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En esta exposición de José Alberto Rodríguez Ávila Graduado por el ISA , en Artes Visuales y
Conservación y Restauración de obras de Arte, hay también una extraña combinación de
procesos. Por un lado, la metabolización de conocimientos y estados de afectos hacia las
piezas que posee y expone el Museo de Arte Colonial, y la técnica de la Monotipia, débito del
surrealismo. Es evidente el fluir automático de las ideas e imágenes que quedan plasmadas en
la cartulina, embadurnada con tinta, y mucha imaginación.
Hay además una tensión entre la mirada del artista al objeto museable y el objeto en sí
mismo. Hay también una dislocación de la relación entre el objeto a mirar y la mirada del
espectador.
Llama la atención la descolocación de los elementos que emplea el artista para la elaboración
de sus obras y la ubicación de estos elementos como piezas museables per se. Esta acción
indica algunas conjeturas en relación al orden natural en el tiempo ubica el debe ser.
El objeto es parte de la cultura y las respuestas a esas decisiones resultan también modos de
leer la conducta de nuestro pasado. El autor de estas piezas quiere también fracturar el tiempo
y el espacio, quiere desequilibrar, subvertir, condicionar, controlar y dirigir- como un
demiurgo- las emanaciones de significado que dicho objeto de labor emite. Hay aquí un fino
seleccionar de los significados. Hay en estas líneas , un coqueteo orgánico con la idea de
trascender y la acumulación de objetos y bienes materiales. La fractura, el devenir entre lo
que creemos ser y lo que creerán que somos los hombres del futuro .La inquietud que emana
de la exposición Lecciones de Arte Volumen I, parece indicar que los objetos nos sobrepasan y
definen.
Dos metáforas recorren la exposición: La silla número 14 de Michael Thonet y la obra que deja
ver a un niño que recoge algo del suelo. La silla número 14 constituye una pieza revolucionaria
en el marco del diseño industrial, y el niño que recoge algo del suelo (se me antoja sea la
memoria), resultan un dueto conceptual de alto vuelo que resumen la idea de cómo entiende
Rodríguez Ávila, la convivencia entre la espiritualidad y el desarrollo tecnológico.
La relación con el surrealismo y con el Museo de Arte Colonial , hacen de esta exposición un
acto performático singularísimo, un regalo del creador para una institución que cumple 50
años de labor en la conservación y generación de memoria y cultura.