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República Bolivariana de Venezuela

Profesor:

Caminero Dicentes:

Benjamín Bastardo

Yemes Luis

Abreu Javier

Tucupita 18/10/2019

Índice:

Introducción……………………………………………………………………………………………………………….02

Reseña Histórica de Seguridad en Venezuela……………………………...................................04


Antecedentes de la seguridad en la modernidad………………………………….……………..….…05

Siglos XVI y primeras décadas del siglo XX…………………………………………………………….…..06

La doctrina de la seguridad nacional occidental………………………….………..…………………..07

Seguridad ciudadana no es orden público…………………………………………..……………..........09

Conclusión………………………………………………………………………………………………………………...11

Anexo…………………………………………………………………………………………………………..…………...12

Bibliografía………………………………………………………………………………………………………………..13

Introducción:

Con la creación y publicación del Reglamento Orgánico del Ministerio del


Poder Popular para las Relaciones de Interiores y Justicia el 09 de junio de
2009, publicado en gaceta oficial 39.196; en su artículo 24 se establece que la
Dirección se adscribe a la Viceministerio de Prevención y seguridad
Ciudadana; en este sentido se establece en el artículo 25 numeral 7, 8 y 9 las
competencias del Viceministerio que inciden directamente en la Dirección
General de Prevención del Delito.

1).Reseña Histórica de Seguridad en Venezuela

El 19 de octubre de 1951, la Junta de Gobierno presidida por el General


Marcos Pérez Jiménez, bajo el decreto n° 323 publicado en la Gaceta Oficial
(en adelante GO) n° 23.660; fija la creación de una Comisión para la
Prevención de la Delincuencia, la cual estaría adscrita al Ministerio de
Justicia. Esta comisión, tenía como su principal objetivo el estudio de las
causas de la criminalidad en diferentes regiones del país, con el propósito
de proponer al gobierno la implementación de acciones para prevenirlas,
disminuirlas o contrarrestarlas.
El siguiente paso que dio inicio a la Dirección General de Prevención del
Delito (en adelante DGPD), ocurre en el primer mandato de Rafael Caldera,
cuando se le da a la Comisión para la Prevención de la Delincuencia el
carácter de Dirección, bajo decreto n°240 publicada en GO n° 29.143 de
fecha 11 de febrero de 1970, contando entre sus atribuciones; la orientación
de las investigaciones para obtener un diagnóstico sobre las actitudes
sociales y los hechos sociales concurrentes a la génesis del acto criminal, así
como otro tipo de componentes de situaciones delincuenciales; la evaluación
de investigaciones criminológicas para establecer un plan de profilaxis social
con el fin de disminuir la incidencia delictiva en el país; la formación del
personal adecuado para aplicar medidas inherentes a la prevención; la
realización de campañas de orientación de la colectividad para obtener su
colaboración en la prevención del delito; la centralización, confección y
publicación de estadísticas y tablas de pronósticos de criminalidad; la
elaboración de proyectos de leyes, de reglamentos y de normas o
procedimientos relacionados con la política antidelictiva; el estudio y
coordinación de todo lo referente a la asistencia del Gobierno de Venezuela a
eventos nacionales o internacionales relacionados con la etiología y
prevención del delito; La aplicación de medidas de profilaxis social; la
coordinación de los planes oficiales relacionados con la prevención del delito
y las demás que le señalen las leyes y reglamentos.
En el año 1983, a través de la proclamación del reglamento interno del
Ministerio de Justicia según GO Extraordinaria n° 3.221, de fecha 14 de julio
de 1983, se adscribe a la Dirección General Sectorial de Servicios
Administrativos; ratificando con esta decisión su carácter de dirección
teniendo como sus funciones; formular, coordinar y evaluar políticas y
programas relacionados con la prevención del delito; Promover y ejecutar la
política del Estado en materia de investigación del fenómeno delictivo;
Promover la formación del personal para el desarrollo de los planes y
programas de prevención del delito; la promoción de la participación de la
comunidad en los programas de prevención del delito; mantener en forma
permanente el sistema de información del fenómeno delictivo, para la
elaboración de las estadísticas y tablas de pronósticos sobre la criminalidad;
estudiar, en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores, todo lo
referente a la asistencia del Gobierno de Venezuela a reuniones nacionales e
internacionales relacionadas con la etiología y la prevención del delito;
Promover la ejecución de programas destinados a incorporar a los miembros
y organizaciones de la comunidad, y en especial al sector juvenil, a labores de
desarrollo y prevención social dentro de la comunidad; Elaborar el respectivo
informe anual de sus actividades para la presentación de la Memoria y
Cuenta del Despacho.
En el año 1999, ocurre la fusión entre el para entonces Ministerio de Justicia
y el Ministerio de Relaciones Interiores; en esta fusión se ratifica una vez más
a la institución como Dirección General. Para el año 2005, la Dirección es
designada como autoridad central en materia de Trata según Gaceta Oficial
nº 38.140 de fecha 04 de marzo de 2005; confiriéndole con esto otras
funciones operativas a la dirección; entre las cuales se encuentran; elaborar,
coordinar y ejecutar medidas preventivas y de cooperación previstas en el
articulo 9 del protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de
personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la Convención
de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
Para el año 2008, Con la creación del Plan Nacional para la Protección
Prevención y Atención en Periodos Festivos de Asueto y Vacacionales; se
produce la interacción interministerial unificando esfuerzos para la
prevención en materia riesgos y desastres e información y resguardo de los
ciudadanos durante estos periodos festivos. Entre los ministerios que se
encuentran participando en este plan se encuentran; el Ministerio del Poder
Popular para la Defensa, Salud, Mintic, Mintur, Mippam, Minep, Finanzas,
Mincit, Cultura, Ambiente, Industrias medias y Comercio, Educación,
Planificación y Desarrollo, Trabajo y Seguridad Social.
Con la creación y publicación del Reglamento Orgánico del Ministerio del
Poder Popular para las Relaciones de Interiores y Justicia el 09 de junio de
2009, publicado en gaceta oficial 39.196; en su artículo 24 se establece que la
Dirección se adscribe a la Viceministerio de Prevención y seguridad
Ciudadana; en este sentido se establece en el artículo 25 numeral 7, 8 y 9 las
competencias del Viceministerio que inciden directamente en la Dirección
General de Prevención del Delito.
El 10 de julio de 2012, se promulgó en GO n° 39.961 la Gran Misión A Toda
Vida Venezuela bajo decreto presidencial n° 9.086, en el cual se crea un plan
nacional interinstitucional de seguridad y prevención social, donde se plantea
garantizar la seguridad y la convivencia pacífica y solidaria; en este plan con
rango de política de estado se muestran seis vértices, los cuales se
complementan para garantizar la suprema felicidad social a través de la
seguridad ciudadana, la DGPD se encuentra participando activamente en dos
(2) vértices, a saber: 1. Prevención Integral y convivencia Solidaria; 6.
Creación y socialización de conocimiento para la convivencia y Seguridad
Ciudadana.

2)-.antecedentes de la seguridad en la modernidad

La Edad Moderna es el tercero de los periodos históricos en los que se divide


convencionalmente la historia universal, comprendido entre el siglo XV y el
XVIII. Cronológicamente alberga un periodo cuyo inicio puede fijarse en la
caída de Constantinopla (1453) o en el descubrimiento de América (1492), y
cuyo final puede situarse en la Revolución francesa (1789) o en el fin de la
década previa, tras la independencia de los Estados Unidos (1776).nota 1 En
esta convención, la Edad Moderna se corresponde al período en que se
destacan los valores de la modernidad (el progreso, la comunicación, la
razón) frente al período anterior, la Edad Media, que es generalmente
identificado como una edad aislada e intelectualmente oscura. El espíritu de
la Edad Moderna buscaría su referente en un pasado anterior, la Edad
Antigua identificada como Época Clásica.

Tras pasar el tiempo,la alicia se ha ido haciendo mas mejor , que desde el
siglo XX se suele añadir una cuarta edad, denominada como Edad
Contemporánea, en la cual no solo no se aparta, sino que también se
intensifica extraordinariamente la tendencia a la modernización, ya que sus
características sensiblemente diferentes, fundamentalmente porque significa
el momento de éxito y desarrollo espectacular de las fuerzas económicas y
sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando lentamente: el
capitalismo y la burguesía; y las entidades políticas que lo hacen de forma
paralela: la nación y el Estado.

En la Edad Moderna se encontraron los dos "mundos" que habían


permanecido casi absolutamente aislados desde la Prehistoria: el Nuevo
Mundo (América) y el Viejo Mundo (Eurasia y África). Cuando se consolidó la
exploración europea de Australia se habla de Novísimo Mundo.
En su tiempo se consideró que la Edad Moderna era una división del tiempo
histórico de alcance mundial, pero a 2017 suele acusarse a esa perspectiva de
eurocéntrica (ver Historia e Historiografía), con lo que su alcance se
restringiría a la historia de la Civilización Occidental, o incluso únicamente de
Europa. No obstante, hay que tener en cuenta que coincide con la Era de los
descubrimientos y el surgimiento de la primera economía-mundo.nota 3 Desde
un punto de vista todavía más restrictivo, únicamente en algunas monarquías
de Europa Occidental se identificaría con el período y la formación social
histórica que se denomina Antiguo Régimen

Localización en el tiempo

La fecha de inicio más aceptada por los historiadores es en la cual ocurrió la


toma de Constantinopla y caída definitiva de todo vestigio de la antigüedad,
esta ciudad fue destruida y tomada por los otomanos en el año 1453 –
coincidente en el tiempo con el comienzo del uso masivo de la imprenta de
tipos móviles y el desarrollo del Humanismo y el Renacimiento, procesos que
se dieron en parte gracias a la llegada a Italia de exiliados bizantinos y textos
clásicos griegos–). Tradicionalmente también se toma el Descubrimiento de
América (1492) porque está considerado como uno de los hitos más

Significativos de la historia de la humanidad, el inicio de la globalización y en


su época una completa revolución.

3)-.Siglos XVI y primeras décadas del siglo XX.

En cuanto a su final, algunos historiadores anglosajones defienden que no se


ha producido y que todavía estamos en la Edad Moderna (identificando al
periodo comprendido entre los siglos XV al XVIII como Early Modern Times –
temprana edad moderna– y considerando los siglos XIX, XX y XXI como el
objeto central de estudio de la Modern Historie), mientras que las
historiografías más influidas por la francesa denominan el periodo posterior a
la Revolución francesa (1789) como Edad Contemporánea. Como hito de
separación también se han propuesto otros hechos: la independencia de los
Estados Unidos (1776), la Guerra de Independencia Española (1808) o las
guerras de independencia hispanoamericanas (1809-1824). Como suele
suceder, estas fechas o hitos son meramente indicativos, ya que no hubo un
paso brusco de las características de un período histórico a otro, sino una
transición gradual y por etapas, aunque la coincidencia de cambios bruscos,
violentos y decisivos en las décadas finales del siglo XVIII y primeras del XIX
también permite hablar de la Era de la Revolución.nota 5 Por eso, deben
tomarse todas estas fechas con un criterio más bien pedagógico. La edad
moderna transcurre más o menos desde mediados del siglo XV a finales del
siglo XVIII.

El Taj Mahal, prueba tanto de la pervivencia de civilizaciones distintas a la


europea como de la gran comunicación que se había producido a nivel
mundial: su bellísima estética integra elementos de orígenes asiáticos
islámicos, hindúes, árabes, persas, turcos e incluso europeos (aunque la
intervención de arquitectos italianos parece que se ha demostrado falsa)

La Edad Moderna suele secuenciarse por sus siglos, pero en general los
historiadores la han definido como una sucesión cíclica, que algunos han
intentado identificar con ciclos económicos similares a los descritos por
Clement Juglar y Nikolái Kondrátiev, pero más amplios, con fases A de
expansión y B de recesión secular.

Los señores Andrés (1748) posan displicentemente para Thomas


Gainsborough ante su campo de trigo. La revolución agrícola ya se estaba
produciendo, y la industrial la sigue. En Inglaterra, los comerciantes y
financieros de la city londinense, la gentry rural y los primeros industriales
fabriles no tenían idénticos intereses de clase, pero son claramente aspectos
de una misma clase dominante, que pueden denominarse como burguesía
(categorizado por Carlos Marx como la propietaria de los medios de
producción), y que puede identificarse con más claridad si se observa a quién
representa el Parlamento a través de las sucesivas reformas electorales que
perfeccionan el sistema político de la Monarquía Parlamentaria; a excepción
de la parte que no integrará: las Trece Colonias norteamericanas.
Adopción de modelos iconográficos europeos (los ángeles eran muy
venerados en la corte de los Habsburgo) que se reinterpretan desde una
sensibilidad estética indígena.

4) _LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL OCCIDENTAL

La Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) fue una doctrina militar surgida


en el contexto del conflicto entre EE-UU y la URSS [1], llamado Guerra
Fría[2], en condiciones de paridad de armamento nuclear de las dos
potencias, y fue aplicada en los países del Tercer Mundo[3] que estaban
bajo la influencia estadounidense.

Los EEUU y sus aliados militares en la OTAN[4], tenían la responsabilidad


de mantener el equilibrio frente al poderío de la URSS y sus alianzas.
Asignaba a los gobiernos de los países periféricos que formaban parte del
bloque capitalista la obligación de evitar que el “peligro comunista” o la
“subversión” ganaran terrenos.

En Argentina, después de 1955, los jefes de la “Revolución Libertadora”


decidieron abandonar la DOCTRINA DE LA DEFENSA NACIONAL vigente
durante el peronismo según el concepto clásico de “nación en armas” que
consideraba como hipótesis de guerra la provocada por el enemigo externo.
La nueva doctrina aceptaba la integración de las Fuerzas Armadas
nacionales en los dispositivos internacionales de defensa creados por los
EEUU que tenía como hipótesis de conflicto los provocados por un
“enemigo interno”. Las fuerzas militares controlarían las FRONTERAS
IDEOLÓGICAS, vigilarían las actividades políticas de la ciudadanía
reprimiendo las manifestaciones políticas “subversivas”. También avanzaba
el control sobre la sociedad civil y la esfera de la vida privada.

Aunque el blanco principal declarado por la doctrina de seguridad nacional


era el comunismo, las actividades represivas apuntaban a los sectores que
pudiesen intentar manifestar su descontento con el gobierno, así como
quienes desafiaran los valores morales y culturales que debían primar en
una sociedad occidental y cristiana.
Para la Doctrina de la defensa nacional, la autosuficiencia económica del
país era un objetivo estratégico. En la década del 40, las Fuerzas Armadas
consideraron que para alcanzar ese objetivo, los gobiernos debían proteger
la industria nacional, garantizar las necesidades estratégicas de
abastecimiento y asegurar el control nacional sobre el sistema de
decisiones globales en la economía. Esto significa que el Estado adquiere un
papel protagónico en la esfera económica y productiva del país y que
decide soberanamente sus lineamientos económicos, por encima de las
“sugerencias” externas. El prototipo de este tipo de políticas fue el modelo
peronista que gobernó al país entre 1946 y 1952 y también el gobierno de
facto que lo antecedió (1943/1946).

En la década de 1960, la adopción de las Fuerzas Armadas de la doctrina de


la seguridad nacional, modificó sustancialmente las ideas de la mayoría de
los militares sobre la relación que debía existir entre defensa, seguridad y
desarrollo. El nuevo concepto de “nación” estaba subordinado estratégica y
económicamente a los EEUU. Fue así que la cuestión del control nacional
sobre las decisiones económicas pasó a un segundo plano. No importaba ya
quién dirigía el desarrollo, lo importante era lograr que la nación se
modernizara (en Argentina corresponde a las presidencias de la
“Revolución Libertadora” (1955/1958), del desarrollismo (1958/1963) y de
la “Revolución Argentina” (1966/1973).

[2] Se denomina Guerra Fría al enfrentamiento que tuvo lugar durante el


siglo XX, desde 1945 (fin de la 2ª Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS y
la caída del comunismo (entre 1989, con la caída del Muro de Berlín, y 1991
cuando se produjo un golpe de Estado en la URSS), entre los bloques
occidental-capitalista, liderado por EEUU, y oriental-comunista, liderado
por la URSS.

Este enfrentamiento tuvo lugar a los niveles político, ideológico,


económico, tecnológico, militar e informativo. Debido a que ninguno de los
dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro, se denominó a
este conflicto “guerra fría”. Ambas potencias se limitaron a actuar como
“ejes” influyentes de poder en el contexto internacional, y a la cooperación
económica y militar con los países aliados o satélites de uno de los bloques
contra los del otro.

[3] El término tercer mundo fue acuñado por el economista francés Alfred
Sauvy en 1952, haciendo un paralelismo con el término francés tercer
Estado, para designar a los países que no pertenecían a ninguno de los dos
bloques que estaban enfrentados en la Guerra Fría. La referencia era para
los países de Asia, África y América Latina. Actualmente, de manera
anacrónica (el “segundo mundo” del “bloque socialista” ha desaparecido
como concepto), el término se utiliza, de manera poco precisa, para
referirse a los países poco avanzados tecnológicamente, con economía
dependiente de la exportación de productos agrícolas y materias primas,
altas tasas de analfabetismo, crecimiento demográfico galopante y gran
inestabilidad política. También son llamados “periféricos”,
“subdesarrollados” o “en vías de desarrollo”, en contraste con los países
desarrollados.

[4] OTAN, sigla que significa ORGANIZACIÓN DEL TRATADO DEL ATLÁNTICO
NORTE (NATO en inglés). Dicho tratado se concretó en Washington 4 de
Abril de 1949.

4)-. Seguridad ciudadana no es orden público

Las decisiones del Gobierno de la nación sí han venido a aumentar la


inseguridad ante el empleo, la justicia, la salud o la educación

Todo Estado democrático está obligado a mantener unos niveles aceptables


de seguridad para que sea posible el ejercicio de los derechos y las libertades
individuales. Así lo reconoce nuestra Constitución que encomienda al
gobierno la protección de estos dos valores esenciales para la convivencia.

Esta doble misión, la protección de los derechos y la garantía de la seguridad


imprescindible para su libre ejercicio, puede resultar aparentemente
paradójica, ya que para proteger la seguridad de las vías y espacios públicos
resulta a veces necesario condicionar, puntual y excepcionalmente, el
ejercicio de los derechos de los ciudadanos. Por eso las acciones del Gobierno
dirigidas a garantizar la seguridad han de tener un claro anclaje
constitucional y unos límites concretos, además de unos presupuestos
precisos. El primero es que nunca podrán vulnerar el contenido esencial de
los derechos fundamentales y libertades públicas de los ciudadanos
consagrados por la Constitución, pues la seguridad es una condición
necesaria para el ejercicio de derechos y libertades y nunca un fin en sí
mismo. En segundo lugar, las potestades de policía limitadoras de los
derechos de los ciudadanos deben estar previstas, con claridad y concreción,
por la ley, pues de otra manera se estaría abriendo las puertas a la
arbitrariedad. Su efectividad no puede depender de la interpretación que
haga la Administración de conceptos jurídicos indeterminados, como las
"razones de orden público" o la "razón de Estado", que sirvieron en tiempos
pasados para limitar derechos.

Desde estas claves esenciales, propias de cualquier sistema democrático de


Derecho, la propuesta que se ha hecho de modificación de la Ley de
Seguridad Ciudadana, supone una regresión histórica más propia de un
Estado autoritario que de una democracia avanzada.

La proyectada reforma de la ley parte de un error conceptual de base, y es


volver al viejo concepto indeterminado de orden público, predemocrático y
propio de la dictadura, aunque, eso sí, lo pretenda amparar formalmente
bajo el nombre de seguridad ciudadana. Orden público y seguridad
ciudadana son conceptos distintos; tan diferentes son, que bien podría
decirse que son los que marcan la frontera que separa y permite distinguir
entre un Estado autoritario y un Estado democrático.

La seguridad ciudadana no es un concepto metajurídico, cifrado en "el


normal funcionamiento de las instituciones públicas y privadas", como
señalaba la vieja Ley de Orden Público de 1959. La seguridad ciudadana es la
ausencia de violencia y de actos delictivos que permita a los ciudadanos
ejercer sus libertades. Se dirige, pues, a potenciar y mantener las condiciones
materiales necesarias para garantizar la paz en la vida pública de los
ciudadanos. Cuando, en aras de una pretendida seguridad, se confiere a la
Administración la potestad discrecional de limitar derechos, no solo se está
cercenando la libertad sino que, paradójicamente también, se está
aumentando la inseguridad al someter al control y las veleidades de la
autoridad administrativa el efectivo ejercicio de nuestros derechos. Por eso
con la anunciada reforma no cabe hablar de una ley de seguridad ciudadana
sino de orden público. No se trata de fortalecer la paz social, sino, como se
nos dice, de garantizar la tranquilidad que, como sentimiento, puede derivar
de las convicciones, creencias o vivencias individuales, incluso, sin ninguna
base real. Además, la invocación a la tranquilidad de las calles tiene un claro
tufo al viejo aforismo de la Dictadura: "tranquilidad viene de tranca".

Por otro lado, el proyecto, en clara coherencia con su objetivo de limitarse a


velar por el orden público, establece límites tan imprecisos al lícito ejercicio
de ciertos derechos y libertades, como los de reunión y manifestación, que
los deja vacíos de su contenido esencial, vulnerando claramente la seguridad
jurídica. Nos dice que se pretenden sancionar las “alteraciones” o “la
perturbación grave o muy grave de la seguridad ciudadana”, sin concretar de
qué tipo de conductas se trata, ni cómo se mide la gravedad. De esta manera
se invoca la seguridad ciudadana como un concepto indeterminado que
permite cualquier interpretación o extensión: desde considerar que atenta a
la seguridad ciudadana la ocupación de parte de un espacio público para
celebrar un espectáculo artístico, hasta la reunión en él de varias personas
que simplemente dificulten el tránsito a otras personas. Lo mismo sucede, al
considerar infracción muy grave la asistencia a cualquier reunión o
manifestación “con fines coactivos”, pues lo que se sanciona no es el hecho
de llevar a cabo cualquier tipo de coacción, sino simplemente de reunirse con
esa finalidad y, entonces, ¿cómo apreciar esa finalidad coactiva de una
reunión, que obviamente estará convocada no para hacer daño o coaccionar
sino para protestar?

Esa falta de claridad y precisión coloca a los ciudadanos en la más absoluta


inseguridad jurídica, al albur de las más amplias apreciaciones que hagan las
autoridades administrativas en cada caso. Se trataría, no tanto de garantizar
el ejercicio de derechos, como de amedrentar a los ciudadanos para
inmovilizarlos e impedir que protesten y manifiesten sus desacuerdos.

Proyecto de reforma, resulta evidente su carácter coyuntural y que se han


tenido en cuenta acontecimientos recientes para llevar a una ley, que
debería ser garantista, limitaciones permanentes de derechos
fundamentales. Parecería que el legislador tiene como único propósito
evidente de la reforma imponer la ley del silencio y del miedo.

Soy occidental. Un musulmán europeo, formado en el pensamiento filosófico


de la modernidad, lector de Nietzsche, Batalle, Foucault, Agamben… Mi
visión sobre Occidente es crítica. Me gustaría pensar que por ello es
plenamente occidental. Y precisamente por ese mismo motivo, no coincide
en nada con el discurso del poder, al cual considera como mera propaganda
legitimadora de un estado de cosas profundamente destructivo. Partimos
pues de una distinción: aquello que mencionamos como ideología dominante
no puede ser confundido con el discurso oficial dominante. Pero existe una
relación orgánica entre ambos: el uno ha sido generado como cobertura del
segundo.

El discurso oficial nos habla de democracia, derechos humanos, libertad de


expresión y de conciencia, igualdad de género… Según este discurso, los
estados occidentales serían la plasmación de estos "valores superiores”, y esa
sería su razón de ser, aquello que los distinguiría de los no-occidentales. Y si
determinados países aceptan estos valores, se dice que se han
occidentalizado. Desde una postura crítica, diremos que este discurso
institucional no es sino un embellecimiento de la verdadera ideología que
vertebra las vidas de los individuos en occidente y que marca su modo de
relacionarse con otras sociedades. Nadie dice que gobierna para obtener
beneficios o por afán supremacista. Se dice que se gobierna por amor al
prójimo, en nombre de la soberanía popular. Nadie dice que invade o
bombardea países extranjeros para controlar sus recursos naturales. Se habla
pues de defensa de las libertades o ayuda humanitaria. Bellas ideas que se
dan en un marco anterior a ellas, que las limita y utiliza.

Algunos estudiosos de la Grecia clásica han llegado a la conclusión de que


muchas de las ideas que dominaban en dicha sociedad ni siquiera eran
mencionadas, pues constituían un marco, una superestructura. Recordamos
una expresión de Comford: “la filosofía no escrita de nuestro tiempo”. Otro
helenista, Gilbert Murray, nos habla de la existencia de un “conglomerado
heredado”, del cual los sujetos no pueden escapar. También podríamos
evocar el concepto de ideología, tal y como fue analizado por Althusser,
como una estructura inconsciente que refleja al individuo y le permite ser un
yo inserto en una masa. En este sentido, afirmamos que la democracia, los
derechos humanos, la libertad de expresión y de conciencia, la igualdad de
género… no son más que mitos al servicio de la ideología verdaderamente
dominante, y esta es canalizada a través de la forma Estado. Se comprende
que Althusser calificase como Aparatos Ideológicos del Estado a aquellos
mecanismos a través de los cuales el discurso oficial dominante se divulga,
evitando en todo momento el pensamiento crítico.

Esta ideología no escrita es ejercida a través de las instituciones (la religión, la


academia, el aparato judicial, el aparato político, los medios de comunicación
y la cultura), y es el paradigma frente al cual todo individuo debe situarse.
Para Althusser la ideología es a-histórica. Es la relación fantástica (mental) de
los sujetos con sus relaciones sociales. La ideología dominante es un reflejo
de algo anterior a ella, de algo que está fuera de la conciencia, en la vida
material de la sociedad. Para los marxistas esta ideología es la de la
burguesía. Pero en realidad el marxismo también es un producto de la
ideología dominante.

¿Cuáles serían las ideas dominantes en nuestra sociedad, y qué están en el


fondo de nuestro comportamiento colectivo? Sin ánimo de agotar el tema,
apuntaré algunas, señaladas por pensadores clave de las últimas décadas. No
aquellos pensadores presentados como iconos por el sistema, sino de
aquellos pensadores que nos han ayudado a comprender el funcionamiento
interno de nuestra sociedad. Es decir, por los pensadores que han ejercido su
cometido de pensar críticamente, más allá del control del poder de turno.

Conclusión:
Se puede decir que a medida que la historia se a implementado también se
han desarrollado nuevas y eficientes maneras de proteger al ciudadano
usando distintas tácticas como son:

 El orden público ejercido por distintos entes judiciales y militares


 Grupos tácticos de investigación
 El uso indicado de la fuerza
 Etc.
Anexo:
Bibliografía:

Manual de matemáticas (1985) Tsipkin, Editorial Mir, Moscú, traducción


de Shapovalova; pg. 86

Anglin, W. S. (1991). Mathematics: A concise history and philosophy.


Springer. ISBN 3-540-94280-7.

Dantzig, Tobias (1955). The Bequest of the Greeks. London: Unwin


Brothers LTD. 3982581.

Stillwell, John (1989). Mathematics and its History. Springer-Verlag.


ISBN 3-540-96981-0. 19269766.

Haaser y otros, Kudiatsev; Bartle y otro, siguen

"El concepto de número de Número" (1973) César Trejo. La propuesta es


de D. Hilbert que apareció en su célebre artículo en 1900: Über die
Zahlbegriff pp. 82 y 83

Kudriátsev: Análisis matemático, Editorial Mir Moscú, época de la URSS


Zamansky. Introducción al álgebra y análisis moderno. Montaner y
Simon, Barcelona

Haaser y otros: Análisi matemático I

Aplíquese la definición de logaritmo

Courant:

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