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Por otra parte, nos interesaba observar las condiciones de vida de las personas
involucradas en estos programas (tanto quienes aprenden como quienes enseñan) así
como sus contextos y prácticas cotidianas de lectura y escritura. De este modo, la
observación de clases y la interacción con las personas se complementaron a menudo con
visitas a sus hogares o lugares de trabajo, recorridos por la comunidad local o el barrio,
plazas, mercados, iglesias, bibliotecas, escuelas, centros de salud, tiendas, restaurantes,
espacios deportivos, paradas de ómnibus, cafés Internet, cybercafes o telecentros, etc.
Defendemos por ello que la alfabetización debe ser funcional para ser considerada tal, y
cuestionamos la tradicional diferenciación entre alfabetización a secas y alfabetización
funcional.
(f) las necesidades y los medios para leer y escribir cambian a lo largo del tiempo y en el
tiempo de vida de una persona concreta, y
Excluidos
Las personas analfabetas han sido excluidas y/o expulsadas del sistema escolar y negadas
en su derecho a la educación, principalmente debido a las limitaciones materiales
impuestas por la pobreza, no debido a la ignorancia o la falta de aprecio por la educación
tradicionalmente atribuidas a los pobres. La evidencia, tanto regional como internacional,
indica que los pobres valoran la educación y están dispuestos a hacer enormes sacrificios a
fin de lograrla para sus hijos y para ellos mismos, a pesar de los costos, las distancias, y la
mala calidad educativa que generalmente se les ofrece.
Dentro y fuera del sistema escolar, las etiquetas “repetición”, “deserción” y “fracaso”
estigmatizan a quienes se les niega en verdad el derecho a oportunidades educativas
adecuadas a sus necesidades y realidades. A los pobres les toca por lo general las peores
condiciones para aprender, en lugar de las mejores, como debería ser, a fin de compensar
su condición de desventaja. Equidad implica no sólo asegurar segundas oportunidades
remediales sino dar vuelta todo este esquema que refuerza la inequidad en lugar de
paliarla.
En todo el mundo, el analfabetismo coincide con la pobreza. Los países más pobres – o
con la peor distribución de la riqueza y del ingreso – tienen las tasas más altas de
analfabetismo. El analfabetismo afecta por lo general a los sectores y grupos en mayor
situación de desventaja: zonas rurales y apartadas, mujeres, grupos indígenas, personas
mayores. La inequidad educativa se extiende al conjunto del sistema escolar dado que
entre los pobres encontramos también los niveles más bajos de terminación de estudios,
con una tendencia que se exacerba a medida que avanzan los niveles (OREALC 2007; EPT
2008). De ahí la necesidad de encarar la eliminación de la pobreza como un requisito
esencial para asegurar el derecho a la alfabetización y a la educación en sentido amplio.