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PARROQUIA LA RESURRECCIÓN 2004

Ministerio de Jóvenes

[C] El Coordinador de la Pequeña Comunidad debe dar un saludo de bienvenida a todos los her-
manos e invitar a la invocación espontánea o a un canto de invocación al Espíritu Santo. En se-
guida la Comunidad hace un canto de animación escogido por el Coordinador o el responsable de
la oración.

1. CATEQUESIS:
“El Adviento, tiempo de espera”
(45 minutos)

La palabra adventus significa venida, advenimiento. En el lenguaje cristiano primitivo, con la ex-
presión adventus se hace referencia a la última venida del Señor, a su vuelta gloriosa y definitiva.
Pero en seguida, al aparecer las fiestas de Navidad y Epifanía, adventus sirvió para significar la
venida del Señor en la humildad de nuestra carne. De este modo la venida del Señor en Belén y
su última venida se contemplan dentro de una visión unitaria, no como dos venidas distintas,
sino como una sola y única venida, desdoblada en etapas distintas. Aun cuando la expresión haga
referencia directa a la venida del Señor, con la palabra adventus la liturgia se refiere a un tiem-
po de preparación que precede a las fiestas de Navidad y Epifanía.

1. Espíritu y dimensión del Adviento hoy

Toda la mística de la esperanza cristiana se resume y culmina en el Adviento. Por otra parte, la
esperanza del Adviento invade toda la vida del cristiano, la penetra y la envuelve.

Hay que distinguir en el Adviento una doble perspectiva. Ambas perspectivas no se oponen, sino
que se complementan y enriquecen mutuamente. La espera cultual, que se consuma en la cele-
bración litúrgica de la fiesta de Navidad, se transforma en esperanza escatológica proyectada
hacia la parusía final. La espera, en última instancia, es única; porque la venida del Señor, apa-
rentemente múltiple y fraccionada, también es única.

Las primeras semanas del Adviento subrayan el aspecto escatológico de la espera abriéndose ha-
cia la parusía final; en la última semana, a partir del 17 de diciembre, la liturgia del Adviento cen-
tra su atención en torno al acontecimiento histórico del nacimiento del Señor, actualizado sacra-
mentalmente en la fiesta.

2. Adviento y esperanza escatológica

La liturgia del Adviento se abre con el enfoque en los últimos tiempos. De este modo, el Ad-
viento rebasa los límites de la pura experiencia litúrgica e invade la vida entera del cristiano
sumergiéndola en un clima de esperanza escatológica. El grito del Bautista: «Preparen los cami-
nos del Señor», adquiere una perspectiva más amplia y existencial, que se traduce en una cons-
tante invitación a la vigilancia, porque el Señor vendrá cuando menos lo pensemos. Como las vír-
genes de la parábola, es necesario alimentar constantemente las lámparas y estar en vela, por-
que el esposo se presentará de improviso. La vigilancia se realiza en un clima de fidelidad, de
espera ansiosa, de sacrificio. El grito del Apocalipsis: «¡Ven, Señor, Jesús!», resume la actitud ra-
dical del cristiano ante el retorno del Señor.

En la medida en que nuestra conciencia de pecado es más intensa y nuestros límites e indigencia se
hacen más patentes a nuestros ojos, más ferviente es nuestra esperanza y más ansioso se mani-
fiesta nuestro deseo por la vuelta del Señor. Sólo en El está la salvación. Sólo El puede librarnos
de nuestra propia miseria. Al mismo tiempo, la seguridad de su venida nos llena de alegría. Por
eso la espera del Adviento, y en general la esperanza cristiana, está cargada de alegría y de con-
fianza.
3. Adviento y compromiso histórico
La invitación del Bautista a preparar los caminos del Señor nos estimula a realizar una espera
activa y eficaz. No esperamos la parusía con los brazos cruzados. Es preciso poner en juego todos
nuestros modestos recursos para preparar la venida del Señor.

Los teólogos están hoy de acuerdo en afirmar que el esfuerzo humano por contribuir a la
construc-ción de un mundo mejor, más justo, más pacífico, en el que los hombres vivan como
hermanos y las riquezas de la tierra sean distribuidas con justicia, este esfuerzo —se afirma— es
una contribución esencial para que el mundo vaya madurándose y preparándose positivamente a
su transformación definitiva y total al final de los tiempos. De esta manera, la «preparación de
los caminos del Señor» se convierte para el cristiano en una urgencia constante de compromiso
temporal, de dedicación positiva y eficaz a la construcción de un mundo nuevo. La espera esca-
tológica y la inminencia de la parusía, en vez de ser motivo de fuga del mundo o de alienación,
deben estimularnos a un compromiso más intenso y a una integración mayor en el trabajo hu-
mano.

El Adviento nos hace desear ardientemente el retorno de Cristo. Pero la visión de nuestro mundo
injusto, marcado brutalmente por el odio y la violencia, nos revela su inmadurez para la parusía
final. Es enorme todavía el esfuerzo que los creyentes debemos desarrollar en el mundo a fin de
prepararlo y madurarlo para la parusía. Deseamos con ansiedad que el Señor venga, pero teme-
mos su venida porque el mundo aún no está preparado para recibirlo. El cielo nuevo y la tierra
nueva sólo se nos aparecen en una lejana perspectiva.

4. El Adviento entre el acontecimiento de Cristo y la parusía

La venida de Cristo y su presencia en el mundo es ya un hecho. Cristo sigue presente en la Iglesia


y en el mundo, y prolongará su presencia hasta el final de los tiempos. ¿Por qué, pues, esperar y
ansiar su venida? Si Cristo está ya presente en medio de nosotros, ¿qué sentido tiene esperar su
venida?

Esta reflexión nos sitúa frente a una tremenda paradoja: la presencia y la ausencia de Cristo.
Cristo, al mismo tiempo, presente y ausente, posesión y herencia, actualidad de gracia y prome-
sa. El Adviento nos sitúa, como dicen los teólogos, entre el «ya» de la encarnación y el «todavía
no» de la plenitud escatológica.

Cristo está, sí, presente en medio de nosotros; pero su presencia no es aún total ni definitiva.
Hay muchos que no han oído todavía el mensaje del Evangelio, que no han reconocido a Jesu-
cristo. El mundo no ha sido todavía reconciliado plenamente con el Padre. En germen, sí, todo
ha sido reconciliado con Dios en Cristo, pero la gracia de la reconciliación no baña todavía todas
las esferas del mundo y de la historia. Es preciso seguir ansiando la venida del Señor. Su venida
en plenitud. Hasta la reconciliación universal, al final de los tiempos, la esperanza del Adviento
seguirá teniendo un sentido y podremos seguir orando: «Venga a nosotros tu reino».

Lo mismo ocurre a nivel personal. En lo más profundo de nuestra vida, la luz de Cristo no se ha
posesionado todavía de nuestro yo más íntimo. Por eso, también desde nuestra hondura personal
debemos seguir esperando la venida plena del Señor Jesús.

5. Los modelos de la espera mesiánica

Durante el Adviento, la Iglesia pone en nuestros labios las palabras ardientes, los gritos de
ansiedad de los grandes personajes que a lo largo de la historia santa han protagonizado más
intensamente la esperanza mesiánica. No se trata de remedar artificialmente la actitud interior
de estos hombres, pues la espera continúa. La salvación mesiánica no es todavía una realidad
plena. Por ello, esos grandes hombres siguen siendo hoy día como los portavoces en cuyo grito
de ansiedad se encarna todo el ardor de la esperanza humana.

El primero de estos protagonistas es Isaías. Nadie mejor que él ha encarnado tan al vivo el ansia
impaciente del mesianismo del Antiguo Testamento a la espera del rey Mesías. Después Juan
Bautista, el precursor, cuyas palabras de invitación a la penitencia, dirigidas también a nosotros,
cobran una vigorosa actualidad durante las semanas de Adviento. Y, finalmente, María, la Madre
del Señor, nadie como ella se ha preparado de mejor manera para recibir al Salvador.

2. CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
(30 minutos)

[PO] Después de habernos puesto en la presencia del Señor, hagamos nuestra ORACION DE
ADORACIÓN O ALABANZA. Hay que distinguir esta oración de la oración de agradecimiento,
porque puede abundar el agradecimiento, pero ser muy pobre en alabanza. Damos gracias por lo
que recibimos de Dios, pero no lo alabamos por lo que recibimos de Él sino por lo que Él es. Es
decir, la alabanza es como un “piropo”, un elogio a Dios, que nos brota cuando nos olvidamos de
nosotros mismos y nos detenemos a contemplar a Dios. La clave está en la admiración, en
dejarnos asombrar por Dios para que brote la alabanza del corazón. Si estamos acostumbrados a
pensar siempre en nosotros mismos, es muy difícil que podamos alabar a Dios, porque para
alabar hay que dejar de lado por un momento el propio yo, las preocupaciones y los planes, para
poner el corazón sólo en Dios. Mirar sólo a Dios y alabarlo en medio del dolor nos saca un poco
de la angustia interior y nos ayuda a relativizar lo que nos hace sufrir. Un modo de hacer más
fácil la alabanza es buscar qué decirle a Dios, qué adorar en Él, qué contemplar. Para esto,
podemos tomar una hoja de papel y escribir en ella todas las alabanzas que se nos ocurran: “te
alabo, Señor, por tu belleza, te alabo, Señor, por tu inmensidad, por tu simplicidad, por que tu
poder no tiene límites, porque tu ternura es infinita, por tu paz divina…etc. Puede buscarse en
los salmos, en libros de oraciones..etc. Esta noche haremos nuestra ORACIÓN DE ADORACIÓN Y
ALABANZA por la Misión Evangelizadora y todo lo que tiene que ver con ella: el Señor Jesús,
los Apóstoles, la Iglesia, la Parroquia, los Sectores, las Comunidades, en fin todo lo que tiene
que ver con ella. Cada uno pondrá por escrito su oración y después uno por uno va haciéndola
en voz alta, por una intención a la vez y todos respondemos: TE ADORAMOS Y TE ALABAMOS,
SEÑOR. Al terminar la oración el Coordinador dirá: Agradecidos a Dios que siempre nos
escucha y llenos de gozo por todo lo bueno que hay en nuestras vidas, nos dirigimos al Señor
cantando: (Buscar un canto apropiado de Adoración y Alabanza).

Ya purificados en nuestro interior escuchemos la Palabra de Dios y sólo al final de las lecturas
hacemos el Eco de la Palabra.

1 Tes 3,12 – 4,2; Sal 80 (79),2-8; Ev: Lc 21,25-28. 34-36

Eco de la Palabra: Ahora, hermanos hacemos un momento de silencio para interiorizar la


Palabra de Dios que acabamos de escuchar y la Catequesis que hemos recibido. Enriquezcámo-
nos con el Eco de la Palabra. Al terminar el Eco de la Palabra hacemos un canto que escogerá
el Animador de la Oración.

[PO] Ahora, Hermanos: Hagamos nuestra oración de intercesión espontánea por nuestras
necesidades personales y familiares.

Podemos orar también por nuestras necesidades personales. Finalmente rezamos el Padre Nues-
tro y nos damos un abrazo de paz.

3. EDIFICACION ESPIRITUAL (45 minutos)


En el espíritu de oración por nuestra misión, propongámonos, durante la presente semana,
ofrecer al Señor cualquier cosa que signifique para nosotros un poco de sacrificio. No es
necesario que nuestros hermanos de comunidad sepan qué es lo que cada uno de nosotros va a
hacer personalmente, pero sería bueno poner por escrito el compromiso que cada uno adquiere.
[C] AVISOS:
• Motivemos a los Hermanos a dar el Diezmo. Hacer conciencia también de la necesidad de hacer
siempre la colecta para el Seminario y de los víveres para los necesitados.
• No olvidemos que todos los jueves tenemos nuestra Hora santa de alabanza y adoración, y
los viernes, la Hora santa de reparación. En esta última siempre hay dos sacerdotes para
confe-sar a todos los que lo deseen. Ambas Horas santas se llevan a cabo después de la misa
de 6 p.m.
• La misión evangelizadora iniciará el próximo lunes 29 de noviembre. La misa de envío
será el domingo 28 a las 6 p.m. Preparémonos para nuestra misión y no dejemos de orar
por ella.
• El viernes 10 de diciembre a las 7:30 p.m. tendremos un Recital de villancicos en el
que participará la Coral Corazón de María. Será en el templo parroquial y la entrada es
gratuita.
• El sábado 11 de diciembre tendremos un Retiro de Adviento con el padre Martín Avalos.
El horario es de 8 a.m. a 12 m. Estamos invitados todos a participar.
• Los sábados, de 8 a 10 a.m. estará abierta la despensa y se venderá leche, margarina,
ropa para bebé y algunos otros artículos. En días de semana también pueden comprarse
estos artículos, en horario de oficina.

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