Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Estrés es una palabra que deriva del latín, la cual fue utilizada con mucha frecuencia durante el siglo
XVII para representar "adversidad" o "aflicción". A finales del siglo XVIII su utilización evolucionó para
"fuerza", "presión" o "esfuerzo", puesta en práctica en primer lugar por la propia persona, su cuerpo y su
mente.
El término estrés fue introducido por el médico fisiólogo Hans Seyle de Montreal y no tenía traducción al
español. Originalmente se refirió a las reacciones inespecíficas del organismo ante estímulos tanto
psíquicos como físicos, involucrando procesos normales de adaptación (eustrés), así como anormales
(distrés). En el nivel de la emoción, sin embargo, las reacciones del estrés son muy distintas. La persona
maneja la situación con la motivación y el estímulo del eustrés. Al contrario, el distrés acobarda e
intimida a la persona y hace que huya de la situación
El estrés afecta órganos y funciones de todo el organismo. Los síntomas más comunes son:
Depresión o ansiedad
Dolores de cabeza
Insomnio
Indigestión
Sarpullidos
Disfunción sexual
Nerviosismo
Palpitaciones rápidas
Diarrea o estreñimiento
Cansancio/agotamiento
Tensión muscular
Ansiedad
Indigestión
Estremecimiento
Uñas mordidas
Insomnio
Cambios de humor
Frío, manos sudorosas
Aumento o pérdida del apetito
Presión de dientes o mandíbula
Descomposición general del cuerpo, como debilidad, vértigo, dolor de cabeza, dolor de estómago o dolor
de espalda o músculos
Incremento en el uso de alcohol y otras drogas
Pérdida de energía
Podemos comprobar que existen innumerables agentes externos e internos capaces de producir un
impacto en nuestro sistema nerviosos y hormonal, de tal intensidad que son experimentados como
distrés, no es necesario que el agente desencadenante sea muy poderoso, basta que la respuesta al
mismo lo sea. Precisamente esto es lo que nos proporciona una oportunidad, no podemos apenas influir
sobre el agente pero siempre podremos hacerlo con la respuesta, podemos intentarlo al menos.
Podemos dividir en clases las causas del estrés aunque esto solo nos proporcionará una idea
aproximada, ya que es la combinación de agentes de diversa procedencia lo que acaba provocando
respuestas excesivas.
Causas:
Cualquier clasificación es incompleta ya que todas las posibles causas interactúan entre sí produciendo
otra combinación causal que también deberíamos incluir y así hasta el infinito.
En general la respuesta excesiva que se observa en las personas alteradas por el estrés tiene un origen
múltiple. Es difícil aunque no imposible que un solo estresor llegue a generar una respuesta anormal de
estrés, lo corriente es que la acumulación de estresores desencadene una situación en que el próximo
estímulo desbordará el vaso. Lo peor es que con el paso del tiempo el cuerpo va acumulando tensión,
los músculos se convierten en los discos duros de la tensión, hay una descarga en placa motora tan
permanente como innecesaria que aunque inconsciente afecta al estado de vigilia, ya que el agotamiento
que produce disminuye la energía necesaria para cosas tan sencillas como prestar atención o realizar un
esfuerzo voluntario y mantenido, un problema de origen muscular acabará afectando al sistema
circulatorio debido al sobreesfuerzo que ha de realizar el corazón para vencer la resistencia que impone
la musculatura sobre las arterias. Y así sucederá en cadena con el resto de sistemas y el funcionamiento
general del cuerpo en su conjunto: como en una pirámide de naipes cada uno cayendo sobre el otro......
y la estructura va cediendo, todavía aguantan, ¿pero hasta cuándo?. Las demandas ingratas instalan la
presión sobre nosotros, la musculatura responde a la carga con tensión, el sistema nervioso central lee
la musculatura y una emoción negativa invade nuestro ser. El veneno de la tensión se difunde, el distrés
en acción.
El estrés laboral se conceptualiza como el conjunto de fenómenos que se suceden en el organismo del
trabajador con la participación de los agentes estresantes lesivos derivados directamente del trabajo o
que con motivo de este, pueden afectar la salud del trabajador.
En la práctica médica, al observar la incidencia de las enfermedades derivadas del estrés, es evidente la
asociación entre algunas profesiones en particular y el grado de estrés que en forma genérica presentan
grupos de trabajadores de determinado gremio u ocupación con características laborales comunes, entre
ellos resaltan:
A) Trabajo apresurado:
Rectores
Médicos
Políticos
Otros
F) Riesgo económico:
Gerentes
Contadores
Agentes de Bolsa de Valores
Ejecutivos Financieros
Sin embargo, hacen falta estudios formales que permitan establecer con mayor precisión las variables
participantes y correlaciones correspondientes, a efecto de poder determinar los porcentajes y
mecanismos de participación de los agentes estresantes que ocasionan las diferentes enfermedades que
inciden notablemente sobre estos grupos de trabajadores.
Primero, define aquello que te produce estrés. Para manejar el estrés, debes identificar claramente las
situaciones en la vida diaria que te produzcan estrés o tensión. Para identificar estos "estresantes", sé
más sensitivo con tu cuerpo en diferentes situaciones. Pregúntate:
Segundo, haz un esfuerzo para eliminar aquello que te produce estrés. Si esto no es realmente posible,
trata de disminuir sus efectos sobre ti (neutralizarlos).
Aprende a relajarte cuando estés frente a situaciones de estrés. Esta puede ser tu mejor arma de
defensa. Date un descanso. Camina y habla más pausadamente. Date tiempo para conocer tus límites y
completar tu trabajo. Aprende que relajarte toma un poco de práctica. Pero es bueno valorarla, y pronto
sabrás exactamente qué tienes que hacer para reemplazar una respuesta estresante por una respuesta
relajada.
• No permitas que tus emociones se encierren sobre ti mismo. Comparte tus sentimientos con
otros.
• Aprende a manejar tu tiempo eficientemente.
• Haz un ensayo del estrés. Prepara una situación estresante imaginándote calmo y manejando la
situación bien.
• Mantén buenas relaciones sociales. Nutre los lazos con la familia y amigos.
• Sé realista. Pensamientos irreales pueden aumentar tu estrés. No esperes que todos tengan o
compartan tu misma opinión. Modera tus expectativas sobre ti mismo y sobre los demás. Estate listo
para ser humano. No esperes, tampoco, absoluta armonía en tus relaciones. La vida real involucra
conflictos ocasionales, aun entre personas que se aman. Espera choques ocasionales y estate dispuesto
a confrontarlos. Trabajar con desacuerdos es mejor que ignorarlos, lo que finalmente terminará en
menos estrés.
• Mejora tus comunicaciones. Si eres agresivo u hostil con otros, puedes enemistarte con los
demás o apartarte, creando más problemas. Por otro lado, si eres muy pasivo, sentirás que puedes estar
sacándole ventaja o controlándole. Obviamente, un balance entre estos dos extremos es requerido. Un
entrenamiento sostenido puede ayudarte a expresar tus necesidades sin ofender a los demás o ignorar
sentimientos.
• Toma tiempo para recargarte/rejuvenecerte. Encuentra algo en tu vida que eleve tu espíritu.
Puede ser la música, el baile, la meditación, deportes, rezar, pintar, escalar montañas, ir al mar, o
cualquier cosa que disfrutes y que a la vez levante tu espíritu. Date tiempo para la distracción, la
recreación y ejercicios espirituales; revitalízate a ti mismo, lo que te permitirá mantener un apropiado
balance y perspectiva en tu vida... y te dará un mayor control sobre el estrés.
• Defínete claramente hacia los demás. Usualmente nos vemos obligados a mostrar más de lo que
realmente somos. Necesitamos avanzar en nuestras carreras, aunque requiera de sacrificios como el
alejarse de la familia, quienes se sienten defraudadas porque no pasamos el tiempo suficiente con ellos.
La respuesta puede ser reducir tu escala un poco... pensar en pequeño... y entregar más a las personas
que se preocupan por nosotros.
Mucho estrés es el producto de expectativas erradas. Cuando no puedas vivir con tus propias
expectativas –o las expectativas de otros– esto va a originar estrés, tensión y presión. La solución es
redirigir nuestras expectativas con realismo, haciendo un mejor trabajo de comunicación, definiendo
exactamente lo que puedes o no puedes hacer, y definiendo límites. Aprende a decir "no" y a sentirte
bien con esa respuesta.