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7. Normas jurídicas incompletas: aquellas que solo existen y encierran mandato en relación
con otras. Per se, no tienen mandato. No son autónomas.
a. Las explicativas, que pretenden aclarar o desenvolver el mandato.
b. Las limitativas o restrictivas de otra norma, que concretan o definen el alcance de
esta.
c. Las de remisión o envío, que nos remiten a otras normas. Se limitan a decir cuál es el
mandato aplicable al supuesto que se prevé.
d. Las ficciones legales. Una norma establece que se entiende que existe un hecho que
no existe en la realidad, a fin de aplicarle una determinada norma (art. 29 considera
nacido -a los efectos favorables- al nasciturus, que en realidad no ha nacido todavía).
TEMA 2. FUENTES DEL DERECHO
1. LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
2. LAS FUENTES DEL ORDENAMIENTO JURIDICO ESPAÑOL
3. LA LEY, LA COSTUMBRE Y LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO
4. EL DERECHO COMUNITARIO
5. LA NORMA JURÍDICA: APLICACIÓN Y EFICACIA
Concepto y sentido de la frase “Fuentes del Derecho”. Clasificación
Fuente del derecho es aquella fuerza social con facultad normativa creadora, es decir,
generalmente el poder legislativo y excepcionalmente el pueblo que crea la costumbre.
Fuentes del derecho en sentido material: todo factor o elemento que contribuye a fijar el
contenido de la norma jurídica. Son el Parlamento, las Asambleas Legislativas de las CCAA, el
Gobierno de la Nación, los Gobiernos autonómicos y los grupos sociales.
Fuentes del derecho en sentido formal: instrumentos de que se valen los sujetos con poder
normativo para crear normas jurídicas. Son la ley, la costumbre y los principios generales del
derecho.
Las dos clases están interrelacionadas, a la producción material de la fuente le suele corresponder
una forma determinada de exteriorización.
El sistema de fuentes formales en España queda así:
1. La Constitución de 1978
2. Los Tratados Internacionales
3. El Derecho comunitario europeo
4. La ley
5. La costumbre
6. Los Principios Generales del Derecho
La doctrina también divide las fuentes formales en:
a) Fuentes directas: la Ley en el sentido de forma emanada por el poder legislativo, los
decretos, la costumbre que nace del comportamiento popular y los principios generales del
Derecho.
b) Fuentes indirectas: fuentes consideradas de interpretación que completan a las anteriores.
La jurisprudencia y la doctrina.
Las fuentes del ordenamiento jurídico español
Las normas que integran nuestro Ordenamiento Jurídico son fundamentalmente las disposiciones
legales que dictan los poderes públicos y que son diversas: La Constitución, Leyes orgánicas y
ordinarias, Decretos, Decretos legislativos, Decretos Leyes, Órdenes Ministeriales, Resoluciones de
las distintas Direcciones Generales, etc.
Pueden dictar normas los poderes públicos estatales y los de las CCAA, con la potestad que se les
confiere para dictar normas dentro de sus propios territorios, existiendo por tanto una legislación
estatal y una legislación autonómica.
España forma parte de la UE, por tanto, está también sujeta a la legislación que dicten los órganos
de la UE.
El Ordenamiento jurídico también está integrado en la costumbre, norma creada espontáneamente
por los propios ciudadanos mediante conductas reiteradas y uniformes.
También cabe mencionar los Tratados internacionales, pero estos solo serán de aplicación directa
en España en cuanto pasen a formar parte del ordenamiento interno mediante publicación en el
BOE.
Las fuentes indirectas como la jurisprudencia y la doctrina no tienen valor de fuente para el
legislador.
La constitución española
Es la norma interna o ley jerárquica superior de todo el ordenamiento jurídico español (la Norma
Suprema). Es la ley de más rango/ley de leyes. De ella derivan todas las demás, puesto que las que
no se hallen de acuerdo con la Constitución quedan derogadas, apareciendo como “fuente de las
fuentes de derecho”, ya que todas las demás deben adaptarse a ella en lo sucesivo.
La Constitución establece los grandes principios que deben presidir el ordenamiento jurídico, los
derechos fundamentales, las libertades públicas y los deberes de los ciudadanos, así como los
principios rectores de la política social y económica, y los poderes e instituciones básicas del Estado.
Está compuesta de:
- Un preámbulo
- 169 artículos
- 4 disposiciones adicionales
- 9 disposiciones transitorias
- 1 disposición derogatoria
- 1 disposición final.
Su finalidad se indica en el artículo 1.1: “España se constituye en un estado social y democrático de
derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia,
la igualdad y el pluralismo político.”
La primera parte comprende los artículos 1-55, y su contenido es: “principios básicos”, “principios
constitucionales” y los derechos y deberes fundamentales.
La segunda parte comprende los artículos 56-165, y su contenido es: los principales poderes e
instituciones del Estado: la Corona, el Gobierno y la Administración, las Cortes Generales, el
Tribunal Constitucional, la organización territorial del Estado y el Poder Judicial.
La tercera parte comprende los artículos 166-169, que están dedicados a la reforma de la propia
CE.
La incidencia de la CE ha sido muy importante porque ha venido a concretar la principal de las
fuentes del derecho: la ley.
En primer lugar, ha establecido una división entre los poderes del Estado, de manera que ha
determinado con exactitud quién y a través de qué procedimiento puede aprobarse una ley.
En segundo lugar, ha previsto una organización territorial en virtud de la cual puedan constituirse
Comunidades Autónomas con órganos legislativos propios que puedan aprobar leyes conforme a
sus propias competencias.
En tercer lugar, la Constitución ha concretado las clases o tipos de leyes.
La ley, la costumbre y los principios generales del derecho
LA LEY
Es una norma jurídica escrita emanada de los órganos del Estado con competencia legislativa y
aprobada conforme al procedimiento previamente establecido. La Constitución es la Norma
Suprema del ordenamiento jurídico español, tras ella se sitúan el resto de leyes o normas con rango
de ley, entre las que cabe destacar:
c) Leyes orgánicas y leyes ordinarias
Las leyes orgánicas son las relativas a los derechos fundamentales (a la vida, a la libertad, a
la intimidad, etc.).
También son orgánicas las leyes que aprueben los Estatutos de Autonomía de las CCAA o las
que regulen determinadas materias en que así lo indique la propia Constitución.
La aprobación, modificación o derogación de las leyes orgánicas debe hacerse por mayoría
absoluta en el Congreso de los Diputados.
Las leyes que no son orgánicas serán leyes ordinarias y podrán ser aprobadas tanto por el
Parlamento del Estado como por los Parlamentos Autonómicos. Entre las leyes del Estado y
las de las CCAA no existe jerarquía, sino que entre ellas rige el principio de competencia:
unas materias son competencia del Estado, y será este quien legisle sobre ellas, y otras
materias serán competencia de las CCAA.
La retroactividad se da cuando la ley nueva se aplica a los actos realizados bajo la vigencia de la
legislación anterior. La irretroactividad se dará cuando la ley nueva carezca de aplicación
respecto a los actos realizados durante la vigencia de la legislación derogada. Cuando el
legislador dicta una nueva ley, por lo general, suele resolver estas cuestiones en las
denominadas Disposiciones Transitorias o de Derecho transitorio.
LA COSTUMBRE
La costumbre supone la creación de una norma jurídica a través de una práctica o uso que se repite
a lo largo del tiempo y que se cumple por una comunidad porque se tiene la convicción de que es
de obligado cumplimiento.
Puede ser definida como la práctica efectiva y repetida de una determinada conducta que cuando
cumple una serie de requisitos deviene norma jurídica.
Art. 1.3 “La costumbre solo regirá en defecto de ley aplicable, siempre que no sea contraria a la
moral o al orden público y que resulte probada”.
Para que una costumbre sea válida, ha de cumplir los siguientes requisitos:
a) Uso social: manifestado a través de la realización de una serie de actos externos, de manera
uniforme e ininterrumpida a lo largo de los tiempos.
b) “Opinio iuris seu necessitatis”: convicción social de que aquella manera de actuar es con la
intención de regular jurídicamente un supuesto de hecho.
c) Racionalidad: la costumbre no debe ser contraria a la moral, al orden público ni al Derecho.
d) No ser contraria a la ley: la costumbre solo regirá en defecto de ley aplicable.
LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO
Son las ideas motrices que han servido de criterios de inspiración a las leyes o normas concretas de
ese derecho positivo y por otra parte son las normas generales que se obtienen mediante
decantación de esas leyes.
En algunos casos, pueden estar recogidos en las leyes de manera expresa.
Los principios generales del derecho son importantes porque permiten la resolución de aquellos
casos para los que no hay ley ni costumbre aplicables, ya que el juez que ha de decidir sobre un
asunto concreto ha de hacerlo inexcusablemente, sin poder alegar que no existe una norma
aplicable al caso, y por tanto, cuando así ocurra, deberá resolver conforme a los principios
generales del Derecho.
Los requisitos para la aplicación de los principios generales del derecho son:
a) Vigencia, que haya sido reconocida expresamente su existencia en algunas sentencias del
Tribunal Supremo.
b) Aplicabilidad al caso jurídico de que se trate.
c) Que no sea contrario a la ley.
d) Que el principio pueda considerarse como tal a la luz del derecho romano o de la tradición
jurídica española.
Los principios generales del derecho se aplicarán en defecto de ley o costumbre. Tienen una
importante labor o función como mecanismo para colmar lagunas.
El derecho comunitario
Al incorporarse España al movimiento de reunificación Europa, con el Tratado de París en 1951 y el
Tratado de Roma en 1957, se aconsejó completar el ordenamiento jurídico interno/nacional con el
sistema jurídico propio de la UE, llamado Derecho Europeo.
La adhesión de España a la Comunidad Europea ha conllevado una modificación de nuestro sistema
interno de fuentes del Derecho, para atemperarlos a las normas y decisiones europeas de
aplicación directa como los reglamentos de la Comunidad.
El derecho comunitario ostenta la supremacía y tiene como finalidad la creación de un mercado
único, exigiendo las mismas normas para todos los Estados miembros. En caso de conflicto entre
normas comunitarias e internas tiene primacía el Derecho Europeo.
Al adherirse a la Comunidad Europea, las fuentes formales del Derecho Español han quedado
alteradas:
1. La Constitución.
2. Los Tratados Internacionales.
3. Los Reglamentos de la UE, o normas aplicables directamente a los ciudadanos de los
Estados miembros como si de una norma interna se tratara, y las Directivas, que son
normas dirigidas a los propios Estados para que cambien la legislación en la materia que sea
necesario.
4. La Ley.
5. La Costumbre.
6. Los principios generales del Derecho.
La norma jurídica. Aplicación y eficacia
Las normas jurídicas se caracterizan por su generalidad, establecen reglas de conducta que rigen
con carácter general; y su coercibilidad, ya que pueden ser impuestas por la fuerza
institucionalizada en el caso de que no se cumplan voluntariamente.
Las normas jurídicas se distinguen de otras clases de normas, como las sociales o de educación, en
que el ordenamiento brinda por anticipado a los ciudadanos los criterios de organización de sus
vidas y relaciones con los demás, a la par con la amenaza que representa la posible sanción en que
pueda incurrirse si no se cumplen las normas.
El problema a la hora de aplicar las normas jurídicas está en identificar qué normas resulta
aplicables a un determinado caso concreto.
La característica de generalidad de las normas jurídicas implica que sea necesario, en ocasiones,
proceder a una interpretación de estas para resolver adecuadamente el supuesto de hecho
concreto. Como cita el art. 3: “las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras,
en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo
en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquellas”.
La aplicación de la norma supone pasar del caso abstracto y general a la realidad de un caso
concreto, debiéndose determinar si el caso concreto encaja en el supuesto de hecho.
En la aplicación del Derecho resulta necesario hacer referencia a:
- La analogía. Consiste en comprobar si el Derecho regula un caso muy parecido o semejante
al no regulado, de manera que lo que se hace es aplicar la norma existente a ese otro caso
muy semejante. Es uno de los procedimientos ideados para hacer frente a las lagunas de
ley, casos o problemas que no están regulados en ninguna norma concreta, pero a los que el
Derecho, como ordenamiento o sistema jurídico, debe dar una solución.
- La equidad. Es la búsqueda de la justicia en el caso concreto al que pretende aplicarse el
Derecho. El aplicador del Derecho ha de aplicar la ley por muy injusta que esta le parezca,
pero puede tener en cuenta las circunstancias concurrentes para que la solución dada sea lo
más justa o equitativa posible.
En cuanto a la vigencia, las normas se dictan con carácter general para regir indefinidamente en el
tiempo. El Código Civil establece que, si no se dispone en la propia ley otra cosa, las leyes entrarán
en vigor a los 20 días de su publicación en el BOE.
La eficacia de las normas pasa porque han de cumplirse tanto como si el sujeto obligado las
conozca o no. Como rige el art. 6.1: “la ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento”
Para que una norma jurídica pueda existir como tal, es necesario tener en cuenta algunas reglas:
a) La norma debe haber entrado en vigor. La vigencia de la norma es el momento a partir del
cual la norma puede aplicarse. Para ello:
a) La norma ha sido aprobada por el poder legislativo (Parlamentos) o quien tiene
potestad legislativa (a veces Gobierno).
b) La norma ha sido publicada. Debido al llamado principio de Publicidad de las
normas. Las leyes de la UE se publican en el DOUE, las del Estado en el BOE y las de
las CCAA, en su BO correspondiente.
b) El fin de vigencia o derogación. Una ley deja de formar parte del Derecho vigente porque
una ley posterior lo establece (derogación expresa) o porque una ley posterior se contradice
con la anterior (derogación tácita). Como cita el art. 2.2: “Las leyes solo se derogan por otras
posteriores. La derogación tendrá el alcance que expresamente se disponga y se extenderá
siempre a todo aquello que, en la ley nueva, sobre la misma materia, sea incompatible con
la anterior”.
c) El poder legislativo puede tanto derogar leyes como modificar las ya existentes.
d) Para que una ley derogue otra debe ser del mismo o superior rango que la derogada.
e) Una ley derogada no puede aplicarse en lo sucesivo excepto que la nueva ley
establezca un régimen transitorio, una regulación específica para las situaciones que
se prolongan en el tiempo.
c) La retroactividad de las normas. La norma puede aplicarse a situaciones anteriores a su
entrada en vigor si así lo establece.
En caso contrario y como regla general se aplica la irretroactividad.
Además, las normas sancionadas, las que no sean favorables y las que sean restrictivas de
derechos individuales nunca pueden tener efecto retroactivo.
TEMA 3. LOS SUJETOS DEL DERECHO. LA PERSONA FÍSICA
1. LA PERSONA FÍSICA
2. RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL
3. LA PERSONA JURÍDICA
4. LA REPRESENTACIÓN
La persona física
Personas físicas o naturales: todo ser humano.
Persona jurídica: entidades, agrupaciones o colectivos a los que el Derecho ha personificado por
razones de distinta índole.
Ambos grupos son sujetos de derechos y obligaciones.
Tener capacidad jurídica significa tener aptitud para ser sujeto de derecho y obligaciones
patrimoniales (derechos y obligaciones de capacidad económica). Esta capacidad es un atributo de
toda persona física. Se adquiere con el nacimiento y se extingue con la muerte. Por tanto, cualquier
persona física tiene aptitud para ser sujeto de derechos y obligaciones patrimoniales desde que
nace.
Sin embargo, hemos de hablar también de la capacidad de obrar, que es la aptitud para actuar
económicamente realizando eficazmente actos o negocios jurídicos. La plena capacidad de obrar se
adquiere con la mayoría de edad y se pierde en el caso de que la persona sea declarada incapaz por
resolución judicial. Solo tienen plena capacidad de obrar los mayores no incapacitados
judicialmente.
Por ejemplo, un menor de edad puede heredar, pudiendo ser titular/dueño de ese patrimonio
heredado → tiene capacidad jurídica.
Pero no podrá por sí mismo realizar aquellas actuaciones jurídicas que ejercía la persona de la que
hereda (contratar, vender, cobrar…) → no tiene capacidad de obrar.
A los 18 años se adquiere la mayoría de edad, art. 315: La mayor edad empieza a los dieciocho
años cumplidos; y la plena capacidad de obrar, art. 322: El mayor de edad es capaz para todos los
actos de la vida civil, salvo las excepciones establecidas en casos especiales por este Código. (una de
estas excepciones es la adopción, ya que para adoptar se requiere que el adoptante sea mayor de
25 años). El mayor de edad tiene, por tanto, salvo excepciones, la plena capacidad de obrar: de
desenvolverse por sí mismo sin necesidad de contar con otras personas para contratar, hacer
testamento, renunciar a derechos, ejercitar sus derechos ante los tribunales, etc.
Los menores de edad no tienen la plena capacidad de obrar. Esto quiere decir que es necesario que
otras personas con plena capacidad de obrar actúen por ellos y les representen. Los representantes
legales de los menores son los padres, o en su caso el curador o el tutor (el tutor es para la
incapacidad del 100%, y el curador para la parcial)
Si un menor realiza actos jurídicos para los que no tiene capacidad, estos serán anulables. Debe ser
el representante legal o el menor cuando este llegue a la mayoría de edad quienes soliciten la
anulación. En caso de un contrato, la otra parte contratante no está legitimada para poder pedir la
nulidad.
No obstante, el Código Civil también prevé que el menor pueda hacer determinados actos. A partir
de los 16 años, se puede escribir testamento, contraer matrimonio, o realizar actos de
administración de los bienes que adquiera con su trabajo o industria.
El menor también puede emanciparse. El art. 323 establece: La emancipación habilita al menor
para regir su persona y bienes como si fuera mayor; pero hasta que llegue a la mayor edad no podrá
el emancipado tomar dinero a préstamo, gravar o enajenar bienes inmuebles y establecimientos
mercantiles o industriales u objetos de extraordinario valor sin consentimiento de sus padres y, a
falta de ambos, sin el de su curador. Desde 2015, la emancipación solamente puede darse a partir
de los 16 años. Y por tanto, el matrimonio solo puede ser contraído por mayores de 16 años y
emancipados.
La incapacidad puede estar causada por enfermedades o deficiencias persistentes de carácter
físico/psíquico que impiden a la persona gobernarse por sí misma. Esta falta de capacidad es
suplida por un tutor o un curador. Si no hubiese tutor en el testamento, se nombraría a un defensor
judicial mientras que se nombra al tutor o el curador. Los actos que haga el menor de edad o el
incapaz son nulos. La nulidad no la pediría la persona afectada, sino el tutor.
La incapacidad está regulada por el Código Civil, mientras que la discapacidad lo está por una ley
orgánica. No todos los discapacitados son incapaces; todos los incapaces son discapacitados.
El nasciturus es aquel que va a nacer, pero todavía no lo ha hecho. El art. 29 dice: “El nacimiento
determina la personalidad; pero el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean
favorables, siempre que nazca con las condiciones del artículo siguiente”. La personalidad se
encuentra supeditada al nacimiento, no desde el momento de la concepción. Una vez nacido, al
concebido se le reconocerá la personalidad.
Régimen económico matrimonial
Como persona física, nacemos integrados en un grupo social llamado familia. La familia también se
rige por el Código Civil. Esta familia tiene un régimen económico (haya o no hijos).
Para que la familia se pueda desenvolver en la sociedad, puede integrarse en organizaciones
económicas que permitan a los cónyuges y a los terceros con los que se relacionan, saber de quién
son o a quién pertenecen los bienes de esa familia, cuál de los cónyuges está legitimado para llevar
la administración o ha de responder de las deudas contraídas por el matrimonio.
El régimen económico es el conjunto de reglas que delimitan los intereses patrimoniales que se
derivan del matrimonio, ya sea en las relaciones internas de los cónyuges entre sí, ya en sus
relaciones externas con los demás miembros de la comunidad.
Los diferentes regímenes económicos matrimoniales:
1. Régimen económico de sociedad de gananciales.
2. Régimen de separación de bienes.
3. Régimen de participación (muy poco común; es como la separación de bienes, pero se
liquida como una comunidad de bienes, al 50%).
Art. 1315: “El régimen del matrimonio será el que los cónyuges estipulen en capitulaciones
matrimoniales, sin otras limitaciones que las establecidas en este Código.”
El CC prevé que el régimen económico sea el que se pacte en capitulaciones matrimoniales; ante la
falta de pacto expreso, regiría como régimen supletorio el régimen de gananciales; y como régimen
supletorio de segundo grado, el de separación de bienes. Sin embargo, en Cataluña, Baleares y
Valencia, el régimen supletorio de primer grado es el de sistema de separación de bienes.
Las capitulaciones matrimoniales son un acuerdo de naturaleza contractual, en virtud del cual
podrán los otorgantes estipular, modificar o sustituir el régimen económico de su matrimonio o
cualesquiera otras disposiciones por razón de este. Se podrán otorgar antes o después de celebrado
el matrimonio.
1. El régimen de gananciales se caracteriza por la formación de una masa común con la totalidad
o con parte de los bienes de los cónyuges, cuyas rentas son afectadas a los gastos de la familia.
La disolución de este tipo de régimen supone también una liquidación, es decir la división de
ganancias entre ambos cónyuges. El efecto fundamental de esto es determinar las ganancias o
beneficios obtenidos por los cónyuges durante la vigencia de la sociedad de gananciales. Para
esto, se debe hacer un inventario de activo y pasivo, pago de deudas y división y adjudicación
de bienes gananciales.
2. En el régimen de separación de bienes, cada cónyuge conserva la propiedad de todos sus
bienes.
3. El sistema de participación se caracteriza porque funciona como un régimen de separación
mientras dura, pero se liquida como una comunidad de bienes.
Persona jurídica
En la organización social, tenemos una extensa serie de entes y organizaciones a las que se les
reconoce por ley, autonomía y capacidad de autoorganización y facultad de relacionarse con otros.
Hoy resulta impensable que el ayuntamiento vaya a comprar un piso, programa informático… Para
evitar esto, se atribuye personalidad jurídica propia a tales organizaciones.
Estas organizaciones, dotadas de capacidad de obrar son personas jurídicas, sujetos de Derecho.
Art. 35: Son personas jurídicas:
a) Las corporaciones, asociaciones y fundaciones de interés público reconocidas por la ley. Su
personalidad empieza desde el instante mismo en que quedan válidamente constituidas.
b) Las asociaciones de interés particular sean civiles, mercantiles o industriales, a las que la
ley conceda personalidad propia, independiente de la de cada uno de los asociados.
(El Código Civil recoge una mínima parte de esto, ya que son leyes especiales las que desarrollan
este tema.)
Las asociaciones son organizaciones formadas por un grupo de personas que deciden su
funcionamiento y su actuación, son soberanos de la misma. Su esencia es la pluralidad de personas
univeristas personarum. El derecho de asociación viene recogido en el artículo 22 de la CE.
Las corporaciones son asociaciones con la particularidad de haber sido creadas o reconocidas
expresamente por ley, que les otorga una concreta capacidad. Art. 37: “La capacidad civil de las
corporaciones se regulará por las leyes que las hayan creado o reconocido”. Estas son normalmente
públicas, y de ser privadas, de interés general.
Las fundaciones son organizaciones creadas por una persona (fundador) para cumplir un fin de
interés general impuesto por esta. Para esto, a la fundación se le ha dotado de medios económicos
adecuados según voluntad del fundador. La voluntad del fundador es la decisiva para su
organización. Las personas que rigen la fundación no son soberanos de esta, sino que tienen que
cumplir el mandato fundacional, con los medios de que fue dotada la fundación. Se les llama
patrones y son servidores de la fundación. La esencia de la fundación radica en los medios
adecuados para el fin (universitas bonorum). El derecho de fundación lo recoge el artículo 34 de la
Constitución y el 35 del Código Civil.
La representación
Las personas normalmente actúan por cuenta propia, es decir, en su propio interés y en nombre
propio.
Sin embargo, puede ocurrir que la persona interesada en la operación no lo haga personalmente,
sino que sea otra quien actúe por ella en su nombre, es decir, que sea su representante. El
representante actúa en nombre de otra persona física o jurídica.
Esta situación es la representación, cuando se confiere a una persona (representante) la facultad
de actuar y decidir dentro de ciertos límites en interés y por cuenta de otra (representado).
El poder de representación es la facultad de representar que tiene el representante. Este poder
puede recibirse:
- por ley, en el caso de la representación legal o apoderamiento;
- o puede otorgarlo el representado por medio del negocio jurídico de apoderamiento, en la
representación voluntaria.
El representante debe actuar dentro de los límites del poder conferido por la ley o el representado,
siendo nulo el negocio que sobrepase estos límites. (art. 1259)
La representación comprende toda clase de negocios jurídicos, y se basa en el principio de la
autonomía de la voluntad.
La representación legal es la que se produce por imposición legal.
- En relación con las personas físicas, se da en aquellos casos en que las personas no tienen
capacidad de obrar o la tienen limitada: menores e incapacitados. Estas personas necesitan
que actúe por ellas otra persona que sí tenga capacidad de obrar plena.
- En relación con las personas jurídicas, (asociaciones y fundaciones), es necesario que actúen
por ellas personas físicas. Ha de existir un órgano encargado de la representación de la
sociedad, que es el órgano de administración. El administrador o los administradores de la
sociedad.
La representación voluntaria es el supuesto en el que el interesado es quien decide autorizar a otra
persona para que actúe en su nombre. El representado ha de autorizar al representante para que
actúe por él. Las sociedades también pueden otorgar poder de representación a otras personas
para realizar operaciones determinadas o con un alcance más general.
El poder de representación o apoderamiento es el acto en virtud del cual una persona otorga a
otra el poder para actuar en su nombre. En determinados casos, se exige que este poder conste en
escritura pública. Este poder puede ser especial para algo o general. El representado puede
delimitar en el apoderamiento las facultades que le atribuye al representante y aquellas que no,
para que no vinculen al representado las actuaciones que no está autorizado a realizar. No
obstante, cabe la posibilidad de que, posteriormente, el representado ratifique la actuación del
representante, y se consideraría como si el representante hubiera tenido el poder desde el
principio.
TEMA 4. EL OBJETO DEL DERECHO
1. LA RELACIÓN JURÍDICA
2. EL DERECHO SUBJETIVO
3. LAS COSAS Y EL PATRIMONIO. LA HERENCIA
La relación jurídica
Las relaciones jurídicas son aquellas que se producen dentro de las situaciones sociales, es decir, de
persona a persona; y son reconocidas por el ordenamiento jurídico, por lo que de estas relaciones
se obtendrán efectos o consecuencias jurídicas.
La relación jurídica tiene su origen en un hecho jurídico (matrimonio, contrato…) y engloba un
conjunto de poderes, facultades, deberes, etc. que corresponden a las personas que son
protagonistas de ese hecho jurídico.
El hecho jurídico es todo suceso al que el ordenamiento jurídico atribuye la virtud de producir, por
sí mismo o en unión de otros, un efecto jurídico, es decir, la adquisición, la pérdida o la
modificación de un derecho.
La relación jurídica tiene dos elementos estructurales: los sujetos y el objeto.
a) Los sujetos de la relación jurídica son las personas entre las que se establece la relación.
(arrendatario y arrendador; los cónyuges). No se puede utilizar el término de relación jurídica
en la relación que existe entre una persona y un bien, porque siempre debemos de hablar en
términos personales, entre personas.
Se distingue entre el sujeto activo y el sujeto pasivo. El sujeto activo tiene unos derechos
subjetivos y unas facultades. En cambio, al sujeto pasivo se le imponen deberes jurídicos y
frente al mismo serán los derechos y facultades del sujeto activo.
b) El objeto de la relación jurídica es la materia social que queda afectada por la relación, en
definitiva, son bienes, cosas, intereses que tienen que ver con esa relación jurídica (en el caso
del arrendamiento, el piso/local). Asimismo, el objeto de la relación jurídica será la conducta o
comportamiento de otras personas en cuanto pueda ser de interés para el titular (prestaciones
de servicios, relaciones de trabajo…) o los bienes económicos (cosas materiales, energías,
bienes inmateriales o intelectuales).
El contenido de la relación jurídica son las situaciones de poder jurídico mediante las cuales se
posibilita que uno de los interesados logre sus aspiraciones y situaciones de deber. Para esto, los
interesados deben necesariamente adoptar una determinada conducta.
El poder jurídico existirá siempre que el ordenamiento jurídico permita o atribuya a una persona la
posibilidad de que, mediante un acto de su voluntad, exija a otra u otras personas un
comportamiento que produzca unas determinadas consecuencias jurídicas.
El derecho subjetivo
El derecho subjetivo es la posibilidad que tienen los ciudadanos de ejercitar poderes para satisfacer
sus intereses propios.
El derecho subjetivo es un poder jurídico, amparado por una norma en el ámbito de la relación
jurídica que pone a disposición de su titular la posibilidad de actuar de una determinada manera.
El ejercicio del derecho subjetivo es la realización de los actos en que el mismo consiste por parte
de su titular. Además, solo este esta legitimado para ejercitar válidamente su derecho. También
puede tratarse del derecho a exigir que otro realice una determinada conducta o prestación (el
arrendador puede exigir que el arrendatario pague la renta).
- Facultades: son las posibilidades de actuación que un derecho subjetivo confiere a su titular
y que conforman el contenido del mismo. Todo derecho subjetivo está compuesto de
facultades que el titular puede o no ejercitar.
- Ejercicio judicial del derecho subjetivo. A veces, cuando el titular ejercita su derecho frente
a otro sujeto y este se niega a realizar su deber jurídico, será necesario acudir al juez para
que se haga efectivo el derecho correspondiente. Se acude, entonces, al ejercicio judicial del
derecho subjetivo, que se realizará presentando una demanda ante los Tribunales de
justicia.
Cabe también un ejercicio extrajudicial de los derechos. Los derechos no existen solo porque los
declaren los Tribunales o se pongan en marcha las sanciones. El tener un derecho se convierte en
causa de justificación de ejercer una serie de actos. Por lo que yo si tengo un derecho subjetivo, la
norma jurídica me permite obrar o actuar de una determinada manera. La única idea que califica
verdaderamente el derecho subjetivo es la palabra poder.
La doctrina mayoritaria apunta que la estructura del derecho subjetivo está compuesta por un
sujeto al que pertenece ese derecho, un objeto sobre el que recae, y un contenido que encierra.
El sujeto del derecho subjetivo es la persona que detenta el poder, a la que pertenece el derecho
subjetivo. Se califica como titular. Puede ser un titular único o varios (cotitulares, como los
copropietarios de un piso).
El objeto del derecho subjetivo está compuesto por las realidades que pueden ser sometidas al
poder del titular, o aquellas que se dan para satisfacer sus intereses.
Pueden ser cosas materiales, bienes inmateriales (energías, telefonía), creaciones intelectuales del
hombre (una partitura, un poema, una novela) o la conducta o comportamiento de otras personas,
en la medida en que en sí misma considerada o en cuanto a los resultados que se puedan dar, es
susceptible de producir una satisfacción o utilidad al sujeto.
Por razón de su objeto, los derechos subjetivos se pueden clasificar en derechos patrimoniales o
derechos no patrimoniales.
- Los derechos patrimoniales son aquellos que tienen por finalidad atribuir a una persona un
poder económico o aquellos que recaen sobre un objeto valorable en dinero. Los derechos
patrimoniales pueden dividirse a su vez en:
a) Derechos reales, que confieren a su titular un poder inmediato o directo sobre la
cosa.
b) Derechos de crédito, que confieren a su titular un poder sobre la conducta de una
persona.
- Los derechos no patrimoniales son aquellos cuyo objeto no se puede valorar en dinero
(derechos de la personalidad, del honor, de la propia imagen…).
También hay que dividir los derechos subjetivos en absolutos y relativos:
- Los derechos subjetivos absolutos “erga omnes”, son aquellos que pueden ejercitarse frente a
todos los demás sujetos de un determinado orden jurídico. Tienen eficacia frente a todos. Son
derechos absolutos los derechos reales (la propiedad) y los derechos de la personalidad (el
nombre, la vida, el honor…)
- Los derechos subjetivos relativos son los que confieren a su titular un poder sobre la conducta
concreta de una persona (el acreedor sobre el acreedor). Estos difieren de los otros, en que son
concretamente frente a una persona (el derecho de crédito frente a una persona).
También se distinguen por el objeto, en:
- Derechos de la personalidad, ciertas cualidades de la persona o ciertos atributos, aspecto o
manifestaciones de la personalidad, derecho al honor, derecho a la propia imagen, etc.
- Derechos de familia, derechos atribuidos a la persona como consecuencia de la posición en la
que esta persona se encuentra dentro de la relación familiar. Son los derechos que tenemos
entre los cónyuges, los derechos derivados de la filiación, etc.
- Derechos patrimoniales, poderes destinados a realizar los fines económicos de la persona (la
propiedad, el usufructo, el arrendamiento). El usufructo se distingue de la propiedad en que el
que disfrute del objeto, puede hacerlo todo con ella, menos enajenarla (venderla).
El nacimiento del derecho subjetivo se produce cuando concurren todos los requisitos que pide el
ordenamiento jurídico.
La adquisición de un derecho es la atribución de este a una persona que se convierte en titular del
mismo. Esta puede ser originaria o derivativa:
- La adquisición originaria se produce cuando el adquiriente adquiere “ex novo”. Por ejemplo,
cuando alguien se apropia de una cosa que no tenía dueño, o construye una casa en un solar
de su propiedad.
- La adquisición derivativa, cuando el adquiriente para hacer la cosa suya se basa en la
pérdida del derecho por aquel a quién pertenecía. O que un derecho de este quede
reducido o limitado, constituyéndose con las facultades que le resten, un nuevo derecho a
favor del adquiriente. La adquisición derivativa se puede adquirir también por “inter vivos”,
entre vivos (donación o compraventa) o “mortis causa” (herencia o legado).
La modificación de los derechos es toda alteración que sufre un derecho desde que nace hasta que
se extingue. Las modificaciones pueden ser
- Subjetivas, referidas al titular del derecho, cuando cambia de titular o varía su número
- Objetivas, referidas a la cosa, siendo cuantitativas cuando aumenta o disminuye la cosa, o
cualitativas cuando se transforma la cosa.
Los derechos se extinguen por
- Su muerte o fin. Las causas de extinción pueden ser muy variadas (la muerte de su titular si
el derecho es personalísimo, por el transcurso del plazo que tenía de vida un
arrendamiento, por la destrucción de la cosa…).
- La pérdida o renuncia.
La pérdida es la separación del titular a quién pertenecía. Toda extinción produce una
pérdida si cuando se acaba el derecho, este cesa para su titular. Sin embargo, también se
puede perder por transmisión, tras lo cual el derecho subsiste a pesar de su pérdida (cuando
se vende una casa, el propietario pierde su derecho de propiedad pero este pasa al nuevo
adquiriente)
La renuncia es la forma de perder los derechos mediante la cual el titular del derecho hace
dejación voluntaria del mismo sin transmitirlo a ninguna otra persona, simplemente se
desprende de él. Esta renuncia solo es válida dentro de los límites del artículo 6.2 CC, es
decir, no contrariando el interés o el orden público ni perjudicando a terceros.
Entendemos por ejercicio del derecho subjetivo a la realización de actos o serie de actos por lo que
se faculta o concede el poder que nos autoriza el ordenamiento jurídico. Ejemplo: el propietario de
una finca, que construye en esa finca. Es un poder que le confiere la ley por ser titular del objeto
objetivo.
¿A qué límites debe someterse el derecho subjetivo?
- Límites naturales: derivan de la naturaleza propia de cada derecho. Ejemplo: el derecho de
usufructo no permite que su titular venda la cosa usufructuada.
- Cuando un derecho entra en colisión con otro derecho perteneciente a otra persona. Esto se
resuelve:
a) Estableciendo una jerarquía entre los derechos, prefiriendo al de mayor rango, el
más antiguo, etc.
b) Protegiendo a quien se haya adelantado en el ejercicio del derecho subjetivo (se
protege al primer poseedor de buena fe de la cosa, en el supuesto de doble venta)
c) Estableciendo la igual condición de todos los derechos en colisión, imponiendo un
sacrificio igual y proporcionado a todos ellos. (si el patrimonio del deudor es
insuficiente para satisfacer todas las deudas, los acreedores que no tengan algún
tipo de preferencia cobrarán de forma prorrateada.
Al lado de todos los anteriores límites es posible encontrar otros límites genéricos aplicables a
todos los derechos subjetivos. El principio de la buena fe exige que esta sea tenida en cuenta
incluso para el ejercicio del derecho propio. Este principio aparece formulado en el art. 7.1 CC: “Los
derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe”.
La buena fe subjetiva se refiere a la intención con que obran las personas o a la intención con que
lo hacen. El sujeto recibe un tratamiento favorable del Derecho por encontrarse en la creencia,
nacida de un error inexcusable, de que su conducta está en conformidad con el ordenamiento
jurídico. Para aplicarla, se valorará el estado psicológico del individuo y los jueces eligen la norma
averiguando cuál ha sido la efectiva creencia o intención del sujeto.
La buena fe objetiva se trata de un estándar de conducta, lo que todos por norma general creemos,
pensamos y hacemos. Esta buena fe se desenvuelve sobre todo en el campo del Derecho de
obligaciones y en la teoría general del derecho jurídico. Esta buena fe objetiva aparece en el art.
1258 CC: “Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento, y desde entonces obligan, no
sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que,
según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley”. Su naturaleza objetiva radica
de que esta buena fe no se basa en la voluntad de las partes, sino que se inspira y fundamenta en la
relación jurídica existente entre las partes. Ejemplo: un empleado de un banco ha de tener
honradez, ya que tiene unas obligaciones y se espera que las cumpla.
Hay supuestos tipos de derechos subjetivos que son contrarios a la buena fe, por ejemplo, ir en
contra de los propios actos, el retraso desleal en cumplir un contrato u obligación, alegar
incumplimiento cuando falta una mínima parte de ese cumplimiento.
El acto realizado en el ejercicio del propio derecho, en principio es un acto lícito y justo. Por tanto,
si en el ejercicio del derecho se origina un daño para otra persona, no habría responsabilidad ni
reparación del daño causado, ya que el acto se produjo en el ejercicio de un derecho. Sin embargo,
puede ser que el acto haya sido realizado para causar perjuicio. La doctrina medieval elaboró la
teoría de los “actos de emulación”, que comprendía aquellos actos que se realizan en el ejercicio
de un derecho, pero se realizan sin propia utilidad y con la intención manifiesta de causar daño a
otro.
Esta doctrina ha pasado a llamarse doctrina del abuso del derecho, recogiendo que no es admisible
un ejercicio que esté en contra de la finalidad para lo que es concedido.
EL art. 7.2 CC recoge la figura del abuso del derecho: “La Ley no ampara el abuso del derecho o el
ejercicio antisocial del mismo. Todo acto u omisión que, por la intención de su autor, por su objeto o
por las circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio
de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente indemnización y a la
adopción de las medidas judiciales o administrativas que impidan la persistencia en el abuso.”
La doctrina del Tribunal Supremo recoge los requisitos necesarios para que se produzca abuso del
derecho:
- Uso de un derecho objetiva o externamente legal (levantar una valla dentro de la
propiedad).
- Daño a un interés no protegido por una específica prerrogativa legal (el vecino no tiene
derecho a prohibir que se levante la valla porque no tiene derecho a las vistas, pero se debe
levantar respetando las distancias legalmente establecidas y respetando las leyes sobre
construcción)
- Inmoralidad y antisocialidad del daño (cuando levantamos la valla publicitaria de nuestro
negocio delante de la ventana del vecino, pero teníamos espacio de sobra para colocarla)
En cuanto a los derechos subjetivos, normalmente están sometidos a un límite temporal. Las
exigencias de la buena fe y la seguridad en el tráfico jurídico imponen que se marquen límites
temporales máximos de ejercicio que los derechos que permanecen actualmente inactivos.
Consecuentemente, se premia a los dirigentes que ejercitan su derecho y se castiga a los
indolentes. A tal fin, existen dos términos:
- Prescripción
- Caducidad
PRESCRIPCIÓN
La prescripción o prescripción extintiva se produce cuando el transcurso del tiempo acarrea la
pérdida o decadencia del ejercicio de los derechos para su titular. Los derechos prescriben de tal
forma que, si no se ejerce un derecho subjetivo en el tiempo que la ley marca, este se pierde.
La prescripción adquisitiva o usucapión se produce cuando el transcurso del tiempo, junto con una
situación de apariencia jurídica, provoca el nacimiento o la consolidación de un derecho a favor de
una persona.
Los presupuestos de la prescripción:
- Que el derecho sea prescriptible
- Que el titular de ese derecho permanezca inactivo, sin ejercitar los derechos que le
corresponden
- Que transcurra el plazo fijado por la ley para el ejercicio del derecho
- Que el sujeto pasivo la prescripción producida y no haya renunciado a ella.
Plazos:
- Los derechos reales sobre cosas inmuebles prescriben a los 30 años.
- Los derechos reales sobre cosas muebles prescriben a los 6 años.
- Los derechos personales prescriben a los 5 años.
- El derecho a cobrar prestaciones periódicas pagaderas por plazos inferiores a un año
prescribe a los 5 años.
- La acción hipotecaria prescribe a los 20 años.
- La obligación de pago de honorarios prescribe a los 3 años.
- La acción para recobrar o retener la posesión, y la acción para exigir la responsabilidad civil
por injuria o calumnia y por las obligaciones derivadas de la culpa o negligencia prescriben
tras 1 año.
Interrupción de la prescripción
Sabemos que para que se produzca la prescripción es necesaria la inactividad del titular del derecho
durante un plazo determinado de tiempo. Sin embargo, durante el transcurso de ese tiempo, es
posible que el titular realice algunos actos de ejercicio de su derecho que rompan esa situación de
inactividad, y que puedan evitar la prescripción. Esto se llama interrupción de la prescripción.
Art. 1973 CC: “La prescripción de las acciones se interrumpe por su ejercicio ante los Tribunales, por
reclamación extrajudicial del acreedor y por cualquier acto de reconocimiento de la deuda por el
deudor.”
a) El ejercicio judicial del derecho se produce cuando el titular presenta demanda ante los
tribunales contra el sujeto pasivo para reclamarle. Deja de existir inactividad del titular del
derecho y por ello se interrumpe el cómputo del plazo de prescripción.
b) El ejercicio extrajudicial del derecho. El titular se dirige al sujeto pasivo y le reclama por
cualquier medio que pueda ser posteriormente probado ante los tribunales (requerimiento
notarial, burofax, le reclama la deuda ante testigos, etc.)
c) El reconocimiento del derecho por el sujeto pasivo. Si el mismo realiza cualquier conducta
de la cual resulte su conformidad con la existencia de la deuda, se habrá producido la
interrupción del plazo prescriptivo (paga una parte a cuenta, escribe una carta al titular
anunciándole el próximo pago, etc.)
La interrupción de la prescripción borra el plazo transcurrido de inactividad del titular, volviendo a
contarse de nuevo por entero el plazo prescriptivo, siendo susceptible, pues, de volver a
interrumpirse tantas veces como el titular del derecho quiera hacerlo. Por ejemplo, si se trata de un
derecho de crédito con un plazo de prescripción de cinco años, el acreedor puede reclamar una vez
transcurridos cuatro años, interrumpiendo la prescripción y volviendo a comenzar de nuevo desde
este momento el cómputo de los cinco años. Y así puede evitar con su reclamación cada cierto
tiempo que prescriba su acción hasta que el deudor pague.
La suspensión paraliza el curso del plazo prescriptivo para reanudarlo en otro momento,
aprovechando el tiempo útil corrido antes de la detención.
CADUCIDAD
La caducidad es la extinción de un derecho por falta de ejercicio durante un plazo temporal
prefijado que no es susceptible de ser interrumpido.
Diferencias:
- La prescripción se contiene expresamente en el CC, mientras que la caducidad la
contemplan la doctrina y la jurisprudencia.
- Los plazos de caducidad no son susceptibles de interrupción ni suspensión alguna. Una vez
transcurrido el plazo, se produce la caducidad siempre.
- Los plazos de caducidad suelen ser breves o muchos más cortos.
- La caducidad puede ser declarada judicialmente de oficio, sin que haya sido alegada por el
beneficiado por ella.
Las cosas y el patrimonio. La herencia
Las cosas
Puede definirse cosa como toda entidad material o inmaterial que tenga una existencia autónoma y
que pueda ser sometida al poder de las personas como medio para satisfacerles una utilidad,
generalmente económica.
Cosas son realidades del mundo exterior que caen bajo nuestros sentidos, que tienen cuerpo o
existencia material o que son energías (eléctrica, atómica…). Los derechos se conceptúan como
cosas o bienes por el legislador porque pueden constituir el ejercicio de un derecho subjetivo. Las
cosas se clasifican por sus cualidades:
A) Cosas fungibles e infungibles.
Son fungibles las cosas homogéneas y equivalentes, perfectamente sustituibles entre sí (el
dinero: al acreedor le es indiferente que el deudor le devuelva los mismos billetes que le ha
prestado o bien otros diferentes).
Son infungibles las cosas individualizadas por ciertas cualidades propias que le dan un valor
distinto de otras.
B) Cosas genéricas y específicas.
Cosa genérica es aquella que no aparece determinada individualmente, sino tan solo por su
pertenencia a un género determinado. (un caballo, un automóvil)
Cosa específica se produce cuando señalamos alguna de sus características (caballo blanco,
automóvil matrícula 4521 AS)
C) Cosas consumibles e inconsumibles.
Cosas consumibles son las que se destruyen con el uso, o cuyo destino es ser transformadas
en otras. (papel de escribir, alimentos, materias primas)
Cosas no consumibles son las que con el uso normal no se destruyen de un modo decisivo.
(ordenador)
D) Cosas muebles e inmuebles.
Las cosas inmuebles tienen una situación fija y no pueden trasladarse de un lugar a otro.
Las cosas muebles carecen de situación fija y pueden ser trasladadas sin alteración ni
deterioro.
El patrimonio
El patrimonio es el conjunto de los bienes de la persona sobre los que hace efectiva la
responsabilidad. También, en última instancia, la masa de bienes que se convierte en objeto de
ocupación, administración y liquidación por los acreedores en los casos de quiebra o concurso.
La idea de patrimonio explica el ámbito de la responsabilidad por deudas. Art. 1911 CC: “Del
cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros”.
Aparte, la herencia es consecuencia del patrimonio. Se convierte en herencia lo que en vida ha sido
patrimonio de la persona.
Tipos de patrimonio:
- Patrimonio personal. Es atribuido a una persona física o jurídica. Responde siempre
plenamente a las obligaciones contraídas por su titular, por lo que puede ser objeto de
administración y realización por acreedores. Este patrimonio tiene también interés para los
legitimarios o herederos forzosos del titular.
- Patrimonio separado. Masa de bienes y derechos delimitada con relación al patrimonio en
general. Solo se constituye si existe una norma que lo autoriza y no puede quedar a
voluntad de los interesados. Ejemplo: bienes de la herencia aceptada a beneficio de
inventario, patrimonio del menor no emancipado pero que vive independiente y le
administran sus padres para evitar la confusión con su patrimonio.
- Patrimonio colectivo. Pertenece a una colectividad o pluralidad de personas. Se produce la
concurrencia de más de un titular, pero, al mismo tiempo, también su separación respecto a
cada uno de los patrimonios personales de los cotitulares. Ejemplo: comunidad de bienes
entre cónyuges en el derecho de familia, la herencia indivisa entre herederos.
Los bienes pueden ser de dominio público o de propiedad privada:
Los bienes de dominio público son inembargables, imprescriptibles e inalienables. Son aquellos
que, perteneciendo al Estado o Entidades Públicas, están destinados al uso o servicio público y los
que, a pesar de no estar destinados al uso o servicio público, pertenecen al Estado si una ley les
confiere tal carácter.
Los bienes de propiedad privada son los pertenecientes a particulares, individual o colectivamente.
Estos bienes son alienables o enajenables, pudiendo transmitirse su propiedad a otras personas;
son prescriptibles y embargables.
(Los animales son bienes semovientes)
La herencia
La herencia es un patrimonio/conjunto de bienes que son objeto de sucesión.
Art. 659 CC: “La herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona que
no se extingan por su muerte.”
Están comprendidos en el concepto de herencia el activo y el pasivo, es decir, los derechos y
obligaciones, con la excepción de aquellos personalísimos e intransmisibles.
El derecho de sucesión va a suponer una especie de método o institución necesaria para evitar las
rapiñas (robos) generalizadas. Como dispone el art. 657 CC: “Los derechos a la sucesión de una
persona se transmiten desde el momento de su muerte.”
El más elemental sentido de la justicia exige que los sucesores del difunto, no solo se conviertan en
titulares de sus bienes y derechos, sino que también asuman las obligaciones y las deudas. Si esto
no fuera así, nos quedaría siempre una duda y un riesgo de que, si contratamos algo con alguien
que fallece, el dinero no se nos será pagado. Sin embargo, los herederos se harían cargo de esta
deuda.
Clases de sucesión
A) La sucesión testamentaria es aquella en la que el causante decide mediante testamento el
destino de sus bienes. Sin embargo, existe una limitación si tiene parientes muy próximos,
ya que debe reservar para ellos una porción de su patrimonio. Estos familiares son los
herederos forzosos, y la parte que le corresponde se denomina legítima. Art. 806 CC:
“Legítima es la porción de bienes de que el testador no puede disponer por haberla
reservado la ley a determinados herederos, llamados por esto herederos forzosos.”
Por tanto, la herencia se divide en 3 partes iguales:
- Una parte de la que puede disponer el testador como mejor disponga: tercio de libre
disposición.
- Una parte que tiene que destinarse a los hijos o descendientes legítimos en partes iguales:
tercio de legítima
- Una parte que puede ir a alguno, a varios o a todos los hijos descendientes en la proporción
que establezca el testador: tercio de mejora
Legítima:
patrimonio o
bienes que Mejora
heredan los
herederos
forzosos
Libre
disposición
B) En la sucesión legítima, es la Ley que determina quienes son los llamados a recibir la
herencia, al no existir testamento. El CC, al suplir al causante elige como herederos a los
familiares más cercanos presuponiendo que la proximidad biológica parental es indicio de
proximidad afectiva, siendo por tanto esta sucesión intestada una especie de sucesión por
voluntad presunta del causante.
C) La sucesión mixta ocurre cuando el testador no deja en el testamento todos sus bienes, por
lo que se abre la sucesión intestada o legal solo para aquellos de los que no dispuso.
LIBRE: cuando no hay herederos forzosos.
Art. 763.1 CC: “El que no tuviere herederos forzosos puede
disponer por testamento de todos sus bienes o de parte de ellos
en favor de cualquiera persona que tenga capacidad para
adquirirlos.”
TESTAMENTARIA
LIMITADA: cuando hay herederos forzosos.
Art. 763.2 CC: “El que tuviere herederos forzosos sólo podrá
disponer de sus bienes en la forma y con las limitaciones que se
establecen en la sección quinta de este capítulo.”
Cuando no hay testamento válido.
LEGÍTIMA
Art. 912 CC.
Cuando habiendo testamento no se dispone de todos los bienes.
Art. 658.3 CC: “La sucesión podrá también deferirse en una parte
MIXTA
por voluntad del hombre, y en otra por disposición de la ley.”
Art. 912 CC.
El sujeto activo es el acreedor, quien tiene el derecho para exigir el pago o la conducta.
Este es el titular de un derecho subjetivo, el poder de exigir algo a la otra parte de forma
coactiva. El derecho del acreedor se denomina derecho de crédito.
El sujeto pasivo es el deudor, quien tiene el deber de hacer lo exigido por el acreedor. La
obligación del deudor es la deuda.
Ejemplo: Sobre el derecho del vendedor a exigir el precio de la cosa vendida, al comprador le
corresponde la obligación de pagar ese precio; y el comprador exigirá que le entregue la cosa
convenida y en el estado como se convino.
B) El objeto es la conducta o comportamiento a que está obligado el deudor (pagar, hacer, dar, no
dar, no hacer).
La conducta que se puede exigir al deudor ha de ser lícita, posible, determinada o determinable
y tener carácter patrimonial:
1) La licitud: la conducta que se exija al deudor ha de ser lícita, no contraria a la ley ni a la moral
ni al orden público.
2) La posibilidad de la conducta a realizar por el deudor, ya que para que ocurra ha de ser
posible. Art. 1272: No podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles.
3) El objeto de la obligación ha de estar determinado o ser determinable. Art. 1273. El objeto de
todo contrato debe ser una cosa determinada en cuanto a su especie. La indeterminación en
la cantidad no será obstáculo para la existencia del contrato, siempre que sea posible
determinarla sin necesidad de nuevo convenio entre los contratantes.
4) El objeto ha de tener valor patrimonial. Si la conducta no fuera valorable económicamente,
no se puede exigir el pagamiento forzoso, y no podría ejercitarse de manera coactiva.
La conducta a la que el deudor se atañe puede tener un contenido muy diverso, pero se puede
reconducir a tres tipos: conducta de dar algo, conducta sobre hacer algo o abstenerse de hacer
algo. Esto da lugar a obligaciones de dar, de hacer o de no hacer. Art. 1088. Toda obligación
consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa.
En las obligaciones de dar, la obligación consiste en entregar alguna cosa al acreedor.
En las obligaciones de hacer, el deudor se obliga a realizar alguna actividad o determinada
conducta.
En las obligaciones de no hacer, la obligación consiste en abstenerse de una determinada
conducta o actividad.
C) El vínculo jurídico es la relación por la que el deudor queda ligado al acreedor, obligado a
realizar la conducta que este puede exigir de forma coactiva.
Si el deudor no cumple voluntariamente, el acreedor podrá exigir el cumplimiento forzoso,
específico o por equivalente. Art. 1911. Del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor
con todos sus bienes, presentes y futuros. El deudor tiene que soportar las consecuencias de su
incumplimiento en sus bienes que, en último extremo, podrán ser embargados y vendidos en
pública subasta para satisfacer al acreedor.
Se enumeran las fuentes de las obligaciones en el art. 1089. Las obligaciones nacen de la ley, de los
contratos y cuasi contratos, y de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier género
de culpa o negligencia.
Las obligaciones específicas son aquellas en las que la actuación debida se determina por la
individualidad de la cosa que ha de entregarse. Si la cosa se pierde o destruye, sería imposible el
cumplimiento por el deudor, ya que la obligación consiste en entregar esa cosa determinada y
no otra. Si eso ocurre sin la culpa del deudor y sin haberse retrasado en la entrega, la obligación
en este caso se extingue.
Las obligaciones genéricas son aquellas en la que la actuación a realizar es determinada
únicamente a razón del género o clase a la que pertenece el bien sobre el que recae la
obligación. Uno de los supuestos más comunes es la obligación pecuniaria o dineraria, que
consiste en entregar por una cosa, una suma de dinero.
Las obligaciones puras son aquellas que no están sometidas a circunstancias que limiten sus
efectos. Es decir, no dependen de un plazo ni de una condición.
Las obligaciones a plazo son aquellas en las que se señala un plazo que determina, bien el
comienzo de la obligación (plazo inicial) o el cese de sus efectos (plazo final).
Ejemplo plazo inicial: un préstamo en el que se pacta la devolución transcurridos 2 años. La
obligación de la devolución solo se exigirá cuando pasen los 2 años.
Ejemplo plazo final: un arrendamiento, cuando vence el plazo, cesan los efectos de la
obligación.
La solidaridad puede ser: legal o convencional. La legal viene impuesta por la ley. La
convencional, o voluntaria, es la establecida por los interesados.
El cumplimiento o pago
El cumplimiento o pago de la obligación se produce cuando el deudor realiza la conducta debida en
virtud de la obligación. Una vez cumplida la obligación, esta se extingue y el deudor queda liberado
de la misma. Para que esto ocurra, el cumplimiento debe ser total y ajustado a los términos
previstos en la obligación. Esto significa que:
- El cumplimiento ha de realizarse por el deudor.
- Ha de hacerse al acreedor.
- El deudor debe cumplir en el tiempo que le corresponda. Si no lo hace, incurre en un
incumplimiento por mora o retraso. Para considerar que el deudor ha incurrido en mora, es
necesario que el acreedor haya hecho una reclamación al deudor, o en algunos casos, basta
con el simple retraso.
- El deudor deberá cumplir aquello a lo que está obligado y no otra cosa. Art. 1170. El pago de
las deudas de dinero deberá hacerse en la especie pactada y, no siendo posible entregar la
especie, en la moneda de plata u oro que tenga curso legal en España. La entrega de
pagarés a la orden, o letras de cambio u otros documentos mercantiles, sólo producirá los
efectos del pago cuando hubiesen sido realizados, o cuando por culpa del acreedor se
hubiesen perjudicado. Entre tanto la acción derivada de la obligación primitiva quedará en
suspenso.
- El deudor ha de cumplir total y no parcialmente. El acreedor no está obligado a aceptar
pagos parciales.
- Si la obligación consiste en entregar determinados bienes, estos han de estar en las
condiciones pactadas y sin defectos o vicios.
- El deudor puede querer cumplir, y negarse el acreedor injustificadamente a recibir la
prestación (mora del acreedor). En ese caso, el deudor queda liberado mediante la
denominada consignación, depositando las cosas debidas ante la autoridad judicial o
notarial.
Modificación o extinción
Las obligaciones pueden modificarse por voluntad de las partes cambiando alguno de sus
elementos. Puede cambiarse todo o parte, el deudor o el acreedor. Los cambios de acreedor o
deudor se producen por la transmisión de los créditos o las deudas de unas personas a otras. La
transmisión puede ser mortis causa o inter vivos.
- La transmisión mortis causa es la que tiene lugar por la muerte de una persona. Por
ejemplo, los herederos pasan a ser los titulares de los derecho y obligaciones que tenía la
persona fallecida.
- La transmisión inter vivos se puede producir por distintos motivos, como, por ejemplo, la
transmisión de un crédito, de una deuda o de un contrato en su conjunto, transmisión que
recibe el nombre de cesión. Por ejemplo, un empresario vende su empresa, la cual
comprende distintos bienes, muebles, mercancías, inmuebles, derechos de propiedad
industrial, patentes, etc.
En cuanto a la extinción de la obligación, el modo normal es por su cumplimiento. Sin embargo,
existen otras causas como:
- La confusión, cuando se da en una misma persona la condición de deudor y acreedor.
- La compensación, cuando dos personas son recíprocamente acreedoras y deudoras una de
otra.
- La condonación, que ocurre cuando el acreedor renuncia al crédito que tiene frente al
deudor, es decir, le perdona la deuda.
- La novación, cuando por acuerdo expreso entre las partes la obligación se sustituye por otra
distinta.
- La prescripción, las obligaciones también se extinguen por el transcurso del tiempo. Para
que se produzca la extinción de una obligación por prescripción es necesario que:
a) Transcurso del plazo marcado por ley, empezando el cómputo desde el día que pudo
exigirse la obligación.
b) Que ninguna de las partes haya realizado actuaciones al respecto (el acreedor
reclama el crédito, el deudor reconoce la deuda). En ese caso, el cómputo comienza
de nuevo.
c) Ha de ser alegada por el deudor.
El incumplimiento del deudor
El incumplimiento del deudor se da cuando el deudor contraviene lo pactado y no se ajusta a lo
convenido. El deudor puede también incurrir en mora, cuando cumple, pero con retraso.
Art. 1100: Incurren en mora los obligados a entregar o a hacer alguna cosa desde que el acreedor
les exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación. No será, sin embargo,
necesaria la intimación del acreedor para que la mora exista:
1.º Cuando la obligación o la ley lo declaren así expresamente.
2.º Cuando de su naturaleza y circunstancias resulte que la designación de la época en que había de
entregarse la cosa o hacerse el servicio, fue motivo determinante para establecer la obligación.
Como consecuencia del incumplimiento, el acreedor puede exigir el cumplimiento forzoso y la
indemnización por los daños y perjuicios que le hayan causado.
- En el cumplimiento forzoso, el acreedor podrá incurrir a los tribunales para obligar al deudor
a cumplir.
Art. 1104: La culpa o negligencia del deudor consiste en la omisión de aquella diligencia que
exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas, del
tiempo y del lugar. Cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de prestarse en su
cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen padre de familia.
- En la indemnización por los daños y perjuicios, el acreedor podrá solicitar la indemnización
por los daños y perjuicios que el incumplimiento le haya ocasionado. Esta indemnización
puede comprender lo que es llamado daño emergente, lucro cesante y daño moral:
a) El daño emergente: consiste en la pérdida patrimonial que haya sufrido el acreedor,
como los gastos realizados por el incumplimiento y los gastos como costes de
reparación, etc.
b) El lucro cesante: aquel dinero que dejó de percibir el acreedor por el incumplimiento
del deudor.
c) El daño moral: el sufrimiento o padecimiento que supone ese incumplimiento.
Las garantías y protección del crédito
La garantía del crédito comprende cualquier medio por el cual el acreedor pueda asegurarse del
cumplimiento de la obligación.
La regulación en nuestro Código Civil está muy fragmentada. No obstante, además de pedir la
obligación forzosa previamente vista, la ley confiere al acreedor varios medios para la protección de
la deuda: la hipoteca, la fianza, el aval, la prenda, el derecho de retención, las arras o señal.
Art. 1911: Del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes
y futuros.
Hipoteca. Es un contrato que tiene como fin garantizar con un inmueble, la devolución de un
préstamo.
El deudor tiene plena capacidad de obrar y es dueño del bien hipotecado. El acreedor es el titular
del derecho real de hipoteca.
Es necesario elevar el contrato a escritura pública e inscribirlo en el Registro de la Propiedad.
Fianza y aval. Contrato por el cual una persona se obliga a cumplir una obligación por otra
persona o tercero, cuando esta persona no cumpla. Se trata de una fianza solidaria si la persona
fiadora o avalista se compromete en la misma posición que el deudor.
La prenda. Como garantía del contrato de préstamo, la prenda se establece para el caso de que
la cantidad objeto del préstamo no sean cubiertos oportunamente. (Por ejemplo, vamos a una casa
de empeños y pedimos un préstamo. Para garantizar la devolución del dinero, dejamos en prenda
un objeto de valor de nuestra propiedad, como una joya)
El consentimiento solo será válido si ambas partes tienen plena capacidad de obrar. Si a
pesar de ello, se celebran contratos con personas sin plena capacidad de obrar, dichos
contratos se podrán anular. El representante legal o la persona afectada pueden solicitar la
anulación del contrato; de otra manera, el contrato será válido.
El vicio del consentimiento produce que el contrato tampoco sea válido por la concurrencia
de unas determinadas circunstancias.
Art. 1265 CC: “Será nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o
dolo.”
El error consiste en un conocimiento falso de una cosa o hecho. Debe de tratarse de errores
sustanciales. Art. 1266 CC: “Para que el error invalide el consentimiento, deberá recaer sobre
la sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato, o sobre aquellas condiciones de la
misma que principalmente hubiesen dado motivo a celebrarlo. El error sobre la persona sólo
invalidará el contrato cuando la consideración a ella hubiere sido la causa principal del
mismo.”
La violencia existe “cuando para arrancar el consentimiento se emplea una fuerza
irresistible.” (art. 1267)
La intimidación existe “cuando se inspira a uno de los contratantes el temor racional y
fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona o bienes, o en la persona o bienes
de su cónyuge, descendientes o ascendientes”. (art. 1267)
El dolo existe “cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de los
contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho”.
(art. 1269) (por ejemplo, cuando al contratar un seguro de vida se declara estar sano a pesar
de conocer que se padece una enfermedad terminal)
B) El objeto cierto materia del contrato. El objeto del contrato son los bienes o servicios sobre
los que recae. Este objeto debe ser lícito, posible y determinado.
Lícito, según el art. 1271 CC: “Pueden ser objeto de contrato todas las cosas que no están
fuera del comercio de los hombres, aun las futuras. Pueden ser igualmente objeto de
contrato todos los servicios que no sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres. “
Posible, según el art. 1272 CC: “No podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios
imposibles.” Las cosas han de existir en el momento del contrato o al menos es necesario
que puedan existir en el futuro.
C) La causa. La causa es “para cada parte contratante, la prestación o promesa de una cosa o
servicio por la otra parte” (art. 1274 CC). Si falta la causa, el contrato será nulo y no surtirá
efectos.
La forma y la formación del contrato
La forma del contrato hace referencia a la circunstancia de si esta exteriorización de la voluntad ha
de hacerse de una forma determinada; por ejemplo, por escrito o en escritura pública.
En cuanto a la forma y la formación del contrato, el principio general es libertad total de forma. Eso
quiere decir que los contratos obligan a quienes lo realicen independientemente de la forma en la
que se realicen. Art. 1278 CC: “Los contratos serán obligatorios, cualquiera que sea la forma en que
se hayan celebrado, siempre que en ellos concurran las condiciones esenciales para su validez.”
Sin embargo, hay determinados contratos en los que la ley exige la forma escrita para que sean
válido y tengan efectos:
- El contrato de fianza cuando es mercantil ha de constar por escrito
- En otros supuestos, como el contrato de seguro, la ley exige que sea por escrito, al ser largo
y complicado. En este caso, es un requisito para facilitar la prueba del contrato.
En cuanto a la formación del contrato, alude a la perfección del contrato, señalando el momento en
el que el contrato pasa a existir y entonces genera las oportunas obligaciones y derecho.
Art. 1258 CC: “Los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento, y desde entonces obligan,
no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que,
según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley.”
Un contrato se perfecciona por el mero consentimiento de los contratantes sobre los elementos
esenciales del mismo.
Cuando las personas que contratan se encuentran en lugares distintos, el contrato se perfecciona
cuando el oferente (el que oferta) conoce la aceptación.
Art. 1262: “Hallándose en lugares distintos el que hizo la oferta y el que la aceptó, hay
consentimiento desde que el oferente conoce la aceptación o desde que, habiéndosela remitido el
aceptante, no pueda ignorarla sin faltar a la buena fe.”
El momento decisivo es, en principio, el del conocimiento por el oferente de la aceptación, pero
ese momento no será relevante si el oferente no abre las cartas recibidas en un tiempo razonable
y pospone a su voluntad el conocer la respuesta. Estas reglas se aplicarán, por tanto, a los
contratos celebrados por correspondencia, por fax, por correo electrónico, etc.
En cuanto al lugar de celebración de los contratos realizados en estas circunstancias, la regla
general es que el contrato se presumirá celebrado en el lugar en que se hizo la oferta. Existe una
excepción en relación con los contratos realizados por vía electrónica cuando una de las partes es
un consumidor. En estos casos, el contrato se entiende realizado en el lugar de residencia habitual
del consumidor. (art. 29 de la Ley de la Sociedad de la Información y del Comercio Electrónico).
Condiciones generales de la contratación
Existen numerosos contratos en los que las partes pierden la posición de igualdad, en el caso de la
contratación entre particulares con grandes empresas.
En los contratos de adhesión (contratos en los que una de las partes elabora unilateralmente los
pactos o condiciones), la formación del contrato no responde a lo que veníamos apuntando. Por el
contrario, todos sabemos que existen numerosas empresas que elaboran previamente las
condiciones que masivamente contratarán con sus clientes, teniendo que ser aceptadas sin
posibilidad de negociación. Esto ha dado lugar a lo que se viene llamando condiciones generales de
contratación.
Nos enfrentamos al problema del abuso de superioridad frente a la otra parte, en este caso, el
consumidor. El abuso puede darse por dos motivos:
- Que la parte que elabora las condiciones unilateralmente no de la posibilidad a la otra parte
de conocer las condiciones.
- Porque el contenido de esas condiciones sea oscuro y de difícil compresión; o que siendo
claras establezcan reglas abusivas a favor de la parte que impone las condiciones.
El art. 1288 CC apunta lo que es una regla general según la cual la interpretación de las cláusulas
oscuras de un contrato no deberá favorecer a la parte que hubiese ocasionado la oscuridad: “La
interpretación de las cláusulas oscuras de un contrato no deberá favorecer a la parte que hubiese
ocasionado la oscuridad”.
Actualmente se intenta proteger a la parte débil del contrato regulando algunos contratos en
particular con normas de carácter general imperativas (no se pueden eliminar o modificar).
Eso es lo que ha ocurrido con:
- El contrato de seguro regulado en la Ley del Contrato de Seguro de 1980
- El contrato de agencia regulado en la Ley del Contrato de Agencia de 1992.
- Ley de Crédito al Consumo
- Ley de Compraventa a Plazos de Bienes Muebles
La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, y la Ley de Condiciones Generales
de Contratación regula también con detalle esta materia.
La eficacia del contrato
EL efecto fundamental del contrato es que obliga a quienes lo hayan realizado a cumplir lo
acordado en el mismo.
Art. 1091 CC: “Las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes
contratantes, y deben cumplirse a tenor de los mismos”.
Existen casos en los que excepcionalmente se permite que una de las partes pueda desistir
libremente del contrato. Estas excepciones están justificadas para proteger a los consumidores que
contratan en circunstancias determinadas, en las que ha podido estar presionado por el empresario
para dar su consentimiento.
En el caso de que las partes fallezcan, sus herederos asumirán en virtud de la herencia los derechos
y obligaciones de la persona fallecida y, por tanto, serán considerados partes contratantes, salvo
en los supuestos de que se trate de obligaciones y derechos con carácter personalísimo.
Fuera de este supuesto, el contrato no tiene efectos con relación a terceros. El contrato es fruto de
la libre voluntad de personas que han decidido realizarlo, por tanto, solo puede vincular a esas
personas; si así no fuera, se atacaría la autonomía de las personas.
Este principio tiene una excepción: el contrato a favor de tercero.
Art. 1257 CC: “Si el contrato contuviere alguna estipulación en favor de un tercero, éste podrá exigir
su cumplimiento, siempre que hubiese hecho saber su aceptación al obligado antes de que haya
sido aquélla revocada”. Por ejemplo, el contrato de seguro de vida para caso de muerte. El
asegurador se obliga para el caso de que muera el asegurado a abonar una determinada suma al
beneficiario que haya asignado el contratante del seguro.
Algunas figuras contractuales
Contratos consensuales, formales y reales
Los contratos consensuales son contratos que se perfeccionan por el mero consentimiento entre
las partes. Nacen y obligan a las partes desde el momento en el que las partes consienten.
Los contratos formales son los que para perfeccionarse necesitan una forma determinada: por
escrito, en documento privado o escritura pública ante notario.
Los contratos reales son aquellos que se perfeccionan únicamente por la entrega de la cosa
(préstamo, depósito).
Contratos de ejecución instantánea o duraderos
Los contratos de ejecución instantánea son aquellos que se realizan de una vez, instantáneamente,
al cumplir cada parte su obligación. (entregada la cosa y pagado el precio se ha ejecutado
completamente la compraventa)
Los contratos duraderos, la obligación se realiza de manera continuada en el tiempo. Contratos de
suministro de energía, arrendamiento, seguros…
Contratos civiles o mercantiles
En los contratos civiles, se aplican las normas del Código Civil.
En los contratos mercantiles, se aplican las normas del Código de Comercio.