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_secci%C3%B3n:_Dios_act%C3%BAa_para_nosotros_mediante_signos_sagrados_

2º parte: Cómo celebramos los misterios cristianos

En la liturgia tiene lugar un encuentro real con Cristo. Por eso es tan importante. La salvación nos
llega a través de la fe y de los sacramentos: “Y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el
evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será
condenado’” (Mc 16, 15).

168. ¿Por qué la LITURGIA tiene prioridad en la vida de la Iglesia y de cada individuo?

La liturgia es fuente y culmen de toda la acción de la Iglesia; de ella todo mana y a ella todo tiende.

Los sacramentos son signos visibles de una realidad invisible y fueron instituidos por Cristo.

La salvación viene de la fe y de los sacramentos, no sólo de la fe como afirman los protestantes;


Dios quiere acercarse a todo nuestro ser, no sólo a la cabeza.

Es la Iglesia la encargada de celebrar los sacramentos y custodiarlos.

Los sacramentos que confieren carácter, es decir, un sello indeleble en el alma, se reciben solo una
vez en la vida: bautismo, confirmación y orden sacerdotal.

Los sacramentos suponen la fe, pero también la fortalecen y la expresan.

Su eficacia no depende de la dignidad de quien los celebra (actúan ex opere operato).

En la liturgia hay signos y palabras.

En un cierto sentido la liturgia nos hace contemporáneos de Jesús (cf. Soren Kierkegaard; n. 1859).

Idea del año litúrgico con sus tiempos fuertes (Pascua y Navidad, precedidos de la Cuaresma y el
Adviento).

El domingo es el día del Señor; importancia de vivirlo bien, de aprender a santificar las fiestas.

En la liturgia hay elementos que se pueden cambiar y otros que no porque son de origen divino.

Clasificación de los sacramentos:

De iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía

De curación: penitencia y unción

De servicio: matrimonio y orden

Bautismo

· Es el primero de los sacramentos y es condición para recibir todos los demás; nos une a Cristo,
nos libera del pecado original y de los pecados personales que hayamos cometido.

· Forma de celebrarlo: inmersión en agua (o infusión) con la fórmula trinitaria.


· Cualquier persona no bautizada es apta para recibirlo. Se exige la fe, que pueden confesar los
padres en representación de sus hijos.

· Ministro del bautismo: cualquiera que quiere hacer lo que hace la Iglesia; ordinariamente el
obispo, el presbítero o el diácono.

· El bautismo es necesario para la salvación (cf. Jn 3), pero existe también el bautismo de
deseo.

Confirmación

· Completa el bautismo y en ella se recibe el don del Espíritu Santo.

· Puede recibir este sacramento todo bautizado que esté en estado de gracia.

· El ministro originario es el obispo, pero puede delegar en un sacerdote.

Eucaristía

· La palabra significa ‘acción de gracias’; en la Eucaristía se renueva el sacrificio de Jesús en la


cruz de forma incruenta; Jesús la instituye en la última cena.

· Es la Eucaristía la que hace la Iglesia.

· Dos partes de la Misa: liturgia de la Palabra y liturgia eucarística.

· Otros elementos de la misa: kyrie, gloria, aleluya, sanctus, agnus dei, etc.

· El sacerdote actúa in persona Christi capitis.

· Concepto de transubstanciación.

· Conservación de las formas consagradas: tabernáculo.

· Precepto dominical.

· Comunión y ecumenismo.

Sacramento de la penitencia

· Recibe distintos nombres: confesión, reconciliación, conversión, perdón, etc.

Tríptico de los siete sacramento

Roger van de Weyden

Amberes (Bélgica)

· Lo instituyó Jesús el día de Pascua: Jn 20, 22: “a quienes les perdonéis los pecados les
quedan perdonados”; parábola del padre misericordioso.
· Puede perdonar los pecados sólo Dios y quien ha recibido de él este poder: los apóstoles y sus
sucesores.

· El arrepentimiento sincero es necesario para recibir el perdón y es distinto del complejo de


culpa patológico.

· Hay que entender la penitencia que impone el sacerdote como reparación por el mal
cometido; suele consistir en oraciones, ayunos o limosna.

· Para el perdón de los pecados se requiere el arrepentimiento por parte del penitente y la
absolución de parte del sacerdote.

· Los actos del penitente son: examen de conciencia, arrepentimiento, propósito de enmienda,
confesión y penitencia.

· Hay que confesar los pecados graves que se recuerden y que no se han confesado; la
absolución general sin confesión individual se puede dar solo en determinados casos.

· Hay que confesar los pecados graves antes de recibir la comunión y por lo menos una vez al
año.

· Aún cuando no hay obligación formal de confesarse por no haber cometido un pecado grave, es
útil confesarse para crecer espiritualmente.

· Hay pecados que están sancionados con la excomunión, por ejemplo el aborto.

· El sacerdote está obligado a mantener el secreto absoluto.

· La confesión reconcilia con Dios y con la Iglesia.

Unción de los Enfermos:

· La Iglesia, siguiendo el ejemplo de Jesús y obedeciendo a su mandato, se ha ocupado siempre


de los enfermos.

· Es un sacramento destinado a quien está gravemente enfermo: se puede recibir varias veces a
lo largo de la vida.

· Se realiza mediante la unción en la frente y en las manos con el óleo bendecido, acompañada
de las palabras correspondientes.

· La unción une al enfermo con Cristo paciente y perdona sus pecados.

· Hay que recuperar este sacramento y desligarlo de la idea de extremaunción y del miedo
correspondiente; hay que saber preparar a nuestros enfermos para que lo reciban.

· Lo pueden celebrar los presbíteros y los obispos.

· Hay que distinguirlo del viático que es la última comunión que se recibe antes de morir y que
es el verdadero sacramento de los moribundos.
El Orden

Ilustración del Tetraevangelio

Jacob Copista

Viena (Austria)

· El sacerdocio es participación en el único sacerdocio de Cristo.

· El sacramento del Orden tiene tres grados: obispo, sacerdote y diácono.

· El obispo tiene la plenitud del sacramento del Orden, es sucesor de los apóstoles, y tiene
encomendadas las funciones de enseñar, gobernar y santificar.

· La ordenación se realiza mediante la imposición de las manos y la oración consecratoria.

· Desde el Concilio Vaticano II se ha vuelto a instaurar el diaconado permanente que puede ser
ejercido por célibes y casados.

· La mujeres no pueden ser ordenadas porque Jesús al instituir el sacerdocio en la última cena
eligió solo a varones.

· La Iglesia romana exige a los presbíteros y obispos el celibato. El celibato es signo de la entrega
plena al Señor y de disponibilidad para el servicio.

· Hay un sacerdocio común de los fieles, distinto del sacerdocio ordenado; estos dos tipos de
sacerdocio se implican mutuamente.

El matrimonio

· Se fundamenta en la naturaleza misma del hombre y la mujer, creados varón y hembra a


imagen de Dios.

· El matrimonio se celebra mediante una promesa pública consumada en la unión corporal entre
los esposos (rato y consumado, en términos canónicos).

· Los ministros son los propios esposos; el sacerdote o diácono es testigo calificado.

· Para la validez del matrimonio se requiere: consentimiento matrimonial, ausencia de


impedimentos y respeto de la forma canónica.

· El consentimiento implica querer una unión exclusiva con el otro para toda la vida y estar
abierto a los hijos que Dios quiera dar.

· El matrimonio es indisoluble porque es signo de la fidelidad de Dios y así lo enseña Jesús.


· Lo que en el fondo amenaza el matrimonio, más allá de condicionantes psicológicos y
sociales, es el pecado.

· No todos están llamados al matrimonio y los que viven solos por distintos motivos pueden
también tener una vida plena y fecunda.

· Para los matrimonios mixtos (entre católico y bautizado no católico) se requiere dispensa del
obispo.

· Cuando se celebra un matrimonio con un miembro de otra religión, se habla de matrimonio


de disparidad de culto y se requiere también dispensa del obispo y es un matrimonio no
sacramental. Muchas veces se desaconseja.

· A los cristianos se les permite la separación pero no el divorcio.

· Situación de los divorciados vueltos a casar.

· La familia como Iglesia doméstica.

Otras celebraciones

· Sacramentales: profesión religiosa, cenizas, agua bendita, bendiciones...

· Exorcismo: el solemne se realiza en contadas ocasiones y después de un cuidadoso examen.

· La piedad popular tiene cosas buenas y cosas que hay que purificar; v.gr. las procesiones de
Semana Santa.

· Veneración de las reliquias.

· Peregrinaciones: es ‘orar con los pies’; ir a lugares que desprenden paz y fuerza.

· Vía crucis

3º parte: Cómo obtenemos la vida en Cristo

Fundamentos de la moral católica

San Juan contempla la

Inmaculada Concepción
El Greco

Toledo (España)

Necesitamos la ayuda de Dios para hacer el bien y esta ayuda, que llamamos gracia, nos llega por
la fe y los sacramentos.

El ser humano tiene una dignidad inviolable que no depende de sus éxitos o fracasos, sino de que
es creado por Dios y llamado a la comunión con él, a la vida eterna.

El mensaje central de las bienaventuranzas es que la felicidad viene de seguir el estilo de vida de
Jesús y buscar la paz con un corazón limpio.

Dios nos ha hecho libres para poder elegir el bien, aunque el grado de libertad y responsabilidad
por nuestros actos puede variar en función de la coacción, el miedo, la ignorancia, las malas
costumbres, las drogas…

La libertad religiosa y de conciencia está inscrita en la dignidad del hombre y la Iglesia la defiende.

El hombre puede distinguir si sus actos son buenos o malos usando su inteligencia y siguiendo la
voz de la conciencia. Existen tres criterios fundamentales a tener en cuenta para juzgar la bondad
de un acto: el objeto del acto en sí, la intención y las circunstancias. No es lícito nunca hacer
directamente algo que es malo en sí; una intención mala hace malo cualquier acto aunque el
objeto sea bueno y las circunstancias no cambian la calidad del acto pero afectan el grado de
responsabilidad.

No se debe hacer ningún acto que sea malo en si mismo, aunque es lícito tolerar el mal menor
para evitar un mal mayor; el fin no justifica los medios si éstos son intrínsecamente malos.

Los sentimientos y pasiones no son en sí ni malos ni buenos, dependen de lo que hagamos con
ellos.

Nadie puede ser obligado a actuar contra su conciencia incluso si lo que le dicta es erróneo, con tal
de que su acto no vaya contra el bien común.

No es pecado actuar según un juicio de conciencia cierto pero erróneo que no sea culpable; de
todas formas, es un deber formar la propia conciencia.

Las virtudes son disposiciones estables a hacer el bien que se pueden entrenar con ayuda de la
gracia de Dios; las virtudes cardinales son la prudencia (capacidad de reconocer lo que es justo y
elegir los medios adecuados para obtenerlo), la justicia (dar a cada uno lo que le es debido), la
fortaleza (perseverancia) y la templanza (autocontrol).

Las virtudes teologales son la fe, la esperanza y la caridad. Tienen a Dios como fundamento y
meta.

La esperanza es la confianza de que lo que Dios ha prometido se cumplirá y la espera esperanzada


y activa de ello. El objeto de nuestra esperanza es la comunión con Dios mismo.

Los dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor
de Dios.
Los frutos del Espíritu Santo son caridad, gozo, paz paciencia, longanimidad, bondad, benignidad,
mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad.

Dios se ha revelado como un Dios misericordioso por eso debemos confesar con confianza
nuestros pecados y nunca desesperar de su misericordia.

Un pecado es una palabra, un acto o una intención que atenta consciente y voluntariamente
contra el orden establecido por Dios; no es equivalente a infringir unas normas establecidas por
los hombres. De hecho, hay ocasiones en que obedecer una ley hecha por los hombres es pecado,
cuando esta ley es injusta y va contra el derecho natural (v.gr. el aborto).

Los pecados graves apartan de Dios mientras los veniales enturbian la relación con él. El pecado
grave para ser tal debe ser cometido con pleno conocimiento y con consentimiento deliberado.

Los pecados capitales, relacionados con los vicios que adormecen la conciencia y predisponen al
pecado, son: soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula, pereza.

Podemos ser responsables de los pecados de los demás si inducimos a ellos, si colaboramos o si
omitimos de advertir para que no se cometan.

Aunque el pecado es siempre algo personal, se puede hablar de ‘estructuras de pecado’ porque
surgen de pecados personales y son contrarias a lo que Dios quiere, y crean y mantiene
situaciones injustas: v.gr. la distribución de la riqueza en el mundo.

El principio de subsidariedad, desarrollado por la doctrina social de la Iglesia, es fundamental para


conciliar el individuo y la sociedad: lo que puede hacer el individuo por sí mismo y con sus propios
medios no debe ser suplantado por una instancia superior. V.gr. lo que es propio de la familia no
debe ser realizado por el Estado.

El orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario.

Dios ha creados a todos los hombres con igual dignidad por eso es inaceptable cualquier
discriminación por causa de sexo, raza, cultura o religión.

Hay desigualdades entre los hombres que derivan de las diferencias entre los talentos que ha
recibido cada uno y otras que provienen del reparto injusto de materias primas, propiedades y
capital. Las desigualdades injustas entre los hombres deben ser abolidas.

Los cristianos deben comprometerse para que todos tengan acceso a los bienes materiales y
espirituales necesarios para una vida digna.

Existe una ley natural que puede ser conocida por la razón. En el Antiguo Testamento
encontramos expresados algunos preceptos de esta ley natural que se acreditan como Ley de Dios.
Este es el caso de los diez mandamientos.

Para los cristianos no es el cumplimiento de la ley lo que nos salva, lo que nos pone en una buena
relación con Dios, sino la fe; la ley nos enseña el camino pero es difícil recorrerlo sin la ayuda de
Dios.

La ley del Antiguo Testamento llega a su plenitud en el Nuevo, que no añade nuevos preceptos
exteriores sino cambia su raíz que es el corazón del hombre.
La doctrina de la justificación indica que lo que nos hace justos ante Dios no es nuestro respeto de
la Ley, sino la justicia de Cristo que se nos aplica por la fe, gratuitamente.

La gracia es el acercamiento gratuito y amoroso de Dios a nosotros, acercamiento del que a veces
somos consciente y otras veces no; significa “ser contemplados por Dios, ser tocado por su amor”
(Benedicto XVI). La gracia recibe distintos nombres (cf. n. 339: santificante, habitual, actual,
sacramental, de estado, etc.), pero en el fondo es sólo una, es Dios mismo que se dona.

Hay una relación difícil de aclarar entre la gracia de Dios y la libertad del hombre: sin la gracia no
podemos hacer nada, sin embargo Dios nos deja libres para elegir y exige nuestra colaboración
(máxima de San Ignacio de Loyola de rezar como si todo dependiera de Dios y obrar como si todo
dependiera de nosotros).

Lo que nos justifica es la fe, pero la fe sin las obras está muerta; la fe se manifiesta en las buenas
obras.

Hay una vocación universal a la santidad, es decir, todos estamos llamados a la santidad. Esta es la
vocación fundamental de todo cristiano. No hay dos cristianismos: uno más perfecto para pocos y
otro más laxo para la mayoría.

La Iglesia nos ayuda a llevar una vida santa a través de: la transmisión de la fe, la celebración de los
sacramentos -especialmente la Eucaristía-, la proclamación de la Palabra de Dios, el ejemplo de
los santos, etc.

El Magisterio de la Iglesia no sólo se refiere a lo que está contenido en el evangelio, sino también a
la ley moral natural.

Los cinco mandamientos de la Iglesia son de obligado cumplimiento para todo católico y son
“exigencias de mínimos” para llevar una vida cristiana.

La doble moral (diferencia entre lo que se predica en público y lo que se hace en la vida privada) es
un contratestimonio a la verdad del evangelio.

Los diez mandamientos son inmutables y valen siempre y en todas partes: son mandatos de la
razón y parte esencial de la revelación vinculante de Dios.

Primer mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas

El sermón de la montaña

Beato Angélico

Florencia (Italia)
· Conocer a Dios, servirle, adorarlo, es la prioridad absoluta en la vida. La reverencia y adoración
son la respuesta adecuada a Dios que se manifiesta y se hace presente.

· No se puede imponer a nadie la fe, ni a los propios hijos. Es imprescindible el respeto de la


libertad religiosa.

· Este primer mandamiento prohíbe: tener ídolos (cosas o personas que usurpan el lugar de
Dios), consagrar la vida sólo a lo terrenal; ser supersticioso; tentar a Dios; cometer sacrilegio
(profanar lo sagrado); ejercer la simonía (comerciar con las cosas de Dios).

· El esoterismo tiene una concepción falsa de Dios, al no considerarlo como un ser personal y
compasivo, sino como una energía cómica impersonal (New Age). El panteísmo que profesan
algunos también es incompatible con la fe cristiana en un Dios que no se identifica con el cosmos.

· A través del Yoga, la meditación con técnicas orientales, el Reiki, etc., que parecen en principio
inofensivos, se puede estar transmitiendo una idea falsa de Dios.

· Existen varias modalidades actuales del antiguo gnosticismo que diferenciaba entre los iniciados
y el pueblo llano y sostenía que se alcanzaba la salvación a través del conocimiento y no de la fe.

· La magia pretende controlar y manipular a Dios en vez de confiar en él.

· El ateísmo es un pecado contra el primer mandamiento, pero el grado de responsabilidad del


individuo que lo profesa puede variar en función de sus intenciones y circunstancias. Hay que
distinguir entre ateísmo (negación de la existencia de Dios) y agnosticismo (deja la cuestión de la
existencia de Dios abierta al considerar que con la razón no se puede saber).

· La prohibición de hacer imágenes de la divinidad contenida en este primer mandamiento y que


siguen respetando los judíos y los musulmanes, quedó superada en el cristianismo gracias a la
encarnación del Hijo de Dios con la que Dios asumió un rostro humano que se puede representar.

Segundo mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano

· Este mandamiento prohíbe: pronunciar el nombre de Dios de forma irreverente, blasfemar,


maldecir usando su nombre, hacer falsas promesas y dar falso testimonio en nombre de Dios. Es
un mandamiento que exige reverencia hacia lo sagrado, tanto objetos, como personas.

· Para los cristianos la señal de la cruz es una forma de ‘cristianizar’ lo que hacemos poniéndolo
bajo el signo de la cruz y la presencia de la Santísima Trinidad.

· Hay que elegir bien el nombre de pila que ponemos a nuestros hijos; es importante que tengan
un santo patrono que interceda por ellos.
Tercer mandamiento: Santificarás las fiestas

· Para el pueblo judío el respeto del sábado es crucial: recuerda el día en que Dios reposó
después de crear el mundo y hace presente la liberación de la esclavitud de Egipto y anticipa el
mundo futuro. El sábado es un signo de identidad para el pueblo de Israel y forma parte de su ser.

· Jesús relativiza el sábado: “El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el
sábado”. Al hacerlo, muestra que él es el Mesías, el ‘Señor del sábado’. Si su pretensión no fuera
cierta, sería un impostor y blasfemo que transgrede una de las leyes más sagradas del pueblo
elegido.

· Los cristianos sustituyen el sábado por el domingo porque es el día de la resurrección de


Cristo, el día de la nueva creación, pero al hacerlo mantienen el significado fundamental que tenía
el sábado para el pueblo judío.

· Se santifica el domingo participando en el culto de la comunidad cristiana y evitando todo lo


que impide la adoración de Dios y que perturba el carácter de la fiesta, de alegría, paz y descanso.

Cuarto mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre

· Deber de amor, agradecimiento y afecto hacia nuestros padres.

· Importancia de la familia como célula de la sociedad y como Iglesia doméstica: lugar donde se
vive y se transmite la fe a las nuevas generaciones.

· La familia fundada en el matrimonio, entendido como una unión estable de un hombre y una
mujer abierta a la vida, es querida por Dios y debe ser respetada y protegida por el Estado.

· Los hijos son don de Dios y no propiedad de los padres; los padres deben hacer todo lo
necesario para que se puedan desarrollar corporal y espiritualmente de la mejor forma posible.

· Los padres deben hacer todo lo que está en sus manos para que los hijos experimenten que
vivir en la presencia y cercanía de Dios es valioso y benéfico.

· La relación del hombre con Dios es la más importante y tiene prioridad incluso sobre las
relaciones familiares: “El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí”.

· Hay que ejercer la autoridad como servicio y no de forma arbitraria.

· Existe la obligación para el cristiano de colaborar lealmente con los organismos estatales y
contribuir al bien común en verdad, justicia, libertad y solidaridad; se debe amar a la propia patria,
defenderla si es el caso, y pagar los impuestos justos.

· No se deben seguir las prescripciones de las autoridades civiles que son contrarias a la ley de
Dios: resistencia pasiva, lucha no violenta, etc.
Quinto mandamiento: No matarás

· Excepto en caso de legítima defensa o auxilio necesario, nadie puede matar a otra persona: la
vida humana es sagrada, pertenece a Dios; incluso nuestra propia vida no nos pertenece, sino que
nos ha sido confiada.

· Este precepto prohíbe el asesinato y la cooperación en él; el aborto; el suicidio; la


automutilación y la autodestrucción; la eutanasia.

· La pena de muerte es solo aceptable en el caso en que la sociedad no se pueda defender de


otro modo que con la muerte del reo, pero estos casos son muy raros y prácticamente no se dan;
por tanto, hoy la Iglesia es contraria a su utilización.

· La eutanasia en sentido propio es una acción u omisión que por su naturaleza y en la intención
causa la muerte con el fin de eliminar el dolor; en cuanto tal es un homicidio y es inaceptable. En
cambio, la administración de calmantes, aunque pueda tener como consecuencia acortar la vida, o
la renuncia al encarnizamiento terapéutico, no es eutanasia; la muerte no debe ser causada, pero
tampoco absurdamente retrasada. Hay que promover los cuidados paliativos.

· El aborto no es aceptable en ningún caso, ni en ningún momento del desarrollo del embrión a
partir de la concepción. De este modo, no se puede abortar un niño con minusvalía, ni se puede
investigar con embriones vivos y células madres embrionarias. La vida humana comienza con la
unión del espermatozoide y el óvulo.

· El quinto mandamiento implica también el respeto por la integridad física y psíquica de las
personas (contra la seducción mental, la agresión sexual, la violencia física, etc.)

· Hay que respetar el propio cuerpo: No existe un derecho humano a destruir el propio cuerpo
recibido por Dios (v.gr. con incisiones, etc.).

· La salud es un valor importante pero no absoluto. No hay que caer en el culto al cuerpo.

· El tomar drogas, al ser un acto de autodestrucción, es pecado, aunque hay también un uso
razonable, consciente y moderado de drogas, por ejemplo en el ámbito médico; v.gr. estimulantes,
morfina, etc.

· Las donaciones de órganos son un verdadero acto de caridad con el prójimo, siempre y cuando
las personas no sean obligadas a ello.

· Se atenta contra el derecho a la integridad física de las personas con el uso de la violencia, el
secuestro y la toma de rehenes, el terrorismo, la tortura, la violación, la esterilización por la fuerza,
la amputación, la mutilación...
· Los cristianos deben tratar con respeto y caridad el cuerpo de un difunto, conscientes de que
Dios lo ha destinado a la resurrección final. Hay que cuidar la forma de comportarse con las
cenizas de los difuntos, evitando extravagancias que no son apropiadas.

· La paz es la consecuencia de la justicia.

· La ira o cólera es una reacción natural ante una injusticia experimentada, pero hay que cuidar
que no se convierta en odio y deseo de venganza.

· La acción no violenta tiene un gran valor para Jesús y la Iglesia respeta a los que rehúsan el
empleo de las armas.

· Sin embargo, la Iglesia no defiende un pacifismo radical, porque hay un legítimo uso de la
guerra como último recurso.

Sexto mandamiento: No cometerás adulterio

Pentecostés

Icono copto

· El hombre es un ser sexuado. El hombre y la mujer son distintos y complementarios y tienen la


misma dignidad como personas.

· El amor es la entrega libre del corazón.

· Sexualidad y amor van inseparablemente unidos. El encuentro sexual necesita el ámbito de


un amor fiel y seguro. El sexo sin amor es mentira y perjudica a la larga al cuerpo y al alma.

· La castidad hay que entenderla como la virtud mediante la cual se reserva el deseo sexual de
forma consciente y decidida para el amor, integrándolo en la persona. Castidad y continencia no
son lo mismo: una persona casada con una vida sexual activa cuando la vive como expresión de
amor es casto. La castidad es una virtud moral y también un don de Dios, una gracia, fruto también
del trabajo espiritual. Vivir un amor casto implica no ser esclavo de los propios instintos y
pasiones.

· Todos están llamados a vivir la castidad, aunque no la continencia. Ser castos significa vivir el
amor de una forma integrada.

· La Iglesia se opone a las relaciones prematrimoniales porque quiere defender el amor. No se


puede decir a otra persona “te quiero” con el cuerpo cuando no es verdad.

· La masturbación es una falta contra el amor, porque convierte el placer sexual en un fin en sí
mismo. El autoerotismo unido a la pornografía puede llevar al aislamiento y a que sea cada vez
más difícil crear relaciones interpersonales gratificantes y sanas.
· La fornicación, entendida como realizar actos sexuales fuera de la unión matrimonial, es una
falta grave contra el amor porque ofende a la dignidad de la persona y niega el sentido de la
sexualidad humana.

· La prostitución que convierte el amor en mercancía y en la que la persona es degradada a


objeto de placer es una falta grave contra la dignidad humana y un pecado grave contra el amor.

· La pornografía también es una falta grave contra el amor y la dignidad humana.

· El violador comete un crimen contra la esencia del amor, ya que el amor es libre por naturaleza
y este crimen es más reprobable si tiene lugar en el contexto de una relación jerárquica o de
autoridad.

· La Iglesia rechaza el uso del preservativo para luchar contra el Sida y apuesta por una nueva
cultura de las relaciones humanas y un cambio de la conciencia social. La fidelidad conyugal y la
continencia fuera del matrimonio son los mejores medios para luchar contra el Sida.

· La Iglesia acoge sin condiciones a las personas con tendencias homosexuales. Al mismo tiempo
afirma que todas las formas de encuentros sexuales entre personas del mismo sexo no
corresponden al orden de la creación.

· Lo esencial del matrimonio cristiano es la unidad, la indisolubilidad, la apertura a la prole y la


ordenación al bien del cónyuge.

· El cristianismo se opone a quien afirma que el placer sexual es malo en sí mismo, aunque sí
afirma que el placer no es un fin en sí mismo.

· El niño que nace del amor es un don y una bendición de Dios; es una criatura de Dios
totalmente nueva y única.

· Una pareja cristiana puede legítimamente decidir cuántos hijos puede asumir
responsablemente en su situación económica, social o de salud; esto a veces se designa como
paternidad responsable.

· Un matrimonio cristiano puede utilizar métodos de regulación de la fecundidad, especialmente


los llamados de ‘planificación familiar natural’ que se corresponden a la dignidad del varón y de la
mujer, que respetan las leyes internas del cuerpo femenino y que exigen ternura y unas relaciones
recíprocas respetuosas. Los métodos anticonceptivos, en cambio, distorsionan la naturaleza propia
de la relación íntima conyugal, haciéndola intencionadamente infecunda.

· En caso de esterilidad, se puede recurrir a toda ayuda médica que no contradiga la dignidad de
la persona, los derechos del niño que se desea concebir y la santidad del sacramento del
matrimonio. No hay derecho absoluto a tener un hijo; un hijo es un don de Dios. Cuando se han
agotado los recursos legítimos de la medicina se puede pensar en adoptar o acoger a niños o
comprometerse de otro modo con la sociedad.

· La ayuda de la medicina se extralimita y por tanto no es aceptable cuando se disuelve y


destruya por medio de una tercera persona la paternidad conjunta de los padres (v.gr.
fecundación heteróloga), o cuando la concepción se convierte en un acto técnico fuera de la unión
sexual dentro del matrimonio.
· La doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio: el matrimonio rato y
consumado entre bautizados no puede ser disuelto por ningún poder humano, ni por ninguna
causa fuera de la muerte.

· En caso de adulterio y cuando el matrimonio ya no es viable se puede pensar en la


separación.

Séptimo mandamiento: No robarás

· El séptimo mandamiento prohíbe quitarle algo a alguien, pero implica también la justa
administración y el reparto de los bienes de la tierra, la regulación de las cuestiones de la
propiedad privada y el reparto de los rendimientos del trabajo humano y de las materias primas y
la protección de la naturaleza. Es un mandamiento que hace referencia a la doctrina social de la
Iglesia.

· El derecho a la propiedad privada es relativo y no absoluto, porque Dios creó la tierra y sus
bienes para todos los hombres.

· El robo es la apropiación indebida de un bien ajeno. Pero también se peca contra el séptimo
mandamiento por la retención injusta del salario justo, por quedarse con objetos encontrados que
deben ser devueltos, por los engaños en general, por dar trabajo a los empleados en condiciones
contrarias a la dignidad personal, por no mantener los acuerdos suscritos, por despilfarrar las
ganancias, por elevar o bajar artificialmente los precios, por poner en peligro el puesto de trabajo
de un compañero, por el soborno y la corrupción, por inducir a los subordinados a cometer actos
ilegales, por exigir honorarios desproporcionados, por derrochar o administrar mal las
propiedades sociales comunes, por falsificar dinero, contabilidades o balances, por el fraude fiscal,
etc.

· También es robo la sustracción de la propiedad intelectual.

· Es inmoral el engaño y el fraude fiscal, es decir, falsificar, silenciar o tapar hechos para impedir
una evaluación fiscal correcta, aunque en un sistema fiscal complejo es lícita la ‘creatividad’...

· La especulación es inmoral si se emplean medios deshonestos, si se pone en peligro los


medios de vida propios o ajenos o cuando se ha vuelto en una adicción como el juego.

· El vandalismo y los daños deliberados a equipamientos públicos y a bienes comunes son


formas de robo.

· Las apuestas y los juegos de azar son inmorales cuando el jugador arriesga el sustento suyo o
el de otras personas, especialmente si están a su cargo.

· Comprar o vender personas, u órganos, o embriones, etc. es algo absolutamente reprobable.


· Existe el deber de cuidar la creación: el mandato de someter la tierra que Dios da al hombre
no significa un derecho absoluto de poder disponer arbitrariamente de la naturaleza; el hombre es
pastor y guardián de la creación, debe cuidar de ella.

· Es misión de los fieles laicos comprometerse en la política, la sociedad y la economía, para


transformar las realidades temporales según el espíritu del evangelio.

· La Iglesia apoya la democracia porque entre los sistemas políticos es el que ofrece las mejores
condiciones para que se realicen la igualdad ante la ley y los derechos humanos. Pero la
democracia debe ser algo más que el mero dominio de la mayoría; es preciso reconocer los
derechos fundamentales del hombre en cuanto tal. La democracia se fundamenta en unos valores
que ella mismo no puede darse; por eso hay que estar atentos a que no se socaven los derechos
fundamentales del ser humano. Si esto no se hace, fácilmente la democracia se vuelve una tiranía.

· El capitalismo tiene que situarse dentro de un ordenamiento jurídico sólido.

· Junto a los justos intereses de beneficios, los empresarios deben tener en cuenta los justos
intereses de los empleados, de los proveedores, de los clientes y de toda la sociedad y también del
medio ambiente.

· El trabajo es un mandato de Dios al hombre y para la mayoría de los hombres es su medio


principal de sustento. El desempleo es un mal grave que debe ser combatido con decisión. El
trabajo no es un fin en sí mismo sino que debe servir a la realización de una sociedad que
corresponda a la dignidad del hombre. La Iglesia defiende un salario justo, que haga posible para
todos una existencia digna, y exhorta a los ricos a practicar las virtudes de la moderación y del
compartir solidarios.

· La Iglesia defiende el principio del trabajo sobre el capital: las necesidades elementales de los
trabajadores tienen prioridad sobre los intereses del capital.

· La globalización en principio no es ni buena ni mala, pero sí puede suponer una gran


oportunidad para muchos países. Tiene que ser dirigida por la caridad en la verdad para evitar que
las condiciones de vida de los pobres empeoren, que crezca la desigualdad y que se pisotee el
medio ambiente. Esto requiere el fortalecimiento de las instituciones políticas superestatales y de
la sociedad civil.

· La pobreza y el subdesarrollo no son un destino ineludible. La tierra tiene suficientes


recursos para que todos tengan una vida digna.

Octavo mandamiento: No dirás falso testimonio ni mentirás

Icono de las principales fiestas litúrgicas


· El octavo mandamiento nos exige no mentir, es decir, no hablar ni obrar consciente y
voluntariamente contra la verdad. Significa vivir en el respeto de la verdad, ser veraz.

· El supremo testimonio a la verdad se da en el martirio cuando se entrega la vida por ella, y


por amor a Dios y a los hombres.

· Las faltas contra la verdad exigen reparación, por ejemplo cuando se calumnia a alguien. No
basta que la culpa sea perdonada.

· La verdad exige discreción: hay que comunicarla con inteligencia y caridad. Es útil para ello
tener presente los ‘tres filtros’ de Sócrates: ¿Es verdad? ¿Es bueno? ¿Es útil?

· El secreto de confesión a diferencia del secreto profesional es absoluto. Nunca puede ser
revelado, ni en el caso de un crimen. Si las leyes civiles no lo defienden el sacerdote las debe
desobedecer.

· Los medios de comunicación social deben respetar la verdad y los derechos y la dignidad de
las personas: No deben ensalzar la violencia, aprobar el comportamiento antisocial, promover la
banalización de la sexualidad, etc.

· El arte que expresa la belleza que es reflejo de la verdad es un medio para llegar a Dios.

Noveno mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros

· Este mandamiento no se opone al deseo sexual, sino al deseo desordenado, a la


concupiscencia, al dominio de los impulsos sobre el espíritu. La atracción erótica es querida por
Dios y buena en sí misma, pero no se debe jugar con ella de modo que ponga en peligro el ámbito
protegido del matrimonio y la familia.

· Hay que esforzarse por conseguir la limpieza de corazón de las bienaventuranzas, el tener un
corazón sincero e indiviso.

· El pudor protege el ámbito íntimo de las personas, su dignidad, lo que sólo está autorizado a
ver el amor; no es mojigatería ni represión.

Décimo mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos

· Exige una actitud interior de respeto hacia los bienes ajenos, siendo libres de la avidez que se
manifiesta en la codicia, el robo, la rapiña, el fraude, la envidia...
· La envidia es el disgusto y enfado ante el bienestar de otros y el deseo de apropiarse
indebidamente de lo que otros tienen. Hay que esforzarse por alegrarse de los éxitos y los dones
de los demás. Para supera la envidia hay que tener presente la providencia amorosa de Dios
también para uno mimo y en qué consiste la verdadera riqueza de la que ya participamos al estar
en comunión con Dios.

4ª parte: Cómo debemos orar

La oración de Jesús en el huerto

El Greco

Toledo, Ohio (Estados Unidos)

La oración es la elevación del corazón a Dios. Aunque pueda parecer paradójico, orar es un don
que se recibe a través de la oración y nos lleva a una relación de intimidad con Dios. “Es un
impulso del corazón, una mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor
tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría” (Santa Teresa del Niño Jesús).

En el cristianismo, contemplación (vida espiritual interior) y vida activa son inseparables. Hay que
ser al mismo tiempo Marta y María.

Abraham es modelo de oración para nosotros por su escucha y disponibilidad para hacer lo que
Dios le pedía. Su oración de intercesión por Sodoma (Gn 18) es un impresionante ejemplo de
oración de petición.

Moisés hablaba con Dios “cara a cara” como con un amigo (Ex 33, 11), y Dios promete otro profeta
como Moisés. Promesa que se cumple de modo sobreabundante con Jesús que es el Hijo único de
Dios que está en el seno del Padre.

En el Libro de los Salmos de la Biblia hay 150 salmos que han sido utilizados tanto por el pueblo de
Israel, como per Jesús y por la Iglesia para la oración.

Jesús tenía una relación de intimidad con Dios Padre que se manifestaba en su oración y que
impresionaba a sus discípulos. Una intimidad con Dios única, ya que es el Hijo de Dios, de la misma
naturaleza que el Padre. Es el maestro de oración por excelencia. En sus palabras en la cruz ‘Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’, tomadas del salmo 22, está presente todo el
drama de la humanidad que experimenta la ausencia de Dios.

Orar bien implica tener la certeza de ser escuchados, aceptando al mismo tiempo que no seamos
atendidos según nuestros propios planes (Rahner).

María es también modelo de oración. De ella aprendemos a decir ‘sí’ a la voluntad de Dios.

Importancia del rezo del Rosario. Era la oración preferida de Juan Pablo II.

Hay distintos tipos de oración: de bendición, de adoración, de petición e intercesión, de acción de


gracias, de alabanza; la oración no es sólo pedir.

También nuestro cuerpo debe participar en nuestra oración. Así, rezamos de pie, sentados, de
rodillas, con los brazos extendidos, postrados, etc. Cada postura corporal tiene un significado
distinto que refuerza nuestra oración.

Es importante rezar por los demás, también por los que no conocemos, incluso por nuestros
enemigos como pide Jesús.

Una de los recursos para la oración es la Sagrada Escritura, otro es la Liturgia de la Iglesia que nos
une a todos los demás que están rezando en todo el mundo. También los acontecimientos de la
vida cotidiana pueden servir para la oración.

Hay distintas escuelas de espiritualidad en la Iglesia: benedictina, ignaciana, franciscana, etc. que
nacen alrededor de la vivencia espiritual de un santo y que siguen siendo actuales en la Iglesia y
que ayudan a muchos a encontrar su camino de oración.

Hay tres formas de oración: la oración vocal, la meditación y la contemplación. En la oración, sobre
todo en la contemplación, llegamos a veces a experimentar la presencia palpable de Dios como un
regalo inmerecido de su gracia.
El Padrenuestro:

Ángeles cantores

Jan Van Eyck

Gante (Bélgica)

· Es la única oración que Jesús enseñó a sus discípulos.

· Consiste en siete peticiones.

· El Padrenuestro es “la más perfecta de todas las oraciones” (santo Tomás de Aquino) y es el
“resumen de todo el evangelio” (Tertuliano).

· Podemos llamar a Dios ‘padre’ porque así nos lo ha enseñado Jesús y decimos ‘nuestro’
sintiéndonos hermanos de los demás con los que formamos un mismo cuerpo.

· ‘Santificar el nombre de Dios’ significa hacer justicia a su realidad.

· La petición “venga tu reino” significa que la soberanía de Dios se instale definitivamente en


nuestro mundo.

· Cuando decimos “hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”, pedimos que se
cumpla universalmente la voluntad de Dios, que la tierra sea cielo.

· Pedir el ‘pan nuestro de cada día” significa saber que todo viene de Dios y esperar de él lo
bienes materiales y espirituales necesarios, comprometiéndonos en la lucha por la justicia para
que todos tengan lo necesario para una vida digna.

· Buscar e perdón de Dios y otorgarlo a los demás van juntos; eso es lo que reconocemos
cuando decimos “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden”.

· Cuando pedimos ‘no caer en la tentación’, le pedimos a Dios que no nos deje indefensos
ante el poder de la tentación. Confiamos en su ayuda en la hora de la prueba.

· Cuando decimos “líbranos del mal” nos referimos a Satanás, el tentador, el ‘príncipe de este
mundo’.

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