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La emancipación fragmentaria
Caso Venezuela.

Rafael Pompilio Santeliz


3

Índice.

El hispanoamericanismo anticolonial en Bolívar………………06

I. Condiciones generales que marcan el desarrollo de la acción de Simón


Bolívar…………………………………………………………………………06
A. El contexto en que se desarrolla su conciencia social…...….. 07
II. El anticolonialismo en Bolívar……………………………………..…...11
A. Sobre la concepción de guerra popular dentro del carácter
internacional………………………………………………………………..13

III.El ideal hispanoamericanista…………………………….………….….15


A. Posición ante las potencias coloniales………………...…………..20
1. El desafío a España y la Santa Alianza…………………….….21
2. Frente a Inglaterra y la doctrina Canning…………..……….22
3. Ante los Estados Unidos como potencia naciente………..…27
B. Referencias sobre el Congreso de Panamá………….…………..34
A manera de conclusión……………………………………………..………………37
Bibliografía………………………………………………………………………..……40

Reflexiones sobre la patria que Bolívar soñó…………..…………….....42

Guerra federal zamorana ¿Lo inconcluso como axioma o como


anatema?.........................................................................................................................49

Contenidos político-militares de la izquierda insurreccional


veneolana entre 1960-1971……………………………………….…………… 52
INTRODUCCIÓN……………………………………...……………………………..52
Capítulo 1. Elementos que caracterizan la situación económico-social del país entre
1958-1960……………………………………………………………………………...…..53

Capítulo 2. El proceso de lucha armada de los sesenta…………………......………….55

2.1. Políticas aplicadas entre 1959 y 1961………………………..………………...……56


2.2. El período insurreccional 1962-1964………………………………….……………59
2.3. La etapa guerrillera desde 1964 y la experiencia electoral de 1968..,…………….60

Capítulo 3. Las caracterizaciones de la revolución venezolana………………….….…66


4

3.1. Caracterización de la revolución venezolana hecha por el MIR……………….....67

3.2. Caracterización hecha por el PCV……………….……………………..…….……70

Capítulo 4. Influencias internacionales en los contenidos político- ideológicos de la


lucha armada…………………………………………………………….…………,,,,,….72

Capítulo 5. Balance crítico general…………………..……….………………………….76

5.1. La atomización de la izquierda y sus contradicciones……….……………………78

A MANERA DE CONCLUSIÓN…………………………….……….…………………84
BIBLIOGRAFÍA…………………………………..……………………….…………..…85

La recaptura de un proceso……………………………………………………90
I. ¿Qué es eso que llaman “proceso”?.................................................................90
II. La cuestión de la democracia a la luz de las nuevas culturas
políticas…………………………………………………………………..…….95
III. Acerca del sujeto histórico y las nuevas fuerza motrices…………….……..99
IV. Sobre la organización revolucionaria………………………………………104
V. Algunos elementos sobre el Poder Popular local…………………..……....106
VI. De lo que se dice sobre el socialismo……………………………...………...111

Sobre la formación del Estado Venezolano……………………………119

La resistencia como categoría de los pueblos…………………...…….124

I. La resistencia como modo de vida………………………..……124

II. Abya Yala, claves de resistencia para la vida buena….. 128


III. Enseñazas socialistas de nuestros pueblos originarios.. 131
IV. De vuelta a la utopía…………………………………………………135
5

A modo de introducción.

El presente trabajo es una serie de escritos sobre nuestro proceso,


palabra que no tiene sinónimo para explicar lo inconcluso y por
hacer. Son modestos aportes para la discusión, que parten de nuestro
ideal bolivariano y esa patria que Bolívar soñó, para seguir con
Zamora, sus hombres libres, con conciencia de clase, que intentaron
la democratización de la tierra como encauso interruptus, intento que
pasa a la lucha armada de los años 60, donde por primera una
generación tiene como timón de lucha el socialismo.

Con el fenómeno chavista se recaptura el transcurrir truncado,


emergiendo nuevamente el socialismo enarbolado en la década de
los 60, con contenidos patrios siguiendo la emergencia
latinoamericana que desenterraba los héroes gestores de de nuestra
primera independencia, colocando en la mesa la discusión sobre el
tipo de socialismo a construir.

Se hace un breve paseo de la evolución del Estado en todos


estos intentos de construcción, para empezar a revisar los aportes
indígenas en sus modos de vida y resistencia, como referencia e
inspiración del socialismo nuestroamericano y por descubrir.
Finalmente, un breve texto sobre la utopía, concepto abierto y
redefinido que nos identifica con un camino muy arduo y lejano que
la vida no nos dará el tiempo para verlo culminado, pero que nos
ayuda a andar.
6

El hispanoamericanismo anticolonial en Bolívar

La finalidad de este trabajo es entender las particularidades del pensamiento


hispanoamericanista de Bolívar en el marco de su lucha anticolonial. La lectura de textos de
autores diversos dieron pie para otras revisiones de fuentes primarias, quizá con otras
miradas y otras perspectivas, lo que permitió historiar la propuesta.

Se persiguió sistematizar diferentes datos, claves y posiciones contenidas en el


fichaje realizado de las cartas de Bolívar entre 1810 y 1826, fecha de la realización de
Congreso de Panamá. Se buscó reconstruir el discurso, en un ejercicio personal de
investigación, basado en datos dispersos que se fueron configurando en la medida en que
amplió la visión de conjunto dada por algunos historiadores.

El énfasis fue puesto en sus posiciones ante las potencias extranjeras, unido a la
visión latinoamericana. Se buscó siempre la perspectiva, el arqueo, de algunas
proposiciones que pudieran servir para reflexionar sobre estos tópicos y apreciar sus
enseñanzas. Se estimó que si se lograba unir o sistematizar estos trozos dispersos del
proceder en una época, podrían aportarse algunos elementos de lo que ha significado la idea
hispanoamericanista. Proceso que orgánicamente se extiende hasta nuestros días y sigue
abierto a la discusión.

La estructuración de la investigación fue la siguiente: en un primer aparte las


referencias, muy cortas, sobre las condiciones generales de la época que se iba a trabajar;
una especie de marco general sobre antecedentes bien puntuales de los cuales parte Bolívar
para desarrollar su acción. Un sub-título está dedicado a mostrar algunas premisas que
marcaron el desarrollo de su conciencia social para comprender las circunstancias
posteriores en que se desarrolló su pensamiento.

El segundo capítulo está centrado en el ideal anticolonialista en Bolívar, con un


subcapítulo dedicado a la concepción de guerra popular dentro del carácter internacional. El
tercer y último capítulo, desarrolla las ideas hispanoamericanistas y su posición ante las
potencias coloniales de la época, incluyendo a los EE.UU. como potencia naciente. Se
culmina este capítulo con algunas referencias sobre el Congreso de Panamá, visto como
uno de los máximas aspiraciones del pensamiento hispanoamericano de Bolívar.
Finalmente, se presenta un balance general del ejercicio investigativo, a manera de
conclusión, buscando recapitular los puntos más resaltantes del trabajo.

I. Condiciones generales que marcan el desarrollo de la acción de Simón Bolívar.

Una apreciación general que se podría formular de manera introductoria es que la


acción de Bolívar, como individuo en el movimiento de la historia, estuvo condicionada por
un conjunto de elementos de orden material que hicieron posible y sirvieron de base a su
participación en el desarrollo del proceso en su lucha anticolonial. Por tanto, se hace
7

necesario apreciar algunas condiciones económico sociales de su época para intentar


deducir su accionar histórico.

Un cuadro global de las condiciones económico sociales de finales del siglo XVIII y
comienzos del XIX estuvo caracterizado por los efectos del crecimiento capitalista con
ciertas contradicciones con el antiguo orden colonial. El ritmo aceleradamente expansivo
del capital pugnaba por una nueva división internacional a favor de los países más
avanzados. La menor composición orgánica del capital en los territorios americanos atraía
sobre todo a la economía inglesa, la cual desarrolló progresivamente su influencia en
desmedro del antiguo imperio colonial español. La revolución industrial se expresó en una
nueva división mundial en la cual los países adelantados en las etapas del capitalismo se
nutrían y financiaban su desarrollo a expensas de la periferia en formación. La crisis de la
sociedad colonial fue la expresión de esta variación estructural global, la cual venía
madurando siglos atrás. El capitalismo de libre concurrencia y su carácter librecambista
predominaba en la dinámica europea y alargaba sus raíces a las colonias americanas.

En el orden interno en la periferia colonial el grado de las fuerzas productivas había


permitido diferenciar, en un lento y hasta original proceso, las clases sociales;
diferenciación que se hace más evidente al referir cada grupo económico al proceso
productivo. Todo esto estuvo directamente vinculado a la dinámica expansiva del capital y
a la conformación de las sucesivas variaciones en la división internacional del trabajo.

Las contradicciones sociales en esta coyuntura expresan en mayor grado la


imposibilidad del desarrollo de algunos grupos sociales en el marco del sistema colonial y
sus trabas al libre cambio; sobre todo afectaba a la clase organizadora de la producción y
propietaria de las tierras.

El carácter librecambista del proceso emancipador se explica en una doble vertiente


de interés la cual converge hacia un vértice único. De un lado, las condiciones del capital
internacional que en su desarrollo empieza a sentar las bases para transformar el conjunto
de relaciones sociales a su favor; y de otro lado, el interés de la clase de los terratenientes
criollos para librarse de las trabas que significaban la sujeción política a España para
comerciar con independencia sus productos. A esta clase pertenecía Bolívar y muchas de
sus actitudes se explican a partir de ello.

El enfoque anticolonial en Bolívar, en el marco del hispanoamericanismo, es una


dinámica que se va puliendo en el proceso de estas luchas de liberación, fundamentalmente
encuadrada entre 1811 y 1826. Estos quince años van ordenando su pensamiento.

A. El contexto en que se desarrolla su conciencia social.

Bolívar actuó como el representante de su clase social ascendente, su práctica


histórica parte de estos fines. La ideología francesa es parte de su fuente de inspiración para
buscar la aplicación y la funcionalidad en sus planes de liberar a Hispanoamérica.
8

La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, la ideología


roussoniana, se hacían conocer en las colonias en forma subrepticia y fragmentaria, pero
rápida. Bolívar por intermedio de su principal maestro es educado en este ambiente
enciclopedista. En carta al General Santander confiesa parte de su formación y sus lecturas:
“...puede ser que Mr. De Mollien no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac,
Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot y todos los clásicos de la antigüedad, así filósofos,
historiadores, oradores y poetas; y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y
gran parte de los ingleses”.1

Según Manuel Pérez Vila, de acuerdo a listas redactadas entre 1825 y 1828, puede
deducirse que los hábitos de lectura de Bolívar, en una fase de desarrollo como individuo,
expresa los intereses de una clase. Tenía una marcada inclinación hacia la historia
napoleónica, biografías de eminentes tratadistas del siglo XVIII y obras de filósofos
franceses. Pérez Vila dice que en los inventarios hechos en 1803 se incluían obras de los
mercantilistas españoles como Ustariz y Campomanes, así como La riqueza de las
naciones de Adam Smith2.

Aunque no puede afirmarse que Bolívar leyera esos libros, por la claridad y
agudeza de sus convicciones, cabe suponer que algunos le fueron familiares. Aunado a ello,
sus viajes y estudios en Europa le permitieron un contacto directo con intelectuales e
ideólogos de las corrientes francesa de la época; también en su práctica político militar supo
aglutinar elementos avanzados de diferentes campos y disciplinas. “El gran hombre –dice
Plejanov- lo es no porque sus particularidades individuales imprimen una fisonomía
individual a los grandes acontecimientos históricos, sino porque está dotado de
particularidades que hacen al individuo más capaz de servir a las grandes necesidades de su
3
época, sumergidas bajo la influencia de causas generales y particulares”.

En todo pensamiento existe una evolución, un proceso de autonegación y de


asentamiento de nuevas afirmaciones en la conciencia del ser, como producto de sus
aciertos y fracasos, desenvolvimiento que está intrínsecamente ligado a la práctica social.
Bolívar, inmerso en esta dinámica histórica, fue perfilando su pensamiento al calor de los
acontecimientos. Para 1811, al cesar el papel de la Junta Suprema, un Ejecutivo colegiado
(Triunvirato) toma a su cargo el gobierno nacional, con lo cual se agudizan las
contradicciones internas en Venezuela:

Los chapetones (españoles peninsulares) quedarán enfrentados a los criollos. Los


comerciantes a los terratenientes y estos a la vez se dividían en tendencias: Para unos,
filosóficamente, la soberanía era una manifestación de derecho divino, enmarcada en las
leyes del absolutismo; para otros, la soberanía sólo podía emanar de la voluntad de los
pueblos (Constitucionalismo). Los “revoltosos” frente a los “moderados”. Aquellos
proclamaban la independencia por medios radicales y los otros por medio de la evolución y
el entendimiento con la corona. Ambos consideraban un paso previo: el autonomismo. 4
1
Bolívar, Simón, Obras Completas, La Habana, Ediciones Lex, 1947, Vol II, p. 139
2
Ver Pérez Vila, Manuel. La biblioteca del Libertador, Caracas, 1960. p. 22-24
3
Plejanov. Jorge. El papel del individuo en la historia, Col. 70, Nº 35, México, 1968, p. 82
4
Ver Pividal, Francisco. Bolívar, pensamiento precursor del antiimperialismo, Cuba, 1977, p. 51
9

En un primer momento fue un período de contradicciones entre las clases


dominantes por la toma del poder político, donde jugaba importancia la toma de posiciones,
sobre un marco político general de lo que debía ser el proceso. Aún cuando ya se definía el
problema de la libertad sudamericana, no había en ese momento una visión de amplitud y
apertura hacia las clases oprimidas. El pueblo, elemento determinante en todo objetivo
político social, poco contaba.

Ante estas posiciones dilatorias, Bolívar tomaba ya las riendas orientadoras. El 4 de


julio de 1811 pronuncia un discurso deslindando la contradicción entre libertad y
despotismo y levantando el horizonte hispanoamericanista:

No hay dos congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que no conocen la necesidad de la
unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva y para animarnos a la gloriosa empresa
de nuestra libertad (...) Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar definido. ¿Y qué
dicen? Que debemos comenzar por una federación, como si todos no estuviésemos
confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de
España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si
estamos resueltos a ser libres? (...) Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad
5
sudamericana: vacilar es perdernos”

Casi un año después, bajo estas indecisiones, se pierde la I República; en estos


primeros momentos no se había logrado un verdadero ejército popular ni se incluía en un
programa de lucha las reivindicaciones más sentidas por los oprimidos.

Bolívar instaura la II República apoyado en las bayonetas neogranadinas y en las


charreteras mantuanas. República que se mantuvo por 16 meses y surgida por la
participación de Nueva Granada en la lucha de liberación. Los pardos, los esclavos se
evidenciaban tan lejos como en la primera. En su exitosa Campaña Admirable, Bolívar
comprobó que no se habían sumado los combatientes de fila que debió aportar la nación
venezolana. No se había logrado unificar la gran población desposeída, el (la?) cual se
concentraba en los llanos bajo la bandera realista y promesas de libertad, tierras y
repartimiento de los bienes de los blancos. Bolívar en sus reveses comprende que el ideal
independentista no había calado en el pueblo, que los esclavos temían menos a los
españoles y que los pardos preferían a Boves.

Ante esta indiferencia exhorta a los granadinos para la lucha y reta a los
venezolanos a incorporarse a la guerra de liberación: “Esperad patriotas al noble y virtuoso
pueblo granadino que volverá a recoger nuevos trofeos, a prestaros nuevos auxilios y
traeros de nuevo la libertad si antes vuestro valor no la adquiere.” 6

5
Bolívar, Simón. Obras completas, “Discurso pronunciado en la Sociedad Patriótica de Caracas, el 4 de julio
de 1811”, p. 535
6
Bolívar, Simón. Siete documentos esenciales, “Manifiesto de Carúpano”, Caracas, edic. de la Presidencia de
la República, 1973 p. 36
10

En la Carta de Jamaica, bajo un nuevo destierro (Kingston, 1815) produce nuevas


reflexiones anticoloniales, ya se va convirtiendo en un analista político, y de admirador de
las instituciones foráneas empieza a afirmar la grandeza autóctona. En este documento
reconoce sus limitados conocimientos sobre Nuevo Mundo así como su heterogeneidad:
“Me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas y por consecuencia, sólo se
puede ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte
futura y a los verdaderos proyectos americanos” 7 Bolívar reconoce la diversidad y la
complejidad de la transición que está viviendo: “pues cuántas combinaciones suministra la
historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por su posición física, por
las vicisitudes de la guerra, y por las cálculos de la política” 8

En relación a los “americanos meridionales” –afirma- y si la justicia decide la


contienda (...) el suceso coronará nuestros esfuerzos porque el destino de América se ha
fijado irrevocablemente”9 . Finalmente hace una valoración: “el pueblo que ama su
independencia por fin la logra”, 10

En un nuevo ingreso a Venezuela en 1817 trae reflexiones claras sobre los fracasos
independentistas: había que ampliar el marco social de la lucha. Los hombres quieren que
les sirvan al gusto de todos y el modo de agradarlos es convidándolos a participar.

La situación de Venezuela había cambiado en su ausencia; a la muerte de Boves


otros llaneros habían logrado afianzar la lucha por la tierra, el ganado y la vida: Personajes
del mismo pueblo habían logrado la incorporación de las masas al proceso: Páez,
Arismendi, Piar, Bermúdez, etc., lograron ganar para la insurrección a los patriotas en los
llanos y en el oriente del país.

La lucha guerrillera había sido una escuela de templanzas. Las grandes masas del
pueblo venezolano nutrían las filas de los combatientes. La nueva oficialidad provenía de
cunas muy humildes. El color de la piel no impedía el ascenso a las más altas jerarquías
militares.

La vinculación real con las masas la habían logrado otros, sin embargo, había que
buscar la unidad de todos los sectores involucrados y edificar un solo mando. Bolívar con
su gran don de político supo ganarse a estos caudillos mediante proclamas, decretos y
órdenes militares que encabezaba con los títulos de sus acciones exitosas en el pasado. Así
logra ubicarse como Jefe Supremo de la República de Venezuela y Capitán General de los
Ejércitos de Venezuela y Nueva Granada.

En este proceso Bolívar comprendió lo contradictorio de la esclavitud con los


planteamientos de libertad. Ello significó esfuerzos innumerables y declaraciones reiteradas
sobre la libertad de los esclavos ante Constituyentes y congresos y desesperados esfuerzos

7
Bolívar, Simón. Siete documentos esenciales, Caracas, edic. de la Presidencia de la República,
1973 p. 38
8
Idem.
9
Ibídem. p. 39
10
Ibidem. , p. 40
11

por la unidad combatiente lograda después de 1816 hasta la culminación bélica en


Carabobo.

II. El anticolonialismo en Bolívar.


La independencia fue el primer principio que guió su ideal anticolonial. En el transcurso
de su obra la constante es que los pueblos americanos debían ser libres de toda dominación
extranjera. Planteaba que cada nación tenía que decidir sobre su propio destino. La
independencia, más que un acto de separación de España, era el respeto propio, la dignidad
del pueblo de ejercer su libertad. No se trataba de cambiar un imperio por otro, era el modo
en que los latinoamericanos existieran en el mundo.

Los pueblos originarios fueron parte de esa nacionalidad; corregir las injusticias que
por siglos impusieron los invasores sobre ellos fue parte de su utopía. En un decreto de
1820 ordena, en defensa de los indígenas de Cundinamarca: “Se devolverá a los naturales,
como propietarios legítimos, todas las tierras que formaban los resguardos según sus
títulos, cualquiera que sea el que aleguen para poseerlas los actuales tenedores”. Reconoce
que la diversidad étnica de América no puede traducirse en privilegios de casta y
discriminación social. Los descendientes de indígenas, africanos y europeos siendo
diferentes formaban parte de una única y nueva nación, que ahora buscaba una mayor
libertad, garantías sociales e igualdad ante la ley

Otro de sus fundamentos fue la soberanía nacional. Ella afirma la libertad del pueblo
frente a toda tiranía interna o externa, a la vez, la emancipación se podría especificar por
dos tesis capitales: nacionalidad afirmada como rechazo al vasallaje y algunos
acercamientos a la justicia social que por las limitaciones de la época se tradujo en dos
proposiciones: la libertad de los esclavos y su exigencia de crear el buen ciudadano11.

La soberanía y la dignidad del pueblo como única autoridad legítima de las naciones
es tratada en diferentes documentos. En defensa de ese ideal escribió en una de sus cartas:
“Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo
el mundo la ofende”12. Aún en los momentos de su vida en donde la alternativa que
manejaba era la dictadura siempre apeló a la voluntad popular, aunque ésta conllevara la
división de varias repúblicas: “La dictadura con su omnipotencia fundirá todos los partidos,
y los hará entrar en el silencio, después se debe consultar la voluntad nacional para saber
qué quiere: luego es preciso hacer lo que ordene el soberano, y si el soberano divide sus
opiniones, que las divida; y si quiere hacer tres o cuatro repúblicas, que las haga” 13. Esta
consulta a la “voluntad nacional” o al “soberano” que se proclamaba no era absoluta, pues
en ella también obraba la dirección que la élite dirigente imprimía a sus necesidades de
clase y sus ideas relativas a la propiedad, el honor y a la vida política de los ciudadanos,
sobre todo las limitaciones que estipulaba para ser elector14.

11
Nota. El concepto de justicia social, tal como lo conocemos hoy, no se había formado para la época,
comenzó a utilizarse a fines del siglo XIX
12
Bolívar, O. C. Tom. I, p. 355
13
Bolívar, O. C. “Carta a Santander” 14/10/1826, doc.1203, p. 486
14
Ver Carta a Santander 31/12/1822, Obras Completas, t. I, doc. 616, p. 711
12

Bolívar luchó por transferir el poder de los privilegiados a todos los ciudadanos
activos de la nación. Para él no debía existir una autoridad superior a las leyes que el propio
pueblo libremente se dicte a sí mismo. “La aclamación libre de los ciudadanos es la única
fuente de legitimidad de todo poder humano”, afirmó Bolívar. En 1826 escribió: “Yo no
conozco más partido de salud, que el de devolver al pueblo su soberanía primitiva para que
rehaga su pacto social. No entiendo qué delito se cometa en ocurrir a la fuente de las leyes
para que remedie un mal que es del pueblo y que sólo el pueblo conoce15. Si el pueblo
soberano formado por seres libres e iguales es la fuente del poder, la forma del gobierno no
puede ser otra que la república. No es el gobierno de un hombre o una clase, es el gobierno
de todos los ciudadanos. Así Bolívar proponía un gobierno republicano cuyas bases debían
ser la soberanía del pueblo, la división de poderes, la libertad civil, la proscripción de la
esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios.

En su estrategia anticolonial supo combinar las formas de lucha y la política de


aliados en función de sus fines últimos:

Yo creo que se puede salvar a América con estos cuatro elementos: primero, un grande
ejército para imponer y defendernos; segundo, política europea para quitar los primeros
golpes; tercero con la Inglaterra y cuarto con los Estados Unidos. Pero todo muy bien
manejado y muy bien combinado, porque sin buena dirección, no hay elemento bueno.
Además insto el Congreso del Istmo de todos los estados americanos, que es el quinto
elemento”16

Incluso, ante la injerencia de otros países encabezados por la Santa Alianza, llegó
a manejar la concepción de “guerra universal” dentro de un carácter popular y
prolongado. En carta a Sucre el 20/01/182517 le confiesa su preocupación por la Santa
Alianza quien apoyándose en Brasil buscaba destruir la revolución. Tres días después le
escribe a Santander: “Yo sé que al Brasil han llegado 2000 alemanes y 6000 rusos para
sostener el partido monárquico”18 . A dos meses de estas comunicaciones lanza las
siguientes orientaciones: “preparamos para sostener la contienda más ardua y más
grande de cuantas han ocupado y afligido a los hombres hasta ahora. Esta debe una
guerra universal. (…..) Prepararnos para una lucha muy prolongada, y muy ardua muy
importante”19.

. En este contexto planifica conjuntamente su estrategia militar hispanoamericana:

Debemos, pues, en este caso, prepararnos para una larga contienda con la mayor parte de
la Europa. Creo que lo primero que debemos ejecutar, si la Santa Alianza se mezcla en
nuestros negocios, es que el Perú y Buenos Aires ocupen inmediatamente el Brasil;
Chile a Chiloé; Colombia, Guatemala y Méjico debe ocuparse de su propia defensa, y

15
Bolívar, O. C. Carta a Santander 14/10/1826, doc.1203, p. 486
16
Bolívar. O. C. Carta a Santander 11/3/25 doc. 859, p. 102
17
Bolívar, O. C. Carta a Sucre, doc. 839 p. 75
18
Bolivar, O. C. Carta a Santander, doc. 840 p. 77
19
Bolívar, O. C. Carta a Santander 11/3/1825, doc. 859, p. 104
13

toda la América formar una sola causa atendiendo todos a la vez a los puntos atacadas o
amenazados20

Evidentemente su visión latinoamericana se radicalizaba en la medida en que


aumentaban sus dificultades, su estrategia unitaria buscó siempre consolidar las victorias
alcanzadas manteniendo la perspectiva americana.

A. Sobre la concepción de guerra popular dentro del carácter


internacional.
Ubicar el carácter internacional de la lucha independentista tendría que ver con la
unificación de los distintos sectores patrióticos conjuntamente con otros internacionalistas
identificados con la causa independentista. Las tropas libertadoras se integraron por
latinoamericanos nacidos en diferentes países, habida la nacionalidad latinoamericana
forjada por Bolívar y por la independencia. Los primeros antecedentes parten de la
participación de Nueva Granada en la Campaña Admirable. Recuérdese que el Libertador
llegó a Caracas con un ejército prestado que enarbolando la bandera de Cartagena ayudó a
instaurar la Segunda República.

Años más tarde vuelve a producirse otra manifestación internacionalista cuando los
llaneros venezolanos se unen en Casanare con las tropas de Santander, pasan los Andes y el
7 de agosto de 1819 dan la victoriosa batalla de Boyacá, forjando la independencia de
Nueva Granada. Luego de desafiar serios problemas regionalistas en el Congreso de
Angostura proclama la unión de Venezuela y Colombia dejando como vicepresidente a un
neo-granadino: Don Francisco Antonio Zea quien preside los destinos de Venezuela al
continuar Bolívar su campaña.

Otro antecedente se ubica en la discusión que suscitó el Decreto de Guerra a


Muerte: las consideraciones oscilaban entre si era una guerra civil o una guerra nacional.
Pesó en esta diatriba el hecho de que participara un ejército extranjero para definirla como
nacional y no como guerra civil: Pueblo venezolano a la cabeza del cual se colocó la
nobleza territorial y coloniaje español unido a sectores de la sociedad venezolana. En lugar
de determinar si era o no una guerra civil por la circunstancia de la participación, en mayor
o menor grado, de bandas de la misma sociedad, más bien viene dado porque en ella no
haya injerencia extranjera ni dominación colonial. La concepción de guerra de liberación
nacional en el contexto hispanoamericano se ilustra en esta carta a Santander: “el enemigo
no tiene fronteras, ni es país extranjero el que ocupa el enemigo; (…) nunca se debe
considerar como extranjero el país que se disputa”21. El Libertador tenía una concepción de
patria grande, a diferencia de muchos de sus colaboradores.

Luego de Boyacá viene a Carabobo, y dos años más tarde inicia la Campaña del Sur
que lleva la independencia al Ecuador y al Alto y Bajo Perú. Para él, la dominación colonial
no podía ser derrotada en un sólo país: La Campaña del Sur la integran llaneros

20
Bolívar, O. C. Carta Santander. 30/5/25 , doc. 890, p. 144
21
Bolívar, O. C. Carta a Santander 23/02/1825, doc. 849. p. 91
14

venezolanos y colombianos, montañeses ecuatorianos, cholos peruanos, gentes de otras


lejanías identificadas con el ideal nuestroamericano. Todo un ejército internacionalista sin
contar con la oficialidad de variados países europeos. Para Bolívar según Pividal, “Las
fronteras se borran cuando es cuestión de implantar el derecho y la paz o de aplastar la
tiranía y la injusticia”22 En la oportunidad que Santander le pide no continuar hacia el Perú,
porque ese territorio no es casa propia sino la ajena, Bolívar contesta: “Usted me repite que
debemos cuidar de preferencia nuestra casa antes que la ajena; esto no merece respuesta,
porque el enemigo no es casa ajena sino muy propia”23

En la marcha libertaria por los Andes peruanos, el general inglés Miller, se refiere a las
tropas que el Libertador dirigía:

Allí, en medio del espectáculo de la naturaleza, estaban reunidos hombres de Caracas,


Panamá, Quito, Lima, Chile, y Buenos Aires; hombres que se habían batido a orillas del
Paraná, en Maipó, en Boyacá, en Carabobo, en Pichincha y al pie del Chimborazo. En medio
de aquellos americanos valientes defensores de la libertad, había algunos extranjeros fieles
aún a la causa en cuyo obsequio perecieron otros tantos paisanos suyos. Entre ellos
hallábanse algunos que habían combatido a orillas del Guadiana y del Rhin, y que
24
presenciaron el incendio de Moscú y la capitulación de París.

En su ideal hispanoamericanista Bolívar parte de una táctica: “la unidad para la


lucha”. Concebía que sólo la América unida (Hispanoamérica en algunas de sus
definiciones) podía vencer al enemigo común. Parte de su estrategia fue el Decreto de
Guerra a Muerte: luchar sin cuartel contra todo aquel que se opusiera a la liberación de los
pueblos. Lucha que no debía ser aislada sino que debía tener todo un mecanismo de
denuncia para que no fuese tergiversada como crueldad extrema sino como una necesidad
del momento histórico: la unidad y la presión ante la indefinición.

Como parte de esa estrategia buscó apoyo en otra potencia: Inglaterra, era parte de
esa política de alianzas. Estaba consciente del riesgo de cambiar un “patrón” por otro, pero
en la coyuntura histórica esta alianza permitía “existir”, neutralizar en cierta medida a la
Santa Alianza y a la pujante potencia del norte.

El carácter de lucha continental del ideal bolivariano está planteado con nitidez en la
Carta de Jamaica. Veía desde 1815 por la historia de México, monarcas derrumbados por
conmociones populares, y después mandones fuertes y vitalicios. En este documento da su
visión de lo que serán las naciones que conforman América, precisando que se crearán 17
naciones con repúblicas en vez de monarquías y gobernadas por diversos modelos políticos.

En los primeros tratados de amistad que negocia con México, Perú, Chile, y Buenos
Aires, la Gran Colombia propone la formación de una liga mucho más estrecha que las que
forman en Europa contra las libertades de los pueblos. Se trataba de crear una sociedad de

22
Pividal, Francisco. Bolívar, en vivo y directo, Caracas, Venezuela, Edic. del Fondo Editorial “Carlos
Aponte” 1986, p. 34
23
Ibídem, p. 35
24
Mijares, Augusto, El Libertador, citando a Memorias del general Guillermo Miller, Madrid, 1910, tomo
II, p. 130
15

naciones hermanas, unidas fuerte y poderosamente contra las agresiones del poder
extranjero. La obra maestra de este internacionalismo sería el Congreso de Panamá.

III. El ideal hispanoamericanista.


Bolívar abogaba por una dirección central. Ya en 1811, se practicaron acciones
centralistas, tal como las de la Junta Suprema que se declaró ductora general en Venezuela
de las acciones que se habían de tomar y de la transformación del régimen de gobierno
colonial. Sólo que tratará de mantener un sistema federal, hecho al cual se oponen Miranda,
Bolívar y Muñoz Tebar. El futuro Libertador veía claramente que un régimen federal
llevaría a la dispersión, a la difícil acción y solidificación. La lucha tenia que ser unitaria.

En este mismo año, Bolívar argumentaba que se debían mancomunar todos los
patriotas, y por encima de ellos, la unidad de Venezuela y Nueva Granada. Efectivamente,
en 1813 habla de la necesidad de una confederación de naciones, única manera de no ser
derrotados por el colonialismo español. En relación a la unión de Venezuela y Nueva
Granada, escribe en Angostura el 20/12/1819, varios elementos que vale la pena citar en
extenso:

Poder, prosperidad, grandeza, estabilidad serán el resultado de esta feliz unión. (...) En diez
años de lucha y de trabajos indecibles; en diez años de sufrimientos que casi exceden a las
fuerzas humanas, hemos experimentado la indiferencia en toda la Europa y aun nuestros
hermanos del Norte, han permanecido tranquilos espectadores de nuestro exterminio. Entre
otras causas, puede asignarse como la primera, la multiplicidad de soberanías establecidas
hasta hoy. (...) La república de Colombia presenta cuantos medios y recursos son necesarios
para sostener el rango y la dignidad a que ha sido elevada, e inspira a los extranjeros la
confianza y la seguridad de que es capaz de sostenerlos. De aquí nacen la facilidad de
obtener aliados y de procurarse los auxilios que le faltan para consolidar su independencia.
Esta es también una de las poderosas razones que ha considerado el Congreso para la
reunión de las dos naciones, los dobles medios y por consiguiente el doble crédito que va a
resultarnos25.

Su balance es que a los países avanzados no les agradaba el surgimiento de múltiples


soberanías. Para Bolívar la unión estaba centrada en dos premisas: rango y dignidad en las
nuevas repúblicas, mientras para el Congreso el fin era más práctico: al unirse lograrían
mayores créditos del extranjero.

En la Carta de Jamaica de 1815, queda expresada la idea de una extensa


confederación de países Americanos que luchaban por la independencia. “Es una idea
grandiosa pretender formar de todo el nuevo mundo una sola nación, con un sólo vinculo
que logre sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas
costumbres y una religión, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que confederar
los diferentes estados que hayan de formarse...”26

25
Bolívar, O. C. Tom I , p. 407
26
Bolívar, Simón. Siete documentos esenciales, p. 61
16

Esta idea siempre estará presente en Bolívar, pero hay que tener el cuidado de
delimitar claramente el concepto de América en él; pues en situaciones particulares refirió a
ella no sólo con un criterio geográfico, sino también político; se refería singularmente a los
pueblos colonizados por España. Desde 1813, usa Bolívar una serie de sinónimos: América,
América Meridional, América del Sur y otros. Es muy preciso en un informe del 31 de
diciembre de 1813, al propugnar una alianza para la lucha:

Si en estos siglos de ignominia, en que un continente más poblado y más rico que la
España, fue la victima de las miras pérfidas del gabinete de Madrid; si este pudo desde
dos mil leguas de distancia, sin enormes fuerzas, mantener la América, desde Nuevo
México hasta Magallanes bajo su duro despotismo. ¿Por qué entre la Nueva Granada y
Venezuela no podrá hacerse una sólida reunión?27

También en una proclama a la división encabezada por el general Urdaneta, fechada


en Pamplona, el 12 de Noviembre de 1814, declara: “Para nosotros la patria es la América;
nuestros enemigos los españoles, nuestra enseña la independencia y la libertad”.28 Acá
América quedó definida en función de la lucha contra los colonialistas, donde la causa
común era libertarse de España. Bolívar muchas veces repite el mismo concepto en Oriente,
en Guayana, Boyacá; en todo sitio y momento. En 1822 había escrito desde su cuartel
General en Cali al Director Supremo de Chile: “El gran día de América no ha llegado.
Hemos expulsado a nuestros opresores… más todavía nos falta poner el fundamento del
pacto social que debe formar de este mundo una nación de Repúblicas (…) La asociación
de los cinco grandes Estados de América es tan sublime en si misma, que no dudo vendrá a
ser motivo de asombro para la Europa”29 Los cinco estados a los que se refiere Bolívar
eran: México, Perú, Chile, Buenos Aires, Colombia; incluyendo tácitamente lo que hoy
responde al nombre de América Central.

El 7 de Diciembre de 1824, (dos días antes de librarse la Batalla de Ayacucho)


Bolívar en Lima (Perú) invita a los gobiernos de Colombia, México, Río de Plata, Chile y
Guatemala, a formar el Congreso de Panamá. El documento consta de doce parágrafos, en
los cuales trata de resumir sus 15 años de meditación unitaria en una concreción de
continentalidad hispanoamericana.

El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la


historia diplomática de América una época inmortal. Cuando, después de cien siglos, la
posteridad busque el origen de nuestro derecho público y recuerden los pactos que consolidaron
su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo. En él, encontraron el plan de las
primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será
entonces el Istmo de Corinto comparado con el de Panamá?”30

En la magnitud de su visión estratégica, Bolívar pensó la patria en términos


latinoamericanos. Las pequeñas naciones corrían el riesgo de ser arrasadas por las grandes

27
Acosta Saignes. Miguel. Acción y utopía del hombre de las dificultades, Cuba, edit. Casa de las Américas,
1977, p.376
28
Bolívar, O. C., t. III, p. 614
29
Bolívar, O. C. doc. 555, t. III, p. 619
30
Bolívar, O. C. doc. 816, t. II, p. 54
17

potencias si no entendían la necesidad de la alianza entre repúblicas. Los débiles unidos


serían fuertes, su historia común los hacía semejantes entre ellos y diferentes del resto del
mundo. La pérdida de la libertad en cualquier parte de Latinoamérica representaba un
peligro para todos. Bolívar entendía que en América los acontecimientos se mueven
simultáneos y no podía darse el proceso de manera aislada sino de manera continental:
“América es una máquina eléctrica que se mueve toda ella, cuando recibe una impresión de
sus puntos.31”. Sólo la solidaridad y el claro beneficio mutuo de una alianza permitirían el
ejercicio de las soberanías nacionales.

Propone para la posteridad que: “Nuestras repúblicas se ligarán de tal modo, que no
parezcan en calidad de naciones sino de hermanas, unidas por todos los vehículos que nos
han estrechado en siglos pasados, con la diferencia de que entonces obedecían a una sola
tiranía y ahora vamos a abrazar una misma libertad con leyes diferentes y aun gobiernos
diversos; pues cada pueblo será libre a su modo y disfrutará de su soberanía, según la
voluntad de su conciencia”. Unidad en la diversidad, unidad para ser libres de decidir
opciones y modelos, pues el inicio de toda independencia comienza con la emancipación
del pensamiento.

En su Carta de Jamaica planteó una defensa de nuestra cultura indo-africana-


mestiza, nueva mezcla étnica que debía emerger por sus derechos:

Nosotros que apenas conservamos los vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por
otra parte no somos indios ni europeos sino una especie media entre los legítimos
propietarios del país y los usurpadores españoles.(...) Americanos por nacimiento y
nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar éstos a los del país y mantenernos
en él contra la invasión de los invasores; así, nuestro caso es el más extraordinario y
complicado”.32

En la misma carta afirma: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo
Mundo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya
que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente,
tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse”.

Nótese que la exigencia de un mismo origen, una misma lengua, etc., es


fundamentalmente hispanoamericana. En carta a Pueyrredón (1821) sentencia: “Ligadas
mutuamente entre sí todas las repúblicas que combaten contra España...” Es decir, sólo las
que luchan contra España. El 7 de diciembre de 1824, en una de sus invitaciones al
congreso de Panamá dice: “es tiempo ya que los intereses y relaciones que unen entre sí a
las repúblicas americanas, antes colonias españolas...” Sólo las que antes habían sido
colonias españolas. En 1825 escribía a Santander: “Los americanos del norte (... ) por sólo
ser extranjeros tiene el carácter de heterogéneos para nosotros. Por lo mismo, jamás seré de
opinión de que los convidemos para nuestros arreglos americanos”´.

31
Bolívar, O. C. Carta a Santander 6/01/25, doc. 832 , t. II, p. 70
32
Bolívar, Simón. Siete documentos esenciales, Caracas, edic. de la Presidencia de la República,1973, p. 47
18

La Carta de Jamaica también expone dificultades sobre la difícil realización de “una


sola nación” de toda la América española, pero constantemente expresa su deseo de reunir
el “augusto Congreso” del Istmo de Panamá. Como estratega y político traza
comunicaciones con los demás países en función de la coordinación total de la guerra. El 4
de febrero de 1821 le dirige a Puyrredón, director supremo del Río de la Plata, este
mensaje:

Ligados mutuamente entre sí todas las repúblicas que combaten contra España por el
pacto implícito y ha virtud de la identidad de causa, principios e intereses, parece que
nuestra conducta debe ser uniforme y una misma. Nada puede pretender una contra la
otra que no sea perjudicial a ambas, y por el sentido contrario, cuando se erija a favor de
ésta, debe entenderse respeto de aquella. Debemos estrechar nuestras relaciones, no
como entre pueblos distintos, sino entre dos hermanos que mutuamente se sostienen,
protegen y defienden33.

Al General San Martín le dice el mismo año: “Mi primer pensamiento en el Campo
de Carabobo, cuando vi a mi patria libre, fue vuestra excelencia, el Perú y su ejército
libertador”.34

A partir de 1822 comienza a realizar Pactos de Unión. Liga y confederación que firma
Colombia con Perú, Chile, México, Centroamérica. Son pactos preparatorios donde las partes se
comprometen a confederarse entre sí y a interponer sus buenos oficios para lograr que lo hagan los
demás Estados de América, antes española.

En carta a Santander el 10/10/25, informa que la Argentina ante una guerra


inminente con Brasil le ofrece el protectorado de América35. Luego en nueva comunicación
le detalla el planteamiento del general argentino Alvear:

El general Alvear, que según todas las noticias es el militar de más crédito, y que realmente
tiene mérito, se vuelve inmediatamente para Buenos Aires con grandes miras; él desea ponerse
de acuerdo conmigo en todo, y por todo: ha llegado a proponerme (como pensamiento secreto)
la reunión de la República Argentina y Boliviana, llevando toda ella mi nombre; él no abandona
este proyecto por nada, y menos aun de llamarme a fijar los destinos de Río de la Plata; él dice
que sin mí su patria vacilará largo tiempo, y que, exceptuando cuatro individuos del gobierno,
todo el mundo me desea como un ángel de protección. Chile y Buenos Aires están en un caso
igual y ambos me desean ardientemente”.36

Luego le confesará: “La liga de esta república con la Argentina la quisiera yo extensiva
a toda la América española, conforme al proyecto general de federación”. Entre 1824 –
1825 se desplegaron los preparativos para organizar una expedición liberadora a Cuba y
Puerto Rico. En relación con ello Bolívar determinó renovar la flotilla militar con base en
Cartagena la cual proyectaba utilizar para prevenir posibles acciones de España y escoltar
dicha expedición. Tras la victoria de Ayacucho, en carta al general Soublette del 9 de abril

33
Bolívar, Simón Obras Completas, p. 533
34
Op cit. P. 583
35
Bolívar, O. C. doc. 953, p. 229
36
Bolívar, O. C. Carta al señor General Carlos de Arvear 5/12/1825, doc. 1006, p. 283
19

de 1825, manifestó su disposición de enviar un ejército de siete mil hombres para participar
en la liberación de Cuba. Con ese mismo propósito el 28/02/1827, en una coyuntura
favorable para la liberación, le plantea al gran Mariscal Don Andrés de Santa Cruz, la
independencia de Cuba:

Aunque frecuentemente se ha hablado de expedición a La Habana, no por eso se ha


determinado aún emprender una operación que es costosa, difícil y peligrosa; y que
podía sernos perjudicial sino se logra con todo el éxito que ella exige. Sin embargo, no
por eso abandono esta idea que me ha sido siempre muy favorita, y si la guerra entre
España e Inglaterra llega a verificarse, entonces será fácil ejecutar aquello que en plena
paz podría ser impracticable37.

De igual forma se había dirigido a O’Higgins, director de Chile, en el año 1821:


“mis primeras miradas se dirigieron al Sur, al Ejército de Chile; lleno de los más ardientes
deseos de participar en las glorias del ejército libertador del Perú, el de Colombia marcha a
quebrar cuantas cadenas encuentre en los pueblos esclavos que gimen en la América
meridional”38 Evidentemente era el empleo de la diplomacia pues en correspondencia con
Santander, el 10/11/1824, le confiesa la inconstancia de ese país: “Los chilenos prometen
mucho y no hacen nada. Sin embargo, dicen que saldrán en este mes al mar con cinco
buques de guerra a reunirse a nosotros. Hasta ahora Chile no ha hecho más que engañarnos
sin servirnos con un clavo: su conducta es digna de Guinea39”

El término “hermandad” es usado en diferentes referencias a los países dominados


por España. En la proclama de Pamplona ofrece sus servicios a “esta nación hermana”; en
1818, desde Angostura le dice a los granadinos “Reunid vuestros esfuerzos a los de
vuestros hermanos: Venezuela marcha a libertaros, como vosotros conmigo en los años
pasados libertasteis a Venezuela” (II- 1124) A don José de San Martín le ratifica el mismo
sentimiento: “hermanos de armas, de empresas y de opinión” (I- 654), al Ecuador el
03/12/1821: “la naturaleza y el cielo nos han dado por hermanos” (II-1178) a México: “la
naturaleza nos dio un mismo ser para que fuésemos hermanos” (I-598) También al Perú, en
1825 lo considera que “puede formar una excelente hermana de Colombia” (I- 1051). Al
mismo Brasil al que en 1825 al se había referido como “destinado a ser el instrumento de la
Santa Alianza para destruir nuestras instituciones liberales”40 pasado el tiempo, al recibir a
su representante en Colombia le dice que “asegurará para siempre la más perfecta amistad
entre nuestras naciones, vecinas y hermanas”. (II-1278)

Sin embargo, los autores que propugnan un hispanoamericanismo acérrimo se


abstienen de citar que esta palabra fue también empleada hacia los ciudadanos de los
Estados Unidos cuando en la Carta de Jamaica los considera como “nuestros hermanos del
Norte” (I- 168). El peso histórico que tenia la idea americana venía ya desde las
“Ordenanzas de Picornell”, Gual y España y el “Soneto Americano” redactado por Manuel

37
Bolívar, O. C. T. II , p. 567
38
Op cit, p. 533
39
Bolívar, O. C. t. II, p. 41
40
Bolívar, O. C. t. II, p. 229
20

Cortés de Campomanes. Posiblemente en la medida en que fue trascurriendo el proceso, y


se fueron configurando las diferentes posiciones, la palabra América se empleó más
comedidamente.

A. Posición ante las potencias coloniales.


La rivalidad Estados Unidos-Inglaterra, afloró de continuo, obstaculizando mucho
la independencia de países hispanoamericanos. Esta pugna se venía gestando desde años
atrás por la política de ambos hacia éstos países. La doctrina Canning y la doctrina Monroe,
abrigaban políticas colonialistas, aprovechándose de que no existía un verdadero frente
interamericano. Estas políticas eran el resultado de la casi inminente derrota de España. Lo
que los neutralizaba en cierta forma era que ambas se peleaban la supremacía. En esta lucha
por la hegemonía, se proclamaban “protectores de la integridad territorial” de los nuevas
naciones.

La posición de Bolívar era jerarquizar alianzas, aún cuando el amparo externo


significara cierta vergüenza, como lo expresa la carta a Sir Richard Wellesley, Jamaica 27
de mayo de 1815:

Si me hubiese quedado un solo rayo de esperanza de que la América pudiese triunfar por si
sola, ninguno habría ambicionado más que yo el honor de servir a mi país, sin degradarlo a
la humillación de solicitar una protección extraña. Esta es la causa de mi separación de la
costa firme. Vengo a procurar auxilios: iré en su busca a esa soberbia capital; si fuese preciso
marcharé hasta el polo; y si todos son insensibles a la voz de la humanidad, habré llenado mi
41
deber aunque inútilmente y volveré a morir combatiendo en mi patria” .

En función de este mismo fin se negoció con Francia, el principio de la no


intervención entre colonias y España a menos que se inmiscuyera una tercera potencia. En
lo referente a este país, Bolívar tenía su posición: rechazaba la presencia napoleónica. Aún
cuando Fernando VII es restaurado en el trono y deja de ser temido el poderío francés, no
por ello Bolívar olvida las pretensiones francesas de heredar las colonias españolas de
América. En carta a Santander el 09/02/25 denuncia su actitud: “manda ministros de la
discordia a toda la América, este gobierno está realizando la imagen de la discordia, armada
de las antorchas y de la furias. ¡Qué inmoralidad! ¡Qué atentado!42. El peligro francés
afloró siempre como posibilidad en la lucha anticolonial.

1. El desafío a España y la Santa Alianza


Desde finales del siglo XVIII y, especialmente desde la revolución francesa y
norteamericana se había acentuado el afán de independencia en las colonias españolas.
Mientras ello sucedía, en Europa a la altura del 1815 se unen Rusia, Austria y Prusia en una
Alianza, a las que se unieron luego el resto de los monarcas europeos. Dicho pacto era para

41
Bolívar, O. C. t. I, doc. 117, p. 138
42
Bolívar, O. C. doc. 844, p. 81
21

combatir los movimientos revolucionarios y de independencia nacional. Teniendo presente


que Inglaterra no pertenecía a ella pero que de hecho la apoyó hasta los años 1820.

Esta Santa Alianza, llevará su política represiva al exterior, concretamente a la


América. Servirá de apoyo político- económico a la monarquía española para que
recuperara sus colonias a como diera lugar.

Hacia 1810, se inicia el proceso independentista de Venezuela, declarando su


independencia en 1811. Ante esta situación España va a desatar una lucha armada sin
cuartel. A partir de acá fue necesario consolidar la independencia, la cual no podía lograr la
clase de los Blancos Criollos sin un representante amplio que entendiera la importancia de
las masas populares en tal lucha. Por ello Simón Bolívar convoca al pueblo a la lucha en
carácter de guerra popular.

Fue tan cruel la actitud tomada en la guerra por los españoles, que Bolívar tuvo que
decretar “Guerra a Muerte”, contra todo enemigo de la liberación de estas naciones. Para
mayo de 1813 se produce el Decreto que entre otros elementos acusa a España de “haber
violado los derechos de gentes y de las naciones, infringiendo las capitulaciones y los
tratados más solemnes”. Finaliza diciendo que su comisión “...no tiene otro objeto que
amparar al americano y exterminar al español; destruir al gobierno intruso y reponer al
legítimo; y en fin, dar la libertad a la república de Venezuela”43.

Cabe hacer referencia a la carta enviada al Gobernador de la isla de Curazao el 2 de


octubre de 1813, desde el Cuartel General de Valencia. En ella justifica este decreto, pues
Venezuela inicialmente constituye una junta conservadora de los derechos de Fernando VII,
hasta ver el resultado decisivo de la guerra, por tanto se estaba reconociendo una relación
entre ambas partes. Pero ante la ocupación absoluta por parte de Francia deciden
independizarse. Esto no es reconocido por el español en forma fraternal sino que se lanza a
la guerra hasta los sitios más recónditos.

El español feroz, vomitando sobre las costas de Colombia, para convertir la porción más
bella de la naturaleza en un vasto y odioso imperio de crueldad y rapiña (…) Señaló su
entrada en el nuevo mundo, era la muerte y la desolación: hizo desaparecer de la tierra su
casta primitiva; y cuando su saña rabiosa no halló mas seres que destruir, se volvió contra sus
propios hijos que tenia en el suelo que había usurpado44.

Efectivamente, Monteverde fue el que puso en práctica toda esta crueldad. El régimen
sanguinario a que sometió la colonia enloqueció, literalmente, a los patriotas, les inspiró
exceso por exceso, y les condujo a emplear tanta crueldad como mansedumbre habían
tenido hasta entonces. Esto a nivel interno, externamente lo lucha era más amplia, pues
España estaba apoyada en la Santa Alianza para continuar la lucha.

El 20 de Noviembre de 1819, se reunieron el Consejo de Estado y la Alta Corte de


Justicia, conociendo la noticia de que España había recurrido a la Santa Alianza para que

43
Bolívar, O. C. t. III, p. 554
44
Bolívar, O. C. t. I, doc. 51, p. 63
22

actuara como intermediaria para construir una paz por la cual se pudiera conservar el
sistema colonial. Como respuesta a ello, Bolívar, jefe supremo de la República, dice:
“Considerando que cuando el gobierno español solicita la mediación de las altas potencias
para restablecer su autoridad, a título de reconciliación sobre los pueblos libres e
independientes de América conviene declarar a la faz del mundo los sentimientos y
decisión de Venezuela por derecho divino y humano está emancipada de la nación
española, y constituida en un estado independiente, libre y soberano”.45

Así queda fijada la posición de Bolívar ante España y la Santa Alianza: Liberación
absoluta del yugo colonial español. En 1824, Bolívar a través innumerables acciones ha
independizado a parte de Latinoamérica. Pero continúa interponiéndose la retrógrada Santa
Alianza; al terminar la guerra fue la constante amenaza para los proyectos, de
reconstrucción y unificación.

2. Frente a Inglaterra y la doctrina Canning

La política inglesa durante las guerras de la independencia era producto de la


expansión comercial y de su lucha por la hegemonía comercial de Europa; colaboró
interesadamente con las causas de los pueblos hispanoamericanos ayudando a la derrota de
España. Inglaterra por sus buenas relaciones en el continente americano, se mantenía al
tanto del curso de la guerra de independencia, y por ellos veía, lo evidente del triunfo de
Ayacucho con lo que se romperían definitivamente los lazos con España.

La influencia británica en Nueva Granada procedía de dos fuentes: los servicios


prestados por los legionarios ingleses e irlandeses, y los empréstitos concedidos por los
banqueros de Londres46. La política Canning lanzó al mundo la advertencia de la no
Intervención de ninguna otra potencia colonial; de esta política también informó a EEUU.
En 1823 proponía:

... que ambos gobiernos se pusieron de acuerdo y manifestaron a la Europa que se oponían a
la política de la alianza y a los planes formados contra los países del continente Americano.
Así se esperaba que España abandonaría la idea de reconquistar las colonias; que el
reconocimiento de estos estados independientes era ya hecho sancionado por el tiempo y las
circunstancias: que las dos potencias sin embargo, no pondrían obstáculos a cualquier arreglo
amistoso entre aquellas colonias y España y, que si bien no pretendían para sí territorios de
dichas colonias, no verían con indiferencia que pasara ninguna de ellas a poder de otra
nación”47.

Como se ha afirmado con anterioridad, pareciera que la exclusión de EEUU del


proyecto Bolivariano de una América unida fue de orden histórico – político, mientras que
la alianza con Inglaterra fue de orden táctico. Esta política de considerar aliada a Inglaterra,
estaba ajustada a la realidad histórica. Para 1810, llevaba siglo y medio de una revolución

45
Bolívar citado por Acosta Saignes, Op cit, p. 268
46
Ampliar visión de las relaciones con la Gran Bretaña en Biord Harold, Vida pública de Don Pedro Gual, p.
410
47
Martínez, p. 69-70
23

democrática que había liquidado al régimen feudal, y el capitalismo estaba en pleno


ascenso, aún con sus limitaciones concernientes al régimen en si, era el más progresista del
mundo. “La Inglaterra se halla en una posición ascendente, desgraciado del que se le
oponga: aun es desgraciado el que no sea su aliado o no ligue su suerte a ella”48, llegó
afirmar el Libertador.

Cuando Bolívar hacía de las relaciones con Inglaterra el eje de su política


internacional, lo hacía con una profunda comprensión de los problemas diplomáticos de su
época y trataba de valerse de las nacientes contradicciones entre Gran Bretaña y EEUU que
surgió de la lucha por los mercados y las rutas marítimas internacionales.

Inglaterra también tenía una política hacia América, la cual empezó a consolidarse en
1810, al conferenciar Bolívar y Méndez con Wellesley. Como resultado de este
acercamiento los ingleses afinaron su rumbo hacia la cristalización y estabilización del
comercio Hispanoamericano. Por esta presencia la idea de conquistar o, de instigar la
independencia colonial con la intervención armada se fue debilitando. Lo que buscaban
asegurarse era que América no cayera en manos de Francia o de EEUU.

La dificultad entre 1810-1814 de Inglaterra para ayudar a la América, estaba referida a


la contradicción entre sus intereses en nuestro continente y sus compromisos europeos.
Pues, los españoles no veían con agrado que se iniciara un comercio con América; por esta
circunstancia Inglaterra tuvo que emplear tácticas dilatorias en cuanto a su intervención
americana. En otras palabras, al principio no brindó el apoyo que exigía de ella Bolívar, el
cual consideró que este era uno de los elementos que condujo a la caída de la Primera
República:

La filosofía del siglo, la política inglesa, la ambición de Francia y la estupidez de España,


redujeron a la América a una absoluta orfandad y la constituyeron indirectamente en un estado de
anarquía pasiva (…) Este es el ultimo período de nuestra existencia, si una nación no nos presta
auxilios de todo genero; ¡que dolor tenemos una enorme masa de poder que por si misma debe
49
desplomarse si artífices fuertes y hábiles no construyen el edificio de nuestra libertad.

“La política inglesa” a la que se refería Bolívar, es el que Castlereagh, firmó un tratado
en Alianza con España en 1814 (julio), donde se comprometía a no prestar apoyo ni ayuda
a los insurgentes. Claro está que esto formaba parte de la doble política de Inglaterra pues,
con ello quedaba bien parado ante la Santa Alianza, y a su vez, establecía un comercio con
las colonias, en forma de contrabando.

En mayo de 1815, el Libertador había escrito:

¡El equilibrio del universo y el interés de la Gran Bretaña, se encuentran perfectamente


de acuerdo con la salvación de América! ¡Que inmensa perspectiva ofrece mi patria a sus
defensores y amigos! Ciencias, Arte, Industria, Cultura, todo lo que en el día hace la
gloria y existe la admiración de los hombres en el continente europeo, valora a América.

48
Bolívar, O. C. Carta a Santander 10/07/1825, doc. 907, p 169.
49
Bolívar, O. C. Carta Wellesley, doc. 117, 27/5 /1815, p. 137
24

La Inglaterra, casi exclusivamente verá fluir en su país las prosperidades del hemisferio
que, casi exclusivamente debe contarla por su bienhechora50.

El Libertador no estaba entregando a América como colonia a Inglaterra, siempre


mantuvo su oposición al sojuzgamiento, al intercambio desigual por desproporción o
abuso. En este caso, consideraba, que el enemigo principal era España. El razonamiento de
Bolívar, era que, el incremento mercantil de esta poderosa nación marítima y comercial del
mundo se vería obstaculizado por el cerco colonial español. Esto traía como consecuencia
la necesidad de Inglaterra de sustraer de este asedio a la América para defender sus
intereses. Esta alianza quedaría sujeta a al compromiso que implicaba ofrecer y pedir.

Es irrefutable que la historia es un proceso muy dinámico y cambiante, por lo que


hacía 1822 la situación era distinta, la restauración del poder español en América era casi
imposible. Ya en junio de 1821 Bolívar había asegurado la libertad de la Gran Colombia
con la batalla de Carabobo, se había dado la revolución en Perú, México, las provincias del
Plata, etc. Así que, la política mediadora de Inglaterra entre España y América perdía peso.
Entendiendo esta situación, se dispuso a reconocer a las naciones Americanas, pero
manteniendo siempre el tacto con la Santa Alianza.

Para la época se inicia una nueva etapa en la diplomacia Británica; ahora el


secretario general de asuntos extranjeros, será Canning, el cual nunca aprobó la Santa
Alianza, es así como libra una lucha contra ella, pues su política era “incitar a cada potencia
a que persiguiera sus propios intereses y del todo independiente de cualquier propósito
común...”51 Por lo tanto tendrá dos objetivos: desbaratar a la Santa Alianza y reconocer a
los Estados Americanos. El proyecto inglés, aparte de la protección para su comercio,
exigía también la abolición del comercio de esclavos y la libertad religiosas para los
súbditos británicos en Colombia.52

En función de su apoyo a Hispanoamérica, inicialmente como táctica, ofrece a


España (1822) actuar como mediador ente ella y sus colonias. La organización de la Santa
Alianza estaba en caos, y España no se sentía tan apoyada, por esto entró en ciertas
negociaciones de paz con Hispanoamérica. Esta situación era manejada por Bolívar, en
1824 escribía a Don Martín Jorge Guise, Vicealmirante de la Escuadra del Perú,
Huamachuco, 28/ 04/1824:

Con respecto a Europa diré V.S.H que tengo gacetas de Jamaica hasta el 5 de marzo. En
ellas están insertas muchas columnas del “Correo de Londres” que de un modo positivo
aseguran: primero, que la España no tiene medios propios, ni créditos actualmente con que
equipar un solo buque de guerra; así es que en Inglaterra, se ven estos proyectos de expediciones
de España como empresas quijotescas; segundo, que la Francia y el Austria, preguntadas
oficialmente por Inglaterra cuál sería su conducta política con respecto a la España y sus antigua

50
Bolívar, O. C. Carta a Sir Ricardo Wellesley, 27/05/1815, doc. 117, p. 137
51
Kauffmann, Willian. La política británica y la independencia de América Latina 1804-1828, edic. UCV,
1963, p 144
52
Los propósitos de Canning son considerados en Temperly, Canning, pág. 127. Para todo el proyecto inglés
véase Zubieta, Apuntaciones, pág. 428, n. 1, nota de Bierck, Harold, p. 435
25

colonias, ha contestado la primera que no tomará en esta cuestión la menor parte ni intervención,
y el Austria que sólo mediará por vías pacificas; tercero, la Inglaterra esta bien decidida a
reconocer la independencia de las republicas de Sur América, y mirar como acto hostil contra ella
cualquiera intervención de alguna potencia europea en los negocios de la América; cuarto, que
los Estados Unidos del Norte han declarado solamente que verán como acto hostil contra ellos,
cualquiera medida que tomen las potencias del continente contra la América y en favor de la
53
España .

Efectivamente, en 1824 es reconocida la independencia hispanoamericana por


Inglaterra, bajo la política de Cannning. Esto a su vez excita el miedo por parte de Europeos
y Norteamericanos de que “la Gran Colombia estaba destinada a ser rival de los EE.UU. y
andando el tiempo en caso de mantener unida, sería uno de los pueblos más grandes del
mundo”54.

En función de esta afirmación, es que se entiende el por qué, la intervención de


Inglaterra y Estados Unidos en la Anfictionía; fue en el sentido de que no se consolidara la
unificación hispanoamericana. Finalmente, las potencias se protegen. Por ejemplo,
Inglaterra no quiso de ninguna manera que el problema existente entre Brasil y Buenos
Aires por la Banda Oriental del Uruguay, fuera tratado en el congreso; pues de acuerdo a la
situación, si esto sucedía, la decisión sería desfavorable al imperio del Brasil; pese a todo,
la lucha por la hegemonía era dominante. Es así como Canning, lanza toda una política
“proteccionista” contra la intervención de cualquier potencia que no fuese España; doctrina
hacia la cual se inclina Bolívar ignorando la planteada por Monroe.

Pero lo más importante es que esta reacción de Bolívar, era el carácter táctico; aún
cuando tenía presente el peligro que representaba esta Alianza, escribía a Santander: “Esta
alianza no tiene mas que un inconveniente y es el de los compromisos en que nos puede
meter la política inglesa, pero este inconveniente es eventual y quizás remoto… yo le
pongo a este inconveniente esta reflexión: la existencia es el primer bien; y el segundo es el
modo de existir: si nos ligamos perderemos infaliblemente. Luego es preferible el primer
caso”55.

Bolívar, que preveía una existencia de nación independiente, continúa en la misma carta
diciendo: “mientras tanto crecemos, nos fortificamos y seremos verdaderas naciones para
cuando podamos tener compromisos nocivos con nuestra aliada”, pues ya las alianzas y
fortaleza nuestra nos permitiría triunfar en este enfrentamiento, aún cuando sufren nuestras
naciones por la superioridad de Inglaterra. “este sufrimiento mismo será una prueba de que
existimos”.

Para Bolívar, la alianza con la Gran Bretaña les daría gran respetabilidad. Bajo su
sombra se podría crecer, instruirse y fortalecerse para presentarse entre las naciones en el

53
Bolívar, O. C. doc. 774, p. 958
54
Blanco Fombona, R. El espíritu de Bolívar, Caracas, Impresos Unidos, 1943, p. 211
55
Bolívar, O. C. 28/06/1825, doc. 900, p. 160
26

grado de civilización y de poder, que son necesarios a un gran pueblo. Pero también
acotaba: “Estas ventajas no disipan los temores de que esa poderosa nación sea en lo futuro
soberana de los consejos y decisiones de la asamblea: que su voz sea la más penetrante, y
que su voluntad y sus intereses sean el alma de la confederación, que no se atreverá a
disgustarla por no buscar echarse encima un enemigo irresistible. Este es, en mi concepto,
el mayor peligro que hay en mezclar a una nación tan fuerte con otras tan débiles"
Formado, "una vez el pacto con el fuerte, -dice- ya es eterna la obligación del débil. Todo
bien considerado, tendremos tutores en la juventud, amos en la madurez y en la vejez
seremos libertos”. (I-792)

Inglaterra movía muy bien sus cartas para edificar la nueva dependencia. Veamos
algunos casos: “la misión inglesa exige para reconocernos que sacrifiquemos algunos de
nuestros principios políticos –le dice Bolívar a Santander- El negocio es gravísimo. Si
sacrificamos nuestros principios políticos, adiós popularidad de los que hagan el sacrificio;
si no los sacrificamos, la Inglaterra nos disuelve como el humo, pues yo repito que su
omnipotencia es absoluta”56

En carta a Don José Larrea y Loredo, Bolívar detalla las recompensas que recibirá
Inglaterra por las deudas contraídas por Perú. El ofrecer y el pedir tenían sus costos sobre
Latinoamérica: “Como siempre estoy pensando en el Perú por sus deudas, me ha parecido
bien indicarle al gobierno que amortice la deuda nacional ofreciendo todas sus minas y
todas sus tierras baldías que son inmensas; añadiendo además todas sus propiedades raíces,
todos los derechos de invenciones y exclusivas y todos aquellos arbitrios útiles que el
gobierno pueda conceder. En fin, mi idea es que el gobierno dé todo cuanto le pertenece por
amortizar su deuda, a una o muchas compañías inglesas”57. Con estos Estados débiles por
las deudas contraídas también se daba paso al cambio de amo58.

Sin embargo, el Libertador seguía viendo sus ventajas positivas pues para él la
existencia era lo vital: “los temores son remotos y, aun cuando se realicen algún día, no
pueden balancear las ventajas positivas, próximas y sensibles que nos dan ahora. Nacer y
robustecernos es lo primero; lo demás viene después. En la infancia necesitamos apoyo,
que en la virilidad sabremos defendernos. Ahora nos es muy útil, y en lo futuro ya seremos
otra cosa”59. En una nueva misiva con Santander le arguye sobre esta alianza: “Yo he
hablado con el agente de Inglaterra aquí sobre la liga de Inglaterra con nosotros por medio
del congreso de Panamá (...) Esta ventaja será inmensa, pues tendríamos un garante contra
la España, contra la Santa Alianza y contra la anarquía”. 60 El Congreso de Panamá como
estrategia de unión y existencia era la mayor carta que se jugaba Bolívar ante la dispersión,
la anarquía y la agresión.
56
Bolívar, O. C. Carta a Santander 10/7/25, doc. 907, p. 169
57
Ver Bolívar, O. C. Carta a Don José Larrea y Loredo 17/10/1825, doc. 966, p. 242. Recompensas a
Inglaterra
58
Uno de los motivos del distanciamiento de Pedro Gual, hacia Inglaterra eran la prisión de agentes
colombianos en Inglaterra y la tasa inmoderada de intereses cobrada por los banqueros londinenses, Bierd,
Op. cit, p. 411
59
Bolívar, O. C. Carta al Sr. José Rafael Revenga. 17/02/1826, doc. 1032, p. 302
60
Bolívar, O. C. Carta a Santander 23/6/26, doc. 1139, p. 417
27

3. Ante los Estados Unidos como potencia naciente


Bolívar trazó siempre límites bien definidos entre Norteamérica e
Hispanoamérica, marcando las diferencias sustanciales de su historia, cultura, ideales,
sistemas de valores y construcción de modelos propios. Ello no significaba que tuviese una
actitud despectiva hacia el pueblo norteamericano61, pero creía que los pueblos de
Latinoamérica debían partir, en su construcción estatal tras la conquista de la
independencia, de las condiciones concretas y particularidades de sus países. Por eso
desechaba sus pretensiones de tutores y consejeros. También criticaba a quienes pretendían
trasplantar mecánicamente las instituciones norteamericanas a los Estados nacientes.

El 16/1/1827 le escribe al General Antonio Gutiérrez de la Fuente: “Se quiere imitar


a los Estados Unidos sin considerar las diferencias de elementos, de hombre y de cosas”.
"Nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte", afirma en el discurso de
Angostura. Lo enfatiza cuando dice: "Pero sea lo que fuere de este gobierno con respecto a
la nación americana, debo decir que ni remotamente ha entrado en mi idea asimilar la
situación y naturaleza de los Estados, tan distintos como el inglés americano y el americano
español"; que “...sería muy difícil aplicar a España el Código de libertad política, civil y
religiosa de Inglaterra”; que “...aun es más difícil adaptar en Venezuela las leyes de
Norteamérica”; que “sería una gran casualidad que las [leyes] de una nación puedan
convenir a otra”; que aquéllas “deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la calidad
del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de los pueblos... a la religión de
los habitantes, a sus inclinaciones, a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus
costumbres, a sus modales. Sobre los tratadistas que hablan de las leyes apropiadas a los
pueblos que han de regir: ¡He aquí, exclama, el Código que debíamos consultar, y no el de
Washington!”

En una carta a José Joaquín Olmedo refuerza estas ideas diciendo: “Puede ser que
mi ejemplo estimule a otros americanos a imitar mi arrojo y al fin tendremos todo propio,
sin mendigar modelos”62.

El que Bolívar insistiera en prescindir de la presencia de Estados Unidos,


probablemente era por considerar que el inmenso desarrollo alcanzado por aquel país en
lugar de constituir una ayuda o un medio de estímulos, si participaba en la unión, podría
representar al contrario un inmenso contrapeso para el libre y autónomo desarrollo de los
países nacientes.

Discutiendo lo referente a las invitaciones para la reunión de Panamá, en 1825,


Bolívar encuentra difícil mezclar ciertos pueblos en una reunión que es sólo el punto de
partida de reuniones más amplias. En este sentido se resiste a que sean invitados los
Estados Unidos. No creo que los Estados Unidos deban entrar al congreso del Istmo, le

61
Bolívar se llegó a referir al pueblo norteamericano como “el más libre y más bien constituido del universo”
Ver Bolívar O. C. Carta a William Tudor, doc. 866, t. II. P. 112
62
Bolívar, O. C. Carta a José Joaquín Olmedo. 02/06/26, doc. 1120, p. 394
28

refiere a Santander. Se trata de un pueblo heterogéneo. "Por lo mismo jamás seré de la


opinión -reclama- de que los convidemos para nuestros arreglos americanos63". Los
españoles derrotados, considera Bolívar, no son ya un peligro. El peligro está en otros
lugares, frente a otras naciones fuertes y poderosas.

El 8 de mayo de 1825, escribía a Santander: “Sobre esto repetiré nuevamente que la


federación con Buenos Aires y los Estados Unidos me parece muy peligrosa64. Luego el 20
de mayo del mismo año le dice: “No nos conviene admitir en la liga a los Estados Unidos
de América” 65 y el 27 de octubre de 1825 le dice: “Me alegro también mucho de que los
EU no entren en la federación66

Tal fue la conducta de Bolívar, cuidadoso al no incluirlos al congreso de Panamá;


los ubicaba como aliados circunstanciales y secundarios insistiendo en las relaciones de
igualdad y reciprocidad. La posición era excluirlos del congreso, buscaba además, ganar
tiempo y fortalecer la liberación lograda. También Bolívar avizoraba la belicosidad de estas
potencias sobre las cuales había que mantenerse en alerta. En carta a Santander el 30/01/
1823 advertía: “La Inglaterra verá siempre la España en América con odio y también los
norteamericanos. Nosotros seremos más fuertes cuando estemos más unidos, y esta unión
no nos vendrá nunca de la satisfacción que da una independencia y una confianza sin
límites; porque el día que nada temamos ese día empiezan todos los peligros de
Colombia”.67

Ante las pretensiones expansionistas, Bolívar en toda ocasión planteaba la


integración de las colonias “antes españolas” en función de cerrar el camino a la hegemonía
de los Estados Unidos como potencia emergente: “Cuando yo tiendo la vista sobre la
América hallo que está a la cabeza de su gran continente una poderosísima nación muy
rica, muy belicosa, y capaz de todo”68.

Por esto diferenciaba siempre la unidad americana: “Repúblicas que combaten


contra España con identidad de causa, principio de interés”; a su vez, las relaciones con el
gobierno de EE.UU., las condicionaba al reconocimiento previo del país norteño a la
Venezuela insurreccionada. Cuestionaba la política seguida por Norteamérica a la que
definía con desagrado como “política aritmética” en función de cazar el momento propicio
para su inserción en América como potencia dominante.

En carta al señor coronel Patricio Campbel fechada el 05/08/1829, cuando para el


momento se hablaba de nombrar a un príncipe europeo como sucesor de la autoridad de
Bolívar, pronostica visionariamente el porvenir norteño “¿Cuánto no se opondrían todos los
nuevos estados americanos y los Estados Unidos que parecen destinados por la Providencia
para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad? 69. Bolívar comprende que el

63
Bolívar O. C., doc. 890, p. 148
64
Bolívar, O. C. t. II, p. 129
65
Idem. p. 137
66
Idem. p. 262
67
Bolívar, S. Obras de Simón Bolívar. Caracas: Ediciones de la CANTV,1982. t. II, doc. 620, p. 721-722]
68
Bolívar, O. C. t. I, Carta a Santander, 23/12/1822, doc. 614, p. 708
69
Bolívar, O. C. t. III, p. 279
29

desarrollo de los EE.UU. los conducirá a proyectarse en todo el continente, por tanto era
indispensable crear una fuerza que contrarrestara esa protección: la unidad de los pueblos
libres.

Cuando Inglaterra propuso el proteccionismo a través de la Doctrina Canning, con la cual


empieza a debilitarse la probable osadía de la Santa Alianza de incursionar en territorios
americanos, inmediatamente, a dos meses de declarada, se instrumenta la doctrina Monroe.
EEUU no podía permitir que Inglaterra quedara ante estos países como la única potencia
que se oponía a su reconquista, por otra parte, Norteamérica no podía comprometerse a no
apoderarse de territorios.

Para contrarrestar la política inglesa, Monroe decretó su doctrina:


“…consideraremos todo intento de su parte por extender su sistema a cualquier porción de
este hemisferio como peligrosa para nuestra paz y seguridad… no podríamos ver ninguna
interposición con el propósito de oprimirlos… sino como la manifestación de una
disposición inamistosa hacia EEUU”. 70 El 2 de Diciembre de 1823, Monroe establece un
principio, el cual no es ajeno a los intereses de EEUU: “los continentes americanos, por la
libre e independiente condición que ha asumido y que mantienen, no deberán ser ya
considerados como susceptibles de futura colonización por cualquiera de las potencias
europeas”71. Por lo tanto “los EE.UU. verían muy mal toda tentativa de intervenir en los
negocios políticos de las Repúblicas del Nuevo Mundo”.72

Norteamérica ratifica así su política de no interrupción en las guerras europeas, pues


es más importante interesarse en los sucesos del mismo continente. “Europa está aún
trastornada…nuestra política…(es) de no interferir en los asuntos internos de ninguna de
su potencia…”73. El sub-texto de esta afirmación era que ninguna potencia Europea debía
intervenir en una guerra que no le competía por estar en otro continente, y menos aún
intervenir en países que habían obtenido su independencia o estaban a punto de hacerlo, y
mayormente, si han sido reconocidos como tales por EEUU.

Era característico de los “padres fundadores” de EEUU la fe en que el suyo era un


país selecto, guiado por la Providencia. Por esta razón, al tiempo que promulgaban las ideas
de no intervención en los asuntos de Europa manifestaban sus pretensiones a la hegemonía
en el Hemisferio Occidental. Así, Jefferson decía: “Debemos conceptuar nuestra
confederación como un hogar desde el cual los hombres irán a establecerse en todas las
partes de América del Sur y de América del Norte”74. Conforme a ello, EEUU habría de
absorber paulatinamente las colonias españolas una tras otra.

70
Kaufmann. W W La política británica y la independencia de América Latina 1804-1824. Caracas, UCV,
p. 166
71
Kaufmann. Op. cit. p. 163
72
Perkins, Monroe Doctrine, p. 70 passim, citado por Bierck Harol Vida pública de Don Pedro Gual, p. 310
73
Martínez, Ricardo. A. El Panamericanismo, doctrina y práctica imperialista, Buenos Aires, 1957, p. 49
74
The Life and Selected Writings of Th. Jefferson. New York, 1944, p. 391 citado por Anatoli Glinkin
“Simón Bolívar y los EEUU”. en Barrolleta, Nelson, Simón Bolívar en el pensamiento contemporáneo, p.
155
30

Monroe intentó justificar su supuesta neutralidad con el siguiente argumento:“El


conflicto no presenta el aspecto de una rebelión o insurrección, sino más bien el de una
guerra civil entre partidos o bandas cuyas fuerzas están equilibradas y que son mirados sin
preferencia por los poderes neutrales”75. El Secretario de Estado falseaba los hechos;
negaba una clara guerra de liberación nacional contra el enemigo extranjero y todo bajo un
supuesto equilibrio de una guerra entre dos naciones, y no como era en realidad: una nación
con todo un poderío y unas provincias insurreccionales por el otro.

Sobre la base de esta política de “neutralidad” los E.E.U.U., lanzaban la doctrina de


América para los “americanos”. Dentro de esta política se ubica el desembarco realizado en
la isla de Amelia (territorio español de la Florida), por tropas norteamericanas contra los
patriotas que habían logrado un punto de apoyo en ese lugar en función de ayudar a la lucha
continental. 76

La “neutralidad” de EEUU y su intensa expansión territorial hacia el Sur, no era


casual. Eran los primeros pasos encaminados a materializar la teoría del “sistema
norteamericano” en las que se habían plasmado las ideas del nacionalismo expansivo de las
clases dominantes de EEUU en el primer tercio del siglo XIX. Esta tendencia emanaba de
su peculiar evolución histórica en donde un rápido desarrollo capitalista se producía en el
contexto de una intensa colonización del Oeste y una fuerte extensión en el Sur de enormes
plantaciones asentadas en el trabajo de esclavos cuyos propietarios clamaban nuevos
territorios. Estos intereses orientaban su política exterior.

El “principio de neutralidad” entre España y América era expresado también como


presión hacia Inglaterra “La verdadera política de los EEUU consiste en dejar que los
continentes decidan la cuestión, y nuestro gobierno obra así con la esperanza de que las
otras potencias observarán la misma conducta”77.

Los Estados Unidos a través de su agente Bautista Irvine, afirmaban que a ninguno
de los bandos se les dotaba de auxilios en hombres, dinero y barcos y municiones. La
práctica decía lo contrario, el contrabando continuo de barcos norteamericanos dotaba a los
españoles un sin fin de veces recursos logísticos, mientras los patriotas carecían de lo más
elemental. La reacción de Bolívar sobre esta política la encontramos plasmadas en varias
correspondencias enviadas por este agente de los Estados Unidos. “La imparcialidad que es
la gran base de la neutralidad –señalaba Bolívar- desaparece en el acto que se socorre a una
parte contra la voluntad bien expresada de la otra, que se opone justamente y que además
no exige ser ella socorrida”78. Bolívar se refiere a los contrabandos detectados por los
patriotas, en ayuda a España.

El Libertador justifica en un conjunto de cartas la captura por la parte venezolana de


la goleta norteamericana “Tiger” contratada por el gobierno español, la cual salía del

75
Pividal, Bolívar: pensamiento..., p. 60
76
Ver Pividal, Francisco. Bolívar: pensamiento precursor del antiimperialismo, p 103-114
77
Martínez, Ricardo. El panamericanismo, doctrina y práctica imperialista. Buenos Aires, 1957, p. 69
78
Bolívar, O. C. Carta al Señor Bautista Irvine, 20/08/1818, doc. 289, p. 328
31

Orinoco, luego de haber cambiado productos nativos por armamentos norteamericanos, y a


la goleta norteamericana “Liberty” cuando conducía municiones de boca para los
españoles.

Pronto se descubrió que Irvine no estaba interesado en la Independencia de


Venezuela ni traía promesas de ayuda; sólo reclamaba indemnización por los buques
estadounidenses, apresados por el corso venezolano cuando trataron en 1817 de burlar el
bloqueo impuesto por Bolívar al puerto de Angostura, que hasta mediados de aquel año
estuvo en manos de los españoles. Irvine envió varios informes al secretario Adams sobre
aspectos de la vida en Angostura, informes teñidos de rencor por el fracaso de su misión,
llamando a Bolívar dictador y tirano, así como iluso y quijotezco. Pocos días después, el 27
de Febrero de 1819, salió de esa ciudad sin haber logrado nada en cuanto a
indemnizaciones se refiere; y regresó a su país donde en artículos periodísticos calificó a
Bolívar como “General charlatán y político truhán”. 79. Bolívar llego a decir sobre el
particular: "Mis mejores intenciones se han convertido en los más perversos motivos, y en
los Estados Unidos, en donde esperaba se me hiciese justicia, he sido también calumniado".

Sobre este incidente existen diferentes cartas de Bolívar; por ser documentos claves
para entender su posición ante los EE.UU. vale la pena analizarlos en conjunto. El
Libertador en estas misivas denuncia la falsedad de la política de neutralidad y cataloga a
los EEUU como beligerantes contra la causa patriótica:

Han intentado y ejecutado burlar el bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y


Angostura para dar armas a unos verdugos (...) En cuanto al daño a los neutrales, yo no
concibo que pueda alegarse los derechos que el derecho concede a los verdaderos
neutrales. No son neutrales los que prestan armas y municiones de boca y guerra a una
plaza sitiada y legalmente bloqueada. Al violar la neutralidad cesan de ser neutrales y se
convierten en beligerantes formando parte de la contienda a favor de nuestros enemigos.

En su apego a la Ley, argumenta y denuncia la prisión de colaboradores


identificados con la causa patriótica:. “Es una declaración implícita, es un principio
incontrovertible y que está confirmado por la conducta de los mismos Estados Unidos, que
no se permite que hagan armamento de ninguna especie por los independientes contra los
países españoles, donde han detenido y aprisionado algunos oficiales ingleses que venían
para Venezuela, impidiéndoles la extracción de armas y municiones para nuestro país”.

Denuncia la no correspondencia y la falta de equidad a la ley, el sesgo con que es


aplicada por el Norte: “Si las naciones neutrales hubiesen obligado a nuestros enemigos a
respetar estrictamente el derecho público, y de gentes, nuestras ventajas habrían sido
infinitas. (...) Son leyes sólo aplicables a nosotros, esto es, si, condenarnos a las más
destructivas desventajas, (por ello) la imparcialidad que es la base de los neutrales
desaparece”. Estados Unidos ponía en práctica la ley de neutralidad aprobada por el
Congreso de la Unión (3–5–1817). La ley iba dirigida contra los revolucionarios
79
Sobre el caso véase las cartas de Bolívar a Irvine, en Simón Bolívar, Obras completas, tomo I, p (313-
357); también Fortique, José Rafael, El corso venezolano y las misiones de Irvine y Perry en Angostura.
Maracaibo: Universidad del Zulia, 1968
32

hispanoamericanos, a la vez, esta medida permitió comerciar con todos, robar a todos y
obtener utilidades de todos: “Contra la lenidad de las leyes americanas se ha visto imponer
una pena de diez años de prisión y diez mil pesos de multa, que equivale a la muerte, contra
los virtuosos ciudadanos que quisiesen proteger nuestra causa”.

El Registro Semanal, sobre transacciones comerciales de la época decía: “El


gobierno no debe intervenir en la guerra hispanoamericana, pero los ciudadanos
norteamericanos, como individuos, tienen pleno derecho a hacerlo”80. Bolívar denuncia esta
contradicción contra el librecambismo. “Si es libre el comercio de los neutros (...) ¿por qué
se prohíbe en el norte? ¿por qué a la prohibición se le añade la severidad de la pena, sin
ejemplo en los anales de la República del Norte? ¿no es declararse contra los
independientes negarles lo que el derecho de la neutralidad le permite?. La prohibición se
entiende directamente contra nosotros. Mr. Cobett ha demostrado en su semanario la
parcialidad de los EE.UU. a favor de España”.

En sus últimas misivas ante los “consejos” del estadounidense plantea la soberanía
de los países, tantas veces defendida en sus discursos. “Cada pueblo en guerra es árbitro
absoluto para decidir sobre la especie y número de tropas que debe emplear militarmente,
sin que ningún neutro pueda mezclarse en definir los que necesita para la empresa, porque
esto sería dictar leyes fuera de su jurisdicción. (...) No permitiré que se ultraje ni desprecie
al gobierno y los derechos de Venezuela”.

Finalmente, hace una reflexión sobre el empleo de fuerza de los imperios pero
levantando la perspectiva histórica de los pueblos libres: “El valor y la habilidad, señor
agente, suplen en ventajas al número. ¡Infelices los hombres si estas virtudes morales no
equilibrasen y aun no superasen las físicas! El amo del reino más poblado sería bien pronto
el señor de la tierra. Por fortuna se ha visto con frecuencia un puñado de hombres libres
vencer a imperios poderosos”. De esta manera da por culminado este desagradable episodio
con los norteamericanos.

Los patriotas siempre habían querido establecer relaciones diplomáticas y


comerciales con el Gobierno de los EE.UU. En los años iniciales de la contienda, Manuel
Palacio Fajardo, a título del Gobierno de Cartagena de Indias, quiso establecer estas
gestiones ante la Cancillería de Washington, pero ésta hubo de rechazarlas diciendo: “Los
Estados Unidos se encuentran en paz con España y no pueden con acción de la lucha que
esta mantiene con sus diferentes posiciones dar ningún paso que comprometa su
neutralidad”81.

En varias oportunidades reincidieron en el pedido; ante esta insistencia el Congreso


de Estados Unidos aprobó una resolución que decía:

Que miran con amistoso interés el establecimiento de soberanías independientes por las
provincias hispanas en América..., que vecinos y habitantes del mismo hemisferio, lo

80
Pividal, Francisco. p 68
81
Pividal, Francisco. Bolívar, pensamiento precursor del antiimperialismo, Cuba, edic. Casa de las
Américas, 1977, p. 58
33

Estados Unidos sienten profunda solicitud por su bienestar; y que, cuando esas
provincias hayan logrado su condición de naciones, por el justo ejercicio de sus
derechos, el senado y la cámara de representantes se unirán al Ejecutivo para establecer
con ellos, como estados soberanos e independientes, aquellas relaciones amistosas82.

Este fue el principio de una política dilatoria que tardó 12 años para reconocer los
triunfos de las naciones ya independientes. La “neutralidad” el “reconocimiento” y al
derecho a la “cláusula de nación más favorecidas” fueron los instrumentos para presionar a
las naciones en su provecho. Pese a que se mostraban “partidarios” de la independencia
siempre hubo una gran hostilidad a las revoluciones hispanoamericanas. Las misiones
enviadas a EE.UU. para reconocimiento de estas, fracasan, pero los norteamericanos sí
envían agentes a Caracas tras haberse decretado la libertad de comercios 83. Los intentos de
los gobiernos chocaban con el rechazo de la política Monroe.

Pese al tiempo que llevó este reconocimiento, EE.UU. no abandonó su política de


alinearse a favor de España. En uno de los párrafos de la respuesta de John Quincy Adams
al Ministro Anduaga puede leerse: “Por el hecho del “reconocimiento” no se ha de entender
que hemos de impedirle a España que haga cuanto esté de su parte, por restablecer en las
colonias el imperio de su autoridad” 84. Francisco Pividal, sostiene que aún después del
reconocimiento siguieron manteniendo el contrabando de armas a España. Por eso en su
política de alianza Bolívar siempre los ubicó como aliados circunstanciales necesarios para
existir mientras afinaba su estrategia hispanoamericanista:

Los ingleses y los norteamericanos son unos aliados eventuales y muy egoístas. Luego parece
político entrar en relaciones amistosas con los señores aliados, usando con ellos un lenguaje
dulce e insinuante para arrancarles su última decisión, y ganar tiempo, mientras tanto85.
Insistiendo en que “La federación con los EEUU nos va a comprometer con la Inglaterra,
porque los americanos son los únicos rivales de los ingleses con respecto a la América.86

Las diferentes comunicaciones revisadas coinciden en señalar que la conducta de


Estados Unidos estaba en contradicción con la unidad latinoamericana y en consecuencia
con el Congreso de Panamá. Entre los señalamientos y manifestaciones más repetidas están
la descalificación de Bolívar entre las naciones hispanoamericanas, al que califican como
“Estadística teórico de propósitos flotantes e indigestos”. Indudablemente sectores de esa
sociedad mantenían apoyo de armas a los realistas. Esto, aparte de trabajar por desvirtuar el
ideal del Libertador haciendo creer que entre las repúblicas hispanoamericanas y los
EE.UU., podían existir intereses comunes.

82
Pividal, Francisco. Op cit. p. 59
83
Ver presiones del agente especial Charles Tood a Don Pedro Gual contra los impuestos a los artículos
americanos y la actitud de éste en Bierck, Harold, Vida pública de Don Pedro Gual, p. 379
84
Pividal, Bolivar: pensamiento... p. 63
85
Bolívar, O. C. Carta a Santander 8/3/25, doc. 856, p. 97
86
Bolívar, O. C. Carta a Santander 7/4/25 doc. 871, p. 116
34

En este trabajo no se pueden afirmar todas ellas por falta de comprobación


documental, sin embargo, algunas de las mencionadas están inmersas en los registros y
revisiones realizadas.

B. Referencias sobre el Congreso de Panamá.


El objeto general del pacto era sostener en común, defensiva y ofensivamente, la
soberanía e independencia de las potencias confederadas, contra la dominación extranjera.
Las partes debían arreglar todas sus diferencias en el seno de la Asamblea y frente a las
potencias extranjeras se garantizan mutuamente la independencia y la defensa común; se
comprometen a no firmar ningún tratado o constituir legal o alianza con potencia extranjera
sin consentimiento de la Confederación. Los aliados no podrán hacer la paz con los
enemigos de la independencia por separado sino todo en conjunto. Además se especifican
los aportes en hombres y dinero en cada una de las partes para el Ejército y la Armada de la
confederación; esto en proporción a la población de cada país confederado.

Generalizando al máximo el pensamiento bolivariano se podría decir que lo que plantea


es la unión de los débiles para tener un puesto decoroso y digno en el mundo de los fuertes
y poder a la vez, enfrentar los peligros de la reconquista o la hegemonía de la América
Anglosajona. Trata de confederarlas, ya no encontrar posible la creación de un solo Estado
como era su deseo. Se trata de existir, de ahí su política de alianzas con Inglaterra y con
menos énfasis con los EEUU.

Parte de sus propósitos son expresados en la siguiente carta:

Profundamente penetrado por estas ideas, invité en 1822, como presidente de la república
de Colombia, a los gobiernos de Méjico, Perú, Chile y Buenos Aires, para que
formásemos una confederación, y reuniésemos, en el Istmo de Panamá u otro punto
elegible a pluralidad, una asamblea de plenipotenciarios de cada estado que nos sirviera
de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de
fiel intérprete en los tratados públicos cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en
87
fin, de nuestras diferencias .

Se precisa aquí cómo el pacto que se intenta crear comprende a las antiguas colonias
españolas, de acuerdo con el pensamiento constante de Bolívar. En la misma carta da las
mismas connotaciones “la América antes española”, “el mundo de Colón”, “reunidos bajo
los auspicios de la victoria, obtenida por nuestras armas contra el poder español”, etc. En el
propio Tratado firmado en el Congreso de Panamá, se invoca el “origen común” de los
firmantes como base del pacto.

Luego de firmados algunos pactos, Bolívar dirige a fines de 1824, la circular


convocatoria para la Conferencia de Panamá: “Después de quince años de sacrificios
consagrados a la libertad de la América por obtener el sistema de garantías que, en paz y en
guerra, sea el escudo de nuestro destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones

87
Bolívar, O. C. T II, p. 52
35

que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base
fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos”88. A los pocos
meses escribe: “cada vez que pienso en esto me encanta, porque la erección de un gigante
no es muy común (…) Su mera sombra nos salva del abismo, o nos prolonga la existencia,
por lo menos”89.

La situación de discordia aumentaba entre los países liberados; Bolívar apostaba al


Congreso para prolongar la existencia: “nos servirá para unos 10 o 12 años (...) No somos
nada y que empezamos a ser (...) Sin esta federación no hay nada 90”. Eran Intentos
desesperados ante una situación geopolítica que se venia complicando. De esta panorámica
habla Bolívar, cuando sólo faltan unos meses para la reunión de Panamá. Inglaterra ya
manipula al Brasil para que éste se lance sobre la Argentina. La Argentina, a su vez, busca
ligas para enfrentar al Brasil y a otros pueblos. En carta escrita al general Francisco de
Paula Santander le informa de las noticias que ha recibido sobre este contexto. “El
Paraguay se ha ligado al Brasil, y Bolivia tiene que temer de esta nueva liga. El Río de la
Plata tiene que temer al Emperador, y a la anarquía que se ha aumentado con la variación
del gobierno de Buenos Aires. Chile tiene el corazón conmigo, y su gobierno está aliado a
Rivadavia. Córdoba me convida para que sea el protector de la federación entre Buenos
Aires, Chile y Bolivia”. El Libertador buscaba calmar estas tendencias a la fragmentación.
En carta a los gobiernos de las Repúblicas de Colombia, Méjico, Río de la Plata, Chile y
Guatemala. Lima, el 7/12/1824 les manifiesta los objetivos del congreso:

Consolidar el poder de este gran cuerpo político, pertenece al ejercicio de una autoridad
sublime que dirija la política de nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la
uniformidad de sus principios, y cuyo nombre solo calme nuestras tempestades. Tan
respetable autoridad no puede existir sino en una asamblea de plenipotenciarios,
nombrados por cada una de nuestras repúblicas, y reunidos bajo los auspicios de la
91
victoria obtenida por nuestras armas contra el poder español. .

Así, el 22 de junio de 1826, se instala el Congreso de Panamá para tratar, con las
naciones que allí se dieron cita, la confederación de Naciones Unidas. En él se hará
evidente las contradicciones existentes entre Estados Unidos e Inglaterra. Ambas doctrinas
hicieron acto de presencia en una forma u otra en el Congreso de Panamá. La invitación a
participar en este Congreso a Estados Unidos fue extendida por Santander y Gual,
coincidiendo en esto con los gobiernos de México y de Guatemala-América Central,
aunque declarando que sus delegados sólo tomarían parte en los debates relativos a los
derechos de los neutrales.

El gobierno de los EEUU estaba perfectamente informado sobre el Congreso de


Panamá mucho antes de que la administración se dispusiera a la elaboración directa de la

88
Bolívar, O. C. Carta a los gobiernos de las Repúblicas de Colombia, Méjico, Río de la Plata, Chile y
Guatemala. Lima, 7/12/1824, T. II, p. 52
89
Bolívar, O. C. Carta a Santander 07/04/1825, doc. 871, p. 117
90
Bolívar, O. C. Carta a Santander 6/01/25 doc. 832, p. 69
91
Bolívar, O. C. t. II, p. 52
36

Doctrina Monroe. Su proclamación, en diciembre de 1823, cuando los preparativos del


Congreso de Panamá se hallaban en plena marcha, perseguía entre otros fines el asestar un
golpe de advertencia enderezado contra la unidad latinoamericana. Los fines que tuvo
Canning para enviar un observador a Panamá, entre otros eran trabajar por la adopción de
los principios británicos sobre el derecho marítimo e impedir la formación de una liga
americana, presidida por los Estados Unidos.92

Aún cuando la delegación norteña no estuvo presente, para torpedear el Congreso de


Panamá la diplomacia norteamericana procuró aprovechar la inestabilidad política de los
jóvenes Estados independientes, los pleitos territoriales que surgieron entre ellos y los
conflictos en que se vieron envueltos Argentina y Brasil, Ecuador y Perú, Colombia y
Ecuador. En este contexto se difundían rumores en cuanto a los designios hegemónicos de
la Gran Colombia y sus propósitos de someter a su influencia a los Estados vecinos a través
del congreso de Panamá. Eso aparte de que EEUU desató contra Bolívar una campaña
calumniosa; en la prensa se le inculpaba de antidemocratismo, de querer implantar por
doquier su poder ilimitado, colocar en su testa la corona monárquica, etc.

Iba a ser difícil que pueblos formados en la servidumbre, un buen día, se pudiesen
dar a sí mismos los instrumentos para una integración dentro de la libertad. Pasados sólo
unos cuantos meses del triunfo de Ayacucho, las ambiciones de los caudillos y una serie de
intereses extraños se habían hecho de inmediato patentes, anulando así la posibilidad de
una integración que pudiese satisfacer a tan encontrados intereses. Más que la creación de
un nuevo orden bajo el signo de la libertad, lo que se buscaba ya era la manera de ocupar el
"vació de poder" que dejaba la metrópoli.

Los asistentes, que fueron pocos, llegaron llenos de reticencias, y sólo dispuestos a
compromisos muy generales. El Congreso sesionó desde el 22 de junio hasta el 15 de julio
de 1826. La principal divergencia entre los nuevos Estados consistía en el asunto de los
límites con miras al porvenir, Don Pedro Gual “trató de asegurar la adopción del principio
Uti possidetis de 1810, como base a la futura demarcación de esas fronteras. Otros
principios que él esperaba ver admitidos eran los del arbitraje, de la reciprocidad comercial
y de la ciudadanía conjunta”93. Se trataba de levantar barreras para impedir que se repitiese
la colonización que antes desarrollaron Estados de Europa en tierras americanas e impedir,
igualmente, que esas u otras naciones se inmiscuyesen en los asuntos domésticos de las
nuevas Repúblicas94.

Dos documentos importantes se aprobaron, un tratado de “Unión, Liga y


Confederación Perpetua” entre los Estados concurrentes, (Perú, Colombia, México y
Centroamérica) abierto a la adhesión de cualquier otro Estado hispanoamericano que
quisiera hacerlo posteriormente. Y un convenio sobre contingentes, que señalaba las
aportaciones para el Ejército y la Armada de la Confederación. El objeto de este pacto

92
Canning a Darwkins, marzo 18. 1826, ibid., 403-409; e ibid., II. Pan-Americanism, págs. 313, 360, nota
de Bierck, Harold, Op. cit. p. 469
93
Bierck, Harold. Vida pública de Don Pedro Gual. Venezuela, Edit. Ministerio de Educación Nacional,
1947, p. 324
94
Briceño Méndez a Revenga. Ag. 15, 1826, O’Leary, XXVIII, 569; artículos 27 y 21 del tratado
37

perpetuo era sostener en común, defensiva y ofensivamente si fuese necesario, la soberanía


e independencia de todas y cada una de las potencias confederadas de América contra toda
dominación extranjera. Otro acuerdo de importancia fue el rechazo a la trata de esclavos, la
cual fue declarada un crimen contra la humanidad.

Alterada en la práctica su concepción de la reunión hispanoamericana, da la impresión


que Bolívar ya no pone el mismo interés en el Congreso de Panamá. Comprende que éste
en la forma como se ha ido desarrollando, no conduce a nada práctico y en comunicación a
los ministros Plenipotenciarios de Colombia en la anfictionía del Istmo (Don Pedro Gual y
General Pedro Briceño Méndez) el 11 de agosto de 1826, asienta:

Después de escrita la anterior del 8 he estado meditando con mucha atención sobre la liga
federal y la liga militar que proponen algunos estados de América. Pienso que la primera no será
más que nominal, pues un pacto con el mundo entero viene a ser nulo en la realidad; por lo
mismo, ya que los mejicanos quieren una liga militar yo soy de la opinión de que la formemos
entre Colombia, Guatemala y Méjico, que son los únicos estados que temen ataques por parte del
Norte. El Perú y Bolivia no dejarán de auxiliar a Colombia a causa de los servicios que le deben,
95
y así, aun cuando no sean partes constituyentes de esta liga poco importa .

Pareciera que, entorpecida la idea original, por la invitación de múltiples países,


entonces trata de lograr que al menos la liga militar responda a sus ideas. Plantea que este
pacto militar puede reducirse a tres países para cubrir parte de sus objetivos.

En Tacubaya poco se logró, pues las sesiones no llegaron a reanudarse formalmente y


los tratados de Panamá no entraron en vigencia oficialmente. El congreso de Panamá se
había disuelto para nunca más volver a reunirse. En los días trágicos que vendrían, el
Libertador se compararía a sí mismo con aquel loco griego que sentado en peñasco
pretendía dirigir los navíos que navegaban a su alrededor. “Su poder, será una sombra y sus
decretos consejos: nada más”96.

A manera de conclusión
La acción de Bolívar estuvo enmarcada en la crisis de la sociedad colonial. Fueron
tiempos de transición que permitieron buscar nuevos asideros e ideas para la creación de
otro orden de inspiración anti colonial. A partir del desarrollo del capitalismo europeo, y en
especial el avance de Inglaterra hacia las relaciones librecambistas, se produjo un desarrollo
desigual, creándose ciertas contradicciones con el antiguo orden colonial, liderizado por
España. Este capitalismo, en su transición mercantil-liberal pugnaba por una nueva división
internacional a su favor, al trasladarse esa dinámica hacia América se crean las condiciones
para el proceso de liberación americana.

El proceso independentista fue la escuela donde Bolívar se funde con las masas y
pasa a convertirse en un gran estratega de la revolución continental, trascendiendo la
influencia ideológica francesa a algunos elementos de la concepción de soberanía popular,
95
Bolívar, OC, T II, p. 461
96
Bolívar, O. C. Carta a Páez 4/8/26, doc. 1165 p. 447
38

en el marco anticolonial. Esta lucha a través del tiempo procesual pasaría a concebirse
como justicia social. Ella, unida a la libertad y la unión de los pueblo para resolver sus
problemas internos reforzaría la visión continental.

Las diferentes derrotas sufridas por el movimiento emancipador van puliendo el


pensamiento bolivariano. El pueblo, elemento fundamental de los cambios, había estado
ausente en los primeros intentos. Esta apreciación parece que produce algunas reflexiones
en Bolívar en la medida en que empieza a incorporar nuevos contenidos y valoraciones
como era entender lo contradictorio de la esclavitud con la libertad, la lucha por los
derechos ciudadanos, la repartición de las tierras a los pueblos originarios, con lo cual se
gana la confianza como líder. Convicción que fue creciendo en Latinoamérica por los
triunfos obtenidos.

La prédica sobre libre autodeterminación de los pueblos, la invitación de construir


los nuevos Estados y participar en una obra conjunta, cuya visión era la Patria Grande, fue
haciendo crecer este ideal. Bolívar de mantuano rebelde se va convirtiendo en un analista
político que afirmaba la grandeza autóctona. Reconoce la diversidad y la complejidad de la
transición que está viviendo. De su ideal de una América unida pasa a proponer la
confederación de naciones con objetivos precisos pero gobiernos diversos, en un esfuerzo
desesperado por la unidad combatiente. Expuso, en diferentes escritos, que las pequeñas
naciones corrían el riesgo de ser arrasadas por las grandes potencias si no entendían esta
alianza entre Repúblicas.

La independencia significó la dignidad de existir, ella, apoyada en una construcción


abierta del concepto de soberanía, se fue afirmando en una nacionalidad que rechazaba el
vasallaje y la exigencia, en el plano interno, de crear el buen ciudadano. Bajo estas
premisas ideó nuevos fines: un ejército para la defensa, una política de aliados ante Europa,
en primer lugar con Inglaterra, luego con los Estados Unidos; una buena dirección y una
confederación de naciones que se plasmaría con el congreso de Panamá.

Ante la injerencia extranjera llegó a imaginar la guerra universal, popular y


prolongada, logrando en la práctica una suerte de internacionalismo combatiente, habida las
diferentes nacionalidades forjadas con la independencia

En la contienda interna por la liberación, la táctica fue “la unidad para la lucha”,
existir para construir con “rango y dignidad”, pero ella no fue aislada, sino que se proyectó
internacionalmente bajo un ideal anticolonial: el hispanoamericano. Bolívar, pensador
político adelantado, en comparación a los de su clase, logró definir toda una política
internacional, establecida sin saltar por encima del momento histórico, por lo que definió
como enemigo principal a España que mantenía subyugada a la América y de lo cual había
que liberarse, haciéndose necesario para ello buscar un apoyo que equilibrara la lucha,
escogiendo tácticamente a Inglaterra, potencia capitalista en pleno auge para la que el
imperio colonial español representaba una traba a su expansión.

La rivalidad EE.UU.- Inglaterra, el peligro a la invasión francesa y la asociación


entre España y la Santa alianza obstaculizaron la independencia plena. La Gran Bretaña
39

oscilaba entre sus intereses en América y sus compromisos europeos. La dilatoria y el


interés comercial de ambos países conspiraban contra la existencia misma.

Con la independencia fue cambiando el comportamiento diplomático británico y


estadounidense, excitados por el miedo que representaría una confederación de países
hispanoamericanos. Se agudiza así una lucha por la hegemonía de Hispanoamérica; cada
potencia buscaba edificar nuevas dependencias. Bolívar mantuvo su definición a favor de
Inglaterra y con Norteamérica pretendió diferenciarse para no contrariar con estos
compromisos a los ingleses. El Libertador temía de esta alianza desde el punto de vista
histórico pues los EEUU podían significar un inmenso contrapeso para el libre y autónomo
desarrollo de los países nacientes. La falsa neutralidad y su política expansionista y bélica
también fueron vislumbrados por Bolívar, por eso los ubicaba como “aliados
circunstanciales”.

El Congreso de Panamá, instancia que buscaba defender la soberanía, la


independencia y la unión entre los Estados débiles frente a los grandes, se fue negando en
sus esencias genéricas por las luchas hegemónicas que desvirtuaban los propósitos de
Bolívar. Los pueblos formados por la servidumbre avanzaban en querellas internas que
anulaban la integración. En muchas circunstancias sólo buscaban llenar el vacío de poder,
con ello empezaba a inaugurarse la época del caudillismo y la anarquía.

Alterada en la práctica su concepción original hispanoamericana, Bolívar plantea un


pacto militar reducido a pocos países perdiendo el interés por el congreso por los resultados
que había arrojado. Panamá significó para él “un pacto con el mundo entero” lleno de
decretos que no entraron en vigencia. Nada más.

Existir, existir, era el clamor de Bolívar, por eso negociaba, ampliaba relaciones,
edificaba alianzas. Todo formaría parte de un constructo que, aunque inconcluso, iba a ser
de nuevo capturado por futuras generaciones patrióticas.

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Reflexiones sobre la patria que Bolívar soñó

Nuestro pueblo, desde los fines del siglo XV, ha pasado por una serie de etapas de
dominación que deben examinarse conscientemente en función de su superación y con
miras a conformar un proyecto emancipador propio.

Hace aproximadamente 14.000 años, comenzaron a llegar, provenientes de otras


tierras y en oleadas sucesivas, nuestros pueblos originarios. Se inició así un largo proceso
histórico que dio lugar a especifidades culturales diversas. Este proceso quedó truncado en
su desarrollo independiente por la invasión europea, luego el mestizaje y la apropiación de
42

sus tierras comunales, fuente de su ser colectivo y cósmico, buscaron rematar el sentir de
los juntos. En esta primera etapa, el pueblo aborigen, que pobló el continente, conformó
una sociedad sustentada en la producción y reproducción de su vida material y espiritual,
fundamentada en relaciones sociales comunitarias (de cooperación y ayuda mutua,
solidarias en su esencia, generadoras de independencia en la toma de decisiones en
consenso comunitario). Todo era de todos. Imperaba el amor y el respeto hacia el resto de
la naturaleza, y, en particular, hacia "la madre tierra". Esta debe ser una primera referencia
de reconstrucción.

Una segunda etapa, se inicia con la invasión y concluye con la crisis del modelo
colonial (fines del siglo XVIII). A lo largo de 300 años se ponen de manifiesto los puntos
capaces de unir al pueblo en su lucha: la libertad, la superación de la dominación de clase,
la independencia, el derecho a la tierra, la resistencia cultural, la igualdad social, el acceso a
la toma de decisiones, a la educación, la soberanía; en fin, la justicia social.

Por lo demás, se van conformando las características esenciales del liderazgo


popular: el valor, el desprendimiento, la capacidad de resistencia, el arte de combinar las
distintas formas de lucha y de organización de acuerdo al nivel de conciencia, partiendo de
las necesidades reales del pueblo y la capacidad de las vanguardias múltiples de interpretar
la realidad histórico concreta. En síntesis, ubicar el sentido de las luchas que corresponden
en el momento, y el sentido estratégico de la continuación del conflicto histórico contra las
formas de dominación.

Estas características señaladas se han puesto de manifiesto en miles de


oportunidades en resistencias culturales y formas de protesta pacificas y armadas en las
cuales el pueblo ha dado ejemplo, siempre que pueda conformarse un proyecto de
integridad mas allá de individualidades de compromisos no garantizados.

En una tercera etapa, la lucha por la independencia se colocará en el lugar


preponderante. Esto coincide con la ruptura política de los blancos criollos con el poder
colonial europeo, en búsqueda, por parte de los primeros, de la hegemonía política. La
lucha independentista sufre varias derrotas hasta que Bolívar, por un proceso de auto
negación de su esencia de clase, logra un programa de identificación popular que cambia la
correlación de fuerzas y el sentido de clase explotada. Así, llegan a conformarse dos
proyectos políticos: el Proyecto Popular que contiene independencia y justicia social y el
Proyecto Oligárquico -la patria de los blancos- sin revolución social. La participación
popular en la organización político-militar denominada patriota, dependió de la percepción
que el pueblo tuvo de que su proyecto liberador guiaría la lucha por la independencia. Esto
en la medida de que sus reivindicaciones concretas fueron recogidas y expresadas con toda
claridad; al mismo tiempo que los líderes (individuales y colectivos) hacían síntesis de las
características construidas por el pueblo.

Simón Bolívar, líder histórico de América, expresó el carácter de liderazgo popular,


en tanto que fue capaz de sintetizar el Proyecto Popular Revolucionario. La patria a
construir es para él la hispanoamericana. Concibe la Patria como un todo que contiene la
diversidad. Tal Patria tendría un Sistema Político Republicano. Sus bases deben ser la
Soberanía Nacional (todavía no se pensaba en la soberanía popular), la división de los
43

poderes, la libertad civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de


los privilegios. “Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo la
especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas". No puede (diría
Bolívar) haber República donde el pueblo no está seguro del ejercicio de sus propias
facultades. "Allí el pueblo ejercitará libremente omnipotencia. Allí decretará sus leyes
fundamentales. Tan solo él conoce su bien y es dueño de su suerte”.

El para qué gobernar lo expresa Bolívar así: "...un gobierno eminentemente popular,
eminentemente justo, eminentemente moral, que encadene la opresión, la anarquía y la
culpa ... un gobierno que haga triunfar... la igualdad y la libertad". En relación con las
elecciones, el Libertador expresó claramente sus limitaciones como instrumentos para
garantizar el ejercicio de la democracia. La esencia de esta última la ubica en la
participación activa, directa organizada y consciente del pueblo en la dirección de su
destino. Caracteriza el liderazgo en la conciencia de ser hombres libres luchan, dispuestos a
resistir y desarrollar una guerra prolongada; con un profundo sentido de la hermandad,
capaces de superar las fronteras impuestas por el invasor europeo. En fin, hombres que
colocan la lucha por la libertad del pueblo por encima de las ambiciones personales.

Su mayor concreción es el Congreso de Panamá, el cual fue derrotado


transitoriamente por el saboteo gringo y la disolución de la Gran Colombia. La integración
hoy sigue siendo un instrumento necesario para la construcción de la Patria Grande

Después de 1830, con la derrota de la Gran Colombia, se pasa por diferentes


referentes históricos. El primer momento (1830-56) nuestro pueblo pierde parte de su
identidad. Somos reducidos, en virtud del proyecto de los dominantes, a las patrias locales,
a las haciendas que le servían de base de apoyo a la oligarquía. Perdida la identidad
continental del pueblo, éste asume, como suya, la identidad del "triunfador" y, por lo tanto,
sus intereses. La oligarquía criolla toma la iniciativa, pasando a la ofensiva cuando disuelve
a la Gran Colombia como República Popular Latinoamericana y caribeña, impulsando la
balcanización y constitución de Estados Oligárquicos, neocoloniales, semifeudales,
neoesclavistas y mercantiles. Somos incorporados orgánicamente a ejércitos particulares
que nada tenían que ver con el que formó Bolívar. El Estado opresor se sobrepone a la
Nación de lucha y sentimientos colectivos. Así, se construye una patria de unos pocos y
queda como reivindicación histórica el sueño del Libertador: la Patria Americana, Libre,
Independiente y Soberana.

La otra patria, la oligárquica, estará sobredeterminada por los intereses del gran
capital extranjero y su "orden mundial". Se afirma así el intercambio desigual, la
dependencia y el saqueo; una mayor concentración de la tierra en pocas manos e
innumerables injusticias sociales. Entre 1830 y 1905 los cambios de forma obedecen a la
lucha entre los sectores cafetaleros y el sector cacaotero, que pugnaban por la dirección del
Estado para controlar de manera directa la relación con el mercado internacional. El Estado
asume los contenidos de una República militar, siendo su esencia el capitalismo
neocolonial.

Un segundo momento que marca un hito histórico es la Guerra Federal (1856-60).


Este intento de retomar el proyecto popular se expresa en la consigna "tierra y hombres
44

libres, elección popular, horror a la oligarquía". Las consignas de "igualdad" y "libertad" de


las clases dominantes son tomadas en serio por el pueblo en su plena expresión, con una
real definición de justicia y de conciencia de clase explotada. Bajo la dirección de Zamora
el pueblo abandona las formas orgánicas de la oligarquía y se lanza en un proyecto propio.
Mas, este proyecto se identifica con una persona (líder) dando lugar a una expresión
psíquica del culto a la personalidad. El asesinato de Ezequiel Zamora, 10-01-1860, trae
como consecuencia que el pueblo diverso se disperse. No resuelto el liderazgo colectivo el
Pueblo es nuevamente derrotado como proyecto. Sin embargo, no todo es derrota. De la
Guerra Federal en adelante la irreverencia de los venezolanos es expresión de autenticidad.
Se hace real lo dicho por Zamora: "No habrá ni amos, ni esclavos, todos seremos iguales y
nos trataremos de vis a vis".

A partir de 1860, entramos en un tercer momento de la llamada historia republicana.


La oligarquía y las casas importadoras desarrollan un liderazgo centralizador que se
sintetiza en Guzmán Blanco. A éste le tocará "modernizar" al país de acuerdo a la
necesidad de la acumulación originaria de capitales, en un marco de las economías de
puerto y en el contexto del imperialismo mundial naciente. Mas adelante, con Gómez, se
define la construcción de un Estado Nacional Burgués (rentista y pro-imperialista). Surgen
nuevos actores sociales: la clase obrera petrolera, los artesanos, los trabajadores públicos, el
movimiento estudiantil rebelde, quien es el que asume las luchas anti-dictaduras.

De 1926 a 1961 La patria se debate entre la forma de República militar y República


democrática representativa. Los cambios que ocurren son producto de la lucha entre
fracciones de las clases dominantes y emergentes en pugna por la dirección del Estado para
apropiarse de los recursos de la renta petrolera. En 1973 su esencia capitalista toma la
forma de capitalismo de Estado manteniendo los elementos neocoloniales.

En fin, bajo la dirección de la burguesía, nos incorporamos como pueblo, a la lucha


por la democracia y contra las dictaduras, bajo una nueva forma: los partidos políticos
modernos. Una parte del pueblo es incorporada al Ejército Nacional, cuya función es
defender el orden establecido y la propiedad capitalista. Paralelamente, un sector de los
intelectuales enarbola la lucha por el socialismo desde una perspectiva universal. Surgen
organizaciones socialistas y como pueblo se nos levanta esa perspectiva: un proyecto
mundial de transformación de la sociedad. Lamentablemente, no se retoma el Proyecto
Popular. Se confunde la perspectiva histórica con la estratégica. No se reconoce la
diversidad, ni las especificidades. La lucha popular pierde, así, piso social y fuerza, lo que
permite a la burguesía, a través de los partidos, escamotearnos elementos del proyecto
popular para incorporarlos en su proyecto de dominación. Este se consolida en 1958,
cuando el PCV por su visión etapista hace una mala caracterización del momento histórico
que vivíamos, dándole en plato servido a la burguesía un proyecto de paz laboral para que
implante e institucionalice la democracia representativa. Se buscaba además, una
“burguesía progresista” que desarrollara al país y conformara a la clase obrera, “sepulturera
del capitalismo industrial”. Ese sistema de gobierno, en definitiva, buscaba garantizar los
privilegios de unos pocos haciendo uso de una forma de dominación donde el pueblo asume
como verdadera y suya la "democracia" establecida. Democracia que en el fondo es una
dictadura de clase.
45

Los que descubren la falsedad existente y sus consecuencias, levantan banderas de


lucha político-militar, haciéndose presentes algunos elementos del Proyecto Popular, pero
utilizando copias mecánicas de otras realidades, dogmatizando categorías, perdiendo la
esencia que el pueblo construyó en su devenir histórico. Aún cuando se incorporó la
perspectiva socialista, esta ya estaba negada en su esencia.

Las décadas del sesenta y setenta, aún gloriosas, estaban limitadas por la
dependencia ideológica de las concepciones que las clases dominantes lograron imponer
desde 1830. Las denominadas "vanguardias" no se habían depurado de su origen pequeño
burgués, divorciándose del pueblo en buena parte. En estas condiciones era previsible la
derrota, con el triunfo del capital transnacional y sus aliados en el país, los cuales logran
controlar los partidos oficiales y al Alto Mando Militar.

Sin embargo, las contradicciones continúan su curso, nunca hay parálisis absoluta.
Sectores políticos y económicos se ven afectados en sus intereses por el proyecto
globalizante de las transnacionales y sus imposiciones antidemocráticas. Se rompe el
bloque dominante, mientras en el seno del pueblo se dan dos tendencias: una, la del
desprendimiento de las formas ideológicas, políticas e institucionales de la dominación y
otra, aún dispersa, intenta retomar el Proyecto Popular sistematizado por Bolívar. Son
expresiones de tales tendencias la lucha contra la burocracia sindical, aparición de
corrientes clasistas en el movimiento sindical, la abstención electoral consciente, la
descalificación de los partidos tradicionales y la aparición del patriotismo bolivariano en el
seno del ejército. Este despertar va acompañado de un sentir espontáneo de protesta en la
toma de carreteras, marchas, paros cívicos, cacerolazos, apagones, tomas de tierras,
manifestaciones religiosas por la vida, manifestaciones estudiantiles, etc. Todo esto, tuvo
un punto de efervescencia el 27 de febrero de 1989, situación que motiva y justifica los
levantamientos golpistas contra la corrupción y cuya inspiración se apoya, según dicen sus
protagonistas, en un árbol de tres raíces: Simón Rodríguez, el maestro que abraza la utopía;
Simón Bolívar, líder de la patria soberana independiente y Ezequiel Zamora, el líder de la
justicia social.

Las dos últimas décadas, 1980-90, se habían caracterizado por la desactivación de


las luchas populares, despidos masivos, economías informales, una clase obrera
pulverizada, una exclusión social que batallaba por su sobrevivencia, una generación
estudiantil boba cuya única perspectiva era el mercado y los estudios tecnocráticos. La
extrema polarización y la estrechez del ámbito de participación ciudadana han hecho de
América Latina terreno propicio para las luchas radicales y los levantamientos armados.
Los conflictos de clase se reactivan solapados, el concepto de soberanía amenazada ofreció
un nuevo escenario en el que reaparecieron con otro ropaje los ciudadanos en defensa de
los valores patrios y de los recursos estratégicos de la nación y como respuesta directa a las
nuevas condiciones de la integración capitalista mundial. La reivindicación de la ciudadanía
es la base para participar en el diseño y las decisiones del proyecto de nación, no como
espacio exclusivo de las instituciones políticas reconocidas sino como un asunto colectivo
de la competencia de la sociedad en su conjunto y no sólo de sus representantes
convencionales.
46

La patria y la nación, son dos elementos movilizadores redimensionados. De ahí que


el punto de partida para las refundaciones impulse el diseñar de nuevo la patria y construir
colectivamente un proyecto de nación. Se hace necesario redefinir este concepto ante el
proceso de globalización. Frente a la paradoja de que para sobrevivir las naciones tienen
que globalizarse, es decir, dejar de ser naciones, lo que implica una pérdida de identidad
cultural y un costo social muy grande, surge la idea de que no deje de existir y no se vuelva
un fragmento en un montón de fragmentos enfrentados unos contra otros.

El concepto de nación, de patria, tiene una connotación estratégica. La nación como


un nuevo escenario para articular las diferentes luchas, como bandera en un mundo de
fragmentación, como un referente de pueblo y espacio de resistencia, o como asiendo de
nuevo los conceptos roussonianos de soberanía y revolución democrática.

Surge un fervor popular; el pueblo quiere que la esperanza de esta propuesta de país
también los incluya, no como seguidores sino como constructores. Es también parte de una
lucha abrirse a otras variantes inmersas en una mundialización solidaria. En esta tendencia
los nuevos planteamientos retoman la bandera de la nación truncada e inconclusa que
somos. Plantean cohesionarse con los héroes que gestaron la nacionalidad para,
recompuestos, tener planes de futuro. Frente al desdibujo, cultural, social y político, que
implica la globalización neoliberal se afirman como portadores y refundadores de la
Nación. Ella se plantea como un nuevo escenario para articular las diferentes luchas; en un
mundo donde los movimientos sociales no se pueden agrupar en torno al eje de la clase
obrera, sino que incluyen variantes laborales de sobrevivencia, género, etnias y las mal
llamadas minorías.

Mientras el Estado burgués busca la “normalización integradora” mediante el


síndrome de la homogeneidad identitaria, los nuevos movimientos enarbolan el contenido:
“Somos iguales aunque seamos diferentes”. La identidad no sólo es vista como una gran
variedad de identidades sino que se homologa con la igualdad. Inclusión con igualdad
republicana. Ser iguales a los demás implica una profundización de la Democracia social,
donde no deben existir ciudadanos de primera sino el reconocimiento de la subjetividad de
una gran variedad de prácticas que la formalidad del sistema no reconoce. “No somos
ciudadanos diferentes, sino: Ciudadanos con sus diferencias”. Esto implica la lucha por el
reconocimiento de un conjunto de subculturas y sentimientos colectivos de resistencia
frente al uniforme individualista y formal que el capitalismo ha diseñado.

Una Nación donde se pueda definir en conjunto qué significa ser “del país”, desde la
existencia de numerosos pueblos que conviven en un territorio, pero a la vez, un mundo
donde quepan muchos mundos ante el imposible esquivo de la mundialización. En esta
connotación existe una relación directa entre nación, lucha y soberanía. Si bien los
conflictos abiertos de clase parecieran perder espacios de expresión, la soberanía
amenazada (ya por tratados comerciales que destrozarían las economías, por
privatizaciones sin escrúpulos, por recetas y presión de la deuda externa, por extradiciones,
por tratados militares que legitiman la invasión, etc.), la soberanía ofrece un nuevo
escenario en el que reaparecen con otro ropaje los ciudadanos en defensa de los valores
patrios y de los recursos estratégicos de la nación.
47

En esta etapa que se abre han habido rápidos e importantes virajes. Hasta ahora los
movimientos armados latinoamericanos se levantaban contra el imperialismo, por una
sociedad sin clases, por el socialismo, pero nunca se proponían explícitamente luchas por la
patria ni por la democracia. La democracia se veía, más que como un fin en sí mismo, como
un medio para una “acumulación de fuerzas”. La evolución de la izquierda parte por
recuperar la bandera perdida de la democracia; su rectificación es parte de la toma de
conciencia por medio de la cual la izquierda se reinventa. De los dominantes es el Estado y
el mercado; de los dominados la nación y la patria. En otrora, la modernidad que llegaba a
nuestras tierras con el neoliberalismo tornaba obsoletos los conceptos de soberanía,
idiosincrasia nacional o nación. Para ellos éramos Estados rezagados.

Se afirma la época de un renacer nacionalista latinoamericano: ahora Cuba es


martiana, México zapatista, Nicaragua sandinista, Venezuela y Colombia bolivariana; y los
nuevos movimientos emergentes se califican como herederos de los héroes patrios y llaman
a suspender el saqueo de las riquezas naturales y se reivindican los ejércitos ciudadanos, al
buen ciudadanos y sus derechos. A los pueblos originarios se les otorgan importantes
espacios del país, vuelven a sonar los “vendepatrias” como el delito más atroz. En
diferentes proyectos se propone la recuperación o la refundación de la nación en contra de
las “oligarquías semiparalíticas” y se pregona la recuperación y validación social de una
multitud capaz de interpelar a la Otra sociedad civil.

Las ideas esbozadas en la dinámica planteada tienen que ver con la nación como
espacio de resistencia, el orgullo de ser nacional con aspiraciones de algo más. Donde la
gente pueda repensar en colectivo, se encante en la construcción de un modelo de nación,
sepa que cabe en esa propuesta de país, con claros objetivos, no populistas ni mesiánicos,
sino autogestionarios. Abiertos al país y a otras variantes no antagónicas. Por ello cualquier
movimiento político actual debe ser un instrumento donde las comunidades planteen sus
problemas de manera protagónica, tanto en lo local como en lo global.

Así cuando los intelectuales de las clases dominantes decretaron "el fin de la historia
y de las ideologías", nuestro pueblo se lanza en proyectos alternativos cuyo centro del
problema es: ¿Cómo retomar nuestra historia de lucha continental y nacional?, ¿Cómo no
colocarse una vez más a la cola de los intereses burgueses cualquiera sea su fracción?.
¿Cómo no ir solos al encuentro-choque globalizante? ¿Cómo crear un proyecto que de
verdad rompa con la lógica del mercado?

Desde 1999 el Estado constitucionalmente asume la forma de República Federal


Descentralizada, Democrática y social de Derecho y de Justicia, con un ideal de Soberanía
Popular en construcción, basada en potenciar un ente democrático, participativo y
protagónico. Busca la esencia de un capitalismo mixto productor de bienes y servicios
inspirado, en un inicio, en la llamada Tercera Vía. Los cambios desde 1999 son producto
del desplazamiento paulatino de la dirección del Estado de la fracción neoliberal por parte
de otra tendencia denominada “Capitalismo humanista”, sustentada en un imaginario
constitucional popular, diseñado, más no realizado, de lo que sería la refundación de un
Nuevo Estado basado en un modelo de desarrollo endógeno. Esto en un lento proceso
donde predominan elementos híbridos y contradictorios inspirados en un “Estado burgués
humanista”.
48

En este proceso se desarrolla la contradicción entre el texto constitucional de la


República Bolivariana de Venezuela y el Estado Constituido que aún pervive en la realidad.
La forma de Estado diseñado retóricamente, busca construir el ideal de Bolívar, según la
cual, se debe dar “la mayor suma de felicidad”. Sabemos que éste sólo será construido
cuando el pueblo conciente y activo decida ejercer sus derechos soberanos por encima de
cualquier intermediación. Mientras tanto, pervive una estructura administrativa insuficiente
que reproduce la ideología de clase de los que diseñaron el rancio Estado. Los elementos
del Nuevo Estado presentes en el texto constitucional tienen que ver con: Una economía
popular y un desarrollo social equilibrado. Énfasis en el desarrollo integral del ser humano.
Garantía de la propiedad privada y la libre competencia. Sus principios rectores de justicia
social, productividad y solidaridad en función de una existencia digna y provechosa para la
colectividad son frenados por el precepto constitucional de la defensa de la propiedad
privada.

Establece que “el Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el


desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto
valor agregado nacional, fortalecer la soberanía económica del país con “una justa
distribución de las riquezas” mediante la planificación estratégica, democrática,
participativa y de consulta abierta”. Estos contenidos son contradicciones flagrantes que no
han podido ser superadas.

Es un Estado de conciliación de clases. Su potencial revolucionario y su diferencia


con el Estado clasista sólo podría darse si profundizara la autonomía de clase. La
elaboración de los planes nacionales teóricamente se inician desde las comunidades, pasan
por los comités Locales de Planificación, los Comités Estadales y se sintetizan en el
Consejo Federal de Planificación. Pero estos principios rectores y organizativos oscilan en
avances y retrocesos. Por otro lado, de un capitalismo humanista se ha decretado la
búsqueda de lo que pudiera significar el Socialismo en el Siglo XXI, empezando por
algunos experimentos de cogestión y algunas socializaciones de la renta petrolera, pero sin
atacar a fondo la contradicción capital-trabajo y dando constantes concesiones a las
derechas que pugnan por la renta petrolera.

Al bloque dominante oligárquico se le han creado fisuras. Bajo la categoría de


Modo de Desarrollo, nuevos sectores se han incorporado a la administración pública con
cierta de retórica de cambios hacia la economía. Sin embargo, no es un proyecto con
estrategias bien definidas. La espuma de la fe baja si no tiene sustentación. Todavía no
puede hablarse de revolución; el proyecto neoliberal continúa con sus variantes, pese a que
existe una coyuntura favorable para la democratización. En los nuevos cambios se habla de
un “proyecto para todos” con visos interculturales y una línea de construcción socialista
que profundice la vida digna. Lo que Bolívar no hizo, quizá ahora pueda hacerse. Toda
iniciativa práctica que construya la Patria protagónica, y no se enganche en los dimes y
diretes por pelearse las migajas del poder institucional burgués, es más que importante.

Guerra federal zamorana


49

¿Lo inconcluso como axioma o como anatema?


Esta inusual guerra que se desarrolló en Venezuela entre los años 1859-1863
dirigida por el General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora, fue un conflicto bélico que
algunos catalogaron como revolución y otros un simple duelo de facciones parecidas. Ella,
como casi todos nuestros acontecimientos procesuales, no logró sus objetivos básicos: la
democratización de las tierras y la libertad plena del ciudadano. Ni siquiera su consigna de
Dios y Federación obedeció a un resultado propicio a sus fines, por cuanto en nombre de
Dios se orientó a un régimen laico y en nombre de la Federación se impuso una Dictadura
centrista. El resto, como se sabe, fue la frustración de un pueblo que por primera vez en la
historia asumía visos de conciencia de clase.

Recuperar a Zamora en este tiempo es volver a la esencia de la tierra, a su


cosmogonía, ir a sus raíces, a lo radical, al trabajo, a la vida, más allá de la clásica
revolución tecno-científica como nos mostraron los manuales de la Academia de la URSS.

Una síntesis procesual partiría de reconocer cómo la independencia afianzó el


esclavismo y la exclusión. Lo inconcluso de nuestra independencia, que no fue más que un
cambio de amo, estuvo en buena parte en lo intocable de la estructura económico social.
Devino luego, el desmembramiento de la Gran Colombia, con el cual se pierde la
perspectiva continental de Patria Grande y empieza un pugilato militar de un quítate tú para
ponerme yo, ocasionando decenas de guerras civiles que se prolongaron por casi 100 años.

Se fue conformando con Zamora, una especie de híbrido, llamado luego


“liberalismo popular”, distinto al programa ecléctico de los supuestos cambios del Partido
Liberal. Era un liberalismo popular versus un liberalismo de salón. Se idearon programas
alternativos de la periferia popular, conformándose un movimiento que amenazaba la
propiedad y cuya perspectiva era formar una Comunidad de la tierra.

Para el Partido Liberal era más importante ofrecer que cumplir. Su composición
policlasista, estaba formada por terratenientes endeudados o marginados del poder, en
“unidad” con una masa popular de criados, artesanos, esclavos y manumisos que
expresaban una libertad dudosa, Todos enfrentados a una burguesía parasitaria, mercantil y
usurera como su enemiga principal.

Los liberales logran amalgamar la diversidad de los participantes que aspiraban su


inclusión en una imaginada Republica federal. Se conforman dos bandos: un sector militar,
que se creía, por sus méritos de fuerza, con derechos de hacer la República. Una vanguardia
intelectual apegada a las lógicas del mercado cuyos paradigmas eran abrirlo al exterior,
controlar las aduanas y privatizar con inversión extranjera. Sectores de la burocracia liberal,
captaron el descontento popular y como intermediarios buscaron aminorar la participación
política de las mayorías empobrecidas.

Zamora levanta un proyecto paralelo a los dos bloques y se va con la gente que no
formaba parte ni de la burocracia, ni del reformismo liberal, señalando radicalmente a los
que se habían apropiado de la tierra ilegalmente.
50

Influenciado por el socialismo utópico europeo, pudo adaptarlo a nuestra realidad,


con un discurso que llegaba y un ejemplo en su accionar en el combate. Teoría y práctica,
que por supuesto, tenía las limitaciones de la época al no tener una estrategia programática
del más allá ideológico y el cómo fundar un nuevo Estado comunal. Ese carácter socialista
primigenio lo arengaba en sus discursos cuando hablaba de “proporcionar una situación
feliz a los pobres”, “no habrá ni ricos ni pobres”, “la tierra es libre y es de todos”.

Pero toda esta perspectiva se ve truncada en San Carlos, por un balazo a su líder
máximo, cuando ya avanzaban hacia la Capital. La ausencia de su pre claro dirigente, junto
a la carencia de un programa acabado y el predominio del pragmatismo sobre las
solicitudes colectivas, termina esta experiencia en grandes frustraciones populares y su afán
fallido de liquidar la sociedad oligárquica.

Cinco años de guerra significaron 200.000 muertos, lo que para la actualidad


equivaldría a unos 5 millones de venezolanos, y para ese momento histórico significó casi,
la extinción del godaje. El fin de esta guerra sangrienta fue un tratado entre Páez y Falcón
quienes nombraron como sus apoderados a Pedro José de Rojas y Antonio Guzmán Blanco,
los que aislados en una hacienda resolvieron los últimos detalles, para firmar la paz el 22 de
marzo de 1863 en el Tratado de Coche. Un pacto que dejó las cosas casi en el mismo lugar.

Con la “unidad” y la paz, abunda la rapiña y el olvido de promesas. Empiezan las


persecuciones a los radicales y los asesinatos a mansalva de los derrotados por grupos de
señoritos, especie de cruzada de “lyncheros”, cuya misión era el adecentamiento de la
política y la eliminación de la chusma maloliente de la cosa pública.

Zamora, su irreductibilidad tan igual a Chávez, incomoda a algunos. Ambos decían


las cosas como el pueblo quería oírlas. La Venezuela del siglo XXI tenía un Comandante,
hombre del pueblo que recordaba el constante ¡Ah malhaya un Fidel Castro!, siempre
ansiado, por nuestra gente pobre. Ambos pudieron aplicar el microcosmo a la universalidad
y reeditar con nuevos bríos procesos inconclusos, hasta el sol de hoy.

La guerra federal, por su parte, dejó un mayor sentido de la posibilidad de la


democracia social, una suspicaz irreverencia hacia el poder, un comportamiento social
igualitario en el trato, tanto en lo étnico como en lo social. Diezmada buena parte de la
aristocracia ilustrada, desaparecen los convencionalismos y sea quien sea, el trato es de
igual a igual. Un pueblo que ante tanto maltrato ha podido rehacerse intacto, cuando ha
visto perspectivas de redimirse. Resume esta experiencia, con sus distancias, un mayor
sentido de la militancia, un operario que ahora se exige producción, trabajo y defensa
armada.

Ambos personajes, Zamora y Chávez sobre la base de la honestidad y el respeto,


enarbolaron la dignidad como principio desbordante ante las necesidades crecientes. El
orgullo y esencia de ser venezolano buscado por los excluidos, esclavos manumisos y
pobres en general, se activa. Chávez sintetiza esa resonancia de continuidad histórica
esperada. Llegaba al alma de la gente, tan igual a Zamora.
51

Este ha sido un proceso que recaptura a los héroes patrios, con una adhesión del
pueblo que viene superando, en buena parte, la exclusión y la ignorancia, aún cuando
persisten la mayoría de los componentes e instituciones del viejo Estado, por cuanto la
refundación no a eliminado el vetusto ordenamiento institucional y sigue complaciendo el
juego burgués electoralista. Nuestra estructura, por otro lado, sigue en manos del capital y
las potencias extranjeras, a través de las empresas mixtas que absorben buena parte de
nuestros recursos naturales. La tierra, eje nodal de nuestro sustento, a pesar de pasar a
nuevas manos, no ha logrado la autosuficiencia ni la soberanía alimenticia esperada.
Lastimosamente un balance reciente arroja que 88 fundos zamoranos actuales son
improductivos, y sólo dos vienen recuperándose.

¿Servirá de algo esta experiencia? ¿Podremos superar estas fallas y dar el salto
cualitativo de una revolución social, de verdad-verdad? ¿Se podrá comparar los resultados
del Tratado de Coche, con una posible situación de negociadora actual? ¿Será lo inconcluso
para nosotros un axioma o un anatema?

CONTENIDOS POLÍTICO-MILITARES DE LA IZQUIERDA


INSURRECCIONAL VENEZOLANA ENTRE 1960-1971

Introducción.
Introducirse en el carácter político-militar de la izquierda en los años 60 es
reconstruir un camino que yace disperso y a veces escondido, como si sus participantes
“oficiales” encararan un pacto convencional de sepultar ciertos acontecimientos. La
llamada lucha armada es uno de los episodios contemporáneos del que se poseen pocas
52

comprobaciones. Las organizaciones participantes no han balanceado autocríticamente su


participación. Hay muchos datos perdidos en el irregular proceso que son necesarios
sistematizar.

Una de las finalidades de este trabajo fue indagar en el hilo ductor de ese discurso
esparcido y con diferentes interpretaciones, de acuerdo a la posición y responsabilidad
política de cada participante. En ese sentido, se buscó captar las claves que permitieran
sistematizar el pensamiento en los contenidos escogidos y en sus diferentes etapas de
evolución. En este cometido se encontraron algunos nudos que permitieron apreciar
contradicciones principales y secundarias de los principales grupos de izquierda
participantes en el proceso.

La investigación se centró fundamentalmente en cuatro fuentes básicas que


proporcionaron cierta visión general: J.R. Núñez Tenorio, los trabajos de doctorado de
Agustín Blanco Muñoz, los escritos de Julio Escalona y un recuento de la época elaborado
por el PRV, en ocasión de su V aniversario. En el resto se buscó datos y pesquisa de citas
que pudieran ampliar y justificar la visión en la estructura de los capítulos trabajados

El énfasis fue puesto en la cuestión político-militar, buscando siempre la


perspectiva, el arqueo, de algunas proposiciones que sirvieran para reflexionar sobre esta
experiencia y buscar sus enseñanzas. Pensamos que si se lograba unir o sistematizar estos
trozos dispersos del proceder en una época podrían aportarse algunos elementos de lo que
ha significado la actuación de la izquierda en la política venezolana. Proceso que
estructuralmente se extiende hasta nuestros días y sigue abierto a la discusión.

Básicamente se trabajó con actores y documentos de ese período, evitando


interpretes que pudieran sesgar nuestros juicios. Sin embargo, anotamos, es necesario
recordar el carácter subjetivo de toda aproximación hermenéutica, sobre todo cuando se cita
sólo la visión de la izquierda y el “debió haber sido” de sus actores en las apreciaciones
posteriormente autoevaluadas.

Se trabajaron cinco capítulos. Un primer capítulo partió de algunas referencias del


23 de enero de 1958 para entender al proceso insurreccional de los sesenta. El capítulo II
deslinda tres etapas básicas de las políticas aplicadas en lo que consideraron diferentes
coyunturas que van desde la guerra de guerrillas hasta el repliegue de las direcciones y su
participación en las elecciones de 1968. Un tercer capítulo precisa sobre las
caracterizaciones hechas por el PCV y el MIR en cuanto a los rasgos generales y
específicos de la revolución venezolana. El cuarto trabaja las influencias internacionales de
estos contenidos, para culminar con un quinto capítulo en un balance general que intenta
explicar la archipielización de la izquierda; proceso que se dejó abierto para demarcar las
contradicciones que signaron esta atomización.

Capítulo 1. Elementos que caracterizaron la situación económico-social


del país entre 1958-1960.
53

Un punto de partida para entender este momento sería ubicar el gobierno de Pérez
Jiménez como parte de la política norteamericana en el período de guerra fría en donde
Estados Unidos hizo esfuerzos por alinear a América Latina contra el mundo socialista. En
tal sentido, en algunos países donde había crecimiento de las luchas populares y
emergencias de izquierda, se había favorecido a ciertas promociones de gobiernos fuertes y
dictatoriales. En los finales de los 50, como producto de su consolidación, EEUU, apoyó a
democracias nacientes que le garantizaran la paz laboral necesaria para sus inversiones, en
especial a gobiernos social demócratas que se identificaran con los Kennedy y el partido
demócrata de EE.UU. Desde 1948 los militares venezolanos ya tenían una serie de
“iniciativas” anticomunistas para ganar el favor del Departamento de Estado.

El General Pérez Jiménez, coincidió con el interés imperial de inversiones


modernizadoras, con las cuales se destruyeron importantes referencias patrimoniales,
rompiendo con los resquicios que quedaban del modo de vida colonial. La concepción
desarrollista implementada, era parte del llamada “Política de concreto armado”,
caracterizada por el gigantismo y la ostentación suntuaria. El Nuevo Ideal Nacional
implantó un nacionalismo conservador de corte fascista, con el cual se manipuló la cultura
tradicional con conceptos patrioteros que fueron diseñando una nueva concepción de
ciudadanía que, apoyándose en elementos folklóricos, sirvió para discriminar a las
mayorías. Bajo esos criterios occidentales positivistas, se buscó una especie de limpieza de
sangre de negros y pueblos originarios, considerados de poca vocación laboral.

La vía fue la inmigración extranjera. Se estableció una política de traer europeos,


campesinos italianos provenientes de comunas agrícolas del régimen fascista, de
portugueses de Madeira y de alemanes éticos o folk deustches desplazados de Bukovina por
la II Guerra mundial. No faltaron oficiales germanos de la SS, del Fascio italiano y de la
Falange española. Unido a esto, se prohibió formalmente la inmigración de africanos
negros y asiáticos, por sus supuestos atavismos contaminantes a la población venezolana.

La dictadura buscó ahondar más la separación entre la ciudad y el campo, pues el


General, en sus ansias de modernizar el capitalismo, propició en el campo la construcción
de grandes colonias agrícolas, especies de kholjoses, en las cuales criollos y europeos,
supervisados por la Guardia Nacional, contarían con una serie de inversiones de economía
intensiva que harían posible que las ciudades se abastecieran del campo. Con estos
proyectos agroindustriales, Pérez Jiménez, no buscaba liberar al campesino, sino sustituirlo
por una clase media rural parecida a los farmers estadounidenses. Muchos de estos
fascistas, posteriormente se enriquecidos en el campo, emigraron a las ciudades
convirtiéndose en grandes importadores de bienes manufacturados de gringolandia. Eran
proyectos dependientes de la Fundación Rockefeller (Creole y Standard Oil) que buscaban
dar respuestas a la burguesía agraria latifundista nacional, al unísono con las necesidades de
expansión de las trasnacionales estadounidenses.

En el ámbito externo Pérez Jiménez, muy presionado por acuciantes necesidades


financieras, otorgó diferentes concesiones a los consorcios norteamericanos. Esto con el
tiempo agudizó las contradicciones, pues el dictador en lugar de privilegiar a las grandes
empresas extranjeras que habían mantenido hasta entonces el control de la industria,
específicamente la Creole, de capital norteamericano y la Shell angloholandesa, prefirió
54

seleccionar a un conjunto de empresas independientes, provocando la irritación y enemistad


abierta de los poderosos monopolios. Rómulo Betancourt, establece una alianza con la
Creole Petroleum, en su propósito de desplazar a Pérez Jiménez, brindando sus favores
sobradamente al consorcio encabezado por David Rockefeller, quien poseía planes
objetivos más allá del simple derrocamiento de una dictadura.

En su política interna, Pérez Jiménez, estuvo vinculado, al principio, con empresarios


nacionales que se enriquecían con comisiones en la creciente corrupción administrativa. La
dictadura fungía para el momento como un agente de paz laboral. Luego, en una segunda
etapa, entra en contradicción con los empresarios por los crecientes endeudamientos debido
a que su política de grandes obras se vio obstaculizada por el agotamiento de los recursos
financieros. Las contrataciones se retrazaban en pagos. El gobierno había adoptado el
sistema de pagarés y bonos con los cuales los inversionistas negociaban con la bolsa de
Nueva York; ésta al no poder hacerlos efectivo presionaba a los capitalistas venezolanos
amenazándolos con cortarles créditos y asistencia. Los empresarios criollos empiezan a
encarar al gobierno hasta incorporarse activamente a las luchas antiperejimenistas.

Un elemento que caracteriza la crisis socio-económica en 1958 es el colapso por la baja


de los precios del petróleo. Esto redunda en la paralización de la política de cemento
armado, “...el ingreso fiscal se desploma, desaparecen las obra publicas, se enrarecen los
créditos a la industria y a la agricultura y una pausa domina el panorama económico”97.
Este proceso recesivo hace que disminuya la gratuidad de la enseñanza y se instrumente un
Estado de represión con graves violaciones a los derechos humanos.

Esta situación continúa con Betancourt acentuándose el desempleo, la quiebra de


numerosas empresas de la construcción y el cierre de múltiples negocios. Con ello empieza
una creciente presión popular por sus reivindicaciones. A la vez, el perezjimenismo sufría
un proceso de desprestigio que le restaba poder político y credibilidad. En esos días de
crisis, ya la socialdemocracia gestaba en los EE.UU., el Pacto de Nueva York, firmado el
20 de enero del 58 entre Jóvito, Caldera, Betancourt y el Secretario de Estado
Norteamericano Fuster Dulles, cuyos acuerdos principales eran evitar que los comunistas
tomaran el poder y que las transnacionales tuvieran participación en las empresas del
Estado Venezolano.

Para el momento, el Buró Político del PCV manejaba una concepción “etapista” del
proceso: afirmaban que no había finalizado, o no se había logrado, una revolución
burguesa; en consecuencia no pensaban en una revolución socialista. El esquema que se
planteaban tenía que ver con el pacto con la llamada “burguesía nacional”. El Buró Político
consideraba que el proceso tendría que ver con la toma del poder por la burguesía teniendo
ésta que enfrentarse al imperialismo y luego se iniciaría otro proceso de lucha por el
socialismo. Para el PCV, el pueblo y sus expectativas debían esperar. Para este fin se traza
una política de “Unidad Nacional” y diferentes búsquedas para lograr una estabilidad
democrática.

97
Domingo Alberto Rangel. “Balance de la lucha armada”, El Nuevo Venezolano, Nº 12, Caracas, 1979, p 13
55

Bajo estas circunstancias se preparan las elecciones de 1958; demás está señalar el
clima de libertades amplias, de participación popular en un amplio fervor hacia la naciente
democracia. “La gente sentía un poco, que comenzaba una nueva vida, y que todo era
posible. La democracia era la gran panacea para todos y ello significaba una gran
expectativa popular”.98

No podríamos hablar de que existía una real consolidación del aparato de poder. Se
mantenía cierta crisis en las FF.AA., se habían intentado dos golpes militares (Castro León
y Moncada Vidal) en medio de una gran movilización popular nacional (los campesinos
tomaron carreteras, hubo una huelga general, etc.) Todo ello hacía pensar a otros sectores
dentro de la izquierda que se debía ensanchar la plataforma revolucionaria.

Como producto de estas reflexiones se gestan dos corrientes dentro de la izquierda: una
planteaba la defensa del sistema democrático, y otra que concibió ampliar la plataforma de
lucha tomando en cuenta lo que consideraban un doble poder que existía en el país, siendo
la Junta Patriótica uno de ellos. Anselmo Natale afirma que el llamado del PCV al
advenimiento del pacto patronal es su decisión de aplazar toda aspiración popular de
mayores contenidos reivindicativos porque “se planteaba el robustecimiento de la
democracia conquistada, el fortalecimiento de la misma, su perfeccionamiento por la vía
electoral, constitucional, a consecuencia de ello el partido se traza como objetivo
fundamental ir a elecciones”99

Betancourt gana las elecciones en el país, excepto en Caracas. En recuerdo del


aislamiento de la Comuna de París, Gustavo Machado llama a la calma y al reconocimiento
de las instituciones democráticas. Betancourt por su parte busca aislar y segregar a los
comunistas, con lo que empieza a fraguarse un cambio en la política mantenida por el PCV;
en ello también influye el efecto que tenía sobre la izquierda el triunfo de la revolución
cubana.

Capítulo 2. El proceso de lucha armada de los sesenta.

Existieron diferentes posiciones en el denominado proceso de lucha armada. De


acuerdo a algunos protagonistas no se debió pasar de la autodefensa para profundizar la
democracia y aislar a Betancourt. Otra tendencia pugnaba por un proceso insurreccional
con énfasis en el golpismo. Posteriormente se apoya la guerra prolongada, particularmente
desde 1964. Las fases en línea general fueron: apoyo crítico a Acción Democrática para
luego pasar a la oposición frontal; golpes militares hasta junio de 1962; insurrección urbana
hasta diciembre de 1963 y guerra de guerrillas a partir de 1964. Proceso que se fractura o se
98
Blanco Muñoz, Agustín. La lucha armada. Entrevista a Teodoro Petkoff.. T II, Caracas, Coediciones
Expediente, UCV, FACES, 1980, p. 178
99
Blanco Muñoz, Agustín, La lucha armada: Hablan seis comandantes. Entrevista a Anselmo Natale, T. III,
Caracas, Coediciones Expediente, UCV, FACES, 1981, p. 180
56

debilita con la política de pacificación con lo cual se repliegan las direcciones tradicionales.
Luego el proceso insurreccional es continuado con el relevo de cuadros medios que oscilan
entre perseverar en la lucha armada o asumir nuevas caracterizaciones hechas para los
finales de los 60. Esto da como resultado un movimiento atomizado como producto de las
contradicciones internas y la identificación con variadas tendencias mundiales.

2.1. Políticas aplicadas entre 1959 y 1961.


Como se venía planteando existían dos posiciones: la que planteaba la no
profundización de los cambios y expectativas planteadas en 1958 y otra que proyectaba
profundizar los logros democráticos, acumular mayores fuerzas populares para elevar el
nivel del combate y pasar a contenidos más radicales. Estas dos posiciones se
entremezclaron en diferentes circunstancias, niveles y personajes, confundiéndose en
muchas circunstancias táctica y estrategia, instrumentos y etapas que deberían coincidir con
las caracterizaciones diseñadas. Esto, en parte, es lo que podríamos denominar
contradicción teoría-práctica. Bajo diferentes circunstancias determinadas tendencias se
identificaban con la primera posición pero en la práctica afirmaban la segunda. Se siguió
pensando en “ganarse a AD” para una estrategia de fuerzas democráticas capaces de aislar
al “imperialismo”, a las fuerzas representadas por el latifundio y la reacción castrense bajo
el lema de una unidad nacional que profundizaría las libertades; esto lo hacían sin tomar en
cuenta que Betancourt era ya un interprete de las aspiraciones capitalistas aliadas a los
monopolios extranjeros. Esta política se implantó como proyecto táctico por dos años
sintetizándose en un Frente nacional burgués con objetivos hacia la unidad nacional y
manejos de pacto obrero patronal. En la práctica esta impericia redundó en el sometimiento
del movimiento de la izquierda a las aspiraciones del capital.

Para el momento también influía cierto auto-chantaje ideológico: se consideraba que


si se pasaba a una oposición frontal contra Betancourt la derecha reaccionaria, aún no
derrotada, impondría de nuevo una dictadura militar. La izquierda no se percató que Acción
democrática y otras fuerzas que la apoyaban habían ya adoptado el sistema constitucional y
sus mecanismos de control excluyentes: el Pacto de Punto fijo caracteriza la habilidad del
oficialismo para lograr sus fines. La división de Acción Democrática y la incorporación del
MIR no agudizan la visión estratégica pues el PCV era una fuerza hegemónica entre los
opositores y en el nuevo partido se oscilaba entre tendencias socialdemócratas e
inmediatismo de izquierdista.

Las llamadas condiciones objetivas y subjetivas siguen ampliándose. La recesión se


va ahondando, se devalúa la moneda, URD abandona el gobierno, la crisis militar
conmueve los cuarteles. Bajo esta nueva situación las posiciones del BP del PCV se
recogen pero las posiciones de izquierda no están preparadas para asumir la complejidad de
la época. Los sectores de orientación ultrista precipitan los enfrentamientos sin mayores
caracterizaciones teóricas y sin progresar con mayor profundidad en la organización
popular.
57

Un balance de la época realizado por el Partido de la Revolución Venezolana (PRV)


afirma:

En estas condiciones las posiciones de derecha en el seno del PCV se repliegan, pero
las posiciones de izquierda no están solidamente consolidadas, ni las posiciones
consecuentes dentro de ellas se apoyan en una política clasista, proletaria, marxista-
leninista. Esto da pie para que la pequeña burguesía radicalizada encuentre el terreno
abonado y le impriman a la dirección una orientación ultrista, más bien izquierdizante,
aventurera, precipitada, sin la sistemática preparación del partido y de las masas para
el enfrentamiento que se avecinaba.100

En base a las nuevas condiciones el PCV lanza la consigna de oposición al


gobierno; en forma de viraje, plantea para ya un gobierno democrático y patriótico. En la
revisión documental se encontraron textos del PCV y el MIR en donde cada cual se
atribuye tal patrimonio. La revista Principios, órgano del PCV, en ocasión de su XXV
pleno, plantea que:

Una consigna de solución al problema del poder político no puede ser otra que la
sustitución del tipo de gobierno que hoy tenemos por un gobierno democrático y
patriótico. Por eso precisamente somos un partido de oposición al actual gobierno. Por
que queremos un gobierno patriótico y democrático.101

Por otra parte el MIR en su órgano nacional, luego de analizar los constantes errores
del PCV en anteriores coyunturas, justifican la necesidad de otra vanguardia marxista,
motivo por el cual se salen de AD; en tal sentido, precisan:

En 1960, a pocos meses de surgido el MIR se presentó la primera divergencia pública


entre el PCV y el MIR. Fue cuando Betancourt después del atentado en que fue
victima, de manera demagógica llamó a retomar “el espíritu del 23 de enero”. El PCV
ignorando los profundos cambios que estaban ocurriendo comenzó a vocear la tesis de
un viraje, según la cual el gobierno pro-imperialista de Betancourt, por mantener aún
en su seno algunas individualidades progresistas podría dar un viraje hacia la izquierda.
Frente a esta tesis, el MIR levantó la consigna de luchar “por un gobierno popular” o
sea, por un gobierno distinto a Betancourt. Esta divergencia tuvo una profunda
significación histórica: haber planteado por primera vez en Venezuela la necesidad de
que el movimiento revolucionario luchara por el poder político y no por simples
reformas y ese acierto le corresponde al MIR, no sólo por plantearlo sino por empuñar
las armas.102

Este proceder ha tenido diferentes interpretaciones: Para Teodoro Petkoff, la


consigna del MIR “Nuevo gobierno ya” era producto de la inmadurez política “era
literalmente una consigna para la acción inmediata: hay que tumbar este gobierno y
montar otro”103 Pedro Ortega Díaz, en el mismo libro, afirma que el PCV no tenía un
100
PRV. “Quinto aniversario del partido de la revolución. Cinco años de combate por la liberación y el
socialismo” Revista Fuego Nº 4-5, mayo de 1971, p. 6
101
Guillermo García Ponce. “Sobre la discusión política”, Caracas, Principios Nº 8, revista del CC del PCV,
Mayo de 1961, p. 20
102
MIR. Izquierda. Órgano Nacional del MIR, Nº 54, abril de 1966
103
Blanco Muñoz, Agustín. La lucha armada: hablan 5 jefes. Caracas, UCV, 1980, p 205.
58

dominio de la realidad nacional, no estaba a la altura ideológica; a la vez coloca como


un error el haber abortado el desprendimiento del MIR, por cuanto existían reales
posibilidades de que Betancourt quedara derrotado internamente por sus propias
fuerzas. Su posición es que se pudo crear todo un movimiento anti-betancourista en el
cual finalmente ese sector quedaría aislado.

Un antecedente a tomar en cuenta en el transcurso de la línea de lucha armada a lo


largo de 1961, es que un sector insurrecto encuentra fundamentación en una fracción militar
ligada a la izquierda. Esta tendencia, impulsada fundamentalmente por el PCV, mantiene
un lineamiento teórico según el cual “la insurrección se puede hacer con o sin el ejército,
pero nunca en su contra”104. Para el momento analizado existía un grupo de militares
descontentos por los desplazamientos y las recomposiciones. Algunos se sentían ubicados
en sitios que no les correspondían. La naciente administración había contratado los
servicios de una buena parte de los profesionales de las armas, ganando su confianza, pero
a la vez iba haciendo una adecuada selección para aumentar los niveles de seguridad, de ahí
ese sentimiento de sentirse sustituidos en el nuevo orden.

La influencia en los militares descontentos daba seguridad de triunfo. Posiblemente


esto influyó en que la oposición se radicalizara, reduciendo la defensa de la Constitución
que antes pregonaba. Se empieza a marcar la diferencia entre una unidad que sirve para
ampliar la base política que defienda a un gobierno de intentonas golpistas derechistas y la
promoción de un golpe que pudiera servir para derrocar a ese mismo gobierno. El PCV que
consideraba a las FF.AA como cuerpo anticomunista ahora experimenta un acercamiento
hacia “los sectores democráticos y patrióticos” que se encuentran en su seno:

... es ilusión pensar que podamos vencer y estabilizar un gobierno


democrático, patriótico y soberano sin una fuerzas Armadas imbuidas de
resistencia patriótica al explotador extranjero, de no vacilación y conciliación a
sus presiones, chantajes y halagos, así como de una actitud democrática
resuelta contra los sectores reaccionarios internos que le sirven de agentes y
aliados a los grandes monopolios norteamericanos. No se puede pensar en el
rechazo victorioso de los zarpazos que desde el interior y del exterior se
lanzarán contra el Estado soberano contra un gobierno democrático y
patriótico, sin disponer de las Fuerzas Armadas cohesionadas alrededor de los
objetivos de ese gobierno, que sus mandos en manos de oficiales
probablemente leales con el futuro de Venezuela, libre de toda tutela e
interferencia extranjera.105

Este documento sienta una premisa hasta ahora no manejada: no se concebía la


derrota del gobierno sin el apoyo de las Fuerzas Armadas. Se habían asimilado experiencias
y se iniciaba una etapa en la lucha de las izquierdas por la conquista del poder con el apoyo
militar. Empieza la era golpista de izquierda que buscará suplantar la lucha popular para
“dar a las masas” un nuevo gobierno.

104
Blanco Muñoz, Agustín. La conspiración cívico-militar: Guairazo, Barcelonazo, Carupanazo y
Porteñazo. Caracas, Venezuela, Coediciones Expediente, UCV, FACES, 1981, p. 6
105
PCV, III Congreso, citado por Blanco Muñoz, Agustín, Venezuela 1961. ‘Disparar primero y averiguar
después! Caracas, Cátedra Pío Tamayo, UCV, 1991, p. 28
59

2.2. El período insurreccional 1962-1964.


Hasta diciembre de 1961 se mantuvo una relativa conducción política del movimiento
en función de la profundización democrática y la aspiración de aislar a los sectores
conservadores del betancourismo en una táctica de acumulación de fuerzas. A partir de
1962 se entra en una perdida de la iniciativa táctica: en enero de 1962 se fractura el proceso
y se inicia la resistencia armada. Acontecimientos como la huelga del transporte precipitan
una declaración tácitamente insurreccional. Este viraje se basaba en algunos indicadores
como el retiro de URD, la nueva división de AD (ARS), correlación favorable en la Cámara
de diputados, influencia revolucionaria en oficiales de las FAN. y en las movilizaciones
populares que se suceden en la época; todos estos avances se van desgastando en cinco
meses. El proceso se podría sintetizar en: conversión de huelgas antipatronales en
insurreccionales, alzamientos en Carúpano y Puerto Cabello sin mayores coordinaciones,
para terminar con el período de las Uniones Tácticas de Combate (UTC) en las ciudades.
Domina la idea golpista en el PCV y el MIR, subestimando las movilizaciones de masas y
gastando “al detal” todo lo que poseían.

Los líderes pasan de organizadores a agitadores. El desbordamiento es aprovechado por


Betancourt para desprestigiarlos ante las masas y sus expectativas democráticas. El
resumen sería: apoyo crítico; lucha frontal; golpes militares hasta junio de 1962,
insurrección urbana hasta diciembre del 63 y guerra de guerrillas a partir de 1964.

La polémica en torno al carácter de la revolución, el papel de la guerrilla o de la


autodefensa, el rol que deben jugar los desprendimientos militares quedan paralizados por
el fragor de la lucha y no vuelven a aparecer con fuerza hasta el 1º de diciembre de 1963,
fecha en que las elecciones dan el triunfo nuevamente a Acción Democrática.

El 30 de diciembre de 1963 se detiene a los parlamentarios comunistas y miristas y a


muchos de sus cuadros de dirección. Betancourt aglutina fuerzas, neutraliza a vastas capas
de la población representada por algunos partidos de oposición, creando con ello un clima
favorable para la ofensiva militar contra la izquierda. La crisis por la recesión ha
comenzado a menguar y el movimiento sindical oficialista, unido a consignas patronales e
impregnado de esta práctica, pregona el anticomunismo. Por su parte la izquierda continúa
frenando las luchas clasistas que buscan profundizar las reivindicaciones; por su
desesperación ahonda las ansias golpistas, pero su influencia en el ejército se ha debilitado
por lo que deciden lanzar acciones precipitadas para “provocar el caos” y así motivar el
golpe militar. Todas estas actitudes aislaron a la izquierda y debilitó la organización y
movilización popular llegando a las elecciones en situación desventajosa.

El triunfo de Raúl Leoni abre una polémica en el seno del PCV y el MIR. Domingo
Alberto Rangel (MIR) y Pedro Ortega Díaz (PCV) aglutinan sectores que se oponen a la
lucha armada por considerarla un error fatal; en ese sentido, piden la capitulación
inmediata. Pompeyo Márquez, Alberto Lovera, Teodoro Petkoff, Douglas Bravo y gran
parte de la juventud comunista mantienen el camino de la lucha armada buscando corregir
60

errores. Sáez Mérida y Américo Martín mantienen la misma posición; Fabricio Ojeda, por
su parte, logra aglutinar cuadros de URD y de Vanguardia Popular Nacionalista (VPN).

En esta situación se empiezan a producir diferentes apreciaciones teóricas buscando las


contradicciones imperantes a la luz de los clásicos del marxismo. Algunos aspectos de estas
revisiones tenían que ver con los instrumentos y sus fines; por ejemplo: si en el orden
estratégico afirmaban la liberación nacional lo lógico sería la instrumentación de un frente
antiimperialista que agrupara a los sectores interesados en la liberación. Sin embargo se
forma el Frente de Liberación nacional (FLN) sin mayores trascendencias y como un
aparato más y las Fuerzas Armadas de Liberación nacional (FALN) otro instrumento del
ejército revolucionario, se forma más para darle cabida a los oficiales que habían quedado
del Porteñazo y el Carupanazo. Pompeyo Márquez, líder de esos momentos, testifica:
“Fueron la concreción orgánica de las relaciones que se tenían con los militares”.106 La
declaración de guerra a los EE.UU. que se decreta para el momento no se conoce, hasta
ahora, su paternidad.

Las apreciaciones de Juan Luna en su libro ¿Votar para qué? sobre la táctica electoral
de 1963, parte por catalogar que la lucha armada en estos tiempos tenía una orientación
aventurera. “Se buscaba hacer acciones que impactaran a la opinión pública, que
impresionaran a los aliados y estimularan el golpe de estado”107. Las guerrillas rurales
tenían un papel de presión sobre las negociaciones y maniobras políticas. Estima que para
el momento no se había trazado una línea para organizar la lucha armada en el campo. La
prensa de izquierda estaba en función de la tesis del detonante. La política de alianzas se
limitaba a maniobras oportunistas y se utilizaba el discurso democrático como táctica para
“acumular fuerzas” y no como objetivo estratégico. Se sustituía la movilización popular por
las acciones militares propagandísticas.

En la coyuntura del 63 se oscilaba entre el boicot y la participación; por una parte se


preparaba el golpe militar y por otra se buscaba negociar para participar en las elecciones.
Formalmente llamaron a la abstención con boicot con acciones militares pues se apostaba al
golpe antes de las elecciones. La idea era tomar el poder “para el pueblo”. Posteriormente
el golpe no se da, los dirigentes son detenidos y el saldo es de cientos de detenidos.

2.3. La etapa guerrillera desde 1964 y la experiencia electoral de 1968.


Luego del proceso electoral del 63 se produce una nueva etapa o reordenamiento de la
lucha armada aún cuando continuaba la división entre los que la negaban y los que
pensaban mantenerla con rectificaciones tácticas. En los que perseveraban en la idea
también existían diferencias en cuanto a la caracterización del tipo de revolución. En un
balance de la revista Fuego, órgano del PRV, se plantea las diferentes posiciones: “Para
Guillermo García Ponce y Eduardo Machado la etapa de la revolución que se vivía era la de
lucha contra el “gorilo-betancourismo” y luego se abriría una etapa por la liberación
nacional. Pompeyo Márquez, aún sostenía que estaban en la etapa de la liberación nacional.
Fabricio Ojeda, Argimiro Gabaldón, Douglas Bravo y otros, sostenían que se vivía la etapa

106
Blanco Muñoz, Agustín, op. cit. P. 142
107
Luna; Juan, ¿Votar para qué? Caracas. Edic. Proceso, 1971, p.27
61

de la liberación nacional y el socialismo”108. Estas diferencias conllevaron a diferentes


tácticas y prácticas que alterarán la correlación de fuerzas en el seno de la izquierda.

El IV Pleno del PCV (1964) acentúa la polaridad. Ortega Díaz, Jesús Farias (tendencia
URSS) se declaraban abiertamente contra la lucha armada. García Ponce (para el momento
de tendencia moderada) planteaba acciones armadas que influyeran políticamente.
Finalmente triunfa la tendencia hacia la lucha armada, lo que se llamó luego “desviación
guerrillera”, pues sostenían la supremacía de la guerrilla rural sobre las otras vertientes.
Entre las afirmaciones de Douglas Bravo estaba la precisión de que esta lucha no era una
guerra campesina. Argumentaba la supremacía el capitalismo dominante y dependiente
sobre otras formaciones socio-económicas y la concentración urbana como producto del
desarrollo del capitalismo hacia las ciudades. Afirmaba el carácter de guerra prolongada
con predominio rural por considerar que la montaña debía ser el punto de unión de las
demás vertientes pues permitía la permanencia de un poder militar. Divide la lucha armada
en cuatro vertientes: urbana, rural, suburbana y militar de carrera. Las críticas que se
manejaron ante esta tendencia rural tenían que ver con el traslado mecánico de la
experiencia China siendo Venezuela un país urbano, con lo que se fortalecería el
aislamiento ante la despoblación y el desgaste en objetivos secundarios.

Entre mayo y junio de 1964 se realiza en Falcón la V Conferencia Político Militar del
Frente Guerrillero José Leonardo Chirinos con asistencia de miembros de URD. PRN, VPN
y miembros del PCV en el frente. En él se aprueba la tesis de insurrección combinada bajo
la estrategia de “Liberación nacional y socialismo”. A partir de este pleno se producen
nuevos reagrupamientos bajo los principios de la guerra prolongada del PCV y el MIR
siguiendo el esquema chino, aun cuando en la práctica sólo el MIR los practicaba pues en el
PCV seguía imperando las posiciones golpistas.

Hacia 1965 el llamado movimiento revolucionario afirma síntomas de “recuperación”.


En realidad lo que hubo fue una cierta contención de la represión del gobierno en
comparación con 1964. Se acusaba mayor organización, se empezó a romper parte del
aislamiento del PCV y el MIR, habían logrado bases de apoyo en el sector rural, etc. En
consonancia con esta situación había cierta expansión de un movimiento de masas, pero
nuevamente el PCV lo vio como otra posibilidad para dar un golpe.

En los términos de la lucha armada la recuperación era baja, esto se hace notar en el VII
pleno del PCV. Ante la debilidad de la guerrilla urbana y rural surgen tres tesis: 1. Retiro
general. 2. Hacer maniobras para estimular el golpe. 3. Pasar a la ofensiva.

Hacia el 7 de noviembre del 65 se extienden los planteamientos de repliegue de la


llamada ala derechista del PCV encabezada por parte del Buró preso en el San Carlos:

Las FALN no están actualmente en condiciones de continuar el choque frontal y


abierto contra el enemigo (...) En tanto no surja una nueva coyuntura positiva y
mejoren las condiciones materiales, las guerrillas y las UTC deben replegarse (...)
El cambio táctico es al mismo tiempo una concepción necesaria a los aliados, a fin

108
PRV. “Quinto aniversario...” , p. 9
62

de fortalecer nuestros vínculos con ellos y aumentar su confianza en la dirección


revolucionaria. Se trata de un paso atrás de la vanguardia para estrechar sus lazos
de unión con el grueso del movimiento popular (...) El repliegue de las guerrillas y
las UTC no se podrá realizar retirándose y golpeando. No hay condiciones
materiales para aplicar este procedimiento de defensa activa109

Este documento del Buró era respaldado por Ortega Díaz. Surgió otro documento del
ala izquierdista o tendencia teodorista; sus resoluciones y conclusiones son casi iguales en
cuanto al repliegue de las guerrillas y el cambio de táctica para poner énfasis en las
iniciativas políticas, sólo se diferencia por ciertos matices. Núñez Tenorio y Douglas Bravo
rebatían ambos documentos por su carácter capitulador. Ante la dificultad por conformar un
tercer documento por la correlación de fuerza presentes, se decide pasar la decisión a un
VIII pleno, pero de hecho la proposición del BP estaba propagada por tener jerarquía de
dirección.

Bajo un amplio proceso de discusión, ya las diferencias pasaron a ser ideológicas, la


gota de intolerancia surgió cuando los tres miembros del cuartel general de las FALN, el 1º
de diciembre de 1965, aprueban ampliar el cuartel general con los jefes de los frentes
guerrilleros y de algunas UTC, e invitaron al MIR a participar. Esto fue comunicado a los
miembros del Buró que estaban en presidio. La militancia lo aprueba, el Buró de San
Carlos se alarma y cambia de táctica: informa a la militancia que la lucha armada seguiría
desarrollándose, pero era necesario expulsar a un grupo fraccional, anarco-aventurero, que
venía obstaculizando con sus posiciones desviadas. Finalmente el Buró buscó su tiempo
para lanzar el documento de “Paz democrática” la que despertará una fuerte oposición y
conducirá a una mayor crisis interna.

El VII pleno del Comité Central (abril de 1965) lanzó una nueva consigna. “Gobierno
de Paz democrática y contra el hambre”. De este pleno sale una proposición de línea
general que contemplaba las condiciones para la paz: “Amnistía general. Legalización del
PCV y el MIR. Vigencia plena de la Constitución. Libertad de prensa y contra la ley
Mordaza. Por medidas económicas a favor de las masas populares, contra el alto costo de la
vida, el desempleo y los bajos salarios. Por una política de amistad con todos los pueblos
del mundo”110

Consideraba el Buró que habían sectores progresistas dentro de Acción Democrática,


sectores nacionalistas en las FF.AA y en el resto de los partidos intervinientes en el
gobierno. Todos estos debían velar por el desarrollo progresivo del país, y luchar contra el
mismo gobierno desde el mismo momento que este se inclinara hacia el imperialismo. Tal
apreciación fue considerada idealista, espontaneista y alejada de la realidad práctica pues
cuando el gobierno entra en crisis y URD se dividió una vez más, ninguno de los sectores
considerados por el partido pasó a la lucha.

El sector douglista funda el Partido de la Revolución Venezolana (PRV) y reorganiza el


FLN- FALN conformando al movimiento revolucionario en dos direcciones:

109
Urdaneta, Ignacio. Polémica en la revolución. Caracas, Edic. Nueva Izquierda, 1969, p. 19
110
PCV. “Un programa para la paz democrática”, Tribuna Popular, Caracas, mayo, 1965, p. 6-7
63

en lo táctico, la necesidad de adecuar las luchas políticas y militares a la difícil situación


en que se encontraban. Además presuponía la aplicación de una política de unidad
clasista con otras fuerzas que compartían la aplicación de la lucha armada. En lo
estratégico, la recuperación del movimiento revolucionario sólo podía darse sobre la
base del rescate de la ideología marxista-leninista para la vanguardia revolucionaria.111

El nuevo partido sigue arrastrando los mismos esquemas pecevistas, desde su fijación
golpista hasta las tendencias foquistas y personalistas. Con una fuerte composición rural
pareciera que algunos no se caracterizaron por ser grandes estudiosos del marxismo y sus
instrumentos de organización. Un ejemplo de esta apreciación sería el Comandante Magoya
quien afirmó en una entrevista que “la mayoría de los grupos guerrilleros no creían en el
partido, por la situación que se había presentado en el PCV”112 pero sí en la tendencia
“caudillista” pues “si Douglas estaba al frente de ese partido, que era el hombre que había
tenido enfrentamientos con el PCV, entonces nosotros estábamos con el nuevo partido”113

El MIR tampoco compartía la política de pacificación del PCV; frente a la “paz


democrática” presenta la consigna “Gobierno Nacionalista, Popular y Democrático”.
Significaban con ello la imposibilidad de desarrollar un programa de paz democrática sin
enfrentar al imperialismo y sus agentes. Afirmaban que “sólo un gobierno con estas
características puede legalizar a un partido como el MIR o el PCV (...) un gobierno que
rescate la riqueza nacional. (...) Se debe luchar por un gobierno popular y democrático
donde existan derechos y libertades para el pueblo venezolano”114, Esta proposición, a
diferencia de la del PCV, no hace referencia a la composición de elementos “progresistas”
en el seno del gobierno, en ella el MIR propone un gobierno integrado por sectores
nacionalistas y revolucionarios.

La situación política hacia 1966, coincide con el decaimiento del gobierno de Amplia
Base pues salen URD y FND de ella, pero el PCV y el MIR no estaban en capacidad de
aglutinar estas fuerzas democráticas debido a su propia crisis interna. No tenía un plan
táctico y estratégico coherente que deviniera en alternativa. Para esta época la claudicación
de los dirigentes afianza la desmoralización y el escepticismo entre los combatientes
militantes con lo que se deteriora más el llamado movimiento revolucionario, situación
aprovechada por los sectores oficialistas para afianzar la represión y el cerco.

Julio Escalona, bajo el seudónimo de Juan Luna, concluye sobre esos momentos: “con
las derrotas del movimiento popular los monopolios nacionales e internacionales
consolidaron su control del poder, el Alto Mando Militar alcanzó una influencia
determinante en las decisiones del ejecutivo (se convirtieron en verdadero poder detrás del
trono), los partidos políticos definitivamente pasaron a ocupar una posición secundaria”115.
Dentro de este descenso de la actividad política entre las masas por los sectores de

111
PRV. “Quinto aniversario del Partido de la Revolución”. Revista Fuego Nº 4 y 5, s/l, mayo 1971, p. 19-20
112
Blanco Muñoz, Agustín: La Lucha Armada; Entrevista a Elegido Sibada, Caracas, coediciones Expediente,
UCV, FACES, 1981, p. 43
113
Idem.
114
MIR. “Declaración Política”. Revista Izquierda Nº 10, marzo de 1965, p. 4
115
Luna, Juan. ¿Votar para qué?. Caracas, edic. Proceso, 1971, p. 35
64

izquierda se llega a las elecciones de 1968 con tres posiciones: 1. El electoralismo abierto
del PCV (Unión Para Avanzar. UPA). 2, El electoralismo encubierto. (MIR). 3. La no
participación (sector douglista y finalmente el MIR).

El MIR planteaba la llamada táctica de las dos fases. En una primera etapa se lucharía
por participar en las elecciones siempre que se dieran determinadas condiciones como la
libertad de los presos, cese a la represión y el ventajismo, acuerdos unitarios con la
oposición legal en torno a un candidato y un programa. En este período se organizaría un
importante movimiento de masas dirigido a lograr estas condiciones. En tanto no se hubiese
demostrado ante las masas la imposibilidad de que esas condiciones pudieran obtenerse, no
debería intentarse el desenmascaramiento del proceso electoral como una farsa, a lo sumo
podía decirse que tendía a serlo y señalar las condiciones en que él se estaba
desenvolviendo y demostrar que estas limitaban la libre discusión.

La segunda etapa se iniciaría cuando la dirección considerase que se habían agotado las
posibilidades para lograr las condiciones que permitieran la participación electoral.
Entonces, solo entonces, se llamaría a la abstención. Afirmarían a su tiempo que: “Las
elecciones se desarrollaban en medio de un marco represivo (...) un ventajismo declarado
(...) para concluir que existiendo estas condiciones el partido no debe votar, debe
abstenerse”116. La presión popular, la movilización, la denuncia sobre el ventajismo y la
represión, no se realiza, se produce sólo la pose de la abstención como acto moral contra “la
farsa electoral”, es decir, sin política, sin táctica.

Se da así una doble interpretación de lo acontecido: una posición aparentemente


abstencionista encubre una posición electoralista; una posición abstencionista,
aparentemente revolucionaria encubre resabios foquistas; es la actitud de salvarse ante la
historia pero sin hacer nada en concreto para organizar un movimiento acorde con la
realidad del momento.

El PCV por su parte ya había negociado su legalización bajo el nombre de UPA. En su


urgencia apoya a Prieto, posición que se consideró ambigua para el momento pues Prieto
representaba un opositor a la lucha armada, negaba todo apoyo comunista, defendía la
presencia norteamericana en Vietnam, etc. En la práctica el PCV se colocaba a la cola de un
nuevo desprendimiento de AD bajo la consigna ambigua de: “la chiquita por el gallo, y la
grande... ya tu sabes”. El argumento era que el partido debía comenzar un proceso de
recuperación y entre los candidatos había poco que escoger. Esto lo esgrimían no sin volver
a asustar por el peligro golpista el cual hasta ahora no habían abandonado.

La victoria de Rafael Caldera y COPEI en las elecciones de 1968, significó la derrota de


AD, entre otras razones por la división que creó el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP)
y también por la derrota de la táctica electoral definida por el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria (MIR) en su Comando Nacional de Emergencia de agosto de 1968 la cual

116
Ibídem. P 45
65

consistió en llamar al pueblo a abstenerse, utilizando tres formas: “no inscribirse en los
registros electorales, no votar o votar nulo...”117

Asume Rafael Caldera (COPEI) la presidencia de la República y anuncia oficialmente


su intención pacificadora con la cual perseguía el propósito de presentar una imagen
diferente a la anterior administración. Quería demostrar las intenciones de cambio con que
empalmaba su propaganda electoral. Sin embargo, hay sectores del gobierno que tienen una
posición diferente, como el Alto Mando Militar y la Dirección General de Policía
(DIGEPOL), quienes entre diciembre del 68 y enero del 69 inician la ofensiva contra las
zonas guerrilleras y los militantes izquierdistas de las ciudades.

Se revisaron una serie de documentos, concretamente del MIR, lanzados ante la


propuesta pacificadora y en los cuales colocaban ciertas condiciones para lograrla. En ellas
no se planteaba un programa revolucionario ni se recogen las aspiraciones máximas del
MIR; son medidas nacionalistas y democráticas en base a las formulaciones que cada cinco
años hacen los partidos en las elecciones. En este documento se intenta mostrar que la ida
de los revolucionarios a la guerrilla no fue por aventurerismo, sino por la situación concreta
del país. Los ocho puntos planteados eran: 1. El funcionamiento legal no debía limitarse al
MIR y el PCV, sino a otras organizaciones que habían surgido como las de Luben Petkoff
(Movimiento de Salvación Nacional, MOSAN) y Douglas Bravo (PRV). 2. La libertad de
los presos políticos, que más que propuesta era una condición ya que “la paz no se podía
concebir mientras se siguiera violando constitucionalmente el derecho a la libertad”. 3.
Derivado de lo anterior planteaban el desmantelamiento del aparato militar-policial al que
consideraban culpable del uso de la violencia durante diez años, por lo que expresan esta
idea en otros dos puntos más. 6. Afianzan el principio de mejoras económicas “porque la
paz no se logra sólo con reivindicaciones políticas, el pueblo a la par de ello, tiene derecho
al trabajo y a mejores condiciones de vida. 7. Solicitan la salvaguarda de los recursos
naturales, no pidiendo nacionalización por considerarla imposible bajo ese régimen por ello
plantean en el punto 8 una política exterior independiente en función de aminorar la
dependencia de los EE.UU.118.

El gobierno no se planteó la discusión de estas propuestas y continuó con su política


focalizada hacia el PCV y algunas otras individualidades del MIR. De acuerdo a un balance
hecho por la Liga Socialista, el gobierno nunca llegó a plantearse la discusión con los
sectores armados por dos razones: 1. El gobierno de Caldera era débil por cuanto carecía de
mayoría en el Congreso, donde los sectores más conservadores de AD y del propio COPEI
boicotearon algunas iniciativas gubernamentales relativas a la pacificación. 2. El alto
Mando Militar y la DISIP tenían otra visión del problema, pues para ellos (de una profunda
formación anticomunista) había que liquidar a los alzados.119

117
MIR: “Declaración de la Comisión Política del Comando Nacional del MIR”. Izquierda, Nº 1, Marzo de
1969, p. 1.
118
Frente Guerrillero Antonio José de Sucre. Julio Escalona. “El MIR demanda ocho puntos”. 1968.
119
Liga Socialista. Historia de un proyecto revolucionario, Caracas, Venezuela, edic. Liga Socialista, 1996, p.
28
66

El 26 de marzo de 1969 el gobierno por medio de un decreto rehabilitó al PCV. Carlos


Betancourt y Marcos Gómez, como miristas dan su opinión al respecto: “La legalización
del PCV y las tímidas medidas anunciadas no podemos entenderla, sino como una
maniobra dirigida a aislar al movimiento revolucionario, reducirlo a la pasividad y
consolidar una entente reaccionaria que desde el poder aplique una política de mayor
violencia”120

La Comisión Política Nacional del MIR y la Comandancia del Frente Guerrillero


Antonio José de Sucre estaban de acuerdo con estos ocho puntos, pero existían entre ellos
ciertas divergencias en cuanto a tomar esta política de pacificación si se daba. Julio
Escalona afirmaba que las posibles contradicciones que surgirían tras la legalización del
MIR no serían antagónicas, y serían resueltas bajo la discusión, en el procesamiento de la
línea política del Partido. Concluía con un razonamiento que pronto sería puesto en
cuestión: “nosotros sabemos que la lucha armada es la forma fundamental de lucha y a ella
subordinamos todas las demás”121

Explicaba Julio Escalona que no desdeñaban la legalidad y cualquier diferencia la


resolverían primero en función de su línea estratégica (la lucha armada) y segundo en
función de que los verdaderos dirigentes del MIR son ellos (los que estaban en la montaña)
y concluye diciendo “las actividades de nuestros compañeros allá abajo, sus conversaciones
sobre pacificación, está, vinculadas a una política que nació aquí”122. Finalmente surgieron
contradicciones por la política de pacificación y por las diferentes concepciones que los
diversos grupos manejaban. Devino una etapa en el MIR llamado “Proceso de
cuestionamiento” en el cual todas las instancias entraban en la discusión y daban su visión
del deber ser. Plantean que, aparte de los aspectos organizativos, deben cuestionarse
también la ideología y la línea política, la estrategia y la táctica, la concepción del Partido
Revolucionario y el ejército revolucionario.

Capítulo 3. Las caracterizaciones de la revolución venezolana.


La comprensión de estas carencias teóricas por el MIR y algunos sectores del PCV los
llevó a formular una concepción sobre el carácter de la revolución venezolana que rompe
con el viejo esquema stalinista de revolución democrático-burguesa. Se pone en marcha un
nuevo ciclo: la lucha por el socialismo. Ya no se planteaba el combate contra la supuesta
estructura semi-feudal. En todo caso, la cuestión estriba en que mezclaron diferentes
procesos que, de acuerdo al marxismo, deberían tener diferentes desarrollos y distintos
instrumentos; por ejemplo, la lucha de liberación nacional exige un frente amplio de
diferentes sectores identificados con esta lucha, entre ellos la llamada burguesía nacional,
en cambio la lucha por el socialismo implica tener las llamadas condiciones objetivas y
subjetivas a su favor, a la vez, el instrumento planteado es un frente de clases explotadas y
una política de alianzas diferente.

3.1. Caracterización de la revolución venezolana hecha por el M.I.R.


120
MIR. “Carta pública de Carlos Betancourt y Marcos Gómez” Revista del MIR, 1968, p. 17
121
MIR: “Montañas de Turimiquire: Declaración Política”, mimeograf. 1968
122
Idem.
67

El MIR, consideraba que existía un aislamiento del movimiento revolucionario


venezolano a causa de una ausencia palpable de una política concreta que naciera de la
realidad de nuestro país, a través de la cual se haría realidad la abstracción ideológica que
conforma el marxismo-leninismo. En ese sentido, el CNE del MIR puntualiza que : “una de
las deficiencias mayores que hemos padecido, es la de no haber sabido formular una táctica
coherente que pudiese conjugar con los hechos reales y concretos los señalamientos de
carácter general del secretariado de enero de 1964”123.

Estas deficiencias en el orden táctico no es casual, por lo siguiente: la táctica


corresponde a la etapa posterior a la delimitación de las condiciones generales, para
aplicarlas a hechos específicos ( sin obviar las variaciones y dificultades de lo concreto) por
lo tanto, la estrategia abarca más que la táctica, pero esta última abarca más de lo concreto.
El MIR no poseía una táctica, una política para todos los días, para ello era necesario tener
claro el problema de los rasgos específicos de la revolución venezolana y de la formación
económico-social de Venezuela. El secretariado de enero del 64, caracterizó la revolución y
en el año 1968 el Comando Nacional del MIR, haciendo uso de ella estableció la táctica de
la cual adolecía.

Veamos la estructuración en base al secretariado de 1964: Afirmaban que se debía


partir de que toda revolución tiene rasgos generales que la asemejan a otras y rasgos
específicos que la diferencian, considerándose esto último como nuevas enseñanzas. Entre
los rasgos generales que semejan la revolución venezolana con el resto de las revoluciones
proletarias, el MIR enumera las siguientes:

1.- En Venezuela esta planteada la toma del poder por la violencia, por una guerra
revolucionaria que tomará forma de guerra popular. Para ello, se irán creando
destacamentos en el campo para el desarrollo incesante de la guerra de guerrillas.
Interrogado Moisés Moleiro -para el momento Comandante y secretario general -
encargado- del MIR- “si la violencia es inevitable ¿es la guerrilla el único camino?”,
contestó: “Si, se sabe que hay otras formas de violencia, que la lucha guerrillera no es la
única. Lo que sucede es que se trata de la más efectiva. La violencia del pueblo no puede
improvisarse, ni nacerá al conjuro mágico de algunos dirigentes. Debe organizarse
pacientemente. Su objetivo es derrotar a quienes tienen las armas, el dinero y la legalidad
de su parte. 124

Efectivamente, consideraban que la guerra de guerrillas conduciría a la descomposición


del enemigo, y en el curso de ello el pueblo y la vanguardia pasarían por diferentes etapas:
una etapa defensiva- estratégica, una de nivelación de fuerzas y una etapa ofensiva-
revolucionaria. En el transcurso de ello debía de existir una combinación de formas de
lucha, pero, teniendo como eje la lucha armada.

123
MIR. Comando Nacional de Emergencia. “Acerca de la táctica del Movimiento Revolucionario”.
Mimeograf. 1968, p. 1
124
MIR. “Entrevista al Comandante Moisés Moleiro”. Izquierda Nº 57, Órgano Nacional del MIR. 1967, p.5
68

La lucha armada debía estar dirigida por un frente que agrupara a revolucionarios
venezolanos y, en lo militar por un ejército del pueblo, conduciendo ello a la afirmación de
que librarían una guerra nacional liberadora, aún cuando en sus primeras etapas tendría
forma de guerra civil, puesto que el imperialismo antes de su intervención lanzaría a la
lucha al ejército títere y utilizaría sectores político-sociales serviles, esto lo afirman
tomando como ejemplo lo sucedido en Santo Domingo, donde la insurrección fue urbana,
derrotando al ejército nacional pero no al imperialista, significando con ello un retardo en el
avance revolucionario de aquel país. Culmina diciendo: “por lo tanto es indispensable la
guerra de guerrillas en el campo, por ser el núcleo insustituible por medio del cual se creará
el ejército popular y se hará soldado a la masa campesina”125

Cuando afirman la necesidad de que la lucha armada, este dirigida por un grupo de
revolucionarios, hacen mención al documento lanzado por esta organización en pro de la
reconstrucción de los organismos centrales del FLN-FALN, de cuyos párrafos se sustrae lo
siguiente: “Consideramos un deber arribar a entendimientos unificados sobre la base de los
principios y echando de lado el sectarismo. La condición del FLN debe estar en manos de
los revolucionarios consecuentes, los más claros y esforzados luchadores (...) En el FLN
militarán fuerzas antiimperialista de diversa extracción, pues es una necesidad histórica”126

Con toda esta plataforma se lograría la liberación nacional de Venezuela, entrando


en la segunda etapa que sería la construcción del orden socialista. En otra precisión señalan
que deben desarrollar todas las formas de lucha en función de la lucha armada. Rechazan
que la lucha pacífica fuese la única forma de lucha, estableciendo una diferencia
fundamental con la dirección del PCV. El MIR plantea la creación de un ejército popular,
para lo cual es “indispensable” la guerra de guerrillas en el campo. Este ejército es
concebido como “un factor necesario para la intervención en cualquier crisis política para
determinarla a favor del pueblo”127

Algunos rasgos específicos de Venezuela señalados en el documento del MIR en


extracciones no textuales serían:

1. La lucha armada se desenvuelve en un país en vías de desarrollo


capitalista, el cual posee un sector precapitalista, un sector capitalista
extranjero - petróleo-, un sector capitalista nacional, y un sector
capitalista de Estado. El sector fundamental que determina el ritmo
económico venezolano sería el capitalista extranjero
2. Nuestra población es eminentemente urbana, por lo que la ciudad debe
ser un centro activo de luchas políticas y de masas (organización de la
clase obrera con sectores medios), sin negar la importancia fundamental
del sector rural para la guerrilla. A nuestro juicio, aquí se establece una
contradicción en la formulación táctica cuando definen la guerrilla rural
como forma de lucha principal, a la que se subordinan todas las demás.
Para ese momento, según datos censales aportados en el mismo

125
MIR, CNE. “Acerca de la táctica ...”. 1968, p. 6
126
MIR. “Nuevo llamamiento del MIR”. Izquierda. Nº 52. 1966, p. 6
127
MIR. “El MIR y la pacificación”, revista del MIR, p. 36
69

documento, “...el 74.1% de la población en Venezuela es urbana y el 25,9


% es población rural”128
3. El sector capitalista de Estado es más poderoso que el sector privado, esto
contribuye al desarrollo del sector terciario, pero a la vez, en un Estado
débil por ser dependiente. Precisan que el aparato militar del Estado es
burocrático y está penetrado en sus más altos niveles por fuerzas opuestas
a la nación venezolana. Estos aparatos también están integrados en sus
“... eslabones inferiores por personas cuyo origen es popular y actuando
sobre ellos es posible descomponer políticamente la maquinaria del
Estado”.129
4. Defiende la importancia del fortalecimiento y desarrollo del Partido
Revolucionario, lo cual los diferencia de la lucha nacional liberadora
cubana, donde el partido tuvo un papel secundario.
5. En cuanto a la utilización del foco guerrillero señala que en la ciudad
están las contradicciones políticas del país, junto a ellas va el foco
guerrillero creando el ejército del pueblo o a través de la penetración y
organización de las masas, pero sin olvidar la preponderancia de la lucha
guerrillera en el campo. Afirmando al foco guerrillero también critican la
teoría del foco por que esta “... olvida el papel de las ciudades, olvida el
papel del Partido Revolucionario y el carácter necesario de la lucha
ideológica, subestimando el trabajo de las masas campesinas cifrando
todas las posibilidades de convencer a éstas en el curso de los combates
victoriosos...”130
6. El enemigo actual sería el gobierno el cual posee mayor capacidad de
maniobra que una dictadura. Una tarea planteada sería el señalamiento de
las limitaciones del sistema democrático representativo.
7. Algunas precisiones de tipo histórico: la guerra en Venezuela ha sido
conducida en forma empírica y sectaria. Se le ha dado un carácter de una
guerra comunista ignorando el objetivo del movimiento revolucionario
que es la etapa democrática y de liberación nacional; a ello a contribuido
el sectarismo del PCV.

En este documento se encuentran una serie de contradicciones sobre todo en lo


referente a que en la teoría se critica al foquismo y en la practica se sigue ejerciendo. Se
observa también una copia mecánica del esquema de liberación de China. Otro elemento
sería el prejuicio expresado en la misma publicación donde Moisés Moleiro, secretario
general (E) del MIR admite que el movimiento revolucionario se encuentra aislado del
pueblo, pero se nota una especie de temor a admitir la derrota: “Debe quedar claro que
podemos permanecer indefinidamente en las montañas avanzando cada día más en el
camino liberador”131

128
Ibídem., p. 37
129
Ibídem. p 38
130
MIR, “El MIR y la...” P. 39
131
Moisés Moleiro. “Carta al editor Miguel Ángel Capriles”, [ aproximadamente 1968] mimeografiado,, p. 2.
70

Finalmente, todos estos elementos específicos son vinculados a la realidad política


concreta de Venezuela, prestando atención ya al aspecto táctico, y por ende a las zonas
urbanas (sin que dejen de ser retaguardia). Algunos elementos de esta táctica serían:
-Crear y vigorizar organizaciones legales vinculadas a las masas.
-Combinar la lucha armada con la lucha legal.
- La identificación de aliados estratégicos, tácticos y circunstanciales.

Es así como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria después de ocho años de


participación en la lucha armada establece una táctica acorde con lo que consideraban eran
los rasgos de la revolución venezolana.

3.2. Caracterización hecha por el PCV.


La caracterización del proceso revolucionario por el Buró del PCV, quedó desde el
punto de vista intelectual en manos de Guillermo García Ponce, quien publicó para el
partido un trabajo titulado “Sobre la Estrategia Revolucionaria en Venezuela”132 en 1966,
documento básico para esta caracterización. En este trabajo la revolución venezolana es
concebida como un proceso prolongado, cuyos objetivos son alcanzados por partes o
etapas; a la vez, es dividido en períodos estratégicos, teniendo cada uno su caracterización.
La concepción de períodos corresponde a un intento de tipificación venezolana, en lo que
llamó aplicación del marxismo-leninismo a nuestra realidad, engranándola a la lucha
liberadora de América Latina y a la clase obrera en el mundo.

Con lo anterior, se llega a afirmar como característica propia que, “la revolución
venezolana en esta etapa tiene un carácter nacional y democrático”. Nacional por su
propósito liberador de las manos extranjeras; por ende, es una revolución antiimperialista.
Es democrática por proponerse destruir vivencias semi-feudales y lograr el poder de la
mayoría. Al alcanzar las fuerzas nacionalistas y democráticas los objetivos económicos,
políticos y sociales de esta etapa, se quema un paso hacia la etapa socialista.

Las etapas han sido divididas en períodos, por lo que, considera un primer período
las tareas antibetancouristas. Plantea que la búsqueda del partido en ese momento es el
logro de un cambio político progresista a favor de las libertades democráticas, la soberanía
nacional y el desarrollo independiente del país. Este sería un período dentro de la etapa
antiimperialista y anti-feudal de la revolución venezolana.

Los objetivos durante esta etapa se alcanzarían con:


- Alianza con sectores nacionalistas
- Con atracción de grupos democráticos progresistas
- Con la neutralización del ala moderada de la burguesía y pequeña burguesía
- Con aislamiento de las camarillas derechistas, dirigiendo las principales fuerzas
contra la dirección Betancouristas de AD.

132
García Ponce, Guillermo. Cinco temas de organización y sobre la estrategia revolucionaria en Venezuela,
Caracas, edic. Cantaclaro, 1969.
71

García Ponce plantea el tránsito no pacífico hacia la liberación nacional sobre la base de
que, la superioridad política conduce a la superioridad militar, lo cual se logra con los
objetivos antes planteados.

Nuestra realidad histórica es caracterizada por el PCV con los siguientes elementos:
- Ejercicio de un poder dictatorial y represivo
- Intervención de grupos militares en la vida política
- Carencia de tradición constitucional, parlamentaria y jurídica
- Solución de contradicciones políticas con golpes de Estado
- Ventajismo y adulteración del proceso electoral por parte de grupos dominantes
- Gran peso del aparato militar y policial en el Estado
- Interferencia de EEUA y el capital monopolista en nuestro país
- Política de guerra y agresión del imperialismo yanqui

Con todo ello reafirma el por qué la liberación no podrá ser pacífica, lo cual considera
válida para todo el proceso revolucionario, pero previendo diversas estrategias en el
desarrollo de la lucha armada.

La definición adoptada de guerra prolongada de la revolución venezolana por el PCV


obedecía a la afirmación de que el enemigo estratégico fundamental era el imperialismo
yanqui y el enemigo interno principal para el momento era Rómulo Betancourt y su
camarilla por ser desde 1958 el instrumento principal de los Estados Unidos en Venezuela.

El PCV, al igual que el MIR, nota la importancia de la particularidad venezolana de


tener la mayor concentración de población en la zona urbana; pero no obvia la importancia
del sector rural pues es este el pilar el que con más frecuencia el partido AD ha utilizado
para sus intereses demagógicos. Deja bien sentado que este sector “no constituye la
columna vertebral de los ejércitos revolucionarios ni es la fuerza principal ni decisiva para
la conquista del poder133. El PCV, considera como apoyo principal para la clase obrera al
sector urbano, sin desmerecer importancia la incorporación del sector rural a la lucha.

En cuanto a la guerrilla rural, el partido se acoge a la tesis leninistas de las formas


principales y secundarias de la lucha en relación con el momento histórico concreto, pero
evidentemente en un proceso de guerra prolongada es importante la utilización de la guerra
de guerrillas, pero sin sobreestimar a las mismas, pues según la caracterización económica
de Venezuela, las fuerzas principales son los obreros, capas medias urbanas, juventud,
oficiales y soldados nacionalistas de las FAN. Por estar el centro de poder revolucionario
en las ciudades y zonas obreras.

La política de alianza planteada por el PCV, tiene dos formas: alianza durante todo el
proceso que corresponde a la conformación del FLN con fuerzas adeptas contra el
imperialismo y el anti-feudalismo, todo ello en función de la consolidación definitiva del
poder democrático nacional. La otra forma corresponde a alianzas transitorias, como sería
el caso de un frente anti-betancouristas.

133
García Ponce, Guillermo, op. cit. P. 68
72

Finalmente, las tareas tácticas que se fija el partido, se determinaban principalmente por
dos factores:
- Actividades enfiladas al logro del Frente Nacional Antibetancouristas y conquistar
un cambio a favor de las libertades democráticas, la soberanía nacional y el
desarrollo independiente de Venezuela.
- Preservar fuerzas, evitando enfrentamientos donde el enemigo tenga evidente
superioridad.

Ocupa un aparte importante, en los documentos trabajados, la idea de la creación del


FLN- FALN como instrumento de poder político para lograr la liberación nacional
antiimperialista y anti-feudal. Este proyecto coincide con el documento de conformación de
la FALN del año 1962 en donde se distinguen como objetivos: la conquista de la
independencia nacional, la libertad y la vida democrática. El plan también contempla el
rescate del patrimonio nacional y el establecimiento de un gobierno revolucionario y
popular. Este documento constitutivo del FLN-FALN traza algunas ideas como

La no exclusión de ningún ciudadano interesado en derrotar el continuismo (...) sin


levantar banderas de odio ni de venganza, sino de justicia social. (...) No levantamos
la idea de castigo a los militares por ser militares, (...) somos un movimiento positivo
que busca agrupar a la mayoría de los venezolanos (...) La creación de las FALN tiene
como objetivo derrocar la dictadura, instaurar un régimen nacionalista democrático y
popular (...) defender la patria y sus instituciones (...) transformar las fuerzas armadas
apartándolas de su función de aparato represivo al servicio de los monopolios
norteamericanos, la oligarquía criolla y las fuerzas reaccionarias134

Es necesario precisar dos fundaciones de las FALN, una a inicios de los 60 y otra
refundada luego de la división del PCV y el surgimiento del douglismo PRV-FALN.

Capítulo 4. Influencias internacionales en los contenidos político-


ideológicos de la lucha armada.
La lucha armada de los años 60 constituye una experiencia histórica y política muy
rica. Como valor político se calibra la posibilidad del logro de una revolución socialista. En
el orden ideológico ella buscó desenmascarar la naturaleza burguesa de la democracia
representativa, anteponiéndole y definiendo la democracia real y popular. También
denunció el sello de clase que posee la democracia representativa, la que representó para la
izquierda, una forma más de dictadura de las clases dominantes.

La ilusión de que la democracia del 23 de enero era diferente a la dictadura militar


se pone en duda, logrando así una nueva conciencia ideológica y política en los sectores
avanzados y radicalizados de la población.

La experiencia armada estuvo permeada por tres polos internacionales que introdujeron
desviaciones, pareceres y dogmatismos que contribuyeron a dar perfiles diferentes de la
realidad venezolana. Estos puntos referenciales son:

134
INDAL, Movimientos revolucionarios en América Latina, Caracas, tipografía Avilante, T. I, 1974, p. 122
73

- El polo de referencia de la URSS, su influencia político–ideológica con énfasis en la


III Internacional, la coexistencia pacífica y lo que se llamó el revisionismo
contemporáneo.
- El polo de referencia China, su efecto en el proceso dado por la copia mecánica de
su revolución
- El polo de referencia de la revolución cubana y la tesis del foquismo de Regis
Debray.

En cuanto a la influencia del llamado revisionismo soviético y sin pretender explicar el


desarrollo de revisionismo contemporáneo, es bueno abordar algunos elementos teóricos
para comprender su transplante en la realidad venezolana. Uno de ellos sería la modalidad
economicista que concibe a la revolución originada por el desarrollo ineluctable de las
fuerzas productivas. Sobre esta base se destaca la caracterización hecha por el PCV acerca
del “necesario desarrollo” que debía tener el país para poder estar “maduro” para la
revolución. Convierten de esta manera a las fuerzas productivas en el elemento más
revolucionario y determinante, dándoles el papel más decisivo “al instrumento técnico”. A
esta concepción se le criticó su formulación “tecnocrática” del socialismo, la cual dejaba a
un lado la lucha de clases y la acción ideológica. El calificativo constante de “fuerzas
progresistas” viene de esta corriente.

Otro elemento, criticado para la época, fue la coexistencia pacífica pregonada por la
URSS: “en el XX Congreso del PCUS se dieron pasos acelerados en el abandono del
marxismo, expresados en la formulación de la coexistencia pacífica que, desconociendo en
forma definitiva el papel de la lucha de clases en la transformación revolucionaria, la
sustituye por la ‘emulación y colaboración pacífica’ entre distintos países de regímenes
sociales diferentes135

La coexistencia pacífica es pues, uno de los principios del PCUS, el cual determina
la línea general exterior para los demás partidos comunistas, al mismo tiempo que
reactualiza el viejo parlamentarismo en decadencia de la social-democracia internacional,
bajo la estrategia de la política de la alianza antimonopolista. Sobre esta línea general el
movimiento comunista puede tomar el Estado y “utilizarlo al servicio del pueblo”, así
como también para el “paso revolucionario al socialismo por vías pacíficas”136.

Tales son los efectos políticos que generan la línea adoptada por los PC pro-
soviéticos en nombre de la aplicación de la democracia y de la alianza antimonopolista, los
cuales llegaron a promover acuerdos de paz social ( caso 23 de enero) o contratos sociales
con sus respectivas burguesías. En los países dependientes apoyan a las llamadas
burguesías progresistas en el desarrollo de una industrialización dependiente, tales como los
procesos de sustitución de importaciones. En nombre de la Unidad Nacional, y contra la
“desestabilización” rechazan cualquier estímulo a la lucha de clases. Para el MRT, en su
balance crítico, todo esto contribuyó a crear un clima de “estabilidad” sobre el cual el
capital perpetuó su dominación.

135
Movimiento Revolucionario de los Trabajadores (MRT). “Anteproyecto de declaración programática”.
Folleto impreso, 1979, P. 7
136
Idem.
74

En líneas generales ésta política influyó en el PCV, desde la llamada paz laboral, el
“apoyo crítico” a Betancourt, el reforzamiento del parlamentarismo burgués sin combinar
otras formas de lucha, la política de Unidad Nacional, la política “Paz democrática”, la
necesidad de “quemar etapas”, la política de la creación de un gobierno democrático
burgués que abriera posibilidades de desarrollo, etc.

En las apreciaciones de la tendencia del MRT, “con esta miopía política el PCV no
podía entender que la Junta Patriótica fue en su momento una forma de poder popular, ni
entendió la existencia de un doble poder, ni la naturaleza general del período, de ahí su
apresuramiento a celebrar elecciones, lo que significaba en definitiva mediatizar el proceso
afianzando el régimen constitucional”137.

De alguna manera así lo ratifica uno de los más connotados dirigentes del PCV,
Teodoro Petkoff: “La política comunista no iba más allá de desear el establecimiento de
una democracia, un gobierno democrático burgués y que se abriera un camino de
institución democrática en el país” Y continua: “Ahora, ¿Cuál es el camino de la
revolución?, ¿Estaba la revolución como proyecto en la política del PCV?. No, no estaba.
Vieron la crisis y no la vieron”138.

El otro polo de referencia internacional sería China: influye cuando se traspasa


mecánicamente la experiencia asiática a la venezolana; fundamentalmente en la estrategia
militar de guerra prolongada, donde se utilizan los mismos elementos de esta práctica: base
de apoyo, guerrilla rural, cercos, etc. Sin tomar en cuenta que la población mayoritaria era
urbana. Los manuales del MIR en cuanto a estrategia guerrillera planteaban: una primera
etapa de ofensiva estratégica del enemigo y defensa estratégica revolucionaria, una segunda
de defensa estratégica del enemigo y de preparación de la contraofensiva, y una tercera de
contraofensiva y retirada estratégica del enemigo, es decir, convierte la lucha urbana en
rural, planteando el clásico cerco de las ciudades por el campo, en un momento en que la
población venezolana era 70% urbana, olvidando que en China era al revés: 90% rural.

El polo de referencia de la revolución cubana y la tesis del foquismo de Regis


Debray influye en el movimiento revolucionario en distintas formas; Cuba representó el
primer logro socialista en América Latina, en pleno comienzo de la efervescencia popular
venezolana, aparte de la gran ayuda prestada por esta isla al proceso venezolano en todos
los aspectos. Así, el fenómeno cubano influye en nuestra izquierda, en primer lugar en las
posiciones inmediatistas de ver la revolución a la vuelta de la esquina; sin delinear una
estrategia prolongada, sin fortalecer los instrumentos principales de toda revolución se
lanzaron a una lucha frontal, en la cual al pasar el flujo de masas se produce la
desesperación. En tal proceso de aislamiento con las masas se oficializa, con sus variantes,
la tesis foquista en Venezuela. Se toma como referencia, conciente o inconscientemente, al
ideólogo Regis Debray. Este autor francés plantea las posiciones más extremistas para
resolver el problema latinoamericano.

137
Ibídem. P 9
138
Blanco Muñoz, Agustín. Op. cit. 1980, p. 183
75

En la tesis del pensamiento debrayano está la concepción de una revolución única


en toda América Latina, con una táctica y estrategia política comunes e incluso con su
centro de dirección latinoamericano porque “la falta de un centro revolucionario puramente
latinoamericano provocó la polarización casi automática de los movimientos de liberación
obreros entre los centros reconocidos, sea Moscú o Pekín”139 Debray considera que la
revolución cubana es “una correlación global de fuerzas donde todo desequilibrio que
afecta a una de las 20 naciones del continente, afecta también a las otras 19”140

Debray subestima el elemento urbano y sobrevaloriza al campo; llega a la


conclusión de que la clase obrera no puede tener la dirección del proceso. Tampoco toma
en cuenta al partido del proletariado, cuestión de principio para los revolucionarios guiados
por la concepción leninista:

Una lucha de liberación nacional sobre la base antiimperialista no puede ser llevada a
cabo bajo la égida del marxismo-leninismo y de la clase obrera en las condiciones
latinoamericanas caracterizadas por la existencia de una clase obrera numéricamente
poco elevada, con frecuencia penetrada por el reformismo y aristocratizada de hecho
por los salarios relativamente elevados que se pagan en las grandes empresas
extranjeras y nacionales. En cuanto al Partido se formarán y seleccionarán sus cuadros
a través de la promoción natural de la lucha de liberación tal como ocurrió en Cuba141

De esta manera Debray realiza una copia mecánica de la revolución cubana, y la


expone como tesis para los demás países. Pedro Ortega Díaz ilustra el pensamiento
debrayano de la siguiente manera: “Si en Cuba la guerrilla se hizo sin Partido ¿Por qué se
necesitan partidos en otras partes?. Si los de la Sierra no sabían marxismo ¿Por qué deben
saber marxismo los otros guerrilleros de América Latina?. Si Fidel no hizo alianza sino al
final, cuando “ya era fuerte” ello nos indica en forma evidente que no hay que buscar
alianza al principio, si en Cuba el partido salió de la guerrilla pues es la ley del desarrollo
en Latinoamérica y si el marxismo-leninismo no lo concebía así, pues este es el aporte al
marxismo-leninismo”142

La puesta en práctica de esta tesis en Venezuela presenta variantes pero en el fondo


se nota la permeabilidad a estos planteamientos. También el foquismo se manifestó en:

- La columna guerrillera como foco de formación del Ejército Popular.


- La teoría del detonante: acciones ejemplarizantes de la vanguardia para que las
masas se incorporen espontáneamente al proceso. (Teoría de la chispa que
enciende la pradera)
- La subestimación al Partido como sucedió en el douglismo FLN-FALN, en donde
“el partido era el fusil”.
- La subestimación del trabajo de organización de las masas.
- El personalismo “caudillista” como antítesis del Partido.

139
Debray, Regis. Ensayos latinoamericanos, Argentina, edic. La Rosa Blindada, 1967, p. 193
140
Ibidem, p. 185
141
Ibídem. p. 93
142
Ortega, Pedro. América Latina realidad y perspectiva, Caracas, edic. Cantaclaro, 1969, p. 49
76

- Repercute también en la formación de los cuadros, en cuanto a la separación


mecánica entre estrategia y táctica, y el cuadro especialista y parcelado. Este
militante era el especialista en organización sin conexión real con las masas y sus
problemas, incapaz de desenvolverse entre ellas y sin relación alguna con la lucha
armada; en segundo lugar el especialista político y de masas sin vinculación con la
organización clandestina ni con la lucha armada; en tercer lugar el especialista
militar sin vinculación con la organización ni con las masas y su problemática.143

Capítulo 5. Balance crítico general.


Este aparte intenta hacer algunas precisiones de los errores más notorios de la
izquierda en el proceso estudiado, tomando como referencia a J. R. Núñez Tenorio, uno de
los pocos que se permitió hacer este balance. Puntualiza el autor que el primer error
cometido en esta década fue de tipo político ideológico. Para él debía existir una oposición
radical mas no un enfrentamiento frontal. La radicalización debió iniciarse el 23 de enero.
Estima que se debió calibrar cuándo estaban agotadas las condiciones para lanzarse a la
lucha frontal, preguntándose si realmente no se podía librar una lucha parlamentaria, una
política de concientización de masas, etc. Considera que al no existir una mínima
plataforma política para lanzarse a la lucha se podría deducir que fue una insurrección sin
preparación.

Otra de las discusiones que se libra en este balance es que no se debió provocar que
los sectores progresistas de AD (MIR, ARS) salieran de ese partido, pues podía intentarse
una derrota a Betancourt internamente. En las apreciaciones fragmentadas que se recogen
de varios actores trabajados por Agustín Blanco Muñoz se infiere que toda la fuerza
acumulada por el llamado “movimiento popular y revolucionario” se fue perdiendo
parceladamente, creando condiciones para la derrota. Por lo tanto el enfrentamiento militar,
sin haber condiciones, fue para el movimiento revolucionario una derrota política; revés
que se agravará en 1965 al ir dando bandazos de la guerra a la paz, de la lucha clandestina
guerrillera a la legalidad electoral que culmina con la deserción de la dirección del PCV. A
la vez, es elemental pensar que el gobierno y los sectores de la burguesía que le apoyaban
contaban con un apreciable respaldo militar que constituía la base misma de sustentación
del régimen junto con la fuerza popular y el poder económico que proporciona la burguesía.
A esa conclusión llega Blanco Muñoz cuando dice:

Existía un poderoso frente anticomunista con apoyo incondicional de los partidos


que permanecen en la coalición gubernamental y que, en forma amplia, constituyen
la base política del gobierno y de la democracia venezolana. (...) desde un inicio para
cualquiera de los grupos (a favor o en contra de la lucha armada) se hace evidente
que la situación es complicada debido al desnivel, a la desproporción de fuerzas. 144

Para J. R. Núñez Tenorio el error ideológico consistió en que “no existían


condiciones históricas, bases objetivas para una lucha frontal, armada, que finalmente

143
MIR. “Ponencia para la tercera conferencia: El foquismo en la formación de los cuadros revolucionarios”,
mimeograf. 1968, p. 18
144
Blanco Muñoz, Agustín. Lucha armada y paz democrática. T. VI, Caracas, UCV, 1997, p. 23
77

asume la forma, obligada por la historia, de una guerra revolucionaria prolongada desde el
mismo momento en que se hace pública y abierta su disposición subversiva contra la
democracia representativa”145.

Otro elemento importante fue la presencia constante de un rumbo empírico-


espontaneista tanto dentro de la política como en la estrategia. No se puso en práctica una
táctica que hiciera comprensible para el pueblo el carácter de esta lucha. Así lo testimonia
Núñez Tenorio en su balance: “no fuimos capaces de fraguar ésta táctica, que se articulara
con la estrategia de la resistencia armada contra Betancourt”146. Esta conducta era
incomprensible para el pueblo, excepto algunos sectores progresistas del país entre los
marginados, estudiantes y campesinos en contacto con guerrilleros. En Venezuela existía
una lucha revolucionaria que no llega a ser popular, en ella participaba solo la vanguardia,
que fue aislándose paulatinamente.

Lo anterior conduce a suponer que no existía una jerarquización de formas de lucha,


ni precisión en cuanto a lo táctico y lo estratégico. Al existir una contradicción entre teoría
y práctica, por la dominancia de la segunda sin mayor sustentación de la primera se cayó en
una actitud empírica espontaneista. Se careció de un ensamblaje político-táctico que
relacionara la resistencia armada con las luchas políticas del momento. Núñez Tenorio
precisa en su balance que no se construyeron los instrumentos mínimos de toda guerra
revolucionaria, para que unidos a una política acorde a la situación y a una aceptable
dirección ideológica convirtiera la lucha revolucionaria en lucha armada popular.

La lucha armada empezó a librarse antes de que existieran condiciones, la guerra de


guerrillas, como estrategia de largo plazo, empezó en 1964 y para ese momento se hacía
fundamental la existencia de estos instrumentos que empezaron a construirse bajo un
proceso en donde consideraban que venía mejorando la situación; recuérdese que los
documentos acusan síntomas de recuperación: hubo un pequeño cambio en la correlación
interna de clases, la guerrilla conformada en principio por estudiantes se nutrió de
campesinos con columnas hasta de 100 hombres, se construyeron redes de apoyo,
propaganda, incluso apoyo internacional. Estos pequeños alientos se vieron pronto
obstaculizados por golpes no previstos como fue la caída de la fábrica de armas en El
Garabato e innumerables deserciones.

Núñez Tenorio considera que no se obtuvo bajo una política, por lo menos, la
neutralidad de las masas populares y, finalmente la deserción del CC del PCV cuya
posición fue de pacificación, la cual no hubiera sido errada si se hubieran planteado otras
condiciones menos desesperada por la legalidad. De acuerdo a este autor se hubiera
organizado una retirada ordenada, sin desbandada, sin deserción de los dirigentes, lo cual
hubiese evitado la muerte de muchos militantes, el presidio de otros y el paso a los cuerpos
represivos de algunos.

145
Núñez, Tenorio. La izquierda y la lucha por el poder en Venezuela, Caracas, edit. Ateneo, Col Actualidad
Política, 1979, P. 133
146
Idem. p. 124
78

En otro de los balances se toma en cuenta el bajo nivel de las masas. Juan Luna
manifiesta en su libro El voto nulo algunas posibles causas que buscan explicar esta
debilidad. Entre ellas plantea la capacidad de cooptación del sistema para desviar o
absorber los conflictos populares. En esto estaría intrínseco el peso de las organizaciones
reformistas y sindicales y la influencia del aparato político ideológico. En relación con el
sector militar afirma que “Este es uno de los más poderosos de América Latina y es
empleado a fondo y con gran violencia tras el objetivo de mantener el nivel de protesta de
las masas dentro de los límites permitidos por el sistema”147. Finalmente, ratifica la
ausencia de una política revolucionaria y de una perspectiva que pueda despertar confianza
en las masas para ponerlas en movimiento y elevar su combatividad.

5.1. La atomización de la izquierda y sus contradicciones.


Siguiendo la secuencia histórica del proceso la primera división del PCV fue producto
de las críticas que internamente se dieron por sus bandazos políticos. El abandono de la
lucha armada dio origen a la separación del grupo armado FLN-FALN; lo que representó a
la tendencia “douglista”. Esta corriente posteriormente valoriza la necesidad del Partido y
forman el Partido de la Revolución Venezolana, PRV. Igualmente sucede en el MIR, luego
del repliegue del PCV empieza un proceso de cuestionamiento a la dirección y a la línea del
MIR que se traduce en el surgimiento de dos organizaciones: Bandera Roja (BR) y la
Organización de Revolucionarios (OR). La discusión ideológica que en principio empezó a
manifestarse hacia elaboraciones interesantes se trunca y da paso a una sola discusión:
quienes afirmaban el camino de la lucha armada y quienes la abandonaban.

Estos fraccionamientos se reducían a lo que llamaban la perseverancia o no en la lucha


armada, es decir, pese a que se manifestaban algunos esfuerzos por hacer teoría acorde a la
realidad venezolana el movimiento siguió oscilando entre el neofoquismo y el reformismo.
El punto neurálgico de esta atomización fue la teoría; cada cual se creía en poder de una
verdad de acuerdo a su interpretación y a su capacidad de entender el proceso venezolano y
según influyeran las diferentes tendencias y experiencias internacionales.

La mencionada Política de Cuestionamiento del MIR fue clave para dejar al desnudo
toda una serie de contradicciones internas que conllevaron al surgimiento de varios grupos.
La dirección del MIR, encabezada por Moisés Moleiro, Simón Sáez Mérida, Américo
Martín y otros sería la tendencia calificada como burocrática y derechista, que busca la vía
electoral; las otras dos derivaron de quienes se mantenían en la lucha armada,
particularmente los del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre ubicado en el oriente del
país. De su seno surgieron dos tendencias: la Organización de Revolucionarios (OR) que
buscaba rectificar hacia una línea político militar más hacia las ciudades, concretamente
hacia la formación de lo que llamaban un “militante integral político-militar”. Su énfasis de
actuación serían las zonas suburbanas y los cinturones de miseria, buscando penetrar las
fábricas; la otra organización fue Bandera Roja (BR) surgidos de la Comandancia del
FGAJS, los que para el momento ratificaban la guerrilla rural en una tendencia que fue
calificada de “militarista” por sus detractores.

147
Luna, Juan. Voto Nulo. Una línea electoral revolucionaria. Caracas, edic. Proceso, 1973, P.10
79

La tendencia de OR encabezada por Julio Escalona, Marcos Gómez y Fernando Soto


Rojas plantearon posiciones de cierta amplitud basadas en lo que llamaron “la combinación
de las distintas forma de lucha y organización sustentada en los diferentes grados de
conciencia de las masas”148. Por su parte los otros miembros del FGAJS, particularmente
Gabriel Puertas y Américo Silva, basan su posición en lo que llamaron el ordenamiento
militar; a través de un manifiesto titulado “Los Comandantes no podemos ser cuestionados
por el Partido” exponen que dada la existencia de una “línea militar” creada en el frente
guerrillero, la cual considera que todo lo que emana del Frente debe ser discutido dentro del
mismo, sostienen que el cuestionamiento a los comandantes no es válido por cuanto hay
que separar al militante del partido del combatiente guerrillero, pues este último maneja y
posee condiciones especiales donde debe imperar la seguridad. En este documento
concluyen afirmando:

a) Solo el ejército debe resolver los problemas que emanen de él.


b) Aquel que no es miembro del ejército solo puede ser cuestionado públicamente como
militante partidista.
c) El cuestionamiento al Primer Comandante del Frente sólo genera confusión y peligro para la
lucha guerrillera, ya que puede llegar información militar a manos del enemigo.149

Finalmente el Proceso de Cuestionamiento conllevó a la división descrita; era imposible


mantener cohesionados en un mismo partido a un grupo de militantes que comenzaban a
establecer objetivos de lucha cada día más alejados unos de otros y con modos diferentes de
alcanzarlos.

Las primeras propuestas político-militares de la OR en los inicios años de los setenta, se


centró en “la combinación de las formas de lucha”. Se proponía una organización
conformada por una articulación dialéctica de una vertiente guerrillera, una vertiente
clandestina y una vertiente legal y abierta. Plantearon que las luchas abiertas deberían pasar
al primer plano y las luchas ilegales y violentas ocupar un papel auxiliar.

En el plano militar, la OR intenta un viraje en la concepción de la columna guerrillera


que predominó en los años 60 y que fue dominante en la experiencia de BR y del PRV-
FALN. Esa concepción tenía que ver con el análisis que se había hecho de la política de
contrainsurgencia del ejército, basada en el “doble cerco”. El cerco estratégico que ponía en
práctica el ejército era de gran amplitud. En el caso de oriente cubría los estados Monagas,
Anzoátegui, Sucre y llegaba hasta Bolívar, formado por grandes unidades militares y los
Teatros de operaciones (T.O.). Una vez detectado el grupo guerrillero se establecía un cerco
táctico en la zona, desalojando a los caseríos de las montañas y ubicándolos al borde de las
carreteras, como ocurrió en el “Bachiller”, estado Miranda, aumentando la represión
militar-policial contra las zonas campesinas y aislando a la columna guerrillera, el objetivo
era aislar la columna insurgente, dejarla sin base social para desarticularla.

148
Julio Escalona, Marcos Gómez, Frenando Soto Rojas, “Circular interna”, mimeografiado, 1970, p.3
149
Puerta, Gabriel y Silva Américo. “Los comandantes no podemos ser cuestionados por el partido”.
Deslinde. Mimeografiado, 1969, p.2.
80

La OR se traza la idea bolivariana del “amplio territorio” consistente en la movilidad


nacional vinculándose a los centros económicos jerarquizados, todo bajo el principio de
movilidad, concentración y desconcentración. También enriquece el concepto de “punto de
apoyo” con las características de “el manejo del secreto, el apoyo de masas, mecanismos de
información y un pequeño dispositivo militar de ataque o para garantizar una retirada
ordenada”150. Otras precisiones eran desarrollar la inteligencia y la contrainteligencia,
construcción de grupos comandos especializados y conformar entre las tres vertientes,
legal, clandestina y militar, una estructura rigurosamente secreta.

En cuanto a la situación de las FAN, Julio Escalona, dirigente de OR, hace algunas
consideraciones. Afirma que al ser el principal sostén del poder en ellas se manifiestan las
disputas internas del bloque dominante. Plantea que “pese a los esfuerzos de la misión
militar norteamericana, en el seno de las FAN se desarrollan corrientes democráticas, muy
tímidas e incoherentes, pero de indudable existencia”151 Considera el autor que estas
corrientes democráticas son débiles y están constantemente amenazadas pero que el
crecimiento de las luchas populares y la penetración imperialista en el ejército venezolano,
hará que sus contradicciones se presenten de manera más nítida. Partiendo de esta
valoración plantea que:

El movimiento revolucionario necesita con urgencia, en su táctica, resolver el


conjunto de problemas políticos e ideológicos que se plantean con relación al
principal instrumento de dominación burguesa-imperialista. Esa táctica debe separarse
del susurro conspirativo tradicional y de todo interés guiado por el inmediatismo;
debe separarse también del purismo dogmático que parte de considerar a las FAN
como un todo homogéneo y que no valora las contradicciones internas existentes en
ellas. La táctica debe inscribirse dentro de la estrategia de resistencia prolongada.152

Por la pertinencia con este trabajo consideramos necesario hacer síntesis de los
planteamientos de esta tendencia. Considera Escalona que en el seno de las FAN se
manifiestan las divergencias entre los distintos grupos monopolistas, tanto nacionales como
extranjeros; las diferencias entre los monopolios y la burguesía media; las contradicciones
entre el pueblo venezolano y la burguesía y el imperialismo. Este juego es acelerado por el
proceso de desnacionalización de los mandos de las FAN y el incremento de las luchas
populares por cuanto la Misión Militar Norteamericana viene convirtiendo a las FAN en un
instrumento para el desarrollo de la guerra especial, lo que las coloca en última instancia en
enfrentamiento con el pueblo. Considera que para el momento (fue escrito entre 1970-71) la
descomposición de las FAN es mayor que en cualquier otra etapa.

Estima que se han conformado corrientes perfectamente diferenciadas. La actividad


conspirativa, al igual que la labor del SIFA y la acción de la Misión Militar
Norteamericana, se desarrolla a la luz del día. Las luchas entre camarillas militares son
avivadas por la influencia de los partidos políticos y la presión de los distintos grupos
monopolistas. Señala que se ha estado configurando un nuevo fenómeno: los vínculos
entre los monopolios y los mandos de las FAN son muchos más estrechos ya que muchos

150
Liga Socialista. Historia de un proyecto revolucionario, Caracas, Venezuela, edic. LS, 1996, p. 36
151
Luna, Juan. ¿Votar para qué? Edic. Proceso, Caracas; Venezuela, 1971, p. 75
152
Luna, Juan. Op. cit. 1971, P.76
81

generales han pasado a ser accionistas de grandes empresas y están tratando de intervenir
en el control de las empresas del Estado.

Los partidos intensifican su labor entre los oficiales pero no dirigen su conducta, más
bien considera que sectores de las FAN imponen puntos de vista en el seno de las
direcciones de los partidos COPEI, AD, el MEP, URD, etc. Entre las tendencias existentes
en las FAN, Julio Escalona enumera las siguientes:

El denominado “grupo pentágono” o “grupo Washington” con vínculos incondicionales


con la misión Militar Norteamericana. Con dependencia político y militar externa. Es un
grupo influido por COPEI, aunque este partido no tiene una fuerza militar propia que le
permita injerirse en los altos niveles de las FAN. El celo de este grupo va dirigido a impedir
que las pugnas internas del partido de gobierno o la demagogia electoralista de algún
precandidato, vaya más allá de los límites o las reglas de juego establecidas por el Alto
Mando Militar. El grupo pentágono es la suma de dos corrientes: el sector que lideriza
García Villasmil y el sector perezjimenista. La mayoría de estos oficiales fueron
marginados por los gobiernos de AD. De ahí que parte de su labor sea limpiar los mandos
de las FAN de oficiales ligados a AD creando con ello diversos conflictos internos e
institucionales. Considera que podrían dar un golpe preventivo en caso de un triunfo
electoral de Acción Democrática.

El otro agrupamiento importante de las FAN es el sector influido por AD. También este
grupo es fiel a la Misión Militar Norteamericana; pero sus vínculos partidistas son más
definidos y precisos. Muchos de los más importantes jefes de este grupo son hijos,
sobrinos, etc., de viejos líderes de AD y poseen nexos directos con este partido. AD ha
dispuesto de una mayor flexibilidad para manejar los conflictos en el seno de las FAN y
sortear algunas presiones. Los mandos militares no están subordinados incondicionalmente
a esta dirección. Este grupo se siente desplazado de los puestos de comando más
importantes; no ignora los planes del grupo pentágono y siente un descontento por la
política de pacificación, cuestión que es aprovechada `por AD. El apoyo parlamentario de
AD al régimen depende mucho del desenvolvimiento de la crisis interna en el seno de las
FAN; en algunas oportunidades utiliza el chantaje para forzar a Caldera a que impida el
desplazamiento de oficiales ligados a AD de los puestos que ocupan.

El tercer grupo sería los denominados “institucionalistas”. Defienden el carácter


profesional de las FAN, su apoliticismo, su papel de garantizar los resultados electorales,
etc. Consideran que las diferencias deben zanjarse por la vía electoral. Están dispuestos a
colaborar activamente para impedir cualquier resultado inconveniente a los intereses
externos. Es un sector intermedio entre los dos primeros grupos mencionados.

Finalmente está el llamado “Grupo Perú”. Este nucleamiento tiende a reflejar a los
intereses de la burguesía media y sectores de URD y el MEP. Es un grupo menos fuerte que
los anteriores; difícilmente podría impulsar un estallido conspirativo exitoso. Son oficiales
de escalas medias inspirados en la junta de gobierno peruana. Considera Escalona que “en
82

una estrategia guerra prolongada, este sector debe ser valorado correctamente, sin
subestimar ni sobreestimar su papel”153.

En cuanto a la atomización de la izquierda y sus contradicciones existe un trabajo


documental mimeografiado del dirigente Jorge Rodríguez (MIR-OR) bajo el seudónimo de
Guillermo Morales Mena154, en donde analiza los constantes fracasos de la izquierda y llega
a la conclusión de que en Venezuela no ha existido un Partido del proletariado marxista
leninista. Al determinar diferentes tipos de práctica truncada por la falta de caracterización
teórica determina que la particularidad de la contradicción es la teoría. En ese sentido, las
tendencias al calibrar ese vacío se lanzaron a “elaborar” diferentes líneas políticas dando
paso a una gama de posiciones que fueron atomizando a la izquierda.

Al determinar que la contradicción principal es entre la teoría y la práctica, Morales


Mena, afirma que la izquierda no conformó una estrategia de la revolución que definiera el
carácter que tenía para el momento histórico, los instrumentos propios de ese momento, la
política de alianzas, el programa, el análisis de las clases sociales, etc. Al no existir esta
estrategia la izquierda se acomoda en cada proceso según sean las condiciones pero sin una
meta, es decir de manera tacticista; de ahí las desviaciones foquistas o reformistas pues no
hay subordinación a la estrategia al esta no existir o estar entremezclada en sus etapa y
caracterizaciones.

Precisa que en esta contradicción se presentan dos variantes: cuando la práctica no se


desarrolla guiada por la teoría, ésta puede degenerar en oportunismo o aventurerismo;
cuando la teoría se desvincula con la práctica se corrompe y se convierte en dogmatismo o
revisionismo. La práctica necesita de la guía de la teoría, y ésta para afirmarse y
enriquecerse, necesita de la práctica. Son elementos que atraviesan un proceso permanente
de unidad y lucha. De acuerdo a su criterio cuando el partido proletario es tal, es capaz de
resolver las contradicciones y mantener la unidad.

Concluye que en Venezuela la práctica se ha desvinculado de la teoría y al suceder esto


ninguna de las dos es revolucionaria. Se careció también de línea de masas lo que conllevó
necesariamente a un proceso de burocratización y aislamiento con las masas. González
Mena, después de definir lo que consideró la contradicción principal, pasa a definir las
contradicciones secundarias en el entendido de que al resolver la contradicción principal se
podría avanzar, en una relación dialéctica de solución, con las otras. Estas contradicciones
serían: Contradicciones existentes entre los distintos grupos revolucionarios y las masas las
cuales tienen que ver con la línea de masas. Contradicción entre el desarrollo autónomo y el
desarrollo centralizado (Lo local y lo nacional) Contradicciones de los grupos entre sí (las
diferentes interpretaciones) y las contradicciones internas de cada grupo, lo que tendría que
ver con las tendencias.

Rodríguez, planteó férreamente la vinculación del militante con las masas; impulsó con
argumentos, basados en la formación de los movimientos de izquierda, que el partido

153
Luna, Juan. ¿Votar para qué? Caracas, Edic. Proceso, 1971, p. 80
154
Morales Mena, Guillermo. “Ideas sobre el partido proletario”, Espartaco, Nº 3, p. 30
83

surgiera realmente de la interioridad de los sectores populares. Este enfoque contribuyó a


construir lo que posteriormente fue la Liga Socialista.
84

A manera de conclusión.

Los documentos revisados colocan en entre dicho que en Venezuela haya existido un
partido con las características de una vanguardia revolucionaria vista según los patrones de
la teoría marxista leninista. En el comportamiento de la izquierda en las distintas
coyunturas históricas (y en particular en la década de los 60) se observan contradicciones
entre la teoría y la práctica. Al existir desvinculaciones entre una y otra ninguna de las dos
fue revolucionaria. Hubo diferentes puestas prácticas que no estaban acordes con la
situación del momento por lo cual se podría considerar que la particularidad de la
contradicción entre teoría y practica era la teoría y sin ella no podía haber movimiento
revolucionario.
Dentro de la carencia teórica está el hecho de haber producido caracterizaciones
alejadas de la realidad venezolana; se afirmó el mecanicismo y el copismo de realidades
ajenas y de experiencias históricamente diferentes, lo que redundó en un alejamiento de la
dinámica social venezolana.
En ese vacío teórico estuvo también la carencia de una línea militar coherente; se
fracturaron procesos en los instrumentos de poder, se declaró una enfrentamiento abierto
sin haber agotado la autodefensa; luego, en posteriores caracterizaciones, no hubo
adaptación entre los objetivos políticos estratégicos y su instrumentación. Se confundió
insurrección con guerra popular y ésta con guerra revolucionaria. Ante la falta de ubicación
y jerarquización entre las luchas urbanas, rurales, suburbanas y militar de carrera se
esgrimió la tesis de “insurrección combinada” por cuadros medios que no valoraron el
cambio de condiciones en un país eminentemente urbano y con aspiraciones de
profundización democrática.
Muchas de estas poses armadas de la dirección del PCV lo que hacían era esconder su
verdadera postura: su esencia era golpista más que de movilización, organización y
profundización de la democracia recién nacida. Por sus “declaraciones de principios” la
izquierda pierde por mucho tiempo la bandera de la democracia, pregonando una dictadura
proletaria que pocos entendían.
Este proceder y esa fijación golpista encontró asidero en los agrupamientos militares
nacionalistas que por lo visto existieron en toda la época; pese a las constantes
depuraciones del aparato militar, pareciera que siempre logró existir un sector de militares
que apoyaba a la izquierda. La unidad nunca fue monolítica.
Un tema tratado en estos balances de los 60 fue la cuestión del poder y la pasividad de
las masas. En la construcción del nuevo orden, inspirado en la socialdemocracia, lo
oligárquico y lo popular se mezclaron en construir un Estado con un doble carácter de
coalición y de clase. El paternalismo populista basado en la represión-negociación-
concesión-convenio, buscó frenar, reencausar, recuperar o anular cualquier rebeldía. Se
creó un mimetismo donde la burguesía hablaba como proletaria y el gobierno se disfrazaba
de pueblo, arrebatando banderas y símbolos y haciendo que la oposición también
reprodujera estos vicios. Su resultado fue la cooptación; un ciudadano conformista, facilista
y apático. Esta cultura del poder permeó a políticos, civiles, militares, profesionales, a
obreros y campesinos conformando una mentalidad reacia al cambio. Se educó la
85

conciencia para el orden establecido complementándose con autoritarismo, personalismos,


corrupción y particularmente pasividad y sumisión.
La izquierda nunca se trazó que el poder se plantaba desde abajo; a través de la
generación y afianzamiento de procesos inicialmente locales que organizaran y
respondieran a problemas concretos. Para esta izquierda tradicional, el poder no se
construía sino que se tomaba o arrebataba de quienes lo detentaban. Para ellos se trataba de
derrocar al gobierno y poner otro sin que la gente opinara sobre el sistema social impuesto.
La lógica izquierdista de tradición leninista colocó al `poder en un lugar privilegiado que,
más que construir nuevas proposiciones, buscaba imponer una nueva disciplina, con un
determinismo económico que impidió valorar los procesos sociales y culturales de nuestras
particularidades como pueblo. Para los insurrectos el poder no debía ser destruido sino
conquistado. Estaban muy lejos de pensar que la democracia, concebida como ampliación
de la participación, implica la construcción de un nuevo modelo civilizatorio que descubra
y dinamice esencias y raíces que den asidero a una subsecuente práctica transformadora.
Otro patrón que dominó en estos análisis fue que en los comportamientos de la
izquierda no hubo coherencia ni claridad en torno al problema del carácter de la revolución
que se manejaba para la época. De guerra de liberación nacional se salta o se mezcla al
unísono con la lucha por el socialismo. Cada una de estas estrategias posee instrumentos
diferentes de acuerdo a la teoría marxista. La estrategia por una democracia real no fue
interiorizada. Más que un fin estratégico fue una táctica de acumulación de fuerzas. Al no
haber estrategia definida la táctica osciló entre foquismo, reformismo e inmediatismo. Toda
esta discordancia conllevó al desgaste y al descrédito. Al no existir una estrategia clara se
caía en el tacticismo inoperante e improductivo.
Por su carácter mecanicista y copista de realidades diferentes y por la inexistencia de
una dirección experta no se subo combinar las distintas formas de lucha y organización de
acuerdo al momento que se vivía. Tampoco delimitaron las luchas principales de las
secundarias, generando que las principales se convirtieran en únicas y las auxiliares en
principales, fundamentalmente desde 1964.
La atomización de la izquierda podría tener que ver con la desaparición paulatina de
algunos de sus postulados al cambiar las condiciones que permitieron genéricamente su
teoría y al producirse el desdibujamiento del sujeto histórico de cambio. De ahí que cada
grupo buscara hacer síntesis de todos los intentos emancipatorios que se han propuesto en
la historia.
El proceso seguido por la izquierda en los sesenta representó una derrota político militar
no sólo para los partidos participantes sino para los movimientos que aspiraron a un cambio
de estructuras diferentes a las vividas. Sin embargo, la experiencia de los sesenta constituye
una enseñanza histórica muy rica. Pudiera afirmarse como valoración importante el haber
pregonado, a temprano tiempo, las limitaciones de la democracia representativa con
relación a las variadas formas de implementar una democracia en su justa esencia.
86

BIBLIOGRAFÍA.
1. Fuentes primarias:

1. 1. Recopilaciones documentales.

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Machado, Pompeyo Márquez, Pedro García Díaz, Guillermo García Ponce y Teodoro
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_____________________________
La Lucha armada: Hablan seis comandantes: Elegido
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Caracas. UCV. Serie Coediciones Expediente, UCV, FACES. Tom. V. 1980, pp. 386
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1.3. Documentos y entrevistas a protagonistas, reproducidas en revistas.

INDAL. Movimientos Revolucionarios de América Latina. Caracas. Tipografía


Avilante. Tom. I. 1974. pp. 320.
Contraste. Debate y Crítica Revolucionaria. Caracas, Oct—Dic. Nº 1. 1972, pp.
89

77.
Fuego. Órgano ideológico del CC del PRV. Mayo. Nº 4 y 5, 1971. pp. 116
Principios. Revista del Comité Central del PCV. “Sobre la Discusión política en
la Conferencia del PCV”. ( García Ponce) Caracas, Nº 8, Mayo de 1961, pp. 71

1.4. Documentación en periódicos.

Izquierda ( Órgano Nacional del MIR ). Nº 52; Dic. 1966. Nº 57; Nov. 1967,
Nº 58; Oct. 1968
El Nuevo Venezolano. Balance de la Lucha Armada. ( 1960—1965 ). Caracas.
Oct. Nº 12. 1979. pp. 24.

2. Fuentes secundarias.

2.1 Libros.

BLANCO MUÑOZ, Agustín. Venezuela 1958: otra derrota popular, T. I. Caracas,


Fundación Cátedra Pío Tamayo, UCV, FACES, 1991, pp. 260

______________________ Venezuela 1961: ¡Disparar primero y averiguar después!


T. III. Caracas, Fundación Cátedra Pío Tamayo, UCV, FACES, 1991, pp. 206

______________________ Venezuela 1962:El Carupanazo. La chispa que no


encendió la pradera. T. IV. Caracas, Fundación Cátedra Pío Tamayo, UCV, FACES, 1993,
pp. 178

______________________ Venezuela 1962-1963:El Porteñazo. Trágica expresión de


una aventura T. V. Caracas, Fundación Cátedra Pío Tamayo, UCV, FACES, 1997, pp. 304

______________________ Venezuela 1963-1965: Lucha armada y paz democrática


T. VI. Caracas, Fundación Cátedra Pío Tamayo, UCV, FACES, 1994, pp. 248

______________________ Venezuela 1965-1967: La violencia. Paz democratizada T.


VII. Caracas, Fundación Cátedra Pío Tamayo, UCV, FACES, 1994, pp. 237

DEBRAY, Regis. Ensayos Latinoamericanos Argentina. Edit. La Roca Blindada. 1967.


pp. 180.
OLIVEROS ESPINOZA, Elia. Lucha social y lucha armada en Venezuela. Caracas,
90

edit El perro y la rana, 2012, pp. 440

URDANETA, Ignacio. Polémica en la Revolución. Caracas, edic. Nueva Izquierda, Col.


Revolución, 1969, pp.80

La recaptura de un proceso
Breve comentario introductorio. El presente trabajo es un intento de sistematizar algunas
ideas que vienen discutiendo varios colectivos e individualidades, en publicaciones y
conversas. Estos en su mayoría no son citados, pero están identificados con la compleja
tarea de la construcción de un nuevo orden. Por ello, en algunas de sus partes, no se fija una
posición sino que se cita una manera de concebir, de interpretar las subjetividades diversas
presentes en este proceso con el cual el venezolano común se ve reconocido y
comprometido ante la historia y el mundo que espera este difícil parto. La idea es facilitar y
compartir estos puntos de vista para ampliar la discusión en los colectivos que diariamente
asumen con su práctica la construcción de un nuevo rumbo en la Republica Bolivariana de
Venezuela.

I. ¿Qué es eso que llaman “proceso”?


.
Los procesos en América Latina, mas que realizaciones acabadas son constructos,
formaciones inconclusas, presentidas e imaginadas y aún por realizar. En Venezuela, lo
pendiente y fragmentario empezó con el descubrimiento que fracturó un modo de ser.
Creencias y sociedades colectivas pasan a ser sustituidas por estructuras mercantiles con
rasgos semifeudales, ya superados por Europa, basados en la servidumbre y la esclavitud de
la mano de obra indígena y africana. Así somos atados por los designios de la colonia con
posteriores cambios de amos por deudas acumuladas por una “independencia” también
truncada. Se edifica un Estado Nacional pétreo y Oligárquico por encima de la Nación del
corazón. Con himnos, moneda única, bandera, límites y fronteras nos separaron de la Patria
Grande. Instituciones y Constituciones censitarias nos apartaron de nuestra esencia de
pueblo que decide y predominó la élite excluyente.

En nuestro continente se han dado diferentes experiencias que son necesarias recordar
para poder caracterizar el momento que vivimos, sobre todo porque las categorías de
análisis que poseemos son insuficientes para nuestros tiempos. Los conceptos debe abrirse,
entender sus evoluciones; nada es estático. En todo caso, vale crear distinciones que
permitan acercarse al objeto de estudio. En ese sentido, el escritor Sergio Aranda, utiliza la
categoría Modo de Desarrollo para buscar explicar procesos contemporáneos de algunos
países latinoamericanos. Creemos que ella puede ser válida para explicar algunas
situaciones que se presentan en el caso venezolano.

Se entiende por modo de desarrollo “al conjunto articulado de ideas, instituciones,


políticas y legislaciones, que definen una estrategia de cambio económico y social. Para
91

ponerla en práctica es preciso que se lleve a cabo dentro del Estado. Las transformaciones
son siempre conflictivas y contradictorias en sus resultados. Adicionalmente, el logro de los
objetivos va modificando lentamente las estructuras iniciales, en términos políticos,
económicos, sociales y culturales y creando contradicciones y desequilibrios, hasta hacerlos
incompatibles con el modo de desarrollo vigente. Ello se expresa en forma de crisis, que
afecta a todo el sistema”.

Esto podría ilustrar parte de lo que ha ocurrido. Si bien la categoría marxista de la


dominancia de la base económica sobre la supraestructura nos confirma que el poder real lo
tiene el capital o la propiedad privada de los medios de producción, la relación pudiera
revertirse al tomar el Estado grupos no tradicionales que impulsen transformaciones por el
modo de desarrollo instrumentado dentro del capitalismo. Situación que a la larga pudiera
desencadenar otras decisiones. Recuérdese que en Venezuela las industrias básicas están en
manos del Estado y significan un poder económico considerable, esto además de ser el
mayor empleador, lo que le da una notable capacidad de penetración social.

Estos grupos no tradicionales que han tomado la supraestructura estatal vienen de un


proceso, que si bien no es objetivo de este trabajo detallar, es necesario precisarlo para
entender su posible proyección. Algunos puntales que marcan la emergencia de estos
sectores estarían en:

1. El trabajo que desarrolló la izquierda desde la década de los 60, aún con sus tumbos
e incapacidades, ha sido continuado por la constancia y el relevo de grupos que han
perseverado en el discurso radical. En 40 años, si bien la democracia representativa
desapareció a casi una generación de luchadores, la idea, la resistencia, la herencia cultural
y sanguínea ha dejado frutos. Recuérdese además, la incidencia que tenía la izquierda en los
grupos nacionalistas que protagonizaron El Porteñazo, El Carupanazo, y que por muchos
años la izquierda tradicional siempre tuvo una aspiración golpista. Sobre esta pretensión se
mandaban a estudiar a jóvenes influenciados por la izquierda a los cuarteles y en los cuales
pudo mantenerse, por lo menos, el ideal patriótico.
2. El constante discurso neoliberal y la puesta en práctica de paquetes que han
significado la restricción paulatina del gasto público. Si bien el modelo neoliberal planteado
sólo se ha puesto en práctica de manera tímida, por el temor a la ira popular y a perder los
votos que ellos representan, él siempre significó una amenaza latente que las masas
populares esperaban con angustia e incertidumbre. La respuesta que dieron los sectores
populares el 27 de febrero de 1989 es parte de este sentimiento represado y que por demás
marcó un hito en el desenvolvimiento posterior de la política venezolana.
3. El avance del fenómeno de la globalización, la desfronterización, el proyecto de
grandes áreas de libre mercado, el peligro de la pérdida de identidad nacional, la fuerza
centrífuga que atomiza países pero que a la vez los une por la defensa de su soberanía y su
historia, sería otro indicador de la irrupción nacionalista.
4. El proyecto neoliberal de convertir los ejércitos profesionales en simples policías
antidroga, hizo que los sectores militares se adhirieran mas al ideal patriótico de vocación
soberana.
92

La agudización de la crisis nacional, la corrupción descarada, según Dick Parker155,


permeó a una promoción muy particular de oficiales patrióticos, que ya tenían tiempo
organizando la conspiración.

Sobre esta ultima precisión, vale la pena citar a Parker en extenso:

El 'Caracazo' de febrero 1989 tomó a los conspiradores por sorpresa y sin capacidad de reaccionar,
entre otras cosas porque todavía no contaban con el imprescindible comando de tropas. Al mismo tiempo,
sirvió para radicalizar su determinación de levantarse en contra del presidente Carlos Andrés Pérez. Les había
provocado particular indignación que un régimen considerado ilegítimo hubiera utilizado a las fuerzas
armadas para reprimir a la población, una actitud que, además, respondía a un sentido del papel profesional de
las fuerzas armadas ampliamente divulgado en la institución. Cuando, en 1992, se produjeron los dos
levantamientos militares (del 4 de febrero y él del 27 de noviembre) se evidenció que el malestar en las
fuerzas armadas se extendía más allá del círculo de los conspiradores del ejercito y abarcaba también a
oficiales de mayor jerarquía y de otras ramas de las fuerzas armadas. También se puso de manifiesto que
había motivos adicionales para el descontento en las fuerzas armadas: el Contralmirante Grüber Odreman,
quien encabezara el levantamiento del 27 de noviembre, ha señalado la indignación provocada por una actitud
supuestamente conciliadora y entreguista del presidente Carlos Andrés Pérez hacia Colombia y la
preocupación que generaban las presiones de los Estados Unidos dirigidas a involucrar a las fuerzas armadas
en la lucha contra el narcotráfico, tarea considerada de carácter policial y ajena a la vocación profesional de
los militares. Si la primera de estas preocupaciones nutría un nacionalismo cerrado signado por el tradicional
celo de las fuerzas armadas respecto a los problemas limítrofes, la segunda, compartida por las fuerzas
armadas de otros países latinoamericanos, apuntaba hacia la necesidad de una reacción conjunta frente a las
pretensiones de los Estados Unidos de reducir a las fuerzas armadas latinoamericanas a un papel de
guardianes policiales, con el consiguiente menoscabo de sus funciones en defensa de la soberanía nacional
(Citando a Grüber, 1993; Jácome, 1999, 409)

El impacto de lo que conocemos como 'el proceso de globalización' también incidió en


nuestros militares: Desde los comienzos del proceso de 'profesionalización' de las fuerzas
armadas latinoamericanas, en la segunda o tercera década del siglo XX, la preocupación
por la 'seguridad nacional' entre los militares los llevó a señalar la responsabilidad del
Estado de garantizar, más allá de lo que corresponde directamente al estamento militar,
otros requerimientos de una exitosa defensa de la soberanía nacional. Inicialmente,
aceptaban con agrado las iniciativas diseñadas a promover una industria nacional por
cuanto abrieran perspectivas de sentar las bases de una industria bélica, conscientes como
estaban de que unas fuerzas armadas que dependieran del exterior para el abastecimiento de
repuestos difícilmente podrían cumplir con su cometido en caso de cualquier conflicto
prolongado. De allí una larga tradición de preocupación por las industrias 'estratégicas', que
evidentemente cuadra mal con el afán neoliberal de quitarle al Estado cualquier ingerencia
en el ámbito productivo y provoca suspicacia frente aquel debilitamiento del Estado
nacional que es la contracara del proceso de globalización156.

Es necesario entender que en nuestro devenir hemos tenido un acumulado


histórico como condición objetiva, él nos ha obligado a ingeniarnos cómo resolver la

155
Parker, Dick, “El chavismo: populismo radical y potencial revolucionario” Rev. Venez. de Eco. Y Ciencias Sociales,
2000, Vol. 7 Nº 1, pp. 11-42
156
La preocupación al respecto quedó manifiesto en la Conferencia de los Ejércitos Americanos en 1996 cuando la
cuestión de la pobreza fue planteada como una de las amenazas para la seguridad, frente a las cuales los ejércitos deben
generar respuestas (Diamint, 1999, 14).
93

subsistencia, cómo sobrevivir, en primer lugar. Luego, otros, con mayores niveles de
conciencia han resistido de variadas formas hasta buscar transgredir el orden, ideando
atisbos de otros modelos de vida que en esencia son poscapitalistas. Socializan, pero si son
socialistas no lo son porque precisamente una fórmula científica lo decrete. Es porque
fundamentalmente no hay camino dentro del capitalismo. Después del capitalismo no hay
nada, solo muerte. No hay bosque, no hay aguas, no hay petróleo, no hay planeta. Pero
muchos creen que después del capitalismo en su fase más destructiva está el socialismo;
que la magia de la historia nos empuja hacia el horizonte socialista y luego hacia el
comunismo. No se han detenido a pensar que sólo las luchas del pueblo por la
sobrevivencia, la resistencia y la subversión, son las que han mantenido el ideal socialista y
comunista en el mundo entero. Aquí lo que hay es una historia (o muchas) que nos avisa
que hay un pueblo que lucha y que pretende sobrevivir. De esta precisión se derivan
muchos procederes.

El proceso bolivariano no es una sola cosa, es un collage de tendencias, opiniones y


pensamientos, donde cabe Chiapas, Bolívar, San Martín, Chirinos, Miranda, Martí, Artigas,
y cabe Cristo junto a Martín Luther King y Lutero, incluyendo a Galeano, Benedetti y
Neruda. Mas allá de ser un sincrético modo de vivir, es que hay algo en esencia mas
profundo, y es que se busca que quepamos todos los que de alguna u otra manera queremos
vivir en un mundo mejor.

La revolución bolivariana es parte de un proceso, no hay nada acabado ni concluido,


es necesario entenderla desde esta complejidad. “Proceso” equivale a conectarse con los
sueños incubados por las vanguardias populares que han dado fisonomía y sentido en los
intentos pasados de emancipación. “Es una palabra-código para identificar al conforme o al
inconforme. Hay una distancia entre los ideales buscados y el presente que se edifica,
dando un sentido de una historia que se construye desde múltiples lugares y tiempos. Es un
quehacer colectivo y abierto, con una línea de múltiples destinos y caminos que se van
entre tejiendo y construyendo en un bordado donde se diseña el nuevo tiempo. Es una
historia sin guión, una fabricación procesual donde nuevas subjetividades empiezan a darse
permiso para manifestarse. Acorde a los rápidos cambios de los nuevos tiempos, donde se
llega más temprano a definir en hechos y palabras nuestras posturas frente al capital. Es un
camino que no termina de descubrirse en forma plena, es suma de acontecimientos de
rápidas redefiniciones” (Denis, Roland, 2005)

Esta transición es un proceso necesario para la acumulación de fuerzas y la


recomposición del tejido social altamente deteriorado por los efectos del capital. Se trata de
elevar el grado de conciencia revolucionaria con una organización flexible en función de la
unidad de acción. Construir una nueva hegemonía democrática, con una mayoría conciente
y organizada que ejerza intransferiblemente el poder popular revolucionario y controle las
decisiones fundamentales de los órganos administrativos, lo que supone consenso y
conducción ético política de la sociedad.

Las teorías sólo son retóricas sino se llevan a la practica, y el mundo es muy complejo
para encasillarlo en un solo concepto, aparte de lo difícil que es llevar plenamente a la
práctica una teoría preconcebida. El primer tipo de conciencia es la fe. Hay que creer en
94

algo –dice la gente- y las creencias no son racionales, es fe, no ciencia. Lo que une,
mantiene y sostiene este proceso, además de los precios del petróleo, es el amor y la
ilusión de un mundo mejor. También está la teoría del caos, que actúa sobre la
incertidumbre como elemento conformador. Pero universalmente hay una evolución natural
en donde las contradicciones fundamentales se van convirtiendo en antagónicas y ya no hay
cabida dentro de la forma societal capitalista. Eso lo tiene que evidenciar un colectivo de
vanguardia, de intelligetsia o como se quiera llamar, porque la gente está suficientemente
ocupada como para reflexionar el hecho en sí mismo.

La expresión de esa conciencia se expresa inconscientemente, en las expectativas de


vida. Ahora, ¿ a quien le corresponde conducir un país y que significa esto en términos de
democracia alternativa?. En un país donde hay elecciones, corresponde a quien es capaz de
leer en el ambiente las necesidades de la gente, de proponer un plan para lograrlo, saberlo
comunicar y poner a trabajar a todos en lo mismo. Una vez conquistado el poder, lograr
mantener la fe, saber escuchar las necesidades de cambios y revisiones para mantener la
credibilidad. Sin embargo, debe haber una relación dialéctica entre el líder y la masa. El
papel del individuo en la historia está más signado por la casualidad. Es un producto de las
necesidades de las masas. En ese sentido, el líder es más consecuencia que causa, es un
producto de la necesidad histórica. Él se va forjando al calor de interpretar los reales
anhelos populares, a la vez que sufre continuas transformaciones que consolidan su
conciencia como producto de su práctica, si es revolucionaria.

La lucha contra el imperialismo, la lucha por la liberación nacional es la primera tarea


clásica que cualquier socialista debería enfrentar en Latinoamérica. Esto implicaría un
profundo conocimiento y compromiso con las banderas patrióticas, democráticas y de
liberación.

La conciencia antiimperialista se puede decir que es muy nueva en nuestro país. La


mentalidad pitiyanqui y la admiración hacia nuestro enemigo principal se había sentado
plácidamente en muchas mentalidades colonizadas. Si no había un rechazo al imperialismo
menos se tenía una conciencia del socialismo como alternativa ante nuestros males.
Empieza en Venezuela una noción del país que queremos, pero es incipiente y difusa. Si lo
que queremos esta poco claro, ni para qué hablar de cómo conseguirlo. Socialismo,
democracia, bolivarianismo, chavismo... hay una mezcolanza de términos en torno a
nuestro proceso. Ahora bien, pragmáticamente diría el pueblo: “como venezolan@s, y
como bolivarian@s, chavista, y utópico del siglo 21, no sé que es eso de socialismo, pero
que yo lo apoyo al igual que miles de venezolanos más. Y si la vaina es marchar, ganar
elecciones, vigilar a los escuálidos, hacer eventos con el presidente, mejorar las misiones,
hacer programas de medicina, de vivienda, lo que sea, entonces la vaina es buena”. Aquí
hay fe, hay acción, hay acompañamiento colectivo, pero apenas es una etapa sensorial,
empírica.

Bajo estas realidades tan cambiantes, necesario es reeditar el concepto de


REVOLUCIÓN EN LA REVOLUCIÓN. Es indispensable impulsar un proceso de
rectificación y de cambio de mentalidad. Instigar la suspicacia, la contraloría social,
ahondar en el imaginario del poder popular hasta hacerlo real
95

La mayoría de los movimientos toman el poder para implantar otro poder sin que el
pueblo tome las riendas. Conciben el poder como una cosa que se puede “tomar” en un
rápido asalto. La experiencia histórica enseña que por lo general el Estado es reducido a
una maquinaria policial-militar, subestimando las trincheras y refugios de los grupos
económicos, mafias sindicales, medios de comunicación, escuelas, etc., que cumplen
funciones hegemónicas y moldean el sentir y pensar de la población. El reformismo
generaría una profunda frustración popular difícil de superar en mucho tiempo.

Las concepciones evolucionistas y reformistas no aprecian correctamente el nexo entre


reforma y revolución, el vínculo dialéctico entre la acumulación gradual de fuerzas y el
salto revolucionario. Se deja al empirismo el desarrollo y resolución de las contradicciones
y se abandona o se subestima el esfuerzo por construir la subjetividad revolucionaria, con
su complejidad étnico-cultural. Es preciso ir creando una nueva racionalidad que permita
vislumbrar otro modelo civilizatorio menos occidental. Un cambio de modo de vida que
vaya moldeando el tejido social consustanciándolo con lo colectivo, lo comunal, lo
socialista.

Es prioritario romper con la mentalidad socialdemócrata, desprenderse de


una manera de hacer política que nos ha infiltrado hasta el tuétano y a la vez romper con
las concepciones de una izquierda tradicional que no hace balances ni aprende de las
lecciones del pasado. Con la permanencia de estas mentalidades no se destruyen los
fortines construidos por las élites que reproducen la dominación. La mayoría de la vieja
izquierda no ha podido romper con las concepciones del marxismo soviético y sus
múltiples derivaciones metodológicas y organizativas.

Otro obstáculo a superar es la instrumentación tecnocrática y economicista. La lectura


mecánica de las transformaciones, basada en la premisa de que la existencia social
determina la conciencia y en consecuencia, con un cambio en la base material de existencia
haría aparecer cambios en la conciencia social. Una de las conclusiones de tal enfoque, es
la priorización del desarrollo de las fuerzas productivas con un enfoque tecnocrático,
subestimando el papel de las relaciones de producción (formas de propiedad, relaciones
mercantiles, división del trabajo) y los valores y costumbres, de los actores involucrados en
el proceso.

Para quienes jerarquizan la práctica como la particularidad de la


contradicción los procesos sociales se hacen, se construyen, andan, y luego, a la final, es
que se analizan como preámbulo de una teoría revolucionaria. Más que una visión utópica,
procesual, de futuro a largo plazo sería como lo plantea Foucault, una Heterotopía; es
decir, una asociación de soñantes que construyen su futuro en el presente. Para otros,
moldeados sobre la teoría leninista, sin teoría revolucionaria no hay movimiento
revolucionario. Todo lo demás sería un empirismo pragmático y tacticista. Sin definiciones
teóricas y estratégicas se caería en la lógica funcionalista de cambiar para que nada cambie.

Habría que actuar sistemáticamente y al unísono; teoría y práctica en un proceso


dialéctico que genere conocimiento, visión estratégica y logros concretos para tener
96

algo que defender para continuar un proceso en el cual una vida no basta para ver
plasmado todo lo que quisiéramos.

II: La cuestión de la democracia a la luz de las nuevas culturas


políticas.

Una de las premisas que sitúa la discusión actual es la problemática de cómo


combinar democracia e identidad en los tiempos en que las minorías activan cada vez más
por sus derechos y además en medio de una inevitable globalización que con sus redes de
hibridación y desfronterización plantean de hecho el repliegue de las identidades. Se trata
de la armonía de combinar democracia, identidad y modernidad sin dejar de ser indios o
“nacionales”. Este diálogo intercultural y multidisciplinario debe conllevar a consultas
internacionales con sus iguales para oírse en estos nuevos desarrollos que tendrán diferentes
dinámicas en su evolución desigual.

La democracia no debe ser sólo electoral, debe incluir muchos aspectos de la vida
democrática del país. Existen otras democracias no representativas que tienen función de
potestad y de gobierno en las comunidades; subsiste una democracia comunitaria en
algunos sindicatos, organizaciones estudiantiles y comunidades rurales. El concepto de
democracia es muy amplio y hay que abrirlo, en ello estriba parte de la esencia de ser
democrático, en reconocer otras formas de democracia: democracia directa, asambleas,
democracia social, democracia de participación, democracia de calle. Se trata de combinar
la democracia representativa con otras formas participativas en el marco de un enfoque
intercultural y social.

La idea política parte de antecedentes, se inspira en la historia que se ha hecho de


ella y por lo que el individuo es en sí ante la comunidad. La palabra puede ser buena pero si
está dicha por una persona sin peso moral ante la comunidad ya esta palidece; se trata de
crear una imbricación entre lo moral y lo político, teniendo bien claro las ventajas y los
límites del ejercicio democrático.

Democracia no es sinónimo de justicia, y en lo fundamental la justicia es lo que más


se necesita. Lo que se vislumbra sigue siendo más inocuo: los pactos por arriba, los mismos
comportamientos, la falta de visión transformadora, el entendimiento de hacer funcionar
bien la misma maquinaria, el formalismo de votar sin mayores discusiones ni propuestas
alternativas que se confronten, una poder popular todavía embrionario y sin mayor peso,
una lucha descarnada por el poder, llena de triquiñuelas y corrupción desde todos los
bandos; cuando se sabe que en unos y otros hay tendencias mesiánicas, protagónicas,
autoritarias y egos desbordados, evidentemente se piensa que la gran bandera de la
democracia ya no será la varita mágica que materializará todas las utopías que seamos
capaces de soñar. Aunque, claro, de todas maneras sigue pareciendo una experiencia que
debemos vivir si en verdad existe un proyecto más allá de ella.

Bajo este contexto la sociedad debe desempeñar el papel preponderante, no los


partidos políticos o el gobierno. La clase política debe dejar de ser el actor principal.
Democracia significa que el pueblo tenga el derecho a destituir en cualquier momento a
97

quien no sirva; quienes detentan el poder pueden estar sujetos a la valoración, examen y
sanción por parte de la sociedad a que pertenecen.

La democracia es un modo de vida donde los seres sociales –en las relaciones
cotidianas- viven, crean y recrean valores que contribuyen a la realización de las
posibilidades inmanentes a la humanidad. Una democracia no es la suma de todos, ni la
síntesis de todos, sino la red del diálogo, que no procura el consenso estéril sino la sangre
de la diversidad. Una sustanciación de la democracia comienza con poner en el centro al
ser humano en su permanente búsqueda hacia la objetivización (de su actividad de trabajo
como productividad humana), hacia la socialidad, la universalidad, la autoconciencia y la
libertad. Este planteamiento es parte de una línea teórica que concibe la democracia como
una praxis activa de las clases subalternas.

Hugo Zemelman (1994) desarrolla un marco conceptual que prioriza “el movimiento
interno del sujeto”, enfocando “la temporalidad como despliegue en el tiempo” y la
motivación de las acciones. Villasante (1995) también enfatiza sobre los dinamismos
socioculturales endógenos del sujeto. Otros ven los cambios a través de una resistencia
individual-familiar-grupal por una formación dirigida hacia valores y lecturas compartidas
y que la han dado a llamar subversión intracultural.

El sujeto democrático se constituye –el poder popular se construye- como un


proceso articulador de la democratización entendida como la extensión de los derechos
humanos universales a los excluidos, con la democratización entendida como una
apropiación de una intensionalidad democrática. En este proceso “las masas” se
transforman en las “bases” del nuevo sujeto al ejercer nuevos derechos, mientras que los
dirigentes se modifican como producto del proceso interpelativo con sus bases,
asumiéndose como legítimos representantes sólo en la medida en que se respetan los
acuerdos realizados con sus bases. Este proceso endógeno de democracia del sujeto es el
terreno donde se conforman sus esferas autonómicas; es donde se generan nuevos
consensos básicos intersubjetivos, que son acuerdos culturales profundos planteados en
términos de la realización humana (inseparable del bienestar comunitario en un momento
histórico determinado )

Al tocar las relaciones dirigentes-dirigidos en la sociedad toca las modalidades


concretas del ejercicio del poder (y de sus “garantías”); toca igualmente el “bloque
histórico” pluralista capaz de inducir un proceso orientado en el sentido de la desalienación
global de la sociedad confrontando con la “democracia liberal”. Todo ello implica como
mínimo el desbordamiento como principio central.

Cualquier sistema político debe tener soporte social, debe confrontarse con la
sociedad, con una concepción abierta a las críticas. Las críticas no necesariamente son en tu
contra, no necesariamente son tu enemigo. El modelo de marxismo ortodoxo así las veía:
“si me criticas es que no eres revolucionario, eres reaccionario, o eres un ignorante que no
entiende el papel de vanguardia”. Se siguen manejando las mismas categorías y las mismas
discriminaciones. Si no se es de izquierda, se es de derecha; si no se es revolucionario se es
reformista. Resulta que fenómenos nuevos son analizados con parámetros viejos, y la
resultante es un engendro de difícil comprensión. Se colocan membretes y etiquetas a todo
98

movimiento nuevo cuando las computadoras de la ortodoxia no logran clasificar en alguno


de sus esquemas preprogramados. La dignidad como proyecto de lucha engloba una mayor
connotación de la identidad: no es simplemente “tengo el orgullo de ser quien soy”, sino
“soy quien soy y mucho más que eso” o tal vez, en otras palabras, “todavía no soy quien
soy”.

La sola lucha por la dignidad –que engloba aquellos conceptos de respeto, espacios
de participación, reconocimiento, libertad de expresión, autodeterminación de los pueblos
para elegir su propio destino, trabajo, seguridad, acceso a la cultura y a la educación,
etcétera –es en sí revolucionaria- y aunque se tenga razón al calificar de reformista a
cualquier movimiento que busque transformaciones dentro del mismo sistema, también
hace revolución quien lucha por la dignidad, puesto que en el sistema actual ésta es
inviable, y eso quiere decir que conseguirla significa transformar profundamente las
relaciones sociales y las estructuras de poder del Estado. No plantearse en estos momentos
una transformación socialista de la propiedad de los medios de producción, no significa que
un movimiento no sea revolucionario. Más que una tendencia reformista podría ser un
proceso revolucionario que intenta abrir espacios que permitan una revolución en
conciencia mañana, en la cual participen abiertamente las masas populares.

Sin la aclaración sobre la necesidad de crear experiencias constitutivas de poder


popular, sin nuevas adhesiones individuales o grupales a sujetos democráticos que implican
rupturas con las prácticas sociales dominantes y la recreación de viejos y nuevos valores en
los sitios atravesados por la vida cotidiana, difícilmente se podrían hacer viable la siguiente
concepción de la “transición a la democracia” expresada por el Subcomandate Insurgente
Marcos:

“El cambio revolucionario no será producto de la acción en un sólo sentido. No será en


sentido estricto, una revolución armada o una revolución pacífica. Será, primordialmente, una
revolución que resulte de la lucha de variados frentes sociales, con muchos métodos, bajo diferentes
formas sociales, con grados diversos de compromiso y participación”.
“Y su resultado será, no de un partido, organización o alianza u organizaciones triunfantes
con una propuesta social específica, sino una suerte de espacio democrático de resolución de la
confrontación entre diversas propuestas políticas. Este espacio democrático de resolución tendrá
tres premisas fundamentales que son inseparables, ya, históricamente: la democracia para decidir la
propuesta social dominante, la libertad para suscribir una y otra propuesta y la justicia a la que
todas las propuestas deberán ceñirse”.
“El cambio revolucionario no seguirá un calendario estricto, podrá ser un huracán que
estalla después de tiempo de acumulación, o una serie de batallas sociales que, paulatinamente,
vayan derrotando las fuerzas que se le contraponen”.
“El cambio revolucionario no será bajo una dirección única con una sola agrupación
homogénea y un caudillo que la guíe, sino una pluralidad con dominantes que cambian pero giran
sobre un punto común: tríptico de democracia, libertad y justicia sobre el que será el nuevo país o
no será. La paz social sólo será si es justa y digna para todos”.

Aprender a hacer una desritualización de la política y sus formas consagradas. La


revolución en general, debe dejar de ser imaginada bajo los patrones del realismo socialista,
de hombres y mujeres que andan estoicamente con una bandera ondeante y roja hacia un
porvenir luminoso y debería devenir más en una fiesta, un encuentro de los juntos, un
99

carnaval donde afectivamente cada cual se despoje de la máscara que le habían puesto.
Mirando hacia atrás para caminar hacia adelante. Esto también tiene que ver con la
relación: revolución- cultura y con las mil flores que pretendieron abrir en China, pero
también con la democratización de los medios. Agnes Heller opina que “La idea de la
comunicación libre de dominación, vinculada con el interés emancipatorio de todos, puede
ser caracterizada más propiamente como democracia radical”. Ya en Venezuela empiezan a
abrirse caminos para estos “empoderamientos” donde lo comunitario domine sobre el
amarillismo, la contrainformación y el abuso del mercado unilineal de la información.

III: Acerca del sujeto histórico y las nuevas fuerza motrices

Las fuerzas sociales son la materialización y cristalización de la lucha de clases que


presionan para lograr sus objetivos de transformación. No son necesariamente una clase
social, podría ser un sector de clase, varias clases o diferentes estratos de distintas clases.
Esta constelación de fuerzas de cambio expresan la llamada coyuntura política. De acuerdo
a los clásicos, toda revolución social es el resultado de la conjunción de los factores
objetivos y subjetivos. El análisis de estos factores en optimas condiciones es lo que Lenin
denominó “situación revolucionaria”.

Un postulado marxista dice que el pueblo es el creador principal, el sujeto real de la


historia. El concepto “pueblo” en un concepto amplio coincide con los de población y
nación y en el sentido estrecho designa a las masas como las creadoras de la historia y las
reales promotoras del progreso social. Ahora bien, ¿maduran condiciones objetivas y
subjetivas para el salto cualitativo? ¿Existen clases con el sentido histórico de trascendencia
que lleven a cabo su cometido histórico? ¿Hay la suficiente subjetividad para movilizar los
factores de cambio?

Para el presidente Chávez, las fuerzas motrices estarían más cercanas al quehacer
político y al poder movilizador de las ideas. En una entrevista con Luis Bilbao, sostiene: “
... aquí hay una fuerza moral que despertó, que estaba adormecida. Y ésa es una fuerza
motriz. Es un curso moral, es un curso de ideas. Aquí hay ideas motrices: Bolívar se ha
convertido en una idea motriz; un generador de fuerzas políticas, de fuerzas ideológicas, de
fuerzas reales, contundentes”157.

La argumentación posee una visión marcadamente moralista (o ética) de


recuperación de los valores inherentes al proyecto de los próceres que se ha mantenida viva
en los sectores populares y que podría servir más como elemento cohesionador para
recomponer el tejido social disperso y atrofiado. Vale decir que como perfil ideológico
tiene mucho de anacronismo, pese a la buena intencionalidad.

Existe toda una discusión sobre lo que puede significar o a significado el sujeto
157
Bilbao, Luis. “Chavez y la Revolución Bolivariana” edit. Fuego vivo, , Caracas, Venezuela, 2002, p. 27
100

histórico o las fuerzas motrices en la construcción socialista.

Hay un potencial revolucionario que pudiera ir más allá de los resultados que ha tenido
el populismo en América Latina. Dick Parker, caracteriza el chavismo como “populismo
con potenciales revolucionarios”: Se trata de un discurso político que se distingue por
interpelar y calar profundamente entre los sectores populares, a la vez que logra estimular
un entusiasmo y un potencial de movilización entre estos mismos sectores que abre
perspectivas de profundos cambios en la sociedad. A diferencia del populismo clásico, el
populismo chavista viene construyendo instrumentos que pudieran dar autonomía a las
clases populares, cosa que lo diferencia notablemente del “Estado intermediario”.

En la actualidad buena parte de los nuevos movimientos desconoce el rol histórico de los
trabajadores como clase dirigente de la revolución socialista. Bastaría un movimiento
pluriclasista, amorfo, y sin doctrina de clase, para conducir por decreto la lucha por el
socialismo. En las nuevas complejidades sociales se acusa un desdibujamiento del sujeto
histórico tradicional. Este nuevo tipo de trabajador parece ser más dinámico,
cuentapropista, nómada y sin ningún sentido de destino que no sea su sobrevivencia. En ese
sentido, Heinz Dieterich habla de un “bloque histórico de distintas fuerzas sociales”
nucleado en torno a los principales protagonistas del proceso.

Por la heterogeneidad estructural presente, variadas tendencias hacen esfuerzos por la


formación de un bloque social revolucionario que articule lo clasista, lo étnico y lo
nacional-continental. El dirigente Carlos Lanz, demanda que lo clasista se debe articular
con lo étnico y a la cuestión de genero, valorizando el nexo entre lo local-regional y lo
nacional-continental. Desde este punto de vista, se puede decir que existe un Bloque Social
Revolucionario donde están presentes los trabajadores, campesinos pobres, capas medias y
nuevos movimientos sociales. Esta definición sería una prevención contra cualquier
tentación obrerista. Considera además, que el control obrero y la cogestión, pueden ser
vistas como consignas transitorias que permitirían eslabonar los planteamientos
transformadores que apuntan hacia el socialismo, partiendo de las dinámicas que están
viviendo los trabajadores en la actual coyuntura histórica.

En esta discusión quienes mantienen la necesidad de la hegemonía de los trabajadores


como fuerza motriz consideran que los cambios en el mundo del trabajo han sido muchos,
pero ninguno de ellos niega la dualidad central que propone el marxismo como conflicto
permanente: la de explotadores y explotados. “La idea del movimiento obrero como sujeto
y el proletariado industrial como vanguardia no fue un capricho teórico, fue el fruto de
décadas de evolución de un universo de ideas que uno puede compartir o no, pero nunca
desvirtuar su fortaleza. La capacidad de la clase trabajadora como protagonista no tiene
que ver con su nueva composición (ni mucho menos con el supuesto posmoderno de su
"desaparición"): se trata de la única clase en condiciones de dañar al sistema por ser la
fuente de sus ganancias”.

En Venezuela la fuerza de trabajo asciende aproximadamente a 12 millones de


trabajadores, de los cuales el 50% se encuentra ocupado en el sector informal de la
101

economía. De los trabajadores del sector formal, la mayoría se encuentra ubicada en el


sector privado y, en éste, es el sector terciario de la economía -comercio y servicios- el
mayor empleador. El proletariado industrial ha disminuido cuantitativamente su peso
específico dentro de la clase obrera venezolana, como resultado del intenso proceso de
desindustrialización experimentado por el país durante los años 90, en el marco de la
implementación de las políticas neoliberales. Otro factor de notable incidencia ha sido la
escasa inversión del capital privado por más de 30 años. Pese a esas tendencias, los
trabajadores siguen constituyendo el sector más numeroso de la sociedad venezolana y el
que, por su posición dentro del proceso de producción, juega el papel más importante en la
generación de la riqueza.

La propuesta de los Altos mirandinos al XXI Congreso del PCV estima que

La atomización de la clase obrera y de los trabajadores en general es una debilidad del


proceso, impide la organización de las masas populares, alienta las contradicciones en
los partidos políticos, estimula la preeminencia de las clases reaccionarias, auspicia la
corrupción, dificulta enormemente el avance hacia el socialismo. Sólo la clase obrera y
los trabajadores en general, mediante su lucha están en capacidad de abolir
definitivamente la explotación del hombre por el hombre. En ello consiste su misión
histórica y allí radica su condición revolucionaria.

Concluyen estas reflexiones estimando que “..se puede constatar que su debilidad actual
representa, en buena medida, una importante limitación temporal para imprimirle un
carácter más consecuentemente revolucionario al Estado”. En consecuencia sentencian: “En
la actualidad, no podemos esperar que los cambios hacia la sustitución del modo de
producción capitalista, a favor del socialismo, se sucedan de forma rápida e intempestiva.
Ello en virtud del propio carácter de la actual fase de la revolución, de la necesidad de
preservar y fortalecer, con todo lo compleja y contradictoria que sea, la unidad nacional
antiimperialista y sobre todo, en virtud de la pronunciada debilidad generalizada del sujeto
social del objetivo socialista, la clase obrera venezolana”.

Con lo que se entiende que para el PCV lo principal en estos momentos es la lucha
por la liberación nacional. Ya en otras oportunidades, en las luchas de los 60, se dio una
simultaneidad en estrategias diferentes como era unir liberación nacional al unísono con el
socialismo. Es de recordar que para los clásicos del marxismo las luchas de liberación
nacional engloban fuerzas policlasistas en las que se incluye la supuesta “burguesía
nacional” afectada por el imperio. En consecuencia, se plantean un Frente antiimperialista;
en cambio las luchas por el socialismo, de acuerdo a la lógica marxista-leninista, implicaría
un instrumento más monolítico nucleado en un “bloque de clases explotadas” con un
Partido identificado plenamente con una sociedad comunitaria. Ambas estrategias implican
objetivos diferentes en el programa de lucha.

La valoración de los excluidos como “sujetos emergentes de cambios” también a


tenido sus defensores. En Argentina parte de la izquierda se preocupó por montarse sobre el
movimiento de desocupados mientras, al mismo tiempo, lo separaba del movimiento obrero
en general y le adjudicaba, casi por decreto, su papel como "nuevo sujeto revolucionario".
Cuando el Estado burgués consiguió cooptar el movimiento a través del manejo de planes
102

sociales y contribuyó a su fragmentación, la misma izquierda eligió mirar para otro lado,
ignorando ahora a su "nuevo sujeto".

A los que definen a los excluidos de los barrios marginados como la fuerza social de
Chávez, tendrían que precisar mediante estudios serios quiénes conforman este
conglomerado social. El hecho de vivir en barrios podría tener más una connotación
habitacional como producto del déficit de vivienda que verlos como “marginados de la
producción y del trabajo”.

En otras caracterizaciones Antonio Negri, afirma que bajo las modernas


modalidades del capitalismo, su expansión agresiva, su exclusión masiva y las nuevas
innovaciones tecnológicas en la producción se impone un criterio más amplio, y propone
hablar de “imperio y multitudes”.

Pareciera que todavía no hay conciencia profunda del ser político en las mayorías. Las
tareas de “organización” sin perfiles estratégicos se van haciendo inofensivas y funcionales
al sistema mismo. Para muestra Argentina, donde existen múltiples organizaciones que no
se han materializado en una sociedad diferente. Perón desarrolló una inmensa clase obrera,
organizó gremios, desarrolló la industria, pero como intermediario entre las clases nunca
dio el salto.

En la experiencia chiapaneca, Ana Esther Ceceña, ofrece una síntesis de su visión: "El
sujeto revolucionario, el portador de la resistencia cotidiana y callada que se visibiliza en
1994, es muy distinto al de las expectativas trazadas por las teorías políticas dominantes. Su
lugar no es la fábrica sino las profundidades sociales. Su nombre no es proletario sino ser
humano; su carácter no es el de explotado sino el de excluido. Su lenguaje es metafórico, su
condición indígena, su convicción democrática, su ser, colectivo158"

Sería bueno recordar los aportes que han hecho los zapatistas sobre el entramado social
contemporáneo. Ubican la visión de una conflictividad ligada al hecho de que los
trabajadores son desposeídos del fruto de su trabajo. Los explotados de los que hablan los
zapatistas no son únicamente los obreros que trabajan en las fábricas y en zonas urbanas
sino todos aquellos que dependen de su fuerza de trabajo para vivir o sobrevivir, sin
importar si tienen o no la ocasión de utilizarla. Su invocación no sólo es a los excluidos,
también a las estructuras organizativas gremiales, de clase, o lo que se ha entendido como
tales hasta hace poco tiempo.

Se observa una amplitud de conceptos abiertos. Los explotados, en este nivel de


generalidad que incluye a las llamadas minorías, abarcarían tanto al trabajo, es decir, de
tipo productivo, a su familia y a todos los que, siendo prescindibles o imprescindibles para
garantizar la reproducción global, no son considerados productivos; bajo esta consideración
el ejército industrial de reserva marxista adquiere aquí una redimensión. Al analizar la
estructura social divide de acuerdo a los privilegios que poseen los distintos tipos de
persona, con lo cual engloba y pone en el tapete la condición misma de ciudadanos.

158
Ana Esther Ceceña, "Líneas centrales del discurso zapatista", CLACSO, 2001.
103

Pareciera una estratificación social, no ya por clases sociales sino por categorías de
ciudadanos.

Enrique Dussel plantea el significado y la potencialidad revolucionaria de la irrupción de


los excluidos. Define como momento ético el tránsito del rechazo por parte de los pobres de
un estatus de “cosa funcional” (dispensable) a considerarse “ser persona” como una
transformación de la incomunicabilidad de los excluidos a condiciones concretas de
participación como sujetos: Vale la pena citar extensamente a Dussel (1992, pp. 81-83)
porque sitúa la cuestión democrática en este ámbito de transformaciones político-culturales,
a la vez que la teoriza como una argumentación liberadora.
“Sólo la irrupción del Otro puede permitir proyectar (y realizar) una comunidad futura más justa,
sobre otras bases, como una nueva alternativa: una “comunidad de comunicación histórico- posible”
(una “utopía concreta” que no es ni la “real” ni la “ideal”); un “proyecto de liberación”, -algo más que
una emancipación... Sólo por la afirmación de la exterioridad del Otro puede irrumpir en la
Totalidad... la posibilidad de negar la negación; es decir, el “acuerdo” acordado en el pasado puede ser
puesto en cuestión por la necesidad de un “nuevo” argumentar. El fundamento de la argumentación
del Otro irrumpe como novedad, relanza el proceso vital argumentativo de la racionalidad. Desde
el“no-ser” se crea la posibilidad... de nueva objetualidad, nuevos paradigmas científicos y político-
económicos, nuevos argumentos y contenidos argumentativos. 159

Podría ser que el movimiento zapatista sea la expresión moderna de la lucha de clases
y con el tiempo se pueda encontrar el significado que tienen las clases en esta nueva etapa
del desarrollo capitalista.

Sobre los nuevos sujetos sociales, el zapatismo ha dado pie para producir sobre las
posibles emergencias sociales. Ana Esther Ceceña, realiza algunas hipótesis que parten de
las nuevas condiciones entre el capital y el trabajo. En la medida en que avanza la
concentración del capital y el dominio sobre espacios no capitalistas, lo hace también la
desposesión o exclusión de amplias capas sociales de las decisiones del poder que, por ello,
se ven compelidos a reclamar por diferentes vías sus derechos ciudadanos. “Aquello que ha
sido conceptuado por muchos como los nuevos sujetos sociales, en realidad es expresión de
la nueva versatilidad del sujeto que comparte con el anterior, mucho más preciso y
tangible, el desposeimiento de capacidad decisoria social y la necesidad de convertirse en
real sujeto de la historia para lograr su emancipación. En los últimos años observamos un
desplazamiento de las bases de organización social desde la esfera de la producción hacia la
de la reproducción y, por tanto, reivindicaciones de ciudadanía, de pertenencia a la nación y
de igualdad de derechos más que propiamente de clase.
Renace la ciudadanía en los nuevos Estados en construcción, pero una nueva sociedad
solamente puede construirse a condición de que el viejo Estado sea destruido
completamente. El Estado, por naturaleza clasista e histórica, es un aparato de opresión, y
resulta ingenuo creer que sus reformas o modificaciones pueden realizarse a favor de los
pobres y por su emancipación total. Lenin aconsejaba, al sintetizar la experiencia de lucha
por ganarse a las masas populares y trabajadoras “Vivir en lo más profundo de la masa.
Conocer su estado de ánimo. Conocerlo todo. Comprender a la masa. Saber abordarla.

159
Dussel, Enrique, citado por Susan Street, “La palabra verdadera...” Ob cit p. 89
104

Conquistar su confianza absoluta. No apartarse los dirigentes de la masa; la vanguardia, de


todo el ejército de trabajo... No adular a la masa, no aislarse de la masa”160. Sobrias líneas
que encierran toda una enseñanza.

IV. SOBRE LA ORGANIZACIÓN REVOLUCIONARIA.


En los planteamientos genéricos se insiste mucho en la necesidad de un partido o
una conciencia preclara y externa que guíe estos movimientos sin dirección hacia objetivos
políticos revolucionarios con una identidad netamente socialista. Otros, guiados por
concepciones libertarias, consideran que los partidos como ejes transversales del salto
cualitativo están en consideración. No es la teoría lo que los ha derrotado como alternativa
a futuro sino la historia de traición y conciliación del ejercicio del poder, del método y el
modelo empleado lo que les ha quitado credibilidad. Sobre todo, cuando se trata de
movimientos masivos o de vanguardias amplias y colectivas que no aceptan esa
exterioridad a ellos y exigen dirigentes salidos de sus propias luchas, esencias e
identidades. Estos movimientos masivos y populares pocos son doctrinarios. Podrían ser
socializantes, libertarios o rebeldes. Son una nueva experiencia de pueblo, una resistencia
distinta, diversa y discontinua que no se ve representada en nadie. Sometidos a debilidades
ideológicas y orgánicas y a la necesidad de reconstruir su experiencia desde paradigmas de
pensamiento y acción, de afectividad y comunicación donde el profesional de la revolución
no tiene cabida como intermediario exterior a las subjetividades presentes.

El dirigente y fundador de la Liga socialista, Jorge Rodríguez, entendió y denunció


que en Venezuela no existía una vanguardia proletaria. Entre sus argumentos estaba la
cuestión de la exterioridad con las masas en las cuales se habían formado los partidos de
izquierda. En su análisis afirmaba que una vanguardia no es más que un hombre del pueblo
que posee una formación mínima de la teoría marxista y de la experiencia internacional que
le permitía sistematizar las ideas, vividas por él y su gente, en una relación de exterioridad
al conflicto cotidiano, para luego de discutirlas y darles una visión estratégica, volverlas a
la interioridad de las masas, que finalmente las negarían o enriquecerían, en este proceso
dialéctico donde la práctica y la teoría marcharían juntos de manera interminable.

Pudiera decirse que existen muchos elementos que demarcan la existencia de una
vanguardia política. Tanto importantes sectores del pueblo, como el mismo núcleo de
Chávez han actuado como vanguardia; han sabido defender la revolución para aplicar su
programa (Constitución) y han sabido criticar al poder constituido, aunque sea de forma
insuficiente. Ahora, la cuestión estaría en determinar si esa vanguardia además de política
es revolucionaria. La otra vanguardia, la popular, además de silvestre y con características
de espontaneidad, también se ha venido dando mediante unificación del movimiento
popular en torno al líder en 1998 y la apertura a gran escala de la discusión del programa
bolivariano.

160
V.I. Lenin. Plan de las tesis “Sobre el papel y las tareas de los sindicatos en las condiciones de la Nueva
política económicas”. O.C., t. 44, p. 497.
105

Para definir y construir una vanguardia política se deben tener en cuenta que ella
está inserta en la lucha entre dinámicas: la dinámica del poder constituido, la dinámica del
poder constituyente y la dinámica de la contrarrevolución.

Hay núcleos históricos de organizaciones revolucionarias que actúan de manera


fragmentada e inconexa. Estos, si lograran unificarse, pudieran a mediano plazo (re)definir
explícitamente y con amplio respaldo del pueblo, en términos de Dieterich161, los cuatro
grandes elementos de su proyecto histórico: El programa o contenido del cambio, los
sujetos del cambio, los tiempos de transformación y las formas o métodos de lucha, esa
organización además, debe mostrar que actúa en coherencia con cada uno de ellos.

El movimiento popular venezolano no reconoce totalmente a la nueva clase política


con asiento en la Asamblea Nacional y en otras instituciones de la Quinta República, como
parte de su vanguardia y actúa, en algunos momentos bajo una visión crítica que pudiera
interpretarse con la abstención electoral y otros “desbordes”desobedientes. Desde esta
última mirada el pueblo mismo es vanguardia y es “superior a sus dirigentes”. Se edifica
una concepción donde el pueblo vigila a sus gobernantes, enjuicia y veta. Una vanguardia
concebida con esa horizontalidad supera la idea de la construcción clásica del partido de
cuadros, que casi siempre termina convertido en el poder constituido de gente selecta. Se
asienta en una visión de la red de redes, es una respuesta a las prácticas burocrática que se
presenta bajo en enfoque de la partidocracia como organización. Superando la construcción
aparatista de supuestos partidos de vanguardia que sustituyen al pueblo en su tarea histórica
conduciendo las revoluciones a su interrupción o derrota.

Para los que defienden al partido clásico la cuestión crucial estaría en la disyuntiva
entre partido de la burocracia o partido de la revolución. Conciben una organización
revolucionaria inserta en dinámicas sociales. Una vanguardia del protagonista cotidiano de
la revolución, que tenga en cuenta lo que hemos sido y somos, que no considere al
ciudadano indígena o al ciudadano urbano-rural como simple observador de la dinámica de
la democracia representativa institucional, sino como el sujeto principal de cualquier
cambio revolucionario. Un sujeto colectivo en una praxis consciente162 para que se
produzca el salto social en la humanidad: el socialismo como alternativa al capitalismo.
Estamos hablando de un proceso de comprensión realizado por un sujeto colectivo
integrado por millones de almas y no sólo de un sujeto de cuadros de vanguardia. Un poder
popular más horizontal, más cercano a la vida de la gente que originó la revolución. Con
Asambleas Populares decisorias que se entiendan directamente con los gobernantes. Ello
introduciría una profundización en el programa de la revolución y conllevaría a definir
objetivos estratégicos del movimiento popular.

En la llamada Nueva Cultura Política el asociado tiene que ayudar a que su compañero
escuche, más que hable; consense, más que imponga; acompañe, más que vanguardice.
Algunas premisas serían:

161
Dieterich, Heinz. Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI, editado por Carlos Julio Morillo, 2005.
162
Dieterich, Heinz. Chávez y el socialismo del siglo XXI. Obra citada.
106

“El Colectivo militante se organiza en función de trabajar porque sean las masas las que
progresivamente tomen la iniciativa.

No inventa formas de lucha: descubre, sistematiza, orienta, generaliza e impulsa el desarrollo hacia
niveles superiores, de aquellos que dentro de la práctica social del pueblo ocupan un papel
secundario y determinan el valor que pueden tener dentro de una política de largo alcance.

Las organizaciones populares no le pertenecen y por lo tanto debe respetar la autonomía e


independencia de ellas. Esto implica renunciar al concepto de las organizaciones populares como
correa de transmisión del partido en su relación con las masas. Ellas no son su apéndice sino que
representan el agrupamiento voluntario de sectores de la población en torno a la lucha por intereses
concretos.

No estimula la organización y educación del pueblo por la simple finalidad de controlar las
organizaciones populares o de lograr militantes para su tendencia. El propósito fundamental de la
organización y educación del pueblo, es impulsar el proceso de acumulación de fuerzas entre el
pueblo y sus enemigos en la medida en que el pueblo va tomando la iniciativa.

La organización revolucionaria se construye desde abajo hacia arriba en correspondencia con las
163
necesidades presentes y futuras del movimiento de masas”.

En todo caso, cualquier decisión de formar un todo partidista debería ser de un


amplio consenso, ahondar en la discusión dentro de colectivos y militantes de
formación muy heterogénea, sin tubos ni imposiciones que creen nuevos recelos que
invaliden estos intentos de “unidad”. Interesante sería que fuera síntesis y no decreto,
ni simples fusiones de aparatos burocráticos huérfanos de estrategias de largo plazo.

V. ALGUNOS ELEMENTOS SOBRE EL PODER POPULAR LOCAL


El poder local sería el lugar inmediato donde se edifica, partiendo de afectos, intereses e
historia, el espacio donde las comunidades emprenderán la deconstrucción del viejo orden y
la construcción paralela de la República democrática y soberana que hemos aspirado.
Territorio donde comiencen a borrarse las distancias entre la sociedad y el viejo Estado.
Donde el rancio aparato jurídico empiece a ser cambiado por la dinámica real de la
sociedad, pues la correlación de fuerzas locales le puede ser favorable.

Todo proceso revolucionario pasa por un período de dualidad de poderes. Son


autogobiernos que entienden que nacionalmente no se ha cambiado, de manera total, la
rancia estructura de poder. Históricamente se produce una coexistencia inevitable. Es una
dualidad de poderes que puede extenderse por años separada del acto final de decisión.
Hacer la revolución implicará una estrategia de decisión, donde la construcción del nuevo
poder se devolverá sobre sus gestores desgarrando las partes muertas y saneando las
revolucionarias.

163
LS. Historia de un proyecto revolucionario, edic. LS, Venezuela, 1996, p. 101
107

Una primera tarea es buscar lograr, en el plano inmediato, innovaciones que impliquen
control y veto de las comunidades que vayan, a su vez, teniendo un peso en la vida
nacional. Ellas deben ser vistas como un nivel de conciencia que permita delinear objetivos
de movilización social contra el capital. Lo dominante es crear la conciencia de poder que
vaya, en acciones continuas, desenmascarando, erosionando, desprestigiando lo que queda
del antiguo orden. Buscar los mecanismo para desbordarlas apelando a la participación
directa de los ciudadanos. En Chiapas, la manera de desbordar mecanismos e instituciones
fue a través del concepto intersubjetivo de dignidad, ella siempre tendrá una connotación
diferente, y difícilmente se detendrá en un tope. En Brasil, el concepto de desborde se
implementó a través del mecanismo del Presupuesto Participativo, pues como afirmaba
Marx: “las necesidades son crecientes”.

Para estos propósitos se debe actuar coordenadamente, con niveles de centralización


nacional. La autodecisión organizativa local, vista aisladamente, tiene un sentido
autodefensivo, mientras la coordinación de todos los poderes comunales nacidos libremente
y en todas partes, tomarán un rumbo ofensivo y de una resistencia que trasciende. La
conciencia de poder debe expresarse en estructuras muy democráticas de poder popular.
Estas, como lucha parcial de masas, supone una acción ideológica y una acción material
con logros concretos donde la comunidad pueda palpar sus mejoras.

Estos gérmenes de una nueva universalidad, especie de Pequeños Estados,


aprovechando la tendencia a la autonomía, y la identidad propia de todo conglomerado
social que ha logrado cohesión, buscará el autogobierno, pero no en términos puramente
gremiales o “sociales”, ni menos apartados de afinidades nacionales, sino en términos
político-revolucionarios. Concentraran funciones muy variadas a las que corresponderán
formas o departamentos especiales como: educación, cultura, recreación, obras públicas,
sanidad ambiental, medicina curativa y preventiva, economía y defensa contra los abusos
individuales y colectivos, vengan de donde vengan, incluyendo a los saboteadores
secesionistas. Estos órganos creados deben responder a necesidades reales, de manera que
cualquier ataque burocrático tendrá que tomar en cuenta que están cerrando instrumentos de
necesidades masivas legítimas.

Este pequeño universo revolucionario será el remate de un trabajo que habrá de


iniciarse a partir de cualquier problema o necesidad. La forma madura como está ideado no
se puede estructurar de un solo golpe, como si todos los elementos estuvieran dados. Debe
suponerse que los elementos objetivos y subjetivos emanarán en el curso de una lucha tenaz
que podrá conocer fracasos, derrotas y rectificaciones.

Se partirá de organizar cualquier reivindicación local que logre nuclear colectivos,


ampliar dimensiones hacia otras necesidades y así sucesivamente hasta que broten otras
formas organizativas más complejas y delicadas. La problemática es integral, por lo tanto
hay que tratar de crear un sistema de organizaciones con un solo centro en lugar de
organizaciones separadas y paralelas según el problema que se trate.

Envolvería además, explorar las tradiciones de convivencia que impulsan una visión
de la vida en muchos niveles, en donde se le otorga un gran peso al papel del trabajo. Los
pueblos tienen sus tradiciones y necesidades que alguna vez estuvieron resueltas. Se trataría
108

entonces de promover una economía social paralela a las grandes aspiraciones del capital
tales como la cogestión (empresas o préstamos estatales con asociaciones locales)
asociacionismo, cooperativismo, autogestión, corresponsabilidad, lo cual pudiera motivar el
desarrollo de cadenas productivas, distribuitivas y de servicios con relativa autonomía,
generadoras de procesos acumulativos de riqueza que tiendan a la socialización. Este
desarrollo local sustentable podría articularse con el desarrollo endógeno que se viene
construyendo nacionalmente. Recuérdese que desde 1968 se vino erigiendo un modelo de
crecimiento hacia fuera con el cual se disminuyó la producción nacional y en consecuencia
nuestro mercado interno se fue estrangulando, tanto por la quiebra de los pequeños y
medianos productores y empleadores, como por los salarios miserables para poder
garantizar el bajo costo de la mercancía y poder competir internacionalmente.

En la relación con el modelo endógeno el desarrollo local contribuye a organizar el


futuro del territorio. No habrá país si no logramos unir estos mosaicos de vida particular. La
historia de un país es en cierto modo la suma de las historias de sus distintas regiones que la
integran. Es una toma de conciencia de lo que es “la unidad dentro de la variedad” o la
variedad dentro de la unidad. Habrá que planificar con diferentes agentes locales que
intervengan en el proceso con el fin de aprovechar los recursos humanos y materiales de un
determinado territorio. Edificando relaciones, manteniendo una negociación o diálogo con
actores económicos, sociales y políticos del mismo, tanto públicos como privados. Esto de
acuerdo a la estrategia de desarrollo que previamente haya sido consensuada.

Con estos basamentos culturales, económicos y políticos se edificará una relación que
recupere la intimidad de los individuos y los grupos, poniendo en algunos casos como
centro la religiosidad, es decir, un sentido de respeto y de trascendencia. Las luchas
religiosas han logrado un sentido teológico de liberación que unidas a sentimientos,
conocimientos antiguos y a ciertas hibridaciones que colocan al hombre como centro, crean
un sincretismo interesante para la cohesión y el hacer.

Es necesario reconocer que la tarea no es fácil. Buena parte de la población se encuentra


permeada de elementos de resignación, individualismo, nihilismo, mesianismo, violencia y
a los sojuzgamientos internos inherentes a todo conglomerado, pero a la vez, mantienen
importantes reservas morales. El pueblo ha demostrado un fervor cuando ve perspectivas,
con testimonios espléndidos de superación, solidaridad, entusiasmo, decencia y fe en el
trabajo.

Para algunas comunidades que poseen cohesión y sentido de propiedad identidaria los
vínculos directos entre los pobladores no son otra cosa que recuperar el derecho
consuetudinario. Allí se sabe quién es quien y lo que cada individuo representa para la
comunidad. La organización es la parte clave del asunto. En los mismos barrios urbanos se
podrían recuperar territorios en tanto se pongan en operación los vínculos entre las
personas, en tanto se recircule la energía colectiva que parte de la experiencia individual de
quienes decidieron organizarse. De quienes decidieron consensar.

Los movimientos sociales deben ampliar el marco cultural de su batallar, legitimando


con imaginación la actuación conjunta, con colectivos culturales que sistematicen las ideas
compartidas por la variedad de los movimientos sociales. Entender además que la
109

diversidad debe tener puntos de partida reconocidos y aceptados. Se trata de construir con
riqueza cultural la lucha social, creando una subjetividad con nuevos sentidos y semánticas
colectivas.

Los valores compartidos, las utopías como retos simbólicos, actúan como signos
que desafían al lenguaje y los códigos que han hecho una minoría. Se trata de cuestionar la
racionalidad instrumental que guía a los aparatos del poder basados unilinealmente en la
eficiencia y la efectividad. Ante la cifra macroeconómica hay que anteponer el para qué y el
para quién de los fines y valores. Con construcciones de imaginarios colectivos que
contraataquen con sus propias seducciones y complicidades comunales, relativizando las
imágenes dominantes del capital. Imaginar futuros posibles, crear fisuras en las apariencias
de normalidad/naturalidad del orden social y proponer otras formas de mirar/concebir ese
orden hasta ahora instituido, explicitando sus contradicciones, riesgos y debilidades.
Develar que la manera como está concebido el funcionar del viejo orden sólo va a llegar a
un punto de soluciones no profundas.

Paulo Freire nos hablaba del inédito viable, de descubrir posibilidades de


transformación posible, cuyas probabilidades no son ilusorias pues no es utópico lo que aún
no es pero puede ser. Concebir lo realizable, hacerlo realidad en pequeña escala retando la
eficiencia fría y gerencial con la eficacia política de las organizaciones populares. Pero para
esto es preciso ampliar al máximo los apoyos, construir nuevos espacios públicos en una
concepción emergente de bloques sociales emancipatorios con una resonancia cultural que
cree una referencia particular. Pensar en lo global pero actuar localmente, adaptando
políticas nacionales a los casos concreto de la micro localidad. Impulsar desde abajo un
modelo de desarrollo ajustado a las necesidades y peculiaridades del entorno local. A la par,
construir una contestación práctica contra lo que percibimos como riesgo para la vida, con
el convencimiento de que decidimos hacer porque es posible hacer, y lo hacemos de
manera organizada, con otras personas.

Sobre estos riesgos para la vida una de las propuestas es buscar atomizar el poder
que podría tener la reacción en la localidad. Se trata, entre otras connotaciones, de detectar
los centros de poder de la vieja mentalidad en el seno del pueblo y lograr políticas para su
neutralización. Estos centros pueden ser familias referenciales, instituciones, personajes
populares que mantienen, por prestigio y tradición, la ascendencia sobre la comunidad
conservando ideológicamente las antiguas relaciones. Algunas veces son
microdespotismos, que se han introducidos en el ámbito de las relaciones humanas y en la
vida cotidiana, que hay que desarmar. No siempre personifican el enemigo principal a
vencer, pero son sus representantes concientes o inconscientes. El verlos como humanos,
quizá también como víctimas, ayudaría a acercarse a ellos, conocer sus debilidades, para
contrarrestar su influencia.

Concebir proyectos afincados en una pedagogía para la acción, con un nuevo


núcleo temático práctico. No hay recetas, sólo claves estables para el impulso. Haciendo se
sabrá qué funciona o no. Instrumentar modelos de realismo utópico, programas de alcance
medio, propuestas concretas sobre temáticas, proyectos mínimos a partir de los cuales
trabajar, señalando objetivos. El proceso partiría de una elección personal (postura
110

individual) a la elección de los juntos como convencimiento de la necesidad de una acción


colectiva y social que derrote la apatía moral del no hacer.

Estas comunidades son espacios donde se pueden experimentar elementos diferentes


en lo educativo, sindical, agrario, laboral, en coordinación con las misiones. Estos núcleos
irán transformándose en el tiempo en poderes constituyentes que levantarán referencias
particulares en el proyecto de una nueva sociedad. Serían la síntesis de un conjunto de
poderes populares donde el pueblo no delega, ni se ata a la legalidad burguesa, aunque haga
uso de ella. Es un poder que subvierte y transgrede y va más allá de la simple reforma.
Primero pasarían por la cogobernabilidad, luego, a un proceso de democratización que
abriría las fases de: decisión, planificación, ejecución y seguimiento colectivo, forzando el
nacimiento de una nueva organización basadas en las Asambleas de Ciudadanos. Reforzaría
esto una manera de fundar la verdadera esencia de los Consejos comunales, se crearía una
personalidad de poder popular que difícilmente pueda ser cooptada por la mentalidad
burocrática-socialdemócrata que viene menguando todos los microproyectos.

Hay que asumir el desarrollo local como un proceso complejo, allí hay un espacio
humano concreto que es necesario caracterizar, conocer sus intereses, sus vivencias
particulares, buscar las alianzas posibles entre actores no antagónicos, superando las
contradicciones en el seno del pueblo. Esto con el fin inmediato de bienestar colectivo. En
la medida que los pobladores logren configura un patrón de organización que se mantenga
en el tiempo y logren ver que ellos mismos resuelven en virtud de haber adquirido
capacidades autogenerativas y capacidades de mejorar las condiciones ambientales
podríamos hablar de cierta sostenibilidad.

El lugar de la teoría (y del análisis teórico) en los movimientos políticos y sociales suele
obviarse. La caracterización, el estudio metódico de las experiencias, la esencia teórica del
espacio socio cultural donde se milita es determinante. Una acertada relación de
interioridad con los sectores que lo integran y un sabio repliegue a la exterioridad, para
acercarse a la experiencia universal, sería parte de una teoría del conocimiento que hay que
practicar. Un movimiento debe producir su propia reflexión teórica. En ella puede
incorporar la práctica transformadora de ese movimiento. No hablamos de teorías
acabadas, que como tal no existen. Importa el camino, el rumbo, la tendencia. Siempre hay
que recordar las enseñanzas de los clásicos para inspirarse en nuestra propia realidad. La
unidad entre la teoría y la práctica es la constante, recordando que “cuando la práctica no se
desarrolla guiada por la teoría, ésta puede degenerar en oportunismo o aventurerismo;
cuando la teoría se desvincula con la práctica se corrompe y se convierte en dogma. La
práctica necesita de la guía de la teoría, y ésta para afirmarse y enriquecerse, necesita de la
práctica. Son elementos que atraviesan un proceso permanente de unidad y lucha”.

Sin el retrato comunitario (la experiencia compartida y masticada por los habitantes) es
difícil que exista la identidad, y como tal que exista impulso para oponerse a la corriente,
para ejercer la autonomía. La narración conjunta, la recuperación propia de la localidad, es
el requisito fundamental para todo proyecto autogestionario. Edifiquemos, lo más
horizontalmente posible, un gran movimiento cultural donde se abran mil capullos. Las
opiniones, historias, testimonios, mitos, leyendas, comentarios, rumores, experiencias y
111

conocimientos comunes serían los fragmentos que hay que unir en este autorretrato
conjunto.

Todo este proyecto implica desmontar las concepciones, estructuras y


procedimientos de la cultura burocrática, la salida de los agentes de la contrarrevolución
que están en el gobierno y los “cazadores de fortuna” que colonizan cuanto proyecto
aparezca en el horizonte. Lo viejo no ha muerto y lo nuevo apenas está naciendo. Parte de
la revolución es cambio de modo de vida y de mentalidad, de lo contrario reproducirá la
dominación.

VI. De lo que se dice sobre el socialismo

Todo Socialismo plantea que la forma predominante, esencial y fundamental es la


propiedad social sobre los medios de producción. Bajo este modo de producción se
busca lograr una equidad entre capacidad y necesidades del trabajador. No puede existir
producción capitalista y distribución socialista, ambas son totalidades concretas
distintas.

Esta transición es la resolución a las contradicciones inherentes al capitalismo,


siendo la mayor y determinante la propiedad privada de los medios de producción y la
burocratización de la economía, todo lo cual define la distribución desigual de la riqueza
dejando la puerta abierta a la economía de mercado. La contradicción capital-trabajo define
lo esencial: la producción tiene un carácter social pero sus resultados quedan en manos
privadas.

El socialismo como concepto ha significado una idea general, una transición particular,
un horizonte alcanzable, no abstracto sino concreto, una alternativa real al modo de
producción capitalista, en condiciones históricas determinadas, espacios físicos
singulares y culturas específicas. José Carlos Mariátegui, decía: "no queremos que el
socialismo sea, en nuestro continente, un calco; tampoco queremos que sea copia”.
Tiene que ser una creación heroica y con una visión cosmológica ancestral, que prediga
que somos de la misma sangre que circula por la naturaleza en toda su plenitud.

El socialismo, en el amplio sentido de la palabra -que incluye a los originales


anarquismos, a los diversos comunismos y a la variedad de laborismos que en el mundo
han sido y, de uno u otro modo, siguen siendo- ha llenado la historia social y política real
de los últimos ciento cincuenta años y encarnado en los más diversos y encontrados
movimientos populares del planeta entero. Los socialismos en la historia no difieren mucho
en cuanto a los ideales que los inspiraron: en su esencia es la lucha contra la explotación
capitalista.

Han habido muchas reflexiones y aportes en los estudios transicionales colectivistas.


Algunos piensan que ellos solos han pensado en el socialismo y que no hay historia, que
partimos de la nada porque que esto que estamos construyendo es inédito. Aquí hay una
historia de resistencia y perseverancia que hay que considerar en sus aciertos y desaciertos.
112

Se debería establecer el estado de lo que ha sido este debate para ver qué ha
quedado en limpio de estas elaboraciones para una eventual formulación "Socialista" en
tiempos posmodernos. Anteriores intentos estuvieron fundados en una visión cientificista
de las más atrasadas del historial del la Modernidad. Su resultado defraudó a media
humanidad; un pensamiento básicamente reaccionario en todos los frentes (de la estética a
la física, de la sociología a la poesía) El "Socialismo" de tipo soviético fue una aberración
histórica que contradijo letra a letra toda la construcción teórica del pensamiento libertario
(Marx incluido)

Una herencia que nos legó es la marca desastrosa de la mentalidad burocrática que
llevada hasta el paroxismo en el terreno teórico ha inhabilitado a varias generaciones para
pensar cualquier cosa que valga la pena. Llevamos un disquete de manuales chino-
soviéticos que parece imposible de desgrabar. Muchos camaradas entusiastas confunden las
consignas y el jolgorio practicista con la responsabilidad político-intelectual de crear una
nueva teoría de la transformación de la sociedad, de hacer síntesis cultivada o por lo menos
ubicarnos en dónde estamos metidos.

En esta reinvención habrá que hacerlo todo y a lo mejor el socialismo vendrá tan
cambiado que no lo reconoceremos. Probablemente al socialismo que conocemos sólo le
quede la opción de desaparecer como modelo para reaparecer cambiado en la praxis
colectiva de lucha. La lectura de ese camino es concebir un punto de partida y no de
llegada, con mayor autonomía y autogobiernos que se vayan apropiando de la riqueza
capitalista para pasarla a la administración autogestionaria de base, ampliando los derechos,
más radicales y profundos bajo un cúmulo de territorios liberados del viejo orden que abran
paso a un nuevo modo de producción y de vida. Su construcción posiblemente tenga un
desarrollo desigual, partiendo de la heterogeneidad estructural económica, social y cultural
que nos signa. Sus visos podrían tener características de desborde popular, tanto en lo
nacional como en lo latinoamericano. Sería parecido al “comunismo en movimiento” de
Marx y Engels. La utopía realizable florecería en una revolución permanente y continental,
un socialismo de acción, libertario, enraizado e identitario y antiburocrático.

Romper las barreras clásicas implicaría hurgar sobre el ideal de la liberación social
vista no como un cambio radical e inmediato sino como proceso continuo y abierto,
destapando cantidades de movimientos con intensidades singulares que se proyecten sin
necesidad de etiquetas. El propio Marx habló de un Movimiento en construcción cuya labor
práctica es ejercida por aquellos que llevan las razones e intereses de clase. Un aprendizaje
continuo donde los explotados experimentarán formas y maneras de comenzar su propio
proceso de liberación anti-capitalista.

Al plantearse “inventar el socialismo del siglo XXI", Hugo Chávez ha recomendado


usar dos "insumos históricos" para tal tarea: las "ideas originales de Carlos Marx y Federico
Engels y la obra de Jesús”. En esta generalidad habría que delimitar los potenciales
constructivos y los límites de cada aportación. Considerar, además, que Latinoamérica es la
reserva mundial del cristianismo, que aún con los sincretismos propios de nuestros pueblos,
existe un ethos predominantemente católico en nuestra sociedad. Esta primitiva idea de lo
comunal es una fuente de inspiración de la democracia participativa real en la "iglesia de
113

las catacumbas", que luego se pierde con su conversión en Iglesia imperial. Otra atracción
educativa se encuentra también en la praxis individual de Jesús. La ética de la solidaridad,
del respeto al otro, de la opción por el pobre, el excluido, el discriminado, por la igualdad
de derechos humanos y oportunidades prácticas de vida, que predicaba y practicaba el
Nazareno. Buena parte de esto fue sin duda, un elemento progresista y antisistémico.

Bajo estas premisas se pretende combinar Magia, Ciencia y “Socialismo del Siglo
XXI”. Hay una vía de fe, como fase, con metáforas cuya moraleja consiste en el deber
moral de repartir equitativamente, superando la “Caridad” como concepto eclesiástico
occidental. Podría ser que la esperanza cristiana se convierta en el puente que sirva como
elemento mediador entre la utopía y el marxismo.

En los momentos de la Venezuela actual hay una contradicción notoria en cuanto a la


puesta en práctica de las tareas de construcción socialista: pareciera que “los que pueden,
no quieren (chavismo adeco y demás funcionarios funcionales) y los que quieren, no
pueden" (por falta de capacidad y poder de decisión) Hay un peligro real que la cosa quede
como un slogan donde todo es “socialismo a lo Siglo 21” dentro del orden inofensivo,
pragmático y billetero. El otro extremo tampoco es búsqueda, sólo un cliché ortodoxo,
repetitivo y anacrónico. En todos lo casos con una misma matriz discursiva: la cultura de
aparato, la ignorancia enciclopédica, el oportunismo político.

Esto sin profundizar en el problema de burocracia y corrupción que individualidades


y partidos poseen y que reproducen la rancia división entre ciudadanos de primera y
ciudadanos de segunda. Con privilegios y altos salarios difícilmente estos intermediarios
políticos quieran un cambio radical y socialista. En el fondo aman y se acostumbran a la
vida cómoda que da el capital a sus servidores inofensivos. Hay una actitud en el liderazgo
central que combina la retórica del cambio con la actitud conservadora de que todo siga
igual, cambiando formas sin destruir contenidos, para que poco cambie la esencia. Para
muchos obra la maquinaria, la cooptación funcional, el silencio para no perder la cuota
burocrática de poder.

De este razonamiento se deriva el planteamiento que se debe sustituir el control que


ejercen los operadores políticos en el sistema democrático, por la participación directa de la
base conformada como consejos comunales, contraloría, inteligencia y propiedad social. La
idea además es ir involucrando a los afectados del desequilibrio social y económico en la
lucha contra el Imperialismo, estructurando a cada una de las partes en el desarrollo de la
construcción socialista. Cada instancia debe tener una visión específica o un aporte especial
en relación con la situación y la comprensión de los cambios estructurales.

Un balance de “los años gloriosos de los 60” es que parte de la derrota fue
teórica. Se mecanizó y se copió fórmulas y modelos al margen de las condiciones histórico-
concretas, lo que condujo a ignorar las particularidades e idiosincrasia de nuestro pueblo.
Venezuela es desordenada, bonachona, sincrética. Nuestra identidad es imposible de
definir. La comida es híbrida: pasta italiana, con arepas indígenas y café etiope, conviven
junto al suchi, la pizza, el arroz chino, las salchichas alemanas y los tamales. Acá
compramos lo que nos vendan en cualquier parte del mundo. Lo usamos y nos aburrimos al
mes y seguimos huérfanos de esa identidad a la cual se nos quiere centrar con la retórica de
114

la tradición y de un pasado glorioso que nosotros no vivimos. La realidad es que somos


diversos y con poca homogeneidad histórica. Podría ser que para algunos su identidad es no
tener identidad. En todo caso, sería más conveniente hablar de identidades. Por eso es tan
importante desentrañar los mosaicos regionales y locales con que nos identificamos, sólo
así lograremos un programa real que contribuya a la unidad en la diversidad. De este
esfuerzo saldrá una variedad de formas organizativas, pues habrán diferentes niveles de
conciencia y se valorará cada aporte al proceso por muy humilde que parezca.

La constante es motivar la discusión, dejar el temor a que te descalifiquen, hay que


denunciar, opinar, producir, con criterios de unidad-lucha-unidad. Sin pensamiento crítico
no hay Socialismo que valga. Se trata de expandir la crítica y profundizar los espacios de
discusión. En estas discusiones, que mucho tendrán de digresiones en un inicio, hay que
asumir la complejidad sin romanticismos panfletarios. Vernos en un espejo y hacernos
grandes preguntas.

En América Latina se plantearon búsquedas originales, se obtuvieron experiencias,


se materializaron ideas en condiciones específicas y momentos históricos determinados.
Parte de la atomización de la izquierda fue que cada tendencia reclamó para sí una versión
del "Socialismo", una manera de leer la realidad, un modo de asumir el marxismo, una
forma de relacionarse con las fuerzas progresistas del mundo, en fin, una visión de lo
político que conectara de inmediato con un programa estratégico de construcción de ese
"Socialismo".

Algunos consideran que la nueva sociedad es un constructo, un proceso constante de


“revolución permanente” donde con el hacer se van descubriendo resultados y otras
posibilidades de avanzar. Como lo decía el Ché: “Cuando lo extraordinario se convierte en
cotidiano hay revolución”.

En estos planteamientos sobre “el socialismo de ahora” la mayoría escribe sólo lo


que no quiere que sea. Se escenifica como nuevo un discurso, toda una retórica afincada en
la eticidad, lo colectivo, lo democrático y eso está harto dicho por los clásicos. El escritor
Heinz Dieterich, con todas las distancias que podríamos tener como latinoamericanos, por
lo menos tiene algo sobre el valor de la mercancía partiendo de la evolución que ha tenido
la informática, teoría que ha tomado de las llamadas escuelas holandesa y alemana.

Algunas ideas del “deber ser” del socialismo que ahora se dicen, serían:

1. Debe ser un socialismo nacional, popular y democrático: con visos hacia un Socialismo
Latinoamericano Caribeño.
2. Se debe construir sin desconocer los aportes de los grandes forjadores: con las
contribuciones de todos aquellos que desde nuestra América bregaron por un socialismo no
enajenado, criollo, enraizado con las luchas históricas populares, enfrentado al
imperialismo y transitando el camino de la liberación nacional.
3. Se trata de un socialismo que en nada se parece al capitalismo de Estado ni menos a las
lógicas totalitarias que en otras latitudes se reprodujeron en otros tiempos. No es
estatificación de la economía sino una construcción colectiva de trabajadores e
intelectuales.
115

4. Es un socialismo que se está inventando a partir de la interpretación de la realidad


venezolana y sus lazos históricos y socioculturales con los demás pueblos latinoamericanos
caribeños.
5. Es un socialismo que reivindica los aciertos de otras experiencias del mundo y que
contextualiza sus contenidos.
6. Es un socialismo humanista, ambientalista, pleno de energía espiritual, que reivindica el
amor, la paz, la solidaridad, la justicia y la libertad.
7. Es un socialismo desmitificado, que no atenta contra la libertad y los derechos humanos
y que enfoca en el bien común toda su atención.
8. Es un socialismo que debería consustanciarse con los tiempos de la historia que se va
escribiendo a ritmos acelerados.
9. Es un socialismo que se parece poco a los socialismos del siglo XX. Su esencia es ética
Lo que implica que su más caro anhelo debería ser crear hombres libres y responsables, con
capacidad para actuar sin coerción
10. Es un socialismo construido en colectivo y alimentado por diversas vertientes del
pensamiento.
11. Es un socialismo que no aplica recetas ni fórmulas doctrinarias elaboradas por preclaros
intelectuales aunque la estudie y se inspire en las síntesis de ellas.
12. Es filosofía de la praxis animada por el bloque histórico Estado-Sociedad.
13. Debe ser el centro de la acción transformadora. Todo esto sin perder el objetivo central
-la felicidad del pueblo- y forjando, en la marcha, al hombre y mujer nuevo que bajo
renovadas visiones abrirán horizontes poco transitados.

En la elaboración de estas búsquedas se viene planteando un socialismo que centre su


fuerza y empuje en nuestras propias raíces libertarias y que además sea una síntesis
histórica de los intentos de emancipación universal. Una sociedad humanocentrica bajo una
visión que trascienda al humanismo burgués. Que convierta a todos los hombres en seres
capaces de tomar decisiones. Así su protagonismo moldeará una auténtica democracia.

Circunstancialmente, una parte de los grupos avanzados que están con el proceso
bolivariano considera que de las experiencias socialistas pasadas ninguna es apta para
imitar o tomar como modelo. Aunque no todas las prácticas del Socialismo europeo fueron
similares, pero ninguna pudo evadir ser permeada por el capital.

Los intentos de transformar radicalmente la lógica del capital llevan varios siglos
sin lograr mayor cosa. Esta capacidad de auto-reproducción del capitalismo como lógica de
la sociedad sigue siendo hoy la cuestión cardinal de cualquier proyecto que se proponga en
serio la instauración de una nueva lógica para la vida en común.

Entre los caminos transitados una tentativa que posee peso actual es el modelo de
socialismo de mercado. En él se socializa la relación de capital bajo el mando de gerentes
por razón de su capacidad de expandirse en instituciones nacionales o internacionales de
corte financiero, comercial o humanitario.

Existen “variantes” que en realidad parecen alas de un mismo pájaro: el Socialismo de


Mercado (China 1978 y Vietnam 1986) y el Socialismo Planificado con Apertura Parcial al
Mercado Interno (Cuba 1989). El denominador común de estas transformaciones ha sido
116

su identificación con la lógica socialista, pero con cambios sustanciales de un tipo a otro.
Las prácticas de socialismo mencionadas dejan ver la posibilidad de cuánto ha cambiado,
qué se ha abandonado de esta concepción, y qué idea podría conducir a una transformación
socialista de manera inédita y sostenible. Una experiencia a evaluar es la noción de un
socialismo desconectado, basado en la hipótesis de confiar en sí mismo o lo que también se
podría llamar “socialismo hacia adentro”, y bajo el concepto del desarrollo de la transición
socialista con altos niveles de planificación centralizada por el Estado, así como la
subestimación del papel de las relaciones monetario-mercantiles para conducir los procesos
económicos. Esto fue parte de lo que se denominó “socialismo real”.

La experiencia reciente de China y Vietnam se despliega tomando como supuesto el de


“dejar hacer al mercado”, con la idea de que las fuerzas del mercado conducidas pueden
crear las bases materiales para la transformación socialista. Bajo la concepción de
socialismo de mercado, se considera la economía socialista como una modalidad de
economía mercantil, que se desempeña sobre la base de las leyes de la competencia del
mercado.

Pablo González Casanova, analizando los resultados de la experiencia vietnamita nos


dice: “Hoy, en Vietnam la «política de ajuste» lleva a la creación de empresas privadas,
a la ampliación de empresas agrícolas privadas, al «mercado libre» controlado por los
monopolios, a la supresión de las subvenciones al consumo, al «adelgazamiento» del
sector público, a una legislación «muy liberal» con las inversiones extranjeras...”164. El
capital tiene sus comportamientos independientemente de las intenciones con que se
instrumente.

El contenido teórico-ideológico del socialismo de mercado se remonta a las utopías


pequeño-burguesas del segundo cuarto del siglo XIX; su idea central fue la de lograr el
socialismo sin cambiar la sociedad de los pequeños productores privados de mercancías.
Otra de sus fuentes se remonta a los modelos abstractos de economía socialista de los años
30 del siglo XX, basados en reducir el socialismo al esquema de la libre competencia con
elementos de economía planificada.

La premisa teórica más importante de la teoría del socialismo de mercado, es la


identificación de las proporciones racionales de la producción y distribución con las que se
establecen en condiciones de la libre competencia, a partir de las oscilaciones de la oferta y
la demanda. En este ámbito el criterio del mercado es central, mientras la gestión
económica del Estado y del papel de la planificación, tienden a plantearse como fuerzas

164
Pablo González Casanova “El socialismo como alternativa global” (Una perspectiva del Sur)
117

ajenas al socialismo, y como tal -según este criterio- deben limitarse mediante marcos
rígidos.
Algunas ideas de Lenin sugieren la posibilidad de que en la transición socialista se
puedan emplear las herramientas del mercado, reguladas por el Estado, de manera que este
determine el orden y las formas de acción a través de vigilancia y control. En ello da
particular prioridad no solo al Estado, sino a la preparación política ideológica y cultural de
las masas trabajadoras que enfrentarán el proceso. Lenin deja claro además la irresoluble
contradicción entre el trabajo y el capital. Ello ayuda a reflexionar en torno a los procesos
del desarrollo socialismo conectado y desconectado al mercado y a la lógica de la
globalización.
Aunque la idea de aplicación del socialismo de mercado es más “reciente”, es
posible observar la misma en los escritos de Vladimir Ilich Lenin con particular
singularidad, al avizorar algunas de las condiciones que deberían tomarse en cuenta en la
introducción del mercado en una economía socialista. Lenin plantea que “un Estado
proletario, sin variar su esencia puede admitir la libertad de comercio y el "desarrollo de
relaciones capitalistas de producción, sólo hasta ciertos límites, y únicamente a condición de
una regulación por parte del Estado (vigilancia, control, determinación de formas, orden)"165.

La concepción de Lenin reside en que en el periodo de transición hacia el


socialismo, "se trata no de terminar con la vieja estructura económica y social, el comercio,
la pequeña empresa, el capitalismo, sino de reanimar el comercio, la pequeña empresa, el
capitalismo; dominándolos con precaución y en forma gradual someterlos a la regulación
estatal". 166 Lenin señala además, que "el éxito de la regulación depende no sólo del poder
estatal, sino más aún, del grado de madurez del proletariado y de las masas trabajadoras en
general, de su nivel educativo y cultural" -deja también claro que -"aún cuando se efectúe con
todo éxito tal regulación, subsiste indiscutiblemente el antagonismo de los intereses de clase
entre el trabajo y el capital"167.Situación que esta transición debe resolver inevitablemente si
se quiere hablar de cambio revolucionario.

En estas nuevas construcciones una lógica a superar es la visión etapista, según la


cual bajo la excusa de que el capitalismo “siempre significaba un avance contra las
economías atrasadas de los países periféricos”, no se dudó en defender el necesario papel
de las llamadas burguesías nacionales. Esta tendencia, inspirada en Stalin, es una visión
economicista, con todas las connotaciones implícitas en ella. Entre las cuales se considera
prioritario el avance de las fuerzas productivas pues ellas harían crecer al proletariado,
fuerza hegemónica que destruiría al capitalismo. Mientras tanto habría que financiar y
proteger a una supuesta “burguesía nacional” cuyo rol sería la competencia con el
165
Para un análisis de las formas de capitalismo de Estado que propone Lenin, introducir en economías en transición al
socialismo, consúltese: de Vladimir Ilich Lenin, "Sobre el impuesto en especie" Obras escogidas en tres tomos, tomo 3,
Editorial del Estado de Literatura Política 1961, Moscú, p.p. 601-634. "Acerca del infantilismo de "izquierda" y del
espiritu pequeño burgués", ibidem tomo 2, p. 716-741.
166
Ver: Lenin Vladimir Ilich. La importancia del oro ahora y después de la victoria total del socialismo. Obras Completas
Tomo 33, Moscú 1970 p. 95.
167
Vladimir Ilich Lenin, "Acerca del papel y las tareas de los sindicatos en las condiciones de la nueva política
económica", Obras escogidas en tres tomos, tomo 3, Editorial del Estado de Literatura Política 1961, Moscú, p. 671.
118

monopolio lo que la convertiría en “antiimperialista”. Lógica discutible en los momentos de


un capitalismo global e interdependiente. Substancialmente la pequeña y mediana
burguesía aspira a convertirse en gran burguesía, cuyo objetivo fundamental es obtener la
máxima ganancia, de tal forma que el patriotismo antiimperialista de estos sectores existe
sólo en la medida en que sus intereses y aspiraciones de clase se vean afectados o
amenazados por los planes expansionistas, concentradores y monopolizadores de los
capitales transnacionales.

Más allá de estas lógicas etapistas, la nueva sociedad a construir estaría interpretada
como la máxima posibilidad de organizar nuestras vidas. Esto tendría que ver con la
autodeterminación, la organización social y la promoción de las fuerzas productivas, no
necesariamente desarrolladas por la burguesía. Su organicidad democrática parte de cuatro
vertientes:
- La Económica, dada por el desarrollo de las fuerzas productivas (desarrollo endógeno y
sus prácticas experimentales de cogestión, autogestión, corresponsabilidad, cooperativismo,
etc.)
- La Cultural dada por el cambio de modo de vida (otra racionalidad, cambios de patrones
de consumo, sentimiento colectivo, construcción de la subjetividad socialista, etc.)
- La integración social y ética que privilegia al Poder Popular, la autonomía de clase y la
formación del nuevo ciudadano.
- La Militar que representa la defensa de nuestra comunidad (Unidad cívico-militar,
reservas, milicias activas de autodefensa, preparación masiva de guerra asimétrica,
inteligencia social, etc.)
- La Política que implicaría organizar democráticamente estas vertientes, con un
predominio horizontal y superando los contenidos históricos utilizados por las clases
dominantes.

Como objetivos estratégicos en esta etapa histórica estaría el Autogobierno, con


ejercicio directo de la soberanía popular en lo político. La autogestión, que resuelva
problemas fundamentales del pueblo. La descentralización hacia lo popular como elemento
contrario a la descentralización neoliberal que debilita al Estado. Coordinación en lo
económico con acuerdos concretos hacia la integración latinoamericana y con otros pueblos
del mundo, pues en condiciones de globalización y unipolaridad la revolución no es posible
en un sólo país. Sería una “comunidad de hombres libres" tal como la soñaba el "joven
Marx" por allá por 1844. El paso de las necesidades a la libertad, bajo el ideal de un nuevo
modelo civilizatorio mundial.

Aún con estas precisiones los referentes ha seguir en la construcción socialista no


son fáciles de discriminar. El mismo Fidel Castro, en sus últimas intervenciones, reflexionó sobre
la posibilidad de que se pierda la revolución cubana. Entre otros tópicos analiza la complejidad del
mundo actual bajo una visión histórico universal. Algunos de los obstáculos que observa tienen
que ver con el hombre en la construcción socialista: “El hombre nace egoísta, porque la naturaleza
le impone los instintos...la educación (ideológica) impone las virtudes” dice el discurso. ¿Pero en
qué grado y en qué condiciones? La evidencia empírica parece indicar que la idea del homo novus
sólo es válida para las masas en fases transitorias o condiciones de excepción; para estados
prolongados sólo es válida para minorías. Posiblemente un 10 o 15% de una población nacional.
Esto por el hecho de que una sociedad no es una realidad fractal, sino una infinidad de sistemas
119

dinámicos complejos que no se dejan organizar ni se auto organizan de manera invariante a toda
escala, para cumplir con las fantasías neoplatónicas de los homines novi de San Agustín. En otro
aparte, Fidel analiza otro problema clave: “Creer que alguien sabía de socialismo, fue nuestro error
más grave”, dice el Comandante. Si no había fuente de conocimiento auténtico sobre la
construcción del socialismo, ¿cuáles son las que hoy existen? Y, ¿qué tipo de sociedad fue la que
nació de esta génesis?. A estas alturas, son preguntas bien planteadas que sacuden la ortodoxia. En
ese contexto, un gran horizonte se abre y posiblemente el camino sea más rico y esplendoroso que
la misma meta.

Las autores referenciales utilizados en este trabajo fueron: V. Ulianof Lenin, Heinz Dieterich,
Fernando Ramón Bossi, Rigoberto Lanz, Carlos Lanz, Katherine Sifontes, Jesús Silva, Roland Denis, Ana Esther
Ceceña, Luis Bilbao, Agustín Calzadilla, Enrique Dussel, Susan Street, Dick Parker, Fidel Castro, Sergio Aranda,
Juan José Madariaga, Pablo González Casanova, Fernando Ramón Bossi, Colectivos de Aragua y Lara, entre otros.

Sobre la formación del Estado Venezolano.

Uno de los puntos de partida sería la Declaración de independencia de 1811 como


parte de un proceso de luchas de liberación e independencia nacional; esto condujo a la
Constitución de Colombia con intentos más amplios como la realización del Congreso
Anfictiónico de Panamá como manifestación orgánica del proyecto bolivariano en contradicción
con ciertas aspiraciones de la oligarquía criolla. El planteamiento central bolivariano era una patria
grande, soberana e independiente.

Al morir Bolívar se produce un cambio en la correlación de fuerzas en 1830. La


oligarquía criolla toma la iniciativa, pasando a la ofensiva cuando disuelve a la Gran Colombia
como República Popular Latinoamericana y caribeña, impulsando la balcanización y constitución
de Estados Oligárquicos, neocoloniales, semifeudales, neoesclavistas y mercantiles. El naciente
Estado es liderizado por José Antonio Páez bajo la forma de República con diversos cambios
según las luchas libradas.

Entre 1830 y 1905, se debate entre la forma de República federal o República


Centralizada. Los cambios en la forma obedecen a la lucha entre los sectores cafetaleros y el sector
cacaotero, que pugnaban por la dirección del estado para controlar de manera directa la relación
con el mercado internacional. En 1860 el pueblo de ente pasivo pasa a activar con el ideal
zamorano buscando cambios en el Estado, es una recuperación de la lucha popular que no logra
sus intenciones democratizadoras pues el pueblo se dispersa con la muerte de Zamora.

De 1830 a 1926 asume la forma de República militar, su esencia básica giraba en


torno al capitalismo neocolonial.

De 1926 a 1961 se debate entre la forma de República militar y República


democrática representativa. Los cambios son producto de la lucha entre fracciones de las clases
dominantes en el país en pugna por la dirección del Estado para apropiarse de los recursos de la
renta petrolera.
120

En 1973 su esencia capitalista toma la forma de capitalismo de Estado manteniendo


los elementos neocoloniales.

De 1961 a 1999 asume la forma de República Democrático Representativa. Desde


1999 constitucionalmente asume la forma de República Federal Descentralizada, Democrática y
social de Derecho y de Justicia, con un ideal de Soberanía Popular en construcción basada en
nuevo Estado democrático participativo y protagónico. Busca la esencia de un capitalismo mixto
productor de bienes y servicios. Los cambios desde 1999 son producto del desplazamiento
paulatino de la dirección del Estado de la fracción neoliberal por parte de otra tendencia
denominada “Capitalismo humanista” sustentada en un imaginario constitucional popular,
diseñado, más no realizado, de lo que sería la refundación de un Nuevo Estado basado en un
modelo de desarrollo endógeno, esto en un lento proceso donde predominan elementos híbridos
inspirados en un Estado burgués humanista.

En este proceso se desarrolla la contradicción entre el texto constitucional de la


República Bolivariana de Venezuela y el Estado Constituido que aún pervive en la realidad. La
forma de Estado diseñado, que busca construir el ideal de Estado diseñado por Bolívar según la
cual debe dar “la mayor suma de felicidad” sólo será construido cuando el pueblo conciente y
activo decida ejercer sus derechos soberanos. Mientras tanto pervive una estructura administrativa
insuficiente que reproduce la ideología de clase de los que diseñaron el rancio Estado.

Los elementos del Nuevo Estado presentes en el texto constitucional tienen que ver
con: Una economía popular y un desarrollo social equilibrado. Énfasis en el desarrollo integral del
ser humano. Garantía de la propiedad privada y la libre competencia. Principios rectores: justicia
social, la productividad y solidaridad en función de una existencia digna y provechosa para la
colectividad.

Establece que “el Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el


desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor
agregado nacional, fortalecer la soberanía económica del país con una justa distribución de las
riquezas mediante la planificación estratégica, democrática, participativa y de consulta abierta”
(Leer artículos de la Constitución Nacional: 299, 301, 302, 305, 307, 308, 309, 113 y 115)
La forma de Estado es de una República Bolivariana federal descentralizada
(artículos 1, 2, 4 y 5) que intenta retomar el hilo que fue truncado en 1830. Significa también que
se debe practicar la ética y la moral del Libertador en el combate por la transformación social.

Es un Estado de conciliación de clases, de carácter nacional con la organización de


todos sus ciudadanos, a diferencia del Estado clasista. (Ver artículo 2). Lo concerniente a su
definición federal descentralizado: Es centralizado políticamente mediante el debate democrático y
la planificación nacional, y es descentralizado administrativamente porque la elaboración de los
planes nacionales se inician desde las comunidades, pasan por los comités Locales de
Planificación, los Comités Estadales y se sintetizan en el Consejo Federal de Planificación.

El Estado y el sistema político:

El Estado es el aparato de fuerza mediante el cual la clase o coalición de clases


121

dominantes ejercen su poder para garantizar o construir su predominio político, económico,


cultural y social, así como para estabilizar la situación existente. Para ello se dispone de las
Fuerzas Armadas, los cuerpos policiales, el aparato administrativo, los tribunales, las leyes, las
cárceles, etc. El manejo de este complejo engranaje se le asigna al gobierno y al resto de los
poderes constituidos.

Es evidente que el carácter nacional liberador, antiimperialista y antimonopólico del


proceso bolivariano introdujo cambios cualitativos en el contenido del Estado burgués heredado
del régimen puntofijista. A diferencia del Estado al servicio de la burguesía asociada en su rol de
dependencia con el imperialismo, en la actualidad se está gestando un Estado que expresa en forma
compleja y contradictoria los intereses de una amplia alianza de clases y fuerzas políticas que
apoyan el proceso bolivariano y que ven en el imperialismo el principal enemigo del desarrollo
independiente del país. Asimismo, este Estado se va pareciendo a los cambios económicos que
están ocurriendo en el país.

La afirmación anterior se sustenta, entre otras cosas, en la Constitución Bolivariana


y en el carácter real que adquiere el proceso de transformaciones. En ambos casos hemos empleado
la definición antiimperialista y democrática-revolucionaria. Obviamente, estos cambios y las
actuales tendencias sociales, no se hubieran podido activar de no haberse producido una
articulación de las fuerzas políticas y clases sociales consecuentemente revolucionarias en las
estructuras de poder del Estado.

Este Estado expresa, entre otras cosas:

a) La ubicación del proceso revolucionario en una fase de transición sistémica;


b) El surgimiento de escenarios caracterizados por la dualidad de poderes, donde coexisten en
permanente contradicción estructuras del viejo Estado, que responde a la clase políticamente
dominante del pasado, es decir, a la burguesía, con estructuras que obedecen a los intereses de
desarrollo independiente y soberano;
c) El desarrollo de la lucha de clases en todos los ámbitos, especialmente el político, en función de
que alguna de las clases confrontadas alcance la hegemonía del poder y le imprima su carácter de
clase.

En la actual estructura del Estado se verifica la relativa independencia de la


superestructura en relación a la base de la sociedad. Igualmente, se pone de manifiesto la necesidad
de las fuerzas revolucionarias de apoderarse del poder político, vale decir, del Estado. En primer
lugar, se procura transformarlo y, en segundo lugar, avanzar decididamente en el cambio radical de
la estructura socioeconómica.

La velocidad y la radicalidad de los cambios sociales en el corto plazo no dependen


exclusivamente del carácter del Estado. La implementación de transformaciones abruptas y
profundas obedece a un conjunto de condiciones objetivas y subjetivas, correlaciones de fuerzas,
condiciones externas, etc., que escapan del control estatal,aún cuando frente al poder constituido
obre la organización social como elemento constituyente y que en algunas localidades empieza a
fortalecerse con adaptaciones locales, que sin chocar con la Constitución Nacional, buscar
particularizar sus mosaicos regionales con particularidades concretas, buscando drena más hacia lo
popular,
122

Podemos afirmar que en el Estado actual aún persisten columnas importantes de la


estructura estatal burguesa que constituyen obstáculos a vencer para el desarrollo ulterior de la
nueva institucionalidad del Estado Democrático Popular en construcción.

De la misma manera se observa que no son ni la clase obrera, ni las fuerzas políticas
más consecuentes las que dictan la estrategia del Estado actual. Tanto en relación a la clase obrera
y sus aliados naturales, como en cuanto a sus vanguardias múltiples, se puede constatar que su
debilidad actual representa, en buena medida, una importante limitación temporal para imprimirle
un carácter más consecuentemente revolucionario al Estado.

Sin embargo, existen signos inequívocos de movimiento en dirección a un cambio


de mayor profundidad en la dinámica del Estado. Esto se refleja en la profundización del Poder
Popular, en el reordenamiento de las estrategias de los Poderes establecidos, en dirección a
cambios sociales más profundos. El cambio en la correlación de fuerzas a favor de la
profundización revolucionaria está en marcha; no obstante, ésta requiere de un mayor piso político
y social.

El Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia en proceso de


construcción se abre camino progresivamente a medida que avanzan los cambios institucionales
bajo la presión de la lucha de clases y del pueblo en general a favor de los trabajadores.

La democracia es un sistema de organización política definida como «el poder del


pueblo, para el pueblo y por el pueblo». Sin embargo, en una sociedad de clases, la democracia
siempre adquiere un carácter de clase específico. En el capitalismo, este sistema sirve para el
ejercicio del poder por parte de los operadores políticos del capital. Es por ello que la verdadera
democracia es incompatible con el capitalismo.

El sistema democrático del país ha experimentado un avance significativo en


comparación al viejo modelo burgués de democracia representativa del puntofijismo. En el
contexto de la gestación del Estado democrático-popular emergen claros rasgos de la democracia
popular.

Aunque el proceso bolivariano ha proclamado la democracia participativa, popular y


protagónica, su despliegue pleno está enteramente condicionado por la construcción de un poder
popular basado, por un lado, en la creciente hegemonía política de la clase obrera y de los
trabajadores en general, es decir, de la inmensa mayoría de la sociedad y, por el otro, en la
presencia de radicales transformaciones de las relaciones de propiedad, fuente primaria de las
relaciones de poder. Como se puede observar, este proceso es una variable claramente dependiente
de los niveles de conciencia política y de organización de las masas trabajadoras.

En cuanto a la división de Poderes, encontramos que el país se rige por un esquema


distinto a la clásica división de tres Poderes. En nuestro caso se trata de cinco Poderes Públicos.

Para el proceso actual el Ejecutivo es de vital importancia, tanto por los rasgos
esencialmente presidencialistas de nuestro sistema político, como por el hecho de ser ejercido por
la máxima figura de la revolución bolivariana. Un segundo Poder lo constituye el Legislativo, que
123

de acuerdo a la actual correlación de fuerzas está en condiciones de aprobar el marco jurídico


necesario para avanzar hacia las metas históricas de la revolución bolivariana. Lo relevante de su
reciente desarrollo consiste en el despliegue del parlamentarismo social y de calle, que, aunque aún
lejos de convertirse en un escenario real del poder popular, hace esfuerzos importantes para
acercarse al pueblo representado en la AN.

El resto de los Poderes son el Judicial, el Ciudadano y el Electoral. En cada uno de


ellos se presentan problemas asociados a la vieja institucionalidad y los vicios de la administración
pública. Esto es especialmente válido en la administración de justicia, lo cual impide la
profundización de los cambios revolucionarios y desacredita la gestión del gobierno bolivariano.

Los partidos políticos existentes en el país se corresponden con su composición


clasista, en tanto que su correlación de fuerzas refleja los cambios ocurridos en los últimos años de
intensa lucha social, donde el movimiento popular ha logrado registrar importantes victorias.

El rol de la Fuerza Armada Nacional (FAN) dentro de la sociedad venezolana ha


experimentado un cambio sustancial. De su tradicional —y exclusiva— función de defensa
nacional, la FAN se ha insertado en las diversas instituciones gubernamentales, fundamentalmente
en las surgidas a la luz de las misiones sociales, para cumplir un papel de primera importancia en
el ámbito de las políticas sociales. La FAN refleja la composición de clase y contradicciones
sociales del país, por lo cual no puede escapar de la intensa conflictividad desarrollada en el marco
del sistema político nacional. Si bien en la actualidad, la mayor parte de los altos mandos,
oficialidad media y tropa está identificada con el proceso bolivariano, persisten en el seno de la
FAN focos de resistencia a los cambios dispuestos a rebelarse contra el poder constituido, cuando
se presenten las condiciones para ello. Esto se ve alimentado, igualmente, por tendencias de
descomposición moral activadas durante los años del puntofijismo y que no han sido combatidas
con decisión en la actualidad.

La iglesia católica, por su parte, ha jugado un muy activo papel dentro de las fuerzas
de la contrarrevolución, lo cual se refleja en las acciones y declaraciones de sus máximos
representantes. Esta situación es totalmente comprensible a la luz del carácter profundamente
conservador y del rol que históricamente ha jugado esta institución en contra de los cambios
revolucionarios. A estas posiciones se suman las numerosas sectas religiosas al servicio del
imperialismo. No obstante, existen numerosas comunidades cristianas de base, algunas de ellas
orientadas por la «teología de la liberación», que se han solidarizado con el proceso de cambio.
Esta situación, aunada a la condición predominantemente cristiana de nuestro pueblo, incluyendo
al máximo líder del proceso.

Con un mayor protagonismo aún han actuado los medios de comunicación (TV,
radio y prensa escrita). Estos se han convertido en los principales operadores políticos de la
oposición al cambio. Dichos medios se encuentran mayoritariamente en manos de grupos
económicos nacionales, que responden plenamente (en lo informativo, propagandístico y cultural)
a los dictados del Departamento de Estado del gobierno de los EE.UU., como reflejo de los
mecanismos de dominación del pensamiento de las grandes masas por parte del imperialismo. Con
la finalidad de romper el monopolio mediático del gran capital y establecer una verdadera libertad
de prensa y expresión, en general, el Estado venezolano ha ampliado la capacidad de difusión de
las televisoras y radios públicas y ha estimulado el desarrollo de los medios alternativos, populares
124

y comunitarios con relativo éxito. Lo nuevo está por hacerse.

La resistencia como categoría de los pueblos.

I. La resistencia como modo de vida

La resistencia es la perseverancia en la lucha; una reinvención constante en un mundo


cambiante, confuso y turbulento. Antropológicamente ella debe verse como una condición natural
del ser humano en sociedad y tiene validez mucho más allá de la salvación del individuo; pretende
la sobrevivencia de la mayoría a manera de grupo distinto e identificable. La presencia de la
resistencia étnica demuestra que la sociedad que la tiene es un organismo vivo. Esa confirmación
es a su vez, una ponderación de su importancia como fuerza social, y un probable pronóstico sobre
su victoria final para mantener intacta la identidad grupal.

Habrán otros factores políticos, económicos y religiosos, quizás más importantes, que
intervienen en el auge o no de la resistencia, pero sin la condición humana ninguna Nación puede
sobrevivir. Existen otros componentes también importantes: la receptividad, la paciencia o el
acomodo, para que la resistencia étnica sea triunfante. En el salto cualitativo, a veces resulta más
efectivo el astuto que el valiente o más fuerte.

La resistencia en tanto categoría teórico práctica se implementa con la llamada subversión


intracultural. Esta tiene que ver con la manera de comportarnos como saldo histórico acumulado.
Todo proceso de cambio parte, en primer lugar, del individuo y su familia. Culturalmente se tienen
valores y comportamientos ideológicos muy parecidos. Se leen casi los mismos autores y obras, se
educa a los hijos con determinados patrones, se viste con rasgos distintivos particulares. Entrar a
una casa de un miembro de esta “tribu”, es llegar a la propia, por los elementos comunes que la
componen, tanto en el plano estético, y por “la buena vibra” que se respira en ella. Los valores
compartidos, la indignación contra lo injusto, las utopías como retos simbólicos, actúan igual que
signos que desafían los códigos hechos por las élites. Muchas de las personas que liderizan
procesos actuales vienen de ese irreversible relevo familiar que se prolonga en una herencia firme
que continuará la lucha cualquiera sea el sujeto y las circunstancias.

Esta tenacidad está muy ligada a la llamada “Corriente histórica social”. Bajo el imaginario
de ser continuadores de la lucha de Guacaipuro, se ha creado una visión de largo aliento que, de
manera sostenida y prolongada, da una sustentación para el perdural societal. Nuestra complejidad
histórica espiritual, afincada en “lo popular”, fabrica imaginarios para resistir, donde el guerrero, o
persona referencial de lucha tiene una especie de síndrome de la eternidad frente a la muerte. El
que resiste nunca muere, caso Argimiro Gabaldón o Emiliano Zapata, quienes siguen vivos
produciendo fantasías capaces de crear acción, de ahí su importancia pues se traducen en hechos
prácticos transformadores.
125

Frente al político intermediario, quien resiste, más que un profesional de la política,


es un guerrero. Un guerrero de la vida que siempre caminará por senderos paralelos. Las orillas
serán su camino, por cuanto su fin no es el poder, sino… resistir. Al entender que toda sociedad
nace con sus contradicciones, la condición del guerrero que resiste es la lucha perenne contra todas
las formas de opresión.

Persiste en una especie de bolsones del tiempo la presencia de un sentimiento


levantadizo y armado que se mantiene intacto para la rebelión: Esa terquedad es la misma que
expresa un graffiti escrito con creyón en una vieja iglesia rural: “He esperado tanto tiempo arma
mía”. Por eso nuestro reciente pasado cimarrón siempre tuvo hombres dispuestos a la rebelión-
liberación. Esta resistencia renace de siglo en siglo y es asumida por el pueblo con sus propios
esfuerzos y aportes. Al no desaparecer, en tiempos espaciales de crisis y enfrentamiento, la cultura
originaria retoma de nuevo el camino.

Podría ser un gen memorial comunitario o eso que llaman proceso, por lo inconcluso y por
hacer. Si no, ¿de dónde vendrá esa insistencia de persistir en lo imposible? Es una constante
reinvención para adaptarse a los nuevos tiempos y complejidades. Una nueva praxis con mayores
contenidos conceptuales pero que en el fondo no es más que algo presentido y por realizar. Lo no
nacido impulsa más a la acción.

Dos contrarios están en el todo: la Cultura de la Dominación, y la Cultura de la


Resistencia. Esas dos fuerzas continúan chocando, apareciendo una tercera la Cultura la de la
Liberación. Ella tiene como principio el rescate de la autonomía y la formación integral del ser
humano. Ve la cultura como sinónimo de vida. O como lo plantea Galeano, al implicar a la cultura
con la creación de espacios de encuentro, de símbolos y memorias colectivas, a las profecías de la
imaginación, incluyendo la lucha contra lo que nos impide ser.

Una de las formas de neocolonizarnos fue sembrar la idea del pasado como cosa
atrasada. Es el tiempo de redescubrirnos. Desenterrar para comprender lo que fuimos. Lo autentico
que queda, traerlo al ahora y ubicarnos en el presente sin que sea una repetición, pues ha salido de
una subjetividad de lucha, alterna en las periferias insurgentes de nuestra complejidad social. El
nuevo orden nunca nacerá del centro del poder.
Jan de Vos en “Paisajes rebeldes. Una larga noche de resistencia indígena”, define
tres estrategias aplicadas a lo largo de cuatro siglos y medio de dominación colonial y neocolonial:
la resistencia abierta, la resistencia velada y la resistencia negociada. La primera forma de
resistencia consistió en levantamientos armados en momentos de opresión particularmente aguda,
pero incluyó también los movimientos de retirada territorial efectuados por varios grupos o
individuos hacia los despoblados, fuera del control gubernamental.
La segunda forma se refiere al conjunto de prácticas cotidianas, de alguna manera
permitidas por las autoridades civiles y eclesiásticas por ser consideradas inofensivas o imposibles
de erradicar. Entre ellas, cabe mencionar también a las que pudieran pasar por inadvertidas, ya que
sus autores las llevaban a cabo a escondidas, en la intimidad del hogar o el aislamiento del monte.
El silencio, que siempre tenemos, la suspicacia recelosa ante lo extraño, también nos ha permitido
mantener nuestro perfil cultural, como forma de sobrevivencia.
126

La tercera categoría, finalmente, está constituida por aquel espacio intermediario en


donde los indios –y entre ellos sobre todo los caciques y los demás principales de la comunidad-
hicieron concesiones menores o mayores a sus dominadores con el fin de salvaguardar o conseguir
privilegios, no sin correr el riesgo de perder parcial o totalmente su autonomía. Por eso en
cualquier conglomerado aparentemente uniforme y hostil, cuadrado con el enemigo, siempre
podría haber aliados. En el campo de lo social nada es monolítico.
Todas estas categorías están inmersas en las naciones fronterizas que se resisten a
respetar como condición per se los cánones de un Estado nacional que ellos no gestaron por ser
pueblos originarios.

Mario Briceño Iragorry, quien subestimó al componente indígena venezolano para


reconstruir nuestro ser cultural, prefiere levantar perspectivas a través del rescate de lo local.
Plantea buscar un mayor vigor penetrando en los intersticios del espacio, hurgando en las historias
regionales, en lo local como referencia para la resistencia y a la realización de cambios parciales:
“Un pueblo es por ello tanto más histórico cuando mayor vigor y penetración en el espacio y el
tiempo han alcanzado los “cánones” que conforman y dan unidad al genio colectivo. Al no haber
asimilación histórica como pueblo nuestra colectividad carece de resistencias que le permitan
luchar contra los factores disvaliosos que se han opuesto, ora por los abusos de la fuerza, ora por
los desafueros de los demagogos” (Briceño, Mensaje…p. 103). Afirma que vivimos de lo
superficial y en reacomodo continuo, ello por “carecer el país de vivencias defensivas que
resguarden uniformemente su peculiar fisonomía”

La dispersión social y regional ocurrida por lo que Briceño Iragorry llama “feudalismo
anárquico” ha impedido la unidad nacional: “El feudalismo anárquico, que insurgió con la
exaltación de los caudillos, llevó a la disgregación de los grupos que pudieron haber realizado en el
campo cívico una obra perseverante de superación y que hubieran podido crear un tono reflexivo
para nuestras tareas político–culturales”(Briceño, Dimensión…p.141) Aún con esta aparente falta
de “homogeneidad histórica” la resistencia siguió perseverando en nuestra formación social.

Briceño Guerrero, ha dado a llamar “discurso salvaje” al comportamiento anárquico de


muchos de nuestros afrodescendientes. Vivencialmente hay ejemplos de esta resistencia en
nuestras regiones negras: fábricas de muñecas negras, comidas antiguas y elementales,
sincretismos religiosos con muchísimas deidades para cada ocasión. Santos que hacen frente al
dios castigador y monoteísta con el placer y diversidad. Los llamados “estudiados” que vuelven
con su aquerencia a su región de origen con ansias transformadoras. Toda una protesta que incluye
la suspicacia hacia un orden no les pertenece. “Nos trajeron obligados para acá, tu progreso no me
interesa”, es la lógica de ese aparente salvajismo y desorden. De nada valdrá que se les fabrique en
sus espacios la pasarela preventiva, el flechado de veredas, la cesta para la basura. Sencillamente
no la utilizarán.

En el plano del mestizo, quien se ha quedado en orfandad e intemperie frente al


indígena y el negro, también se dan múltiples formas de resistencia. La jerga, el mal hablado
idioma, es una forma más de enfrentar algo que genéricamente le es ajeno, por ser una lengua de
conquista.
127

Nuestro pueblo, excluido de lo más elemental para la vida tuvo que crear una cultura de
sobrevivencia. Tomó sobras de la bonanza enriquecedora de otros para resistir. Agarrar aunque sea
fallo fue la razón imperante. Pero la resistencia continuaba su sino; ante el atropello generalizado
se realzó la reciprocidad y la solidaridad como herencia histórica, resemantizada y resignificada en
las nuevas condiciones. Encerrados en laberintos urbanos impenetrables crearon una privacidad
colectiva en su gran vida cotidiana pública, compartida solidariamente para sobrellevar las
carencias y aupar juntos la esperanza revolucionaria.

La síntesis de un sujeto social con rasgos irreductibles se fue tejiendo en una urdimbre
afectiva, Se conforma una trama de relaciones familiares, grupos de paisanos y compadres. La vida
urbana después de continuas migraciones y mudanzas, generó nuevas redes. La relación juvenil de
la misma escuela, del mismo curso o generación en la universidad, sobre todo, cuando los ligó una
actividad organizativa o política o de grupos de estudio y diversión. En el barrio, los compinches
de toda la infancia y juventud, los convives de la pandilla de aventuras y fechorías. Los que
después fueron compañeros de curso en el cuartel, en la cárcel. Los que estuvieron juntos en el
trabajo juvenil y que participaron en diversas actividades reivindicativas. Los que se ligaron en
excursiones y respetaron la naturaleza, reforzados por los cuentos de sus padres de un pasado
bucólico reciente. Los compinches de “palos de los fines de semana o días libres. Toda esta trama
viene a ser parte de la vida habitual de los venezolanos. Estas cotidianidades van conformando una
gran familia de grupos sociales vivenciales, creando lugares de encuentro, identificación con
proyectos y vivencias socializantes que han formado lazos de por vida.

En el plano mundial la resistencia tiene otras características. Al desaparecer el bloque


socialista, el capitalismo global decide cuando ve sus intereses en peligro. Hasta ahora, ninguna
experiencia ha podido superar el guión del mercado. Cualquier intento es permeado por la
dinámica del capital. Frente a esta minusvalía, los pueblos que resisten, de variadas formas, crean
bolsones de resistencia. Frente a la unipolaridad globalizadora del mercado se viene
implementando la mundialización solidaria entre los pueblos, siendo una de sus expresiones la
soberanía como precepto de respeto y autodeterminación.

En estas variadas formas se implementan sociedades más inclusivas; socializaciones


de las ganancias del Estado en medio de una retórica que llama al socialismo por inventar. En ese
sentido, algunos entienden el reformismo como una resistencia al capitalismo salvaje. Reforma
para recomponer el tejido social maltrecho y avanzar. Superar un poco las necesidades mínimas
para poder soñar más allá del economicismo y la sobrevivencia. Ahora, en este plano, todo
reformismo tiene un techo. La pregunta existencial sería ¿Cómo hacer resistencia insurreccional al
reformismo sin que se pegue la derecha y las fuerzas imperiales? Solos es casi imposible, por ello
la necesidad de construir un nuevo Bloque Histórico entre Naciones.

Parte de otra respuesta se podría conseguir en la formación de Comunidades de vida.


Conglomerados populares que han logrado elementos mínimos de autogestión y con independencia
de clase vienen construyendo la subjetividad socialista, destacando valores, saberes tradicionales,
logrando consensos de construcción mediante una cultura y una racionalidad diferente al cultivo de
la angustia. Deconstruyendo viejas estructuras de dominación y pensando en la herramienta
cultural en su visión integral y operativa, en una rebelión permanente contra todo lo que atente
contra la vida. Prefigurando desde nuestras cotidianidades la sociedad del mañana, desbordando y
128

violentando constantemente el poder constituido. Creando medicinas sociales para la curación, re-
generación y renacimiento del buen vivir

Por eso es necesario desarrollar una nueva cultura política, otra concepción de la vida
que permita generar en el hombre una conducta diferente ante a sí mismo y frente a la naturaleza.
Empleando formas de lucha diferenciadas de las conocidas hasta hoy, en la perspectiva de una
rebelión popular universal. Demoler el bunker de la ortodoxia y en definitiva inventar, resistiendo
y haciendo.

Nuestro pueblo es sabio y conoce de consistencias. En su tenacidad maliciosa lo dicen:


“Aquí compae, aguantaito”. Entiende además, que “gallo que resiste, aunque no gane, ta’ gueno
pa’ sacarle cría”. Con sus saberes, nuestra gente fabrica la continuidad infinita de la lucha.

II. Abya Yala, claves de resistencia para la vida buena


Existen muchos aspectos de las etnias autóctonas en Mesoamérica que son importantes de
estudiar para valorizar y comprender la emergencia indígena en Latinoamérica.

Sin orden jerárquico se puede empezar mencionando en primer lugar, el estrecho contacto y
equilibrio con que vivían las etnias con su ambiente y la protección del mismo, lo cual han
demostrado a través de los siglos. La construcción de presas, canales terrazas agrícolas y el uso
racional de la flora y la fauna son excelentes ejemplos de conservación del ambiente.

La ventaja que demuestra un enfoque histórico como el de la arqueología en el largo plazo,


es que el cambio cultural resulta inevitable y, no por ello, malo o terrible. Como regla general, a
través de los milenios se ha visto que el hombre casi siempre se resiste a la renovación, pero en el
análisis final la cultura varía y las grandes transformaciones son factores vitales para la
permanencia de la etnia o el grupo. No necesariamente la alteración implica la pérdida de
identidad. El producto final puede ser el resultado de un progreso, no del retroceso. Culturalmente
hablando, el individuo no es importante sino el sostenimiento de la cultura y los aspectos más
básicos de la identificación grupal. Si para sobrevivir hay que sacrificar las alternativas más
aberrantes para mantener la unión democrática de la mayoría, así debe ser.

Para tener una idea de la manera de pensar, actuar y filosofar de la vida cotidiana del
indígena, es necesario deslastrarse de las lógicas de la cultura occidental. “Desnudarse”
conceptualmente para sentir, intentando minimizar la tendencia al juicio sobre “lo que debiera de
ser”, actitud que nos impide comprender otras lógicas, otros tiempos mentales. Nuestros juicios
siempre sepultan cuando chocan con otra estructura mental, otras formas de ver la vida que
deberían de ser totalmente respetables.

Para lograr algunas aproximaciones a la vida cotidiana indígena, se tomó como referencia
un testimonio oral de Rigoberta Menchú, indígena guatemalteca. Seguir su voz, significa
sumergirnos en nuestro interior extraviado, porque sus lógicas despiertan sentimientos que
creíamos caducos, encerrados como estamos dentro de nuestro universo inhumano y artificial,
donde nos hemos acostumbrado a lo horroroso y ya nos parece normal. No se trata, en ningún caso,
de una actitud maniqueista de pensar que lo que dicen es lo más acertado; es más, la
129

heterogeneidad de los grupos étnicos y los diferentes cambios que han ocurrido en sus
mentalidades como producto del hambre, la influencia de la industria cultural, la marginalidad
estructural etc., no garantizan que una muestra sea representativa de un conglomerado no
uniforme. Aún así ahí van estas lógicas.

Lo que nos dice Rigoberta Menchú es verdadero y simple, esa voz indígena nos conduce a
un universo conmovedor, poético, y a menudo trágico. “Dentro de la cultura Maya, todo está
previamente calculado, esta es la razón por la cual todo acontecimiento presente debe encontrar su
explicación en el pasado, debe estar ritualizado para ser integrado a lo cotidiano, porque lo
cotidiano también es ritual”.

Un juicio de anacronismo conservadorista sería fácil de hacer cuando palpamos el


desprecio del indígena a utilizar instrumentos más tecnificados. Sin embargo, en el fondo se trata
de preservar los conocimientos productivos genéricos como una manera de impedir el derrumbe de
su estructura social. Las prácticas unidas a los cultivos, a la cosecha, y a la cocción del maíz, son el
asiento de la estructura social de la comunidad. Un ejemplo sería el moler el maíz con piedra...
“muchos terratenientes hubieran querido poner un molino para moler la masa de todo el pueblo.
Pero el pueblo dice no. Poco a poco ellos entran con máquina y después son dueños de todo”.

El secreto que no dan, el hermetismo, su silencio milenario, la otra cara al conquistador;


mientras clandestinos mantienen su identidad. La referencia más inmediata es el Popol Vuh; “A
quienes os pregunten dónde estamos, decidles lo que conocéis de nuestra presencia y no
más”...”Aprended a cuidaros, guardando nuestro secreto”.

En cuanto a la educación, prevalece la orientación antiegoista y de respeto a lo natural:


“Inmediatamente cuando el niño nace se le amarran sus manitos, o sea, se le ponen rectas sus
manitos y sus piecitos. Esto significa que sus manos son sagradas, tienen que actuar donde tienen
que actuar, o sea, nunca van a robar; el niño nunca va a abusar de la naturaleza, sabrá repartir.
Sabrá respetar la vida de todo lo que existe. Se le amarran precisamente para que no acumule cosas
que la comunidad no tiene y sepa repartir las cositas, que sus manos tienen que estar abiertas”...
“inmediatamente pensamos que la escuela del niño tiene que ser la comunidad, que el niño tiene
que vivir con los demás.”

Desde el mismo momento en que el niño nace, se le hace una bolsita, donde lleva ajo, un
poco de cal, sal, tabaco, (que es una planta sagrada)... “ese morralito se le pone al niño al cuello.
Esto significa que el niño sabrá enfrentar todo lo malo que existe. El mal para nosotros es como un
espíritu, que sólo imaginamos que existe. Un mal sería que el niño sea chismoso; el niño sabrá
respetar todo lo que sea de nuestros antepasados. Es un poco la idea del morral”.

Los grupos familiares más cercanos, junto a los representantes comunales hacen un
compromiso con el niño: “Que tienen que seguir enseñándole al niño cuando sea grande y que ese
niño tiene que ser un ejemplo como los señores elegidos. Así se hace una pequeña charla, cuando
los padres hacen también el compromiso y lo integran a la comunidad, hacen un compromiso con
los antepasados de enseñarle a guardar todos los secretos, que nadie puede acabar con nuestra
cultura, con nuestros secretos”. Se produce una transmutación entre el niño y los elementos
naturales mediante una oración que dice: “Ni un terrateniente podrá acabar con todo, ni los ricos
acabar con nuestras costumbres. Y nuestros hijos, aunque sean trabajadores, aunque sean
130

sirvientes, sabrán respetar y guardar sus secretos” Y así se menciona el maíz, el frijol, a las yerbas
más importantes. Se le dice al niño que se va a alimentar de maíz y desde luego, está formado de
maíz ya que su madre comió maíz cuando el niño se formó. Entonces, el niño sabrá respetar y
coger un grano de maíz cuando esté tirado en el suelo, ya que el maíz cuesta el sacrificio de la
tierra que también es humana”.

En lo referente al Dios occidental y sus concepciones naturistas: “Tal vez dios, esa palabra
no la tenemos, pero es relacionada porque es el padre único que existe. Pero como canal para llegar
a ese único, hay que amar al maíz, al frijol, a la tierra. El padre único es el corazón del cielo que es
el sol. Es masculino porque la madre que nosotros consideramos es la luna. Es una madre tierna y
al mismo tiempo alumbra”. “Aceptar la religión católica no es como aceptar una condición,
abandonar nuestra cultura, sino que es como otro medio. Si todo el pueblo cree en ese medio, es
como otro medio por el que nosotros nos expresamos. Es igual como que nos expresáramos con un
árbol, por ejemplo, consideramos que el árbol es un ser, parte de la naturaleza y que ese árbol tiene
su imagen, su representante o su nahual para canalizar nuestros sentimientos al dios único. Esa es
nuestra concepción indígena”.

Lo sexual es visto como lo más natural, lo que da vida, la cosecha humana, por ello no
comparten los controles de natalidad. “Para nosotros indígenas, no hacemos distinción entre el
homosexual y el que no lo es, porque eso ya surge cuando uno baja a otros lugares. No hay tanto
rechazo por un homosexual como hay entre los ladinos que es algo que no pueden mirar. Lo bueno
entre nosotros es que todo lo consideramos parte de la naturaleza. Entonces, por ejemplo un
animalito que no salió bien, es parte de la naturaleza y así una cosecha que no dio tanto, decimos
que no se ambiciona más de lo que se puede recibir. Es una cosa que llega con el ladino. Un
fenómeno que llega con el extranjero...”.

Como naturaleza misma no comparten los controles de vida. “Lo que pasa es que para
nosotros tomar una planta para no tener hijos, es como matar los propios hijos. Es destruir la ley de
nuestros antepasados de querer todo lo que existe. Lo que pasa es que nuestros hijos se mueren
antes de nacer o unos dos años después, pero ya no es nuestra culpa. Es la culpa de otra gente”.

El compromiso que adquiere el novio al buscar su pareja no es solo con ella sino con sus
padres, la comunidad y los antepasados. Este proceso de “pedir la mano” lleva cuatro ceremonias
de visita con los parientes del contrayente en donde se pide perdón por las afrentas hechas a la
historia de sus antepasados y se brinda por el porvenir de las nuevas generaciones. La bebida y el
tabaco adquieren otros significados: “Después seguirá el cigarro, y las copas que significan mucho.
Por cada copa se dice como una oración: que era el vino sagrado de nuestros antepasados, que ellos
no estaban privados de hacer su propio guaro (licor de ágave). Que hoy el mundo es diferente.
Ahora nos privan de nuestra propia bebida. Entonces, esta bebida es sagrada, dicen ellos. Esta
bebida nos hace mucho pensar. Viene la segunda copa, también es diferente la oración. Esta
oración dice que nos comprometemos a defender nuestra bebida. Que aunque escondidos, la vamos
a hacer y la seguiremos haciendo. Que nuestros hijos seguirán haciendo esta bebida, hasta cuando
pasen todas las generaciones que van a pasar”... “Después dejamos el guaro que traen, porque no
se toma todo. Nadie se emborracha, porque tiene que ser una fiesta sagrada. Dejan todos los
restos”. Y viene el compromiso de resistencia cultural: “también dice, veremos a hijos muertos,
antes de ser mayores pero con esto tendremos que seguir viviendo como indígenas. Y ya
prometemos los dos: ‘Entre los dos trataremos de dejar dos, tres semillas que sigan reproduciendo
131

lo que nuestros antepasados. Aunque nuestros hijos se mueran antes de tiempo, pero quedarán
siempre algunos para seguir viviendo”.

La resistencia y referencia constante al pasado se destila a cada paso: “La mayor parte del
pueblo no sabe leer, pero por cultura oral se dice que los españoles violaron a los mejores hijos de
los antepasados, a la gente más humildes y en honor a esa gente más humildes nosotros tenemos
que seguir guardando nuestros secretos”

Miguel Angel Asturias escribió en la obra “Hombres de maíz: “Aquella noche que pasó
aullando como coyote, mientras dormía como gente”. Esto tiene su explicación en la cultura
indígena. Todo niño nace con su nahual. “Su nahual es como su sombra. Van a vivir paralelamente
y casi siempre es un animal el nahual. El niño tiene que dialogar con la naturaleza. Para nosotros el
nahual es un representante de la tierra, es un representante de los animales y un representante del
agua y el sol. Y todo eso hace que nosotros nos formaremos una imagen de ese representante. Es
como una persona paralela al hombre. Se le enseña al niño que si se mata a un animal el dueño de
ese animal se va a enojar con la persona, porque le está matando al nahual. Todo animal tiene su
correspondiente hombre y al hacerle daño se le hace daño al animal.

Partiendo de esta creencia se crea una especie de zodíaco que permite analizar y predecir
psicológicamente la conducta del niño: “Nosotros tenemos divididos los días en perros, en gatos,
en toros, en pájaros. Cada día tiene un nahual. Si el niño nació el día miércoles, por ejemplo, su
nahual sería una ovejita. El nahual está determinado por el día de su nacimiento. Entonces para ese
niño, todos los miércoles serán su día especial. Si el niño nació el día martes, es la peor situación
que tiene el niño porque será muy enojado. Los padres saben la actitud del niño por el día en que
nació. Porque si le tocó como nahualito un toro, los papás dicen que el torito siempre se enoja. Al
gato le gustará pelear mucho con sus hermanitos.

En todas estas narraciones se nota el énfasis de poner al hombre como naturaleza. El


Hombre es el universo. “Todos los reinos que existen para nosotros en la tierra tienen que ver con
el hombre y contribuyen al hombre, no es parte aislada del hombre; que hombre por allí, que
animal por allá, sino que es una constante relación, es algo paralelo. Eso lo podemos ver en los
apellidos indígenas. Hay muchos apellidos que son animales. Por ejemplo, Quej, caballo”.

Estos son algunos de sus conceptos, muchas de sus afirmaciones no hay que tomarlas para
la generalidad de los indígenas, pero son un cuadro referencial básico para entender nuestras
culturas mesoamericanas.

III. Enseñazas socialistas de nuestros pueblos originarios


(Muestras de las lógicas de resistencia indígena)

Frente a la ilegitimidad o crisis civilizatoria de occidente, emergen las civilizaciones


ocultas que durante años de opresión han aprendido resistiendo. En el imposible esquivo
intercultural han modificado sus imaginarios, costumbres y formas de vida, pero también han
crecido en dignidad. El camino hacia una reconstrucción de la dignidad del ser humano permite
vislumbrar horizontes civilizatorios de mayor altura, correspondientes al trazado de una nueva era
histórica
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Estos pueblos construyen sus derechos ciudadanos que se encontraban secuestrados por los
“usos y costumbres” del poder. En ellos se encuentran lecciones milenarias de resistencia que
implican necesariamente el silencio, el secreto y la clandestinidad ya reseñada en el mismo Popol
Vuh. El silencio al hablar con extraños sobre su situación actual es una estrategia de sobrevivencia
que ha sido largamente empleada por los mayas. El silencio se ha convertido en una afirmación de
la identidad y un capital simbólico con el que los grupos subalternos construyen frágiles defensas
respecto a los centros de poder. La táctica del silencio implica también, asumir una actitud de no
colocarse al nivel del otro, dejarlo que se embriague y ahogue en el mismo jugo de sus
contradicciones. Incólume ante los deseos y maneras de ser de una patología ajena y occidental.
Esto tiene que ver con haber concebido o sentirse parte de un proyecto de larga duración histórica.

Lo que se observa en las llamadas comunidades en resistencia, es que los indígenas en vez
de racionalizar la violencia, buscan otros sentidos mediante la creatividad y la imaginación en las
estrategias cotidianas de reconstrucción. Parte de su identidad se reconfigura, a través de nuevos y
dolorosos caminos. En la medida en que la violencia sucia y el terror destruyen el sentido de lo
amado, la gente se esfuerza por recrearlo a través de la resistencia, el respeto mutuo, el humor, la
ironía, la esperanza y la voluntad.

Para nuestros pueblos originarios la trampa positivista del progreso se evade con recelo y
audacia. Han desplegado lo que podríamos llamar su dimensión utópica. Es decir, trabajan para
construir ese futuro que ya es nuestro. Reiteran un proyecto de una vida digna para todos.
Proponen un mundo en que nadie los venga a cuidar ni a representar. Quieren diseñar y aplicar sus
propios proyectos para salir de la pobreza en que vivimos, sin necesidad de ser dependientes, ni de
pedir permiso o autorizaciones. Una nueva relación con sus gobernantes porque así nos respetan y
los respetamos, nos obedecen y los sabemos obedecer.

Estas comunidades del sureste de México son una muestra de una reconstrucción en todos
los sentidos: casas, economías, definiciones personales y culturales. Lo que se va a crear nunca
podrá ser igual a lo que existía. La inspiración en un socialismo milenario se palpa en cada acto. A
las personas que realizan labores organizativas en los trabajos comunales no se les llama
autoridades, sino “Gente con trabajo” (ayteya’tel). Se subraya así que su función no es mandar,
sino servir. Quien obedece la palabra dada por la comunidad, “obedece la palabra que manda
trabajo colectivo”. Ch’ujun significa no sólo obedecer sino también creer en lo que se hace. Las
autoridades elegidas no obedecen en forma superficial sino que creen y realizan el “acuerdo”
comunal. En ello opera “la palabra” como cosa santa. Los cargos imponen rotación y un constante
ir y venir en la consulta colectiva.

El que ha desempeñado diversos cargos de manera eficiente y ha cumplido con los


“acuerdos” se les reconoce con el calificativo de “Principal”. Los Principales tienen trabajos civiles
y espirituales al mismo tiempo. En algunas ocasiones, ayunan y reflexionan todo el día como parte
de un proceso para resolver una dificultad. Por ello un habitante del pueblo de Guaquitepec señala:
“Si no honramos a los principales, no será el pueblo un solo corazón y empezaremos a pelear entre
nosotros”.

Los principales igualmente trabajan como peones, en las faenas comunitarias. La


comunidad cuida la integración, la protege con virtudes, la santifican. El egoísmo es un sin sentido
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ya que es la forma de quedarse solo. El individuo tiene que estar con la comunidad y estar contra
ella es como estar contra sí mismo.

En ellos existe la categoría: “ver lo bueno”, “ver lo bueno de los compadres, de los
ancianos, de todos aquellos con los que no queremos pelearnos o estar mal”. Son formas de
relación personal ritualizadas, referenciales de lo sagrado. Estas formas fortalecen las dinámicas
comunitarias de solidaridad. Antonio Paoli da un ejemplo de estas relaciones personales en el
diálogo de despedida de dos comadres:

- Que tengas el poder de mirarte a ti misma permanentemente. Cuida bien a los niños, mira
bien a los niños que ellos sólo están felices.

- Está bien, comadre, gracias.

Esta “extraña” despedida quiere subrayar la gran diferencia de conceptos que tienen los
tzeltales en relación con el mundo occidental. No se le dice a la comadre que esté bien, sino se
desea que aplique el mecanismo para estar bien, y eso es verse a sí mismo, conocerse. Relaciones
de cortesía como esta con frecuencia hace que los encuentros personales sean agradables y la
comunidad se fortalezca. La visita lleva a la inmediata comida y la despedida a un obsequio. El
respeto es una forma de estrechar vínculos, de prever conflictos. La falta de él herirá y entorpecerá
diversos procesos comunales. Estiman que “si no hay un medio ambiente de paz, tampoco habrá
respeto entre nosotros y el respeto es lo verdaderamente nuestro, nuestro derecho a la vida
profunda”.

Cuando ocurren las desavenencias se apela a un mecanismo denominado Ch’abajal, el cual


supone un proceso para pasar de la tensión a la relajación, de la enemistad a la fraternidad, de la
bulla al silencio. Puede ser un proceso entre dos personas, entre dos o más familias, entre
comunidades distintas. Implica la voluntad de reintegrarse, de dejar atrás los agravios, los malos
entendidos. En nuestra idiosincrasia sería: Volvamos a amigarnos.

Otro elemento cultural caracterizador de estas comunidades es el Ts’ikel cuya mejor


traducción es tolerar. Se suele decir: “No podemos arreglar los problemas de la comunidad sin que
alguien tolere a otros. (...) Hay que aguantar y esperar el momento de actuar con sensatez, porque
estamos mejor dispuestos para aceptar nuestras propias faltas cuando vemos que el otro ha tolerado
nuestras impertinencias”

El ts’ikel está unido al sujtesel co’tantic (“el regreso a nuestros corazones”). Esta
connotación va más allá del “perdón” cristiano. En algunas oportunidades cuando alguno o algunos
protagonistas de un conflicto no pueden realizar el “juicio de regreso al corazón” puede recibir
castigos de la comunidad. Podría permanecer amarrado a la intemperie por varios días con sus
noches, sin comer ni beber, hasta que entre en razón.

Actúa en los conflictos la organización comunal buscando la causalidad. “Desde el


principio tenemos que ver la causa de la dificultad”. Se busca “arreglar la complicación que se ha
iniciado y de esta manera eliminarla”. No es necesario firmar un acta, “lo que sí es verdaderamente
importante es reunirse. En estas reuniones se lleva también a los niños para que vean el problema y
que sepan que eso no puede volver a suceder otra vez”. Se trata, a como dé lugar “regresar a
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nuestros corazones porque así nace la vida (...) el ambiente de paz regresa otra vez porque ya
somos un solo corazón”.

Para estas comunidades, la vida que es el espíritu, requiere de la integración comunitaria,


de un ordenamiento social con sus regularidades y sus reglas, de la autoridad moral que la
comunidad ha depositado en los principales, así como de múltiples articulaciones entre la familia,
entre familias, entre compadres y amigos, entre los trabajos que se intercambian para formar una
integración colectiva.

Para ello se apela a estas actitudes virtuosas, se teoriza sobre ellas, se practican, se
ritualizan, para constituir un conocimiento aplicado sistemáticamente, controlado mediante el
discurso y la observación social, que no atañe sólo a los adultos. Una moral social donde también
los niños son copartícipes del regreso del corazón para conformar la vida del espíritu. El sentido de
estas prácticas se expresa como la búsqueda de un lelkilcuxlejal (la buena vida).

El acceso a la tierra y el uso del ecosistema pasan por los valores y las regulaciones de la
comunidad, por sus trabajos, por sus arreglos, su cooperación y su justicia. Si desaparece el trabajo
común y el sentido colectivo de la tierra inevitablemente desaparecerán estas formas de ser y de
pensar. El nosotros predomina no sólo en el hablar, sino también en la vida, en el actuar, en la
manera de ser del pueblo.

Esta combinación de rebeldía de la otredad penalizada y la organización colectiva sin


mediciones ni jerarquías, con mandatarios revocables, sumados a la convicción de que las
estructuras de poder reproducen siempre las otredades, da una validez universal y le permite
formular un nuevo horizonte. Es allí donde la sociedad occidental no tiene respuestas y donde las
que aventuró Europa del Este tampoco aportaron solución.

En estas “reconstrucciones” se han reforzado la fiesta como concepto necesario. En las


comunidades indígenas, las tradiciones festivas son una especie de motor que impulsa plazos, que
crea compromisos: vista socialmente la fiesta es un calendario –un reloj y un programa de
trabajos– que relaciona íntimamente las temporadas y quehaceres del año agrícola. Estas tareas
estipuladas en “el plan” miden y delimitan su propio tiempo y les da un sentido no sólo religioso:
sirven para “volver al corazón, es decir, bajo lo lúdico se resuelven querellas o contradicciones
internas en el seno del pueblo.

Uno de los signos más relevantes de esta lucha por encontrarse a sí mismos es la búsqueda
de una salida política y social ante la cultura del “progreso”. Por ello refuerzan “el darle peso a la
“palabra”, se intenta con esta práctica recuperar el valor de las personas, donde los compromisos
tengan el valor que les confieren las personas. Se procura crear un equilibrio entre la historia, la
tradición (lo que permanece) y lo que aparece renovado en la transformación continua.

Alfredo López Austin define la situación de este modo: “Una vida en la que se parte del
individuo, pero porque representa un gran valor dentro de su comunidad. Considerando que dentro
del conjunto de sus tradiciones, su sentido de colaboración es un valor importante, algo contrario al
desgaste del individuo en la sociedad neoliberal. No es lo mismo atomizar que individualizar”. El
modelo que puede surgir es que el individuo vale porque no está aislado sino potenciado por su
pertenencia a distintos órdenes sociales.
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La lucha de los pueblos indígenas se inscribe en una perspectiva histórica de largo alcance
que les permite vislumbrar la posibilidad de modos de organización social distintos. Obligados por
los constantes desplazamiento, despojos de sus tierras, enfrentamientos entre sí y después a
convivir, las comunidades refuerzan sus prácticas de relación consensual, aprenden a concebir la
diversidad sin jerarquías y respeto por el otro. Tejen redes de resistencia muy horizontales.
Tradición y realidad se combinan para ir construyendo la utopía de un mundo en el que quepan
muchos mundos como una modalidad posible y diferente.

Frente a una generación marcada por el manualismo, incapacitada estructuralmente para


crear nuevas culturas política, nuestros pueblos originarios dan muestras de Otra forma de ver la
vida. Inspirarse en lo propio es descubrir los orígenes, mirando el pasado con rostro de futuro.

IV. De vuelta a la utopía.

La resistencia es per se, una actitud rebelde ante cualquier forma de poder. Un des
etiquetarse existencial frente al reduccionista perenne. A nadie debe juzgarse con el criterio del
opresor. En el desafío de actuar de manera diferente al estándar diseñado, comienza la sedición
simbólica de tejer la subjetividad naciente. Las nuevas sensibilidades buscan cautivar para crear
estilos de vida discrepantes. La cotidianidad abordada con otras miradas busca anunciar profundos
cambios en nuestras vidas, diferentes a la interminable crueldad con el que fuimos construidos,
afortunadamente seguimos pendientes e inacabados.

Nadie debe temer a buscar la raíz del maleficio. Dejar de ser espectador y caricatura
andante, para autenticar nuestros propios procederes, donde cada humano en la colmena sea su
mismo dibujante, es la intención. Asirnos de una subversión intracultural que toque todas las
aristas que recuperen nuestro ser y nuestro entorno, sería el timonel.

Resistencia es sobrevivir con dignidad ante el no futuro. Vivir en la desobediencia al


mercado, obliga a construir nuevas relaciones sociales y formas de vida, aquí y ahora, recuperando
espacios para el encuentro y la disidencia cultural que nos permitan rendijas para fisgonear juntos
un porvenir conquistable. Urdir nuestra existencia con el arte del buen vivir.

Sin materia prima armónica no pueden forjarse sociedades superiores. Habría que perfilar
un gran salón de fiesta que permita la alegría, el encantamiento comunal, amigarse superando
querellas no antagónicas, ejercitar el derecho a la discrepancia, el pensamiento crítico, mirándonos,
porque ahorcando nuestros hábitos perturbados, podríamos cambiar todo.

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