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Trabajo Práctico

Introducción a la Teorías Criminológicas

Alumno: Pérez Pallotta, Facundo

D.N.I: 37.304.577

Comisión: 212

I. Introducción:

Años de historia, teorías, disputas doctrinarias, que tuvieron el mismo fin: explicar las
causas, el porqué de los delincuentes. La criminología nació como ciencia porque estaba el
contexto dado para ello, desde los antiguos tiempos del S XIII (con la aparición del Estado
moderno) hasta nuestros días, diversos autores médicos, psicólogos, sociólogos, filósofos,
abogados, etc se interesaron en intentar entender dichas causas. Es gracias a todos ellos
que la criminología pudo surgir como ciencia la cual considero autónoma.

II. Hipótesis:

Del curso me llevé algunas preguntas que, a manera de ejemplo, puedo destacar las
siguientes: Qué es un “delincuente”? Cuáles son las razones (motivos) por las cuales una
persona tiende a delinquir? Se puede hacer un perfil criminalístico para poder identificar a
personas o grupos sociales como potenciales delincuentes? A lo largo del ensayo intentaré
responder dichas preguntas. Para ello, partimos de la hipótesis de que hay diferentes
causas por las que una persona puede llegar a delinquir, pero que ello no significa que
quieran y actúen en miras de ello por el hecho de que cada persona es un mundo que vive
en sociedad y si bien dichos motivos o factores rodean a un individuo que puede ser un
potencial delincuente, ellos no son determinantes. A colación de lo anterior, creo que no
se puede hacer un perfil criminalístico único y general, ya que cada delincuente acciona
por causas particulares específicas.

III. Desarrollo:

Para empezar a recorrer el camino acerca de la etiología del crimen, es necesario partir de
la base de qué se entiende por “delincuente”. En este punto debemos aclarar que
entendemos por delincuente a la persona que comete un delito (más allá de su
habitualidad o reincidencia), es decir, una conducta típica antijurídica y culpable, sin
demás condimentos.

Pero, cual es la causa que lleva a delinquir a los sujetos? Desde que el delito pasó a ser
entendido como un fenómeno antropológico y social, la criminología se encargó de
intentar dar respuestas a este interrogante. Entre los distintos autores que se encargaron
de ello, es menester considerar a Cesare Lombroso (1835-1909) como uno de los que más
repercusión tuvo a nivel científico y uno de los más famosos de su época. Si bien no
comparto su pensamiento dado que considero que lo que lleva a cometer un crimen a una
persona son distintos aspectos psicológicos y sociales y no los morfológicos, es necesario
hacer referencia a dicho autor por su importancia en esta ciencia. Se concentró en
demostrar que los delincuentes desarrollan una actividad anormal justificando su actuar
en meras cuestiones burdas morfológicas (excesivo desarrollo del cerebelo, mandíbula de
gran volumen, etc)1. Sin embargo, se puede apreciar que Lombroso consideraba que
algunas personas, de alguna manera, estaban “destinadas” a cometer determinados
delitos, como si fuera ello hereditario, como por ejemplo, hace una determinante y
criticable afirmación al sostener que los incendiarios son “casi todos, “locos” y que los
padres de ellos también lo fueron”.2 Por lo tanto, podemos vislumbrar que si bien su
pensamiento tiene un fuerte contenido morfológico, se pueden encontrar destellos o la
chispas de contenido psicológicos que sería el puntapié inicial de la criminología científica.

Por otro lado, encontramos a José Ingenieros, figura más destacada del positivismo
criminológico en argentina, el cual sintetizó las causas determinantes del delito,
estableciendo que la etiología criminal se compone de la antropología criminal (factores
endógenos, biológicos, que son propios del delincuente) y la mesología criminal (factores
exógenos propios del ambiente)3. Es decir, las causas se componen tanto de factores
internos o individuales como externos del delincuente. En cuanto a las causas individuales,
se puede diferenciar la importancia de la raza (se destaca, por ejemplo, que los judíos
cometen menos delitos de sangre y que por lo general cometen delitos contra la
propiedad), la edad (se considera que las personas entre 15 y 25 años son más
preponderantes a cometer delitos) y el sexo (menor frecuencia de la delincuencia
femenina). En cuanto a la mesología, considera que los factores externos como el clima, la
temperatura ambiental, influencia la producción de determinados delitos (Ferri y
Lacassagne han hecho “calendarios del crimen” al respecto).4

Por otro lado, se encuentran además, las causas sociales que implican que todas las
influencias educativas del ambiente moral e intelectual donde se va formando la
personalidad psicológica, coadyuvan también a las causas. Dentro de este aspecto
etiológico de la delincuencia fue muy difundida una ley que establece que los delitos se
van transformando de acuerdo a la marcha de la civilización, superando la violencia de las
sociedades primitivas hacia los delitos de astucia como la estafa. Dentro de estas causas
sociales, se deben tener en cuenta a el ámbito familiar, la forma de vida, el lugar donde
uno vive, las amistades, la situación económica (gente en situación de pobreza influye en
los delitos que atentan contra la propiedad, etc. En este factor hay una influencia
multiple.4 En suma, el aporte de Ingenieros fue sumamente rico, compartiendo la idea de
que el individuo llega al delito por acción de alguna tara mental psíquica y pudo hacer una
clasificación de los delincuentes, analizando a los presidiarios.5

Si bien a lo largo de la historia de la criminología, se han elaborado diversas clasificaciones


de delincuentes (como por ejemplo, se diferenciaba delincuentes nato, locos, pasionales,
habituales, etc), muchos de ellos se han sentido identificados con sus delitos en el sentido
de que sintieron una especie de satisfacción por los delitos cometidos, como es el caso del

1
Cesar Lombroso, “Los Criminales”, Centro Editorial Presa, Barcelona, Cap. I, pág 7 y ss.
2
Cesar Lombroso, Ob. Cit., pág 18
3
Nerio Rojas, “Medicina Legal” (1953), Edit. El Ateneo, pág. 377.
4
Nerio Rojas, Ob. Cit., pág 379 y ss.
5
Elbert, Carlos Alberto, “Manual Básico de Criminología”, Edit. Eudeba, pág. 64
“Petiso Orejudo” (1912)6, o un caso más contemporáneo, el caso de Carlos Eduardo
Robledo Puch, en el cual en un informe psicológico se sostuvo que “Lo verdaderamente
dominante de su personalidad son sus estigmas psicológicos, pertenecientes a los
psicópatas desalmados, "locos morales", asociales, perversos instintivos. Ha cometido
múltiples delitos graves, muchos de ellos en condiciones de excepcional sufrimiento para
las víctimas, y no ha mostrado arrepentimiento alguno (….) es indiferente al sufrimiento
ajeno”.7 Es destacable la influencia de la ciencia de la psicología en la criminología, en
cuanto en los casos nombrados (y en otros estudios) se encuentran comprobados los
factores externos como internos que llevan a cometer un delito a un delincuente, y varios
rasgos de psicopatía en delincuentes “natos”.

Por otro lado, se encuentra otra clase de delincuentes, más común en nuestros tiempos,
que son los que llevan a cabo “delitos de cuello blanco”, en los cuales son gente con
estudios, capaces, sumamente inteligentes, empresarios, etc. Lo que llama la atención es
que se encuentra un factor común de psicopatía tanto en el asesino serial como los
autores de los estos delitos: Ellos no se consideran delincuentes debido a su status social
ya que se trata en general de hombres adinerados con insensibilidad a los sentimientos y
deseos de los demás y de las consecuencias de sus acciones.8 Es decir, más allá de los
factores que inciden en los delincuentes a cometer el delito, se puede encontrar una
característica común entre ellos, independientemente de toda clase social y formación
individual: un factor psicopatológico de insensibilidad frente al delito en los casos más
graves. Ello según la definición del concepto de psicópata de Pinel el cual define a los
individuos que cometen delitos con el término “locura sin delirio”, para describir un patrón
de conducta caracterizado por la falta de remordimientos y la ausencia completa de
restricciones.9

Obviamente, y por cuestiones de extensión del presente ensayo, hay muchísimos otros
factores y características que distintos autores estudiaron y analizaron a lo largo de la
historia que no vamos a poder abarcar, pero a mi consideración, lo desarrollado es
suficiente para analizar la hipótesis en cuestión.

En suma, todos los autores coinciden en algo y es en la existencia de factores, sean éstos
externos o internos del sujeto, que inciden indefectiblemente en la voluntad del sujeto
que lo determina a cometer un delito y en características psicológico-sociales propias de
los delincuentes derivadas de sus diversos ámbitos de vida.

IV. Conclusión:

Se puede verificar a través de este escueto ensayo que, en primer lugar, no hay un
consenso establecido de las causas o motivos por el cual los individuos se inclinan por
cometer un delito. Hay muchísimas teorías, estadísticas, estudios médicos y forenses,

6
Elbert, Carlos Alberto, Ob. Cit., pág 69.
7
https://www.tiempodesanjuan.com/elpais/2017/7/21/revelanespeluznantes-detalles-de-la-pericia-
psicologica-de-robledo-puch-184146.html (21/11/19)
8
Sutherland, Edwin H., “El Delito de Cuello Blanco”, Edit. La Piqueta, págs.. 261-267
9
https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/4097/1/Microsoft%20PowerPoint%20-%20Tema%201.pdf
(21/11/2019)
etcétera, pero entre todas ellas no se encuentra un consenso común (en sentido unitario)
acerca de qué es lo que determina al hombre a delinquir. Con ello no quiero decir que es
en vano los estudios acerca de la etiología del delito, sino que falta una consenso común
doctrinario que sirva para poder entender las causas que llevan a las personas a delinquir.
Creo con total firmeza que es indudable que los factores externos como internos del
delincuente inciden en su formación, pero no alcanza para establecer todas las causas, ya
que hay algunos factores que pueden incidir en un sujeto determinado y, la misma causa,
puede no influir en otro sujeto. La criminología abrió bastante el campo para demostrar
que una persona está influenciada tanto por su vida personal, sus relaciones su ámbito
familiar, su status social, etc; pero ello no es del todo determinante. A manera de ejemplo:
una persona puede ser pobre, vivir abusos de su familia, tener amistades drogadictas y
demás, pero hay un factor que es clave a tener en cuenta: los frenos inhibitorios propios
del sujeto. Es decir, una individuo o grupo de individuos puede que tengan en su contra
todos los factores que lo empujen a actuar en contra de la norma penal, pero sus
elementos neurológicos y fisiológicos, emocionales-afectivos, entre otros, que se pueden
ver afectados por dichas causas al extremo, puede que no sean lo suficientemente fuertes
como para lograr romper dichos frenos. Puede que para este ensayo sea muy remota la
alusión y sea necesario un estudio más extenso, pero el fin de este trabajo es dejar en
claro que, si bien los factores que los autores mencionados en el desarrollo y otros
exponen influyen de manera directa o indirecta en los individuos, debería además,
sumársele el estudio de los frenos inhibitorios “promedio” en una determinada sociedad y
también de manera individual o dividida en personalidades.

En suma, en respuesta a la hipótesis planteada a comienzos de este trabajo, confirmamos


que, en primer lugar, existen de manera inequívoca factores eternos y externos que
pueden influenciar a una persona determinada a delinquir. En segundo lugar, que ellos no
son determinantes, sino que los considero como “indicios”, ya que lo determinante sería
estudiar el concepto de “frenos inhibitorios” a nivel psico-social. En tercer lugar, llegué a la
conclusión de que no se puede hacer un perfil único y general acerca de los delincuentes,
ya que (como demostró Ingenieros con su clasificación), existen distintos tipos, cada uno
con sus propios fines o causales, que se pueden clasificar en grupos, pero no alcanza para
analizar y clasificar en una sociedad tan fluctuante a una persona en un determinado
“casillero”, ya que cada delincuente tendrá motivos y causas propias que pueden afectar a
uno y a otro o en inclinarse a delinquir.

Finalmente, es sabido que hay muchas personas que por su entorno familiar, su infancia, la
pobreza y demás factores, podrían a llegar a ser potenciales criminales, pero en la realidad
esas situaciones han fortalecido a algunas personas para superar la adversidad sin elegir el
camino del crimen, ejemplos de ellos pueden ser el futbolista Carlos Tevez, Oprah Winfrey
(infancia repleta de abusos, bullying, desprecios, etc), entre otros. Serían dignos estos
casos para la criminología incluirlos como “factores superables de riesgo”?.

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