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Derechos de las víctimas y de los imputados en República Dominicana

Análisis de los artículos 83, 84 y 95 del Código Procesal Penal, y de los artículos 40 y 69
de la Constitución Dominicana.

Los artículos 83 y 84 del Código Procesal Penal nos habla de la víctima y sus derechos
respectivamente. El primero fijando como víctima al directamente ofendido por el
hecho punible o a su cónyuge, hijos, parientes dentro del tercer grado de
consanguinidad o segundo de afinidad y sus herederos, cuando éste haya resultado
muerto por el hecho. También define como víctimas a los socios, asociados o miembros
respecto de hechos punibles que afectan a una persona jurídica, cometidos por quienes
la dirigen, administran o controlan.

El siguiente artículo señala como derechos de la víctima el derecho a un trato digno y


respetuoso, respeto a su intimidad, recibir protección para su seguridad y la de su
familia, intervenir en el procedimiento, recurrir los actos que dan por terminado el
proceso, ser informada de los resultados del procedimiento y ser escuchada antes de
cualquier decisión que extinga o suspenda la acción penal.

El artículo 95 hace una enumeración no limitativa de los derechos del imputado, cuya
violación anula cualquier acto que la produzca o que sea consecuencia de la misma.

Según este artículo el imputado tiene, entre otros no enumerados en el mismo, derecho
a ser informado del hecho que se le atribuye; recibir un trato digno durante el arresto;
conocer la identidad de quien realiza el arresto, la autoridad que lo ordena y bajo cuya
guarda permanece; comunicarse con una persona de su elección y con su abogado y que
se le proporcionen los medios para hacerlo; ser asistidos por un defensor de su elección
o uno proporcionado por el Estado en caso de no poder pagar un particular; tiene
derecho a no autoincriminarse, por tanto puede guardar silencio sin que esto le
perjudique; ser presentado ante el juez o ministerio público dentro de los plazos
establecidos; no ser presentado a los medios de comunicación de forma que se vea
puesto en peligro o que se afecte su reputación y tiene derecho a reunirse con su
defensor en la más estricta confidencialidad.

La Constitución también enumera una serie de derechos y garantías, estableciendo en su


artículo 40 el derecho a la libertad y seguridad personal y en su artículo 69 el derecho a
obtener una tutela judicial efectiva y al respeto del debido proceso.

El artículo 40 establece un conjunto de condiciones necesarias para que una persona sea
cohibida de su libertad, a saber, la privación de libertad no se producirá sin orden
motivada y escrita de un juez , salvo en caso de flagrante delito y la autoridad que la
ejecute está obligada a identificarse. La persona detenida debe ser informada de sus
derechos, tendrá derecho a comunicarse con sus familiares, abogados o persona de
confianza y será sometida a la autoridad judicial dentro de las cuarenta y ocho horas de
su detención o puesta en libertad. De manera que si una persona ha sido privada de su
libertad sin causa o sin las formalidades legales, será puesta de inmediato en libertad.

De forma general, en los numerales siguientes, este artículo pasa a puntualizar


principios como el que nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda ni puede
impedírsele lo que la ley no prohíbe, que nadie es penalmente responsable por el hecho
de otro, la igualdad ante la ley y la irretroactividad de la infracción penal, así como la
prohibición del apremio corporal por deuda que no provenga de esta.

Respecto a la tutela judicial efectiva y el debido proceso establece una serie de


garantías mínimas enumeradas en el artículo 69: El derecho a una justicia accesible,
oportuna y gratuita, a ser oída dentro de un plazo razonable por autoridad competente y
el derecho a un juicio público, oral y contradictorio, en plena igualdad y con respeto al
derecho de defensa; derecho a la presunción de inocencia y a no autoincriminarse.
Nadie será juzgado dos veces por una misma causa, ni conforme a leyes posteriores al
acto que se le imputa.

Este artículo también señala que toda prueba obtenida en violación a la ley será nula y
que toda sentencia podrá ser recurrida. Cuando sólo recurra la persona condenada, el
tribunal superior no podrá agravar la sanción. Estas normas se aplicarán a toda clase de
actuaciones judiciales y administrativas.

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