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Las mujeres modernas se olvidan que para desvestirse y desvestirlas se requiere un mínimo de
indumentaria.
El procedimiento mediante el cual el arte se hace posible es aquel que permite convertir algo
en otra cosa localizando el punto de partida en por lo menos dos imágenes. Este
procedimiento es la metáfora. Metáfora viene del griego methaphererm, en la reunión de
meta (fuera o más allá) y pherem (trasladar, pasar, llevar). No emplearemos el término en su
significación literaria o lingüística, sino como recurso muy general de las figuras retóricas. La
reunión de dos imágenes establece relaciones inéditas que ensanchan su carácter semántico.
12 Umberto Eco, (1990) Los límites de la interpretación, Barcelona, Lumen, 1992, p. 147.
Opacidad
Sin embargo, el comportamiento decisivo que define la metáfora no se limita al dispositivo que
la promueve. Es un resultado de elaboraciones a veces disímiles u opuestas. Lo que determina
la dimensión metafórica es que inevitablemente torna opaca su referencia. La metáfora puede
partir de una única noción. Una idea que, tamizada por el proceso poético, va perdiendo
porciones, se va diluyendo, dejando atrás fisonomías estructurales y detalles que pueden
convertir esa imagen preliminar en un residuo de sí misma tan lejano que a menudo resulta
irreconocible.
Materiales
Es, en nuestra opinión, esta cualidad poético/metafórica lo que le confiere al arte su lugar
como ámbito privilegiado de la experiencia estética.
15 Jorge Luis Borges, Arte poética. Seis Conferencias, Barcelona, Crítica, 2001, p. 99 -100.
Amerrique
La metáfora y las producciones artísticas en el aula. Coordinadores
Seminario Julio Schinca - Yanina Moroni
Liberen a la luna
¿Qué evoca el arte? ¿Qué nos dice? ¿Existe un código común para la representación de
sentimientos o ideas? ¿El modo menor es triste y el asenso cromático provoca ansiedad? ¿Las
regiones agudas remiten a imágenes de felicidad y éxtasis y las graves a nociones sombrías?
¿Los violines portan melancolía y los tambores residuos de viejas milicias? ¿O la música, pura
forma según Borges, gira sobre sí misma?
Yo soy como el árbol seco/ Ay mi señorá Que solo sirve pá leña Ay mi palomita
/Ay donde me hallará Que se le ha muerto la sombra / Ay mi señorá Y que ya
nadie la riega/ Ay mi palomita Ay donde me hallará La creciente está en el río/
Ay mi señorá En la luna y en el sol Ay mi palomita /Ay donde me hallará Y en el
filo de la tarde/ Ay mi señorá El lucero y la oración Ay mi palomita/ Ay donde me
hallará
En esta tonada, que recopiló Leda Valladares,20 la empatía del narrador y la naturaleza
malograda, el árbol seco, que se quedó sin sombra y al que nadie riega, el abandono, se espesa
con la estructura que reitera la copla. Ese retorno es soporte de un efecto de persistencia, de
tregua temporal, alternando lo que cambia –el texto– y lo que permanece, movimiento y
quietud. El tiempo no avanza, no progresa, circula y se detiene. El timbre y las ornamentales
de la voz contribuyen a esa atmósfera extrema, en el borde del grito, que transita las puntas
del registro, tensándolas. La perspectiva de la naturaleza en escalas superpuestas, lo inmenso
y lo ínfimo se dibujan en esas nervaduras. Las expresiones “cantar grueso” o “por delgadito”
hacen referencia a dos tipos de emisión vocal que utilizan respectivamente los registros de
pecho y de cabeza, solos o alternados. Esta densidad tímbrica se complementa con el uso del
bordón metálico llamado “chirlera” en una de las membranas de la caja (tambor de marco que
acompaña los cantos durante el verano). Kenko quiere decir en quichua “sinuoso,
serpenteado”, y alude a la definición de la melodía por medio de glisandos, apoyaturas y
quejidos. Nada es externo. No se trata de una línea adornada con apoyaturas. El ruido está
integrado al discurrir que asume una segunda línea enhebrada en los intersticios de la
repetición superficial. Es un caso sencillo en el que sin embargo la metáfora sobrevuela lo que
las palabras sugieren y la misma organización que la canción y su modo de ejecutarla le
imprimen. Los desplazamientos se despliegan tanto dentro de los sonidos como en sus
relaciones a escala. La metáfora no sabe de estilos. En la progresión de una fuga de Bach o en
la acritud no mediada de la música de Etkin –en cuyos umbrales perceptivos pernoctan el
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La metáfora y las producciones artísticas en el aula. Coordinadores
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El arte toma aliento en la singularidad de estas obras. Cada una es particular. Marcuse reparó
en la escisión histórica del campo sensible respecto del inteligible. La ciencia fijó un modelo de
sustitución por generalización que, eliminando los casos particulares, debía concluir en una
fórmula capaz de resumirse en términos lógico-matemáticos, apta para borrar esas
discrepancias. El lenguaje metafórico no encaja en ese modelo. Se puede explicar una fuga de
Bach, establecer su geometría de acuerdo al plan armónico y la secuencia temporal que rige la
imitación de las progresiones, cifrar trocados y hasta especular en torno a su capacidad para
convertir en música una pasión. Conceptualizar un sentimiento que –por ejemplo en el opus
30 de las Variaciones Goldberg– es capaz de generar sensaciones simultáneas de avance y
retroceso en un estilo que parece anticipar dos siglos el tratamiento de las disonancias. Nunca
develaremos, y acaso Bach compartiera nuestra ignorancia, de qué pasión se trata, si se tratara
de alguna, ni por cuáles intrincadas vías esas líneas oblicuas devienen en zozobra. La música
presenta ese mundo fenoménico, de hechos, de sentimientos y sensaciones, la pena o la
euforia, de manera abstracta. No esta o aquella pena, no la pena que siento ante la ausencia
de la mujer amada, sino su forma, apariencial.
Sigue Borges:
Contemplemos la luna como objeto del tiempo. Creo que es una metáfora excelente: en
primer lugar, porque la idea de espejo nos transmite la luminosidad y fragilidad de la luna, y,
en segundo lugar, porque la idea de tiempo nos recuerda de repente que la luna clarísima que
vemos es muy antigua, está llena de poesía y mitología, es tan vieja como el tiempo.
La luna todavía es tolerable. ¿Por qué el agua que baja nunca es la misma disimula mejor el
exceso metafórico que sentado al pie de la montaña? La estratificación de procedimientos en
convenciones es el mecanismo de sustitución literal que establece sus lineamientos generales
en aquello que ha denominado como estilo. La imagen estética queda a merced de la
resistencia que los mismos materiales sean capaces de oponerle a las convenciones. Se
comprende que los vanguardistas del siglo XX se hayan aprovechado de los desechos que las
Bellas Artes rechazaron. Porque la metáfora, en ninguna variante, se limita a traducir. El arte
no imita la realidad, la pone en acto, diría Schopenhauer, por segunda vez. Junto a la religión,
la filosofía y la ciencia construye lo “real”, una conquista de la subjetividad. En Occidente, la
noción de sujeto es deudora de la experiencia estética. Uno de los grandes inventos de la
modernidad fue la autonomía del yo. El yo y el sujeto constituyen entidades autónomas. Esa
subjetividad le debe parte de su independencia al gesto poético que comprende sin explicar,
Amerrique
La metáfora y las producciones artísticas en el aula. Coordinadores
Seminario Julio Schinca - Yanina Moroni
http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/36702