enemigo se
reirá de nuestros propios esfuerzos débiles. Hasta que los Blancos muestren el coraje de
nuestros antepasados y hagan lo que esto conlleva —dando la bienvenida a lo que espera al otro

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lado— no hay ninguna posibilidad de victoria. Sólo un pueblo cuyos varones aceptan y dan la
bienvenida a la muerte por sobre la esclavitud, puede ser libre. Insisto: los varones están
diseñados para capturar mujeres, no para mendigar sus favores. Los varones de la misma
especie dejan de lado sus rivalidades sobre mujeres cuando es necesario para la caza o la
defensa de la tribu o raza. Pero una vez que las amenazas externas han terminado, la
competencia debe continuar, ya que la Naturaleza declara que "el mejor debería reproducirse
más". [Nota: Bob Mathews, líder de un grupo nacionalista blanco estadounidense, muerto a los
31 años en un intercambio de disparos contra 75 agentes federales que terminaron quemándolo
en el incendio de su rodeada casa en 1984].

Si esto significa que la poligamia está decretada por la Naturaleza, es materia para un debate
legítimo. Que aquellas obligaciones fuertes y durables a menudo son formadas en el
apareamiento monógamo es evidente. Igualmente es evidente que los sistemas sociales de los
dos últimos siglos y de los dos últimos milenios han sido desastrosos para la raza aria. En el
análisis final debemos recordar que permitir a los entrometidos de la Iglesia o el Estado normar
las relaciones sexuales o los asuntos matrimoniales abre las puertas a la tiranía interminable.
Las decisiones deben ser tomadas por individuos, basados en circunstancias personales,
necesidades populares, el sentido común y las condiciones impuestas por factores externos de
la edad. Los verdaderos hombres arios, por supuesto, reconocen su deber de asegurar y
proteger a sus mujeres y niños.

Por el condicionamiento y por una falsa intelectualización, la mujer moderna se convence a


sí misma de que debería "poseer" a un hombre, más bien que ser la posesión de un hombre
superior. Pero el fuego se desvanece. La chispa muere. Sus orgasmos son débiles y falsificados.
Porque una vez que un hombre es "domado", la atracción natural se va. Él es ahora su zángano
trabajador, y ella ya no tiene que competir con otras mujeres. En lo profundo de su corazón ella
desprecia a "su hombre", mientras su ser más interno desea con insistencia ser tomado por un
varón dominante. Su naturaleza sexual es sublimada, y ella adopta cualquier doctrina falsa y
destructiva que capture su atención. Los predicadores y la religión antinatural se convierten en
sus maestros sustitutos. La joyería, el maquillaje, las posesiones, las causas sociales
universalistas se le tornan obsesiones. Los sofismas imbéciles tornados en lemas, se convierten
en su código de vida. Los gatos y los perros substituyen a los niños. Sus instintos son negados.
Uno sólo tiene que mirar a las seguidoras fanáticas que van en tropel alrededor de las estrellas
de rock, estrellas de cine e ídolos deportivos para ver que los instintos dados por la Naturaleza
nunca cambian. Cada una de esas admiradoras sabe demasiado bien que ella es sólo una de
muchas en el harem virtual de tales figuras públicas. Aunque esas figuras puedan ser unos
degenerados, ellos son percibidos como extraordinarios por las seguidoras que los desean.

Una parte de la Batalla de los Sexos es la necesidad de una mujer de ser reconocida como
valiosa. En el mundo natural, eso significa primero que nada el atractivo sexual, sobre todo para
las mujeres jóvenes. Una mujer está en competencia con otras mujeres. El libro "Might is Right"
proclama que las mujeres sienten intensamente aversión y desconfianza hacia las otras mujeres.
Los autores de temas de mujeres han escrito la misma cosa. Sea verdad o no, la competencia es
real. Los hombres tienen un gran deseo por las mujeres. Las mujeres, por su parte, pueden
encontrar la competencia de otras mujeres afilando sus "armas de guerra" o intentando

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"domar" a un hombre. Lo primero está bien, pero lo segundo ella inevitablemente lo intentará
en esta época poco natural, para su ventaja material, pero para su frustración sexual. Un hombre
aprecia lo que él desea y para lo cual él ha trabajado o ha luchado para alcanzar. Si bien hay
excepciones para la mayor parte de las reglas, un hombre no maltrata lo que él aprecia. Así, una
mujer sabia se mantiene deseable.

Prácticamente todas las mujeres Blancas están dotadas de belleza natural y atracción. Las
mujeres arias conservan su belleza hasta tarde en la vida si se mantienen en forma.
Inevitablemente la belleza juvenil se destiñe con la edad –nadie puede cambiar eso–, pero no
hay mayor tesoro para un hombre que una mujer suficientemente antigua como para ser una
compañía, y todavía con la disciplina para conservarse atractiva. Esperamos que los hombres
que tienen tal clase de mujer la apreciarán. Las mujeres no deberían ser engañadas con que las
joyas las hacen atractivas, así como tampoco las uñas esmaltadas, ni las capas de maquillaje, ni
el fantasioso estilo de cabello ni la ropa llamativa. Esos recursos artificiales sólo sirven para
enriquecer a los cofres judíos, y como una tentativa mal concebida para impresionar o para
deprimir a otras mujeres.

La Naturaleza hizo agradable al sexo para asegurar la propagación y la preservación de las


especies. Los hombres sin el coraje para luchar por mujeres, ya como individuos o bien como
una raza, no merecen el placer del sexo. A causa del mucho tiempo que demanda criar y nutrir
a nuestra descendencia, la Naturaleza hizo al sexo un placer, aun cuando no específicamente
para la concepción, así que... ¡disfrute! Las religiones extranjeras predicaron que "el sexo es
pecado" y lo hicieron una parte principal de su doctrina. Ellas elaboraron la idea insana del
"pecado original", porque el sexo es inevitable para la supervivencia de la raza. La clase
sacerdotal necesitaba un "pecado" inevitable para "salvar" al "rebaño”. Todo eso es una
mentira. El sexo es tanto un deber como un placer. En nuestras religiones autóctonas el sexo fue
elevado al status de un sacramento. Los asuntos matrimoniales o sexuales o las organizaciones
de la gente no son el negocio del gobierno o de sacerdotes que andan repartiendo culpas.
Tengan ustedes en cuenta que la ley primordial y la moral absoluta es la preservación de la
propia clase de uno, y esto proporcionará una guía a unas costumbres sexuales apropiadas.
¡Entonces entren a la Batalla de los Sexos con toda la alegría que la competencia se supone que
traerá!

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