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Queda prohibida la distribución de esta traducción sin la

aprobación expresa del grupo Traducciones Ganimedes, además esta


obra es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas sexuales
explicitas hombre/hombre, si te molesta este tema no lo leas, además
que su contenido no es apto para cardíacos.
Resumen
Cuando la vida te tiene al límite, profundizar en una sum-cultura1
puede ser justo lo que se necesita para mantener a flote una relación que se
hunde.

Cinco años después del turbulento inicio de su relación,


Noah y Pierce se han asentado bien en sus vidas como una pareja
feliz. La llegada de un nuevo hijo debería haber hecho su felicidad
matrimonial completa, pero el esfuerzo de criar a un niño y una
adolescente, combinado con una gran presión en sus puestos de
trabajo, está empezando a pasar factura.

En medio de lo que ya es una situación potencialmente


explosiva, el hermano más joven de Noah, Jonah, llega para
quedarse con ellos, lo que obliga a Noah a hacer frente a los
problemas que aún tiene con sus homofóbicos padres, aumentando
más la presión emocional.

Cuando Noah comienza a comportarse extrañamente y


Pierce sólo parece que no puede poner sus celos a descansar, las
grietas en su relación se vuelven demasiado serias como para
ignorarlas por más tiempo. Luchan por mantener a flote su amor
que se hunde pero, cuando Noah anhela la comodidad que una
cierta sum-cultura puede ofrecerle, Pierce se encuentra
preguntándose hasta dónde está dispuesto a salir de su zona de
confort para salvar su amor.

1
sum o sub, sumiso Dom – Dominador, , el Dom siempre es en Mayúscula y el sum en minuscula para marcar
el poder de una relación BDSM (Siglas para referirse a B por Bondadge, D por Disciplina, S por Dominacion-
sumision y M por sadomasoquismo)
Capítulo uno
—¡Joder, no, otra vez! —Moviéndose, Noah jaló la manta
bajo el brazo, se dio la vuelta y hundió la cabeza en la almohada.

—Uh, te toca a ti, amor —Pierce le recordó, luchando un


poco para recordar cómo hacer trabajar su voz, si solo no
estuviera tan increíblemente cansado. Arrastró un párpado
abriéndolo y echó un vistazo al reloj de la mesita de noche, pero
sólo porque estaba allí, directamente en su línea de borrosa
visión. De lo contrario, no se hubiera molestado.

Un conjunto de líneas verdes le informó que eran las dos y


media. Eso significaba que tenía tres horas más de sueño hasta
que tuviera que levantarse. Noah en teoría tendría cuatro.

—¡De ninguna manera! —La protesta de Noah fue


amortiguada por el montón de almohadas y edredones en la que
él mismo se había enterrado, pero no obstante era vehemente—.
Fue mi turno anoche.

—Lo siento —murmuró Pierce, medio como una disculpa,


medio con alivio y completamente anestesiado por la fatiga—.
Esa fue la noche anterior.

—Joder. —Sintió el rebote del colchón cuando Noah se


sentó. Hubo una ruidosa inhalación de aire y Noah bostezó—. De
todos modos, ¿no debería ser capaz de pasar toda la noche sin
alimento?

Justo en ese momento, otro gemido largo y desgarrador


retumbó en la oreja cortando lo que quedaba de tranquilidad y
paz de la noche.
—Trata de decirle eso —replicó Pierce.

—Phoebe dejó de necesitar alimentos en la noche…

—Cuando tenía seis meses de edad. Lo sé. Pero Phinneas


no es Phoebe. Él es quien es y lo que sucede es que necesita su
leche por la noche así que tenemos que dársela. Tienes que
dársela.

—Sí, claro —gruñó Noah, pero se puso de pie—. Iré —


gruñó al salir al pasillo, y luego, segundos después, su voz sonó
mucho más suave cuando dijo—: Bueno, hola, pequeño gremlin
sin dormir. ¿Tienes ganas de comer otra vez, no es verdad? —
Más palabras siguieron, pero eran demasiado bajas para que
Pierce pudiera distinguirlas. Conociendo a Noah, eran una
mezcla de dulces naderías y pequeños insultos de buen humor,
que era su manera habitual de hacer frente al bebé cada vez que
estaba demasiado cansado y necesitaba desahogar un poco de
mal humor. Noah nunca permitiría que el lado fuerte de su
temperamento se mostrara ante alguno de sus dos hijos. Eso lo
hacía un maravilloso padre —de cualquier manera en parte. Era
paciente, generoso, divertido... Pierce encontraba cada vez más
difícil concentrarse en los sonidos que Noah estaba haciendo en
la cocina mientras preparaba el biberón.

No, ellos ya no estaban en la cocina. Ya el alegre parloteo


de Noah se hacía más fuerte mientras se acercaba a su puerta en
camino a la habitación del bebé Phin. Escuchando el
tranquilizador y familiar tono de la voz de Noah, Pierce dejó que
el dulce y melodioso acento lo calmara para volver a dormir.

La paz no duró mucho tiempo. Treinta minutos, de


acuerdo con los guiones verdes en el reloj de alarma. El colchón
rebotó de nuevo pero, en lugar del metro ochenta y dos del duro y
musculoso cuerpo de Noah, algo, o mejor dicho alguien-
significativamente menor, y también mucho más huesudo, se
deslizó en la cama de Pierce. Un pequeño, pero puntiagudo codo,
le golpeó en las costillas con una exactitud que hubiera hecho a
un luchador profesional sentirse orgulloso.

—¡Ph-Phoebe! —Pierce se quedó sin aliento cuando el aire


abandonó sus pulmones mucho más rápido de lo que había
previsto que sucediera—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Se frotó el
lugar justo a la izquierda del esternón. Iba a tener un gran y
desagradable moretón.

—Phin me despertó —se quejó Phoebe.

—Esa no es razón para estar fuera de la cama en este


momento —señaló Pierce.

—Pero no puedo dormir.

—No, por supuesto que no puedes dormir cuando estás


caminando y… Oh mi Dios.

Ocupando el espacio que Noah abandonó hace sólo media


hora, Phoebe había arrebatado el edredón en una muy buena
imitación de su padre. Justo como su padre lo había hecho antes,
se dio la vuelta, hundió la cabeza en la almohada y empezó a
roncar. No era que no podía dormir…

Pierce sabía que debía moverla, pero la idea de salir de su


cálido nido, casi cómodo, era más de lo que podía afrontar.
Además, sus propios miembros se sentían como de plomo. Cómo
se suponía que debía mover el peso añadido de una niña de doce
años, incluso su propio cuerpo era demasiado pesado para
moverlo más allá de la cama. Todavía estaba pensando si debía o
no tratar de llevarla de regreso a su propia cama o simplemente
ignorar el visitante nocturno y volver a dormir cuando Noah
regresó. Otra media hora había pasado, según señalaban los
números en el reloj despertador.
—Cuidado —advirtió Pierce y señaló a Noah la cama.

—Fan-jodido-tástico. —Al pasar por delante de la cama,


Noah vio a la niña dormida—. ¿Por qué no le dijiste que
regresara a su habitación?

—No pude. Para cuando me di cuenta de lo que estaba


pasando, ella ya estaba bajo el edredón como una garrapata.
¿Qué sucede con Phin? Te tardaste demasiado.

—Lo sé. —Noah soltó un suspiro exasperado. O tal vez era


sólo otro bostezo—. Tuve que cambiarlo después de alimentarlo,
entonces él estaba despierto y quería jugar, vomitó, así que tuve
que cambiarle la ropa de nuevo, lo de siempre. —Vio a Phoebe
por un momento, luego murmuró—: ¿Qué crees que debo hacer
con ella?

Decía mucho sobre el estado de agotamiento en el que se


encontraba que le pidiera indicaciones a Pierce. Una vez, había
luchado con Pierce por el liderato en cada paso del camino.
Ahora, a pesar de que se había calmado, seguía siendo rápido
para decidir por sí mismo y no solía pedir consejo, sobre todo en
asuntos relacionados con sus hijos y, sobre todo, Phoebe, su hija
biológica.

—¿Llevarla de regreso? —Pierce sugirió. Sabía que debía


de ayudar más, realmente, pero estaba tan sangrientamente
agotado...

Noah se mordió el labio inferior. —No estoy seguro. Quizás


lo que necesita es la afirmación y el contacto con nosotros. Ella
ha estado tratando de colarse en nuestra habitación con bastante
frecuencia desde hace un tiempo, ¿no es así?

—Uh-huh.
—¿Crees que tiene algo que ver con el bebé? ¿Podría ser
que ella se siente abandonada y celosa por toda la atención que
le estamos dando?

—No estoy seguro —respondió Pierce. En serio, las tres


cuarenta y cinco no era una hora maravillosa para discutir
asuntos parentales, al contrario de lo que Noah parecía pensar.
Pero así era Noah. Una vez que estaba completamente despierto,
permanecía así durante un tiempo. Aunque fuera a la mitad de
la noche y tuviera sólo cerca de tres horas de sueño antes de
levantarse. Tres horas para Noah, lo que significaba dos horas
para Pierce—. Para ser honesto, aún no he pensado en eso —
agregó Pierce, cuando quedó claro que Noah no iba a
conformarse con una respuesta corta—. Sin embargo, suena
como si eso es lo que tú crees.

—La idea se me ha ocurrido. Ella parece que busca más


los abrazos desde que el bebé nació. ¿Recuerdas cómo solía
actuar como mayor e independiente hace unos meses? —
Finalmente se sentó en el borde de la cama, al lado de Phoebe,
extendió la mano y le acarició el cabello—. Mira a mi bebé. Ella
ya es mayor e independiente, ¿verdad? —murmuró.

—Noah, amor.

—¿Huh?

—Realmente no quiero echar a perder lo que parece ser un


intenso momento de felicidad paternal, pero ¿podrías llevar a
Pheebs de nuevo a su habitación ahora y regresar a la cama?

Noah levantó la cabeza, sorprendido. Sus ojos brillaban


con la tenue luz que caía desde la farola de afuera mientras
miraba a Pierce, pero si las palabras hirientes de Pierce le
habían lastimado no lo demostró. Esa era otra cosa con Noah. Si
algo le molestaba, rara vez lo demostraba.
Pierce intentó disculparse. —Lo siento, amor. Estoy
muerto y me gustaría tener sólo unas pocas horas de sueño antes
de tener que levantarme y prepararla para la escuela y
prepararme para el trabajo.

—Como sea. —Noah se levantó de nuevo y tomó el cuerpo


dormido de Phoebe en sus brazos, levantándola fácilmente, pero
Pierce no se perdió el desbalance bajo el peso mientras la llevaba
hacia la puerta. No pasaría mucho más tiempo para que Noah no
fuera capaz de llevarla cargando. Ya no era una tarea fácil
levantar a una niña de doce años a pesar de que la chica en
cuestión aún era pequeña y delgada para su edad. Ella siempre
había sido una niña pequeña y enfermiza, fue el efecto
secundario de haber nacido con un defecto congénito del corazón.
Una operación de alto riesgo, la había salvado antes de que
hubiera podido llegar a ser fatal pero, antes de eso, la
omnipresente amenaza de un paro cardíaco había sido una
constante fuente de preocupación para el pobre de Noah. Él la
había criado solo y, a pesar de todos los problemas que le había
causado, Noah adoraba a su hija.

Hubo un tiempo, y a veces todavía sucedía, que Pierce se


preguntaba quién era el primero en la lista de prioridades de
Noah. Sin embargo nunca había hecho la pregunta en voz alta.
Había aceptado que Phoebe era la persona más importante en la
vida de Noah hace mucho tiempo. Ahora, más de cinco años de
una relación estable y en su mayoría feliz, estaba relativamente
seguro de que Phoebe y él, ambos, tenían el primer lugar —en
listas diferentes. Y desde la llegada del bebé Phinneas, el hijo
biológico que Pierce había perdido la esperanza de tener alguna
vez, podría relacionarse con lo protector de Noah. Ahora más que
nunca, Pierce valoraba las características de padre dedicado de
su amante.
«No solo amante», pensó, viendo el anillo en su dedo
anular. Marido… «Legalmente oficial pareja de vida». Noah
Conway-Hollister, el exaltado terco irlandés que había robado su
corazón y lo había puesto en el infierno justo antes de convertirlo
en el hombre más feliz de la tierra al casarse con él.

Pierce estuvo sólo débilmente consciente de que Noah


regresó a la cama detrás de él y se acurrucó cerca. Creyó sentir
un bulto duro contra su nalga, pero no estaba seguro. Incluso si
eso era lo que él pensaba que era y, dado el alto deseo sexual de
Noah, tenía una idea bastante clara de lo que era... no podía. No
a mitad de la noche, no cuando se había levantado a las cinco de
la mañana del día anterior para mantener al bebé entretenido
antes de salir para un día completo de trabajo. Ni siquiera
cuando podía sentir a Noah mover las caderas de esa manera
inconfundible, restregándose contra la curva de culo de Pierce.
Ni siquiera cuando podía sentir el roce de los dedos de Noah en
sus costillas mientras colaba una mano curiosa bajo el edredón,
siguiendo el abdomen de Pierce hacia el sur.

No encontrando en él la respuesta que quería —como


sabía que debía— Pierce esperaba que, si ignoraba la mano,
simplemente desaparecería.

Noah continuó acariciándolo por unos momentos llenos de


culpa, entonces sus movimientos fueron más lentos y la presión
de su toque se moderó. Admitió la derrota con un suspiro de
resignación y se dio la vuelta, muy obviamente pretendiendo
comprar el falso estado de sueño profundo de Pierce.
Cuando se hizo evidente que el despertador no iba a
abortar su misión por su propia voluntad, Pierce levantó el brazo
de la cama para apagarlo. Aun no eran ni las seis. Como
siempre, era demasiado temprano para levantarse. Estirando la
mano, se dio cuenta de que había una cantidad inusual de
espacio vacío a su lado aunque, pensándolo bien, eso no era del
todo tan inusual. Ya no más.

Hace sólo un año, eran pocas las oportunidades que no


estaban él y Noah juntos toda la noche. Claro, había algunas
ocasiones —como cuando Pierce salía de la ciudad para una
conferencia o las noches que Noah regularmente pasaba con su
mejor amigo, Shae. Aparte de eso, habían sido casi inseparables,
por lo menos hasta la llegada del bebé Phin. Ahora, el trabajo y
el turnarse para cuidar de las necesidades del bebé, habían
hecho mella en la relación. Uno tomó el turno de noche mientras
el otro estaba de guardia en la mañana. A veces esa línea era
borrosa cuando Phinneas despertaba a una hora que hacía difícil
definir si aún era de noche o ya era de mañana. En esas
ocasiones era más común que fuera Noah quien se encargara del
bebé. Años de ser el único en cuidar a un hijo le habían dejado el
sueño ligero que lo hacía levantarse ante el más pequeño sonido
de Phin, a diferencia de Pierce, que dormía como un tronco y de
hecho Noah tenía que despertarlo y enviarlo al cuarto de Phin
cada vez que estaba en el turno de noche.

Pierce salió de la cama y buscó algo para ponerse sobre sus


boxers. Hubo un momento en que su ropa para la mañana habría
estado colgada junto a la puerta, lista para ser tomada.

En esos días, era muy a menudo que se le pudiera


encontrar envuelto alrededor del cuerpo de Noah —no es que no
se viera bien, pero no hacía mucho para mantener a Pierce
caliente o, más importante, asegurar su privacidad.
Se conformó con tomar una de las camisas de Noah. Éste
la había usado el día anterior y la había desechado sin cuidado,
como de costumbre, lo que significaba que estaba colganda a un
lado de la cesta de la ropa. Por lo menos, olía bien, Pierce la
observó mientras la olía cuidadosamente.

El olor de Noah, ahora frío y un poco rancio, no era nada


como cuando Pierce lo podía oler directamente de la fuente. Y sin
embargo, era innegable que era de Noah.

La ingle de Pierce hormigueó en una respuesta nacida de


haberse acostumbrado a ceder al deseo en los últimos años.
Rechazar a Noah anoche había sido un error, se dio cuenta al
arrastrar los pies a su gran vestidor para seleccionar su ropa
para el día.

En el calor del momento, se giró hacia la izquierda. El lado


de Noah. Ignorando las filas de camisas y pantalones, se fue
hasta el final de la sección donde Noah guardaba las prendas
más interesantes.

Extendió la mano para tocar el primer artículo, encantado


al reconocer el viejo chaleco favorito de cuero de Noah. Hecho de
suave gamuza negra y adaptado para encajar, mostraba el
hermoso cuerpo de Noah a la perfección. Era una pena que no lo
hubiera usado en mucho tiempo.

Pierce pasó a la siguiente pieza, un par de pantalones de


cuero. Negro, como todos lo de cuero de Noah, y no exactamente
nuevo, pero bastante atractivo al tacto. Habían sido usados tan a
menudo que ahora se sentía tan suave como la piel.

Pasó los dedos por el pesado cinturón con tachuelas de


plata, recordando el aspecto que tenía cuando rodeaba la cintura
de Noah. Los pantalones tenían un corte tan indecentemente
bajo en las caderas que le había causado problemas para
caminar en más de una ocasión. En cada ocasión habían llegado
a casa tan excitados que apenas habían logrado cruzar la puerta.

Pierce trató de pensar en la última vez que había pasado.


Debió haber sido antes del nacimiento de Phin, eso estaba claro.
Más de un año atrás. Mucho tiempo. Demasiado tiempo. Los
recuerdos se desvanecían tan rápido que ya no era capaz de
recordar lo que había hecho esa noche y cómo había sido.

Su cuerpo tenía menos dificultades para recordar. O tal


vez simplemente no estaba tratando de recordar exactamente un
recuerdo, sino que estaba feliz de conformarse con los elementos
más básicos.

Elementos como el ver la prometedora protuberancia en la


ingle de Noah o la forma en que sus brillantes ojos azules se
ponían vidriosos cuando estaba excitado. O la sensación de su
piel desnuda bajo las manos de Pierce, resbaladiza por el sudor.
Ese tono áspero en su voz cuando hacía que gimiera el nombre
de Pierce en esos dulces frenéticos segundos, justo antes de que
lo hiciera correrse.

El gemido que interrumpió el silencio no era de Noah.


Pierce estaba un poco avergonzado al oír lo que había hecho,
pero estaba solo, así que no había nada de qué preocuparse.
Ninguna preocupación. Sobre todo dado que tenía asuntos más
urgentes a mano. Como era de esperar, con sólo pensar en sexo
con Noah estuvo duro y caliente en cuestión de segundos.

Tendría que ser muy rápido, y aunque realmente no lo


quería de esa forma, con su mano, por lo menos le ayudaría a
estar en un estado que le permitiera unirse a los demás para el
desayuno.

Apoyando los hombros contra la pared del armario, con


cuidado de evitar el espejo. Quebrarlo, sin duda estropearía el
momento. Dudó un momento y luego le dio a su erección un
demasiado ansioso reconfortante masaje a través de la fina tela
de sus boxers.

Masturbarse solo en la mañana era una cosa triste de ver,


pero con alguien que era tan pecaminosamente sexy y siempre
dispuesto como Noah cerca, estaba cerca de ser patético. Y Noah
lo había querido anoche, en esos momentos mágicos entre el
sueño y la vigilia, cuando alguna vez hacer el amor habría sido
lento, dulce e intenso. Una amarga picadura de culpa latía en el
corazón de Pierce. Noah le había querido anoche, y debió haber
reconocido la reacción de Pierce como el rechazo que había sido.
Por supuesto que habría estado decepcionado, pero no había
forma de cambiar eso ahora. Pierce empujó el pensamiento de su
mente y la cintura de su ropa interior fuera del camino.
Necesitaba esto, ahora, y sólo tendría que compensar a Noah. Su
pene saltó prácticamente a su mano, como si estuviera aliviado
de ser liberado de la prisión en la que estaba tan a menudo
últimamente.

Cerró los dedos alrededor de él, acarició su eje hacia arriba


y hacia abajo. Se sentía bien, todo bien. Repitió el movimiento
con una presión suave pero firme. Una deliberada provocación, y
casi como Noah lo haría —la forma en que lo habría hecho si
estuviera aquí.

La próxima caricia envió un golpe de calor a través de la


ingle de Pierce. Dejó un hormigueo caliente, eléctrico en su
interior. Esto era bueno. Tan jodidamente bueno, y le hizo darse
cuenta de lo mucho que había desaparecido de su fácil vida
anterior. Eso le hizo darse cuenta de lo mucho que extrañaba a
Noah. Hermoso, y juguetón Noah con su flexible cuerpo y
traviesa mente. Pierce lo deseaba para él con una intensidad casi
vertiginosa. Quería que Noah estuviera ahí. Quería los deliciosos
labios de Noah envolviéndose alrededor de su pene y entrar en la
húmeda cueva de su boca mientras veía esos traviesos ojos fijos
en él.

—¡Oh, joder! —Pierce apenas era consciente de su propio


áspero gemido. Estaba tan cerca, pero simplemente no era lo que
quería. Todo eso estaba mal, y sabía que no le iba a traer la
satisfacción que anhelaba.

Ahora, obstinado, frotó su duro pene más rápido en un


intento urgente de escurrir el orgasmo que estaba reacio a
entregar.

—Pierce, bebé, ¿has visto…? —Noah se detuvo en seco


mientras cruzaba la puerta. La mirada de sorpresa en su rostro
rápidamente se convirtió en algo más ante la escena frente a él—
. Vaya, vaya —ronroneó él con una sonrisa salvaje—. Parece que
estás teniendo un comienzo feliz para el día, bebé.

—Cállate y ponte de rodillas —gruñó Pierce con una voz


que apenas reconoció como suya. Había una expresión juguetona
en la cara de Noah y, por unos pocos latidos sobreexcitados,
Pierce pensó que iba a hacerlo esperar. Pero entonces,
aparentemente notando el estado de Pierce de casi
desesperación, Noah cruzó el espacio que los separaba en dos
pasos y se dejó caer de rodillas frente a Pierce.

—Oh, joder, bebé — murmuró—. Te ves tan jodidamente


caliente.

No perdió tiempo en más palabras. Inclinándose, abrió la


boca y dejó que se deslizara a su interior el duro pene de Pierce.
El húmedo repentino calor era casi imposible de soportar pero,
aunque Pierce estaba sobreexcitado, la presión de los
conocedores dedos de Noah justo en la base de su pene fue
suficiente para evitarlo.
—Aun no —murmuró Noah mientras se apartaba y
apoyaba los labios sobre la gruesa e hinchada cabeza de la
erección de Pierce. El movimiento envió una nueva sacudida de
electricidad a través de Pierce, desde la punta de su doloroso
pene a través de sus bolas a ese lugar en la ingle y todo el
camino adelante, quemando su espalda.

Sus caderas se movían, casi por su propia voluntad. No


recordaba haber dado la orden, pero era lo que necesitaba.
Anhelaba más del delicioso calor de Noah, quería la conocedora
succión que Noah sabía aplicar tan bien. Cuando se corrió, gritó
de alegría, olvidándose guardar silencio.

Noah levantó la vista, con un dejo de reproche en sus


traviesos ojos azules, pero no parecía estar seriamente molesto.
Abriendo su boca un poco, dejó que Pierce echara un vistazo a su
rosa húmeda lengua bailando en el tono más oscuro de púrpura
de la sensible piel que estaba lamiendo. Se estaba mostrando,
permitiendo que Pierce lo viera mientras acariciaba su cuerpo
con diversas técnicas bien practicadas.

Veía a Noah de esa forma excitándolo más, sintiendo su


hábil lengua y suaves labios. Y Pierce no pudo decir lo que al
final lo llevó al límite. Al menos esta vez se acordó de ahogar el
grito que quería salir.

Noah hizo un pequeño débil sonido ahogado cuando Pierce


bombeó lo que parecían ser galones de caliente líquido a su
garganta, pero no se apartó y mantuvo la conexión hasta que
Pierce estaba agotado y tan sobre sensible que apenas podía
soportar el calor de la boca de Noah que irradiaba en torno a su
pene.

—Jesús, dulce corazón, sabes cómo hacer a un chico feliz


—susurró Pierce mientras ponía de pie a Noah. Bueno, le tendió
una mano para ayudarlo a levantarse, pero fue mucho mejor que
Noah ayudara a Pierce a estabilizarse, sus piernas estaban un
poco tambaleantes.

—Feliz de estar a tu servicio —dijo Noah con una sonrisa


traviesa cuando inclinó la cabeza para besarlo. Pierce pudo
degustarse en la lengua de Noah, lo salado de su excitación sobre
el débil sabor del café que Noah debió haber tomado antes.

Noah le permitió disfrutar de un momento, luego tomó la


mano de Pierce que acunaba su cara.

—Atiéndeme —murmuró en el beso. La brusca orden envió


un débil impulso de excitación a través de la ingle de Pierce, pero
él se dedicó por completo. Además, Noah tenía razón. Se merecía
un poco de atención a cambio.

El pobre ya estaba bastante excitado. No había tenido


tiempo de quitarse la ropa, pero Pierce podría fácilmente
detectar el bulto llenar la parte delantera de sus pantalones.

—Parece que estás un poco desesperado, mi amor —


bromeó Pierce cuando cayó de rodillas y tomó la cremallera de
Noah. Éste rodó sus ojos, pero se abandonó al acto cuando Pierce
empujó sus pantalones para liberar su erección. Tarareando su
apreciación, Pierce dio un beso de bienvenida a la cabeza del
pene, recogiendo algunas de las saladas lágrimas de alegría que
ya lloraba.

El toque causó un gemido ronco de Noah. Él flexionó sus


caderas, con un movimiento superficial, instintivo, pero era un
signo bastante seguro de que en realidad no estaba de humor
para jugar más. Estaba desesperado, y no sólo un poco.

Su pene se veía duro hasta el punto donde sería doloroso y


Pierce sabía lo suficiente como para ser capaz de imaginar lo
mucho que esto apelaba a un rápido trabajo de mutuas mamadas
en un momento robado que pertenecía sólo a ellos dos y su placer
sexual. Por no mencionar el hecho de que la última vez que
habían tenido sexo había sido hace más de una semana.

Por supuesto, eso no quería decir que quizás Noah no


hubiera estado disfrutado de algunos minutos privados de
diversión en la ducha pero, al igual que una paja en la intimidad
de un armario, no era lo mismo.

Teniendo piedad de la aflicción de su amante, Pierce abrió


la boca y relajó sus músculos lo mejor que pudo, tomó la erección
de Noah a profundidad. Esto causó un jadeante gemido de placer
y repitió el movimiento, sabiendo lo mucho que Noah adoraba
esos primeros profundos y medidos empujes.

Noah estaba cerca. Pierce podía sentirlo en el duro pulso


del eje en sus labios, podía decir por la forma que jadeaba Noah
que estaba cuidadosamente controlado, pero no iba a durar dos
minutos, quizás ni siquiera tanto.

El siguiente sonido de Noah fue un grito ahogado,


frustrado, provocado por es infinitamente más fuerte grito de
reproche del bebé Phin.

—¡No! Joder, ¡no, no, ahora! —Noah protestó, pero sabía


que había perdido. Quedó claro en la frustración que teñía su
voz. Pierce estaba medio dispuesto a ignorar al bebé, sólo unos
segundos más, veinte, quizá treinta. No se necesitaría mucho
más tiempo para dar a Noah lo que necesitaba. De todos modos,
casi había estado allí. Pero, levantando la vista Pierce se dio
cuenta de que era demasiado tarde. El momento se había ido y
se hizo añicos la concentración de Noah. Su excitación se fue tan
pronto como los latidos de su corazón bombearon la sangre hacia
otras partes de su cuerpo.

Irónicamente, fue Noah quien superó primero su


aturdimiento.
—¡Ya voy, cariño! —gritó, el padre diligente en todo
momento. No, Noah no habría dejado al bebé esperando por el
bien de un breve momento de felicidad sexual. Ni aunque le
costara muy caro.

—Yo voy —murmuró Pierce mientras se ponía de pie—.


Tómate unos minutos si quieres. Podrías terminar lo que hemos
empezado y…

—Está bien —interrumpió Noah. Su voz era áspera y


tensa aun con el recuerdo de la excitación, pero el rubor que se
había deslizado en sus mejillas casi había desaparecido.
Subiéndose la bragueta, rozó a Pierce y cruzó el cuarto para
rescatar al niño llorando en su corralito.
Capítulo dos
Cuando Noah se unió a Pierce para almorzar en su
restaurante griego favorito un par de horas más tarde, estaba
muy lejos de la normalidad. Nubes de tormenta oscurecían sus
brillantes ojos azules y arrugaba la frente con líneas profundas.
Noah había salido de la casa en un estado de ánimo bastante
bueno después de las delicias estropeadas en el armario, por lo
que, con toda probabilidad, su estado de ánimo actual no tenía
nada que ver con eso.

—¿Qué sucede? —Pierce preguntó con creciente aprensión


cuando Noah se dejó caer en su silla.

Exhalando un suspiro, Noah lo miró de una manera de “no


preguntes”.

—¿Qué sucede? —Pierce repitió, cada vez más seriamente


preocupado.

—¿Podemos pedir primero? ¿Por favor?

—Noah, ¿qué?

Noah levantó una mano. —Por favor —repitió con


tranquila insistencia.

—Uh, está bien. ¿Alguna idea de lo que te gustaría?

—Lo que sea que tú pidas siempre y cuando no sea


demasiado extravagante.

—Iba a pedir una simple ensalada griega con queso feta y


todas las cosas usuales con un poco de pan de ajo tostado.
—Encantador —dijo Noah con una falta total de
entusiasmo.

—¿Agua mineral está bien para ti?

—¡Perfecto!

Pierce le dio hasta después de que lo ordenó y el camarero


fue por las bebidas antes de tomar la decisión de preguntar de
nuevo. —¿Que sucede?

Tamborileando con los dedos la mesa, Noah tomó aliento.


—Acabo de tener que ir a la escuela de Phoebe para una visita
extra-curricular.

Un escalofrío recorrió la espalda de Pierce. —¿Ella ésta


bien?

—Sí, sí. —Noah le despidió con la mano—. Es decir, aparte


de algunas contusiones y arañazos menores. Y un minucioso
tiempo para pensar cuando llegue a casa esta tarde.

—¡Joder, Noah! ¡Ahora de una vez dime qué sucedió!

—Ella tuvo una pelea con otras dos chicas —explicó Noah.

—¿Phoebe? ¿Una pelea? Estamos hablando de nuestra hija


aquí, ¿verdad?

Noah lo miraba fijamente. —Por supuesto que sí, aunque


yo sinceramente desearía que no lo estuviéramos haciendo.

—¡Pero... no puedo creerlo! Ella es una niña feliz que se


lleva bien con todo el mundo, literalmente. Ni siquiera hace una
rabieta cuando no consigue lo que quiere. ¿De alguna manera
terminó dentro del problema o qué?

—No lo creo. Parece que ella fue la que empezó.


—No hay manera. ¿Phoebe? ¿Inició una pelea?

—Si, lo sé. Justo lo que pensé. Pero parece que es verdad.


Incluso admitió que había dado el primer puñetazo. O bofetada,
o lo que las chicas hacen cuando entran en una pelea de gatos2.

—¿Tienes alguna idea de a qué se debió?

—Oh, la tengo —respondió Noah en un tono de voz que le


dijo que no quería compartir este pedazo de información.

—¿Quieres decirme?

—En realidad, no.

—Noah, ¿qué pasó? —Pierce presionó—. Esto no va a


desaparecer solo porque te niegas a decirme, lo sabes.

Noah tomó un sorbo de su agua antes de responder: —Sí,


lo sé. Ella… Oh, aquí viene nuestra comida.

Pierce frunció el ceño. —Momento afortunado, ¿eh?

—Absolutamente. —Haciendo una mueca, Noah esperó a


que el camarero dejara los platos y estuviera fuera del rango de
audición antes de decir—: Ella dice que esas dos chicas habían
estado metiéndose con ella durante mucho tiempo y ella sólo
había tenido lo suficiente y quería terminar con eso de una vez
por todas.

—¿Meterse con ella? ¿Con Phoebe?

Noah asintió mientras empujaba unos trozos de tomate


alrededor de su plato. Claramente había algo más que no quería
decir.

2
Catfight, aunque literalmente es pelea de gatos, coloquialmente se utiliza para describir peleas entre mujeres,
que involucra, bofetadas, estirones de cabellos jalones de ropa en lugar de puñetazos. También se usa para
describir las peleas verbales.
—¿Por qué? —Pierce preguntó—. Quiero decir, ella es una
chica encantadora. No hay nada en ella que le diera a alguien
una razón para meterse con ella.

—No fue culpa de ella, Pie. —Noah finalmente levantó la


vista—. Fue culpa nuestra.

—¿Por nosotros? ¿Por qué, qué...? Oh. Oh. ¿Quieres decir


que...?

—Sí. Porque ella es la hija de ese par de enfermos queers3.


Porque su papá snogs4 a un chico. Ella se negó a decir algo más
que eso, pero al parecer esas declaraciones están lejos de ser lo
peor.

—Oh, joder. —Pierce dejó escapar un gemido de corazón.


Cuando habían decidido casarse oficialmente, habían sabido que
algún día podrían tener que enfrentar algún tipo de
discriminación homofóbica. Incluso por estar en una relación con
alguien del mismo sexo. Ambos habían sido abiertamente gay
mucho antes de que se conocieran. Pero eso había sido diferente.

Pierce nunca había tenido que soportar más que el


ocasional comentario despectivo, y sin importar qué, o bien lo
había contrarrestado con una sonrisa o simplemente lo había
ignorado por completo.

Salir había sido mucho más difícil para Noah. Su familia


ultra-conservadora le había hecho pasar un infierno, que lo
había llevado a la tentativa desesperada de forzarse a estar en
una relación hetero. Habiendo fracasado miserablemente, había
roto todo lazo con su familia y crio a Phoebe —el resultado
accidental de su aventura con una mujer.
3
Queer literalmente significa raro, extraño, a principios del siglo veinte fue usada por heterosexuales como
una manera despectiva de referirse a lo homosexual. Sin embargo en años recientes las personas
homosexuales deliberadamente están usando la palabra en lugar de gay (gay originalmente significa feliz sin
preocupaciones), u homosexual para darle una connotación positiva a la palabra y quitarle su negativo poder.
4
Snogs. En Bretaña es la forma de referirse al beso francés.
En cuanto Pierce sabía, Noah no había tenido muchas
confrontaciones una vez que había dejado a su familia. Durante
su vida adulta, no había mantenido el hecho de que era gay en
secreto, pero nunca había estado en una relación seria y había
mantenido su vida sexual estrictamente protegida de Phoebe.
Como consecuencia de ello, había tenido en su mayoría
relaciones de una sola noche o asuntos breves y sin sentido que
nunca habían llegado más allá de una corta serie de citas –y
jodidas. En aquellos días, simplemente no había habido nada
controversial acerca de él, y, aunque lo hubiera, Phoebe era
demasiado pequeña para tener enfrentamientos sobre eso con
otros niños. Ahora, obviamente, la situación había cambiado
mucho.

—Debe haberse sentido horrible sentir que la única


manera de que pudiera responder era mediante el uso de la
violencia —dijo Pierce.

—Lo fue. —Noah se mordió el labio, y luego, cuando Pierce


levantó las cejas, suspiró y añadió—: Parece que esas chicas
aumentaron sus coloridos y sorprendentemente correctos
comentarios sobre lo que sucede, considerando que sólo tienen
doce años.

—¿Qué quieres decir? —Pierce presionó. Sabía que tenían


que hablar de lo que lastimaba a Noah. Debe de haberle dolido
mucho, pero decirlo en voz alta sería la mejor manera para
tratar con eso.

Sin embargo, Noah no lo dijo en voz alta. Todo lo contrario.


Bajó la voz, probablemente no sólo porque no quería que la gente
alrededor de ellos pudiera oír sus palabras cuando dijo: —Lo que
significa es que le dijeron a Phoebe que su papá chupa el pene.
Jode otro tipo por el culo. También toma por el culo.
—Joder.

—Sí, literalmente.

Pierce se acercó a poner su mano sobre la de Noah. Fue un


gesto amable, con intención de consolarlo y tranquilizarlo. Trató
de no tomarlo como algo personal cuando Noah apartó su mano.
Después de más de cinco años, sabía que lo único peor que Noah
estuviera echando chispas de rabia era que Noah estuviera
tranquilo por la ira. Eso significaba que estaba más allá de saber
cómo dar rienda suelta a su furia y lo único que podía hacer era
levantar paredes para evitar tener que hacerle frente.

—¿Cómo sabes eso?

—¿Eh? Oh, la señora Hastings me dijo.

—Oh-oh, ¿te llamó la directora?

Noah rodó los ojos. —Oh, sí. Y tuvimos una conversación


bastante larga, como te puedes imaginar.

—¡Oh, mierda! Lo siento. Entonces Phoebe le dijo, pero no


a ti, ¿verdad?

Sacudiendo la cabeza, Noah apartó el plato. Apenas había


tomado la comida. —No. Phoebe también se negó a decirle. Sin
embargo, parece que Hastings entendió con bastante rapidez lo
que había sucedido, por lo que insistió que Phoebe viera a la
consejera. Ella se lo dijo a la consejera y ésta a Hastings.

—Y Hastings te dijo —finalizó Pierce.

—Sí. Ella dijo que no me preocupara si Phoebe no quería


hablar de eso conmigo. —Gimiendo, se pasó los dedos por el
cabello—. ¡Joder, Pierce! Ella debe haber estado oyendo eso
durante semanas y nunca dijo nada. Y he estado demasiado
ocupado para darme cuenta. Ella es mi niña, y ha tenido que
pasar por esto por mí...

—Noah, amor. No te culpes por eso. No es tu culpa. Los


niños son crueles, y si querían meterse con Phoebe, hubieran
encontrado otra cosa.

—Sí, lo sé. —Noah se rompió—. Eso es lo que dijo


Hastings, pero la verdad es que les hice más fácil que
encontraran algo para herirla. Soy su padre, Pierce. Ella no
debería oír esas cosas de mí. De hecho, ni siquiera debería
saberlas. Una cosa es que ella nos vea besarnos o acurrucarnos
en el sofá. Por supuesto que ella debe de saber que hay más, no
es estúpida. Pero es demasiado joven para saber los detalles y…
no de esa forma. No debería haberlo descubierto de esa manera.

Pierce exhaló una respiración lenta y decidida. —Lo sé. Lo


sé, amor, y lo siento. ¿Hablaste con la consejera? ¿Te dio algún
consejo sobre cómo tratar con esto?

Noah asintió. Los músculos de su mandíbula se marcaron


con la tensión cuando dijo: —Tuve una conversación muy breve
con ella. Tengo otra cita esta tarde, además me pidió que
recogiera a Pheebs después de la escuela. No dejó que me la
llevara a casa temprano porque piensan que es mejor si se queda
con la rutina que está acostumbrada y todo eso.

—Ya veo. ¿Dijo algo más la señora Hastings?

—Sí, por supuesto. Ella me dio la charla sobre la forma en


que todos son de mente abierta en la escuela y el valor de sus
políticas contra la discriminación. Dijo que hablaría con los
padres de las otras niñas e incluso estaba pensando en tratar el
tema de las relaciones homosexuales durante las clases.
—Oh. Bueno, entonces eso es bueno, ¿no es así? Enseñar a
los niños algunas verdades sobre la vida.

—Sí. Simplemente genial —se quejó Noah—. Y usarán a


Phoebe y su dulce-paquete de papás como modelo de familia para
que todos sepan lo que se traen entre manos. Eso es lo que todo
padre quiere para su hija.

—Noah —Pierce dijo calmadamente—. Por favor, no hagas


más de esto de lo que es. Claro que es una situación terrible,
pero en unos días nadie lo recordará. Los otros niños
encontrarán algo más en qué ocupar sus pequeñas malvadas
mentes y Phoebe es fuerte. Ella puede manejar eso y va a estar
bien. Sabes que nunca ha tenido un problema con nosotros, con
su familia siendo como es, y si ella siente que tiene que defender
a sus papás, entonces, bueno, básicamente eso es una buena
señal, ¿verdad?

Noah sacudió la cabeza, pero no había un asomo de sonrisa


tirando de sus ojos. —Sabes, en momentos como este, es fácil
creer que eres hermano de Francis.

—Ah, bueno. —Pierce sonrió—. Todas esas horas pasadas


en su presencia debe haber hecho algo bueno. Ahora termina tu
ensalada. Voy a pedir un gran e indecente pudín de chocolate
para el postre y, para cuando llegues a casa esta noche, todo se
verá mucho más brillante. —Inclinándose un poco, bajó la voz—.
Si quieres, podemos empacar algo de jarabe de chocolate.

Noah lo miró fijamente. —No tiene gracia.

—No. —Pierce se encogió de hombros—. Pero no obstante


lo vas a disfrutar. Yo me encargaré de eso.
Cuando Noah regresó a la casa por la noche, se había
calmado. Había traido a casa a Phoebe a remolque, ésta tenía
un aspecto tímido y desapareció en su habitación después de un
rápido saludo a Pierce.

—¿Cómo fue? —Pierce preguntó.

—Uh, no tan malo, en realidad. —Noah suspiró. Aceptó la


copa de vino que Pierce le dio con una mirada apreciativa—. La
llevé a su lugar favorito de comida grasosa y tuvimos una un
poco larga e intensa charla de padre e hija.

—Oh, pobrecito —susurró Pierce, envolviendo sus brazos


alrededor del cuello de Noah lo jaló para un beso largo y suave.
Era lo que había estado esperando todo el día para hacer, desde
que Noah le había dejado en el restaurante con un breve beso de
despedida en la mejilla. Esta vez, para gran alivio de Pierce,
Noah respondió con su habitual entusiasmo. Se apretó junto a
Pierce, pecho contra pecho, sus brazos rodeando firmemente los
costados de Pierce. No mucho después, Noah arrastró sus manos
hacia abajo, acunando el trasero de Pierce, acariciándolo y
amasándolo mientras el beso se profundizaba.

—¿Qué? uh, ¿cómo se lo ha tomado? —Pierce preguntó, un


poco sin aliento, cuando Noah se apartó para dejarlo en libertad.

—Oh, ella básicamente dijo que había sabido lo que los


hombres gays hacían a puertas cerradas desde hace mucho
tiempo pero, puesto que parecía que no estábamos dispuesto a
hablar de eso, había pensado que no había necesidad de hacerlo.
Su principal razón de pelear con esas otras niñas era porque
encontró sus insultos vergonzosos y no quería que siguieran
discriminando lo gay. Al parecer, ella pensó que si tenía una
lucha con ellas, causaría mucho más escándalo que si
simplemente se hubiera quejado de ser acosada.

—¿Qué? —Pierce preguntó, estupefacto—. ¿Lo hizo a


propósito sólo para llevar el asunto a la atención de la
administración de la escuela?

—Sí. —Noah asintió, ahora se veía casi divertido—. Ella


quería obligar a las fuerzas de poder a reaccionar de una manera
más pública. ¿Quién iba a pensar que estamos creando a una
pequeña activista de los derechos gay?

—Oh, cariño. —Pierce suspiró—. Y ella tiene tan sólo doce


años. Si sigue a ese ritmo, va a abolir todos los regímenes
totalitarios para cuando tenga dieciséis años y la paz será
establecida en todo el mundo para cuando tenga veinte años.

—Sí, probablemente. —Noah sonrió—. Pero sabes lo que


eso significa, ¿verdad?

—¿Qué significa?

—Sabe lo que los hombres gay hacen detrás de las puertas


cerradas.

—Um... ¿Por qué no me lo dijiste? —Pierce estaba


teniendo un poco de dificultad para ponerse al día con el cambio
repentino de Noah a un mejor estado de ánimo juguetón.

—Bueno... —Noah movió sus manos, que nunca había


tenido bastante lejos de las caderas de Pierce, un poco y jaló los
botones de la camisa—. Esto significa que ya no tienes que
mantener en secreto que hay algo que hacer a puerta cerrada. Lo
que me recuerda... —Se interrumpió de nuevo y, para gran
decepción de Pierce, se dirigió a la puerta. La cerró con una
sonrisa pícara en su rostro, se giró para mirar a Pierce—. Sabes,
hay algo que he querido hacer desde hace mucho —dijo mientras
se dirigía de nuevo a Pierce con pasos medidos.

—Oh. ¿Lo hay? —Pierce tragó saliva, de repente nervioso.


Entre sus trabajos más exigentes y el cuidado de su bebé, no
había tenido mucho tiempo últimamente para el sexo, nada más
allá de una frenética jodida para descargar. Ni qué hablar de
sexo aventurero. O satisfactorio. El embarazoso incidente en el
armario en la mañana había sido una triste prueba de eso.
Incluso su comentario en el restaurante había nacido en el fragor
del momento. No había esperado que Noah lo llevara a cabo. O,
más precisamente, no había esperado que Noah aprovechara la
oportunidad de tomarle la palabra.

—Sí, así es —dijo Noah con una sexy voz.

—¿Qué es?

—Quiero que estés aquí. En la cocina —susurró Noah—.


Quiero quitarte la ropa. De esta forma. —De repente, sus manos
estaban de nuevo en la camiseta de Pierce, pero no había alegría
en sus movimientos, era más solo desabrochar los botones y
empujarla hacia atrás sobre los hombros de Pierce.

—Quiero tocarte. —Pierce sintió los dedos largos y ágiles


vagar sobre su pecho. Noah arrastró sus pulgares por las
clavículas antes de que cambiara la dirección y moviera sus
manos. Tenía abierto el cinturón de Pierce en menos de un
segundo. La bragueta le siguió y Noah no perdió el tiempo al
empujar los pantalones de Pierce hasta los pies, junto con su
ropa interior. Pierce se estremeció. Era una reacción en parte
debida a la exposición al aire frío, pero sobre todo a la inmensa y
al rojo-vivo excitación que inundó su cuerpo con el poder
abrumador e inevitable de un maremoto.
Estaba duro. La velocidad con la que su sangre había
llenado su erección hizo que la experiencia estuviera cerca de ser
dolorosa.

—Quiero darte un beso. —Noah bajó la cabeza y rozó sus


labios sobre la cabeza del hinchado pene de Pierce—. Sabes. —
Mojó la punta de su lengua en la pequeña ranura, empujando
con cautela, pero provocando a Pierce con la sugerencia de lo
imposible.

Pierce bajó la vista. Su pre-semen brillaba en una cadena


clara y gelatinosa desde la púrpura corona de su eje a la piel
rosada de la boca de Noah.

—Oh, joder. —¿Sexo en la cocina? No lo habían hecho en...


años. Sólo... ¿Por qué no?

—¿Qué sucede con Phin? —Pierce preguntó, oyendo su


propia voz profunda y áspera con la excitación.

—Él está dormido, ¿recuerdas? —Noah respondió


lamiendo con su lengua las gotas de jalea. La vista envió un
nuevo destello de necesidad directamente a la ingle de Pierce.

—Sí, pero... ¿Y si se despierta? No estoy seguro de que


incluso pudiera escucharlo y…

—Él está bien, bebé. Phoebe se comprometió a cuidar de él


si se despierta, que, con toda probabilidad, no lo hará. Deja de
preocuparte y consigue subir ese dulce culo a la mesa.

El aliento de Pierce se quedó atrapado. —¿En la mesa


de...? —Se estremeció con anticipación.

—Sí. En la mesa —confirmó Noah—. Sobre tu espalda, las


piernas en alto. —Sonrió—. Déjame ver.
—Oh, joder, Noah —Pierce gimió, pero hizo lo que le había
pedido Noah y fue a la gran y sólida mesa de la cocina—. ¿Qué
te pasa?

—Nada. Y no estoy planeando nada, bebé. Sin embargo,


pienso conseguir algo de ti.

—Me pregunto lo que podría ser.

—Primer lugar, mi lengua —dijo Noah mientras se


acercaba a Pierce. Haciendo que Pierce retrocediera y se
acostara en la mesa. La superficie fría y dura no era del todo
agradable, pero la mirada oscura de la excitación en la cara de
Noah hacía más que compensar la ligera molestia de Pierce.
Sintió las manos de Noah en sus muslos, recorriendo a lo largo
de la parte interna de las rodillas hasta el pliegue donde las
piernas se unían a su cuerpo. Se detuvo, entonces ya no era el
toque de los suaves dedos que acariciaban su piel, Noah fue más
lejos. Usando sus pulgares para seguir el contorno del saco de
Pierce llegando a la dulce carne por debajo, encontró su
hendidura y separó sus nalgas, dejando al descubierto su zona
más íntima ante el aire frio y aún más fríos ojos azules de Noah.

Noah lo miraba y no hacía ningún secreto en ello. Esto


definitivamente no era un momento para sentirse cohibido.

—Dios mío, eres tan hermoso —murmuró Noah. Su voz se


quebró y tuvo que aclararse la garganta antes de poder hablar
de nuevo—. He querido tenerte así durante tanto tiempo. Todo
diseñado y preparado para que yo te tome.

—Joder, Noah, deja de hablar y sigue adelante con esto. —


Pierce se atragantó. Era un poco incómodo estar acostado de esa
forma, pero mucho más incómodo era la inmensa excitación que
hormigueaba en su interior por esa posición. Él quería más y no
podía esperar para tenerlo. Si hubiera sido su elección, hubiera
optado por una jodida rápida y dura. Quería sentir a Noah
dentro de él, quería el duro y de generosas dimensiones pene de
Noah llenándolo y empujándose cada centímetro en su secreto y
oculto lugar. Pero Noah parecía tener otros planes para él.

—No-no —canturreó Noah—. Quiero probar un poco más.

Inclinándose por fin, lamió el mismo camino que sus


pulgares habían recorrido antes, desde de las bolas de Pierce a
la pequeña abertura secreta. Jugó y empujó, la presión que se
construía era casi pero no lo suficientemente fuerte como para
atravesar la apretada entrada. Era exquisito. Con la fijación oral
de Noah se tomó su tiempo para provocar y lamer, alternando los
movimientos con cuidadosas mordidas e incluso de alguna
manera succionando la arrugada piel. Siguió su camino hasta
que Pierce pensó que podía correrse con solo algunas más que las
sensaciones que Noah creaba con la lengua. Sin embargo para
cuando entró muy suavemente pero con determinación, estaba
cerca de gritar de frustración. Bueno, le hizo gritar un poco.

—Jódeme Noah, ¡por favor, jódeme! —rogó. Estaba cerca


de sollozar, era demasiado bueno. Un hormigueo lo recorría todo,
ardiendo con la necesidad de tener todas esas terminaciones
nerviosas sobreexcitadas satisfechas de la forma en que quería,
que necesitara, que fuera.

Noah tuvo misericordia de él. Había una disimulada


mirada de afecto en su rostro cuando se enderezó y cerró el
espacio que lo separaba de la orilla de la mesa. También estaba
totalmente erecto, probablemente lo había estado todo el tiempo.
Pierce ni siquiera había notado que se quitara su ropa, pero allí
estaba, completamente desnudo y tan hermoso como siempre.
—Por favor —gimió Pierce. La vista del hermoso, y duro
pene en la mano izquierda de Noah le llenó de un nuevo chorro
de anticipación y pura lujuria.

—Shh, cariño, shh —respondió Noah con voz áspera—. Sé


que lo quieres, pero voy a tener que tomarlo con calma, ¿de
acuerdo? No estás tan listo para mí como debes de estar.

—¡No me importa! —Pierce protestó—. Te quiero. Sólo


jódeme. No me importa si duele, pero por favor, ¡que sea rápido!

—Oh, joder. —Noah suspiró pero cedió a las frenéticas


súplicas de Pierce. Aun empujándose cuidadosamente e incluso
se obligó a esperar unos segundos. A juzgar por el gesto de
concentración en su rostro, estaba revisando la expresión de
Pierce en busca de signos de malestar. Cuando tuvo la
confirmación que estaba buscando, le dio un empuje lento y
profundo. Pierce sentía su interior como si estuviera en llamas.
Por supuesto, ardía, como sabía que haría. Pero al mismo tiempo
se sentía bien, tan increíblemente bien. El ardor hizo que
aumentara la sensación y el sedoso eje de acero de Noah al
entrar pareciera aún más grande de lo que era.

Sonidos de gemidos llenaron la habitación y le tomó a


Pierce un momento comprender que él era el responsable de
ellos. Noah respondió con una risa baja y ronca, y, por fin,
empezó a joder a Pierce de la manera que había anhelado todo el
tiempo. Con las piernas de Pierce extendidas y descansando en
los hombros de Noah, no había ninguna barrera entre ellos. La
posición permitió a Noah empujarse incluso hasta el último
fragmento de centímetro teniendo a Pierce casi doblado. E hizo
más que solo empujarse dentro del cuerpo de Pierce una y otra
vez, porque golpeó el punto caliente con cada empujón.

No había manera de que Pierce pudiera lograr durar más


que unos pocos minutos. Su excitación había estado quemándole
demasiado fuerte por mucho tiempo para mantener las llamas y
asumir el control, pero al menos se las arregló para aferrarse
hasta que sintió a Noah también acercarse. Esperó hasta que
pudo sentir el impecable ritmo de Noah vacilar, luego se detuvo
tratando de contenerse. Estrellas explotaron detrás de sus ojos, y
cada nervio que había estado con dolor gritaba con el placer en
su interior. Apenas era consciente de que Noah lo besaba y
tragaba sus gritos que sin duda habrían pasado mucho más allá
de la puerta cerrada.

Jadeando, Pierce miró lentamente hacia abajo. Aún


estaban conectados, sus piernas estaban sobre los hombros de
Noah, su piel se pegaba allí donde se tocaban. Su espalda le dolía
por la dura superficie de la mesa que casi seguro había dejado
algunos moretones, pero a Pierce no le importaba. No recordaba
haber estado tan felizmente satisfecho y jodido desde hace
mucho tiempo. Viendo la cara enrojecida, pero un poco tensa de
Noah, sabía que no había sido tan satisfactorio para él. Una vez
más, Noah había atendido el placer de Pierce en lugar de buscar
el suyo.

Compartieron un tierno pero breve beso. Noah se rio, un


poco avergonzado cuando su ablandado pene salió un poco
bruscamente.

—No es la mejor posición para un abrazo post-coital —


observó mientras tomaba las servilletas en la mesa de la cocina.
Le dio algunas a Pierce, manteniendo unas para limpiarse él
mismo. Había una linda y tímida expresión en su rostro
mientras miraba hacia el suelo y dijo—: Bueno, creo que tenemos
que hacer un poco de limpieza.

—¿Y qué? —Pierce suspiró, aun sintiéndose muy


pecaminoso y relajado—. Valió la pena. Infiernos, estaría
dispuesto a pasar una hora de rodillas en el suelo duro para un
trato así.

—Eso sí que es una idea. —Noah movió las cejas mientras


se ponía los pantalones.

—Qué. ¿Voy a limpiar el suelo?

—No. Te pondrás de rodillas y harás un poco de trabajo


duro. O, mejor dicho, un pene duro. —Se inclinó para darle un
beso rápido—. Pero creo que vamos a tener que esperar un
tiempo. No creo que pueda levantarla tan pronto.

Pierce dejó escapar un bufido de incredulidad. —¿No la


levantas? Sería la primera vez. Tienes el lapso de recuperación
del conejo y su apetito sexual.

—Ja-Ja. —Noah sonrió y le entregó la camisa a Pierce—.


¿Esa es una queja?

—Nada de eso, mi amor. —Pierce se puso serio al darse


cuenta hasta qué punto sus palabras eran verdad—. Estoy un
poco preocupado de que a veces no estás consiguiendo tanto como
quisieras, sabes —dijo, abrochándose los botones—. De todos
modos, no tanto como solías tener.

Noah se encogió de hombros. —Supongo que eso sólo viene


con tener un bebé. No es nada nuevo para mí y nada que no
hubiera estado esperando. Además, también me estoy haciendo
viejo, no lo olvides. No mucho después de ahora, tendrás suerte
si puedo joderte una vez en una luna azul5.

Pierce se carcajeó. —Oh, no lo creo. Además, tienes


algunas técnicas muy útiles usando otras partes de tu cuerpo.
Estoy seguro de que podrías usarlas si incluso alguna vez
encuentro que tus mejores activos, um, son insatisfactorios.
5
La luna azul se refiere a la tercer luna llena de la temporada de cuatro lunas llenas. Pero coloquialmente se
usa para referirse a algo que sucede esporádicamente.
—¿Insatisfactorios? —Noah repitió con indignación—.
¿Qué soy? ¿Un juguete sexual caminando?

—Oh, sí. Me gusta esa idea. —De pie frente a Noah, Pierce
lo agarró por la cintura y lo atrajo hacia sí—. Mi muy propio,
juguete sexual personal. Yo podría ponerte una correa y caminar
contigo para que me sirvas cada vez que quiera. O joderte cada
vez que me dé la gana. ¿Qué piensas de eso?

El aliento de Noah se quedó atrapado. Pierce sabía que,


siendo dominante, tanto mental como sexualmente, Noah no
estaba exactamente predispuesto a dejarse utilizar como un
juguete. Y, sin embargo, las palabras de Pierce parecían ser
atractivas para él en algún nivel.

—Es, eh, suena como algo que debemos hacer en el club, si


incluso lo hacemos —dijo después de un momento. Había un
nudo en la voz, una rudeza diferente que no había estado allí
segundos antes, por lo que no podía ser la secuela del sexo que
acababa de tener. Interesante. Había pasado mucho tiempo
desde que Pierce había tenido la oportunidad de ponerle una
correa a Noah, e incluso entonces había sido más un accesorio
que una declaración. Ellos, ambos, tenían sus gustos kinky6,
pero las experiencias que había sufrido Noah en la escena años
antes lo había dejado emocionalmente herido y aterrorizado, así
que ahora iba a pisar el freno, más temprano que tarde.

—Tal vez ayudaría a Phoebe con su proyecto de conocer la


vida gay si vamos al patio de la escuela en un traje completo de
cuero. Incluso podríamos hacer que Francis abra un día las
puertas del club. ¿No sería una gran idea?

6
Kinky originalmente extraño, raro, retorcido. Coloquialmente es un término usado para referirse a las
prácticas sexuales no convencionales.
Noah gruñó, pero no se veía sinceramente molesto. —Es
bueno poder bromear sobre esto —dijo, y tomó el vaso que había
dejado en algún momento antes de haber tomado a Pierce.

—Oh, vamos —bromeó Pierce—. La idea tiene un cierto


atractivo, ¿verdad? Piensa en, eh, las características especiales
de algunas de las prendas fetiche.

Había un brillo peculiar en los ojos de Noah mientras


asentía pero nunca tuvo tiempo para dar una respuesta. Exhaló
su aliento en un suspiro cuando un golpe vacilante en la puerta,
seguido por la voz aburrida de Phoebe, puso fin a su tiempo de
juego sin ser molestados.
Capítulo tres
—¿Sí? —La voz de Noah era dura y poco acogedora como
para impactar a cualquier otra persona que interrumpiera su
silencio. Conociéndolo bien, Pierce podría reconocer que no era
agresión sino estrés, no hostilidad, pero aun así dolía. No
quedaba nada de la relajada intimidad que habían compartido
hace menos de veinticuatro horas.

Ese era el día en que Noah salía temprano de su trabajo


para hacer algunas tareas domésticas antes de tener la tarde
libre y que Pierce se hiciera cargo. Pierce podría fácilmente
imaginar a Noah haciendo la compra semanal. Con toda
probabilidad, el pobre hombre estaba luchando con el habitual
carrito de la compra sobrecargado, mientras que hacía
malabares con el bebé Phin quejándose sobre su cadera. Sí,
claro. Se oía a Phin haciendo su conocida protesta en el fondo.

—Um, perdona que te moleste, cariño —se disculpó Pierce,


pero fue directo al grano. Noah odiaba a la gente caminando de
puntillas alrededor cuando estaba con prisa—. No te hubiera
llamado, pero ha surgido algo y me temo que tienes que venir
aquí durante una hora o dos.

Podía oír el temperamento de Noah subir y tomar una


fuerte respiración.

—Jódete, Pierce —gruñó Noah—. Estoy en medio del


jodido Morrisons7, y me voy a encontrar con Shae a las ocho. No
puedes…

7
Wm Morrison Supermarkets es la cuarta cadena más grande de supermercados en el reino unido.
—Sé que estás haciendo las compras y que esta es tu
noche libre, amor, pero esto es una emergencia —Pierce le
interrumpió. No tenía sentido dejar que la irritación de Noah
aumentara.

—¿Qué pasa con Phin? Ya lo he recogido de la guardería y,


además, de todos modos cierran en media hora así que no puedo
llevarlo de vuelta allí ahora.

—Yo lo cuidaré. Probablemente aun estaré en una


reunión, pero Alyson se ocupará de él.

—¿Tu secretaria? —Noah se oía muy lejos de estar


emocionado.

—Ella lo adora —señaló Pierce, aliviado cuando Noah no


habló de alguna de sus habituales preocupaciones acerca de
dejar a Phin con Alyson. Aunque bondadosa y dulce, ella no
tenía experiencia con niños pequeños. Por supuesto, a los ojos
sobreprotectores de Noah, eso no la hacía apta para dejarla a
solas con un niño de once meses.

—Está bien. Estaré allí dentro de media hora.

Sin duda era una ventaja para Pierce que su marido fuera
también el encargado del departamento de informática de la
empresa y por lo tanto estaba disponible cuando era necesario.
También era una gran desventaja compartir el hogar con el
hombre al que tenía que pedirle que trabajara el día en que tenía
el muy necesario tiempo libre.

Pierce dejó escapar un suspiro. Sabía que estaba siendo un


cobarde, pero se alegraba de estar a salvo en su reunión y no
tener que ver a Noah cuando regresara para arreglar el fallo del
sistema informático del trabajo. El verlo en casa en la noche ya
sería bastante malo.
Ver a Noah en su casa en la noche fue casi tan malo como
lo pensó. Después de todo, se habían visto brevemente en la
oficina de Pierce durante el día. Estaba agotado y enojado, Noah
había explicado que tendría que quedarse por mucho más tiempo
de lo esperado, anunciando que iba a tomar un tiempo indefinido
para solucionar el problema. Por lo menos llamarlo para que
acudiera de emergencia no había sido una exageración de
Pierce. Uno de los principales servidores había decidido
simplemente exhalar su último suspiro en una nube de humo y
plástico quemado.

No era nada que Noah podría haber previsto o podría


haber evitado, incluso si lo hubiera visto venir, pero eso no le
impidió culparse. No ayudó que las piezas que necesitaba para
arreglar el servidor no estaban en ninguna parte, a pesar de que
sabía que sólo para estar seguro las había ordenado semanas
antes.

Cuando Pierce había salido de la oficina a las cinco y


media para llevar a casa a un Phinneas cansado y sobreexcitado,
Noah acababa de regresar de recoger las piezas de repuesto de
una tienda en el otro extremo de la ciudad. Sus cejas se habían
unido con el ceño fruncido, enojado como estaba había ladrado en
su teléfono celular. Él parecía haber estado en otra serie de
llamadas telefónicas largas y cada vez más caliente con el
proveedor. Agradecido por la excusa de tener que llevar al bebé a
casa, Pierce había aprovechado la oportunidad y se había
marchado.

La única advertencia que Pierce consiguió de la tormenta


que se acercaba fue el estruendo de la puerta principal justo
antes de las ocho. Era una mala señal y raro que Noah no se
hubiera molestado en controlar su temperamento por el bien de
un bebé dormido.

Afortunadamente a Phin no le importo. Él dormía


profundamente y no se quejó de la fuerte explosión.

Sin embargo a Pierce le importaba, y se quejó. —¿Puedes


bajar la voz, por favor? —preguntó con forzada calma.

—Lo siento. Tengo prisa —bufó Noah. Con el ceño


fruncido, caminó fuerte pasado a Pierce y dejando caer su
chaqueta en el mueble más cercano. La chaqueta era de cuero
pesado con hebillas de plata. Pierce amaba el mueble, era una
silla antigua. La que él había heredado de su abuelo y que valía
una pequeña fortuna, en caso de que deseara venderla.

Pero, valía mucho más para él que la cantidad de dinero


que un apasionado coleccionista estuviera dispuesto a pagar por
ella. Por supuesto Noah lo sabía muy bien. Después de todo, él
había sido el que había rastreado a la única persona capaz de
restaurarla a su estado original. Había sido su regalo a Pierce
por su primer aniversario.

Pero en ese momento, Noah, obviamente, optó por no


recordar nada de esto. O tal vez realmente no lo recordaba, que
era la opción que Pierce decidió creer. De cualquier manera,
Pierce ahora sólo podía dejar pasar la cuestión de la silla, para
no molestar al bebé.

—Puedes darte prisa y aún ser silencioso —señaló—. Sólo


me tomó alrededor de media hora dormir a Phinneas, y no me
gustaría que se despierte de nuevo sólo porque su papi tuvo un
mal día en el trabajo.

Pasando de nuevo junto a Pierce y dejando una estela de


ropa por su camino, Noah gruñó: —Sí, bueno, su papi no podría
haber tenido un día de mierda si no tuviera que lidiar con
incompetentes cabrones, cortesía de su padre.

Otra puerta se cerró de golpe detrás de Noah. Esta vez fue


la del baño.

Al pasar por delante de él, Pierce contó hasta diez


aproximadamente cinco veces antes de ir tras Noah. Después de
todo, no era como si alguno de ellos insistiera en mucha
privacidad en el baño. No, la puerta cerrada era una pared que
Noah estaba poniendo entre ellos. Era sólo otra señal que le
decía a Pierce y al mundo lo enojado que estaba. Sangriento
temperamento irlandés.

Paseando, Pierce trató de evitar que su propia ira


surgiera. Dejar que el berrinche de Noah se convirtiera en una
pelea de tamaño monumental no haría ningún bien a nadie. Sólo
sería cuestión de tiempo hasta que Phin se despertara por los
gritos y Phoebe tampoco tomaría bien que sus padres pelearan.

—¿Te importaría explicarme esto? —Pierce preguntó


cuando Noah salió y, pasando junto a él, se dirigió a su
dormitorio.

—¿Quieres que te explique? —Noah se detuvo un momento


para abrir la puerta del armario—. Está bien. Te lo explicaré.
¿Quieres saber lo que descubrí después de hablar con él
encargado de partes para informática durante toda una hora e
hice un completo idiota de mí mismo? —Sin esperar una
respuesta, continuó—: Descubrí que la orden que dejé para ellos
con las jodidas piezas que necesitaba hoy nunca llegó más allá de
mi bandeja. ¿Quieres que te explique por qué fue eso?

—¿Por qué? —Pierce preguntó, aunque tenía una idea


bastante clara de lo que se avecinaba.
—Porque el jodido con muerte cerebral de Bruno se olvidó
de enviárselas —Noah gritó—. ¿Puedes creer eso? Llené el
formulario completo. Todo lo que tenía que hacer era ponerlo en
la máquina de fax, marcar un número y ver que se enviara, pero
no, el maldito idiota lo puso en su propia bandeja y luego
convenientemente se olvidó de eso.

Rodando los ojos, Pierce se frotó la frente con


exasperación. —Está bien, entiendo. Bruno actuó mal. Pero si
tratas de calmarte un poco y verlo objetivamente, lo único que
hizo fue olvidar enviar un fax. No es que esté diciendo que
estuvo bien —se apresuró a añadir cuando Noah estaba a punto
de interrumpirlo—, pero cuando hiciste la orden sabías que en
realidad no había necesidad de esas piezas. No sabías que las
ibas a necesitar. Incluso lo dijiste.

—¿Huh? ¿Cuándo dije eso? —Noah seguía mirando a


Pierce con furia apenas controlada ardiendo en sus ojos.

—Me dijiste que las quería por si acaso.

—Eso no cambia el hecho de que yo las quería y, además,


no es sólo decisión del imbécil cabeza dura de Bruno que mis
órdenes no se hagan.

—Deja de insultarlo, ¿quieres? —Pierce gruñó. Odiaba


cuando Noah comenzaba a maldecir, porque significaba que
estaba perdiendo el control sobre sí mismo, y solía preceder a
una desagradable pelea. Y Bruno —el asistente que Pierce había
insistido en contratar para Noah a pesar de que Noah había
insistido en que no lo necesitaba—, era un tema que podría
hacer que la sangre de Noah hirviera un poco más.

—¿Por qué? —Noah soltó una risita—. ¿Mi lenguaje soez


te escandaliza? ¿O sólo te preocupa que vaya contra ese jodido
idiota?
—Me molesta el lenguaje soez porque estamos criando
niños —señaló Pierce—. Y, por cierto, solía ser una regla que tú
sugeriste tener. Y en cuanto a Bruno… sé que es joven y sin
experiencia.

—Ja —Noah lo interrumpió—. ¿Sin experiencia? ¿Eso es


un eufemismo para tontos como un ladrillo? En serio, ¿cuánta
experiencia se necesita para enviar un jodido fax?

—Noah —se quejó Pierce—, admito que puede ser un poco


lento, pero he decidido darle la oportunidad de hacer algo de sí
mismo y él está tratando. Al menos podrías tratarlo con el
respeto que se merece por…

Noah soltó un indignado bufido. —¿Respetarlo? Sé que tú


pareces creer que él está sosteniendo la jodida luna, pero te digo,
despídelo o lo haré yo.

El control del temperamento que Pierce había estado


sosteniendo con riendas se deslizó entre sus dedos. El lenguaje
soez de Noah molestó a Pierce más de lo que quería admitir,
incluso para sí mismo. Combinado con la falta de completo
control de Noah, sólo le hacía desear contestarle. Lastimando a
Noah en respuesta y sabía lo que tenía que decir para lastimarlo.

—No puedes despedirlo —le gruñó—. Es mi compañía.


Bruno trabaja para mí y, por si acaso se te olvida, tú también
trabajas para mí. No tienes más derecho de despedir a ninguno
de mis empleados de los que tiene Bruno, y es mejor que
empieces a recordar eso.

Noah se volvió más pálido. —Bien. —Un músculo tembló


bajo sus ojos cuando continuó—. Por si acaso se te olvida… yo
podré trabajar para ti, pero no soy uno de tus jodidos empleados,
así que no te atrevas a darme órdenes como a uno. Ah, y si estás
tan contento con el jodido Bruno, entonces, ¿por qué no lo pones
a cargo de tu departamento de informática? Ve lo que hace de él.
Tengo más que suficiente en mis manos atendiendo mi negocio.
No es necesario trabajar horas extras en tu empresa para
enseñarle al personal cómo manejar los archivos en una red. Y
tampoco estoy interesado en perder el tiempo en recuperar
mensajes de correo electrónico y archivos que han sido borrados
accidentalmente.

Era fácil decir que Pierce había tenido éxito en herir a


Noah. Como él sabía que haría. Noah estaba orgulloso de haber
creado su propia empresa antes de siquiera conocer a Pierce. No
era enorme, pero estaba manejándola bien y era un gran logro
para él. Era también una forma de que Noah mantuviera su
libertad —no sólo financieramente. No quería estar en una
posición en la que dependiera de alguien, ni siquiera de Pierce,
él cuidaba su independencia. Sólo había aceptado convertirse en
el jefe del departamento de informática en la compañía de Pierce
con la condición de poder hacer todo el trabajo contratado, no
como un empleado regular. Noah seguía siendo su propio jefe, y
no era un secreto de que mucho de lo que tenía que hacer en la
compañía de Pierce estaba por debajo de su cualificación. Pierce
sabía que él tenía razón, que era parte de la razón por la que
había contratado a un asistente para Noah. Había previsto que
tuviera a alguien que pudiera hacerse cargo de las tareas más
simples. Al ver que el plan fracasó tan completamente, peor que
eso, sabiendo que había herido el orgullo de Noah, Pierce no lo
pondría por delante de él para cancelar el contrato hecho en un
arranque de mal genio.

Aferrándose a la última parte de paciencia que pudo


encontrar en sí mismo, Pierce se movió hacia atrás. —Mira,
Noah, siento que hayas tenido un día de mierda pero eso no es
culpa mía, así que no la tomes conmigo. Ve a ver a Shae en el
club durante una hora o dos, y cuando vuelvas a casa, las cosas
se verán mucho mejor, ¿de acuerdo? —Bajó la voz a un susurro
íntimo—. Voy a mantener caliente la cama, ¿qué te parece?

Haciendo una pausa por un momento, Noah lo miró


fijamente, y luego tomó su chaqueta de cuero. Pierce hizo una
mueca al oír la gruesa hebilla del pesado cinturón sobre la
madera pulida. —Sí, claro. Me voy al club. Sólo..., no es
necesario que me esperes. Voy a llegar tarde.

No fue hasta que la puerta principal se había cerrado


detrás de Noah que Pierce registró su elección de ropa. Noah
estaba usando sus pantalones de cuero favoritos. Los que eran
tan seductoramente bajos que eran casi indecentes. Los que él
solía llevar sin ropa interior porque les permitiría salir de ellos
cuando anticipaba un polvo rápido o una mamada en un callejón
sin luz en el camino de vuelta a casa con Pierce. Por primera vez
desde que Noah había empezado a salir solo supuestamente con
su mejor amigo de copas Shae, Pierce se estaba preguntando si
Noah estaba anticipando un polvo rápido o una mamada de
camino de regreso a casa.

Pierce pasó unas inquietas horas esperando a Noah, dando


vueltas en una cama que era demasiado grande y demasiado
vacía para encontrar algún descanso en las sofocantes sábanas.
El teléfono se apiadó de él y sonó justo después de las tres de la
mañana. Por supuesto, Pierce no lo sentía como un acto de
misericordia cuando saltó de la cama y se acercó al teléfono.
Estaba enfermo de aprensión. Medio esperaba que fuera la
policía la que entregaba un mensaje de un accidente, o tal vez
Noah había resultado herido en un atraco que salió mal. Al
principio, no reconoció la voz de su hermano. No registró las
palabras, así que tuvo que pedirle que las repitiera.

—Dije que Noah está bien.

—¿Él está…?

—Él está bien. Totalmente, sólo, eh, tal vez no en


condiciones de manejar.

—¿No está en condiciones de manejar? —Pierce repitió—.


Ahora, ¿qué infiernos significa eso? ¿Dónde está? ¿Aún en el
club?

—No. Él llegó a mi casa.

—¿Qué sucede?

Pierce casi podía oír el encogimiento de hombros en la voz


de su hermano. —No mucho.

—Francis…

—Ah, bueno. Él tomó un par de copas y…

—Eso nunca le impidió regresar a casa.

—Un par de copas en un par de minutos —aclaró


Francis—. Él tiene que agradecer a Shae no terminar con
intoxicación alcohólica.

—¡Joder! ¿Qué tan grave es?

—Va a tener una resaca del infierno, pero, aparte de eso,


debería estar bien. Lo he puesto en una de las salas de juego, y
Shae está con él para vigilarlo.

—Voy a ir a buscarlo.
—No, no lo hagas. —La voz de Francis era firme—. Déjalo
dormir la mona, Pie. No hay nada que puedas hacer por él ahora.
Está en buenas manos con Shae.

«Sí, claro. Shae». Shae era hermoso y sexy, con el que


Noah era más cercano que con su propio hermano. No es que
Pierce supiera si incluso Noah tenía un hermano biológico, pero
Shae definitivamente podría haber pasado por uno. Parecían
casi idénticas con sus cuerpos altos y delgados, rizos oscuros y
brillantes ojos azules. Tenían antecedentes similares, al haber
crecido tan sólo a unos pocos kilómetros de distancia el uno del
otro en Irlanda. Era extraño que nunca se hubieran conocido,
sobre todo porque también eran casi de la misma edad con sólo
unos pocos días en la fecha de su nacimiento.

Sí, Noah y Shae tenían mucho en común y Pierce había


llegado a asumir desde hace mucho tiempo que compartían
secretos que Noah no le decía ni siquiera a él. Por supuesto, a
Pierce no le molestaba eso. Shae era un gran tipo y cuando
Francis le había presentado a Noah, Pierce había estado
encantado de que su amante finalmente encontrara a un amigo
en quien confiar. Hasta ahora, nunca había tenido motivos para
sospechar que había algo más que una muy cercana, pero
estrictamente relación platónica entre ellos. Y, sin embargo,
sería absurdo no admitir que los dos eran una pareja ideal en
muchos aspectos.

Shae era naturalmente sumiso mientras que Noah era una


persona muy dominante. Ambos tenían una conducta sexual
indecentemente alta y parecían estar de acuerdo en gran
cantidad de cosas que estaban ocurriendo en el club. Noah, por
supuesto, siendo un hombre casado, se abstuvo de observar
ciertas actividades, por no hablar de participar en ellas. Shae era
más libre en ese sentido. A pesar de que oficialmente pertenecía
a Francis, la pareja disfrutaba ocasionalmente de la escena o
incluso de ménage con las personas adecuadas. A ambos les
gustaba ver al otro con otra persona, a diferencia de a Pierce y
Noah.

Noah se había desviado una vez, y casi había destruido su


amor para siempre. Pierce no podía soportar la idea de que Noah
estuviera con otro hombre, y haberlo sorprendido in fraganti
hace años no había hecho mucho para fomentar la confianza de
Pierce en él.

—¿Pierce? —La voz preocupada de Francis sacó de sus


oscuros pensamientos a Pierce. Debió haber intentado llamar su
atención algunas veces, a juzgar por el toque de irritación en su
tono.

—¿Sí? —Pierce respondió.

—Él estará bien. Shae cuidará de él y, mañana por la


tarde, va a estar tan bien como nuevo, ¿de acuerdo?

—Está bien... ¿Francis?

—¿Sí?

—¿Crees que...? Quiero decir... ¿Shae y Noah? ¿Crees


que...? —Pierce tenía la esperanza de llegar a la pregunta antes
de que pudiera cambiar de opinión, pero no era capaz de lograr
decir las palabras.

—¿Joden? —Francis termino por él—. No.

—¿No, no lo crees; o no, no lo hacen?

—No, no lo hacen.

—¿Crees que soy paranoico al pensar eso?


—Pierce, son cercanos. Muy cercanos. Me sorprendería si
no pensaras que ellos llegaran a más, pero te puedo asegurar,
que nunca han ido por ese camino.

—¿Cómo lo sabes?

—Shae me lo habría dicho. Además, sé que Noah no


jodería con Shae.

—¿Qué pasa con los otros chicos? ¿Crees que lo haría...?


Después de todo, ya lo ha hecho antes.

Hubo un momento de duda en el otro extremo antes de que


Francis respondiera —No. Ahora trata de volver a dormir, ¿de
acuerdo?

—Bien. —Pierce colgó, sabiendo que el sueño se había


quedado en una esquina muy lejana. Lo había oído en la voz de
Francis. Había sido débil, apenas perceptible, pero había estado
allí. El tono de alguien que tenía algo que ocultar. ¿O estaba
encubriendo a alguien? La pregunta era, ¿qué estaba
escondiendo Francis? Tenía algo que ver con Noah y, aunque
Pierce estaba seguro de que Francis no se quedaría viendo a
Noah engañar a su marido, Francis tenía la molesta tendencia a
ver muy de cerca los motivos de la gente. Dejaría pasar un
montón de cosas si creyera que sus razones justificaban sus actos
y él había sido el que había entrenado a Noah y le había ayudado
a luchar contra sus demonios internos incluso cuando Pierce
había perdido la fe en él.

¿Y qué si él sabía algo acerca de Noah que Pierce no sabía


ni siquiera ahora? Se habían acercado durante las llamadas
sesiones de entrenamiento de Noah y no era ningún secreto que
aún pasaban tiempo juntos. Supuestamente hablando.

¿Y si Noah hubiera optado por confiar en Francis y


confesarle lo que sabía que nunca podría decirle a Pierce? ¿Y si
Noah lo hubiera engañado de nuevo, había encontrado a alguien
con el que se había sentido atraído y no había sido capaz de
resistirse? O peor aún, ¿y si Noah había decidido que ya no
quería la vida que había construido junto a Pierce? No había
estado muy contento con el deseo de Pierce de tener un bebé.
Claro, él había aceptado. Había ayudado y apoyado a Pierce a
través de la angustiosa búsqueda de una madre de alquiler y el
humillante proceso que tener un hijo biológico supone para un
hombre gay. Cuando habían recibido la noticia de que su bebé
estaba en camino, Noah se había entusiasmado con honestidad y
las lágrimas que había derramado cuando había sostenido a
Phinneas por primera vez, parecían salidas directamente de su
corazón.

Pero Pierce también sabía que le había costado a Noah


mucho tener a Phoebe, su propia hija. Casi se había sacrificado a
sí mismo tratando de salvarla y ahora que podía disfrutar su
merecida libertad, ya que ella estaba sana y ya no lo necesitaba
tanto como solía hacerlo, Pierce lo había cargado con el peso de
otro niño. Otra pequeña criatura que necesitaba su atención,
protección y amor. Quizá Noah estaba cansado de regalar todos
esos pedazos de sí mismo. Quizás quería obtener algo a cambio, y
quizás él había empezado a buscar algo en otros lugares.
Capítulo cuatro
Noah llegó en taxi a las siete de la mañana del día
siguiente. Se veía fresco y pulcro para alguien que había estado
demasiado borracho para llegar a casa unas horas antes.

Si hubiera habido algún rastro de la noche anterior que


hubiera querido borrar, lo había hecho de manera muy eficiente.
Su barba era un indicio de lo que podía haber conseguido sin sus
propios artículos, pero olía a limpio y recién duchado. El olor de
un jabón desconocido aferrado a él, irritó la nariz de Pierce.
Prefería cuando Noah olía a Noah. También lo prefería cuando
Noah se veía como al hombre que conocía, pero Noah había
llegado incluso al extremo de cambiarse de ropa y llevaba lo que
debía de ser ropa prestada del armario de Shae.

El estilo no era muy diferente del suyo, y la ropa le


sentaba bien, pero al verlo Pierce recordó sus oscuras reflexiones
de la noche anterior. Sin embargo, estos dos tenían mucho en
común. El tamaño, el mismo gusto en la ropa. Probablemente
también tenían el mismo gusto en hombres, ya que en realidad
se encontraban en relaciones con hermanos. Pierce se negó a
dejar que sus pensamientos viajaran por ese camino una y otra
vez. Saludó a Noah con una cautelosa actitud y una taza de café.
Era una ofrenda de paz sin palabras que esperaba que Noah
aceptara.

Noah tomó la taza con una expresión reservada y un


suspiro agradecido. —Gracias —dijo en una voz inusualmente
pequeña. Así que por lo menos se había dado cuenta de que su
comportamiento había estado fuera de lugar.
—De nada.

—¿Phin y Phoebe aún están arriba? —Noah preguntó.


Había tomado un repentino interés en la taza y evitaba el
contacto visual. Muy inusual. Noah podría ver a un lobo
hambriento cuando sus pelos se erizaran.

—Phoebe se está preparando en su cuarto de baño y Phin


sigue dormido.

—Bien. —Noah asintió, como para tranquilizarse de lo que


estaba diciendo—. Uh, si quieres prepararé a Phin y lo llevaré a
la guardería cuando se despierte. Voy a ir a tu trabajo para ver
si el servidor está activo y en funcionamiento cuando lo deje.
Debe estar bien, pero realmente quiero revisar de nuevo si se
sostiene cuando todo el mundo esté en sus escritorios utilizando
el sistema. —Era su ofrenda de paz. Debido a su ausencia, de la
noche. Si llevaba a Phin a la guardería antes de inspeccionar el
sistema informático de la compañía de Pierce, nunca lograría
empezar con su propio trabajo a tiempo.

—¿Por qué no dejas que yo lo prepare y tú sigues


adelante? —Pierce sugirió—. De ese modo, estarás allí cuando
los otros lleguen y, si aún hay algo mal, puedes empezar a
arreglarlo de inmediato. —Tenía sentido, desde el punto de vista
de un gerente de compañía, así como de una pareja. Sería bueno
que Noah pasara más tiempo lejos de fórmulas para bebés,
pañales y alimento regurgitado—. Lo llevaré y empezaré a
trabajar un poco más tarde. De todos modos no es como si
realmente tuviera que estar allí a las ocho en punto —agregó.

—Me parece bien —dijo Noah demasiado casualmente—.


Si puedo irme ahora me va a dar una ventaja y probablemente
incluso podría tener otra revisión rápida para el momento que el
resto de tu personal llegue.
—Oh. Eso es bueno, entonces, ¿será así?

—Sí. —A la mitad de alejarse de Pierce, Noah se detuvo.


Parecía indeciso, como si estuviera a punto de abordar un tema
importante, pero no sabía cómo. Después de un momento, dijo—:
Entonces, voy a cambiarme, y voy a... Uh, me voy.

—Bien.

El largo llanto de Phinneas los interrumpió antes de que


Pierce tuviera tiempo para pensar acerca de si hacía o no frente
a la lucha y la ausencia de Noah.

En su camino de regreso de buscar al bebé, se dio cuenta


de que la puerta del baño estaba de nuevo cerrada. No pensó
mucho en ello. Después de todo hubo algunos momentos que se
necesitaba privacidad. Sin embargo, cuando, minutos más tarde,
Noah cruzó el cuarto aun completamente vestido, Pierce estaba
algo más que un poco desconcertado.

Noah normalmente dejaría la ropa en el compartimiento


para la ropa sucia y caminaría hacia el armario de la ropa
interior, a menos que, por supuesto, estuviera enojado y tratara
de mostrarlo dejando las prendas a su paso de la forma en que
había hecho la noche anterior.

Quizás tenía que ver con que Phoebe estaba a punto de


salir, o quizás, que era lo más probable, era porque la ropa era
de Shae y no tenía la intención de dejarla con su propia ropa.

Pierce le dio un total de cinco minutos antes de que ya no


pudiera soportarlo más y fue tras Noah. Se dirigió directamente
al armario sin anunciar su llegada.

—¿Qué pasó anoche?

Noah se dio la vuelta. Se estaba cambiado y había estado a


punto de dejar caer su —la camisa de Shae— cuando Pierce le
había interrumpido. Un rubor rosado de vergüenza tiñó sus
mejillas mientras se ponía la ajustada ropa de nuevo.

—Nada pasó anoche —dijo, sin mirar a Pierce. Parecía que


acababa de abandonar sus planes de ponerse ropa limpia. En su
lugar, lo que hizo fue abotonar de nuevo la camisa. Pierce no
podía decirlo con seguridad, pero pensó que por lo general los tan
ágiles dedos de Noah temblaban un poco.

—Entonces, ¿por qué no viniste a casa?

Cerrando los ojos, Noah soltó un suspiro. —Mira, yo sólo...


yo tomé demasiado y…

—Es curioso cómo no pareces tener resaca.

—Esto...

—Entonces ¿puedo considerar que esto significa que algo


sucedió anoche? —Pierce presionó el asunto, desesperado por
saber la verdad.

Noah soltó un sonido triste, resoplando. —Creo que los dos


sabemos qué sucedió.

—Hmmm. Ya veo. Y sea lo que sea, ¿crees que no me lo


puede decir?

—Pierce, por favor. No puedo... yo realmente no quiero


hablar de esto. Aún no. Yo…

—¿Qué quieres decir con que no quieres hablar de esto?


Sabes que me puedes decir todo. —Miedo, cansancio y
preocupación se mezcló en la voz de Pierce que salía más rasposa
de lo que había previsto que fuera.
Noah se estremeció. Su voz era plana cuando respondió: —
Eso es lo que yo pensaba, también. Pero en este momento, no
creo que pueda. Tengo que resolver esto por mí mismo primero.

—No sabía que tenía ese tipo de relación.

—¿Eh? ¿Qué tipo?

—El tipo que ya no podemos confiar en el otro. La clase en


la que empezamos a mantener secretos el uno del otro. —Pierce
no había querido sonar tan acusador. De verdad, no lo había
querido, pero las palabras salieron antes de que hubiera sido
capaz de detenerlas e incluso poder detectar el tono amargo de
reproche en su voz. Lo mismo ocurriría con Noah, obviamente, él
estaba cambiando de actitud de miserable a defensiva y
simplemente a listo para atacar.

—Bueno, podría ser útil si tuviéramos una relación —bufó,


preparándose para una total furia.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Joder, Pierce, debes saber lo que significa. Nosotros


apenas si pasamos tiempo juntos. La mayoría de nuestras
conversaciones giran en torno a Phoebe o a Phin, o el trabajo o la
jodida casa. Solíamos tener una vida juntos. ¿Al menos la
recuerdas?

—¡Dios, Noah! —Pierce suspiró—. Por supuesto que la


recuerdo. Y lo siento, pero las cosas han cambiado. Sabíamos que
lo harían cuando nos pusimos de acuerdo para tener otro bebé.
Pero él crecerá y será más fácil de nuevo. Vamos a ser capaces de
hacer las cosas que solíamos hacer de nuevo. Además, lo de la
otra noche. En la cocina. Eso fue increíble, ¿verdad? Fue
desviado, caliente. Nosotros... —Viendo la expresión de la cara
de Noah, él se quedó en silencio—. No fue exactamente así para
ti, ¿verdad?

Con ojos abatidos, Noah tragó y, para horror de Pierce,


negó con la cabeza. —Lo siento —murmuró tan bajo que apenas
era audible—. Últimamente me parece que constantemente se
supone que haga las cosas bien para todo el mundo, mientras
que yo… —Se mordió el labio.

—Si mientras que tú tienes que salir para ti mismo —


finalizó Pierce por él—. ¿Es eso lo que estás tratando de decir?

Noah soltó un sonido triste, ahogado. —Sí. No. Oh,


mierda, ¡no lo sé! Ya no sé lo que estoy pensando, pero todo esto
está sobre mí de alguna manera.

—¿Todo? —Pierce hizo eco—. ¿Qué quieres decir


exactamente con todo?

—Esto. Nosotros. Los niños. Los problemas de Phoebe en


la escuela. Phin llorando todas las noches. Trabajar. Solo... —
Noah levantó los brazos en un gesto de impotencia—. Todo.

—Oh, lo siento. No sabía que tu familia fuera una carga


para ti.

—No estoy diciendo eso. —Noah se opuso, pero su voz era


firme y mezclada con culpa.

—No, pero es lo que estás pensando.

—¡No sabes lo que estoy pensando!

—Bueno, podría ser útil si me lo dijeras y no sólo correr


con tu amigo Shae y pasar la noche haciendo ¡quien jodidos sabe
qué!

—¡Por lo menos Shae escucha lo que estoy diciendo!


—¡Joder, Noah! Por supuesto que sí. No es como si él
tuviera mucho más que hacer, ¿verdad? Él no tiene que manejar
una empresa y tampoco tiene a un hijo que cuidar. Además,
¿desde cuándo has estado tan ansioso para hablar acerca de tus
sentimientos? Por lo general, eres quien pone un muro lo
suficientemente rápido para ocultarte detrás cuando algo te
molesta.

Eso había golpeado a Noah donde más le dolía. Se puso


pálido y los músculos de su mandíbula se destacaron con la
tensión. Pierce se preparó para la respuesta.

—Creo que debería quedarme con Shae y Francis durante


algunos días.

—¿Qué?

—Necesito un descanso, Pierce. Tengo que llegar a un


acuerdo con algunas cosas..., y no puedo hacerlo aquí.

—¿Estás..., estás rompiendo conmigo? —Pierce apenas


podía pronunciar las palabras. Su pecho se sentía demasiado
apretado para respirar.

—No. Yo sólo... necesito un poco de tiempo a solas. Por


favor, Pierce. Te amo, bebé. Eres el amor de mi vida, pero, ahora
mismo, necesito estar solo por un tiempo.

—Tiene que ver con lo que pasó anoche en el club, ¿no es


así?

Noah frunció el ceño y asintió con vacilación. —Así es. —


Se quedó mirando el suelo.

—¿Qué has hecho, Noah? —Pierce le preguntó con voz


apagada. Se sentía débil y ligeramente enfermo con la terrible
conciencia de que Noah realmente había hecho algo anoche. Algo
tan terrible que se negaba a hablar. No había mucho de lo que
Noah no hablara. De todos modos una parte de Pierce quería
saber, aún necesitaba saber la verdad, mientras que otro hubiera
preferido bloquear sus oídos y evitar oír algo.

Por fin Noah levantó la vista. Tenía los ojos enrojecidos y


tenía una expresión aturdida. —Sé lo que te debe parecer —
susurró—. Pero no es lo que piensas.

—Entonces, ¿qué es?

Cerrando los ojos, Noah negó con la cabeza.

—Realmente no sé qué hacer con eso, Noah.

—Lo sé. Y lo siento. Pero, como he dicho, no es lo que


parece.

—Me parece justo. —Pierce se obligó a decir las siguientes


palabras—. Sin embargo, una pregunta más, sólo para estar en
la misma página, ¿qué crees que me parece?

—Dios, Pierce, yo… —Todo lo que Noah había estado a


punto de decir se quedó atascado en la garganta cuando el
timbre de la puerta cantó su alegre sonido de encendido,
sorprendiendo el confuso silencio.

—Ahora vuelvo. No vayas a ningún lado —dijo Pierce.


Estaba muy tentado a ignorar al intruso, que había elegido lo
que debería de ser el momento menos apropiado para llegar a su
casa. Trató de no pensar si eso era cierto.

—¿Sí?

Cuando abrió la puerta, Pierce miró de nuevo. Se encontró


viendo a un modelo más joven de Noah. No Phoebe, que ahora se
encontraba en su cuarto de baño. Probablemente estaba otra vez
experimentando con nuevos peinados o Dios sabe lo que una
niña de doce años hacía durante más de media hora ahí dentro.
Al menos estaba felizmente ajena a la decisión que su padre
estaba a punto de hacer con respecto a su futuro.

No, el doble de Noah que estaba frente a Pierce no era una


colegiala de doce años. Él era mayor, un hombre al fin de su
adolescencia. Pero, al igual que Phoebe, tenía los oscuros rizos
castaños de Noah, los brillantes ojos azules y, en general, casi
exactamente los mismos rasgos, sin líneas de vida que ya habían
empezado a esculpir el rostro de Noah. Los contornos de la
mandíbula y las mejillas más suave y lisa de muchacho, no sin
afeitar como las de Noah. A Phoebe le gustaría eso, Pierce pensó
irracionalmente. A menudo se quejaba de que Noah la raspaba
cuando la besaba en la mejilla o la jalaba a un abrazo.

Consciente de que estaba mirando al desconocido con una


abierta curiosidad que rozaba en la mala educación, Pierce se
obligó a concentrarse.

—Um... ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

—Oh, hola —saludó el hombre frente a él—. Noah Conway


vive aquí, ¿verdad? ¿Está él?

Conway-Hollister, Pierce quería corregir, como una


cuestión de hábito, pero se abstuvo de hacerlo. Noah no siempre
utilizaba su nombre completo y, como se dio cuenta del familiar
acento, pero mucho más evidente en la voz del joven, Pierce
sospechaba que, quizás, la noticia no había viajado tan lejos.
Además, a la luz de los acontecimientos actuales, al parecer era
presuntuoso insistir en ello.

—¿Quién quiere saber? —preguntó.


—Yo. —El joven sonrió—. Soy Jonah. El hermano de
Noah.

Unos minutos más tarde, Noah se unió a ellos en la cocina.


Pierce no sabía qué reacción esperar, pero al ver a Noah
retroceder y luego fruncir el ceño a su visitante le hizo moverse
en su asiento con mortificación.

—¿Qué estás haciendo aquí, niño? —Noah gruñó, sin


molestarse en ocultar su hostilidad.

—Visitándote, por supuesto.

—No recuerdo haberte invitado —dijo Noah.

—Bueno, imaginé que no te importaría, ya que eres mi


hermano. —Jonah no parecía demasiado preocupado por la
recepción de Noah.

Murmurando algo así como “engreído” en voz baja, Noah


aceptó el café que Pierce le había dejado. Tomó unos tragos antes
de mirar a Jonah de nuevo. —¿Te enviaron ellos?

—Si por “ellos” quieres decir nuestros padres, entonces no,


no me enviaron —respondió Jonah. La amargura se había
deslizado en su voz—. Y antes de que preguntes, tampoco saben
que he venido a verte. No creo que hubieran escuchado, aunque
hubiera intentado decirles.

Él sacó la barbilla y miró fijamente a Noah que mantenía


el ceño fruncido. Pierce no podía dejar de admirar su valor.
Debido a la discusión que había tenido minutos antes, Noah aún
irradiaba furia y no estaba haciendo mucho para controlarla.
—¿Qué quieres?

—Bueno, un lugar para alojarme, no estaría mal —


respondió Jonah—. Y un consejo fraternal también sería
apreciado.

—¡Tú! —Noah soltó un bufido. Aun mirando al pobre de


Jonah, preguntó—. ¿Consejo? ¿Qué consejo podría darte?

De pronto Jonah se veía aún más joven y, por primera vez


desde que había llegado, tenía un aire de auto-conciencia. —Creo
que soy gay —dijo.

Noah palideció ante las palabras. Cerró los ojos, apretó el


puente de la nariz y los abrió de nuevo para mirar a Jonah.
Sacudiendo la cabeza, fijó su mirada en algún punto indefinido
en la pared del fondo, luego dejó escapar un profundo suspiro.
Los músculos de su mandíbula se flexionaron, pero su expresión
fue cruel y hostil cuando se dio la vuelta y gruñó: —¿Y qué
diablos te hace pensar que soy la persona adecuada para hablar
de eso?

—No sabía a dónde ir —admitió Jonah en un hilo de voz—.


Además, también eres gay, así que pensé…

—¿Qué? ¿Qué pensaste? ¿Que podrías venir aquí y me


gustaría mostrarte lo que se siente el estar afuera y orgulloso en
la gran jodida ciudad?

—Bueno, más o menos. Quiero decir, ¿por qué no? Todo


salió bien para ti, ¿no es así?

—Sí, claro —se burló Noah—. Todo salió tan


sangrientamente bien para mí que apenas sé qué hacer con mi
felicidad. Hablando en serio, mi vida no es el pedazo de pastel
que puedes creer que es. Ser un jodido queer no es una gran cosa
para ser, ni siquiera en el jodido siglo XXI en Londres. Si
realmente quieres un consejo fraternal de mí, entonces es este:
quítate esos ostentosos ridículos jeans y trata de ver si puedes
hacer que funcione con una chica. Y si tienes una sola célula
cerebral que trabaje en la cabeza, tratarás muy duro porque…

—Noah, eso es suficiente —Pierce lo interrumpió. Había


estado escuchando la conversación de los hermanos con un
creciente malestar. Claro, sabía que el descubrir que era gay no
había sido fácil para Noah, pero en todos los años que había
estado viviendo con Pierce, nunca había admitido que lamentaba
el ser gay. Nunca ni una vez dejó entrever que deseaba no serlo.

En cuanto a Jonah, que había dejado caer su mirada al


suelo y estaba de pie con los hombros encorvados, Pierce se
preguntó una vez más lo que había sido para Noah. Nunca le
había dado a Pierce ningún detalle de cómo había dejado a su
familia. A diferencia de Jonah, que obviamente tenía por lo
menos una dirección y esperanza, Noah no tenía a quién recurrir
cuando había llegado a Londres. Había estado solo. Solo con una
bebé de una semana. Eso era todo lo que Pierce sabía.

Viendo a Noah ahora, la versión de casi trece años mayor


que él había crecido hasta convertirse en, mejor olvidar todo eso.
Sí, en el exterior había funcionado realmente bien para él. Se
casó con un hombre que amaba sin importar su jodido carácter y
su estúpida tendencia a retirarse a su concha, cuando las cosas
lo sobrepasaban. Tenía dos niños adorables, un trabajo que
disfrutaba y un hogar maravilloso. Pero todo eso no valía nada si
al final no era lo que él quería. Y, en estos momentos, parecía
que Noah ya no quería lo que tenía.

Por supuesto, Jonah no podía saber eso. Noah y Pierce


apenas habían tenido tiempo para llegar a ese punto y apenas
habían tenido tiempo de darse cuenta ellos. Por lo menos, Pierce
no había tenido ese momento.
Su mirada se quedó fija en la bolsa de Noah, que estaba en
el suelo de la sala, justo donde Noah debió dejarla caer antes de
entrar en la cocina. ¿Qué había pensado cuando había oído a
Pierce hablando con alguien? Él no podía saber quién era. No
había visto a su hermano en mucho tiempo, por lo menos doce
años, era increíble que lo hubiera reconocido tan rápidamente.

Sin embargo, la cuestión más importante era, ¿qué le


hubiera dicho Noah a Jonah si no hubiera estado allí para
distraerlo? Y, ¿qué efecto tendría la presencia de Jonah en la
decisión de Noah para dejar a Pierce y su familia?

Tantas preguntas, pero Pierce no sabía cómo hacerlas. Si


era honesto, no se atrevía a preguntar. Oír a Noah decir esas
crueles palabras había sido uno de los peores momentos de su
vida y escucharlo decirlo de nuevo era algo que no estaba seguro
de poder manejar.

Captó la mirada de Noah por una fracción de segundo


antes de que Noah parpadeara y girara la cabeza. Pero lo que
Pierce había visto en esa fracción de segundo lo hizo esperar. No
podría haber habido tanto dolor en los ojos de Noah si no
siguiera amando a Pierce. Había tratado de ocultarlo, pero
Pierce sabía que lo que había visto era verdad. E incluso Noah lo
había dicho. Así que si no era falta de amor que lo hacía querer
salir, ¿qué era? ¿Había sido realmente infiel y sabía que Pierce lo
echaría si alguna vez descubría la verdad, porque era lo único
que no quería perdonar —no otra vez?

—Noah. —La tímida voz de Jonah rompió el tenso silencio.

Noah levantó las cejas, pero no respondió.

—¿Me puedo quedar? ¿Por favor?


Noah sostuvo la mirada atribulada de su hermano por lo
que pareció interminables minutos antes de en voz baja decir: —
Vas a tener que preguntarle a Pierce. Esta es su casa.

—Noah, ¿puedo hablar contigo un momento? Afuera, por


favor. —Era una de esas raras ocasiones en que Pierce estaba a
punto de poner su pie en el suelo muy decidido. Noah debió
haberse dado cuenta, y sabía bien cómo tratar una discusión. Por
supuesto, eso no le impidió rodar los ojos y jadear un poco, pero
siguió a Pierce a través de la sala.

—No lo puedes rechazar —Pierce se giró hacia él tan


pronto como se cerró la puerta detrás de ellos—. Él es tu
hermano.

—No lo estoy rechazando —señaló Noah—. Estoy


simplemente aclarando que eres el dueño de la casa dado que yo
difícilmente…

—Noah, por el amor de Dios, deja de ser un sutil dolor en


el culo ahora. Esta es tu casa tanto como la mía, pero ese no es el
punto ahora. Tú más que nadie debe saber lo que es ser un
adolescente8 que acaba de descubrir que es gay y lo menos que
podrías hacer es mostrarle al pobre diablo un poco más de
consideración.

—Veinte.

—¿Huh?

—Jonás tiene veinte años —explicó Noah—. No es un


adolescente. Su cumpleaños es en junio. De hecho, sólo unos días
después del mío.

8
Teenager que está entre los trece a los diecinueve, los años que terminan en teen thirteen a Nineteen, pero
se traduce como adolescente a pesar de que a los 18 se es adulto no adolescente, menos a los veinte.
—Bueno, no creo que tres meses importen mucho. Sigue
siendo sólo un niño y debe estar pasándola mal en estos
momentos.

—Sería mucho más fácil para él si no está dando vueltas


en el hecho de que es gay —Noah bufó.

—Joder, Noah, ¿cómo puedes decir eso? Él está más o


menos en la misma situación que tú estuviste y…

—¡Yo tenía una hija que cuidar!

—Sí, eso lo sé. Pero él aparentemente acaba de tener un


descanso con su familia, también tu familia, y veinte es aún muy
joven para estar solo en una gran ciudad que no conoce.

Dejando escapar un resoplido enfadado, Noah pasó los


dedos por el muy corto cabello. —¿Qué infiernos quieres de mí?

—Tú eres su hermano, Noah. Tú eres la única familia que


le queda en estos momentos. ¿A quién más se supone que iba a
recurrir en una situación como esta?

—No sé. Pero no lo conozco. Ni siquiera he visto a ese chico


durante más de la mitad de su vida.

—¿Y qué? Eso no cambia el hecho de que están


relacionados.

—No, no —respondió Noah—. Pero ¿dónde dice que se


supone que debo llevarme bien con alguien sólo porque sucede
que nacimos de los mismos padres?

—Noah, amor, éste no es el momento de plantear


discusiones existencialistas. Él es tu hermano. Tienes una
obligación moral de ayudarlo, ya sea que lo desees o no. Esa es la
forma en que nuestra sociedad funciona. Imagina que fuera
Phin, dentro de veinte años. ¿Sería aceptable que Phoebe le
digiera que se largara sólo porque ella no lo había visto en
mucho tiempo? O, digamos que era Phoebe pidiéndole a Francis
ayuda. ¿Crees que estaría bien para él despedirla, porque ni
siquiera son parientes de sangre?

Noah lo miró fijamente durante un largo momento, luego


sacudió la cabeza. —Entiendo tu punto.

—Bueno. Supongo que eso significa que ustedes dos no


eran exactamente, uh, muy cercanos, quiero decir antes de que
te fueras.

—No especialmente, no. Él es más joven que yo por once


años. Eso es una enorme diferencia si eres un niño, y
especialmente durante los últimos dos años, yo tenía otras cosas
en mi mente. Me acuerdo que él era un poco un niño mimado,
pero para ser honesto eso es todo.

—Sin embargo esa no es una razón para rechazarlo ahora.

—Así es. No lo es. Pero tampoco eso lo hace más fácil.

—¡Noah!

—¡Sí!

—¿Aún quieres tomar un descanso? ¿De nosotros?

El dolor no había desaparecido completamente de los ojos


de Noah cuando se encontró con la mirada de Pierce, pero, en
general, parecía haber recuperado el control. —Difícilmente
puedo irme ahora que otro miembro de mi familia va a vivir
aquí, ¿puedo?

—Noah, Phoebe también es mi familia. Ella también es mi


hija. No te olvides de eso.

—Lo sé. Nunca podría destruir eso.


—Entonces..., ¿vas a quedarte o no?

—Sí —susurró Noah—. Sí, me voy a quedar. No hay


mucho más que pueda hacer ahora, ¿verdad?

Cuando Pierce volvió a la cocina quince minutos después,


ahora con un Phin recién cambiado en sus brazos, entró
directamente a una atmósfera de helado silencio.

Sosteniendo la taza de café en una mano, Noah se apoyaba


en el mostrador de la cocina. Jonah estaba sentado en una silla,
los codos plantados en la mesa, delante de él, y sosteniendo su
cabeza con una mano debajo de la barbilla. Se veía agotado e
inseguro. Noah se veía claramente harto.

—Saluda a todos —dijo Pierce, sosteniendo a Phin para


que pudiera ver todo a su alrededor. Jonah levantó la mano a un
lugar en torno al nivel de su pecho y murmuró un cansado—:
Hola, precioso.

Noah sólo dejó escapar un vago gruñido y tomó un sorbo de


su café.

—¿Puedes sostenerlo un momento? —Pierce preguntó y


llevó a Phin hacia donde estaba Noah.

—Por supuesto. —Por fin Noah sonrió. No era una sonrisa


especialmente brillante y Phin era el único a la que estaba
dirigida, pero al menos no estaba con el ceño fruncido mientras
tomaba al niño y lo colocaba en su cadera.
—Hey, mi pequeño adorable bebito —le susurró—. ¿Has
dormido bien? ¿Hiciste que papi cambiara tu maloliente pañal de
la madrugada? Oh, muy bien.

Phin no se encontraba en un estado de ánimo muy


hablador. Pero, se rio y puso su pequeño gordito brazo alrededor
del cuello de Noah mientras trataba de inspeccionar los dientes
de Noah con la otra mano. Riendo, Noah se defendió.

Observando la escena desde el rabillo de su ojo mientras


tomaba una taza del estante superior, Pierce sintió que su pecho
se apretaba con melancolía. Noah era tan bueno con el bebé. Era
bueno con todos los niños. Sin embargo, su propio hermano
parecía haber superado esa categoría.

—Entonces, ¿ya se pusieron al día de los últimos doce


años? —preguntó Pierce. Como era de esperar, la expresión de
Noah se ensombreció de nuevo. Jonah, que había bajado la
mirada hacia la mesa, estaba tratando de ser totalmente
invisible.

—Difícilmente—gruño Noah.

—Él me odia —murmuró Jonah, manteniendo sus ojos


firmemente clavados en la mesa frente a él.

—No, sólo... No te odia, Jonah —corrigió Pierce,


observando el cambio de Noah—. Solo tiene dificultades para
entender, uh, ciertas cosas.

—¿Qué cosas? —Jonah preguntó—. ¿Mi venida aquí?

—Uh... —Pierce lanzó una mirada a Noah, cuyos labios


estaban sellados en una línea apretada—. Bueno, hay algunas
otras cosas.

—¿Qué cosas? —Jonah repitió—. ¿No son ustedes felices?


Pierce tomó aliento. —No es tan fácil.

—¿Por qué no?

«Si en realidad, ¿por qué no?»

—Porque... Oh, no lo sé, para ser honesto. Sólo a veces, uh,


las cosas suceden y, um...

Pierce fue salvado de más explicaciones por la aparición de


Phoebe. La pobre niña se sorprendió cuando él cruzo la
habitación y la abrazo. El alivio hizo que sobreactuara.

—¡Dios! ¿Qué pasa, papá? —murmuró, tratando de zafarse


de su abrazo. Ella estaba haciendo eso mucho últimamente. Por
lo menos, durante el día, cuando lucía uno de sus nuevos estilos
de moda. Aun se convertiría en un monstruo de abrazos por las
noches y en las mañanas de los perezosos domingos. Quizás el
incidente del acoso escolar había tenido una cierta influencia en
ella, o quizás Noah tenía razón al decir que se trataba de una
reacción normal a su edad. Pierce trató de no tomarlo como algo
personal y creerle a Noah. Ella es joven, diría Noah, y cada vez
más independiente. No tenía mucho sentido y Noah parecía
estar convencido de que era todo lo que había en eso. Y, sin
embargo, también se veía molesto, cuando Phoebe lo rechazaba o
decidía sentarse en el sillón grande en lugar de acurrucarse con
él como solía hacer hasta hace sólo unos meses. Sí, la bebé de
Noah estaba creciendo, al igual que el bebé de Pierce estaba
tomando más y más de sus vidas.

—Nada, calabaza —dijo Pierce en respuesta a su pregunta


que, sabía, no había sido realmente una pregunta. Se alegró de
que ella aun lo llamara papá—. Me alegro de verte. Oh,
hablando de ver, él es Jonah. Él es, uh, él es tu... —Cayó un
silencio incómodo. Era tarea de Noah presentarlos. Realmente
debería de hacerlo. Él era el vínculo entre ellos. Pero al parecer,
Noah aún prefería guardar silencio, que estuvo bien ya que
Phoebe no necesitó presentación.

—¿Jonah? —ella gritó y saltó al otro lado de la


habitación—. Me alegro de verte. Así que después de todo
lograste llegar. ¿Cómo estás? ¿Cómo fue tu viaje? ¿Realmente
hiciste todo el camino hasta aquí en autostop?

De repente, la larguirucha y casi-adolescente era en gran


medida una niña de nuevo cuando ella se arrojó a los brazos de
Jonah, casi causando que cayera de la silla.

—Vaya, vaya, Phoebe. —Jonah se rio, se oía sin aliento


mientras la abrazaba—. Te ves mucho mejor que en la webcam.
¿Cómo está mi niña favorita?

Empezaron a charlar y Pierce luchó para dar sentido a lo


que acababa de ver y oír. Phoebe y su tío no se veían para nada
como dos extraños que se suponía que ni siquiera sabían de sus
respectivas existencias. Bueno, Jonah pudo haber sido informado
por sus padres que Noah había abandonado a la familia con una
niña, pero Pierce nunca había sabido que Noah le hubiera
mencionado a ella que él tenía hermanos. Desde luego, no se lo
había mencionado a Pierce. Y sin embargo, allí estaban, tío y
sobrina, charlando como dos amigos que estaban poniéndose al
día después de haber estado separados por unas pocas semanas.

—Uh... —Pierce llamó su atención—. ¿Podría alguno de


ustedes dos informarnos por qué tanta amistad entre ustedes?

Phoebe se giró con una expresión tímida en su rostro.


Obviamente pensando que Noah iba a ser más difícil de
convencer, ella lo miró con los ojos grandes y redondos y un
puchero infantil.
—¿Qué has hecho? —Noah le preguntó con los dientes
apretados, sus palabras un doloroso recordatorio de la exacta
pregunta que el mismo Pierce le había hecho un momento antes.

—Papi... —ella comenzó, pero Noah no iba a aceptar nada


de eso.

—Qué —le gruñó.

—Hemos estado, uh, charlando. Online —ella explicó,


mordiéndose el labio inferior.

—¿Han estado hablando? ¿Uno con el otro? Pero ni


siquiera se conocen. —Noah la miraba, perplejo pero al mismo
tiempo preocupado.

Como un perfecto caballero, Jonah se apresuró al rescate


de Phoebe. —Bueno, no, no, como tal, obviamente —aclaró—.
Pero ya ves, nos conocimos en una sala de chat y luego nos
pusimos a hablar y…

—¿En serio me estás diciendo que mi hija Phoebe, que


tiene doce años y ni siquiera tiene computadora propia, y mucho
menos el permiso para navegar por páginas web dudosas, por
casualidad la encuentras en una sala de chat en Internet? No
hace falta ser licenciado en matemáticas para darse cuenta de
que las posibilidades de que eso ocurra son bajo cero.

—¿Lo tienes? —Jonah preguntó.

Noah lo miró. —¿Huh? ¿Tengo qué?

—Un título en matemáticas.

—¿Estás tratando de ser gracioso? —Los ojos de Noah se


estrecharon y su voz se había vuelto helada—. Esa es una forma
de hablar, como probablemente sabes bien, pero sí, tengo una
licenciatura en matemáticas. También en tecnología en
información e ingeniería en informática, en caso de que te lo
preguntes. Ahora, de vuelta a ti, señorita Conway. —Frunciendo
el ceño, se giró hacia Phoebe—. ¿Qué te he dicho sobre el uso del
Internet?

—Oh, papi. —Phoebe suspiró.

—No vengas con “Oh papi” —gruñó Noah—. Y también


puedes dejar de agitar tus párpados, que no funcionarán
conmigo. ¿Cómo incluso lograste entrar en una de esas salas de
chat?

Rodando los ojos, Phoebe murmuró: —Tú eres el experto.


¿De verdad tengo que decirte?

—¿Cómo lo hiciste? —El tono de Noah dejó en claro que él


no iba a aguantar más descaro de Phoebe y ella se apresuró a
moverse hacia atrás. Aparentemente Noah aún tenía bastante
poder sobre ella cuando realmente importaba.

—Bueno, acabo de inscribirme en una de esas redes


sociales y, uh, estaba curioseando alrededor —explicó—. Y
entonces yo... —Ella se quedó en silencio, mordiéndose el labio
así como Noah hacía cuando no quería decir lo que estaba
pasando dentro de su cabeza. Su expresión culpable era bastante
fácil de leer, pero tal vez la respuesta era demasiado obvia para
que Noah la detectara. Además, estaba ocupado manteniendo su
poder paternal.

Pierce dio un paso hacia adelante, inclinándose ente Noah


y Phoebe, quien estaba en el borde de la mesa. —Comenzaste a
buscar a la familia de tu padre, ¿verdad?

—Sí —admitió Phoebe.

Noah tomó un agudo aliento. —¡Con una jodida, Phoebe!


—gritó—. ¿Cómo pudiste…?
—¡Noah! —Pierce interrumpió y, luego, en un tono más
suave, dijo—: Tranquilo, amor. Piensa en lo que vas a decir, ¿de
acuerdo? —Que Noah maldijera en presencia de Phoebe no tenía
precedentes y decía lo muy furioso que estaba. Su labio inferior
tembló mientras miraba de nuevo a Pierce, que luchaba por
obtener un control sobre sí mismo.

—Está bien —dijo después de un rato, más calmando—. Lo


siento, Phoebe. Sólo... ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué no me
preguntaste si querías saber sobre... ellos?

—Porque nunca hablas de nuestra familia. Actúas como si


no existieran. Entonces, ¿cómo se supone que voy a hablar
contigo acerca de ellos?

Noah se estremeció. —Me parece justo. Pero por qué…


¿Por qué estás tan interesada en ponerte en contacto con ellos?
¿Qué esperabas que ocurriera si los encontrabas?

—No lo sé —murmuró Phoebe—. Pero ellos también son


mi familia. No es justo que yo ni siquiera los conozca.

—Phoebe, qué… —Noah comenzó, pero se interrumpió.


Respiró hondo y soltó el aire en una exhalación lenta y
decidida—. Nosotros no nos separamos exactamente en buenos
términos. Sabes eso, ¿verdad?

—Sí. Sí, eso lo sé, tú me lo dijiste. Pero no tiene nada que


ver conmigo, ¿verdad? Tú eras el que no podía vivir con ellos. Eso
no te da derecho a que no me dejes conocer a mis abuelos.

—Phoebe —Pierce amonestó suavemente, pero con


firmeza. Él había estado observando la escena con creciente
preocupación y había visto el color en la cara de Noah ante las
acusaciones de Phoebe. No había pensado mucho en lo que Noah
le había dicho a Phoebe con respecto a su familia. De alguna
manera el tema nunca se abordaba y había asumido que, o bien
Phoebe sabía la verdad o Noah le había dicho una mentira. De
cualquier manera, Pierce no había querido despertar lo que
parecía ser un arreglo pacífico y funcional. Pero ahora parecía
que, desde el principio, un volcán había estado acechando más
allá de la superficie de sus vidas tranquilas y estaba a punto de
entrar en erupción.

—Qué —Phoebe gruñó—. Ellos son mi familia. Tengo el


derecho a conocerlos, ¿no es así?

—Sí, eso es cierto —admitió Pierce. No necesitaba ver la


cara de Noah para saber que estaba aún más pálido, si eso era
posible—. Pero creo que podría haber algunos detalles sobre tu
papi y su familia que no conocemos. A menos que, por supuesto,
Jonah te haya informado —añadió, lanzando una mirada
inquisitiva a Jonah.

—¿Qué hay que agregar? —Jonah dijo—. Noah se fue


cuando descubrió que él era gay. Es razonable. Desde ese punto
de vista, claro. No hay mucho que hacer en términos de tener
sexo en el lugar en donde crecimos. Ni siquiera siendo hetero,
mucho menos si eres queer.

—¿Es eso lo que te dijeron? —preguntó Noah—. ¿Que me


había ido porque quería vivir la vida en la ciudad?

—Bueno... —Jonah se lo quedó mirando. El pobre


muchacho estaba evidentemente teniendo un momento difícil
tratando de entender a su hermano mayor—. Sabes. siguen
estando muy enojados contigo. No es que se hable mucho de ti.
—Frunció el ceño—. De hecho, no puedo ni siquiera recordar que
te mencionen a menos que preguntara... Supongo que tu salida
ha sido muy dura para ellos. —Miró a Noah, aparentemente
esperando una respuesta a sus preguntas tácitas.
—Sí —Noah se atragantó—. Ellos deben tener el corazón
roto. Su hijo queer al fin se fue. Y gracias al Señor, que se ha
llevado el resultado de su vergonzoso pecado y la vergüenza que
ha traído a toda la familia. No, en serio, deben de haber estado
devastados.

Phoebe y Jonah fruncieron el ceño, con idéntico


desconcierto ante el repentino arrebato de Noah. Sus
expresiones pusieron de manifiesto una similitud entre ellos a
un grado que era casi aterrador.

—¿Papi? —Phoebe preguntó en un tono desconcertado—.


¿Qué quieres decir con el resultado de tus pecados? ¿Hiciste algo
malo?

—No, calabaza. —Por segunda vez esa mañana, Noah


sonrió. Era una sonrisa débil, y estaba mezclada con dolor, pero
no obstante se mostraba el amor que sentía por su hija.

Se acercó a ella con pasos lentos y vacilantes. Se paró justo


en frente de ella, extendió la mano y la jaló a sus brazos. Se veía
aún aturdida pero aceptó su invitación y él incluso dejó escapar
un suspiro de satisfacción cuando ella se acurrucó contra su
pecho.

—No, Phoebe —repitió Noah en un suave murmullo—. Yo


te tengo. Y no hay nada en esto tan maravilloso que pueda estar
mal, ¿no te parece?

—Papi —Phoebe protestó, un poco tímidamente, pero de


todos modos sonaba encantada por esta muestra de cariño
paternal.

—Está bien, calabaza. Está bien. Te amo. Simplemente no


tienes que olvidar eso, ¿de acuerdo? Y aunque no siempre
entiendas lo que hago, o por qué hago lo que hago, quiero que
recuerdes que, cuando se trata de ti, todo lo que hago está
destinado a hacer lo mejor para ti. ¿De acuerdo?

Un ceño arrugado marcó la lisa frente de Phoebe, pero ella


asintió. —Si, papi.

—Bien. Te diré todo lo que necesites saber acerca de tu


familia. Lo prometo. Sólo... Dame un poco de tiempo. Por favor.

Quizá Phoebe entendía lo difícil que fue para Noah, o tal


vez ella no estaba tan interesada en la historia de su familia
como había afirmado que estaba. Cualquiera que fuera la razón,
ella envolvió sus brazos alrededor de Noah en un fuerte abrazo,
luego se apartó de él.

—Lo siento, pero tengo que ir a la escuela ahora. Karen


llegará a buscarme de un momento a otro, así que voy a
esperarla afuera, si eso está bien.

—Está bien. Te amo, calabaza —susurró una vez más


cuando Noah soltó a Phoebe de sus brazos.

—Uh... También te amo, papi —respondió Phoebe, ya


transformándose de nuevo en la dulce, casi adolescente que
estaba tratando de ser durante el día.

Hubo un momento de silencio incómodo después de la


salida de Phoebe. A Pierce le hubiera gustado hablar con Noah,
pero, entre el ceño fruncido en la cara de Noah y la presencia de
Jonah, sabía que no debía intentarlo. Y el amargo sabor de la
discusión que habían tenido no hace mucho tiempo no era
ninguna ayuda.

Viendo a Noah, la conversación con Phoebe lo tenía sin


duda herido, pero no dejaba que su dolor se mostrara. Era clásico
de Noah. Cuanto más profundas sus heridas, más gruesas las
paredes que levantaba. Y lo hacía de nuevo.
Comprobando su reloj intencionadamente, Noah terminó
el café, dejó la taza en el fregadero y dijo: —Creo que sería mejor
prepararse. Se me hace tarde, sobre todo ya que quiero verificar
el problema de tu servidor, Pie.

—Oh, está bien —dijo Pierce—. Probablemente tengas


razón. ¿Quieres que nos reunamos para almorzar?

—No-no. Como te he dicho, tengo mucho trabajo.

—Te veo afuera —dijo Pierce y siguió a Noah afuera antes


de que tuviera tiempo para objetar.

—¿Qué vamos a hacer con él? —señaló con la cabeza hacia


la cocina tan pronto como estuvieron fuera del rango de audición
de Jonah.

Noah se veía un poco desconcertado. —¿Qué quieres decir?

—Bueno, no podemos dejar que se quede aquí solo durante


todo el día, ¿verdad?

—No, por supuesto que no. —Noah se encogió de hombros


desinteresado—. Puede salir y explorar la ciudad como quiera. O
puede hacer exactamente lo que quiera hacer. Realmente no me
importa.

—¡Joder, Noah! —Pierce gimió—. ¿Qué te pasa?

—Nada.

—¿Es por eso que te ves tan molesto?

—Eso es... Oh, mierda. —Noah soltó un suspiro—.


Simplemente no me gusta tenerlo alrededor, ¿de acuerdo? Me
gustaría que regresara a debajo de la piedra de la que salió.

—¡Noah! Después de todo él es tu hermano.


—¿Y qué? Nunca le pedí que se apareciera aquí. Nunca le
he pedido que empezara a jugar con la cabeza de Phoebe sobre la
forma en que era su familia.

—Sí, ya lo sé, amor. Pero por la manera en que yo lo


entendí, fue Phoebe quien dio el primer paso. Y en cuanto a
Jonah…, tenemos que hablar. Él está aquí ahora y es tu
responsabilidad cuidar de él, ¿de acuerdo?

—Sí, claro. —Noah bufó—. Como si tuviera necesidad de


una más de esas. Sin embargo, realmente tengo que irme ahora.
Tenía la intención de conseguir hacer algo de trabajo de
reparación antes de abrir la tienda, pero creo que ahora está
fuera de la cuestión.

—Sería mucho más fácil si no fueras a la tienda, con todo


lo que ya tienes en tus manos. —Pierce lo dijo antes de poder
detenerse.

Un músculo tembló debajo del ojo izquierdo de Noah. —No


vayas a eso ahora, Pierce. Sólo... no lo hagas.

La tienda. El taller. La otra pieza de la independencia que


Noah protegía tan ferozmente.

En realidad no era un taller como tal. No era un taller,


pero era el mejor término para eso. Cuando Noah había
comenzado su propio negocio en el departamento de informática
y hacía básicamente todo lo que tenía que ver con las
computadoras para el uso de cada cliente, hasta arreglar
cualquier problema en ellas. Una cantidad sorprendente de
personas que aún tenían problemas para trabajar con sus
máquinas correctamente, y la mala calidad de las piezas de una
gran cantidad de fabricantes en estos días, le daba suficiente
trabajo de reparación para mantenerlo ocupado.
Incluso tenía algunos trabajos de consultoría para unas
pocas empresas seleccionadas, entre ellas la de Pierce, que
pagaba bien, pero nunca había sido capaz de dedicarse a la
reparación y servicio de soporte. Aparte del hecho de que esta
parte de su negocio todavía no funcionaba bien, también era lo
que más le gustaba a Noah en su puesto de trabajo. Le gustaba
tomar un equipo roto, averiguar qué parte estaba estropeada y
tratar de arreglarlo. Antes de la llegada de Phin, con frecuencia
traía algo de su trabajo a casa. Él extendía en la mesa de la
cocina las diversas piezas de plástico y metal, meditando sobre
ellas hasta haber resuelto el rompecabezas.

Entonces Noah parecía feliz. Era algo que estaba bien, y


siempre había habido un resultado perceptible a los esfuerzos
que había hecho.

Sin embargo durante los últimos meses, había dejado de


trabajar en casa. Afirmó que no podía concentrarse con el bebé
en los brazos. Tenía razón. Por supuesto que la tenía. Era una de
las muchas cosas sobre su vida que el bebé había cambiado.

A Noah no parecía haberle molestado en ese momento. Él


le sonrió y le dijo que eso significaba que tendría que pasar más
tiempo en la tienda cuando estaba cerrada al público, pero al
menos no tendría que llevar constantemente sus herramientas
de un lado a otro.

Él lo extrañaba mucho, Pierce lo sabía. Noah extrañaba


esa hora o dos tranquilas después de la cena, cuando se ponía
delante de la mesa, con una copa de vino en una mano y un
destornillador en la otra y la frente arrugada en concentración,
tratando de averiguar lo que estaba mal. Pierce también las
extrañaba.
Sin embargo, otro deseo de Noah tenía que ir a otra parte
a satisfacerlo.

—Lo siento, amor —dijo Pierce—. Creo que a lo mejor…

—Sé que quieres que me deshaga de la tienda. No es una


opción —interrumpió Noah—. Y en cuanto a entretener a
Jonah... Ha estado viajando durante casi toda la noche, así que
debe estar hecho polvo. Así que muéstrale la habitación de
invitados y déjalo que tenga unas cuantas horas de sueño. Dale
mi número y la dirección de la tienda para que me llame cuando
despierte. Lo recogeré, y puede pasar el resto del día conmigo, a
menos que tenga otros planes.

—Bien. —Pierce suspiró—. Sí, eso es probablemente una


buena idea. Les dará una oportunidad de llegar a conocerse un
poco mejor. ¿Seguro que no te gustaría reunirte conmigo durante
el almuerzo? —preguntó en un último y desesperado intento.

No fue una sorpresa cuando Noah negó con la cabeza


mientras tomaba su chaqueta. —Con todo lo que ha pasado esta
mañana, y la perspectiva de ser niñera de Jonah, voy a tener que
dejar pasar la hora del almuerzo hoy si quiero ponerme al día
con todo lo que tengo que hacer. Lo siento —añadió, en un tono
conciliador. Al parecer, había reconocido la triste mirada en el
rostro de Pierce y se apiado de él. El beso que dejó en la boca de
Pierce ciertamente se sintió más como un acto de bondad que
una muestra de afecto.
Capítulo cinco
La tregua provisional que se había instalado al negarse a
reconocer sus problemas se prolongó durante toda una semana.
Pierce hizo todo lo posible para mantener la calma y no pensar
en todos los diferentes escenarios de su sobre-imaginativa mente
seguía imaginando con Noah, mientras que Noah hizo un trabajo
medianamente bien en tomar no sólo las riendas, sino también el
freno a su temperamento.

Sin embargo ninguno de los dos logró construir un puente.


La terca resolución de Pierce era que le correspondía a Noah dar
el primer paso y pedirle disculpas, y Noah... Bueno, Noah
parecía tener otras cosas en su mente que una reconciliación
entre lágrimas con su marido. A juzgar por la forma en que se
mantenía encorvado por la casa como un perro culpable, Pierce
no podía dejar de pensar que después de todo, sus sospechas
eran ciertas.

El delgado hilo que había mantenido su creciente


frustración en jaque por fin se arrancó después de la cena la
noche del miércoles. Noah había salido con Shae otra vez la
noche anterior. Pero en lugar de volver más estable y de buen
humor de su noche fuera, que era la forma en que generalmente
lo hacía, llegó monosilábico y distante, dando portazos a su paso
y gastando una cantidad inusual de tiempo en el baño.

—Entonces, ¿cómo están las cosas en el club? —Pierce


preguntó en algún punto entre la limpieza de la mesa y la carga
del lavavajillas.

—¿Huh?
—El club, ¿cómo está?

—Uh. Está bien. —Noah no le quitaba los ojos a su


teléfono celular que estaba junto al mostrador de la cocina.

Esto se había convertido en otra espina en el costado de


Pierce durante la última semana. Noah necesitaba su teléfono
sólo para mantenerse en contacto con Pierce y Shae, o, en
ocasiones, con Francis. Aparte de eso, sólo lo utilizaba para
llamadas relacionadas con el trabajo o emergencias.
Últimamente, sin embargo, revisar sus mensajes parecía
haberse convertido en una obsesión para él. Cada vez que el
tenue zumbido del teléfono se oía, lo tomaba y revisaba la
pantalla. A veces escribía una respuesta inmediatamente, a
veces simplemente sonreía y lo guardaba de nuevo, que era
también un nuevo hábito suyo. Hace sólo una semana, el
teléfono de Noah se hubiera podido encontrar prácticamente en
cualquier lugar. En estos días, bien podría ser una parte vital de
su cuerpo. Parecía no ir a ninguna parte sin él. Ni siquiera a la
ducha.

No es que Pierce lo hubiera revisado si Noah lo hubiera


dejado afuera. Bueno, él no lo habría revisado hace una semana.
Ahora, las cosas eran diferentes y no podía esperar para
encontrar la maldita pequeña sangrienta cosa en donde no fuera
observado.

Noah parecía haber terminado de enviar su última


respuesta a cualquier mensaje que acabara de recibir y miró a
Pierce, probablemente porque sintió el calor de la mirada de
Pierce comenzar a quemar su frente.

—Lo siento, yo sólo tenía que, uh, responder a eso.


—Oh, está bien —contestó dulcemente Pierce, aunque
sintió el sabor amargo de la ira subir, asentarse en el pecho y
carcomer su interior—. Estás haciendo eso mucho últimamente.

—Sí, bueno, yo... Uh... —balbuceó Noah, mordiéndose el


labio inferior mientras buscaba las palabras. Más que nada,
Pierce quería que lo dejara y calmarlo. Y no sólo a él.

—Está bien —dijo—. No es necesario que te expliques. Si


no puedes decirme la verdad, prefiero que no digas nada en
absoluto.

Por una fracción de segundo, Noah lo miró con los ojos


muy abiertos. Entonces la implicación de las palabras de Pierce
se registraron y su expresión se hizo estruendosa.

—¿Qué es exactamente a lo que te refieres? —preguntó


con el tipo de tono que causaba escalofrío por la columna de
Pierce. Por lo menos, ayudó a bloquear el ácido ardor de la
traición.

—No me estoy refiriendo a nada —replicó Pierce—.


Simplemente estoy señalando algunos hechos.

—Ya veo. Entonces quizás podrías decirme a qué hechos te


refieres, porque estoy teniendo algunos serios problemas para
seguirte.

—Bueno, no puedo dejar de notar que estás teniendo una


relación muy estrecha con el teléfono en estos días. Y que estás
enviando y recibiendo todos esos mensajes de texto que deben de
significar mucho para ti y parece que no puedes pasar un minuto
sin mirarlo.

—Yo... Tú... —Noah estaba pálido, pero ahora un rubor


rojo furioso se levantó en sus mejillas—. Crees que estoy
teniendo una aventura. —No era una pregunta.
—El pensamiento se me ha ocurrido. —Pierce cerró de
golpe la puerta del lavavajillas y la encendió.

Noah no dijo nada. Congelado en el lugar, observó a Pierce


limpiar la mesa, entonces, a falta de otras cosas que hacer,
empezó a limpiar la ya impecable mesa de la cocina una vez más.

—Dime que no lo haces. —Pierce se atragantó cuando no


pudo soportar el silencio por más tiempo. Temor, humillación y
sobre todo dolor se acumulaban en el pecho con un peso que
tenía el potencial para aplastarlo. De cualquier modo a su
corazón.

Los músculos de la mandíbula de Noah se tensaron. Una


vez. Dos veces. Sostuvo la mirada de Pierce por un momento
interminable antes de bajar la mirada al suelo. Luego suspiró y
levantó la mirada. Pierce no podía recordar haber visto tanta
miseria y desesperación en sus ojos nunca.

—¿De verdad necesitas que te lo diga? —Noah le preguntó


en un susurro sin tono.

El corazón de Pierce se detuvo. Una parte de él deseaba


que se quedara de esa manera, pero con un extraño salto, volvió
a latir de nuevo.

—¿Así que es cierto? —Hizo la pregunta, débilmente


consciente de que su voz salió como un tono alto, con un chillido
asustado.

—¿Qué? —Noah se veía desconcertado de nuevo—. Yo no


he dicho eso. Quiero decir... —Él parpadeó, confundido, pero de
pronto su expresión se controló—. Oh, ¿sabes qué? ¿Por qué no
nos olvidamos de esto?

—¡Pero no quiero olvidarme de esto! —Pierce protestó—.


Quiero saber de una vez por todas lo que ha pasado desde la
semana pasada. Y quiero saber quién te está enviando todos esos
textos.

—¿Qué diferencia hay? —Noah se rompió.

—Esto hace toda la diferencia en el jodido mundo. Dímelo,


¿es Shae? ¿Es él la razón detrás de todo esto?

Al oír el nombre de Shae, los labios de Noah temblaron. —


¿Shae? —gritó—. ¿Crees que estoy jodiendo a Shae de entre
todas las personas? —Él dejó escapar un bufido irritado—. Está
bien. Te lo diré... No, no es Shae la razón detrás de todo esto,
pero es bueno saber que, después de tantos años, aún no confías
en mí.

—No. Es bueno saber que, después de todos estos años,


evidentemente, aún no puedo confiar en ti —Pierce le gritó.

Los ardientes ojos de Noah se enfriaron. Duro e implacable


como el hielo. —¿Es eso realmente lo que piensas?

—Como he dicho, el pensamiento se ha producido. La


forma en que has estado actuando últimamente no deja mucho
margen para la interpretación.

—¿No es así? Pues bien, permíteme explicarte, la persona


que me está enviando los mensajes no es Shae. Bueno, me envía
algunos, pero no todos ellos. Y para que conste, no, yo no lo estoy
jodiendo. ¿Te sientes mejor ahora que sabes eso?

Sin esperar a que Pierce contestara, continuó: —¿Y


quieres saber algo más? Cuando dije que nos olvidemos de esto,
no estaba hablando de esta ridícula acusación tuya.

—¿Qué? —Pierce preguntó, entumecido por el dolor y


aprensión.

—De nosotros. Estaba hablando de nosotros.


—Noah, no lo hagas. No, amor, yo… —Pierce comenzó
miserablemente, deseando poder recuperar las palabras tan
pronto como las había dicho.

Noah levantó una mano, deteniéndolo. —No lo hagas. —Él


frunció el ceño a Pierce. El músculo nervioso por debajo de su ojo
tembló de nuevo—. Si es tan sangrientamente difícil para ti
poder confiar en mí y aguantarme, entonces te voy a aliviar de
esa carga y sacarte de tu miseria.

Un escalofrío de terror sacudió la columna de Pierce. —


Noah, no. No lo hagas. Por favor, no —declaró, pero podía ver la
respuesta en los ojos de Noah incluso antes de escuchar que lo
dijera en voz alta.

—No. No puedo seguir con esto, Pierce. Me hubiera


quedado contigo, pero si no puedes confiar en mí después de todo
lo que hemos pasado, entonces no hay manera de que alguna vez
pueda hacer que esto funcione.

—Pero nosotros debemos hacer que funcione. Hemos


estado haciendo que funcione durante cinco años. Y estamos
muy bien juntos, Noah. Te amo. —Pierce forzó las palabras a
través de una garganta que sentía demasiado estrecha para
incluso poder respirar. Las lágrimas picaban en sus ojos, pero
las parpadeó, tratando de aferrarse al último fragmento del
control que tenía.

—También te amo —respondió Noah—. Pero creo que eso


no es suficiente. Realmente no puedo seguir con esto. Necesito
un descanso.

—¿Y los niños? —Pierce preguntó, un último miserable


intento, para aferrarse a la paja que podía ver estaba flotando
más y más lejos de él.
Dándose la vuelta, Noah se congeló en su movimiento por
el mismo tiempo que le tomó murmurar: —Encontraremos algo.

Aturdido en shock, Pierce lo vio salir. Él no podría haber


encontrado algo que decir, aunque las palabras que habrían
hecho cambiar de opinión a Noah no existían. Pero no había
nada. Tales palabras no existían, y sabía que una vez que la
decisión de Noah estaba hecha, se mantenía fiel a su decisión.
Esta inflexible determinación solía ser una de las características
que Pierce había apreciado más en él. Ahora era lo que les había
dañado.

—¿Shae? ¿Está contigo?

Hubo una larga pausa en el otro extremo. Pierce podría


fácilmente imaginar a Shae agitando su mirada azul pálido por
la habitación, haciendo una pregunta sin palabras y recibiendo
una respuesta igualmente muda.

—Él dice que no —contestó Shae con un suspiro casi, pero


no del todo reprimido que fue garantizado para hacer a Noah
rodar sus ojos en el fondo.

Sí, era fácil imaginar a Shae, de pie en la gran oficina de


Francis en su club. Francis le habría permitido abandonar su
papel habitual ante la llegada de un trastornado Noah. Shae sin
esfuerzo habría cambiado de tema con su habitual gracia,
transformándose de obediente sumiso a mejor amigo y un
hombro fuerte para que pudiera llorar.

—Necesito hablar con él.


—Oh, cariño. —Esta vez, Shae no se molestó en tratar de
sofocar un suspiro. Un indicio de exasperación se mostró en él—.
No creo que sea una buena idea.

—No me importa. Quiero hablar con él.

Hubo otra pausa significativa y, sin duda, otro grupo de


preguntas y respuestas sin palabras.

—Um, el deseo no es, uh, correspondido —Shae le informó.


Probablemente era muy consciente de su precaria posición, pero
si alguien sabía cómo manejar a Noah en esta situación, era él.
Su temperamento, si despertaba, estaba a la altura de Noah,
pero, a diferencia de Noah, él también tenía la paciencia de un
ángel.

—Shae, deja de quejarte y sólo ponlo al teléfono —se quejó


Pierce.

—No-no. Lo siento, Pie. No puedo hacerlo —contestó Shae.


Él estaba desobedeciendo una orden con una facilidad asombrosa
ya que era un sum bien entrenados y por lo tanto acostumbrado
a hacer exactamente lo que se le decía, sin ni siquiera pensar en
ello primero. Nunca arriesgándose a un punto malo por negarse
a obedecer.

Pierce suspiró. Sabía que estaba luchando por una causa


perdida. No iba a pasar sobre Shae, que poseía la terquedad de
una mula. Por suerte, él también tenía un corazón tierno, y ahí
fue a donde Pierce intentó llegar con la siguiente pregunta.

—¿Cómo está? —preguntó.

Parecía que el plan estaba funcionando, al menos en cierta


medida.

Shae soltó un bufido sarcástico. —¿Cómo crees?


—¿Sigue enojado conmigo?

—Por supuesto. Él ha estado diciéndote todo nombre bajo


la luna desde hace dos horas.

—Oh, mierda —gimió Pierce. Hasta ahora, había estado


aferrándose a la esperanza de que la ira de Noah se habría
evaporado tan rápido como había estallado, pero estaba
empezando a darse cuenta de que era hora de empezar a
enfrentar la verdad. Noah había querido decir cada palabra que
había dicho.

—Escucha, Shae. ¿Puedes hacer que hable conmigo?

El tono de Shae era un poco impaciente cuando dijo: —


Claro. Finalmente. Pero si quieres mi consejo, dale un poco de
tiempo, ¿de acuerdo? Mira, yo, uh, tengo que irme ahora.
Cuídate.

—Bueno, gracias. Tu... —Pierce se quedó en silencio ante


el significativo vacío en el otro extremo. Sí, Shae acababa de
colgarle. Definitivamente tenía que tener unas palabras con
Francis acerca de cómo toleraba que su sum se comportara en
estos días.
Capítulo seis
La cabeza de Pierce se levantó al oír el sonido de la
raspadura de la llave en la cerradura. No había esperado ver a
Noah de nuevo tan pronto y no sabía si era una buena señal que
ya viniera al hogar. Hogar. Esperaba con amor que Noah aún la
considerara su hogar después de veinticuatro horas de haber
estado lejos, vertiendo su corazón y buscando consuelo con Shae
y Francis.

Francis había sido tan evasivo como Shae cuando Pierce le


había llamado. Al principio le había molestado un poco que
estuviera de parte de Noah pero finalmente Pierce se había dado
cuenta que, con toda honestidad, no estaba de parte de ninguno.
La única respuesta de Francis a las preguntas cada vez más
desesperadas de Pierce había sido que le diera a Noah el tiempo
necesario y esperara a que regresara por su propia voluntad
para hablar de las cosas. Había repetido con paciencia este
consejo una y otra vez, hasta que Pierce no fue capaz de escuchar
más y había colgado.

Esperar que Noah regresara por su propia voluntad. Fácil


de decirlo, casi imposible de hacer. Pierce trató de no parecer
demasiado ansioso, así que se obligó a permanecer sentado en el
sofá, con una pierna enganchada sobre la otra, y esperar a que
Noah viniera a buscarlo en su propio tiempo.

Le tomó varios minutos a Noah asomar la cabeza por la


pared formada por el sofá de la entrada a la sala.

—Oh, aquí estás. Um. Hola —murmuró.


—Hola, Noah —saludó Pierce. Su corazón latía rápido y
con tanta fuerza que estaba convencido de que Noah debería de
ser capaz de escucharlo.

Noah estaba tan hermoso y tentador como siempre y


Pierce lo deseaba con una intensidad que hacía que su corazón
atormentado doliera aún más. Quería a Noah, lo necesitaba más
que nada. Y sí, aún lo amaba. A pesar de todo, él no podía dejar
de amar a Noah.

Interminables minutos pasaron. El silencio entre ellos era


fuerte, pero no total. Pierce oía el reloj en la pared de la cocina al
otro lado de la sala que lo apremiaba. Trataba de no pensar en lo
que sus manecillas estaban contando con su ritmo imparable,
impasible.

Por fin, Noah cambió su peso de una pierna a la otra y se


aclaró la garganta. —No sé qué decir —dijo con voz áspera.

Un sonido débil, miserable, escapó de la garganta de


Pierce. —Yo tampoco. Cómo... ¿Cómo estás?

—Bien. —Noah asintió, como si quisiera cerciorarse de


ello, luego repitió—: Estoy bien. ¿Tú?

—Yo estoy... —«Miserable como el infierno. Te extraño.


Quiero que vuelvas y sólo quiero que estos últimos diez días locos
nunca hubieran sucedido. Vamos a ir a la cama y pretender que
no sucedió»—. Bien.

—Me alegra oír eso. ¿Has...? —Noah tomó aliento—. ¿Has


hablado con Phoebe?

Pierce negó con la cabeza. Estaba un poco decepcionado de


que Noah hubiera abordado el problema de Phoebe tan pronto,
pero de nuevo, era un padre devoto. Y él era el padre de Phoebe,
después de todo. Si se iba, Phoebe se iría con él. Eso estaba claro.
De esa manera, Pierce perdería una más de las personas más
importantes en su vida. Sólo de pensar en perderla a ella
también se sintió enfermar como si estuviera de duelo.

—Sólo le dije que algo había ocurrido que requería que te


quedaras con Shae... por la noche.

Si Noah notó la vacilación anterior de Pierce al decir el


nombre, no lo mostró. Siguió mirando a Pierce con una expresión
cuidadosamente guardada.

—No sabía lo que querías decirle —continuó Pierce con la


sensación de que estaba cerca de lo que deberían de ser como
clavar los clavos de su propio ataúd—. Como sea, estoy seguro de
que quieres hacerlo tú mismo, así que no quería interferir.

—Gracias. Voy a hablar con ella cuando llegue a casa.


¿Supongo que ella está en la escuela?

Pierce hizo todo lo posible para no rodar los ojos. —Por


supuesto que lo está. ¿Qué... qué vas a decirle? —Fue lo más
cerca que podía estar de hacer de la pregunta real. No
preguntar, ya no era una opción. Necesitaba saber la respuesta,
incluso si eso significaba que su familia estuviera a punto de
separarse para siempre.

Noah dudó por un momento, y luego exhaló un suspiro. —


¿Honestamente? No tengo ni idea. Espero no estar cometiendo
un error.

Pierce no se perdió la diferente rudeza en la voz de Noah.


Ni se perdió el temblor en el labio inferior y, por supuesto, no se
perdió los enrojecidos ojos de Noah. Dos puntos azules en un mar
de lágrimas no derramadas.

Noah no lloraba. Nunca. Entonces, ¿por qué estaba allí de


pie viéndose inundado en la tristeza?
—Noah, amor... —Pierce comenzó, pero no sabía qué más
decir. Rogarle a Noah que se quedara y que todo fuera normal
era simplemente patético.

—Yo... yo no sé qué hacer —admitió Noah en un susurro


ronco. Las palabras parecían casi asfixiarlo—. No puedo estar
contigo si no confías en mí, pero parece que tampoco puedo
alejarme de ti.

—Entonces no lo hagas —susurró Pierce—. Quédate,


tampoco puedo dejarte ir. Si... —Suspiró, oyendo el miedo y la
soledad en él, que se estremecía en su pecho, y luego cerró los
ojos por un momento, hasta que encontró el valor de mirar a
Noah de nuevo—. Yo solía pensar que la traición era lo peor que
me podría suceder —le dijo—. Pero no lo es. Me duele mucho
perderte y si... — Tomó una respiración para atravesar la última
desesperada parte—. Si es lo que necesitas para ser feliz,
entonces está bien. Eso sí, no me lo embarres en la cara de
nuevo.

Mientras vio un destello en el ceño fruncido de Noah,


Pierce sabía que Noah entendía lo que estaba tratando de
decirle. El ceño se sustituyó por una pequeña triste sonrisa y
Pierce creyó ver un pequeño brillo de una lágrima perdida en la
mejilla de Noah.

—Noah.

—¿Sí?

—Lo digo en serio. —Hubo un temblor en la voz de Pierce.


No podía evitarlo, pero no podía soportar este estado de
incertidumbre por más tiempo. Si Noah aun quería irse, él
necesitaba saber. Y terminar de una vez—. Quiero que te
quedes, más que cualquier otra cosa en este mundo.
Noah lo miró con una extraña expresión en sus
preocupados ojos. —¿Incluso si te hubiera sido infiel?

Pierce hizo una mueca, pero se mantuvo firme. —


Simplemente no lo hagas... no lo quiero saber. Si ese es el precio
que tendré que pagar para aún tenerte en mi vida, entonces que
así sea.

Noah se quedó mirándolo fijamente, sin decir nada.

—¿Qué? —Pierce preguntó—. ¿Qué piensas?

—Creo que te estás engañando si estás sinceramente


tratando de hacerte creer que podrías vivir conmigo siéndote
infiel. Los dos sabemos que no podrías. Pero como ya he dicho,
me parece que no puedo alejarme de ti. Y siempre está la
cuestión de Phin y Phoebe. No me gustaría acabar con nuestra
familia.

—Entonces..., ¿dónde exactamente nos deja eso?

—Bueno, si hay alguna posibilidad de que aún podamos


hacer que esto funcione, estoy dispuesto a por lo menos darle
otra oportunidad. Depende de ti, si crees que puedes vivir de esa
manera.

—No tengo muchas opciones, Noah —susurró Pierce—. De


todas las maneras que hay, prefiero tomar la más difícil y estar
contigo, que la más suave si esto significa que voy a tener que
estar solo.

—¿Cómo te fue hoy? —Pierce le preguntó cuando se había


dejado caer en la cama después de un día más de trabajo sin fin.
Noah soltó un suspiro y dijo: —Más o menos tan caótico y
concurrido como las últimas cuatro semanas.

—Pobrecito —susurró Pierce sin ironía.

De nuevo, Noah no había regresado a casa del trabajo


hasta después de las ocho y, una vez más, solo habían llegado a
intercambiar apenas algo más que un rápido y casto beso de
bienvenida y dos palabras durante la cena antes de dormir.

Noah tenía razón. El mes pasado había sido una locura. Su


trabajo se había vuelto muy exigente, requiriendo muchísimo
trabajo extra ya que parecía que cada equipo en el gran Londres
se enfrentaba a problemas de rendimiento. Noah estaba
luchando para mantenerse al día con todos los trabajos de
reparación que le enviaban. Al mismo tiempo, le estaba
ofreciendo su gran fraternal hombro a Jonah, quien se había
mudado con ellos durante todo el tiempo que iba a tomarle
pensar qué hacer.

A Jonah parecía que le gustaba vivir con ellos. Se había


convertido, al igual que su hermano mayor, en un nerd de las
computadoras. Cuando Noah le mostró la vasta colección de
gadget9 electrónicos fue como si hubiera descubierto el paraíso y
el taller se había convertido en su lugar favorito. Le gustaba más
que nada pasar la mayor cantidad de su tiempo jugando y
experimentando con todo lo que caía en sus manos antes de que
Noah lo echara.

Por lo general, también estaba demasiado entusiasta


acerca de sus días que ni siquiera dejaba de hablar de eso
durante la cena, entreteniendo a todo el mundo que le importara
—o no le importara— escuchar sus informes de sus últimas
exploraciones en el campo de la tecnología de la información. Por

9
Un gadget es una pequeña pieza de maquinaria que tiene una particular función, pero a menudo se utiliza
para referirse a cada aparato nuevo que aparece en electrónica.
lo tanto, no había mucha más conversación cuando él estaba
presente.

Y sobre el muy inoportuno llanto de Phin…, él había


entrado en una fase particularmente grave de dentición, lo que
trajo una inquietud inusual. Para hacer las cosas aún peor,
Phoebe parecía estar golpeando las primeras etapas de la
pubertad y estaba más a menudo de mal humor en la casa. Ella
estaba llevando a sus padres cerca de la desesperación con sus
respuestas gruñonas y actitud de no-me-importa. Especialmente
con Noah, quien estaba tratando de ser paciente y comprensivo,
pero no era capaz de hacer nada bien a los ojos de repente tan
impredecibles e implacables de Phoebe y estaba teniendo
dificultades para adaptarse a los cambios de humor de su bebita.

En total, los cambios en la situación de su familia hizo que


Noah y Pierce apenas y tuvieran un momento a solas en las
semanas que habían pasado desde su dolorosa reconciliación. Del
lado positivo, esto no les había dado mucho tiempo para pensar
sobre el estado de las cosas entre ellos. Del lado negativo, no
habían tenido la oportunidad de resolver sus problemas. Como
resultado de ello, habían estado en su mayoría llevando vidas
separadas, haciendo todas las tareas por delante de ellos y
cayendo en la cama por la noche sin nada más que un rápido
beso de buenas noches.

A Pierce no le importaba mucho. El caliente y sólido


cuerpo de Noah junto a él aún era una gran tentación de tocar
pero ese pensamiento se estaba volviendo más difícil de
enfrentar con cada día.

Esta tarde hubo una diferencia.

—Parece que Jonah se está divirtiendo mucho contigo —


dijo Pierce, cuidadosamente tanteando el terreno.
—Bueno, a él ciertamente le gusta estar en la tienda —dijo
Noah, pero rodó sobre su costado, de cara a Pierce. Parecía que
estaba de buen humor y últimamente había estado más relajado
sobre el tema de la presencia de su hermano. Pierce lo tomó
como una invitación a seguir el tema.

—¿Finalmente hablaron? Quiero decir, ¿además de las


computadoras?

—Un poco. Le puse al corriente de algunos detalles de


nuestras vidas que Phoebe no hizo —o no podía. —Noah soltó
una risita—. Él se sorprendió el otro día cuando le dije que
habías utilizado una madre sustituta para Phin.

—Oh, cariño. ¿Le dijiste eso?

—Por supuesto. Al parecer, él había pensado que jodías


por ambos lados y que el bebé había sido sólo un accidente como
Phoebe. Incluso me preguntó si teníamos... —hubo una pausa
casi imperceptible antes de continuar—, una relación abierta.
Decidí que lo mejor era simplemente decirle la verdad. Después
de todo, es lo suficientemente mayor para comprender.

«¿Y qué verdad exactamente es la que le dijiste? », Pierce


quería preguntar. «¿En el que no tenemos una relación abierta,
pero aun así intercambias mensajes de texto con un secreto
alguien, pero por lo menos ahora tratas de ocultar? ¿En el que
aún te vas una vez a la semana y no sé lo que te traes entre
manos? Afirmas que estás viendo a Shae, pero sé que hay más.
Puedo decirlo por la forma en que eres después. Cuando llegas a
casa y no puedes soportar verme, o estar cerca de mí. Cuando no
me dejas tocarte e incluso te encierras en el cuarto de baño».

Pierce no le hizo ninguna de esas preguntas. Se había


prohibido hacerlas. Era el precio que había ofrecido pagar.
Dirigiendo sus pensamientos de nuevo al tema, le preguntó: —
Entonces, ¿él sabe cómo Phoebe llegó?

—Bueno, lo sabe ahora.

—¿Lo que significa que lo pusiste al corriente de la


verdadera razón que te hizo dejar a tu familia?

—Entre otras cosas, sí.

—No puedo creer que tus padres no se lo digieran.

—Oh, no es que no se lo dijeran como tal. Más bien fue que


le dieron una versión un tanto editada de lo que pasó. Lo único
que sabía era que había tenido una aventura amorosa y me fui
con la niña que resultó de ella, para no deshonrar a la familia.
Incluso me culparon de romper el contacto. Al parecer me han
estado utilizando como un mal ejemplo para advertirle sobre el
sexo antes del matrimonio.

—¿Es realmente gay?

Noah hizo un sarcástico bufido. —No tengo ni idea. Dice


que aún no ha estado en serio con un chico, pero no se ha sentido
particularmente interesado en las chicas, uh, jugó un rato con
ambos. A mi modo de ver, sólo le está resultando difícil empezar.
O quizás simplemente no ha habido alguien alrededor que
despertara su interés. Honestamente, supongo que cuando
Phoebe le dijo que su papá era gay, sólo pensó que eso también
podría aplicarse a él.

—Como si esto fuera algo que corre por la familia,


¿verdad? —Pierce sonrió.

—Sí. —Noah se burló—. Algo como eso.

—¿Qué le parece?
—¿Yo, yéndome? —Noah frunció la frente—. Él está
bueno… Bien, supongo que puede entender mi razón para irme y
no tratar de ponerme en contacto de nuevo. Después de todo, él
tiene un poco de experiencia de primera mano de cómo
reaccionan por tener un hijo queer.

—Sus padres lo echaron, ¿no es así?

—Más bien le dijeron que nunca me mencionara de nuevo


o se largara y nunca regresara de nuevo. Él dice que fue cuando
empezó a poner dos y dos juntos y pensó que había más que su
historia de por qué me había ido. Fue una de las razones por las
que llegó aquí. Quería saber lo que había sucedido realmente. Y
por supuesto conocer a Phoebe.

—Parece que los dos se llevan bien —dijo Pierce.

Noah hizo una mueca. —Sí, parece que tienen una


conexión, aunque no estoy seguro de qué tan profunda sea una
vez que quite toda la cosa de que “somos una familia” en la que
Phoebe parece estar últimamente.

—Supongo que tendremos que esperar y ver.

—Probablemente.

—Entonces..., ¿eso quiere decir que estás bien con que se


quede?

Noah soltó una risita. —Es un poco tarde para preguntar


eso, ¿no? Él más o menos ya se mudó aquí. Además, de todos
modos parece que no tengo mucha opción, con Phoebe
nombrándolo el pariente favorito del año y tú siendo todo
protector con él. —Negó con la cabeza cuando Pierce intentó
interrumpir y continuó—: Está bien. Sé que no tiene otro lugar a
donde ir en este momento y no quiero que termine viviendo en la
calle o en algún lugar cualquiera. Además, se ofreció a ayudar en
la tienda un par de horas al día, y como están las cosas allí
ahora, sería estúpido no aceptar.

—Eso suena como lo que un cariñoso hermano mayor


diría. —Pierce sonrió.

Noah soltó un suspiro. —Pie, casi no lo conozco, no lo


olvides. Aparte del hecho de que él se parece a mí, o a Pheebs,
para el caso, no hay mucho que lo identifique como mi hermano.

—Bueno, supongo que después de tantos años sin contacto,


no se puede esperar que se sientan cercanos. Pero eso puede
formarse, sobre todo cuando pasan tanto tiempo juntos como
ustedes dos.

—Cierto. Pero ¿recuerdas que no fuimos cercanos de


niños? —Noah señaló—. La diferencia de edad era demasiado
grande y, además, Jonah estaba mucho con Anna… ella es mi
hermana mayor.

—Humm. Por alguna razón, yo siempre pensé que eras el


mayor —dijo Pierce.

Noah levantó las cejas. —¿Lo creías? ¿Por qué?

—No estoy seguro. Quizás porque siempre eres tan


controlado, tan maduro. Eso hace que sea difícil imaginarte como
un niño pequeño detrás de su hermana mayor.

—No-no. Sarah es la mayor, luego sigue, Anna —explicó


Noah—. Entonces yo, después tres niñas más: Susanna, Sophia y
Lena; luego al final nació Jonah.

—Wow. Eso hace siete hijos. No sabía que tenías tantos


hermanos. —De hecho, los hermanos de Noah nunca habían sido
un tema, al igual que toda la familia de Noah nunca se había
mencionado más allá de lo que había sido sacado a la luz pública
desde que se conocieron. La respuesta de su familia porque él
era gay había sido muy mala —sobre todo la reacción de su
padre. El hombre que debería haber amado y apoyado a Noah no
había sido capaz de aceptar que su hijo era gay y en su lugar
había hecho todo lo posible para vencer lo que él consideraba un
pecado imperdonable en él. El severo castigo corporal que Noah
había recibido de sus manos casi lo había quebrado, tanto física
como mentalmente.

Noah hizo una mueca. —Bueno, ya te dije que mis padres


son católicos estrictos. El control de la natalidad no es popular
con eso. Al menos, no una vez que están casados. Ni siquiera
puedo recordar un momento en que mi madre no estuviera
embarazada o tuviera a un bebé colgando de su pecho, o ambas
cosas.

—Oh, ¡vamos! No puede haber sido tan malo. Tres niñas


en los once años transcurridos entre tú y Jonah no suena como
no tener ningún método anticonceptivo. Quizás a tus padres solo
les gustaban los niños.

—Sí, claro. Mientras ellos hagan lo que se les dice y no


quieran tener vida propia —murmuró Noah, luego frunció el
ceño—. Además, mi madre tuvo al menos dos abortos
involuntarios, que yo sepa. Y un bebé... no sobrevivió. Al parecer,
fue por el corazón, el mismo defecto con el que nació Phoebe. Al
menos eso es lo que dijo mi madre. Él no llego más allá del
primer año.

—¿Él?

Noah hizo un débil gesto. —Sí. Él fue su primer hijo. Yo


solo ocupe el espacio cuando él ya no estaba allí. Por cierto él
también habría sido el mayor de todos, si hubiera sobrevivido.

—Lo siento, amor. En serio.


Noah se encogió de hombros. —No lo hagas. Yo ni siquiera
lo conocí. Él llevaba muerto cinco años para cuando yo nací.

—Aun así... Es triste cuando un bebé muere —dijo Pierce,


tratando de no pensar en lo que el conocimiento debe haber
significado para Noah, que había estado criando a un niño con el
mismo defecto congénito del corazón. Un defecto en el corazón
que él le había heredado.

—¿Cómo se llamaba?

Noah no levantó la vista cuando dijo: —Noah.

—¿Ellos te dieron el mismo nombre? —Pierce preguntó.

—Sí.

No había necesidad de preguntar cómo Noah se sentía al


respecto. Probablemente hubiera dado una respuesta más o
menos difícil de alcanzar si Pierce hubiera insistido en seguir
con el tema, pero Pierce sabía que no debía presionar su propia
suerte más allá.

Así las cosas, Noah estaba compartiendo por primera vez


sus sentimientos de buena gana. Se quedó mirando el espacio
por un momento, luego dejó escapar un resoplido un poco triste.
—Bastante irónico, ¿verdad? Tengo el nombre, pero apuesto a
que desean a que hubiera sido yo al que perdieran. Nunca he
sido el hijo que querían, ni siquiera antes de saber que sería el
fracaso que llegué a ser. Y si es verdad que Jonah también es
gay, entonces, bueno...

—De siete hijos, dos varones y ambos son gay —finalizó


Pierce—. Es un poco irónico, de verdad. —También era triste que
Noah obviamente nunca tuviera una oportunidad de llenar los
zapatos que sus padres habían designado para él.
—Sí, aunque tal vez fue lo mejor. Tal vez es la manera
natural de asegurar de no pasar nuestros genes defectuosos o lo
que sea —dijo Noah.

Pierce dejó escapar un largo suspiro. Quería envolver sus


brazos alrededor de Noah, sostenerlo cerca y decirle que no se
culpara por haberle dado a Phoebe un corazón defectuoso. Pero
Noah había rodado sobre su espalda y miraba fijo el techo. No
era gran sorpresa que él tratara de hacer frente a la
conversación familiar con su habitual mecanismo de defensa que
lo mantenía emocionalmente distante.

Incapaz de resistirse de dar a Noah por lo menos una


pequeña muestra de afecto, Pierce se inclinó y le dio un tierno
beso en los labios. Mientras se preguntaba si la acción era
apreciada, Noah soltó un gemido. Empujándose hacia arriba en
un movimiento rápido, volcó a Pierce de espaldas y rodó encima
de él. Ese era otro mecanismo de defensa habitual de Noah —
canalizar su energía negativa en acción física— de preferencia
sexo.

Ya estaba duro. La cresta de su ansiosa erección pulsando


en el muslo de Pierce mientras Noah reclamaba su boca en un
beso hambriento, casi desesperado. Fue inesperado, aunque
conociendo a Noah, tal vez debería haber estado preparado para
esto. Pierce también había tenido un día agotador en el trabajo,
pero, a diferencia de Noah, lo mejor que podía hacer para
relajarse era simplemente acostarse un poco.

Sin embargo, eso definitivamente no era lo que Noah


estaba de humor para hacer. Rodeando las muñecas de Pierce
con los dedos, le hizo que levantara los brazos por encima de su
cabeza mientras separaba sus piernas con un impaciente
empujón de su rodilla. En una noche normal, Noah haciéndose
cargo de esta forma habría sido muy excitante. Pierce no estaba
de humor. Estaba cansado y todos los acontecimientos recientes
también lo habían dejado mentalmente agotado. Por no
mencionar el hecho de que no podía dejar de pensar en lo que
Noah estaba haciendo en sus salidas nocturnas.

Pero luego estaba esa pequeña voz en su cabeza que le


decía que su vida sexual había sido casi inexistente durante las
últimas semanas. Solo un par de torpes mamadas tarde en una
noche, cuando ambos habían tenido demasiado sentimiento de
culpa para no hacerlo, pero lo suficientemente agotados como
para que fuera una excusa para no hacer algo más.
Probablemente podría haber contado las veces que habían tenido
sexo, si hubiera querido recordarlas, que no quería. Lo que aún
recordaba vívidamente era cuán decepcionante las dos últimas
veces habían sido para Noah. Cómo había dado placer a Pierce,
sin recibir a cambio una gran satisfacción y sin embargo nunca
se había quejado, al menos no con palabras.

Pierce ahogó un suspiro. Con un poco de suerte, Noah lo


haría rápido. Desde luego, no parecía querer tomarlo con calma
ya que estaba dry-humping10 a Pierce, presionando sus penes
juntos de un modo no del todo suave. Quizás, animándolo un
poco, él no iba a durar mucho tiempo. Flexionando las caderas,
Pierce empujó un poco para ofrecer más fricción a Noah. Éste
soltó un gemido largo y profundo.

—Está bien, amor —Pierce le susurró al oído—.


Simplemente déjate ir cuando estés listo.

—No-no —tarareó Noah, un poco sin aliento—. Ponte de


rodillas.

—Noah, yo…

10
Dry-humping, aunque literalmente podría traducirse como relaciones sexuales en seco, es el termino para
referirse a sexo sin penetración, vaginal, anal ni oral. Sino a cualquier actividad sexual, incluyendo frotación y
masturbación mutua, que no conlleve penetración, Se deja el original.
—Por favor, bebé. Por favor. Deja que te joda. —En
absoluto se oía como un ruego. Era más como una orden. Pierce
obedeció. Rodó sobre su vientre y luego se levantó sobre sus
rodillas, ofreciéndose a Noah.

—Oh, joder. Lo quiero tanto. —Noah jadeó.

—También lo quiero —respondió Pierce, tratando de


convencerse que lo quería. Aún no tenía ganas. Claro, su cuerpo
estaba bastante feliz de aceptar la invitación cuando Noah
convenció hábilmente a los músculos de Pierce a relajarse, pero
todo paso tan rápido que la mente de Pierce no podía ponerse al
día.

Noah se empujó tan pronto como Pierce estuvo listo. Le


gustaba esta posición y, normalmente, también a Pierce. El
ángulo permitía que Noah golpeara todos los lugares correctos
con la añadida sensación de exposición que era agradable para
Pierce.

Pero no esta vez. Se sentía frío y distante. Pierce hubiera


preferido al menos ver la cara de Noah, sus ojos, mientras lo
hacían pero, cuando intentó girarse para ver a su amante, Noah
le empujó de nuevo en su lugar con unas fuertes e implacables
manos en las caderas de Pierce.

Noah llegó a su clímax, gracias a Dios pronto. Pierce


sentía el latido del pene de Noah profundamente dentro de su
cuerpo, pero él mismo estaba lejos del punto de no retorno. No
era inusual que Noah se corriera primero, aunque, por lo
general, trataba de esperar a Pierce, cambiando el ángulo para
que fuera más intenso para él hasta que se encontraba con el
ritmo de Noah.

Esta vez, todo lo que Noah ofreció fue su mano alrededor


del eje de Pierce, pero el tiempo estaba perdido. La erección de
Noah ya estaba desapareciendo y salió del cuerpo de Pierce,
rompiendo la conexión que Noah estaba tratando de restablecer
con el puño. Eso no funcionó.

Era confuso. Casi molesto. Pierce estaba simplemente allí


con Noah haciendo un esfuerzo para masturbarlo con
determinación cada vez mayor, eso sólo hizo enfatizar el hecho.

No funcionaría. La excitación de Pierce se escabullía con


cada jalón de la terca mano de Noah, cada apretón de sus dedos
que se suponía iba a hacerla más fuerte, mejor para Pierce,
hasta que no pudiera soportarlo más.

—Déjame —murmuró, y empujó la mano de Noah lejos.


Oyó a Noah jadear con sorpresa, pero era evidente que él sabía
que no debía aferrarse a la improbable esperanza de poder hacer
que funcionara para Pierce. Éste tomó su propia carne,
envolviendo su eje frustrado en la vaina de su propio puño y
bombeó con la casi misma desesperada determinación que Noah
había mostrado.

Cuando el familiar hormigueo finalmente comenzó en la


ingle, no trajo el alivio que debería. El orgasmo de Pierce fue
duro, frío y poco satisfactorio. Muy representativo del acto en sí,
pensó con amargura, mientras sentía que Noah se alejaba,
quizás para alcanzar la caja de pañuelos desechables.

Sí, correcto. Oyó el familiar sonido del papel que se está


arrancado de una caja de cartón, entonces Noah le dio algunos
pañuelos desechables para que se limpiara.

Pierce se limpió lo mejor que pudo en su incómoda


posición. Se dio cuenta de lo que Noah estaba haciendo lo mismo
por la forma en que se movía detrás de él.

—¿Quieres que...? —Noah ofreció, dejando la pregunta sin


terminar. No es que necesitara decirlo. Hubo un tiempo, sólo un
poco más de un mes antes, cuando Noah limpiaba el lio que
había dejado en el cuerpo de Pierce con dedos gentiles, había
sido un acto íntimo de atención y cariño. Ahora sentía que era
demasiado cercano para ser cómodo para alguno de ellos.

—No-no. —Afortunadamente Noah no necesito que le


dijera que se saliera de su camino, sólo se dio la vuelta hacia su
lado de la cama, Pierce se levantó. Se haría cargo de lo peor, se
fue cojeando al baño. Por mucho que le gustara sentir a Noah
desnudo, esta parte era algo que realmente no necesitaba.

Desnudo11.

La palabra se sentía fría en la clínica soledad del cuarto de


baño.

Noah lo había jodido desnudo. Por supuesto que lo había


hecho. No habían usado un condón en más de cinco años y
ponerse uno ahora levantaría preguntas que ciertamente habría
pensado. Noah no era estúpido. Él sabía lo que significaba, o no
le importaba o a sabiendas tomó el riesgo. Un riesgo pequeño,
ciertamente, si se había cuidado, pero aun así...

Pierce mojó la cara con agua fría. Él estaba exagerando.


Actuaba como si supiera con certeza que Noah era culpable, no
como si sólo lo sospechara.

Esta vez, no lo había visto venir. No, en absoluto. Y con


toda probabilidad, si no hubiera sucedido que literalmente
caminara hacia donde estaba Noah y ese maldito twink, nunca lo
hubiera sabido. Se había prometido a sí mismo enterarse a
tiempo si alguna vez estuviera a punto de suceder. Si alguna vez
se separaban uno del otro porque Noah sintiera el deseo de estar
con alguien más.

11
Bare, aunque significa desnudo, sin cubrir también se usa para referirse a sin condón.
Ahora se habían alejado a diferentes lados de un océano,
pero Pierce no sabía si Noah mantenía su promesa de fidelidad o
no. Esa era la parte negativa de lo que había prometido. No lo
sabía. Y, quizás, nunca lo supiera. Era el precio que había
afirmado que estaba dispuesto a pagar para mantener la vida
que estaba acostumbrado a vivir en la que Noah estaba a su
lado, pero estaba empezando a preguntarse si, quizás, después
de todo no era un precio demasiado alto.

Noah estaba profundamente dormido cuando Pierce se


metió en la cama con él, o quizás sólo estaba fingiendo. Pierce no
trató de averiguarlo. Se decidió por acostarse en su lado, de
espaldas a Noah, y trató de encontrar el sueño que sabía que no
vendría.
Capítulo siete
—Entonces, ¿cómo están las cosas entre tú y mi cuñado
favorito? —Francis preguntó en un tono alegre mientras servía a
Pierce un vaso de vino.

Pierce dejó escapar un resoplido sin compromiso y tomó un


trago bastante grande. Los dos realmente no van de la mano, y
un poco de vino fue a su tráquea. Aunque se las arregló para no
ahogarse, la resultante tos que salió de su ardiente garganta no
escapó a la atención de Francis.

—Está bien, ¿huh?

—Oh, no lo sé —admitió Pierce—. Quizás deberías


preguntarle eso a Shae.

Las cejas de Francis se elevaron. —¿Por qué Shae?

—Porque él parece estar viendo a Noah más tiempo que


yo. Por lo menos espero que sea Shae con quien Noah está
pasando su tiempo.

—Ah, ya veo. —Con una sonrisa en su rostro, Francis


asintió compasivamente—. Celoso, ¿verdad?

—Sí. Sí, estoy celoso.

—Pie, cariño, son amigos. Y a veces un amigo es la


persona más importante en la vida de un hombre.

—¿Más importante que el hombre con quien vive? ¿Más


importante que su marido?
—Sí. —Francis hizo la declaración sin pestañear—. Noah
es un hombre excepcional, Pierce. Los dos sabemos eso. Pero él
es un hombre. No te olvides de eso. Tiene sus defectos y
debilidades, al igual que todos los demás. No lo niego.

—No lo voy a negar. Pero..., me gustaría que hablara


conmigo sobre lo que le está molestando, no pasar su tiempo
hablando con Shae. Si eso es realmente lo que ha estado
haciendo últimamente.

—A veces, los que están más cerca de nosotros no son a


quienes podemos confiar nuestros secretos más profundos —dijo
Francis.

Pierce lo miró fijo. —Oh, eres tan jodidamente sabio,


¿verdad? Lo sé y, lo creas o no, estoy absolutamente de acuerdo
con que él y Shae hagan cosas juntos, yo…

—Es curioso que no parezca que lo digas en serio.

—Estoy bien con eso —insistió Pierce—. Sólo quiero saber


lo que está pasando dentro de esa maldita testaruda cabeza
irlandesa suya. Solía ser capaz de hablar conmigo, pero desde
hace como…

—¿Cómo qué? —Francis presionó pero Pierce descubrió


que no podía terminar la frase. Dedos suaves, pero fuertes, se
cerraron alrededor de los suyos. Dedos que solían ser utilizados
para manejar un látigo o una paleta12 durante varios minutos,
Pierce pensó irracionalmente. Tan eficientes en causar dolor y
tan capaces de llevar confort con la suavidad de su tacto. En
cierto modo, era la propia característica de Francis. Sabía cómo

12
Paleta de castigos usando en escuelas desde el siglo XIX a mediados del XX principalmente en
estados unidos e Inglaterra
infligir un dolor físico insoportable en un sum dispuesto, pero
podía calmar muy bien los dolores de un alma en peligro.

—¿Quieres decir que como cuando empezaron a salir? —


dijo, demostrando una vez más su infalible talento para saber
exactamente lo que estaba pasando dentro de la cabeza de su
hermano.

—Sí —murmuró Pierce, sintiéndose terrible.

—¿Y cuál crees que es la razón para eso?

—No lo sé.

—Ya veo. Bueno, entonces no es tan malo, ¿verdad?


Después de todo, lo que no sabes no te puede hacer daño,
¿verdad?

—Francis, eres un diabólico viejo cabrón. —Pierce gruñó—


. Sabes lo que quiero decir.

—No, no lo creo —objetó Francis—. Porque no me lo estás


diciendo. Aunque supongo que, incluso si tú no lo sabes, tienes
algo en mente. ¿Dime qué causa tu rabieta?

—No tengo una rabieta.

—Pierce, simplemente escúpelo.

—No puedo. Es demasiado horrible.

Francis tomó un sorbo de su bebida y se encogió de


hombros. —Bien, muy justo. Si no quieres hablar de lo que estás
pensando, no vamos a hablar de ello. Y si no sabes lo que pasa
dentro de la cabeza de Noah, entonces vas a tener que
preguntarle o esperar hasta que esté listo para dejarte entrar en
el secreto. Es tan simple como eso.
Exhalando un suspiro, Pierce tomó su vaso y bebió un poco
más de vino. Francis podría ser una molestia a veces con su
enfoque racional e imparcial incluso en los asuntos más
dolorosos.

—Creo que Noah me es infiel —bufó Pierce antes de saber


lo que iba a decir.

La expresión de Francis no había cambiado, pero una


amable sonrisa apareció en sus labios. —Ahí está, no fue tan
difícil, ¿verdad?

—¡Por el amor de Dios, France! —Pierce se quejó—. Acabo


de confesarte que creo que mi esposo me está engañando. Por
supuesto que es duro. Pero sé que no debería esperar que lo
entiendas. Después de todo, no tienes ningún problema en dejar
que Shae joda por ahí con otros chicos.

—Eso es diferente —dijo Francis—. Y para que conste, yo


dejo que joda con otros hombres sólo por el tiempo que es parte
de una escena. Por cierto, eso se aplica a nosotros dos. Ninguno
de los dos iba a tolerar que el otro lo hiciera con alguien fuera de
eso y siempre hablamos de ello antes y nos aseguramos de que
ambos estemos de acuerdo con eso.

—Le dije a Noah que estaba bien —se atragantó Pierce. Su


ira se había desvanecido tan de repente como había estallado,
dejándolo aún más miserable que antes.

—Sin embargo, tú no estás de acuerdo con eso —observó


Francis, como siempre con desconcertante exactitud.

Pierce dejó escapar una triste risita que sonó como un


sollozo. —¿Sabes qué? Eso es exactamente lo que pensé, pero lo
curioso es que lo amo demasiado como para dejarlo ir. Haría
cualquier cosa para retenerlo. Cualquier cosa. Francis, lo amo. Y
lo amo de la manera que es. Si esto es lo que necesita, si él
anhela... esas experiencias, entonces tal vez no tengo derecho a
negarle eso y no lo juzgo por eso. Tal vez sólo tendremos que
aceptar que esto es parte de lo que él es, incluso si es algo en lo
que nunca vamos a estar de acuerdo.

—Hmmm. Debo admitir que hay una verdad, aunque


increíblemente retorcida lógica, detrás de esto —dijo Francis—.
Aunque no estoy seguro de que puedas atravesar por todo esto.
Sin embargo para ser perfectamente honesto contigo, sólo hay
una manera de averiguarlo.

—Sí, lo sé —confirmó Pierce—. Darle oportunidad y ver


qué pasa.

—Sí. Exactamente. ¿Estoy en lo correcto al asumir que le


has estado dando una oportunidad desde hace algún tiempo?

—Uh-huh.

—Ah. Bueno, entonces supongo que probablemente


tendrás que ver un poco más lo que sucede. Hablando de ver,
¿por qué no nos movemos un poco? Me he estado escondiendo
aquí contigo durante suficiente tiempo. Realmente debería de
estar mostrando mi arrugada cara un poco por el club y decir
hola a los más elegantes desviados de Londres. ¿Quieres
acompañarme?

Pierce dejó escapar un tembloroso suspiro, pero asintió.


Confió en que Francis lo llevara hasta las profundidades de sus
más oscuros pensamientos y dejarlo allí para reflexionar por su
cuenta durante un tiempo. Era su manera de darle tiempo para
reflexionar antes de que Pierce llevara el asunto al siguiente y
aún más doloroso nivel.
Después de haber sido miembro de honor del club desde
que Francis había abierto hace tantos años, Pierce conocía los
caminos alrededor, como cualquiera de los propios jugadores —
desviados, como Francis le gustaba llamarlos. Conocía a la
mayoría de los clientes habituales, por lo menos de vista. Era
imposible no hacerlo, porque cada vez que estaba allí en
compañía de Francis, alguien se acercaba a Francis a hablar con
él acerca de una cosa o la otra. A veces los temas se discutieron
justo en frente de Pierce. A veces, si el tema era más delicado,
Francis se excusaba para continuar la conversación en un
ambiente más privado. Como era de esperar, le tomó menos de
cinco minutos que Francis fuera detenido por alguien de aspecto
sum, pero aun así determinado.

A Pierce no le importó quedarse solo por un momento.


Tenía suficiente en su cabeza para mantenerse ocupado y solía
moverse por el club solo. También solía ver todo tipo de
perversiones y fantasías actuado delante de él. Hacía tiempo que
incluso se había acostumbrado a las más impactantes. Sin
embargo a lo que nunca había logrado acostumbrarse era a ser
testigo de escena de sexo entre algunos que los miembros más
exhibicionistas del club disfrutaban. Siempre le queda un sabor
amargo porque, para él, el sexo era algo privado. Como una
pareja, que no estaba destinada a ser compartida con otros.

Estaba en la parte trasera del club y pasó junto a los más


pequeños y menos utilizados escenarios. Al levantar la vista,
Pierce vio a dos chicos en el escenario que aparentemente
estaban muy dispuestos a compartir su vida sexual, así como a
su respectiva pareja, con todo el mundo que quisiera ver.
Inclinado sobre un banco de nalgadas, atado y con los ojos
vendados, el sum era expuesto sin poder hacer nada para
cualquier cosa que el Top13 quisiera hacer con él. En estos
momentos, parecía que todo lo que el Top tenía en mente era
entrar en ese culo una y otra vez, lo suficientemente fuerte para
lastimarlo.

Aunque Pierce no registró los detalles, lo que si registró


fue que una de las personas en cuestión se parecía un infierno a
Noah —y la situación le trajo recuerdos dolorosos de una escena
en la sala de almacenamiento de un restaurante hace casi seis
años.

Pierce no pudo evitar comprobar los rasgos que era capaz


de reconocer. Era un poco difícil, porque el hombre estaba de
espalda y la mayoría de sus piernas estaban cubiertas por los
chaps14 de cuero, pero las similitudes con Noah eran
inconfundibles. Era la misma piel clara y el delgado y musculoso
cuerpo. Rizos cortos, de color marrón oscuro. Las fuertes líneas
de la mandíbula que Pierce apenas podía ver, cuando la cabeza
del hombre se movía al ritmo de los profundos empujes...

Había visto lo suficiente. Así que ese era el sucio secreto de


Noah. Todo con lo que Pierce se había estado torturando en las
últimas semanas, todas las retorcidas absurdas fantasías no era
ni remotamente tan aterradoras como la verdad con la que se
acababa de tropezar. Por supuesto que Noah no había querido
compartir esto con él. Era una sorpresa que tuviera el valor para
disfrutar de esta desviación en el club de Francis, de todos los
lugares. Y Francis, demasiado liberal, demonio depravado, debió
haber sabido de esto y había cubierto a Noah. Tal vez incluso le
presentó al hombre que estaba inclinado sobre el banco
13
Top o Toppy aunque literalmente es arriba y suele utilizarse para referirse a quien lleva el papel activo
durante el sexo, en el BDSM es una persona que actúa como Dom, se dejara el original.
14
Chaps, guardapiernas de piel unidas con un cinturón, que dejan al descubierto el área genital, semejantes a
las chaparreras usadas por los vaqueros
consiguiendo marcar su trasero. Pequeño y delgado, el hombre
incluso se parecía al pequeño jovencito que Noah había jodido
hace años.

Pierce sintió que sus piernas iban a ceder. Tambaleándose,


se agarró con agitados brazos en lo primero lo suficientemente
cerca como para sostenerse. Sus dedos encontraron un fuerte
brazo masculino cubierto de cuero.

Demasiado horrorizado para aún ser capaz de pensar en lo


que estaba haciendo, Pierce se sostuvo. ¿Y qué si el pobre
hombre que estaba de pie junto a él terminara con algunas
contusiones? Lo más probable es que en secreto lo estaba
pasando bien, más o menos. Aunque, quizás no. Parecía estarle
diciendo algo con urgencia a Pierce. ¿Quizás una súplica de que
lo dejara ir?

Pierce tardó un buen rato en reconocer la voz. Cuando lo


hizo, también se dio cuenta de cuán familiar era el fuerte brazo
que sentía. Y ese olor a hombre, a piel y un toque de un conocido
perfume, apeló a una zona de su cerebro más allá de la que
acababa de declarar que prefería cerrarse totalmente a creer lo
que había visto.

—Sostente, bebé. —La voz era áspera al oído de Pierce,


pero, al mismo tiempo, era el sonido más dulce que había oído
nunca.

—Tu... tú estás aquí —se atragantó Pierce.

—Sí. Estoy aquí —confirmó Noah con un ronco susurro.

—Yo, oh mierda, pensé... —Pierce soltó un suspiro


tembloroso—. Pensé que tú, eh, que tú eras...
—¿El tipo ahí arriba en el escenario? —Noah soltó una
suave risa—. No-no. Pensé que es lo que podrías pensar. Ese es
Shae, dando rienda suelta a su lado Toppy.

Pierce volvió a verlo. —¿Ese es Shae? Joder, ustedes


realmente podrían pasar por gemelos, sobre todo si... Um...

—Sobre todo si ves lo que has estado esperando todo el


tiempo —finalizó Noah en un tono suave.

—¡Ah, de acuerdo!

Mirando hacia abajo deliberadamente, Noah flexionó el


brazo un poco, recordándole a Pierce que sus dedos seguían
apretándolo. —¿Es así como estarás de acuerdo conmigo jodiendo
a otros chicos?

Las palabras hicieron que Pierce hiciera una mueca de


dolor. —Te dije, que si es lo que necesitas, entonces voy a estar
bien con eso —respondió, tratando de obtener un control sobre sí
mismo mientras aflojaba el control que tenía sobre el brazo de
Noah.

—Sí —replicó Noah cuando al fin estalló su infame


temperamento—. De hecho, estás tan bien que ni siquiera
pudiste disfrutar cuando te jodí.

—¿Lo sabias?

Noah lo miró y soltó un bufido totalmente carente de


humor. —Joder, por supuesto que lo sabía. ¿De verdad crees que
después de seis años no puedo decir cuándo estás fingiendo? —El
enojo en su voz estaba mezclado con dolor y frustración. Por
primera vez, Pierce comenzó a darse cuenta de que él no era el
único que sufría ante la terrible situación en la que se habían
metido.
—Pensé que podría manejarlo, Noah —susurró—.
Realmente lo creía. No podía soportar la idea de perderte.
Infiernos, aún no puedo. Pensé que podría darte lo que fuera que
quisieras si al menos conseguía que te quedaras conmigo. Quiero
que seas feliz, Noah. Más que nada, quiero que seas feliz. Incluso
si mi propia vida se vuelve un infierno.

—Oh joder, Pierce —suspiró Noah—. Aun no sé si darte un


beso o un puñetazo por eso. ¿No entiendes que lo que necesito
para ser feliz, sobre todo, es la verdad? No quiero que te tortures
por dejarme disfrutar de una promiscuidad, que, por cierto, no
tengo el menor deseo de disfrutar.

—¿No?

Gimiendo, Noah rodó los ojos. —¡No! Por el amor de Dios,


Pierce, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? Me extravié una vez,
sí. Todos sabemos que a estas alturas, he aprendido mi lección.
La he aprendido y nunca dejaré de lamentar lo que hice. No hay
nadie más. Nunca ha habido nadie desde entonces. Eres el único
para mí. —Él dejó escapar un bufido irritable—. Ni siquiera me
siento atraído por otros hombres.

Pierce levantó las cejas. —¿No quieres? ¿A nadie?

—No. Al menos no lo suficiente como para querer actuarlo.


—Noah soltó un suspiro—. Mira, Pierce, sé a dónde pertenezco.
Te quiero a ti. Sólo a ti y a nadie más que a ti, ¿de acuerdo? Y
creo que es hora de que empieces a creerlo.

—Está bien. —Pierce asintió, tratando de envolver su


mente alrededor de lo que Noah acababa de decir—. Entonces,
voy a tratar de hacer eso. Sólo una pregunta, si la infidelidad no
es la razón de todo tu secreto y el lío en el que estamos, entonces,
¿qué es?
Noah hizo una mueca. —Ah, eso. Bueno... Creo que
tenemos que hablar.

La determinada calma de Noah vaciló un poco para el


momento que ocuparon una mesa. Era una que estaba metida en
un pequeño nicho para proporcionar un ambiente íntimo, casi
una atmósfera acogedora, pero Noah estaba agotado. Se agitó y
estiró el cuello para mirar a la multitud en vez de mirar a Pierce
a los ojos.

—Entonces, ¿qué quieres decirme? —Pierce preguntó. No


era como si estuviera interesado en iniciar la conversación.
Ningún hombre en su sano juicio quería iniciar una conversación
que había comenzado con la frase «Tenemos que hablar». Y sin
embargo, cuando se trataba de Noah, Pierce acababa de
comprender que el conocimiento era de hecho mejor que
quedarse en la oscuridad con sólo sus pensamientos más
aterrorizadores, haciéndole compañía.

Tomando una respiración profunda, Noah cambió su


atención a Pierce. —Nosotros.

—Uh-oh.

—Quizás. Espero que no. —Noah hizo una mueca—.


Deberíamos haber hecho esto hace semanas, pero, bueno,
supongo que los dos sabemos que no estábamos preparados y
ahora no tiene sentido llorar sobre la leche derramada. En
primer lugar, te amo. Quiero que lo sepas. También quiero que
sepas que eso no va a cambiar, independientemente de cómo
respondas a lo que voy a decir esta noche.
—Joder, Noah. —Pierce gimió, temblando con aprensión—
. También te amo, pero ahora mismo me estás asustando.
¿Podrías por favor decirme lo que tienes que decir y acabar con
esto?

—Por supuesto. —Noah soltó una risita nerviosa—. Y yo


que esperaba poder ganar algo de tiempo hablándote dulce —
bromeó, pero de nuevo se puso serio casi al instante—. Veras, lo
cosa que te he ocultado…, el secreto, si es así como quieres
llamarlo, es que he estado... he estado haciendo que me flagelen.

Pierce sintió una docena diferentes de emociones


recorriéndolo, tratando de llegar todas a la vez a la superficie de
su conciencia. Las más destacadas fueron sorpresa, impacto,
confusión. Un toque de diversión y un poco de histeria ante la
idea de que Noah, de entre todas las personas, se dejara... Se
atragantó. Tosió. —Tú, ¿qué?

—Ya oíste —Noah dijo muy tranquilamente.

—Correcto. Flagelado. Uh, creo que me gustaría tomar


una copa. Preferiblemente que no sea agua —farfulló Pierce. La
bomba que Noah acababa de dejar caer sobre él lo hacía ilógico,
pero hizo un esfuerzo para recuperarse cuando vio a Noah.

Se fijó en el serio rostro y la forma en que Noah se mordía


el labio inferior, y de repente la emoción que se destacó más
fuerte que cualquiera de las otras era el amor. Profundo y como
había llegado a reconocer, incondicional.

—Dímelo.

—Realmente no hay mucho que contar —dijo Noah—. Esa


noche, cuando tuvimos la pelea y yo tenía que encontrarme con
Shae, llegué aquí y yo era un completo desastre. No era sólo la
pelea. Todo había estado acumulándose en mí durante bastante
tiempo antes de eso. De alguna manera, todo se estaba volviendo
demasiado, y no sabía qué más hacer. No podía dejar de pensar,
y estaba teniendo problemas para dormir. Y entonces, mi última
línea, la única cosa con la que solía ser capaz de contar para
mantenerme no estaba… tú… tú ya no estabas de mi parte.

—Siempre estoy a tu lado, Noah —corrigió Pierce.

—Sí, quizás. Pero no se sentía como si siguieras siéndolo.


Estaba toda esa basura en el trabajo, y luego estabas
constantemente hablando acerca de la grandeza de ese
desperdicio de espacio de Bruno…

—No empecemos de nuevo —advirtió Pierce—. Él puede


no ser el cuchillo más afilado del cajón, pero él está bien.

—Él no lo está —Noah protestó—. No es bueno, Pie. Es un


dolor en el jodido culo.

Viendo la expresión de indignación en la cara de Noah,


Pierce sintió una muy apropiada alegría crecer en su interior. —
¡Noah! ¿Estás celoso? ¿De Bruno?

Resoplando, Noah bajó la mirada por un momento antes


de levantar la mirada de nuevo. —¿Celoso? ¿Yo? De entre todas
las personas, ¿de ese idiota de Bruno? ¡Eso es ridículo!

Pierce no pudo evitar sonreír. Este inseguro, y tímido lado


de Noah era un espectáculo poco común y, de una manera un
tanto retorcida, excepcionalmente lindo. —¿Lo estas, verdad?

Mordiéndose el labio, Noah le devolvió la mirada. —Sí —


susurró al cabo de un momento—. Sí, ¡estoy jodidamente celoso!
Durante semanas, Bruno esto y Bruno lo otro. Sinceramente, si
la forma en que has estado constantemente alabando todos sus
maravillosos talentos no me da serias dudas, entonces no sabía
qué hacer.
—Pero yo sólo he estado tratando de hacerte ver cuánta
ayuda puede ser para ti —Pierce señaló—. Tú eres el que sigue
quejándose de tener que hacer todo las cosas poco importantes y
aburridas que te quita el tiempo. Tenía la intención de hacer tu
vida más fácil contratándote un asistente.

—Sí, puede ser. —Noah se quejó e hizo una mueca—. Pero


en serio, ¿Bruno?

—Bueno, ¿por qué no? No es su culpa que tengas


expectativas excepcionalmente altas. A mi modo de ver, se
merece una oportunidad. Puede que sea un poco joven y sin
experiencia, pero está calificado —al menos en teoría, que es
más que los otros candidatos podían ofrecer, y él es un buen
chico.

—¡No es un buen chico! —Noah gruñó—. Por lo menos no


tan bueno como el crédito que le das. No es mi estilo dar la
alarma. Es por eso que nunca te he dicho nada antes, pero... Lo
escuché hace un par de semanas. Estaba hablando con esa rubia
tonta de contabilidad, ¿cómo se llama? Stephanie algo, creo.
Estaba quejándose de los demás y empezó contigo. Ella dijo que
estaba realmente muy feliz de que fueras su jefe y se alegró de
que no le echaras un ojo cada vez que pasaba junto a ti como los
otros chicos hacían. Fue entonces cuando Bruno comenzó a
hablar de que creía que era extraño tener un jefe gay pero que él
imaginaba que tú estabas caliente por él, de modo que para ti, en
realidad no había nada que él pudiera hacer mal.

—Oh. —Pierce necesitaba un momento para digerir eso—.


¡Uf! ¿Eso es lo que dijo?

—¡Pierce! ¡Por supuesto, que lo dijo, de lo contrario no lo


estaría diciendo! —Noah resopló.
—Está bien. Está bien. —Decepción carcomía a Pierce.
Decepción y, cuando estaba empezaba a ver el asunto desde el
punto de vista de Noah, culpa—. Lo siento, amor. He estado
terriblemente ciego en lo que respecta a Bruno, ¿verdad? Yo sólo
pensé que necesitaba un poco de ánimo y la oportunidad de
tomar el camino correcto. Parecía tener potencial.

—Bueno, tal vez tiene potencial —murmuró Noah—. Por


desgracia, su conducta no ayuda. Pero esa es sólo mi humilde
opinión.

—No te preocupes. Yo lo veo de la misma manera. —Pierce


dejó escapar un suspiro—. Supongo que eso significa que voy a
tener que hacer una pequeña declaración para que sepa que su
jefe no está caliente por él. De todos modos, amor, por mucho que
aprecio este tipo de información, desde el punto de vista del
gerente de una compañía, me temo que nos desviamos un poco.
—Le dio a Noah una tierna sonrisa—. ¿O es que de nuevo estás
comprando tiempo?

La expresión de Noah era de avergonzado pero sostuvo la


mirada inquisitiva de Pierce. —De todos modos quería decírtelo.
Este puede no haber sido el momento perfecto, pero creo que
tenemos tiempo suficiente para hacer frente a la cuestión
verdaderamente importante.

—Oh, mierda. —Pierce gimió—. Has estado pasando


mucho tiempo con Francis últimamente, ¿verdad? Eso se oyó
como lo que él diría.

Una media sonrisa iluminó el atribulado rostro de Noah.


—Sí, bueno, él se mete en tu cabeza, ¿verdad?

—Oh, ciertamente lo hace —Pierce estuvo de acuerdo—.


Así que de todos modos, me estabas hablando de esa noche de la
pelea que te reuniste con Shae.
—Sí. Entonces… —La expresión encantada estaba de
vuelta en los ojos de Noah—. Bueno, fue sólo eso, básicamente.
Yo había estado teniendo un tiempo difícil y luego, encima de
todo, peleamos. Shae fue muy amable y me escuchó quejarme y
estar deprimido durante mucho tiempo. Pobrecito.

«Shae., ¿por qué todo parece implicar a Shae


últimamente?» —¿Es él el que...? —Pierce preguntó, aliviado
cuando Noah negó con la cabeza.

—No-no. Él fue quien me sugirió que lo intentara, pero él


nunca me flageló. Nos pareció que de alguna manera no estaría
bien, porque... Bueno, porque...

—Debido a que son muy cercanos.

Noah asintió. —Él es mi mejor amigo, Pierce. Mi único


amigo. Él es el único que me conoce, pero él no está, uh,
involucrado conmigo. Y queríamos mantenerlo así. No me siento
atraído por él. —Hizo una mueca—. Quiero decir, claro, que es
caliente, pero yo nunca podría estar con él de esa manera…, él se
ve demasiado parecido a mí para estar cómodo.

Volviéndose serio, continuó: —Francis dijo que a veces, en


una escena, um, las cosas suceden. Está acostumbrado a eso y
sabe cómo manejar la situación. Shae también lo hace, al menos
en cierta medida, de cuando él actuaba como un Top. Pero aun
así pensamos que sería más seguro de esa manera. Más
apropiado, por así decirlo. Y no fue sólo por el aspecto sexual.
Francis ya conoce esa parte de mí de cuando trabajaba conmigo
hace tantos años. Puede anticipar mis reacciones, mis
disparadores y mis quiebres mejor que nadie. Lo siento —
susurró cuando Pierce hizo una mueca.
—Está bien —respondió Pierce—. He sabido todo el tiempo
que había un lado de ti que nunca he tenido y que
probablemente nunca tendré.

Mirando fijamente a la mesa, Noah no dijo nada durante


un largo momento. Cuando levantó la vista de nuevo, el hielo
azul de sus ojos estaba en llamas con las emociones.

—Yo quería que fueras tú, Pierce —susurró con la voz


ahogada por las lágrimas—. Más que nada, quería que fueras tú.
Yo quería que tú fueras el que... —Tragó saliva y se giró,
aparentemente aún no podía poner su secreto en palabras. Aún
incapaz de revelar lo que debería de ser su más oscuro deseo.

—¿Tú... quieres que te flagele? —Pierce preguntó. Estaba


teniendo dificultades para llegar a un acuerdo con todo esto. Era
casi imposible imaginar a Noah, de todas las personas, atado a
una cruz de San Andrés15 y ser flagelado. Noah, que había tenido
que soportar el insoportable dolor de un látigo en más de una
ocasión. Las cicatrices que le habían dejado aún estaban allí, en
su cuerpo y su alma, y a veces se mostraba, a pesar de todo su
obstinado empeño de ignorarlo.

—Lo siento —dijo Noah con voz baja y ronca—. Sé que es


algo con lo que no te sientes cómodo. Eso es parte de la razón por
la que no quería decirte. Sé que no puedo pedirte esto, es sólo...
sólo quería que supieras que si la elección fuera mía, preferiría
que fueras tú en lugar de Francis.

—Oh, Noah, dulce corazón. Ojalá lo hubiera sabido. Me


gustaría poder estar allí para ti. Lo siento, amor. Tienes razón,
debería haber sido yo. Debería haber estado allí contigo y verte
atravesar por esto.

15
Un Saltire o Cruz de San Andrés es una cruz diagonal, es un símbolo heráldico, y es la cruz de la letra X, se le
conoce como Cruz de San Andrés porque se dice que San Andrés fue martirizado en este tipo de cruz.
Hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras para
expresar sus sentimientos, pero Noah fue más rápido. Él hizo un
sonido triste, algo entre una risa y un sollozo, y dijo: —Adelante.
Sé que hay un pero. Lo he sabido todo el tiempo, así que lo digo.
Todo está bien.

—Sí. —Pierce asintió—. Tienes razón. Una vez más. Es


algo con lo que no me siento cómodo. Lo siento, amor, pero
hacerle daño a alguien, no es algo que se me dé bien. Sobre todo
si ese alguien resulta ser el hombre que amo más que a nadie en
este planeta. —Respiró, e incluso a sus propios oídos se oía
terriblemente como un resoplido. Se obligó a seguir con toda la
calma que pudo, a pesar de que los recuerdos estaban a punto de
ahogarlo—. Yo estaba allí, Noah. Vi lo mucho que Robert te
lastimó. Nunca te haría eso. Ni siquiera si me lo pidieras. Si es
dolor lo que quieres, entonces me temo que realmente voy a
tener que ver para otro lado.

—Lo sé —dijo Noah en voz tan baja que Pierce apenas


pudo oírlo—. Lo sé. Sólo... ¿crees que vas a estar bien viendo
para otro lado? Bueno, ¿cuándo Francis lo haga?

Pierce consideró la pregunta durante unos instantes. —


Supongo que no tengo muchas opciones, realmente, si crees que
lo necesitas. Francamente, no entiendo de dónde todo esto llegó
tan de repente, pero me siento mucho más cómodo con la idea de
que Francis te flagele a lo que he estado pensando que estabas
haciendo hasta ahora. Lo que me recuerda, ¿por qué no me lo
dijiste antes? ¿Por qué me dejaste creer que estabas teniendo
una aventura?

—No es como si yo hubiera querido hacértelo creer —dijo


Noah—. Pero estabas tan jodidamente convencido de que era
infiel que ni siquiera me escuchabas. Yo quería decirte, Pierce. A
la mañana siguiente después de que sucedió, yo estaba tratando
de decirte.

—Pero no me lo dijiste —señaló Pierce.

—No —confirmó Noah—. No, no lo hice. Me sentí


confundido. Un lío. No entendía lo que había pasado, lo que
había hecho, que realmente lo disfruté. Pero estaba dispuesto a
hablar contigo, aunque sabía que no lo apreciarías. Sé que no es
lo tuyo, pero de todos modos quería que lo supieras. Y luego,
cuando traté de explicar...

—Yo te acusé de haber estado jodiendo con otro —finalizó


Pierce por él.

—Sí.

—Lo siento, amor, pero, en serio, no hay manera en que yo


hubiera podido imaginar que tú estabas en una sesión de
flagelación. En especial, siendo el del extremo receptor.

—Sí, bueno —gruñó Noah—. No era exactamente lo que


había estado esperando. —Una expresión reservada apareció en
sus ojos cuando dijo—: Sin embargo hay algo más. Algo más...
uh, fuerte.

—¿Fuerte? —Oh, Dios, Pierce levantó las cejas—. ¿Qué


podría ser más fuerte que ser golpeado con un látigo por mi
hermano?

—No látigo, flogger16 —corrigió Noah, luego agregó—: me


corrí.

Pierce se quedó helado. —Tú, ¿qué?

16
Cat-o”-nine-tails, también llamado flogger o látigo, usado por el ejército y la naval de la gran
Bretaña, así como de algunas cortes judiciales, para castigos.
—Ya lo has oído. —La voz de Noah era tensa por la
mortificación y no miraba a los ojos a Pierce—. Sólo una vez.
Antes de la última vez.

—¿Estás diciendo... en realidad te corriste cuando Francis


te flageló? —No era tan malo como lo que él había imaginado,
pero este escenario tampoco era un consuelo.

—¿Huh? ¡No!, pero por un segundo —Noah se veía


confundido, luego sacudió la cabeza vigorosamente—. No, no me
corrí como tal, pero me excité mucho más de lo que esperaba me
pasaría. Quiero decir, Francis había dicho antes que podría
pasar. Fue la razón por lo que él hizo la escena conmigo en lugar
de Shae. Parece que tiene algo que ver con que las áreas del
cerebro que responden al dolor y al placer están estrechamente
conectadas, pero... yo nunca pensé que iba a reaccionar así.
Nunca había pasado antes.

Pierce se frotó la frente. Esto era tan extraño. Se preguntó


si tal vez estaba soñando, y estaba acostado sano y salvo en su
cama en su casa con su subconsciente jugando con él. Pero ni
siquiera su subconsciente podría crear una historia tan oscura.

—Eso es... uh, inesperado —dijo él, no por primera vez


durante esta conversación.

—Lo sé. Yo jodidamente lo siento mucho, Pierce. Si


hubiera sabido que respondería de esa manera, al menos, le
hubiera pedido a Francis que detuviera la escena antes pero
sucedió tan rápido. Un minuto yo estaba dolorido, el siguiente
estaba, uh... —Ruborizado, se mordió el labio—. Lo lamento —
repitió.

—Cariño, no es necesario que lo lamentes —dijo Pierce y,


para su sorpresa, lo decía en serio. Después de todo, la reacción
de Noah a la flagelación no había sido intencional. No fue más
que una respuesta puramente instintiva de su cuerpo a un
estímulo que tal vez no debería haberse despertado, pero era tan
incontrolable como el placer que mucha gente siente al recibir un
masaje. El sentimiento de culpa de Noah era la mejor
confirmación de que lo que había sucedido, nunca fue con la
intención de obtener placer sexual de eso.

—¡Pero lo lamento! —Noah protestó—. Es confuso y nunca


debí haber dejado que llegara tan lejos. Yo ni siquiera quería
hacerlo de nuevo después de eso, pero Francis dijo que era
probable que no siempre tuviera ese efecto en mí. No lo hizo,
aunque la última vez, eh, aún me puse un poco duro —admitió,
aun oyéndose avergonzado.

—Está bien, amor. Está bien. No estoy en tu contra. He


pasado bastante tiempo con Francis para saber que estas cosas
pasan. —Pierce se acercó y tomó la mano de Noah entre las
suyas—. Pero creo que estamos dibujando la línea en el mismo
límite. Después de todo, yo sé lo que siente un chico. A veces sólo
se activan a pesar de que no lo quieras, y la situación no es
apropiada. La diferencia es lo que hacemos con eso. No lo
actuaste, a pesar de que podrías haberlo hecho. Podrías haber
simplemente dejado que Francis siguiera todo el camino. Pero no
lo hiciste. Y eso, combinado con que te veas tan malditamente
culpable por eso ahora, me dice más que cualquier cosa que
puedo confiar en ti. Sólo lamento que me haya tomado tanto
tiempo darme cuenta de eso, amor. Realmente no debería haber
dudado de ti de la manera en que lo hice.

Noah lo vio con los ojos muy abiertos. —Entonces... ¿me


perdonas?

Pierce sonrió. —Ya te lo dije, cariño. No hay nada que


perdonar porque no creo que seas el culpable de lo que sucedió.
Sólo porque disfrutaste el ser flagelado no te hace malo. Y si tu
cuerpo responde a algo que disfrutas, entonces eso no es
engañar.

—Wow. —Noah se quedó en silencio por un tiempo, al


parecer necesitaba tiempo para dejar que las palabras de Pierce
le llegaran—. Entonces..., ¿eso significa que estás de acuerdo con
esto? Claro, ¿siempre y cuando no lo lleve demasiado lejos?

—Sí. —Pierce le dio a la mano de Noah un tranquilizador


apretón—. Sí, estoy bien con eso. Por cierto, ¿qué dice Francis
sobre todo esto?

Noah sonrió. —Él piensa que finalmente estoy


descubriendo el hecho de que hay una línea muy fina entre el
placer y el dolor, y que después de todo tengo una vena
masoquista en mí.

—Él debe estar en la luna.

—Por supuesto que lo está. Después de todo estamos


hablando de Francis.
Capítulo ocho
—¿France?

—Hola, Pierce. —La voz de Francis era fresca y clara por


teléfono. El divertido tono le decía que estaba en medio de hacer
algo muy agradable, probablemente atar en nudos a Shae o
torturar al pobre con un pedazo de su vasta colección de
herramientas y juguetes.

Pierce ignoró eso. Si Francis estaba demasiado ocupado


para hablar con él, no habría contestado el teléfono. Además, se
trataba de una emergencia.

—Necesito tu ayuda.

—Ah, cierto. Pensé que lo harías. ¿Por qué no nos vemos


en mi oficina a las cuatro? Entonces debemos de estar lo
bastante solos.

—Está bien. Nos vemos.

De acuerdo con las palabras de Francis, estarían bastante


solos. La palabra “bastante” le llegó, como era de esperar, en la
forma de Shae, que de alguna manera logró aceptarse muy bien
como sumiso que parecía más una pieza de la parafernalia de
una oficina que un muy guapo hombre apenas vestido.

Francis saludó a Pierce con la usual sonrisa. Sin


molestarse en preguntarle qué quería Pierce, envió a Shae a
buscar bebidas, agua mineral con un toque de limón. Por fin, se
levantó de su escritorio y le dio a Pierce un abrazo de oso tan
fuerte que hizo que a Pierce le faltara el aire y se preguntara si
sus costillas estaban aún intactas. El elegante y sofisticado
exterior de Francis le hacía olvidar fácilmente lo fuerte que era.

—Así que, querido hermano, ¿puedo preguntar qué ha


provocado este bastante repentino deseo de verme? —Francis
preguntó.

Rodando los ojos, Pierce señaló con la cabeza en dirección


de Shae que regresaba con los vasos. —Algo me dice que estás
anticipando que es relacionado al trabajo.

—Muy correcto. Y de la misma manera… no dejaré que te


acerques a tu hombre con un flogger a menos que esté
convencido de que sabes lo que estás haciendo.

Pierce contuvo una exclamación. —¿Qué infiernos te hace


pensar que quiero usar un flogger en Noah?

Moviendo inocentemente sus ojos, Francis alzó una ceja y


preguntó: —Oh. Entonces, ¿no lo quieres?

—Bueno...no. Quiero decir, sí, uh... —Pierce gimió—. Oh,


infiernos. En serio, ¿cómo se hace eso? ¿Cómo sabes que a esto es
a lo que vine? ¿Después de todo te has convertido en un psíquico?

—No. Sólo soy bueno prestando atención. Además, ya


sabes, hermanito. Sé lo mucho que amas a Noah. Lo cual, por
cierto, es bueno, ya que puedes ser tan terriblemente ciego
cuando se trata de él.

—¿Huh? ¿Qué se supone que significa eso?

—Oh, nada. Así que sinceramente espero que la próxima


vez que tu marido esté pasando por una importante crisis
emocional, estés ahí para verlo atravesar por eso en lugar de
hacerle pasar un infierno por un crimen que nunca ni ha soñado
cometer.

—No sabía que estaba pasando por un momento tan difícil,


Yo…

—Podrías haberlo sabido si hubieras tratado de hablar con


él en lugar de lanzarle falsas acusaciones.

—Pero ¡traté de hablar con él! —Pierce protestó.

—¿En serio?

Pierce dejó escapar un bufido resignado. —Bueno, él no


estaba exactamente dando información voluntariamente, y la
forma en que estaba actuando…, constantemente con su teléfono
y cuidándolo como una gallina a sus polluelos... —Hizo una
mueca cuando un pensamiento llegó a la superficie de su
mente—. Él nunca me dijo quién le estaba enviando todos los
mensajes.

Rodando los ojos hacia el cielo, Francis sacudió la cabeza.


—No vamos a empezar de nuevo, ¿verdad? Si te hace sentir
mejor, yo era el que le enviaba los mensajes y obviamente quien
recibía las respuestas. Era la mejor manera de ofrecerle algo de
apoyo.

—Aun no entiendo por qué Noah no sólo me dijo lo que


estaba pasando —dijo Pierce, miserable de nuevo al recordar la
gravedad de la situación en la que habían estado—. Francis, casi
rompemos por esto —murmuró.

Francis lo miró fijo durante un largo momento. —


Realmente no tienes ni idea, ¿verdad?

—¿Huh? ¿Sobre qué?


—Pierce, Pierce. —Francis dejó escapar un largo suspiro
de sufrimiento—. Has estado con Noah durante casi seis años, y
aún no lo conoces. El pobre diablo estaba celoso como el mismo
diablo, por este tipo Bruno que has contratado.

—Sí, lo sé. Me lo dijo cuando nosotros, uh, hablamos. ¿Y


qué?

—¿Y? —Francis soltó un bufido—. Así que estaba cegado


por los celos porque pensaba que estabas a punto de iniciar una
aventura con otro hombre, pero en vez de decirle que lo amabas
y que él es el único al que miras y bla, bla, bla, lo acusas de que
te engaña. No dejaste que te tocara, y cuando lo hizo, fue
escandalosamente obvio que no te gustó. Y, por encima de todo,
le dejaste creer que ni siquiera te preocupaba lo suficiente para
que te importara una jodida que te fuera infiel.

—¿Qué? Por supuesto que me importaba. —Pierce


explotó—. Pero no podía soportar la idea de romper con él y
destruir todo lo que tenemos. Es por eso que dije que iba a
aguantar su infidelidad mientras que la mantuviera cubierta.

—Uh-huh. Y, para él, eso se traduce como “No quiero


perder la vida cómoda que hemos construido juntos, así que, ¿por
qué no hacemos de la vista gorda ante la infidelidad del otro?”
¿No comprendes que Noah estaba en la maldita cima de los celos
y siempre estaba buscando la mayor prueba de lo mucho que lo
amas? Y de repente, eres feliz con que joda con otro con tal de
que no hable de ello. Ahora dime, ¿cómo cree que lo hizo sentir
eso?

—Uh... No particularmente bien, imagino —sugirió Pierce.

—Sí. Pensó que no era deseado ni querido. Debes saber


ahora por qué Noah tiene inseguridades. —La voz de Francis se
volvió más suave—. El hecho de que los oculta mejor que la
mayoría de los chicos no quiere decir que no existan. Él se vino
abajo porque estaba convencido de que no lo quieres.

—¿Y tú sabía todo esto? ¿Todo el tiempo?

—Claro que lo sabía.

Por supuesto que lo sabía. Todo tenía sentido. Noah podía


confiar en que Francis mantendría su secreto. Pierce se había
dado cuenta de ya fuera el Dom o el psicólogo de Francis,
protegería lo que se le confiara ferozmente. Cualquiera que fuera
la parte de él que lo hiciera, nunca traicionaría la confianza
depositada en él. Ni siquiera por el bien de salvar una relación
que está en problemas.

—Oh, joder. —Pierce suspiró, sintiéndose miserable


cuando las piezas del rompecabezas empezaban a reorganizarse
y formar una nueva imagen—. Pensé que entendía que yo
simplemente lo amaba demasiado como para dejarlo ir.

—¿Ves? —Acercándose a él, Francis puso sus manos sobre


los hombros de Pierce y lo miró a los ojos—. Es por eso que sólo
deben hablar el uno con el otro en lugar de esperar a que yo
solucione todo.

Pierce frunció el ceño. —Pero no resolviste nada —objetó.

—¿No? ¿Y quién te hizo darte cuenta que no estabas bien


con él jodiendo con otros chicos?

—¿Huh? ¿Qué? ¡Oh, no! —Repentinamente, más piezas


cayeron en su lugar—. Esa escena en el escenario, cuando yo
pensaba que Noah estaba jodido al sum, pero que en realidad era
Shae… ¿Estás diciendo que estaba destinado a que la viera y que
creyera que era Noah?
—Bueno, por supuesto. ¿Cómo podría hacer que ambos
abandonaran sus suposiciones y admitieran la verdad?

—Tú lo preparaste, Francis, bastardo, lo preparaste.

—Uh-huh. —Aparentemente sin problemas, Francis hizo


un gesto alegre—. Te dije que me debías una después de la
pequeña conspiración que Noah y tú hicieron junto con el lindo
de Tyler cuando creyeron que Shae y yo no éramos incapaces de
ordenar nuestra relación por nosotros mismos.

—¿Huh? De todos modos, eso sucedió hace dos años —


Pierce señaló—. Además, no lo hacías. Tú y Shae actuaron como
dos adolescentes enamorados que preferían enviarse tarjetas de
San Valentín secretas uno al otro en lugar de hablar como
adultos sensibles.

—Ah, Pierce, mi querido hermano menor. Aún hay muchas


cosas que debes aprender acerca de las formas retorcidas del
amor y de las aún más desviadas maneras de la psique humana.
Estoy seguro de que vas a aprender mucho mientras estás con
Noah, si ustedes dos alguna vez levantan sus cabezas y siguen
hablando el uno al otro. Pero de todos modos, diría que le he
dado a tu mente suficiente para trabajar. Es hora de que
también tu cuerpo tenga algo. Después de todo, estás aquí por
una razón y atendiendo a los deseos desviados de Noah es un
método maravilloso para volver a instalar su confianza y
explorar sus respectivos lados oscuros. Así que ven por aquí, no
tengo todo el día.

Sobresaltado, Pierce lo miró fijamente. —¿Qué? ¿Ahora


mismo? ¿Quieres empezar ahora?

—Bueno, por supuesto. No tiene sentido perder aún más


tiempo. En la cruz, por favor.
Era una orden que Francis debía de haber dado cientos de
veces en su vida, y Pierce debió haberlo escuchado en al menos
una docena de ocasiones, pero nunca antes había enviado un
escalofrío por su columna. Congelado en el lugar, vio a Francis
desabotonar su impecable camisa blanca mientras se acercaba a
la cruz de San Andrés que estaba en una de las paredes de su
oficina.

—France, ¿qué estás haciendo? —Pierce preguntó,


incómodo.

—¿Qué le parece? Tienes que practicar, por lo que la


práctica es lo que vas a hacer.

—Sí, pero... ¿en ti?

—Bueno, por supuesto. —Francis se encogió de hombros—


. Por supuesto, podría hacer que comenzaras con un maniquí,
pero de esta manera aprenderás más rápido y voy a ser capaz de
evaluarte mucho mejor.

—Francis, no estoy seguro que pueda hacerlo. Eres mi


hermano, y yo... —Se quedó en silencio cuando Shae levantó una
mano y le tocó la rodilla a Francis. Se había acostumbrado tanto
a ver a Shae arrodillado a los pies de Francis, inmóvil y en
silencio, que incluso este pequeño movimiento le parecía un
enorme acto.

—¿Sí? —Francis giró la cabeza para mirar a Shae, quien


no podía mirarlo a los ojos, pero no era necesario. Estaba tan en
sintonía con Francis que era como si pudiera leer todos sus
pensamientos y tal vez él sí podía.

—Señor, con todo respeto, no creo que esa sea la mejor


solución —dijo Shae.
Francis frunció el ceño, pero su voz era tranquila, entonces
preguntó: —¿No lo crees? Entonces, ¿cuál es tu sugerencia?

—Debe practicar en mí.

—¿En ti?

—Sí. De esa manera, puedes concentrarte en enseñarle la


técnica correcta mientras que puedo darte información directa
sobre cómo se siente.

—Ah, Shae —dijo Francis—. Eres un tesoro, mi amor.


Supongo que tu generosa oferta es totalmente desinteresada y no
tiene nada que ver con tu deseo de ser flagelado, ¿lo tiene?

Una leve sonrisa se deslizó en los rasgos de Shae. —Estoy


feliz de estar a tu servicio, Señor.

—Oh, ya sé que lo estás —dijo Francis—. Y estoy seguro


de que encontraré una manera adecuada para compensarte por
tus… esfuerzos.

Las esquinas de la boca de Shae se contrajeron, pero


mantuvo una cara seria cuando se levantó de un salto y fue a la
cruz.
Capítulo nueve
Pierce recorría con el mango del flogger la espalda de
Noah. Siguió la columna vertebral de Noah, acariciaba la
protuberancia de cada vértebra con él y trazó las crestas de los
omóplatos de Noah.

Trató de ignorar las tenues líneas de color blanco plateado


de las cicatrices que el látigo había dejado en la pálida y de otra
forma suave piel de Noah. No era difícil para él imaginar lo que
el flogger de nueve colas en su mano podía hacer en ese sedoso
lienzo. Él tenía el poder para teñirlo con un rubor rosado o una
feroz mancha de rojo si así lo elegía. Todo lo que quisiera hacer,
Noah confiaba en él con este poder. Era una sensación
estimulante. Emocionante y nauseabunda.

Había sido mucho más fácil hacerle esto a Shae. Éste


disfrutaba ser azotado y estaba muy acostumbrado a eso después
de años de práctica, y apenas había parecido que sentía cada
golpe que Pierce le había dado.

Cuando conectó el primer golpe, la reacción de Pierce fue


casi tan fuerte como la de Noah, y en gran parte lo mismo.
Ambos se estremecieron. Noah por el obvio dolor, Pierce por la
compasión.

«Es lo que él quiere», se recordó. «Como Shae».

El segundo golpe sacó un suspiro de Noah, el que siguió le


hizo arrancar una exclamación.

—¿Estás bien, amor? —Pierce preguntó, tratando de


ocultar su preocupación.
—Sí —gruñó Noah.

Pierce sabía que estaba lo suficientemente bien, pero no


había esperado oírlo en esta situación, al menos no tan pronto.
Era la primera etapa de excitación.

Lo golpeó de nuevo con el flogger, causando que Noah


gritara, y luego una y otra vez, en rápida sucesión, de la forma
que Francis le dijo que hiciera. La piel de Noah enrojeció
rápidamente. Las anteriores líneas delgadas mezcladas juntas
con las rojas y pronto ya no se podían distinguir cuando Pierce
flageló de nuevo a Noah desde los hombros hasta el culo con
rápidos y con medianos fuertes golpes.

Cada susurro de las finas tiras de cuero era respondido


con un suave gemido de Noah, que se inclinaba de nuevo,
dándole la bienvenida a cada golpe. Su respiración se hizo
cuidadosamente controlada, la que tenía cuando estaba excitado
y se esforzaba para mantener un control sobre sí mismo. Pierce
dio medio paso al costado para comprobarlo.

Efectivamente, el pene de Noah estaba hinchado y


rebotando con cada golpe. Se filtraba un flujo constante de pre-
semen.

«No es de extrañar que estuviera cerca de correrse cuando


Francis le hizo esto», pensó Pierce. Sabía que estaba todavía
lejos de haber dominado el arte de la flagelación, pero sus
lecciones de entrenamiento con Francis y Shae aparentemente
estaban dando sus frutos.

Noah gimió, esta vez más fuerte, y arqueó su espalda. Fue


una reacción instintiva. Pierce lo conocía muy bien, como conocía
su propio cuerpo. Hasta ahora, había estado centrado en Noah y
demasiado nervioso para prestar atención al efecto que este
extraño escenario tenía sobre sí mismo. Ahora ya no podía
ignorarlo. Se estaba poniendo duro con tanta rapidez que la
pérdida de sangre en su cerebro lo dejó mareado y ya podía
sentir una parte de él queriendo tomar el control que era algo
que no solía tener la oportunidad de tener.

Quería joderlo hasta que Noah gritara pidiendo


misericordia, quería empujarse más allá del punto que
normalmente se permitía llegar. Quería a Noah atado, expuesto,
indefenso y listo para tomar lo que quisiera.

Esta era una noche para salir de las zonas de confort.


Noah había pedido a Pierce que saliera. Ahora era su turno de
dar un paso y sumergirse en lo desconocido.

Pierce terminó la flagelación con unos golpes más ligueros,


casi acariciándolo, y luego dejó caer la herramienta y extendió su
mano. Tenía que comprobar si había daño. Francis había sido
muy estricto con eso y nunca perdonaría a Pierce si él no
verificaba la salud de Noah, sin importar cuán urgente fuera su
necesidad.

Su primer impulso fue pasar los dedos por la piel de Noah.


Estaba tan caliente que casi brillaba. «La forma en que se supone
que debe estar», Pierce se recordó a sí mismo y colocó su mano en
el tramo llano justo debajo de la escápula izquierda de Noah. A
Shae le encantaba el ardor que causaba una mano cálida sobre
la piel suprasensible y, claro, también le gustó a Noah.
Gimiendo, se movió al tacto, y sus caderas se movieron un poco,
pero el movimiento era inconfundible.

Pierce recorrió con la mirada el resto de la espalda de


Noah. No había ronchas, ni piel rota, solo un rubor de color rojo
intenso que debía arder como el fuego. Él se desabrochó los
botones de la camisa con dedos temblorosos, luego dejó caer la
prenda descuidadamente al suelo y dio un paso más cerca. Él
ahora estaba justo detrás de Noah, sólo a un par de centímetros
de distancia y podía sentir el calor natural irradiar de su cuerpo.
Esto era algo que nunca había hecho con Shae. Claro, las
sesiones de flagelación habían dejado a Shae todo cachondo y
caliente en más de una manera, pero Francis había sido quien se
había hecho cargo de eso.

Inclinándose hacia adelante, Pierce agarró las caderas de


Noah para mantenerlo en su lugar, lo que pensó era
probablemente una buena cosa de hacer. Cubrió el último
centímetro de aire fresco entre ellos y presionó su pecho y
abdomen contra la espalda de Noah. Éste gritó y saltó al
contacto, pero Pierce se aferró a él, sujetándolo mientras medio
lo invitaba, medio lo obligaba a soportar el dolor.

—¡Joder, Pierce! —Noah gruñó, pero no era todo protesta.


Su voz estaba cargada de excitación y teñida con el sabor
agridulce de la desviación. Quizás el deseo de Pierce no estaba
fuera de línea como pensaba que lo era.

—Deja que te ate, dulce corazón —le susurró al oído a


Noah.

Como era de esperar, Noah se puso rígido en sus brazos.


En todos esos años, su vida sexual no había sido... sin límites —
en todo el sentido de la palabra. Después del trauma que Noah
había sufrido a manos de Robert, el sádico Dom, era
comprensible que no estuviera interesado en ser vendado o
atado. Pierce había sido siempre reacio a empujarlo y aún lo era,
así que no dijo nada más. Había puesto la sugerencia delante de
ellos. Correspondía a Noah decidir qué iba a hacer con eso.

Noah tomó una temblorosa respiración y la dejó salir con


una risita nerviosa.

—Pierce, yo... —dijo con voz áspera y sacudió la cabeza.


Pierce trató de no sentirse decepcionado. Él conocía las
heridas de Noah desde el principio. Las cicatrices aún estaban
allí y probablemente nunca desaparecerían del todo.

—Está bien, amor. Está bien —le tranquilizó, pero los


hombros de Noah se mantuvieron en una línea tensa y Pierce
pudo ver que su rostro se arrugó en un feroz ceño fruncido.

Pierce sabía que había llegado a un punto de inflexión. Si


dejaba ir a Noah ahora, le permitía alejarse, ellos perderían más
que una sesión de flagelación fallida. Si se las arreglaba para
sostener a Noah lo suficiente para seguir adelante por lo menos
en la dirección correcta, aún tendrían la posibilidad de tener otra
oportunidad.

Aun presionando su frente sobre la piel caliente de Noah,


arrastró una mano alrededor de las caderas de Noah hasta la
ingle. La orgullosa erección se había perdido un poco, pero aún
había suficiente para que Pierce trabajara.

Cerró los dedos alrededor del eje, y lo bombeó hacia arriba


y hacia abajo unas cuantas veces con movimientos largos y
estrechos que sabía que Noah amaba. La respuesta de Noah fue
instantánea. Gimiendo, se empujó hacia el puño de Pierce, luego
gruñó en protesta cuando Pierce retiró su mano.

Pierce se echó a reír. Noah a veces era tan fácil. Acunó las
bolas de Noah y acarició sus contornos con el pulgar antes de
apretarlas. Noah se puso rígido y tarareó una advertencia en lo
profundo de su garganta, pero Pierce no lo necesitaba. Había
llegado a conocer el cuerpo de Noah casi tan bien como el suyo y
conocía el punto en que la presión se volvía casi insoportable.
Aflojó justo antes de que llegar a ese nivel y reemplazó la
abrumadora sensación de tirantez con lo contrario.
Cuidadosamente jaló del saco, extendiéndolo lejos del cuerpo y
aumentó el efecto con largos jalones con las punta de los dedos.
Noah gimió con sorpresa. El pobre, obviamente, no sabía qué
hacer con ese tratamiento.

Claro, Pierce había jugado con su pene y bolas antes, no


sólo para hacerlo correr, sino para averiguar dónde estaban las
barreras de Noah para no cruzarlas. Ahora, era más sobre
empujarlo con mucha suavidad. Pierce sonrió para sus adentros.
No empujar. Prefería estirar. Noah tomó una aguda respiración
cuando Pierce cerró el puño alrededor del delicado saco de nuevo,
combinando tracción y presión.

—Joder, bebé —jadeó Noah con voz tensa—. ¿Estás


tratando de matarme?

—No, en absoluto, dulce corazón. Para nada. Sólo jugando


un poco.

—¿Pierce? —Había una distintiva nota de seriedad en la


palabra, y la aprensión se levantó dentro de Pierce. El inestable
temor era un estado raro para Noah y, por lo general, no
presagiaba nada bueno.

—¿Sí, mi amor?

—Hazlo.

—¿Q-Qué...? —Pierce preguntó, asombrado, a pesar de que


sabía lo que quería decir Noah pero no se atrevía a creer que
hablaba en serio.

—Átame arriba. Átame abajo. Lo que sea. Soy tuyo. Haz


conmigo lo que quieras.

El corazón de Pierce cayó a la boca del estómago y se


recuperó tan rápido que lo dejó sin aliento. —¿Estás seguro?

—Sí. Confío en ti. —Había tanta convicción en la voz de


Noah, tanta inquebrantable seguridad, que Pierce sabía que no
tenía que preguntar de nuevo. Inhaló y contuvo la respiración
por un momento, pensando. Esto había llegado
inesperadamente. Tendría que improvisar, quizás sólo tenía que
seguir una de sus indecentes fantasías y ver si podía hacerlo
funcionar con lo que la habitación ofrecía. No es que tuviera que
preocuparse, se dijo, mientras se arriesgó a mirar a su alrededor.
Francis había elegido muy bien el escenario.

Estaban en una de las salas de juego menos obvias, que


tenía todo el equipo necesario sin estar de frente a él. Aparte de
la cama ultra-king-size, había un gran armario en una esquina
que probablemente contenía todas las herramientas que un Amo
kinky imaginativo podría pedir. El flogger había estado
preparado para su llegada, sin duda, cuidadosamente
seleccionado por el mismo Francis, quizás con la ayuda de Shae.
Se encontraba sobre la mesa junto a la sección de la pared que
tenía una selección de flogger.

Cortos y robustos rieles de metal pulidos ofrecían todo tipo


de equipo para restricciones. Dejando caer su mirada hacia
abajo, Pierce vio que había un conjunto igualmente fuerte de
anillos en el extremo inferior de la pared.

—No te importa permanecer de pie, ¿verdad? —le


preguntó. Noah le lanzó una mirada de sorpresa por encima de
su hombro, pero negó con la cabeza.

—Está bien. Quédate donde estás. Ahora vuelvo. —La


orden no tenía aún la confianza detrás que hubiera estado allí
años atrás, cuando Pierce de vez en cuando había jugado con un
sum. Pero desde lo más profundo de una parte ignorada por
mucho tiempo de su memoria, algo de esa vieja semilla estaba
regresando a él.

Abrió el armario y vio en su interior. Como había


esperado, le proporcionaba todo lo que pudiera haber pedido.
Había una gran variedad de herramientas de golpear, más
flogger, bastones, paletas y un látigo de gran tamaño que nunca
utilizaría en Noah. Pierce ignoró todo eso. Noah había tenido su
cuota de flagelación.

Echó un vistazo más de cerca a las cuerdas de esclavitud,


cadenas, grilletes de cuero y diferentes tipos de ganchos para
sujetar a una persona. Eso estaba más cerca de lo que él estaba
buscando.

Seleccionó un par de puños suaves, acolchados de cuero de


pulsera y dos piezas de cadena que eran lo suficientemente
delgada como para parecer más decoración que un serio medio de
detención. Irónicamente, estas eran las cadenas más fuertes
disponibles, lo cual era algo que Pierce había oído decir a Francis
de pasada. Pero Noah probablemente no sabía nada de eso y
Pierce no era tan tonto como para decírselo.

Después de un rápido vistazo a Noah, que seguía de pie en


la misma posición en la que lo había dejado, Pierce tomó dos
piezas más de cadena a juego, y amplios puños para el tobillo.
Estaba a punto de regresar con Noah, cuando su mirada se posó
en una caja que descansaba en el estante inferior del armario.
Parecía bastante inocente, lo que significaba que probablemente
contenía algunas cosas bastante indecentes.

Curioso, Pierce abrió la tapa y ahogó un grito de asombro.


Al ver una mordaza que sería sin duda demasiado para que
Noah lo tomara, y todas las cosas para privación sensorial, pero
había una buena selección de otras herramientas a las que él
sería capaz de dar un buen uso.

Dejó las esposas y cadenas en la parte superior de la caja y


llevó todo junto a Noah.
—No hay nada de lo que debas preocuparte, dulce corazón
—le susurró en respuesta a la mirada de asombro en los ojos de
Noah—. Sólo quiero asegurarme de tener todo lo que necesito a
mano. No quiero descubrir que me estoy perdiendo de algo
cuando te tengo todo atado y preparado. ¿Aún quieres hacerlo,
verdad? —le preguntó cuando Noah se quedó mirando
expectante la caja.

—Sí. —La respuesta de Noah fue tranquilizadoramente


rápida y firme, a pesar de que estaba tenso y no parecía tan
seguro como se oía. Pero así era Noah. Una vez que su decisión
estaba tomada, era casi imposible de cambiar.

—¿Cómo está tu espalda? —Pierce le preguntó en un tono


conversacional. Había visto a Francis manejar a sum nerviosos
unas cuantas veces, así que sabía que distraerlos a menudo era
una manera para que hicieran frente y fuera soportable lo
desconocido.

—Uh, está bien. Arde un poco —respondió Noah,


observando con ansiedad los ojos azules de Pierce.

—Voy a frotar un poco de loción una vez que terminemos.


—Tomando los puños para las muñecas, Pierce las levantó para
que Noah las viera, entonces ordenó—: Extiende tus manos,
amor.

Hubo un breve momento de tensión cuando Noah pareció


darse cuenta de que su mayor temor estaba a punto de ser muy
real pero, después de unos segundos, levantó los brazos y ofreció
las muñecas. Pierce unió el manguito, cerrándola para que le
quedara cómoda y no cortara el suministro de sangre. Era
posible que Noah se jalara un poco, pero Pierce sabía que debía
suceder, aunque estaba lejos de la mente de Pierce mantener
amarrado a Noah contra su voluntad. Pero sabía que, si Noah se
ponía nervioso y trataba de liberarse ciego por el pánico, sería
mejor que las restricciones fueran seguras y lo mantuvieran en
su lugar durante el tiempo que se necesitara para tener de nuevo
sus sentidos. Temblando, Pierce recordó la historia de Shae, que
casi había terminado estrangulándose a sí mismo cuando se
había asustado, mientras estaba en un profundo cautiverio. Se
acordó de otra de las responsabilidades que tenía que cumplir.
En un momento.

Fue al otro lado de Noah y fijó el segundo manguito


alrededor de la muñeca ya extendida de Noah, luego tomó las
cadenas. Revisando su cara, vio algo de tensión dejar el cuerpo
de Noah que parecía estar bien, tal vez un poco nervioso, pero
eso era de esperar. Pierce colocó uno de los extremos de la
cadena primero al anillo de metal en el brazalete de cuero,
deslizándolo entonces en toda la longitud de la misma alrededor
de la manija en la pared y asegurando el otro extremo. Había
suficiente holgura para que Noah pudiera cambiar el agarre de
la manija, pero no tanto que le permitiera escapar.

Levantó la vista y se encontró con los ojos de Noah. —


¿Estás bien?

—Mm-hmm. —Noah tragó saliva, pero asintió con valor.


Pierce ahogó una sonrisa mientras se alejaba, agachándose bajo
el brazo extendido de Noah para sujetar la cadena alrededor de
su otra muñeca.

Cuando estuvo listo, comprobó de nuevo, aliviado de que


Noah parecía estar bien.

—Está bien, amor. Ahora tus tobillos, luego pondré un


poco de loción en la espalda y verás cómo te gusta —anunció
Pierce, tomando los más pesados y más fuertes puños de tobillo.
Noah estaba perfectamente inmóvil mientras Pierce ataba sus
piernas, pero parecía un poco molesto por estar obligado a
mantener la postura para que Pierce conectara las cadenas de
los anillos en la pared.

Pierce se carcajeó. —No te enojes y extiéndete, amor.


Conténtate de que no eligiera ponerte en la cama y usar una
barra separadora en ti. Aunque, pensándolo bien, tal vez debería
haber hecho eso.

Noah le lanzó una mirada indignada por encima del


hombro, pero el efecto se vio empañado en cierta medida por la
situación en que estaba. Despatarrado en posición vertical no era
la mejor condición para lanzar puñales con la mirada al hombre
que se suponía que debía quitarle las cadenas.

—Ahora no te muevas, esto va a estar frío —advirtió


Pierce mientras vertía un poco de crema en la espalda tratada de
Noah. Éste siseó y se estremeció. Su piel aún era una sombra
fuerte de rojo y Pierce estaba un poco preocupado por el calor
que emanaba de ella. Pero tanto Shae como Francis le habían
asegurado que todo estaba bien, con tal de que no hubiera
sangre.

Frotando la loción calmante en la piel atormentada de


Noah, Pierce sacó su teléfono celular. Esperando que Noah no se
diera cuenta, escribió un rápido mensaje a Francis.

“N, está atado, b preparado”.

Era una advertencia que le daba a su hermano y al mundo


exterior. Aparte de eso, sólo podía esperar que Noah no
enloqueciera. El botón de pánico no estaba demasiado lejos.

Pierce revisó a Noah de nuevo. Su respiración se había


igualado. Ya no parecía como si deseara estar en otro lugar, así
que después de todo quizás intentar esto no era tan
descabellado.
—¿Hay algo en particular que te gustaría que hiciera? —
Pierce preguntó. La atención de Noah que estaba fija cuando
colocaba las restricciones se había ido a la deriva. No era solo
eso, se dio cuenta, mientras recorría con sus ojos las largas
curvas del cuerpo de Noah deteniendo su mirada en la ingle de
Noah. Esta vez, la erección de Noah no había sobrevivido.

—No-no. —Noah negó con la cabeza—. Sólo... Sabes lo que


no me gusta, así que... —La parte de la frase que dejó fuera era
fácil de ver en su rostro.

Asintiendo, Pierce acarició la espalda de Noah con sus


dedos. —Lo sé, cariño.

Pasó sus dedos hacia arriba a la cresta del omóplato


izquierdo de Noah, luego acunó la parte de atrás de su cabeza de
una manera suave, pero firme.

—Bésame —ordenó, dando un alentador jalón a Noah.


Quizás un simple beso no era lo que Noah había estado
esperando. Parpadeó en sorpresa, pero obedientemente siguió la
fuerza de la mano de Pierce—. Cierra los ojos si quieres —
susurró Pierce cuando se inclinó y rozó los labios de Noah con los
suyos. No sabía si Noah siguió la invitación o no, porque no fue
capaz de mantener sus ojos abiertos, pero la forma en que Noah
respondió al tranquilizador beso se sentía normal.

Ellos habían estado fuera tanto tiempo que Pierce tenía


toda la intención de permitirse el tiempo necesario para
adaptarse a la situación. Además, había un montón de excitación
que necesitaba reavivar pero esa parte no era gran problema.

Pierce rompió el beso cuando sintió el cuerpo de Noah


responder a él. Había estado trazando las curvas de Noah por un
tiempo, casi sin prestar atención. Conocía cada centímetro tan
bien, que sabía exactamente dónde y cómo tocar para crear el
efecto que quería.

El pene de Noah estaba duro de nuevo y se levantaba con


orgullo de su ingle. Pierce trazó la gruesa y palpitante vena que
recorría a lo largo del eje con la uña.

—Está bien, amor —susurró en el hombro de Noah—. Es


hora de jugar.

La respuesta de Noah a la leve tortura a las bolas, le dio


una idea a Pierce, y encontró el dispositivo correspondiente en la
parte superior de todas las cosas de la caja de juguetes que era lo
que necesitaba para atravesar todo esto.

Tomó el pequeño brazalete de cuero y lo inspeccionó. Noah


no era ajeno a los anillos para pene, pero esto era diferente.

—No te muevas, dulce corazón —Pierce advirtió—. Quiero


que esté bien. No quiero correr el riesgo de hacerte daño.

Estirando el cuello, Noah trató de ver el objeto en la mano


de Pierce.

—¿Qué es eso? —preguntó, con un tono que revelaba más


curiosidad que miedo.

—Un puño para testículos.

Las cejas de Noah se alzaron y sus ojos se abrieron en una


expresión casi cómica. —¿Un qué?

—Un manguito para testículos —repitió Pierce, sonriendo.

—¿Qué? ¿Cómo...? Uh... —Noah perdía las palabras, otra


cosa rara que sucedía, pero claramente linda.
—Va alrededor de tu escroto —explicó Pierce—. El peso
del brazalete tira hacia abajo tus bolas y, bueno, he oído decir
que la sensación que crea se supone que es bastante agradable.

—¿Qué sucedió con tomarlo lentamente y el sexo vainilla?


—Noah suspiró pero de todos modos se movió para dar acceso a
Pierce a sus genitales. Parecía a gusto en sus ataduras mientras
esperaba a que Pierce uniera y asegurara el anillo de cuero en
sus bolas. El efecto fue bastante sorprendente. Añadió un par de
centímetros más o menos a la longitud de su pene. No es que
Noah lo necesitara, estando ya muy por encima del tamaño
promedio, pero el anillo le daba un aspecto aún más
impresionante. Sus bolas se balanceaban ligeramente por el
efecto combinado de su jadeante respiración y el peso que las
jalaba.

Cuando Pierce fijó la pequeña hebilla, Noah aún estaba


con su mástil lleno. Y sudando por el esfuerzo que requería
mantener un control sobre sí mismo.

Pierce casi sintió lástima por él. El pobre iba a tener que
esperar para el alivio. Pierce no tenía ninguna intención de
dejarlo correr pronto. Después de todo, Noah se acababa de
quejar de que se movían demasiado rápido, ¿no es así?

Dando un paso atrás, Pierce se permitió apreciar la vista


por un momento. Noah se veía decadente. Sus muñecas y tobillos
estaban rodeados por manguitos negros que contrastaban muy
bien con su piel pálida. Correas de fino cuero liso, decoraban su
pene y testículos, jalándolos hacia abajo y lejos de su cuerpo. Las
cadenas de plata que ataban a Noah a la pared se movían y
brillaban cuando atrapaban y reflejaban la tenue luz. Pero lo
más tentador era su aún impaciente erección, atado de forma en
que sus piernas abiertas facilitaban el acceso.
Pierce pasó la lengua por los labios. Noah le había
permitido su parte justa de jugar con su cuerpo, incluso había
llegado a disfrutar de ser jodido, por no mencionar el trabajo
ocasional de rimming17, pero seguía siendo bastante renuente a
usar juguetes.

Pierce regresó a la caja. Era una noche para empujar los


límites.

Para el momento en que él había alimentado con la quinta


bola anal18 al hermoso culo de Noah, Pierce estaba tan duro que
esperaba que sus bolas explotaran en cualquier momento. Noah
sin duda sería capaz de relacionarse con el sentimiento. Había
estado aguantando la lenta tortura de la banda de testículos
desde hace bastante tiempo y Pierce había añadido un pequeño
peso al anillo.

Jalando la cuerda, Pierce retiró las cuentas que acababa


de insertar en el cuerpo de Noah. Extendían la piel muy bien,
por lo que Noah jadeaba y tensaba sus músculos, pero salieron
fácilmente. Pierce veía una bola color púrpura oscuro encontrar
su camino fuera del canal. Noah gimió mientras salía de él.

—¿Te gusta esto, verdad? —Pierce murmuró y empujó las


cuentas de nuevo al interior. El sonido de su propia voz lo
sobresaltó un poco. Bajo y áspero, se oía como si él fuera el que
tuviera varias bolas de silicón y un largo cordón en su interior en
lugar de limitarse a ser el que llenaba el cuerpo de su amante
con ellas. Y Noah debería de sentirse bastante lleno ya, a pesar

17
Rim o rimming Sexo anal-oral también referido o descrito como contacto anal-oral o anilingus (del latín
anus, ano y Lingus, lames, es una forma de sexo oral que involucra contacto entre el ano y el perineo de una
persona y la boca (Labios y lengua) de otra, es diferente a lo que se considera en español el beso negro, pues
eso solo significa besar el ano y no recorrer el perineo por lo que se deja el original

18
Anal Beads son juguetes sexuales formados por múltiples esferas o bolas atadas juntas en
serie que entras por el ano al recto y son movidas con la velocidad que se desee para llegar al orgasmo, el uso
de las bolas aumenta el placer cuando la bola atraviesa el estrecho esfínter del ano.
de que la última parte con las más gruesas perlas aún estaban
por llegar.

No estaba exactamente acostumbrado a este tipo de juego,


pero había tomado el juguete con admirable facilidad. Pierce no
había querido ni siquiera insertar todas las cuentas. Pero dado
que había insertado y retirado las primeras diminutas bolas
varias veces, Noah había estado pidiendo más con irresistibles e
incontrolables gemidos. Ahora que había aceptado más de la
mitad de ellas, Noah aún no se veía como si estuviera a punto de
pedirle a Pierce que se detuviera.

Viéndolo ahora, Pierce lamentó haberle atado. Verlo


caminar sin duda sería una experiencia muy interesante, tanto
para Noah y, en el papel de espectador, para Pierce.

Una vez que la idea había entrado en su cabeza, era


imposible de resistirse, especialmente cuando su mirada se posó
en otro elemento de la caja.

—Cambio de planes, dulce corazón —le dijo a Noah—.


Vamos a terminar esto aquí.

—¿N-no? —Noah con voz ronca, con una voz que había ido
aumentando en aspereza y tensión por sobreexcitación.

—No. Te quiero en la cama. En tus manos y rodillas, el


culo en el aire. Quiero meter mi pene tan profundo dentro de ti
que creas que puedas saborearme en tu boca. Pero antes de
hacer eso, realmente quiero verte caminar por la habitación con
las bolas dentro de ti.

—Pierce... —Noah gimió.

—¿Demasiado para ti?


La protesta de Noah fue rápida y seria. —No. No, sólo...
Oh, joder, no puedo recordar haber estado tan jodidamente
excitado en años.

Sonriendo, Pierce le dio un beso en los labios secos. —Lo


mismo yo, amor. Lo mismo yo. Eres todo un espectáculo, sabes.
Ahora voy a empujar un poco más de esas perlas dentro. De
ninguna manera voy a negarte todo el efecto.

—Oh, joder —suspiró Noah, oyéndose a punto de


desmayarse—. Me vas a matar.

—No-no. Sólo te torturo un poco. Mueve tu pierna... Sí, así.

El bien lubricado canal de Noah se relajó y tomó la


siguiente cuenta fácilmente. La que siguió después fue más un
problema. Pierce tuvo que regresar al juego de insertar y sacar
varias veces antes de que el cuerpo de Noah estuviera listo para
más.

Dos cuentas más entraron seguidas, cada una un poco más


grande que la anterior, hasta que al final, Pierce estaba a punto
de insertar la última que era casi del tamaño de una pelota de
golf.

Noah contuvo el aliento mientras Pierce empujó más allá


de la débil resistencia de sus músculos, luego suspiró
apreciativamente.

—¿Cómo te sientes? —Pierce preguntó, algo más que un


poco nervioso pero excitado al mismo tiempo.

—Lleno —respondió Noah—. Tan jodidamente lleno. Eso


tiene que ser el doble de tu tamaño, ¿qué crees?

—Hmm, no estoy seguro. —Mirando de las caderas


estrechas de Noah, al plano y musculoso abdomen, Pierce se
preguntó a dónde se habían ido todas esas bolas. Tenía que
llenar cada centímetro disponible dentro del cuerpo de Noah.
Preciosos centímetros que Pierce deseaba llenar con su propia
carne.

—Vamos, dulce corazón. Tiempo para ir a la cama —


anunció con un caliente beso en la nalga de Noah.

Noah se sobresaltó un poco pero, entre las restricciones y


el peso que aún colgaba de sus bolas causando un hormigueo con
cada movimiento, sabía que no debía moverse bruscamente.

Observó el collar y la correa que Pierce extendía para que


las viera. Quizás había estado esperando algo así, o quizás
simplemente no les tenía miedo. El fino cuero negro se veía
hermoso en su piel.

Esperó a que Pierce retirara las cadenas de las esposas de


alrededor de sus muñecas y tobillos, y luego siguieron la correa
que Pierce sostenía y dieron un paseo lento por la habitación.

—¿Cómo estás? —Pierce preguntó, viendo el muy tentativo


progreso de Noah mezclado de preocupación y excitación.

—Estoy... lleno. Puedo… oh joder. Puedo sentir que se


mueven dentro de mi. —Noah abrió la boca y tomó un poco de
aire, y luego volvió a intentarlo—. Se mueven dentro de mí y es...
Oh, joder increíble.

—Mmmm, sin duda te ves muy atractivo. Tan jodidamente


hermoso. —Teniendo misericordia de Noah, que claramente
tenía algo más que un poco de dificultad para caminar, Pierce lo
llevó a la cama—. Asume la posición —le ordenó.

Decía mucho sobre el grado de excitación de Noah que él


no preguntara cuál. Moviéndose con cautela, se acomodó sobre
sus manos y rodillas. Su saco con el brazalete de cuero y la pesa
alrededor de su base oscilado entre sus piernas. Su pene seguía
resistiendo la gravedad y rebotaba, ahora justo debajo de su
abdomen y ocasionalmente rebotando en él.

—Las piernas un poco más separadas, amor —corrigió


Pierce.

—¿Qué? Por qué… ¡oh! —Mirando alrededor, Noah vio a


Pierce y, por supuesto, vio las barras separadoras que Pierce
llevaba.

—Creo... —La voz de Noah se apagó.

—Te dije que hay cambio de planes —dijo Pierce y dejó las
barras en la cama junto a Noah. Levantó un puño grande de
cuero y lo colocó alrededor de la pierna de Noah justo debajo de
la rodilla, pero lo suficientemente lejos de la articulación para no
correr el riesgo de lastimarlo. Colocó el segundo manguito en la
otra pierna de Noah, entonces Pierce colocó la barra, ajustándola
a la longitud que quería, haciendo que Noah separara mucho
más las piernas, luego de cerrar las esposas. Revisó a Noah con
la sólida barra entre las piernas.

—No me puedo mover —se quejó.

—Sí, bueno, creo que si ves la barra separadora, te darás


cuenta exactamente que se usa para eso. Por cierto, aquí hay
otra para los brazos. —Pierce acomodó los ganchos de la barra a
cada extremo de los puños que Noah seguía usando—. Hermoso
—elogió, inclinándose hacia atrás para admirar su obra—.
Decadente —añadió mientras su mirada caía sobre Noah ahora
con el culo totalmente expuesto y el cordón saliendo de él.
Recorriéndolo con un dedo lo empujó dentro del agujero de Noah
y sintió la forma esférica de la bola en el interior. La diferencia
de las texturas del suave silicón y del tejido humano eran
fascinante, pero el mayor placer provenía de la imagen de la bola
tan cómodamente acomodada en medio de toda esa carne
sensible y cálida. Pierce envidiaba esa posición. Era el lugar que
anhelaba llenar —insertarse en el centro de su amante.

—¿Listo para que las saque? —Tuvo que forzar que las
palabras salieran. Su garganta se había apretado y estaba
áspera por la excitación.

—¿Te preocupa que pueda acostumbrarme a ese tamaño y


no puedas seguir con eso? —La voz de Noah era áspera, y movió
la espalda, sacando más el culo.

—Tranquilo —advirtió Pierce con un gruñido—. O podría


decidir dejarlas y masturbarte antes de ver si puedes tomar mis
dedos.

—Joder, Pierce —gruñó Noah—. No digas cosas como esas.


Apenas puedo contenerme tal como estoy. De hecho, si no fuera
por ese sangriento puño jalando mis bolas, probablemente ya
habría disparado.

—No, ¿en serio?

—Uh-huh.

—Es bueno saberlo. Sin embargo, Aun no quiero que te


corras. No sin mi pene enterrado hasta la raíz dentro de ti.
Además, tengo una sorpresa para ti.

Noah soltó un gemido. —¿Qué es esta vez? ¿Más barras de


separación?

—No-no. Te lo voy a mostrar después de haberte sacado


las cuentas.

—Está bien. Aunque aprecio que saques la cadena.

Controlando su creciente impaciencia y necesidad, Pierce


retiró cuidadosamente las cuentas del culo de Noah. Se
deslizaron con facilidad, dejando vacío a Noah —una gran
invitación a llenarlo de nuevo. Gimió una suave protesta ante la
pérdida. Su gemido se hizo más fuerte cuando Pierce pasó dos
dedos por el borde de su bien estirado agujero para evitar que el
músculo se contrajera de nuevo. Quería a Noah relajado y
abierto sólo un poco más.

Pierce ocupó una mano en mantener el cuerpo de Noah


listo para un fácil acceso, y usó su otra mano para prepararse y
verter más lubricante en el canal de Noah. Lo extendió con sus
dedos, revistiendo cada centímetro del interior de Noah que pudo
alcanzar.

Claramente, no se perdió el efecto de toda la atención en


Noah, que se empujó hacia atrás, gimiendo de placer.

Poniéndose en posición, Pierce se arrodilló detrás de él.


Giró y abrió en tijera los cuatro dedos que tenía dentro de Noah
una última vez, y luego retiró la mano.

—Noo-noo —protestó Noah, arqueando su espalda—.


¡Más! Joder, Pie, bebé, ¡dame más!

—Lo haré, cariño, lo haré —prometió Pierce y muy


suavemente se empujó hacia adentro.

Al instante que se dio cuenta de que algo era diferente,


Noah trató de ver por encima del hombro.

—¿Qué...?

—Manga de pene19 —explicó Pierce—. No quería


decepcionarte, al no llenar el vacío dejado por todas esas cuentas
dentro de ti.

19
Juguete sexual, es como una funda de silicona para el pene que a veces puede tener protuberancias para dar
más placer.
—¡Oh, cariño! —Noah soltó una risa—. No tienes ni idea.
Este... ¡Oh mi jodido Dios! —gritó cuando Pierce se empujó
profundamente.

Nacido y criado por una familia estrictamente católica, a


Noah le habían enseñado a no utilizar el nombre del Señor en
vano. El hacerlo ahora, en este situación y, lo que era aún peor,
en combinación con una maldición, era una señal más clara de
su enorme excitación de lo que Pierce podría haber pedido.
También fueron las últimas palabras coherentes que salieron de
Noah por un tiempo. Durante los siguientes minutos, los únicos
sonidos podía decir que eran desesperados jadeos y gritos
mientras Pierce lo jodía. Se contuvo asombrosamente mucho
tomando en cuenta la altura de su excitación, hasta que llegó a
su clímax con un grito largo, que fue seguido por una serie de
sollozos irregulares.

Necesitando un momento o dos para terminar, Pierce lo


mantuvo en su lugar con un brazo alrededor de sus caderas y se
empujó dentro de él una y otra vez, hasta que él también sintió
el calor líquido comenzar a hervir en sus bolas e inundar su
ingle, y luego su pene entró en erupción con una frenética
sacudida sin definición y supernovas explotando en su cerebro.

Mientras recuperaba el aliento, fue tomando conciencia


que sostenía a un sollozante Noah.

—¿Qué pasa, amor? —preguntó, la excitación fue


reemplazada por el miedo en un instante. Después de todo,
¿habría encontrado uno de los desencadenantes de Noah?
¿Debería…?

—Está bien... estoy bien —respondió Noah y giró la cabeza


para mirar a Pierce. Una risa nerviosa se oyó a través de sus
lágrimas—. Yo sólo... Oh, no lo sé. Supongo que estoy
completamente sobreexcitado y mis nervios están haciendo
estragos. ¿No te parece? Realmente no fue mi intención
asustarte. Y menos ahora. —Esbozó una sonrisa temblorosa.

—Está bien. No te preocupes. Voy a deshacer los lazos, y


luego podemos ir a dormir. —Soltó las hebillas que sujetaban las
barras en su lugar, revisó por signos de que la circulación de la
sangre fuera interrumpida, pero todo se veía bien.

—Hm, me parece bien —suspiró Noah mientras se


acurrucaba en la almohada—. ¿No crees que también es hora de
llamar al ejército de reserva? Sólo para que no vengan.

—Oh, buen punto —dijo Pierce—. ¿Cómo lo sabes?

Noah rodó los ojos y sonrió con una expresión divertida y


cariñosa. —Cariño, no soy ciego. Ni estúpido. ¿Shae fue quien se
ofreció como voluntario para que practicaras la flagelación?

Pierce asintió. No tenía sentido tratar de mantenerlo en


secreto. Shae era un charlatán sin esperanza y de todos modos
era sólo cuestión de tiempo que se lo digiera a Noah.

—Justo lo que pensaba. Y Francis se quedó a tu lado


observando y dando instrucciones, ¿verdad?

—Correcto —confirmó Pierce, sintiéndose un poco


incómodo. Quizás su astuto plan no había sido tan inteligente
después de todo y, quizás…

—Te amo, bebé —dijo Noah de repente con una voz que
estaba cargada de emociones—. Mucho, y... Gracias por hacer
que esto sucediera.

—Uh... —Pierce comenzó, no muy elaborado, pero de todos


modos Noah claramente no esperaba una respuesta adecuada.

—Lo digo en serio —enfatizó y se movió alrededor.


Extendiendo el brazo envolvió a Pierce en un fuerte abrazo—.
Nunca pensé que podía confiar en alguien lo suficiente como
para esto, pero tú... Tú simplemente solo has roto una de las
barreras que he erigido, ¿verdad?

—Sí, bueno... ¿Eso significa que aún hay más? —Pierce


preguntó, aunque sabía la respuesta, por supuesto. La psique de
Noah tenía más paredes que un laberinto promedio.

—Probablemente —Noah asintió y besó en la punta de la


nariz a Pierce, sonriendo—. Pero creo que descubrirlas juntos y
romperlas puede ser muy divertido.

—¡Noah!

—¿Hm?

—Sabes que nunca te haría daño intencionalmente,


¿verdad?

—Lo dice el hombre que acaba de azotarme de siete


maneras diferentes —dijo sin expresión Noah.

—Sabes lo que quiero decir...

—Sí, amor —dijo Noah, de nuevo serio—. Lo sé. Confío en


ti con mi vida, mi corazón y mi cordura. Eso es lo que hace que
este momento contigo sea la experiencia valiosa que es. Tú eres
el primero, y el único, en tener todo de mí.
Capítulo diez
—¡Noah!

—¿Sí?

—Um, tenemos una invitación de Francis. —Las palmas


de Pierce sudaban mientras sostenía la elegante tarjeta gris
oscuro y rojo.

Un débil ceño arrugó la frente de Noah, pero no tomó la


tarjeta, en su lugar se quitó la chaqueta. —¿Para qué?

—Es el décimo aniversario del club.

—Oh. De acuerdo. —Noah miró la tarjeta—. ¿Cuándo?

—El veinte. El sábado.

Los labios de Noah se curvaron en una sonrisa. —Por


supuesto. Apuesto que Francis lo planeó con anticipación todos
estos años para asegurarse de que fuera un sábado.

—Probablemente. —Pierce dejó escapar una risita,


dándose cuenta de que sonaba forzada. Y Noah obviamente
también lo hizo. Sus ojos se estrecharon.

—¿Qué sucede?

—Uh, nada, sólo... El tema de la fiesta es Dom-sum y es un


evento oficial, así que supongo que se espera que los presentes se
adhieran a las normas.
—Eso significa... Huh. Correcto. —Noah estiró la espalda y
cuadró los hombros, luego se encontró con la mirada de Pierce—.
Bien.

—Uh... Bien, ¿qué?

—Voy a ser tu sum. —Las palabras fueron pronunciadas


casi de manera casual, pero Pierce sintió su impacto hasta los
huesos.

—¿Mi sum? —susurró.

—Sí. —Un destello de dolor y miedo al recordar apareció


en los ojos de Noah, pero parpadeó y dijo—: Voy a ser tu sum. Es
el momento adecuado para arrastrar algunos de tus deseos no
revelados a la luz para variar.

Pierce sintió los latidos de su corazón muy alto en la


garganta. Tragó saliva. —¿Mis deseos no revelados?

Agarrando su labio inferior con los dientes, Noah sonrió.


—Sí. El cuero es mi kinky, y las sesiones de flagelación eran mi
gran secreto. Sé que has estado soñando con jugar con un
apropiado sum durante años y la forma en que ha sido entre
nosotros últimamente... De todos modos es algo que hemos
comenzado a explorar.

—Sin embargo Esto es diferente —protestó débilmente


Pierce. Dando un paso más cerca, Noah tomó las manos de
Pierce entre las suyas.

—No te preocupes, bebé. Creo que recuerdo suficiente de


mi formación para satisfacerte.

—Eso no es lo que me preocupa.


Noah le sostuvo la mirada por un momento, y luego bajó la
cabeza y apoyó la frente en el hombro de Pierce. —Lo sé —
susurró—. Pero no me preocupa en absoluto.

No había nada que Pierce pudiera decir a eso. Noah tenía


razón. En cierto modo, era el siguiente paso lógico en la dirección
que había tomado. Pierce lo sabía. Era también el presente más
dulce y más significativo que Noah pudiera darle.

Una parte de Pierce había estado esperando todo el tiempo


que llegara este día y, sin embargo, ahora que había llegado el
momento, se sentía más como un maravilloso sueño que una
fantasía hecha realidad. Claro que había practicado en las tres
semanas desde que habían recibido la invitación. Después de
todo, no era solo Noah quien tendría que hacer las cosas bien.

En teoría, Pierce sabía lo que se esperaba de él, pero una


cosa era fantasear acerca de poner una correa a su amante y
hacerle obedecer sus palabras, otra muy distinta era conducir a
Noah, con su historia de abuso físico y mental, por un club lleno
de Dom. Noah estaba acostumbrado a estar en el club y conocía a
la clientela. Nunca le había parecido que tuvieran un problema
con él, pero aun así era el mismo lugar de su terrible experiencia
y debería de tener traumáticos recuerdos conectados al club.

Esta noche. Noah iba a hacer uso de todo en lo que había


sido entrenado hace años para cumplir el secreto deseo de
Pierce. Iba a ser el sumiso de Pierce por una noche.

Pierce no lo había visto venir en absoluto. Sabiendo que


tenía que ser indeciblemente difícil para Noah colocarse en esa
situación de nuevo, Pierce nunca habría esperado que pasara por
eso. Más que nada, era una expresión de la inmensa confianza
de Noah en él, y reconocer ese hecho hacía que el regalo de Noah
fuera aún más dulce.

Pierce miró sus propias manos sosteniendo la tira de liso


cuero, la levantó y observó la delgada tira de piel negra que
ponía alrededor del cuello del hombre que amaba. No se supone
que tuviera que atribuirle el significado que le daban aquellos
que cumplían las reglas. Shae casi seguro que se molestaría por
esa falta de seriedad.

Sin embargo, aun así era un símbolo, y no era una moda,


un accesorio que podía ser ligeramente kinky. No, esta vez, el
collar alrededor del cuello de Noah significaba algo más que un
sexy espectáculo.

Pierce era muy consciente del significado mientras


recorría las puntas de los dedos hacia abajo, a ese punto blando
justo encima de la clavícula de Noah.

Noah se estremeció ante el contacto. Estaba tan sensible


en estos días —respondía a la menor señal, la más suave de las
caricias. Por supuesto, mucho de esto se debió al hecho de que
sus vidas eran más faciles últimamente y mucho más
equilibradas. Jonah aún estaba en casa con ellos y comenzaba a
integrarse bien en su familia, lo que significaba que Noah y
Pierce ya tenían una niñera a su disposición para darles dos
noches a la semana de descanso. Dos noches a la semana para no
hacer nada más que disfrutarse uno al otro. Habían pasado algo
de ese precioso tiempo preparándose para esta gran noche.

—Abre los ojos, amor —susurró Pierce—. Mírate. —Dar


órdenes estaba empezando a venir naturalmente a él ahora,
justo como estaba siendo natural para Noah obedecer sin
protestar. Aún estaban pisando una línea muy fina. Pierce lo
sabía, y Noah debía también saberlo, pero estaban cada vez más
seguros con sus movimientos.

Pierce hizo que Noah se quedara de pie en el vestidor


mientras él lo vestía. Ni siquiera sabía por qué había querido
hacerlo de esa manera, sólo parecía ser la opción más obvia. La
ropa estaba cerca, lista para tomarla y ponérsela a Noah. Pronto
se dio cuenta de que Noah estaba de pie justo en frente del
espejo de cuerpo entero, una posición que añadió un agradable
toque a la tarea de Pierce el ser capaz de ver a Noah desde dos
ángulos diferentes al mismo tiempo. Y la vista era agradable.
Las luces del techo recorrían la forma de cuerpo de Noah,
proyectando sombras a sus protuberantes músculos, y le daban
un brillo plateado. El cuero negro era un contraste espectacular
e intrigante con toda esa piel pálida y brillante.

Noah abrió los ojos y, parpadeó contra el brillo, viéndose.

—Wow. —Tomó aliento. No se podía negar que se veía


impresionante en cuero. Estaba acostumbrado a que usara esa
ropa, lo amaba. Era su kinky, había usado ropa de cuero desde
mucho antes de conocer a Pierce. Con toda probabilidad, era lo
que le había hecho ir a la escena en primer lugar, a pesar de que
era sólo una suposición de Pierce. Nunca había llegado a
preguntarle a Noah qué había ido a buscar en el medio ambiente
de un club de BDSM y cómo había llegado a conocer a Robert, y
Noah tampoco había ofrecido esa información.

—¿Te gusta? —Pierce le preguntó, mirando a Noah.

—Es... —Noah daba vueltas y vueltas, tratando de verse


desde todos los ángulos posibles.

—¿Crees que es demasiado extremo? —Pierce preguntó. Se


había estado preguntando desde hace bastante tiempo si debería
o no poner a Noah en ese equipo en particular. Era atrevido, por
decir lo menos, pero se adaptaba a Noah aún mejor de lo que
podía haber esperado. De hecho, incluso mejor de lo que Pierce
se había imaginado cuando lo había encontrado hace unas
semanas.

Había sido una de esas coincidencias divertidas. Tenía una


reunión para almorzar con Francis en su club, pero él iba tarde,
una reunión se había tomado mucho más tiempo del previsto,
por lo que entró corriendo al club de Francis y chocó con el
diseñador que a veces reservaba el club para sus shows de moda.
Era especialista en ropa fetiche, lo que hacía que el club fuera el
lugar perfecto. Por supuesto, también era el lugar perfecto para
que vendiera una gran parte de su mercancía.

El hombre acababa de mostrarle a Francis algunas piezas


de su última colección cuando Pierce se había unido a ellos. Para
él, había sido amor a primera vista. No con el diseñador, por
supuesto, pero con los chaps negros que él sostenía firme.
Estaban hechos de un cuero tan fino y exquisito que se veía y se
sentía casi como la seda. Pierce sabía que le costaría una
pequeña fortuna. Sabía también que sería perfecto para que
Noah llevara a la fiesta.

Le solicitó al diseñador personalizar uno para su pareja, el


hombre frunció el ceño escéptico, pero Pierce le había asegurado
que conocía las medidas de Noah hasta la última fracción de
centímetro. Al parecer, había sido lo suficientemente convincente
y, como fácilmente podía ver ahora, su confianza estaba
justificada. El cuero se aferraba a las largas piernas de Noah
como una segunda piel y la parte superior con el ancho cinturón
tachonado con plata abrazaba sus delgadas caderas, pero sin
cortar la carne.

Tres anillos de metal de plata se unían al cinturón. Dos a


cada lado y uno en la espalda, justo debajo de donde la columna
de Noah se curvaba en sus nalgas. Servían de punto de conexión
para un arnés de finas tiras de piel que cruzaba el pecho de
Noah en un intrigante patrón.

Diseñado para no dejar nada a la imaginación, los chaps


estaban destinados a ser usados con un dulce toque de nada
debajo, para mostrar los activos del usuario. Esto los hizo mucho
más reveladores que cualquier cosa que Noah hubiera llevado
hasta el momento y era por lo único que Pierce había estado en
duda. Había resuelto el problema haciendo que el diseñador
insertara un parche adicional de cuero en el triángulo formado
por la cinta y las partes de las piernas para proteger la decencia
de Noah, al menos a un nivel mínimo. Curiosamente, esto
requería que Noah llevara algo debajo para sujetar el extremo
suelto del triángulo y asegurarse de que quedara exactamente
donde se suponía que debería de estar. Pierce no hubiera puesto
ese pequeño pero vital accesorio en él, sin embargo, en el último
momento decidió guardar un poco de decoro.

—Es perfecto... —susurró Noah.

El corazón de Pierce hizo un excitado latido en su pecho


cuando el alivio lo inundó. A Noah le gustaba. Hasta ahora.

—No del todo —corrigió Pierce—. Falta algo.

Un ceño fruncido cruzó la cara de Noah, obviamente


tratando de averiguar lo que estaba mal. —Se ve bien para mí.
—Él sonrió—. Y, para ser honesto, no tengo ni idea de dónde
puedes poner algo más en esto. Difícilmente hay algo. De hecho...
—El ceño estaba de vuelta cuando detectó la falta de algo en su
ropa—. Uh, no pretendo ser gracioso, amor, pero mi pene se
muestra cuando me muevo —señaló.

—Lo sé. —Pierce asintió y sonrió—. Eso es a lo que me


refería cuando dije que me faltaba algo.
—Sí, sólo que no falta tanto como que eso es, uh,
demasiado. Bueno, no mucho, por supuesto, pero... Oh, joder,
¿sabes lo que estoy tratando de decir? —Noah suspiró y se pasó
los dedos por el cabello—. Estás jugando con mi cabeza, bebé. Ni
siquiera puedo hablar con coherencia.

—Hmm, es cierto, me encanta cuando pierdes la capacidad


de hablar —dijo Pierce—. Y en cuanto al jugar con tu cabeza,
vamos a ver si también puedo jugar un poco con tu anatomía.

—¿Qué? —Noah se quedó en silencio cuando Pierce


levantó el último elemento que faltaba—. Tienes que estar
bromeando —dijo con voz entrecortada por la sorpresa—.
¿Quieres ponerme eso? ¿En público?

—Sí —respondió Pierce, sintiéndose de forma inesperada


extrañamente eufórico. Por mucho que Noah fingiera que le
molestaba aun así era fácil ver que la idea le excitaba—. Te
ganaste ser muy público, ya que el principal objetivo que tiene es
que mantengas la ropa en su lugar, pero la gente aún puede
echar un vistazo. Cualquiera que te vea sabrá que estás tomado,
mi amor. Y todo el tiempo que lo uses, sabrás que me perteneces.
Entonces, ¿qué piensas? ¿Quieres que te lo ponga o quieres
mantener tu libertad?

De repente había mucho más que la pregunta y el


significado del arnés del pene, de lo que se había previsto. Se
había convertido en un símbolo de su relación.

Noah parpadeó una sola vez antes de decir: —Pónmelo.


—Oh, ¡creo que estoy alucinando! —Francis exclamó tan
pronto vio a Noah. La reacción llenó a Pierce con no poco orgullo,
sobre todo cuando giró la cabeza para seguir la mirada de
Francis hacia Noah. No era de extrañar que Francis tuviera
problemas para dar crédito a sus ojos. A medio metro detrás de
Pierce, Noah se mantenía en una postura perfecta, elegante pero
sumisa. Sus hombros cuadrados y estaba sosteniendo su cabeza
en alto y orgulloso, pero sus ojos estaban fijos en el suelo. Pierce
había estado más que un poco sorprendido al ver cuánto Noah
recordaba de sus pocos meses de entrenamiento años atrás. Por
otra parte, él pasaba mucho tiempo con uno de los mejores sum
en la escena, así que quizás también había estado aprendiendo
de Shae.

—¿Te importa si le echo un vistazo? —Francis preguntó,


haciendo la transición de hermano y amigo a Dom profesional y
adaptar el protocolo de la forma en que estaba obligado a hacer.

—Adelante. —Pierce se obligó a mantener la calma


exterior y se quedó dónde estaba, aunque cada fibra dentro de él
quería seguir a Francis cuando éste iba a examinar a Noah.

Y Francis lo inspeccionó. Pasó sus ojos sobre cada


centímetro del cuerpo de Noah, lo que causó que Noah se
enderezara un poco más.

—¿Puedo tocarlo? —Francis preguntó.

—Sí.

Manteniendo sus ojos fijos en el rostro de Noah, Francis se


movió a su alrededor en un círculo lento, y luego le tocó el
hombro. Noah se mantuvo quieto.

—Es increíble —elogió Francis y rozó la ingle de Noah con


el dorso de la mano y se detuvo frente a él. Noah contuvo un
suspiro audible, pero se mantuvo en su posición. Sin embargo
arqueó la espalda, poniendo un poco más de distancia entre él y
el brazo de Francis, que se acercaba a sus genitales.

—Buen chico —dijo Francis en voz baja—. Tienes toda la


razón en mostrar tus límites. —Sonriendo, se alejó de Noah y
dirigió su mirada a Pierce—. Él es increíble. Pero, de nuevo, lo
he sabido desde el principio. Aunque nunca hubiera creído que
pudiera llegar allí. —Su sonrisa creció traviesa cuando alzó la
voz lo suficiente como para asegurarse de que Noah fuera capaz
de escucharlo—. Así que dime, Pierce…, ¿es un arnés de pene lo
que detecté en ese momento?

—Sí —respondió Pierce sin dudarlo.

—Mmh. Qué bien. Tienes razón en poner un candado en


él. Por la forma en que se ve esta noche hasta yo estaría tentado
de arrancarlo de ti. Ahora vamos, vamos a ir a buscar a Shae.
Debe estar poniéndose muy impaciente. El pobre ha estado
muriéndose por ver si Noah realmente vendría esta noche como
un sum. Él ha estado en un estado tal, que he tenido que
azotarlo ya dos veces y mantenerlo en cautiverio durante la
mitad del día para calmarlo.

Caminar al lado de Francis sin que Noah estuviera junto a


él era un sentimiento peculiar. Pierce sabía que era lo apropiado
para hacer, teniendo en cuenta los roles que habían asumido
para esta noche y, sin embargo, le tomó un poco de esfuerzo
adaptarse a eso. Era consciente de las miradas que atraían.
Francis como el dueño del club y un Dom bien conocido jamás
pasaba desapercibido, pero Pierce estaba bastante seguro de que,
esta vez, muchas de las miradas y persistentes murmullos
amortiguados no tenía nada que ver con Francis. O él mismo,
para el caso. Se resistió a la tentación de mirar hacia atrás y ver
a Noah. Tenía que confiar en que su sum era capaz de
manejarse. Noah se merecía esa confianza. De todos modos, con
toda probabilidad, Noah estaba jugando su parte mejor que
Pierce.

Francis los dirigió a su oficina. Hecha por encargo para


servir a sus necesidades —todas ellas—, había instalado el
equipo que necesitaba para mantener a su amante y sumiso
Shae a su alrededor la mayoría del tiempo mientras trabajaba
como podía.

La cruz de San Andrés había estado allí todo el tiempo que


el club había existido. Después de todo, Francis decía que nada
le ayudaba más a despejar la cabeza durante las horas largas y
aburridas de trabajar sobre sus papeles, así que pasaba veinte
minutos con un sum dispuesto y una cuarta20 o paleta.

Cuando tomó a Shae como su sum a tiempo completo y


amante desde hace dos años, había tenido un poco más de
sesiones realizadas hasta el día de hoy, el cuarto era más
parecido a una de las salas de juegos del piso superior del club
que a una oficina. El enorme escritorio de madera tallado a
mano aún estaba allí, por supuesto, al igual que las estanterías
llenas de archivos y carpetas. También había un banco de
nalgadas y un surtido de herramientas diferentes para causarle
un lindo color a la piel de Shae cuando Francis necesitaba más
de veinte minutos para despejar la cabeza. Además, había un
gran y cómodo sofá que tenía unos anillos insertados en su
respaldo en caso de que Francis sintiera la necesidad de
mantener a Shae en su lugar cuando lo jodía durante su
descanso para tomar café. Una variedad de juguetes sexuales
estaban listos cerca, y corría el rumor de que al pobre Shae se le
había oído gritar hasta quedarse ronco más de una vez para el
momento en que Francis había terminado sus impuestos.

20
Cuartas también llamadas fuetes se utiliza para golpear a los caballos en las carreras.
La última pieza de equipo que Francis había colocado fue
un columpio para sus momentos tranquilos cuando realmente
necesita concentrarse, había dicho con una sonrisa sugerente.
Hasta el momento, le debía la respuesta a la pregunta de si era
él o Shae quien debía enfocarse. Por supuesto, invariablemente
era Shae quien terminaba en el columpio, con las muñecas y los
tobillos fijos y, probablemente, a menudo amordazado y con los
ojos vendados.

En ocasiones Pierce se preguntaba si quizás debería


sentirse perturbado de saber todo esto pero, por otra parte, había
conocido a Francis de toda su vida. En algún momento a lo largo
de la línea en la que habían crecido probablemente se había
acostumbrado a la inclinación de su hermano mayor a compartir
incluso las partes más privadas de información.

Efectivamente, el columpio era donde Shae estaba cuando


Pierce entró en la oficina después de Francis. Noah, por detrás
donde se suponía que debía estar, se estremeció al ver a Shae,
pero consiguió un control sobre sí mismo.

Incluso Pierce podría decir en el segundo que puso los ojos


en Shae que estaba sumido en el subespacio y probablemente ni
siquiera notó que ya no estaba solo.

Soga aparentemente interminable de bondage21 roja


decoraba su cuerpo de otra manera desnudo, manteniéndolo en
una posición que no se veía incómodo, al menos no físicamente y
no para él. Sin embargo, era una posición que podría hacer que
el espectador desprevenido se sintiera bastante incómodo, ya que
permitía un fácil acceso a todas las partes del hermoso cuerpo de
Shae, y no sólo visualmente.

21
Bondage del inglés bind maniatar se aplica a los encordamientos eróticos ejecutados sobre una persona
vestida o desnuda. Los atamientos pueden hacerse sobre una parte o sobre la totalidad del cuerpo, utilizando
generalmente cuerdas especiales que pueden encontrarse en cualquier tienda de artículos sexuales, también,
con cierta frecuencia, cadenas, el fin es limitar el movimiento
Noah claramente nunca había visto a su amigo de esa
forma y se veía un poco molesto ante la vista. Tratando de no
mostrarlo, mantuvo su cara tensa, pero Francis, que
probablemente aún podía leerlo incluso mejor que Pierce, no se
dejó engañar.

—Parece que Noah está teniendo un poco de problema con


la posición de Shae —observó.

Tomando la pista, Pierce dio un paso más cerca de Noah.


—Está bien, amor —dijo—. Nosotros no tenemos que estar aquí
si no quieres.

Noah tragó saliva y respiró como si fuera a decir algo, pero


se mantuvo en silencio.

—Shae no está herido, Noah —dijo Francis en un tono


muy suave—. Sabes que le gusta eso. Ni en sueños lo pondría en
esa situación si no fuera así, ¿está bien? Ahora estás a salvo.
Conmigo, con Pierce. Nosotros nunca permitiríamos que te
hicieran daño.

Noah asintió ligeramente, apenas perceptible, y luego


pareció relajarse un poco.

—Buen chico —elogió Francis, luego miró a Pierce con una


significativa expresión para recordarle sin palabras a Pierce que
no podía ser negligente en su responsabilidad de cuidar de su
sum y mantenerlo a salvo.

Pierce ahogó un suspiro. Al parecer Noah realmente era


mejor en este juego.

Pasando por alto el incidente, Francis desató a Shae y lo


trajo de nuevo a un nivel de conciencia en el que sería seguro
que se levantara y se moviera. Shae aún no parecía estar al
tanto de lo que sucedía a su alrededor en el momento en que
estuvo parado de nuevo sobre sus propios pies, pero Pierce sabía
que podía confiar en que Francis sabía exactamente lo que
estaba haciendo. Vio a Shae caminar en sintonía con Francis
cuando salieron de la oficina, Pierce estaba empezando a
comprender que lo que acababa de ocurrir era una escena y una
lección vital para él y Noah.

Pierce tomó su posición al lado de Francis de nuevo,


acompañándolo a la zona pública del club y su mesa. Estaban
llamando la atención aún más ahora, debido al par de guapos
sum y bien entrenado en obediencia que los seguían. Cuando
pasaron por uno de los grandes espejos que estaban a intervalos
regulares sobre las paredes del club, probablemente para ese
mismo propósito, Pierce arriesgó una rápida mirada. Lo que vio
le hizo marearse de placer. Claro, la diferencia entre el nivel de
formación de Shae y de Noah era fácil de detectar, incluso para
los ojos inexpertos. Pero ellos eran del mismo tipo físico y sus
trajes y posturas correspondían e incluso la sincronización con la
que se movían era similar. Con Francis y Pierce con el evidente
aire de familia, los cuatro eran un espectáculo muy llamativo.
Pierce sintió su pecho apretarse con orgullo.

Los movimientos sincronizados vacilaron un poco cuando


llegaron a la mesa de la cena y trataron de acomodarse. A
Francis y Shae les fue bastante fácil, estaban bien
acostumbrados a sus posiciones. Francis tomó su silla y Shae
cayó de rodillas a los pies de Francis en un movimiento tan
gracioso y natural que Pierce ni siquiera sabía que había
sucedido en un principio.

En teoría, todo lo que tenía que hacer era encontrar una


silla para él, así Noah podría hacer lo que se esperaba de él y se
arrodilla a su lado. Sin embargo, encontrar la silla era donde
comenzó el problema de Pierce. Primero eligió una al otro lado
de Francis. Entonces, pensando que quizás sería más fácil para
Noah arrodillarse al lado de Shae, pasó a la siguiente de Francis.
El resultado fue que se encontró con que Noah, había estado a
punto de caer de rodillas, y lo envió a toda velocidad a la mesa.

Noah soltó un gruñido lleno de dolor mientras su cadera


conectaba con un borde afilado de la maciza madera. Trató de
controlarse, pero tropezó y perdió el equilibrio. Moviéndose
rápido, Pierce lo tomó e impidió que cayera en el suelo.

—Lo siento, amor —le susurró Pierce, sintiéndose


mortificado.

—Está bien —murmuró Noah. Cayendo de rodillas,


tratando de volver a sumergirse en su papel, pero su
concentración estaba obviamente hecha añicos. Aunque se las
arregló para mantener su posición en el transcurso de la cena,
estaba inquieto y Pierce probablemente no se lo hacía más fácil
al ver cómo estaba. Se odiaba por hacerlo, pero la necesidad de
tranquilizarse al ver que Noah estaba bien, era abrumadora.

En el momento en que él y Francis tuvieron su comida era


evidente que el experimento pronto tendría que ser declarado un
fracaso. Noah parecía incapaz de estar quieto por tanto tiempo
como cinco segundos. Su tensión incluso comenzó a extenderse a
Shae, quien había comenzado a responder a la casi constante
agitación de Noah con el tic ocasional y respiración irregular.

Francis, por supuesto, hizo lo correcto al poner una mano


tranquilizadora sobre el hombro de Shae y en repetidas
ocasiones diciendo a Noah en tono alentador que estaba
aguantando bien, pero parecía que sus esfuerzos fueron en vano.

Noah finalmente admitió su derrota, tratando de


encontrar los ojos de Pierce.
—Disculpa —dijo—. Simplemente no puedo más. Tengo
que levantarme.

Pierce lanzó una mirada ansiosa al otro lado de la mesa


para mirar a Francis y pedir consejo. Era su trabajo mantener a
Noah y ayudarle a atravesar el mal momento, pero no sabía
cómo hacerlo.

Francis levantó la vista por un momento, luego levantó las


cejas una fracción de centímetros.

—A Shae a menudo le resulta más fácil calmarse un poco


con una flagelación —observó Francis en el mismo tono, como si
estuviera diciendo que a él le gustó la pasta.

Noah se estremeció y miró a Francis con ojos grandes y


asustados. —¿Ahora? —se quedó sin aliento.

—Lo que sea que necesites, Noah —respondió Francis—.


¿Sabes el efecto que tiene para ti? Sabes que puede ayudarte a
controlarte y recuperar el enfoque.

—Yo... —Noah interrumpió, luego, viéndose indeciso, le


dijo—: Yo no quiero echar a perder la noche.

—Oh, Noah —se rio Francis—. Este es un club de BDSM,


¿recuerdas? La última cosa que echaría a perder la noche aquí
sería que un magnífico sum desee tener una flagelación. De
hecho... —Sus ojos se fueron hacia Shae, que seguía de rodillas
en el suelo, aparentemente ajeno al mundo que le rodeaba—.
Creo que Shae también podría disfrutar de otra sesión. ¿Por qué
no hacemos un doble?

—Uh... —Viéndose a punto de explotar, Noah miró a


Francis, toda la mirada sumisa olvidada en la cara cuando la
cuestión le fue arrojada.
Pierce por su parte podría relacionarse bien con ese
sentimiento. Se había dado cuenta que Francis miraba el
escenario, y no se necesitaba mucho para darse cuenta de que
Francis no tenía ninguna intención de hacer su sesión doble de
flagelación un asunto privado que se limitara a una de las salas
de juegos. Noah aparentemente había llegado a la misma
conclusión.

—Señor... ¿Tengo razón para suponer que estamos


hablando de una, uh, sesión pública? ¿En el escenario?

—Uh-huh —Francis asintió.

Noah tomó un profundo sorbo de aire y lo dejó escapar en


un proceso muy lento, la respiración controlada, claramente
luchando por aferrarse a su auto-control. —No creo estar listo
para eso, Señor —murmuró.

—Noah —dijo Francis en una suave, pero firme voz—.


¿Confías en mí?

Noah parpadeó pero sonaba convencido cuando dijo: —Sí,


Señor.

—Bien. ¿Confías en Pierce?

La pausa fue ligeramente más larga, pero la respuesta fue


con la misma seguridad. —Sí, Señor.

Francis asintió. —Muy bien, Noah. Ahora, lo más


importante, ¿confías en ti mismo?

Al parecer sorprendido por la pregunta, Noah tomó su


labio inferior entre los dientes y comenzó a morderlo. Era un tic
nervioso al que había estado cediendo mucho últimamente.

—No lo sé, Señor —Noah por fin admitió, angustiado.


—Lo imaginaba —dijo Francis—. Noah, la elección es
tuya. La elección es siempre tuya. El Dom guía el camino pero el
sum es quien decide qué tan lejos quiere llegar. Siempre
recuerda eso. Idealmente, nunca se llega demasiado lejos porque
un Dom nunca debe tratar de llevar a un sum más allá del punto
en el que se siente cómodo. Pero si Pierce alguna vez trata de
llevarte a cualquier lugar que no quieras ir, siempre tienes tu
palabra de seguridad. La puedes utilizar cada vez que sientas la
necesidad y todo se detendrá.

—Yo... yo lo sé, Señor.

—Bien. Con esto en mente, quiero que me respondas.


¿Confías en mí?

La respuesta de Noah fue sin vacilar. —Sí, Señor.

—¿Confías en Pierce?

—Sí, Señor.

—¿Confías en ti mismo?

—S…sí. Señor.

—¿Confías en mi opinión?

Una expresión de sorpresa apareció en el rostro de Noah


pero su voz estaba llena de convicción cuando dijo —Sí, Señor.

—Bien. Así que si te digo que estás listo, ¿qué te parece?

—Pero estoy asustado —soltó Noah—. No, no puedo


hacerlo. No... No en público, con todo el mundo mirando. Yo no
puedo hacer eso.

Le costó a Pierce menos de un segundo levantarse de la


silla y hundirse en el suelo al lado de Noah. Rodeando sus brazos
alrededor de sus temblorosos hombros, lo meció. —Está bien,
amor. Está bien. Nada con lo que no te sientas cómodo,
¿recuerdas? No voy a obligarte a hacer esto si honestamente no
lo quieres, ¿está bien?

Frotó la espalda de Noah en círculos lentos y suaves, aun


aferrándose a él. Alzó la vista y se encontró con los ojos de
Francis una vez más.

Francis le hizo un pequeño gesto, agradecido cuando se


puso de pie y suavemente rozó el hombro de Shae con sus dedos.
Shae se puso en pie y siguió a Francis mientras cruzaba la
habitación y se dirigió hacia el escenario.

—Sólo mira, amor, ¿está bien? —dijo Pierce. No se había


perdido el guiño que Francis le había dado en el último momento
antes de alejarse y Pierce estaba bastante seguro de que él lo
había interpretado correctamente.

Al parecer, lo había hecho.

—No —dijo Noah, se oía muy decisivo, pero cuando Pierce


levantó las cejas, bajó la cabeza de nuevo—. Es decir, que
prefiero no observar, Señor —se corrigió.

Pierce ahogó una sonrisa. Al parecer, Francis había vuelto


a leer a Noah correctamente anticipado sus reacciones.

—Entonces, ¿qué te gustaría?

Cuadrando los hombros, Noah tomó aliento. —Me gustaría


hacerlo. Probarlo. Por favor.

Pierce sintió que su propia respiración quedó atrapada en


su pecho. Estar en el escenario debería de ser una pesadilla
hecha realidad para él. En cuanto a Pierce sabía, la última vez
que Noah había estado en el escenario había sido cuando estaba
a merced de Robert.
Lo que Robert le había hecho y peor aún, que permitió que
otros le hicieran, era indescriptible. Era una de las experiencias
de las que Noah nunca hablaba con Pierce. Realmente nunca
había hablado mucho sobre lo que realmente había sucedido con
Robert, así que todo lo que Pierce sabía, lo sabía por Francis.
Francis, que había sacado todos los fantasmales secretos de
Noah hace años y le había hecho enfrentarlos, pero sólo le había
dado a Pierce una versión editada de la verdad. Había sido más
fácil de olvidar los horrores que Noah había pasado. Pierce
nunca supo si envidiaba que Francis supiera o se alegraba de no
tener que dañar su mente con eso.

—Está bien. Lo intentaremos. Todo lo que quieras, dulce


corazón —agregó Pierce y, levantándose, arrastró a Noah para
que se pusiera de pie. En lugar de ponerlo en una posición en la
que tendría que decidir si deseaba o no hacer lo adecuado y
caminar detrás de su Amo, Pierce sacó la delgada correa de su
bolsillo y la unió al collar que Noah llevaba.

De esa manera, podía mantener a Noah en un ángulo


ligeramente detrás de él para seguir el protocolo y lo
suficientemente cerca para sentirse seguro.

Sin mirar a Noah para no inquietarlo con su propio


nerviosismo, Pierce le dio un ligero jalón a la correa. Aliviado
cuando Noah lo siguió, lo acompañó hasta el escenario. Francis
estaba esperando con una especie y, dadas las circunstancias,
sólo muy ligeramente petulante sonrisa en su rostro. Pierce
subió sin dudar los escalones que los conducían al escenario,
consciente de que cualquier incertidumbre de su parte casi
seguramente causaría que Noah perdiera el valor. Sintió la leve
indecisión en los pasos de Noah, sintió el jalón de la correa
cuando se demoró durante un instante antes de enderezarse y
subir las escaleras tras Pierce.
Francis los esperaba junto a la Cruz de San Andrés, Shae
estaba arrodillado a sus pies.

—Me alegro de que se unan a nosotros —dijo, haciendo


que fuera más fácil para Noah no preocuparse al no tener más
tiempo para pensar y dudar de su decisión.

»—Ahora, la logística. Me gustaría poner a nuestros niños


en ambos lados de la cruz. De esa manera, pueden verse el uno
al otro si quieren. Además tenemos la ventaja de ver a los dos...
¿Qué te parece?

—Creo que suena muy bien —coincidió Pierce. Permitir a


Noah ver a Shae era una buena manera de ofrecerle tanto un
reaseguro, como una distracción, en caso de que lo necesitara. Y,
por supuesto, le permitía a Francis ver la cara de Noah para
detectar cualquier signo de sufrimiento.

—Bien. Necesitas quitarle el arnés a Noah, aunque se le


ve bastante bien.

—Oh, claro. —Pierce desenganchó las correas del arnés de


los anillos en el cinturón y se lo quitó a Noah. Cuando la había
quitado, sus ojos fueron a las leves cicatrices en la espalda de
Noah. No habría nada más de ellas. Estaría jugando tan seguro
como pudiera con Noah. Le causaría dolor en la forma que
necesitaba con el fin de ser capaz de bloquear todo lo demás de
su mente, pero no tanto que corriera el riesgo de lastimarlo en
serio.

—¿Quieres que te quite el otro arnés también, amor? —


Pierce preguntó. Se había olvidaba de él, pero cada vez que
pensaba en ver la piel desnuda de Noah debajo de la piel, podía
sentir su ingle cosquillear de deseo.

Noah era suyo. Le pertenecía. Cada parte de él era de


Pierce. Tenía el anillo de Pierce en el dedo, y ahora uno en su
pene. Y el segundo no era capaz de quitárselo, ya que venía con
una cerradura y una única llave. Una llave que estaba a salvo en
una pequeña cadena alrededor del cuello de Pierce.

—De cualquier forma que prefieras —respondió Noah.


Estaba empezando a entregarse de nuevo, lo que permitía a
Pierce tomar el control.

—Está bien. Lo dejaremos por ahora. De todos modos no


quiero que te corras, pero si te pones duro y se hace insoportable,
me lo dices, ¿está bien?

Noah soltó un bufido un poco débil. —Joder, Pierce, he


estado medio-duro toda la jodida noche —gruñó.

—¿En serio?

—Si, en serio.

—Pues bien, entonces es bueno que tengas el arnés y el


taparrabos en miniatura para mantenerte decente, mi amor.

Después de haber escuchado la conversación, Francis se


rio entre dientes.

—Sólo asegúrate de que tienes la llave lista cuando él


cambie de opinión y decida que de repente tiene muchas ganas
de correrse —bromeó, luego agregó—: Shae, mascota, ponte en
posición.

—Tú también, Noah —ordenó Pierce, sintió que parte de


la confianza que inicialmente había tenido esa noche regresaba a
él. No había sido todo suave, pero ¿y qué? Aún estaban allí, y al
ver a dónde habían llegado, Noah de pie en el escenario, era un
gran logro.

Siguiendo el ejemplo de Shae, Noah fue a la cruz. Cuando


tomaron su posición a cada lado de la alta cruz, Pierce se dio
cuenta de que había sido movida no al centro del escenario sino
más bien en su lugar habitual cerca de la pared. No tardó mucho
en darse cuenta de que, una vez más, Francis había previsto los
acontecimientos que sucederían esa noche. Había probablemente
también hecho su parte justa de maniobras, como de costumbre,
sin que nadie lo notara haciéndolo hasta el último momento.

No fue una gran sorpresa que las herramientas también


estuvieran en su lugar. Dos flogger de nueve colas; uno de
aspecto bastante desagradable, el otro más suave, más ligero del
tipo del que Pierce había usado en Noah la primera y única vez.

Pierce fue a su espacio designado detrás de Noah y


encontró la mirada de Francis sobre Noah y los hombros de
Shae. Francis asintió. Era un pequeño estímulo y la señal de que
Pierce empezara al mismo tiempo.

Tomando un respiro, Pierce se preparó y tomó el flogger


más ligero.

Dejó que Noah lo viera, sabiendo que se sentiría más


seguro si sabía lo que estaba pasando.

Noah levantó la vista y sus ojos se abrieron un poco.


Flexionó sus dedos en las asas de la cruz, aparentemente
comprobando su control sobre ellos.

—Así es, amor —confirmó Pierce—. Asegúrate de estar lo


más cómodo posible. Tienes que ser capaz de mantener tu
posición durante un rato.

Era lo que Francis hubiera dicho y, de nuevo, Pierce vio la


tranquilidad en los ojos de su hermano cuando lo miró. Shae no
se había movido mucho. Había asumido su puesto y estaba
esperando a Francis para comenzar. Con un último gesto,
alentador en dirección a Pierce, Francis levantó el brazo y golpeó
con las correas de cuero fino la espalda de Shae.

Pierce vio la mueca de dolor de Shae y su decisión falló.


¿Cómo podía hacerle eso a Noah? Noah sólo había tenido muy
pocas sesiones con Francis después del significativo inicio que
había compartido con Pierce y Pierce sabía lo mucho que la
flagelación dolía. Francis le había hecho tomar algunos golpes,
para que supiera lo que era estar en el extremo receptor. Había
sentido el beso del cuerpo en su piel, y no había sido delicado.

Sí, el instrumento en la mano era relativamente


inofensivo, pero aun así fue creado para infligir dolor.

Frente a él, Noah se movió. El pobre hombre estaba


claramente poniéndose nervioso. En cualquier momento, lo que
quedaba de su confianza, de que en realidad podría enfrentarse a
sus miedos, se haría añicos.

Pierce sabía que no podía fallarle ahora. Noah contaba con


él.

Las correas de piel lamieron la piel de Noah.

Noah se estremeció y respiró fuerte, pero lo tomó bastante


bien.

Pierce lo golpeó de nuevo. Vio cómo los músculos de la


espalda se flexionaban y tensaban en Noah, cruzada por finas
líneas rojas.

Los hilos de cuero golpearon el cuerpo de Noah, una vez


más, luego más rápido, una y otra vez.

Pierce ya no le dio a Noah la oportunidad de recuperarse


en el medio de los golpes. Eso significaba que no le daba tiempo
para pensar y tampoco para dudar y el efecto que tenía sobre
Noah estaba empezando a mostrarse.

Paradójicamente, comenzó a relajarse con la paliza que


estaba recibiendo. Apoyó la frente en el sólido panel de la cruz
delante de él. Sus dedos se aflojaron en el mango y simplemente
estaba sosteniéndolo entre sus dedos mientras la espalda
arqueada le daba la bienvenida a cada golpe.

Incluso con el delicado rubor que florecía en su espalda. Su


aliento, que era siempre un buen indicador para el estado de
ánimo de Noah, ahora era regular y profundo.

Pierce conocía los signos. Noah estaba bien y realmente se


ajustaba, estaba tomando la flagelación con una facilidad
inesperada una vez más, y Pierce finalmente entendió lo que
deseaba.

El dolor alejaba su foco del mundo, de la presión, los


problemas, e incluso de la gente de alrededor, el flogger y la
persona en el otro extremo del mismo —Pierce— eran la
extensión de su universo. Nada más existía para él, solo el crudo
dolor, el escozor en la piel y el hombre que lo causaba.

Noah había dejado el control, estaba permitiendo que


Pierce lo despojara de sus últimas defensas y confiaba en él para
proteger lo que había debajo. Confiaba en que supiera lo que
necesitaba y se lo diera.

Era un sentimiento poderoso y Pierce conocía las señales


lo suficientemente bien como para ser capaz de detectarlas en sí
mismo. Él estaba entrando en el espacio de un Top y estaba
disfrutando de la sensación más de lo que alguna vez había
pensado que lo haría. Toda esa potencia. Y Noah respondía muy
bien. Sabía que esta noche los cambiaría. Los había cambiado ya
y quizás incluso más que la sesión privada que habían disfrutado
hace tan sólo unos días antes.

Con cuidado de no exagerar y presionar a Noah más allá


de lo que podía tomar, Pierce subió la potencia de los golpes
tanto como se atrevió.

Una vez más, fue Francis quien le dio la señal. Disminuyó


la velocidad de los golpes que llovían sobre la espalda y los
muslos de Shae, y Pierce supo que era su señal para que él
también se moderara.

La pálida piel de Noah era de un fuerte tono rosa, pero a él


aún no parecía importarle.

El beso del cuero lo encontró una última vez y Pierce se


acercó sustituyendo el fuerte golpe de la correa de cuero con la
suavidad de su mano.

Noah se estremeció bajo el toque. Por supuesto que lo


haría. El calor adicional del cuerpo de Pierce, la sal del sudor en
la piel, debería de intensificar a un centenar de veces el asalto de
su carne. Pierce le hizo tomar el ardor durante unos momentos,
y luego se apartó, sólo dejando la punta de sus dedos sobre la
brillante piel de Noah cuando revisaba si había daño.

Había una ligera roncha roja, justo debajo del omoplato


izquierdo de Noah. Al verlo de cerca, Pierce se dio cuenta de que
estaba justo en la parte superior de una de las viejas cicatrices.
El tejido delicado, no había resistido el golpe tan bien como el
resto de la piel de Noah y lo veía irritado. Se había roto y era
probable que se convirtiera en una nueva cicatriz.

Pierce no dejó de ver la ironía de eso. Había reemplazado


una de las marcas que Robert había dejado en Noah hace tantos
años con una de la suya.
Débilmente consciente de la presencia de alguien dentro
de su espacio personal, Pierce giró la cabeza para ver a Francis,
que estaba junto a él.

—Asombroso —susurró Francis, se oía cerca de asombro.


Bueno, los dos—. Ahora los llevaremos arriba y les daremos lo
que necesitan. Termina con él. El pobre se ve a punto de estallar
y probablemente va a “simplemente reventar” si no le dejas
correrse pronto.

Como de costumbre, Francis no había pasado por alto el


elemento vital. Pierce apenas había prestado atención a esa
parte del cuerpo de Noah. Había estado demasiado centrado en
las reacciones emocionales de Noah para darse cuenta de que su
cuerpo también respondía.

Pero, por supuesto, Noah estaba duro como una roca y el


arnés confinaba su dolorosa erección en un abrazo inflexible.

—Eres increíble, amor —Pierce susurró al oído de Noah


mientras se quitaba la cadena de su cuello. Presionando su
frente en la caliente espalda de Noah, llegó a su alrededor para
buscar a ciegas la cerradura. Noah se arqueó contra su toque,
tratando de encontrar más fricción, pero Pierce no se la dio.

—Tranquilo, amor. —Rio—. Aún estamos en el escenario.


Esto es sólo para aliviar la presión y asegurarme de que no te
lastimes. No voy a tomarte aquí. Te llevaré arriba y luego te
daré todo lo que quieras, ¿de acuerdo?

—Es-está bien —gruñó Noah. Su voz era tensa por el


deseo. Se mecía en los brazos de Pierce y parecía apenas ser
consciente de su entorno.

Pierce no se sorprendió cuando Francis le entregó una


llave, una sonrisa satisfecha ahora no escondida y firme estaba
en su rostro. No tenía que preguntar para saber que la llave era
de una de las salas de juego, así como él no tenía que preguntar
para saber qué habitación era.

Llevar a Noah por las escaleras no fue tan fácil. Sus


piernas apenas lo sostenían y tuvo que apoyarse en Pierce por
ayuda.

—Eres increíblemente pesado dado lo delgado que eres —


murmuró Pierce en el cabello de Noah mientras lo arrastraba
por el pasillo que conducía a su habitación. Noah al instante se
enderezó y trató de tomar más de su propio peso, pero Pierce sólo
se rio y lo jaló más cerca de nuevo.

Dentro de la habitación, Pierce lo puso sobre la cama.


Sobre su parte frontal, Noah gimió en protesta.

—Silencio, dulce corazón. Primero tengo que cuidar de tu


espalda —le dijo Pierce. Noah soltó un gruñido, no feliz, pero se
quedó quieto.

La loción calmante estaba lista y a la mano, por supuesto.


Pierce tomó una gran cantidad y la distribuyó sobre la piel de
Noah. Había estado casi esperando que la excitación de Noah se
enfriara durante este procedimiento, pero los suaves gemidos
que Noah dejaba escapar de vez en cuando y su respiración
irregular le decía lo contrario.

—No me digas que disfrutas que te toque ahora —


murmuró Pierce.

Noah se tomó un gran momento para contestar con una


apagada respuesta. —Sí, de alguna manera.

—Y te excita.

—Uh... Sí —admitió Noah después de un segundo de


vacilación—. Realmente, no lo puedo explicar. Duele, pero
cuando lo frotas, es como si lo calmaras y al mismo tiempo
hicieras el ardor aún más intenso. —Hizo una mueca—. Creo
que después de todo estoy en el dolor.

La inseguridad en su declaración fue fácil de detectar.


Pierce también reconoció la súplica implícita.

—Está bien, amor. Todo lo que quieras, ¿recuerdas? Te


amo, y nada de lo que me pidas que haga puede cambiar eso.

Sintió que la respiración de Noah temblaba bajo sus


manos antes de que en voz baja digiera: —Oh mi Dios. Eso es
decir algo.

—Lo sé. Sin embargo es la verdad. Ahora deja de


preocuparte y disfruta.

—¿Qué…? —Noah comenzó, pero se calló cuando Pierce le


mordió la nalga izquierda y jaló suavemente la carne.

—Oh, joder —jadeó segundos más tarde, cuando Pierce


extendía una línea de besos y suaves mordidas hasta ese lugar
bien escondido. Fue el último pensamiento coherente que Noah
fue capaz de hacer, Pierce lo sabía, comenzó a pasar la punta de
la lengua por la sensible arrugada piel.

Era un gusto raro para Noah. No es que Pierce no


disfrutara hacer explotar su mente con esa atención especial de
vez en cuando, pero guardarla para ocasiones especiales lo hacía
más... bueno, de alguna manera excepcional.

—Levántate sobre tus rodillas, amor —ordenó Pierce,


ayudando a Noah con las manos en las caderas, con cuidado,
separó sus nalgas una vez más para exponer la piel reluciente y
húmeda.

Era más fácil ahora, el ángulo diferente permitía un mejor


acceso, y mordió en el rimming a Noah, haciéndole sentir un
poco sus dientes, pero fue suficiente para que Noah se retorciera
de placer. Pierce alternó la estimulación del agujero de Noah con
cuidadosos masajes en la piel suprasensible de su caliente
espalda. Ahora Noah gemía casi constantemente, los suaves
sonidos eran una clara indicación de su excitación. Sí, Noah
parecía disfrutar de un cierto grado de dolor y de la lenta tortura
de la provocación a la que Pierce le sometía.

Con las manos colocadas sobre las caderas de Noah,


frotaba círculos diminutos en Noah con sus pulgares, Pierce lo
mantenía en su lugar mientras lo penetraba con la lengua.

Noah gimió y trató de empujarse para más contacto.


Pierce sonrió. Noah estaba tan ansioso estos días, rogando por el
tacto, dándole la bienvenida a la intrusión, no de la tensa forma
en que solía hacerlo hace años. Había recorrido un largo camino,
y se merecía una recompensa.

Reacomodando sus manos, Pierce presionó una de sus


manos sobre la columna de Noah, sosteniéndolo abajo, entonces
utilizó el dedo índice de su mano libre para entrar en el cuerpo
de Noah. Seguía lamiendo la piel que lo rodeaba, incluso ahora
introducía la lengua de vez en cuando, junto a su dedo. Era una
forma de confundir a los nervios de Noah, que fuera imposible
que él dijera dónde la lengua de Pierce terminaba y comenzaban
sus dedos. Pierce metió un segundo dedo y Noah gimió y contuvo
la respiración por un momento, adaptándose a la invasión.

Tomándolo de esa manera, con solo la saliva de Pierce


como lubricante, estaba en una línea muy fina entre el malestar
y el placer que la mayor fricción provocaba. Pierce le dio otro
momento, acariciándolo con la lengua para ayudarlo a relajarse,
y luego se empujó profundamente. Noah jadeó, pero no trató de
apartarse. Se movió un poco cuando Pierce encontró el lugar
adecuado y le dio a la pequeña protuberancia un empujoncito
Noah gemía mientras Pierce la frotaba.
De alguna manera Pierce logró reajustar su posición para
poder deslizar la mano que no estaba ocupada explorando el
interior entre las piernas de Noah y tomó el hinchado eje. Noah
inmediatamente se empujó hacia el canal formado por la mano
de Pierce, claramente desesperado por una liberación.

—Sólo un poco más, dulce corazón —le susurró Pierce


contra la piel que estaba acariciando—. Quiero que te sientas
realmente bien con esto.

Con mucho cuidado, empujó un tercer dedo en el cuerpo de


Noah, extendiéndolo aún más. Calmó el ardor que, sin duda,
había causado con su lengua, aplicando al mismo tiempo más
humedad.

Noah flexionó sus caderas con movimientos desesperados,


apenas rítmicos, alternando entre empujar su pene hacia el puño
de Pierce y empalarse en los dedos y la lengua de Pierce.

Reacomodando su posición una vez más, Pierce mantuvo


ambas manos donde estaban, manteniendo el estímulo, pero bajó
la cara para lamer el saco de Noah. Mordisqueó el borde por un
momento, luego chupó uno de los testículos de Noah en la boca.
Noah arqueó la espalda, instintivamente tratando de escapar y
protegerse, pero Pierce aguantó, flexionando los músculos de la
mandíbula para aplicar un poco más de presión sobre la sensible
bola y la jaló más lejos del cuerpo de Noah.

Podía sentir que Noah estaba casi en el borde en un


instante. Podía sentía el orgasmo comenzar en la delicada parte
de Noah que tenía en su boca y podía sentir que trataba de
acercarse más a su cuerpo. Entonces sintió los espasmos del
pene de Noah, mientras se empujaba con su vida hacia su mano.
Los músculos de Noah se tensaron alrededor de los dedos que
Pierce aún tenía profundamente en su interior y soltó un grito de
placer no disimulado e incontrolable.

Totalmente concentrado en el cuerpo de Noah y la alegría


que le proporcionaba, Pierce apenas había sido consciente de su
propia excitación. Ahora, de repente, él estaba allí. El oír y ver el
orgasmo de su amante lo tenía en el borde en un instante, y
tardó solo tres rápidos y largos jalones de la mano que había
deslizado para lograr su propia liberación.

Sorprendido, pero saciado, se dejó caer hacia atrás y apoyó


la cabeza en la base de la columna de Noah. Podía sentir que
Noah aún respiraba demasiado rápido. Podía oler la sal de su
sudor y el sabor de su semen combinado. Levantando la cabeza,
lo besó en la nalga, luego lo guio en la cama con suaves manos.
Noah aceptó la invitación con un suspiro de satisfacción,
acomodándose frente a Pierce.

—Esa no era la manera en que pensé que sería —le dijo,


aún un poco sin aliento.

—¿No? ¿Por qué no?

—¿No se supone que yo soy quien tiene que hacer lo que


quieras, ya que soy tu sumiso? ¿No debería estar a tu servicio?

—Pero acabas de hacer lo que quería, amor —Pierce lo


corrigió—. Estabas a mi servicio y disfrutamos de cada segundo
de lo que acabamos de hacer. Todo lo que quería era recorrer ese
perfecto cuerpo tuyo. Quería hacerte volar y sacarte de tu mente.

—¿Hm? —Un ceño pensativo apareció en la frente de


Noah—. De todos modos, ¿qué pasa con todo eso de que soy tu
sum? Quiero decir, he sabido que era tu deseo secreto todo este
tiempo, pero realmente no lo entiendo. No eres una persona
dominante como tal y no como la mayoría de las cosas que
suceden en la escena. Por ejemplo, nunca habías soñado con
flagelarme ni aunque te lo hubiera pedido.

—No, no lo creía y para mí no se trata de eso. Me gusta la


idea de que, por una vez, no tengas el control —explicó Pierce—.
Y no importa si soy o no un verdadero Dom. Tampoco importa si
eres o no un verdadero sum. Para mí, es la intención lo que
cuenta. El hecho de que me siento como si estuviera a cargo.

—Oh. —Noah se quedó pensativo por un momento y luego


dijo—: No es una sensación que tengas muy a menudo, ¿verdad?

—No —admitió Pierce con una débil sonrisa y un


movimiento de cabeza—. No, no, por lo que es más emocionante
cuando realmente me dejas tenerlo de vez en cuando.

—Bueno, bueno, ¿no somos una pareja? —Noah comentó


con un cínico suspiro—. Tú eres el Dom, que no suele tener el
control y soy el sum que no es sumiso. ¿Crees que Francis nos
permitirá jugar en el club si alguna vez se entera de eso?

—No lo sé. Aunque, conociendo a Francis, probablemente


ya lo sabe. Tal vez deberíamos tratar de afirmarlo como el
comienzo de una nueva cultura.

—Sí. Una sum-cultura —puntualizo Noah con una sonrisa.

Pierce se echó a reír, pero se puso serio de nuevo


rápidamente. —¿Eso significa que estás realmente dispuesto a
que juguemos así de nuevo?

Una lenta traviesa sonrisa apareció en el rostro de Noah.


—Si eso significa que tengo ese tipo de trato de ti todo el tiempo,
entonces, infiernos, sí, vamos a jugar.

—Voy a recordártelo un día pronto —anunció Pierce.


—Oh, por favor. —Suspirando, Noah enterró su cabeza en
la lujosa almohada. Su cabello era una maraña despeinada y
sudada y su rostro estaba aún enrojecido, pero Pierce no podía
recordar alguna vez haberlo visto más hermoso.

—Te amo, Noah —dijo Pierce, desde el fondo de su


corazón.

—También te amo —respondió Noah, oyéndose igual de


serio, aunque un poco ronco.

—Puedes dormir, si lo deseas.

—No-no.

—¿No estás cansado? Debes de estar completamente


agotado —dijo Pierce.

Noah le dio una sonrisa perezosa y satisfecha. —Mmmm...


Yo diría, más bien saciado. No, en serio, no quiero dormir. Sólo
quiero quedarme aquí y mirarte.

—¿Mirarme?

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque eres adorable. Porque me parece que no puedo


tener suficiente de ti. Porque... —Noah tragó saliva, oyéndose
preocupado de repente, luego dijo—: Porque a veces no puedo
creer lo increíblemente afortunado que soy por haberte
encontrado y me temo que, si cierro los ojos, todo puede
desaparecer. Puedes irte. No podría soportar perderte, Pierce. Te
amo demasiado como para vivir sin ti.

—Shh. Nunca voy a desaparecer, Noah —Pierce le


tranquilizó al oír su propia voz áspera y tensa por la emoción—.
Te amo, y me quedaré contigo. Soy el hombre con el que te has
casado, ¿recuerdas? He prometido estar contigo, en lo bueno y en
lo malo, y voy a cumplir esa promesa durante el tiempo que tú
me tengas.

Noah soltó una risita temblorosa. —Entonces estarás por


mucho tiempo conmigo.

—¿Lo estaré? ¿Por qué?

—Porque cuando se trata de que estés conmigo, siempre


parece apenas suficiente.

Sonriendo, Pierce se inclinó para darle un beso. —Siempre


lo es, mi amor.

Fin
Acerca del autor
Sage ha sido un apasionado de los libros desde una edad muy
temprana y soñaba con escribir una por año, mientras trabajaba. Le tomó
un carácter muy persistente y la compañía de una preciada Musa
finalmente obtener la primera novela en marcha. El hecho de que era gay
fue como un poco de sorpresa, pero explica mucho.
Desde entonces, Sage ha sido el esclavo voluntario de todos los
chicos fascinantes que hacen cola y quieren que cuente sus historias. Esto
ha dado lugar a varios manuscritos en diversas etapas de finalización, por
lo que siempre tiene algo en lo que trabajar, preferiblemente por la noche,
cuando los demás de la casa están dormidos.
Los personajes de Sage a menudo tienen un pasado dramático y a
veces traumático y tienen que luchar contra demonios para estar con la
persona que aman. No duele que por lo general obtengan un buen montón
de acción traviesa en el camino.
A Sage le encanta escuchar a los lectores, así que adelante, por
favor...
Email: marlowe.sage@yahoo.co.uk
Traducción
esther

Corrección
gaby

Edición y formato
Gaby

¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no podríamos


disfrutar de todas estas historias!

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