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EL “JUICIO DE RESIDENCIA” EN EL PROCESO DE LA

INDEPENDENCIA PERUANA

Introducción

Los recientes acontecimientos en la política peruana motivan a analizar el rol del


funcionario del estado, sus responsabilidades con respecto al erario público y a la
sociedad civil en general. Son constantes las denuncias e investigaciones a alcaldes,
presidentes regionales y ex presidentes de la República (dos actualmente presos:
Alberto Fujimori y Ollanta Humala) por las redes de clientelaje, lavado de activos o
redes de corrupción. En tiempos coloniales y en los primeros años republicanos existió
una institución que se dedicaba a fiscalizar el comportamiento del funcionario público,
el desarrollo de esto no empezaba con una denuncia sino que se daba inmediatamente
después del cese de cargo. Esta investigación parte de un problema presente, para
rastrear en el pasado, los mecanismos de regulación de los que estuvieron al frente del
poder estatal.

El ocaso del virreinato peruano no significó necesariamente la desaparición de las


instituciones españolas. Persistían para poder fundar un nuevo orden político. El legado
español fue reutilizado en los primeros años de la República, pero con sus respectivas
reformulaciones. Los nuevos matices que podemos observar de instituciones como el
juicio de residencia, responden obviamente al nuevo contexto político y social.

El juicio de residencia, usado ampliamente en América, dirigido a los funcionarios


públicos, fue una herramienta de gran utilidad para la Corona española. Brindaba
información del comportamiento de virreyes, gobernantes, intendentes, oidores, etc, lo
cual era necesario para poder defender a la población agraviada. Los vecinos, españoles
o criollos, indígenas nobles y del común, tuvieron la posibilidad de presentar sus quejas
ante la agresión de un poderoso funcionario.

Con el advenimiento de la República, el juicio de residencia, perderá su eficacia. Será


utilizada como un arma de ataque político y de demagogia. Además, el caudillaje y el
prejuicio acerca de las instituciones españolas, como retrógradas, serán factores clave
para su final disolución en el Perú.
1.- El juicio de residencia colonial

El control a los funcionarios del Estado es una constante en las diversas sociedades de la
historia. Se puede mencionar a la Antigua Grecia y al Imperio Romano en la ejecución
de ciertos mecanismos de fiscalización. La democracia estaba – y está- ligada al servicio
de los funcionarios públicos para la comunidad, lo cual engarza además la respectiva
rendición de cuentas1.

El descubrimiento de América no solo implicó la invasión de los peninsulares, trajo


consigo el traslado de instituciones españolas al nuevo mundo. La considerable
distancia entre la metrópoli con sus dominios, la Nueva España, el Virreinato del Perú,
entre otros, fue un acicate para reforzar los mecanismos de control de autoridades. Entre
estas medidas de control se pueden mencionar las declaraciones de bienes, visitas,
juicios de cuentas y de residencia (Mariluz, 1952: 5).

El juicio de residencia será una institución clave en el control de los funcionarios en las
colonias. En el Perú, esta institución se mantendrá vigente durante los primeros años
republicanos, aunque con distintos matices, dadas las nuevas características de la
sociedad peruana en el orden político y social.

1.1.- El juicio de residencia en el Virreinato peruano

El juicio de residencia o juicio de rendición de cuentas fue un instrumento de control


que se forjó durante el periodo colonial. Esta institución consistía en la presentación de
los actos cumplidos por los funcionarios públicos al terminar sus cargos. En la América
colonial, desde el virrey hasta la persona que ostentaba el más modesto cargo tuvo que
rendir cuentas. Ayudó tal instrumento a fiscalizar a los virreyes, pero estos también
pudieron utilizar la residencia para el control de los funcionarios subalternos (Durand,
1953: 358).

El juicio de residencia vale la aclaración, no tuvo como objetivo el castigo del


funcionario, sino el de informar a las autoridades superiores (Consejo de Indias y al
Rey) de las actividades que realizaron los representantes del gobierno español en las
Indias. Para poder tener una visión global acerca de la gestión gubernamental de un

1
Diferentes juristas de la época colonial explican el origen del juicio de residencia tomando como
referencia las citas bíblicas. Las explicaciones obviamente resultan ambiguas. Según Mariluz Urquijo,
para el caso español, el juicio de residencia aparece de manera clara en las Partidas (Mariluz, 1952: 8).
funcionario, se apelaba a la recepción de denuncias, presentadas por los vecinos, incluso
de los indios. Este procedimiento, nos impulsa a creer que hubo algunos elementos
democráticos que estuvieron en germen durante el régimen español colonial. Aunque
también es adecuado mencionar que en muchas ocasiones ocurrían actos ilícitos en el
mismo proceso: manipulación de testigos y testimonios, lo cual tenía como
consecuencia dejar al residenciado libre de toda inculpación (Lorandi, 2004: 29). Fuera
cierto o no el resultado del juicio, si era culpable o exento de responsabilidades, lo
cierto es que se estaba confeccionado una pedagogía de la precaución. El funcionario
público debería comportarse de manera honrada mientras ejercía sus funciones.

El proceso para ejecutar el juicio de residencia, por lo general se dividía en dos partes:
En primer lugar, se investigaba de oficio la conducta del funcionario; luego, se atendían
las demandas que interponían algunos particulares. Para facilitar la investigación, el
enjuiciado era obligado a “residir” un tiempo donde estuvo ejerciendo sus funciones.
Los datos proporcionados por la investigación al residenciado, nos revela los altibajos
de sus carreras, las tentaciones a las que pudo caer (actos de corrupción), defectos de su
gestión. Aunque, vale reconocer que también hubo casos en los cuales se revelaban las
más elogiosas virtudes del funcionario, “el juez podía en el fallo realzar las buenas
cualidades del funcionario y por eso hubo procesados que imprimieron las sentencias,
para exhibirlas como certificados de su honorabilidad y competencia” (Durand,
1953:343). El Consejo de Indias, tuvo la atribución de informar al rey, por igual los
méritos y deméritos de los funcionarios coloniales.

Algo complementario a lo expuesto es que la residencia fue una medida de prevención,


la publicidad de la deshonra de un funcionario, hacía que los demás con cargos
importantes que laboraban para el Estado, modelaran sus comportamientos. Además,
esto era de gran ayuda para poder designar nuevos funcionarios para otros cargos. El
resultado de la residencia, vino a servir como indicador de honradez y buen desempeño.
“El virrey Toledo decía que no acostumbraba a reponer funcionarios cuya residencia
demostraba deficiencias, pese al fallo absolutorio” (Durand, 1953: 361).

El juicio de residencia se mantuvo en América, ya que el rey tuvo que mantener el


control del sistema que se afianzó en ultramar. Los dominios coloniales debían estar en
vigilancia constante. En España, el juicio de residencia perdía fuerza. En 1799, es
suprimida en España y ese mismo año se realizó una reforma de la institución en el
ámbito americano colonial. “En el mismo año de 1799 recibía el Virrey O’Higgins una
Real Orden por la que se dictaban reglas acerca de la residencia y se le insistía en que a
ningún pretendiente se le diese destino sin haber absuelto en juicio de residencia de los
cargos que se le hubieran formulado en el puesto desempeñado anteriormente. Ese
mismo año 1799 se hizo una reforma completa de la residencia” (Durand, 1953: 389)

La ley del 24 de agosto de 1799 estipulaba indispensable que se verifiquen en un juicio


de residencia, el nuevo funcionario público antes de ostentar el cargo. De esta manera,
tanto los gobernadores, virreyes y otros altos cargos. Los corregidores serían
encausados si es que hubiera una queja. Se establecieron procedimientos para poder
simplificar el proceso.

No sólo los vecinos, las personas distinguidas españolas podían acceder a las denuncias,
en el Archivo General de la Nación se pueden ubicar muchos casos de indígenas
presentándose para realizar las denuncias ante los funcionarios públicos. Tal es el caso
del cacique principal de los pueblos de San Pedro y Virú, quien denuncia al marqués de
Bellavista, exigiendo que se le otorguen 200 pesos por agravios2.

La residencia a gobernantes y virreyes fue constante en el Virreinato peruano. No es


objetivo de esta investigación detallar el juicio de residencia de virreyes o gobernantes3.
Aunque, se puede mencionar que los esfuerzos para controlar a los virreyes se daban
hasta en los últimos años de dominación española en el Perú. Por ejemplo, el Dr.
Casimiro de Sotomayor Iparraguirre, abogado de la Audiencia Nacional, emprende una
denuncia el 23 de junio de 1821, contra el que fue en su momento el virrey Don Joaquín
de la Pezuela. Según manifiesta Casimiro de Sotomayor “dicho señor excelentísimo en
el tiempo que tuvo el mando de este virreinato, me infirió grandes agravios y
perjuicios”4. El denunciante es motivado a presentar la denuncia ya que según menciona
el virrey tiene la intención de viajar a la Península, esto no haría posible una adecuada
investigación. Pide una indemnización de 6000 pesos, y para esto argumenta que:

“(…) todos los jueces y magistrados de cualquier estado y condición que sean están
obligados a dar cuenta y razón de su administración después que cesan en sus oficios,
para que satisfagan todas las condenaciones que en el juicio de sindicato les fueren

2
AGN, Real Audiencia de Lima, Juicios de Residencia, Leg. 244, Cua. 2112, ff. 15, 1784.
3
Para detalles de procesos y sentencias se puede consultar la obra de Mendiburu, el Diccionario
Histórico-Biográfico del Perú.
4
AGN, Real Audiencia, Juicios de Residencia, Leg. 40, Cua. 144, f.1., 1821.
hechas, por los agravios y daños que con su mal comportamiento infirieran a sus
súbditos.”5

Se puede agregar que el documento trae a colación citas bíblicas para dar peso a los
argumentos. Lo importante de resaltar en este expediente es el tiempo en el cual efectúa
la denuncia, una época de convulsión política social, donde el declive del virreinato
como sistema político no es impedimento para exigir el resarcimiento de los perjuicios
provocados por un funcionario público.

2.- El juicio de residencia en el proceso de la emancipación

El ocaso del juicio de residencia en la legislación peruana fue propiciado básicamente


por dos factores: a) por el caudillaje6, es decir el clima de inestabilidad política que
caracterizó a los primeros años de la República y b) por la idea general de que todo lo
legado por España era malo o defectuoso (Durand, 1953: 340). Durante los primeros
años republicanos, el juicio de residencia, será empleado por los políticos como un arma
de ataque o un mecanismo para evidenciar probidad. Antes de analizar cómo se empleó
el juicio de residencia durante los años del proceso de independencia, es menester
rastrear un poco la legislación que se confecciona al térmico de la dominación política
española, en relación al juicio de residencia.

Es evidente que para la configuración de una nación democrática se tuvo que tomar en
cuenta instrumentos de control a los funcionarios. En ese sentido, se utilizaron
instituciones españolas para poder establecer un nuevo orden jurídico, político y social.
El juicio de Residencia aparece como una medida de control a los nuevos funcionarios
estatales.

2.1.- Legislación

El dominio español sufre una seria caía entre los años de 1820 y 1821. Los españoles se
verán obligados a abandonar Lima, ya que los patriotas estaban controlando la mayor
parte de la costa. El 28 de julio de 1821, se proclama simbólicamente la independencia
política del Perú. Sin embargo, el Perú no será independiente, en el aspecto político

5
Id, id, id, id, id, f.1.v.
6
Las guerras de independencia, proporcionaron el escenario adecuado para el surgimiento del
caudillismo, esto entendido como un “sistema político, que es usualmente definido como un sistema
basado en la voluntad del líder, quien accede al poder usando la fuerza” (Aljovín, 2000: 39).
claro está, hasta diciembre de 1824. La batalla de Ayacucho será el evento que marcará
la expulsión de las tropas realistas del Perú (Anna, 2003: 217).

Para Don José de San Martín es inminente el triunfo patriota, lo cual conlleva a
reflexionar cómo mantener el control del territorio ganado y organizarlo. Para eludir un
vacío administrativo, jurídico e institucional, se hace urgente y necesario una normativa,
es así que en Huaura, el 12 de febrero de 1821, establece un Reglamento Provisional.

Dentro de este cuerpo normativo, podemos resaltar la disposición 19, relacionado al


juicio de residencia. “Todos los funcionarios públicos serán responsables á un juicio de
residencia, que se seguirá por una comisión especial nombrado al efecto de la capitanía
general en los casos de gravedad y trascendencia” (CDIP, 1974: 5). Esta disposición es
global, se subraya que “todos” los funcionarios públicos. Se diferencia a la Real Cédula
emitida en 1799, la que reformaba el juicio de residencia, ya que esta se limitaba a unos
cuantos funcionarios.

Otro documento a considerarse fue el Decreto Supremo de 28 de octubre de 1822, fue


propuesta por Sánchez Carrión, miembro del Congreso Constituyente del Perú. En el
cual podemos apreciar lo siguiente:

“1. Todo funcionario público está sujeto a residencia; y el juez que la tomare, a
responsabilidad efectiva por acción popular.
2. Los que actualmente gobiernan las provincias, y de cuya conducta reclamaren los
habitantes de ellas, serán pesquisados conforme las leyes; quedando sujeto el
pesquisador a la responsabilidad que indica el artículo 1º.
3. Los gobernantes que resultaren criminales, se declaran desde luego inhábiles para
éstos y otros destinos” (CDIP, 1975: 65-66).

Como se puede apreciar, aún está presenta la voluntad de fiscalizar y controlar a los
representantes del Estado, pero esto se verá seriamente amenazado por la inestabilidad
reinante. Ya no existe aquí la figura del rey que controla, sino la del pueblo que
fiscaliza. Pero, esto es ambiguo, hay un vacío de poder que por la violencia y el no
reconocimiento de las normas quiebran los pactos progresivamente establecidos.

2.2.- El juicio de residencia: arma política y de demagogia


La primera experiencia dentro del periodo de independencia fue con el caso de
Monteagudo. Se utilizó a la residencia como un arma política. En esos tiempos el
ministro Bernardo Monteagudo, se ganó la animadversión de los criollos limeños. San
Martín marcha a Guayaquil a entrevistarse con Bolívar, hecho que ocurre el 26 de julio
de 1822. Aprovechando estas circunstancias, los dirigentes criollos atacan al odiado
ministro Bernardo Monteagudo, presentando diversos reclamos. Quien se hace cargo
del procedimiento legal fue José de la Riva Agüero, presidiendo la Municipalidad de
Lima. La misma fecha del encuentro entre San Martín con Bolívar, será en la que la
Municipalidad oficiará un documento ante el Poder Ejecutivo, para que rindiera cuentas
Monteagudo. Sin embargo, a pesar del clima de insatisfacción ante el hostil ministro,
Riva Aguera evita que se desarrolle el juicio de residencia. Además, facilita el
embarque de Monteagudo. Esta determinación se da el 28 de julio de 1822, se destierra
a Monteagudo, no llevándolo al juicio de residencia, tal parece que ese era el objetivo
final. La residencia se convierte en el arma política para poder aminorar la influencia
política de Bernardo Monteagudo: Sacarlo fuera del país y si pretendía volver estaba
exento de las protecciones de las leyes peruanas.

En 1822 se instaló el Congreso, este tuvo como objetivo establecer una constitución y la
forma de gobierno que el Perú tendría. Al año siguiente se formó una junta de gobierno,
integrado por José de La Mar, Felipe Antonio Alvarado y Manuel Salazar Baquíjano.
Terminando el breve periodo de gobierno de la junta, los tres miembros se reincorporan
al congreso. Pero ellos mismos solicitan el 27 de febrero de 1823 al Congreso que se les
tome un juicio de residencia. Aquí se emplea a la institución como un mecanismo de
representación de honor, que hasta toma ciertas características demagógicas. Los
miembros de la Junta de Gobierno exponen que: “(…) tanto su honor como el decoro de
la Soberanía Nacional, exigen la más estricta observancia de aquel indispensable
requisito” (Congreso Constituyente, 1895: 87). Es decir, tratan de dar un ejemplo a los
demás funcionarios y consolidar la legitimidad de las funciones ejercidas, estas con
probidad. Más adelante mencionan que:

“Absueltos de todo cargo en la forma debida, tendrán la satisfacción de reunirse


dignamente a ese augusto cuerpo, sin el temor de que se pueda oponer fundamente
por persona alguna la mas pequeña nota contra la exactitud y pureza de la
administración que han ejercido” (Congreso Constituyente, 1895: 87).
Dentro del congreso, se eligió por votación quien estaría a cargo de la residencia. Fue
elegido por 24 votos el señor Figuerola. El procedimiento para desarrollar la residencia
fue: mandar por oficio a la secretaría general el comienzo del juicio, y luego que se
hiciera saber públicamente la residencia para que los particulares pudieran presentar sus
quejas o agravios. Tal como en la época de dominación política española se efectuaba.
Pero este procedimiento judicial representaba un costo, y el juez Figuerola tiene la
inquietud de quien se haría cargo monetariamente. Se tendría que desembolsar dinero
para el pago de: correos, papel, amanuense, etc.

La comisión de justicia del Congreso, ante tal incertidumbre, resuelve que los gastos
deben costearse por el erario de la República. Aquí, para el pago del escribano se trae a
colación la legislatura española:

“En cuanto a los derechos del escribano, se advierte que en las leyes de Castilla, 23
tít. IV, lib. 2º, y 20 tít. VII lib 4º está proveído que en las demandas públicas paguen
las partes respectivas costas, y en la pesquisa secreta no llevan derechos al
residenciado; pero para los salarios, gastos y escribiente se saque los necesarios de
gastos de justicia, o no los habiendo de penas de cámara” (Congreso Constituyente,
1895: 90)

Sin embargo, siendo un caso especial ya que se está inaugurando un nuevo periodo
político, no se sigue al pie de la letra estas disposiciones. Se ven en la necesidad que el
dinero salga del erario público, específicamente, de los beneficios que resultaron de los
fondos secuestrados, estos es, de los bienes incautados a los españoles que optaron por
la migración forzosa o se pasaron al bando realista:

“Con arreglo, pues, á estas leyes, y lo que enseñan los prácticos, y con respecto á lo
singular y decoroso de esta residencia, opina la comisión, que en defecto de gastos de
justicia y penas de cámara, de los fondos secuestrados en el juzgado de secuestros se
libre la cantidad competente para la residencia secreta, la cantidad que regulare á
juicio prudente del Congreso, y por los respectivo á demandare se observe lo
prevenido en las leyes citadas” (Congreso Constituyente, 1895: 90).

Finalmente, los únicos departamentos fueron Trujillo y Lima que respondieron a los
pedidos de si eran responsables de algún agravio o perjuicio los miembros de la junta de
gobierno. Se venció el plazo para presentar las quejas, y los departamentos no
remitieron documentos. Entonces el Congreso luego de recabar la información, decretó
lo siguiente:

“Quedan absueltos los individuos que compusieron la Junta Gubernativa del juicio y
libres de todo cargo y responsabilidad, quedando satisfecho el Congreso de su
laudable conducta y celo en el desempeño de sus deberes; y que en su virtud deben
restituirse a su seno, conforme a lo resuelto en el decreto de su creación” (Congreso
Constituyente, 1895: 91).

Los cambios expuestos en la naturaleza del juicio de residencia son notorias, en tiempos
coloniales tiene ciertos elementos democráticos, al momento de aceptar las quejas o
denuncias de todos. Luego se convierte en arma política y demagógica. Una de las
conclusiones que se evidencian será que el vacío de poder, permite el surgimiento de
grupos autoritarios que no respetan las medidas de fiscalización. Las constantes pugnas,
permiten no pactar decisiones para el bien de la sociedad civil. Todo ello trae como
consecuencia la desnaturalización de la política. La política rebasa los linderos del voto,
está ligada al bien común y al respeto del erario colectivo. Toda esta cuestión es urgente
de desarrollar.
FUENTES DOCUMENTALES

Archivo General de la Nación, Real Audiencia de Lima, Juicios de Residencia, Legajo


244, Cuaderno 2112, año 1784, ff. 15
Archivo General de la Nación, Real Audiencia de Lima, Juicios de Residencia, Legajo
40, Cuaderno 144, año 1821, ff. 3

FUENTE ÉDITA
CONGRESO CONSTITUYENTE. (1895). Anales parlamentarios del Perú. Lima:
Imprenta del Estado.

COLECCIÓN DOCUMENTAL DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ. (1974). Obra


de Gobierno y Epistolario de San Martín. Tomo XIII, Vol. º 1. Lima: Comisión
Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú.

COLECCIÓN DOCUMENTAL DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ. (1975).


Primero Congreso Constituyente. Tomo XV, Vol. º 3. Lima: Comisión Nacional del
Sesquicentenario de la Independencia del Perú.

BIBLIOGRAFÍA

ALJOVÍN, Cristóbal. (2000). Caudillos y constituciones, Perú 1821-1845. Lima:


PUCP/FCE.

ANNA, Timothy. (2003). La caída del gobierno español en el Perú: El dilema de la


independencia. Lima: IEP.

DURAND FLÓREZ, Luis. (1953). “El juicio de residencia en el Perú Republicano”.


En: Anuario de Estudios Americanos. Sevilla: Tomo X, pp. 339-456.

LORANDI, Ana María. (2004). “Silencios, mentiras y… ¿verdades? en el análisis de


los juicios de residencia””. En: Historia indígena, nº8, pp. 27-39.

MARILUZ, José. (1952). Ensayo sobre los juicios de residencia indianos. Sevilla:
Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla.

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