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Moniciones para la Fiesta de la Presentación del Señor

Monición de entrada: Queridos hermanos: hace cuarenta días celebramos


con gozo el Nacimiento del Señor. Hoy recordamos el momento en que Jesús
fue presentado en el templo por María y José. No sólo para cumplir con la
ley, sino sobre todo para encontrarse con el pueblo que lo esperaba.
Impulsados por el Espíritu Santo, llegaron al templo aquellos dos ancianos:
Simeón y Ana. Y cuando vieron al Niño Jesús, reconocieron en Él al Salvador
enviado de parte de Dios para ser luz de todas las naciones. También
nosotros hemos llegado hoy a la Casa de Dios para encontrarnos con Cristo:
luz de nuestras vidas.
Que la participación en esta Fiesta de la luz nos convierta en luz para los
demás hasta el día en que Cristo se manifieste glorioso.

Monición de la liturgia de la palabra: El profeta Malaquías en la primera


lectura habla de la llegada del mensajero del Señor a su santuario y de la
necesidad de ser purificados y refinados para poder ofrecer sacrificios
agradables a Dios.

Por su parte la carta a los Hebreos nos narra cómo Jesucristo, Sumo
Sacerdote compasivo, participó de nuestra humanidad y con su muerte nos
liberó del poder del diablo que nos tenía esclavizados. Restableciendo
nuestra naturaleza caída a su condición original.

El evangelio de este día, tomado del libro de Lucas, nos narra la escena de la
presentación. Jesús ha sido ofrecido al Padre; el Padre responde enviando la
fuerza de su Espíritu al anciano Simeón, quien profetiza.

En sus palabras se descubre que el antiguo Israel de la esperanza, puede


descansar tranquilo; su historia no acaba en vano: ha visto al salvador y sabe
que su meta es ahora el triunfo de la vida.

Monición de las ofrendas: La fe y la piedad de la Iglesia se concentran hoy


ante Cristo, Luz de los pueblos, presente en el sacramento de la Eucaristía, a
quien hoy, junto con nuestra vida, ofrecemos el vino y el pan.

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