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Introducción
La adolescencia, más que una etapa estabilizada, es proceso y desarrollo. El adolescente atraviesa
por desequilibrios e inestabilidad extremas, lo que configura una entidad semi patológica, que los
autores denominan “síndrome normal de la adolescencia”.
El adolescente debe enfrentar el mundo de los adultos, para el que no está del todo preparado, y
desprenderse de su mundo infantil.
a) duelo por el cuerpo infantil perdido (cambios que se le presentan como externos y ante los
cuales es impotente)
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Esta fluctuación responde, de modo complejo, a todo un difícil proceso que el adolescente debe
vivir, a través del cual busca una nueva identidad.
Es que al principio, él vive los cambios corporales y los imperativos del mundo como una invasión.
El duelo por el cuerpo (caracteres sexuales secundarios, pérdida del cuerpo de niño y
responsabilidad por la definición sexual y rol en la pareja y procreación): sólo cuando acepta
simultáneamente sus aspectos de niño y de adulto puede empezar a aceptar su cuerpo y comienza
a surgir una nueva identidad. Mientras tanto, hay fluctuaciones de identidad: cambios bruscos,
variaciones, etc. Es que el implica ensayos y pruebas de pérdida y recuperación de ambas edades,
y de ahí la inevitable fluctuación.
En el proceso de entrar en el mundo de los adultos y elaborar los duelos, el adolescente necesita
adquirir una ideología que le permita su adaptación al mundo o su acción sobre él para cambiarlo.
Hasta desarrollar esa ideología (madurez biológica + madurez efectiva e intelectual, sistema de
valores, etc.), tendrá multiplicidad de identificaciones contradictorias (varios personajes al mismo
tiempo).
Tratará de adaptar el mundo externo a sus necesidades imperiosas: por eso su deseo de reformas
(que queda en intelectualización, porque todavía es incapaz de realizarlas y porque se lo reprime
en el plano de la acción).
Al mismo tiempo de tener que formarse un sistema de valores éticos, intelectuales y afectivos,
debe abandonar la solución del “como si” del juego y el aprendizaje. Urgido por esta exigencia,
tiende a acentuar el distanciamiento del presente y la fantasía de proyección en el futuro,
independiente de los padres (no ser con ellos ni como ellos).
Los autores insisten en que no se puede acceder a la problemática del adolescente sólo desde él
mismo. Por eso, introducen la problemática de los padres y de la relación entre padres e hijos.
Básicamente, afirman que también los padres deben hacer el duelo por el cuerpo del hijo
pequeño, su identidad de niño y su dependencia infantil. La confrontación se hace dolorosa si el
adulto no es consciente de sus problemas ante el adolescente. También lo padres tienen
dificultades para aceptar el crecimiento del chico: éste los enfrenta con sus propios conflictos
respecto de la genitalidad, con la necesidad de aceptación del envejecimiento (y, en última
instancia, de la muerte), con la pérdida de su imagen ante el hijo: ya no es ídolo, sino criticado. Los
logros del chico lo ponen frente a la necesidad de evaluar sus propias realizaciones y fracasos, y la
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necesidad de identificarse con la fuerza creativa del hijo. Pero por lo general, dicen los autores, el
adulto se ve desafiado y agredido y tiende a reaccionar sólo con un refuerzo de la autoridad.
El adolescente tiene tres exigencias de libertad: salidas y horarios, defender una ideología y vivir
un amor y un trabajo. Cuando los padres lo único que pueden hacer es restringir las salidas y
“cortarle lo víveres” (dinero), es porque que algo ya vino mal desde antes. Los chicos se dan
cuenta de que al controlar el tiempo les están controlando su mundo interno, su crecimiento y
desprendimiento. Es preciso que se haya instaurado un espacio de diálogo que ayude al
adolescente a lograr sus conquistas en los planos de la ideología y del amor. Otorgar libertad no
significa dejar de lado todos los límites (=abandono). Libertad con límites = cuidado, cautela,
diálogo.
En el tema del amor, deben poder realizar sus experiencias, sin la contrapartida de tener que
informar de todo lo que hacen: “exigir información es tan patológico como prohibir y es muy
diferente a escuchar”.
Debe estudiarse la adolescencia como un fenómeno específico dentro de toda la historia del
desarrollo del ser humano y, por otra parte, estudiar su expresión circunstancial de tipo geográfico
y temporal histórico-social. Es decir, detrás de toda expresión sociocultural existe un basamento
psicobiológico que le da características universales.
DEFINICIÓN:
“es la etapa de la vida... Durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta,
Lo que sólo se hace posible si se hace el duelo por la identidad infantil”. (p. 40)
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CONCEPTO DE NORMALIDAD:
El adolescente se ubica entre las llamadas personalidades “marginales”. Es muy difícil señalar el
límite entre lo normal y lo patológico (A. Freud). Toda la conmoción (actuaciones de características
defensivas) en este período es normal. Por lo cual se puede hablar de una “patología normal” del
adolescente que debe admitirse y comprenderse para ubicar sus desviaciones en el contexto de
las realidad humana que nos rodea. La mayor o menor anormalidad de este síndrome normal se
deberá, en gran parte, a los procesos de identificación y de duelo que haya podido realizar el
adolescente.
¿Por qué “Síndrome”?: desde el mundo de los adultos, parece una configuración semipatológica,
pero desde el punto de vista de la psicología evolutiva y la psicopatología, aparece como algo
coherente, lógico y normal). Desarrollamos aquí 10 características o “síntomas” que definen este
“síndrome”.
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En el plano sexual, se atraviesa por lo que Erikson llama “moratoria psicosexual”: no se requieren
roles específicos y se experimenta con lo que la sociedad tiene para ofrecer. El adolescente
recurre a lo que encuentra más favorable en el momento: p. ej. La uniformidad (brinda seguridad y
estima personal): todos se identifican con cada uno. También identificaciones “negativas” (es
mejor tener una identidad “negativa”, perversa, que ninguna), pseudoidentidad que oculta la
identidad latente o verdadera, identificación con el agresor, etc. Por todo ello, el adolescente
puede verse llevado a adoptar distintas identidades, transitorias (“bebé”, “demasiado serio,
adulto”, “histeroide” Lolita, etc.); ocasionales (frente a situaciones nuevas); circunstanciales
(identificaciones parciales). Todas ellas, adoptadas sucesiva o simultáneamente, aspectos de la
identidad adolescente.
Los cambios físicos pueden ser vividos, en un primer momento, como muy perturbadores.
Sentimientos de extrañeza e insatisfacción, que contribuye al sentimiento de
“despersonalización”. La integración del yo se produce por la elaboración del duelo por partes de
sí mismo y por sus objetos, y un buen mundo interno (que surge de la relación satisfactoria con los
padres internalizados) posibilita una buena conexión interior, una buena huida defensiva que
facilita el reajuste emocional y el establecimiento de la identidad adolescente.
Esta identidad adolescente se caracteriza por un cambio de relación con los padres (reales e
internalizados). Los elementos biológicos introducen una modificación irreversible: ahora, la
separación ya no sólo es posible sino necesaria. Las figuras parentales están incorporadas a la
personalidad del sujeto y este puede iniciar el proceso de individuación. Si todo se dio
correctamente en los períodos anteriores, el adolescente contará así con un yo enriquecido,
dotado de mecanismos defensivos útiles, y un Superyo que lo ayudará a encauzar la vida sexual
que empieza a poder exteriorizarse en la satisfacción genital, ahora biológicamente posible.
2) La tendencia grupal.
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El grupo facilita la conducta psicopática normal. Se trata de un acting out motor (por descontrol
provocado por la pérdida del cuerpo infantil) y afectivo (producto del descontrol del rol infantil
que está perdiendo): desafecto, crueldad, indiferencia. (En el adolescente normal, esta conducta
es transitoria y rectificable, a diferencia del psicópata). En este último, el conflicto de identidad se
procesa mediante la crueldad y la desafección, como mecanismos de defensa frente a la culpa y el
duelo de la infancia perdida, que no puede ser elaborada debido a la eliminación del pensamiento.
Una de las formas típicas del pensamiento del adolescente es el intelectualizar y fantasear
despierto. Como mecanismo defensivo: a través del pensamiento, compensa las pérdidas que
ocurren dentro de sí mismo y no puede evitar.
Se trata de un refugio interior contra la angustia. Una especie de autismo positivo que tiene por
objeto el reajuste emocional, y que se expresa en teorizaciones éticas, filosóficas, sociales, a través
del pensamiento y la producción literaria, artística, etc. Una vez más, hay que señalar que sólo
teniendo una relación adecuada con objetos internos buenos y también con experiencias externas
no demasiado negativas, podrá el adolescente llegara cristalizar una personalidad satisfactoria.
El adolescente puede manifestarse como un ateo o un místico, a veces el mismo individuo pasa
por todo tipo de períodos mutuamente contradictorios. Las frecuentes crisis religiosas son
intentos de solución de la angustia que vive el yo en su búsqueda de identificaciones positivas y
del enfrentamiento con la muerte definitiva de parte de su yo corporal, así como de su separación
de los padres. Las figuras de divinidades pueden representar para él idealizaciones que le aseguren
la continuidad de la existencia de sí mismo y de los padres infantiles. Del mismo modo, una actitud
nihilista puede ser también defensiva. En ambos casos, se trata de un desplazamiento a lo
intelectual religioso de cambios concretos que ocurren en el nivel corporal y en el plano de la
actuación familiar social.
5) La desubicación temporal
El adolescente vive con una cierta desubicación temporal; convierte el tiempo en presente y activo
como un intento de manejarlo (tipo proceso primario...) De ahí las postergaciones y urgencias
inexplicables que sorprenden al adulto en el comportamiento adolescente.
Parecería que al romperse el equilibrio de la latencia, según Bleger y Bion, por momentos
predomina la parte psicótica de la personalidad. Así la adolescencia se caracterizaría por la
irrupción de partes indiscriminadas, fusionadas, de la personalidad: las modificaciones corporales,
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incontrolables, son vividas como un fenómeno psicótico y psicotizante en el cuerpo. Lo cual es
aumentado por la posibilidad real de llevar a cabo fantasías edípicas de procreación con el
progenitor del sexo opuesto.
Mientras tanto, el adolescente se rige por el tiempo corporal o rítmico (comer, defecar, jugar,
dormir, estudiar, etc.). Tiempo vivencial o experiencial. Luego vendrá la conceptualización del
tiempo, con la discriminación de pasado-presente-futuro y la aceptación de la muerte de los
padres y la propia. Sin embargo, en determinados momentos puede haber regresiones,
“La percepción y la discriminación de lo temporal sería una de las tareas más importantes de la
adolescencia, vinculada con la elaboración de los duelos típicos de esa edad. Esto es lo que
permite salir de la modalidad de relación narcisista del adolescente y de la ambigüedad que
caracterizan su conducta. Cuando éste puede reconocer un pasado y formular proyectos de
futuro, con capacidad de espera y elaboración en el presente, supera gran parte de la
problemática de la adolescencia”.
Hay en el adolescente un oscilar permanente entre la actividad masturbatoria y los comienzos del
ejercicio genital.
Según Freud, son los cambios biológicos de la pubertad los que imponen la madurez sexual: rol de
la procreación y definición sexual correspondiente.
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poder definirse sexualmente de un modo real. Una relación simbiótica que según Aberastury
estaría en la base de la homosexualidad tanto masculina como femenina.
Al ir elaborando el complejo de Edipo, el varón idealiza al padre, se identifica con sus aspectos
positivos, supera el temor a la castración por medio de realizaciones y logros diversos que le
muestran que también él tiene potencia y capacidad creativa. También la niña acepta la belleza de
sus atributos femeninos, reconociendo que su cuerpo no ha sido destruido ni vaciado, y logrará
identificarse con los aspectos positivos de la madre.
Con respecto a la actividad masturbatoria, en la primera infancia tenía una finalidad exploratoria y
preparatoria. Así va configurando en el esquema corporal la imagen del aparato genital. El bebé
llega al juicio de realidad de que tiene uno solo de los órganos, el otro lo reconstruye con una
parte de su propio cuerpo. Al llegar a la bipedestación, se amplían las relaciones con el mundo y
las fuentes de satisfacción, y disminuye la actividad masturbatoria en favor de la lúdica. A lo largo
de los distintos períodos, la masturbación se mantendrá con las características de negación
maníaca.
En el adolescente, tiene que ver con fantasías edípicas de la escena primaria, aceptando la
condición de tercero excluido. También es un intento maníaco de negar la pérdida de la
bisexualidad, parte del proceso de duelo. A poseer ya los instrumentos efectores de la genitalidad
pero no poder usarlos (por restricciones socioculturales), se incrementan las fantasías incestuosas
y la frustración. Por eso, la masturbación es vivida más destructivamente y con culpa que en la
infancia. Pero también tendrá una función exploratoria y preparatoria.
Muchos padres se angustian y atemorizan ante al crecimiento de sus hijos, reviviendo sus propios
conflictos edípicos. Stone y Church señalan que así como los hijos presentan una situación
ambivalente al separarse de los padres, lo mismo sucede con éstos, y llaman a esto “ambivalencia
dual”. Por otra parte, es toda la sociedad la que interviene en la situación conflictiva del
adolescente. El medio en que vive, además, determina nuevas posibilidades de identificación e
incorporación de pautas socioculturales y económicas. Es preciso reconocer un condicionamiento
entre individuo y medio en la constitución y aceptación de la identidad.
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La adolescencia es recibida predominantemente en forma hostil por el mundo de los adultos en
virtud de las situaciones conflictivas edípicas. Se crean “estereotipos” con los que se trata de
definir y caracterizar, aunque en realidad lo que se hace es aislarlos fóbicamente, o se crea un
malestar de tipo paranoide en el mundo adulto que entonces los desplaza reactivamente.
Este sentido tienen los ritos de iniciación presentes en todas las culturas: expresar la rivalidad que
los padres del mismo sexo sienten al tener que aceptar a sus hijos como sus iguales (y
posteriormente incluso admitir las posibilidad de ser reemplazados por ellos).
La actitud social reivindicatoria del adolescente es prácticamente imprescindible. Por otra parte,
gran parte de la frustración que significa hacer el duelo por la pérdida de los padres de la infancia
se proyecta en el mundo externo: los padres y la sociedad pasan a ser los que se niegan a seguir
funcionando como padres infantiles con actitudes de cuidado y protección ilimitados. Así, el
adolescente desarrolla contra ellos actitudes destructivas. Sólo si logra elaborar bien los duelos
correspondientes y reconocer la sensación de fracaso, podrá introducirse en el mundo de los
adultos con ideas reconstructivas.
El adolescente no puede mantener una línea de conducta rígida, permanente y absoluta, aunque
muchas veces la intenta y la busca. Es una personalidad permeable, en la cual los procesos de
introyección y proyección son frecuentes, intensos y variables. Esto hace que no pueda haber una
línea de conducta determinada, que ya indicaría una alteración de la personalidad. Por eso
hablamos de “normal anormalidad”. Sólo el adolescente mentalmente enfermo mostrará una
conducta rígida. La labilidad de su organización defensiva es, en al adolescente, un signo de
normalidad.
Todo esto también es percibido por los padres e incide grandemente en ellos. Reiteramos el
concepto de ambivalencia dual, como un factor muy importante en la forma en que se logre
realizar la separación. La presencia internalizada de buenas imágenes parentales, con roles bien
definidos, y una escena primaria amorosa y creativa, permitirá una buena separación de los
padres, un desprendimiento útil, y facilitará al adolescente el pasaje a la madurez, para el ejercicio
de la genitalidad en un plano adulto.
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Por la necesidad de negar las fantasías genitales y la posibilidad de realización edípica, los
mecanismos esquizoparanoides pueden ser muy intensos, lo cual es normal y natural. Los padres
pueden ser vividos disociadamente, como muy buenos o muy malos. Las identificaciones se hacen
entonces con sustitutos parentales en los cuales pueden proyectarse cargas libidinales (maestros,
héroes reales o imaginarios, compañeros mayores).
Los cambios de humor son típicos de la adolescencia y es preciso entenderlos sobre la base de los
mecanismos de proyección y de duelo por la pérdida de los objetos; al fallar estos intentos de
elaboración, tales cambios de humor pueden aparecer como microcrisis maníaco depresivas.
Capítulo 3: Adolescencia y Psicopatía. Duelo por el cuerpo, la identidad y los padres infantiles
Tanto las modificaciones corporales incontrolables como los imperativos del mundo externo, que
exigen del adolescente nuevas pautas e convivencia, son vividos al principio como una invasión.
Como defensa, va a retener muchos de su logros infantiles o a refugiarse en el mundo interno.
Todo esto implica una búsqueda de una nueva identidad que se va construyendo en un plano
consciente e inconsciente. Para ello, contará con el mundo interno construido por las imagos
paternas, a través del cual elegirá y recibirá los estímulos para la nueva identidad.
Como vimos, el duelo por el cuerpo supone elaborar una doble pérdida: la de su cuerpo de niño
(caracteres sexuales secundarios) y la de la bisexualidad (menstruación y semen, definiéndose en
la pareja y la procreación).
Es en esta búsqueda de identidad cuando aparecen patologías que pueden llevar a confundir
habitualmente una crisis con un cuadro psicopático (o también psicótico o neurótico, según), en
especial cuando surgen determinadas defensas como ser la mala fe, la impostura, las
identificaciones proyectivas masivas, la doble personalidad y la crisis de despersonalización. Todo
esto se supera al elaborar los duelos, elaboración que incluye diversos procesos:
a) algunas técnicas defensivas como la desvalorización de los objetos para eludir el dolor de la
pérdida;
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b) la búsqueda de figuras sustitutivas de los padres, a fin de ir elaborando el retiro de
cargas. Se fragmentan las figuras parentales y se disocia la actitud respecto a los padres y a los
sustitutos (y allí surgen fluctuaciones de personalidad).
El psicópata no puede elaborar sus duelos y mantiene estos síntomas inmodificados. No puede
asumir la existencia de un solo sexo en su cuerpo, ni de fusionar la imagen de los padres
adquiriendo una nueva forma de relación con ellos (el adolescente tiene que dejar de ser a través
de los padres para llegar a ser él mismo).
Adolescencia normal
No comprende mucho lo que pasa a su alrededor: está más ocupado consigo mismo.
Tiene un insight defensivo sobre lo que el otro necesita y lo utiliza para su manejo.
Piensa y habla mucho más de lo que actúa, confía en la comunicación verbal y sólo cuando se
siente frustrado en ésta actúa compulsivamente.
La aceptación de la vida y de la muerte lo lleva a una mayor capacidad de amor y de goce y a una
mayor estabilidad en los logros.
Niega los sentimientos de pérdida, descuida así el objeto y a sí mismo, niega el afecto y disminuye
capacidad de goce.
Elabora los duelos del cuerpo y la bisexualidad, y accede a la pareja y la creatividad, identidad e
independencia, integrándose en el mundo adulto.
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No elabora los duelos y no alcanza la verdadera identidad e ideología que le permitan un nivel de
adaptación creativa.
Las defensas en la psicopatía son técnicas para eludir la depresión, la culpa y la criminalidad. Por
medio de ellas, el psicópata logra un aparente equilibrio. El mismo objetivo tienen las defensas en
el adolescente normal, sólo que ese aparente equilibrio sólo se logra transitoria y parcialmente, y
en determinadas ocasiones.
El psicópata ha perdido el valor del lenguaje como medio de comunicación, sustituyéndolo por la
acción. Se da una compulsión a actuar que puede invadir el campo del trabajo y el aprendizaje, a
fin de dominar la angustia de la espera.
Al estar las defensas ocupadas en la búsqueda de un aparente equilibrio (muy relacionado con la
impostura, la mentira y la mala fe, modalidades del fracaso de la consecución de la identidad),
fracasan en su función de dominar la ansiedad. Por eso el psicópata es incapaz de tolerar las
tensiones.
Como el pensamiento impone una demora y el yo del psicópata es incapaz de esperar, ignora los
límites de la acción y sus consecuencias y se produce un trastorno en el pasaje del pensamiento a
la acción. (Para el adolescente normal, en cambio, el pensamiento es una preparación para el
actuar. Cada acción le deja como residuo una experiencia que enriquece el aprendizaje y de la que
se siente responsable).
¿Cuál es el origen de esta configuración psicopática? Melanie Klein dice que el pensamiento es el
hijo espiritual tenido con los padres en el comienzo de la situación edípica. El psicópata tiene una
fijación en la imagen de los padres en coito y una dificultad para alcanzar la identidad sexual, con
lo cual el inicio del Edipo y del pensamiento están ya condicionados desde un principio. Es decir, se
da un déficit ya en el primer año de vida, respecto del duelo por el pecho y pasó al padre.
El psicópata no ha elaborado el duelo por el otro sexo. Por eso la escena primaria sigue teniendo
tanta importancia. Al llegar la pubertad, se da una negación defensiva de la diferenciación. La
defensa contra la intimidad sexual lleva a comportamientos de evitación fóbica, y esto tanto en
psicópatas como en normales (que, a diferencia de los primeros, van a ir logrando elaborar el
duelo por la bisexualidad perdida y manejando ese distanciamiento del otro sexo). En el
adolescente normal, eso puede darse también a través de la “omnipotencia de las ideas”, la
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compulsión a devorar novelas o películas (aprendiendo a través de los personajes lo que no logra
realizar en la vida real), el estudio como defensa, etc.
El dejarse morir como deseo de una parte del yo puede llevar al psicópata, que no se detiene en el
pensamiento sino que actúa, al suicidio real. Puede darse incluso la búsqueda de la identidad a
través del suicidio, “ser” un suicida.
El individuo asiste pasivamente a la mutación de su cuerpo. La rebeldía ante esto que no puede
manejar la desplaza hacia la esfera del pensamiento: tendencia al manejo omnipotente de las
ideas frente al fracaso en e manejo de la realidad externa. Con un cuerpo que se va haciendo
adulto, mantiene su mente en el cuerpo infantil. Se da así una despersonalización en el
pensamiento, típica de la edad: el manejo de símbolos intelectualizados de omnipotencia,
reformas sociales y políticas, filosofía, religiosidad, en las cuales él no está directamente
comprometido como persona física sino como entidad pensante.
Por exageración en su intensidad o por fijación evolutiva, esto puede adquirir características
observadas en la psicopatía: la simbolización fracasa, el símbolo y lo simbolizado se confunden y
las ideas tienden a realizarse en “acción en cortocircuito”, actuación motora.
El continuo comprobar y experimentar con objetos del mundo real y de la fantasía que se
confunden, apoyado en el pensamiento grupal (que permite mayor estabilidad protegiendo a su
vez de la responsabilidad personal), despersonaliza a los seres humanos y desresponsabiliza al
sujeto, que usará a las personas la satisfacción de sus necesidades (lo cual explica que sus
relaciones objetales sean lábiles y fugaces, inestabilidad adolescente).
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En el psicópata, las conductas de crueldad y desafecto, el manejo de las personas como objetos, se
dan sin culpa y sin capacidad de rectificación. Al faltar el paso por el pensamiento, la culpa no se
puede elaborar y el yo se empobrece en su situación ficticia de irresponsabilidad infantil con
aparente independencia. Finalmente, lo que en el adolescente normal es conflicto de identidad,
en el psicópata es mala fe consciente que lleva a expresiones de pensamiento cruel, ridiculizante
de los demás, desafectivo, como mecanismo d e defensa ante la culpa y el duelo por la infancia
perdida.
Los cambios operan también sobre la imagen de los padres y de su rol, y también sobre los padres
reales (interacción de un doble duelo). Se dan así las contradicciones de una demanda de
suministro continuo (dependencia) para lograr aparentemente la independencia
(seudoindependencia). Estas contradicciones desubican tanto las imágenes internalizadas como a
los padres reales, y surgen las figuras sustituivas y a la introversión que facilita el contacto con las
imágenes internas, que terminan enriqueciendo el yo.
El psicópata no tolera la pérdida del suministro continuo, vivenciando la frustración como una
amenaza de muerte y respondiendo en cortocircuito (percepción distorsionada que desencadena
un efecto avasallador). Percepción-acción, sin proceso de pensamiento. Evita la soledad que le
permitiría la elaboración de la pérdida de los padres. Percibe el mundo externo como amenazador
y frustrante, y en su respuesta apresurada y angustiosa utiliza su caudal intelectual para prescindir
de la confrontación crítica y emplea una racionalización más o menos coherente parta explicar su
conducta desaprensiva y cruel: está permanentemente en la actitud de recibir el suministro
continuo que el adolescente normal sólo desea momentánea y periódicamente.
Sexo en el psicópata: permanece en una bisexualidad fantaseada que tiene para él todo el
significado de la realidad psíquica y que le impide relaciones amorosas de objeto y el logro de la
pareja
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En su libro, “Adolescencia: del goce orgánico al hallazgo de objeto”, Susana E. Quiroga
“Los cambios psicológicos que se producen en este período y que son el correlato de cambios
corporales, llevan a una nueva relación con los padres y con el mundo, lo que sólo es posible si se
elabora lenta y dolorosamente el duelo por el cuerpo del niño, por la identidad infantil y por la
relación con los padres de la infancia.”
Por otra parte, Quiroga (1998) va a proponer considerar a la adolescencia dividida en tres etapas
pensadas desde un punto de vista cronológico: la adolescencia temprana que se extiende desde
los 8-9 hasta los 15 años, adolescencia media que va desde los 15-16 años hasta los 18 y la
adolescencia tardía o fase resolutiva que se extiende desde los 18 años, y dependiendo del medio
cultural, puede llegar hasta los 28 años.
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LA ADOLESCENCIA
FENOMENO DE MULTIDETERMINACION:
https://quizlet.com/214597641/susana-estela-quiroga-adolescencia-del-goce-organico-al-
hallazgo-de-objeto-flash-cards/
El texto aborda la adolescencia como fenómeno multideterminado por variables, que van desde
cambios en la biología hacia fenómenos determinados por la macrocultura
El proceso adolescente es, esencialmente un proceso de cambio, por tal razón de transición. Tanto
para el adolescente como para la familia.
Su apariencia adulta le requiere que actué como tal, cuando aún no tiene recursos psíquicos para
hacerlo. los adultos esperan que el adolescente abandone la conducta infantil y acepte
responsabilidades que recién se adquirirán en la fase resolutiva de la adolescencia.
Existen ciertos periodos dentro de los cuales es esperables que ocurran cambios
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- Pubertad: 10 a 14 años (según los sexos): período siguiente, momento en que los cambios
corporales iniciados en el período anterior comienzan a tener efectos visibles. Es en esta fase que
se desarrollan los caracteres sexuales primarios y secundarios.
Existe una influencia reciproca entre lo psíquico, lo biológico y lo social, de manera que causas de
este orden pueden alterar el ritmo cronológico, inhibiendo o apresurando los procesos
fisiológicos.
La adolescencia media comienza entre los 15 o 16 años y termina alrededor de los 18 años, edad
que coincide con el egreso del secundario.
- Esto le permite poder salir en busca del otro, mediante un proceso de desplazamiento de
investiduras libidinales desde el propio cuerpo hacia el objeto.
- Por otra parte, se dan vínculos de masa caracterizados por el amor y la identificación fraterna,
con fidelidad a un líder idealizado.
Con la ruptura de estos vínculos de masa, que le otorgan una pertenencia a la manera de un límite
corporal y constituido como cuerpo social, el adolescente comienza su pasaje hacia la adolescencia
tardía.
Se ubica entre los 18 y los 28 años. Las problemáticas que el sujeto debe resolver en esta etapa
son la inserción en el mundo vocacional y laboral y el encuentro con una pareja estable.
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Algunos conflictos psíquicos que los adolescentes deben resolver en esta etapa son:
1). De los 18 a los 21 años. Se caracteriza por una gran conmoción y caos interior. Como ya ocurrió
en la adolescencia temprana, la pérdida del cuerpo institucional (como antes del cuerpo somático)
sume al adolescente en un estado depresivo
2). De los 21 a los 24 años. Es un periodo de mayor posibilidad de reflexiónSe observan la inserción
en nuevos grupos sociales y de trabajo, que se saben transitorios.
3). De los 25 a los 28 años. Entrada a la adultez. Capacidad de frustración para aceptar la caída de
los ilusorios característicos de la edad media. Esta aceptación es la que le permitirá insertarse en la
sociedad adulta.
- Función de la glándula pituitaria, ubicada en la base del cerebro, y las gónadas o glándulas
sexuales.
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Transformaciones físicas de la pubertad
- Cambios en las proporciones del cuerpo (exterior e interior), que se realizan de manera
asincrónica y manifiesta
El adolescente de todas las culturas suele ser sometido a "ritos de iniciación", que llamaríamos de
formalización y contención estos ponen nombre al pasaje que se produce desde el cambio
biológico, cuyo significado es la pérdida de lo infantil, la familia protectora y nutricia, la
endogamia, etc.
Lévi-Strauss, en su libro Antropología estructural, dice que toda familia implica distintos tipos de
vínculos. Estudia un tipo de relación que él llama "de avunculado", un vínculo mediante el cual se
canaliza la salida hacia la exogamia
"avunculado"
Esta relación de "avunculado" corresponde al rol del tío materno o a un equivalente, pero que
tiene la misión de entregar la hermana a otro hombre.
Son los iniciadores aquellos sujetos que acompañan al adolescente en la salida hacia lo exogámico
y que son equivalentes al llamado hermano de la madre, en la medida que son ellos los que
entregan al adolescente a la cultura.
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Susana Estela Quiroga
Adolescencia
Fenómeno multi determinado por variables, que van desde cambios enraizados en la bilogía
hasta fenómenos determinados por la macro cultural. Comienza siendo un hecho biológico, pero
a su vez está inmerso en un proceso psicosocial que varía según las culturas y los momentos
históricos. En nuestra cultura dura aprox. 20 años. El proceso adolescente es esencialmente de
cambio y transición. Tanto para el adolescente como para familia, es el momento de la vida en
que se presentan más problemas nuevos y con menos tiempo para resolverlos que en cualquier
otro período anterior de su vida. Impone un pasaje ineludible, biológicamente determinado
desde la niñez hasta la adultez.
Pre pubertad
Pubertad
(10 a 14 según los sexos). Momentos en que los cambios corporalesiniciados en el período
anterior comienzan a tener efectos visibles. Se produce eldesarrollo de las características sexuales
primarias (corresponden a los órganos sexualesmasculinos y femeninos relacionados con las
reproducción) y secundarias ( aquellosaspectos físicos que dan apariencia masculina y femenina)
(13 a 15/16) El último periodo de crecimientocorporal, abarca alrededor de dos años. Los cambios
corporales que se realizan no sontan notorios desde el exterior (aumento pequeño de talla,
vellosidad, asentamiento de lavoz).
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b. Adolescencia media: (15/16 a 18)
Este período muestra al adolescente con una conducta más ordenada en cuanto alcumplimiento
de normas escolares. Se caracteriza por terminar de estabilizar el procesode crecimiento, que le
permite salir en busca del otro, mediante un proceso dedesplazamiento de investiduras libidinales
desde el propio cuerpo hacia el objeto.El desenfreno pulsional que se observa en la adolescencia
temprana y que setraducía en la “mala conducta” se transforma en dos grupos de
manifestaciones. A) latoma de contacto con el hallazgo de objeto, experiencias que se manifiestan
en los primeros noviazgos. B) la formación de grupos en torno de una tarea con la conducciónde
un líder que puede haberse constituido en ideal, siempre y cuando ese adulto, elegidocomo líder
iniciador, no abandone la tarea concreta de guía sostenimiento y conduccióndel grupo en la
realidad.Con la ruptura de estos vínculos de masa, propios del contexto de la secundaria, quele
otorgaban una pertenencia a la manera de un límite corporal y constituido comocuerpo social, el
adolescente comienza su pasaje hacia la adolescencia tardía.
(18 a 28)Las problemáticas que el adolescente debe resolver en esta etapa son la inserción enel
mundo vocacional y laboral y el encuentro con una pareja estable.1
Conflictos a resolver en esta etapa: 1. Discriminación entre “quienes son los padre”y “quien soy
yo”. 2. deseo de establecimiento de vivienda independiente. 3. Deseo deindependencia
económica. 4. Deseo de construir una pareja estable. 5. Logro de laorientación vocacional y/o
laboral.
Tres subfases:
1 (18 a 21) Se caracteriza por una gran conmoción y caos interior, debido alsentimiento de soledad
que lo domina. Los observables de esta subfase corresponden aun adolescente desorientado,
confuso, a veces caótico. O se contrario, un adolescenteordenado y sobreadaptado.
3 (25 a 28) Entrada ala madurez y a la aceptación de la complejidad psíquica ysocial de esta larga
etapa. La denominación “adolescencia tardía” supone una capacidadde frustración para aceptar la
caída de los ilusorios característicos de la adolescenciamedia (el ideal de justicia, de verdad, amor).
21
Punto de vista antropológico.
El fenómeno adolescente se presenta inserto en una estructura social que pertenece aun tiempo
histórico, un espacio geográfico y una cultura. (En nuestro caso, la occidentalque varía en rural y
urbana)La cultura adolescente, además de estar ubicada en un espacio de origen, contiene su
propia historia y ella a su vez va variando con las distintas épocas. Que establecenmomentos de
inicio, o ritos de origen.La vulnerabilidad social, obliga al aparato psíquico a plantearse
permanentestransacciones como forma de soportar el monto de angustia que tal inseguridad
provoca,ya que resulta imposible escapar, tanto de la determinación de lo biológico como de
lacultura.El pasaje a la adultez se caracteriza por el pasaje de un desconocimiento a
unconocimiento que llamamos el saber y en el que quedan comprometidos los procesos de
pensamiento.El “avunculado” como forma de iniciación, Lévi Strauss. Son los iniciadores,
queacompañan al adolescente en la salida hacia lo exogámico.La adolescencia: fenómeno de
multideterminaciónParte II: Punto de vista psicosocial, el adolescente, la familia y el grupo.Freud
plantea que la relación de la familia con la cultura es conflictiva. La familiatiende a no
desprenderse de sus hijos, será así más difícil ingresar en la cultura.Desasirse de la autoridad de
los padres es una tarea ardua para el joven y por tal razón,la sociedad suele dar cuenta de este
pasaje.
El adolescente y la familia.
La función materna, que ha sido de protección y contención durante la infancia,debe dar paso a la
función paterna de discriminación. El padre deberá ofrecer a su hijola apertura al orden cultural, la
posibilidad de una inserción participativa en contextoscada vez más amplios.Padres e hijos entran
en colisión por varias razones. Entre ellas, la principal esreconocer que los hijos son seres
individuales, cuya vida les permanece.
2 La madre debe actuar como soporte afectivo y continente: es el requisito previo, para que él
realice la investidura narcisista del propio yo. A partir de esta experiencia, sevan constituyendo
diferente lugares psíquicos, en relación con el otro.Primero, la familia, y más tarde los entramados
de relaciones interindividuales producen, por un proceso de desplazamiento, formaciones
sustitutivas de las figuras primarias, que constituyen distintos tipos de representación grupo y
distintos tipos delíder con diferentes vínculos entre ellos.Lo cierto es que tanto el adolescente
como el niño son seres aún en crecimiento, y seencuentran, respecto de las figuras parentales, en
una situación de dependencia psíquica.Por esta razón, los conflictos de los padres inciden en
forma significativa sobre los procesos de desarrollo del adolescente.El entrecruzamiento de la
conflictiva adolescente con la de la edad media de la vidade los padres enfrenta a los hijos con la
necesidad de la construcción de un futuroexogámico e incierto, y del duelo por la dependencia y
protección parental a la quecuesta renunciar. Los padres también enfrentan un duelo difícil
elaboración, por variascausas: la renuncia de las propias ilusiones, el inevitable pasaje del tiempo,
la angustia por lo vivido, lo no vivido e imposible de realizar, lo muerto y lo imposible
derecuperar.La mayor rigidez parental precipitará al adolescente hacia desenlaces cada vez más
patológicos. Las rupturas abruptas y tempranas de este alejamiento a la manera de pseudo –
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crecimientos, las adolescencias retrasadas que se manifiestan a través de laimposibilidad de salir
de la intimidad familiar y la dependencia, o las salidas conactuaciones del tipo transgresor, deben
ser evaluadas con el fin de investigar si se tratade un síntoma estruendoso pero pasajero, o de la
configuración de una patología másdefinitoria.La adolescencia de los hijos pone al descubierto las
viejas fisuras del grupo familiar y trae consecuencias diversas, tales como la separación, intentos
de suicidios, abusos dedrogas, etc., son las formas fallidas de manifestar la imposibilidad de
elaborar eldesprendimiento.Por otra parte, el hijo se transforma desde su adolescencia en un
motor de cambio para la estructura familiar y ella deberá ir accediendo a nuevas redes
psicosocialesabriéndose hacia la cultura. El fenómeno de la adoles. Despierta en los padres
ciertasfantasías que hacen a los adoles depositarios de afectos negativos, poco
discriminados,conflictivos y segregativos. (El hijos peligroso o en peligro, sexuado, envidiado o
rival,el que abandona.
El adolescente y el grupo.
Los grupos tienen duración limitada, pues llevan como destino diluirse, una vezlogrado el fin
perseguido. La “barra” se conforma con el fin de de crear un eslabónintermedio entre el mundo
familiar del que hay que desprenderse y el mundo adulto, delque aún no se puede participar.
Adolescencia Quiroga
La adolescencia es el momento del ciclo vital que comienza por ser un hecho biológico
(crecimiento del cuerpo y comienzo de funcionamiento de las hormonas sexuales), pero, a su vez,
está inmerso en un proceso psicosocial que varía según las culturas y los momentos históricos[39].
Por lo tanto, pude decirse que el proceso adolescente es esencialmente un proceso de cambio
y, por tal razón, de transición. En tal sentido, la Dra. Susana E. Quiroga, profesora titular de la
cátedra de “Psicología Evolutiva: Adolescencia”, de la Universidad de Buenos Aires, divide a la
adolescencia en distintas fases basadas en una lógica estructural del aparato psíquico:
adolescencia temprana, adolescencia media y adolescencia tardía[40]. La primera, según la
doctora, va desde los 9 hasta los 15 años; la media transcurre entre los 15 y 18 años, y, por último,
la adolecía tardía, se desarrolla entre los 18 y 28 años de edad.
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Respecto a la adolescencia media, que es la que más no interesa para este trabajo, dice lo
siguiente: “En cuanto al comportamiento escolar, este período muestra al adolescente con una
conducta más ordenada en cuanto al cumplimiento de las normas escolares”. Se caracteriza, el
adolescente medio, “por terminar de estabilizar el proceso de crecimiento” tanto físico como
psíquico.
En la adolescencia, explica Quiroga en otro capítulo del libro, la entrada a la nueva fase
“psicosexual coincide con el acceso a una nueva forma de pensamiento que inserta a los padres en
el contexto social y sexuado. El hijo juzga y se desilusiona debido al conocimiento de contextos
más amplios, y comienza una tarea de separación del contexto familiar que le requerirá un trabajo
psíquico intenso y difícil que durará toda la adolescencia”. Es éste un “proceso de
desprendimiento que consiste en desinvertir progresivamente los objetos primarios incestuosos y
reinvertir otros nuevos, exogámicos”[41].
Según la Dra. Quiroga “esta etapa es decisiva con respecto a la construcción del propio
destino y de la propia historia, en función de la maduración sexual, del Yo y del Superyó. El acceso
a la fase genital y la capacidad de mayor ligadura yoica, que evita situaciones traumáticas, el uso
de mecanismo de sublimación y la conformación del carácter estable, permiten llegar al
adolescente al final de su fase resolutiva con las posibilidades abiertas para asumirse como sujeto
activo, dueño de su historia y de su futuro”[42].
En fin, dentro de lo social, durante esta etapa, el adolescente irá “separándose” de su familia,
comenzará la inserción dentro de un grupo determinado, será él el que decida diferenciarse, ser
de determinada manera. En fin, a partir de este período, el joven comenzará a tomar conciencia
de sí mismo como no lo había hecho antes, y podemos decir que será la edad en la que comience a
realizar su proyecto de autoconstrucción, con la pura conciencia de estar haciéndolo.
Incluso, en lo referente a la tan cuestionada falta de madurez que por lo general se relaciona
con esta edad, dice, por ejemplo, Winnicott que “el adolescente es inmaduro. La inmadurez es un
elemento esencial de la salud en la adolescencia. No hay más que una cura para ella, y es el paso
del tiempo y la maduración que éste puede traer”. Y agrega continuación: “La inmadurez es una
parte preciosa de la escena adolescente. Contiene los rasgos más estimulantes de pensamiento
creador, sentimientos nuevos y frescos, ideas para una nueva vida. La sociedad necesita ser
sacudida por las aspiraciones de quienes no son responsables”[43].
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ADOLESCENCIA- FICHA DE CÁTEDRA 2015
FICHA DE CÁTEDRA
Hemos entendido que Sigmund Freud propone un desarrollo paralelo entre la sexualidad y el
psiquismo.
Esta evolución tiene su punto inicial durante el proceso (Autoerotismo) en que la pulsión sexual
surge a partir de una apoyatura en lo biológico (pulsiones de autoconservación), dando lugar,
progresivamente, a la constitución del Yo y luego, de las Relaciones Objetales.
Con respecto a la evolución libidinal podemos señalar, desde el nacimiento a la adultez, las
siguientes fases o etapas: oral, anal, fálica (sexualidad infantil o pregenital) y finalmente el ingreso
a la genitalidad. Vimos que este desarrollo de la sexualidad tiene la particularidad de darse en dos
tiempos, separados entre sí por la declinación del Complejo de Edipo que produce la constitución
del Superyo y una suspensión (Período de Latencia) en la evolución y organización de la
sexualidad. Entonces hay:
· Un tiempo inicial de intensa actividad sexual que se corresponde con las primeras tres etapas
mencionadas.
· Un segundo tiempo, luego del Período de Latencia, que se corresponde con la genitalidad,
producto de la maduración biológica y hormonal producida por la Pubertad.
¿Qué pasó con el cuerpo y el Yo durante la infancia hasta el Período de Latencia incluido?
Lo que caracteriza fundamentalmente a esta etapa es el desborde pulsional; el joven siente que es
desbordado por la pujanza del impulso sexual, desea y no lo puede controlar, frenar o encauzar
25
adecuadamente. Los desbordes se producen tanto en el orden de la sexualidad como en el de la
agresión, y afectan la conducta en general.
Esto quiere decir que, los cambios biológicos acontecidos durante la Pubertad producen en el Yo
vivencias de desarticulación porque no se corresponde la imagen previa que el Yo tenía de su
cuerpo, con las sensaciones que ahora despierta la Pubertad. Estas vivencias son sumamente
inquietantes y provocan angustia en los jóvenes.
LA ADOLESCENCIA
Características de la Adolescencia
Es un lento proceso que el joven debe realizar para acceder a la Adultez y que enfrenta al joven a
las siguientes tareas:
· Reacomodación del Yo al cuerpo actual y a las nuevas funciones que la maduración sexual
promueve en el mismo.
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Al camino que supone la realización de estas tareas se lo divide en tres etapas: Adolescencia
temprana, Adolescencia media y Adolescencia tardía. Cada una de ellas con características que las
diferencian claramente entre sí.
Toda la Adolescencia es ese tiempo en que la tramitación psíquica de los cambios operados obliga
a:
· Primero: asumir las pérdidas por el cuerpo infantil, por la identidad y el rol infantil y por los
padres de la infancia
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Volviendo a la caracterización de Adolescencia temprana, podemos decir que la tramitación de los
duelos es más crítica en esta etapa .
En virtud de las modificaciones biológicas el/la joven se ve obligado a asistir pasivamente a toda
una serie de modificaciones que se operan en su cuerpo, creando un sentimiento de impotencia
frente a esta realidad concreta, que lo lleva a desplazar su rebeldía hacia la esfera del
pensamiento, de manera que se da una tendencia al manejo omnipotente de las ideas frente al
fracaso en el manejo de la realidad externa.
Vive la pérdida de su cuerpo infantil con una mente aún en la infancia y con un cuerpo que se va
haciendo maduro. Esta contradicción produce un verdadero fenómeno de despersonalización que
domina el pensamiento adolescente.
En relación al duelo por la identidad y el rol infantil, si nos retrotraemos a la infancia, observamos
que la relación de dependencia es la situación natural y lógica; el niño/a acepta su relativa
impotencia, la necesidad de que otros se hagan cargo de cierto tipo de funciones yoicas, y su yo se
va enriqueciendo mediante el proceso de identificación a sus padres. En la adolescencia hay una
confusión de roles, ya que al no poder mantener la dependencia infantil y al no poder asumir la
independencia adulta, el sujeto sufre un fracaso de despersonalización y así, el adolescente delega
en el grupo gran parte de sus atributos, y en los padres, la mayoría de aquellas cuestiones que no
tolera de lo que está viviendo.
En ese sentido, una de las defensas que el adolescente temprano emplea frente a la confusión es
la identificación proyectiva, mecanismo de defensa que sirve a una doble finalidad:
a) Vehiculizar las idealizaciones. En base a esta defensa se construyen los héroes, ídolos y mitos.
Proyectan de ese modo, partes idealizadas de sí mismos sobre personas de su grupo y del
ambiente social, o bien imitan las características idealizadas.
28
El joven transita un largo período de marchas y contramarchas, regresiones y progresiones
permanentes. Va a tener que lidiar con una serie de situaciones cuya característica es la tendencia
a la desorganización y la dispersión yoica.
Por otra parte, entra en una crisis de temporalidad. Las dificultades con los horarios obedecen a
esa causa. El pensamiento del adolescente presenta las contradicciones de inmediatez o de
postergación infinita frente a cualquier tipo de posibilidades de realización, a las que pueden
seguir sentimientos de impotencia absoluta.
La impotencia frente a los cambios corporales, la identidad infantil y el rol infantil en pugna con la
nueva identidad y sus expectativas hacen que se recurra a un proceso de negación de los mismos
cambios, que concomitantemente se van operando en las figuras y las imágenes correspondientes
de los padres y en el vínculo con ellos, que por supuesto no permanecen pasivos en estas
circunstancias, ya que también tienen que elaborar la pérdida de la relación de dependencia
infantil de sus hijos, produciéndose entonces una interacción de un doble duelo, que dificulta aun
más este aspecto de la adolescencia. Se presente no solo tener a los padres protectores y
controladores, sino que periódicamente se idealiza la relación con ellos, buscando un suministro
continuo que en forma imperiosa y urgente debe satisfacer las tendencias inmediatas, que
aparentemente facilitarían el logro de la independencia. El pensamiento se expresa aquí en forma
de contradicciones: es, por ejemplo, la demanda desconsiderada y a veces inoportuna de dinero
(dependencia) para manejarse como un individuo adulto frente a los demás
(pseudoindependencia).
Las defensas exitosas con respecto a los estados confusionales son las específicas de los procesos
sublimatorios: el estudio, los deportes, las actividades artísticas o musicales y el trabajo.
Durante esta etapa, el adolescente temprano busca a través del grupo de pares una identidad
grupal donde los desajustes son compensados. El grupo funciona como integrador a través de
gestos, actitudes, códigos, vestimenta que es necesario compartir.
Normalmente, el adolescente (en la etapa media) va aceptando las pérdidas de su cuerpo infantil y
de su rol infantil, al mismo tiempo que va cambiando la imagen de sus padres de la infancia,
sustituyéndola por la de sus padres actuales.
En relación a los procesos de duelo y desinvestidura libidinal que el adolescente debe elaborar, el
más difícil de tramitar es el duelo por los padres de la infancia, debido a las vivencias de
desamparo psíquico a que queda sometido por la pérdida de esos padres, entendida no como una
pérdida real, sino como la caída de un juicio, como una decepción respecto a un ideal.
29
Este duelo se realiza lenta y fragmentariamente pero, en definitiva, el adolescente para llegar a la
adultez debe liberarse de la dependencia de los padres. Durante la adolescencia temprana
aparece un desprendimiento emocional de ellos, a veces con hostilidad y rechazo.
Para que el adolescente pase a la adultez, se requiere que el deseo se desplace y sea depositado
en otra persona que no pertenezca a la familia inmediata. El elemento decisivo para lograr el
acceso a la genitalidad será su capacidad de separar el deseo sexual de las imágenes de sus
padres. Este desplazamiento atañe exclusivamente a los deseos incestuosos, tiene una sola
dirección (se aleja de los padres) y es irreversible, dando la posibilidad de hallazgo de objeto
exogámico.
Dijimos que el duelo por los padres de la infancia es el más difícil de tramitar, dándose durante
este proceso, estados donde un sector del yo (el yo de la realidad) mantiene la percepción de la
pérdida y otro sector (el yo del placer) continúa aferrado a la idealización de las figuras parentales.
En este sector del yo que continúa aferrado a los recuerdos, se sobreinvisten determinadas
representaciones que al no aparecer en la realidad, suscitan un sentimiento de nostalgia o
añoranza. Es importante volver a aclarar que este sentimiento no es motivado por una ausencia
parental real, sino a un estado en que los padres actuales no son aquellos que el adolescente
necesita para su equilibrio narcisista, sea porque ellos están envejeciendo, sea porque no le
pueden otorgar lo que el adolescente desearía.
Por otra parte, la reactivación de los deseos incestuosos entra en contradicción con los procesos
de desidealización y separación, creándole mayor confusión aún. Esto se suma a las múltiples
vivencias de frustración porque su ambiente familiar ya no puede satisfacer la mayor parte de sus
anhelos, ni brindarle entera protección como sucedía en la infancia.
Adolescencia media: (De los 15 a los 18 años, aproximadamente). Se puede detectar el comienzo
de este período por un cambio en las defensas que da paso a la elaboración psíquica de los duelos
, es decir, se han desinvestido (retirado libido), abandonado las representaciones o imágenes
infantiles y esto le permite al yo realizar esfuerzos de ligadura de la libido con nuevas
representaciones.
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El duelo por el cuerpo infantil culmina con el logro de una nueva imagen de sí mismo con la cual el
adolescente medio se identifica. Existe una mayor correspondencia entre el cuerpo real y el
imaginado.
Con respecto a los procesos de investidura objetal, la tarea de desasimiento de la autoridad de los
padres conduce a la tramitación de los vínculos incestuosos y el resultado de tales procesamientos
lleva al hallazgo de objeto exogámico y al comienzo de algunas tramitaciones con respecto a la
inserción laboral.
El grupo es esta etapa no es tan cerrado, no uniformiza con "gestos" y "códigos" sino que integra a
través de la imaginación. Es decir, cada uno se lo puede imaginar buscando vínculos no tan
posesivos. Aparece la pareja independientemente del grupo.
El proceso de transformación que dirige al hallazgo de objeto heterosexual se liga con el duelo por
la identidad infantil ya que aceptar el acercamiento al objeto heterosexual conlleva a cierta
necesidad de una renuncia narcisista porque implica romper con una fantasía de completud,
aceptar una falta, posibilitarse el pasaje hacia una complementariedad con aquel que tiene "lo que
a uno le falta". En la adolescencia suelen aparecer actuaciones de tipo homosexual
preeminentemente entre pares, siendo esto frecuentemente de carácter transitorio, porque en
algunos momentos de la adolescencia entran en juego conflictos que están en torno a la
homosexualidad ligados a la completud, al narcisismo. Lo que no puede decirse es que un
adolescente que tenga algún episodio homosexual sea una estructura perversa, ni que esto
determine o preanuncie la homosexualidad.
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Planteado el problema de la necesidad de desasimiento de los padres, el adolescente medio
cuestiona su propio origen, oponiéndose, desafiándolo, como forma de realizar el despegue. ¿De
qué otra manera podría hacerlo si permaneciera idealizando a las figuras parentales? Al cuestionar
el propio origen comienza a insertarse en comunidades más amplias con otros tipos de líderes que
le permiten pensar nuevos orígenes, nuevos padres espirituales: políticos, religiosos, económicos,
de clase, etc.
"En un principio, el adolescente necesita colocar al padre en una posición: el lugar de donde
provienen sus propios pensamientos, de manera que le permita manifestar su adhesión o su
rebelión, pero que sirva de referente. Más tarde, ese padre pasa a ser sustituido por una idea, una
entidad, una institución, alguien que actuando desde la posición paterna le sirva de respaldo para
fundar premisas, valores, ideales desde donde posteriormente ejerza la toma de decisiones. Un
referente que no necesariamente implica ser consultado en la realidad, pero que desde el interior
del sujeto sirva de interlocutor válido para continuar el proceso reflexivo" (Quiroga, Susana, 1997)
La inserción del adolescente en la cultura se realiza, entonces, por medio de un proceso lento y
complejo que implica: a) una elaboración del duelo por el desasimiento de los padres; b) una
creación de sustitutos ideales del yo, que ocupen el lugar que dejó vacío la muerte de los objetos
originarios.
Otro destino de los procesos de duelo lo constituye la investidura de una representación - grupo,
que va más allá de la organización del grupo de pares y que se conforma en la noción de cuerpo
social, entendido como una representación de sociedad organizada.
Por otra parte, el destino de este cuerpo social percibido como sociedad organizada, es que quede
en él proyectado el vínculo con los padres. En estos casos el adolescente espera que ese cuerpo
social posea un aspecto protector, anhelando la vuelta a una dependencia infantil, donde los
bienes le eran otorgados sin su esfuerzo personal y sin espera de reciprocidad. El aspecto hostil de
vínculos con los padres surge cuando se frustran anhelos de dependencia, y de ello resultan por
desplazamiento, ataques al cuerpo social como sociedad. Es decir, los vínculos que el adolescente
medio establece, quedan investidos con ambivalencia afectiva. Las mociones de amor y de odio se
caracterizan por su incapacidad de síntesis de manera que la búsqueda de "padres espirituales" en
el ámbito social, ya sea religioso, artístico, ideológico, etc. y la identificación con esos líderes,
transita aún por la adhesión o rechazo a sistemas, creencias e ideas, teñidas de afectos
polarizados.
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Como dijimos al principio de la caracterización de Adolescencia media: las posibilidades de
representar verbalmente afectos, de abandonar gradualmente imágenes sobre aspectos concretos
como el cuerpo infantil y los padres de la infancia, la sustitución de estos por representaciones y
valores abstractos (ideología, política, religión, ética, cultura) abre nuevas líneas a fines
sublimatorios y por consiguiente, al desarrollo del pensamiento abstracto.
El esfuerzo por lograr la inserción en la cultura, los intereses respecto del ámbito profesiones y/o
laboral, la sexualidad exogámica y la noción de "yo soy éste/a", es decir, de ser una individualidad,
significación la superación de esta etapa de Adolescencia media.
Adolescencia tardía: Las posibilidades señaladas en el párrafo anterior indican que el adolescente
ha logrado ya, la suficiente coherencia en su organización yoica como para desarrollar esas
aptitudes.
En esta etapa, una mayor armonía pulsional resultante de mayor ligadura entre afectos y
representaciones se traduce en el logro de una imagen más armónica, observable a través de
movimientos, vestimenta y verbalizaciones de mayor equilibrio y adaptabilidad social.
Para ambos sexos se produce la subordinación de las distintas zonas erógenas a la primacía genital
y se define la polaridad sexual como femenino y masculino.
Aspiraciones laborales o de realización personal a través del trabajo, lo que señala su autonomía e
independización.
Bibliografía
Freud, Sigmund: La organización genital infantil (1923). Amorrortu Editores, Bs. As., 1981
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Quiroga, Susana: El duelo y los procesos identificadores en la adolescencia. Ficha de estudio,
Facultad de Psicología, U.B.A. 1996
Soifer, Raquel: Psiquiatría Infantil Operativa, Tomo II, Ed. Kargieman, Bs.As. 1976
https://es.slideshare.net/Neonass/chicos-en-banda
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