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1. Vocales
- La ŏ se cierra en u seguida de nasal gutural: *oncos > uncus. Parece que también
ocurre este mismo cambio seguida de nasal labial (*omesos > umerus) o de l + consonante
(no la secuencia -ll-): *solcos > sulcus, *colmen > culmen. Este cambio no ocurre o no se
registra en la escritura hasta época republicana cuando la ŏ va precedida de w, de ahí la
alternancia uolt / vult. Esto parece deberse al deseo de evitar la confluencia de dos u
seguidas en la escritura, pero el cambio debió de darse ya en época antigua en el habla
popular. La ŏ también puede pasar a ĕ precedida de w y seguida por r o s en la misma
sílaba o t en la siguiente: voster > vester, vortex > vertex
- La -a- precedida de yod tiende a pasar a e: iaiunus > ieiunus, Ianuarius > lat.
vulg. Ienuarius.
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- Algunos autores hablan del paso de ō a ū, pero solo hay dos ejemplos: for > fur,
quor > cur. Este cerramiento puede deberse a los sonidos labiales precedentes.
- La sílaba ua- en posición inicial pretónica pasa a uo-: uaciuos > uociuos (en
Plaut. y Ter.). Sin embargo, debido a la analogía con uaco, uacas, etc; se restituye la
forma uacivus (> esp. vacío).
- Inversamente, el grupo ou- en las mismas condiciones pasa a au-: *louare >
lavare.
- El grupo au- en posición pretónica pasa a a cuando en la sílaba siguiente hay una
u, evidentemente, por disimilación: Augustus > Agustus (> agosto), auscultare >
ascultare (it. ascoltare, fr. écouter, gall. escoitar, port. escutar ast. ascuchar, esp.
escuchar, …etc.).
- Cuando las dos primeras sílabas de una palabra aparecen caracterizadas por la
misma vocal, la segunda puede no debilitarse por analogía con la primera: hebes > gen.
hebetis, anas > gen. anatis. Hay casos en que tenemos ambas evoluciones: de anas
tenemos también el gen. anitis, e indistintamente farfarus y farferus (nombre de planta).
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- También puede conservarse en perfectos reduplicados: momordi,
spopondi…
- Una vocal breve ante el grupo -nct- se alargaba. Así, aunque el presente iŭngo
es breve por naturaleza pero largo por posición, el participio iūnctus es largo por
naturaleza. De manera similar, los verbos terminados en g tienen el participio de perfecto
y formas afines con vocal larga por naturaleza, excepto si era una i: lĕgo > lēctum.
- En algunas partes del imperio las vocales se podían alargar siguiéndoles el sufijo
-ignum o r + consonante: benīgnum, fōrma.
1. 5. Cambios esporádicos:
- Algunas vocales pueden variar su cantidad por falsa etimología. Así, fērālis
(“concerniente a los muertos o a los infiernos”) se asoció con el verbo fĕro, por lo que
podemos encontrarlo con ĕ.
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- En préstamos griegos por lo general suele actuar la ley de la penúltima, por lo
que pueden haber discrepancias entre el acento griego y latino en una misma palabra (cfr.
gr. Ólympos frente a lat. Olýmpus). Sin embargo, esto resultó enojoso a algunos puristas,
así que podemos encontrar acentuaciones a la griega de manera regular desde época
imperial, como Olýmpus o ídōlus. En casos como el anterior, esta problemática se resolvió
abreviando la penúltima vocal, por lo que pasaría a medirse idŏlus. Esto llegó incluso a
las hablas populares, como testimonias las lenguas romances: ĕrēmus > ĕrĕmus > ĕrmus
> esp. yermo.
2. Consonantes
- La s en latín, que se define como fricativa dental sorda, parece ser más apical
que predorsodental. En resumen, sería como la del castellano estándar. Este fonema puede
sonorizarse y desaparecer en contacto con consonantes sonoras por asimilación, como en
*nis(e)dos > nizdos > nidus. Por otro lado, el rotacismo ha de entenderse también como
una asimilación a las vocales entre las que se encontraría la s, pues la r resultante es una
sonante, y estos fonemas se caracterizan por poseer rasgos tanto vocálicos como
consonánticos. No obstante, el rotacismo puede no darse en diversos casos:
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- La f proviene en latín de las antiguas oclusivas aspiradas indoeuropeas, pero solo
en posición inicial. Por tanto, la aparición de -f- intervocálica puede deberse a dos
razones:
Parece ser que en el periodo clásico tenía una pronunciación labiodental, pero que
en época anterior era bilabial. Esto está testimoniado por grafías del tipo im fronte. OTRO
APUNTE ROMANÍSTICO: suele decirse que en español la f es labiodental, pero esto no
es así en todas las zonas. Desde luego, en el castellano de Asturias es bilabial, pues parece
ser que en asturiano no hay oclusivas sonoras, sino solo sordas, mientras que existen
fricativas sordas y sonoras.
- La -d persiste si le precede vocal breve (id, sed, aliud,…) pero cae si le precede
vocal larga, como en los ablativos singulares. Los monosílabos son más resistentes a esta
pérdida, como el caso de los ablativos mēd, tēd.
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cuntellum en vez de cultellum. APUNTE ROMANÍSTICO: en retorrománico tenemos la
evolución cuntschí de cultellum, lo que no debemos asociar a una disimilación cuntellum,
ya que esta n es comúnmente introducida ente una consonante palatal resultado de una
palatalización por yod, en este caso, proveniente del grupo -kt- > -jt- > -ʧ-; por tanto, la
pronunciación de esta palabra es [kun’ʧi]. Este fenómeno lo tenemos también en el
español manzana (< matiana) o el asturiano muncho (< multum).
2. 4. Repetición de consonantes: