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15 maneras de luchar contra la

lujuria con la espada del Espíritu


17 NOVIEMBRE, 2015 | Kevin DeYoung

V I DA C R I S T I A N A

Es casi imposible en el Mundo Occidental escapar de la sensualidad. El sexo


está en la televisión, en las películas, en nuestra música, en los laterales de los
autobuses, durante los espectáculos deportivos, en nuestros libros y en la caja
del supermercado. El sexo está en todas partes en el centro comercial,
goteando en cada anuncio de cerveza y llenando cada película de la cartelera.
El pecado sexual deambula en nuestras escuelas secundarias, hace alardes en
medio de nuestras universidades, y se esconde en nuestras iglesias.

Y, por supuesto, el sexo está en el Internet. La pornografía y los sitios


relacionados con el sexo constituyen el 60% del tráfico diario en Internet. De los
usuarios de Internet en los EE.UU.
(https://www.firstthings.com/article/2008/01/not-your-fathers-pornography),
el 40% visita sitios pornográficos al menos una vez al mes, y ese número
aumenta a un 70% cuando se restringe la muestra a varones de 18 a 34 años de
edad. La mitad de los huéspedes de los hoteles compran pornografía desde sus
habitaciones, el 90% de niños de 8 a 16 años de edad con acceso a internet han
visto pornografía en línea, y la edad promedio de la exposición es de 11 años.

El séptimo mandamiento no solo se rompe en nuestros días; está siendo


hecho añicos.
Y el pecado sexual no es sólo un problema “allá afuera”. Cualquier pastor le
contará historias sobre cómo el pecado sexual ha destruido gente en su
congregación. Ninguno de nosotros es inmune a los peligros de la inmoralidad
sexual. En un estudio de la revista Christianity Today de hace varios años, el
40% de los pastores reconoció visitar sitios web pornográficos. Otra encuesta
encontró que el 21% los visita regularmente. Y aún otra otra encuesta de
Pastors.com reportó que el 50% de los pastores informó haber visto
pornografía en el año anterior. Y luego se tiene que tener en cuenta la cuestión
de fondo acerca del corazón. El séptimo mandamiento no solo prohíbe el
adulterio y la pornografía. Prohíbe toda acción, vista, conversaciones,
pensamiento o deseo que incita a la lujuria y a la inmundicia

Así que, ¿cómo podemos obedecer el séptimo mandamiento en este mundo en


que vivimos y con nuestros corazones saturados de sexo?

Permíteme sugerir quince pasajes de la Escritura que pueden ayudar a combatir


la lujuria y la tentación de la inmoralidad sexual.

1) Proverbios 5:18-19 “Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu


juventud, amante cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo
tiempo, su amor te embriague para siempre”. Este puede parecer un texto
extraño para luchar contra la tentación sexual, pero las parejas casadas
necesitan saber que tienen al deleite como un derecho. Tenemos que entender
que el sexo es bueno, la intimidad es buena, los cuerpos juntos en el
matrimonio son buenos. El buen y glorioso sexo es guerra espiritual para la
pareja casada.

2) Lamentaciones 3: 25-27 “Bueno es el Señor para los que en Él esperan, para


el alma que Lo busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor. Bueno
es para el hombre llevar el yugo en su juventud”. Este es un versículo para los
solteros. Y es cierto, este pasaje no está hablando de la espera de un cónyuge.
Se trata de esperar en el Señor. Pero ése es el punto: el Señor es bueno para los
que esperan en Él. Él sabe lo que necesitas. Los versículos anteriores a estos
nos dicen, “Las misericordias del Señor jamás terminan pues nunca fallan sus
bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad! El Señor es mi
porción —dice mi alma— por eso en Él espero”. No pienses “¿Cómo puedo vivir
sin sexo por un año o una o dos décadas?”. Piensa en el día de hoy. El Señor te
ha dado gracia para este día y te dará gracia para cada día que Le sigas en
medio de tus deseos no satisfechos.

3) 1 Pedro 3:15 “Santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando


siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande
razón de la esperanza que hay en ustedes”. Antes de mirar de nuevo o antes de
vestirte para que los demás te vean, piensa: “¿Esto me ayudará más a hablar
con alguien acerca de Jesús?”. La sensualidad embota los sentidos espirituales
y nos hace testigos menos valientes y eficaces para Cristo.

4) 2 Pedro 3:10-14 “Pero el día del Señor vendrá como ladrón… por tanto,
amados… procuren con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha e
irreprensibles”. ¿Quieres estar engañando a tu marido, masturbándote, o viendo
Game of Thrones (http://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/12-
preguntas-que-debes-hacerte-antes-de-ver-game-of-thrones) cuando Cristo
regrese?

5) Santiago 1: 14-15 “Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y


seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a
luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte”. Este
pasaje nos ayuda a entender cómo trabaja la tentación y nos recuerda que
sentirse tentado no es necesariamente lo mismo que pecar. La tentación nos
atrae a hacer lo que no debemos hacer. Eso no es pecado. Cuando se alimenta
el deseo, este concibe y da a luz el pecado (pecado en la carne o pecado en la
mente). Entonces el pecado crece, madura y conduce a la muerte. La lujuria no
es ser atraídos por alguien o fijarse en que él o ella es bien parecido. La lujuria
no es tener un fuerte deseo sexual. La lujuria no es excitarse por el sexo en el
matrimonio. La lujuria no es notar inadvertidamente a una mujer que se baña en
un techo. El pecado es quedarse viéndola y comenzar a maquinar ideas en la
cabeza. Aviva el fuego de la pasión lujuriosa y ella dará a luz muerte. Pregúntale
al rey David.

6) Hebreos 2:17-18 “Por tanto, tenía que ser hecho semejante a Sus hermanos
en todo, a fin de que llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en las
cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.
Pues por cuanto Él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para
socorrer a los que son tentados”. Jesús fue tentado. No como nosotros somos
tentados debido a una naturaleza pecaminosa. Pero hubo voces externas
llamándolo a pecar. No subestimemos la verdadera naturaleza de sus
tentaciones y no socavemos su solidaridad y su capacidad para ayudar. Jesús
tuvo hambre en el desierto. Él tenía un deseo, una necesidad. Él fue tentado a
hacer pan de las piedras para poder disfrutar del placer de la comida. Pero le
dijo al diablo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios” (Mat. 4:1-3). En nuestros momentos de tentación sexual,
tenemos que pensar, “La carne no me sostiene, Jesús lo hace”.

7) Romanos 14:21 “Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada que
hace que tu hermano tropiece”. Como cristianos queremos ayudar a los demás
a evitar el pecado, no conducir a otros con coqueteos, chistes groseros o
vestimenta indecorosa.

8) Mateo 5:27-30 “Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio.’ Pero
Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió
adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y
tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu
cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y
tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu
cuerpo vaya al infierno”. No somos buenos luchadores; ponemos excusas, no
somos radicales. Hacemos algunas oraciones, nos sentimos mal todo el tiempo,
le decimos a un amigo que nos pregunte cómo lo estamos haciendo de vez en
cuando y eso es todo. Necesitamos una acción más decisiva que esas. Evita las
películas, deshazte de tu conexión a Internet, no beses antes del matrimonio,
tira tu televisor, arranca tu ojo, lo que sea necesario para combatir la lujuria.
Hay mucha gente que va con cuerpos enteros al infierno y muy pocos
amputados espirituales van al cielo.

9) Gálatas 6:7 “No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el
hombre siembre, eso también segará”. A menudo hay consecuencias
temporales por la desobediencia. Podrían ser enfermedades de transmisión
sexual, cargas en el matrimonio, una conciencia culpable, quedar sumergido en
una adicción más profunda, distracciones en el trabajo, un fetiche pornográfico
heredado a sus hijos, la destrucción de su familia, su matrimonio o su ministerio.
También hay consecuencias eternas si te entrega a este pecado. Gálatas 6:8
“Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción,
pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.

10) 1 Corintios 6:15-20 ”¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo?
¿Tomaré, acaso, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? ¡De
ningún modo!…¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que
está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí
mismos? Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a
Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios”. Necesitamos una
teología del cuerpo: el cuerpo es bueno, pero no es tuyo. Jesús no murió
solamente para rescatar nuestras almas. Él también murió por nuestro cuerpo.
Pertenece a Dios. Eres una parte del cuerpo de Cristo ahora. Ciertamente, no
queremos emplear el cuerpo de Cristo en alguna aventura sexual o sus ojos en
ver pornografía o su mente en fantasías sensuales.

11) 2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas”. El liberalismo cultural dice:
“Solo sé tú mismo”. La autoayuda dice: “Puedes encontrar un mejor tú si solo
cavas lo suficientemente profundo”. El moralismo dice: “Sé una mejor persona”.
La Biblia dice: “Tú eres una persona nueva por la gracia de Dios, ahora vive
como tal”. “Sé quien verdaderamente eres” es la motivación del evangelio para
la santidad.

12) Hebreos 10: 24-25 “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor
y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se
acerca”. Nadie pelea una guerra por sí mismo, y nadie tendrá la victoria sobre el
pecado sexual por su propia cuenta. Tienes que hablar con otros acerca de tus
luchas y también escucha. Sé honesto, haz preguntas buenas. No te limites a
confesar y sentirte mejor. Arrepiéntete y cambia. No te limites a simpatizar,
amonesta. Haz un seguimiento a tus hermanos y hermanas. Ora y recuérdale a
los demás el evangelio.

13) Santiago 4:6 “Pero El da mayor gracia. Por eso dice: 'Dios resiste a los
soberbios pero da gracia a los humildes'”. Dios siempre da más gracia. Así que
sigue viniendo a Él con tu pecado y todas las violaciones contra Sus
mandamientos. Confiesa como David lo hizo en el Salmo 51 que has pecado
contra Dios. Confiesa que Dios fue al que más ofendiste como resultado de tu
pecado. Y entonces puedes decir como David en el Salmo 32: “¡Cuán
bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es
cubierto! ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de
iniquidad!”. Nunca experimentaremos mayor victoria sobre el pecado a menos
que seamos rápidos en volver hacia Cristo todas las veces fallamos.

14) Mateo 5:8 “Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios”.
Este ha sido el versículo más útil para mí en la lucha contra la lujuria y la
tentación de la inmoralidad sexual. Tenemos que luchar contra el deseo con el
deseo. Satanás nos tienta sosteniendo algo que va a ser agradable para
nosotros. No somos tentados a atiborrarnos con un platillo desagradable que
no implica la promesa de un gran placer. Pero el sexo, la pornografía, y una
segunda mirada si implica eso. La Biblia nos da muchas armas para luchar
contra la tentación. Podemos decimos que es malo, que es pecaminoso, que
dará lugar a cosas malas, que no es lo que debo hacer como cristiano. Todo eso
es útil. Pero la única arma que rara vez utilizamos es otro placer. Tenemos que
luchar contra el placer fugaz del pecado sexual con el placer mucho más
grande y perdurable de conocer a Dios. La lucha por la pureza sexual es la
batalla de la fe. Puede sonar como nada más que trabajo duro y un rechinar de
dientes, todo lo contrario de la fe. Pero la fe está en el corazón de esta lucha.
¿Creemos que la visión de Dios es mejor que una visión de un pedazo de piel?
¿Creemos que la misericordia de Dios es mejor que la vida (Salmo 63:3)?
Probablemente pecaríamos menos si pasáramos menos tiempo pensando en
nuestros pecados, sexuales o de otro tipo, y más tiempo meditando en el amor
y la santidad de Dios.

15) Efesios 1:19-21 ”…y cuál es la extraordinaria grandeza de Su poder para con
nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de Su poder. Ese
poder obró en Cristo cuando Lo resucitó de entre los muertos y Lo sentó a Su
diestra en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado,
autoridad, poder, dominio y de todo nombre que se nombra, no sólo en este
siglo sino también en el venidero”. El gran poder que creó al mundo y nos salvó,
y resucitó a Jesús de entre los muertos, ése mismo poder ahora es el obra en ti.
Debemos creer que Dios es más fuerte que la tentación sexual, que el pecado y
que la adicción. Si crees que Dios trajo un muerto de nuevo a la vida, debes
creer que puedes cambiar. Generalmente no de la noche a la mañana, sino de
un grado de gloria a otro. Ejercita tu salvación del pecado sexual con temor y
temblor, porque el poder de Dios ya está obrando dentro de ti.

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN THE GOSPEL COALITION


(HTTP://WWW.THEGOSPELCOALITION.ORG/BLOGS/KEVINDEYOUNG/2015/08/26/15-
WAYS-TO-FIGHT-LUST-WITH-THE-SWORD-OF-THE-SPIRIT/) .
TRADUCIDO POR CARLOS FRANCO.

Kevin DeYoung (MDiv, Seminario Teológico Gordon-Conwell) es


pastor principal de la Iglesia Christ Covenant en Matthews, Carolina
del Norte, presidente de la junta de The Gospel Coalition, profesor
asistente de teología sistemática en el Seminario Teológico

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