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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE MÚSICA

Filosofía de la música I

Jonathan Reyes López


N° Cuenta: 418052064
Sonatina Canónica
Para dos guitarras

Toda la historia de la filosofía puede considerarse como un instante-eternidad


que insiste y se recrea en sucesivas variaciones de sí mismo, de manera que aparece,
aquí y allá, el tema susceptible de variarse, y su invención.
El hilo de la Ariadna musical.

El arte posé la fuerza de crear un tiempo dentro del tiempo que transcurre, dentro
de una realidad que nos pide abandonar el absoluto para poder perdernos en la
momentánea realidad de los sentidos burdos, encasillados en un ambiente
desprovisto de imaginación y cuestionamiento, dicho ambiente es propicio para
excitar nuestros sentidos más primitivos. Hemos de considera al caos primario como
único origen de orígenes, como un rector ó pretor de un orden que trasciende
nuestra realidad y nos llama a volver mediante la vibración de la materia que presta
sus sentidos a dicho llamado, provocando un efluvio entre el caos y las almas, al
llamado del vació; como el Treno presente en el puente de nuestra realidad material
y la plástica de la eternidad.

Mario Castelnouvo-Tedesco, logra crear un tejido fragmentando las partes de sus


motivos melódicos para crear una madeja de texturas, diálogos y madejas tonales
para hilarnos a una nueva sección. La manera en la que Tedesco juega con los
materiales más pequeños nos habla de una manera muy particular de ejercitar la
imaginación sublunar para que el escucha pueda alcanzar un estado de comunión
con la música.
La Sonatina Canónica es una obra para dúo de guitarras, esta obra se desarrolla
en tres movimientos, dichos movimientos tienen una claridad discursiva. El primer
movimiento se construye sobre la estructura del canon. El motivo glosa con el
acorde de Do Mayor en Segunda inversión, estableciendo la tonalidad de Do Mayor
con la tonalidad principal. El primer periodo es consonante entre ambas guitarras

La imitación de motivos (células) en una tercera sección, crea un discurso que


semeja un risco donde cualquier manifestación genera un eco. Los elementos que
van a guiar nuestra escucha en este primer movimiento son las escalas
descendentes y un acompañamiento simple, que funciona como un nimbo que
rodea a la línea principal; en otros momentos ambas guitarras cantan a la par para
generar una progresión de acordes.

En su ultima parte volvemos a escuchar el tema, pero, con una indicación en la


partitura mf con brio / mp esspresivo. Estas indicaciones representan la afirmación
y decisión con la cual la música hace una escisión ante la voluntad del ocaso,
reafirmando su halito vital ante el final y dando paso a un segundo movimiento; de
un Ethos poético.

Otra de las acciones de la música sobre el tiempo es la díada entre la contemplación


y el movimiento. Cómo hemos visto, el movimiento puede crear un tiempo dentro de
otro y la contemplación o ensimismación del ser hacía la introspección es otra de
sus propiedades. En este segundo movimiento el tiempo transcurre en dirección a
la contemplación.

Para este movimiento tomo un fragmento de la novela del escritor japones Yukio
Mishima:

[…] Kiyoaki, solo con sus pensamientos, miró al árbol y por primera vez aquel día
se acordó de las flores del cerezo. Colgaban en enormes racimos de la negra
austeridad de las ramas, como una masa de conchas marinas blancas sobre el
arrecife. El viento de la tarde acariciaba las puntas de las ramas, y éstas se doblaban
graciosamente con la lluvia de las flores. La palidez de las flores estaba matizada
por racimos de rojos capullos. Con sutileza, casi invisible, el centro en forma de
estrella de cada flor estaba marcado con diminutos puntos, como los hilos que
sostienen un botón […]

Este fragmento de la novela podemos dejarnos llevar por su discurso suasorio,


que transporta la imaginación a un plano fuera de nuestra consciencia material y
sentir cada flor del cerezo. Lo mismo pasa con este segundo movimiento. La
estructura interválica del tema principal está presente en la mayor parte y glosa en
diferentes centros tonales; la primera guitarra siempre presenta el tema, mientras
que la segunda guitarra responde de forma imitativa, creando un fractal.

De la misma manera en que el artista vuelve sus ojos a la nada, los sentidos se
estimulan con una aumentación rítmica presente en su segunda parte que irrumpe
el momento meditativo este contraste de materiales contiene un dédalo entre la
pasividad y la eclosión de un movimiento que deja una sajadura en la carne del
tiempo para fluir como un riachuelo cristalino. Estos dos momentos plantean
conceptos como lo bello y lo sublime, mientras que la primera parte arrastra con su
encanto lírico al escucha, la segunda sección regresa al marasmo de las aguas
terrenales nuestra atención plantando la idea de un recuerdo fático, un canto de
melancolía. No me atrevo a decir que una parte puede ser bella ó sublime, lo que si
puedo plantear es la dicotomía entre sensaciones producidas al escucha.

Mientras que lo bello nos conduce a un primer estadio de sensaciones, que puede
o no despertar la curiosidad de quién lo escucha por vez primera, deja claro que su
discurso puede germinar los peldaños de un entramado imaginativo (mi – do – si –
do – la – sol – la – fa – mi) notas que descienden a un centro que vuelve a escalar.
El bajo con un pedal discreto juega con la perpetuidad de la nota La. Lo sublime
podría ubicarlo en la esta nota pedal, pues aparece discretamente por pequeños
chispazos de tiempo, en veces sola o en veces acompañada de un intervalo
consonante.

[…] Aquellos en quienes se dan unidos ambos sentimientos, hallarán que la emoción de lo
sublime es más poderos que la de lo bello: pero que, si ésta no la acompaña o alterna con
ella, acaba por fatigar y no puede ser disfrutada por tanto tiempo […]
El embelesamiento de los sentidos provoca la ceguera; esta ceguera producida por
la ignorancia. Las formas en que el velo de la ignorancia triunfa se diversifican en la
música, las pinturas, esculturas y adoraciones a ideales que pintan un mundo en el
cual no hay que preocuparse por trabajar, meditar y germinar conocimiento, sino
hay que esperar un tiempo en el cual el goce de los sentidos llegara a todo sin la
necesidad de trabajar en la individualidad y el colectivo del enjambre.

Nuestro tercer movimiento es sin duda un raudal de energía que nos invita a
pensarnos como unos bailarines que giran sus brazos, sus torsos, sentir lo
zapateados españoles. La fuerza con la que el silencio diezma su rectoría; el acorde
de la menor reclama el tiempo de cosecha, el tiempo de nuestro fandango. Como
lo menciona Jankelevitch:

[…] El ruido se une aquí a la presencia humana que, por ruidosa que resulte con su charla y
su algarabía, con sus trompetas y cuchillos, no es más que un suspiro apenas audible en el
silencio eterno de los espacios infinitos […]

Las líneas melódicas glosan hacia arriba, siempre buscando el ascenso y la


reafirmación de la voluntad, la voluntad humana, por encima de la voluntad original,
ese es la forma en la que nuestra especie lucha contantemente por permanecer
lucida e iluminada por la fuerza que nos brinda la música.

Hay una célula que ejemplifica este triunfo, pues, la célula se replica a la octava,
mientras que el acompañamiento rompe de forma ascendente al acorde de Do
Mayor. Para su parte final nuestro acorde de La Menor se torna Mayor, siempre
ascendiendo. Tedesco en un último intento de afirmar su trascendencia, recurre a
los rasgueos, pidiendo al interprete un forte en esta sección.

[…] si la existencia, que se presenta frágil, superficial y provisional, tiende de manera


asintótica hacia la nada, la música, por su parte, agotando paulatinamente todas las
combinaciones posibles, tiende inexorablemente hacia el “el gran tiempo” del
silencio […]

La sonatina canónica es una obra en esencia clásica, pues sus motivos son ecos
de un hálito que se replica en la vibración de la materia. Los pequeños motivos que
utiliza para hilar la narración pueden ser comparadas con teselas que unidas forman
un gran mosaico trágico. Las morfologías de cada movimiento nos remiten a una
gran tragedia; a la esencia del modelo heroico homérico. Pues dicho modelo fluctúa
entre lo humano y lo divino, esa polaridad la asocio con el canon pues mientras que
un motivo inicia, una segunda voz replica su mensaje a destiempo sin modificar la
esencia del origen. Estos tres movimientos reflejan tres elementos del héroe,
áristos, agathós, kalós.

Bibliografía
Jankélevitch, V. (s.f.). Música y Silencio.

Kant, M. (s.f.). Lo bello y lo sublime: ensayo de estética y moral. Madrid Barcelona.

Maldonado, M. A. (primavera 2017). Presencia del héro homérico en el Vaso Francois. Anales del
instituto de investigaciones estéticas, 77- 120.

Scruton, R. (1938). La experiencia estética. Fondo de Cultura Económica.

Trías, E. (2007). El canto de las sirenas. barcelona: Galaxia Gutenberg.

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