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Las diferentes violencias que transcurrieron desde diversas épocas históricas, pero con
un trazo indeleble que las une, llevaron a la migración y el desplazamiento, desde
diferentes regiones, a pobladores de diferentes departamentos hacia Tumaco. En
Tumaco se establecían patrones rurales de concentración de la tierra a través de las
empresas ganaderas que en los años 80 manejaban el mercado de la tierra despojando
a los pobladores por medio de la ampliación de la cerca o cambiando radios y otras
tecnologías por hectáreas de tierra. Los empresarios llevaban sus propios topógrafos
para comprar a los campesinos partes de sus parcelas y mientras el campesino vendía
una hectárea, los topógrafos median 2 o 3 hectáreas para comprarla por el precio de 1.
A finales de los años 80 circundan estás tierras diferentes conflictos, por un lado el M-
19 (Movimiento 19 de abril) intenta entrar con armas por el Ecuador pero son
capturados, después llega el ELN (Ejército de Liberación Nacional) ampliando sus
frentes de combate, llegan los palmeros siendo antiguos ganaderos, ampliando los
cultivos para fortalecer una economía agroindustrial, de tal manera que las hectáreas
de tierra protegida fueron despojadas para el cultivo de la palma.
Pero la palma africana llega desde los años 50 cuando a través de Maurice Ferrand y
sus estudios con el actual ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) antiguo IFA (Instituto
de Fomento Algodonero), “descubren” que la palma por el nivel freático de la tierra es
apta para la producción de aceite. Aunque las primeras palmas llegan por la curia a la
vereda de Candelillas, con los apoyos económicos para inversión rural del ICA son los
ganaderos de la región quienes “estimulan” la ampliación de la concentración de la
tierra.
Para los años del gobierno de Pastrana, el Ministro de Agricultura, Carlos Murgas se
inventa la maravillosa idea de las alianzas productivas. Alianzas entre empresarios y
campesinos para la producción conjunta de una materia que se suponía que iba a
permitir el crecimiento de la riqueza para los campesinos. Entonces el INCORA
comienza a incrementar su apoyo a los palmeros a través de diversos créditos de
inversión y los empresarios se convierten en los principales captadores de recursos del
estado.
La lucha desatada comenzó por dejar sus muertos en Alto Mira y Frontera, el primero
de ellos Francisco Hurtado, quien fue asesinado según los relatos de las comunidades.
Hasta el día de hoy nada se ha dicho acerca de su muerte pero se sobrenombra que su
muerte fue a causa de su lucha por la tierra. Las empresas contaminaban tanto los ojos
de agua cómo las vertientes del Rio Mira, cómo un hombre de cultura anfibia o de rio,
Francisco buscaba cuidar su lugar de vida, pero fue ultimado por su defensa del
territorio, en el más circunspecto silencio.
Con el plan Colombia llegaron los problemas. La titulación y compras de tierra fue
bendecida por los gobiernos de Ernesto Samper y Andrés Pastrana a nombre de
empresarios de la palma, algunos títulos cómo el del consejo Alto Mira y frontera fueron
logrados en este transcurso, pero la única presencia del estado si bien inició, fue militar.
Hasta el momento las FARC no aparecían más que por breves momentos tomando
Tumaco como territorio de paso, como frontera probable para la ampliación territorial.
Con los desplazamientos llegaron la Coca, las FARC y los paramilitares. Si bien la coca
ya existía como un cultivo autóctono indígena y no superaba más que la ubicación de
ciertas parcelas indígenas. Con la desprotección estatal, el desplazamiento y la
presencia militar del estado, la coca se convirtió en Tumaco una marca registrada de
exportación. Crecieron los cultivos exponencialmente y al mismo tiempo aparecieron las
cocinas de producción de Cocaína y los grupos paramilitares que incluyen sus alianzas
con la fuerza pública en la lucha por su control. La relación entre el bloque libertadores
del Sur de los paramilitares y la fuerza pública así como con algunos empresarios ha
sido de larga data.
En el 2002 fue asesinada la hermana Yolanda Cerón, fueron los paramilitares cobrando
la vida de alguien que trabajaba por las comunidades. En el 2005 las Farc asesinaron a
Genaro García líder del consejo comunitario de Alto Mira y Frontera.
La única fuente de trabajo existente en la parte rural de Tumaco hace referencia a los
cultivos de palma, de coca o las camaroneras. La palma que da un salario mínimo
mensual y hace que cada trabajador recorra 10 hectáreas de tierra al día polinizando o
recogiendo el fruto o plateando, y donde al trabajador se le descuentan a crédito tanto
el mercado como su propia salud, pues en la mayoría de veredas del consejo
comunitario Alto Mira y Frontera no existen centros de salud. Las camaroneras que
contratan a las mujeres por un salario mínimo pero dependen de la pleamar y la
aparición del camarón, y la coca que rasparla y producirla depende de los precios del
dólar en el mercado y del actor que se ha consolidado en el territorio.
Así los afrodescendientes y campesinos han ideado sus propias formas de sustitución
sin apoyo del estado. El cacao, el plátano, la pimienta y hasta proyectos de agroturismo,
han sido las ideas para que los jóvenes se salgan del mercado de la coca, pero tampoco
quieren quedar atrapados en la lógica empresarial de las palmeras, las cuales son
direccionadas por personas ajenas a la dinámica cultural de Tumaco, son personas que
no pertenecen a Tumaco.
Mientras se incrementaron los cultivos a lo largo del gobierno Uribe, el apoyo a los
afrodescendientes fue el menor, tan solo bajo la alianza con empresarios a través de
asociaciones se buscaba el apoyo a las comunidades desde el gobierno y su única
presencia fue la militar. El asesinato actual de los afrodescendientes y campesinos por
parte del estado en representación de su fuerza pública no fue algo casual, ha sido algo
programado y planeado desde las altas esferas del poder, tanto empresarial como
gubernamental.
El terrorismo como figura del lenguaje llevo más muertos a los territorios que las muertes
que llevaron aquellos sindicados de ser terroristas; entre las comunidades, quienes han
vivido en medio de tantas muertes realizadas por el estado, las FARC o los
paramilitares, el terror lo han sembrado quienes los culpan de terrorismo y los olvidan
en ese rincón de Colombia llamado Tumaco.
Está masacre sin nombre, cómo muchas otras que ha cometido la fuerza pública, es el
resultado de las políticas del gobierno colombiano, es un trasegar histórico en el cual,
los empresarios y los políticos de turno siguen y continúan acumulando a través del
despojo. Mientras que la sustitución del punto 4 busca una transformación rural
voluntaria, participativa y campesina, indígena, afrodescendiente, desde las fuerzas
armadas y las élites del poder pretenden seguir ejecutando la contrarreforma adelantada
por el paramilitarismo. Ya no hay una mano invisible que dirime los conflictos, pues se
está haciendo visible que la mano que se ocultaba tras los bastidores del escenario, son
las fuerzas armadas, quienes protegen sus intereses y ocultan la verdad.