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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

INDIVIDUOS, SOCIEDADES Y OPORTUNIDADES EN LA EXPLICACIÓN Y PREVENCIÓN DEL DELITO:


MODELO DEL TRIPLE RIESGO DELICTIVO (TRD)- SANTIAGO REDONDO ILLESCAS

El modelo no se considera competitivo y contradictorio con las teorías tradicionales de la delincuencia, sino que es concebido
como una estructura más global. Todas las dimensiones de riesgo son agrupadas en tres categorías o fuentes de riesgos:

a) Personales

En relación con los individuos, en la actualidad no se considera que las características de las personas las predispongan
necesariamente a la delincuencia. Pero es una constatación reiterada que muchos delincuentes, especialmente delincuentes
violentos, presentan algunos de los siguientes correlatos y características individuales: disfunciones hormonales, alteraciones
neurológicas, hiperactividad y problemas de atención, impulsividad y tendencia al riesgo, escasas habilidades interpersonales y
adicción a drogas.

b) relativas al “apoyo prosocial” recibido

Al respecto de las sociedades, no es posible afirmar que las privaciones económicas, culturales y sociales experimentadas por
los individuos le aboquen inevitablemente a la delincuencia. Pero está bien establecido que muchos de los delincuentes más
activos y violentos proceden de barrios deteriorados, con desorganización social, problemas de desempleo, altas tasas de
delincuencia tienen padres u otros familiares que también han cometido delitos, han experimentado una crianza carente de
atención y control, tienen amigos delincuentes y su escolarización y formación han fracasado

c) concernientes a las oportunidades delictivas.

Por último, por lo que se refiere a las oportunidades para delinquir, probablemente no puede aducirse que todas las personas
expuestas a tentaciones delictivas semejantes estén igualmente dispuestas a cometer delitos. Sin embargo, los estudios de
criminología ambiental informan de que existe una relación directa entre mayores oportunidades delictivas y mayor
delincuencia, y entre menores oportunidades delictivas y menor delincuencia.

Se considera que la combinación única en cada sujeto particular de elementos pertenecientes a estas tres categorías de riesgos
precipita específicos procesos criminogénico que acaban condicionando su “motivación antisocial” y su “riesgo de conducta
antisocial”.

El modelo del Triple Riesgo Delictivo (TRD) se fundamenta especialmente en las perspectivas que realzan el “apoyo social” como
eje de la prevención delictiva.
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Un primer objetivo del modelo TRD es efectuar una reconceptualización y ordenación parsimoniosa de los factores de riesgo y
de protección para el delito en tres fuentes de riesgo. Para ello, los factores de riesgo y de protección son concebidos aquí, no
como fuerzas antagónicas (unas de entidad negativa –de riesgo- y otras positiva –de protección- en su influencia sobre el
individuo), sino como variables únicas y continuas a las que se denominará dimensiones de riesgo. Cada dimensión de riesgo
tendría, como extremos definitorios, pares correlativos de los actuales factores de riesgo y de protección de análoga naturaleza
(ej. impulsividad-autocontrol, amigos antisociales-prosociales, etc.). Además, todas las dimensiones de riesgo son agrupadas
exhaustivamente en tres fuentes: personales, en el apoyo prosocial recibido por cada sujeto, y en las oportunidades delictivas
que se le ofrecen.

Un segundo objetivo del modelo TRD en concreto, plantea la necesidad de estimar el peso que tiene cada una de las dimensiones
de riesgo en el origen o inhibición de las carreras delictivas, así como explorar las interacciones entre las diversas dimensiones.

El tercero y más ambicioso objetivo de este modelo es concebir y desarrollar un sistema unificado de comprensión y estimación
del riesgo delictivo, tanto en individuos específicos como en grupos sociales. En la formulación provisional y tentativa que aquí
se presenta, el modelo del Triple Riesgo Delictivo (TRD) sugiere que el riesgo delictivo de un individuo particular en un tiempo
‘t’ depende de la combinación en él de dimensiones de riesgo procedentes de tres fuentes etiológicas diferenciadas: a)
‘disposiciones y capacidades personales’, b) ‘apoyo prosocial’ recibido, y c) ‘oportunidades para el delito’ a que es expuesto.

La inhibición del comportamiento antisocial

Comportamiento antisocial y prosocial

Gottfredson y Hirschi, proponen la siguiente definición de comportamiento delictivo o antisocial: son comportamientos
antisociales y delictivos, múltiples conductas de agresión o engaño (tanto directas como indirectas, y tanto coyunturales como
sostenidas en el tiempo), que dañan o amenazan de daño grave a otras personas o sus propiedades, y cuyo objetivo o
funcionalidad es obtener un beneficio o satisfacción propios.

Los comportamientos prosociales implican haber adquirido y mantener los controles inhibitorios que impiden dañar o amenazar
de daño a otras personas, o sus propiedades, en beneficio propio.

Condiciones A, B y C para la prosocialidad

Una pregunta fundamental sobre el comportamiento prosocial, realzada por los teóricos del control social, es qué factores o
elementos básicos de la vida facilitan que un individuo se integre socialmente en su comunidad.
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A. Las mejores dosis posibles de disposiciones y capacidades personales para efectuar dicha integración.

Las disposiciones y capacidades personales estarían constituidas por aquellas características y condiciones individuales que
confieren a cada ser humano su propia unicidad e identidad en un momento dado. En lo que aquí nos concierne, para una
socialización efectiva, que permita la inhibición estructural del comportamiento antisocial, se requieren condiciones naturales
favorables como suficientes inteligencia y equilibrio psicológico, razonable capacidad de aprendizaje, empatía, autocontrol, etc.

En algunos casos, debido a la distribución fenotípica de las diversas características personales, a disfunciones o alteraciones en
el Sistema nervioso o en el Sistema endocrino, y también a ciertas experiencias traumáticas (accidentes, victimación infantil,
etc.), los factores individuales se manifiestan en sus magnitudes más desfavorables para la socialización y la cooperación social.
Pueden aparecer entonces individuos con alta impulsividad, con baja empatía, o con graves dificultades de aprendizaje de
normas.

B. La segunda condición necesaria para una integración social efectiva es que el individuo cuente con apoyo prosocial
mantenido, especialmente durante las etapas infanto-juveniles de su desarrollo personal, de parte de las principales
instituciones sociales, tales como la familia, la escuela y otras (en función de las edades y necesidades del individuo). El
‘apoyo prosocial’ sería aquí todo aquel capital educativo, informativo, económico, de relaciones, de vínculos, etc., que
la comunidad social traslada a cada uno de sus miembros mediante los diversos mecanismos e instituciones de
educación y socialización.

Un presupuesto de partida del modelo TRD es, que tanto la fuente de riesgos A (personales) como la fuente de riesgos B (de
apoyo prosocial) son definidas por variables continuas riesgo-protección, denominadas aquí dimensiones de riesgo. Como
también se comentó, tales dimensiones son delimitadas, en sus extremos, por pares de factores actuales, uno de riesgo y otro
de protección. Un segundo presupuesto importante del modelo TRD es que el cruce de dimensiones A y B en un sujeto
condiciona su motivación antisocial o delictiva.

La conceptualización de A y B como fuentes distintas de posible riesgo delictivo obedece a la siguiente lógica:

1. las disposiciones personales (A) y el apoyo prosocial recibido (B) serían en origen (en el momento del nacimiento)
fuentes de riesgos independientes;
2. con el paso del tiempo, a lo largo del desarrollo del individuo, diversas dimensiones A y B experimentarían recíprocas
influencias, modulándose unas a otras (por ejemplo, el grado de impulsividad de un niño y el estilo de crianza seguido
por sus padres),
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3. a pesar de que puedan haberse influido recíprocamente, las dimensiones A y las dimensiones B siguen perteneciendo,
al evaluarlas transversalmente en un tiempo ‘t’, a fuentes de riesgo diferenciadas, a saber: las características del propio
individuo y las condiciones de su entorno.

Pese a todo, aunque los dos conjuntos de factores precedentes son decisivos, para lograr una explicación más completa de cómo
una persona se integra adecuadamente en la sociedad, y propende a no cometer delitos, se requiere considerar una tercera
condición:

C. Que el individuo se vea expuesto a unas dosis moderadas de riesgos situacionales u oportunidades delictivas, y no a
riesgos elevados, tales como una necesidad económica grave, una amenaza contra su vida e integridad, etc. Los riesgos
situacionales u oportunidades delictivas son los estímulos o contingencias precipitantes que anteceden a concretos
episodios de conducta antisocial.

En la categoría riesgos situacionales u oportunidades delictivas se incluye un amplio espectro de situaciones que pueden operar
como instigadores o móviles de hechos antisociales y acciones delictivas

El sentido profundo de estructurar todos los riesgos que pueden influir la conducta delictiva en tres categorías o fuentes se
entronca de lleno en una perspectiva evolucionista del comportamiento. Los factores A, o personales, constituyen de partida la
materia prima de acción de los factores B, o influencias sociales, que moldean al individuo desde su nacimiento, dando lugar a
las potencialidades adaptativas del individuo a su contexto (incluida la potencialidad delictiva). Dado un tiempo presente “t”, en
el que el individuo es lo que es y tiene las potencialidades que tiene como resultado de f (A, B), los factores C, oportunidades,
ofrecen las ocasiones para que dichas potencialidades puedan expresarse

Énfasis de las teorías criminológicas en factores personales, sociales o de oportunidad.

El modelo TRD considera que, para una explicación más completa de la inhibición/desinhibición de la conducta antisocial y para
una mejor estimación del riesgo delictivo de los individuos, es imprescindible considerar los tres tipos de influencias (personales,
sociales y de oportunidad), y propone una estructura para su unificación. El modelo TRD asume que las teorías y principios
criminológicos suficientemente probados constituyen explicaciones certeras de algunos procesos mediante los que se aprende,
se facilita o se estimula el comportamiento delictivo.

Desde el TRD se interpretan dichas teorías y conocimientos como descripciones de procesos frecuentes y relevantes de
interacción entre ciertas dimensiones de riesgo. Generalmente, se trataría de representaciones de la influencia negativa que

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ejercerían algunos riesgos B (o déficit en el apoyo prosocial), o determinados riesgos C (en las oportunidades delictivas), sobre
algunas dimensiones personales A, lo que favorecería que un individuo cometiera delitos e iniciara una carrera delictiva.

Formalización del modelo del Triple Riesgo Delictivo (TRD)

De acuerdo con todo lo expuesto, el modelo del Triple Riesgo Delictivo (TRD) describe y explica el riesgo de conducta antisocial
(RCA) a partir de los siguientes presupuestos centrales:

I. Los denominados factores de riesgo y de protección definen, por pares de contrarios, dimensiones continuas de riesgo,
que admiten distintas gradaciones en función de cada caso particular. Estas dimensiones de riesgo específicas
constituyen, a efectos del modelo TRD, facetas, caras o medidas de gradientes de riesgo que inciden en un sujeto.
II. Todas las dimensiones de riesgo, que puedan establecerse a partir de cada factor de riesgo y su par protector empíricos,
pueden ser asignadas exhaustivamente a una de las siguientes tres fuentes de riesgo: una ‘personal’, una de ‘apoyo
prosocial’ y una de ‘oportunidades delictivas’.
III. La magnitud global del riesgo de conducta antisocial (RCA) que presenta un individuo particular depende, en una parte
sustancial, de sus magnitudes combinadas en dimensiones correspondientes a las tres fuentes de riesgo consignadas.
Específicamente, su motivación antisocial (MA) dependería de la combinación en él de riesgos personales A y riesgos en
apoyo prosocial B, mientras que la estimación de su riesgo de conducta antisocial (RCA) requeriría considerar además
las oportunidades delictivas a las que el sujeto se ve expuesto.
En todo caso, es esperable que la mayor motivación antisocial (MA) y el mayor riesgo de conducta antisocial (RCA) se
produzcan en aquellos individuos que presenten las combinaciones más desfavorables o negativas de dimensiones A, B
y C. La motivación delictiva se plasmará en creencias y afectos proclives a comportamientos antisociales y en conductas
de aproximación a objetivos delictivos, mientras que el riesgo de conducta antisocial se concretará en la probabilidad
de realización fáctica de comportamientos antisociales.
IV. Para grupos y sociedades globales podrían efectuarse también estimaciones en las tres fuentes de dimensiones de riesgo
establecidas, combinar dichas estimaciones y ponderar de ese modo su riesgo social de delincuencia. Para ello es
necesaria la evaluación de muestras representativas de individuos.
Dado que los riesgos A se consideran en origen homogéneamente distribuidos entre poblaciones, es esperable que las
mayores prevalencias delictivas se produzcan en grupos sociales y sociedades con peores puntuaciones en riesgos B, o
de apoyo prosocial a sus ciudadanos, y con más elevados riesgos C, o de oportunidad delictiva.

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Uno de los retos principales del modelo del Triple Riesgo Delictivo es operativizar dichas fuentes y las dimensiones incluidas en
ellas mediante las especificaciones que se efectúan seguidamente.

Fuente de riesgos ‘personales’

La fuente de dimensiones de riesgo “personales” estaría próxima, en la concepción del TRD, a los conceptos psicológicos de
temperamento y de personalidad, en cuanto a aquellos rasgos sobresalientes de un individuo que configuran su propia
identidad. Más concretamente, que le confieren unicidad, al identificarle como ser distinto de cualquier otro, estabilidad relativa
a pesar del paso del tiempo, y consistencia conductual en distintas situaciones y circunstancias

El modelo TRD se limita a operativizar las dimensiones “personales” afirmando que existen algunas características individuales,
tanto ingénitas como adquiridas, de alta frecuencia empírica en muchos sujetos con comportamiento antisocial.

Fuente de riesgos en el ‘apoyo prosocial’

La fuente de dimensiones de riesgo relativas al “apoyo prosocial” estaría cercana en el modelo TRD a aquellos factores sociales
(familiares, grupales, económicos, subculturales, etc.) cuyas dificultades se vinculan a menudo con la delincuencia. El modelo
TRD prioriza los factores directamente relacionados con el “apoyo prosocial” recibido (o no recibido) por el individuo durante
su desarrollo, que han jugado la baza principal en conformarle como persona.

Sobre la fuente “apoyo prosocial” el modelo del Triple Riesgo Delictivo asume, en coherencia con la investigación, lo siguiente:

 La influencia sobre un individuo de una o más de las anteriores dimensiones sociales, en su extremo negativo o de
riesgo, incrementará su vulnerabilidad para el comportamiento antisocial.
 Los riesgos (y las protecciones) en el apoyo prosocial (procedentes de la familia, la escuela, el barrio, etc.) propenden a
aparecer a menudo interrelacionados en su influencia antisocial-prosocial sobre un mismo sujeto (sin que ello signifique
que el sentido de todas las influencias sea necesariamente colineal en cada caso).
De ello se deriva que, a efectos prácticos, cualquiera de las medidas avaladas por la investigación como dimensiones
sociales de riesgo puede constituir, en principio y en el actual estado del conocimiento, una estimación razonable de la
fuente de riesgos en el “apoyo prosocial” recibido por el individuo. En todo caso, esta presunción constituye
nuevamente una premisa tentativa a la vez que una.

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Fuente de riesgos en las ‘situaciones y oportunidades’ delictivas

La fuente de riesgos en las “oportunidades delictivas” tiene correspondencia en el modelo TRD con el concepto criminológico
de “situación” u “oportunidad”, en cuanto a facilidad o viabilidad para acceder (sin especiales obstáculos) a objetivos o víctimas
vulnerables para la comisión de categorías específicas de delitos, o de delitos en general.

El modelo operativiza la estimación de las dimensiones “oportunidades delictivas” a partir de la creación del constructo
vulnerabilidad diferencial para el delito, que se define como la magnitud relativa de ofertas para el delito que presenta un
contexto o una persona (o grupo de personas) en relación con la vulnerabilidad promedio de contextos o personas semejantes.

El modelo del Triple Riesgo Delictivo asume en relación con las “situaciones y oportunidades delictivas” lo siguiente:

 La presencia de contextos y víctimas vulnerables para el delito aumenta el riesgo de comisión de delitos.
 Para investigar adecuadamente la influencia criminógena de las oportunidades delictivas deberían operativizares tanto
medidas específicas para delitos concretos (robos de coches, robos a turistas, estafas inmobiliarias, agresiones sexuales,
etc.) como medidas de oportunidad globales (por ejemplo, para el conjunto de un determinado barrio o ciudad).
 En la estrecha interconexión entre fuentes de riesgo que sugiere el modelo TRD, se considera que los riesgos
situacionales o de oportunidad C no se presentarán aleatoriamente y por igual a sujetos con cualquier grado y
combinación de riesgos f (A, B). Por el contrario, las oportunidades para la violencia y la infracción delictiva (o factores
C) se ofrecerán en principio con mayor frecuencia y fuerza a individuos que posean mayores gradientes de riesgo f (A,
B) (o sea, mayor motivación antisocial). Ello es así debido a que dichos sujetos probablemente efectuarán una búsqueda
más activa de objetivos delictivos, a la vez que tendrán mayor contacto con sujetos que se exponen a situaciones y
oportunidades antisociales.

Postulado 4: el Riesgo Social de Delincuencia (RCAs) y su prevención

Aunque el modelo del Triple Riesgo Delictivo tiene sus implicaciones más inmediatas en el plano del riesgo individual de
comportamiento antisocial, también se considera extrapolable al análisis y la prevención de la delincuencia de grupos y
sociedades. Hay que considerar:

Cuadrante 1. La inmensa mayoría de los individuos de una sociedad cuenta con las capacidades y disposiciones personales
favorables (+A) y con el apoyo prosocial necesario (+B) para una integración social adecuada, y como resultado de ello no
mostrará especial motivación delictiva y riesgo de criminalidad. En el Cuadrante 1 la mayoría de los ciudadanos no requiere una

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atención especial en relación con su integración comunitaria, que se producirá de un modo ‘natural’ a partir de las condiciones
personales favorables y los mecanismos ordinarios de socialización. No es esperable que en dicho cuadrante maya muchos
delincuentes.

Cuadrante 2. Diversos sujetos, aunque tienen las capacidades y disposiciones personales favorables (+A) para una efectiva
integración comunitaria, no contarán con el apoyo prosocial necesario (±B) para dicha integración o, peor todavía, se hallarán
bajo la influencia de vínculos antisociales y modelados delictivos (-B). Ello producirá en dicho cuadrante una tasa moderada de
sujetos delictivamente motivados. Desde la perspectiva de la prevención, se requerirán intervenciones en los planos tanto de la
prevención primaria, inespecífica, como de la secundaria, dirigida a individuos y grupos en especial riesgo, para disminuir el
impacto de los factores sociales negativos y aliviar a medio y largo plazo sus efectos criminógenos sobre los individuos y grupos
sociales (Blomm, 1996b).

Cuadrante 3. Algunos individuos presentan características y déficit personales (-A), tales como impulsividad/hiperactividad o
falta de empatía, que pueden enlentecer y dificultar los procesos habituales de integración social. Pese a ello, si cuentan con el
suficiente apoyo prosocial (+B), en su mayoría no mostrarán especial motivación antisocial y alcanzarán una integración social
razonable. Sin embargo, algunos sujetos con déficit personales graves, como puedan ser alta impulsividad o fuertes rasgos
psicopáticos, pueden mostrar una elevada motivación delictiva y llegar a cometer graves delitos. Desde el marco de la
prevención, sería necesaria una detección precoz de los casos de alta motivación antisocial y alto riesgo delictivo para intervenir
intensiva y precozmente con ellos.

Cuadrante 4. En los sujetos en él confluyen graves déficits individuales (-A) (psicopatía, impulsividad muy elevada, carencia
absoluta de habilidades de comunicación, etc.) con una radical falta de apoyo prosocial (-B) (como enfatizaría la Teoría de los
vínculos sociales) o con la presencia de vínculos antisociales (como destacaría la Teoría del aprendizaje social). El resultado sería
que en el Cuadrante 4 debería esperarse, en consonancia con el modelo TRD, el mayor número de individuos delictivamente
motivados. Así, muchos de éstos serían los delincuentes más graves y persistentes, que requerirían mayores controles y
supervisión, y la aplicación de tratamientos especializados.

Una implicación esperanzada de todo lo anterior es que el menor volumen de motivación delictiva y de delincuencia en una
sociedad dada dependerían esencialmente del “Apoyo prosocial” (B) que dicha sociedad brinda a sus ciudadanos. Así, las
mejoras en el “Apoyo prosocial”, particularmente mediante intervenciones de prevención primaria y secundaria, podrían tener
efectos relevantes en la reducción de las tasas delictivas a medio y largo plazo.

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Conclusión: implicaciones teóricas y empíricas del modelo TRD

En síntesis, el modelo del Triple Riesgo Delictivo (TRD) propone una correspondencia metodológica entre la consideración
genérica de la interacción entre factores personales y sociales a la hora de comprender y predecir el Riesgo de Conducta
Antisocial, y la formulación operativa de dicha interacción como f (A, B, C). Se considera que esta operativización, que constituye
el punto nuclear de la propuesta, puede tener amplias y novedosas implicaciones para la estimación de la motivación y el riesgo
delictivos de individuos y sociedades.

Por último, el modelo TRD plantea un ambicioso programa de investigación criminológica en relación con sus presupuestos
centrales. Dicho programa de investigación se dirige, más allá del propio modelo que lo suscita y la suerte científica que éste
pueda correr, a cuestiones nucleares de la explicación, predicción y prevención delictiva en las sociedades actuales.

LA NOCIÓN DE VIOLENCIA: CONCEPTO DIFÍCIL DE CONSTRUIR EN LA ETAPA ADOLESCENTE- DE LA VEGA

El adolescente es el sujeto que se encuentra en la última fase del desarrollo cognitivo, donde las características de
pensamiento se relacionan con una lógica deductiva que requiere la información que la realidad le da, así como la experiencia
de las interrelaciones sociales para construir una idea de esa realidad social en la que está inmerso. Desde un punto de vista
psicoanalítico, la adolescencia se ve matizada por un sinnúmero de factores emocionales internos y externos.

Las figuras de autoridad que antes imperaban en él, como sus progenitores, adquieren importancia desplazada hacia las
figuras de autoridad del lugar donde se desarrolla, como la escuela, los directivos, los compañeros de clase, pero sobre todo
los profesores. Por ejemplo, Kernberg explica que las características principales del adolescente psicopático son las conductas
delictivas y sus formas de relación con sus semejantes, por lo que subraya las relaciones objétales tempranas.

Toma como punto de análisis en la organización de la personalidad adolescente tres criterios estructurales: la integración de la
identidad, las operaciones defensivas que el adolescente utiliza y la capacidad de prueba de realidad. Las posibilidades que
tenga el adolescente de estructurarse bajo estos tres criterios son el resultado de un desarrollo normal o de patologías graves
como conductas antisociales, personalidades límites y personalidades narcisistas.

Por otra parte, González estudia la psicopatología de la adolescencia y los factores que influyen para que ésta se desarrolle;
destaca la búsqueda del logro de la identidad en el adolescente. Sustenta que la independencia de la familia es importante, a

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tal grado que la psicopatía del adolescente se desarrolla desde los primeros años de vida del niño, donde éste se encuentra a
merced del cuidado y la protección de sus progenitores.

Gómez examinan el bullying y otras formas de violencia en adolescentes por medio de la revisión de documentos, con el fin de
precisar dichos conceptos y, posteriormente, analizar diversos estudios sobre el tema. Sus reflexiones subrayan que la
conducta violenta es el resultado de contenidos previos de la persona tanto biológicos como psicológicos que se manifiestan
durante las interacciones en circunstancias situacionales interpretadas de manera consciente o automática, lo que implica la
aparición de este tipo de conductas.

Consideramos que el paradigma cognitivo, específicamente las ideas de Turiel, y el paradigma psicoanalítico, desde lo
postulado por la teoría de relaciones objétales, pueden converger en algunos aspectos. Uno de ellos es el contexto donde se
desarrolla el sujeto, es decir, el medio ambiente para que éste se constituya como tal.

Dos miradas de un mismo objeto: La adolescencia

La adolescencia ha sido definida como una etapa intermedia entre el niño y el adulto que se caracteriza por cambios
fisiológicos, cognitivos, emocionales y de interrelación con sus semejantes. Estos cambios se manifiestan como una crisis del
adolescente; para algunos autores como Erikson, los aspectos del desarrollo adolescente tienen que ver más con cambios
psicosociales que con cambios intrapsíquicos.

Sin embargo, para otros autores como Estrada-Inda y Salinas, la crisis adolescente recae principalmente en la búsqueda de una
identidad definitiva que dará pie a la edad adulta. “La adolescencia es una fase del desarrollo en la que coinciden fenómenos
biológicos y psicológicos orientados a la obtención de la identidad definitiva de las áreas psicológica, sexual, social y cultural
del individuo”.

Para el psicoanálisis, la adolescencia se divide en distintas fases. La adolescencia temprana, entre los 12 y 14 años, se
caracteriza por los cambios físicos y emocionales. En esta etapa, el adolescente aprende a expresar sus afectos y emociones de
manera menos infantil y más adulta, y a pensar mediante formas racionales que le permiten concebir las cosas en sus
relaciones causa y efecto, lo cual implica una solidez en el razonamiento.

Una de las corrientes de la teoría cognitiva que más ha trabajado sobre el desarrollo del pensamiento adolescente ha sido la
psicogenética. Delval afirma que durante la adolescencia ocurren cambios importantes en el pensamiento y en la posición que
ocupan los jóvenes en la sociedad debido a sus nuevas características de pensamiento.

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En esta etapa adolescente se presentan cambios en la manera de pensar y observar los fenómenos, y en la manera de
relacionarse con las figuras que lo han acompañado desde su infancia. El pensamiento concreto del niño cambia al formal, con
el que adquiere la capacidad para evaluar posibilidades futuras o de su presente inmediato, y aparece la disposición cognitiva
para comparar lo real con lo probable y lo concreto con lo abstracto.

Este pensamiento formal permite entonces la expansión del mundo social del adolescente. Aun cuando pareciera que las
teorías cognitivas sólo centran su atención en la manera en que el ser humano desarrolla sus capacidades de aprendizaje, no
dejan de lado el componente afectivo que surge en las interacciones sociales, ya que éste va unido indisolublemente a
cambios en el pensamiento.

Desde el punto de vista cognitivo, la familia es un elemento fundamental en el desarrollo adolescente, ya que es el grupo
primario que le provee información (actitudes, valores, creencias) de las interacciones sociales y herramientas socializadoras
que luego tendrá que incorporar al enfrentarse a la realidad social, lo que implica una tarea cognitiva abstracta.

Lo aprendido en casa se contrasta con lo observado en sus interacciones sociales y da como resultado nuevos instrumentos
socializadores y/o la solidificación de lo adquirido en el seno familiar. Por lo tanto, la familia, desde la postura cognitiva, es
vista como un escenario proveedor de información con la que posteriormente elaborará una reconstrucción de lo social.

Estas herramientas socializadoras de las que habla la teoría cognitiva tienen que ver, desde el punto de vista psicoanalítico,
con las relaciones que el adolescente entabla con sus semejantes. Estas relaciones son responsables de conducir las formas de
comportamiento que le permiten adquirir y desarrollar los medios más adecuados para llevar a cabo sus relaciones afectivas
fuera del núcleo familiar, es decir, con sus semejantes y figuras de autoridad. Las relaciones con los compañeros y amigos en la
etapa de la adolescencia que se dan gracias a la adquisición de dichos instrumentos socializadores permiten la transmisión de
conocimientos y valores de la cultura, y de normas básicas de comportamiento y convivencia social.

Un aspecto importante durante la etapa adolescente es el encuentro con la institución de nivel secundaria, donde inicia
nuevas relaciones con profesores y compañeros. Para el psicoanálisis, estas nuevas relaciones son producto del
desplazamiento que hace el adolescente de sus relaciones primarias: sustituye al padre por el maestro y a los hermanos por
los compañeros de clase. Para el padre del psicoanálisis, toda elección que hace el ser humano posterior a la infancia, como
amistades y relaciones amorosas, surge sobre la base de huellas mnémicas de aquellas primeras relaciones objétales, que son
de vital importancia para el desarrollo futuro del niño.

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A partir del desistimiento de los objetos de amor primarios, el adolescente favorece el ideal del Yo, mismo que puede
desplazarse hacia la idealización de un amigo, un compañero de la escuela de mayor edad, un maestro, etc., que se convierte
en un asunto importante. Si pudiéramos explicarlo desde un punto de vista cognitivo, podríamos decir que en esta etapa del
desarrollo el pensamiento del adolescente se vuelve aparentemente autónomo, ya que las diferentes posturas que le ofrece la
sociedad y la escuela, en particular, durante la interacción entre profesores y sus semejantes le permiten salir de la imposición
de las reglas primarias y adoptar las propias. Lo anterior combina muy bien con el concepto de dominio de conocimiento
postulado por Turiel, el cual es entendido como la capacidad que tienen los sujetos para manejar información de un contenido
específico de la realidad, en este caso, el mundo de las reglas sociales.

Turiel afirma que para comprender la realidad social es necesario contar con un sistema de clasificación de las interacciones
sociales. En otras palabras, la naturaleza o dominio de una interacción social tiene una relación significativa con la forma en
que piensa el individuo sobre ello, lo que tiene implicaciones en el desarrollo del niño y el adolescente. El dominio requiere
mecanismos de conocimiento para percibir, almacenar y recuperar la información recogida en la sociedad, pero este trabajo
no tiene una forma única en los seres humanos y, por lo tanto, se concibe la idea de parcelas específicas de conocimiento.

Para Turiel, esto no implica un dualismo entre pensamiento y acción, o entre razonamiento individual y contenido cultural,
más bien subraya que las elecciones de la conducta y el contenido cultural no son dicotómicas respecto al razonamiento
social, con lo que asegura que las personas utilizan los conocimientos engendrados en los dominios de conocimiento y los
intercalan con otros para conducirse en los actos sociales que la realidad les impone, realidad que para Pozo sirve también
como restrictiva, en donde el sistema representacional tiene que distinguir los sucesos que son más probables que otros.

Como se puede observar, tanto la teoría psicoanalítica como la teoría cognitiva tienen puntos de convergencia en relación con
el desarrollo adolescente; si bien es cierto que la teoría del conocimiento hace hincapié en las capacidades que se consolidan
durante esta etapa, no deja de lado la importancia de la familia como medio facilitador para la adquisición de las herramientas
que le permitirán socializar con su mundo circundante; a su vez, para el psicoanálisis, la familia cobra vital importancia,
porque, a partir del tipo de relación afectiva que se establezca durante la infancia, se construirán las nuevas relaciones, ahora
con semejantes y figuras de autoridad distintas a la de los padres.

Conceptualización de la violencia

La violencia es un concepto que ha sido estudiado por distintos autores, quienes coinciden en que ésta se manifiesta con
agresiones físicas y/o psicológicas que se infligen por medio del lenguaje verbal y no verbal, además del acto físico sobre otro

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ser humano; también se puede ejercer violencia sobre animales y objetos. Otra característica común en las distintas
definiciones tiene que ver con la coerción sobre la voluntad de decisión del otro y la transgresión de los valores éticos y
morales de los individuos.

El concepto de violencia es acuñado del latín Gradior, y está íntimamente relacionado con la agresividad (marcar contra). La
biología, por su parte, acepta que la agresividad es uno de los caracteres fundamentales de cualquier ser vivo e indica sus
relaciones estrechas, en la serie animal, con el instinto sexual. La psicología y el psicoanálisis han confirmado en sus
respectivos dominios este dato fundamental. Sin embargo, algunos psicólogos la definen como acto de carácter hostil,
destructivo, mientras que otros la aplican a todas las tendencias activas dirigidas hacia el exterior, que afirman el yo y son
posesivas y constructivas.

Por tanto, en este estudio partimos de la concepción teórica de la violencia como aquel acto que se lleva a cabo por parte de
un individuo contra otro y que consiste en infligir un malestar físico o psicológico que daña de manera importante al sujeto
receptor de la agresión. La violencia ha sido clasificada desde distintos puntos de vista y bajo diferentes parámetros; sin
embargo, podríamos retomar los aportados por Coronado, Aresti y García y Cabral, quienes proponen tres tipos:

 Violencia directa: Se trata de actos propios de violencia o agresión física, es decir, todos aquellos actos que comete un
sujeto sobre otro con el fin de someter, humillar o nulificar al individuo. En este tipo de violencia son comunes el
maltrato directo, los insultos y las peleas.
 Violencia estructural: Se localiza en los sistemas sociales que crean desigualdad entre los diferentes grupos de
individuos; por ejemplo, las desigualdades entre los miembros de una comunidad o la estratificación social urbana.
 Violencia cultural: Es aquella que legitima la violencia y la hace parecer como natural, aceptable o hasta necesaria para
la resolución de conflictos comunitarios entre grupos de individuos. Esta violencia se caracteriza por sentimientos de
superioridad de algunos sujetos sobre otros y deshumanización.

La esencia de la violencia estructural y la violencia cultural es representativa de la definición de Bourdieu sobre la violencia
simbólica, la cual se entiende como una relación de dominación en donde entran en juego la percepción y apreciación que
tiene el dominado sobre el dominante, es decir, es resultado de la asimilación de las clasificaciones naturalizadas de las que el
ser social es producto.

Este concepto nos permite pensar en la idea de lo simbólico como “…un espacio en el que necesariamente los agentes sociales
se encuentran en una relación de percepción y reconocimiento”. Lacan ubica la agresividad en esta relación fundamental con

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el semejante, la vislumbra a partir del concepto hegeliano de lucha a muerte como fase de la dialéctica del amo y del esclavo
en la que existe una relación de dominación y reconocimiento.

Cabe aclarar que para Lacan la agresión y la agresividad son diferentes: la primera se refiere sólo a actos violentos, mientras
que la agresividad es una relación fundamental con el semejante que no sólo se concreta a actos de agresión violenta, sino
también a muchos otros tipos de manifestación, como actos aparentemente afectuosos.

Para Freud, la manifestación de la violencia en agresividad es una muestra de la pulsión de muerte que se dirige hacia afuera
buscando ser colocada en un objeto externo. Según lo escrito por Laplanche y Pontalis, la agresión es la tendencia o conjunto
de tendencias que se actualizan en conductas reales o fantasmáticas, dirigidas a dañar a otro, a destruirlo, a contrariarlo, a
humillarlo, etc. La agresión puede adoptar modalidades distintas de la acción motriz violenta y destructiva; no hay conducta,
tanto negativa (p. ej., rechazo de ayuda) como positiva, tanto simbólica (p. ej., ironía) como efectivamente realizada, que no
pueda funcionar como agresión.

Gaspar y Asencio afirman que la agresión es un acto que daña o hiere a otra persona. También puede ser vista como un
mecanismo adaptativo preprogramado genéticamente que se encuentra relacionado con otras fuentes vitales e influenciado
por factores internos y externos. Estos mecanismos en los que se sobrepone una serie de aprendizajes, que tienen su origen
en la experiencia individual presentada en ámbitos como el de la familia y la escuela, se pueden generar a través de vínculos
interpersonales matizados de agresión, pero no violentos, cuando menos en la primera infancia, etapa en la que además se
encuentran las raíces de la agresión mediante las relaciones que tienen con sus padres y semejantes.

Resultados

Con base en las respuestas, podemos discernir que la mitad de estos adolescentes concibe la violencia como una herramienta
útil en la relación con sus semejantes y dentro de una gama moral de lo bueno y lo malo en las personas que la utilizan. La otra
mitad, a pesar de tener los elementos cognitivos necesarios para desarrollar una idea más completa sobre la violencia, no
pudo concretarla, por lo que respondió no saber por qué existe la violencia. Al parecer, la idea de violencia se encuentra en
proceso de desarrollo.

Podemos decir que la mayoría de estos adolescentes percibe sólo los actos violentos fuera de la familia; sin embargo, no hay
que olvidar lo mencionado por Freud, quien afirma que es sobre la figura de un semejante en donde se desplazan los

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

sentimientos de amor y odio dirigidos hacia las figuras de los padres; tal pareciera que éstas son preservadas como figuras de
amor mientras que proyectan hacia el exterior la contraparte del odio que se genera; por ejemplo, los adolescentes logran
percibir actos violentos solamente dentro de la familia extensa.

Este proceso de percibir, desplazar y proyectar requiere de herramientas cognitivas más complejas que empiezan a hacerse
presentes en la etapa de la adolescencia. Resulta interesante que algunos jóvenes logran entrever en sus relaciones familiares
cierto grado de violencia proveniente directamente de sus figuras parentales, lo que indica que hay un ejercicio a nivel
cognitivo que permite al sujeto denunciar la violencia que se vive dentro de este ámbito, pero también la violencia dirigida
hacia él mismo, lo que nos muestra el surgimiento del pensamiento autónomo desligado de estos primeros lazos afectivos.

Una muestra de este desplazamiento hacia los semejantes es percibir a los compañeros de escuela como aquellos donde la
agresión puede ser depositada. Los congéneres provocan los actos violentos principalmente dirigidos hacia algún compañero
con características especiales como el sobrepeso o también sobre ellos mismos. No hay que olvidar que el desplazamiento se
lleva a cabo a partir de un proceso interno del sujeto que además está inmerso en relaciones sociales específicas como las que
se encuentran en los centros escolares de nivel secundaria en nuestro país.

Este proceso interno estará matizado por el tipo de relaciones buenas o dañinas que el adolescente experimente en su paso
por la escuela. Lo anterior puede ser respaldado por las ideas de Velázquez cuando afirma que los sujetos perciben la escuela
secundaria como aquel nivel en donde se presenta la violencia de manera más significativa; por lo tanto, la escuela resulta ser
un espacio importante para el desarrollo de su noción. La escuela puede matizarla a partir de la figura del profesor; sin
embargo, en la institución donde se realizó el estudio existe un gran ausentismo de los docentes, lo que favorece un tipo de
interrelación violenta sin una figura de autoridad que pueda poner límites y control al impulso agresivo de los estudiantes.

González afirma que el ambiente imperante en el que se desarrolla el adolescente le da un sentido particular a su vida que lo
asegura y orienta en sus actos, “él necesita mantener un cuerpo de creencias y valores sólidos que impliquen una escala de
valores, así como actitudes sobre las cuales guiarse con seguridad”. El ambiente de violencia confunde con mucha facilidad al
adolescente, ya que necesita modelos de identificación sólidos para su vida adulta, para ello es imprescindible una figura de
autoridad que imponga límites.

Recordemos que la agresividad es una relación fundamental del sujeto que no sólo tiene que ver con actos violentos, sino
también con algunos otros actos que no necesariamente presentan agresión y que, por tanto, pueden deslizarse en actos
aparentemente afectuosos y tener matices diferentes. Sin embargo, la escuela no es el único espacio donde el adolescente

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

puede desarrollar su noción de violencia. A la pregunta: En tu ciudad, ¿quiénes son víctimas de los actos violentos?, los
adolescentes responden que principalmente personas con aspectos particulares, es decir, los chaparritos, los vagabundos, los
pobres o los más tontos, por lo que perciben que tener alguno de estos aspectos puede llevar a ser víctima de actos violentos.

Los participantes también contemplan como grupo vulnerable de violencia a los niños pequeños y a los ancianos, y sólo uno
de ellos da cuenta de que la violencia es un acto que puede sufrir cualquier tipo de persona. Los adolescentes de este estudio
conciben, de esta manera, que en el medio ambiente en el que se desarrollan hay personas que sufren actos violentos. En la
pregunta En tu ciudad, ¿quiénes son los agresores?, vuelven a mencionar aspectos concretos, como los que “traen aretes o
están tatuados”, pero también a aquellas personas que representan una figura de autoridad, como los adultos.

Recordemos lo que escribe Calderone sobre el concepto bourdieureano de violencia simbólica, entendida como una relación
de dominación en la que entran en juego la percepción y apreciación que tiene el dominado sobre el dominante, es decir, es el
resultado de la asimilación de las clasificaciones naturalizadas de las que el ser social es producto. En su dialéctica del amo y
del esclavo, Lacan teoriza la lucha a muerte a la que se enfrentan los sujetos, en la que el más fuerte logra un estado de
dominación sobre el vencido.

De esta manera, los adolescentes localizaron al sujeto agresor a partir de características personales como la edad y los grupos
sociales denominados bandas o pandillas, resultado de un tipo de categorización de la realidad. Para algunos otros, los
agresores son aquellas personas que no trabajan, que no tienen nada que hacer o a los que no les dicen nada. Son pocos los
sujetos que responden no saber quiénes son los agresores en los actos violentos que se dan en su ciudad.

Es importante señalar que para estos adolescentes es más fácil identificar al agresor mientras más lejos esté de él que
identificarlo cuando está cerca de su contexto de relaciones sociales. Es decir, identificar la violencia dentro de su núcleo
familiar o en el medio cercano a él es más difícil, dado que entre más cercano esté el acto violento más angustia acarrea el
reconocerlo. Además, tanto los integrantes de la familia como las personas que conforman su ámbito escolar presentan
características unificadas y muy similares a las de ellos, lo que pudiera provocar una angustia en la identificación que surja con
el agresor; esto se explica si partimos de la idea de que la tarea cognitiva se vuelve más difícil y compleja cuando están de por
medio los afectos que cuando hay una distancia emocional relacionada.

Los argumentos anteriores nos permiten entender que la construcción de noción de violencia en los adolescentes atraviesa
por un sinnúmero de factores: el núcleo familiar y la institución escolar, que provee experiencias directas o indirectas de
diversos actos de violencia. A pesar de que el medio ambiente en donde se desarrollan los sujetos de este estudio es diverso y

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

les provee tanto experiencia como información de la violencia, los jóvenes aún no pueden construir una idea de ella más
acabada, dado que el nivel de reflexión activa sobre los fenómenos sociales que suceden a su alrededor se encuentra aún en
proceso de transformación.

LEY 6354 DE LA PROVINCIA DE MENDOZA

Del objeto y fines

art. 1o - la presente ley tiene por objeto la protección integral del niño y el adolescente, como sujeto principal de los derechos
establecidos en la misma y el ordenamiento legal vigente. a tal efecto, quedan comprendidas todas las personas que no
hubieran alcanzado la mayoría de edad. el estado garantizara el interés superior de los mismos, en el ámbito de la familia y de
la sociedad, brindándoles las oportunidades y facilidades para el desarrollo físico, psíquico y social.

art. 2o - la política respecto del niño y el adolescente, tendrá como objetivo su contención en el núcleo familiar a través de la
implementación de planes de prevención, promoción, asistencia e inserción social.

art. 3o - a los efectos de la promoción y protección de los derechos del niño y el adolescente y de la aplicación de la presente
ley, compete al consejo provincial de la niñez y adolescencia; a la dirección provincial de la niñez y adolescencia; y a la justicia,
la decisión de los casos en que existan cuestiones de derecho que sean objeto de controversia o conflicto legal y los casos
expresamente contemplados en esta ley.

art. 4o - el estado deberá prevenir los actos que amenacen o que violen los derechos del niño y del adolescente,
garantizándoles: a) la recepción de protección y auxilio en cualquier circunstancia; b) la atención prioritaria en los servicios
públicos; c) la preferencia en la formulación y ejecución de las políticas sociales.

art. 5o - a fin de que los padres, tutor o guardador ejerzan sus derechos y deberes con responsabilidad, el estado suministrara
la orientación y asistencia adecuada a los mismos con el objeto de favorecer la protección integral del niño y el adolescente.

De los derechos y garantías del niño y el adolescente

art. 11 - el estado garantizara al niño y adolescente en el proceso penal, los siguientes derechos y garantías:

1. a ser considerado inocente hasta tanto se demuestre su culpabilidad;

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

2. al pleno y formal conocimiento del acto infractor que se le atribuye y de las garantías procesales con que cuenta;
3. a la igualdad en la relación procesal, a cuyo efecto podrá producir todas las pruebas que estimare convenientes para
su defensa;
4. a la asistencia de un asesor letrado a su elección o proporcionado gratuitamente por el estado;
5. a ser oído personalmente por la autoridad competente;
6. a solicitar en forma inmediata la presencia de sus padres o del responsable, a partir de su aprehensión y en cualquier
fase del procedimiento;
7. a que sus padres, tutor o guardador sean informados, en el momento de su imputación y en caso de aprehensión, del
lugar donde se encuentra, hecho que se le imputa, juzgado y organismo policial interviniente;
8. a no declarar contra sí mismo;
9. a que toda actuación referida a su aprehensión y/o detención y los hechos que se le imputaren sean estrictamente
confidenciales.

art. 14 - toda persona que tomará conocimiento de situaciones que atenten contra la integridad psíquica y/o física de los niños
y adolescentes, deberá ponerlo en conocimiento de los organismos competentes.

Organismos del consejo provincial de la niñez y adolescencia

art. 16 - serán funciones del consejo provincial de la niñez y adolescencia:

 asesorar y proponer al poder ejecutivo las políticas del área;


 promover la creación de organizaciones no gubernamentales destinadas a la protección del niño, el adolescente y la
familia;
 relacionarse con los diferentes sectores involucrados en el tema;
 participar en el diseño de la política oficial de medios de comunicación, relacionada con el tema;
 promover la realización de congresos, seminarios y encuentros de carácter científico y participar en los que organicen
otras entidades;
 realizar estudios y diagnósticos tendientes a avanzar hacia una progresiva desconcentración y descentralización del
área;
 promover el desarrollo de la investigación y capacitación en la materia;
 requerir la información necesaria para el cumplimiento de sus fines;
 dictar su reglamento interno, ad-referéndum del poder ejecutivo.
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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Organizaciones relacionadas con la niñez y adolescencia

art. 41 - las personas de existencia ideal, públicas o privadas, estatales o no, con o sin fines de lucro referidas a la niñez y
adolescencia, deberán asegurar los derechos reconocidos por la presente ley y ajustar su funcionamiento a los siguientes
criterios y pautas:

1. respetar y favorecer la integración del núcleo familiar;


2. realizar la contención teniendo como parámetro fundamental la estructura familiar;
3. mantener unidos a los hermanos, evitando su separación por razones de sexo, edad u otras;
4. evitar el desplazamiento del niño y adolescente de su medio ambiente originario, a fin de no provocar el desarraigo; y
5. contar con planes, programas y proyectos de prevención, asistencia, contención y reinserción en el marco en que
desarrollen su accionar.

art. 42 - la dirección provincial de la niñez y la adolescencia coordinara con los organismos educacionales, municipales,
provinciales, nacionales e internacionales, la capacitación, en todos los niveles, de los niños y adolescentes comprendidos en
sus programas.

De la justicia de familia y en lo penal de menores

art. 46- créanse, en el ámbito del poder judicial de Mendoza: a) cámaras de familia; b) juzgados de familia; c) ministerio
publico fiscal y pupilar de familia; d) asesorías de familia; e) tribunales en lo penal de menores; f) juzgados en lo penal de
menores; g) ministerio publico fiscal y pupilar en lo penal de menores; y, h) cuerpo auxiliar interdisciplinario.

De la denuncia

art. 122 - la justicia de familia y en lo penal de menores, la policía de Mendoza, la dirección provincial de la niñez y
adolescencia y cualquier funcionario público u organización no gubernamental con injerencia en la materia, que tomare
conocimiento que un menor o incapaz sufriere perjuicio por abuso físico o mental, descuido, trato negligente, malos tratos o
explotación; o, hubiere cometido una falta o delito, o resultare víctima de faltas o delitos, están obligados a poner ese hecho
en conocimiento del ministerio público fiscal y pupilar, según corresponda, en el plazo máximo de veinticuatro (24) horas.

De la aprehensión y detención de niños y adolescentes

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

art. 125 - los oficiales y auxiliares de la policía judicial u organismo que ejerza sus funciones, podrán aprehender, aun sin orden
judicial, a un menor:

1. cuando intentare un delito, en el momento de disponerse a cometerlo.


2. cuando se fugare estando legalmente detenido. en todos los casos deberán comunicarlo al agente fiscal en el plazo de
dos (2) horas de producida la aprehensión y asentarlo en el registro de detenidos, detallando los motivos que
determinaron su accionar, aportando las pruebas que obraren en su poder o indicando el lugar donde se encontraren
las mismas.

art. 126 - la detención de un menor no procederá sin orden escrita de autoridad competente, salvo el caso de delito flagrante
reprimido con pena privativa de la libertad.

Del cuerpo auxiliar interdisciplinario

art. 170 - el cuerpo auxiliar interdisciplinario asistirá a la justicia de familia y a la justicia en lo penal de menores, en los asuntos
de su competencia y en los que esta ley determine, bajo dependencia jerárquica y funcional de la suprema corte de justicia.

art. 171 - el cuerpo contara con un plantel de profesionales calificados en las distintas áreas de la problemática infantojuvenil.

art. 172 - son funciones del cuerpo las siguientes:

 investigar la situación bio Sico social de los menores;


 elaborar diagnósticos, pericias e informes;
 sugerir tratamientos y efectuar el seguimiento y control de los mismos;
 practicar el seguimiento y control del cumplimiento de las medidas de protección;
 conformar y llevar un registro de abogados "ad hoc", a los fines de prestar patrocinio letrado gratuito.

art. 173 - el cuerpo contara con especialistas calificados para la relación de las menores víctimas de infracciones a las leyes
penales, de faltas y contravenciones con los órganos judiciales.

art. 174 - cuando el caso así lo requiera, la autoridad Judicial ordenara la intervención de estos profesionales para la recepción
de las declaraciones o interrogatorios, en el primer contacto y en cualquier etapa del procedimiento.

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

art. 175 - el cuerpo designara, a solicitud de la autoridad judicial que intervenga en la causa, el profesional que supervisara el
cumplimiento de las medidas de protección ordenadas, incluso de aquellas dictadas de conformidad con el régimen penal
vigente.

art. 176 - el profesional designado deberá elevar un informe mensual de los casos sometidos a su seguimiento, meritando el
cumplimiento de los objetivos que se tuvieron en vista con su imposición y recomendara, fundadamente, el mantenimiento,
sustitución, modificación o supresión de la medida ordenada.

art. 177 - la autoridad judicial merituada el informe y resolverá en consecuencia, en el plazo de cinco (5) días de recibido el
mismo, ratificando o rectificando, fundadamente, la medida.

art. 178 - la resolución se notificará a las partes, y, en su caso, al asesor de menores e incapaces y al ministerio público. la
misma será recurrible en los modos, tiempos y con los caracteres previstos por la presente ley.

De las medidas de protección

art. 180 - las medidas de protección podrán consistir en:

1. orientación de los padres, tutor o guardador a efectos que ejerciten las obligaciones derivadas de su calidad de tales;
2. seguimiento y apoyo temporario del niño y del adolescente y de su familia;
3. entrega del niño o adolescente a sus padres, tutor o guardador, bajo periódica supervisión;
4. inclusión en programas oficiales o comunitarios de protección a la familia y al niño y adolescente;
5. matriculación y asistencia obligatoria en establecimientos de enseñanza formal o no formal;
6. adquirir oficio, estudiar o dar prueba de un mejor rendimiento en estas actividades;
7. solicitud de tratamiento médico, psicológico, o psiquiátrico;
8. inclusión en programas oficiales o comunitarios de orientación y tratamiento de alcohólicos y drogodependientes
9. inclusión en sistemas de tratamiento médico o psicológico, en régimen ambulatorio o de internación;
10. colocación del niño o adolescente en régimen de guarda por programa especiales, con periódica supervisión, solo si la
medida prevista en el inciso c) del presente artículo, fuere manifiestamente perjudicial a los intereses de aquellos;
11. abstención del consumo de bebidas alcohólicas y de sustancias prohibidas o, que, sin estarlo, sean consideradas
inconvenientes;

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

12. alojamiento en establecimientos de atención, oficiales o comunitarios. la medida prevista en este inciso es de carácter
excepcional y provisorio, como última instancia de contención y sin que implique restricción a la libertad, hasta tanto
el niño sea derivado a programas especiales.

art. 181 - la aplicación de medidas de protección, deberá tener en cuenta las necesidades pedagógicas, prefiriéndose las que
tengan por objeto el fortalecimiento de los vínculos familiares y comunitarios.

LEY 22.278 REGIMEN PENAL DE LA MINORIDAD

Art. 1°- No es punible el menor que no haya cumplido dieciséis años. Tampoco lo es el que no haya cumplido dieciocho años,
respecto de delitos de acción privada o reprimidos con pena privativa de la libertad que no exceda de dos años, con multa o
con inhabilitación.

Art. 2°- Es punible el menor de dieciséis a dieciocho años que incurriere en delito que no fuera de los enunciados en el artículo
1. En esos casos la autoridad judicial lo someterá al respectivo proceso y deberá disponerlo provisionalmente durante su
tramitación a fin de posibilitar la aplicación de las facultades conferidas por el artículo 4.

Art. 5°- Las disposiciones relativas a la reincidencia no son aplicables al menor que sea juzgado exclusivamente por hechos que
la ley califica como delitos, cometidos antes de cumplir los dieciocho años.

LEY 26.061 DE PROTECCION INTEGRAL DE LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES

ARTICULO 1° - OBJETO. Esta ley tiene por objeto la protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes que
se encuentren en el territorio de la República Argentina, para garantizar el ejercicio y disfrute pleno, efectivo y permanente de
aquellos reconocidos en el ordenamiento jurídico nacional y en los tratados internacionales en los que la Nación sea parte.

ARTICULO 2° - APLICACION OBLIGATORIA. La Convención sobre los Derechos del Niño es de aplicación obligatoria en las
condiciones de su vigencia, en todo acto, decisión o medida administrativa, judicial o de cualquier naturaleza que se adopte
respecto de las personas hasta los dieciocho años.

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Las niñas, niños o adolescentes tienen derecho a ser oídos y atendidos cualquiera sea la forma en que se manifiesten, en todos
los ámbitos. Los derechos y las garantías de los sujetos de esta ley son de orden público, irrenunciables, interdependientes,
indivisibles e intransigibles.

ARTICULO 3° - INTERES SUPERIOR. A los efectos de la presente ley se entiende por interés superior de la niña, niño y
adolescente la máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en esta ley. Debiéndose
respetar:

1. Su condición de sujeto de derecho;


2. El derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y que su opinión sea tenida en cuenta;
3. El respeto al pleno desarrollo personal de sus derechos en su medio familiar, social y cultural;
4. Su edad, grado de madurez, capacidad de discernimiento y demás condiciones personales;
5. El equilibrio entre los derechos y garantías de las niñas, niños y adolescentes y las exigencias del bien común;
6. Su centro de vida. Se entiende por centro de vida el lugar donde las niñas, niños y adolescentes hubiesen transcurrido
en condiciones legítimas la mayor parte de su existencia. Este principio rige en materia de patria potestad, pautas a
las que se ajustarán el ejercicio de la misma, filiación, restitución del niño, la niña o el adolescente, adopción,
emancipación y toda circunstancia vinculada a las anteriores cualquiera sea el ámbito donde deba desempeñarse.

Cuando exista conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos e intereses
igualmente legítimos, prevalecerán los primeros.

ARTICULO 5° - RESPONSABILIDAD GUBERNAMENTAL. Los Organismos del Estado tienen la responsabilidad indelegable de
establecer, controlar y garantizar el cumplimiento de las políticas públicas con carácter federal.

ARTICULO 6° - PARTICIPACION COMUNITARIA. La Comunidad, por motivos de solidaridad y en ejercicio de la democracia


participativa, debe y tiene derecho a ser parte activa en el logro de la vigencia plena y efectiva de los derechos y garantías de
las niñas, niños y adolescentes.

ARTICULO 7° - RESPONSABILIDAD FAMILIAR. La familia es responsable en forma prioritaria de asegurar a las niñas, niños y
adolescentes el disfrute pleno y el efectivo ejercicio de sus derechos y garantías. El padre y la madre tienen responsabilidades
y obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos.

principios, derechos y garantías articulo

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

8° - DERECHO A LA VIDA.

ARTICULO 9° - DERECHO A LA DIGNIDAD Y A LA INTEGRIDAD PERSONAL.

ARTICULO 10. - DERECHO A LA VIDA PRIVADA E INTIMIDAD FAMILIAR.

ARTICULO 13. - DERECHO A LA DOCUMENTACION.

ARTICULO 14. - DERECHO A LA SALUD.

ARTICULO 15. - DERECHO A LA EDUCACION.

ARTICULO 19. - DERECHO A LA LIBERTAD.

ARTICULO 20. - DERECHO AL DEPORTE Y JUEGO RECREATIVO.

ARTICULO 21. - DERECHO AL MEDIO AMBIENTE.

ARTICULO 22. - DERECHO A LA DIGNIDAD.

ARTICULO 23. - DERECHO DE LIBRE ASOCIACION.

ARTICULO 24. - DERECHO A OPINAR Y A SER OIDO.

ARTICULO 25. - DERECHO AL TRABAJO DE LOS ADOLESCENTES.

ARTICULO 26. - DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL.

Sistema de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes

ARTICULO 33. - MEDIDAS DE PROTECCION INTEGRAL DE DERECHOS. Son aquéllas emanadas del órgano administrativo
competente local ante la amenaza o violación de los derechos o garantías de uno o varias niñas, niños o adolescentes
individualmente considerados, con el objeto de preservarlos, restituirlos o reparar sus consecuencias

ARTICULO 34. - FINALIDAD. Las medidas de protección de derechos tienen como finalidad la preservación o restitución a las
niñas, niños o adolescentes, del disfrute, goce y ejercicio de sus derechos vulnerados y la reparación de sus consecuencias.

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

ARTICULO 35. - APLICACION. Se aplicarán prioritariamente aquellas medidas de protección de derechos que tengan por
finalidad la preservación y el fortalecimiento de los vínculos familiares con relación a las niñas, niños y adolescentes.

CONDUCTA ANTISOCIAL EN ADOLESCENTES- MUÑOZ GARCÍA

Se presentan aquellas teorías explicativas relevantes para la comprensión de la génesis y/o mantenimiento de las conductas
antisociales.

 Teorías explicativas de las conductas antisociales

Intentan dar una causalidad de su aparición y posterior mantenimiento. Las teorías explicativas tienen en centra la gran
variedad de factores sociales, individuales, biológicos y ambientales que rodean a las personas. La mayoría de las teorías
enfatizan en una interacción de factores personales, ambientales y conductuales.

 Teorías de la socialización deficiente:

Consideran en mayor o menor grado los procesos deficientes de socialización de los individuos, ya sea por aprendizaje
defectuoso, por imitación o por asociación e integración en grupos o subculturas delincuentes.

 Teorías ecológicas:

Exponente más claro de estas teorías es la Escuela de Chicago. La idea principal es la hipótesis zonal de Burgess, quien analiza
la delincuencia en la ciudad de Chicago, postulando la división de la ciudad en zonas concéntricas.

En esta línea, Shaw y Mackay concluyen que ser delincuente no radica en diferencias individuales, sino en características de los
barrios donde viven. En los barrios con mayor índice delincuencia, desorganizados socialmente, los jóvenes contactan con
grupos organizados que les implican en sus actividades, aprendiendo técnicas de actuación y actitudes propias de los
miembros de esos grupos.

 Teorías del aprendizaje:

La teoría del aprendizaje social: explican la conducta delictiva como un comportamiento aprendido, sea basándose en el
condicionamiento clásico, operante u observacional o vicario.

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Feldman toma la teoría del aprendizaje social añadiendo la participación conjunta de los factores cognitivos y situacionales. Es
decir, no solo se aprenderían por observación de modelos, sino que habría una serie de aspectos cognitivos que influirían
sobre el aprendizaje vicario. Según Feldman una vez adquirida la conducta solo se llevaría a cabo ante una señal favorecedora
adecuada.

El modelo del aprendizaje vicario: el sujeto puede aprender nuevas conductas mediante la observación de modelos, ya sean
reales o simbólicos, representando una vía rápida y efectiva en la adquisición de las múltiples u complejas conductas que el
ser humano es capaz de exhibir. La “observación” permitiría la adquisición de normas y juicios morales y el desarrollo del
autocontrol.

Para Bandura 3 son las fuentes importantes de aprendizaje de la conducta agresiva: 1) la influencia familiar. 2)las influencias
subculturales, 3) el modelo simbólico, que haría referencia al aprendizaje por observación de modelos reales y/o de imágenes,
palabras y acciones.

La teoría de la asociación: Sutherland, considera que se puede ser delincuente o respetuoso y honrado según el ambiente en
que haya vivido uno. Su teoría también se llama de los contactos diferenciales.

Esta teoría de la asociación diferencial propone el aprendizaje de la conducta criminal en interacción con otras personas
mediante un proceso de comunicación. Al pasar mayor parte del tiempo con su gente intima es donde va a haber mayor
aprendizaje. El aprendizaje del comportamiento criminal implica no solo técnicas para la realización del mismo, sino la
modulación de motivos, impulso, razones t actitudes.

En síntesis, la asociación diferencial con grupos antisociales o no-antisociales sería la única posible explicación de las
conductas delictivas.

La teoría de las subculturas: Cohen define las subculturas como aquellas estructuras que forman los grupos que dentro de la
sociedad se apartan o rechazan mayoritariamente la moralidad y ética de la mayoría. Ejemplo serio la pandilla o banda de
delincuentes.

Las subculturas se formarían cuando hubiera un número de personas con similares problemas de adaptación para los cuales
no habría soluciones institucionalizadas ni tampoco grupos de referencia alternativos que les dotasen de otro tipo de
respuestas. Según Cohen, el joven inadaptado podría optar por 3 alternativas:

1. Incorporarse al ámbito cultural de sus compañeros de clase media pese a su inferioridad de condiciones.
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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

2. Integrarse en la cultura de otros jóvenes de la calle, renunciando a posibles aspiraciones más elevadas.
3. O integrarse en una subcultura delincuente.

Cohen atribuye 5 características a la conducta de los jóvenes antisociales de grupos o bandas de clase social baja:

 Calidad no utilitaria: los actos delictivos no persiguen un beneficio económico, sino que mayormente persiguen
alcanzar la gloria para obtener satisfacción personal.
 Maliciosa: el único propósito es causar daño y problemas a la gente.
 Negativa: la subcultura delincuente se origina por una polaridad negativa con las normas de la clase media y no por
unos valores o reglas diferentes.
 Hedonismo inmediato: no hay interés por las metas a largo plazo, no se planifican actividades, sino que la subcultura
delincuente busca la gratificación inmediata.
 Autonomía: el joven antisocial desafía e ignora la autoridad de padres, profesores, atendiendo solo a la imposición
ejercida por otros compañeros de la subcultura.

Teoría de las técnicas de neutralización: recibe su nombre debido a que los jóvenes descubren la inconsistencia y
vulnerabilidad de las leyes imperantes, conteniendo implícitamente sus propias formas de neutralización. Por esto, cualquier
persona puede reclamar varias clases de justificaciones atendiendo a que, según sus creencias u opiniones, en determinadas
circunstancias atenuantes, no están obligados por la ley.

El joven delincuente se justificaría para liberarse de la culpa que tiene al comportarse antisocialmente con las técnicas de
neutralización. Lo haría negando su responsabilidad, negando el daño, negando a la víctima, condenando a los denunciantes y
apelar a grandes lealtades.

Teoría de la anticipación diferencial: cuando un individuo realiza o rechaza la omisión de un acto delictivo lo hace en función
de expectativas sobre las consecuencias de tal hecho. La modulación de estas expectativas se hará en función de: 1) la
totalidad de los vínculos sociales convencionales y criminales del individuo; 2) el aprendizaje social a través de modelos de
comportamiento y refuerzo directo de conductas sociales o antisociales y 3) la percepción de necesidades, oportunidades y
riesgo de las circunstancias que rodean el posible acto delictivo.

Teoría de la estructura social defectuosa: causa primaria o principal de la delincuencia es la inestabilidad de las estructuras e
instituciones sociales, siendo el delito una consecuencia de la organización social.

27
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Teorías de la anomalía: tuvo mayor desarrollo con Merton y su teoría de la estructura social y de la anomia. Los sujetos
realizan diferentes modos de adaptación social considerando 5 tipos diferentes: 1- conformidad; 2- innovación; 3-ritualismo;
4-retraimiento y 5- rebelión.

Lo más reseñable del análisis teórico de Merton es la posible explicación de las correlaciones entre la delincuencia y pobreza.
La pobreza traería consigo la limitación de oportunidades, pero ambas no serían suficientes para explicar la delincuencia. Es la
asociación de las limitaciones generadas por la pobreza que, junto con la importancia cultural del éxito como meta
predominante, fomentan una conducta delictiva.

Teorías de la desigualdad de oportunidades: Cloward y Ohlin admiten la existencia de profundas desigualdades entre las
diversas clases sociales a la hora de acceder legítimamente a metas cultural y socialmente aceptadas. Estos autores consideran
que los jóvenes no acceden de la misma forma a los medios ilegítimos. Hay 3 tipos de subculturas delincuentes según los
diferentes tipos de barrios de clase baja:

1. Subcultura criminal: aparecerá en barrios de clase baja relativamente estables, en los que las conductas antisociales
son aceptadas como algo normal.
2. Subcultura del conflicto: aparece en barrios menos estables. Se promueve el uso de la violencia para acceder a un
estatus privilegiado.
3. Subcultura de la retirada o abandono: hay individuos que fracasan en las dos estructuras posibles de oportunidades
(legitimas e ilegitimas). Elegirán formas de vida alternativas a las de su comunidad alrededor de las drogas, el alcohol u
otras formas de evasión.

Teorías de la tensión o la frustración: Agnew, distingue tres tipos de frustración que pueden llevar al crimen o la delincuencia:

 Tensión derivada del fracaso en el logro de metas u objetivos apreciados positivamente.


 Tensión derivada del rechazo o la eliminación de logros positivos anteriormente alcanzados (ej.: enfermedad o muerte
de amigos)
 Tensión derivada de la exposición a estímulos negativos o nocivos (por ejemplo: ser ridiculizado).

La frustración de no ser tratado por los demás como quisiera.

Teoría del control social: distingue entre el control ejercido desde fuentes externas al individuo y el ejercido por el mismo. La
sociedad ejerce presión sobre sus miembros a través de modelos de conformidad. El control social es el mecanismo para

28
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

frenar y evitar la comisión de delitos. Aquellos sujetos que no tienen vinculo sociales tienen más predisposición a delinquir que
las que tienen un fuerte arraigo en la sociedad.

Hirschi, considera 4 variables del control, representadas por un fuerte vínculo social, que explican la conducta conforme a las
normas sociales:

1. Afecto: se desarrolla mediante una interacción íntima y continua. El vínculo afectivo es más importante que el
contenido especifico del aprendizaje resultante del mismo.
2. Compromiso: es el grado mediante el cual los propios intereses individuales han sido invertidos en determinadas
actividades fijas o establecidas.
3. Participación: considerada como un “desgastador” natural de tiempo y energía, supone un buen agente de control
social.
4. Creencia: vinculo ideológicos asociados a los valores y normas que cuentan con el respaldo social.

Gottfredson y Hirscho, desarrollan una explicación general de la conducta antisocial denominada teoría del autocontrol. El
autocontrol sería el mejor agente para plantar resistencia a aquellas conductas antisociales que ofrecen la gratificación
inmediata.

Consideran relevante para la comprensión de las conductas criminales: 1- el papel de la familia; 2- la importancia de la
oportunidad; 3-el declive con la edad de la aparición de conductas antisociales y critican: 1)la existencia de las carreras
criminales; 2)la existencia del crimen organizado;3)la diferenciación causal entre la delincuencia juvenil y la adulta; 4)la
diferenciación entre crímenes considerados de “guante blanco” y crímenes “ordinarios” y 5)la posibilidad de aprendizaje del
crimen.

Una teoría integradora: creada por Farrington, integra las aportaciones de otras teorías. Según el autor la delincuencia surgiría
por un proceso de interacción entre el individuo y el ambiente que tiene lugar en 5 etapas:

1. Surgimiento de la motivación para delinquir, es por deseos de bienes materiales, prestigio social y búsqueda de
sensaciones.
2. Se busca un método legal o ilegal para satisfacer los deseos personales.
3. La motivación para cometer actos delictivos no es constante y puede modularse por creencias o actitudes
interiorizadas acerca de la ley.
4. El delinquir este modelado por factores situacionales inmediatos.
29
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

5. Influyendo las consecuencias del delito en la tendencia criminal y en el proceso de cálculo ganancias-perdidas para la
comisión de futuros delitos.}

Jóvenes de clase baja tendrán más propensión a delinquir, ya que no pueden alcanzar legalmente sus metas. Los maltratados
por sus padres tienen más probabilidad de cometer delitos debido a que no han adquirido la autorregulación interna de su
comportamiento. Finalmente, niños de familia delincuentes y los que se relacionen con jóvenes delincuentes tenderán a
desarrollar conductas antisociales y contra el sistema.

LA ESTRUCTURA DE LOS RASGOS DE PERSONALIDAD EN ADOLESCENTES: EL MODELO DE CINCO FACTORES Y LOS CINCO
ALTERNATIVOS-ROMERO

El Modelo de Cinco Factores ha adquirido especial resonancia. Su historia es ya larga y ha sido examinada en numerosas
ocasiones. Sus raíces se sitúan en análisis de descriptores de la personalidad en los lenguajes naturales, que, en distintos
estudios, fueron definiendo una estructura de cinco dimensiones.

Asume que los rasgos presentan una estructura jerárquica y proporciona puntuaciones en seis facetas porcada uno de los
cinco grandes dominios (Neuroticismo, Extraversión, Apertura a la Experiencia, Amabilidad y Responsabilidad); ha sido
traducido y analizado en múltiples contextos socio geográficos, se ha estudiado su utilidad en diferentes ámbitos aplicados y
ha sido muy investigada su relación con otros modelos de la personalidad

Un esquema diferente, aunque también de cinco factores (los llamados «Cinco Alternativos»), es el propuesto por Zuckerman.
Zuckerman desarrolla su modelo dentro de la tradición psicobiológica. De acuerdo con este autor, la relevancia de los rasgos
en los lenguajes naturales puede no ser proporcional a su importancia conductual, por lo que quizás el análisis léxico no sea un
buen punto de partida para conocer las dimensiones básicas de la personalidad. El modelo de Zuckerman surge de varios
análisis factoriales sobre escalas de temperamento y de personalidad a las que se atribuye una base biológica. El objetivo de
Zuckerman era, en un principio, determinar la naturaleza del Psicoticismo y de otros factores que se extienden más allá de las
dimensiones de Extraversión y Neuroticismo.

La solución de cinco factores estaba compuesta por: Neuroticismo-Ansiedad, Agresión-Hostilidad, Actividad, Sociabilidad y
Búsqueda de Sensaciones Impulsiva No Socializada, un factor en el que se agrupan la escala de Psicoticismo de Eysenck junto

30
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

con medidas de búsqueda de sensaciones, impulsividad y, en el polo opuesto, socialización. Para evaluar estos cinco factores
«alternativos», se creó el Cuestionario de Personalidad Zuckerman-Kuhlman.

REINCIDENCIA DELICTIVA EN MENORES INFRACTORES DE LA COMUNIDAD DE MADRID: EVALUACIÓN, CARACTERÍSTICAS


DELICTIVAS Y MODELOS DE PREDICCIÓN- GRAÑA GÓMEZ

fundamentación teórica

La evaluación de los jóvenes delincuentes no puede estar separada de la tarea de determinar, por una parte, el nivel de riesgo
que presentan para la continuación de la carrera delictiva y, por otra parte, de señalar cuáles han de ser las necesidades que
han de formularse como objetivos para el tratamiento dentro del sistema de justicia juvenil.

Los factores de riesgo pueden dividirse en factores estáticos y dinámicos. Los primeros no pueden formar parte de los
objetivos de intervención, ya que por su propia naturaleza no pueden modificarse, caso por ejemplo del historial delictivo. Los
segundos, cambiables a través de las experiencias vividas y de programas desarrollados con un propósito terapéutico o
educativo, son los prioritarios para nosotros.

Dos instrumentos ampliamente utilizados con delincuentes adultos que pretenden predecir el riesgo son el Psychopathy
CheckList Revised (PCL-R, Escala de Evaluación de la Psicopatía) de Robert Hare y el Level of Service Inventory Revised (LSIR, el
Inventario de Nivel de Servicio Revisado) de Andrews y Bonta.

Antes de analizar estos instrumentos y sus características, es necesario establecer un marco teórico en el que las tareas de
predecir el riesgo y establecer los objetivos de intervención queden recogidos como una práctica aplicada necesaria y lógica de
dicho modelo.

El modelo integrado de la conducta delictiva

La persona no puede ser considerada como algo aislado, vive, crece y se desarrolla dentro de un contexto interactivo y
dinámico; de ahí que la escuela, la familia, el grupo de pares y la comunidad deban tenerse en cuenta como unidades que
conforman el proceso de socialización.

31
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Estos autores (Andrews y Bonta) elaboran una teoría derivada de las principales variables causales extraídas de la
investigación psicológica: las actitudes, relaciones interpersonales, historia conductual y personalidad antisocial. Parten de lo
que denominan “psicología de la acción”, es decir, la importancia de los determinantes de la acción en situaciones
particulares, y se centran especialmente en los principios del condicionamiento clásico y operante (recompensas, costes,
antecedentes), y en los del aprendizaje social y cognitivo (control cognitivo de la conducta y significación clave de las
creencias, actitudes y relaciones sociales). Estas explicaciones son transportadas a una perspectiva general sobre la
personalidad y la psicología social de la conducta delictiva que amplía el valor práctico de la perspectiva del aprendizaje.

Las fuentes principales en la variación de los juicios sobre la idoneidad o no de una acción en una situación dada son los
siguientes:

 características del ambiente inmediato.


 Actitudes, valores, creencias y racionalizaciones sobre la conducta social y antisocial.
 Apoyo para la conducta delictiva.
 Una historia previa de comportamiento antisocial.
 Habilidades de solución de problemas y autocontrol.
 Otras características relativamente estables de la personalidad que potencian el comportamiento antisocial.

En base a esa combinación de teoría y evidencia, Andews y Bonta derivan una serie de principios que tendrían que tenerse en
cuenta en el diseño y realización de todo programa de intervención que aspire a ser efectivo:

1. Fundamente el programa en una teoría psicológica sólida (basada en la psicología de la personalidad y del aprendizaje
social) de la delincuencia.
2. Evite estrategias basadas en el castigo o la retribución.
3. Intente que el escenario se acerque lo más posible a la comunidad.
4. Evalúe los factores de riesgo y establezca un nivel de intervención acorde con el nivel de riesgo que presente el sujeto
5. De entre estos factores de riesgo, aísle los dinámicos y considérelos como objetivos de cambio de su programa.
6. Elabore un programa que sea multimodal, es decir, que afecte a las necesidades criminógenas más relevantes que
estén a su alcance.
7. Emplee métodos adecuados para valorar los factores de riesgo

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

8. Principio de la “capacidad de respuesta” general: empareje los servicios del programa a los estilos de aprendizaje,
capacidades y motivaciones de los sujetos, cuidando que las relaciones interpersonales sean de elevada calidad.
9. Principio de la “capacidad de respuesta” especifico: adapte las intervenciones a las características específicas de los
sujetos en términos de etnia, edad, género, lengua, y de acuerdo a los recursos o factores de protección que
presenten.
10. Evalúe la capacidad de respuesta específica y los recursos del sujeto a través de métodos adecuados.
11. Desarrolle estrategias coordinadas para garantizar la continuidad en la prestación de servicios al sujeto, incluyendo
estrategias de prevención de la reincidencia.
12. Identifique y clarifique las áreas en las que los profesionales puedan ejercer su criterio personal en la aplicación del
programa.
13. Desarrolle una serie de principios que pueda servir como guía en la aplicación del programa.
14. Establezca un método para asegurar la integridad en la realización del programa; especifique criterios para la
selección, entrenamiento y supervisión de los profesionales; establezca el método adecuado para registrar
información mientras se ejecuta el programa.
15. Preocúpese porque los profesionales desarrollen unas buenas habilidades, en especial en relación con su capacidad
para la interacción y motivación de los sujetos, y en la estructuración de los programas y las sesiones.
16. Asegúrese de que los directores de los programas sean personas comprometidas, con experiencia, y con capacidad
para coordinar y acreditar el programa.
17. Es importante que el programa se integre adecuadamente en su contexto social y en que se ajuste lo mejor posible a
las necesidades del lugar en que se realiza.

La psicopatía en los jóvenes

Las variables de personalidad han sido poco atendidas e incluso ignoradas en la corriente criminológica principal aun cuando la
evidencia arrojada por la investigación es claramente favorable a la relación entre personalidad y delincuencia. El término
personalidad ha sufrido continuas revisiones en el tiempo que explican la gran cantidad de modelos teóricos y metodológicos
con los que se ha abordado su estudio, cuatro notas diferenciales permanecen ligadas a esta noción:

 Única, porque hace del ser humano un individuo irrepetible y diferenciado de los demás.
 Estable, porque se desarrolla a través del ciclo vital.

33
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

 Interna, porque no es directamente observable, aunque puede ser inferida en base a constructos externos operativos
como la conducta.
 Consistente, porque si existen unos elementos internos o estructura subyacente de personalidad, se supone que el
repertorio conductual de una persona será regular, pudiendo predecir su actuación

La psicopatía, aunque esté en los inicios de su desarrollo en un menor infracto, agrupa la mayoría de los rasgos y factores de
riesgos que tienen a constituir lo que la literatura moderna denomina “síndrome de desviación general”. La empatía no es sino
una parte muy relevante de un conjunto de rasgos del carácter mucho más complejo. En el sustrato del temperamento hemos
de incluir también otros atributos como la impulsividad, el predominio de emociones negativas y el deseo de correr riesgos o
temeridad y la búsqueda de sensaciones. Estas variables definirían una modalidad de reacción psicofisiológica habitual donde
tomarían asiento atributos psicológicos como una autoestima lábil, una visión narcisista del mundo y una percepción hostil de
los acontecimientos.

En el ámbito de las capacidades o aptitudes cognitivas, en los delincuentes violentos reincidentes suele detectarse una
deficiente inteligencia, lo que les dificultaría planear adecuadamente la conducta, anticipar las consecuencias perniciosas,
negociar los conflictos mediante pactos, compromisos o demoras; desarrollar alternativas ante la agresión y tomar decisiones
más adaptadas a los problemas.

Cuanto más joven el individuo al presentar conductas desviadas más probabilidades habrá que muestren una variedad más
amplia del mismo, y que mantengan las conductas antisociales con mayor persistencia y gravedad. En la actualidad parece
claro que los delincuentes juveniles que tienen una alta puntuación en psicopatía cometen nuevos delitos con más violencia y
más pronto que los sujetos con una psicopatía baja, así como llevan a cabo una mayor variedad de acciones delictivas. Sin
embargo, todavía queda por estudiar el grado en el que la psicopatía predice la delincuencia desde la edad juvenil a la edad
adulta.

El IGI-J y la PCL-Y

El YLS fue adaptado por Hoge y Andrews a partir de la prueba diseñada para adultos por Andrews, Robinson y Hoge en 1984.
La prueba original contenía 10 escalas o factores de riesgo, con un total de 112 ítems. En cambio, la prueba para jóvenes (IGI-
J1) se ha reducido a ocho factores de riesgo, con sólo 42 ítems.

Áreas de riesgo del IGI-J

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

 Delitos y medidas judiciales pasadas y actuales


 Tres o más medidas judiciales anteriores
 Dos o más incumplimientos/quebrantamientos de medidas
 Medidas en medio abierto
 Internamiento en centro de reforma
 Actualmente tres o más medidas judiciales

Pautas educativas

 Supervisión inadecuada
 Dificultad en controlar el comportamiento
 Disciplina inadecuada
 Educación de los padres inconsistente
 Malas relaciones (padre-joven)
 Malas relaciones (madre-joven)

Educación formal y empleo

 Comportamiento disruptivo en clase


 Daños en la propiedad de la escuela
 Bajo rendimiento
 Problemas con el grupo de iguales
 Problemas con los profesores
 Hacer novillos
 Desempleo/No busca empleo

Relación con grupo de iguales

 Algunos de sus conocidos son delincuentes


 Algún amigo suyo es delincuente
 Pocos conocidos son modelos positivos

35
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

 Ninguno/pocos amigos modelos positivos

Consumo de sustancias

 Consumo ocasional de drogas


 Consumo crónico de drogas
 Consumo crónico de alcohol
 El abuso de sustancias interfiere en su vida
 Delitos relacionados con el consumo de sustancias

Ocio/diversión

 Actividades organizadas limitadas


 Podría hacer mejor uso del tiempo
 No tiene intereses personales
 Autoestima inflada
 Agresividad física
 Ataques de cólera
 Incapacidad para mantener la atención
 Baja tolerancia a la frustración
 Sentimientos de culpa inadecuados
 Insolente/agresivo verbalmente

Actitudes, valores, creencias

 Actitudes procriminales/antisociales
 No busca ayuda
 Rechaza activamente la ayuda
 Desafía a la autoridad
 Insensible, poco preocupado por los otros

En efecto, una de las grandes diferencias entre la PCL-YV y el IGI-J es que ésta toma en consideración cuáles son los factores de
riesgo dinámicos que podrían ser objeto posterior de intervención, es decir, lo que hemos denominado “necesidades”

36
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Un aspecto familiar estudiado con especial interés ha sido las prácticas disciplinarias y actitudes de los padres con respecto a
los hijos. También la ruptura del vínculo conyugal y/o la separación temprana han sido factores ampliamente aceptados en la
desviación conductual del menor

Tomando la vertiente tanto del riesgo como de la protección del área “familia” o “padres” la escala IGI-J toma en
consideración la investigación más relevante para formular los ítems de un modo operativo y útil primero para la predicción, y
posteriormente para el diseño del programa de intervención.

El IGI-J evalúa una realidad necesariamente dinámica como la relación familiar, y señala hasta qué punto ha de entenderse
como un objetivo de intervención o “necesidad criminógena” por los profesionales que han de llevar a cabo el cumplimiento
de la medida impuesta al joven.

Los estudios comparativos empíricos de la PCL-YV y el IGI-J

Hay al menos un estudio con jóvenes que señala la superioridad de la PCL-YV en la predicción de los actos violentos. ¿Por qué
tendría que darse esta superioridad de la PCL-YV? Probablemente la razón se halle en que la psicopatía incluye, en su
definición, rasgos como la falta de empatía y de sentimientos de culpa, que son claros inhibidores del comportamiento
violento. Estos hechos, junto con un pobre control del impulso, hacen que los actos violentos sean más frecuentes.

El IGI-J también incluye un área de personalidad y otra de actitudes, donde estos aspectos tienen cabida, pero probablemente
la evaluación que realiza tiene menos profundidad que la que proporciona la PCL-YV en la medición de un modo de ser frío,
egocéntrico y cruel. Ambas pruebas tienen una capacidad de predicción parecida en la reincidencia o delincuencia en general.

1. Los precursores de la psicopatía en los adultos: La APSD

La Escala de Diagnóstico de Desarrollo Antisocial (Antisocial Process Screening Device, APSD), se compone de 20 ítems que
miden tres dimensiones: Insensibilidad Emocional (IE), Narcisismo (NAR) e Impulsividad (IMP). La APSD está pensada para ser
utilizada en niños de entre 6 a 13 años, siendo cumplimentada por el padre/ madre y un profesor/ educador.

En resumen, hemos explicado la importancia de contar con instrumentos capaces, por una parte, de ser sensibles ante el
riesgo de reincidencia de los jóvenes antisociales, y en particular ante la comisión de nuevos delitos violentos. Por otra parte,
tales pruebas deben servir, igualmente, para definir objetivos que sean adecuados para el posterior diseño de un programa de
intervención. Ambas tareas quedan recogidas en la perspectiva aplicada que contiene el modelo de la conducta delictiva de
Andrews y Bonta.
37
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Hemos presentado tres instrumentos, el YLS, que por su estructura parece muy orientado a esa doble tarea y otras dos
pruebas centradas en esta ocasión de modo específico en la medición de la psicopatía: la PCL-YV y la APSD

Objetivos y método de la investigación

La presente investigación ha establecido los siguientes objetivos:

 Comprobar la capacidad de las pruebas YLS (en adelante, IGI-J, Inventario para la Gestión e Intervención para Jóvenes,
en su adaptación española), PCL-YV (Escala de Conducta Antisocial, que traduce la Escala de Psicopatía para Jóvenes) y
APSD (en nuestra adaptación: Escala de Desarrollo Antisocial) para predecir la reincidencia entre los jóvenes
delincuentes.
 Comprobar la capacidad de tales pruebas en la discriminación de los delincuentes violentos de los no violentos.
 Observar la relación existente entre tales pruebas y determinadas variables delictivas personales y sociales de la
muestra estudiada.
 Extraer conclusiones en relación a la utilidad de tales pruebas en el contexto del diseño y ejecución de los programas
de intervención.

Diseño y procedimiento

Junto a las pruebas comentadas se empleó un Cuadernillo de Recogida de Información del Menor (CRIM) para obtener datos
relativos a la historia delictiva, personal y social de los jóvenes evaluados. Los apartados que componen el CRIM son los
siguientes: datos sociales del menor, datos escolares y/o ocupacionales, conductas adictivas e historia diagnóstica.

El diseño de esta investigación es retrospectivo, lo que significa que la reincidencia considerada es la llevada a cabo con
anterioridad a la administración de las pruebas. Es decir, la capacidad predictiva se evalúa viendo de qué forma los
instrumentos discriminan, en el momento de ser cumplimentados, a aquellos jóvenes que en ese momento de la evaluación
son reincidentes de los que no lo son. Igual consideración se aplica a la predicción entre la delincuencia violenta y no violenta
realizada por los jóvenes.

Variables delictivas, reincidencia y violencia de los delitos

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Hemos procedido a estudiar las variables delictivas en su relación con la reincidencia y la tipología de los jóvenes delincuentes
según la división de violentos y no violentos. Se ha considerado que un sujeto es reincidente si tiene dos o más medidas
judiciales en la condición de cautelar o firme. Además, estas dos medidas tienen que cumplir las siguientes condiciones: una
de ellas ser firme y si es cautelar sólo se ha considerado a aquellos sujetos que tenían la medida de libertad vigilada.

Los delincuentes reincidentes y violentos son los que presentan mayor número delitos, los que son sentenciados a un mayor
número de medidas, y a medidas de mayor duración. Los delincuentes juveniles más violentos son también los más
persistentes.

Variables sociodemográficas

Además del sexo y la edad destacamos estos hechos: la mitad de la muestra ha nacido fuera de España; una cuarta parte
procede de una familia con cuatro o más hermanos; un 16% posee expediente previo en el servicio de protección; la gran
mayoría de los jóvenes viven en viviendas consideradas no sociales (67%), y prácticamente la mitad de la muestra procede de
la clase media o media-alta.

El inventario de gestión e intervención con jóvenes (igi-j)

El IGI-J posee ocho escalas o áreas de estudio, que representan ocho factores de riesgo. Así la escala de los delitos y medidas
judiciales pasadas y actuales funciona como un factor de riesgo y aquellos jóvenes que puntúan alto en esta escala tienen una
probabilidad 1,67 mayor de ser reincidentes y 1,29 veces más los que tienen un alto consumo de sustancias. Por el contrario,
la reincidencia es menor en aquellos casos que tienen un nivel de ocio/diversión de riesgo no desviado. Y, por último, una
puntuación alta en personalidad/conducta incrementa en 1,26 veces la probabilidad de ser reincidente.

De la ecuación se desprende el hecho de que son los delitos pasados el dato que mejor predice la reincidencia, seguidas por el
consumo de sustancias y la personalidad y la conducta. Hay hasta cuatro variables con capacidad predictiva significativa: las
pautas educativas, el grupo de iguales, el consumo de sustancias y el empleo del ocio.

La escala de conducta antisocial vi (pcl-yv)

Nos ocupamos ahora de la prueba de psicopatía para jóvenes, la PCL-YV. Los factores conductual y antisocial son los que
presentan correlaciones significativas con las variables que implican actividad y persistencia en el delito, y son las dos variables
con capacidad predictora.

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UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Estos valores indican que el PCL tiene una capacidad de predicción moderada-alta, muy ligeramente inferior a la prueba IGI-J
(que tenía un área bajo la curva de 0,71). Finalmente, señalemos que el valor alfa de consistencia interna de la PCL-YV es de
.86, esto es, un valor muy adecuado, que respalda la fiabilidad de su empleo.

La escala de desarrollo antisocial (apsd)

La APSD es una prueba que evalúa el desarrollo temprano de tendencias características de la delincuencia persistente y la
psicopatía. Aunque originalmente destinada a emplearse con chicos menores de 14 años, hemos querido ver en qué medida
sus puntuaciones podían relacionarse con las obtenidas en la IGI-J y la PCL-YV, ya que la rapidez con que se rellena podría
constituir una alternativa adecuada.

Con este mismo afán exploratorio procedimos a pasar las tres formas de la APSD, correspondientes a los padres, profesionales
(educadores) y la forma combinada, que se cumplimenta tomando la puntuación más elevada de las dos formas anteriores.
Los profesionales o educadores otorgan puntuaciones más elevadas que los padres, tanto en el total como en cada uno de los
tres factores. La diferencia mayor se sitúa en el factor de insensibilidad emocional, donde los profesionales superan a los
padres

Curioso es lo que acontece en el análisis de varianza realizado con los delincuentes violentos y no violentos. De nuevo son los
profesionales los únicos cuya puntuación discrimina a ambos grupos, en todos los factores salvo en el de Narcisismo, pero en
este caso con un nivel de significación más discreto. Un resultado sorprendente es que los padres de los chicos no violentos
dan puntuaciones más elevadas en esta prueba que los padres de los jóvenes violentos, si bien las diferencias no llegan a ser
significativas.

La prueba APSD profesionales (o educadores) predice de modo muy semejante al IGI-J y a la PCL-YV, en torno al 70%, que son
valores muy estimables en el ámbito en que nos desenvolvemos. El punto débil de la APSD es, sin duda, la especificidad (los
llamados válidos negativos), ya que sólo predice correctamente a los no reincidentes en el 53% de los casos, un valor inferior
al de las dos pruebas anteriores. Esto significa que un chico que no vaya a reincidir tiene casi la misma probabilidad de ser
predicho correctamente por la APSD que tomando la decisión echando una moneda al aire.

Análisis conjunto de las tres pruebas: igi-j, pcl-yv y apsd

IGI-J: En primer lugar, vemos que el total de la prueba correlaciona con valores de moderados a altos con cada una de las
escalas que lo componen, lo cual es lo esperable. En segundo lugar, el hecho de que los diferentes factores o escalas de la

40
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

prueba correlacionen entre sí de forma moderada revela que, cada una de ellas tiene su propio ámbito de evaluación, y no son
solapables entre sí.

PCL: vemos que la correlación entre cada uno de los cuatro factores y el total es igualmente elevada. El factor antisocial
correlaciona sobre todo con el conductual, y con valores más moderados con el factor afectivo y el factor interpersonal. De
nuevo estos valores son adecuados

¿Cómo correlacionan entre sí el IGI-J y el PCL-YV? El total de ambas correlacionan entre sí un valor bajo, lo que demuestra que
ambas pruebas no miden lo mismo. Por lo que respecta a los diferentes factores del PCL, en general las correlaciones con las
diferentes escalas del IGI no son muy importantes, con la excepción del factor antisocial, que correlaciona de forma baja (pero
significativa) con 6 de las escalas del IGI, además de con la puntuación total.

El APSD y la PCL correlacionan de forma baja a moderada. Los valores más levados se dan entre el factor impulsividad del
APSD 3, y los factores conductual y antisocial del PCL. Es obvio que ambas pruebas tienden a medir un mismo constructo, pero
no son pruebas intercambiables. Esto, sin embargo, tiene una gran utilidad en el plano diagnóstico, porque podría utilizarse el
APSD como una prueba de screening para detectar en qué medida podría ser conveniente pasar la PCL a un chico en
particular. Esta misma conclusión puede extenderse a las otras dos formas, las rellenadas por los padres y
profesionales/educadores, que presentan valores de correlación parecidos. La APSD correlaciona menos con el IGI-J, en todos
los casos son valores bajos, aunque significativos.

El igi-j como instrumento para la intervención

El IGI-J es un instrumento no sólo diseñado para predecir la reincidencia, sino también para definir objetivos de intervención.
Dado que las escalas de riesgo que lo componen incluyen tanto elementos de riesgo estáticos como dinámicos, son éstos
últimos los que han de tomarse en un paso posterior como los objetivos de intervención del joven delincuente.

El principio del riesgo y el de las necesidades criminógenas

Se trata de relacionar de este modo la evaluación con la intervención, a través de un doble proceso. En primer lugar, una vez
valorados los ocho ámbitos de riesgo, el profesional ha de establecer una o varias hipótesis que explique cuáles han sido los
mecanismos explicativos de la actividad delictiva del joven. Y en función de esto aquél ha de plantear ámbitos de riesgo como
los objetivos a lograr durante el tiempo que dure la medida.

41
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Los programas de tratamiento que se sustentan en los principios del aprendizaje social reducen con mayor probabilidad la
reincidencia, más que las intervenciones no conductuales.

Los resultados de nuestro estudio

Son pocas las relaciones existentes entre las variables utilizadas por los psicólogos y los factores de riesgo del IGI-J. Destacan
las correlaciones positivas significativas entre un nivel de riesgo moderado/alto en pautas educativas desviadas y la presencia
de déficits cognitivo-emocionales. Lo mismo sucede entre relación con el grupo de iguales de riesgo moderado/alto y la
presencia de psicopatología. Hallamos también una asociación positiva entre el nivel de riesgo moderado/alto para
ocio/diversión del IGI-J y la presencia de déficits cognitivo-emocionales y psicopatología.

Consideraciones finales

Es ahora el momento de ver los objetivos planteados al comienzo de este informe para nuestra investigación y extraer las
conclusiones correspondientes.

1) Comprobar la capacidad de las pruebas IGI-J, PCL-YV, y APSD (para predecir la reincidencia entre los jóvenes
delincuentes. Creemos que este objetivo se ha alcanzado de forma satisfactoria. Estas pruebas predicen la
reincidencia de un modo que supera con creces las estimaciones basadas en el azar, con valores comparables a los
obtenidos en otras investigaciones de otros países.
2) Comprobar la capacidad de tales pruebas en la discriminación de los delincuentes violentos de los no violentos.
Comparada con la capacidad mostrada en la discriminación de los reincidentes, dicha capacidad es menor en el caso
de los delincuentes violentos
3) Observar la relación existente entre tales pruebas y determinadas variables delictivas personales y sociales de la
muestra estudiada. La relación existente entre dichas pruebas y las variables delictivas como número de delitos,
número de medidas, tiempo de éstas y gravedad de los delitos suponen un importante dato que apoya su validez.
4) Extraer conclusiones en relación a la utilidad de tales pruebas en el contexto del diseño y ejecución de los programas
de intervención. Aunque con valores pequeños, cada una de ellas aporta en sus diversos factores porcentajes propios
de varianza explicada de la variable criterio reincidencia, y la matriz de correlaciones arrojó en general valores bajos
entre los factores que componen cada subprueba.

Propuesta de un modelo de intervención educativo- terapéutico

42
UNIDAD 6 DELITO JUVENIL.

Objetivos del programa central de tratamiento psicológico

 Dar a conocer el fenómeno de la agresión y de la violencia, desterrando las creencias erróneas y justificativas que
existen acerca de la violencia en las distintas facetas de la vida de un menor infractor.
 Toma de conciencia de los episodios agresivos y violentos desde una perspectiva personal, asumiendo la
responsabilidad personal en la comisión de los mismos.
 Aprender a reconocer toda la variedad de emociones y cómo éstas influyen en la conducta humana desde las más
negativas (eje., ira, cólera, culpabilidad) a las más positivas (eje., bienestar, felicidad).
 Conseguir que los menores infractores empaticen con la víctima, como una forma de prevenir futuras agresiones.
 Desarrollar estrategias para el control de la ira y ataques de cólera que mantienen la cadena de la agresión y violencia.
 Trabajar aspectos centrales del desarrollo de la personalidad del adolescente como son el autoconcepto y la
autoestima, la impulsividad, búsqueda de emociones y el afán de aventura, considerando el papel que juegan estas
variables de vulnerabilidad en el comportamiento agresivo/violento.
 Potenciar la construcción de una vida alternativa a la agresión y violencia mediante un adecuado conocimiento y
valoración de sí mismos, adoptando una actitud de respeto hacia las demás y motivar la realización de metas
personales, familiares, laborales, sociales, etc., como proyectos de fututo.
 Abordar el tratamiento psicológico considerando los estadios y los procesos de cambio de los menores con el fin de
ajustar las intervenciones psicológicas a la situación real de disponibilidad al cambio en que se encuentre el joven.
 Prevención de recaídas

En segundo lugar, se propone el desarrollo de una serie de protocolos de intervención psicológica que de forma
complementaria ayuden a los menores infractores a conseguir un cambio significativo en su comportamiento delictivo,
mediante los siguientes programas complementarios de intervención: consumo de sustancias; habilidades prosociales y
razonamiento moral; ocio y tiempo libre; y agresión sexual.

En tercer lugar, en la esfera educativa también es muy importante desarrollar los siguientes protocolos de intervención:
pautas educativas a seguir en el centro de menores; programa de apoyo a la convivencia familiar; y apoyo a los profesionales
que trabajan con menores infractores en el ámbito de la educación y/o talleres ocupacionales.

43

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