Sunteți pe pagina 1din 6

Dos años ha de aquella noche. Lo que pasó en ese momento se quedará sólo entre nosotros.

Lo que
sucedió después… sólo me gustaría que supieses qué fue lo que pasó para mí después.

Recuerdo estar durmiendo el día cuando Luis y Francisco fueron a testificar. Fui despierto
por Luis a la una de la mañana porque algo “serio” tenía que decir. Me dijeron que estaba siendo
acusado por ti, que querías que fuese a prisión, que les contara la verdad de lo que sucedió hacía
una semana. Para ser honesto, todo comenzó para mí ese día; el comienzo de mi fin, del mío. Había
cometido errores, ¿mas uno que ameritare tal castigo? Pero seamos claros, ¿cuál era el crimen?,
¿cuál el castigo? ¿Cómo justificar un error, un hecho, un acto, una acción, incluso una intención o
una malinterpretación? ¿Cómo justificar nada si palabra es lo único que se te ha quitado?
Ese día viví el silencio. Luis y Francisco tuvieron que esperar media hora a que pudiese
gesticular una respuesta: ¿De qué se me acusa? No lo sabían entonces, me dijeron que de violencia
sexual. Luego habría de saber que era de violación. Allí empecé a perderme. ¿Era yo capaz de
hacer eso? Obviamente éralo, aquí estás tú leyéndome y tú lo dices, lo has dicho por dos años
consecutivos, por distintos medios, ¡por todos los medios! ¿Qué yo he dicho? Yo no he dicho nada,
¿quién me escucharía y, aunque me escucharen, quién me creería y, en el dado caso de que crean,
importaría? Realmente, ¿importaría después de todo lo que tú has pasado? Ignoro lo que hayas
pasado, ¿por qué habrías de decirme, por qué habría de saberlo?; pero si lo que has sentido es
honesto no me gustaría imaginar todo el dolor que padeces.
Regreso a mí. En específico, regreso a la noche de mi inicio. Mencioné que empecé a
perderme. Que tú lo dijeras hizo que yo cuestionara mi postura. Decidí esperar, esperé a que tú
hablaras conmigo pero me dijeron que eso nunca pasaría. Esperé que alguien a quien tú acudiste
hablara conmigo pero eso nunca pasó, hasta el momento. Esperé tanto que mi espera devino
indiferencia. ¿Qué podía hacer después de un semestre si todo lo que sabía era por dos sujetos con
tanto miedo que me decían lo que quería escuchar para no intervenir por verse arroyados en lo que
es el tema ahora? Todo lo que sabía era que tú te decías violado, que me apuntaban como agente
de tu padecimiento, que ya no estabas. Así que sólo esperé. Y al nadie hablar, callé.
Luego UGénero. Pero antes de este punto hubo un lapso. Mi novia de ese momento enterose
de la situación, por falta de criterio y juicio terminamos. Llegaron vacaciones y encontré a una
antigua amiga de Veracruz. Ella me ayudó a ver las cosas desde otra perspectiva, ella me ayudó a
vivir; por decirlo de algún modo, ella me vivificó. Esto es muy importante, después de lo que tú
habías dicho yo me veía ya dentro de la lista de personas de fama que habían atravesado por prisión,
en la fila se encontraba Cervantes, Revueltas, Sade; eso era mi contento. Me sentía ya encarcelado,
miraba en derredor y sentía que todos acusábanme. Y en eso viví, con Victoria –su nombre es
impresionante–. Ella sabía la situación, al menos lo que le estoy contando, esto que te cuento. A su
lado todo era presente. Hasta que vino el pasado, siempre estuvo allí, sólo decidía callar, esperar,
ser indiferente, escupirle, preocuparme, humillarme ante él; no sabía qué hacer y sólo seguía
viviendo. Fue una época de muchísima felicidad, tal vez por ello cuando acabó quería que todo
acabase también. Tal vez porque he visto la vida como un gran absurdo desde entonces, tal vez
porque mi fe en las personas, que es lo único a lo que puedo decir que he vertido algo de fe, se
perdió. No veía futuro; o mejor dicho, veía tantos futuros y ninguno viable o digno de ser vivido
con más felicidad que dolor, que decidí suicidarme. Me dejé vencer por el dolor que había causado,
me vi como un miembro infecto y pútrido que conviene amputar antes que sea la manzana que
pudra al huerto entero.
Ahora tendré que ser íntimo, creo que conoces a una compañera: Marisol. Si no, es
irrelevante, lo que importa es la historia. Cuando la conocí no fui la persona más justa con ella, por
incierto que suene, mi espíritu lo resintió, su dolor fue mi dolor. El dolor que mi persona
inconsciente la hizo sufrir y mi consciencia ahora se enorgullecía y regodeaba al exponer mi dolor.
Me jacto, incluso, de ser vegetariano porque no puedo ya causar dolor al animal más indefenso o a
la persona más vil. Llegué a considerar los preceptos eclesiásticos de la culpa y la misericordia.
Después de ello me volqué a la razón práctica del budismo, después de ello he invertido energías
considerables en las éticas que encuentro para saber cómo actuar, cómo conducirme, cómo
responder a lo que percibo. Percibo mucho odio pero no le daré la cara con odio porque lo he
padecido y no me gustó. ¿Este yo que con no poco dolor se había moldeado era capaz de violar a
alguien? No importan mis conclusiones, aquí estás tú leyéndome y tú lo dices, lo has dicho por dos
años consecutivos.
Regreso a UGénero, fue a tu vuelta, cuando creía pasado el asunto y después de mis
vivencias. Sólo entonces pedí ayuda, casi me vi obligado a pedirla, no comprendía la magnitud del
evento. Me recomendaron dejar la carrera y dejar Guanajuato, ¿te imaginas? Me recomendaron
tirar todo lo que había conseguido ser por la borda, iniciar de nuevo en otro lugar, con materias
revalidadas donde estar tranquilo. Lo sentí como un escupitajo en el rostro. Imagina que cada
decisión antes de Guanajuato me había conducido a Guanajuato. Salí de un pueblo no menos peor
que las comunidades más abandonadas del estado con la idea del paraíso cultural que era
Guanajuato. No estaba preparado para irme, no había terminado de hacer lo que había llegado a
hacer, irme era simplemente abandonarlo todo. No pude irme. Sobre todo, ¿por qué habría de irme?
¿Porque tú dices lo que dices? Bueno, son palabras, infortunadamente éstas son llevadas por el
viento la mayoría de veces. Había esperado hasta ese momento algo, una señal para que me indicara
hacer algo. Era un nuevo momento y, como mencioné, ante mi negativa de darme de baja, hablé a
mis padres.
Otra vez era la una de la mañana pero ahora estaba más despierto que nunca. Pensaba en
los motivos de mi huida. Recuerdo haber estado una hora antes en mi departamento y con rabia
colgar a mi padre por decirme que tenía que salir del estado, que en un caso de violación te meten
a prisión retentiva o algo por el estilo, que en este país somos culpables hasta demostrar lo contrario.
Pero eso ya lo sabía. La rabia era por sentirme obligado a obedecerlo por no tener otra alternativa,
por no tener algo más que hacer, por sentirme perdido y encontrar el único signo para hacer algo
en figuras de autoridad que se han deconstruido hasta no ser más que personas unidas
sanguíneamente. Porque lo que me aconsejaban, aquellos de quienes habría esperado el mundo
entero, era la huida. Revictimización, en eso constituyó mi exilio. Recibir y dar a diario noticias de
lo sucedido. Enterarme que no hay nada escrito, que no puedo dejar escrito nada porque sería
perjudicial porque de cierta manera no podía responder a nada si nada estaba escrito. ¿Entonces
qué? Seguir, al parecer. Esperando, callado y; sin embargo, jamás he escuchado tanto. La soledad
que engendró tal evento me permitió un poco de silencio, me permitía reflexionar las cosas, literal
a doblar el pensamiento sobre el mismo tema una y otra vez hasta agotarme sin agotar las
perspectivas. Y seguí esperando, el final creo que se resolvió con un: El MP aún no emite veredicto.
¿Debería esperar al Ministerio Público a que me llamaran para testificar? El único caso que conozco
es un tal Raskolnikov quien voluntariamente va a entregarse; pero aquí era un poco distinto. Yo
sigo un tanto confuso sobre lo que sucedió era noche; tengo mi recuerdos y los he estructurado lo
mejor que he podido hace dos años, empecé a hacerlo la noche en que todo empezó. Pero él,
Raskolnikov, fue voluntariamente a hacer un crimen. Yo sigo preguntándome después de años si
habré sido capaz inconscientemente de actuar de tal modo que tú te sintieras violada por mí bajo
todas las circunstancias que sucedieron esa noche. Esa pregunta sin respuesta, que sigue en pie a
falta de tu perspectiva, me impidió pasar la puerta de un lugar al cual no había sido invitado.
Entonces volví a hacer nada, sólo vivir, sobrevivir casi. Luego este mensaje: ¡CUÍDATE AMIGA!
Ese chico se ve simpático vendiendo libres pero tiene una demanda no resuelta por violación.
#SororidadUG
De eso hace dos meses. En este punto ya no sé qué pensar. Vuelvo a estar perdido pero
ahora tengo amigos. El valor de la amistad, apenas atisbado con Victoria, me hizo recapacitar sobre
la vida entera. ¿Qué debería hacer? La respuesta de ellos fue la más sincera, pura y sencilla que me
pude haber imaginado. Escríbele una carta con lo que siento, con lo que he pasado desde que
empezó esta historia entre nosotros. Es lo que intento. Intenté poner la mejor cara ante la realidad,
intenté incluso cambiar mi realidad, buscar nuevas experiencias, desautomatizarme, convivir como
medio de vivir. Eso me llevó a vender mi libros, eso entre otras cosas; pero fue toda una experiencia
poder compartir lecturas con personas apasionadas al arte, a la filosofía, a la historia, al
conocimiento en general, con personas que dirigen su pasión a cosas concretas y se realizan como
seres en ello. Conocí compañeros que ahora son mis amigos en esa etapa vendiendo libros. Pero
como te digo, llegó el cartel. Y me hizo, de nuevo, tornar la consciencia a la realidad, era imposible
seguir viviendo como si no hubiese alguien apuntándome y acusándome. Tienes que saber que no
venderé más libros en Valenciana, en primera instancia porque debo concentrar en hacer mi tesis
ahora; en segunda, por la presión mediática, no necesito ser imprudente y exponerme en un entorno
donde hay personas que están dispuestas a causar daño a las personas que han causado daño
clamando que son justicieros, vengadores. No son pocas las personas quienes apetecen causarme
dolor, como si ellos mismos hubiesen sido ofendidos, como si eso fuera a sanar tus heridas. Los
entiendo, en algún punto habría pensado igual, incluso hoy en día sería complicado ser ecuánime;
pero al menos existe esa idea en mí y trato de desarrollarla. En tercera, ahora no me queda sino
esperar llevarlos a un café y ver si así, con unos amigos, crear un lugar agradable en Guanajuato
para estar y ser. Lo interesante es cómo esa decisión de convertir mis libros en mercancía fue
suficiente para denominarme y singularizarme en un entorno donde los libros suelen ser
pertenencias; esa singularización me valió el reconocimiento en un mensaje de algo fortísimo.
Vuelvo a las mismas preguntas. ¿Habré sido capaz? Tú lo dices. ¿Yo qué digo?
Digo que involucrar a Elba Margarita Sánchez Rolón es poco más que un mal chiste, casi
una ofensa, es una injusticia. Fuimos tú y yo en mi cuarto. Nadie más. Ella fue quien me dijo que
me fuera para evitarme la presión mediática que sufriría; pero para entonces ya habría sufrido la
peor ofensa contra la vida misma y había fallado, había intentado dejar de sufrir a costa de ignorar
la belleza de la vida; por suerte mi intento de suicidio quedó en eso, sólo un intento. Como entonces
decidí quedarme y enfrentar la tormenta que se vino sigo ahora escribiendo aunque la lluvia torne
mi tinta en río, aunque el viento convierta mi canto en ruido, aunque el olvido me condene a ser
esto: papeles con palabras, negro sobre blanco. Ella sólo me dio un consejo que no seguí y dirige
ahora un proyecto mío de tesis que no logro acabar porque lo últimos años he estado pensando,
esperando, callando, escuchando; he estado vertiendo mi vida en un evento que se prolongó tanto
como Dark side of the moon y que aconteció hace dos años. Empero, el tiempo es menos que nada.
Esto es que en dos años yo he estado en silencio, cuestionando todas las causas, todos los caminos,
todos los detalles, todas las actitudes, los errores, los tropiezos, los fríos interminables en mi cuerpo
suceden cuando cosas importantes acontecen y siempre duelen, me es imposible calentarme, he
temblado desde el momento en que empecé a escribir esta carta. ¿Es esto usual? ¿Un acusado de
violación escribiendo a la presunta víctima? ¿Un violador pretendiendo ser escuchado por la
persona que fue violada por él? Probablemente sólo necesito saber que he tenido la oportunidad de
hablar, más allá de ser atendido con el oído y entendido con el intelecto. De esto, mi imposibilidad
de concentración en responsabilidades escolares por conflictos vitales que no son de ignorar como
ser acusado por violación; a que haya una doctora que aceptó asesorarme la tesis y que te hayas
atrevido a acusarla de encubrimiento, considero que hay un gran tramo que no pienso ignorar.
Esa noche fueron más de dos veces, cuando el 6 de febrero de 2018 fuiste junto con
Francisco y Luis al departamento donde los tres vivíamos. Después de haber tomado unos whiskeys
y tocar el piano juntos, fumamos marihuana y me puse a jugar un a partida de ajedrez con Luis ya
pasada la media noche. Después de un momento la presión se me bajó y me sentí un poco mal; por
ello, fui al baño, me demoré alrededor de media hora y de ahí acudí al catre que estaba en mi cuarto,
pensando que alguno de los dos podría ocupar mi cama, al final llegaste tú. Desde el catre, que
estaba justo al lado de la cama, comencé a tocarte y al encontrar animosidad de tu parte te masturbé;
nos detuvimos después de escuchar que los demás pasaron al cuarto de Francisco. Habiendo
cerrado ellos su puerta me paré a hacer lo mismo y poner música. Viendo que tú seguías despierta
me dirigí a la cama y pasamos un momento juntos. No sé qué tan detallista he ser en este momento,
podría resumirlo todo en cuatro partes dentro de mi realidad empezando por el consentimiento;
interpreté que estabas ahí por algo, creo que hubo suficientes señales cuando estuvimos juntos
tocando piano y conversando para conducirme a empezar la interacción contigo, estabas allí. Con
ello digo dos cosas, que si tú no hubieses seguido cuando entré al cuarto pues recuerdo ni haberme
despedido yo no habríame atrevido a nada; y dos, que lo anterior sólo cobra sentido cuando sucede
mi acción. Pues tú te volteaste y me permitiste tocarte, simulamos juntos dormir cuando Francisco
y Luis pasaron frente a nosotros, no vieron nada y lo que sucedió estaba, al menos desde mi
perspectiva, implícito. El segundo momento fue tras concluir mis necesidades, decidí continuar
para satisfacerme una segunda vez. Y ¿tú? Recuerdo que me dijiste que no te sentías cómoda con
que nos besáramos, recuerdo también; y aquí sucede el tercer momento, fue cuando me dijiste que
ya terminara. Lo que pensé es que ya había terminado, el segundo momento era más una pérdida
de tiempo que una urgencia fisiológica, era un acto impulsado por la mera irracionalidad, si es que
se puede hablar de racionalidad al momento en que decidimos estar juntos. El hecho aquí era que
me hiciste descubrir mi vacío, no había nada que acabar porque en el fondo lo que hacíamos estaba
vacío. En ese momento, el último, me pregunté por qué hacía lo que hacía, ¿dónde había quedado
mi postura de no hacer daño cuando mis acciones sin premeditación me hacían a mí infeliz?
Atentaba ahora contra mí mismo y este razonamiento una rabia creció dentro de mí por hacer cosas
que en el fondo no quería hacer o que hacía sin que yo me sintiera vivo. Golpeé la pared, el dolor
me situó en el presente. Terminamos. No recuerdo si me duché para limpiar tanto mi cuerpo como
mi culpa. Dormimos. Amanecimos. Recuerdo que el “Homenaje a Gleen Gould” de Kremer te hizo
sentir en la casa de tus abuelos. Después de haber desayunado los cuatro juntos no pensé que
tuviéramos ningún problema. Algo paso por alto, tu perspectiva.
Digo yo que lo que dices tú es por algo, es algo tan grande que al decirlo me impide decir
algo. Tú dices que te violé?, ¿quién dudaría de ti?, ¿quién dudaría, sobre todo hoy día, de una mujer
que acusa a su violador? En tu verdad es imposible pensar siquiera que no hablas con la verdad.
¿Por qué habrías de mentir, Paola? ¿Por qué habría de decir la verdad? En esta pequeña diferencia
algo se escinde y hace patente nuestras dos realidades. Dicho de otro modo, nuestras versiones.
Disculpa las digresiones, últimamente se me da mucho por divagar con el pensamiento, mi atención
pasa de una idea a otra como cuando sueñas, sin voluntad te encuentras viviendo otro sueño, sin
voluntad me encuentro hablándote de sueños cuando te escribo porque quiero, a lo mínimo, ser
leído por ti.
Regreso a la nota de hace dos meses, allí decía que tengo “una demanda no resuelta por
violación”. Esto me sorprendió mucho, en verdad, no lo sabía. Acudí a las instituciones que tú dices
haber ido y no tienen nada. En serio nada, sólo, creo, tu nombre escrito y el día en que acudiste con
algunas que otras palabras de algunas que otras personas. Me hizo cuestionarme, ¿es suficiente eso
para inculpar a alguien? Idealmente, suficiente sería, y hasta justo, que lo habláramos frente a
frente. Llegué ingenua y genuinamente que sucedería. Intenté que así fuera pero sucedería sólo si
tu voluntad accedía; espero que ellos hayan fallado en su trabajo, me entristecería saber que tu
voluntad se negó. Si no idealmente al menos intento que tú me leas. Que me ayudes a comprender
cómo tu violador sigue en libertad si todo lo que él ha hecho es, literalmente, nada. Actuar a través
de la no acción. ¿Esperamos a que las personas correspondientes, la Justicia, la Universidad, aun
la Verdad, resuelvan nuestro conflicto? Dices que la Universidad se hizo dependiente de la justicia,
raro que el Intelecto depende de la razón práctica cuando vimos que lo que sucede es lo contrario.
Nos dejamos llevar por la falta de razón (?) y emitimos un juicio que, desde un principio, está
previsto desarmar nuestras defensas lógicas y aceptar que una mujer que acusa a su violador no
miente. No podemos acudir a la Universidad al parecer, ¿a la Justicia en ese caso? Pero fue esta
quien en primera instancia dijo no. ¿Por qué? No lo sé. En este punto es donde me confundo. Como
te menciono, acudí a estas instalaciones para resolver la demanda por violación, creí que era lo
justo. Digo, si no estaba resuelta habría que resolverla, ya no podía seguir decidiendo no hacer
algo. La Universidad me dijo que sí, alguna vez fuiste, me explicaron que no estaba realmente
abierto nada, ningún expediente, caso, carpeta, lo que fuere, porque nunca se abrió nada; luego me
enteré, gracias a ti, por cierto, que te dijeron lo del MP. Ello me condujo al MP. Sus respuestas
fueron exquisitas. Primero me dijeron que sí, que había una expediente a tu nombre, que por
estatuto estatal o algo así permanecería suspendida ¡por once años! Imagínalo, yo sé que quieres
algo, desconozco qué es lo que sea. Justicia, en primera instancia tal vez. Ella te cerró la puerta
apenas hubiste entrado a su palacio. ¿Quieres que reconozca que te violé? Bueno, ambos queremos
la verdad y puede que la verdad que yo quiera de ti sea distinta o inclusive no te convenga porque
atañe a tu verdad. En fin, creo que ambos queremos resolver esa supuesta demanda. Digo supuesta
porque velo así, estaré once años a la expectativa de que tengas algo más que tu palabra para,
infortunadamente, tener que demostrar tu palabra. Digo infortunadamente porque, como te dije,
ideal sería que los dos conversáramos, frente a frente, y llegáramos a la Verdad a través de nuestras
realidades. No ha ocurrido. Tampoco ha ocurrido que presentes pruebas –tengo que interrumpirme
para recalcar que es desagradable, pero sumamente necesario en la ciudad no ideal que vivimos,
presentar pruebas–. Luego me dijeron que si dada la situación había sido amenazado. Sí. Me dijeron
que esperara a ser golpeado, sólo entonces, con evidencia física, podría demostrar algo. Se me hizo
desagradable. ¿Fue lo mismo que te dijeron?
Esto nos hace entrar en un ciclo no infinito, al menos de once años, lo cual no es poco, es
la mitad de mi vida, lo que sería un tercio de ella al cerrar el ciclo. El ciclo eres tú hablando, yo
esperando hablar, tú otra vez hablando yo no pudiendo hablar, tú de nuevo hablando, yo esperando
a que tu llamada sea atendida por alguien, tú hablando todavía, yo intentando escucharte y
responderte. Yo hablando, tú escuchando. ¿Qué es lo que quieres? Y más importante ¿por qué
quieres lo que quieres? Yo quiero que la Justicia actúe, intenté hacerlo solo y no pude. Tú has
intentado hacerlo, y no sola, y no pocas veces, y no sin cierto insistir; y no has podido. Te ofrezco
mi ayuda para resolver esto. Estoy seguro que juntos podremos llegar a la Verdad.

S-ar putea să vă placă și