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Tres tristes tigres en España

Por Marta Sandoval

Tres escritores latinoamericanos de la útima camada, el


guatemalteco Eduardo Halfon, el peruano Santiago
Roncagliolo y el argentino Andrés Neuman, se reunieron
en un bar de Segovia a beber cerveza, comer aceitunas y
platicar de algunas de sus procupaciones comunes: el
destierro, la identidad, el origen de su escritura… Lo que
sigue es un resumen de esa charla en donde elAcordeón
participó como testigo

Cae la tarde en Segovia, España, y Santiago Roncagliolo,


chumpa de cuero ajada y pantalones vaqueros, espera en
un minúsculo bar alejado del acueducto y los turistas, a
dos compañeros escritores. Pide una cerveza y apenas ha
bebido tres sorbos cuando llegan Andrés Neuman y
Eduardo Halfon. Neuman con el cabello liso y brillante
que gira uniforme cada vez que él mueve la cabeza y
Halfon, que no tiene pelo, con unos lentes redondos como
los de John Lennon. Santiago está feliz porque acaba de
ver su nuevo libro impreso y Andrés y Eduardo recién
salen de un debate literario poco alentador, pero que les
mantuvo atentos. La pequeña mesa de madera que cojea
cada vez que alguien mueve los brazos o cruza la pierna,
se va poblando poco a poco de cervezas y aceitunas, y la
charla sigue su curso sin rumbo fijo. Una pequeña
grabadora, tímida entre vasos y ceniceros, les recuerda
que es una entrevista, pero no hay preguntas, ni
entrevistadores, solo tres amigos que hablan de su vida
en España, de su oficio y de sus dilemas.
Además de compartir profesión, geografía de
nacimiento y de elección, los tres también se reúnen en
la lista de los 39 escritores latinoamericanos menores de
39 años más influyentes, que hizo el Hay Festival de
Colombia.
Roncagliolo de Perú, Halfon de Guatemala y Neuman
de Argentina descubren que son más parecidos de lo que
piensan y más distintos de lo que podrían imaginar.

Si bien antes Paris era el destino de los escritores


latinoamericanos, ahora parece ser España. ¿Por
qué? ¿cómo llegan aquí?

Roncagliolo. Yo me vine por error. Creo que fui el único


que llegó pensando en ser escritor. Tenía 25 años y sabía
que los únicos escritores peruanos que habían triunfado
estaban en España. Caí aquí en el 2000, pero muy a lo
bruto, a gastarme todos mis ahorros y a creer que era
"escritor latinoamericano", cuando en realidad era un
simple sudaca. Pasé cuatro años bastante malos. De lo
primero que me di cuenta en España era de lo bien que
yo vivía en Perú. Supongo que eso también me hizo
escribir mucho. Pensaba que si todo salía mal regresaba a
Perú y era cajero de banco, pero ese era mi momento.

Neuman. Yo vine por una decisión familiar. Cuando ganó


Menem hubo una especie de funeral en mi casa y
entonces tomaron la determinación de venir
definitivamente a España. Ya parte de mi familia estaba
exilada aquí. Tenía 13 años, así que hice la escuela
primaria en Argentina y la secundaría y la carrera en
Granada. Pero siento que España también es mi país.

Halfon. Yo he vivido fuera casi toda mi vida. En Estados


Unidos la mayoría del tiempo. Estaba en Guatemala,
pero siempre fuera. Es como pertenecer a un país al que
no perteneces. Entonces para mí siempre ha sido muy
fácil irme y ahora concretamente lo hice huyendo de un
país sumamente violento.

Neuman. Fíjate que has dicho "fuera". La idea del


"fuera" ya indica como se da por sentado que alguien que
nace en un país tiene la obligación de permanecer en él y
si no lo hace es una excepción. Entonces uno se pregunta
¿afuera de qué? Si es una observación geográfica es una
estupidez y si es una observación cultural o psicológica
entonces uno nunca está afuera. Mi memoria es
argentina, no he sustituido mi memoria por otra,
entonces sigo estando dentro.

Roncagliolo. En Perú parte de tu identidad nacional era


querer vivir en otro país. Pertenezco a una generación
que pensaba que no había ningún remedio para lo que tú
querías como vida. Salíamos a los noventa acabando con
toda la violencia de los ochenta y con la crisis económica.
Arrancamos con un subidón y pensábamos que el país se
iba para arriba. Súbito podíamos salir, antes no se podía.
Vivimos la adolescencia en el segundo productor mundial
de cocaína con lo cual nos pasamos dopados los noventa.
Y de repente nos dimos cuenta qué todo se había
acabado, que no se podía trabajar como periodista, que
las posibilidades de empleo eran escasas y que uno había
estado borracho mientras todo se venía abajo.

Halfon. En Guatemala es un dicho común y ya casi un


cliché decir "hay que irse a la mierda". El guatemalteco
sueña con irse a la mierda. Le preguntás a alguien qué tal
está y te contesta “hay que irse a la mierda”. Es que es
un periodo muy largo y muy violento, son 40 años de
guerra que no han terminado. Porque no se solucionó, se
apaciguó en el 96. Pero ahora hay un crescendo de la
violencia terrible.

¿Qué es lo qué mas les gusta y lo que menos de los


españoles?

Roncagliolo. A mi me gusta este país. Me parece una


sociedad más sana que la peruana. Creo que se han
puesto de acuerdo muy bien. Lo que me llama la atención
son los líos nacionalistas, me parece que cuando uno no
tiene problemas se los inventa. También me sorprende
como pesa el pasado. Cada vez que hay una pelea
política sale la guerra civil, aparecen las banderas de la
República y la española. Supongo que nosotros venimos
de países más nuevos, donde la conciencia del pasado es
menos común.

Halfon. A mi lo que menos me gusta de los españoles es


que todo es fiesta, ¡no trabajan! Y lo que más me gusta
de los españoles es que todo es fiesta, ¡no trabajan!

Neuman. Lo que más me gusta es la esperanza. Hay


una cierta confianza en el futuro que en América Latina
no hay, allí es como estar siempre a punto del
Apocalipsis. Me gusta también el civismo. En España
todavía se indignan por lo anticívico. En Argentina es una
constante decir “quién es el idiota que quiere ser cívico,
anda a joder, de qué siglo sos”.

Roncagliolo. Eso de la esperanza me parece importante.


Los españoles están más dispuestos a embarcarse en
proyectos, incluso absurdos, porque creen que podrán
resultar. En Lima suele haber una desconfianza de
partida. Todo mundo asume que va a ser tan difícil que ya
nadie se embarcaba en nada, ni siquiera se intenta.

Neuman. Otra cosa que me gusta de España es la


seguridad social. Es una de las mejores del mundo. Ha
salvado a mis dos padres. Lo que no me gusta de España
es la derecha posfranquista, creo que una parte de la
sociedad española no ha superado la pedagogía del
franquismo. No me molesta la derecha en sí, creo que es
necesaria. Pero me asusta un poco que en España
tenemos una derecha no democrática y eso es grave.

Roncagliolo. Para el libro de Sendero estuve hablando


con una dirigente cocalera, de extrema izquierda. El
equivalente a Evo Morales en Perú. Ella me preguntaba
cuánto ganaba un obrero en España y yo le contesté que
mil euros más o menos. “¡Mil euros, ¿cómo van a ser de
izquierda esos huevones?”, me dijo. Yo le explicaba que
había mucha gente viviendo del seguro del desempleo y
ella grita “¡¿del seguro del qué?¡”

¿Por qué empiezan a escribir?

Roncagliolo. Por la misma razón por la que empecé a


leer quizá. Yo crecí en México y regresé a Perú a
mediados de los años 80. Pasé de un pequeño colegio
mixto y laico, a un colegio religioso y de hombres. Mi
familia comenzó a desintegrarse y leer era una especie
de evasión de todo esto. Yo era un niño raro que hablaba
raro, entonces los pasatiempos solitarios se me daban
mejor. Cuando inicié a escribir, a los 21 o 22, fue más o
menos lo mismo. Tenía la misma sensación, no me
gustaba la universidad, ni el trabajo y escribir fue una
manera de transportarme a otro sitio. Era algo
profundamente terapéutico, muchas cosas que yo quería
decir no se las podía decir a nadie pero si las podía
escribir. Creo que soy una persona bastante menos
autodestructiva desde que escribo.

Halfon. Yo concuerdo con eso. En mi caso fue la


frustración de no estar bien en donde estaba. Es una
desubicación absoluta. Estaba en una carrera, una
religión y un país que no me gustaban. Tenía 27 años y ni
puta idea de qué quería hacer. La literatura no fue una
decisión consciente. Entré en la universidad a tomar
cursos de filosofía primero, y buscando ubicarme en
temas más filosóficos encontré respuestas en estética,
luego caigo en una lectura obsesiva y empiezo a escribir.

Roncagliolo. Es cómo crear un mundo que puedas


controlar.

Halfon. Hacer un orden de un desorden. No deja de


tener ingeniería. Darle sentido al sin sentido.

Neuman. Para mí la escritura tiene que ver con la


felicidad, no con alcanzarla, sino con huir de la
infelicidad. Cuando empecé a escribir tenía 10 años…

Roncagliolo. ¡Qué niño tan infeliz! ... ahora creo que mi


infancia fue una maravilla.

Neuman. Es verdad, tenía 10 años cuando empecé. No


estaba bien en el colegio. La literatura fue como poder
inaugurar otras reglas, que no manejabas, pero que
intuías que podías modificar tú mismo. Lo que hacía al
principio era cambiar lo que leía. Le cambiaba el final o
los personajes. Al cabo de uno o dos años las historias
que escribía ya no eran copias modificadas sino
totalmente mías. Curiosamente una vez que empecé a
escribir, comencé a llevarme mejor con los demás. Carlos
Marzal, el poeta, dice una cosa hermosa, “el arte es estar
con la gente sin la gente”. Es un acto solitario pero que te
reconcilia con los demás, empezando por ti mismo.

Roncagliolo. Yo quería estudiar periodismo, pero mi


padre, que siempre ha sido una gran influencia en mí
vida, nefasta la mayoría de las veces, me dijo “¿qué vas a
aprender ahí?, ¿a redactar?, hijito estudia cualquier otra
carrera de muerto de hambre y no periodismo cómo hace
todo el mundo”. Entonces estudié una carrera de muerto
de hambre que era literatura y que era más respetable.
Pero en la facultad me sentía sumamente constreñido,
porque la mayoría era crítica. Terminé y me ofrecieron ser
coordinador de prácticas, que era el comienzo de un
escalafón académico. Con náuseas decidí abandonar esa
posibilidad y empezar a hacer novelas.

¿Les dominan sus personajes, o ustedes los


dominan a ellos? ¿siempre saben cómo va terminar
la historia?
Halfon. Yo no. Hablando con Alan Pauls, le decía que
su novela estaba llena de imágenes y él casi ofendido me
dijo que él no escribía a partir imágenes. Yo sí creo en la
imagen, casi siempre empiezo con una. Es mi punto de
partida, creo saber a dónde me va a llevar, pero en el
camino me doy cuenta que no tengo ni la más puta idea,
me para llevando hacia otro lado. Creo que la historia
manda y te dirá a dónde quiere ir, cómo quiere llegar y
cuál es el vehículo para contarla.

Roncagliolo. Más o menos pienso lo mismo. Trabajo


en base a algunas imágenes. Pero quizá por mi faceta de
guionista cuido que no haya cabos sueltos en la
estructura de la historia, entonces tengo claras ciertas
cosas desde el principio. Suelo tener dos o tres abortos
antes de cada novela.

Neuman. El procedimiento uno lo descubre una vez


que empieza a trabajar. En mi primera novela Bariloche,
tenía dos planos muy diferenciados. Entonces hice un
dibujo de cómo se iban a ir cruzando, pero la voz de los
personajes no la conocía y poco a poco la fui oyendo. En
la segunda novela fue al revés, escuchaba la voz, pero no
veía los planos. Una vez Argentina fue muy pensada.
Tomé notas durante 10 años, estaba todo absolutamente
previsto, cosa que nunca antes me había pasado. Era
prácticamente un guión de la película que iba a rodar.
Quizá porque tenía muchos personajes, era una historia
muy compleja.

Roncagliolo. Yo cambio mucho de un libro a otro.


Cambio de género y de recurso y de estilo. A veces
quiero escribir una igualita a la anterior, que ya sé cómo
se hace, pero no puedo, no funciona. Supongo que todo
responde a tu mundo interior y a lo que pase en ese
momento de tu vida. Es lo que está dentro de ti, no es
algo que puedas controlar técnicamente.

¿Cómo organizan el día a día?

Roncagliolo. Cuando estoy trabajando, necesito


estar metido en la escritura muchas horas al día y muy
solo. Antes era más fácil porque no tenía dinero ni
trabajo y estaba encerrado escribiendo para no volverme
loco.
Halfon. Yo soy muy neurótico. Trabajo como
ingeniero. Es un sistema preestablecido, en la mañana y
de tal hora a tal otra. Siempre un tiempo muy corto, una
o dos horas. Y no permito que nadie entre a ese espacio.

Roncagliolo. Espero que no escribas en el


dormitorio...

Halfon. No, pero soy muy sistemático, siempre


escribo por la mañana y con café. Por la tarde leo y no
puedo salir de ese esquema.

Neuman. A mi me pasa lo contrario, yo por la


mañana no puedo escribir. Tardo mucho en levantarme y
me siento muy desgraciado cuando me despierto. Lo
primero que me sale en el día es un lamento. Antes era
muy extremo y escribía siempre por la noche, como el
poeta romántico, pero esto es muy poco práctico, no
puedes vivir en pareja así. Entonces empecé a trabajar
por la tarde, a partir del segundo café, como muy
temprano al medio día. Pueden ser sesiones de ocho o
diez horas. Cuando siento cansancio y me duele la
espalda, me siento muy feliz. Es lo más parecido a tener
un orgasmo. Además me gusta escribir en el cuarto de
baño. Soy mucho mejor poeta en el cuarto de baño.

Roncagliolo. ¿No llevas una revista como todo el


mundo?

Neuman. Perdona, pero no es ninguna broma. Los


poemas que mejor me han salido han sido en el baño.

Roncagliolo. ¿Pero en la ducha?


Neuman. No, en el water. Cuando uno está a solas
con lo más verdadero de uno mismo.

Roncagliolo ¿Tus poemas salen por ahí?

Neuman. No puedo revelar mis técnicas, Santiago.


Pero pensá que si vos estás cagando nada te puede
interrumpir. Si llega el cartero y estás en el escritorio te
levantás, pero si estás cagando simplemente no podés.

Halfon. A mi me pasa que estoy todo el día metido


en un texto, pero no estoy escribiendo. Martín Amis o
Cantinflas, uno de los dos, contó que escribía viendo a la
ventana. Entonces yo estoy sumergido en el texto
aunque no esté frente a la computadora, cuando escucho
una palabra que detona algo, voy y lo escribo y así me
lleno de ideas que después llevo al texto.

Eduardo Halfon (Guatemla, 1971) Su más reciente libro


publicado es la recopilación de cuentos “Siete minutos de
desasosiego” (Panamericana, 2007).

Santiago Roncagliolo (Lima, Perú, 1975) Su más


reciente libro publicado es “La cuarta espada” (Debate,
2007), un reportaje a profundidad sobre el grupo
guerrillero peruano Sendero Luminoso.

Andrés Neuman(Buenos Aires, Argentina, 1977) Sus


más recientes libros publicados son la serie de cuentos
“Alumbramiento” (Páginas de espuma, 2006) y el libro de
poemas “Sonetos del extraño” (Cuadernos del Vigía,
2007)

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