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El teatro y la enseñanza son dos disciplinas tan antiguas como importantes para

explicar la historia de la humanidad. Por eso no es extraño cuando escuchamos


hablar de la utilización del teatro como parte importante de una escuela, no para ser
representado, sino como método pedagógico.

La universalidad del teatro en general (incluido el teatro de sombras), se refleja en


las técnicas de dramatización, las cuales son utilizadas con frecuencia en muchas
aulas para impartir asignaturas de todo tipo, no solamente literarias o artísticas. Estas
técnicas utilizan como base la representación y la expresión teatral para exponer y
trabajar contenidos de Matemáticas, Historia y lengua, entre otras. Eso sí, estas
técnicas deben complementarse con libros, trabajos en grupo, excursiones, etc.
¿Qué beneficios tiene el teatro en clase
para los niños?
- Mejora las relaciones interpersonales, tanto con sus iguales, otros alumnos, como
con sus profesores. Cuando los estudiantes son más jóvenes, ayuda a una formación
integral.

- Las formas de expresión se vuelven fundamentales y en franco desarrollo: lenguaje,


música, cuerpo, movimiento en general… Se mejora la expresión oral, y la
comunicación.

- Desarrollo empático sin igual. La adopción de diferentes roles, con diferentes


sentimientos e incluso realidades. Eso hace que el estudiante genere empatía con el
rol.

Actividades para el teatro en el aula


- Actividades para trabajar el lenguaje corporal: caminar de puntillas, sobre los
talones; caminar por el aula de diferentes formas; mover el torso y no los pies; decir
alguna frase alusiva al modo en que caminamos; imitar la forma de caminar del
profesor; hacer una maleta imaginaria, etc.

- Actividades de observación: imitar los movimientos del compañero o lo que ves y


hacer escenas improvisadas solo o con compañeros.
- Actividades de sincronización: caminar con un sentimiento dentro de nuestro cuerpo
y en nuestro rostro; creación de una escultura que ejemplifique sentimientos, etc.

- Actividades de improvisación: inventarse personajes con ropa de manera


minuciosa y actuar como ellos (deben tener nombre, gustos, problemas, etc.);
representar con gestos qué hicieron durante el día, desde que se levantaron; en
parejas de dos, improvisar por ejemplo en la parada del autobús; una visita guiada en
la que un guía conduzca a visitantes por un museo imaginario; escenificar un texto
que debe ser leído en voz alta mientras, etc.

- Actividades de cooperación habiéndolas preparado antes: por ejemplo, representar


algún cuadro o escena histórica famosa.

- Actividades de entonación/vocalización: leer los labios, decir trabalenguas


manteniendo un estado de ánimo, etc.

Las actividades teatrales pedagógicas tienen un gran peso en la impartición de clases


actuales, con independencia de la asignatura. Se utiliza en muchas escuelas para el
aprendizaje de las matemáticas, física, química, historia y muchas otras que no tienen
que ver necesariamente con las artísticas. Las actividades para lograr que los
estudiantes participen en el aprendizaje son muy variadas y posibles. ¡Aplícalas!

El teatro de aula como estrategia


pedagógica
Proyecto de innovación e investigación pedagógica

Petra-Jesús Blanco Rubio


Nota previa al proyecto de Teatro de Aula
Este proyecto de Teatro de Aula es el resultado de una experiencia pedagógica
realizada en el C. P. Birjinetxe de Bilbao a lo largo de los últimos 20 años.
Desde la concepción clásica de Aula de Teatro hasta llegar a la filosofía con la que
hemos impregnado nuestras últimas actuaciones hemos sufrido una catarsis personal y
profesionalmente, que ha invertido valores y conceptos tradicionales tanto en Educación
como en Teatro.
La tarea ha sido dura y lenta; con avances y retrocesos; con entusiasmos y
decepciones. Nos hemos sentido incomprendidos la mayoría de las veces y, cuando el
azar ha coronado una dramatización con un premio más o menos espectacular pocas
personas, incluidas aquellas que, por su posición pedagógica, debieran haber intuido la
trascendencia del proceso, se han quedado en la anécdota de la representación brillante.
Solamente en una ocasión, en 20 años, una Inspectora se detuvo a analizar técnicamente
nuestro sistema y nos animó a publicarlo.
Gracias a ello y después de una dura autocrítica unida a un inquebrantable
entusiasmo, nos hemos atrevido a formular este proyecto como guía para educadores
optimistas.
El formato del trabajo corresponde a las bases de un concurso sobre innovación
pedagógica, al que osamos presentarnos y que, naturalmente, ganó un proyecto sobre
nuevas tecnologías.

1. ¿Qué es el Teatro de Aula?


Puede parecer pretencioso que, después de cerca de tres mil años de vigencia, alguien
considere el Teatro como una innovación, máxime cuando en la mayoría de los centros
de enseñanza se llevan a cabo dramatizaciones que dan prestigio y realce al Colegio. Pero
el Teatro escolar no debe ser solamente el broche de oro con que termine el curso: puede
y debe ser exprimido de tal manera que se convierta en el meollo de nuestro quehacer
educativo.
En estos tiempos tan poco generosos, tan poco dialogantes, en los que el niño se
siente solo, no ha de pedírsele que exprese exclusivamente su mundo interior -siendo
interesantísimo- como ocurre en la clase de Expresión Plástica, sino que escuche también.
El gran problema de la sociedad en la que vivimos es que no sabemos escuchar. Tal vez
hayamos generado esta sordera como refugio ante la invasión de mensajes que nos acosan
continuamente, enviados por alguien que sí tiene, sabe y posee medios para emitir. La
actitud de nuestros escolares ha sufrido un acentuado viraje hacia horizontes hasta hace
poco insospechados. El abuso de medios audiovisuales, si bien informa sus mentes, va
deformando su expresividad. El niño teleadicto de ahora no juega, no ríe, no compite con
los demás: lo hace con y contra la máquina, contra el videojuego, contra el ordenador. Ha
dejado de ser un emisor de emociones para convertirse en un mero receptor... y,
tristemente, no de los conocimientos y las ideas naturales, propias de su evolución, sino
de otras exteriores, inculcadas subliminal y programadamente por personas que no
pretenden educar en valores. Nunca en la historia ha estado el niño mejor atendido y más
abandonado.
Por ello hemos de buscar una actividad artística que respete y potencie la
expresividad de nuestros alumnos, pero que les haga saber que, además de la suya, existen
otras opiniones igualmente respetables. La actividad artística que conjuga estas dos
posturas (escuchar y exponer), que son el eje de la convivencia y la ciudadanía, es el
Teatro.
El Teatro, que es, ante todo, diálogo, supone un reto, un estímulo, una
transformación... y aplausos. El niño de hoy necesita todo eso y mucho más para superar
el handicap de la superprotección familiar, la pobreza de conseguir todos sus antojos, la
soledad producida por largas horas ante el televisor, el agobio de las clases particulares,
la angustia materna por no tener dinero para pagar el plazo de la lavadora, las riñas
conyugales o la separación de sus padres. O para superar sus propios problemas, como
pueden ser su timidez, torpeza, pereza, despiste, atolondramiento, inseguridad o miedo.
En algunos centros educativos se suele trabajar el Teatro con mucha dignidad, tanto
por parte del profesorado como por monitores especializados, en horario extraescolar. A
este tipo de actividad se conoce con el nombre de Aula de Teatro y acoge a alumnos con
aptitudes dramáticas, dispuestos a todos los sacrificios por conseguir una brillante
representación. Previas al Aula de Teatro y, ya dentro de las programaciones escolares,
aparecen ejercicios de sicomotricidad, juegos dramáticos, etc., que damos por realizados
desde el parvulario.
Lo que se ofrece en este Proyecto no es un Aula de Teatro convencional, sino Teatro
de Aula, que presenta una filosofía, planteamientos y soluciones completamente
distintos.
El TEATRO DE AULA es una estrategia pedagógica, lúdica, motivadora,
transversal y multidisciplinar, que parte de la inmersión de un aula completa en un
proyecto dramático. Diseñado principalmente para alumnos de Tercer Ciclo de Primaria
y Educación Secundaria Obligatoria, pretende, no solamente potenciar cualidades
específicas tradicionales, como pueden ser la expresión corporal, la memoria, el sentido
espacial o la sensibilidad artística, cuanto aglutinar al colectivo de alumnos alrededor
de una empresa que pertenece a todos y a cada uno. No es solamente un área
transversal, sino el eje vertebral que va a configurar todas las actividades del tiempo que
le queramos dedicar (ciclo, curso, trimestre...); la urdimbre alrededor de la cual se
tramará la vida escolar fuera y dentro del aula; la transgresión consciente y voluntaria
del tratamiento de las áreas de trabajo, de por sí duras, para convertirlas en accesibles y
entrañables. En el Teatro del Aula todos los participantes han de ser protagonistasy
autores porque es flexible y elástico y se valoran todas las opiniones.
Este Teatro de Aula no está programado tanto para realizar un estreno teatral
espectacular, cuanto para ser vivido y asimilado durante el proceso de preparación. Su
meta es el camino a recorrer. No es una representación escénica -que puede, incluso, no
llegar- sino el proceso que la ha generado.
El Teatro de Aula no es un fin sino un medio.

2. Objetivos del Teatro de Aula

2.1. Objetivos generales:


1° -Elevar la autoestima y la autoconfianza en los alumnos.
2° -Crear en el aula un marco de convivencia agradable entre los compañeros y
entre éstos y el profesor.
3° -Fomentar hábitos de conducta que potencien la socialización, tolerancia y
cooperación entre compañeros.
4° -Hacer sentir a los escolares la necesidad de someterse a una disciplina
necesaria en todo grupo.
5° -Sembrar inquietudes intelectuales para que los alumnos disfruten del estudio
y de la investigación.
6° -Sensibilizar a las familias acerca del proceso educativo de sus hijos.

2.2. Objetivos específicos:


Conseguir que el alumno aprenda a:
-Conocer su propia voz y utilizar la palabra como el más noble medio de
expresión.
-Encontrar en su cuerpo (manos, voz, gesto, mirada, movimientos) recursos
comunicativos y disfrutar de ellos.
-Potenciar la lectura y corregir defectos de dicción.
-Asimilar los problemas de los demás al tener que asumir los de sus personajes,
lo mismo que su manera de hablar y sentir según su época y condición.
-Poder transportarse con la imaginación, a otros momentos históricos.
-Analizar los personajes y las situaciones representadas.
-Realizar una crítica del hecho dramatizado.
-Saber colaborar en la preparación de vestuario, decorados, manipulación de
aparatos (magnetófono, luces...), etc.
-Comportarse debidamente en un espectáculo.
-Conocer los recursos de grabación en vídeo como resumen e inmortalización
de una tarea artística efímera.
Deliberadamente ninguno de estos objetivos está relacionado con la perfección
de un estreno teatral, que incluso puede no llegar, aunque sea lo que esperen los
alumnos. Puede ser su meta, pero no nuestra meta. Ellos no son actores ni actrices
y, posiblemente, no lo serán nunca. Si luchamos por conseguir una correcta
vocalización o la asunción de su personaje es porque consideramos que son objetivos
del curso la expresión oral o la empatía para comprender a otro. Gracias al Teatro
de Aula lo van a conseguir.

2.3. Desarrollo de los objetivos generales


1° -«Elevar la autoestima y la autoconfianza en los alumnos.»
Desde que el niño se suelta de las faldas de su madre hasta que, ya adulto, consigue
afirmar su personalidad, debe ir quemando etapas de miedos, inseguridades, dudas,
ilusiones y desilusiones que van haciéndolo madurar. La mayoría son inherentes al
proceso vital y se superan de forma natural, pero la sociedad de hoy abruma de tal manera
a las criaturas que su tierna sensibilidad hace que éstos reaccionen con dos tipos de
actitudes, aparentemente contradictorias: hacia afuera (el niño agresivo), y hacia adentro
(el niño reconcentrado). Arañando suavemente en ambos casos descubrimos niños
inseguros y temerosos. Naturalmente, el que molesta en la clase es el primero. Su
agresividad es proporcional a su falta de autoestima y a él le vamos a dedicar nuestras
principales atenciones. Si, además de molestar, es incordiante con preguntas incómodas,
podemos estar ante un tipo inteligente, posiblemente buen actor, y un papel oportuno
puede convertirse en la mejor terapia que lo redima de su incompatibilidad con el resto
del grupo y con el profesorado.
En el apartado de alumnos que reaccionan hacia dentro, para defenderse de la
opresión exterior, podríamos incluir a los empollones y a los adictos al televisor u
ordenador. Aunque los padres se quejen de que su falta de sociabilidad se deba a la
teleadicción, a veces, sobre todo en la preadolescencia, puede ser un refugio donde
ocultan su timidez y su pánico a enfrentarse a una cuadrilla.
El aislamiento televisivo o intelectual puede ser efecto, en vez de causa. En el Teatro
de Aula van a romper los primeros hielos y hacer amistades.
2° -«Crear un marco de convivencia agradable entre los compañeros y entre
éstos y el profesor.»
La educación para la convivencia debe constituir un fin en sí misma. Si queremos
una escuela viva, tanto en Primaria como en Secundaria, no nos puede satisfacer el simple
hecho de «explicar» normas y reglas: hay que resolver los problemas cotidianos e,
incluso, originar situaciones en las que necesariamente surjan aspectos vitales para
atacarlos in situ. No es lo mismo hacer un mural sobre la tolerancia religiosa o social,
muy bonito pero muy teórico, que aceptar al testigo de Jehová que no quiere participar
en el festival de Navidad pero no pone obstáculo en representar a Orfeo en una obra sobre
la mitología clásica.
Muchas veces, a principio de curso, aparecen niños nuevos que no son acogidos por
el resto de los compañeros; o el repetidor, un año mayor que los demás, comienza a
trabajar un liderazgo amenazante. Entonces el profesor, que tiene fama de excesivamente
serio, y se ha tenido que poner los bigotes los primeros días para dejar establecidas las
jerarquías y las normas de convivencia, quiere relajar el ambiente. Nada mejor, para
romper el hielo, que, echando mano de su carisma, lea en la clase, con toda
espectacularidad, esa obrita de teatro que le viene al pelo para coger al toro por los
cuernos. Media hora es suficiente para calentar el ánimo y meterse a la clase en el bolsillo:
ya se puede empezar a trabajar, porque ya tiene soñando a los chiquillos.
Este tipo de convivencia, al margen de asignaturas, que se va a generar entre los
compañeros, y entre éstos, el director y demás colaboradores en la experiencia, va a
marcar el resto de su relación, que quedará a caballo entre amistosa y escolar, enriquecida
por múltiples anécdotas que todos recordarán de por vida.
3° -«Fomentar hábitos de conducta que potencien la socialización, tolerancia y
cooperación entre compañeros.»
Uno de los problemas más graves con los que se encuentra la Educación en estos
momentos es el de la intolerancia entre los escolares. Independientemente de la crueldad
infantil, proporcional a la inconsciencia de sus consecuencias, y que también debemos
vigilar. En los colegios públicos, donde se reúnen alumnos de varias etnias, religiones,
culturas y sensibilidades pueden originarse estrepitosas o sordas batallas, de las cuales, a
veces, solamente se entera el profesorado cuando está lesionado el niño desvalido, porque
existe una mafia que domina la situación en el patio y la víctima sabe que será castigada
doblemente por acusar. Los agresores -que siempre son alumnos con problemas- se ceban
en todos aquellos que no se someten a su dictadura o porque son estudiosos o torpes o
tímidos, inmigrantes o diferentes. Sí suelen respetar, e incluso proteger, a los compañeros
disminuidos síquica o físicamente: ahí se sienten superiores, y muchas veces acogen bajo
su tutela al minusválido, lo que suele aumentar su «caché» de padrone entre los
compañeros.
De este talón de Aquiles es por donde hay que coger a los matones de barrio, a las
insultonas, las pegonas y toda la cuadrilla agresiva escolar para comenzar el trabajo de
convertirles en compañeros respetuosos, tolerantes y hasta generosos. Pero no para
potenciar la superioridad de los prepotentes sino para acercar distancias y generar un
entendimiento y una comprensión. Nada mejor para ello que obligarles a participar en la
misma escena, que cambien sus papeles para matizarlos, que se equivoquen juntos:
terminarán siendo amigos, o, al menos, terminarán aceptándose y respetándose, que no
es poco.
4° -«Hacer sentir a los escolares la necesidad de someterse a una disciplina
necesaria en todo grupo.»
Otro objetivo, primordial por su dificultad, es lograr una disciplina que no sea
traumatizante. La disciplina no tiene que serlo, ya que el juego de cumplir unas normas
es la base de toda convivencia. Pero la mayoría de nuestros niños llegan al colegio apenas
sin conocerla. Los abuelos de ahora, que sufrieron una dura infancia represiva,
consideraron lo mejor educar en la condescendencia y, como consecuencia, los padres
actuales no tienen referentes. Las clases regladas, necesariamente han de trabajarse con
una serie de condicionantes disciplinarios previos, que, en muchos casos, no predisponen
a los alumnos difíciles, sino que actúan negativamente. El colegio supone para muchos
chavales un mundo hostil en el que hay que cumplir un horario, escuchar y ejecutar a la
primera las órdenes, controlar personalmente sus libros y objetos, pedir permisos... y otras
muchas actividades obvias hace pocos años e insólitas ahora. El Parvulario y el primer
ciclo de Primaria se encargan de fomentar todos estos hábitos; pero la llegada de las clases
en las que hay que atender y trabajar seriamente puede suponer un estrés para algunos
escolares, en cuyos hogares viven acostumbrados a recibir todo hecho.
Cuando se propone en clase el proyecto de Teatro, éste suele ser muy bien acogido
por todos aquellos golfantes a los que supone un trauma someterse a cualquier tipo de
reglas. Sobre todo si trabajamos en Secundaria. Piensan que todo el monte es orégano y
el Teatro les va a proporcionar juerga y diversión. No saben, los muy ingenuos, que van
a necesitar más disciplina, más orden, más sistematización que en cualquiera de las clases
convencionales. Tampoco sospechan que van a ser ellos, y no el profesor, quienes van a
mandar callar a los compañeros que hablan cuando les toca ensayar para que se oiga su
parlamento. Silencio que cuidarán mantener cuando son los demás los que actúan. Van a
aprender a esperar, a escuchar, a organizar sus ensayos particulares con los compañeros
que forman una escena determinada, donde necesitarán unas normas consensuadas por
todos. Van a tener la oportunidad de ayudar a compañeros menos dotados y se van a
acomodar unos y otros a las características del equipo. La necesidad imperiosa del diálogo
va a generar la valoración del otro y eliminar egoísmos. Y, en definitiva, al terminar la
experiencia, su número de buenos amigos habrá aumentado en cantidad y calidad, al
haber tenido oportunidad de conocer a compañeros que habían ignorado en cursos
anteriores.
5° -«Sembrar inquietudes intelectuales para que los alumnos disfruten del
estudio y de la investigación.»
Motivar a nuestros alumnos, hacerles sentir el placer que produce la búsqueda de
información para aumentar su conocimiento es otro de nuestros objetivos básicos.
El Teatro de Aula tiene que estar configurado de tal manera que sea necesario situar la
historia que se representa en un lugar y un tiempo, con determinadas connotaciones
socioculturales. La Biblioteca del colegio (hablar de Internet aún parece una utopía para
la mayoría de los centros educativos) puede ser la gran aliada para ayudar a los alumnos
en esta recopilación de datos, que pueden archivarse en un magnífico cuaderno, que
guardarán de por vida, máxime si incluimos en él las fotografías del estreno.
Para conocer el tema, cualquiera que sea (fantástico, histórico, ecológico, etc.), son
necesarias una serie de actividades previas. No se puede nadie meter en la piel de un
personaje sin conocer sus circunstancias. Para ello hay que echar mano de documentales,
películas, mapas, enciclopedias, y toda suerte de elementos necesarios para hacernos
comprender la obra que queremos representar. El profesor, o los profesores que formen
el equipo multidisciplinar encargado del proyecto, aunque tengan que alterar la
programación del curso, con muy poca dificultad pueden organizar sus clases explicando
su asignatura en función de los nuevos intereses, y con unos alumnos más motivados, que
responderán mil veces mejor. No es tan atractivo hallar el área de un rectángulo vulgar
como medir la superficie del escenario y calcular a qué distancia se tienen que colocar
tres personajes para que la escena quede equilibrada.
6° -«Sensibilizar a las familias acerca del proceso educativo de sus hijos.»
Aunque en casi todos los centros educativos se suele encontrar un grupo de madres
-más que de padres- que realizan una labor encomiable a través de las A.P.A.S., colaboran
codo con codo con el equipo directivo, acuden a Ayuntamientos y otras entidades a pedir
subvenciones, se encargan del comedor, de las clases extraescolares, etc., se evidencia
una apatía enorme por parte de la mayoría de las familias en relación con la educación de
sus hijos. Un estudio sociológico lo atribuiría al trabajo de ambos progenitores, que les
impide acudir a recoger notas o a entrevistarse con el tutor. La realidad constata que ese
no es un impedimento para mantener una relación fluida con el colegio: la mayoría de los
padres que tienen cargos de responsabilidad en el mismo suelen tener trabajo. Otra cosa
es que la política educativa del centro escolar sea lo suficientemente atractiva para que
los padres se sientan vinculados a ella de manera activa.
El Teatro de Aula puede ser el catalizador que amalgame a los padres y los
profesores en una empresa común cuyo único fin es mejorar la calidad de la enseñanza
de una forma agradable y motivadora. Una entusiástica charla por parte de los
organizadores, en la que se planteen los objetivos pedagógicos, las normas de
organización y los problemas de vestuario y decorado, va a conseguir que, al terminar la
misma, tengamos una fila de madres, padres y abuelas dispuestas a encargarse de la
parafernalia teatral, dejando al profesorado el aspecto intrínsecamente educativo. Omitir
esta información previa puede acarrear graves problemas con los padres que, educados
en la concepción clásica del Teatro (categoría del papel = categoría del actor), se
consideren agraviados si su niño no es el protagonista, siendo el que saca las mejores
notas.

3. Metodología
La diferencia esencial del Teatro de Aula respecto a otras modalidades de
Teatro escolar radica en el reparto de papeles y el tratamiento de personajes y
actores.
Potenciar la responsabilidad, adjudicando cometidos dentro del equipo, para que
todos los participantes en la experiencia se sientan necesarios, como puede ser encender
el magnetofón o encargarse de controlar el vestuario o, simplemente, pedir en dirección
la llave del Salón de Actos, hace sentirse a los alumnos elementos imprescindibles. Lo
mismo que les va a motivar el que el director tenga en cuenta su observación acerca
del texto y la puesta en escena o, mucho más aún, si les consulta ante sus dudas.
Desde el matón guaperas a la vampiresa y desde la empollona hasta el cobardica y
el torpe, todos los alumnos tienen, desde el comienzo de la escolaridad, adjudicado un rol
tácito; la mayoría de las veces asumido por ellos, por sus compañeros, los profesores y
las familias («... es que mi niño es muy bruto, ¿sabe?»). El Teatro de Aula quiere romper
esquemas. Cada niño es un pozo de sorpresas que hay que descubrir. Nosotros le vamos
a ayudar adjudicándole un papel inversamente proporcional al rol que desarrolla.
De esta manera vamos a convertir en princesa a la niña pecosa y mofletuda; en mendigo,
al hijo del empresario que se chulea luciendo zapatillas de marca; en duquesa, a la cojita;
en rey, al gitano. Al empollón, que solo se expresa con frases copiadas de los textos, le
adjudicaremos un papel flexible, con el que tenga necesidad de improvisar; al tartamudo,
un verso; a la coqueta, la sirvienta vieja y gruñona... Y, a ese alumno que nos amarga la
vida, con el que no hacemos carrera, con el que hemos fracasado siempre a pesar de
utilizar las técnicas pedagógicas más sofisticadas, alumno inadaptado, peleón, agresivo,
incordiante... pero inteligente y sagaz cuando le interesa... le daremos un papel de
responsabilidad, para que sea capaz de salir del agujero y cambiar el rumbo de su vida.
Habremos de insistir en que una representación teatral es una obra coral en la
que todos y cada uno son imprescindibles. Tal vez haya que lavar cerebros para
convencer a los que no pueden ser protagonistas de que solo los actores y las actrices muy
buenos son capaces de hacer bien los papeles más «feos».
En el sistema educativo actual conviven en el aula niños con necesidades educativas
especiales, a veces, muy serias: desde disminuidos físicos, como ciegos o parapléjicos,
hasta paralíticos cerebrales. Afortunadamente solo debe encontrarse un niño de estas
características por clase. A ellos hay que dedicarle un hueco muy especial. Si su invalidez
es física, deben hacer cualquier papel: ¿por qué no puede ser la alcaldesa una niña en silla
de ruedas? Si el problema es de retraso mental, también pueden actuar según su
capacidad, e intervenir en el diálogo hasta donde lleguen. O sin hablar, participando en
el gran grupo, si no pueden hacerlo. No solamente por el empuje que esto supone en su
propia evolución, que puede ser mínima en un caso muy agudo, sino por la ayuda
educativa de comprensión y madurez para el resto de sus compañeros. Es digno de
contemplar el cariño con el que los demás alumnos cuidan a los deficientes, cómo les
ayudan, e incluso, cómo son capaces de alterar -sin que nadie lo note- la representación,
en el caso de que el compañero diferente haya cometido un fallo. Solamente por este
aspecto, debiera merecer todos los respetos el Teatro de Aula.
Existe un tipo de niños que no está contemplado en los libros de Pedagogía ni de
Sicología: el niño feo y, sobre todo, la niña fea. En este momento que nos toca vivir,
cuando el culto a la belleza alcanza cotas insospechadas hace un par de décadas; cuando
supone un rito indispensable en el tercer ciclo de Primaria sonreír enseñando el aparato
de la ortodoncia; cuando, al acabar la escolaridad, los padres cambian las gruesas gafas
de sus hijos por lentillas; cuando la madre somete a la pepona de su hija a régimen para
que sea más esbelta; en este tiempo, digo, la niña gordita, la canija, la pecosa, la dientona,
la miope, la altísima, la bajita... lo tienen muy crudo. Eso, tratándose de condiciones
físicas poco atractivas para su edad, que generan innumerables complejos salvables con
amabilidad y cariño por parte de los mayores que las rodean. Pero es que, además, hay
niños realmente feos, desagradables, que producen repulsión, que se sienten rechazados
no solamente por sus compañeros, sino hasta por sus familiares. Estos niños y estas niñas
ven a Dios cuando el profesor les pone en la mano una varita mágica y les da el papel de
hada. Si, además de feos, son inteligentes, lo que acrecienta su dolor, ese papel les va a
transfigurar ante el espejo y ante la clase, y van a renacer, van a sentirse hermosos, que,
en fin de cuentas, es lo que todos deseamos. No le tiene que preocupar al profesor
arriesgarse con tamaña elección: el maquillaje y la ilusión hacen maravillas.
Cada actor debe tener el texto completo de la obra. Es importante que ningún
alumno monopolice su papel, que éstos sean rotativos hasta que se hayan decantado
las personalidades, que la obra sea en todo momento un trabajo colectivo. Es fácil
conseguirlo ya que, en una semana de ensayos, todo el mundo se conoce todos los
papeles. (García Lorca ponía mucho interés en que los actores de «La Barraca»
dominaran toda la obra, no solamente para solucionar situaciones de emergencia, sino
para fomentar el aspecto global de la representación.)
Es muy importante para que los alumnos se identifiquen con su papel que, durante
los ensayos, no se les llame por su nombre sino por el del personaje que representan,
incluso a aquellos que tienen un papel anodino y, que si no figura nominado en el guión,
deberemos adjudicarle para afianzar su identidad. Es posible que nosotros les recordemos
también, en el futuro, por este nombre mejor que por el suyo propio.
Todos los alumnos que no pueden conseguir un papel relevante -el gran grupo-
tienen que sentirse también parte imprescindible de la representación. Hay muchas
maneras de conseguirlo: desde representar a unos soldados desfilando marcialmente,
hasta simular las flores de la pradera que se mueven al compás del viento. Pero lo que
realmente les va a motivar, aunque al principio se rebelen algunos, es una escena de baile.
A través de él se van a redondear nuestras pretensiones educativas. Lo que
verdaderamente llena el escenario, integra a los niños, es espectacular y consigue la
plenitud de una representación infantil es el baile. El baile es la armonía total. No hace
falta que sea complicado: dos pasitos adelante y dos hacia atrás... El baile es el colofón
de toda fiesta y el teatro lo es. Es el momento unificador, en el que se pueden subsanar
pequeños roces que hayan surgido en el reparto; es cuando la Reina le va a dar la mano
al compañero con síndrome de Down, y los dos van a saludar juntos, igualando la
trascendencia de su papel... El baile es la apoteosis de la igualdad dentro de la
diferencia, que es uno de los objetivos que nos habíamos marcado.
La experiencia teatral, concebida de esta manera, va a ser un revulsivo que cambie
las constantes incómodas que habíamos descubierto en la clase. Un ejército de sicólogos
no aumentará la autoestima de los niños acomplejados como lo va a conseguir una
representación ante el colegio en pleno, sobre un escenario lleno de luces, en el que cada
uno se ha sentido centro de todas las miradas. Ni va a hacer reflexionar al navajero, que
le ha tocado el papel de emigrante desvalido y que ha tenido que ir asumiendo a través
de múltiples ensayos. Ni va a crear los lazos de amistad fraguados entre risas, mientras
se repasan los ensayos. Y va a hacer que los alumnos sean capaces de comprender que el
profesor que da voces y les hace repetir una frase varias veces no está enfadado con ellos,
sino que tiene que ponerse serio para que las cosas salgan bien.

4. Temporalización
Aunque el Teatro de Aula figure en el Proyecto de Curso vamos a tener dificultades
para encontrarle una ubicación dentro del horario escolar. Si es el tutor quien lo organiza,
puede ir quitando minutillos de aquí y de allá, incluido el recreo, para dedicarle todos los
días un ratito.
Pero el Teatro es una actividad literaria. Nuestro momento está en la clase de
Lenguaje, dedicándole unos minutos diarios. Las primeras sesiones, que se realizan en el
aula, con los alumnos sentados en su sitio, son las que van a profundizar en el aspecto
hablado de la representación. Una vez iniciados los ensayos, se van a encargar los mismos
chicos de pedir permiso para ensayar durante el recreo; y hay que dejarles, si no a todos
juntos, al menos al grupito que conforma una determinada escena.
También el Teatro es una actividad artística, por lo que debemos adecuar nuestra
programación de Expresión Plástica o Musical o, incluso, Educación Física, en función
de la actividad dramática en la que nos hemos embarcado. Ello no implica alterar el
programa, sino los motivos que vamos a trabajar.
A pesar de que le tendremos que robar su tiempo a las manualizaciones tradicionales,
que tanto gustan a padres y alumnos, vamos a conseguir un proceso de simbiosis entre la
Plástica y el Teatro por el que ambas materias se van a enriquecer mutuamente. No
solamente le va a prestar la Plástica sus pinceles al Teatro para pintar decorados, preparar
los programas del festejo, dibujar figurines, decorar con guirnaldas de papel o maquillar
a los actores; también el Teatro le va a proporcionar a la Plástica temas para historietas
de comics, paisajes sugerentes, objetos para modelar en arcilla o papel maché o un mural
de quince metros en el que contemos nuestro cuento.
De la misma manera se complementarán el Teatro y la Música. Los profesores
específicos de Música, sobre todo en Secundaria, tienen la sensación de que su área es
considerada una «maría» por la mayoría de los alumnos. Ellos mismos, como ocurre con
los de E. Plástica, son tratados por éstos como profesores de segunda, salvo en casos de
una enorme personalidad e influencia en los escolares. Esta situación, tan lamentable
como cierta, sería superada con creces si la Música trabajada en clase tuviera una
aplicación inmediata, en la que los alumnos se pudieran lucir tocando instrumentos dentro
de la representación teatral, o si, en vez de preparar una audición de música barroca, por
ejemplo, a muchachos que se pasan el día tirando de auriculares estridentes, se les invitara
a escuchar varias piezas con el fin de elegir la más idónea para la escena de miedo. La
iluminación, los decorados y los efectos especiales auditivos forman parte de un cuadro
mutante y vivo. No debe preocuparnos, pues, utilizar las clases de Plástica y Música para
los ensayos, abandonando las manualidades y el pentagrama. El sentido estético, que es
lo que estamos educando, no se encuentra ni en las manos ni en los oídos, sino al final de
ellos: en el cerebro. Ahí hemos de hacer confluir los caminos artísticos. Si conseguimos
colocar en «trance» creativo a nuestros alumnos, habremos añadido el ingrediente
emocional y estaremos realizando una obra de arte.
La incorporación en un todo global de las tres áreas de expresión artística (Música,
Plástica, Teatro), para realizar la puesta en escena puede ser la salvación de ellas. Por eso
es muy interesante la coordinación de horarios y profesores específicos de estas materias
a la hora de trabajar en equipo.
Pero, ¿solamente podemos «robarle» tiempo a la clase de Lenguaje y demás
actividades artísticas?, ¿no sentaremos precedente de irresponsables si le quitamos
tiempo a esa asignatura tabú, que es la Matemática, para ensayar en su horario? A esta
pregunta tan grave podemos contestar con esta otra: ¿Les puedo prometer a mis alumnos
que si trabajamos requetebién las Matemáticas, vamos a repasar el teatro los últimos diez
minutos de la clase?... A lo mejor, resulta que matamos dos pájaros de un tiro.
Si tenemos programado el Teatro de Aula para un largo período de tiempo
(trimestre, curso, ciclo), podemos, sin miedo, abandonarlo durante días, e incluso
semanas, si debemos insistir en otros aspectos del programa escolar, como pueden ser
evaluaciones o cualquier otra actividad. No es malo. Al retornar encuentran los chavales
nuevo entusiasmo, lo mismo que nosotros. También se puede cambiar de frente: unas
veces habrá que abandonar los ensayos para trabajar en los decorados y otras para
organizar el vestuario. Todo ello forma parte del entramado teatral, muy rico en
actividades paralelas a la escena e igualmente educativas.

5. El Teatro de Aula vertebrador de actividades


La primera vinculación del Teatro con el área de Lenguaje parte del momento de su
lectura inicial en la que habremos de valorar tanto el tema como el texto.

5.1. Tema
Un trabajo que nos puede durar medio curso, en el que vamos a poner todo nuestro
interés, no se puede echar a perder con un tema banal en el que el asunto gira alrededor
de un sabio chalado que pierde las gafas. Aparte de encandilar a los alumnos, el tema les
debe aportar situaciones para atacar las áreas transversales más acuciantes: los derechos
humanos, la marginalidad, la libertad, el respeto al medio ambiente, etc. No solo deben
impregnar la obra teatral, sino que deben ser su esencia.
Tenemos hermosas leyendas y una historia riquísima en anécdotas representables
que, además, nos van a dar juego para desde allí fomentar el amor hacia las Humanidades,
un poco de capa caída. El baúl sin fondo donde podemos bucear hasta dar exactamente
con lo que buscamos es el Romancero. ¿Podemos encontrar mayor integración, e
investigar, de paso, la historia del lugar, que escenificar ese romance que las mismas
alumnas cantan cuando juegan a la cuerda?
Existen algunas obritas de Teatro escritas para Primaria. Bastantes menos para
Secundaria. El problema estriba en que suelen estar pensadas para Aula o Taller de
Teatro, que es lo que nosotros queremos superar, y ocupan a pocos actores. Las podemos
reconvertir, de acuerdo con nuestra filosofía de que esta actividad debe acoger
absolutamente a todos los integrantes del curso. Puede ocurrir que estemos interesados
por una obra dramática programada para diez personajes y tengamos treinta chavales, con
lo que el grueso de la clase quedaría abandonado. En este caso, se pueden utilizar varios
narradores o intercalar algún incidente relacionado con el tema que nos dé pie para una
conversación multitudinaria, o varios diálogos paralelos en los que aparezca gente del
pueblo, con frases más o menos corrientes, y que pueden ser pronunciados por chicos o
chicas indistintamente.

5. 2. Texto y lenguaje
Una vez que contamos con un texto, con dignidad literaria, que puede haber sido
consensuado por los alumnos y el profesor, hay que diferenciar en él las partes
fundamentales y accesorias.
a) Texto fijo
Es la parte de texto que obligatoriamente se tiene que estudiar de memoria sin
concesiones a la improvisación. Aquí hemos de ser estrictos y exigentes en cuanto a la
vocalización, pronunciación, y demás aspectos de la expresión oral. Hay que ser
inflexibles en defectos de tono y dicción, que si no se corrigen a tiempo, no se
solucionarán nunca. Nosotros mismos hemos de leer una y otra vez papeles distintos con
las connotaciones expresivas correspondientes, sin olvidar gestos, que hemos de
exagerar, lo mismo que la vocalización. La lectura del texto es lo primero que se trabaja
y donde más hay que insistir ya que es el momento del acercamiento lingüístico del
alumno y que no debemos ni podemos desaprovechar para conseguir que disfruten del
idioma bien utilizado.
b) Texto flexible
El texto fijo debe ser el esqueleto de la dramatización, pero su cuerpo debe ser
multiforme. Cada curso debe modelarlo según sus características. El guión debe estar
siempre abierto a posibles modificaciones que puedan surgir en los ensayos. Debemos
estar pendientes de las sugerencias de los chiquillos que, muchas veces, ofrecen
soluciones que nosotros no habíamos previsto.
Dentro de la representación hay momentos en los que las emociones deben ser tan
fuertes, que hay que dar oportunidad a los alumnos para desarrollar su propia creatividad
y para identificarse, de tal manera, con la escena, que deben irrumpir en ella con toda la
expresividad que les pida el alma. Algunas de estas aportaciones suelen ser magníficas,
y correremos a incorporarlas a las cuartillas para dejarlas fijas, añadidas al texto original.
Para profundizar en el área de Lenguaje, una vez seleccionado el texto y dependiendo
del curso y momento, podemos, desde descomponer una frase en sílabas hasta jugar con
los verbos, los adjetivos, analizar oraciones, utilizar el diccionario, comentar textos... y
toda suerte de ejercicios correspondientes al tema que nos toca estudiar ese día. Podemos
ejercitar la redacción liberando la imaginación y creando historias paralelas,
descripciones, narraciones, monólogos, etc., de acuerdo con el programa. Los debates
entre los personajes, a la vez que sirven para mejorar la expresión oral, nos van a
identificar con el espíritu de la obra, mientras educamos en ese arte tan difícil que es
discutir sin perder la compostura. Son los momentos en los que cada actor se va a meter
de lleno en su personaje, y puede llegar a entender una actitud aunque no la comparta.

5.3. Geografía e Historia (Conocimiento del medio)


Si queremos matar varios pájaros de un tiro hay que buscarse una historia que nos
ayude en el conocimiento de lugares y/o momentos históricos.
Para situarnos en el lugar de los hechos, hemos de recurrir al mapa. La localización
espacial es muy difícil de asimilar en Primaria y la situación temporal tampoco la tienen
solucionada los alumnos de Secundaria, por lo que habremos de intentar, a través del
Teatro, procurar la mayor aproximación posible al tiempo y al espacio.
Si el lugar donde se desarrolla la acción es desconocido, exótico o remoto, después
de situado hay que intentar conocerlo. A veces tendremos que alterar el orden de los
temas del programa para estudiarlo en el momento oportuno; otras, echaremos mano de
enciclopedias, folletos turísticos y documentales, o proyectaremos películas ambientadas
en el momento histórico que tratamos.
El mismo criterio hemos de utilizar para motivar en el área de Conocimiento del
Medio: en el lugar donde se desarrolla la acción habrá flora, fauna, accidentes
geográficos, clima, deportes, costumbres, etc., que iremos incorporando a medida que lo
requiera el curso.
Para el niño, el pasado no tiene más interés cronológico que el haber ocurrido hace
mucho tiempo. El orden de acontecimientos no le afecta. Aceptémoslo y limitémonos a
hacerle amar la Historia... y la Leyenda. Una obrita de Teatro en la que se trabaje un
momento determinado de la Historia, con todo su entorno: sociedad, economía,
alimentación, cultura, vestido, música, etc., va a conseguir que ese grupo de alumnos,
durante toda su vida, tenga un referente que le sirva para situar acontecimientos anteriores
y posteriores a él.

5.4. Matemáticas
Además de los problemas que tendremos que resolver de compras relacionadas con
el Teatro y de los que nos iremos inventando sobre la marcha, a medida que avancemos
en el programa de Matemáticas, vamos a convertir el campo de la Geometría en algo
vivo. Si es muy importante que el niño se familiarice con las mediciones y las unidades
necesarias en cada caso, vamos a conseguir que asimilen con facilidad conceptos
dificilísimos para él como la verticalidad, paralelismo o perpendicularidad
correspondientes al curso que desarrollemos.

5.5. Nuevas tecnologías


El hecho de plantear un tratamiento humanístico a la educación, que es la base de
nuestra filosofía, y a la que hemos llegado como reacción a la invasión de medios
audiovisuales (Televisión, videojuegos, ordenador...), que ha desbordado todas las
expectativas y sumergido a nuestros escolares en un mundo donde se trastocan los valores
de la generación anterior, no quiere decir que estemos en contra de los avances científicos.
Las nuevas tecnologías son un medio -aunque los chavales lo utilicen como un fin-,
y de su utilización depende que se conviertan en un arma de guerra o un instrumento útil
y necesario. En el Teatro de Aula vamos a utilizar la televisión, el vídeo y el ordenador.
Si tenemos posibilidades, echaremos mano de Internet para conseguir la información que
precisamos y para chatear con otros compañeros que se encuentren en nuestras
circunstancias, e intercambiar experiencias.

5.6. Expresión Plástica y Musical


(Han sido tratadas en el apartado de Temporalización.)

6. Evaluación
Puede parecer que la evaluación de una experiencia teatral haya que realizarla
después del estreno. Pues no. El estreno es la zanahoria que hemos colocado delante de
nuestros alumnos para encandilarlos. Además, el estreno de cualquier grupo de niños
siempre es magnífico, sobre todo si son «nuestros niños», por lo que no sería objetivo.
No hay relación entre el éxito de una representación teatral y el proceso educativo que
ella haya generado y, aunque parezca paradójico, éste no es óbice para el triunfo en el
escenario.
Nuestro proyecto educativo es una estrategia pedagógica para mejorar la calidad de
la enseñanza y como tal hay que evaluarlo. Esta mejora debe incidir en todos los aspectos
escolares, desde el rendimiento en el estudio hasta el comportamiento; por lo tanto,
debemos evaluar todos los aspectos pedagógicos acostumbrados en nuestro centro y
comparar la evolución percibida con esta estrategia y otras utilizadas anteriormente.
Podemos incorporar a la Memoria del curso los pasos seguidos, y toda la evolución
de la experiencia con las reflexiones pertinentes acerca de nuestros fallos y aciertos,
incorporando propuestas para sucesivas ediciones y toda clase de observaciones a las que
hayamos llegado. Pero son tan sutiles los objetivos del Teatro de Aula que,
posiblemente, aunque queramos se nos van a escapar. ¿Cómo vamos a contar en una
memoria que hemos conseguido que Ruth, que antes solo emitía gruñidos, sonría cuando
le preguntamos?, ¿que la madre de Ángel, el niño tartamudo, lloró al oírle exponer una
parrafada de un tirón?, ¿que Noelia, tan fea ella, es ahora aceptada por sus compañeros,
después de haberse sentido protagonista?
Y ¿cómo vamos a contar que tuvimos miedo de no hacernos con el curso de
rebotados y ahora somos todos colegas?, ¿que puede salir de clase un momento el
profesor sin que se alboroten como acostumbraban? ¿Y, sobre todo, que hemos sido
capaces de romper nuestros propios moldes, que ahora somos mucho más tolerantes, que
hemos aumentado nuestra autoestima y trabajado con un entusiasmo desconocido por
nosotros mismos, que hemos conseguido un equipo multidisciplinar con los compañeros
realmente eficaz?... Esto lo dejaremos para el currículum oculto, personal e íntimo de
cada uno.

7. Bibliografía
No se me oculta que un trabajo de este estilo debiera ir acompañado de la bibliografía
correspondiente; pero no existe bibliografía sobre este tema. Pueden encontrarse
interesantes reflexiones sobre lo que se llama «AULA o TALLER DE TEATRO», pero
se trata de otra cosa. El Teatro de Aulapresenta características singulares que yo misma
he experimentado. De ahí que toda la reflexión precedente no tenga más apoyatura escrita
que mis propias publicaciones, que figuran en otro lugar. Y, naturalmente, mis 30 años
de experiencia en las aulas. Es muy posible que haya otros docentes que estén
desarrollando experiencias semejantes a la aquí propuesta, pero, salvo un par de casos,
desconozco sus nombres y direcciones.
8. Conclusión
El oficio de educar no es pródigo en satisfacciones. Nuestra misión es sembrar
inquietudes que otros -los mismos alumnos, la sociedad- recogerán después. Con
el Teatro de Aula, al margen de resultados a largo plazo, se logran otros inmediatos, que
vamos a saborear nosotros mismos olvidando cotidianas amarguras. Gracias a él veremos
evolucionar espectacularmente a nuestros alumnos, les oiremos preguntar por temas que
antes no les interesaban, observaremos que se sientan en el mismo pupitre personas
antagónicas, en medio de un ambiente relajado... y sentiremos el placer de corregir dignos
trabajos de estudiantes por los que, antes de comenzar la experiencia, nadie apostaba.
Hagamos Teatro. Pero hagámoslo no solamente pensando en nuestros alumnos y en
nosotros. Debemos intentar convencer a la Administración de que las Bellas Artes no
deben ser impartidas como áreas estancas en Primaria y Secundaria, de que la Estética,
la Música y la Dramática son un todo global fundamental en la educación de los
ciudadanos. No puede funcionar un sistema educativo en el que se ignora la trascendencia
del Teatro, en el que concurren todas las demás actividades artísticas.
No por casualidad, el pueblo griego descubrió la Democracia a la vez que
inventaba el Teatro. El Teatro es el arte de la palabra y la palabra es la base del
diálogo y la madre de la convivencia.

1
Haz que todos compartan sus nombres y personalidades. Ya sea que
enseñes a niños actores profesionales o a personas mayores que actúan por
primera vez, tendrás que realizar un ejercicio introductorio. Existen varias formas
particularmente divertidas de hacerlo con teatralidad.[1]
 Prueba con el ejercicio de dar el nombre y hacer una acción. Haz que alguien diga
su nombre mientras realiza una acción que refleje su personalidad.
 Luego haz que todos los demás (al unísono) digan su nombre en voz alta y que
también realicen la acción.

2
Pide a la clase que se saluden mutuamente mientras actúan. Haz que todos
se emparejen y se vean frente a frente. Elige algunos saludos básicos para todos
a fin de interactuar, tales como “Hola, ¿cómo estás?”, además de respuestas
como “Muy bien, gracias por preguntar”. Luego dirígete a tus estudiantes para que
representen esta interacción mediante distintos personajes.[2]
 Menciona el tipo de personaje que deseas que tus estudiantes personifiquen y
pasa por varias distintas caracterizaciones.
 Simplemente di “Saluda a otra persona como________”.
 Llena el espacio en blanco como lo desees. Algunas ideas excelentes incluyen:
 viejos enemigos resentidos que han olvidado por qué son enemigos;
 amantes de Internet que no se conocen en persona;
 profesionales de negocios estreñidos;
 vecinos a punto de discutir sobre una línea de propiedad (una vez más).
 Realiza rápidamente el ejercicio de modo que tengan el tiempo suficiente para que
mencionen todas las líneas.
 Puntualiza después que incluso una línea de diálogo que aparentemente no es
interesante puede tener un efecto dramático inmenso.

3
Haz que los participantes contribuyan a la estructura del curso. Una discusión
excelente para tener con tu clase al inicio del curso es sobre lo que ellos esperan
obtener del tiempo que pasarán juntos. Esto será útil tanto para los estudiantes
experimentados de teatro como para los nuevos. Facilita esta discusión
haciéndoles preguntas y haciendo que tus estudiantes participen.[3]
 Para empezar la discusión, pregunta a todos qué piensan que implica el “teatro” y
“actuar”. Solo esas opiniones probablemente conducirán a algunas discusiones
interesantes.
 Pregunta sobre la experiencia personal en actuación de cada uno. Esto te ayudará
a dirigir las siguientes sesiones hacia ejercicios adecuados según el nivel de
experiencia en ese grupo en particular.
 Pregunta cómo los participantes incorporan la actuación en la vida diaria. Esto
recordará a todos sobre el grado en el que el teatro es parte de nuestras
realidades que vivimos, incluso cuando no estemos actuando conscientemente.

4
Incluye una pantomima en cada clase. Los estudiantes de cualquier nivel
querrán actuar físicamente en cada clase. Las pantomimas son ejercicios vitales
ya que gran parte del teatro es no verbal. Dirige ejercicios de actuación en grupo
con ejercicios de pantomima que estén inspirados en un rol o ubicación. [4]
 Separa la clase en grupos. Da a cada grupo una indicación rápida recordándoles
que no está permitido hablar (aunque sí les permitas hablar entre ellos durante
algunos minutos para planificar la pantomima en grupo).
 Recuerda a cada grupo planificar una tarea específica para cada participante.
 Algunas ideas de indicaciones según roles incluyen: practicar un deporte, construir
algo y trabajar en una sala de emergencias.
 Algunas ideas de indicaciones según ubicaciones incluyen: en la sala de
profesores, en una zanja de aguas profundas o en un parque de atracciones
abandonado.
 Haz que toda la clase se reúna durante las actuaciones en silencio de 1 o 2
minutos de cada grupo.

5
Concluye la sesión con teatralidad. Haz que todos se turnen para despedirse de
la clase. Aquí está el truco: cada estudiante deberá decir algo distinto y los demás
tendrán que actuar (mediante voz y conducta) a medida que se despiden.
Recuerda a todos que mientras más dramático sea, será mejor.[5]
 Para que animes a tus compañeros de clase, inténtalo tú primero.
 Di algo simple como “¡Me encanta el teatro!”, pero levanta tus brazos y pronuncia
fuerte y muy bien la frase como si fueras un cantante de ópera. Haz una
reverencia para enfatizar la oración.

1
Desarrolla lecciones de improvisación de manera destacada. Los ejercicios de
improvisación son muy beneficios para los estudiantes de teatro de todos los
niveles de experiencia. Facilitan habilidades de actuación, por ejemplo, la
comodidad para realizar diversos roles, la capacidad de leer y de interactuar con
otros actuar, una expresión clara y una toma de decisiones de manera instintiva.
¡También pueden servir para los actores de escenarios a entrenar a mantener la
calma sin importar lo que pase![6]
 Asegúrate de incluir varios ejercicios de improvisación durante una sesión de
clase, de modo que les des forma según diversos temas.
 Toca temas que faciliten explícitamente el trabajo con la voz, el trabajo corporal, la
interacción improvisada e incluso el desarrollo de confianza.

2
Haz cualquier ejercicio de improvisación. Indica en voz alta una regla adicional
que se debe incorporar en un ejercicio cuando los estudiantes están a la mitad de
la actuación. Explica las reglas al principio del curso: cuando indiques una frase
reconocible, los estudiantes deberán incorporar la regla asociado en lo que sea
que ya estén haciendo.[7]
 Prueba la “pérdida de memoria” para indicar a todos que deben actuar como si
acabaran de olvidar lo que estaban haciendo y que tienen que averiguarlo de
nuevo.
 Utiliza “el mundo se acaba mañana” para agregar algunos sucesos frenéticos (y
especialmente dramáticos) a un ejercicio.
 Otra opción clásica y simple es la “cámara lenta”, la cual hace referencia a actuar
más en broma como “el monstruo amorfo”.

3
Incorpora el ataque del monstruo amorfo. Por ejemplo, grita “¡El monstruo
amorfo nos ataca!” a fin de indicar que un monstruo imaginario viscoso ha entrado
a la sala, se ha pegado a todos y eso provocó que actúen lentamente
perjudicando la capacidad para hablar y los movimientos.[8]
 Especifica que no se pueden dirigir a los calificadores de improvisación, como el
monstruo amorfo, de manera verbal dentro de la narrativa del ejercicio.
 Los estudiantes solo deben incorporar una nueva regla improvisada mediante la
actuación.

4
Haz que los estudiantes conversen mediante sonidos en vez de
palabras. Haz que los estudiantes se sienten en un círculo, todos juntos o en
grupos pequeños. Un estudiante empezará el ejercicio dirigiéndose a otro y
“diciendo” algo que no tenga nada de sentido, tal vez ni siquiera usando palabras
reales. Luego haz que el receptor se dirija a la siguiente persona y que trate de
reflejar la “oración” del primer estudiante de alguna manera.[9]
 Di a los estudiantes que pueden incorporar sonidos reales de cada uno,
inflexiones o simplemente la velocidad al hacer sonidos.
 Asimismo, indica que los acentos, exageraciones y entonaciones se pueden imitar
o transformar y que el ejercicio ayudará en la expansión de la creatividad vocal de
cada uno.

5
¡Indica a los estudiantes que conversen sin ningún sonido! Haz el mismo tipo
de ejercicio con una versión de comunicación completamente no auditiva. Logra
que los estudiantes actúen escenas cargadas de emoción silenciosamente.
Pídeles que utilices expresiones fáciles y lenguaje corporal para representar la
manera en que se sienten respecto a una situación imaginada.[10]
 Desarrolla sucesos en el escenario a fin de cambiar las emociones de los
participantes.
 Indícales que eviten toda articulación de palabras o movimientos exagerados de
brazos ya que son muy fáciles de hacer.
6
Vuelve a la comunicación basada en palabras haciendo que los estudiantes
hablen en grupo. Junta a los estudiantes en círculos grupales pequeños y di a
alguien en particular que piense una oración pero que no la comparta con el
grupo. Haz que esa persona empiece lentamente a hacer el sonido de la primera
palabra y que todos los demás se unan para hacer el sonido.[11]
 La persona que menciona la oración luego pasará al siguiente sonido.
 De manera lenta y constante, el grupo llegará a decir toda la oración.
 En el proceso, aprenderán a leer y anticipar la expresión de la voz de otra
persona. ¡Aparentemente anticipará la mente de otra persona!

1
Reconoce el valor del teatro en la educación. Ya sea que tengas la tarea de
enseñar clases de teatro en tu escuela o que estés interesado en incorporar el
teatro en una lección de una disciplina distinta, te puede ayudar reconocer las
fortalezas que están asociadas con la educación teatral. Por ejemplo, enseñar
teatro facilita el aprendizaje de lecciones que de otro modo serían casi imposibles
de enseñar en un aula de clases.[12]
 Ten en cuenta que los escenarios en que se desarrollan roles o incluso los
escenarios políticos y sociales permitirán a los estudiantes considerar de manera
más exhaustiva los temas con los que quieres que estén más familiarizados.

2
Empieza y participa en obras de teatro con tus estudiantes. Esto ayudará a
presentar o explorar diversas perspectivas sobre los temas importantes y
multifacéticos. Lo podrás hacer en cada nivel de educación ya que el contenido de
casi cualquier discusión (al menos en la mayoría de disciplinas) se puede explorar
mediante los juegos de roles.[13]
 Realiza debates en los que los estudiantes asuman personajes que reflejen los
roles asignados o elegidos. Esto les permitirá transmitir más libremente sus
pensamientos a través de la pantalla de un personaje adaptado.

3
Obtén ayuda de páginas web y guías de enseñanza de teatro. ¿Se te ha
pedido enseñar un curso de teatro u ordenado incluir un elemento teatral en tus
planes de estudio a pesar de una obvia falta de experiencia? ¿No sabes por
dónde empezar? Afortunadamente existe bastante ayuda disponible en línea en
términos de actividades específica e incluso planes de estudio completos.[14]
 Debes saber que la mayoría de los materiales que están diseñados para ayudar a
las personas a enseñar teatro no asumen que el instructor ha tenido mucha (o
alguna) experiencia. ¡La mayoría te guiará a través de todo lo que necesitas saber!
 Si esperas incorporar juegos de roles en un tipo específico de curso, como en la
enseñanza de idiomas, puedes encontrar guías adaptadas a esas actividades.

4
Obtén planes de estudios, ideas y más sin costo alguno. Las organizaciones,
incluidos los departamentos de educación del gobierno estatal y otras
organizaciones sin fines de lucro han desarrollado planes de estudio específicos
de clases de teatro según la edad, desde el nivel preescolar hasta la escuela
secundaria. Por ejemplo, el Departamento de Educación de Kentucky ha
desarrollado un amplio conjunto de planes de estudio de teatro que se encuentran
disponibles gratuitamente en línea.[15] Para orientación adicional sobre ideas de
actividades y planes de estudios puedes visitar las siguientes páginas web:
 Theatrefolk tiene bastantes escenarios para diversos grupos, así como lecciones y
consejos sobre actuación y todos los demás elementos de una producción
teatral.[16]
 La página web Drama Resource es fácil de navegar y ofrece todo tipo de juegos
para desarrollar durante las clases de teatro, así como otros recursos que también
están disponibles en la aplicación Drama Resource.[17]
 Theatre Education Database alojado por BYU brinda recursos para ayudar a los
profesores de teatro a hacer planes de estudio y más.[18]

5
Reconoce cómo la enseñanza de teatro mejorará tus habilidades como
profesor. Con suerte, tú no estarás muy preocupado por parecer poco profesional
o muy lúdico frente a tus estudiantes. Si es así, reflexiona sobre si esos
sentimientos vienen de una sensación de nerviosismo por enseñar algo que nunca
antes has enseñando. Reconoce el hecho de que enseñar teatro aumentará
inevitablemente tus propias habilidades y disfrute de la actuación. Asimismo,
participar en ejercicios de teatro todos juntos aumentará la comodidad y facilidad
con la que tus estudiantes y tú interactúan.[19]
 Conceptualiza tu rol como formar parte de una experiencia de la cual todos
aprenderán.
 Ajústate a actividades con las que te sientas cómodo de participar. Si tienes
dudas, empieza con algunos ejercicios simples de juego de roles.
 ¡A medida que el curso avance, es probable que estés más dispuesto a probar
nuevos ejercicios!

6
Sé paciente con tus estudiantes. Si enseñas teatro como parte de un plan de
estudios que lo requiere, reconoce que algunos estudiantes podrían no querer
estar ahí. Nunca obligues a los estudiantes que son tímidos o reacios a participar.
En vez de eso, pídeles que contribuyan comentando sobre el desempeño de los
demás estudiantes y ofreciendo ideas sobre cómo actuar de alguna otra forma.
 Al pedir a un estudiante que hable sobre la actuación de un suceso, lo alentarás a
que se acerque más para que así al final lo haga. Después muy pronto tendrás un
aula llena de estrellas.

1
Establece normas específicas para la clase de teatro. Mantener el buen
comportamiento en la clase de teatro puede ser un poco más difícil de lo que es
en cualquier otro tipo de clase en la que los estudiantes en realidad son alentados
a hacerse los bobos. Establece algunas normas que sean específicas para tu
clase y que te ayuden a prevenir y responder a cualquier problema de conducta.[20]
 Alienta a los estudiantes a tomar parte de la elaboración de las normas.
Pregúntales cuáles creen que deben ser las normas de clase y publica las ideas
con las que estés de acuerdo.
 Incluye reglas como “Ser siempre amable y colaborador” y “Alentarse mutuamente
a ser creativos”.

2
Especifica las consecuencias de un mal comportamiento y siempre
imponlas.Los estudiantes pondrán a prueba los límites, especialmente en la clase
de teatro en la que literalmente se alentará el comportamiento dramático. Cuando
un estudiante rompa una regla específica que todos conozcan, detén rápidamente
la clase y aborda el problema.[21]
 La consistencia y rapidez son importantes aquí. Detén un mal comportamiento
antes de que aumente o se extienda para que así tu clase no se te escape de las
manos.

3
Sé creativo con los “castigos”. Responde a una mala conducta con castigos
imaginativos, orientados al aprendizaje y que desaliente lo que hizo el estudiante.
Por ejemplo, haz que el estudiante que rompió la norma no participe en el
siguiente ejercicio y piense sobre por qué no debería haber actuado como lo hizo.
Antes de que se vuelva a juntar con el grupo, haz que haga una pantomima de su
mal comportamiento y que luego represente el buen comportamiento que debe
mantener el resto de la clase.[22]
 Como alternativa, pide una “promesa de actor” a un estudiante que rompió una
norma. Esto es especialmente bueno para un estudiante que duda en participar en
los ejercicios de actuación.
 Haz que el estudiante prepare y dé una declaración después de no participar y
hacer ejercicios. Aliéntalo a que actúe arrepentido (o a que sea divertido) y pídele
que prometa específicamente en honor a la clase y a sus compañeros que seguirá
adelante.

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