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América Latina y el Caribe tienen la segunda mayor tasa de embarazo adolescente del
mundo, dijo ayer la OPS, en un informe que recomienda más educación sexual y un
mayor uso de anticonceptivos para reducirla.
“A menor edad materna, menor edad gestacional del hijo, menor peso al nacer, peor
estado de nutrición infantil y menor nivel de escolarización alcanzado”, indica el
estudio.
Las tasas más altas en la región están en Centroamérica, con Guatemala, Nicaragua y
Panamá a la cabeza. En el Caribe, esto ocurre con mayor incidencia en República
Dominicana y Guyana; en Sudamérica, en Bolivia y Venezuela.
“El embarazo en adolescentes. es una máquina de reproducción de miseria, de
reproducción de pobreza. Las debilidades estructurales de la economía dominicana y
la desigualdad repercuten en las vidas de los más jóvenes, por ello, estamos
generando políticas públicas inclusivas y que protejan a adolescentes en mayor
desventaja social”, afirmó la Vicepresidenta.
Destacó que para combatir el flagelo se requiere un trabajo conjunto desde las
escuelas y generar entre los estudiantes conciencia crítica y reflexiva; de igual
manera, sostuvo que la familia debe jugar un rol fundamental basado en la transmisión
de valores y principios que refuercen el buen accionar de las hijas e hijos.
Las y los adolescentes tienen derecho a ser informados sobre los cambios que
suceden en su cuerpo, sobre la sexualidad y las relaciones sexuales, sobre las formas
de prevención del embarazo, del VIH y de las infecciones de transmisión sexual,
desde una perspectiva de derechos y de género.
El país cuenta con el marco legislativo y político adecuado para prevenir el embarazo
en adolescentes, sin embargo, la falta de programas de educación y servicios de salud
sexual y reproductiva son un obstáculo para reducir la alta tasa que se presenta a nivel
nacional.
El embarazo a temprana edad afecta la salud de las adolescentes pues aumenta los
riesgos de complicaciones en el embarazo y en el parto que puede conducir a la
muerte. Según ENHOGAR 2009-2010, los riesgos de muerte por eclampsia,
obstrucción en el parto, hemorragia o infección entre las adolescentes son hasta tres
veces mayores que en las mujeres con edades entre 18 y 34 años. También pueden
tener efectos importantes sobre el estado de salud y sobrevivencia de sus hijos, tales
como el bajo peso al nacer, la prematuridad, malformaciones o problemas en el
desarrollo debido a aspectos de madurez fisiológica y emocional de las madres.
Existe un fuerte vínculo entre la pobreza y el embarazo a temprana edad pues este es
más frecuente entre adolescentes pobres y con menor educación. Según la
ENHOGAR 2009-2010 el 33.2% de las adolescentes y mujeres jóvenes de las familias
del quintil más pobre se habían embarazado antes de cumplir los 20 años, en
comparación con el 11.6% en el quintil más rico. Del mismo modo, 42.7% de las
adolescentes que se había embarazado no tenían instrucción o sólo había alcanzado
algún grado del nivel básico.
Además la ENHOGAR-2006 revela que casi dos de cada cinco (36.8%) de las mujeres
con edades de 15 a 19 años no habían superado la enseñanza primaria. El 35.1% de
las más pobres se había embarazado alguna vez y el 30.1% ya era madre; mientras
que las pertenecientes al grupo económico más alto los casos se situaban entre 10.5%
y 6.2% respectivamente.