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4- DESIGUALDADES ESPACIALES.
5- DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN
7- BIBLIOGRAFÍA.
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©OPOSICIONGH, 2001-2005. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
Tema 6: La población mundial: modelos demográficos y desigualdades espaciales.
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que exista un prolongado período sin ningún obstáculo a la natalidad, por lo que sus previsiones
eran parcialmente erróneas: su generación no tardó 25 años en duplicarse, sino 150. Además, no
tuvo en cuenta la importancia sobre el incremento de recursos que tuvo la Revolución industrial.
Malthus propuso como solución limitar los matrimonios entre personas pobres y la continencia
sexual, mientras que los malthusianistas predican otras soluciones contraceptivas.
En cuanto a los factores determinantes en las tasas de mortalidad, en primer lugar es
preciso advertir que del total de muertes sucedidas en el ciclo demográfico antiguo o natural, un
porcentaje bajo (de aproximadamente un 6-7%) es consecuencia de malformaciones congénitas
inevitables, un porcentaje superior (un 10-15%) es debido a patologías severas (desde el punto
de vista de nuestra técnica médica actual: cáncer, leucosis, etc.), mientras un porcentaje muy
elevado (hasta el 50%) es debido a enfermedades infectocontagiosas y epidérmicas fáciles de
solucionar (vacunas y antibióticos), mientras que el resto de las muertes se produce por causas
variables. Los porcentajes de mortalidad nos hablan del nivel de progreso de un espacio
geográfico: una reducción a niveles del 20 por mil en nuestros días significaría un país en el que
apenas sí se ha evitado otra cosa que la mortalidad epidémica e infectocontagiosa.
Por otro lado es preciso tener en cuenta que países envejecidos tienden a tener unas tasas
de mortalidad proporcionalmente mayores que otro país de nivel social y médico similar o
incluso menor pero con una población más joven.
También es preciso tener en cuenta que la sobremortalidad masculina en todos los
tramos de edad tiende a compensar el mayor nacimiento de niños que de niñas.
Los países e incluso zonas urbanas (como ha estudiado A. Sauvy en su "Teorie de la
Population") con mayor índice de pobreza presentan mayores tasas de mortalidad, por
condicionantes en la dieta, actividades laborales de mayor desgaste biológico, menor incidencia
de la profilaxis y medicina, menor cultura dietética, etc. También puede hablarse de una mayor
mortalidad correspondiente a los niveles de alto desarrollo debida a enfermedades específicas
como infartos, arteriosclerosis, etc.
La tasa bruta de mortalidad en el pasado alcanzaba normalmente valores en torno al 30
por mil; en períodos de hambres, carestías, pestes, guerras, se llegaba a doblar la tasa anterior.
Durante la segunda mitad del siglo XIX en los países avanzados las tasas de mortalidad
empezaron a descender por debajo del 30 por mil como consecuencia de las mejoras
alimentarias y de los avances médicos e higiénicos. Los antibióticos, la quimioterapia y la
cirugía supusieron que la mortalidad descendiese por debajo del 20 por mil antes de la II Guerra
Mundial, y por debajo del 10 por mil a partir de 1950. El descenso acusado de la mortalidad es
lo que marca la auténtica revolución demográfica, al quedar reducida su tasa a menos de un
tercio de lo que era hace un siglo. Así por ejemplo, en España en 1901 era de un 28 por mil y en
1980 se redujo a un 8 por mil (elevándose algo en nuestros días por el carácter de población
envejecida.
La tasa de mortalidad infantil se ha reducido en los países más avanzados aún más
rápidamente que la tasa bruta: en el siglo XIX superaba en Europa el 200 por mil, mientras hoy
se encuentra en los países desarrollados por debajo del 10 por mil, muy cercano por tanto a las
tasas biológicas de malformaciones inevitables. De 1940 a 1970 en el conjunto de los países
más desarrollados se pasó de 106 a 27 por mil, mientras en el Tercer Mundo se redujo del 230
por mil al 140 por mil. El período entre 1970 y nuestros días ha seguido mostrando esta
disparidad: mientras en los países desarrollados la reducción ha sido espectacular (hasta una
cuarta parte de la que existía hace menos de 30 años) en los países subdesarrollados el descenso
ha sido mucho menos acusado. Dicho en otros términos: la explosión demográfica no tiene que
ver tanto con la creación de unas condiciones médicas, sociales y de prosperidad general (propia
de las sociedades postindustriales o terciarizadas) como con la intervención en la faceta de la
mortalidad más acusada, como es la epidérmica. Señal, por tanto, de que el crecimiento
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4- Desigualdades espaciales.
El aspecto más demográfico en relación con la población es el de su localización y
distribución sobre la superficie terrestre, cuestión que viene condicionada por los movimientos
naturales y espaciales. En primer término, podríamos decir que la población se concentra entre
los paralelos 20º y 60º.
Pero existe una clara disimetría entre hemisferios: en el norte, se concentra una
población seis veces mayor que la del sur. Por otra parte, entre las latitudes 20º y 60º se
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encuentran algo más de 3.800 millones de habitantes, lo que explica el predominio del factor
climático como condicionante a los asentamientos. En definitiva, cuatro quintas partes de la
población se concentra en una quinta parte de la superficie continental.
El término "oikoumene" (o su vulgarización: "ecúmene"), introducido por Max Sorre,
expresa el medio físico apropiado para la vida permanente de los grupos humanos, por
oposición a las zonas inhabitables o anecúmene. Pero no se puede hablar de una delimitación
absoluta de dichas áreas: el hombre ha creado microclimas artificiales que hacen soportable la
vida en medios hostiles, si bien no albergan de forma continua asentamientos humanos. Pierre
George define el ecúmene como el conjunto de países e los cuales vive y se procrea la
población. Latitudinalmente, podríamos establecerlos en las zonas de frío polar: en el
hemisferio norte, el paralelo 78º es una clara frontera al ecúmene, pero ya a partir del 65º sólo
vive una población residual de lapones y esquimales que no suman más de un millón de
habitantes (poblaciones residuales paleoárticas, como lapones, esquimales, etc, en regresión por
la desestructuración social y económica que sufren -adscripción a la economía monetarizada-, o
de expediciones científicas, explotaciones petroleras o mineralícolas, etc.) En el hemisferio sur
la falta de tierras emergidas en las latitudes frías plantea el límite del ecúmene en Tierra de
Fuego, a unos 54º. La Antártida, con sus 12 millones de Km2, aparece desierta, excepción hecha
de expediciones de investigación. En conjunto, las tierra sometidas a clima polar ocupan 27
millones de Km2, lo que supone casi una quinta parte del suelo del planeta, acogiendo al 0,02%
de la población mundial.
También existen vacíos relacionados con la aridez: el desierto físico (cálido o frío)
coincide con el desierto humano. En el hemisferio norte los más importantes desiertos cálidos
son el Sahara, Arabia y Gobi, y en el sur Australia Occidental y Atacama. También existen
zonas de desierto frío en Siberia, el Labrador o la Patagonia. La escasez o nulidad de
precipitaciones se ve complementada como factor disuasorio con la gran amplitud térmica
diurna.
La otra de las grandes zonas despobladas del planeta la constituyen las grandes selvas
tropicales, como la Amazonia o el Congo. El clima, aunque agobiante para algunas razas
humanas, no es directamente responsable del desierto demográfico: bajo latitudes similares y
climas parecidos se encuentran grandes concentraciones humanas, como sucede en Java. Son
más bien las consecuencias del clima los factores detractores: enfermedades provocadas por la
abundancia de parásitos, insectos transmisores de paludismo, tripanosomiasis de la mosca tsé-
tsé, etc., además de la exhuberancia de la vegetación espontánea que dificulta la silvicultura y,
por contra, la fragilidad de los suelos en cuanto se elimina la cobertera natural.
"Islotes" no poblados dentro del ecúmene pueden encontrarse en zonas de gran altitud,
correspondientes a macizos montañosos. Evidentemente, a medida que nos acercamos desde las
zonas templadas hasta el Ecuador el oikúmene asciende más en altura (se compensa el excesivo
calor con el ascenso en altitud). En el Tíbet, la población más elevada supera los 4.500 metros y
el cultivo de cebada asciende hasta los 4.650. En los Andes peruanos los poblados pastoriles
llegan a 5.200 m. y los cultivos a 4.300. Pero en general puede decirse que las áreas superiores a
2.000 m. constituyen un factor de repulsión poblacional.
Por contra, los factores físicos que alientan la concentración humana son los siguientes:
- La población se asienta preferentemente en las llanuras: cuatro quintas partes de los habitantes
del planeta viven por debajo de los 500 m., y el 56% de la población mundial (según el polaco
Slaszewsky) vive a menos de 200 m. sobre el nivel del mar. Sin embargo, esta afirmación
debería interconectarse con las condiciones de cada de las áreas bioclimáticas: en las zonas
intertropicales la llanura costera no es factor de atracción de población, y las mayores
concentraciones humanas se encuentran a 1.000 m. de altitud, donde el clima se atempera.
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- Fertilidad del suelo: las grandes concentraciones humanas que soportan los deltas del Asia
monzónica, o la elevada densidad de la huerta de la Europa mediterránea tiene como una de sus
principales razones la existencia de suelo agrícolamente adecuado.
- Los recursos del subsuelo: en determinados casos, han servido para concentrar a la población
en las proximidades a los lugares de extracción. Pero hay que distinguir entre las distintas
fuentes energéticas y materias primas. Entre las primeras, el papel del carbón ha sido muy
distinto al de los hidrocarburos: fuente energética de la primera revolución industrial, ha sido el
carbón un factor de densificación importante en la cuenta del Ruhr, debido al elevado coste de
su transporte, que hace más asequible que sea el hierro el que se traslade hasta el pie de las
minas, donde se ubica la fábrica. En cambio, el petróleo, por sus menores costes relativos de
transporte se traslada en busca de la industria ya existente.
Pero los factores humanos juegan un papel más importante en la distribución de la
población. El medio geográfico ofrece unas posibilidades, que los grupos de hombres, insertos
en civilizaciones y dotados de unas técnicas, son capaces de adecuar y modificar en
determinado grado (según el desarrollo de la civilización) en beneficio propio. Las densidades
actuales de población no se entienden sin no se tienen en cuenta factores históricos, políticos y
socioeconómicos.
La antigüedad del poblamiento pueden explicarnos algunas máximas densidades
actuales tales como las del Extremo Oriente, o la de la Europa Occidental. En general el
contraste entre Eurasia y los demás continentes así parece confirmar la idea de que a mayor
antigüedad mayor densidad actual. Pero es preciso establecer excepciones, como el caso de
EE.UU., uno de los países de más tardío poblamiento.
La distribución de la población está también en función del nivel de desarrollo alcanzado
por un país. Los países subdesarrollados, no industrializados, cuentan con un mapa de mayores
concentraciones ligadas al uso agrícola, a la feracidad de los suelos, como sucede con el ámbito
de dominio de la civilización del arrozal en el Sudeste asiático: contraste entre los deltas
superpoblados y las montañas casi vacías. En los países industrializados, las máximas
concentraciones se producen no en los paisajes industriales y en los ámbitos urbanos.
En ocasiones, existe un tercer factor humano, como es la intervención directa del estado
en el mapa de densificación de un país. No sólo podríamos aducir el caso de los países
comunistas (donde el estado no tiene trabas para la creación de ciudades, movimientos masivos
de población hacia nuevas regiones agrícolas, mineralícolas o industriales), sino incluso en los
países de economía liberal, en los que el estado puede otorgar políticas de compensación
territorial, promoción indirecta de polos de desarrollo (como sucede en el caso español durante
los últimos tiempos del franquismo), creación de infraestructuras de explotación agraria
(pantanos, acequias...), y numerosas intervenciones que alteran las tendencias anteriores de
reparto poblacional, en su intento de vertebrar adecuadamente el suelo de una nación, optimizar
su uso y evitar los factores deseconómicos de la saturación. Las migraciones con carácter
político serían otro factor en juego: colonizaciones como las del oeste norteamericano,
asentamientos como el que origina la creación del estado de Israel, etc.
5- Distribución de la población.
La Tierra, con una densidad de población global de 35 habitantes por Km2, presenta
grande contrastes de poblamiento. Eurasia, con algo más de un tercio de las tierras emergidas,
cuenta con el 74% de la población global del plantea, con densidades muy elevadas (el doble de
la media mundial). África y América cuentan con densidades más o menos similares a la media
mundial, mientras Oceanía se encuentra prácticamente despoblada por el gran peso específico
que tiene el desierto australiano, mientras la Antártida se encuentra totalmente desierta.
Asia concentra aproximadamente el 60% de la población mundial, con una densidad
media cercana a los 70 habitantes por Km2 (el doble por tanto de la media mundial), mientras
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Europa es el segundo continente en cuanto a densidad de población, con unos 67 habitantes por
Km2. Por contra, África apenas alcanza densidades de 20 habitantes por Km 2, y América una
cifra inferior (16,5 habitantes por Km2, en tanto Oceanía apenas llega a 3,1.
Pero podemos distinguir áreas específicas con una mayor densificación poblacional:
- Asia oriental es el área más poblada del planeta. China y Japón alcanzan casi en 1995 los
1.400 millones de habitantes (cerca de una cuarta parte del total mundial). Zonas como Singapur
alcanzan densidades de casi 5.000 habitantes por Km2, y Macao alcanza 31.000. Estos
hormigueros humanos contrastan aún más con los desiertos del Thar o Tíbet.
- Asia continental, con la India, Pakistán y Bangladesh, alberga una población de más de 1.200
millones de habitantes (algo más de una quinta parte del total del planeta), con una elevada
densidad media, que en Bangladesh alcanza los 825 habitantes por Km2.
Además de estos dos grandes focos de población, coincidentes con la zona del Asia
monzónica y la civilización del arrozal y otras prácticas agrícolas intensivistas (excepción hecha
de la densamente industrializada y urbanizada Japón), en donde la población se asientan en los
cursos de los grandes ríos y especialmente en su fértiles deltas, existen otros focos de
densificación:
- Europa central y occidental, debido a una industria avanzada y fuertes índices de urbanización,
albergando casi a 400 millones de habitantes (103 habitantes por Km2). Países como el Reino
Unido y Alemania alcanzan densidades de 200 hab. por Km2.
- América del Norte, que debe su población a un alto desarrollo económico y a la inmigración.
En las costas este (y especialmente en la zona de los Grandes Lagos), sede de una megalópolis,
con una concentración de 135 millones de habitantes, y oeste (eje San Francisco-Los Ángeles),
con cerca de 40 millones, se alcanzan focos de altas densidades.
En África podría añadirse como área de densificación la situada en el zona tropical, en el
golfo de Guinea, con unos 150 millones de habitantes, mientras los desiertos de Kalahari y
Sahara ofrecen el extremo opuesto. El archipriélago de Indonesia y la costa brasileña (en
contraste con el vacío amazónico) y argentina (región del Río de la Plata, en constraste con el
vacío de la Patagonia) son otros espacios densamente poblados.
Puede decirse que la anterior disimetría entre un norte superpoblado y un sur
escasamente habitado va tendiendo a compensarse, por darse cifras de crecimiento vegetativo
mayores en el sur. En los primeros años del siglo XXI la población del sur superará a la del
norte.
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La composición por edades reviste mayor interés, dado que ayuda a explicar una serie de
cuestiones demográficas (natalidad, mortalidad, migraciones) y socioeconómicas (población
activa, cargas pasivas, etc.) En una consideración simplificada se suelen establecer tres grandes
grupos de edades: población infantil, adulta y senil. Los umbrales suelen establecerse
generalmente entre 0-19, 20-59, 60 y más años.
Para Veyret-Verener un país es joven cuando la relación entre población que pasa de los
60 años y la que no llega a 20 años es inferior a 0,4. Esta situación de población correspondiente
a una fuerte natalidad (o bien a la existencia de fenómenos de migración selectiva joven), y se
relaciona con pirámides de población con la base más ancha que los tramos intermedios,
llamándose pirámides progresivas. Una población joven en un país no superpoblado se traduce
en hechos positivos, como disponer de un potencial de trabajo para el futuro. Pero en países con
una presión sobre sus recursos implica una carga momentánea para la población activa y
productiva, déficits de alimentos, etc.
Un país se considera envejecido cuanto la división entre la población de más de 60 años
entre la de menos de 20 años es igual o superior a 0,5 años. Las personas con edad superior
superan entonces el 12% de población, mientras la población infantil disminuye: en la pirámide
de poblaciones el tramo inferior no supera a algunos de los anteriores, ensanchándose la
pirámide por su parte media, llamándose pirámides regresivas. Las causas del envejecimiento
pueden temporales, como emigración coyuntural o guerra, o constantes, correspondiendo a
sociedades desarrolladas, que tienden con el paso del tiempo a invertir la forma de la pirámide
(población envejecida), lo que indica la disminución de la población activa, la necesidad de
soportar cargas pasivas (excesivo número de jubilados), planteando una problemática
socioeconómica aún mayor a las de las poblaciones jóvenes.
En la actualidad nacen anualmente en el mundo unos 125 millones de habitantes, y mueren 55.
Pero las cuatro quintas partes de los nacimientos tienen lugar en los países subdesarrollados:
China y la India, pese a las políticas de control de natalidad, alcanzaron en el año 2010 1.332 y
1.138 millones (India superará a China en población en 1020), mientras América Latina y
África llegaron a superar los 650 millones y 800. EEUU tenía en 2011 306 millones de
habitantes, e Indonesia 228 millones.
Sus comportamientos demográficos aparecen bastante delimitados: América Latina y Asia
Meridional crecen entre un 2,8% (hasta 1985) y un 2,6% (hasta 1997, con un escaso descenso
hasta nuestros días), consecuencia de una tasa de mortalidad ya baja, y una natalidad que sólo a
medio plazo se reduce. Se prevé que en los primeros años del XXI su crecimiento descienda
hasta el 2%.
África representa una dinámica diferente: su natalidad no disminuirá hasta finales de siglo, lo
que supone un crecimiento medio de aproximadamente el 3% hasta principios del XXI, siglo en
el que experimentará el mayor índice continental de crecimiento demográfico.
Las previsiones a finales del siglo apuntan a una disminución global planetaria del 7-8 por mil,
y una reducción de la natalidad al 25 por mil.
Los problemas demográficos han sido objeto de tres conferencias de población convocadas por
la ONU en 1974 (en Bucarest), en 1984 (en México) y en 1994 (El Cairo). Generalmente esta
conferencias se han enfrentado a dos posturas: las de quienes insisten en el desequilibrio entre
población y recursos y defienden la puesta en práctica del control de natalidad, y la de los que
confían en que el avance tecnológico y un reparto más ajustado de los recursos permitiría
mantener el incremento de población, sin obligar a renunciar a creencia culturales y religiosas
profundamente arraigadas.
Los problemas demográficos han sido objeto de tres conferencias de población
convocadas por la ONU en 1974 (en Bucarest), en 1984 (en México) y en 1994 (El Cairo).
Generalmente esta conferencias se han enfrentado a dos posturas: las de quienes insisten en el
desequilibrio entre población y recursos y defienden la puesta en práctica del control de
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natalidad, y la de los que confían en que el avance tecnológico y un reparto más ajustado de los
recursos permitiría mantener el incremento de población, sin obligar a renunciar a creencia
culturales y religiosas profundamente arraigadas.
La Conferencia de El Cairo presentó dos novedades. Los países pobres insistieron en
que el problema no es tanto la población como la necesidad de distribuir más equitativamente
los recursos a escala planetaria. Por otro lado, las organizaciones de mujeres defendieron la
necesidad de mejorar la situación de la mujer (analfabetismo, situación laboral irregular,
discriminación y marginación social, etc) si se quiere reducir el número de nacimientos. Como
conclusión final, la Conferencia reflejaba que el mejor método anticonceptivo es el desarrollo.
En el año 2002, cada diez segundos nacen 27 personas más: 250.000 al día, de los que el 98%
de estos niños nacen en países del Tercer Mundo. En el año 2002 hay cerca de seis mil
millones de personas sobre la tierra y cada año se pueden sumar 95 millones más. La ONU
calcula que en el año 2.050 habrá entre 7.700 y 11.200 millones de personas en el mundo. Los
hechos demuestran que dar de comer a tantas bocas está provocando un fuerte deterioro
medioambiental que deja especial huella en los países del Tercer Mundo. Allí la pérdida de los
bosques y especies, la contaminación de lagos, ríos y océanos, la acumulación de gases
invernadero y destrucción de la capa de ozono preservadora de la vida terrestre, son
consecuencias derivadas de la política llevada a cabo por aquellos gobiernos. La pobreza les
ha conducido a una sobreexplotación de los recursos naturales en un intento fallido por pagar
su deuda externa. Nos hallamos ante una espiral descendente donde la pobreza contribuye
directamente a un crecimiento de población: Se necesitan hijos para trabajar en el campo,
llevar dinero a casa y asegurar en cierta forma el sustento en la vejez
En gran parte del mundo las perspectivas son sombrías. Si se mantiene la tendencia
actual, en 33 países que agrupan más de la cuarta parte de la población mundial se habrá
alcanzado menos de la mitad de los objetivos en 2015. Si el progreso mundial prosigue con la
misma lentitud, pasarán más de 130 años hasta que se haya eliminado el hambre en el mundo.
Hay dos problemas que parecen insolubles. El primero es la pobreza de los ingresos.
Para reducir a la mitad el número de personas que subsisten con menos de un dólar de los
Estados Unidos al día, los cálculos optimistas sugieren que es preciso un crecimiento anual
del 3, 7% de la renta per cápita de los países en desarrollo, pero en los 10 últimos años sólo
24 países han crecido a ese ritmo. Entre ellos están China y la India, los países en desarrollo
con mayor población. Sin embargo, en 127 países, que en el año 2003 acumulaban el 34% de
la población mundial, el crecimiento ha sido más lento. De hecho, muchos de esos países han
tenido un crecimiento negativo en los últimos años, y es casi seguro que la proporción de sus
habitantes que viven en la pobreza ha aumentado.
El segundo problema principal es la mortalidad infantil. Aunque 85 países están
adelantando en su proceso de reducir la mortalidad de niños menores de 5 años en dos terceras
partes comparado con los índices de mortalidad en 1990, o ya han conseguido este objetivo,
sus habitantes representan menos de la cuarta parte de la población mundial. Al mismo
tiempo, 81 países con más del 60% de la población mundial están retrasados en su empeño
por alcanzar este objetivo para el año 2015.
Lo más inquietante es que muchos de los países que menos probabilidades tienen de
alcanzar los objetivos son los más pobres del mundo: los países menos adelantados. Y la
mayoría de ellos están en el África subsahariana: 23 de los 44 países de esta región están
fracasando respecto de la mayoría de los objetivos, y en otros 11 países, tales como Angola y
Rwanda, no hay suficientes datos para evaluar la situación. Sudáfrica es el único país de la
región donde menos del 10% de la población infantil está malnutrida. En seis países
(incluidos Eritrea, Etiopía y Nigeria), ese porcentaje es superior al 40%.
Unos 11 millones de niños mueren cada año de causas que se podrían prevenir, a
menudo por falta de mejoras básicas y fáciles de introducir en la nutrición, el saneamiento, la
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El impacto en las familias pobres, cuyos ahorros para hacer frente a ese tipo de
reveses son escasos o inexistentes, es devastador. En las zonas urbanas de Côte d ´Ivoire, el
consumo de alimentos se redujo en un 41% per cápita, y los gastos escolares se redujeron a la
mitad 60.
El VIH/SIDA también es un problema en el Caribe, que figura en segundo lugar por el
número de personas infectadas. En América Latina, 1, 3 millones de personas tienen
VIH/SIDA. En Europa central y oriental y la CEI el índice de afectados aumenta rápidamente;
y en Ucrania hay actualmente 240. 000 personas con el virus.
Además, hay señales de que Asia está al borde de sufrir una epidemia. En Ho Chi
Minh City (Viet Nam), una persona de cada cinco que se prostituye es seropositiva, y eso que
a mediados del decenio de 1990 casi no había afectados. En la India hay casi 4 millones de
seropositivos, cifra que sólo supera Sudáfrica.
Si no se toman medidas rigurosas de lucha como se hizo en Tailandia, la epidemia
puede ser incontrolable.
No hay datos comparables de tendencias para evaluar en qué medida tienen éxito los
países en su lucha contra la enfermedad. No obstante, está claro que las políticas pueden hacer
que mejore la situación, y que es esencial la introducción de métodos anticonceptivos y el
reconocimiento de derechos a la mujer en el ámbito de la reproducción. Gracias a medidas
preventivas, en Uganda ha disminuido la tasa de VIH de 14% a principios del decenio de 1990
a cerca del 8% para el final de ese decenio.
Asimismo, es fundamental que se proporcione tratamiento y cuidado a las personas
afectadas. Sin embargo, con un coste de 300 dólares por año/enfermo (más de la mitad del
PIB per cápita en el África subsahariana), el paciente africano medio con VIH no puede pagar
los medicamentos anti-retrovirales
7- BIBLIOGRAFÍA.
A., BLANES LLORENS, A., GIL ALONSO, F. y PÉREZ DÍAZ, J. (1996): Población y
actividad en España: análisis y perspectivas, Servei d'Estudis de "la Caixa", Col.lecció
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VALLIN, J. 1995. La Demografia. Alianza Editorial. Madrid
PRESSAT, R. 1979. Demografía estadística. Ariel. Barcelona
VINUESA, J. y D. PUGA (2007), Técnicas y ejercicios de Demografía. Madrid: INE.
Colección "Libros de autor".
ARROYO, A., E. MANZANERA, Y A. PASCUAL -EdS- (2007), Estadísticas demográficas
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VINUESA, J -Ed- (1994). Demografía. Análisis y proyecciones. Madrid: Editorial Síntesis.
LIVI BACCI, M. 1998. Historia de la población europea. Crítica. Barcelona
Capítulo "Población futura" en el Informe Tendencias demográficas durante el siglo XX en
España (INE, 2010)
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