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Tumaco, Coca y Violencia: ¡A un año de la firma de la paz!

Mientras se intenta invisibilizar de una forma casi que mística el asesinato de


campesinos en Tumaco por parte de la fuerza pública, las historias que transcurren entre
los pobladores hablan de una forma diferente acerca de lo ocurrido. Su vida ha estado
signada por la violencia que desde los años 90 llegó para quedarse, sin embargo, la
coca llegaría después de que Pastrana y Bill Clinton firmaran los paquetes de
intervención conocidos como Plan Colombia.

Las diferentes violencias que transcurrieron desde diversas épocas históricas, pero con
un trazo indeleble que las une, llevaron a la migración y el desplazamiento, desde
diferentes regiones, a pobladores de diferentes departamentos hacia Tumaco. En
Tumaco se establecían patrones rurales de concentración de la tierra a través de las
empresas ganaderas que en los años 80 manejaban el mercado de la tierra despojando
a los pobladores por medio de la ampliación de la cerca o cambiando radios y otras
tecnologías por hectáreas de tierra. Los empresarios llevaban sus propios topógrafos
para comprar a los campesinos partes de sus parcelas y mientras el campesino vendía
una hectárea, los topógrafos median 2 o 3 hectáreas para comprarla por el precio de 1.

Jamás apareció el INCORA (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria) para realizar


una titulación respectiva de los títulos campesinos, así que cuando los empresarios
aparecieron, los títulos fueron registrados cómo si no hubieran existido dueños con
antelación.

A finales de los años 80 circundan estás tierras diferentes conflictos, por un lado el M-
19 (Movimiento 19 de abril) intenta entrar con armas por el Ecuador pero son
capturados, después llega el ELN (Ejército de Liberación Nacional) ampliando sus
frentes de combate, llegan los palmeros siendo antiguos ganaderos, ampliando los
cultivos para fortalecer una economía agroindustrial, de tal manera que las hectáreas
de tierra protegida fueron despojadas para el cultivo de la palma.

Pero la palma africana llega desde los años 50 cuando a través de Maurice Ferrand y
sus estudios con el actual ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) antiguo IFA (Instituto
de Fomento Algodonero), “descubren” que la palma por el nivel freático de la tierra es
apta para la producción de aceite. Aunque las primeras palmas llegan por la curia a la
vereda de Candelillas, con los apoyos económicos para inversión rural del ICA son los
ganaderos de la región quienes “estimulan” la ampliación de la concentración de la
tierra.

Para los años del gobierno de Pastrana, el Ministro de Agricultura, Carlos Murgas se
inventa la maravillosa idea de las alianzas productivas. Alianzas entre empresarios y
campesinos para la producción conjunta de una materia que se suponía que iba a
permitir el crecimiento de la riqueza para los campesinos. Entonces el INCORA
comienza a incrementar su apoyo a los palmeros a través de diversos créditos de
inversión y los empresarios se convierten en los principales captadores de recursos del
estado.

Aunque no se reconocía y actualmente los empresarios palmeros no lo reconocen más


que en cartas y páginas, los territorios habían sido parte de la migración
afrodescendiente por el Pacífico Colombiano y extensas áreas del Choco biogeográfico.
Si la declaración 169 de la OIT expresaba la protección de las comunidades
afrodescendientes, la ley 21 lo ratificó; y con la constitución el artículo transitorio 55 abrió
pasó a una ley para las negritudes del país y su protección, la ley 70. A partir de la ley
70, territorios que se encontraran entre las comunidades negras que buscaran
organizarse a través de los consejos comunitarios, no podrían ser compradas por
particulares pues serian tituladas a los consejos comunitarios.

La lucha desatada comenzó por dejar sus muertos en Alto Mira y Frontera, el primero
de ellos Francisco Hurtado, quien fue asesinado según los relatos de las comunidades.
Hasta el día de hoy nada se ha dicho acerca de su muerte pero se sobrenombra que su
muerte fue a causa de su lucha por la tierra. Las empresas contaminaban tanto los ojos
de agua cómo las vertientes del Rio Mira, cómo un hombre de cultura anfibia o de rio,
Francisco buscaba cuidar su lugar de vida, pero fue ultimado por su defensa del
territorio, en el más circunspecto silencio.

Con el plan Colombia llegaron los problemas. La titulación y compras de tierra fue
bendecida por los gobiernos de Ernesto Samper y Andrés Pastrana a nombre de
empresarios de la palma, algunos títulos cómo el del consejo Alto Mira y frontera fueron
logrados en este transcurso, pero la única presencia del estado si bien inició, fue militar.
Hasta el momento las FARC no aparecían más que por breves momentos tomando
Tumaco como territorio de paso, como frontera probable para la ampliación territorial.

El Plan Colombia llevó al desplazamiento a campesinos de diferentes departamentos


hacia la parte rural de Tumaco, campesinos de Caquetá, Cauca, Putumayo comenzaron
a llegar desplazados por la aparición del estado a través del ejército.

Con los desplazamientos llegaron la Coca, las FARC y los paramilitares. Si bien la coca
ya existía como un cultivo autóctono indígena y no superaba más que la ubicación de
ciertas parcelas indígenas. Con la desprotección estatal, el desplazamiento y la
presencia militar del estado, la coca se convirtió en Tumaco una marca registrada de
exportación. Crecieron los cultivos exponencialmente y al mismo tiempo aparecieron las
cocinas de producción de Cocaína y los grupos paramilitares que incluyen sus alianzas
con la fuerza pública en la lucha por su control. La relación entre el bloque libertadores
del Sur de los paramilitares y la fuerza pública así como con algunos empresarios ha
sido de larga data.

Comenzaron los asesinatos selectivos de campesinos, afrodescendientes e indígenas


bajo la rúbrica del terrorismo y el enemigo interno. Por los afluentes del Rio Mira pasaban
los troncos o las cabezas, pasaban las barcas hacia arriba con los paramilitares y hacia
abajo con las guerrillas. Un estado total de zozobra en el cual imperaba el silencio. Las
masacres y asesinatos selectivos eran enterrados en el silencio y en las orillas del rio
cuando bajaba su afluente.

Con el ascenso al poder de Uribe Vélez, el silencio se apoderó de la región. ¿Hubo


confianza inversionista? Si para los empresarios palmeros, ¿Hubo seguridad
democrática? Fuera de la contradictoria falacia de seguridad y democracia, la hubo para
los empresarios palmeros, ¿Hubo cohesión social? No, la ley fue el silencio y la
connivencia entre fuerzas armadas y paramilitares.

Un lote de tierra se convirtió en el centro de la disputa. Era un territorio que los


afrodescendientes habían pedido para titulación por encontrarse dentro de su territorio,
pero fue vendido y titulado a una empresa palmera, está empresa lo cultivó e inició su
proceso de producción en el territorio mientras los afros luchaban por su tierra. Con los
desplazamientos llegaron algunos colonos que iniciaron un proceso de tumba de las
matas de palma para sembrar coca, sembrando coca se apropiaron del territorio que
estaba ya en disputa entre empresarios palmeros y el consejo comunitario. Y este
territorio quedó como territorio de la coca.

La corte constitucional y ciertas resoluciones defensoriales de la defensoría del pueblo


expresaron la necesidad de restituir este territorio a las comunidades afrodescendientes,
pero la única restitución que se hizo fue un simbolismo de Andrés Felipe Arias como
ministro de agricultura, de la supuesta entrega del territorio. Las empresas nunca
limpiaron el lugar de los restos de palma y los colonos se quedaron cultivando la coca.
Mientras tanto una plaga infesto las plantas de palma africana y su producción se fue a
pique. Así que el gobierno a través de Francisco Santos y Andrés Felipe Arias
estimularon el crecimiento a través de créditos a bajo costo para que los empresarios
no perdieran su producción. A los campesinos se les condicionaban los préstamos por
pertenecer a alguna alianza productiva o se buscó a través de créditos de alto costo
cooperar con asociaciones para fortalecer al empresariado.

Con la falsa desmovilización de los paramilitares se diversifican los nombres para


accionar en Tumaco, ya se convertirían en Machos, Rastrojos, Urabeños y actualmente
Gaitanistas quienes se relacionan con carteles de México y con los compradores que
en la frontera vienen desde Estados Unidos para llevar cocaína al exterior. La plaga que
infestaba a las plantas fue superada, mientras se realizaba aspersión con glifosato para
acabar con la coca, los paramilitares se ingresaban más adentro de la selva tumbando
monte y contratando colonos para sus cultivos, las FARC cobraban su gramaje y
permitían que estos cultivos se ampliaran.

En el 2002 fue asesinada la hermana Yolanda Cerón, fueron los paramilitares cobrando
la vida de alguien que trabajaba por las comunidades. En el 2005 las Farc asesinaron a
Genaro García líder del consejo comunitario de Alto Mira y Frontera.

La única fuente de trabajo existente en la parte rural de Tumaco hace referencia a los
cultivos de palma, de coca o las camaroneras. La palma que da un salario mínimo
mensual y hace que cada trabajador recorra 10 hectáreas de tierra al día polinizando o
recogiendo el fruto o plateando, y donde al trabajador se le descuentan a crédito tanto
el mercado como su propia salud, pues en la mayoría de veredas del consejo
comunitario Alto Mira y Frontera no existen centros de salud. Las camaroneras que
contratan a las mujeres por un salario mínimo pero dependen de la pleamar y la
aparición del camarón, y la coca que rasparla y producirla depende de los precios del
dólar en el mercado y del actor que se ha consolidado en el territorio.

Así los afrodescendientes y campesinos han ideado sus propias formas de sustitución
sin apoyo del estado. El cacao, el plátano, la pimienta y hasta proyectos de agroturismo,
han sido las ideas para que los jóvenes se salgan del mercado de la coca, pero tampoco
quieren quedar atrapados en la lógica empresarial de las palmeras, las cuales son
direccionadas por personas ajenas a la dinámica cultural de Tumaco, son personas que
no pertenecen a Tumaco.

Mientras se incrementaron los cultivos a lo largo del gobierno Uribe, el apoyo a los
afrodescendientes fue el menor, tan solo bajo la alianza con empresarios a través de
asociaciones se buscaba el apoyo a las comunidades desde el gobierno y su única
presencia fue la militar. El asesinato actual de los afrodescendientes y campesinos por
parte del estado en representación de su fuerza pública no fue algo casual, ha sido algo
programado y planeado desde las altas esferas del poder, tanto empresarial como
gubernamental.

El terrorismo como figura del lenguaje llevo más muertos a los territorios que las muertes
que llevaron aquellos sindicados de ser terroristas; entre las comunidades, quienes han
vivido en medio de tantas muertes realizadas por el estado, las FARC o los
paramilitares, el terror lo han sembrado quienes los culpan de terrorismo y los olvidan
en ese rincón de Colombia llamado Tumaco.

Está masacre sin nombre, cómo muchas otras que ha cometido la fuerza pública, es el
resultado de las políticas del gobierno colombiano, es un trasegar histórico en el cual,
los empresarios y los políticos de turno siguen y continúan acumulando a través del
despojo. Mientras que la sustitución del punto 4 busca una transformación rural
voluntaria, participativa y campesina, indígena, afrodescendiente, desde las fuerzas
armadas y las élites del poder pretenden seguir ejecutando la contrarreforma adelantada
por el paramilitarismo. Ya no hay una mano invisible que dirime los conflictos, pues se
está haciendo visible que la mano que se ocultaba tras los bastidores del escenario, son
las fuerzas armadas, quienes protegen sus intereses y ocultan la verdad.

Postdata: Mientras los medios de comunicación siguen versionando la historia de la


masacre de Tumaco, expresando que fue una disidencia de las FARC, que robaron las
armas a los militares y policías o que en su defecto estás desaparecieron sin
conocimiento alguno de las “autoridades”, los líderes populares siguen siendo
asesinados por la misma mano visible de la fuerza pública. Los paramilitares siguen
recorriendo impunemente el país y desde la trinchera del senado se sigue defendiendo
y legitimando la impunidad con un sólo partido a su cabeza.

Jesús Antonio Reyes Benavides.


Psicólogo - Universidad Católica de Colombia.
Maestría en Sociología Económica - Instituto de Altos Estudios Sociales.
Bogotá, Colombia.

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