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UN RECORRIDO HISTÓRICO Y SIMBÓLICO

SANTA MARÍA ZAACHILA, OAXACA. SEPTIEMBRE, 2018

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PRESENTACIÓN
Este material es un esfuerzo en conjunto por recuperar el
sentido original de “La Danza de la Pluma”, realizando un
recorrido por su historia y su simbolismo, lo cual nos per-
mitirá comprender su significado y el por qué de sus movi-
mientos y vestimenta.
Este material está inspirado en las culturas y pueblos que
realizan y viven esta danza, así como para todos aquellos
que se dejan cautivar por su belleza y movimiento.
Este material llega a ustedes por colaboración de Juan Ma-
nuel García Quintanar miembro del CENAMI, de los Pres-
bíteros Juan Ruíz Carreño y José Renteria Pérez, y de la
Parroquia de Santa María de la Natividad Zaachila. La edi-
ción y diseño a cargo del Seminarista Jesús Alberto Canse-
co Vásquez.
Esperamos sea de agrado y aprovechamiento este material
y nos ayude a amar aún más nuestra cultura.
BIBLIOGRAFÍA
1. Centro Nacional de Misiones Indígenas. Av. Xochi-
quetzal 255 Sta. Isabel Tola, GAM 07010, México,
D.F. tel/fax 55774718. cenamiforpas@terra.com.
2. Alan Gutiérrez Ramírez HISTORIA DE LA DA NZA
DE LA PLUMA O CONQUISTA.
3. Varios autores: La Filosofía: Diccionario, Ed. Mensa-
jero, Bilbao. 1974/ Brugger, Walter: Diccionario de
Filosofía, Ed. Herder, Barcelona, 1972.
4. Sejourné, Laurette: El Universo de Quet-zalcóatl, Ed.
Fondo de Cultura Económica, México, 1989, p. 20.
5. Castillo, J. M.: Sacramentos, en Conceptos fundamen-
tales de pastoral, Ed. Cristiandad, Madrid, 1983, p.
901.
6. Arquedas, J.M.: ¿Ultimo Diario?, en Obras completas,
Ed. Horizonte, Lima, Perú, 1983, p. 197.
7. Tillich, Paul: Dos Religiose Symbol, en Gesammelte
Werke V (Stuttgart, 1964) pp. 197-198.
8. Nicolau, Miguel: Antropología del signo, en Teología
del signo sacramental, Biblioteca de Autores Cristia-
nos (BAC), Madrid, 1969, p. 27.
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Los pueblos antiguos caminaron para llegar a ser pueblo.
Es la búsqueda por legar a ser pueblo buscando el pensa-
miento y la voluntad de dios, por eso aparece la peregrina-
ción representada por unos pies en forma de serpiente. Es
tener un lugar en la historia.
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RESEÑA
El lugar de la danza es “la tierra”;
para ellos significa situarse en la
realidad completa; en la tierra,
nuestra madre.
La danza, no es una danza de con-
tacto corporal. Nos sitúa perfecta-
mente en la tierra, como personas
con nuestras sandalias en la tierra.
En esta tierra queremos aceptar lo
que Quetzalcóalt nos dio en los
cuatro rumbos. Situándonos hacia
el oriente, el nacimiento del sol. Al
ir hacia el poniente, el lugar donde
dios se sacrificó en el Mictlán para
que su muerte no tuviera su forta-
leza. Fuego para poder vivir, para
conservar y celebrar el maíz, la vida, la fecundidad, es el
sur. Enfrentando hacia el norte la muerte, aceptamos la
muerte por el servicio a la comunidad; el blanco es el color
de las cenizas y de los huesos.
Bailamos en el centro –queremos que todo esté en armonía
y en equilibrio– tanto el cielo como la tierra van a quedar
como deben de estar.
Pluma: para logar el equilibrio necesitamos la intermedia-
ción; el color de cada pluma tiene también su significado.
¿Por qué hacemos esto? Para que haya la semilla –la sonaja
– baile, movimiento, vida.
Flauta, porque de nuestro cuerpo sale la intermediación.
Tambor, para que llegue a lo más profundo de la tierra.
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DANZA DE LA PLUMA
En zapoteco, Danza de la Pluma, zahatoviguetza: zaha
(fiesta), tovi (de plumas), guetza (brillante, colorida).
La danza refleja el efecto causado por los danzantes “al
brincar con tal ritmo y viveza” que semejan aves de bello
plumaje.
La Danza de la Pluma es de las joyas culturales más impor-
tantes del Estado de Oaxaca, orgullo de los zapotecos y
símbolo emblemático de la Guelaguetza. No nada más es
rico y fastuoso desde un punto de vista estético, sino tam-
bién desde una concepción simbólica y ritual.
Tuvo sus orígenes desde la época Prehispánica como una
danza que el pueblo Mexica realizaba en honor de la Diosa
Centeotl o Diosa del Maíz y de su similar del pueblo zapo-
teco la deidad Pitao Cozobi, con el sacrificio de una donce-
lla.
En honor de la fiesta patronal, una festividad religiosa de-
dicada al Santo Patrono de cada pueblo, tiene lugar la
“Danza de la Pluma”, también conocida como “Danza de la
Conquista”. Es tan prestigioso el desarrollo de este baile en
el pueblo de Trinidad Zaachila, Oaxaca (único lugar en el
estado en donde se ejecuta el baile completo).
El tema simbólico de la danza es la representación de la
conquista española sobre el imperio azteca. Se compone de
dos bandos antagónicos, cada uno integrado por 9 persona-
jes.
ACTITUDES
Guerra: hay la guer r a social o yoatl. La academia de
guerra se llamaba Xochiyaotl. La guerra que se hace para
cumplir la voluntad de Dios se llama la Teoyaotl, que signi-
fica la oposición que hay en todo: día-noche, hombre-
mujer, vida-muerte …, pero que está en búsqueda de inte-
gración; es una oposición que se integra, de allí nace el mo-
vimiento y la historia.
Danza: sabidur ía. Los antiguos pasaban la sabidur ía
cantando y danzando, en la danza se iban contando los mi-
tos donde estaba la verdad y la historia del pueblo.
Música: tiene que ver con el canto y con la danza, tam-
bién con los instrumentos que se tocan.
Canto: CUICATL, es la mitad difr ásica “la ver dad”, “la
belleza”, “la filosofía”. Simbólicamente se indica lo que va
a pasar es verdadero. Pero como el difrasismo debe terner
dos palabras “flor y canto” (IN XOCHITL IN CUICATL),
entonces hay una insinuación dramática de que la verdad
de que aquí se trata, apenas se está gestando, está formán-
dose.
Bendición: es cr uzar a alguien, ubicar lo en el centro,
colocarlo en la quinta dirección. Si es con incienso es
“colócate en el servicio”, si es con flores es “colócate en el
centro de la verdad”, si es con comida es “colócate en el
centro de la humanidad”.
Peregrinación: (ntet´i = hilar, en Otomí): hacer se pue-
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VESTIMENTA, PARTES DEL CUERPO, PERSONAS
Sangre: la penitencia, el sacr ificio.
Ombligo: per tenencia vital al lugar de la per sona. Tla-
xico: ombligo de la tierra, es el lugar de encuentro entre la
historia divina y humana, es la quinta dirección. Todas las
ciudades deben ser construidas para ser ombligos del uni-
verso. México: meztli: luna, xictli: ombligo, co: lugar. “En
el ombligo de la luna”.
Rostro: la per sona que está presente ver dader amente, a
la cual se le ve a la cara.
Corazón: (yolotl) la per sona en cuanto que actúa, en
cuanto que se mueve. Porque tiene la esencia del mundo,
del movimiento. Estamos en el signo de nahui ollin= cuatro
movimiento.
Ropa: la identidad de la dignidad de la per sona. Cuan-
do venia alguien por su vestido se sabía de qué pueblo era
y que dignidad tenía. Ayate o áyatl: ayate, capa cuadrada
que se usaba como prenda masculina de vestir entre las di-
versas familias indígenas, para fines de protección contra el
clima, protección más bien simbólica dada su mucha lige-
reza. Tenían además un fin práctico, puesto que se utilizaba
para cargar con facilidad objetos o alimentos de un lugar a
otro.
Ancianos o Huehue: sabidur ía. Hay consejos de ancia-
nos y al sabio le ponen barbas, en los códices Quetzalcoatl
aparece barbado. Hay un tambor que se llama huehuetl.
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El primer grupo es el de los españoles, formado por Hernán
Cortés, Pedro de Alvarado, 2 pajes, 1 teniente, 2 soldados y
1 alférez, éste último, enarbola la bandera española.
El segundo grupo es el de los aztecas, figurando aquí el
emperador Moctezuma, 2 teotiles, 2 capitanes de puerta y 4
reyes.
Cada bando cuenta con su respectiva doncella, mejor cono-
cidas como “malinches”, una con vistoso sobrero y vestido
de terciopelo, la otra ataviada con su original huipil, diade-
ma de plumas y carcaj de flechas en la espalda; ambas son
las acompañantes de Moctezuma y de Cortés, respectiva-
mente.
Al inicio del baile pueden aparecer 2 animadores o bufones
(los campos), con el propósito de amenizar el espectáculo;
así se establece un marcado enfrentamiento estético y sim-
bólico.
Entre redobles de tambor y el sonido autóctono de las sona-
jas de hojalata, comienza un baile en el que los danzantes
ejecutan impresionantes giros, incadas, piquetes y saltos. El
salto de los danzantes es complicado, ya que se ejecuta un
giro de medio cuerpo en el aire, para finalmente caer en
una sola rodilla y al mismo tiempo en preparación para el
siguiente paso, con movimientos cósmicos del solsticio y
equinoccio; formando grupos de 4 danzantes que represen-
tan las estaciones del año y los cuatro puntos cardinales.
Los danzantes, a su vez, portan venablos con puntas de
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obsidiana o macana de mezquite pintado de colores. Esen-
cialmente el baile consiste en la representación del enfren-
tamiento entre los españoles y aztecas.
Los españoles, con actitud intimidante e invasora, causan
alarma y desconcierto entre los naturales. Los aztecas, in-
tentando proteger a su emperador, acaban rindiéndose ante
la fuerza del conquistador español. En un acto de sumisión,
los aztecas bajan la cabeza y tienden sus manos para ser
encadenados, entre música y movimientos dramáticos.
La música y letra fueron escritos por frailes dominicos, con
el propósito de que sirviera como un instrumento audiovi-
sual (música y baile) para la evangelización, según consta
en el Códice Gracida Dominicano sobre la Danza Ya-ha-
zucu, del siglo XVI y con la finalidad de fusionar ambas
razas, del politeísmo al monoteísmo, y dar para al sincretis-
mo cultural y religioso con su complejidad y diversidad de
creencias que trae consigo aun en la actualidad.
También cabe señalar que la música contiene partituras de
sones, chotism mazarcas, polcas, redobles y marchas de in-
fluencia francesa y española.
Los penachos utilizados (tejidos a mano, se caracterizan
por su colorida y belleza artesanal, en forma semicircular
con plumas de colores, medallones de listones y espejos
enmarcados de hojalata con grecas, jeroglíficos y cintas de
telar (barbiquejo).
Es de destacar que todo el vestuario de los danzantes está
cargado de contenido y significado religioso y ritual, hecho
tenía la cara rumbo al oriente. La puesta del sol y la noche
eran símbolo de la novedad, de los antecedentes del inicio
de la muerte, sin la cual no es posible mañana el nuevo día,
la vida nueva.
Luna: símbolo de dios (femenino).
Rayo: mediación del agua, de la vida, inter mediación
hacia la vida.
Fuego: símbolo de la vida, er a el centro de la cueva
donde se desarrollaba la vida de nuestros ancestros. Es la
más antiguoa representación de dios, nombrado Huehue-
teotl y Xiutecuhtli.
Nubes: las nubes en la cultur a náhuatl, son símbolo de
la presencia de Dios, de allí viene Amixtlan su raíz es
“mixtli” que significa “nube”.
Cielo: el cielo ILHUICAN, se usaba par a designar “lo
trascendente”. La verdad del canto que oyó el indio, como
los elementos religiosos que se han añadido, se ha hecho
un canto celestial, es decir, una verdad trascendente.
Tierra: dios femenino, dios que da la vida, dios sobre el
cual nosotros vivimos, hacemos la experiencia de dios
cuando la trabajamos. Es sacramento de dios.
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ausencia de luz y calor, sacrificio penitencia para que la hu-
manidad nazca, el poniente. En los antiguos códices se uti-
liza el color negro para señalar los límites.
Azul= vida masculina, el nor te, en algunos códices re-
presenta el centro.
Amarillo= vida femenina, el sur.
Verde= vida vegetal, vida que se renueva, vida perenne,
el centro.
Blanco= muer te de la humanidad, también entendida
como sacrificio, la muerte del hombre para llegar a Dios, es
el color de los huesos, de la ceniza, en algunos códices
también representa el norte, el lugar frío, la región de los
muertos.
Morado= la realiza del Tlatoani, representa el poniente.
Negro y rojo= la escr itur a y el saber.
ELEMENTOS DE LA NATURALEZA
Viento: quiere decir Ehecatl Tecutli Quetzal-coatl. Sím-
bolo divino de intermediación. En la cultura náhuatl, viento
Ehecatl, era personificación de Quetzalcóatl, advocación
divina del creador.
Sol: símbolo de dios (masculino), así aparece en los có-
dices, es Quetzalcóatl. El sol es el símbolo de Dios y de la
vida. Cuando un sacerdote subía al templo dedicado al sol
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principalmente de manta blanca; la camisa o casaca y el
calzón con franjas de brocados de colores verde, blanco,
morado y rojo (esperanza, pureza, penitencia y sacrificio)
con flecos dorados, blusa corta de terciopelo con bordados
y adornos (en el pecho un corazón) “manjar de los dioses”,
también llevan tilma y mandil (nobleza y fertilidad) de tela
sacra con aplicaciones de galón o encajes, calzando huara-
ches conocidos como “cacles”, a su vez los soldaditos vis-
ten uniforme de la época del porfiriato con chaqueta y pan-
talón en color negro o azul oscuro, los militares de alto ran-
go llevan puesto el bicorne (sombrero de dos picos) en for-
ma de abanico con distintivos, insignias y plumas de aves-
truz.
Esta danza, llega a sufrir ligeras variaciones de acuerdo a
los directores o maestros de la danza, es de los símbolos
más importantes del pueblo de Trinidad Zaachila Oaxaca.
Belleza y colorido se conjuntan en cada uno de los ejecu-
tantes de la danza. A su vez, cada uno de los danzantes for-
ma un todo, sincronizados al compás de una música que
vibra, se siente y fluye a lo largo de sus cuerpos.
Existen peculiaridades y variaciones entre las danzas de la
pluma del Estado de Oaxaca; sin embargo, muchas de ellas
presentan similitudes y características distintivas que hacen
a cada población única en la versión de su danza, en el va-
lle de Oaxaca.
Algunas comunidades resguardan celosamente su argu-
mento gracias al legar de generación en generación, por
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cientos de años, los bailes, la música y los parlamentos así
como las coreografías que en algunas poblaciones perma-
necen, con pocas modificaciones o en algunas, intactas al
cambio.
Su argumento original preserva las escenas completas que
relatan desde la fundación de Tenochtitlan, llegada de Cor-
tes a Veracruz, así como los encuentros entre Moctezuma y
Cortes, la custodia de la corona, la prisión de Moctezuma,
la segunda guerra y, su última escena, la prisión de Hernán
Cortés, en la escena conocida como la noche triste y las
Malinches.
En el Códice Gracida dominicano no se encuentran las es-
cenas de la segunda guerra y la prisión de Cortés. Por lo
tanto algunas poblaciones han omitido la representación
completa.
Por el bando azteca encabeza Moctezuma, Cihuapili, Teoti-
les, el consejo de Reyes aliados y Capitanes de Puerta. En-
cabezando a los españoles se encuentra Hernán Cortés, con
la Malinche o Doña Marina, Pedro de Alvarado, Capitán
Teniente, Alférez, Paje de Jineta, aliados tlaxcaltecas y sol-
dados españoles.
Templo de Dios. También el cuadrado es una manera de
expresar lo que quiere decir la cruz; también lo es Sicuri
Huichol.
TIEMPO, LUGARES
Noche: tiene que ver con lo negro, es decir, la muerte de
dios.
Cerro: templo, “encuentro con Dios. Todos los templos
(teocalli) se construían en forma de cerros. Arriba del tépetl
está su ombligo, lugar de encuentro con Dios.
Cueva: es el vientre de la tierra. De allí salieron los pueblos
que poblaron desde antiguo estas tierras, de Chicomostoc.
Es la raíz de la vida. De allí sale la vida, de allí salen los
ocelotl, de allí sale el agua.
COLORES
Antes que nada debe notarse que los colores de las pinturas
poseían también un simbolismo social. Así por ejemplo, en
una figura humana el amarillo designaba casi siempre al
sexo femenino, la fecundidad femenina, la presencia de la
mujer.
Rojo= vida de dios, vida del sol, el or iente, representa el
chalchihhuatl, la sangre, esencia de la vida humana, repre-
sentada también en las brazas rojas que se mezcla con el
copal, perfume que llega a Dios.
Negro= muer te de dios, el sol que muere y se oculta,
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Representan el tiempo, el destino, el protector diurno según VISIÓN HISTÓRICA

el día de mi nacimiento, integración, conocimiento y armo-
nía.
20= El total de los dedos de las personas, base del siste-
ma vigesimal usado por los pueblos prehispánicos de
Mesoamérica, la unidad como lo completo, lo perfecto
(4x5). Se multiplican los números para saber su significa-
do.
FIGURAS GEOMÉTRICAS
Círculo (Anáhuac): símbolo del mundo. Cem-anahuac
(circulo doble): el universo.
Triángulo: aire, intermediación. Porque tiene tres elemen-
tos.
Cuadrado: totalidad, representa el universo con sus cuatro
rumbos: oriente, poniente, norte, sur.
: búsqueda de la personalidad del pueblo, en la bús-
queda de dios.
( X ): buscar la per sonalidad del pueblo par a encontr ar
a dios.
Cruz: es la figura de dios como Ipalnemohuani, que nos da
a conocer; en la luz (oriente), la tierra (poniente), el aire
(norte), y el agua (sur). Aquí están los cuatro rincones del
universo. La vida humana y divina que se encuentran. En el
centro aparece la dualidad, en el símbolo de dios, es un sa-
cramento del mundo. Cada punta de la cruz es una casa, o
El origen de esta Danza de
la Pluma se remonta, prime-
ramente en tiempos de la
invasión azteca al valle de
Oaxaca por guerreros Azte-
cas, quienes tenían como
encomienda del tlatoani Az-
teca Moctezuma I Xocoyot-
zin, la recolección de tribu-
to de las poblaciones de los
valles centrales, al haber
sido ya sometidas por los
Aztecas estas tuvieron una estrecha relación con la cultura
azteca y muchas poblaciones como Zaachila, Coyotepec,
Tilcajete y Teotitlán del Valle fueron sometidas por los az-
tecas y así de esta manera fusionando la cultura zapoteca
con la azteca inclusive cambiando los nombres de pobla-
ciones que originalmente tenia exclusivamente nombres
zapotecos.
Desde que en Huaxyacac se estableció el dominio azteca
sobre la nación zapoteca se introdujeron en la cultura local,
elementos que mestizaron nuestra cultura, así se introdujo a
Quetzalcóatl, aunada a la adoración de Cosijo-dios-
zapoteco.
El náuhatl lengua de los aztecas fue también ganando adap-
tación con el paso del tiempo, pero principalmente se esta-
blece una estrecha comunicación entre estas dos culturas
predominantes en el México Prehispánico.
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Con la llegada de estas nuevas tradiciones y ritos se intro-
duce la Danza de la Pluma que originalmente era una danza
de adoración a los dioses, a los astros y se bailaba con pe-
nachos de pluma de quetzal y aves; (desde entonces ya
que) se creía que las aves eran las únicas de llegar al cielo
y comunicarse con los dioses, por eso se utilizaban los pe-
nachos con la intención de comunicar los pensamientos a
sus dioses como ritos de adoración.
Del vestuario de la Danza de la Pluma azteca original se
conserva la tilma o “Ixchitilmatli” capa de reyes y el delan-
tal o “Maxtlii” derivados del náhuatl.
A la llegada de los españoles los aztecas se vieron en la ex-
trema necesidad de comunicar a los pueblos de México, los
acontecimientos que sucedían mientras ellos creían era la
llegada de su dios Quetzalcóatl, así es como los Aztecas
relatan la historia de la conquista desde su propia perspecti-
va; se escribieron códices con la conquista como el códice
anónimo de Tlatelolco que varía en los hechos de la histo-
ria, ya que se cuenta en voz de los aliados de los aztecas.
De la misma manera esta conquista se adapta a la danza
que era un medio de adoración, ya que si de una manera los
españoles eliminaban los códices jamás podrían eliminar la
memoria de sus habitantes, a la llegada de los Cortés y su
ejército a Veracruz, y más adelante al sitio de México-
Tenochtitlán, los Reyes aztecas decidieron mediante el con-
tacto con sus guerreros recolectores de tributo relatar los
sucesos reales vividos en aquella trágica época, así que de-
cidieron transmitir la historia a los pobladores del sur del
país, especialmente a los Azteca-zapotecos al haber sido
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8= (4 + 4) Totalidad total. Desarrollo y crecimiento.
9= Las nueve regiones subterráneas del inframundo;
también los cuatro rumbos del universo horizontales más el
centro más los rumbos intermedios (ángulos solsticiales).
Búsqueda y centralidad. Los antiguos mexicanos suponían
que había nueve planos extendidos bajo la tierra y ahí per-
manecían los muertos. Es de notar que el destino final de
cada individuo estaba determinado por el género de muerte
con el que se abandona la vida. Por ejemplo, los que mo-
rían sacrificados o perecían en combates, se convertían en
compañeros del sol, al igual que las mujeres muertas en el
parto; los que morían ahogados o de enfermedades hídricas
iban al Tlalocan o paraíso de Tlaloc. (3 x 3) intermedia-
ción.
10= Dualidad en la plenitud, logro y equilibrio.
11= Descanso, placer y ocio.
12= Claridad y lucidez, (4x3)= Totalidad en el servicio.
13= La perfección, los trece cielos: también el nueve, más
los cuatro movimientos del sol:
1) de solsticio de invierno a equinoccio de primave-
ra; Sur a Norte.
2) de equinoccio de primavera a solsticio de verano:
Sur a Norte.
3) de solsticio de verano a equinoccio de otoño: Nor-
te a Sur.
4) de equinoccio de otoño a solsticio de invierno:
Norte a Sur.
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se representa dos veces (dos ceras, dos platos de comida,
vueltas a la derecha y a la izquierda, etc.), nos recuerdan
que desde la dualidad nace la vida que hay en el mundo. Es
la dualidad unida, complementariedad, que está integrada
la vida, Dios es Ómeteotl, y todo es dual: día y noche; cielo
y tierra; mujer y hombre.
3= El cielo, la tierra y el inframundo (abismo), los tres
planos del universo, o tres regiones cósmicas en vertical.
Significa intermediación, aire. Vitalidad, animosidad, vo-
luntad y decisión. (El incensario o saumerio simboliza la
intermediación entre Dios y la humanidad, ya que el aire, el
humo en movimiento serpentino nos evoca a Ehécatl-
Quetzalcóatl, Dios impalpable (viento) y Dios en la historia
que nos ayuda a trascender (serpiente emplumada).
4= Los cuatro rumbos del universo, los cuatro soles, re-
presentando siempre el oriente hacia arriba, (el petate, el
cuadrado, las cruces de 4 lados iguales son símbolo de la
totalidad). Doble dualidad, confluencia, formación y con-
cretización.
5= Los cuatro rumbos del universo más el centro, la
quinta dirección, la superación, el ombligo. Plenitud, reali-
zación y transformación.
6= Seis, integración, introspección y análisis. Doble servi-
cio e intermediación.
7= (4 + 3 ) totalidad que intermedia. Inquietud y tr ans-
formación. La totalidad del servicio=la muerte.
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los Zapotecos uno de los pueblos más difíciles a derrotar en
la expansión del domino azteca.
Por todo México se difunde la Danza narrando la conquista
conocida con diferentes nombres y variantes, pero final-
mente similar en su argumento con lo que hoy conocemos
con la Danza de la Pluma.
Es por ello que en Huaxyacac se lega la Danza de la Pluma
al ser una de las poblaciones más difíciles de someter den-
tro de todo México para los aztecas.
La danza a partir de ese momento se convierte en una dan-
za teatro que narra las vivencias de Moctezuma y sus Capi-
tanes y Reyes aliados de viva voz a través de parlamentos
que se conservan en muchas comunidades de Oaxaca.
Originalmente la Danza de la Pluma es una creación azteca
-zapoteca de carácter fuertemente adoratorio y ritual; en
Oaxaca mediante el uso de penachos multicolores adorna-
dos con plumas de quetzal y al ritmo del caracol, sonajas y
teponaxtli, se adoran a Quetzalcóatl (serpiente emplumada)
y “Dios del Viento”. Ya que la música y la danza era la úni-
ca forma de establecer un vínculo entre la humanidad y el
reino de los dioses. Al ser la danza sumamente adoratorio-
ritual, los aztecas decidieron incorporar los sucesos reales
de la conquista mediante Danzas y argumentos hablados
“relaciones”, para así conservar a nuestro pueblo de mane-
ra oral y por transmisión dancística, la visión de la historia
a manera de los aztecas.
Siendo un fuerte azteca, Tilcaxitl fue legado con la Danza
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de la Pluma, así como otras poblaciones, incluyendo:
Zaachila, Teotitlán del Valle y Cuilapam de Guerrero. Te-
niendo estas poblaciones también el argumento original de
la Danza de Pluma.
A la llegada de los Frailes Dominicos en 1529, la población
de Cuilapam de Guerrero perdió su argumento original.
El 17 de julio de 1846 se reduce la prohibición sobre dan-
zas y mojigangas establecida por un decreto dos años ante-
rior: “la danza antigua de pluma en que se representaban
algunas escenas que llamaban de la conquista”; reiterándo-
se la prohibición a salir danzantes enmascarados o con la
cara desfigurada con pintura, en las funciones religiosas y
políticas de las cabeceras y pueblos de sus distritos, cuya
duración será de 3 días a lo más.
Decreto en el cual prohíben la ejecución de la Danza de l a
Pluma, ya que en ella se mantenían diálogos originales de
la conquista que a la Iglesia Católica, y a los frailes domi-
nicos no les parecían correctos, porque en ellos se repre-
sentaba la valentía de los reyes aztecas y la disposición a
morir por sus dioses en la guerra contra Hernán Cortés. Así
como en nuestra versión: la valentía del capitán Guerrero
Tzilacatzin “Tecolote de Quetzal” de heroísmo inmortal;
así también la noche triste: “la derrota de los españoles”
escena en la que los aztecas cortaron las calzadas de Tlaco-
pan, atrapando y muriendo 53 españoles (hecho que se na-
rra de manera similar en el libro ”la visión de los venci-
dos”), poniendo sus cabezas hacia el sol, clavadas en sus
propias lanzas.
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NÚMEROS
Los números más importantes en la cosmovisión náhuatl
eran: 1, 2, 3, 4, 5, 9, 13 y 20, y se encontraban relacionados
con deidades, conceptos, objetos y se utilizaban dentro de
un sistema vigesimal, tanto para llevar cuentas de asuntos
como los tributos asignados a cada pueblo, como para ma-
nejar sus sistemas calendáricos. Se basaban principalmente
en conceptos que podríamos llamar espirituales o sobrena-
turales combinados con elementos de ubicación y movi-
mientos astronómicos, con un significado bien definido.
El calendario Mexicano comprende la combinación de sig-
nos de los días y numerales, para, en conjunto, educar una
maquinaria de cómputo del tiempo singular. La base de los
numerales es el número trece, que para las culturas de
nuestros abuelos significa una cuenta cosmogónica, está
relacionado con la sabiduría, dado que es el factor para co-
nocer los ciclos de varios astros importantes, y los ciclos de
gestación de muchos seres vivos incluido el ser humano.
1= El Dios único, Ipalnemohuani, principio, origen y uni-
dad. Aquel por quien se vive, el origen de la vida.
2= La dualidad, Ometéotl, dualidad y consistencia, Dios
dos, Dios del dos, Ometecuhtli-Omecíhuatl, Señor y Seño-
ra de la dualidad, difrasismo primordial del que derivaron
muchos otros que empleaban para referirse a diversos con-
ceptos como ciudad: in atl (agua), in tépetl (cerro)- altepetl;
poesía: in xóchitl (flor), in cuicatl (canto); tata (papá), nana
(mamá). La dualidad en muchas de las palabras y de los
signos utilizados por la cultura indígena, que generalmente
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Estructura del símbolo para que nos revele por sí solo su
mensaje, también para comprender cuál es el enfoque que
tiene. La orientación y el contenido de los símbolos es dada
por la cultura del pueblo que lo ha forjado.
En el modo de vida de los pueblos hemos verificado que
los símbolos tienen la capacidad de suscitar ideas y senti-
mientos espirituales, que tienen su concretización en la his-
toria. La espiritualidad popular tiene un fuerte basamento
material que no evade la realidad, al contrario por medio de
la simbología lo material se vuelve sacral. Con esta mate-
rialidad divinizada necesitamos mantener contacto sensi-
ble. Las imágenes que representan a la divinidad debemos
tocarlas, cargarlas y llevarlas a recorrer nuestro pueblo, or-
ganizarle su mayordomía y ponerles sus ofrendas. El dina-
mismo del Espíritu que está en los símbolos nos fortalece e
impulsa para transformar nuestra realidad y lograr nuestra
liberación. De allí fluye lo que Raúl Vidales llama “el virus
subversivo de los pueblos indígenas”.
13
Aún Huitzilopochtli, Dios de la
Guerra, permanece en elementos de
la Danza, el cual, orgullosos en
Tilcajete portan en macanas o mani-
jas aún recordando los dioses
prehispánicos. Por razones como
éstas los dominicos prohibieron la
Danza de Pluma, en todo el estado.
Todos estos sucesos aún se conser-
van y se ejecutan en el argumento
de la Danza de la Pluma de Tilcajete y muy probablemente
en otras poblaciones vecinas. En el caso de Tilcajete aún
posee su versión intacta al paso de los años ya que sus po-
bladores se aferraron fuertemente a nuestros orígenes, y la
visión histórica de la conquista acorde a los aztecas.
Versión que los frailes dominicos excluyeron posteriormen-
te al escribir en el Códice Gracida-Dominicano. Y que a
pesar de la prohibición decretada, se siguió ejecutando a
escondidas en las casas de los maestros de Danza de Plu-
ma, y (enseñando a los hijos como se manda) de manera
discreta, en sus hogares.
Tilcajere nunca acató este decreto y se enseñó a las genera-
ciones, como se hace actualmente sin modificación alguna,
ya que el pueblo se encarga de vigilar, la originalidad y
preservación auténtica del argumento. Por ello nunca se ha
permitido una modificación en la danza.
Así al transcurso de los años con la creación del Códice
 14
Gracida Dominicano, los españoles permitieron la Danza
de la Pluma nuevamente, incorporándola ahora con moti-
vos religiosos, en las fiestas del Santo Patrón, siendo ac-
tualmente, una danza impuesta y modificada por los espa-
ñoles mediante este Códice eliminando totalmente la
“prisión de Hernán Cortés” en la escena de la noche triste.
Así hasta la actualidad gracias a ello, mantienen algunas
poblaciones intacto, el legado azteca-zapoteca con su esen-
cia histórica.
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van evolucionando como la misma vida que se renueva y
recrea.
Forma parte del carácter del símbolo su imprescriptibilidad
o permanencia a través de las edades históricas y de los
meridianos y paralelos geográficos; sobre todo de aquellos
símbolos que se fundan en la naturaleza de las cosas. Esto
es lo que ha pasado en el área que comprende la cultura
mesoamericana que abarca varios pueblos, distintas etnias
y lenguas, y, también, los símbolos que la integran, han pa-
sado por las distintas edades en las que han dividido los es-
tudiosos la historia.
Los símbolos son capaces psicológicamente de producir lo
que significan. Son aptos para producir en aquel que los
contempla externamente aquello mismo que significan en
aquel que los produce. Los símbolos festivos o penitencia-
les recrean, en quien los profundice, sentimientos de alegrís
o recogimiento y conversión. Los símbolos que nos recuer-
dan la creación de la vida o del mundo nos producen actitu-
des, nos ayudan a clarificar la misión y vocación que tene-
mos las personas en la historia.
Todo símbolo mantiene el contenido de un mensaje. “El
símbolo entrega su mensaje y cumple su función aún cuan-
do su significado escape a la conciencia”, nos dice Mircea
Eliade. Todos los símbolos mantienen latente una comuni-
cación independientemente de que nosotros la recibamos y
comprendamos. Por eso debemos interrogar la estructura
del símbolo para que nos revele por sí solo su mensaje,
también para comprender cuál es el enfoque que tiene. La
orientación y el contenido de los símbolos es dada por la
 22
Esto lleva a sostener, según la opinión más extendida, que
el símbolo siempre será un elemento cultural, y que solo
desde la cultura que lo ha elaborado se comprende y se
aplica. En este sentido, ha escrito acertadamente P. Tillich:
“el acto que crea el símbolo es un acto social, incluso cuan-
do el símbolo surge primero de un individuo. El individuo
puede inventar signos para sus necesidades particulares, no
puede fabricar símbolos; si una cosa se constituye en sím-
bolo para sus necesidades particulares, no puede fabricar
símbolos; si una cosa se constituye en símbolo para él, es
siempre en función de la comunidad, que puede a su vez
reconocerse en ese símbolo”.
El símbolo va acumulando significados, comúnmente los
símbolos tienen muchos significados dependiendo de su
función. El símbolo tiene un enorme caudal de comunica-
ción sustentado por los contenidos de las diferentes edades
por las que ha pasado y por la orientación que le aportan
las culturas de los pueblos. El símbolo de la cruz, por ejem-
plo, nos han dicho nuestros antepasados, recrea la creación
del mucho desde los cuatro rumbos del universo y en el
cenbtro se ubica la “quinta dirección”, lugar donde la hu-
manidad y Dios se encuentran; por su parte el aporte cris-
tiano nos dice que la cruz recrea la redención operada por
Jesucristo. Este símbolo, la cruz, tiene dos enfoques que no
se contraponen, al contrario, el símbolo se ha enriquecido
se ha complementado. Aquí vale el principio de que “una
verdad no niega otra verdad”. Nuestro mismo pueblo se ha
encargado de armonizar estos dos significados usando la
cruz en sus ritos con estos dos enfoques, que son distintos
pero no contrarios. Los símbolos, como nuestra cultura, no
son monolíticos, están abiertos a los cambios,
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LENGUAJE SIMBÓLICO MESOAMERICANO
Signo. Cuando hablamos de signo nos ubicamos en el
terreno del conocimiento y de la comunicación. El signo
reviste grandísima importancia, porque sin él, no sería po-
sible la comunicación de las personas (el lenguaje) ni la
cultura, o sea, no sería posible el proceso de humanización
de los pueblos.
La definición tradicional que hay sobre el signo es:
“aquello que previamente conocido nos lleva al conoci-
miento de otra cosa”. Para que se pueda dar esto es indis-
pensable que exista una “relación cognoscible” entre la co-
sa que es signo y el significado que tiene dicho signo.
Por ejemplo, oímos los quejidos y vemos los gestos de una
persona y pensamos “sus quejidos y gestos son signo de
que está enfermo”; vemos flores en una costumbre y pensa-
mos “es signo de que lo que se está haciendo es verdade-
ro”.
Cuando vemos las costumbres del pueblo nos damos cuen-
ta que aparece continuamente en ellas las ceras y las velas,
concluimos que esto es algo “significativo”. Las ceras son
técnicamente hablando “el significante”. Al investigar cuál
es el sentido que le da el pueblo a la cera nos encontramos
con que para él tiene “el significado” de la sabiduría que se
necesita para poder caminar en la vida. La sabiduría es “lo
significado”. Es decir, “el significante” es el aspecto signi-
ficativo del signo, aquello que aparece, por así decir lo que
vemos o escuchamos; y, por otro lado, “lo significado” es,
justamente, el aspecto significado del signo, es el concepto,
 16
lo que indica, la verdad o realidad que se quiere expresar.
Estos dos aspectos son inseparables.
Cuando un pueblo empieza a dar a un signo un significado
conforme a su cultura , ese signo pasa a ser “símbolo”. En-
tonces el signo está orientado por el sentido que el pueblo
le imprime. O sea, el pueblo, para poder expresar el hori-
zonte hacia el cual orienta su vida, necesita de los símbolos
para poder expresarse. Y estos símbolos se expresan por
medio de signos. Por eso podemos afirmar que todos los
símbolos son signos, pero no todos los signos son símbo-
los.
Este proceso le es propio a un pueblo, como advierte Lévi-
Strauss: “pertenece a la naturaleza de un pueblo el expre-
sarse simbólicamente”. Como decíamos al inicio, no es po-
sible la humanización sin el signo, pero por ello mismo no
es posible pensar los procesos de inculturación del Evange-
lio o el proceso de liberación del pueblo sin los signos. Si
queremos tener éxito debemos aproximarnos a los signos
del pueblo, y desde sus signos realizar nuestros quehaceres
teológicos y pastorales.
Símbolo. El significado de los símbolos nos lo da la cul-
tura de un pueblo. La cultura no se reduce al vestido, al cal-
zado. Un alemán, un inglés o un mexicano que usan panta-
lón y huarache ¿tienen la misma cultura? ¡No! el sentido
que se le da al vestido, eso es cultura.
La cultura da significado. La cultura no es la ropa o la co-
mida, el rezar; la cultura es el sentido que se le da a esas
cosas, la orientación con que se hacen las cosas, la vida, la
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lo es constitutivo de la existencia humana, en cuanto que la
recorre en su totalidad. podemos valorar en este punto has-
ta dónde está metida la Virgen de Guadalupe, como símbo-
lo, en la vida de nuestro pueblo, de la nación y en la nues-
tra personal.
El símbolo no significa en sentido propio sino figurado. Es
decir, cuando se trata de un símbolo tanto el que lo pone
como el que lo recibe no se orientan hacia el símbolo mis-
mo, sino a lo que se simboliza mediante el símbolo; dicho
de otro modo se orienta, más bien, hacia la experiencia hu-
mana que está en juego y que se expresa mediante el sím-
bolo. Por eso cuando alguien tiene una alta dignidad, a los
ojos del pueblo, es recibido colgándole collares de flores
(rosarios), y nadie que entienda esta costumbre enfocará su
atención a las flores, sino estará entendiendo que el pueblo
expresa una honda verdad y varios valores como: la hospi-
talidad, la aceptación y acogida, el reconocimiento de la
representatividad de la persona que llega al pueblo, el que
la persona verdaderamente tiene dignidad.
El símbolo presupone un código socialmente admitido de
comunicación. Por eso, la expresión simbólica externa, que
asume y armoniza la experiencia profunda, tiene que estar
socialmente admitida por la cultura en la que el símbolo se
crea, y tiene que estar admitida culturalmente como expre-
sión de tal experiencia. Un ejemplo es “in xochitl, In cui-
catl” (flor-canto), este simbolismo expresa una verdad que
está muy metida en la vida del pueblo, la belleza, la sabidu-
ría del pueblo, por esta razón vemos que cuando nuestro
pueblo quiere expresar una de estas realidades lo hace a
través de flores y de cantos.
 20
Para aproximarnos a los símbolos religiosos, a la vez cultu-
rales, de nuestros pueblos y escuchar el mensaje de salva-
ción contenido en ellos, es necesario que clarifiquemos lo
que es el símbolo. Vamos a entenderlo por medio de las ca-
racterísticas que le son propias.
El símbolo, en su constitución más elemental, es la expre-
sión de una experiencia. Esta experiencia echa sus raíces en
lo más profundo de las personas, en el inconsciente, y des-
de allí brota y se expresa de un modo sensible; de tal mane-
ra que si no se tiene la experiencia, no hay símbolo, o si no
se puede comunicar esa “experiencia” tampoco se puede
formular el símbolo.
Esta experiencia comporta una dimensión no racionaliza-
ble, no tematizable a nivel de las estructuras puramente ra-
cionales o lingüísticas. A esto se le llama el momento “no
semántico del símbolo”. En este sentido podemos aplicar lo
que propone J.M. Arguedas “es mucho menos lo que sabe-
mos que la gran esperanza que sentimos”, y en lugar de la
palabra esperanza podríamos poner amor, alegría, solidari-
dad, paz, fraternidad,… en fin. Nos damos cuenta que los
símbolos que expresan estas realidades vivenciales van
más allá de la pura lógica o de lo que se permite el horizon-
te lógico. Podríamos decir que los símbolos son ultraracio-
nales. Donde las palabras terminan, el símbolo empieza. La
palabra no alcanza a expresar toda la realidad compleja y
vivencial de la humanidad.
El símbolo tienen una potencia intrínseca. Hay una íntima
correspondencia entre las pulsiones inconscientes y la for-
mulación a nivel de la conciencia, a tal grado que el símbo-
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existencia. Aquí en México vemos que los zapotecos, los
totonacos, los nahuas, etc., tienen distinto vestido y hablan
de modo distinto y sin embargo el maíz y la fiesta tienen el
mismo sentido, le dan la misma orientación, es decir todos
los pueblos indígenas de Mesoamérica tienen la misma cul-
tura.
El símbolo se vive, no es necesario que lo esté alguien di-
ciendo. Es difícil explicarlo. Nuestra cultura mesoamerica-
na ha estado tan oprimida que se ha ido perdiendo el senti-
do de sus símbolos y existe el peligro he hacer las cosas
mecánicamente. Todo mundo debería saber lo que se está
representando cuando se celebra cualquier rito; pero dada
la circunstancia a la que nos hemos referido se hace nece-
sario ahora acompañar claramente la interpretación con la
lectura histórica. Por ejemplo en un matrimonio:
 La pareja se presenta ante la comunidad (pareja hinca-
da en un petate).
 En el centro preside Dios (bracero que está en el cen-
tro).
 Las personalidades con su dignidad e identidad se
unen (los novios vestidos y amarrados).
 Esto se realiza según la sabiduría antigua (están pre-
sentes los ancianos).
 Se dan mutuamente la vida (se comparten tamales).
Lo que está entre paréntesis es el rito y lo que está fuera del
paréntesis es la lectura histórica. Con los símbolos sincro-
nizamos con los antiguos; el sentido se entiende con la ex-
plicación histórica.
Actualmente nuestros pueblos ya no son conscientes del
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Significado de los símbolos, porque desde hace ya quinien-
tos años mataron a nuestros sabios, los Tlamatinime. Por
eso cuando le preguntamos a una mujer qué significan las
flores y los pajaritos que le ponen a sus blusas, ellas res-
ponden “quien sabe, es el costumbre”. Los símbolos fun-
cionan por sí mismos, aunque la gente no esté actualmente
ligada con las palabras explicativas. Los símbolos funcio-
nan en el inconsciente, donde se conservan, luego que fue-
ron silenciados los sabios que mantenían la memoria cons-
ciente. Un símbolo solo se explica válidamente en su pro-
pia cultura, o por los mitos o por los ritos.
Hay cosas que no podemos comunicar con signos o con pa-
labras y entonces tenemos que usar símbolos; que son sig-
nos a los que le damos muchos significados. Por ejemplo,
tomamos la palabra “pan” como símbolo y queremos decir,
los cristianos, que es “pan de vida”, “el cuerpo de Cristo”;
entonces el “pan” ya no es pan, su simbolismo lo trascien-
de, se convierte en sacramento.
En nuestra cultura la flor significa la verdad, la sabiduría,
la belleza. Cuando una celebración a alguien le ponen su
Xochicoscatl y su Xichicecatl de hecho no se le están po-
niendo flores-flores, sino se le está dando dignidad y se le
está diciendo que es verdadero.
El símbolo es una saturación de comunicación: “Que tu pa-
labra sea floreada” quiere decir que tu palabra sea verdade-
ra, que digas siempre la verdad, y otras cosas, pero todas
dichas juntamente.
En nuestra cultura hay muchos símbolos y la mayor parte
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De nuestro pasado está formado por símbolos. Además de
que el símbolo acumula muchos significados, los símbolos
solo significan en la cultura que los ha creado. Por eso la
flor tienen distinto significado en la cultura mesoamericana
y la cultura española. Entre los españosles la flor se usa
para sólo como ornato: se ponen flores para que algo o al-
guien se vean bonitos.
Al hablar de simbología nos referimos a la lógica que hay
en los símbolos, a la orientación que la cultura de un pue-
blo le ha concedido a los símbolos por los cuales expresa
su experiencia de vida.
Cuando hablamos de símbolos entramos en el campo de la
comunicación. Por medio de signos, palabras y gestos nos
comunicamos. Los símbolos son un grado más profundo de
comunicación. También por medio de símbolos, Dios y la
humanidad se comunican.
Particularmente encontramos la revelación de Dios en los
pueblos, mesoamericanos contenida en los símbolos. La
simbología cultural de nuestros pueblos, del área mesoame-
ricana, está arraigada en la religión; por ejemplo, de los
cuarenta códices existentes sólo una decena son históricos,
los demás se refieren a la vida religiosa. Y hay un consejo
general entre los expertos e investigadores de las distintas
disciplinas científicas en cuanto a la supremacía de lo reli-
gioso en la vida de nuestros antepasados, como en la vida
actual de nuestros pueblos. Es fundamental que esto nos
quede claro porque la religión viene siendo Madre de la
Teología, es decir, constituye lo que en términos técnicos
se denomina “locus theologicus”.