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República de Colombia
Departamento de Nariño
Municipio de Pasto
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 2 Luis Hernando Mutis Ibarra
LA GESTIÓN EMOCIONAL EN LA
ESPIRITUALIDAD HUMANA
CONTENIDO
1. Emociones y espiritualidad
2. El manejo emocional
2.1. Reacción versus Acción
2.2. Observación, consciencia y acto
2.3. Tipos de funcionamiento personal
3. Los sentimientos
4. Caracterizaciones
4.1. La Ira
4.2. Los Celos
4.3. El Miedo
4.4. La Ansiedad
4.5. La Culpa
4.6. La Depresión
5. La comprensión: Secreto de la transformación
6. El corazón vacío o No-Mente
7. Sugerencias de prácticas
7.1. Recomendaciones
7.2. La observación: el observador y lo observado
7.3. Técnicas y ejercicios
8. La educación del corazón: la ciencia interna
8.1. La cadena de pensamientos
8.2. Aprendizaje emocional
8.3. La práctica pedagógica
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 3 Luis Hernando Mutis Ibarra
1. EMOCIONES Y ESPIRITUALIDAD
Parte vital en el crecimiento espiritual1 es la comprensión de nuestras emociones, que,
como los pensamientos y sus respectivas expresiones son de la misma energía. Bien
sabemos que las emociones no son permanentes, se movilizan constantemente,
cambiando de un estado a otro. Van desde las emociones que se muestran en segundos,
los sentimientos que se mantienen por horas y días, y los estados de ánimo que perduran
por mucho más tiempo, creando incluso los tipos de carácter.
"La palabra inglesa emoción procede de la raíz latina emovere y se refiere a algo
que pone a la mente en movimiento hacia una acción positiva, negativa o neutra.
"Las emociones nos llevan a adoptar una determinada perspectiva o visión de las
cosas y no se refieren necesariamente -como ocurre con la acepción científica del
término- a un desbordamiento afectivo que se apodera de repente de la mente.
“Surge una pregunta inmediata en el sentido de "¿Cómo se diferencian las
emociones constructivas de las emociones destructivas? Fundamentalmente, las
emociones destructivas (también denominadas "oscurecimientos" o factores mentales
"aflictivos") impiden que la mente perciba la realidad tal cual es, es decir, establecen una
distancia entre la apariencia y la realidad. El deseo o el apego excesivo, por ejemplo, no
nos permiten advertir el equilibrio que existe entre las cualidades agradables (o positivas)
y las desagradables (o negativas), de una persona o de un objeto, lo que
irremediablemente nos abocará a considerarlo atractivo y, en consecuencia, a desearlo.
La aversión, por su parte, nos ciega las cualidades positivas del objeto, haciendo que nos
parezca exclusivamente negativo y deseando, en consecuencia, rechazarlo, destruirlo o
evitarlo. De este modo, las emociones oscurecedoras restringen nuestra libertad, puesto
que encadenan nuestros procesos mentales de una forma que nos obliga a pensar,
hablar y actuar de manera parcial. Las emociones constructivas, por su parte, se asientan
en un razonamiento más acertado y promueven una valoración más exacta de la
naturaleza de la percepción. No existe tal cosa como el bien o el mal absolutos, sino que
el bien y el mal sólo existen en función de la felicidad o el sufrimiento que nuestros
pensamientos y acciones nos causan a nosotros o a los demás.
"También podemos diferenciar las emociones destructivas de las emociones
constructivas atendiendo a la motivación que las inspira (como, por ejemplo, egocéntrica
o altruista, malévola o benévola). Así pues, no sólo debemos tener en cuenta las
emociones, sino también sus posibles consecuencias. Cuanto más cultivemos, por tanto,
la amabilidad, la compasión y el altruismo -y cuanto más se impregnen, en nuestra
mente-, más disminuirá, hasta llegar incluso a desaparecer, el deseo opuesto de infligir
algún tipo de daño.
"También hay que puntualizar que, cuando calificamos de negativa a una emoción,
no queremos decir, con ello, que debamos rechazarla, sino que es negativa en el sentido
1
Lo aquí tratado contiene notas de números autores y maestros de la espiritualidad humana, ante todo, son aportes
tomados y adecuados desde las obras de Osho: Texto compuesto desde las obras de Osho: 1º. “Emociones, libres del
miedo, los celos y la ira”. Compartido por Ma Gyan Darshana, texto electrónico: osho_library@gruposyahoo.com.
Junio de 2010. 2º. “Bienestar emocional”, superar el miedo, el odio y los celos con la energía creativa. Traducción de
Esperanza Moriones. Debolsillo. Bogotá, D.C. primera edición en Debolsillo: noviembre, 2009. Para los interesados en
la profundización de la unidad Ciencia y Espiritualidad, invito a observar los documentales I y II de “Y tú ¿qué sabes?
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 4 Luis Hernando Mutis Ibarra
de que redunda en una menor felicidad, bienestar y claridad y en una mayor distorsión de
la realidad".
“¿Es posible sentir odio hacia uno mismo? Porque su definición parece sugerir que
éste sólo se produce con respecto a otras personas. A esto, debe tener en cuenta que,
cuando se habla del odio hacia uno mismo, el sentimiento central no es el odio. Tal vez
usted está molesto consigo mismo, pero quizás ésa no sea más que una forma de orgullo
que alienta la sensación de frustración que acompaña al hecho de no hallarse a la altura
de sus propias expectativas. Porque, lo cierto, en realidad, es que nadie puede odiarse a
sí mismo. Pero, en cualquiera de los casos, el odio hacia uno mismo encierra una gran
dosis de apego al propio ego. Hasta la persona que se suicida no lo hace porque se odie
a sí misma, sino porque cree que, de ese modo, evitará un sufrimiento todavía mayor.
“Pero ése, de hecho, no es un modo adecuado de escapar del sufrimiento, porque la
muerte no es sino una transición hacia otro estado de existencia. Mejor sería procurar
evitar el sufrimiento aprestándonos a resolver el problema aquí y ahora, o, cuando tal
cosa no sea posible, cambiando al menos nuestra actitud”.2
2
GOLEMAN, Daniel. “Emociones destructivas”, Cómo entenderlas y superarlas. Diálogo entre el Dalai Lama y
diversos científicos, psicólogos y filósofos. Pág. 47-49
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 5 Luis Hernando Mutis Ibarra
algo malo en la comida que se tomó y el cuerpo la rechaza. No hay que forzar que
permanezca dentro. La ira es simplemente un vómito mental.
2. EL MANEJO EMOCIONAL
Por lo común, para las personas que inician o comienzan la ruta del viaje hacia
dentro, la consciencia no es un acto mágico que se presenta sólo porque lo deseemos.
Tendrá que ser un trabajo sostenido hasta conquistarla y volverla parte de nosotros; es el
proceso de interiorización, donde lo que ha estado fuera de nosotros lo volvemos a
recuperar como parte de nuestra interioridad.
En un inicio, la consciencia estará distante del acto, mucho después de sucedido y
consumado. Pero el hecho de ser conscientes aún después de lo ocurrido, la ganamos
para sí. La continuidad del proceso y la disciplina del trabajo personal nos darán la
capacidad de ir acercando nuestra consciencia al acto mismo, de acortar la distancia
entre el hecho y el momento en que estemos vigilantes de ellos. El espacio, distancia y/o
tiempo varía proporcionalmente a la dedicación, la atención y la constancia en el
mantenimiento de dichos propósitos. Puede ir desde algunos minutos, horas, días,
semanas, meses y hasta años, e incluso puede haber sido solo un destello, del cual es
como si no hubiese sucedido nunca.
El desafío es poder hacer que entre un estado de consciencia y otro sea cada vez
con menores intervalos de tiempo y espacio. Lograr que cualquier detalle de la vida diaria
pueda ser motivo de ese despertar, donde la consciencia vuelva a nosotros; por lo que
tener la oportunidad de estar conscientes, es poder aprovecharlo y extenderlo hasta
donde más podamos: ampliarlo a más segundos, minutos, horas. De conseguirlo, sería
entonces poder vivir en un estado meditativo permanente.
Lo siguiente al proceso de darle el espacio a nuestra consciencia es poderla acercar
más y más hasta el acto mismo, hasta el momento real del presente. Estar conscientes
mientras está ocurriendo el hecho, podremos entonces, observarlo, estar conscientes de
ello en plena ocurrencia de la acción.
Mantener este propósito, nos hará más fuertes y agudos en la observación;
tendremos una consciencia más estable, constante y sutil, para internarnos en espacios y
condiciones de mayor profundidad y complejidad: ir del cuerpo a la mente, a las
emociones, los sentimientos y hasta la consciencia misma.
Anticiparnos al hecho mismo ya es una condición conquistada de la sostenibilidad
de la observación, es poder estar conscientes cuando aún no ha ocurrido el hecho, pero
estamos en las condiciones de verlo venir; cuando todavía sea un pensamiento, cuando
está ahí en potencia, está en la mente creciendo aceleradamente; la idea aún no se ha
convertido en hecho real –aunque a veces se considere, que tan solo darle cabida en
nuestro interior es ya un delito, que afecta, contamina y mancha-.
Captar el pensamiento cuando está surgiendo, poder intervenir en esa cadena de
pensamientos, que comienza a funcionar como una bola de nieve, que crece y crece a
medida que avanza por la pendiente, es una capacidad de ruptura que podemos hacer
sólo cuando ya hemos sido capaces previamente de ser conscientes durante el hecho y,
ahora tenemos las condiciones óptimas de estar presentes antes de la emergencia
emocional. Justo en estos momentos, nos sentamos en silencio y simplemente nos
dedicamos a observar aquellos pensamientos, sus matices, cómo surge, cómo toma
forma, cómo se queda, se ajusta y se marcha. Solo observamos, sin hacer ningún tipo de
juicio, sin verbalizar absolutamente nada.
Podemos ensayarnos y practicar, ya sea sentados, parados o acostados, cerrando
los ojos, relajándonos y en disposición para observar cualquier pensamiento que pase por
nuestra mente. Los pensamientos suceden sin cesar, como una multitud y sin ningún
orden aparente. Podemos probar con pensamientos que tengan mayor carga emocional
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 8 Luis Hernando Mutis Ibarra
Entonces, la vida a partir de esto se convertirá en una constante celebración, en una obra
de arte que se disfruta en todo su proceso.
Cuando se ha vivido mucho tiempo en la cabeza y por primera vez el corazón se está
abriendo, es como llegar a un mundo nuevo para lo que no se tiene un lenguaje propicio,
nos sentimos ignorantes, torpes, analfabetos –la alfabetización es propia de la cabeza-.
Eso es lo que nos pasa cuando estamos en territorios que no conocemos bien. Cuando
de repente se abre el corazón, nos sentimos analfabetos; pero, poco a poco el corazón irá
encontrando su camino. Irán surgiendo maneras de expresarse. Solo se trata de aprender
otro lenguaje, una gramática y una semántica nueva. Lo que podemos hacer es ir
profundizando cada vez más en ello. En realidad, hace falta poner un poco más de
corazón en todo. Tengamos en cuenta que el camino del corazón es muy bello y profundo
pero igualmente peligroso, por el contrario, el camino de la mente es vulgar y superficial
pero seguro.
El camino hacia el ser más profundo está más cerca del corazón que de la cabeza. Si
vamos hacia afuera, la cabeza es un atajo; por el contrario, el camino del corazón es muy
largo. Pero si nos dirigimos hacia adentro, el corazón es el atajo hacia nuestro ser y la
mente es el camino más largo que podemos tomar, antes tendríamos que bajar al
corazón.
qué cualidades deben ser las metas. La cabeza aporta esas cualidades, pero necesita
que alguien le de órdenes.
Observemos los pensamientos y al observarlos desaparecerán; observemos las
emociones y al hacerlo, también desaparecerán. La condición básica y vital es estar
conscientes, convertirnos en testigos, en observadores de todo lo que ocurre dentro de
nosotros. Al observar de esta manera, nos liberamos inmediatamente de la identificación.
Desde el ser se abre la puerta al ser supremo de la existencia y lo único que se pierde
es la pobreza, el sufrimiento y la miseria interior.
3. LOS SENTIMIENTOS3
Nuestros sentimientos son un sexto sentido, el sentido que interpreta, ordena, dirige
y resume los otros cinco. Los sentimientos nos dicen si lo que experimentamos es
amenazador, doloroso, lamentable, triste o regocijante. Podemos describirlos y
explicarlos de manera sencilla y directa, ya que no hay en ellos nada de místico ni de
mágico. Conforman todo un lenguaje propio.
Cuando hablan los sentimientos, nos vemos obligados a escuchar y a veces, a
actuar, aun cuando no siempre comprendamos el porqué. No tener conciencia de los
propios sentimientos, no comprenderlos o no saber cómo utilizarlos y expresarlos es peor
que la ceguera, la sordera o la parálisis. No sentir es no estar vivo. Más que ninguna otra
cosa, los sentimientos nos hacen humanos. Nos hacen semejantes.
Los sentimientos son nuestra reacción frente a lo que percibimos y a su vez tiñen y
definen nuestra percepción del mundo. Son, en realidad, el mundo en el que vivimos.
Dado que buena parte de lo que conocemos depende de nuestros sentimientos, flotar a la
deriva en medio de sentimientos confusos o vagamente percibidos equivale a sentirse
avasallado por un mundo confuso.
El lenguaje de los sentimientos es el medio por el cual nos relacionamos con
nosotros mismos. Si no podemos comunicarnos con nosotros mismos, no podemos
comunicarnos con los demás.
Nuestros sentimientos son la reacción a lo que percibimos por medio de los
sentidos y dan forma a nuestras reacciones frente a lo que percibiremos en el futuro. La
persona que lleva dentro una gran dosis de enojo no resuelto, por ejemplo, puede tender
a hallar que el mundo que encara es un mundo también lleno de enojo y con ello justificar
y perpetuar su propio sentimiento.
El mundo es en buena parte el que nosotros mismos nos creamos. En realidad, el
mundo se halla mucho más bajo nuestra influencia de lo que la mayoría de nosotros
advierte. Cuando asumimos la responsabilidad de nuestros sentimientos, asumimos,
además, nuestra responsabilidad frente a nuestro mundo. En la comprensión de nuestros
propios sentimientos reside la clave del dominio de nosotros mismos, la verdadera
independencia, lo cual significa lograr el único poder real que merece ser obtenido.
A medida que expresamos en forma más abierta nuestros sentimientos, tenemos
menos necesidad de precavernos con cosas que hallamos amenazadoras en el mundo,
ya que en lugar de ocultarlos, la persona abierta los utiliza como guía para interpretar el
mundo que vive.
3
Notas tomadas de: VISCOTT, David. “El lenguaje de los sentimientos”. Traducción de Lucrecia Moreno de Sáenz.
Círculo de Lectores. Santafé de Bogotá, D. C. 1.993. 174 páginas
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 14 Luis Hernando Mutis Ibarra
a lo divino, mucho más cerca a la consciencia, la cual nos puede conectar con la
totalidad.
4. CARACTERIZACIONES
“Es innegable que, desde la infancia hasta la vejez, no dejamos de cambiar. Nuestro
cuerpo cambia de continuo, y nuestra mente se ve obligada a afrontar, instante a instante,
nuevas experiencias. Somos un flujo en constante transformación, pero, al mismo tiempo,
también tenemos la idea de que, en el núcleo de todo ello, existe algo estable que "nos"
define y permanece constante a lo largo de toda la vida.
“El apego al yo4 se refiere al aferramiento profundamente arraigado a una entidad
permanente que parece residir en el mismo núcleo de nuestro ser y que nos define como
el individuo particular que somos. También sentimos que ese "yo" es vulnerable y que
debemos protegerlo y mimarlo. De ahí se derivan el rechazo y la atracción, es decir, la
aversión a todo lo que pueda amenazar al "yo", y la atracción por lo que le complazca, le
consuele y le haga sentirse seguro y feliz. De esas dos emociones básicas -la atracción y
el rechazo- se derivan todas las demás.
“En cualquiera de los casos, sin embargo, esta multitud de emociones (84.000)
pueden resumirse en cinco emociones principales, el odio, el deseo, la ignorancia, el
orgullo y la envidia.
"El odio es el deseo profundo de dañar a alguien o de destruir su felicidad y no tiene
por qué expresarse necesariamente como un ataque de ira ni tampoco de manera
permanente, sino que sólo aparece en presencia de las condiciones adecuadas que lo
elicitan. Además, el odio está relacionado con muchas otras emociones, como el
resentimiento, la enemistad, el desprecio, la aversión.
"Su opuesto es el deseo, que también presenta numerosas ramificaciones, desde el
deseo de placeres sensoriales o de algún objeto que queramos poseer, hasta el apego
sutil a la noción de solidez del "yo" y de los fenómenos. En esencia, el deseo nos
conduce a una modalidad falsa de aprehensión y nos induce a pensar, por ejemplo, que
las cosas son permanentes y que la amistad, los seres humanos, el amor o las
posesiones perdurarán para siempre, aunque resulta evidente que tal cosa no es así. Es
por ello que el apego significa, en ocasiones, aferramiento al propio modo de percibir las
cosas.
"Luego tenemos la ignorancia, es decir, la falta de discernimiento entre lo que
debemos alcanzar o evitar para alcanzar la felicidad y escapar del sufrimiento. Aunque
Occidente no suela considerar a la ignorancia como una emoción, se trata de un factor
mental que impide la aprehensión lúcida y fiel de la realidad. En este sentido, puede ser
considerada como un estado mental que oscurece la sabiduría o el conocimiento último y,
en consecuencia, también se la considera como un factor aflictivo de la mente.
"El orgullo también puede presentarse de modos muy diversos como, por ejemplo,
negarnos a reconocer las cualidades positivas de los demás, sentirnos superior a ellos o
menospreciarles, envanecernos por los propios logros o valorar desproporcionadamente
4
Para precisar la multitud de formas de llamar a las manifestaciones diversas que nos molestan, nos hace sufrir, nos
hiere, y que se consideran hace parte de la superficie Psicológica, de la Personalidad humana como la cubierta formada
por la sociedad y que es muy diferente al Ser interno, con también se la puede entender como: Ego, defectos, agregados
psíquicos, yoes, Se alimenta y se fortalece con la identificación mental.
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4.1. LA IRA
Para saber lo que es, metámonos en ella, probémosla de muchas maneras,
dejemos que tenga lugar en nuestro interior, que nos rodee, que nos cubra, sintamos todo
el dolor, el veneno y cómo nos rebaja, cómo crea un valle oscuro para nuestro ser, cómo
caemos en el infierno a través de ella en un flujo descendente. Sintámosla, y esa
comprensión comenzará una transformación en nosotros. Conocer la verdad es verse
transformado. Todos oímos que la verdad libera, pero debe ser nuestra propia verdad y
no la que otros nos la imponga o nos haga creer.
Cantidad de ocasiones se siente ira porque se nos impide algo que queríamos
conseguir. Alguien surgió como un bloqueo o un obstáculo. Toda nuestra energía iba
hacia la obtención de algo y alguien bloqueó esa energía. Ahora esa energía frustrada se
convierte en ira, ira contra la persona que ha destruido la posibilidad de realizar nuestro
deseo. Así que, lo que hay que hacer es encontrar la fuente de esa ira, de dónde viene.
Cerremos los ojos y movámonos al interior; antes de que se pierda, retrocedamos a la
fuente, y alcanzaremos el vacío. Retrocedamos más adentro, vamos más profundos, y
llegará un momento en que la ira dejará de existir. Dentro, en el centro no hay ira.
Lo cierto es que la ira no viene del centro, sino del ego y, el ego es un ente falso,
procede de la periferia, no del centro. No puede venir del centro: ahí hay vacío, vacío
absoluto, Procede solo del ego, y el ego es creado por la sociedad, es una relatividad,
una identidad. Todo nuestro ser está envenenado por la represión. Se vive con ira, se
come con ira, se duerme con ira. Pero cuando una persona come sin ira posee una
cualidad distinta: es hermoso observarla, porque come sin violencia. Puede que esté
comiendo carne, pero come sin violencia; puede que estemos comiendo simplemente
verduras y frutas, pero si la ira está reprimida, comeremos con violencia. Muchas veces y
5
GOLEMAN, Daniel. Op.cit. Pág. 50-51
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 17 Luis Hernando Mutis Ibarra
por lo general el adulto no come sino que traga; es una actividad inconsciente y
mecánica.
Si queremos conocer la ira solo para deshaceros de ella, es muy difícil, pues la
actitud de deshacerse de la ira crea una distinción. Y es que hemos comenzado con la
suposición de que la ira es mala, por lo que la «no ira» es buena; que el sexo es malo y la
«no sexualidad» es buena; que la codicia es mala y la «no codicia» es buena. Así,
encontraremos mucha dificultad para conocer de verdad esos rasgos.
Incluso la ira es hermosa cuando todo nuestro ser la siente, cuando cada fibra de
nuestro ser vibra con ella. Por ejemplo, observemos a un niño pequeño enfadado,
entonces sentiremos la belleza. Tiene todo su ser en eso. Radiante. El rostro rojo. ¡Un
niño tan pequeño parece tan poderoso que da la impresión de que es capaz de destruir el
mundo entero! ¿Y qué sucede con el niño después de que se ha enfadado? Pasados
unos pocos minutos, unos pocos segundos, todo cambia y está feliz y bailando, corriendo
otra vez, por la casa. Esto no nos pasa a nosotros porque nos movemos de una falsedad
a otra.
La ira no es un fenómeno duradero, por su propia naturaleza es algo momentáneo.
Si la ira es real, dura unos pocos momentos; y mientras dura, auténtica, es hermosa. No
hace daño a nadie. Una cosa real y espontánea no puede dañar a nadie. Solo la falsedad
daña. En un hombre que puede enfurecerse espontáneamente la ira desaparece a los
pocos segundos y vuelve a relajarse hasta alcanzar el otro extremo. Se convierte en un
hombre cariñoso. Pero en el sentido contrario, la crea una y otra vez, la renueva.
Se recomienda vivir cada emoción que se sienta. Odiosos, feos, poco valiosos, lo
que sea, en realidad estamos en ello. Primero hay que darle la oportunidad de emerger
por completo al consciente. Vivámoslas y sufrámoslas. Será difícil y tedioso, pero
inmensamente fructífero.
Una vez que las hayamos vivido, sufrido y aceptado, que somos nosotros, que esto
somos nosotros, que no es obra nuestra, de modo que no necesitamos condenarnos, que
ese es el modo en que nos hemos encontrado. Una vez que las hayamos vivido
conscientemente, sin ninguna represión, nos sorprenderá cuando desaparezcan por su
propia cuenta. Su fuerza en nosotros disminuye, el apretón sobre nosotros ya no es firme. Y
cuando se vayan, quizá llegue un momento en que pod amos empezar a observar.
No sobra recordar que se ha dicho que se expresen las emociones negativas, pero
¡ojo!, no en público o encima del otro. Ha de ser un fenómeno privado, de lo contrario no
tiene fin.
De modo que, en cuanto se sienta cualquier emoción negativa hacia alguien, esa
otra persona no es la cuestión. No hay necesidad de proyectar ira sobre nadie. Eso
significa que hay algo dentro que necesita una actividad rápida para ser liberada.
Corramos un poco –saltemos, gritemos, golpeemos la almohada o una tula, hagamos
gestos- y, sentiremos que se libera. Pasada una catarsis de cinco minutos, nos
sentiremos sin carga alguna, y en cuanto sepamos esto, ya jamás lo proyectaremos sobre
alguien, porque es un comportamiento absolutamente necio.
enfadado cuando se es consciente, como tampoco se puede ser codicioso o celoso con
ella. La consciencia es la llave de oro.
La ira ya ha tenido lugar antes, y sucede ahora, pero en este momento se tiene que
añadirle un elemento nuevo, el elemento de la comprensión, y entonces la calidad
cambia. Entonces, dentro de un tiempo, veremos que cuanto más la entendemos, menor
es su presencia. Y cuando la comprendemos a la perfección, desaparece. La
comprensión es como el calor. Cuando llega a un punto determinado “cien grados”, el
agua desaparece.
La ira siempre es para ocultar el miedo. La gente emplea todo tipo de estrategias.
Hay personas que reirán para poder detener sus lágrimas. Con la ira, los miedos
permanecen ocultos.
Es el miedo el que mantiene cerradas a las personas. No pueden oírnos. Tienen
miedo de oír. Y realmente su ira es el miedo del revés. Solo una persona llena de miedo
se encoleriza de inmediato. Si lo hace, podemos ver su miedo. La ira es una tapadera. Al
estar enfadado intenta hacer que sintamos miedo: antes de que nos hagamos una idea
de su temor, trata de provocarnos miedo. ¿Vemos la simple psicología involucrada en ese
acto? No desea que sepamos que tiene miedo. La única manera de conseguirlo es
causándonos temor; entonces se siente completamente relajado. Nosotros tenemos
miedo y él no, y no hay nada que temer en alguien que tiene miedo. Su ira es un esfuerzo
para engañarse. No tiene nada que ver con vosotros.
Pero la ira sencillamente muestra miedo; recordemos siempre que la ira es el miedo
boca abajo. Detrás de la ira siempre se oculta el miedo; es la otra cara de la ira. Siempre
que sintamos miedo, el único modo de ocultarlo es encolerizándonos, ya que el temor nos
dejará al desnudo. La ira creará un telón a nuestro alrededor, detrás del cual nos
podemos esconder.
Los celos son comparación. Y nos han enseñado a comparar, nos han condicionado
a comparar, siempre comparar. Alguien tiene una casa mejor, un cuerpo más esbelto,
más dinero, una personalidad más carismática. Comparemos. Comparemos a cualquiera
que pase junto a nosotros, y el resultado que obtendremos será de grandes celos; es la
consecuencia del condicionamiento para la comparación. Si dejamos de comparar, los
celos se desvanecen.
La comparación es una actitud necia, porque cada persona es única e
incomparable. Nosotros Simplemente somos nosotros, nadie ha sido jamás como
nosotros, y nadie lo será nunca. Y tampoco necesitamos ser como otra persona.
Alguien está por encima de nosotros, alguien está por debajo. Siempre nos
encontramos en el escalón intermedio de la escalera. Quizá la escalera sea un círculo, ya
que nadie le encuentra fin, y todo el mundo está atrapado en alguna parte en el medio; la
escalera parece ser una rueda. Alguien está por encima de nosotros, y eso duele porque
hiere el ego.
Eso nos mantiene luchando, afanándonos, tratando de avanzar por todos los
medios, porque si se tiene éxito, a nadie le importa si se ha triunfado de un modo bueno o
malo. El éxito demuestra que se tiene razón; el fracaso demuestra que se estaba
equivocado. Lo único que importa es el éxito, así que cualquier medio servirá. El fin hace
que los medios sean los correctos. De modo que no se debe preocupar por los medios,
nadie lo hace. Lo único que importa es subir en la escalera. Pero jamás alcanzamos
nuestro fin. Se hace énfasis en que las conclusiones a priori nos hacen creyentes, no
científicos. No deberíamos creer, sino, observar, mirar, experimentar, vivenciar; la
invitación es a ser un científico en nuestro mundo interior. Dejar que nuestro cuerpo, la
mente y nuestro sentir sean nuestro laboratorio, y observar sin condenar ni hacer juicios
de ninguna especie. Tengamos en cuenta que si lo hemos oído o nos lo han contado, eso
es lo que dicen los demás, no es nuestra propia experiencia. Y por el contrario, tenemos
que ser muy existenciales, experimentales: a menos que nuestras vivencias así lo
demuestren, no deberíamos decir sí o no a nada. Debemos ser imparciales.
Entonces, poder observar nuestras emociones ya es un milagro; porque cuando
observamos sin emitir ningún juicio, comenzamos a ver la verdad, podemos ver la
estupidez y la necedad de ellas.
¿Qué es esa energía llamada celos? Observémosla como observamos algo
agradable como una flor, miremos en su interior. Cuando no hay conclusión, nuestros
ojos están claros; la claridad sólo la consiguen aquellos que no tienen conclusiones.
Observando con consciencia plena hasta llegar a su interior se volverá transparente, y
llegaremos a saber que son estúpidos. Y conociendo su estupidez, se caen por si solos.
No necesitamos librarnos de ellas.
Intentemos ver lo que realmente hay en nosotros para la otra persona, y los celos
desaparecerán. En la mayoría de los casos con los celos, nuestro amor también
desaparecerá. Pero es bueno, porque ¿qué sentido hay en sentir un amor que está lleno
de celos, que no es amor? Y si los celos desaparecen y, el amor permanece, entonces
significa que hay algo sólido en la vida que vale la pena nutrir.
Los celos son una de las áreas más frecuentes de la ignorancia psicológica sobre
nosotros mismos, sobre los demás y más específicamente sobre las relaciones.
Comúnmente, por «amor» se refiere a una cierta clase de monopolio, de ganas de
poseer sin comprender una simple verdad de la vida: que en cuanto se posee a un ser
humano, lo hemos matado, y la vida no se puede poseer. No podemos tenerla en nuestro
puño. Si queremos tenerla, debemos mantener las manos abiertas. Que goce de plena
libertad.
4.3. EL MIEDO
Existe solo un temor básico, el de perder algo –la vida, cosas materiales, personas,
condiciones, situaciones, prestigio, reconocimientos…, lo que sea-. Pero no tenemos nada
que perder: solo creemos que tenemos algo que perder.
Otro miedo especial es cuando no podemos encontrar un objetivo. Cuando está ahí
sin motivo alguno, eso asusta de verdad. Si somos capaces de dar con un motivo, la
mente queda satisfecha. Si podemos responder al por qué, la mente dispone de una
explicación a la que aferrarse. Todas las explicaciones ayudan a que las cosas se
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 22 Luis Hernando Mutis Ibarra
descarten; no hacen otra cosa, pero en cuanto contamos con una explicación racional,
nos sentimos satisfechos. Por eso la gente va al psicoanalista a buscar explicaciones,
incluso una explicación estúpida es mejor que nada: uno se puede aferrar a ella.
El miedo es natural, la culpa es creación de la sociedad, de otras personas. La culpa
es producida por el hombre. El miedo es innato y esencial. Incluso, sin miedo no seríamos
capaces de sobrevivir. Es normal. Por ejemplo, es debido al miedo que no ponemos la
mano en el fuego. Es por el miedo que conducimos por nuestra derecha. Es por el
miedo que evitamos el veneno. Es por el miedo que cuando el conductor hace sonar la
bocina del carro, nos apartamos de su camino. Si el niño carece de miedo, no existe
posibilidad de que llegue a sobrevivir. Su miedo es una medida protectora de la vida.
Pero el miedo puede volverse algo anormal, patológico. Entonces le tenemos miedo
a cosas a las que no es necesario temer, aun cuando podemos encontrar justificación a
nuestros miedos anormales.
Todo tiene energía: el miedo, la ira, los celos, el odio. Lo que pasa es que no somos
conscientes del hecho de que todas estas cosas desperdician nuestra vida.
El miedo a la muerte no es el miedo a la muerte, es el miedo a permanecer
insatisfecho e inconcluso. Por ejemplo, vamos a morir, y no pudimos experimentar nada,
nada en absoluto a través de la vida, ninguna madurez, ningún crecimiento, ningún
florecimiento. Vinimos con las manos vacías, nos vamos con las manos vacías. ¡Ese es el
miedo! Y cualquiera que vive por los miedos, no vive; ya está muerto. El miedo es parte
de la muerte, no de la vida. El riesgo, la aventura, ir a lo desconocido, eso es lo que
significa la vida.
Todas las técnicas de meditación representan una ayuda para destruir lo falso. No
nos dan lo real, porque lo real no puede ser dado. Lo real ya lo tenemos; solo hay que
deshacerse de lo falso. La meditación es únicamente la valentía para estar en silencio y a
solas.
Despacio y poco a poco, se empieza a sentir una nueva cualidad en nosotros, una
nueva sensación de estar vivos, una nueva belleza, una nueva inteligencia, que no se
obtiene de nadie, que está creciendo en nosotros. Tiene raíces en nuestra existencia. Si
somos persistentes y sostenemos nuestros propósitos llegará a madurar y florecer.
Así como se hizo con los celos y otras emociones aparentemente negativas, hemos
estado creando protecciones contra ellas en vez de mirarlas directamente. No hay nada
que temer: lo único que necesitamos es un poco más de consciencia. Sea cual fuere
nuestro temor, agarrémoslo, mirémoslo con fijeza, tal como haría un científico con una
cosa. Y nos sorprenderá, ya que empezará a derretirse como un copo de nieve. Cuando
hayamos mirado su totalidad, habrá desaparecido. Y cuando tengamos libertad sin
ningún temor, sentiremos una bendición que no se puede expresar con palabras.
El miedo aceptado se convierte en libertad; el miedo negado, rechazado,
condenado, se convierte en culpabilidad.
4.4. LA ANSIEDAD
La ansiedad varía desde la leve aprensión de quien prueba la temperatura del agua
antes de nadar, hasta el pánico en el caos de la persona totalmente incapaz de controlar
sus funciones corporales. Entre estos dos extremos se encuentran los sentimientos de
temor, miedo, irritabilidad, agitación, preocupación, impotencia, inseguridad, tensión,
nerviosidad, cobardía, terror, todos son grados diferentes de un sentimiento de
incertidumbre de la propia seguridad.
Nos encontramos en un circo artificial donde nuestros adversarios son los patrones
arbitrarios, los horarios exigentes, las prácticas poco equitativas y la burocracia, todos los
cuales crean sentimientos de frustración y nos amenazan sin darnos una oportunidad
adecuada de expresar nuestros sentimientos frente a la situación . La respuesta es que
cada uno de nosotros, en el grado en que sea posible, debemos asumir una vez más la
tarea de nuestra propia supervivencia. Es posible que no prosperemos tanto desde el
punto de vista económico, pero si logramos disminuir el nivel de nuestra ansiedad
asumiendo un mayor control de nuestro destino, habremos ganado mucho.
Un hecho cierto en la vida es que muchos de nosotros renunciamos o bien
cedemos con demasiada facilidad, sin buscar siquiera alternativas o someter a prueba su
validez. Por lo menos debemos dar una oportunidad de expresión a lo mejor de nosotros
mismos.
Tratemos de escucharnos, aceptemos nuestra responsabilidad en cuanto a la
solución de amenazas a nuestra vida y bienestar, por lo menos, en la medida en que nos
sea posible dentro de los recursos que llevamos dentro. Tenemos con esto un principio
para llegar a ser seres libres.
Tendemos a temer al extraño porque es capaz de ver nuestra imperfección y
porque puede dañarnos al revelar la verdad sobre nosotros mismos. Cada uno se siente
vulnerable de manera diferente. Cuando conocemos nuestra propia vulnerabilidad,
sabemos mucho acerca de nosotros mismos.
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 24 Luis Hernando Mutis Ibarra
Pérdida
La ansiedad es el temor al daño o a la pérdida, sea real o imaginada, que aún no se
ha producido o bien se ha producido pero no ha sido del todo aceptada.
Cuando una persona experimenta un daño o una pérdida, siente dolor. El dolor
crea un desequilibrio y exige una respuesta de energía. Esta respuesta correctiva tiene
que ser dirigida hacia afuera en el punto de origen del dolor. La expresión de esa energía
es el enojo. Cuando esa energía no puede ser exteriorizada contra el yo, es percibida
como culpa.
Cuando no se alivia pronto esta culpa mediante la aceptación del enojo original,
como respuesta razonable al daño inicial, se vuelve contra la persona que la siente. La
culpa se hace más profunda y se transforma en depresión. Tal depresión puede destruir a
una persona y consumir toda su energía.
Una ansiedad es el temor al daño o a la pérdida. El daño o la pérdida llevan al
enojo. El enojo contenido lleva a la culpa. La culpa no aliviada lleva a la depresión.
Tales sentimientos surgen cuando sufrimos una pérdida. Existen tres clases de
pérdida: la pérdida de un ser querido; la pérdida del propio control y la pérdida de la
autoestima.
Perder el control
Es otro tipo de pérdida que provoca ansiedad. Se trate de poder, dinero, posición,
influencia o título, lo que valoremos más que nada, pocos de nosotros nos sentimos tan
desgraciados ni tan desesperados como la gente que “controla” y siente que está por
perder dicho control. Los individuos que más temen perder el control son los que hacen
especial hincapié en poseerlo todo el tiempo.
Para las personas que tienden a controlarlo todo, el orden y las rutinas tienen
mayor importancia que los sentimientos. Por ser la pérdida de control tan alarmante,
intentan controlar las piezas cada vez más minuciosamente detallado, cada vez con más
empeño.
Puesto que la ansiedad es una advertencia, resulta esencial que comprendamos
qué peligros nos señala y sacar de ella información útil.
Las personas tienen un exagerado temor de acercarse demasiado a otras personas.
Temen ser objeto de abandono, traición o rechazo. Si alguien se crea un estilo de vida
que lo aísle de verse envuelto en otras relaciones, cabe abrigar pocas dudas de que en la
vida de dicha persona hay poca felicidad, ya que actúa como defensa rígida que aísla al
individuo de la dicha, a la vez del dolor. La gente con defensas rígidas vive a menudo en
un mundo con aspecto neutro y sin color que ofrece poco movimiento o variedad.
Quienes son incapaces de aceptar ser heridos son también incapaces de dar placer a
otros. Ambos procesos exigen la apertura. Ser abierto significa ser vulnerable, ser capaz
de sentirse herido y también de dar placer.
Preferimos ser protegidos a arriesgarnos a quedar abiertos a la herida. Para
aceptar esa condición de vulnerables sin que ello implique volvernos defensivos,
debemos tener la convicción sólida de nuestra propia bondad y fuerza interior, la
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 25 Luis Hernando Mutis Ibarra
convicción de que, sea lo que fuere que surja en nuestro camino, seremos capaces de
encararlo de alguna manera.
La persona que vive inmune a las heridas vive una vida inmune a la dicha. No hay
manera de evitar el dolor si aspiramos a estar abiertos a la felicidad.
Manejar la ansiedad
Cuando experimentamos un sentimiento sin ocultarlo, se disipa más pronto y nos
agota mucho menos.
Pasos a seguir:
1°. Saber ¿qué es lo que tanto temo perder? Responderla nos coloca a veces a una
cierta distancia suficiente del problema como para encarar su solución. La ansiedad en
cantidades moderadas, nos ayuda a cargarnos de energía que nos permite realizar
nuestro máximo esfuerzo. Es común a toda persona que participa activamente en algo.
La ansiedad crónica es difícil de manejar y dolorosa de soportar. Se agrava con las
tensiones de la vida cotidiana. Nuestra ansiedad nos convierte en lisiados emocionales
cuando como individuos no podemos hacer frente a la falta de objetivos bien definidos y a
las recompensas que tienen poco significado real. Necesitamos tener oportunidad de
tomar contacto con nosotros mismos, de escuchar nuestros propios pensamientos, de
prestar atención a nuestros sentimientos.
2°. A veces, la mejor manera de manejar la ansiedad es evitar las situaciones
innecesariamente amenazadoras y emprender la tarea de hacer de nosotros mismos las
personas más completas y fuertes que nos sea dado ser. Para lograrlo debemos
aceptarnos, asumir la responsabilidad de nuestra propia vida, asegurarnos de que vamos
en la dirección correcta para nosotros.
3°. La persona libre acepta la responsabilidad tanto para lo bueno como para lo
malo que hay en su vida. Tiene consciencia de su propia vulnerabilidad y en lugar de
ocultarla, la utiliza. Se permite así mismo estar abierto al dolor existente en su mundo.
Uno de los objetivos más importantes es llegar a familiarizarse con uno mismo de
una manera positiva. Llegar a este punto requiere la aceptación de las propias
limitaciones. Debemos comprender que por mal que nos hayan tratado, cualesquiera
sean las circunstancias de nuestra vida personal, por mucho que nos hayan abandonado
o rechazado con crueldad, o cualquiera sea nuestra situación en la vida en este
momento, siempre estamos a cargo de nuestra propia vida y tenemos la responsabilidad
básica de realizar al máximo nuestros dones y aptitudes. Cabe esperar con fe que los
desengaños y rechazos que experimentamos sean contemplados algún día como
pruebas superadas.
4°. Una vez que una persona logra vencer sus propios problemas de dependencia,
adquiere la libertad necesaria para dar, sostener, estimular y apoyar, es decir, para hacer
todo aquello que es la antítesis de agotar a otros. La ansiedad sentida desaparecerá a
medida que comience a verse como una persona fuerte. Cuando las debilidades se
convierten en fuerzas, nos transformamos también, de miembros dependientes de la
sociedad, dominantes o ansiosos de lograr la estima ajena, en educadores, dirigentes y
realizadores.
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 26 Luis Hernando Mutis Ibarra
4.5. LA CULPA
El sentimiento de culpa nos hace vernos como inmerecedores, malvados, crueles y
llenos de remordimientos, de reproches y de odio contra nosotros mismos. La culpa es el
resultado de reprimir tanto tiempo el enojo, que se vuelve contra nosotros.
Las personas que se sienten culpables castigan a otros simplemente con su sola
presencia. Tienden a enfatizar lo negativo del mundo y a ignorar lo positivo. Carecen de
alegría. No se consideran dignas de aceptar lo que les ofrecen otros y por ello no se
sienten colmados, ni capaces de dar a su vez. Dan la sensación de gozar de sus propios
sentimientos negativos, como forma de auto castigo. Parecen sentirse mejor cuando se
los trata mal. Como la persona enojada, la que se siente culpable halla muy difícil dirigir
sus sentimientos hacia la fuente de su enojo largamente reprimido, ataca sin discriminar y
se coloca en posiciones difíciles de defender.
Cuando se internaliza el enojo, es una infección que se expande hasta ocupar todo
nuestro mundo interior. Sin la debida expresión, suele tomar la forma de fantasías y
sueños cargados de odios. Cuando se deja crecer estas fantasías con la represión del
dolor y de la rabia, pueden provocar sentimientos de culpa.
Estamos tan convencidos de nuestra maldad que luchamos con tanta más
intensidad por ocultar nuestro enojo, ya que, después de todo, no tenemos derecho a
sentirlo. Nos volvemos más cerrados, menos comunicativos y nuestra presencia nos
parece incómoda para los demás. Es tanta la energía que internalizamos, que agotamos
la de quienes nos rodean.
4.6. LA DEPRESIÓN
La depresión es el sentimiento de estar tristes, infelices, melancólicos, “en el pozo”.
Como la culpa, la depresión sobreviene cuando el enojo queda prisionero en nuestro
interior. En este caso, el enojo se transforma en odio y comienza a despojar a la vida de
todo significado. Nuestros estados de ánimo tiñen nuestro mundo y moldean nuestra
realidad.
En la depresión, la energía parece volverse contra el yo. En lugar de permitir el
libre fluir de los sentimientos, la persona deprimida ve cada sentimiento de enojo como
prueba de su poca valía y retrocede ante toda expresión de dicho enojo.
Si bien estas personas se sienten a menudo tristes, la depresión se diferencia de la
tristeza. La tristeza es un sentimiento de vacío que sigue a una herida o a una pérdida.
Cuando un individuo permanece triste durante largo tiempo, sin comprender qué significa
esta tristeza, a menudo pierde contacto con el hecho que provocó la tristeza. El resultado
es la depresión. La tristeza permanece en él, alimentada por un abundante reservorio de
enojo y odio. Se siente desvalorizada. La gente deprimida está siempre tratando de
contener su enojo y el acto mismo de contenerlo la agota más aún y puede llegar a
enfermarla. La tristeza de todos los días se disipa. La tristeza de la depresión, se
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 27 Luis Hernando Mutis Ibarra
encuentra prisionera. Si no se la trata, aumenta. La tristeza normal pasa con los cambios
de fortuna. La depresión, no. La tristeza es una fase pasajera en el fluir natural de los
sentimientos. La depresión, en cambio, es la interrupción en el fluir de los sentimientos.
Cuando volvemos el enojo contra nosotros mismos, este sentimiento crece fuera de
toda proporción con la realidad, llevándonos a una actitud de defensa oculta. Al ocultar
sus pensamientos, protegen al mismo tiempo la marcha de su recuperación. Su actitud
defensiva las hace a menudo inaccesibles a las palabras. Las personas con este tipo de
depresión parecen mejorar en medio del silencio.
Actos como barrer, trapiar, lavar baños, o asumir cualquier tarea humilde parecen
proporcionar una combinación eficaz de auto castigo y de redirigir el enojo y la energía
hacia fuera y sobre objetos aceptables.
De hecho, dirigir la energía hacia fuera es el primer paso para romper el ciclo de
depresión que tiende a auto perpetuarse.
La persona que se siente deprimida puede tener poca inclinación para salir y hacer
algo, cualquier cosa. Estar deprimido consume una enorme cantidad de energía . El mejor
comienzo puede ser la actividad solitaria, como el dibujo, la costura, la jardinería, las
reparaciones de aficionado, la limpieza de sótanos, desvanes y armarios. Todos estos
elementos proporcionan una salida externa sin imponer la presión de establecer contacto
social.
A veces reconstruir un diario resulta útil para clasificar los hechos que llevaron a la
dificultad actual. También es eficaz hacer un programa de actividades diarias y tratar de
ajustarse a él, de tal manera que cada día ofrezca la oportunidad de proveer algo positivo
y compensador. No es necesario estar en un estado de óptima alegría para realizar las
tareas de rutina, pero ellas pueden ayudarnos a “despegar del fondo del pozo”.
Sentirse deprimido es sentirse sin vida, inhibido y drenado. Las funciones corporales
se vuelven lentas. La persona deprimida tiene un aspecto acorralado, preocupado, en su
desesperación por contener su enojo y odio de sí misma. Tolerar ese estado de cosas
durante demasiado tiempo resulta agotador.
Un gran número de individuos dejan, por fin, de dar muchas cosas por supuestas
cuando se sobreponen a una depresión.
No hay, en definitiva, una virtud inherente en el hecho de sufrir. Es necesario que
aprovechemos este sufrimiento. Cuando el dolor es demasiado grande, la intuición suele
ser al mismo tiempo escasa. Es necesario obtener ayuda.
Sugerencias de manejo
Implica ayudar a liberar el enojo reprimido e impedir que se acumule en mayor
medida. Por eso para descargar en primer término el enojo acumulado, puede
recomendarse:
1°. La fantasía que ridiculiza es eficaz para disipar el enojo. Es decir, imaginarse a la
persona causante del enojo en formas ridículas de vestir, hablar, actuar.
2°. Escribir una carta furiosa, agresiva y no despacharla. Simular el llamar por
teléfono y con cambio de voz inidentificable, expresar todo nuestro enojo. Cualquier cosa
que nos ponga en contacto imaginario y libere nuestros sentimientos será eficaz.
3°. Dar puñetazos a una almohada, o un saco relleno durante unos minutos
proporciona una enorme descarga en algunos, lo mismo que lanzar gritos en el caso de
otros. Debemos cuidar, no obstante, que tales medios no se conviertan en fines en sí
mismos y hagamos uso de ellos sólo como sustitutos de lo real, cuando la persona
implicada no está a nuestro alcance, o bien cuando carecemos del coraje y la capacidad
de enfrentarla directamente.
4°. Dediquemos algún tiempo a identificar las manifestaciones físicas de nuestro
enojo. Todos tenemos un lugar predilecto (cuello, espalda). Se trata de una señal de que
debemos dar salida a nuestro enojo.
5°. Dejarlo salir en el momento en que lo sentimos es de importancia fundamental.
Todo esto nos conduce directamente al modo de relacionarnos con las emociones
negativas6, no sólo a través de la observación, sino desde el punto de vista de la
transformación interna. En la medida en que las emociones negativas se adueñan poco a
poco de la mente acaban transformándose en estados de ánimo y, a la postre, en rasgos
temperamentales. Por ello, debemos comenzar trabajando con las emociones, algo que
podemos hacer de modos y en niveles diferentes que bien podríamos subdividir en
principiante, intermedio y avanzado.
El primer modo de evitar las consecuencias negativas de las emociones destructivas
que aportan infelicidad tanto a los demás como a nosotros mismos es la utilización de
antídotos. Cada emoción posee su propio antídoto.
En el siguiente paso -el nivel intermedio- debemos ver si existe un antídoto común a
todas ellas. Este antídoto sólo puede encontrarse en la meditación, en la investigación de
la naturaleza última de las emociones negativas, en cuyo caso descubrimos que todas
ellas carecen de solidez intrínseca, en perfecta consonancia con lo que se denomina
vacuidad. Este proceso permite desarticular la aparente solidez de las emociones
negativas. Este actúa sobre todas las emociones ya que, aunque se manifiestan de
formas muy diversas, todas ellas carecen de existencia independiente.
El otro modo -que es también el más arriesgado- no consiste en neutralizar las
emociones ni en descubrir su naturaleza vacía, sino en transformarlas y utilizarlas como
catalizadores para sustraernos de su influencia. Es como alguien que cae al mar y se
sirve del agua para alcanzar a nado la orilla.
6
GOLEMAN, Daniel. Op.cit. Pág. 52-54, 88-90
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 30 Luis Hernando Mutis Ibarra
El momento más adecuado para abordar las emociones destructivas. ¿Uno debe
afrontarlas después de que aparezcan, en el mismo momento, o acaso antes de que lo
hagan?
La primera forma de intervención -es decir, después de que hayan aparecido- se
denomina el abordaje del principiante porque, hablando en términos generales, uno sólo
se da cuenta de los aspectos negativos o destructivos de algunas emociones después de
haberlos experimentado. En tal caso, utilizamos la razón para investigar sus
consecuencias y ver, por ejemplo, que un súbito ataque de ira puede llevarnos a percibir
a otra persona como alguien completamente negativo, lo que genera mucho sufrimiento
en los demás y tampoco provoca nuestra felicidad.
De este modo, podemos distinguir las emociones que aportan felicidad de las que
ocasionan pesar. Entonces tendremos claro que, la próxima vez que se presenten esas
emociones, será mejor no darles rienda suelta.
Veamos un ejemplo muy sencillo. Si tenemos el estómago lleno de gases será difícil
-y hasta doloroso- reprimirlos, pero tampoco parece lo más apropiado soltarlos en
cualquier circunstancia. Ni la represión ni su contrario constituyen, pues, una buena
solución. Será mejor, por tanto, curar el problema de modo que no nos veamos atrapados
en la disyuntiva de sufrir un dolor de estómago o de tirarnos un pedo inoportuno-
"¿Es posible desembarazarse completamente de las emociones negativas? La
respuesta a esta pregunta tiene que ver con la sabiduría y la libertad. Si consideramos
que las emociones destructivas restringen nuestra libertad interna y obstaculizan nuestra
capacidad de juicio, el hecho de liberarnos de ellas disminuirá su fuerza y nos permitirá
disfrutar de una mayor libertad y felicidad.
Por otro lado, una vez que han emergido plenamente, las emociones poseen un
gran poder esclavizante. Por eso, se dice que existe un período refractario7 (que puede
durar desde unos pocos segundos hasta mucho más tiempo), durante el cual no estamos
en condiciones de admitir nueva información o, en el caso de hacerlo, la interpretamos
mal y sólo tenemos en cuenta aquellos datos que corroboran la emoción que estamos
sintiendo. Mientras nos hallamos en ese período es como si nos halláramos secuestrados
por la emoción, lo que no necesariamente significa que debamos dejarnos arrastrar por
ella. La emoción sólo concluye cuando acaba el período refractario.
El proceso del manejo comprensivo de las emociones puede estar también en llegar
a estos niveles:
7
Término utilizado por Paul Ekman: psicólogo de la University of California en San Francisco y experto mundial en el
campo de la expresión facial del afecto.
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 31 Luis Hernando Mutis Ibarra
dónde provienen dichos sentimientos, y ser capaces de expresarlos de frente a quien sea
apropiado hacerlo. Ser abiertos es estar en constante contacto con el mundo que nos
rodea a través de nuestros sentimientos.
Cuando estamos abiertos estamos menos ansiosos. No tenemos más que
detenernos a pensar: ¿Qué temo perder? ¿Qué me amenaza en este momento? ¿En qué
forma puedo ser herido? ¿Estoy en algún peligro? ¿Temo aceptar alguna parte de mí
mismo? ¿Temo asumir la responsabilidad de haber hecho algo que hirió a otra persona?
¿Temo aceptar y manejar la culpa que me toca en algún hecho o palabra, a causa de un
sentimiento de culpa?
Conocedores ya de los sentimientos involucrados, de la forma en que actúan y
libres del peso de las deudas emocionales, podemos responder a ellas en forma casi
automática para resolver nuestra ansiedad.
Son nuestras defensas las que se interponen en nuestra expresión de este aspecto
superior de nuestra personalidad. Una vez expresado, es posible refinarlo y moldearlo
aún más, aunque está presente, o bien no lo está, desde el principio.
No nos será posible crecer hasta que bajemos las defensas que nos lo impiden.
Bajar defensas nos permite vernos como somos. La forma de descubrir la verdad
comienza por la sinceridad en nuestros sentimientos. Ser sinceros significa manifestar la
máxima verdad tal como la vemos, sin disculpas, ni defensas, sin falsedad y sin
selectividad.
Si todos usáramos nuestros sentimientos como guía para hallar el camino que nos
lleva a ser lo mejor de nosotros mismos, por lo menos estaríamos en vías de hallar
realización en nuestra vida y el mundo que nos rodea comenzaría a tener mayor sentido.
La persona que no se comprende a sí misma no puede pretender experimentar un
mundo que tenga algún sentido. Si todos siguiéramos los dictados de nuestros
sentimientos, hallaríamos el rumbo que buscamos en realidad, sin dogmas, sin cultos, sin
gobiernos y sin gurú.
nuestro interior. No somos capaces simplemente de ver algo, no podemos ser un espejo
silencioso.
La comprensión surge al convertirnos en espejos, en un espejo de todo lo que
acontece en la mente. ¿Por qué pensamos en renunciar a la ira? ¿Por qué se ha
enseñado que la ira está mal? ¿Por qué la hemos entendido como algo malo? ¿Hemos
llegado a una conclusión personal, a través de nuestra percepción cada vez más
profunda, de que la ira está mal? Si hemos llegado a esa conclusión a través de nuestra
búsqueda interior, no será necesario dejarla, pues, ya habrá desaparecido.
Basta con el hecho mismo de saber que es algo venenoso, para tomar actitudes
distintas, ya que no se dejará de pensar en luchar, en abandonar o en renunciar. ¿Por
qué? Porque la gente dice que la ira está mal, y a nosotros nos influye fácilmente
cualquier cosa que se dice. Todos creamos desdicha a nuestro alrededor debido a los
demás. Eso provoca culpabilidad. Todos nos sentimos culpables. No es que todo el
mundo lo sea, sino que el sentirse culpable es debido a este mecanismo.
Es el caso de que siempre que hay gozo, parece que procede del exterior. Si nos
reunimos con un amigo: por supuesto, da la impresión de que el júbilo procede del amigo.
Pero esa no es la realidad. El gozo siempre está en nuestro interior. El amigo se ha
convertido en una situación. El amigo la ha ayudado a que se manifieste, nos ha ayudado
a ver que está ahí.
Y esto no solo sucede con el júbilo, sino con todo: con la ira, con la tristeza, con la
desdicha, con la felicidad, con todo, así es. Lo demás, simplemente son situaciones en
que se expresan cosas que están ocultas en nosotros. No son causas, no están
causando algo en nosotros. Sea lo que fuere lo que suceda, nos sucede a nosotros.
Siempre ha estado ahí; lo que pasa es que reunirnos con ese amigo se ha convertido en
una situación en la que ha salido a la luz lo que estaba escondido. Se ha hecho aparente
y se ha manifestado desde las fuentes ocultas. Siempre que esto suceda, centrémonos
en la sensación interior, y entonces tendremos una actitud diferente acerca de todo en la
vida.
Cuando estamos solos no hay nadie para provocar nuestra ira, nadie para crear una
oportunidad en la que podamos entristecernos, nadie para plantar nuestras caras falsas
ante nosotros. Estamos solos: la ira no surge. Y No es que haya desaparecido,
simplemente la situación para la ira no se encuentra presente. Podemos estar llenos de
ira, pero no hay nadie para insultarnos, para herirnos, solo falta la oportunidad.
Vivamos muchos años en las montañas, y cuando volvamos a la ciudad o el pueblo,
al mundo, sentiremos de inmediato que la ira está todavía ahí, tan fresca como siempre;
puede que incluso más poderosa debido a los años de ira acumulada, de veneno
acumulado. Entonces uno tiene miedo de regresar al mundo.
¿Qué clase de pureza es esa que tiene miedo? ¿Qué clase de celibato es ese, que
tiene miedo? ¿Qué clase de realidad es esa que le teme a la ilusión? ¿Qué clase de luz
es esa que le teme a la oscuridad, que al llegar a la oscuridad esta podrá ser poderosa y
destruirla? ¿Ha destruido la oscuridad alguna vez algo de luz? Pero siguen allí. Cuanto
más tiempo se permanece aislados, más incapacitados se estará para regresar al mundo,
porque allá -aislados, en la montaña, la ermita, la cueva, el bosque, o solo en la casa o
habitación- se puede tener una hermosa imagen: porque no hay nadie más para
destruirla. En el mundo es difícil. Alguien, desde alguna parte, nos pisa: nos hiere.
Debemos desprendernos de la ira. Todo esfuerzo es para que cambiemos. No intentemos
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 34 Luis Hernando Mutis Ibarra
7. SUGERERENCIAS DE PRÁCTICAS
7.1. RECOMENDACIONES
Las prácticas recomendadas aquí son propuestas y experimentadas en el mundo
desde la orientación de Osho8, uno de los más coherentes en la espiritualidad humana.
Para ello se hacen las siguientes recomendaciones.
Con cualquier técnica de meditación o ejercicio que se experimente, se realice
mínimo durante tres días para ver si realmente encaja o no con la persona. Si se siente
que no se está produciendo ningún cambio, o no parece la técnica apropiada, entonces
hay que probar con otra. Sin embargo, es muy normal que al principio no se pueda ver
con claridad, puede incluso que determinado ejercicio o meditación resulte atractivo a la
mente y, sin embargo, no contribuya o ayude en nada. También puede ocurrir que se
busque toda clase de justificaciones para evitar experimentar con una técnica o ejercicio,
precisamente porque puede ser el que más nos ayudará. En la decisión de cada uno está
probarlos y experimentar cuál o cuáles de ellos encaja con nuestro tipo de persona.
Osho dice lo siguiente acerca de la comprensión subyacente en las técnicas de
meditación que él desarrolló: “Mis técnicas, básicamente, empiezan con una catarsis. Hay
que liberar todo lo que está oculto. Es mejor que dejes de reprimir y elijas el camino de la
expresión. No te condenes a ti mismo. Acepta lo que eres, porque cada condena aumenta
la división…”
La meditación tiene algunas cosas esenciales. Cualquiera sea el método (Osho
propone ciento doce tipos de ejercicios de meditación), son necesarias. El primer punto
8
También fue conocido como Bhagwan Shree Rajneesh y posteriormente con el nombre de Osho (Oshö: Término
Japonés utilizado en el Budismo Zen para referirse a un monk o monje budista).Y también asigna este nombre
(OSHO), porque siempre les decía a sus discípulos que debían fundirse con la realidad, como una gota de agua en el
océano, sus discípulos comienzan a llamarlo el oceánico. De ahí a Osho. Osho nace con el nombre de Rajneesh
Chandra Mohan en Kuchwada, una pequeña aldea en el estado de Madhya Pradesh, en India central. El 21 de marzo de
1953, a la edad de 21 años, Rajneesh alcanzó la iluminación, la más alta cumbre de la conciencia humana. En sus años
universitarios se hizo famoso por su participación en concursos de debates entre estudiantes, muy populares en la India.
Obtuvo el título y la medalla de oro de Campeón de Debates de todo el país. En 1956 recibió su máster en filosofía con
primera clase de honores -la clasificación más elevada dentro de una especialidad-, en la Universidad de Sagar. Luego
de un periodo de nueve años como profesor de filosofía en la Universidad de Jabalpur, renuncia a su puesto para viajar
por toda la India dando charlas sobre todos y cada uno de los aspectos del desarrollo de la conciencia humana.
Desde Sigmund Freud, hasta Lao Tse, desde Gurdjieff hasta Gautama Buda, desde Jesucristo hasta Rabindranath
Tagore... ha intentado destilar de cada uno de ellos, la esencia de lo que se conoce como la búsqueda espiritual del
hombre contemporáneo, basándose no en una comprensión intelectual, sino, en lo que el denominaba, la propia
comprobación existencial de la experiencia.
A las 17:30 del 19 de enero a la edad 58 años, su espíritu vuela. Sus discípulos lloran desconsolados. Su muerte fue
noticia internacional de las agencias cablegráficas que hacían notar un dato curioso: el críptico epitafio grabado en la
tumba que guarda sus cenizas había sido escrito por el propio maestro pocos días antes de morir: Osho nunca nació,
nunca murió, solamente visito el planeta Tierra entre el 11 de diciembre de 1931 y el 19 de enero de 1990.
Cualquier información puede dirigirse a: www.osho.com/meditation
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 35 Luis Hernando Mutis Ibarra
1º. Represión
Es un control manipulador; la que comúnmente se hace, la que socialmente es la
más validada, pero es la que mayor daño hace a las personas; es un veneno que se
acumula. Es simplemente intentar ocultar ciertas energías que están ahí, pero no hay que
permitirles tener su propia expresión o manifestación, su propia razón de ser. Cuando se
reprime, la energía se la está trayendo hacia su fuente original, nuestro propio corazón; la
estamos obligando a regresar hacia sí mismos. En la represión nosotros tomamos parte
activa, luchamos denodadamente contra esa energía, la estamos desterrando al
inconsciente, hacemos esfuerzos inmensos por evitar verla; queremos estar seguros que
ya no está ahí, pero no nos damos cuenta que sólo la enviamos al desván de nuestra
interioridad, que está arrinconada y agazapado en un lugar de nuestro inconsciente.
Todas las emociones negativas se están comiendo nuestra energía. Están ahí
porque nosotros las hemos reprimido y no las dejamos salir, las hemos encerrado en el
sótano de nuestro inconsciente. No pueden escapar aunque quisieran, nosotros no se lo
permitimos, así que estarán perturbándonos toda la vida. Por la noche se convertirán en
pesadillas, sueños horribles, y durante el día, afectarán todos nuestros actos.
Además, existen muchas posibilidades de que alguna emoción negativa se haga
tan grande que no se nos sale de nuestras manos, ya no podemos controlarla. La hemos
reprimido tanto que aquella será la que toma el total control de nosotros, por lo tanto se
actúa bajo el influjo de esa gran fuerza; seremos como un robot, sin nada que podamos
hacer.
Una persona que controla es una persona que reprime, siempre está reprimiendo,
y al hacerlo, va acumulando todo lo malo. Tarde o temprano el volcán acabará
explotando, porque la capacidad de acumulación tiene su límite, y si se sobrepasa, la
explosión será inminente. Cualquier insignificancia puede ser la gota que colme el vaso.
La persona de control está constantemente condenando, valorando, juzgando y
eligiendo. Solo recordemos que lo que trae consigo la verdadera transformación es la
consciencia sin elección. Porque, como no se reprime nada, no surge ningún ego, ningún
yo. El ego viene del exterior, de los demás, de lo que dicen acerca de nosotros. Lo que
crea el ego es la opinión de los demás acerca de nosotros. Ellos dicen que somos
inteligentes, santos, piadosos, buenas gentes, poderosos y, como es natural, ¡eso nos
hace sentir maravillosamente bien! El ego procede de fuera, nos lo crean los demás. Pero
claro, delante nuestro dicen una cosa y, a nuestras espaldas, dicen justo lo contrario.
2º. Expresión
Y cuando se expresa lo que estamos sintiendo, es obligar a esa energía a dirigirse
hacia otra persona u objeto. Estamos proyectando la energía hacia afuera, el blanco es el
otro. La energía va hacia otro, se aleja de nosotros.
La expresión implica primero que se las acepta, se reconoce que es parte de
nuestra naturaleza, por lo que se les permite que fluyan, que sigan su curso y se dejan ir
de manera inteligente, sin vomitarse encima del otro (ataque, ofensa, puya, insulto,
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 37 Luis Hernando Mutis Ibarra
3º. Transformación
Es la opción de tomar distancia, observar, estar alerta pasivamente, conscientes .
Es la oportunidad de transformar y cambiar esas energías, llevarlas a una nueva
dimensión. Es aportar un control nuevo, del ser que presencia, que es testigo. Aquí la
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 38 Luis Hernando Mutis Ibarra
energía se dirige hacia arriba, hacia el corazón, hacia el Ser, y su vía es a través de la
consciencia. Con la atención pasiva, la mente deja de estar presente.
Se trata de no controlar nada, no reprimir nada; se intenta entender y comprender,
no de controlar. Uno se vuelve más meditativo, observando todo tipo de emociones,
incluso las positivas. Se intenta entenderlas y con ese mismo entendimiento se las
trasciende. Nos convertimos en testigos, en ese presenciar; entonces las emociones
negativas se funden como la nieve bajo el sol. El entendimiento trae consigo cierta
calidez; es un amanecer dentro de nosotros; es como una llama en nuestro interior que
hace desaparecer la oscuridad. Una persona de entendimiento, de meditación, no es un
ser de control sino de observación; y para observar, tenemos que mantenernos
absolutamente al margen de juicios.
Se deja de lado los contenidos de la mente negativa, no prestarle absolutamente
ninguna atención. Hay algo; pero dejémosla que esté ahí. No nos importa que se quede o
que se vaya, ni una cosa ni la otra. No hacemos ningún juicio, simplemente aceptamos
que esté ahí; si debe estar ahí o no, no es asunto nuestro. Simplemente, sentémonos en
silencio, observemos y esperemos. Se marchará igual que ha venido; no hagamos nada
al respecto, ni a favor ni en contra. Ya que, hacer algo a favor, sería expresarla, y muchas
veces si la expresamos, hasta nos podemos meter en un lío, porque quizá la otra persona
que no entienda nada de esto, puede reaccionar y hasta con mayor fuerza e ímpetu. Y
cuando más continuemos en el círculo vicioso nos alejaremos más y más de nuestra
consciencia.
Tampoco intentemos apartar las emociones negativas, no intentemos actuar sobre
ellas, ni tampoco tenemos por qué avergonzarnos de ellas. El mero hecho de hacerlo es
una forma de comenzar a actuar. Simplemente observemos. Si conseguimos observar, y
si la observación es pura, no está contaminada, si realmente no estamos haciendo nada,
excepto mirarla, poco a poco pasará, desaparecerá de nosotros y entonces, quedará una
consciencia clarísima; estaremos más limpios que antes, en paz.
Al ver que hemos aprendido a no reprimir, las cosas empezarán a salir. Ellas
quieren salir al mundo, pues nadie quiere vivir en un sótano oscuro. Al ver que se les
permite salir, empezarán a surgir. Veremos entonces, cómo van subiendo del sótano a
nuestro ser, saliendo de nuestra inconsciencia. Poco a poco, nuestro inconsciente se irá
quedando vacío. Y ese es el milagro, esa es la magia: cuando el inconsciente está vacío,
el muro entre el consciente y el inconsciente se derrumba. Todo se convierte en
consciencia. Pues, cuando se limpia la parte inferior, el mundo superior se abre a
nosotros.
La represión nos hace siente. La razón misterio más profundo de nuestro ser. Es observar
falsos. tiene más énfasis sin elegir, sin decir si es bueno o malo. Si decimos
Es una forma de en lo masculino y que algo es bueno, surge el apego, la atracción;
ocultarla, se evita verla, la emoción en lo decir que es malo surge el rechazo. No evaluemos,
no se deja salir ni femenino, por eso dejemos que sea lo que es. Solo somos lo que
escapar. se dificulta la surge a cada momento y eso cambia a cada
Se encierra y se la comunicación. El momento. Es consciencia sin elección.
reprime tanto que hombre habla Cuando somos testigos de la mente, trabajamos
termina por desbordarse. desde la cabeza, la con la observación, con el acto de presenciar. Poco
Se la maneja en mujer desde el a poco la mente comenzará a quedarse en silencio,
función de: apariencia, corazón, dos detiene su parloteo y se queda quieta y tranquila.
hipocresía y rentabilidad, idiomas distintos. La transformación da inicio cuando aceptamos lo
de lo que nutre más al El único modo es que somos y tenemos, aceptamos
ego. Es hacer lo que no apartándose incondicionalmente lo que hay. La consciencia
queremos hacer. ambos de la razón ocurrirá si no rechazamos nada de lo que
Su energía se regresa y la emoción, ser realmente sucede. Si lo negamos, lo estaremos
hacia nosotros, hacia su más meditativos reprimiendo y abrirá una herida en nuestro
propia fuente, proyecta la porque trasciende corazón. Todo lo que nos negamos a ver se va
energía hacia adentro, se esa polaridad, lleva quedando y nos vamos reduciendo, y cuando más
aloja al inconsciente, más allá del fragmentados estemos, más infelices seremos.
pero desde allí sigue razonamiento y la Nunca debemos usar la aceptación como medio
actuando. emoción; no es ni para algo. Si aceptamos es sin ninguna condición,
Al encerrarla se la cabeza ni corazón, injustificada, sin motivo alguno. Solo así nos
hace más grande. un estado de no librará; y aceptar es otra forma de decir libertad.
Se la está pensamiento y no La consciencia tiene que dejar de identificarse
constantemente emoción. con las ideas o creencias preconcebidas. Cuando
rotulando, y, negando. Los sentimientos tenemos una idea preconcebida de lo que
El instinto reprimido no se pueden deberíamos ser, no podremos aceptar las verdades
busca salidas, y muchas expresar del empíricas de nuestro ser. Es ese ideal el que
veces toma la forma de mismo modo que origina el problema. Cuando no se tienen ideales
perversión. los pensamientos. de deber ser, no se tendrán problemas, por lo
Al reprimir el veneno, La lógica tiene tanto, tampoco criticamos ni rechazamos, no
se queda en el cuerpo. su utilidad, es ideal reprimimos ni escondemos nada. Toda
Causamos tanto daño para el trabajo identificación es identificación con la mente.
que al final queda científico pero no El principio de la felicidad es comulgar con uno
totalmente lesionado; para las relaciones mismo. No debemos tener conceptos rígidos de sí
pierde fluidez, flexibilidad humanas. mismos. Aceptemos lo que ya es y olvidemos las
y vitalidad. Todo el Cuando en el fantasías. En la propia aceptación desaparece toda
cuerpo se bloquea. cuerpo no hay la tensión (angustia, ansiedad, desesperación)
Reprimir causa bloqueos, sentimos desaparecen.
estreñimiento, una una ligera Vivir cómodamente y con comodidades es
enfermedad más mental sensación de natural si la comodidad está al alcance, sería una
que física. Forma parte felicidad, hay una estupidez no aprovecharla. Si no lo está es otra
más de la mente que del vibración de historia. Aprovechemos todo lo que esté a nuestro
cuerpo. alegría, lo que alcance para vivir cómodamente. Puesto que, la
Si se reprime algo en significa que el comodidad es una actitud, un enfoque vital. Sea
la mente, el cuerpo cuerpo va con el cual sea la situación aprendamos a disfrutarla,
comienza el viaje de la ritmo. La alegría es aprovechar al máximo todo lo que da cada
represión. ser uno mismo, momento, sin arrepentirse, ni desear otra cosa. Lo
Se nos ha enseñado a vivo, vibrante, vital; que “es”, es lo único que existe.
todo momento que los sinfónica dentro y La paz solo se alcanza aceptando y absorbiendo
sentimientos no sirven fuera del cuerpo. lo que causa dolor, sin rechazarlo. De lo contrario
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 40 Luis Hernando Mutis Ibarra
para nada. Es bueno que nos volvemos más pequeños y con menos poder.
Con el rechazo no se una herida salga a Solo la comunión con el sufrimiento psicológico
consigue nada. Cuando la superficie, abre la puerta a la liberación y la trascendencia. El
las escondemos solo nos porque es señal de dolor psicológico solo termina cuando lo
causan sufrimiento. Al que va camino de aceptamos en su totalidad. Intentemos
rechazar nos la curación. comprenderlo porque es creación nuestra.
convertimos en cautivos Las emociones y Rechazar o aceptar no cambia el hecho en sí.
de lo que rechazamos. las actitudes Solo hay dos opciones: dolor o alegría, enfermedad
Su continuidad se positivas son como o salud. Si rechazamos, estaremos optando por la
vuelve hábito, que dínamos de enfermedad, la aflicción, porque estaremos
terminamos por energía, producen quitándoles una parte de nuestro ser; nos hará
aferrarnos a todo lo que más energía, no heridas y cicatrices. Si la aceptamos, estaremos
nos aflige. nos agotan. optando por la celebración, la salud y la totalidad.
La Meditación9
Cuando no estamos haciendo nada en absoluto -corporalmente, mentalmente, ni a
ningún nivel, cuando toda actividad ha cesado en nosotros y simplemente somos, eso es
meditación. No podemos hacerla, no podemos practicarla, solamente tenemos que
entenderla. Aunque solo sea por un instante, si no estamos haciendo nada y solamente
nos quedamos en nuestro centro, totalmente relajados, eso es meditación. Y una vez que
hayamos encontrado el truco, podremos quedarnos en ese estado todo el tiempo que
queramos.
Una vez que nos demos cuenta de la forma en que nuestro ser puede quedarse
imperturbable, entonces poco a poco, podemos empezar a hacer cosas, manteniéndonos
alertas de que nuestro ser no se agite ni se altere. Esa es la segunda parte de la
meditación; primero, aprender a ser, y después aprender con pequeñas actividades;
limpiando el piso, dándonos una ducha, pero manteniéndonos centrados o conscientes.
Después, podremos hacer cosas más complicadas.
Nuestra vida sigue, sigue realmente con mayor intensidad, con más alegría, con
más claridad, con más visión, con más creatividad -sin embargo, estaremos más
distanciados, somos solamente un vigía en la cima, observando todo lo que pasa a
nuestro alrededor; no somos el que hace, somos el que observa. Ese es todo el secreto
de la meditación, que nos convertimos en el observador.
El hacer sigue en su propio nivel, no hay problema: regando las plantas o haciendo
algún oficio doméstico. Podemos hacer cosas pequeñas o grandes; lo único que no se
permite es que perdamos nuestra consciencia, nuestra atención plena, nuestro centro.
Hay un solo paso y ese paso tiene que ver con la dirección, con la dimensión.
Podemos enfocarnos tanto hacia afuera como cerrar los ojos al exterior y dejar que toda
nuestra consciencia se centre en nuestro interior y vamos a darnos cuenta porque somos
el que conoce, nosotros somos consciencia. Nunca se ha perdido, solamente dejamos
que se enredara en mil y una cosas. Dejemos de dirigir la atención a todas partes,
permitamos que la consciencia repose en nosotros y habremos llegado a casa.
9
OSHO. “Meditación: la primera y la última libertad”. Traducción de Luis Martín-Santos Laffón. Editorial Grijalbo.
Bogotá-Colombia. Primera edición, octubre 2005, ISBN: 958-639-265-1. 258 páginas. Pág. 19-24
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 41 Luis Hernando Mutis Ibarra
10
Es decir, la observación atenta y ecuánime de los pensamientos y sentimientos que van presentándose instante tras
instante sin dejarnos arrastrar por ellos. La meditación de la atención plena es una práctica budista que enseña a
observar todo lo que ocurre en la propia mente, nos ayuda a prestar atención a la acción y a los impulsos que la
elicitan, pueden ayudarnos a tornarnos conscientes de lo que estamos sintiendo o haciendo. El objetivo consiste,
obviamente, en aumentar nuestra capacidad de elección.
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 42 Luis Hernando Mutis Ibarra
Poco a poco, cuando el observador se hace más sólido, estable, concreto y sin
distracción, viene una transformación. Las cosas que estábamos observando
desaparecen; por primera vez, el observador mismo llega a ser el observado. Es cuando
ya se ha llegado a casa.
Según nos vamos elevando –del cuerpo a la mente, del corazón al ser- todos esos
toscos sentimientos van desapareciendo. El amor de un ser a otro ser no conoce los
celos. Pero, ¿cómo vamos a encontrar dicho amor? Pues, emana de nuestro silencio
interior, de nuestra paz, de nuestro bienestar interno, de nuestra felicidad. Somos tan
felices que queremos compartirlo; ese compartir es amor. El amor no es mendigo, nunca
pide que nos de amor. El amor es siempre un emperador, solo sabe dar. No espera nada
a cambio, ni siquiera se le ocurre pensarlo.
Seamos más meditativos, hagámonos más conscientes de nuestro ser. Dejemos
que nuestro mundo interior se vuelva más silencioso, y el amor fluirá por nosotros.
Llevar un registro escrito –como especie de diario- durante siete días, apuntando
cada día qué es lo que ocupa la mayor parte de nuestro tiempo, qué es lo que conforma
nuestra fantasía casi todo el tiempo, ahí donde nuestra energía se dirige con rapidez. Con
la simple observación durante esos días, podremos encontrar nuestra característica
principal. Ese hallazgo representa media victoria, porque conoceremos nuestra
característica vital emocional
El loto es uno de los símbolos de transformación espiritual. Porque el loto crece en
el barro, es un símbolo de transformación, es una metamorfosis. El barro es sucio, tal vez
de mal olor, sin embargo, el loto es fragante y ha salido del hedor del barro.
Exactamente de la misma manera, la vida casi siempre es barro pestilente, pero en
ella se oculta la posibilidad de convertirse en un loto. Por ejemplo, la ira se puede
transformar en compasión. El odio en amor. Todo lo que tenemos como aspectos
negativos en este momento, como el barro, se puede transformar. Nuestra mente ruidosa
se puede vaciar y transformar, para que se convierta en música celestial.
árbol. La mente intentará muchas vacilaciones, dará muchas alternativas: qué clase de
árbol es, cómo se llama, la forma que tiene. ¡No la escuchemos! Porque incluso, si nos
hemos movido hacia el nombre, nos hemos alejado del árbol. Si empezamos a pensar en
el árbol, nos habremos alejado del árbol. No pensar al respecto y permanecer con el
hecho de que el árbol está ahí.
Al inicio es muy difícil, incluso nos podemos olvidar por completo de que estamos
viendo al árbol, nos distraeremos fácilmente, un perro que pasa, ver mover la nube,
pensar en una preocupación cercana, alguien que pasa. Pero continuemos una y otra
vez. Cuando recordemos que nos hemos olvidado y/o nos hemos quedado dormidos,
movámonos una vez más hacia el árbol.
Con un trabajo continuo de 3 o 4 semanas se habrá logrado la capacidad de retener
un mismo pensamiento en la mente por al menos un minuto; ¡y esa es una gran
capacidad! Un minuto es demasiado para la mente, porque la mente se mueve en
segundos. La mente no está en una cosa ni siquiera por un segundo completo.
Vivamos el dolor
Cuando alguien nos hace daño, hay que agradecerle que nos haya dado esa
oportunidad de sentir una herida profunda. Esa persona ha abierto una herida en
nosotros; seguramente ha sido producida por los golpes mismos de la vida. Seguramente
el otro no es la causa de todo el sufrimiento, pero ha provocado el proceso.
Simplemente aislémonos en nuestra habitación, sentémonos en silencio, y sin ira
hacia esa persona, seamos absolutamente conscientes del sentimiento que está
surgiendo en nosotros, el doloroso sentimiento de haber sido rechazados, de haber sido
insultados. Entonces, a nuestra memoria no solo acudirá esa persona sino que
empezarán a pasar por ella todos y cada uno de los que nos han hecho daño en alguna
ocasión.
No solo los recordaremos, los reviviremos. Entraremos en una especie de regresión.
Sintamos el dolor, la ofensa, el daño psicológico; no lo eludamos. Por eso en muchas
terapias se le pide al paciente que no tome ninguna droga antes de la terapia, por la
sencilla razón de que las drogas son una vía de escape para nuestra dicha interior.
Por muy intenso que sea el dolor y el sufrimiento, dejemos que así sea. Primero
experimentémoslo en su total intensidad. Será difícil, desgarrador. Puede que
empecemos a llorar como niños, que nos revolquemos de dolor, que nuestro cuerpo sufra
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 44 Luis Hernando Mutis Ibarra
espasmos. Incluso podemos darnos cuenta que el dolor no solo está en el corazón sino
en todo el cuerpo, que nos duele todo, se ha extendido integralmente.
Si llegamos a experimentarlo –y esto es muy importante- empezamos a absorberlo.
Es una energía muy valiosa, no nos deshagamos de ella. Absorbámosla, bebámosla,
aceptémosla, démosle la bienvenida, sintámonos agradecidos a ella. Y digámonos a sí
mismos: “Esta vez no la voy a eludir, esta vez no la voy a rechazar, esta vez no me
desharé de ella. Esta vez la recibiré como a una invitada. Esta vez la beberé, la digeriré”.
Puede que necesitemos algunos días para digerirlo, pero cuando eso ocurra,
habremos descubierto un camino que nos llevará muy lejos, nuestra vida habrá
comenzado un viaje hacia un nuevo tipo de ser. Porque en cuanto aceptamos el dolor sin
rechazarlo en absoluto, su energía y su calidad cambian; deja de ser dolor. Quizá nos
sorprenda, es demasiado increíble. No podemos creer que el sufrimiento se transforme
en éxtasis, que el dolor se convierta en gozo; pero así es.
Transformar la ira
Cada mañana, y por espacio aproximado de 20 minutos. La idea es expresar la ira,
pero sobre un objeto que no reacciona como las personas; por ejemplo la almohada. Lo
más importante es que durante nuestra expresión seamos conscientes de ello.
Obvio, no se trata de controlarla, porque para eso, se realiza de manera mecánica,
como un robot. Y si estamos atentos, el control puede que no sea tan fácil.
Por lo común, a nadie se nos ha enseñado a estar atentos, porque cuando alguien
está atento, se encuentra plenamente abierto. Eso forma parte de la percepción; uno está
abierto, y si queremos suprimir algo y estamos abiertos, es contradictorio, puede salir.
La enseñanza ha girado en torno al encierro, el aislamiento, guardar las apariencias.
No permitirnos ni siquiera una ventana pequeña para que nada salga. Incluso se puede
llegar hasta la insensibilidad. Y, cuando nada sale, tampoco nada entra. Entonces, en
estos casos, la ira no puede salir, la tenemos encerrada.
Cuando sintamos y vivamos este tipo de emociones, no deberíamos oponernos; sólo
recordemos la frase de Carl Jung de que “el que resiste persiste”; no intentemos distraer
nuestra mente con otra cosa. No miremos una película, o vayamos a dormir porque nos
sintamos muy tristes. En absoluto reprimamos dichos sentimientos. Definitivamente es
una gran oportunidad para la meditación. Por el contrario, observemos de dónde surge
esa ira. Tratemos de llegar hasta las mismas raíces de donde procede la tristeza; y la
mayor sorpresa, puede ser que veamos que carece de raíces.
Sabremos entonces que esas aflicciones, emociones y sentimientos, ninguna tiene
raíz. Sólo son pantallas que rodean nuestra mente. Al buscar las raíces, esas emociones
comienzan a dispersarse. Tenemos por lo tanto una mejor tarea que perder energía
alimentando la tristeza, el enfado u otra emoción, y es la de ponernos a buscar la
supuesta raíz de donde procede. Será como ir quitando las capas a una cebolla. Con
cada búsqueda, nuestra percepción será más aguda, y el cielo de nuestro interior se irá
despejando hasta que quede completamente claro.
La ira no tiene energía propia, somos nosotros quienes la provocamos volcando
nuestra energía en ella, solo entonces adquiere vida; depende de nuestra colaboración.
Al observar se rompe esa colaboración; dejamos de darle apoyo. Se quedará un rato,
unos minutos, y luego se irá. Al no encontrar donde enraizarse, al ver que no estamos
disponibles, que estamos distantes, que somos observadores en la colina, se disipara,
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 45 Luis Hernando Mutis Ibarra
desaparecerá. Así, surgirá una gran serenidad, es como el silencio que sigue a la
tormenta. Cuando la ira desaparezca nos veremos más lozanos, más jóvenes. Incluso
estaremos agradecidos por habernos proporcionado un espacio maravilloso y oportuno
en el que vivir una experiencia completamente nueva. La habremos utilizado, la
habremos convertido en un trampolín. Esa es la forma de usar creativamente las
emociones negativas.
Correr
El mejor momento para el ejercicio y el fortalecimiento corporal es en horas de la
mañana. Correr ayuda mucho para que la ira y el miedo se evaporen. Cuando corremos
durante largo rato, y respiramos profundamente, la mente deja de funcionar y es el cuerpo
el que toma el mando.
Llevar al máximo
Es una práctica para realizar todos los días, siempre que nos sintamos bien. Y la
recomendación es hacerlo por espacio de 15 minutos. Podemos ayudarnos de un reloj
con alarma si es posible.
almohada. Hay que reprimirla de todas las maneras posibles, justo lo opuesto a la
expresión o liberación. Si hay tensión, tensemos más aún, si hay contracción forcémosla
aún más. Lo importante es que aún no haya liberación. Este acaloramiento presionará
para que nuestros patrones o pautas se desvanezcan, se derritan.
Paso 2. Cuando suene la alarma del reloj, sentémonos en silencio, cerremos los
ojos y contemplemos lo que pasa. Relajemos completamente el cuerpo.
Cualquier cosa que hagamos con amor ayuda a que la energía fluya, cualquier
objeto de amor está bien, cualquier excusa servirá.
Paso 1. Pongamos una piedra en nuestra mano con profundo amor e interés.
Cerremos los ojos y sintamos un tremendo amor por ella, agradecido de que exista,
agradecido de que acepta nuestro amor.
Paso 2. Aunque por lo general, no es necesario tener un objeto. Con la simple idea
de que amamos a alguien, la energía empezará a fluir. El amor es flujo.
El amor es calidez y, la frialdad no puede tener lugar si hay calor. Cuando no hay
amor, todo está frio. De modo que una de las cosas importantes que hay que recordar es
que el amor es cálido. También el odio. La indiferencia es fría. De manera que a veces,
cuando se odia, empieza a fluir la energía. Desde luego, ese flujo es destructivo. En la ira
la energía empieza a fluir, por eso la gente se siente bien después: algo se liberó. Es muy
destructivo. Podría haber sido creativo si se hubiera liberado a través del amor, pero eso
es mejor a quedar contenido. Si somos indiferentes, no fluimos.
La primera elección ha de ser siempre el amor. Si eso no es posible, la segunda
elección es la ira. Y estas son las dos únicas elecciones, la tercera no es una alternativa.
Ahí es donde está la gente. Por eso vemos a tantas personas muertas, cadáveres
andantes, muertos vivientes. Están vivas solo de nombre, porque son indiferentes.
Penetrar en el miedo
De cara al miedo
Cuando surja el miedo, no hay que huirle, porque huyendo nunca se resolverá. Hay
que entrar en él. Si por ejemplo, la oscuridad nos provoca miedo, la única manera de
superarlo es entrando en ella. Si el miedo nos hace temblar, temblemos con todo nuestro
ser, dejemos que surja y digámosle a la noche y a la oscuridad: “puedes hacer lo que
quieras. Aquí estoy”. Al poco tiempo veremos que todo se ha calmado. La oscuridad ya
no será oscura, tendrá cierta luminosidad, se disfrutará.
Cualquiera que sea el miedo que se presente, no huyamos de él, porque al hacerlo,
el miedo se convertirá en un muro que no nos dejará crecer en esa dimensión. El miedo
nos da pistas, nos muestra el camino que tenemos que tomar. El miedo es solo un reto.
Cuando estemos asustados, simplemente relajémonos, aceptemos que el miedo
está ahí, pero no hagamos nada al respecto; no le prestemos atención. Observemos el
cuerpo. No debe haber ninguna tensión en él. Cuando no hay ninguna tensión, el miedo
desaparece automáticamente. El miedo produce cierto estado de tensión para poder
arraigarse en él. Si el cuerpo está relajado, el miedo acabará por desaparecer. Una
persona relajada no puede tener miedo. A una persona relajada no la puede atemorizar.
Aunque surja el miedo, vendrá y pasará como una ola, no echará raíces.
Revivir la infancia
«No hay que temerle a nada, hay que entenderlo. La totalidad de la vida debe
convertirse en una historia de comprensión; ni el miedo ni la ira son necesarios. Son
estorbos innecesarios para la comprensión».
Seamos como un niño que recoge objetos de cualquier tipo, que corre por la calle o
el campo, que recoge piedras, que construye casitas o castillos –naipe, dominó etc.-. Y
siempre que encontremos niños, juguemos con ellos, no permanezcamos como adultos.
Siempre que sea posible, estemos desnudos, y acostados en la tierra o en el llano, ello
para que podamos sentirnos como un niño. Hagamos muecas ante el espejo, chapotear
en la bañera, juguemos con patos de plástico.
«Lo único que se requiere es que volvamos a conectarnos con nuestra infancia y
eso desaparecerá, porque comenzó allí y debemos atraparlo en el momento en que se
gestó. Debemos regresar a la raíz, porque las cosas se pueden modificar si las
agarramos de raíz. La cuestión es empezar a revivir la infancia. Y eso desaparecerá, y
cuando se haya ido sentiremos que florecemos de verdad».
Echando raíces
Es uno de los problemas más recurrentes del hombre moderno; toda la humanidad
sufre de desarraigo. Cuando seamos conscientes de ello, siempre sentiremos un temblor
en las piernas, incertidumbre, porque las piernas son realmente las raíces del hombre. A
través de sus piernas el hombre está arraigado en la tierra. Una vez que entendemos un
problema directamente, emprendemos el camino para solucionarlo.
Cada mañana.
Paso 1. Antes de empezar hay que correr, erguidos y con los pies separados por
unos 10-15 centímetros y cerremos los ojos. Luego traslademos todo nuestro peso al pie
derecho, como si nos apoyáramos solo sobre él; el izquierdo carece de carga.
Sintámoslo, y luego cambiemos al izquierdo. Todo nuestro peso está sobre el pie
izquierdo y aliviamos por completo de carga el derecho, como si no tuviera nada que
hacer. Está ahí en la tierra, pero carece de peso. Hagámoslo por 45 veces, sintiendo el
cambio de energía, y experimentemos qué se siente. Luego tratemos de estar
simplemente en el centro, ni a izquierda ni a derecha, o en ambas. Simplemente en el
medio, sin énfasis, cincuenta y cincuenta. Esta sensación nos dará más arraigo en la
tierra.
Paso 2. Si nos hallamos cerca del mar o en el campo, vamos cada mañana a la
playa o al llano y corramos. o corramos descalzos por cualquier parte. Sin zapatos, con
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 50 Luis Hernando Mutis Ibarra
los pies sobre la tierra, de modo que haya contacto entre nuestros pies y la tierra. A las
pocas semanas empezaremos a sentir una gran energía y fuerza en las piernas.
Asimismo, empecemos a respirar con más profundidad. Seguro que ahora
respiramos superficialmente, y con la respiración somera se empieza a sentir desarraigo.
El aliento ha de ir a la propia raíz de nuestro ser, y la raíz es nuestro centro sexual, de
modo que entonces la respiración produce un constante masaje del centro sexual. En-
tonces nos sentiremos con más arraigo.
De lo contrario, si nuestra respiración es superficial nunca va al centro sexual, surge
un distanciamiento que nos hace sentir confusos, inseguros, sin saber quiénes somos,
adónde vamos, simplemente flotamos a la deriva. Entonces perderemos el brillo,
careceremos de vida, porque, ¿cómo puede haber vida sin un objetivo? ¿Y cómo puede
haber un objetivo cuando no estamos arraigados en nuestra propia energía?
De manera que lo primero que hay que hacer es lograr un anclaje en la tierra, que
es la madre de todos. Luego un arraigo en el centro sexual, que es el padre de todos.
Entonces estaremos completamente relajados, centrados, anclados.
Paso 3. Terminemos de correr repitiendo las instrucciones esbozadas en el Paso 1.
Transformar la envidia
Cuando nos invada la envidia, observemos cómo surge, cómo nos agarra, cómo nos
rodea y nos nubla, cómo intenta manipularnos, cómo nos arrastra por caminos que no
queremos seguir, cómo al final nos produce una gran frustración, cómo disipa y destruye
nuestra energía, cómo nos deja extremadamente deprimidos, frustrados. Observemos
completamente todo el proceso.
Simplemente observemos el hecho, sin condenarlo ni apreciarlo, sin juicios ni a favor
ni en contra. Simplemente observemos manteniéndonos al margen, distantes, como si no
tuviéramos nada que ver en el asunto. Observemos de forma científica.
La observación no crítica es una de las contribuciones más importantes de la ciencia.
Cuando un científico experimenta, lo hace sin juicios, sin conclusiones previas. Si va con
una conclusión previa en la mente, no es un científico; su conclusión influirá en el
experimento.
Seamos científicos de nuestro mundo interior. Que nuestra mente y nuestro sentir
sean nuestro laboratorio y observemos sin condenar ni hacer juicios. No digamos que la
envidia es mala, porque ¿quién sabe? No digamos que la ira es mala, porque, ¿quién
sabe? Ciertamente, lo hemos oído, nos lo han dicho, pero nos lo han dicho los demás, no
es nuestra experiencia. Tenemos que ser muy existenciales, experimentales, hasta que
no nos lo demuestre nuestra experiencia, no debemos decir sí o no a nada. Tenemos que
abstenernos por completo de hacer juicios. Entonces observar la envidia es un milagro.
No vayamos con ninguna idea preconcebida; simplemente observemos lo que hay.
¿Qué es esta envidia? ¿Qué es esta energía llamada envidia? Observémosla como
cuando lo hacemos con una flor; simplemente mirémosla con atención plena. Cuando
vamos sin ninguna idea preconcebida, nuestros ojos ven con mucha mayor claridad.
Observémosla, estudiémosla y se volverá transparente, nos daremos cuenta de su
estupidez. Y cuando nos demos cuenta de su estupidez, cae por si sola. No hace falta
que hagamos nada.
tienen nuestras propias emociones –es decir, nuestros odios, nuestros prejuicios,
etcétera– en el conjunto de la sociedad? ¿Cuál es el papel que desempeñan en los
grandes problemas y sufrimientos que aquejan a la humanidad?
Los niños pequeños creen que los problemas son ajenos a ellos, por este motivo
conviene utilizar el ámbito institucional para que los estudiantes –niños, adolescentes y
jóvenes- se den cuenta del modo en que nuestras emociones contribuyen a generar los
problemas que asedian a la sociedad. ¿De qué modo, pues, podemos servirnos de la
educación para atenuar el efecto de las emociones negativas y desarrollar emociones
más positivas?
Es mucha la investigación realizada en el ámbito de la salud física. Todos hemos oído
hablar de la importancia del ejercicio, de la alimentación , y sabemos también que no
existe un solo modo de hacer ejercicio, como ir al gimnasio o practicar algún deporte. En
este sentido, la ciencia y la investigación nos han abierto muchas puertas.
En el último siglo, sin embargo, la educación se ha desvinculado del ámbito
religioso, y existe una gran preocupación por el hecho de que los estudiantes hayan
dejado de recibir las enseñanzas que conforman el carácter y la personalidad. Por ello,
desde hace unos años, cada vez con mayor ímpetu e intensidad, en nuestras
instituciones –sean educativas o de otro carácter- se está expandiendo la necesidad de
trabajar, introducir e implementar planes, programas y proyectos en torno a la
“Convivencia”; y por doquier se trabajan en diversas modalidades que apuntan a lo
mismo; Desarrollo Social, Manejo pacífico del conflicto, Convivencia Escolar, Ética y
Valores Humanos, Competencias Ciudadanas, Destrezas para la vida, Aprendizaje social
y emocional, Inteligencias personales, Inteligencia emocional, Pactos de convivencia,
programación neurolingüística, Educación Emocional, y/o Ciencias del Yo.
Debemos aprovechar lo mejor de esas perspectivas. Hay que tener en cuenta que no
tendría prioridad conceptual y didáctica, sino básicamente experiencial, viva e interactiva.
Son muchas las cosas que se nos ofrecen pero no hay nada mejor que combinar
adecuadamente lo mejor de Oriente y de Occidente. Tenemos que disponer de tiempo
suficiente para elaborar estos planes y programas. No sobra recordar que son programas
no únicamente para estudiantes, sino también para los adultos –educadores, padres de
familia-, y en parte también, porque son precisamente los adultos quienes poseen el
poder y suelen tomar las decisiones peores y más crueles.
En primer lugar, hay que desarrollar la sensibilidad hacia los signos sutiles de las
emociones que se ponen de relieve en los rostros, las voces y los gestos de los demás.
En segundo lugar, debemos enseñar a las personas a prestar atención a las sensaciones
internas que acompañan a las emociones, para aumentar así su conciencia de la
aparición de una emoción. –porque implica un cierto tipo de autoconciencia–, es posible
aumentar la sensibilidad hacia las sensaciones corporales que las acompañan. Y, para
ello, podríamos servirnos de las muchas técnicas de sensibilización corporal existentes.
El tercer punto es un programa llamado Interpersonal, donde se trabajan con dos
personas que se conozcan bien y donde puedan abordar y afrontar un determinado
problema. En el momento en que se quedan atrapados en un determinado conflicto, se
entrevista y visiona la problemática por separado con cada uno de ellos, pidiéndoles que
expliciten los sentimientos inexpresados, es decir, las reacciones internas que tenían
cuando perdieron el control. Luego ambos retoman la conversación en el punto en que la
habían interrumpido.
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 55 Luis Hernando Mutis Ibarra
11
Goleman Daniel. Op.Cit Página 132.
12
Ibi.id. Pág. 147
13
Comentario de su santidad el 14º Dalai Lama: Tenzin Giatzo, Tíbet, 2001.
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 56 Luis Hernando Mutis Ibarra
hijos (aun cuando son bebés) por enfadarse–, el niño parece sacar la conclusión de que
no debe compartir ciertas emociones y acaba desconectándose de ellas”14.
1º. Tienen que centrase en primera instancia en ayudar a los estudiantes a calmarse,
es decir, a reducir el lapso de recuperación de la activación emocional
independientemente de la emoción considerada.
2º. Deben contribuir a aumentar la consciencia de los estados emocionales propias y
de los demás.
3º. Contribuir a la necesidad de hablar de las emociones y los sentimientos para
resolver los problemas interpersonales.
4º. Desarrollar la capacidad de sentir, pensar y plantear anticipadamente el modo de
evitar y resolver consciente y calmadamente las situaciones difíciles.
5º. Tener en cuenta los efectos de nuestro comportamiento y nuestras actitudes en los
demás. Es un punto que implica tanto la empatía como la relación interpersonal.
1ª. Las emociones y los sentimientos son señales –que pueden provenir tanto del
interior como del exterior y que, en consecuencia, nos proporcionan una información muy
importante sobre uno mismo (sobre lo que uno necesita o desea) o sobre los demás
(sobre lo que necesita o desea otra persona).
Para poder ganar consciencia de ellas no sólo debemos darnos cuenta del modo en
que nos sentimos, sino que también debemos conocer sus niveles de fuerza, alcance y
poder sobre nosotros, e igualmente reconocer los rasgos característicos de mayor
influencia en sí mismos y los demás. Además, tiene mucho que ver con la capacidad y la
inteligencia para agudizar la observación.
Es generalizado en los estudiantes e incluso más aún en los adultos, el miedo a sus
emociones y sentimientos que, con mucha frecuencia, no saben separarlos de su
comportamiento. Es necesario y urgente que todos sepamos que ellos están bien. Que lo
que nos lleva a consecuencias funestas, son el ser sus esclavos, estar a su comando; en
las reacciones no inteligentes provocadas por su influencia, el actuar mecánico e
inconsciente.
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Goleman Daniel. Op.Cit Página 147.
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 57 Luis Hernando Mutis Ibarra
Es importante que los estudiantes se den cuenta de que todos sentimos, en diversas
situaciones y condiciones, celos, avaricia, desilusión, ira…, el espectro completo, en suma,
del mundo emocional. Pero hay que diferenciar que una cosa son los sentimientos y otra
muy distinta nuestros comportamientos, y sólo ésta última puede estar bien o mal. Una
cosa es la emoción y otra la conducta y que, si bien puede resultar difícil controlar la
aparición de los celos, sí que podemos decidir comportarnos de un modo o de otro.
3º. Antes de pensar o tomar alguna decisión, deben calmarse previamente. Las
emociones condicionan la mente para ver de un determinado modo. Por eso se insiste
mucho en que, para poder ver con claridad lo que les está ocurriendo y actuar en
consecuencia, primero deben calmarse, y, para ello, se enseñarán técnicas concretas a
las que los estudiantes pueden apelar para tranquilizarse cuando se encuentran
atrapados en una emoción.
Lo que se quiere transmitirles es la necesidad de aprender a manejar mejor la
excitación que acompaña a la emoción. Mostrarles que se pretende que se
desembaracen de las emociones, tampoco que se repriman ni que se expresen
compulsivamente; que lo único que se quiere es que se aprenda a calmarse para que
luego puedan decirse a sí mismos: "Estoy enfadado. ¿Por qué estoy enfadado? ¿Qué
puedo hacer con este enfado?" No se invita a que nieguen sus emociones, sino tan sólo a
observarlas sin juicios de ningún tipo –porque son naturales-, a comprenderlas, a no
rendirse a su influencia, a ser plenamente conscientes de ellas, a no ser objeto de ellas, a
tener un control basado en el entendimiento y no en la represión. Saber que nosotros
somos los dueños de nosotros mismos.
4º. Es la "regla de oro“, la auténtica obra maestra de la sabiduría universal: "Trata a los
demás como quieras que ellos te traten a ti ", una idea que implica, obviamente, la
necesidad de asumir el punto de vista de los demás.
mismos y a los demás. A continuación se esbozan algunas ideas que se usan para estos
fines.
Como la tortuga15.
"Con este cuento enseñamos a los niños a "hacer la tortuga" de muchos modos
diferentes, dependiendo del contexto, pero recurriendo siempre al cuerpo. En la mayor
parte de los casos, les enseñamos a respirar profundamente al tiempo que cruzan los
brazos sobre el pecho.
"Durante un minuto respiren profundamente. Entonces no sólo advertirán que esto
resulta muy tranquilizador, sino que también se darán cuenta de que, en esa postura,
difícilmente podrán dañar a alguien. El aprendizaje infantil se inicia a través de la acción
física concreta y que sólo luego va tornándose más conceptual. Lo que queremos, en
suma, es que asocien la noción de tranquilización a una acción y, además resulta muy
difícil agredir físicamente a alguien cuando nos hallamos en esa postura.
"Los niños no saben calmarse y, para ello, suelen requerir el apoyo de los adultos. Por
ello, cuando un maestro ve que un niño parece muy enfadado, conviene que le coja de la
mano y le diga: "Veo que estás muy enfadado. Vamos a tranquilizarnos. Yo lo haré
contigo. Inspiremos juntos" y que, después de ello, agregue algo así como: "¿Ya estás
más tranquilo?", remedando, de ese modo, la actitud de la madre cuando "consolida" y
estructura la relación con su bebé. También en este caso es necesario que el maestro
repita con el niño esta práctica todas las veces que haga falta, hasta que acabe
internalizando esa habilidad esencial.
"Pero, al mismo tiempo que enseñamos a los niños a "hacer la tortuga", también les
enseñamos a hablar consigo mismos, como un modo de controlar su conducta, algo que,
en ocasiones, se denomina autocontrol verbal. La idea consiste en que el niño aprenda a
hablar consigo mismo y aprenda también a utilizar el lenguaje como un sustituto de la
representación conductual y del exabrupto emocional.
"Éste me parece un punto esencial, porque la autorregulación constituye el
prerrequisito de toda acción responsable. No bastan, en este sentido, las admoniciones
morales sin las habilidades subyacentes necesarias para llevarlas a la práctica.
"Nosotros creemos que, a menos que los niños aprendan a calmarse cuando están
alterados, su desarrollo moral y emocional correrá el peligro de quedarse estancado. Éste
es un punto realmente esencial, porque resulta muy difícil y requiere mucha práctica. Y
debo decirles que, como adulto, todavía estoy trabajando en ello.
"Un segundo objetivo de nuestro programa consiste en que los niños se familiaricen
con el mundo de las emociones. Para ello comenzamos con los sentimientos
evolutivamente más rudimentarios y luego vamos avanzando hasta los más complejos. Y
eso lo hacemos clasificándolos en función de un código de colores. Nosotros nunca
hablamos de sentimientos buenos y de sentimientos malos –porque, para nosotros, todos
los sentimientos están bien-, sino de sentimientos amarillos y de sentimientos azules o de
sentimientos cómodos y de sentimientos incómodos, respectivamente, porque es así
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GOLEMAN, Daniel. “las emociones destructivas”. Pág. 151
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GOLEMAN, Daniel. “las emociones destructivas”. Pág. 152-154
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 59 Luis Hernando Mutis Ibarra
como les hacen sentir internamente (aunque, en ocasiones, resulte un tanto complicado).
Así, por ejemplo, cuando hablamos de "tener miedo", también solemos enseñarles al
mismo tiempo el sentimiento opuesto, en este caso "estar seguro".
“También les enseñamos a utilizar las "caras de sentimiento" en las situaciones
reales. En ciertas ocasiones, por ejemplo, quizás al empezar el día, después del almuerzo
o cuando están muy excitados, el maestro puede decirles: "Ahora quisiera que todo el
mundo busque en su cuaderno la cara que mejor expresa cómo se siente". "Son muchos
los sentimientos que, de este modo, enseñamos a los niños, empezando por los más
rudimentarios (como sentirse feliz, triste, asustado y seguro), pasando luego a otros algo
más complejos (como sentirse decepcionado u orgulloso), otros más evolucionados
(como sentirse avergonzado o humillado) y, en el caso de niños de más de once años, a
sentimientos todavía más sofisticados (como sentirse rechazados y sentir perdón).
"En las primeras lecciones también les enseñamos a utilizar una tarjeta en blanco –a la
que denominamos "privado"– para transmitirles la idea de que no siempre están obligados
a mostrar lo que sienten, independientemente de que ese sentimiento les haga sentir
cómodos o incómodos.
Recuerdo, en este sentido, el caso de un niño sordo de unos nueve años que, un buen
día, dijo a su maestra: "Necesito una cara nueva, porque no tengo ninguna que exprese lo
que siento". "¿Y cómo te sientes?" –Le preguntó entonces su maestra, -"Malo/feliz",
respondió éste, en el lenguaje de los signos. Y, cuando su maestra le pidió que explicara
lo que quería decir con ello, éste replicó: "Es lo mismo que siento al reírme cuando
alguien tropieza". Pasamos un año entero en el laboratorio debatiendo el mejor nombre
para ese sentimiento y finalmente nos decidimos a llamarlo "malicia".
"Este tipo de aprendizaje no sólo ayuda a los niños a reconocer lo que ocurre en su
interior (o lo que ocurre en el interior de otra persona), sino que también transmite la idea
de que expresar los sentimientos contribuye de manera positiva a resolver los problemas.
"El caso de la burla es un fenómeno muy complejo porque, aunque la mayor parte de
las veces en que alguien se burla de un niño éste se siente dolido, humillado y
confundido, también hay circunstancias en que contribuye a integrarles en el grupo. A
pesar de ello, no obstante, los niños suelen considerar negativa cualquier tipo de burla. A
eso de los diez años, cuando los niños se agrupan en pandillas, aparece un nuevo tipo de
conducta, el cotilleo, que les lleva a pasar mucho tiempo contando historias sobre éste y
sobre aquél, lo que puede resultar muy molesto, porque es muy difícil controlar sus
emociones cuando los demás no dejan de contar mentiras sobre él."
“Es muy importante que el niño sepa tranquilizarse cuando siente que alguien está
burlándose de él y que sepa discriminar también con claridad si es un mero juego u oculta
alguna intención aviesa. Tengamos en cuenta que los niños agresivos y los que se
sienten fácilmente dañados suelen reaccionar de un modo casi automático.
“También hay maestros que, cuando el niño se queda atrapado en una emoción, se
sienten emocionalmente perturbados. En tal caso, nosotros les sugerimos que digan algo
así como: "Pareces muy molesto y ahora yo también estoy empezando a estarlo.
Necesitamos calmarnos". Y una forma de hacerlo consiste en que los niños rebusquen
entre las "caras de la emoción" la que más claramente exprese lo que están sintiendo.
“Se trata de utilizar el centro del lenguaje de la parte racional del cerebro para
empezar a comprender –y, de ese modo, controlar la emoción. Desde la perspectiva, se
trataría de atender a otra cosa para que la mente pueda recuperar un estado de
neutralidad.
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 60 Luis Hernando Mutis Ibarra
El período que va desde los tres hasta los ocho o nueve años –en el que, dicho sea de
paso, aprenden a designar las emociones– es el más adecuado para establecer esas vías
neuronales. Como ustedes saben, siempre es más difícil reaprender que aprender. Vale
más un gramo de prevención que un kilo de psicoterapia, de desintoxicación o de prisión.
El semáforo17
"Se trata de un póster desarrollado por Roger Weissberg y sus colegas de la Yale
University. Es un póster de un semáforo, en el que cada una de las luces representa un
paso diferente del proceso de aprendizaje de los fundamentos del autocontrol:
“Es que las emociones transmiten información de modo que, cuando uno siente una
emoción, lo primero que tiene que hacer es detenerse y calmarse. Éste es, precisamente,
el paso que la anciana tortuga sabia enseñó a la tortuguita, ya que la luz roja supone
inspirar lenta y profundamente y hablar luego del problema y de cómo se siente consigo
mismo o con cualquier otra persona.
"Después de enseñar a los niños el significado de la luz roja pasamos a la luz amarilla.
La idea, en este punto, consiste en generar soluciones alternativas a los problemas y
ejercitarlas posteriormente mediante el juego de roles. Para ello es muy importante crear
el contexto adecuado; en ese sentido, el maestro debería crear, en el aula, un clima muy
familiar, como si se tratara de una familia fuera de casa. Y, puesto que las familias son
entornos seguros, las soluciones generadas no deberían dañar a nadie. Es cierto que uno
no tiene que ser amigo de todo el mundo, pero no lo es menos que debe aprender a
relacionarse bien con los demás. Así pues, es muy importante comprender que uno está
en un aula y que no debe dañar a nadie.
"Como resultado de nuestra filosofía, no perdemos tiempo dejando que los niños
generen soluciones agresivas y negativas, porque eso es algo completamente
improductivo. En lugar de ello, les preguntamos "¿Qué harías –si el objetivo es el de
llevarte bien con los demás o, al menos, el de no pelearte con ellos si ahora mismo
escuchases a alguien bromeando a tus espaldas? ¿Qué podrías hacer si alguien te
empujara mientras estás en la cola y te enfadaras con él?". Luego les invitamos a
ejercitar en la práctica las distintas alternativas generadas y, finalmente, les preguntamos
cómo funcionó.
"Ese póster está en todas partes, en el aula, en las puertas del patio de recreo, en el
restaurante y hasta en el despacho del director. Hay escuelas en las que, en el patio de
recreo, existen varios conos rojos –como los que, en ocasiones, se utilizan a modo de
balizas de tráfico a los que pueden dirigirse aquellos niños que se encuentren mal y no
quieran ser molestados.
"En este mismo sentido, hay ocasiones en las que también disponemos en las últimas
filas del aula de lo que llamamos "mesa de paz", "silla de paz" o lo que, en las escuelas
del pasado, se denominaba "sillas de tiempo muerto". Éstas servían para que los niños se
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GOLEMAN, Daniel. “las emociones destructivas”. Pág. 154-155
La Gestión Emocional en la Espiritualidad Humana 61 Luis Hernando Mutis Ibarra
Expresiones del tiempo: Son espacios que el educador puede brindar a los educandos
para hacer viajes retrospectivos o proyectivos de manera muy conscientes en los que se
tenga oportunidad de realizar observaciones de los sentires, y desde los cuales en sus
extremos de vivencia nos producen diversas y múltiples emociones que nos mantienen o
nos provocan estados psicológicos que no son de nuestro agrado. Así, se mencionan:
Emociones provocadas por vivir en exceso de pasado: Culpa, Queja, Lamentos,
Resentimiento, Crítica, Tristeza, Amargura, Resistencia, Juicios, Acusaciones, Desazón,
Odio, Rencor, Nostalgia, Depresión.
Emociones provocadas por vivir en un exceso de futuro: Incomodidad, Ansiedad,
Angustia, Stress, Depresión, Miedo, Mal genio, Preocupación, Impotencia, Tensión,
Temor.
Así mismo es imprescindible ir interiorizando la necesidad urgente del vivir el presente
que aunque es solo un muy delgado límite entre el tiempo sicológico del pasado o el
futuro, pero el presente es el único tiempo real con el que verdaderamente se cuenta, por
eso, a ese presente consciente permanente es al que se le denomina el instante, el
momento. Sólo aquí es donde podemos estar plenamente conscientes, el Aquí y el
Ahora. Cuando se logra ubicarse en el centro de él, es cuando la persona se puede dar
cuenta de que aquí, no existen problemas, es para vivir sin Saldos, sin expectativas, sin
deseos, sin tiempo, sin aplazamientos; es realmente cuando se puede vivir intensamente.
Y por otro lado, cuando uno aprende ciertas prácticas o técnicas meditativas, se da
cuenta de la posibilidad de vaciar la mente de todos los estados emocionales aflictivos.
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GOLEMAN, Daniel. “las emociones destructivas”. Pág. 169