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La vida social, cultural y económica de los pueblos que ya vivían aquí y también
de los que acababan de llegar dio un giro muy importante, se difundió la cultura
guaranítica entre los Europeos, así como también la cultura Europea entre los
guaraníes.
La fundación de Asunción
Al fin de cuentas, fue esta última, la masa de los intrépidos tripulantes llegados a
tierra americana la que contó en su poblamiento definitivo y, en el caso del Paraguay,
la que protagonizó el trascendental proceso de mestizaje, base y sustancia de la
conformación social nacional.
Habría que agregar, aún, el propio modelo socio-económico hispano, el que llegó
con los conquistadores en sus carabelas, pues de la amalgama entre éste y una de las
formas de organización económica pre-existente en el suelo paraguayo, habría de
surgir lo que podemos denominar la economía de la colonia en el Paraguay
La diferenciación regional entre estas dos grandes áreas del territorio paraguayo
estaba así marcada, desde los propios inicios de la conquista; por formas de
organización económica y social fundamentalmente contrapuestas.
Es más: la mayor parte de los grupos tribales paleolíticos chaqueños, sobre todo
algunos que se desplazaban muy cercanos a la costa occidental del río Paraguay (como
los guaycurúes) o que, incluso, practicaban un habilidoso y activo desplazamiento
fluvial por medio de canoas a lo largo de este río (como era el caso de los payaguáes),
sostenían con los pueblos guaraníes de la orilla oriental un secular enfrentamiento,
sometiendo a estos últimos a permanente asedio, saqueos y violencia y buscando
proveerse de los productos de una práctica económica que no cabía en su universo
social y cultural: la agricultura.
Nació así una verdadera alianza social basada en lazos de parentesco político, por
la unión del hombre español con la mujer guaraní, de la cual aspiraban los guaraníes
obtener el beneficio de una o de tantas campañas como fueran precisas para
exterminar al temido y odiado enemigo chaqueño.
Esta alianza se vio reforzada por el propio interés de los españoles en llevar
adelante estas expediciones que, más que dirigidas a complacer al aliado nativo, se
encaminaban a afianzar la conquista y -sobre todo- a ampliar su dominio hasta el
mismo Perú desde donde relumbraba el atractivo de las minas de oro y plata.
Este sueño duró poco: lo suficiente como para que, en sucesivas y laboriosas
jornadas de los hispano-asuncenos cruzando el Chaco hacia las serranías andinas, se
constatara que ya otros osados conquistadores se habían posesionado de los
yacimientos que aquéllos ambicionaban. Con lo cual debieron arraigar definitivamente
en suelo paraguayo, trocando su expansivo ímpetu conquistador en intrépida acción
pobladora y colonizadora de estas tierras.
Por su parte, los guaraníes de la cuenca del río Paraguay con quienes los
españoles establecieron sus contactos y vinculaciones más directas, amplias y
duraderas, cuando no quedaron sometidos al proceso de integración que se desarrolló
en la Colonia a través de las instituciones básicas, que estudiaremos en el siguiente
capítulo, sufrieron las consecuencias de enérgicas acciones punitivas que reprimieron
sucesivos intentos fallidos de rebelarse contra la dominación colonial, o se dispersaron
de sus originales hábitat regionales desintegrándose social y culturalmente y
conociendo de un paulatino decrecimiento demográfico.
Tal, fue el caso de los guaycurúes que adoptaron el uso del caballo y provocaron,
durante casi dos siglos, un estado de permanente inseguridad en los poblados criollos,
mestizos y guaraníes de la Provincia del Paraguay, sumando a su economía, ya de por
sí improductiva de cazadores-recolectores-pescadores, nuevos elementos
depredatorios para el sistema económico-social de la colonia: el pillaje, la rapiña y la
piratería.
Contra éstos y otros grupos paleolíticos del Chaco, debió concentrarse gran parte
de los esfuerzos de la organización social y política colonial paraguaya en acciones
defensivas o punitivas que se extendieron hasta los propios gobiernos de Francia y
López, ya en pleno Paraguay independiente.
Luego de las fundaciones dadas, debió organizarse la ciudad; fue ahí que
surgieron los gobernadores elegidos por votaciones, esto podría darse gracias a la
aparición de la Cédula Real, creada en España que facultaba a los conquistadores a
asumir ciertos cargos de dirección.
Irala abandonó el Río de La Plata por los constantes ataques que los indios
hacían a Buenos Aires y decidió concentrarse en Asunción, donde se dio por organizar
La ciudad.
Todas las reducciones tenían una misma organización: la iglesia era levantada
en la parte media de uno de los lados del amplio terreno que ocupaba. Al lado de la
iglesia, la casa de los misioneros, y a continuación el colegio y los talleres; y al otro
lado, el cementerio. Las casa de los indios, generalmente, de piedra o paja y barro, con
amplios corredores, ocupaban los otros lados del terreno.
Las reducciones contaron con la primera imprenta fundada por los padres Juan
Bautista Neuman y José Serrano, quienes armaron una prensa, fundieron los tipos
necesarios y publicaron los primeros libros. Las impresiones se hicieron en Loreto, San
Javier y Santa María la Mayor.
En torno a la Casa Fuerte los españoles apeñuscaron sus casas, del mismo
estilo. En 1542 ocupaban los 600 conquistadores y sus agregados femeninos 250
viviendas. La comparación de estas cifras indica que el español adoptó, al comenzar la
Conquista, la costumbre guaraní de la casa colectiva que abrigaba a varias familias.
Lo perecedero del material utilizado no aseguró muy larga vida a este edificio.
El gobernador Diez de Andino mandó levantar otro nuevo templo, inaugurado en 1689
y que duró hasta un siglo después en que fue restaurada y se construyó una nueva
fachada, por ser considerada la antigua edificación «una cavaña o galpón
despreciable» por el ingeniero Julio Ramón de César.
La herencia de la Colonia
Los PP. Peragrassa, Ribera, Sepp y otros, y los hermanos Prímoli Brasanelli,
Harls y decenas más, actuaran de arquitectos, maestros de obras, tallistas y canteros.
En nuestro país, con frecuencia pretende verse arte jesuítico en todos los
vestigios coloniales de valar estético. Ello constituye un manifiesto error, ya que
mucho de lo referido debe atribuirse a los franciscanos o al clero secular y aun a
artistas y, artesanos seglares, traídos a veces del exterior para su ejecución.
Del arte franciscano, se conservó casi intacto hasta la última década el templo
de Caazapá, y en el de Itá, que es del siglo XIX, se han utilizado el retablo, las imágenes,
algunas alertas las rejas del edificio franciscano de 1698.
Al establecerse en sus nuevos dominios, los españoles divulgan las ciencias, las
letras y las artes de Occidente. En el continente americano, se leen y se editan libros.
Además y por especial recomendación de las autoridades metropolitanas, se estudia
física y humana del Nuevo Mundo.
Las mujeres usaban una prenda mínima de corte triangular realizada con
plumas de ave denominada "tanga". Al llegar los españoles cambiaron la tanga por el
tipoy, túnica sin mangas, hecha de algodón, que cubría el cuerpo desde los hombros
hasta las rodillas. Se adornaban con plumas, pinturas y tatuajes, collares de semillas,
huesos, objetos de forma y materiales diversos, no usaban calzado.
El núcleo familiar era muy importante, razón por la cual construían casas muy
grandes en las que vivían cuñados, hijos, tíos, primos, abuelos, padres, etc.
Entre ellos, los lazos del parentesco inmediatos eran respetados y la familia
podía ser polígama, si los medios de subsistencia lo permitían. Respetaban a los
ancianos y rechazaban el incesto, el adulterio y el aborto.
Las viviendas eran comunales, de troncos, techos a dos aguas con ramas, pasto
y hojas de palmera y paredes revocadas con barro. Entre cuatro y ocho de estas chozas
formaban una aldea. Éstas estaban protegidas por zanjas y empalizadas, que servían
para defenderse de los ataques de otras tribus y de los animales salvajes.
Los peces más chicos eran pescados con hilo y anzuelo, de madera o metal, y
con arco, los de gran tamaño. Además utilizaban la red, ya que construían pequeños
diques en los arroyos para localizarlos con facilidad.
Gran parte de sus actividades estaban ligadas a los cursos de agua. Fueron
hábiles navegantes y constructores de canoas, que hacían con grandes troncos
ahuecados. También fabricaban balsas con cañas que movían con larguísimos palos.
Sus armas eran la macana o maza de madera, el arco y las flechas, comunes
también a los pueblos pámpidos del Chaco, de los cuales los guaraníes se
diferenciaban por el uso de flechas incendiarias.
Ejercían la medicina los paíavaré, los cariaba y los mencionados payé. A las
prácticas mágicas de la succión y de la sajadura para expulsar a los espíritus malignos y
a las ceremonias expiratorias, agregaban procedimientos más positivos, como el uso
de infusiones y emplastos de substancias vegetales y animales. Diferenciaban las
enfermedades y utilizaban distintos métodos terapéuticos, yerbas medicinales,
amuletos y sortilegios, para cada uno de ellas.