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DE LA
santísima Virgen
POR EL
P. FLORENTINO OGARA S. J.
MADRID
«Razón y Fe. = —Plaza de Santo Domingo, 14, bajo
Apartado de Correos 386.—Teléfono 32-10.
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Madrid.—Establecimiento tipográfico Nieto y Compañía.—Tutor, 16, teléfono 20-42’J.
LA INMACULADA (Llamada ¿Le "Souilt )
Murillo París’ Museo ¿Leí Louvre (b’c/c. Alinar i ¡
LA INMACULAL'A LA"DSL TRASALTAR LE CAPUCHINOS")
INTRODUCCION
PÁRRAFO PRIMERO
MARCO HISTÓRICO
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I. REGIÓN DE GAÜIL
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PÁRRAFO SEGUNDO
MARCO GEOGRÁFICO
SAMARIA
JUDEA
Como estaba enfrente del monte de los Olivos, por ella hizo el Se
ñor su entrada triunfal en Jerusalén, cuando vino de Betfage el Do
mingo de Ramos. El pórtico oriental al que pertenecía esta puerta
se llamaba el Pórtico de Salomón. En él estuvo muchas veces nues
tro Señor Jesucristo, y sin duda también la Virgen Santísima, cuan
do los primeros cristianos, como nos cuenta San Lucas en el libro
de los Hechos, se reunían en este pórtico para asistir al templo en
las horas reglamentarias, reservando para las casas particulares la
celebración de la Eucaristía. (Jo., 10,23; Act., 3,11; 5,12.) Dentro del
vastísimo recinto comprendido entre estos pórticos y una cerca in
terior, podían entrar también los gentiles y los judíos que hubieran
contraído alguna de las muchas impurezas legales. El pavimento
era preciosísimo mosaico de varios colores,.
Los pórticos mismos tenían fuera del pórtico real, o del Sur, tres
órdenes de columnas que dejaban libres dos soberbias galerías, por
donde libremente se podía pasear al resguardo de las lluvias y de
los soles. El pórtico real tenía cuatro órdenes de columnas, y deja
ba libre el espacio de tres galerías.
Hacia la mitad del atrio comprendido entre estos pórticos, de
jando más espacio libre por la parte del Sur que por los otros la
dos, había una cerca, como de metro y medio de altura, que dejaba
libres trece entradas, en cada una de las cuales se veía con carac
teres grandes muy legibles una severísima inscripción, en la que se
prohibía a los gentiles pasar adelante, bajo pena de la vida. En ella
terminaba, pues, el atrio de los gentiles, y subiendo por una subi
da de 14 gradas, se daba a la parte del muro propiamente del tem
plo. Por el lado del Oriente tenía una puerta de 13,50 metros de al
tura por 6,75 de anchura, toda ella de bronce corintio, llamada, por
su magnificencia y riqueza, la Puerta Especiosa o Bella. Dentro de
esta puerta, y a la cual se subía por doce gradas, quedaba el atrio
llamado de las mujeres, de forma cuadrangular, de 60,75 metros de
largo y otro tanto de ancho. En los cuatro ángulos de este atrio,
todo él rodeado de galerías, había dependencias especiales para
las cosas necesarias del servicio del templo. Al Sureste tenían su ha
bitación los nazareos, esto es, los consagrados a Dios con el voto
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torres. Sobre esta puerta era donde Herodes había hecho esculpir
el nombre de su protector Agripa, y había colocado una gigan
tesca águila de oro, en señal de la soberanía de Roma, con graví
sima ofensa del sentimiento político y religioso del pueblo judío,
que miraba las águilas romanas como señal de abominable idola
tría. (Y eran, en efecto, símbolos idolátricos, a los que los soldados
gentiles daban culto.) En el vestíbulo se guardaban los dones que
dedicaban al templo los reyes y príncipes de diferentes países.
Seguíase una puerta que daba acceso al Santo, la cual, de día,
estaba siempre abierta, y tenía 24,75 metros de altura por 7,20 de
anchura; pero, por respeto a lo sagrado del recinto, había en su
hueco un gran velo, bordado con hilos de varios colores, que con
admirable arte y riqueza representaban los colores del iris. Del
arquitrabe de la misma puerta pendía una vid de oro, con racimos
de las dimensiones de un hombre, la cual representaba al pueblo
de Israel.
En el Santuario de 9 metros de anchura, 18 de largura y 27
de altura, se hallaban: a la izquierda, esto es, al Sur, el candelabro
de los siete brazos, imagen del pueblo fiel; a la derecha, esto es, al
Norte, la mesa de los panes de la proposición, que se renovaban
de ocho en ocho días, y en medio el altar del incienso. En este
altar el sacerdote ofrecía dos veces incienso con una mezcla aro
mática de varios perfumes, a la hora del sacrificio matutino y ves
pertino.
Detrás del altar del incienso había un velo doble que separaba
el Sancta o Santuario del Sancta Sanctorum o Santísimo. Esta era
la parte más augusta del templo, y en ella no podía entrar sino el
Sumo Sacerdote, y esto una sola vez al año, en el día solemne de
la expiación. Era imagen, como dice San Pablo, del verdadero San
tuario del cielo adonde entró Cristo una vez en calidad de Sumo
Sacerdote, después de haber presentado al Padre la expiación per
fecta de todos los pecados del mundo. El velo que lo cubría fué el
que se rasgó de arriba abajo el día de Viernes Santo, y no el velo
del vestíbulo, como algunos quieren, pues se daba a entender que
ya quedaba abierta de par en par a los hombres la entrada del
MARCO GEO&RÁFICO 23