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TEMA 4: Vicisitudes particulares en la evolución de los fonemas latinos

1. Vocales

1.1. Vocales en contacto con otros sonidos:

- La ĕ seguida de nasal gutural pasa a ĭ: *degnos > dignus. Cuando va seguida de


l velar (o sea, una l seguida de a, o, u, ē), pasa a ŏ: *elaiua > oliua, aunque hay
excepciones debidas a la analogía (por ejemplo gelu o scelus por influencia de gelidus y
sceleris respectivamente). También pasa a ŏ seguida de una u antigua: *neuos > nouos.
Finalmente, también se producirá este cambio en sílaba inicial cuando la ĕ va precedida
de s, q o w: *suesor > soror, *peqwo > *qwequo > coquo. Este cambio no se produce si
la sílaba es cerrada: *dwellum > bellum.

- La ŏ se cierra en u seguida de nasal gutural: *oncos > uncus. Parece que también
ocurre este mismo cambio seguida de nasal labial (*omesos > umerus) o de l + consonante
(no la secuencia -ll-): *solcos > sulcus, *colmen > culmen. Este cambio no ocurre o no se
registra en la escritura hasta época republicana cuando la ŏ va precedida de w, de ahí la
alternancia uolt / vult. Esto parece deberse al deseo de evitar la confluencia de dos u
seguidas en la escritura, pero el cambio debió de darse ya en época antigua en el habla
popular. La ŏ también puede pasar a ĕ precedida de w y seguida por r o s en la misma
sílaba o t en la siguiente: voster > vester, vortex > vertex

- La -a- precedida de yod tiende a pasar a e: iaiunus > ieiunus, Ianuarius > lat.
vulg. Ienuarius.

- Parece que ĭ y ŭ se abrían en ĕ y ŏ respectivamente cuando iban seguidas de una


r procedente de una s rotatizada: *siso > sero, *fuset > foret. La palabra nurus (< *snusos)
puede interpretarse como una excepción a esta regla. Sin embargo, está claro que en el
habla popular el femenino se pronunciaba nŏra, de donde esp. nuera. APUNTE
ROMANÍSTICO: En general, la líquida vibrante (sobre todo la múltiple) suele tener un
efecto abridor sobre la vocal precedente. Así, aunque no nos demos cuenta, en español
una palabra como perro se pronuncia [’pεro], con e abierta.

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- Algunos autores hablan del paso de ō a ū, pero solo hay dos ejemplos: for > fur,
quor > cur. Este cerramiento puede deberse a los sonidos labiales precedentes.

- La u precedida de l y seguida de labial aparece a veces sustituida por i e incluso


y: lubet / libet, clupeus / clipeus, lumpha / lympha. La grafía y representaría el medius
sonus, pero como parece que este no existió (cfr. Pedromán) sería una cuestión de
escritura helenizante en palabras importadas del griego.

1.2. Cambios producidos pos influencia del acento histórico:

- La sílaba ua- en posición inicial pretónica pasa a uo-: uaciuos > uociuos (en
Plaut. y Ter.). Sin embargo, debido a la analogía con uaco, uacas, etc; se restituye la
forma uacivus (> esp. vacío).

- Inversamente, el grupo ou- en las mismas condiciones pasa a au-: *louare >
lavare.

- El grupo au- en posición pretónica pasa a a cuando en la sílaba siguiente hay una
u, evidentemente, por disimilación: Augustus > Agustus (> agosto), auscultare >
ascultare (it. ascoltare, fr. écouter, gall. escoitar, port. escutar ast. ascuchar, esp.
escuchar, …etc.).

1.3. Excepciones y anomalías:

- Cuando las dos primeras sílabas de una palabra aparecen caracterizadas por la
misma vocal, la segunda puede no debilitarse por analogía con la primera: hebes > gen.
hebetis, anas > gen. anatis. Hay casos en que tenemos ambas evoluciones: de anas
tenemos también el gen. anitis, e indistintamente farfarus y farferus (nombre de planta).

- Hay palabras donde no se produce el debilitamiento vocálico por la influencia


de formas afines:

- En verbos compuestos ocurre sobre todo con vocal radical o: invoco,


perfodio…

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- También puede conservarse en perfectos reduplicados: momordi,
spopondi…

- El vocalismo del nominativo influye en el de los demás casos:


temporis, corporis…Pero tenemos, por otro lado, el adverbio temperi,
proveniente de tempus, -oris.

- El vocalismo de las formas femeninas influye sobre el de las


masculinas y viceversa: en integer y celeber la vocal e no pasa a i por
influencia de integra y celebris. De forma inversa, genitrix y conditrix
conservan su vocalismo por analogía con genitor y conditor.

1. 4. Algunos casos de alargamiento vocálico:

- Una n en contacto con s o f casi no se pronunciaba, lo que provocó el


alargamiento compensatorio de la vocal precedente. Así, cŏnsul > cō(n)sul, pero la grafía
culta hizo que se reintrodujese la nasal. También aparece testimoniado este fenómeno en
la epigrafía y en resultados romances: spŏnsus > spō(n)sus (esp. esposo).

- Una vocal breve ante el grupo -nct- se alargaba. Así, aunque el presente iŭngo
es breve por naturaleza pero largo por posición, el participio iūnctus es largo por
naturaleza. De manera similar, los verbos terminados en g tienen el participio de perfecto
y formas afines con vocal larga por naturaleza, excepto si era una i: lĕgo > lēctum.

- En algunas partes del imperio las vocales se podían alargar siguiéndoles el sufijo
-ignum o r + consonante: benīgnum, fōrma.

1. 5. Cambios esporádicos:

- Algunas vocales pueden variar su cantidad por falsa etimología. Así, fērālis
(“concerniente a los muertos o a los infiernos”) se asoció con el verbo fĕro, por lo que
podemos encontrarlo con ĕ.

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- En préstamos griegos por lo general suele actuar la ley de la penúltima, por lo
que pueden haber discrepancias entre el acento griego y latino en una misma palabra (cfr.
gr. Ólympos frente a lat. Olýmpus). Sin embargo, esto resultó enojoso a algunos puristas,
así que podemos encontrar acentuaciones a la griega de manera regular desde época
imperial, como Olýmpus o ídōlus. En casos como el anterior, esta problemática se resolvió
abreviando la penúltima vocal, por lo que pasaría a medirse idŏlus. Esto llegó incluso a
las hablas populares, como testimonias las lenguas romances: ĕrēmus > ĕrĕmus > ĕrmus
> esp. yermo.

2. Consonantes

2.1. Particularidades de algunas fricativas:

- La s en latín, que se define como fricativa dental sorda, parece ser más apical
que predorsodental. En resumen, sería como la del castellano estándar. Este fonema puede
sonorizarse y desaparecer en contacto con consonantes sonoras por asimilación, como en
*nis(e)dos > nizdos > nidus. Por otro lado, el rotacismo ha de entenderse también como
una asimilación a las vocales entre las que se encontraría la s, pues la r resultante es una
sonante, y estos fonemas se caracterizan por poseer rasgos tanto vocálicos como
consonánticos. No obstante, el rotacismo puede no darse en diversos casos:

- En palabras compuestas por influencia de las simples correspondientes (desino,


desum, nisi…)

- En palabras que se crearon con posterioridad al fenómeno del rotacismo: desuper.

- En palabras importadas de otras lenguas con posterioridad a mediados del siglo


IV, por tanto, también posteriores al rotacismo: basis, pausa, nausea…

- Por disimilación preventiva: miser, casaries.

- Por tratarse en origen de una s geminada: causa, misi…

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- La f proviene en latín de las antiguas oclusivas aspiradas indoeuropeas, pero solo
en posición inicial. Por tanto, la aparición de -f- intervocálica puede deberse a dos
razones:

- En compuestos de palabras que empezaban por f: infero, refero, fefelli (perfecto


de fallo)…

- Palabras de origen dialectal (se entiende, procedentes de otras lenguas itálicas)


o “rústico”: rufus, scrofa, uafer…

Parece ser que en el periodo clásico tenía una pronunciación labiodental, pero que
en época anterior era bilabial. Esto está testimoniado por grafías del tipo im fronte. OTRO
APUNTE ROMANÍSTICO: suele decirse que en español la f es labiodental, pero esto no
es así en todas las zonas. Desde luego, en el castellano de Asturias es bilabial, pues parece
ser que en asturiano no hay oclusivas sonoras, sino solo sordas, mientras que existen
fricativas sordas y sonoras.

2. 2. Consonantes en final de palabra:

- La -d persiste si le precede vocal breve (id, sed, aliud,…) pero cae si le precede
vocal larga, como en los ablativos singulares. Los monosílabos son más resistentes a esta
pérdida, como el caso de los ablativos mēd, tēd.

- La -t indoeuropea se sonorizó. Así, tenemos el perfecto arcaico feced (clásico


fecit). El hecho de que tengamos las desinencias verbales -t y -nt no implica una
restitución, sino que en latín se sustituyeron las desinencias secundarias por las primarias
(-ti, -nti). Otras palabras, como et o quot, se explican también por su origen (< eti, quoti)
y caput por analogía con los casos oblicuos. En latín vulgar la -t fue dejando de
pronunciarse hasta desaparecer. Como curiosidad, tenemos ultracorrecciones como set o
aliut y grafías como dedid por dedit.

- La -m en final de palabra casi no se pronunciaba, era más bien una resonancia


nasal que nasalizaba y alargaba por compensación la vocal anterior. En inscripciones
antiguas ya podemos notar la frecuente falta de esta consonante. Sin embargo, a finales
del siglo II se produjo una reacción purista dentro de las esferas cultas que hizo que
volvamos a encontrarla en la epigrafía. Evidentemente, esto no afectó al habla popular.
La repercusión mayor en cuanto a la materia que nos atañe de este fenómeno la
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encontramos en la métrica. Como sabemos, una palabra con -m seguida de otra que
empieza por consonante hace posición y provoca el alargamiento de la vocal anterior;
mientras la -m final no se pronuncia si va seguida de vocal, provocando la sinalefa. Según
Bassols, en ambos casos no se pronunciaría la -m, pues en el primer caso la vocal final
se alargaría por el efecto nasalizador de aquella y, al ir seguida por una palabra que
comienza por consonante, no sería posible la sinalefa. Pese a que esta teoría es interesante
y poseemos testimonios de autores antiguos que intentaron describir esta especial
característica de la -m final (como Verrio Flaco o el propio Quintiliano) además de que
existieron tentativas de notar este fenómeno con una grafía especial (como media M o
una M inclinada, similar a una sigma mayúscula); esta -m no pudo alargar todas las
vocales en todos los casos, al menos en el habla popular. Esto implicaría que los
acusativos de la segunda declinación terminasen en -ū, que daría -u en la mayoría de
lenguas romances occidentales. Sin embargo, el resultado más común es una -o
procedente de -ŭ. Finalmente, la casuística de este fenómeno es muy compleja y hay
romanistas, como H. Lausberg, que la -ŭ del nominativo y del acusativo singular
masculino de la segunda declinación eran muy distintas.

- La -s final se conserva cuando le precede una vocal larga y puede si le antecede


una vocal breve dependiendo del sonido con el que comience la palabra siguiente. Si le
seguía una palabra que comenzaba por vocal, se mantenía, al silabearse junto a esta:
magnus animus > mag-nu-sa-ni-mus. Sin embargo, si le sigue una palabra que empieza
por consonante, la -s cae y la vocal anterior no tiene por qué alargarse al no quedar en
sílaba trabada, tal y como nos demuestran los testimonios de los antiguos poetas. Así,
corpus meum puede medirse corpŭ(s) meum. También existe la posibilidad de que esta
-s caiga aunque le siga una palabra que comience vocal, mientras esta sea una forma del
verbo sum: mortuus est > mortuust. En este caso, pues, se produce apócope de -s y aféresis
de e-.

2. 3. Algunos casos de disimilación:

- Disimilación parcial: la disimilación regresiva es muy poco común en latín


clásico, salvando casos como el dudoso ceruleus (cfr. caelum). Sin embargo, se da en
gran medida en latín hablado, pues tenemos pronunciaciones como menetrix en vez de
meretrix, pelegrinus en vez de peregrinus (de donde fr. pèlerin, ast. pelegrín, etc) o

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cuntellum en vez de cultellum. APUNTE ROMANÍSTICO: en retorrománico tenemos la
evolución cuntschí de cultellum, lo que no debemos asociar a una disimilación cuntellum,
ya que esta n es comúnmente introducida ente una consonante palatal resultado de una
palatalización por yod, en este caso, proveniente del grupo -kt- > -jt- > -ʧ-; por tanto, la
pronunciación de esta palabra es [kun’ʧi]. Este fenómeno lo tenemos también en el
español manzana (< matiana) o el asturiano muncho (< multum).

- Disimilación total: lleva consigo la pérdida del sonido disimilado y es un


fenómeno muy afín a la haplología, solo que en este último se pierde una sílaba completa.
Como casos de disimilación total tenemos taberna (< *traberna, cfr. trabes “viga”),
caerealis (< caereralis, cfr. Caeres) o praestigia “juegos de manos” (< praestrigia, cfr.
praestringo “rozar ligeramente las manos”). Sabemos también que en el habla fratres se
pronunciaba frates.

2. 4. Repetición de consonantes:

A veces la articulación de una consonante se anticipa a la sílaba precedente a pesar


de que vuelva a repetirse luego en la sílaba que le corresponde o, por el contrario, una
consonante que ya se ha pronunciado vuelve a repetirse en la sílaba siguiente. Los
ejemplos pertenecen al habla popular y aparecen en inscripciones: Lanctantis en vez de
Lactantis, Artermisius en vez de Artemisius, singnifer en vez de signifer o Euphratre en
vez de Euphrate.

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