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CT ola Cultura de la Transicién Critica a 36 afios de cultura espajiola Carlos Acevedo, Pop Campabadal, Colectivo Todoazen, Jordi Costa, Ignacio Echevarria, Amador Fernéndez-Savater, David Garcia Aristegu, Irene Garcia Rubio, Belén Gopegul Victor Lenore, Carolina Leén, Isidro Lépee, Guillem Maztines, ‘Rail Minchinola, Pablo Muos, Silvia Nanclares, Miqui Otero, Carlos Prieto, Gonzalo Torné y Guillermo Zapata, DEBOLSILLO Primers iin: may, 212 ©21,Cho erd,ep Campa Cla To. ‘nee Sorser Dovid Gala Ares, rene Gala Robi els Gopeyu, Vicor Lenore Cauley Indo apes Gulom Martine acl iia, Pls Mako Sd Ninn gata Go Haney (02812 Rando Hows Mondadori. , ‘Teaver de Geen 0 2801 Baslone [Coordin ago de Guillem Martie OGMliins OOS sea tac ep re Ii rn ern gan Prine in Spain Inpro en Epa Dept lea 00652012 ‘Compuesto es Fotcompicin 365 $A, Inpro Buccs por ERE reer Indice AGRADECIMIENTOS PRESENTACION Elconcepto CT, por Guillem Martinez . La CT: un cambio de paradigma, por Ignacio Echevarria Emborronar la CT (del «No a la guerra» al 15- 530, por Amador Fernandez-Savater ‘Un mes en el que In CT enferms, por Gonzalo Torné . CCT y politica: Ia lucha por el punto medio, Del «pacto con el régimen, de entrada, no» ala vietoriade la CT, por Pep Campabadal..... Consensonomics: laideologia econémica en la CT, por Isidro Lopez. Libertad sin ira: qué fue de la critica literaria (y cual- quier otra) en la CT, por Carolina Leén Un Ministerio de Cultura en la sombra: SGAE, propie- dad intelectual y CT, por David Garcia Aristegui Misica en la CT: os sonidos del silencio, por Vietor Lenore... n 89 101 us ry cine:Iainclemencia intangible. Una primera apro- simaci6n a la obra critica y cinematografica de j.Li., por Jordi Costa : La CT como marco: un easo de éxito no CT: el 15-M. O de cémo puede suceder un éxito no previsto en tuna cultura, como la CT, que controla los accesos al Exito yal fracaso, por Guillermo Zapata LaCTy lacultura digital: como dar la espalda a internet, por Ratil Minchinela La CT y su posible pervivencia en internet, por Carlos Acevedo CT y humor: fa risa atada (y bien desatada). O el paso del buen humor al deseneanto y del mal humor ala inteligencia por Miqui Otero La CT y la igualdad, ese invento del Gobierno, por Irene Garefa Rubio y Silvia Nanclares | La CT y yo. O cémo aprendi a situar los suplementos en su dia, fecha, hora, momento, por Pablo Munoz, CT: apara olvidar qué olvido?, por Belén Gopegui APENDICES Los titulares mas escalofriantes de la Cultura de la ‘Transicién. La verdad est ahi fuera, por Carlos Prieto El ao en que también hicimos promocisa, por Pep Campabadal y Colectivo Todoazen SomRE Los AUTORES M4 Isl 161 am 183 195 207 19 225 24 Agradecimientos ‘Antes de empezar, un gran agradecimiento. A todas las per sonas eémplices en Ia elaboracidn de este libro, Entre ellos, Joan, que compré la burra en un plis-plas, y Maria, que la hizo suya y no se volvié majara en ningén tramo de la pro- dduceisn, Maria, los periodistas pagan la factura del gas y entregan sus libros al filo del decoro. Lamentablemente, snif, esta Vez, tampoco ha sido una excepeién, Gracias a todos por todo. Presentacin La Cultura de la Transici6n (CT) es el paradigma cultural he- ‘gemdnico en Espafia desde hace mas de tres déeadas, que se dice pronto. Son treinta y cinco afios en los que, més que un {tapén generacional, ha habido un tapén cultural, Acceder a la cultura ha supuesto —y, me temo, aun supone— acceder @ set taponado, acceder a una determinada y asombrosa serie de reglas-tapén que empequeiecen y determinan el recono- cimiento de un objeto como cultura, El resultado es una pa- tologia singular la cultura mas extrana y asombrosa de Euro pa Se trata de una cultura —el presente volumen intenta explicar los mecanismos que hacen posible esto tan sorpren- dente— en la que una novela, una cancién, una pelicula, un articulo, un discurso, una declaracién o una actuacién polit- 2 estén absolutamente pautados y previstos. Se trata, a su _ ez, de una aberracién cultural, que ha supuesto una limita- cin diaria y Namativaa a libertad de expresiéna la libertad de opinin,a la libertad creativa. A la libertad, a palo seco. Desde mayo de 2011 estamos asistiendo, en ese sentido, a ‘un combate cultural. La CT se enfronta a nuevos puntos de _vistaculturales. Cosmovisiones ante el arte, la democracia, la ‘Politica, la economia, jamss esperadas por ia CT. y que la CT sincapaz, tan siquiera, de comprender. El presente volumen quiere ofrecer una herramienta a ese combate cultural: el soncepto CT. Lo que el lector tiene en las manos es una defi- nicién del eoncepto CT (Guillem Martinez), una explicacién Sobre su génesis (Ignacio Echevartfa) y una descripeidn de st Adecadencia antes y después del 15-M (Amador Fernéndez- 2 (CTOLA CULTURA DELATRANSICION Savater); un anslisis del funcionamiento de la CT en la pren- sa durante mayo de 2011 (Gonzalo Torné), y una explicacién ante el hecho de que fenémenos como el 15-M hayan podido tener recorrido en todo fo contrario: 1a CT (Guillermo Zapa- ta), Posteriormente, el concepto CT es sometido a diversas dlisciplinas y dmbitos, Pep Campabadal habla de CT y politi- ca; Isidro Lépez, de CT y economfa; David Garcfa Aristegui, ‘de CT, propiedad intelectual y SGAE; Carolina Le6n, de CT y eriticaliteraria; Vitor Lenore, de CT y misica; Jordi Costa, de CT y cine; Ratil Minchinela, de CT e internet; Carlos Ace- vedo, de todo lo contrario, es decir, de la posible pervivencia de la CT en internet; Migui Otero analiza la CT y su humor Carlos Prieto habla de CT y ttulares periodisticos; Irene Gar- cia Rubio y Silvia Nanclares analizan la construccién del ‘maginario colectivo a través de més de tres décadas de CT. Finalmente, Pablo Muaoz —un exponente de una genera- cidn jovencisima, que ya no se ha formado en la cultura espa- fiola/la CT, sino que ha recurrido ala cultura anglosajona— cexplica su incorporacién a la cultura local. Lo mismo hace, ‘con otra perspectiva y otra experiencia, Belén Gopegui, que explica la incorporacion de otra generacién anterior al mis- ‘mo paradigma cultural Las personas que hemos escrito este volumen confiamos cen su utilidad y pertinencia para, una vez descrito el paradig- ‘ma cultural espaol, establecer nuevas posibilidades de cul- tura y de realidad, Suerte, amigos GuILteM Martinez, coordinador Elconcepto CT Por Guillem Martinez La libertad y sus barrotes Elconcepto Cultura dela Transici6n (CT) es una creacién muy tolectiva. Arranca, iniialmente, de a) valoraciones poco edi- ficantes ante el optimismo generalizado que suscitaban las Series culturales espafiolas posteriores a 1975.y de b)inicia- Tes deccripeiones de los nuevos roles del intelectual y la cul- tura, esos palabros, desde el fin del franquismo. Son puntos de vista escasos, exéticos, formulades por Gregorio Morn (Elprecio de la Transicidn, 1992), Manuel Vazquez Montal- ban (El escriba sentado, 1996), Sdnchez Ferlosio —un sefior muy citado, por lo que veo,en este volumen y al que, por tan~ to, deberfamos enviar un jamén—, Juan Aranzadi (El eseudo lie Arquiloco,2001),¢ Ignacio Echevarria en los primeros nt fneros de Laveral (1992), una revista que, en lo que ¢s una netéfora de la vida de Tos mamfferos en el habitat CT, se planted darle para el pelo a la CT, para pasar, en breves se~ fundos, a ser otro Love Boat de la CT. Sf,no es mucho mate- Fal y no es mucho nombre propio. Lo que orienta sobre el ‘lima de inquebrantable adhesin non-stop que supone Ia CT J la dificultad para emitirevtica cultural y de Ia otra en una ociedad en la que la CT es hegeménica. 'Peve a ello,eleoncepto CT ha sido una herramienta que ha crecido, en formulacidn y difusién, en internet, Ha recurrido para elloa la antropologia cultural, teorfs dela revepeion,a Th teoria de los marcos y a los culture studies. Y también —¥ cso, como periodista, me lena, yupi, de honda satisfaccign— 4 (CTOLA CULTURA DE LATRANSICION al método periodistico. Ya saben: el recuerdo de una disciptina nacida para someter el poder a control,y que ha visto en la cul- tura espaftola de fos tiltimos afios un elemento de control del poder inusitado, violento, descomunal y tinico en Europa. Con todas esas confluencias, se puede explicar, gracias al ‘concepto CT, una cultura en su sentido ms vasto, aiplio, glo- bal e, incluso, gore, través de una manera de observar la cul- tura como forma y fondo. Fs la cultura como baile, pero tam- bbién como pista de baile, vamos. La CT, asi, puede explicar una, novela espafola, pero también un articulo periodistico, un edi- torial, una ley, un discurso politico. Es una herramienta formi- ddable para ler la realidad y su formulacidn, la cultura, Amador Fernindez-Savater ha ampliado mucho el concepto en esa di- reecidn y con resultados sorprendentes.Y beligerantes. El lector que me haya seguido hasta aqui se estar pre- _guntando, por tanto, qué es la CT y dénde puede comprarse tuna, por lo que serfa oportuno poner cara de romano y soltar alguna definicin resultona al respecto. At va.En un sistema, ‘democrdtico, los limites ala libertad de expresién no son las, leyes, Son limites culturales Es la cultura. Es un poco lo que apuntaba Mozart —uno de los primeros hombres libres con- temporsneos codificados— cuando sefialaba que la libertad solo se encuentra entre barrotes. Los barrotes —especificaba Mozart— que forman el pentagrama, esa pauta sobre la que formulaba su mdsica/ su libertad. La CT es la observacion de Jos pentagramas de la cultura espaiiola, de sus limites, Unos, pentagramas canijos,estrechos,en los que solo es posible es- cribir determinadas novelas, discursos, articulos, canciones, programas, peliculas, declaraciones, sin salirse de la pégina, 0 ser interpretado como un borrén. Son unos pentagramas, por otra parte, formulados para que la cultura espaaola realizara pocas formulaciones. El informe Brodie de la CT La génesis de la CT no se encuentra en la Guerra Civil. Se en- ‘cuentra en sus quimbambas —o, glups,en su 2.0—: la Transi- EL.CONCEPTO ct 15 ‘dn. Un proceso en el que as i2quierdas tenfan poco que aportar, por lo que su gran aportacién fue a través de la ce- sién del nico material que posefan: Ia cultura. En un pro- eso de democratizacin inestable,en el que al parecer primé como valor la establidad por encima de la democratizacién, las igquierdas aportaron su cuota de estabilidad: la desacti vaci6n de la cultura. Con esa desactivacién, la cultura, ese campo de batalla, pas6 a ser un jardin, ;Fue una cesién es. pontdnes? En todo caso, no fue una césién inocente, como punta Ia rapidez de la reconversion de la cosa, Lacultura, de hecho, esté notoriamente desactivada como tal en 1977, cuando, ante el silencio de la cultura y sin meca- nismos culturales de ertica, se producen los Pactos de la Mon- cloa, primer pacto oficial de franquismo con la oposicion, que supuso Ia eliminacién de los movimientos sociales y el aban- | dono de propuestas democriticas mis amplias —como, snif, | lademocracia econdmica—. El abandono, vamos, de lo que | habla sido ln inquerda del interior en tos times ats dl {ranquismo. Puede ser una metafora, pero los inmediatos choques del franquismo con la cultura —choques cotidianos, con impre- sionantes puntas de violencia, como pas6 con la bomba de El Papus (1977), el consejo de guerra a Els Joglars (1978), y el prealquitranado y preemplumado de La benemérita a Pilar Miré por Elcrimen de Cuenca (1979)—se producen sin nin- ain partido que defienda a las victimas, es decir, que defien. dda el oficio de las victimas. En 1981 la desactivacidn de la cultura es tan grande que ya no se dispone de otra lectura dl 23-F que la facilitada por el Estado y por su més alto re- presentante, situacidn en la que, por otta parte, seguimos sta mafiana a primera hora, El proceso de desactivacion est finalizado y equipado de serie para el referéndum de la OTAN (1986), cuando aquel oficio que se enfrentaba al po- | dersin defensa desde 1977, ya ha cambiado de oficio, de ma. hera que ya esta completamente alineado con el poder. El paradigma cultural, para entonces, es otro, La cultura, sea lo {que sea, consiste en su desactivacién, es decir, en crear esta. Pilidad politica y cohesién social. Trabaja, en fin, para el Es- 16 (CTOLA CULTURA DE-LA TRANSICION tado,el nico gestor de Ia estabilidad y de la desestabilidad desde 1978. Una cultura vertical Basicamente, le relaci6n del Estado con la cultura en la CT es la siguiente: la cultura no se mete en politica —salvo para darle la raz6n al Estado— y el Estado no se mete en cultura —salvo para subvencionarla, premiarla o darle honores— Parece una relacién civilizada, de padres divorciados pero cenrollados. Pero es, bésicamente, una relacidn intrinsecamen- te violenta, Vesmoslo por partes a) Laparte de la cultura, Un objeto cultural es reconocido ‘como tal, yno como marginalidad, siempre y cuando no col sione con el Estado. Aquf es preciso sefialar que la zona de no. colisién es amplisima, mientras que Ia zona de colision es re- dducida. Lamentablemente, esa zona de colisién eonsiste en lo problematico, el punto en el que se ha producido la cultura ‘europea de los tltimos trescientos afios, Por eso mistno, en la (CT desaparecen todos los productos culturales probleméticos. El resultado es la produecién de miles y miles de productos aproblematicos —en todas sus modalidades: social, politica sf, pero también formal y estética; la belleza, si se fijan,es abso” Tutamente, sn, problemidtica en muchos de sus tramost con- cretamente, en los mas bells, si me fuerzan +b) La parte del Estado es complementaria a esa brutali- dad. Con su dinero, sus premios, sus honores, acilita la cosa y ahorra tiempo, al decidir lo que es cultura o no. Curiosamen te, en ese trance, el Estado y la cultura coinciden de nuevo {en que no es cultura lo problemético. El eastigo a la persona, ue apuesta por lo problematico es diferente al que recibiria en Corea del Norte, otro pais cuya cultura y Estado coinci den. Consiste en la marginalidad. Ese castigo, por otra parte, no lo ejerce el Estado, lo ejerce la cultura, Por ejemplo, en los medios, que evitan hablar de productos no considerados, culturales bajo esa perspectiva/no premiados/ no subven. cionados/no cohesionadores/problematicos. Fr ELconcertocr ” tra similitud entre Corea del Norte y Espafia, ahora que caigo, es el rol propagandistico de la cultura. La cultura, ast ddescrita, es una gigantesca méquina propagandistica —de ma- nera activa, 0 piando; de manera pasiva, o hablando sobre la rada— de un sistema politico: el sistema democratico espa- fil, tnico receptor de cero criticas en la CT. El mas y mejor ‘del mundo mundial, que ha sabido sortear con responsabil- dad y madurez un dificil reto que bla, bla, bla, La CT es, pues, ‘una cultura vertical, emitida de arriba hacia abajo y que mo- dula toda Ia cultura espafiola que quiera serlo, El eardeter propagandistico de Ia cultura espafila actual es tal que, de hecho, la CT es la gran cultura europea que carece de crit cca. No hay posibilidad de crticar —es dect, de someter a pro- blematizacién un objeto, nacido, por otra parte y comtinmen- te, con la esperanza de no prob nada—.De la misma manera qué tor chachi, se carece de herramientas para emitir critica ante tun discurso politico o un fendmeno social. O, lo que es lo mis- ‘mo, el tinico ideal eritico posible en la CT es su aproximacién ‘o lejania ala CT. Cerca es bueno; lejos no es cultura, Si, pero El lector avispado, no obstante, puede tener algin reparo ante a descripci6n plis-plas de Ia CT que les he facilitado en el anterior apartado. No se vayan, que intentaré pelarme to- dos sus reparos. Reparo I: «Lo que usted dice no es mas que ‘al concept largo», N ero esa modulacidn es menos activa y acostum- ‘bra a tener menos participacién politica de instituciones que en la CT.La CT es una aberracién politica y definitivamente espafiola. Reparo 2: «Lo que usted dice es lo que ha ocurrido 8 (CTOLA CULTURA DELATRANSICION en Occidente desde 1968: Ia desactivacién de la cultura y su cconversién en ocio y mercado», No, En Francia, pongamos, Ja cultura, en efecto, fue desactivada con posterioridad al ‘mayo franeés. Fue una desactivacién interna. La cultura de- cidi6 ser lidiea y ver en ello un éxito evolutivo. Aqui, la de- sactivacién sucedié fuera de la cultura. En el Estado, Aqui el Estado realizé-la meditacién, yno la cultura. El punto funda- cional de la CT es, precisamente, el momento en el que la ccultura deja de emitir meditaciones sobre si misma. Reparo, 3: «Lo que usted describe es la suplantacién progresi cultura por el mercado, un fen la CT, sise fijan,se produce, en ierta manera, aun poca cultura de mercado, es decir, poca cultura internacional, exportable, atenta a los gustos inter- nacionales de! mereado, Se produce, en todo caso, una gran ‘cantidad de productos CT, que —y ahora pienso en la serie literaria— intensifican la adhesin, la estabilidad y la des- problematizacién —conceptos politicos absolutamenie locales ¢ inexportables—. por encima de los riterios de mercado al uso. Los grandes éxitos de Ia literatura CT, por ejemplo, son inexportables. Su dnica funci6n y su nica vida es local. No es [o mismo Cercas 0 Muiioz Molina —CT— que Ruiz Za- fon 0 Pérez-Reverte —el mercado—. Un consumidor de li- bros de mereado internacional se quedarfa pajarito coa unos y satisfaria a inversi6n de su compra con los otros. Reparo 4: «Usted de fo que habla es de la muerte del compromiso». No, Hablo de Ia muerte de la problemética y de una cult ra cuyos intelectuales estén absolutamente comprometidos, contra Io problemitico y con el Estado, de manera que en la cultura solo optan por los temas que el Estado propone. Ha- bilo, en fin, de la posibilidad de hablar sobre ese compromi- so. Muy vivo, por otra parte. Reparo 5: «Usted habla de teo- ras conspirativas». No. Hablo de todo lo contrario, De algo (que se ve por todas partes y en régimen de cotidianidad, no de excepcionalidad. Hablo, vamos, de cultura, Incluso las culturas verticales, como la CT, carecen de un despacho del Doctor No que lo centralice todo. Una cultura, en ese senti- do, es un despacho al aire libre. Hablo de la posibilidad de | escribir ese despacho. Hablo de la posibilidad de hablar de Io {que ocurre cotidianamente, en un dia normal formulado por lac. Descripcién de un dia normal segiin la CT EI L1-M de 2004 fue, ce hecho, un dia normal para la CT. Su ‘originalidad es que, a través del funcionamiento de la cultura ‘lo largo de ese diay Ios siguientes, se puede observar cémo funciona una cultura vertical, cuya razén de ser es la creacién de cohesidn y propaganda. Ese dia, antes de las 8.00, explota- ron varias bombas en la estacion de Atocha. La autoria del atentado fue, en un principio, confusa. Los medios y corres- ponsales extranjeros, usuarios de otra cultura, acabaron con ‘esa confusién sobre las 12.00, hora en la que, amparados en sus respectivas culturas yen el método periodistico (observ cidn de la realidad + control del poder), atribuyeron el aten- tado a una firma diferente a la propuesta por el Estado. Los ‘medios espaioles mantuvieron la opinién gubernamental al respecto no solo a lo largo de ese dia —una opcion que orie ta hacia una aberracién cultural —,sino a lo largo de tres dias més. Si,en aquella ocasién hubo despacho del Doctor No. El presidente espaitol llam6 personalmente a varios directores de diario para intensificar su propia tesis frente alos atenta- dos. Pero también recibieron ese tipo de llamadas diversos corresponsales extranjeros, que no dieron ningtin erédito a las consignas recibidas, Sus culturas y sus e6digos profesiona- les estaban equipados para desactivar ese tipo de llamadas, para no participar en ningsin ejercicio de cohesién. Fl hecho de que un presidente de Gobierno llame a un diario, por otra parte,es algo impensable en el resto de las grandes culturas oc- identales, como el hecho de que una llamada asf pueda cam- biar la primera plana de un diario sin caer ea la patologia Los medios, esa amplia regién de la cultura, hiciero pues, lo que debian, lo que su cultura consideraba su deber Los accesos a la informacion de aquellos dias también se aiustaron absolutamente @ un modelo cultural que todo el La sensacin esque el PSOE —,neluso,1U—velarela- ‘mundo tenia formelado en su cabeza, | ida entre culturay Estado que forja la CT como un triunfo | Gelas iequierdas. La pregunta del millon — debe el Estado | ofrecer cultura los ciudadanos?- ao solo no se formula | Gesde i izquierda de in Tansicidn, sino que en un momento | eel que esas izquierdas emiten series dudas sobre si el Es El grueso informativo, y al- _gunas pocas firmas,optaron por la otra postura que ofrece la |-—_—tado debe o no ofrecer sanidad o educacién, no existe duda CT sino quieres salirte de ella:no se alinearon con las tesis_—-—_de que debe ofrecer cultura. Es mas, en diciembre de 2011, duras del Gobierno, pero apostaron por la opcién aproble- _-—_cuado existia el rumor de que el nuevo Gobierno del PP iba ‘mética: apostaron por una lectura sentimental del asunto,a __-—-—aeliminar el Ministerio de Cultura —un ministerio impor- ravés de las biografias de las victimas y del dolor como -—_—tante para la CT y un rumor muy improbable de verse reali- tema. zado en una cultura vertical—, se empezaron a modular La CT, aquellos dias, demostré —si omitimos la participa- cecuaciones por parte de intelectuales del PSOE en las que se «ign de! Doctor No: sino la omitimos, pues también—cémo defendia la existencia del ministerio en tanto se vineulaba la CT a la industria cultural. Esta ecuacién (CT = industria cul funciona cada dia, cémo gestiona la realidad, cémo dibuja tural) limitada, pueril,es la formulacién mas al limite que ha Jos marcos. Distribuyendo las tesis gubernamentales, optando por las vias de investigacién —en este caso, literaimente— | _realizado la izquierda en més de tres décadas. Algo inquic- Dropuestas desde arriba y, cuando no hay muchas ganas.no | -_tante si pensamos que la derecha espafiola esté viviendo una hablando de todo lo contrario, sino del tema propuesto desde revolucién creativa absoluta, ampliable a su propia interpre- sus puntos de vista menos problematicos. Curiosamente, des- {acid de la CT. pués de aquel festival solo abandons la direccidn de un diario Desde los afios noventa, la FAS y los think tanks del Re- local un director de'un diario de derechas. Lo que puede publican Party empezaron a intercambiar lenguaje. El resul- orientar sobre quién se mueve mas y mejor en el agua en la tado es una derecha espafiola por primera vez no vinculada al CT, y cudl es el futuro de la CT léxico oal imaginario franquista. Es, lo dicho, una derecha re- volucionaria —es decir, poseedora de un Iéxico revoluciona- rio y de una misién revolucionaria— que utiliza un vocabu- La CTy su primo el de Zumosol lario rampante —con palabros como libertad, derecho © Constiuron eada dos segundos.) modulaciones saber Posiblementela ica evolucdn itera de la CT a través de tain del dsurso police para expen pollicas reno. tor ios tenia pico aosse ha prouelde a teas dees nares yulvaliberaes-La nueva derecha,obvamentutliza doe grands partes espales es deci. a aver de ls don tos mecantsioe dela CT'-ese culture vert que nals Sniets opciones que pueden set poder pueden sdrsiniten, para pone tess gubernamentaes— pra expand la nor desde aria In CT-Ambos partidos compartenla observa: | [mulidad den discs htonenmenteapormal Po oa tiéndelaCTcomo.lparacigmacalural opetetmatuaies. | Ota az de superar lo yuyes del pasado. Ven sus fuciones se. ticalidad, cohesién, desproblematizacién— no solo como | screacion de empresas culturales para emitir su deseablesino como muy satiactonas Las euacones me. QUALI incase pertodos de oporetenn Tae, ‘nos arriesgadas proceden, empero, de Ia izquierda, ‘perimentaci6n en redes sociales ¢ internet 0, esta es la mds

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