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TÍTULO: LA REGULACIÓN DEL FIDEICOMISO EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL UNIFICADO


AUTOR/ES: Papa, Rodolfo G.
MES: Diciembre
AÑO: 2014

RODOLFO G. PAPA

LA REGULACIÓN DEL FIDEICOMISO EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL


UNIFICADO

I. INTRODUCCIÓN
Nos parece de interés, en beneficio de abogados y contadores, explicitar ciertos aspectos de la normativa aplicable al
fideicomiso como parte del contenido del Código Civil y Comercial unificado (1).
Preliminarmente, el análisis de esta novedosa temática, abordada por la doctrina en forma reciente, y que hemos tenido
la oportunidad de consultar como parte de la construcción de este trabajo (2), nos impone formular una serie de reflexiones.
Al derogar el nuevo Código, a partir de su vigencia, prevista para el próximo 1 de enero de 2016, los artículos 1 a 26 de la
ley 24441, los cuales, en la actualidad, conforman la normativa aplicable a este instituto, se incorporarán en su reemplazo
los Capítulos 30 (respecto al contrato de fideicomiso) y 31 (aplicable al dominio fiduciario), respectivamente, abarcando los
artículos 1666 a 1707, lo que nos obliga a focalizarnos en su análisis, al menos en lo sustancial.
Es importante resaltar que tal marco normativo pasará a integrar el nuevo Código, por lo cual, y siendo una característica
distintiva resultante de todo proceso de codificación, la sistematización, concentración y consolidación de su contenido, en
forma universal, el indagar detalladamente cómo quedaría cristalizada la regulación del fideicomiso implicará
necesariamente interpretar sus previsiones de manera armónica e integral, juntamente con otras instituciones
fundamentales, entre las que destacamos la capacidad para celebrar actos jurídicos o, en su defecto, sus limitaciones,
como los supuestos de incapacidad o capacidad restringida; lo referido a la parte general en materia de contratos
(incluyendo, de manera específica, los de índole asociativa); las obligaciones de naturaleza patrimonial; los derechos
reales, en el entendimiento de que el dominio fiduciario reviste tal particularidad y la protección de la legítima hereditaria,
en este último caso, por su impacto en la posible constitución de un fideicomiso con fines testamentarios.
Es nuestro propósito formular una serie de comentarios vinculados con la reforma aplicable a una estructura fiduciaria
macro, que incluye como parte de su iter dinámico las siguientes etapas:
a) Su constitución, vía transferencia del dominio fiduciario (3), de un activo o conjunto de activos por parte del fiduciante,
a favor del fideicomiso así creado siendo que el “propietario fiduciario” de dicho activo será inexorablemente un fiduciario
(actuando en representación del fideicomiso).
b) La aceptación de dicha transferencia y, en forma simultánea, del encargo recibido (vía contractual, testamentaria o
legal, según el caso) por parte de un fiduciario, actuando no a título personal, sino en representación de un fideicomiso.
c) El cumplimiento de la finalidad por la cual dicho vehículo fue estructurado, por parte del fiduciario, a través de la
ejecución de una serie de relaciones jurídicas tanto internas como externas.
d) La administración del activo fideicomitido durante la vida del fideicomiso, por parte del fiduciario, extendiéndose a la
realización de aquellos actos de disposición y gravámenes que requieran el cumplimiento de su objeto, en beneficio de
quien haya sido designado como beneficiario, quien posee un interés económico equiparable a un derecho de naturaleza
creditoria sobre dicho activo.
e) La adjudicación de la propiedad plena del activo fideicomitido por parte del fiduciario como resultado de la extinción
del fideicomiso, ya sea en forma normal, por cumplimiento de un plazo (que no podrá exceder los 30 años), o bien una
condición, contractualmente pactados, con efectos resolutorios, o bien por el cumplimiento del referido encargo por parte
del fiduciario.
A continuación, precisaremos la dinámica de la descripta matriz fiduciaria, gobernada por un contrato de fideicomiso (4) en
combinación con las disposiciones de la reforma.
Un aspecto que también impondrá su análisis adecuado a las particularidades del caso concreto, residirá en cómo atribuir
el carácter comercial o civil de un contrato de fideicomiso, como nexo de atribución de competencia judicial, en el caso de
que, como resultado de una controversia entre sus partes, tenga que ser objeto de resolución por los tribunales.
En este sentido, nos parece de utilidad, como pauta de referencia, explicitar la conclusión de un reciente precedente del
fuero comercial de la Capital Federal, el cual decretó que “la naturaleza civil o comercial de la relación jurídica nacida a
partir del contrato asociativo de fideicomiso resultará en cada caso del examen del objeto perseguido con el
fideicomiso...”(5).
Adicionalmente, parecería, desde un punto de vista estrictamente metodológico, que la regulación del dominio fiduciario,
como parte de su Capítulo 31, incorporado luego de la normativa que gobierna al contrato de fideicomiso, sería
inconsistente, toda vez que por sus particularidades debería haberse incorporado dentro del libro correspondiente a los
derechos reales.
Ahora bien, una aproximación doctrinaria ha justificado tal estructura secuencial de contenidos metodológicos, ante la
circunstancia de que la única fuente del dominio fiduciario se genera, a través de la constitución de un fideicomiso, por vía

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contractual o testamentaria, de allí, en consecuencia, la causa que motivó tal presentación de contenidos (6).

II. PRINCIPIOS QUE GOBIERNAN LA REFORMA EN MATERIA DE FIDEICOMISOS


Sobre la base de la lectura preliminar de los precitados Capítulos 30 y 31 del nuevo Código, concluimos en que se
mantienen -en esencia- las bases conceptuales del fideicomiso, instauradas desde la sanción de la ley 24441, aunque al
mismo tiempo mejora y complementa una serie de aspectos vinculados con el negocio fiduciario teniendo en cuenta que
muchos de los agregados que analizaremos a continuación han sido generados por una meticulosa labor doctrinaria, del
mismo modo que ciertos precedentes jurisprudenciales que también han colaborado en tal sentido.
No podemos dejar de soslayar que el fideicomiso se ha posicionado como un vehículo, que excede su esencia contractual,
el cual, a pesar de no tener personalidad jurídica propia, exhibe en la realidad una serie de particularidades distintivas
brindando una alternativa frente a la estructura societaria o a una empresa unipersonal como formas legales para la
canalización de emprendimientos comerciales, en todas las cuales subyace -en plenitud- la existencia de una empresa o
unidad económica, en la que, en el caso de instrumentarse mediante la constitución de un fideicomiso, su representante
ante terceros en general será un fiduciario (7).
Entre los principios que sustentan el plexo normativo que gobernará al fideicomiso, como resultado de la aplicación de
dicha trascendental reforma legislativa, destacamos los siguientes:
a) Reafirma su esencia contractualista potenciando el ejercicio de la autonomía de la voluntad de sus protagonistas.
b) Confiere un mejor posicionamiento con respecto a la actuación del beneficiario y el fideicomisario.
c) Ratifica la vigencia de un pilar fundamental en la regulación del negocio fiduciario, sustentado en que el patrimonio
fideicomitido es jurídicamente autónomo y separado al de cada una de sus partes internas y, como principio general, es
el único responsable en honrar las obligaciones a cargo del fideicomiso generando una serie de remedios jurídicos
tendientes a su adecuada protección.
d) Regula en forma expresa el fideicomiso de garantía.
e) Reconoce la instancia judicial como la única vía para liquidar el patrimonio fideicomitido en caso de insuficiencia.
f) Detalla una serie de previsiones para subsanar una situación de acefalía en el ejercicio de la propiedad fiduciaria por
parte del fiduciario ante el acaecimiento de alguna de las causales vinculadas con el cese de la actuación por parte de
este último.
g) Incorpora una serie de disposiciones innovadoras respecto a la registralidad de ciertas restricciones inherentes al
ejercicio de las facultades fiduciarias por parte del fiduciario.
h) Introduce ciertas modificaciones vinculadas con la estructuración de un fideicomiso financiero.
i) Un aspecto de trascendental importancia, de interés para los contadores, es el que al amparo de la reforma, el
fideicomiso debería calificarse como un sujeto obligado a llevar contabilidad.
j) Si bien el Código Civil y Comercial unificado mantiene inalterable lo previsto en la ley 24441 respecto a la obligación
de rendir cuentas por parte del fiduciario, con una periodicidad como mínimo anual, lamentablemente replica el vacío
normativo existente hasta la fecha, respecto a la carencia de un adecuado y completo tratamiento contable, teniendo en
consideración que dicha obligación a cargo del fiduciario, debería formalizarse a través de la confección de los estados
contables del fideicomiso.
A continuación, abordaremos en forma detallada cada uno de tales principios rectores de la reforma.
a) El fideicomiso como contrato
No solamente por su incorporación como tipo contractual nominado dentro de la estructura de contenidos del nuevo
Código unificado, sino también que en la propia definición que sobre el fideicomiso esboza su artículo 1666, se lo presenta
como un contrato, resultado de un acuerdo de voluntades entre sus dos partes protagónicas, el fiduciante y el fiduciario.
La sustancia contractual del fideicomiso se exhibe razonablemente justificada atendiendo a que, como principio general,
los contenidos que obligatoriamente deberá incorporar, detallados por el artículo 1667, en términos sustancialmente
similares al actual artículo 4 de la ley 24441, son básicos.
Dichos contenidos son los siguientes: la individualización presente o futura de los bienes que integren el patrimonio
fideicomitido; la determinación del modo en que otros bienes pueden ser incorporados al fideicomiso; el plazo o condición
a que se sujeta la propiedad fiduciaria; la identificación o forma de determinación del beneficiario; el destino de los bienes
a la finalización del fideicomiso, con indicación del fideicomisario, o su manera de determinarlo y, finalmente, los derechos
y obligaciones del fiduciario, y modo de sustituirlo si cesare en tal posición.
Es así como sus contenidos obligatorios, conforme a lo indicado precedentemente, son de alcance minimalista y dejan, en
consecuencia, al amparo del pacta sunt servanda y al reconocimiento de los usos y costumbres tanto civil es como
comerciales, según el caso, la incorporación de aquellas cláusulas particularmente relevantes como parte del contenido de
un contrato con tales características.
Asimismo, del contenido de la definición del fideicomiso, referida en el citado artículo 1666, se resalta su esencia
consensual, ya que para su ejecutabilidad solo basta que el fiduciante se comprometa a transmitir la propiedad fiduciaria
del activo fideicomitido del mismo modo que su alcance bilateral, lo cual se refleja -implícitamente- en la completa
separación e independencia jurídica y económica que debe existir entre las posiciones de fiduciante y fiduciario, ante el
entendimiento de que nuestra legislación ha prohibido históricamente, con la excepción de una breve vigencia en el marco
de las normas reglamentarias dictadas por la Comisión Nacional de Valores en materia de fideicomisos financieros sujetos
al régimen de oferta pública (8) de aquellos constituidos de manera unilateral, en los que se concentraban en una sola
persona las posiciones de fiduciante y fiduciario, inconsistente, en esencia, con el concepto de contrato consagrado por la
legislación.
Es también evidente que el ejercicio de la autonomía de la voluntad, exteriorizado en la negociación, elaboración y
redacción de un contrato de fideicomiso, posee la particularidad que, en definitiva, crea un vehículo no corporativo, que si
bien -repetimos- no reúne el estatus de poseer personalidad jurídica, posee una aptitud para adquirir derechos y contraer
obligaciones, a través de la actuación del fiduciario, creando un patrimonio separado y autónomo con respecto a los de sus
partes.
Se tiene en cuenta, además, que dicho patrimonio es continuamente mutante, cuya propiedad fiduciaria y administración
se encuentra en cabeza del fiduciario, el cual, en la realidad, actúa tanto a nivel interno como externo, como un

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representante legal de facto de tal vehículo, sin llegar a revestir el estatus de órgano (como en el caso de una sociedad
comercial), por lo ya expresado respecto a su carencia de personalidad jurídica propia.
Entre aquellos elementos que la regulación del Código Civil y Comercial unificado deja al arbitrio del ejercicio de la
autonomía de la voluntad, ya sea en forma expresa o implícita, enunciamos los siguientes: i) el plazo de duración del
fideicomiso, el cual no podrá extenderse por más de 30 años, excepto que el beneficiario sea una persona incapaz o con
capacidad restringida, en cuyo caso podrá durar hasta su muerte (art. 1668); ii) la fijación de su objeto, en el que
claramente prevalecerá su flexibilidad, con la única prohibición de pactar sobre herencias futuras (art. 1670); iii) la
determinación, extensión y contenidos inherentes al ejercicio de las facultades fiduciarias, detentadas de manera exclusiva
por quien haya aceptado actuar como fiduciario; iv) establecer si existirá una completa separación entre las posiciones de
fiduciante, beneficiario y fideicomisario o bien si se contemplará una superposición entre aquellas; v) determinar si podría
existir una superposición entre los roles de fiduciario y beneficiario (art. 1671), de cualquier manera, en ningún caso el
fiduciario podrá ostentar el rol de fideicomisario al prohibir que adquiera para sí los bienes fideicomitidos (art. 1676); vi)
pactar si resultará admisible una subordinación de derechos entre los beneficiarios, ya que de lo contrario se beneficiarán
por igual (art. 1671, segunda parte); vii) designar a un beneficiario sustituto (art. 1671, segunda parte); viii) pactar si el
derecho del beneficiario, aunque no haya sido aceptado, podría transmitirse por actos entre vivos o causa de muerte
(excepto disposición en contrario del fiduciante) (art. 1671, cuarta parte); ix) en los casos de la constitución de un
fideicomiso de garantía, determinar cómo se establecerá la composición del activo fideicomitido, ya sea dinerario o no
dinerario, según el caso (art. 1680); x) determinar si el fiduciario se desempeñará como tal en forma unipersonal o, de
manera alternativa, se admitirá un régimen de ejercicio conjunto, vía la instauración de su administración por cofiduciarios,
estableciendo bajo qué modalidades podrán otorgar actos de disposición (ya sea conjunta o indistintamente) (art. 1688,
tercera parte). De cualquier manera, en el supuesto de la creación de un fideicomiso que incluya en su estructura el
manejo del patrimonio fideicomitido a través de un condominio fiduciario, queda prohibido el ejercicio de la acción de
partición durante su vigencia (art. 1688, tercera parte); xi) acordar bajo qué modalidad y periodicidad el fiduciario deberá
proceder a cumplimentar su obligación de rendir cuentas de su gestión, la cual en forma consistente con la ley 24441 no
podrá exceder periódicamente en su cumplimiento del plazo de un año (art. 1675); xii) establecer cómo se estructurará su
retribución, ya sea incluyendo un componente fijo o variable, de acuerdo -en nuestro entender- con la complejidad del
negocio fiduciario y el grado de profesionalidad del fiduciario, según el caso. Incluye el derecho a ser reembolsado de
aquellos gastos en los que haya incurrido con su propio patrimonio, irrogados como resultado del cumplimiento de sus
funciones (art. 1677); xiii) pactar si el fiduciario podrá cesar en el ejercicio de su cargo permitiéndole renunciar (art. 1678,
párr. e); xiv) pactar ante el acaecimiento de una causal de cese en su actuación como fiduciario (descriptas en el art. 1678)
el mecanismo para implementar su reemplazo, ya sea designando a un sustituto indicado en el contrato de fideicomiso o,
alternativamente, siguiendo el procedimiento previsto bajo aquel (art. 1671, primera parte); xv) reglamentar cómo se
implementará la adquisición de la propiedad fiduciaria sobre los frutos y productos generados por los bienes fideicomitidos,
y los bienes que se adquieran con dichos frutos y productos, los cuales, excepto estipulación en contrario, corresponderán
al fiduciario (art. 1684, segunda parte); xvi) puntualizar, en el caso de la insuficiencia del activo fideicomitido, para honrar
las obligaciones generadas por el cumplimiento de la finalidad del fideicomiso si el fiduciante, beneficiario o fideicomisario,
según el caso, responderán por tales obligaciones con sus propios activos (art. 1687); xvii) establecer si se requerirá el
consentimiento del fiduciante, el beneficiario o el fideicomisario, a los fines de que el fiduciario pueda disponer o gravar el
activo fideicomitido cuando así lo requieran los fines del fideicomiso (art. 1688, primera parte); xviii) pactar si el contrato
de fideicomiso establecerá limitaciones a las facultades de disposición o creación de gravámenes conferidas al fiduciario,
incluso a la prohibición de enajenar (art. 1688, segunda parte); xix) detallar las causales de extinción del fideicomiso [art.
1697, inc. c)] y xx) aquellas cláusulas que, de manera estandarizada, se incorporen a este tipo de contratos como
resultado de la práctica del mercado, en combinación con los usos y costumbres civiles y mercantiles, cuya extensión y
contenidos deberían ser adecuados a medida de la complejidad del negocio fiduciario a estructurar(9).
En lo que respecta a la configuración de los elementos esenciales del contrato de fideicomiso, con especial énfasis sobre
la individualización de sus posiciones internas, su forma y el objeto, respectivamente, debemos formular las siguientes
puntualizaciones.
Tal trípode se encuentra también regulado dentro del ámbito de la reforma en materia de Codificación de una manera más
específica en comparación con el actual régimen de la ley 24441.
En este sentido, la literalidad de los términos de su artículo 1666, concerniente a su definición, realiza una expresa
mención a la existencia de cuatro posiciones internas:
- El fiduciante o instituyente, quien no requiere para actuar como tal calificaciones o cualidades subjetivas específicas,
con la sola aptitud de evidenciar capacidad para contratar.
- El fiduciario, como propietario fiduciario y administrador del activo fideicomitido; vale la pena acotar, en lo que respecta
a sus cualidades, que la reforma replica lo explicitado por el actual artículo 5 de la ley 24441, en cuanto a que, como
principio general, cualquier persona física o jurídica puede actuar como fiduciario en la medida en que reúna el requisito
de capacidad para contratar.
Ahora bien, deben reputarse como únicas excepciones a tal principio general la de realizar una oferta pública para actuar
como fiduciario o bien desempeñarse como fiduciario financiero; en ambos casos se limita la actuación bajo dichas
posiciones a aquellas entidades financieras autorizadas a funcionar como tales y a las personas jurídicas que autorice el
organismo de contralor de los mercados de valores (competencia actualmente conferida sobre esta materia a la CNV), en
atención a lo prescripto por el artículo 1673, párrafos primero y segundo.
- El beneficiario, en beneficio de quien el fiduciario detente dicha propiedad fiduciaria, quien posee un interés económico
de naturaleza creditoria sobre el activo fideicomitido durante la vida del fideicomiso.
- El fideicomisario, también calificado como destinatario final de la propiedad plena del activo fideicomitido, como
resultado de su extinción.
En lo que concierne a la forma bajo la cual deberá otorgarse un contrato de fideicomiso, temática regida por su artículo
1669, el nuevo Código también incluye una serie de previsiones innovadoras.
En especial, tal norma distingue dos niveles con referencia a la observancia de las formalidades requeridas para su
celebración como lo ha corroborado la doctrina, por una parte, la concerniente al negocio fiduciario y, por la otra, aquella
aplicable al dominio fiduciario(10).
En lo referido al negocio fiduciario, como categoría genérica, que se constituye a través de un contrato, deberá ser
celebrado por escrito, ya sea mediante el otorgamiento de un instrumento público o privado.
Ahora bien, en el caso de que el negocio fiduciario creado a través de un contrato de fideicomiso incluya, ya sea
inicialmente o con posterioridad, la transmisión de la propiedad fiduciaria de un activo que, por sus características, deba
ser formalizada por un instrumento público, deberá cumplirse en forma obligatoria con aquella, bajo pena de ser calificado
como una promesa de contrato.

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Así pues, si con posterioridad a la celebración de un negocio fiduciario, se incorpora como activo fideicomitido un bien
cuya transmisión deba celebrarse mediante un instrumento público, a los fines de su perfeccionamiento deberá en dicho
acto transcribirse el contrato de fideicomiso como parte de su contenido.
Entendemos que dicha previsión legal deberá complementarse con lo estatuido por el artículo 1683, que ha consagrado el
carácter fiduciario de la propiedad con efectos frente a terceros, desde el momento en que se cumplan los recaudos
exigidos de acuerdo con la naturaleza de los bienes respectivos y, en especial, su artículo 1684, que establece que en los
casos de bienes registrables, los registros correspondientes deberán tomar razón de la calidad fiduciaria de la propiedad, a
nombre del fiduciario, clarificando, en nuestro entender, un interrogante práctico respecto a puntualizar a nombre de quién
deberá registrarse la propiedad fiduciaria del activo fideicomitido.
Finalmente, en lo relativo al objeto, la reforma brinda un amplio margen de flexibilidad en lo concerniente a la
determinación de este elemento esencial comprendiendo, además de los bienes que se encuentran en el comercio, las
universalidades.
Al respecto, podría interpretarse como universalidad un establecimiento comercial sin personalidad jurídica propia,
calificado por nuestro ordenamiento jurídico como un fondo de comercio, en cuyo caso, y como consecuencia de la posible
transferencia de su propiedad fiduciaria a favor de un fideicomiso, debería cumplirse de manera particular, no solamente
con el procedimiento de publicidad previsto por la ley 11867, que en principio no sería derogada por la reforma a los fines
de resultar oponible a todos aquellos acreedores del fondo con causa o título anterior a la transferencia, pero
adicionalmente con todas aquellas formalidades requeridas por la transferencia individual de cada uno de los activos que lo
integren, en particular, los de naturaleza registral, con el propósito de su registración individual, a nombre del fiduciario,
en representación del fideicomiso.
Recordemos, de cualquier modo, que este tipo de transferencias fiduciarias de emprendimientos en marcha,
instrumentadas jurídicamente como un fondo de comercio, podrían exponer a un patrimonio fiduciario a una diversidad de
riesgos legales como, por ejemplo, su responsabilidad solidaria derivada del cumplimiento de pasivos laborales, originados
durante la gestión del fiduciante, tal el caso de un crédito causado por el reclamo del pago de una indemnización por
despido, por parte de un ex empleado del fiduciante, que también extendió su reclamo al fiduciario, que debió responder
solidariamente por su cumplimiento, tal como ha sido reconocido por un leading case dictado por la justicia del trabajo de
la Provincia de Mendoza(11).
Asimismo, tal estándar de solidaridad, con impacto sobre el patrimonio fideicomitido, e incidentalmente sobre el del
fiduciario, a título personal, podría extenderse también a pasivos de naturaleza tributaria, en especial, respecto a aquellos
calificados como determinados excluyendo a contrario sensu a los no determinados, de cumplirse con la comunicación al
Fisco, reglamentada por la ley de procedimientos tributarios (12).
b) Mayor protagonismo en el ejercicio de los derechos conferidos al beneficiario y al fideicomisario
El nuevo Código confiere un mayor protagonismo en la actuación del beneficiario y el fideicomisario como parte de la
dinámica inherente al funcionamiento del fideicomiso.
Tal principio se exterioriza a través de una serie de previsiones legales que enunciamos a continuación: i) se define
específicamente al fideicomisario como la persona a quien se le transfiere la propiedad plena del activo fideicomitido al
concluir el fideicomiso y puede ser incluso un tercero (art. 1672); ii) solicitar la rendición de cuentas al fiduciario
(juntamente con el fiduciante o el beneficiario) (art. 1675); (iii) requerir la remoción judicial del fiduciario por
incumplimiento de sus obligaciones o bien por una imposibilidad material o jurídica para el desempeño de sus funciones, a
pedido del beneficiario o el fideicomisario (además de la instancia conferida al fiduciante) [art. 1678, inc. a)]; iv) en el
caso de muerte del fiduciario, proceder a su sustitución, sin intervención judicial (art. 1679, segunda parte); v) en los
casos de cesación del fiduciario, ya sea por incapacidad, capacidad restringida, inhabilitación judicialmente declarada,
disolución, quiebra o liquidación, solicitar al juez ante el acaecimiento de alguna de tales causales la indicación del
sustituto o el procedimiento para su designación, conforme con lo que haya sido previsto por el contrato o la ley, sobre la
base del procedimiento más breve admitido por la legislación procesal local, incluyendo de manera verdaderamente
novedosa la petición de la designación de un fiduciario judicial provisorio o el dictado de medidas de protección del
patrimonio fiduciario si hubiera peligro en la demora (art. 1679, tercera parte); vi) tanto el beneficiario como el
fideicomisario podrán reclamar al fiduciario por el debido cumplimiento del contrato y la revocación de aquellos actos que
hayan sido realizados por este último, en fraude de sus intereses, por lo que queda abierta la interpretación de cuál sería
el alcance conferido a esta expresión, que no equivaldría a la histórica noción de fraude como requisito para la procedencia
de una acción revocatoria sobre aquellos actos otorgados por un fiduciante, en perjuicio de los derechos individuales de
sus acreedores, dejando a salvo los derechos de terceros interesados de buena fe (art. 1681, cuarta parte); vii) extensión
de la separación patrimonial del activo fideicomitido (art. 1685) con respecto al beneficiario y al fideicomisario; viii)
posibilidad de subrogarse en los derechos del beneficiario y fideicomisario por parte de sus respectivos acreedores (art.
1686, segunda parte); viii) los bienes del beneficiario y el fideicomisario en combinación con los del fiduciante y el
fiduciario no responderán, como principio general, por las obligaciones contraídas en la ejecución del fideicomiso (art.
1687, segunda parte) y ix) el juez podría autorizar al beneficiario o al fideicomisario al ejercicio de las acciones en defensa
del activo fideicomitido en sustitución del fiduciario cuando este último no lo hiciera sin motivación suficiente (art. 1689,
segunda parte).
c) Sobre las características esenciales del patrimonio fideicomitido
El nuevo Código ratifica las dos características esenciales con relación al estatus de un patrimonio fideicomitido.
Por un lado, su carácter separado con respecto al de cada una de las posiciones internas de cualquier negocio fiduciario
(art. 1685) y, por el otro, las obligaciones contraídas en la ejecución del fideicomiso que, es dable recalcar, incluyen tanto
a aquellos de naturaleza externa, calificados genéricamente por la doctrina como acreedores del fideicomiso(13), como a los
acreedores internos, conformados estos últimos esencialmente por los derechos económicos correspondientes al
beneficiario y al fideicomisario, en forma singular o plural, según las particularidades del caso, considerando que ambas
categorías deberán ser honradas únicamente por el patrimonio fiduciario (art. 1687).
Sostenemos que, como excepción a dicha regla que cristaliza la autonomía de dicho patrimonio, son las siguientes: i) la
creación de algún mecanismo de mejora de la garantía o sobrecolateralización(14), que en la práctica tendrá la finalidad de
actuar como una verdadera garantía para responder por su suficiencia económico-financiera para así cumplir con los pasivos
fiduciarios de distinta materia, grado de exigibilidad o modalidad de contabilización, resultantes de la ejecución del
fideicomiso; o bien ii) un compromiso contractual basado en la provisión extraordinaria de fondos por parte del fiduciante,
beneficiario o fideicomisario, sobre la base de las previsiones contractuales en el caso de insuficiencia del patrimonio
fiduciario (art. 1687).
A los fines de preservar la solvencia del patrimonio fideicomitido, el nuevo Código Civil y Comercial unificado requiere
como obligación a cargo del fiduciario la contratación de un seguro de responsabilidad civil, que cubra los daños causados
por las cosas objeto del fideicomiso derogando la normativa que limita la responsabilidad objetiva del fiduciario,

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emergente de la aplicación del actual artículo 1113 del Código Civil, al valor de la cosa fideicomitida (art. 14, L. 24441).
Dentro del ámbito de aplicación del nuevo Código Civil y Comercial unificado, el fiduciario será responsable con su propio
patrimonio ante el supuesto de no haber contratado dicho seguro o en el evento que su contratación haya sido irrazonable,
ya sea en lo que respecta a la cobertura de riesgos o montos involucrados, según el caso (art. 1685).
Es importante también señalar, como excepción a la regla basada en la imposibilidad de interponer cualquier acción
singular o colectiva por parte de los acreedores del fiduciante y del fiduciario, como resultado de la consumación de una
transferencia de la propiedad fiduciaria de un activo a favor de un fideicomiso, el reconocimiento de la subsistencia de la
acción de fraude y, además, la reforma ha incorporado la acción de ineficacia concursal, regulada expresamente por la ley
de concursos, en consecuencia, resultan de aplicación operativa, las normas atinentes a la revocabilidad de aquellos actos
que podrían ser judicialmente calificados como ineficaces, ya sean de pleno derecho o por conocimiento de terceros, que
hayan tenido lugar durante el período de sospecha (15).
En síntesis, un patrimonio fideicomitido se destaca, en nuestro entender, y sobre la base de lo previsto por la reforma,
por las siguientes características: 1) su limitación (como excepción al principio basado en la universalidad de un
patrimonio); 2) su separabilidad (ya comentada); 3) su registralidad (en caso de resultar aplicable), atendiendo a las
particularidades de cada activo fideicomitido en forma individual y 4) su mutabilidad atendiendo esencialmente a las
modificaciones que vaya sufriendo en relación con el debido cumplimiento de las finalidades del fideicomiso, ya sea por los
frutos o productos que genere su explotación o por la subrogación real que origine su venta, en todo o en parte, y su
reinversión en otros, que se incorporarán a aquel debiendo acreditarse tal circunstancia tanto en el título de la compra
como en los registros pertinentes (art. 1684).
d) La admisibilidad del fideicomiso de garantía
La reforma reconoce expresamente la constitución del fideicomiso con fines de garantía de acuerdo con lo previsto por su
artículo 1680.
En este sentido, su alcance parecería ser lo suficientemente amplio tanto en su faz objetiva, inherente a las modalidades
que comprende, como subjetiva, en lo que se refiere a las particularidades que debe reunir el fiduciario, al que no impone
ningún recaudo de profesionalidad o calificación para su actuación como tal, en forma consistente con el principio general
reconocido por el artículo 1673, primera parte (16).
No olvidemos que la inclusión de la posibilidad de constituir un fideicomiso con fines de garantía es coherente -además-
con la superposición de las funciones de fiduciario y beneficiario, de conformidad a lo establecido por la última parte,
primer párrafo, del artículo 1671 y el último párrafo del artículo 1673.
Aunque en lo que se refiere a esta última norma su contenido es claro en el sentido de que, ante la hipótesis de que
exista una coexistencia de tales roles, el fiduciario deberá evitar cualquier conflicto de intereses privilegiando los de los
restantes sujetos intervinientes en el contrato y creando, de tal modo, un nuevo estándar de conducta que deberá observar
en tal circunstancia, junto con el actualmente vigente, consistente en la “diligencia y prudencia de un buen hombre de
negocios, en base a la confianza depositada en él” (art. 6, L. 24441), que es replicado en el nuevo Código.
Si bien la reforma que comentamos permite que el fiduciario sea, a su vez, beneficiario, se prohíbe, de cualquier modo,
que revista la posición de fideicomisario, toda vez que el artículo 1676 impide al fiduciario adquirir para sí los bienes
fideicomitidos, y termina con la disparidad de criterios doctrinarios -existentes hasta el presente- en relación con la
admisibilidad (o no) de esta conjunción de roles (17).
En nuestro entender, no nos ha parecido razonable la incorporación de esta superposición de funciones, ya que afecta la
neutralidad e independencia con la que debería actuar un fiduciario, en todo momento, como administrador de un
patrimonio separado, en interés de un tercero, como lo es un beneficiario, durante su vigencia, y el fideicomisario al
momento de su extinción.
Será la jurisprudencia, como fuente de derecho, la que deberá interpretar sobre la base del caso concreto bajo cuáles
modalidades y ámbito de aplicación se entenderá como sustentable la superposición de funciones de fiduciario y
beneficiario, aunque nos parece que tal coexistencia solo podría circunscribirse a los casos de fideicomisos con fines de
garantía, en los que el fiduciario se haya posicionado como acreedor y se haya optado por la constitución de un vehículo
fiduciario para asegurar el repago de su crédito, vía afectación del emprendimiento en marcha, el cual sería liquidado, a
partir de las previsiones contractuales, ante el incumplimiento del fiduciante-deudor a su obligación de pago.
Por nuestra parte, entendemos como un fideicomiso con fines de garantía aquel que se constituye a través de la decisión
adoptada por un deudor, quien en su posición de fiduciante, y con el propósito de garantizar el cumplimiento de una
deuda, ya sea propia o de un tercero, transfiere la propiedad fiduciaria de un activo, dinerario o de cualquier otra
naturaleza, a favor de un fiduciario, quien deberá administrarlo en interés de un beneficiario, en su posición de acreedor, y
podrá, en el caso de que sea dinerario, afectarlo directamente al pago del crédito así garantizado funcionando como un
verdadero fideicomiso de pagos, o bien alternativamente, en el supuesto en que revista cualquier otra naturaleza (ya sea
un inmueble u otro activo de similar naturaleza), proceder a su liquidación, en forma privada o judicial, sobre la base de
las previsiones contractuales, ante el supuesto en que se haya incumplido por parte del fiduciante-deudor el pago de la
deuda principal garantizada, y con el producido de tal liquidación, se proceda a su cancelación, de tal modo que se obtenga
el mayor valor posible asimilándolo, ante tal escenario, a una típica garantía real, en el sentido de que el fiduciario no
podría adjudicar en forma directa el activo fideicomitido a favor del beneficiario en su posición de acreedor garantizado (18).
e) Liquidación judicial del fideicomiso
El nuevo Código también innova en lo que respecta a brindar una solución más precisa en los casos de insuficiencia del
patrimonio fideicomitido.
En este sentido, si bien la reforma reitera -en forma genérica, como en la actual L. 24441- que la insuficiencia de un
patrimonio fideicomitido para atender a sus obligaciones no da lugar a la declaración de su quiebra, que excluiría la
aplicación de la legislación concursal, al imposibilitarle el acceso a alguno de los procedimientos previstos por ella, la
reforma incluye, en la última parte del artículo 1687, que en tal supuesto procederá su liquidación, la que estará a cargo
del juez competente, quien deberá fijar el procedimiento sobre la base de las normas previstas para los concursos y
quiebras en lo que sea pertinente.
Al respecto, dos modificaciones merecen ser destacadas en lo que concierne al tratamiento de esta compleja cuestión.
Por un lado, la liquidación del fideicomiso en caso de insolvencia se realizará judicialmente, en lugar de lo previsto por la
ley 24441, que responsabiliza al fiduciario en su implementación.
En este sentido, es dable señalar que a través del dictado de una serie de precedentes, el Tribunal Mercantil de la Capital
Federal ya había reconocido la posibilidad de liquidar judicialmente un fideicomiso ante la insuficiencia de su
patrimonio (19).

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Pero, de cualquier modo, no se había arribado a una solución unívoca con respecto a cuáles normas procedimentales
resultarían de aplicación como parte de su iter liquidativo las correspondientes a la legislación societaria o,
alternativamente, las de índole concursal.
Como lo ha sostenido la doctrina, la reforma habría adoptado una posición intermedia entre la actual extrajudicialidad
extrema contemplada por la ley 24441 y la incorporación lisa y llana del fideicomiso como sujeto pasible de concurso o
quiebra (20).
Finalmente, existe una serie de temas concernientes a la insolvencia del patrimonio fideicomitido, identificados por la
doctrina, que deberán ser precisados en el abordaje de esta cuestión, entre los que caben enunciar los siguientes: “...(i)
mantiene el concepto de insuficiencia de los bienes, que como se ha visto no es claro (podría habérselo reemplazado por
el de cesación de pagos); (ii) no establece claramente la obligatoriedad de convocatoria a los fiduciantes para realizar
nuevos aportes; (iii) mantiene la imposibilidad de dar lugar a la quiebra (para algunos lo mejor hubiese sido directamente
aplicar la ley de concursos); (iv) no prohíbe ni autoriza expresamente la solicitud y apertura del concurso preventivo (para
zanjar definitivamente la cuestión); (v) no aclara si la liquidación podría ser solicitada por un acreedor o solo por el
fiduciario, ya que solo menciona que procede su liquidación; (vi) no aclara qué sucede con las obligaciones no vencidas;
(vii) no establece pautas para la liquidación (efectos sobre las obligaciones, etc.) y (viii) seguramente se presentarán
diversas cuestiones en las que no estará claro que sea pertinente o no la aplicación de la ley de concursos...”(21).
f) Reglamentación de una situación de acefalía en el ejercicio de la propiedad fiduciaria
El Código Civil y Comercial unificado clarifica una serie de supuestos en los que el fiduciario, actuando en ejercicio de su
posición como propietario fiduciario, cesare como tal, ya sea por causas voluntarias o normales, como alternativamente,
forzosas, regulando una serie de situaciones a los fines de conferirle un adecuado marco de transparencia a la
transferencia de la propiedad del patrimonio fiduciario al fiduciario sucesor, del mismo modo que adoptando una serie de
medidas transitorias tendientes a su preservación.
En este sentido, afirma el inciso e) del artículo 1678 que en los casos de renuncia del fiduciario o con motivo de una
causa grave o imposibilidad material o jurídica para el desempeño de su función, este deberá transferir tal patrimonio al
fiduciario sustituto, solución que es, en nuestro entender, razonable, en atención a que el manejo de la administración del
patrimonio fiduciario no puede quedar acéfalo como resultado de la salida del fiduciario original respetando, de manera
prioritaria, el derecho de los terceros en general, que deben tener conocimiento de quién es el fiduciario en su calidad de
representante legal del vehículo fiduciario.
El segundo párrafo del artículo 1679 dispone que, en caso de muerte del fiduciario, los interesados (interpretando este
término en sentido amplio y abarcando a las otras posiciones internas del fideicomiso, e incluso a sus acreedores externos)
pueden prescindir de la intervención judicial otorgando los actos necesarios para la transferencia de los bienes al fiduciario
sustituto indicado en el contrato o aquel que sea designado de acuerdo con el procedimiento previsto por tal documento.
En forma innovadora, la segunda parte del tercer párrafo del artículo 1679 provee que ante el acaecimiento de alguna de
las causales de cesación del fiduciario, descriptas por el artículo 1678, el juez podrá, a pedido del fiduciante, el
beneficiario o el fideicomisario, como también de un acreedor del patrimonio fiduciario, designar a un fiduciario judicial
provisorio o bien dictar medidas de protección sobre dicho patrimonio si hubiera peligro en la demora.
Es importante destacar que tal disposición proyectada ya había sido admitida a nivel jurisprudencial por nuestros
tribunales comerciales en un caso en el que se había promovido la acción de remoción de un fiduciario.
Al respecto, el juez de primera instancia competente en tal litigio, ante la acreditada situación de desprotección del
activo fideicomitido, afectado al desarrollo de un proyecto inmobiliario, resolvió -en carácter de medida cautelar- designar
inicialmente a un coadministrador informante, pero luego agravó su alcance, separando al fiduciario original, y nombrando
al coadministrador existente como interventor judicial con carácter de fiduciario provisional, con todas las competencias,
facultades y obligaciones legales y contractuales relativas a esa calidad, hasta que la asamblea de beneficiarios procediera
al nombramiento del fiduciario sustituto sobre la base de las previsiones contractuales (22). Solución pretoriana que ha sido
razonable en nuestro parecer.
Señala la última parte del artículo 1679 que los bienes del fideicomiso deberán ser transmitidos al nuevo fiduciario si
fueran registrables, siendo forma suficiente del título el instrumento judicial, notarial o privado, en el que conste la
designación del nuevo fiduciario, solución que brinda un mayor grado de flexibilidad en las formas requeridas para la
transferencia del activo fideicomitido al fiduciario sucesor.
g) Registralidad de ciertas restricciones respecto al ejercicio de facultades fiduciarias
El nuevo Código Civil y Comercial unificado ha generado una solución particular, con relación a aquellos casos de la
posible registración de ciertas restricciones inherentes al ejercicio de facultades fiduciarias, por parte del fiduciario.
Si bien, como principio general, la primera parte del artículo 1688 establece que el fiduciario podrá disponer o gravar los
bienes fideicomitidos cuando lo requieran los fines del fideicomiso sin que sea necesario el consentimiento de las otras
posiciones internas del vehículo fiduciario, lo cual es razonable, ya que el fiduciario posee las facultades del dueño
perfecto, en tanto los actos jurídicos que realice se ajusten a la finalidad del fideicomiso y las disposiciones contractuales
pactadas; conforme a los términos del artículo 1704, el contrato de fideicomiso podría prever limitaciones a dichas
facultades, incluyendo la prohibición de enajenar, las que deberán ser inscriptas en los registros competentes,
correspondientes a cosas registrables teniendo en cuenta que tales limitaciones no serán oponibles a terceros interesados
de buena fe.
Es así como el nuevo Código recepta una solución que podríamos tipificar como híbrida, toda vez que no requiere, de
manera obligatoria, la inscripción o registración del contrato de fideicomiso en un registro especial creado a tales efectos,
que no existe en nuestro ordenamiento jurídico, a diferencia de otras legislaciones que han introducido de manera
mandatoria su registración, como los casos de Francia (23) y Uruguay(24).
La reforma solo prevé que tales restricciones a las facultades fiduciarias se inscriban en los registros correspondientes a
las cosas registrables, en el supuesto de que alguno de los activos fideicomitidos revista tal estatus.
De allí, recalcamos, la solución innovadora que ahora otorga el Código Civil y Comercial unificado, con referencia a la
temática de la registralidad del fideicomiso, la cual, como principio general, mantiene el régimen actual de la ley 24441
sustentado en su no registralidad tanto objetiva (aplicable al contrato) como subjetiva (respecto a la actuación del
fiduciario), que incorpora la posible registración únicamente de aquellas restricciones a las facultades fiduciarias, que
deberán plasmarse en el registro con competencia sobre el activo fideicomitido (en caso de ser registrable).
Si bien, reiteramos, el fideicomiso se distingue por su no registralidad, tal principio tiene actualmente las siguientes
excepciones, aplicables a aquellos negocios fiduciarios sujetos a supervisión estatal permanente: i) fideicomisos
financieros con pleno estatus de oferta pública, sometidos a la competencia de la Comisión Nacional de Valores (25) y ii)
sobre aquellos fideicomisos financieros cuyo activo fideicomitido constituya un conjunto homogéneo de créditos originados

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por una entidad financiera, en este último caso, sujetos a la supervisión del Banco Central (26).
h) Modificaciones con impacto en la estructuración de fideicomisos financieros
La reforma ha regulado -en forma específica- la constitución de este formato de fideicomiso, de acuerdo con lo previsto
por sus artículos 1690 al 1696. En tal sentido, la doctrina ha enunciado los cambios más trascendentales con impacto
sobre su ejecución, conforme al siguiente detalle: 1) la modificación en su definición; 2) la precisión del significado del
término “insuficiencia” de los bienes fideicomitidos; 3) el reconocimiento de la vía ejecutiva para reclamar los derechos
otorgados por los valores negociables fiduciarios representativos de deuda, garantizados con los bienes del fideicomiso; y
4) el funcionamiento, convocatoria, orden del día, publicidad, quórum y mayorías de las asambleas de beneficiarios, que se
rige por la ley de sociedades comerciales (27).
Asimismo, y en forma complementaria, la precitada doctrina ha puntualizado los siguientes cambios que incidirían en la
ejecución de un fideicomiso con estas particularidades.
En su artículo 1691, establece en forma expresa la posibilidad de celebrar un contrato de fideicomiso financiero privado,
que emitiría valores negociables que no fueran objeto de oferta pública; el artículo 1692 establece la necesidad de
incorporar, como parte de sus términos, las reglas para la adopción de decisiones por parte de los beneficiarios; una
previsión frente a la insuficiencia o insolvencia del patrimonio fideicomitido; y su individualización o denominación
particular; el artículo 1695 autoriza al fiduciario a convocar a una asamblea de beneficiarios, para resolver cualquier
cuestión no prevista en el contrato, o bien, no regulada por la reglamentación de la Comisión Nacional de Valores; y la
reforma también remite a la aplicación de la legislación societaria, que exige la mayoría absoluta de beneficiarios
presentes, en el supuesto de una decisión asamblearia, salvo casos de insuficiencia o restructuración del patrimonio
fideicomitido, en el que se ha agravado tal mayoría, frente a lo dispuesto por la ley 24441, en atención a que deberá
reunirse el voto de las 3/4 partes de los valores negociables emitidos y en circulación, en cualquier circunstancia (28).
i) La calificación del fideicomiso como “ente contable determinado sin personalidad jurídica” y su interacción con el
régimen en materia de “contabilidad y estados contables”
En nuestro entender, la principal modificación de índole contable introducida por la unificación de los Códigos Civil y
Comercial, radica en la incorporación de una normativa específica que gobierna la “contabilidad y emisión de estados
contables”, regulada por sus artículos 320 a 331, inclusive.
El nuevo sistema prevé cuatro categorías de sujetos obligados a llevar contabilidad: i) las personas jurídicas privadas; ii)
ciertos entes contables determinados sin personalidad jurídica (que a su vez engloban a las agrupaciones de colaboración,
las uniones transitorias y los consorcios de cooperación); iii) las personas humanas que desarrollan ciertas actividades
económicas, que incluyen a los actuales comerciantes, empresarios, y a los titulares de establecimientos, y iv) los agentes
auxiliares del comercio, cuya obligación resulte de leyes especiales (29).
El principio general reconocido por esta reforma legislativa, dispone que se encuentran obligados a llevar contabilidad
todas las personas jurídicas privadas y quienes realicen una actividad económica organizada o sean titulares de una
empresa o establecimiento comercial, industrial o de servicios (30).
Una adecuada interpretación respecto a lo prescripto por el precitado principio conduciría a afirmar que el fideicomiso, a
pesar de no haber sido incluido expresamente como un sujeto obligado a llevar contabilidad, dentro de la categoría de
“entes contables determinados sin personalidad jurídica”, debe ser calificado como tal, toda vez que por su
instrumentalidad en su doble posición de vehículo y ente contable, posibilita en la práctica implementar cualquiera de los
dos escenarios contemplados por la reforma que comentamos, ya sea el desarrollo de una actividad económica organizada,
o bien, detentando la titularidad de una empresa o establecimiento comercial, industrial o de servicios, concentrada en un
fideicomiso (en su actuación conjunta de vehículo, ente contable y contribuyente, respectivamente).
Esta aproximación es consistente con lo afirmado por la doctrina al establecer que cuando se trate de un fideicomiso que
tenga cierto grado de actividad económica organizada, el fiduciario tendrá la obligación de rendir cuentas mediante el
llevado regular de contabilidad, emitiendo estados contables anuales (31).
Es importante recalcar que la obligación del fideicomiso de llevar contabilidad implica la asunción por parte del fiduciario
-como principio general- de una serie de deberes contables, inherentes a su rol de administrador del patrimonio
fideicomitido, que refleja su real “autoría” sobre dicha documentación contable; y que conlleva la realización de una serie
de labores inherentes al cumplimiento de esta particular obligación, ya sea en forma autónoma o bien a través de la
contratación de contadores internos y eventualmente auditores externos, entre las que enunciamos en forma no taxativa,
las siguientes, teneduría de libros contables; practicar en forma periódica los asientos en los registros contables; conservar
la documentación respaldatoria; y, confeccionar los estados contables del fideicomiso y su información complementaria,
que refleje un cuadro verídico de su situación patrimonial (32).
Parecería que existe una suerte de coherencia metodológica en el contenido de la reforma respecto a la inexistencia de su
tratamiento contable, y su correlato en que el fideicomiso no hubiera sido incorporado como un sujeto obligado a llevar
contabilidad, dentro de la categoría de “ente contable determinado sin personalidad jurídica”.
De cualquier manera, sostenemos que deberían resultar de aplicación al fideicomiso, en lo pertinente, las disposiciones
que regulan la contabilidad y estados contables, como parte integrante de la reforma en materia de Codificación, que
comentamos, las que deberían ser observadas en consonancia con las normas contables profesionales, que si bien no han
tratado específicamente esta temática, resultarán de aplicación las recomendaciones -no vinculantes- incluidas por el
Informe 28 del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Enunciaremos, a continuación, las principales modificaciones introducidas por la reforma con relación al tratamiento
contable que debería observar en lo que resulte pertinente un fideicomiso, categorizado -reiteramos- como un ente
contable determinado sin personalidad jurídica.
Al respecto, se dispone que la contabilidad deberá ser llevada sobre una base uniforme de la que resulte un cuadro
verídico de las actividades y de los actos que deban registrarse, de modo que se permita la individualización de las
operaciones y las correspondientes cuentas acreedoras y deudoras, adicionalmente, los asientos deberán respaldarse con
la documentación respectiva, todo lo cual deberá archivarse en forma metódica y que permita su localización y consulta
(art. 321).
La reforma que comentamos considera como libros contables indispensables, los siguientes, diario; inventario y balances;
aquellos que correspondan a una adecuada integración de un sistema de contabilidad y que exige la importancia y
naturaleza de las actividades a desarrollar; y, los que en forma especial impone esta normativa codificada u otras leyes
(art. 322).
Se dispone, asimismo, que todo sujeto obligado deberá llevar su contabilidad mediante la utilización de sus libros y
presentarlos, debidamente encuadernados, para su individualización ante el Registro Público correspondiente, consistente
en anotar, en el primer folio, nota fechada y firmada de su destino, del número de ejemplar, del nombre de su titular y del

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número de folios que contiene (art. 323).


Nos parece, igualmente, que el alcance de esta disposición debería adecuarse a las particularidades del fideicomiso, el
cual, recalcamos, no debe inscribirse ante la autoridad de contralor societaria competente, por lo cual, podrían dictarse
normas reglamentarias a los fines del cumplimiento de esta obligación, en especial en lo referido a la observancia de los
tradicionales requisitos de encuadernación, foliado y rúbrica, con respecto a los libros contables que utilice un fideicomiso
ordinario o no financiero, los que no se encuentran sometidos a la supervisión y fiscalización de la Comisión Nacional de
Valores, en el ámbito de la oferta pública.
En este caso, entendemos que la responsabilidad resultante de tal labor contable deberá quedar a cargo primariamente
del fiduciario, no solo por actuar en representación del fideicomiso, sino como una derivación inherente al cumplimiento de
sus deberes contables, frente al resto de sus posiciones internas, y ante todos aquellos terceros que se hayan vinculado
con el fideicomiso, y que estén interesados en acceder a información contable generada por este último, a los fines de la
toma de decisiones.
Los libros y registros contables deberán ser llevados en forma cronológica, actualizada, sin alteración alguna que no haya
sido debidamente salvada, y deberán llevarse en idioma y moneda nacional, a los fines de permitir determinar al cierre de
cada ejercicio económico anual, la situación patrimonial, su evolución y sus resultados. Los libros y registros llevados por
un sujeto obligado deberán permanecer en su domicilio (art. 325).
Al cierre del ejercicio quien lleva la contabilidad, obligada o voluntaria, deberá confeccionar sus estados contables, los
que comprenderán, como mínimo un estado de situación patrimonial y un estado de resultados, que deberán asentarse en
el registro de inventarios y balances (art. 326).
Excepto que leyes especiales establezcan plazos superiores, los libros contables deberán conservarse por un plazo de 10
(diez) años (art. 328).
En lo que respecta a la eficacia probatoria de la documentación contable llevada por un sujeto obligado, la reforma
sostiene que la contabilidad, obligada o voluntaria, preparada en la forma y con los requisitos prescritos, debe ser
admitida en juicio, como medio de prueba. Sus registros prueban contra quien la lleva o sus sucesores, aunque no
estuvieran en forma, sin admitírseles prueba en contrario. El adversario no puede aceptar los asientos que le son
favorables y desechar los que le perjudican, sino que habiendo adoptado este medio de prueba, debe estarse a las
resultas combinadas que presenten todos los registros relativos al punto cuestionado (art. 330, primera parte).
La contabilidad, obligada o voluntaria, prueba en favor de quien la lleve, cuando en un litigio contra otro sujeto que tiene
contabilidad, obligada o voluntaria, no presente registros contrarios incorporados en una contabilidad regular. Sin embargo,
el juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo considera necesario, otra supletoria.
Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan, y unos y otros cumplieran con todas las
formalidades necesarias y sin vicio alguno, el juez debe prescindir de este medio de prueba y proceder por los méritos de
las demás probanzas que se presenten.
Si se trata de la tramitación de un litigio contra quien no se encuentra obligado a llevar contabilidad, ni la lleve
voluntariamente, solo sirve como principio de prueba, de acuerdo con las circunstancias del caso. La prueba que resulte de
la contabilidad es indivisible (art. 330, segunda parte).
Es importante señalar, finalmente, que la reforma ha establecido que la exhibición general de registros o libros contables,
solo puede decretarse a instancia de parte, en los juicios de sucesión, todo tipo de contrato asociativo o sociedad,
administración por cuenta ajena y en caso de liquidación, concurso o quiebra.
Fuera de tales casos, únicamente puede requerirse la exhibición de registros o libros en cuanto tengan relación con la
cuestión controvertida de que se trate, así como para establecer si el sistema contable del obligado cumple con las formas
y condiciones establecidas en los artículos precedentemente individualizados (art. 331).
j) La obligación de rendir cuentas a cargo del fiduciario debe instrumentarse -como principio general- a través de la
confección de los estados contables del fideicomiso
La reforma ha mantenido inalterable la obligación de rendir cuentas por parte del fiduciario, sin hacer referencia a cómo
instrumentarla. Este escenario constituye -en nuestro entender- una de las omisiones más notorias, en lo que respecta a
la regulación específica del fideicomiso, como ente contable.
Quedaría, en consecuencia abierta, la modalidad bajo la cual el fiduciario debería cumplir con su obligación de rendir
cuentas, excepto para los casos de fideicomisos financieros sujetos al régimen de oferta pública, cuya normativa la ha
regulado expresamente, ya que posee un tratamiento regulatorio específico, de conformidad con la reglamentación dictada
por la Comisión Nacional de Valores (33).
De cualquier forma, como lo ha señalado calificada doctrina, tal obligación a cargo del fiduciario deberá cumplimentarse a
través de la presentación de los estados contables del fideicomiso (34).
Nos parece que la consagración -a nivel legislativo- de tal precepto, no haría sino cristalizar una indispensable labor
profesional conjunta e interdisciplinaria entre los profesionales del Derecho y la Contabilidad, como parte de la gestación
de cualquier formato de fideicomiso.

III. CONCLUSIÓN
Hemos plasmado las que, en nuestra visión, conforman las principales modificaciones que introduce la unificación de
nuestros Códigos Civil y Comercial.
Tal plexo normativo, que ha adoptado como pilares las disposiciones del actual régimen de la ley 24441, marca un avance
en el tratamiento de una serie de cuestiones particularmente sensibles para la dinámica del negocio fiduciario, tales como
una más detallada regulación de los derechos y obligaciones correspondientes a sus posiciones internas, en especial, del
beneficiario y el fideicomisario; la actuación del fiduciario, ya sea en forma unipersonal o a través de un condominio; una
nueva respuesta ante un escenario de insuficiencia del patrimonio fideicomitido; el reconocimiento de la validez del
fideicomiso de garantía; una detallada reglamentación ante algún supuesto de acefalía en la administración del vehículo
fiduciario incluyendo, en este último caso, la adopción de medidas cautelares tendientes a su preservación, entre las
fundamentales.
Es evidente que el alcance y extensión de tal reforma, deberá ser abordada tanto a nivel académico y doctrinario como
jurisprudencial.
Existen, de cualquier manera, otros temas que no han sido regulados por la reforma con impacto sobre la constitución de

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fideicomisos que, por su trascendencia, deberían contemplarse en especial, al menos a través de su reglamentación, la
modalidad bajo la cual el fiduciario debería cumplir con su obligación de rendir cuentas (excepto los casos de fideicomisos
financieros con pleno estatus de oferta pública, cuya normativa ya la ha regulado expresamente), sobre la que la reforma
nada ha mencionado teniendo en cuenta, como lo ha señalado calificada doctrina comercialista, que tal obligación a cargo
del fiduciario debe cumplimentarse a través de la presentación de estados contables por parte del fideicomiso(35).
Nos parece que la consagración -a nivel legislativo- de tal precepto no haría sino cristalizar una indispensable labor
profesional conjunta e interdisciplinaria entre los profesionales del derecho y la contabilidad como parte de la gestación de
cualquier tipo de fideicomiso, y que es -además- cómo debería encararse la planificación, estructuración y puesta en
marcha de un negocio fiduciario.

Notas:
(1) Aprobado mediante la sanción de la ley 26994
(2) Márquez, José F.: “El fideicomiso en el proyecto de Código” - LL - 13/8/2012. Kiper, Claudio M. y Lisoprawski, Silvio: “El fideicomiso
en el proyecto de Código” - LL - 27/8/2012. Raisberg, Claudia E.: “Apuntes sobre algunos aspectos relevantes del proyecto de Código
Civil y Comercial de la Nación unificado y el contrato de fideicomiso” - ERREPAR - DSE - N° 299 - octubre/2012 - T. XXIV - pág. 957
(3) Sobre el tratamiento que el Código Civil y Comercial unificado realiza con relación al dominio fiduciario, nos remitimos a sus artículos
1701 al 1707, integrantes de su Capítulo 31. Es dable puntualizar que su artículo 1704 consagra el principio basado en que el titular del
dominio fiduciario tiene las facultades del dueño perfecto, en tanto los actos jurídicos que realice se ajusten al fin del fideicomiso y a las
disposiciones contractuales pactadas
(4) Tengamos en cuenta que el nuevo Código que comentamos regula en forma expresa cuatro subtipos de negocios fiduciarios: el
fideicomiso civil, el fideicomiso de garantía, el fideicomiso financiero y el fideicomiso testamentario
(5) Juzg. Nac. de 1a Instancia en lo Comercial N° 20, a cargo del Dr. Eduardo Malde, Secretaría N° 39, Expte. 056585, fallo inédito.
Citado por Lisoprawski, Silvio: “La asamblea de beneficiarios en el fideicomiso inmobiliario” - LL - 17/3/2011
(6) Márquez, José F.: “El fideicomiso en el proyecto de Código” - LL - 13/8/2012
(7) Catuogno, Juan L.: “Fideicomisos con objeto productivo. Injustificado desigual tratamiento respecto de la empresa de base societaria
o unipersonal” - elDial.com - Suplemento de Derecho Económico - 21/9/2012
(8) RG (CNV) 271 (hoy derogada)
(9) En este sentido, entre las cláusulas contractuales que estandarizadamente se incorporan a cualquier modelo de negocio fiduciario, no
reguladas de manera expresa a nivel legislativo, merecen enunciarse los casos de la indemnidad a favor del fiduciario; las previsiones para
los casos de la celebración de una asamblea de beneficiarios; la asignación del activo fideicomitido para honrar el pago de los impuestos,
gastos y costos que genere el cumplimiento del fideicomiso; las previsiones para la modificación del contrato; las disposiciones en
materia de renuncia o remoción del fiduciario y la correlativa transferencia del patrimonio fiduciario al sucesor; la cesión de los derechos
del beneficiario y del fideicomisario a favor de terceros, según el caso y la ley y jurisdicción aplicable al contrato, entre las más notorias
(10) Kiper, Claudio M. y Lisoprawski, Silvio: “El fideicomiso en el proyecto de Código” - LL - 27/8/2012
(11) “Rosenstein, Roxana c/Paraconcagua SA” - CTrab. 1a Prov. de Mendoza - 5/9/2007
(12) Art. 8, inc. d), L. 11683
(13) Hayzus, Jorge R.: “Fideicomiso” - Ed. Astrea - 2000 - pág. 182
(14) En la práctica, habitualmente se utilizan como mecanismos de mejora de la garantía o sobrecolateralización de un patrimonio
fiduciario la creación de un fideicomiso de garantía, ahora reconocido expresamente por la reforma proyectada; la constitución de una
fianza u otra garantía real o personal por parte del fiduciante; la contratación de un seguro de caución u otro de similar naturaleza; el
aporte extraordinario de fondos a ser provistos por los beneficiarios, convocados a tales efectos por el fiduciario sobre la base de las
previsiones contractuales, que regulen detalladamente la convocatoria, celebración y aprobación de temas a ser considerados por una
asamblea con tales fines, entre los de mayor utilización
(15) Abarcando dicho período de sospecha, al amparo de la ley de concursos, a aquel que transcurre en forma retroactiva desde la fecha
de inicio de la cesación de pagos hasta la declaración de la quiebra
(16) No podemos dejar de soslayar que la factibilidad en la constitución de un fideicomiso de garantía, al amparo de la actual vigencia de
la ley 24441, ya había sido receptada afirmativamente a nivel doctrinario y también por la jurisprudencia mercantil de la Capital Federal,
que reconoció no solo su validez, sino también su oponibilidad, ante el concurso preventivo del fiduciante-deudor, por haber interpretado
que ante tal circunstancia el activo fideicomitido había salido de su patrimonio. Conf. doctrina sentada en “Trenes de Buenos Aires SA
s/concurso preventivo” - CNCom. - Sala D - 9/9/2008.
(17) Campi, Germán: “El fideicomiso de garantía. La superposición de los roles fiduciario-beneficiario” - LL - Suplemento de Finanzas para
Abogados de la Universidad del Cema (UCEMA) - 18/12/2009
(18) Kiper, Claudio M. y Lisoprawski, Silvio: “El fideicomiso en el proyecto de Código” - LL - 27/8/2012
(19) “Fideicomiso Ordinario Fidag” - CNCom. - Sala E - 15/12/2010. “Fideicomiso calle Chile 2286/94/96 s/liquidación judicial” - Juzg.
Nac. de 1a Instancia en lo Comercial N° 17 - Secretaría N° 34 - 12/9/2011
(20) Kiper, Claudio M. y Lisoprawski, Silvio: “El fideicomiso en el proyecto de Código” - LL - 27/8/2012 - pág. 6
(21) Mayer, Mariano: “Insolvencia del fideicomiso ordinario. Régimen actual y modificaciones propuestas en el proyecto de Código Civil y
Comercial” - Revista Argentina de Derecho Concursal - IJ-LXV-632 - 22/8/2012
(22) Juzg. Nac. de 1a Instancia en lo Comercial N° 20, a cargo del Dr. Eduardo Malde, Secretaría N° 39, Expte. 056585, fallo inédito.
Citado por Lisoprawski, Silvio: “La asamblea de beneficiarios en el fideicomiso inmobiliario” - LL - 17/3/2011
(23) La ley francesa de fideicomiso (N° 2007-211), sancionada en febrero/2007, reguló este instituto, incorporándose al Código Civil
francés, bajo sus artículos 2011 a 2031, mediante la previsión de la inscripción del contrato de fideicomiso en la dependencia impositiva
correspondiente (art. 2019) y en un registro nacional de fideicomisos, que se creará por decreto del Consejo de Estado (art. 2020).
Kiper, Claudio y Lisoprawski, Silvio: “La ley francesa de fideicomiso” - LL -2007-F - pág. 982 y ss.
(24) Ley 17703 y DR 516/2003 y 46/2004
(25) Título V. Capítulo IV. Resolución General 622, dictada por la Comisión Nacional de Valores. A dicha norma reglamentaria puede

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LA REGULACIÓN DEL FIDEICOMISO EN EL CÓDIGO CIVIL Y ... http://eol.errepar.com/sitios/ver/html/20141216155028801.html?k=nue...

accederse en forma completa a través del siguiente link http://www.cnv.gob.ar/LeyesyReg/marco_regulatorio3.asp?Lang=0&item=3


(26) Este tipo de fideicomisos sujetos a supervisión estatal permanente se encuentran regulados por las Com. “A” 2703, “A” 3145, “B”
6331 y “B” 6332, dictadas por el Banco Central
(27) Raisberg, Claudia E.: “El contrato de fideicomiso y el fideicomiso financiero según el proyecto de reforma del Código Civil y
Comercial de la Nación unificado” - Ed. Errepar - Doctrina Societaria y Concursal - Abril 2013 - pág. 370
(28) Raisberg, Claudia E.: “El contrato de fideicomiso y el fideicomiso financiero según el proyecto de reforma del Código Civil y
Comercial de la Nación unificado” - Ed. Errepar - Doctrina Societaria y Concursal - Abril 2013 - págs. 371-375
(29) Favier Dubois (p), Eduardo M. y Favier Dubois (h), Eduardo M.: “Los sujetos obligados a llevar contabilidad en el texto del Código
Civil y Comercial en trámite” - Ed. Errepar - Revista Doctrina Societaria - Nº 302 - T. XXV - Enero 2013
(30) Artículo 320, primera parte, del texto del Código Civil y Comercial unificado que comentamos
(31) Favier Dubois (p), Eduardo M. y Favier Dubois (h), Eduardo M.: “Los sujetos obligados a llevar contabilidad en el texto del Código
Civil y Comercial en trámite” - Ed. Errepar - Revista Doctrina Societaria - Nº 302 - T. XXV - Enero 2013
(32) Favier Dubois (p), Eduardo M. y Favier Dubois (h), Eduardo M.: “Las obligaciones contables de los directores. Un caso de Derecho
Contable” - Ed. Errepar - Revista Doctrina Societaria - Nº 278 - T. XXIII - Enero 2011 - pág. 5 y ss.
(33) Es importante notar que, como resultado de la sanción de la nueva ley del mercado de capitales (ley 26831), y su decreto
reglamentario (1023/2013), la Comisión Nacional de Valores ha dictado una resolución reglamentaria consistente con dicha legislación de
fondo, la cual ha regulado tanto a aquellos fideicomisos financieros sujetos al régimen de oferta pública, como la actividad de fiduciarios
financieros y no financieros, que emitan valores negociables fiduciarios bajo el régimen de la oferta pública, o bien, realicen una oferta
pública de su actividad o servicio fiduciario, respectivamente. Título V. Capítulo IV. Resolución General 622, dictada por la Comisión
Nacional de Valores
A dicha norma reglamentaria puede accederse en forma completa a través del siguiente link http://www.cnv.gob.ar/LeyesyReg
/marco_regulatorio3.asp?Lang=&item=3
(34) Favier Dubois (h), Eduardo M.: “La contabilidad del fideicomiso y la insuficiencia del patrimonio fideicomitido” (ponencia) - Nuevo s
aportes al Derecho Contable - Instituto Autónomo de Derecho Contable (IADECO) - IV Jornada Nacional de Derecho Contable (“Un
espacio de diálogo entre el Derecho y la Contabilidad”) - Ed. Errepar - 2011 - pág. 176
(35) Favier Dubois, Eduardo M. (h.): “La contabilidad del fideicomiso y la insuficiencia del patrimonio fideicomitido” - Nuevo s Aportes al
Derecho Contable - Instituto Autónomo de Derecho Contable (IADECO) - IV Jornada Nacional de Derecho Contable (“Un espacio de
diálogo entre el derecho y la contabilidad”) - Ed. Errepar - Bs. As. - 2011

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