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Carlos Interiano

LA COMUNICACIÓN
DESDE EL PODER
LA COMUNICACIÓN
DESDE EL PODER
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PRÓLOGO

El poder y la comunicación
Mario Roberto Morales

En este libro, el lector tendrá la oportunidad de transitar las intrincadas relaciones que
posibilitan la efectividad del poder sobre la conducta individual y social, así como el papel
que juegan las diferentes formas de comunicación en el tejido del entramado que hace
circular los criterios mediante los cuales la obediencia o adhesión a los intereses del poder
hegemónico o dominante se materializan en conductas y hechos sociales.

Aquí, nos movemos en los inciertos terrenos de las ideologías; es decir, de los conjuntos de
contenidos de conciencia que, aprendidos socialmente, cumplen la función de otorgar
cohesión, legitimación política e identidad cultural a los grupos humanos. Las maneras como
se crean las ideologías y se concretizan en hechos sociales, constituyen una serie de
mecanismos que este libro intenta explicar desde un punto de vista comunicológico.

En efecto, el autor empieza explicando qué es y cómo actúa el poder. Foucault se encargó de
establecer que el poder no reside en una persona ni en un grupo de personas, sino que resulta
de un conjunto de relaciones mediadas por ideas y discursos que concitan a quienes lo
padecen a sostenerlo incluso en contra de sus propios intereses individuales y en favor de los
de quienes lo ejercen. El poder, entonces, es una relación social. Tal como lo es el capital,
según lo definió Marx. Y, en la modernidad, como veremos en este libro, ambas relaciones
se alimentan mutuamente a costa de las multitudes que las mantienen vigentes por medio de
su trabajo y de sus acciones políticas, culturales, morales y de entretención.

El poder, como relación social que sólo se materializa con el concurso de quienes lo padecen
sin ejercerlo (porque hay quienes lo padecen ejerciéndolo), necesita de la comunicación como
argamasa cohesionadora y dadora de sentido y legitimación en la conciencia de quienes
constituyen su base de apoyo. Por eso, el autor de este libro se ocupa de recorrer todas las
formas mediante las cuales esta relación se concretiza, yendo desde la capacidad de mando
hasta el poder jurídico y su base económica, habiendo pasado por el poder como producción
simbólica de subjetividades (o ideologías) para consolidar lo que Gramsci llamó “sentido
común” y “hegemonía cultural”.

En su abordaje de lo que llama “manifestaciones comunicativas del poder”, el autor entra a


explicar cómo funciona el lenguaje en la construcción de sentido y la relación entre la idea y
el concepto-palabra; es decir, el hecho de que pensamos con palabras porque a cada idea
corresponde un vocablo. A partir del lenguaje articulado, el autor pasa a examinar las
diferentes formas de lenguaje posibles, así como el poder de representación que los lenguajes
tienen como vehículos de ideologías diversas que sirven al poder, o bien, que sirven a anti-
poderes y contrahegemonías en las luchas políticas.

En su repaso de las diferentes formas de comunicación política e ideológica, el autor examina


también una serie de variantes comunicacionales en las que intervienen factores psicológicos,
estéticos y religiosos como recursos discursivos de convencimiento. En tal sentido, se refiere
a la publicidad, a la propaganda, al discurso audiovisual y también a formas de comunicación
que ya son propias de la posmodernidad; es decir, de ese desarrollo de la modernidad en el
cual la construcción de las subjetividades ya está del todo remitida a los medios masivos de
comunicación y al código audiovisual (no al código letrado), y en el que la intimidad misma
del ser humano y sobre todo su tiempo libre, responden ya a la lógica del mercado y no a los
valores solidarios para con la especie que se solían aprender en el seno de la familia cuando
ésta actuaba como unidad afectiva primaria en el desarrollo emocional del niño.

Su recorrido por la modernidad lo lleva desde la propaganda ―y el caso de Guatemala en


1954, en el cual, dicho sea de paso, Edward Bernays (sobrino de Sigmund Freud) puso en
práctica por primera vez la guerra psicológica a distancia, basada totalmente en la
comunicación atemorizante― hasta la interconexión en redes y el individuo light, una
realidad que Sygmunt Bauman llamó “sociedad líquida”, en relación a la célebre afirmación
de Marx y Engels en el Manifiesto comunista sobre que, en razón de los valores que se
consideraban sólidos en el Medioevo, en el capitalismo “todo lo sólido se desvanece en el
aire”.
Así, la “solidez” de la modernidad se desvanece en la “liquidez” de la banalidad posmoderna,
haciendo de la comunicación un medio de propagación de la banalización de todo lo
“sagrado” y de la superficialidad y la ignorancia como valores juveniles que sirven de
cohesión y legitimación grupal etaria. En otras palabras, lidiamos con la creación de una
ideología de la a-criticidad que des-historiza la vida cotidiana y hace del individuo un
disciplinado consumidor masificado sin más horizonte que la adquisición compulsiva de la
más reciente “novedad” de la obsolescencia programada de la mercancía.

Es así como, a través de la historia, la hegemonía ―o poder ideológico sin dominación militar
explícita― mantiene unidas, por medio de la comunicación, a las masas en la tarea de ser el
principal apoyo de un poder económico y político que no conviene a sus intereses, sino al de
las élites que lo ejercen. En este esquema, la opinión pública en la mediática posmodernidad
no es más que un objeto social a ser manipulado mediante el simulacro de la democracia, la
teatralización de los hechos sociales, las fake news y la ilusión de que la masa toma decisiones
individuales libres. En suma, en la era posmoderna enfrentamos a una comunicación
altamente tecnologizada cuyo objetivo primordial es lograr la incomunicación y el
aislamiento de una humanidad organizada en segmentos interconectados por algoritmos que
fomentan el solipsismo y el miedo a la vida concreta en sociedad. Esto, porque los
mercadólogos y comunicólogos de la lógica del mercado saben que los individuos
atemorizados ansían la manipulación como consuelo e ilusoria salvación en una sociedad en
la que, gracias a la “comunicación”, el simulacro es ya más importante que el hecho social
concreto.

Finalizo estas líneas diciendo que el autor no se impuso en este libro la tarea de ofrecer salidas
al ejercicio del poder que usa la comunicación manipuladora. Lo que sí se propuso, y lo logró
con creces, fue plantear de la mejor manera posible el problema de la relación entre poder y
comunicación en sus aristas fundamentales. Lo cual resulta ser ineludible como primer paso
para tomar las acciones necesarias a fin de re-humanizar la comunicación y replantear el
poder y su ejercicio en favor de la especie humana y no sólo de algunas de sus élites
económicas globales y locales.
Sin duda, el libro hallará su camino en el seno de un heterogéneo público interesado en
comprender por qué la vida actual es como es y a qué se deben muchos de nuestros malestares
culturales, desasosiegos emotivos y actos inexplicables. Que así sea.

Guatemala, 16 de septiembre de 2019.


CONTENIDO

RESUMEN .......................................................................................................................................... i
PALABRAS CLAVE: Poder. Fuerza. Persuasión. Manifestaciones del poder. Opinión pública. ..... i
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................................iii
QUÉ ES EL PODER ......................................................................................................................... 1
MACROCOSMOS Y MICROCOSMOS DEL PODER ............................................................... 7
Abordajes sobre el poder desde el macrocosmos .......................................................................... 11
a) El poder como capacidad de mando ...................................................................................... 11
b) El poder como cosificación de masas.................................................................................... 12
c) El poder de vida y muerte ..................................................................................................... 13
d) El poder como productor de la subjetividad y el simbolismo (base ideológica) ................... 14
e) El poder jurídico y político.................................................................................................... 14
f) El poder desde la base económica ......................................................................................... 15
Abordajes sobre el poder desde el microcosmos........................................................................... 22
VALORES ASOCIADOS AL PODER ......................................................................................... 25
Tipos de Fuerza ............................................................................................................................. 25
a) Fuerza física .......................................................................................................................... 25
b) Fuerza armada ....................................................................................................................... 26
c) Fuerza económica .................................................................................................................. 27
d) Fuerza jurídica ....................................................................................................................... 28
e) Fuerza política ....................................................................................................................... 29
f) Fuerza ideológica .................................................................................................................. 30
La Persuasión ................................................................................................................................ 32
EL SIMBOLISMO DEL PODER .................................................................................................. 37
Manifestaciones comunicativas del poder..................................................................................... 38
DISCURSO Y PODER ................................................................................................................... 43
Los lenguajes del poder ................................................................................................................. 45
El lenguaje, portador de sentido .................................................................................................... 47
El color de la voz humana ............................................................................................................. 51
Los lenguajes no verbales ............................................................................................................. 53
La teatralización del poder ............................................................................................................ 64
LOS NUEVOS ESCENARIOS DE REPRESENTACIÓN ......................................................... 75
Las otras voces: el poder contestatario .......................................................................................... 79
El poder, la comunicación y la sociedad líquida ........................................................................... 86
Amigos líquidos ............................................................................................................................ 88
Ecología del lenguaje .................................................................................................................... 91
LOS NUEVOS EFECTOS DE LA COMUNICACIÓN .............................................................. 93
Paul Lazarsfeld y la función de prestigio y estatus social ............................................................. 93
El efecto fascinación ..................................................................................................................... 96
El efecto Bauman .......................................................................................................................... 98
El efecto naufrabundo ................................................................................................................... 99
El efecto amarillismo virtual ....................................................................................................... 101
El efecto fugacidad ...................................................................................................................... 102
El efecto Transferencia de diálogo .............................................................................................. 103
El efecto trivialidad ..................................................................................................................... 104
El efecto cómbico ........................................................................................................................ 107
El efecto de la figura pública....................................................................................................... 107
El efecto confesionario ................................................................................................................ 109
IDEOLOGÍA, DISEÑO Y COMUNICACIÓN .......................................................................... 111
Acerca de la ideología ................................................................................................................. 111
El diseño como expresión estética e ideológica .......................................................................... 116
El diseño como expresión comunicacional ................................................................................. 118
Manifestación ideológico-comunicacional del diseño ................................................................ 119
LA OPINIÓN PÚBLICA Y EL PODER..................................................................................... 123
Antecedentes ............................................................................................................................... 125
La nueva opinión pública ............................................................................................................ 135
La teatralización de la opinión pública........................................................................................ 138
CONCLUSIONES ......................................................................................................................... 141
REFERENCIAS ............................................................................................................................ 143
RESUMEN

En este texto se abordan algunos aspectos relacionados con el poder, su caracterización, los
valores asociados a este, los mecanismos que utiliza para mantener su hegemonía, sus
manifestaciones y la producción discursiva desde las esferas del ejercicio público o privado,
comunes para cualquier sujeto (individual o institucional) que ejerza o quiera ejercerlo.

Se hace una descripción de los tipos de fuerza, así como otros mecanismos para ejercer
control social. Se analizan también las características simbólicas del poder, sus planos de
comunicación verbal y no verbal y se aterriza con un abordaje del poder a través de las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación y los retos que se enfrentan en la
vida actual para ejercer el control social desde las fuentes hegemónicas del poder en un
ambiente donde priva la denominada por Bauman como modernidad líquida.

También se hace alusión a los nuevos efectos que han surgido a partir del cambio de
paradigma en el manejo de la comunicación social en donde influyen mayoritariamente las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación, más conocidas como TIC. En
relación a esto se hace un abordaje sobre el nuevo enfoque de la opinión pública que toma
en cuenta la influencia de las redes sociales y otras plataformas digitales en la toma de
decisiones colectivas en relación a la temática mundial y nacional.

A diferencia de otros libros del autor, el presente tiene la estructura de un ensayo. Por esta
razón, el texto no está dividido en capítulos sino en títulos temáticos, en los cuales se abordan
los factores asociados al poder, tanto en su dimensión micro como en la macrocósmica. Se
hizo acopio de una considerable cantidad de imágenes que ayudan a ilustrar cada tema
abordado. Algunas fueron bajadas de internet cuando no se disponía de una versión física;
otras, fueron tomadas por el autor.

PALABRAS CLAVE: Poder. Fuerza. Persuasión. Manifestaciones del poder. Opinión


pública.

i
ii
INTRODUCCIÓN

El poder y la comunicación son dos partes de un mismo fenómeno. El primero sin la segunda
no tendría sentido ya que no habría una destinataria que, conociendo sus entramados, pudiera
practicarlo u obedecer las directrices que emanan de los centros de mando. El poder se
cristaliza en la comunicación. De ahí la importancia de realizar un ejercicio de análisis para
definir, primero, qué es el poder, cómo se manifiesta, y, segundo, cómo se comunica.

Como herramienta de cohesión social, el poder ha estado presente en la sociedad humana


desde sus primeros estadios de desarrollo. Se supone que en las sociedades organizadas en
hordas ya existía la práctica de dominación de unos sujetos sobre otros; y a medida que las
sociedades fueron organizándose más, fue surgiendo también toda una intrincada gama de
mecanismos de ejercicio del poder que van, desde el uso de las diferentes manifestaciones de
fuerza, hasta los más elaborados mecanismos para controlar la voluntad humana.

El poder ha trascendido culturas y periodos históricos. No hay evidencia antropológica o


histórica de culturas donde no haya existido manifestaciones de poder; como cosa curiosa, la
humanidad toda, en sus diferentes periodos de desarrollo ha usado las mismas herramientas
de control, desde las físicas hasta las simbólicas. Si algo tiene en común la raza humana es
su manera homogénea de ejercer el poder de unos sobre otros.

El poder es un fenómeno que está asociado a los conceptos de fuerza, persuasión,


manipulación, adoctrinamiento simbólico, en fin, todos los recursos que los seres humanos
han tenido a su alcance para desempeñar su papel de dirigir los destinos de sus grupos a su
alcance y también en el afán de ensanchar sus dominios más allá de sus fronteras.

La comunicación desde el poder es el conjunto de mensajes emanados desde las esferas de


los centros de mando, ya sea público o privado. Lo mismo puede comunicarse desde la esfera
gubernamental (desde cualquier institución pública) que desde una institución privada
(empresa, organizaciones no gubernamentales -Ong-, cooperación internacional, etc.). Los
procesos de comunicación utilizan cualquier código verbal o no verbal. Se comunica a través

iii
de mensajes oficiales por la vía oral o escrita, pero también se hace usando todo el conjunto
de códigos no verbales que conforman el universo icónico y simbólico inventado por los
seres humanos como extensión de su propia capacidad de expresión fisiológica, el aparato de
fonación.

Generalmente, la comunicación, desde el poder, reviste características de autoritarismo,


verticalismo y hegemonía en el uso de canales naturales y artificiales. La comunicación desde
el poder es por ello, avasalladora; allí radica su hegemonía sobre los demás procesos de
comunicación pública, sobre todo, aquellos que asumen roles contestatarios. Cuando las
esferas de poder disminuyen esta dinámica comunicativa, se produce una especie de vacío
discursivo que puede ser aprovechado por sujetos y sectores antagónicos que pugnan por
hacerse del poder para su propio fin.

Es frecuente que, en los sectores de poder que sufren desgaste político, lo primero que aflora
es la falta de un manejo adecuado de las comunicaciones en todos los sentidos. Esto es señal
de debilidad y decadencia; el sistema se vuelve vulnerable a mensajes dispersos, a una
retroalimentación basada en rumores y chismes, a un descuido paulatino de los vectores que
conforman la imagen (Costa, 1999) del poder: identidad icónica, identidad cromática,
identidad verbal, las comunicaciones integradas, descuido en la infraestructura, etc. En su
conjunto esto produce un fenómeno llamado patología de las comunicaciones. Quizá, lo peor
que puede sucederle al poder constituido es manejar patológicamente su comunicación. El
siguiente paso es la muerte institucional o individual.

iv
QUÉ ES EL PODER

Se abordarán algunos elementos teóricos sobre este fenómeno psico social y político que
constituye la argamasa sobre la cual está constituida toda sociedad humana. Aun los seres no
humanos se relacionan entre sí atendiendo a factores de poder. Cuando se habla sobre los
machos alfa, por ejemplo, se verifica que son los miembros de cualquier grupo animal que
ejercen el papel de líder y conducen al grupo en la dirección deseada. Esto, en sí mismo,
constituye una muestra de poder, puesta de manifiesto ya sea por fortaleza física u otros
atributos genéticos que a simple vista no son percibidos por los seres humanos.

En especies animales tales como los simios se pueden observar cómo en ciertas situaciones,
el rol de macho alfa es disputado por otros miembros del grupo, generalmente del mismo
sexo, llegando al punto de tener que librar encarnizadas batallas en las cuales se disputa el
liderazgo. En algunos casos, quien pierde se ve obligado a abandonar a la manada. Son los
secretos de la programación genética de las especies.

Con los seres humanos sucede algo similar; sin embargo, se debe señalar que en estas
sociedades no solo prima la programación genética, sino que, además, muchas de las
decisiones de liderazgo social pasan por el tamiz de la razón. La capacidad racional del ser
humano es una de las grandes diferencias en el manejo del poder ya que en torno a su ejercicio
se realizan actividades planificadas, conscientes y voluntarias. Aunque, por supuesto, no
puede apartarse el componente genético.

El ejercicio del poder ha permitido al ser humano ir construyendo en espiral sus procesos de
cambio, pasando de estadios sociales de meros recolectores y nómadas, a sociedades
perfectamente organizadas con altos niveles de desarrollo tecnológico y científico. Estos
estadios de desarrollo, por supuesto, no han sido procesos tranquilos sino más bien, la
humanidad ha experimentado, a lo largo de su historia, encarnizadas luchas por mantener o
conquistar el poder, guerras extendidas que han alcanzado a varias generaciones y núcleos
de poder mundial desde donde se han dictado las grandes líneas del devenir humano.
Piénsese, por ejemplo, en la sociedad griega, romana, la Rusia imperial, la Alemania nazi, la

1
antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –URSS-, la sociedad norteamericana,
solo por citar algunos ejemplos.

El poder político y social no es un fenómeno aislado de lo económico. Generalmente, los


grupos sociales se han articulado alrededor de grandes corrientes de pensamiento económico
que alcanza, desde la sociedad recolectora y nómada, hasta las más recientes manifestaciones
del capitalismo neoliberal que experimenta hoy la sociedad mundial, pasando por los ya
conocidos modelos económicos como son: el modo de producción asiático, el modelo basado
en la esclavización de la mano de obra, el modelo feudal, el liberalismo, el socialismo, el
comunismo y el neoliberalismo. La manera como se producen y se distribuyen los bienes y
servicios en una sociedad, pasa, necesariamente, por una visión económica. He aquí la
importancia de no separar el fenómeno del poder social y político de su pilar fundamental: lo
económico.

Definir el poder es un poco complicado si se toma en cuenta que es un fenómeno


multifactorial que engloba lo social, lo político, lo económico e incluso, lo cultural; pero que,
en las sociedades humanas también está relacionado con la capacidad racional y el
pensamiento estratégico de los liderazgos. Y estos, en sí mismos, son muy dinámicos y a
veces se sufren cambios circunstanciales en los personajes y condiciones, a tal punto que,
cuando se producen de manera violenta y transformación estructural, se habla de
revoluciones.

La historia de la sociedad humana está plagada de diversos tipos de liderazgo para ejercer el
poder. Es extensa la bibliografía existente sobre este tema. La organización social se ha dado
alrededor del liderazgo, generalmente, individual. Son pocos los casos en los cuales puede
hablarse de ejercicio del poder por parte de colectivos. En los grandes cambios ha estado
siempre presente la figura de un líder. Existen, recientemente, algunas propuestas
experimentales desde la biología sobre el ejercicio del poder sin liderazgo, como sucede con
la propuesta de la Autopoiesis de Humberto Maturana (Maturana, 1995), según la cual, un
grupo social es capaz de gobernarse a sí mismo sin intervención de liderazgo específico,
siempre y cuando se mantenga su estructura organizativa.

2
Mariano Grondona (Grondona, 2003), indica que, etimológicamente poder proviene de una
voz indoeuropea, poti que quiere decir jefe de un grupo. Poti alude a los jefes de familia o de
clan que deambulaban en los tiempos de las cavernas.

Michel Foucault (Foucault, Un diálogo sobre el poder, 1988) define el poder como el
conjunto de relevos e instancias que están ligadas a los conceptos de jerarquía, control,
vigilancia, prohibiciones y coacciones. De este término nació, el genérico sentido de poder
en cuanto a capacidad para hacer algo en cualquier otro terreno.

a) El poder es una fuerza quizá más profunda y arraigada en el inconsciente colectivo.


b) Posee un carácter simbólico, resultado muchas veces de un lento pero profundo
proceso de asimilación de normas y reglas sociales.
c) Estas reglas han sido impuestas en forma vertical y sin que medie un acuerdo común
entre dominados y dominadores.
d) La característica simbólica del poder hace que sus efectos trasciendan el tejido social
sin que medien actos de juicio crítico.

Según Michael Korda (Korda, 1990), todo cuanto hacemos cotidianamente está revestido de
poder, es decir, de un objetivo o propósito, ya sea personal o institucional.

Aun el juego del sexo, dice Korda, es el ejemplo más simple y concreto de cómo el ser
humano prueba y ejerce su poder.

En esencia ejercemos poder a través de todo cuanto hacemos y lo manifestamos a través de


todo nuestro cuerpo, acciones, signos y lenguajes en general.

Cada vez que impactamos a alguien por medio de un mensaje explícito utilizando una señal,
un color, un trazo, un desplazamiento, un gesto, etcétera, estamos haciendo uso de nuestra
capacidad de juego de poder.

3
Durante el siglo XX y lo que va del presente siglo, el poder se ha canalizado a través de los
medios de comunicación masiva. La radio, la prensa y la televisión tuvieron sus días de gloria
casi a lo largo de la centuria pasada. En las postrimerías de dicho siglo y en los albores del
presente un nuevo actor emergió y se ha adueñado de una buena parte de la opinión pública:
el internet y más concretamente, las redes sociales. Este impacto ha exigido un cambio de
paradigma en los procesos de comunicación política, siendo esta el arma preferida del poder,
especialmente el gubernamental, para controlar los flujos de opinión pública y difundir los
mensajes de interés institucional.

A decir de Jean Mouchon (Mouchon, 1999) fue a partir de los años ochenta del pasado siglo
que se redireccionó el proceso de comunicación política, especialmente aquella relacionada
con las campañas electorales y la comunicación gubernamental debido al auge que había
tomado la comunicación satelital y más recientemente el desarrollo del internet. Mouchon lo
plantea así:

La comunicación política conoció sus horas de gloria durante la década de 1980. Reducida a algunos
clisés que parecen marcar una renovación del género, la comunicación política, con su cohorte de
asesores célebres, sus métodos surgidos del marketing publicitario y su forma de reducir las principales
campañas electorales a casos de personajes tipo, se beneficia con el interés que le prestan el conjunto de
la clase política y el público, sensibles a su aparente originalidad y aparente eficacia. (p. 106)

Aquella apreciación de Mouchon aún tiene vigencia en Guatemala y se ha demostrado en la


campaña electoral del 2019 en la cual abundan los casos de candidatos a presidente y otros
cargos de elección que se presentaron al público como si se tratara de vender un jabón
cualquiera. Apenas consignan el nombre (sin apellido) y el logo del partido, como si se tratara
de personajes con una amplia imagen pública o de artistas famosas.

La visión de esta estrategia es que ya no importan los datos del candidato sino del partido
que los impulsa. El problema con este razonamiento es que se veda a la ciudadanía de conocer
los pormenores de los líderes que, de llegar al poder, regirán los destinos públicos. Se induce
al electorado a elegir figuras políticas por sus atributos físicos y por sus cualidades morales
y su trayectoria de vida. A guisa de ejemplo se presenta la siguiente imagen:

4
Imagen 1: Campaña del partido Viva, 2019

Fuente: Foto de propaganda de calle tomada por Carlos Interiano

De acuerdo con la teoría de David Hickson, citado en muchos textos sobre teoría del diseño
organizacional se ha dicho que el poder de una persona que forma parte de una organización
depende de:

a) La habilidad para reducir el carácter impredecible, o para limitar la incertidumbre, de


los sucesos futuros.
b) La capacidad para controlar los flujos de información (centralidad).
c) La dificultad que pueda ser sustituida por otra unidad o persona que realice las
funciones y tareas que tiene atribuidas.
Estas tres características de concentración de poder deben expresarse de manera integral,
dado que, con alguna de ellas que se desequilibre se produce un desbalance de poder. Los
grandes líderes de la Humanidad ostentaban estas tres características. Lo mismo puede
decirse de los dictadores que han permanecido en el poder por varios lustros o décadas.
5
Los estudios sobre el poder suelen distinguir entre:

a) Las fuentes personales del poder, o atributos individuales (educación, experiencia,


simpatía, inteligencia, fortaleza, atractivo, etc.).

b) Las fuentes formales o estructurales del poder, origen de derechos y privilegios


asociados a personas con autoridad (formal o delegada).

Generalmente estas fuentes no se dan de manera aislada, sino, más bien, constituyen una
perfecta combinación que forma una unidad difícilmente indivisible, solo, claro está, para
efectos de análisis por separado.

Son indicadores básicos de poder:


a) El grado de dominio que se ejerce a través del comportamiento: tono de voz, control
del proceso de toma de decisiones, contactos visuales, tiempo de intervención que
consume en las sesiones colectivas (respecto del total disponible), frecuencia con la
que interrumpe, corrige o aprueba las intervenciones de los otros miembros del grupo,
en fin, todo aquello que le ayude a acentuar su presencia.
b) Nivel de popularidad: influjo en la actuación y en las actitudes de los restantes
miembros del grupo.
c) Autoestima: un valor equilibrado sobre sí mismo.
d) Alta evaluación por los “otros”: respeto y valoración positiva hacia los demás.

Siguiendo con Foucault, el poder es un instrumento difuso y persuasivo de control social,


que solapadamente forma parte del propio tejido social, que es casi invisible. En estrecha
relación con el poder emerge el concepto de “status” o influencia social que dentro del grupo
tiene un individuo asociado a su posición (autoridad) y a su nivel de poder. Se presenta
frecuentemente disfrazado, pero es eficaz en la determinación y “normalización” de los
comportamientos de los individuos y de los grupos, en cuya base están las “prácticas
disciplinarias”, o normas, discursos, creencias, usos, valores, Etc.

6
MACROCOSMOS Y MICROCOSMOS DEL PODER

El poder puede ser abordado desde dos grandes perspectivas: el macrocosmos y el


microcosmos. Desde el macrocosmos, es una fuerza que atraviesa todo el andamiaje de la
sociedad mundial, regional o nacional. En este sentido, puede decirse que la dinámica social
está gobernada, tácita o planificadamente, por los grandes ejes hegemónicos que gobiernan
el mundo. De hecho, de cara a las nuevas relaciones geopolíticas hoy día el poder de los
países que hasta hace pocas décadas decidían el destino del mundo han ido cediendo terreno
a los bloques económicos que generan el trazo político del orbe. Estamos a merced de las
decisiones de las compañías transnacionales y los organismos que deciden el destino
económico financiero de las naciones. De ahí que la llamada soberanía nacional de todos los
países ha pasado ser un mero espejismo, un anhelo que se quedó en buenas intenciones y en
brotes de débil nacionalismo frente a la fuerza avasalladora del mercado.

Esta misma tendencia global del poder se marca también en las instituciones y demás
espacios de poder a nivel de microcosmos. Merced a la acción multiplicadora de las redes
sociales, se va inculcando en la ciudadanía y las instituciones que la organizan, los mismos
patrones de comportamiento y ejercicio del poder. Esta manera de ver el mundo ha sido
concomitante con el desarrollo histórico de la Humanidad quizá desde los procesos de
hominización hasta nuestros días. Lo que se practica a nivel macro se reproduce a nivel micro
en modelos de internalización de conductas sin que necesariamente intervengan procesos de
educación formal.

George Orwell, en su novela 1984 (Orwell, 2018) describe la vida comunitaria en un sistema
social y político que, no por ficticio y novelesco, deja de pintar una realidad tecnológica
futurista cuyos efectos, hoy día, han sido rebasados, dado el acelerado avance de las
tecnologías de la comunicación y la información. Dicha obra vio la luz en 1949 cuando aún
no nacía la primera computadora y apenas se había publicado la Teoría Matemática de la
Información, más conocida como Informática, la cual creó el marco para el posterior
desarrollo del cuantioso universo cibernético, incluyendo el internet y los dispositivos de más
actual generación. La mente brillante de Orwell pintaba con aquella novela, todo el andamiaje

7
del poder mediado por las TIC aun antes de que estas se desarrollaran, creando el estereotipo
del big brother cuya metáfora definía todo un sistema de control social por medios
tecnológicos y cuantiosa información que hoy se conoce como big data.

Por supuesto que estos complicados esquemas del manejo del poder también han tenido su
asidero efectivo en la religión y la educación. Del primero puede decirse que nació
concomitante al desarrollo humando desde su época más temprana de simbolización; y a falta
de una explicación racional y científica de los fenómenos que le rodeaban, comenzó a crear
explicaciones metafísicas que le redujeran su estado de inconsistencia cognoscitiva respecto
a todo cuanto sucedía a su alrededor sin que él pudiera controlarlo.

Hay, en la historia del pensamiento humano, cuatro grandes estadios que, al parecer, también
gobiernan el pensamiento de los individuos, desde que nacen hasta que mueren: etapa
egocósmica, egocéntrica, mágico simbólica y lógica.

En la etapa egocósmica el ser humano no tenía conciencia clara de si situación en el mundo.


Su cerebro aún no estaba preparado para comprender el ambiente que lo rodeaba. Sus
sensopercepciones eran limitadas. Su vida era gobernada por las leyes de la genética y la
biología. El ser social aún no despuntaba.

En la etapa egocéntrica, el ser humano comienza a darse cuenta de su potencial y su capacidad


para gobernar ciertos fenómenos naturales como el fuego, el frío, el calor; se considera
superior a las otras especies y el único ser capaz de dominar su entorno. Inventa las primeras
armas de control y combate. Su vida nómada comienza a organizarse en células humanas. Se
fortalece su vida gregaria en cavernas y otros sitios donde guarecerse; surgen los primeros
patrones de poder comunitario.

Durante la etapa mágico simbólica, el ser humano, dado que no logra controlar a su entera
satisfacción las fuerzas naturales, comienza a creer que no es el único ser poderoso que existe
y que, por ende, deben existir otros más poderosos que él; inicia el proceso de simbolización
que contribuye a crear un universo sobrenatural para explicarse su propia debilidad. Se

8
convierte en productor de dioses, genios, duendes, hadas y otras divinidades. Es el principio
del mito, de las religiones y la hechicería, entre otros códigos metafísicos.

En la etapa lógica el ser humano comienza a descubrir la relación causa y efecto de los
fenómenos que le rodean y descubre, además, cómo controlarlos sin tener que recurrir a
prácticas metafísicas. Es el inicio de la ciencia como rectora de la transformación del medio
en todas sus manifestaciones. En esta última etapa, el ser humano tiende a convertirse en
sujeto de su propio devenir, mediante el uso de su propia inteligencia, sin intervención divina.

Los procesos de educación sistematizada, por su parte, son relativamente más recientes,
aunque la tarea de aprender antes de su institucionalización estaba ligada a la transferencia
de conocimiento por parte de los maestros artesanos, quienes se constituían, en sus talleres,
en los responsables de transferir el conocimiento adquirido por medio de la experiencia. En
los últimos 500 años la educación como sistema de valores ha aplicado los esquemas de
pensamiento provenientes de la dinámica del poder a nivel macrosocial. De hecho, el sistema
educativo ha sido el principal aliado de los procesos religiosos que incorporan esquemas de
pensamiento y conducta social en la comunidad.

Con el surgimiento y desarrollo de los sofisticados sistemas de comunicación y el


surgimiento y expansión de la sociedad red, el poder ha afinado los sutiles mecanismos de
control social, dejando de lado, en cierta forma, las prácticas barbáricas ejercidas por las
sociedades en la antigüedad; lo cual no quiere decir, por supuesto, que aún no se practiquen,
pero paulatinamente han ido surgiendo otros hilos muy finos e imperceptibles para controlar
las actitudes, las opiniones y el comportamiento social. La sociedad actual está impregnada
por sutiles maneras de ser controlada por diversas herramientas que se ven reflejadas en lo
económico, lo político, lo social y lo cultural. A la larga, el control simbólico por parte del
poder es más eficiente que el control físico o legal.

Sin darnos cuenta, caminamos por los rieles invisibles que nos ha marcado la sociedad
mundial, y, muy especialmente, aquella conformada por los países más poderosos, los
grandes bloques económicos, los organismos internacionales y las corporaciones

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transnacionales, quienes ponen las reglas del juego en todos los órdenes de la vida. Si
creemos ser libres basta con constatar cómo nos manejan a través de los símbolos que
significan las grandes marcas, los mensajes programados a través de los medios masivos de
comunicación, las grandes y poderosas agencias mundiales de noticias, cómo manipulan
nuestros hábitos y gustos a través de la creación de personajes tipo que dicen cómo vestirnos,
qué calzado comprar, qué alimentos adquirir y hasta qué tipo de entretenimientos y deportes
debemos practicar.

El resultado de esta uniformización ha sido la creación del modelo de sociedad de masas que
describe Umberto Cerroni en su libro POLÍTICA Método, teorías, procesos, sujetos,
instituciones y categorías (Cerroni, 1997), cuyas características más relevantes, según el
autor, son la igualdad formal de todos en cuanto a derechos de perseguir sus propios fines y
en cuanto a la participación en la vida pública. Cerroni lo explica de esta manera:
(…) un importante sistema de reivindicaciones contra vetustos privilegios y por derechos nuevos y, sobre
todo, como instauración de una democracia política estable y difundida. Mientras se derrumban
privilegios, usos, tradiciones de la sociedad elitista y patriarcal se afirman derechos reivindicados por
los jóvenes, por las mujeres, por los trabajadores, por los sujetos ´débiles´ (minorías étnicas, raciales,
lingüísticas, religiosas) y se difunden derechos antes poseídos por pocos (…) (p. 159)

Sin embargo, el mismo autor advierte que este acceso de los nuevos sujetos a actividades
tales como el mercado, la cultura y los medios de comunicación, encierra riesgos que es
preciso analizar detenidamente. Uno de estos riesgos es la estandarización de los procesos
sociales como “uniformes ideológico-culturales” dictados desde los centros hegemónicos del
poder mundial, tal como ha sucedido con la estrategia de Hollywood de producir cine con
estereotipos racistas, sexistas y clasistas.

Cerroni dice que:


El peligro principal está constituido por la presencia de agentes demagógicos que, haciendo palanca en
las reivindicaciones difundidas, determinan impulsos destructivos y de agentes reaccionarios que se
limitan a rechazar las nuevas demandas sin programar el desarrollo y sin promover la cultura ni la
ciencia. (p. 160)

Esta realidad, creada por la sociedad industrial a lo largo del siglo veinte y fortalecida en lo
que va del presente siglo, tiende a crear el concepto de “hombre masa” como aquel ser
acrítico, pasivo, consumista, individualista y hedonista, presa fácil del entramado cada vez

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más fino del poder. A continuación, se abordará el poder desde los ámbitos del macrocosmos
y el microcosmos.

Abordajes sobre el poder desde el macrocosmos

Se abordarán, grosso modo, algunos conceptos que explican el poder desde diferentes marcos
teóricos y conceptuales. Este abordaje pretende arrojar un poco de luz acerca de este
fenómeno que ha sido concomitante con la historia humana. Desde el surgimiento del estado
mismo, como una manera de organización social, en las sociedades nómadas ya se
establecían relaciones de poder entre los líderes de las hordas y sus seguidores.

a) El poder como capacidad de mando

Esta es, quizá, la forma más visible del poder por cuanto que se concreta en el
momento en que descienden directrices y órdenes desde un centro motor o líder hacia
los subordinados. Esta manifestación de poder también puede suceder de manera
ascendente en forma de reclamos, peticiones, consejos, propuestas y todo flujo de
mensajes que son capaces de enviar los subordinados hacia los centros de mando. De
igual manera, sucede entre los flujos de poder que comparten los pares o los líderes
en una organización (institución, empresa o simplemente en el tejido de una
sociedad).

El mando es quizás una de las características centrales del poder, y alrededor de este
se teje todo el andamiaje del tejido social, desde las normas explícitas hasta los
procesos de dominación psicológica mediante los cuales los individuos asumen roles
de sujetos pasivos, entre ellos, la obediencia y la aceptación de reglas de manera
automática.

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b) El poder como cosificación de masas

El poder emanado desde los centros de mando, de forma autoritaria tiende a volver
objetos a las masas, las cosifica. Una masa cosificada es aquella que reacciona a
estímulos externos emanados desde los centros de mando, de manera acrítica y
emotiva. Piénsese, por ejemplo, en aquellas enormes concentraciones organizadas por
la Alemania Nazi, o en el antiguo circo romano, o en las concentraciones del 2015 en
ciudad de Guatemala; todas bajo la misma expresión cosificadora. En el caso de
Guatemala, desde una interesante acción del contrapoder, lo cual no deja de restarle
esa condición.

En el caso de las manifestaciones del 2015 se ha especulado que no fue un


movimiento de raíz contestataria sino más bien, organizado por los actores
tradicionales que, actuando de manera oculta y bajo un ropaje populista, impulsaron
acciones en contra del gobierno y este tuvo poca capacidad de respuesta para
contrarrestarlos. En el ámbito de los expertos en tecnología virtual se asegura que se
crearon perfiles falsos en Facebook para orquestar estas acciones de descontento
social. En el fondo, nada cambió; solo los personajes de turno.

El denominador común de esta acción del poder es que la masa que está bajo su
influencia no acciona con mecanismos racionales, sino lo hace bajo la influencia de
artilugios altamente emocionales que sobrepasan los linderos de la razón. Los medios
masivos de comunicación, y más recientemente, la apabullante influencia del internet
ha contribuido a fortalecer el fenómeno de hombre masa, con todos los aspectos
negativos que esto encierra.

Ortega y Gasset, al referirse al hombre masa indicaba lo siguiente:

El concepto de muchedumbre es cuantitativo y visual. Traduzcámoslo, sin alterarlo, a la


terminología sociológica. Entonces hallamos la idea de masa social. La sociedad es siempre
una unidad dinámica de dos factores: minorías y masas. Las minorías son individuos o grupos
de individuos especialmente cualificados. La masa es el conjunto de personas no
especialmente cualificadas. (Ortega y Gasset, 2010)

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Una de las características del hombre masa, según Ortega y Gasset es su nivel de
conformidad y aceptación con su estatus dentro de la estructura social, creyendo que
es lo más natural, sin hacer ningún esfuerzo por cambiar su situación, aunque viva en
niveles deplorables de subsistencia. Mantiene, respecto a los centros de poder, una
conducta pasiva y acepta sin ningún resabio de crítica, los mandatos emanados de
este.

Por esta característica de acriticidad, las masas son fácilmente inflamables y cuando
un líder logra penetrarlas actúan bajo su influencia, sin someter sus actos al filtro de
la razón; sus acciones resultan altamente emotivas.

c) El poder de vida y muerte

Foucault (Foucault, Vigilar y Castigar, 1991) ilustra, con descarnados detalles cómo
en las sociedades medievales los monarcas ejercían el poder sobre la vida y la muerte
de sus vasallos, imponiendo rituales altamente violentos en los procesos de ejecución
de ciudadanos que eran condenados por diversos delitos, a criterio del monarca y de
los aparatos encargados de administrar justicia, según su criterio. Por supuesto, no es
un fenómeno observado solo durante la Edad Media. En la antigua Roma, por
ejemplo, los esclavos eran condenados a batirse en duelo hasta morir en el circo; a
veces atacados por feroces leones o tigres. Llegaba a tal extremo el proceso de
alienación, que los esclavos combatientes se presentaban frente al monarca y alzando
su espada, decían: los que vamos a morir, te saludamos, César.

En la página ominosa del pasado conflicto armado guatemalteco, el poder se centró,


más que en la figura presidencial de quienes condujeron al país durante aquellos 36
años (1960-1996), en los aparatos represivos del estado, es decir, los cuerpos armados
institucionalmente. Existen suficientes registros de la manera como estos cuerpos
represivos capturaban, torturaban y asesinaban a ciudadanos, acusados de cometer
crímenes contra el estado.

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d) El poder como productor de la subjetividad y el simbolismo (base ideológica)

El poder también deviene en procesos de producción simbólica. Tal como veremos


más adelante, los ciudadanos asimilan desde los primeros años de la infancia, los
mecanismos de coerción social que habrán de marcar su vida futura. A veces estos
mecanismos son tan subliminales que han pasado a formar parte de su esfera psíquica
profunda y marcan, inconscientemente, las conductas aprobadas, toleradas y
prohibidas que se muestran públicamente y en su relación con la autoridad y el poder
establecido.

Esta subjetividad y simbolismo se transmite de generación en generación a través de


las instituciones más arraigadas en la sociedad, tales como la familia, la escuela, la
iglesia, los medios de comunicación y, más recientemente, las diversas redes sociales
y todo el andamiaje que conforma el internet.

De esta manera, al niño se le “enseña” a respetar a sus mayores, a sus autoridades


(padres, abuelos, maestros, jefes, etc.) con reglas de coerción y sumisión que han sido
aplicadas sin ningún raciocinio, simplemente porque conforman el canon de conducta
social vigente.

La base ideológica de una sociedad genera a través de todos los mecanismos de


cohesión social las normas de conducta que garantizan la subsistencia del poder por
la vía de la educación, la religión, e incluso en ámbitos tan objetivos como la ciencia,
y, por supuesto, el arte y las costumbres.

e) El poder jurídico y político

La estructura jurídico política de la formación social de un grupo o sociedad


determinada históricamente, conforma todo el andamiaje que garantiza la pervivencia
de esta, mediante prácticas políticas dirigidas a mantener el estatus quo; lo mismo
sucede con la urdimbre jurídica plasmada en leyes, reglamentos y normativos que la

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protegen y garantizan su supervivencia. Este poder jurídico y político se ve objetivado
en las normas aceptadas, toleradas y prohibidas que se observan en la dinámica social.

En el nivel jurídico, el poder se manifiesta a través de todo el aparato legal que


administra la justicia o juridicidad de las acciones sociales que, en Guatemala, por
ejemplo, generalmente están diseñadas para penalizar y reprimir más que para
justificar. De esta cuenta, se tiende siempre a aplicar las normas coercitivas y de
castigo a los individuos que cometen supuestos actos delictivos, pero nunca se premia
las acciones de los ciudadanos que actúan dentro de los cánones legales establecidos.
Simplemente, el poder se manifiesta, castigando a los transgresores bajo el supuesto
jurídico de que “la ley es dura, pero es la ley”, o como decía el derecho romano:
“Dura lex, sed lex”.

En el nivel político el poder se muestra en todo su esplendor a través de diversos


mensajes verbales y no verbales, como veremos más adelante. Baste aquí con
reconocer que en las sociedades se marcan las prácticas políticas institucionalizadas,
tanto desde el ejercicio legal del poder estatal expresado en los organismos ejecutivo,
legislativo y judicial cuyas decisiones no solo están revestidas de juridicidad sino
también de un fuerte componente político. En otro nivel del ejercicio político se
encuentran otras instituciones políticas tales como los partidos, los comités cívicos y
otras formas de organización social con acciones netamente políticas.

Por supuesto, el rol político no es exclusivo de estas instituciones, puesto que toda
entidad pública o privada, desempeña una función política, dado que todas mantienen,
respecto al poder establecido, relaciones de afinidad o antagonismo, aunque no las
asuman de manera explícita. El hombre, por naturaleza, es un ser político.

f) El poder desde la base económica

Pero el gran soporte sobre el cual se erige el poder, en términos generales, es la base
económica. En esta se concentran: el modo de producción, el objeto de la producción,

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los medios de producción, las fuerzas productivas y las relaciones sociales
productivas que, en su conjunto, conforman el modelo económico de una sociedad.

Sergio de la Peña (Peña, 1988), respecto a la base económica indica que:


los sistemas sociales se forman a partir del modo de producción prevaleciente que determina (y
por tanto también explica) a esa sociedad genérica y al conjunto de sociedades concretas
inmersas en ese modo (…) A su vez, la perspectiva y estrategia del quehacer político depende
en alto grado de la caracterización de la formación concreta, y esta caracterización debe partir
del conocimiento del modo de producción dominante y su grado de maduración (p. 37)

La base económica está imbricada en el andamiaje jurídico, político e ideológico que


le da cohesión y legitima, de alguna manera, la naturaleza de las relaciones que se
emanan de ella. Por supuesto que esta dinámica no es estática ni simplista. En el seno
de estas relaciones se sucede toda una gama de fuerzas cohesionadoras, pero también
quebrantadoras; unas, tratando de legitimar el poder establecido; otras, tratando de
producir cambios en la dinámica social. A veces estos cambios se producen de forma
más o menos tranquila; otras veces son abruptos, violentos y remueven las estructuras
del poder, como sucede en los procesos revolucionarios.

La base económica, como estructura de poder puede palparse en cualquier


manifestación social, desde los protocolos hasta las edificaciones. En esto último, el
poder económico ha puesto especial atención, y no solo en estos tiempos sino desde
siempre. No por gusto se atribuye a Osama Bin Laden dirigir la operación de ataque
a las Torres Gemelas, en Nueva York, aquel 11 de septiembre de 2001, las cuales
representaban el símbolo del poder financiero de Estados Unidos de América. Por
este hecho, más que por las pérdidas materiales que encarnaban, el derribo de los
viejos edificios fue el amor propio herido de los norteamericanos, por lo que se
persiguió a Bin Laden hasta darle muerte y exhibir su cabeza como un trofeo. Con
esta acción reactiva, la afrenta quedaba saldada.

Desde el macrocomos el poder genera una gama de relaciones que cohesionan a la sociedad
en su conjunto, centralizando, muchas veces, las acciones públicas de sus aparatos de estado.
Como ejemplo, Herbert Schiller (Schiller, Manipuladores de cerebros, 1982), explicaba con

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singular claridad, en 1982, cómo se suministraban los procesos de información pública en
los Estados Unidos. Por cierto, en cuanto al manejo de los noticieros por televisión se hizo
famoso el rumor que la cadena CNN formaba parte de esa estrategia mediática que, a decir
verdad, había iniciado desde los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Hollywood
comenzó a producir películas de guerra en las cuales los protagonistas buenos eran los
soldados norteamericanos y los malos eran vietnamitas, africanos o latinos.

Son elocuentes las palabras de Schiller al respecto:

Las condiciones en las que actualmente se suministra información en los Estados Unidos están
controladas por una concentración de poderío económico privado. La prensa y las cadenas de radio y
televisión se entrelazan con conglomerados de “conocimiento”. Los gastos de publicidad de las super
corporaciones norteamericanas lubrican y avalan estos complejos de comunicaciones, esencialmente
privados, que proporcionan el contenido sustancial de la educación formal y de la paraeducación.
Separada de estos agrupamientos de poder, sin ser por esto independiente de ellos, se encuentra la
burocracia del gobierno nacional que genera una multitud de datos muchos de los cuales nunca llegan al
público. (p. 214)

Schiller manifiesta en otra parte de su libro, la preocupación por el creciente poder


informativo de los Estados Unidos al cual llama “abundancia de información”; hasta ese año
(1982) aún no se hablaba de internet como la gran herramienta que actualmente está
produciendo minuto a minuto, a nivel mundial el cuantioso mundo informativo, conocido
hoy como la Big data y que posibilita que cada ciudadano del mundo esté potencialmente
controlado por los grandes gigantes de la información que, incluso, traspasan el poder de los
países más poderosos del planeta y se concentran en los enormes consorcios que gobiernan
la economía mundial.

El poder, concentrado en los países industrializados, y especialmente los grandes centros


económicos mundiales ejerce, mediante la comunicación, flujos de manipulación de la psique
humana, los cuales, en la mayoría de casos, no pasan por el nivel de la conciencia. Benesch
y Schmandt (Schmandt & Benesch, 1982) mencionan cinco formas básicas de la
manipulación psíquica:
A. Manipulación mental
Mediante injerencias dentro del discurso mental se modifica la sucesión lógica de los pensamientos, con
lo cual es posible colar juicios y criterios manipulados dentro del sistema mental del afectado.
B. La manipulación de las necesidades

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Las necesidades que superan en mucho lo estrictamente necesario se prestan a violaciones manipulativas
si se logra que sean consideradas como imperiosamente imprescindibles.
C. La manipulación del sentimiento
Los sentimientos inducidos actúan de cerrojo para los pensamientos razonados, facilitando que el
manipulador lleve a cabo sus objetivos egoístas.
D. La manipulación de la uniformidad colectiva
La presión uniformativa inherente a todos los organismos sociales es aprovechada para robustecer una
cierta normativa general, que no se deberá contravenir.
E. La manipulación de los símbolos
Algunas tendencias clave del subconsciente se transforman en símbolos de validez general, que deben
empujar ineludiblemente a formas de conducta que convienen al manipulador. (pp. 12-13)

Como puede verse, estas formas de manipulación se han extendido y fortalecido con el auge
de las redes sociales y otras formas de dominación ciudadana mediante mensajes que emanan
de los centros de poder en forma de inocentes mensajes pero que, analizados con las
herramientas precisas, resultan ser altamente manipulativos puesto que apelan a sentimientos,
actitudes y prejuicios arraigados socialmente en el inconsciente colectivo.

A la llegada de los españoles a América, lo primero que hicieron, después de someter por la
fuerza a los habitantes originarios fue destruir su base productiva y con ella, el cúmulo de
manifestaciones de poder que ostentaban, desde sus ídolos, medios de comunicación
(literalmente quemados), sus prácticas religiosas y sociales y sus relaciones sociales de
producción. Recuérdese que, bajo la lógica estratégica de la homogenización, se destruyeron
las castas indígenas y algunos pocos les dieron funciones administrativas, pero siempre bajo
el estricto control del verdugo español. La conquista española generó una nueva dinámica
social y surgieron nuevas clases: los peninsulares, los criollos, los indios y los mestizos o
ladinos. Estos últimos, a decir de Mario Roberto Morales (Morales, 2015) eran despreciados,
tanto por los peninsulares como por los indios, por considerarlos una mezcla de razas.

Bajo los escombros de las antiguas culturas americanas los españoles erigieron una nueva
base económica y todo el andamiaje necesario para sostenerla, justificarla y darle sentido
jurídico, político e ideológico. No es gratuito que en los lugares donde hubo presencia
española en América aún persistan resabios de aquel periodo histórico colonial, cuyo
principal soporte fue la iglesia católica y su monumental presencia física e ideológica a través
de la religión. La iglesia católica fue, por mucho, de los principales articuladores del poder
en la América españolizada. Se manifestó a través de la construcción de templos faraónicos

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en todos los lugares por donde puso sus pies el invasor español. En Guatemala, por ejemplo,
aún persiste un sinnúmero de templos e iglesias, monasterios y demás construcciones que
dan cuenta del paso y peso de la iglesia católica. Además de las construcciones elaboraron
toda una serie de símbolos religiosos, pinturas, himnarios, decoraciones y ritos sociales, tales
como las famosas procesiones de Semana Santa. A tal extremo llegó el poder de la iglesia
católica que existe en la cultura musical un género específico: la música sacra de Semana
Santa. Son famosas la enorme cantidad de imágenes religiosas talladas en Antigua
Guatemala, por artistas de la Colonia. Estas imágenes evocaban al santoral que la iglesia
católica ha elaborado desde sus orígenes. Sin embargo, los rostros evocados por estos artistas
tienen una notable raigambre española; por ello se dice, en son de broma, cuando alguien se
equivoca en alguna tarea: no es nariz de santo.

Imagen 2: Iglesia Vieja, Chiquimula

Fuente: Foto Brenda Solís Fong. La Iglesia Vieja en Chiquimula fue construida entre finales
del siglo XVI y principios del XVII, en plena época Colonial.

El poder, en términos más globales, siempre se ha ejercido de los países dominantes a los
periféricos, tal como sucede actualmente con el dominio de los Estados Unidos sobre los
demás países que están bajo la órbita capitalista. En la extensa obra Las venas abiertas de
América Latina, Eduardo Galeano (Galeano, 1974) describe con bastante minuciosidad
cómo los Estados Unidos ejercen el poder sobre Latinoamérica en los planos económico,

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militar, político e ideológico. En esta obra Galeano describe cómo este país requiere de
los minerales de América Latina para realizar sus proyectos de expansión mundial,
especialmente en los rubros de economía y posición geopolítica, además de materiales que
no se encuentran en suelo norteamericano y que son necesarios para la expansión de su
política espacial.

Con suma claridad de este poder, Galeano explica lo siguiente:


Esta dependencia, creciente, respecto a los suministros extranjeros determina una identificación también
creciente de los intereses de los capitalistas norteamericanos en América Latina, con la seguridad
nacional de los Estados Unidos. La estabilidad interior de la primera potencia del mundo aparece
íntimamente ligada a las inversiones norteamericanas al sur del río Bravo. Cerca de la mitad de esas
inversiones está dedicada a la extracción de petróleo y a la explotación de riquezas mineras,
´indispensables para la economía de los Estados Unidos en la paz como en la guerra´”. (p. 207)

Tomás Moro (Moro, 1987), en su libro Utopía, plantea el modelo de una república ideal,
en el cual no tuviera que ejercerse el poder como país explotador ni armarse a sus
ciudadanos para resguardar la seguridad nacional, sino acudir a fuerzas mercenarias a
quienes, por supuesto, se les contrataría para tales menesteres.

Moro hace una comparación entre una república en la cual los bienes son de vigilancia
privada y otra de vigilancia pública. Destaca que:
Donde nada es privado los asuntos públicos son seriamente atendidos (…) En donde todas las cosas son
comunes para todos, no hay temor de que nadie pueda carecer de lo necesario para sus usos particulares
puesto que los almacenes y graneros comunes están suficientemente provistos, pues allí no se distribuye
nada de manera mezquina ni hay ni un pobre ni mendigo (…) (p. 134)

Es oportuno recordar que Moro (1478-1535) planteaba un modelo de sociedad ideal. Este
pensador del fin de la Edad Media se vio como víctima del poder reciente que estaba
adquiriendo la iglesia anglicana en contraposición de la iglesia católica. Fue víctima de
esa lucha de poder, sentenciado por alta traición por el rey Enrique VIII y condenado a
muerte. Fue decapitado el 6 de julio de 1535. Hasta en 1980, la iglesia anglicana lo
consideró una víctima de la Reforma protestante de aquella época.

A todo esto, se debe agregar el poder que ejercen los grandes consorcios internacionales
de carácter empresarial, los cuales dirigen en mucho, los destinos del mundo, al menos en

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términos de producción y distribución de bienes y servicios que conforman el mundo
globalizado de la era postindustrial.

Richard Daft (Daft, 2011) lo explica de esta manera:

Las fuerzas económicas, tecnológicas y competitivas se han combinado para impulsar a las empresas de un
enfoque doméstico a uno global. La importancia del entorno global para las organizaciones actuales se
refleja en la economía global cambiante. Como un indicador, la lista Global 500 de la revista Fortune, las
500 empresas más grandes del mundo por sus ingresos, muestra que el poder económico se difunde a lo
largo de una amplia escala global (…) A medida que el poder sigue cambiando, las organizaciones están
considerando la participación en los negocios globales como una necesidad. De hecho, en algunas industrias,
una empresa sólo puede tener éxito si triunfa a una escala global. En general, son tres los factores principales
que motivan a las empresas para una expansión a nivel internacional: economías de escala, economías de
alcance y factores de producción de costo bajo. (pp. 211-212)

Estas compañías de alcance global, tales como McDonalds, General Motors, Toyota, solo
por mencionar tres ejemplos, mantienen flujos de comunicación a nivel mundial, mediante
la producción discursiva que, en muchos casos, se hace de manera fragmentada con el
propósito de lograr mejores niveles de eficiencia y eficacia de sus mensajes. McDonalds,
por ejemplo, para Europa rediseñó su escala cromática cambiando el rojo por el verde,
como reacción a un descenso en la baja del consumo de sus productos. Alrededor de estas
compañías se crean grandes centros de investigación, de mercadeo y de publicidad que
garanticen un óptimo efecto de sus mensajes.

Hoy día, y desde los inicios de la era industrial, no hay compañía que no utilice la
investigación, la publicidad, las relaciones públicas y el diseño para producir mensajes
más eficientes que, desde lo psicológico, lo sociológico y lo antropológico, los orienten
hacia las características vitales de los ciudadanos, insertándose en sus esquemas culturales
de manera muchas veces inconsciente, a tal grado que la ciudadanía termina pensando,
sintiendo y actuando bajo los efectos del poder comunicativo de dichos entes económicos,
quienes ejercen un poder omnímodo en todos los órdenes de la vida de los ciudadanos del
mundo.

Algunas marcas, como Gillette, han pasado a ser un sustantivo de uso genérico para
designar las cualidades y funciones de herramientas e instrumentos de otras marcas. Las

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hojas de afeitar que durante décadas saturaron el mercado bajo diferentes marcas, eran
más bien conocidas con el nombre españolizado de shilet o shileta. Igualmente se designa
como Coca cualquier bebida carbonatada que termine en cola.

Abordajes sobre el poder desde el microcosmos

Los esquemas de conducta en el manejo del poder a nivel macro impactan definitivamente
en las prácticas sociales a nivel micro. Es común ver, en una familia tipo, los mismos patrones
de mando, generalmente autoritarios, que van del padre o la madre hacia sus hijos y el resto
de la familia. En sociedades altamente contaminadas con el machismo, las decisiones son a
menudo tomadas por el padre, y en ausencia de éste, por el hijo mayor o el abuelo, de acuerdo
a como esté integrada la familia. La mujer, demos por caso, la madre, queda en un papel
secundario y obedece las disposiciones del macho. En familias con mayor desarrollo
educativo y cultura democrática estos esquemas tienden a disminuir, aunque casi nunca
desaparecen debido a la influencia del poder a nivel macro.

El argumento que la familia es el núcleo esencial de la sociedad, debe tomarse con cierto
recelo, toda vez que esta es más bien el reflejo de la trama social que está sustentada en
disposiciones económicas, jurídicas, políticas e ideológicas de corte patriarcal, en el caso de
Guatemala y por lo general en el resto de países donde hubo influencia española. Estas
disposiciones, a pesar del avance de los modelos educativos y políticos a nivel mundial,
continúan moldeando la trama de relaciones familiares, y por supuesto, también de las otras
instituciones consideradas bases sociales como son la iglesia en sus distintas denominaciones
y la educación a través de sus diferentes modalidades y niveles.

Lo cierto es que, a nivel de relaciones primarias, microcósmicas, nos movemos influenciados


por los esquemas del poder macro. Las prácticas religiosas en su conjunto, las relaciones
políticas en los partidos y otras organizaciones de la misma índole, en la vida pública en
general. Por ejemplo, en el sistema educativo continúan vigentes los mismos rituales surgidos
en la educación desde los tiempos coloniales. Esto incluye a la educación superior en algunos
países de Latinoamérica, en donde aún se utiliza la indumentaria académica del siglo XVIII,

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basada en la costumbre greco latina y difundida por España. Esta indumentaria está basada
en las viejas costumbres clericales de la Edad Media y fue adoptada por el sistema
universitario. En Guatemala estas viejas prácticas, en vez de desaparecer, han sido adoptadas
por los otros niveles educativos, desde el preescolar hasta el diversificado. Es una forma muy
sutil por fomentar y asegurar los modelos tradicionales en el manejo del poder.

Además de las prácticas de graduación en toda la institución educativa, en los niveles


preprimario, primario y secundario se usa el uniforme de diario, el uniforme de gala y el
uniforme deportivo. La explicación que algunas autoridades educativas dan a esta práctica
escolar es que se requiere identificar a los estudiantes de acuerdo a la institución educativa a
la cual pertenecen. No debe olvidarse, sin embargo, que estas prácticas constituyen normas
autoritarias de control social; se usan en los cuerpos armados, el sistema carcelario y en otros
espacios de organización social. En Guatemala, durante la Colonia cuando se crearon los
llamados Repartimientos de Indias, a los españoles se les repartió grandes extensiones de
tierra cultivable y con ella se sometió a la esclavitud a sus habitantes indígenas quienes tenían
que realizar labores productivas agrícolas y de otra índole. Para asegurar dicho repartimiento
se impuso el traje indígena con sus respectivos diseños, el mismo que hoy se porta como
signo distintivo de mayismo, fue el signo de la opresión de los amerindios durante los 300
años que duró el periodo colonial hasta 1823.

En cuanto al poder ejercido por las organizaciones empresariales, Antonio Marrero y otros
(Marrero, 2005) indican que:
La cuestión esencial en relación con el poder de las empresas no es la separación del poder económico
y político, sino la relación entre ambos. De una parte, las empresas están profundamente implicadas en
los procesos políticos y, por otra, las decisiones públicas afectan a los intereses de las empresas. El poder
político de una organización puede ser expresado a través del grado en que sus intereses son tenidos
normalmente en cuenta por los que gobiernan. Ello comporta dos aspectos:
a) El peso que los intereses de un grupo alcanzan cuando se les compara con otros intereses en conflicto.
b) El grado en que las decisiones que les afectan son tenidas en cuenta. (pp. 160-161)

Toda organización, empresarial o de cualquier tipo está sujeta a las leyes del poder y en la
medida que se vincule a asuntos públicos este poder estará expuesto a la dinámica que marca
su ejercicio; y ya se trate de su vida en el microcosmos como en el macrocosmos, las reglas
básicas son las mismas.

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Robert Green (2010), en su libro Las 48 leyes del poder, hace una abundante referencia a las
principales leyes que pueden aplicarse para mantener o tomar el poder. Esta serie de consejos
con el reflejo, en muchos aspectos, de las técnicas que aconsejaba Sun Tzu, aquel estratega
de guerra y filósofo chino que vivió antes de la era cristiana (545 a.C. a 496 a.C.).

El Arte de la Guerra (Tzu, 2016)ha sido reproducido y difundido en todo el mundo y es uno
de los libros más solicitados y aconsejados por expertos en comunicación política y
estratégica en todo el orbe. Paradójicamente, los consejos que da Sun Tzu, no son para hacer
la guerra, como muchos equivocadamente afirman, sino para evitarla.

Ambos libros pueden encontrarse en la red, en forma digital y gratuita. Se recomienda su


lectura, pero, dando a estos consejos el contexto correspondiente.

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VALORES ASOCIADOS AL PODER

El poder no es algo etéreo, difuso. Es la capacidad de influir en los demás con objetivos
planificados, estratégicamente diseñados. En las especies vivas no humanas también se
establecen relaciones de poder, tanto entre seres vivos de una misma especie, como de otras
que conforman el entorno. El león, por ejemplo, ha sido catalogado en el imaginario popular
como el rey de la selva. En una visión más actual se denomina macho alfa al ejemplar
dominante; es quien decide qué hacer y adónde lleva a la manada. En la raza humana se
asocia el liderazgo con las características del macho alfa, aunque en este sentido, hay muchos
atributos más que hacen que una persona asuma roles de líder y no necesariamente por ser el
dominante.

Existen valores asociados al poder, tales como los diferentes tipos de fuerza, la persuasión y
la representación simbólica de este. Estos valores, combinados, producen los estados
culturales mediante los cuales las sociedades funcionan bajo el principio de código
complementario. Se llaman códigos complementarios a aquellas actuaciones sociales en las
cuales no media la razón sino simplemente los valores de significado que por mucho tiempo
imponen las reglas sociales. Estas reglas se incorporan al mundo simbólico y valórico de los
seres humanos. La obediencia ciega, por ejemplo, sigue este principio.

Tipos de Fuerza

De cualquier manera, en el ejercicio del poder prevalecen varios tipos de fuerza que producen
cohesión y muchas veces sojuzgamiento. Esta característica del poder ha prevalecido por
miles de años y comenzó a practicarse quizá, desde que el ser humano se organizaba en
hordas. Abordaremos a continuación algunos tipos de fuerza:

a) Fuerza física

Es la que se ejerce mediante la intervención de nuestro cuerpo sobre los demás.


Cuando una persona se enfrenta a otra con sus puños se produce el efecto de la fuerza

25
física, sin importar el resultado de la pelea o enfrentamiento. Este tipo de fuerza para
ejercer el poder es el más antiguo y ha acompañado al ser humano desde sus orígenes
como especie.

Desde los orígenes de la civilización humana la fuerza física ha sido el principal motor
del poder. Para ello se ha valido de diferentes herramientas que le han permitido
potenciar su capacidad física de fuerza con las que ha dominado a la naturaleza, y por
supuesto, en la escala social, a sus propios congéneres. Esta característica de usar
herramientas como medios para ejercer la fuerza física da origen a otro tipo de fuerza:
la armada, de la cual se hablará en el siguiente inciso.

En las otras especies también se observa esta manera de ejercicio de dominación de


unos sobre otros. Sobre todo, se observa cuando los machos alfa ven en riesgo su
poder de dominación por la presencia de otros seres de su misma especie que están
en edad de disputárselo; también cuando otros seres vivos invaden su espacio vital y
ponen en riesgo la seguridad de la manada, o bien, simplemente como medio para
procurarse alimento.

b) Fuerza armada

En la fuerza armada no solo interviene la presencia física del individuo sino también
el uso de instrumentos de agresión y lucha. Estos instrumentos pueden ser, desde una
piedra o palo, hasta los más sofisticados armamentos que ha inventado la industria
militar en todos los países. La historia de la humanidad da cuenta del incalculable
arsenal bélico que ha sido puesto al servicio de la capacidad destructiva del ser
humano, y que le ha permitido sojuzgar a unos grupos por otros. Las grandes batallas
sobre el poder, la hegemonía de unos imperios sobre otros, no hubiera sido posible
sin la intervención de diverso armamento que da cuenta del poder destructivo del
humano en aras de satisfacer muchas veces su insaciable sed de poder. A esta
dinámica social no ha escapado ningún grupo humano y ha sido la base sobre la cual
se han fundado todas las civilizaciones del mundo.

26
Piénsese en las orgías sangrientas que producían los combates en las guerras de la
antigua Grecia, Egipto, Roma y cuyos caudillos han sido registrados por la Historia
con una versión apologética que induce a la admiración por parte de las multitudes.
Incluso se ha practicado un género literario específico para ello: el género épico. Al
parecer, ser fuerte y blandir una espada con suficiente destreza y valor han sido
condiciones sine qua non para adquirir el estatus de héroe; al menos, esa es la versión
que se ha trasladado a los libros de historia y de literatura. En este sentido, a Hitler no
le fue tan bien porque, siendo un líder igualmente sanguinario que aquellos cuyos
actos fueron de barbarie y aniquilación, quizá por la proximidad en el tiempo, su
imagen es altamente negativa, al menos para el mundo occidental.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos encargó a Hollywood la


producción de películas sobre guerras donde los norteamericanos resultaban siempre
los héroes y los malos de las películas eran chinos, alemanes, negros o simplemente
latinos. La industria cinematográfica hollywoodense aun promueve la difusión de
estas películas en todo el mundo subdesarrollado.

En el continente americano son significativas las guerras que mantenían los aztecas
con otras culturas bajo el principio de sojuzgamiento de poblaciones enteras y
someterlas a regímenes de esclavitud. Y aunque aún no se conocía el acero, se las
ingeniaban para fabricar poderosas armas de guerra, usando especialmente la
obsidiana cuyo pulimento es capaz de producir láminas con filo semejante al bisturí
que usa la ciencia médica para operaciones quirúrgicas.

c) Fuerza económica

La fuerza económica es quizá la más trascendental y muchas veces invisible. Este tipo
de fuerza atraviesa todos los órdenes de la dinámica social e impone, en primera y
última instancia, las normas de conducta en las relaciones sociales de producción.
Este tipo de fuerza es la expresión misma del modo de producción y el modelo
económico vigente en un periodo histórico. En el presente siglo, por ejemplo, la

27
sociedad mundial está regida por la fuerza del capitalismo globalizado, cuyo poder ha
trascendido el poder de los países, en lo particular, y ha sido tomado por los
organismos internacionales a nivel mundial.

Ningún país hoy día escapa a los caprichos y decisiones de órganos de préstamo
internacional, tales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otras
instituciones que lideran los destinos económicos y financieros de los bloques de
poder económico. A esto se suma el hecho que, en muchos aspectos, la economía
mundial está siendo gobernada por grandes corporaciones financieras que deciden a
corto, mediano y largo plazo, los destinos de la sociedad humana y su entorno
ecológico.

Gracias al cuantioso avance en el campo de las comunicaciones y las tecnologías de


la información, especialmente internet, estas fuerzas económicas se fortalecen cada
vez más, utilizando la big data a su sabor y antojo y dictando las grandes directrices
por donde debe caminar la economía. Los mercados nacionales e internacionales
están interconectados, produciendo un efecto de estandarización de las decisiones
económicas de cada colectivo humano. Hoy día, somos solo un número en el gran
tablero de ajedrez económico mundial.

Del poder hegemónico de los países industrializados se ha pasado al poder


hegemónico de grandes bloques económicos, quienes se reparten el poderío y
mantienen una recia vigilancia geopolítica de los países que están bajo su dominio.

d) Fuerza jurídica

Todo tipo de fuerza, incluso la ideológica, en muchas de sus manifestaciones, está


amarrada por una serie de normas escritas que le dan cohesión y certeza a las
decisiones sociales. La fuerza jurídica tiene siempre un carácter coercitivo y el
quebrantamiento de estas deriva en acciones punitivas.

28
Es ilustrativa la forma como Aristóteles (Aristóteles, 1988) en el libro Política,
justifica el carácter jurídico del esclavo:
está claro que unos son libres y otros esclavos por naturaleza, y que para éstos el ser esclavos
es conveniente y justo. Pero no es difícil ver que los que afirman lo contrario tienen razón en
cierto modo; pues se dice en dos sentidos lo de esclavitud y esclavo. Hay también una especie
de esclavos y esclavitud en virtud de una ley, y esa ley es un cierto acuerdo, según el cual las
conquistas de guerra son de los vencedores. (p. 59)

A medida que la sociedad fue transitando hacia los procesos de globalización,


iniciados desde los años ochenta del siglo pasado, esta fuerza jurídica se ha ido
transnacionalizando. Se han creado organismos de disputa, arbitraje y solución de
conflictos jurídicos entre países e instituciones y se ha fortalecido todo el andamiaje
del derecho internacional el cual tiene una fuerza coercitiva que muchas veces pasa
sobre las constituciones nacionales. La Corte Internacional de Justicia, conocida
también como de la Haya y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, son, como
ejemplo, dos importantes instancias jurídicas cuyas decisiones deben acatar los países
miembros.

e) Fuerza política

En La política (1988), decía Aristóteles, el régimen político “es cierta ordenación de


los habitantes de la ciudad”. (p.151). Pero el filósofo hace en este libro una relación
“necesaria” entre la política, la fuerza jurídica y la económica. Es revelador el texto
donde expone esta preocupación de la cual no escapa hoy día la sociedad actual:
es necesario organizar el régimen en cuanto a su fuerza militar (…) Igualmente también
respecto de la riqueza: no sólo debe ser suficiente para las necesidades de la ciudad, sino
también para los peligros del exterior. Por eso ni conviene que sea tan grande que los vecinos
más poderosos la codicien y los que la poseen no puedan rechazar a los agresores, ni tan
pequeña que no puedan sostener una guerra contra un enemigo igual o semejante. (p. 114)

En las sociedades modernas, la fuerza política se manifiesta en la serie de acciones en


favor o en contra de decisiones públicas o privadas; en tal sentido, se observan agentes
individuales y colectivos que inciden en la vida nacional y también en el ámbito
internacional. Los medios de comunicación masiva y más modernamente, las redes
sociales y otros dispositivos electrónicos han permitido que la fuerza política sea más
visible, constante y efectiva. Aquellas instituciones tradicionales donde se

29
concentraba el poder político, tales como los partidos, los comités cívicos y el
Congreso mismo, han disminuido su poder en virtud del surgimiento de nuevos
sujetos políticos con mayor capacidad de incidencia en la vida nacional.

Algunos de esos sujetos políticos provienen de la iniciativa privada, del mundo de las
ongés, las organizaciones religiosas, profesionales, sindicales y de la ciudadanía en
general, que ha asumido roles contestatarios frente al poder hegemónico.

De hecho, la realidad política que hoy se vive, en comparación con la sociedad


anterior al surgimiento de las redes sociales y otros medios de comunicación virtual
y digital es muy diferente. Anterior a la internet, pasaban semanas y hasta meses para
que se sintiera el efecto de la fuerza política. Hoy día, es muy común presenciar el
abordaje de temas nacionales con una efectividad política sorprendente. Toda la
ciudadanía se ha convertido en sujeto público cuya vitrina es susceptible de ser
apedreada con consecuencias inmediatas.

f) Fuerza ideológica

Quizá la fuerza más profunda que gobierna el inconsciente colectivo es la ideológica.


Esta está conformada por una serie de mecanismos de cohesión social que, de manera
inconsciente, producen en su conjunto, los ordenadores sociales que trabajan a nivel
de nuestra psique, incorporando las reglas de convivencia social, aquellas, permitidas,
toleradas y prohibidas. Muchas de nuestras acciones están permeadas por
mecanismos no racionales y de reglas condicionadas de nuestra conducta.

En la fuerza ideológica forman parte activa los modelos educativos, la religión en


todas sus denominaciones, las costumbres, la ciencia, el arte, y hasta las prácticas
amatorias con sus ritos, sus prejuicios y su noción de lo correcto e incorrecto. La
fuerza ideológica impone el canon de lo permitido, tolerado y prohibido. Y si bien es
cierto, algunas de las violaciones a este canon no tienen consecuencias jurídicas, sí
pueden tenerlas en aspectos de marginación social. De ahí que muchas veces se

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asuman conductas conocidas como “espiral del silencio” por temor a ser señalados de
antisociales o antisistema. La espiral del silencio es un fenómeno psico social
mediante el cual las personas se inhiben de manifestar sus verdaderos sentimientos y
opiniones frente a situaciones concretas.

Otto Lerbinger (Lerbinger, 1979) señala dos condiciones necesarias para que la
aplicación de la fuerza sea efectiva: “debe existir una cantidad suficiente de fuerza
que se pueda utilizar, y, además, quienes son sometidos a la fuerza deben ser débiles.”
(p. 3)

La industria cultural desarrollada en el siglo pasado, especialmente apoyada por los


medios masivos de comunicación, entre ellos el cine y la televisión, son poderosos
mecanismos ideológicos del ejercicio del poder, como bien lo expone Ariel Dorfman
(Dorfman, 1979) en su libro La Última Aventura del Llanero Solitario. La principal
tesis de Dorfman, como lo demostró analizando las revistas cómicas sobre este
personaje ficticio de la cultura popular norteamericana, es que el poder simbólico se
reproduce y materializa en la cultura popular que se canaliza por medio de productos
culturales de consumo masivo. En estos productos culturales está implícita la visión
ideológica de quienes mantienen el control del poder ciudadano.

Sin embargo, es en el presente siglo que se han creado y fortalecido nuevos aparatos
de dominación, especialmente aquellos surgidos a partir del internet, herramienta
virtual que comenzó a popularizarse en los años noventa del siglo XX. Grandes
empresas, como Google, Facebook, Alibaba, Amazon, Tencent Holdings, Baidu,
Ebay, Princeline, Salesforce y Yahoo, se disputan el mercado de la virtualidad, y
ejercen, a nivel mundial, un poder casi ilimitado debido al enorme poder económico
que poseen y la capacidad de influir en los mercados bursátiles del mundo. Dicho
poderío también abarca la influencia ideológica que atraviesa fronteras e impone
estilos de vida en los ciudadanos, especialmente los niños y jóvenes. Hoy día se usa
el término “Ciudadano del mundo”, debido a la cotidiana exposición que se mantiene
con los hechos que suceden en todo el orbe, produciendo un sujeto interconectado,

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aunque no relacionado, ya que es poco probable que los contactos que establece con
otros individuos sean de larga duración.

La Persuasión

En los procesos de cambio de opiniones y comportamientos, el poder hace uso de diferentes


estrategias de incidencia. En su sentido genérico, se llama persuasión, siguiendo a Lerbinger
(1979) a hacer que otros hagan lo que nosotros queremos que hagan. Esta afirmación
genérica, sin embargo, debe analizarse más detenidamente a la luz de ciertos grados de
influencia que una fuente puede ejercer en los demás. En este sentido, bajo el término general
de persuasión se abarcan campos tales como: el razonamiento lógico, la retórica y la
manipulación. (Interiano, Elementos de persuasión, 2018)

El razonamiento lógico (llamado persuasión en el sentido específico del término) es el


proceso discursivo mediante el cual se busca convencer a un receptor con argumentos y
razonamientos lógicos y directos. Este razonamiento lógico está presente en el discurso
científico por antonomasia. Existe en este una menor carga retórica, y, por el contrario, se
apela más a la función referencial del lenguaje; usa premisas confiables, verificables con los
hechos. Por supuesto, no es lo mismo hablar de información que de persuasión (o
razonamiento lógico). En la primera, el único interés es “dar a conocer” sin ningún interés de
cambiar la opinión o la conducta de los individuos. En la segunda, el propósito es afectar la
esfera racional de las personas, incitándolas a un cambio de un estado cognitivo A, a un
estado cognitivo B.

En el manejo del poder, la persuasión, en su sentido específico, ocupa un lugar especial y se


le utiliza cuando es necesario convencer a los demás sobre cambios necesarios que, de no
hacerse, podrían provocar efectos negativos en el colectivo. Como se puede ver, no se trata
de aplicar ningún tipo de fuerza, sino de argumentos racionales para producir efectos
proclives a las intenciones del emisor. La persuasión, entendida aquí como razonamiento
lógico, deja cierto margen de libertad de elección al sujeto. Los expertos en persuasión saben,
sin embargo, que no existe ninguna estrategia químicamente pura para modificar las

32
opiniones y conductas; se da más bien, entre ellas, una mezcla de recursos discursivos
tendentes a influir en la psique humana. Entre estos recursos están presentes también, los de
carácter emotivo, aunque sea en una mínima proporción.

En este aspecto, existen estrategias para hacer aparecer como racionales algunos discursos,
apelando al recurso de la verosimilitud. Esta se basa en acudir a elementos cuya existencia
nadie pone en duda pero que, sin embargo, al analizarlos con más detenimiento o
confrontarlos con la realidad, resultan ser falsos o por lo menos, inexactos. Por supuesto que
una verdad a medias se convierte en mentira. El uso de datos, declaraciones, tamaños y
volúmenes ayudan al cambio de opiniones; sin embargo, si se percibe algún elemento falso,
se cultiva la duda y el efecto puede ser más nocivo para el emisor.

En la persuasión como razonamiento lógico es necesario señalar que es tan importante lo que
se dice como quién lo dice. De allí que, en el manejo del poder, aquellos mensajes persuasivos
que provienen de fuentes desprestigiadas producen el efecto del pastorcillo mentiroso. Una
fuente digna de credibilidad tiene toda la posibilidad de provocar un cambio en las opiniones
y comportamientos colectivos con sus mensajes, incluso, aunque sus argumentos no sean tan
claros o contundentes. Y en este aspecto, puede cruzarse la línea delgada entre persuasión y
manipulación ya que el receptor valorará más el crédito de quien lo dice que el contenido de
lo que dice.

Generalmente, las campañas de vacunación, protección ambiental, educación, y sociales en


general, por más datos que conlleven, si quien las difunde es una fuente cuya credibilidad ha
sido puesta muchas veces en duda, no tendrán el impacto esperado, aunque se invierta en
ellas una considerable cantidad de recursos. Este ha sido el caso del fracaso de algunas
campañas manejadas desde las esferas gubernamentales en diferentes periodos de la historia.

La retórica, por su parte, es un recurso muy usado en los procesos persuasivos. Su estilo se
basa en trasladar el sentido literal de las cosas a un sentido figurado, tropológico.
Generalmente acude a fórmulas de expresión elegantes y rebuscadas, con significados
ambivalentes y poco claros. El poder ha hecho uso de este recurso persuasivo para introducir

33
incertidumbre en sus mensajes, provocando que la ciudadanía se forme su propia versión de
los hechos. Manejada estratégicamente, la retórica puede obtener buenos resultados proclives
a los intereses de la fuente del poder.

Muy a menudo, el discurso político está bañado de un buen componente retórico, a efecto de
producir vivacidad, goce estético, dinamismo y alterar los estados anímicos de los
ciudadanos. Un caso paradigmático que ha pasado a la historia del discurso político fueron
los discursos de Adolfo Hitler en la Alemania Nazi, durante los cuales el dictador se rodeaba
de todo un montaje simbólico que irradiaba poder por todos lados.

En la Guatemala de los primeros años del siglo XX, el dictador Manuel Estrada Cabrera se
hacía rodear de muchos elementos retóricos, e incluso creó un festival anual denominado las
“Minervalias” y mandó a construir templos en varios departamentos del país y en la ciudad
capital para realizar eventos culturales. Todo un manjar retórico de aquella época que
evidenciaba una muestra del poder supremo del dictador.

La manipulación, por su parte, es una forma de persuasión dirigida a incidir en nuestra esfera
emocional afectiva. Dentro de las formas de persuasión es, sin duda, la más cuestionada,
debido a que recurre a factores tan variados que, incluso, algunos son de dudosa aplicación
ética, usando para ello, en la mayoría de casos, la publicidad y la propaganda.

Grosso modo se exponen algunas características de la manipulación:


a) Se usan premisas falsas, lo cual genera conclusiones igualmente falsas.
b) Existe entre éstas una diferencia de carácter ético (ethos). En la manipulación el
orador utiliza la ambigüedad y la mentira. En la persuasión, en su sentido específico
se usan premisas confiables, verificables con hechos.
c) En la manipulación existen dos o más niveles de intencionalidad; uno real o verosímil,
y otro, simulado, oculto.
d) En la manipulación se hace uso excesivo del phatos, es decir, argumentos
emocionales y poco racionales.

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e) En la manipulación existe manifestación excesiva de juicios de valor, positivos y
negativos.
f) En la manipulación se incita a la adhesión incondicional de los receptores, usando
mecanismos que apelan más a los valores preconcebidos que a la razón.

En conclusión, Aristóteles decía que la efectividad de un buen discurso dependía de 3 factores


importantes: el logos, el ethos y el phatos. El logos, decía él, es el contenido racional,
demostrable, del discurso. El ethos, es el componente de lo correcto, apegado a valores
morales; en tanto que, el phatos, el factor afectivo, emocional del discurso. En el
razonamiento lógico (persuasión en su sentido específico), el logos y el ethos son los factores
predominantes. En tanto que en la retórica y la manipulación lo es el phatos.

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36
EL SIMBOLISMO DEL PODER

Otro valor asociado al poder es el simbolismo. Se entiende por tal, a la capacidad imaginativa
que despierta un mensaje o un objeto. En todas las épocas, las sociedades humanas han
construido productos simbólicos para representar el poder que ostentan los grupos dirigentes
y ejercer sobre los subordinados un efecto de superioridad.

Para citar un ejemplo, la llegada de los españoles a América, el proceso de lucha y posterior
victoria sobre los pueblos originarios, estuvo precedido de un cuantioso simbolismo. Por un
lado, aniquilaron literalmente, las expresiones culturales (sobre todo, las religiosas) y
montaron sobre estas cenizas la estrategia de poder religioso cristiano mediante la
construcción de múltiples templos e iglesias, imaginería, música sacra, prácticas religiosas
como las procesiones y demás ritos católicos, además de adueñarse de considerables
extensiones de tierra e imponer la fe cristiana por todos los medios posibles.

Por ello se habla que después de la conquista militar española, la segunda gran conquista que
traspasó todas las esferas de la fuerza, fue la ideológica vía la religión cristiana católica; se
impuso el diseño de modelos educativos basados en principios católicos y otras prácticas
culturales bajo esa misma visión, atravesando incluso, las costumbres. El gran éxito de la
España medieval fue irradiar la fe católica por todo el subcontinente latinoamericano. De ello
dan cuenta las innumerables construcciones arquitectónicas, la creación de símbolos
religiosos para acallar y sojuzgar a grandes estamentos de población. Como casos concretos
pueden citarse el tallado de la imagen del Cristo Negro de Esquipulas y la invención de la
leyenda de la Virgen de Guadalupe, quienes hoy día, aglutinan a millones de feligreses
cimbrados de la esperanza de un mundo mejor. Cobra total explicación la famosa frase
acuñada por Carlos Marx: la religión es el opio del pueblo.

En el mundo, tanto en épocas antiguas como actuales existen grandes monumentos que
evocan poder. Piénsese, por ejemplo, en las pirámides egipcias, el Partenón de Atenas, los
obeliscos egipcios que datan de más de 2500 años antes de la era cristiana, los romanos, los
asirios; hasta en Guatemala existe un ridículo obelisco dedicado a los próceres de la

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independencia (tributo a los criollos) e inaugurado por Jorge Ubico en 1935. Ubico se hizo
famoso por imitar el estilo de vida europeo. El palacio nacional, los monumentos en la
Avenida Reforma, la Torre del Reformador, los principales edificios de la zona uno
capitalina, son solo algunas muestras de este simbolismo criollo.

Los anillos, las capas de los monarcas, la tiara pontificia, las coronas, las medallas que se
prenden en el pecho los militares de alto rango, no son sino simbolismos de poder. Por ello
es altamente simbólico que a Jesucristo le hayan colocado una corona de espinas en señal de
negación de su estatus de rey. En el ámbito académico también existen símbolos de poder.
Las togas, las tarimas, los púlpitos en algunas aulas desde donde se “dictan” las clases.

La firma de un funcionario o líder también está investida de poder, es en sí misma, la


concentración de poder sin la cual el individuo carece de autoridad. Por ello, en los sistemas
imperiales de la antigüedad adquiría un enorme valor simbólico el anillo con el cual
estampaban su sello de autoridad sobre los documentos. En Guatemala, los acuerdos
presidenciales cierran siempre con una frase contundente: “Comuníquese y cúmplase”.

Manifestaciones comunicativas del poder

El poder comunica, y comunica siempre; tomando en cuenta que no se puede “no


comunicar”, pues el silencio mismo, comunica. En la vida cotidiana, el poder está siempre
presente en todos los ámbitos de la actividad diaria. Lo que sucede es que, por la rutina
misma, pasa desapercibido por los ciudadanos; quizá aquí radica su efectividad: estar
presente sin ser visto en forma consciente.

Con sumo desparpajo Robert Green (Green, 2010) dice del poder, lo siguiente:
El poder es, en esencia, amoral. Una de las habilidades más importantes que deberá adquirir es la
capacidad de aprender a ver circunstancias, en lugar de, simplemente, el bien o el mal. El poder es un
juego -esto es algo que hay que reiterar una y otra vez- y en un juego usted no juzga a sus contrincantes
por sus intenciones sino por el efecto de sus acciones. Usted mide la estrategia y el poder de su adversario
por lo que puede ver y sentir. (p. 23)

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Todo cuanto decimos o hacemos está revestido de poder. Las relaciones familiares, sociales,
laborales, deportivas, políticas, etc., están revestidas de poder. En una simple visita al banco
podemos comprobar cómo el agente de seguridad se toma la potestad de organizar las filas,
vedar o permitir el ingreso de los clientes; y todos lo aceptamos sin protestar. Esta misma
experiencia puede replicarse en las oficinas públicas en donde todos sus miembros hacen uso
de su cuota de poder aplicando normativos escritos o simplemente reglas dictadas por la
costumbre o la cultura organizacional.

Manuel Castells (Castells, 2009) lo ha dicho con suma claridad:


El poder es la capacidad relacional que permite a un actor social influir de forma asimétrica en las
decisiones de otros actores sociales de modo que se favorezcan la voluntad, los intereses y los valores
del actor que tiene el poder. El poder se ejerce mediante la coacción (o la posibilidad de ejercerla) y/o
mediante la construcción de significado partiendo de los discursos a través de los cuales los actores
sociales guían sus acciones. Las relaciones de poder están enmarcadas por la dominación, que es el poder
que reside en las instituciones de la sociedad. La capacidad relacional del poder está condicionada, pero
no determinada, por la capacidad estructural de dominación. Las instituciones pueden mantener
relaciones de poder que se basan en la dominación que ejercen sobre sus sujetos. (p. 33)

Los discursos a los cuales se refiere Castells no son solo verbales (orales o escritos), sino
abarca toda la gama de posibilidades que tiene el ser humano para articular y transmitir sus
ideas. Los discursos se diferencian de los simples mensajes en que tienen una intención y una
estructura que los hace sugerir metamensajes (no explíticitos), tal como sucede, por ejemplo,
con el discurso militar con todos sus elementos visuales, sonoros y de otra índole. Lo mismo
sucede con el discurso religioso, especialmente el ritual de la iglesia católica, en donde cada
uno de los símbolos que utiliza está cargado de un significado.

De hecho, el poder puede comunicarse a través de diferentes formas: a través del lenguaje
verbal, oral o escrito y por medio del lenguaje no verbal. El lenguaje no verbal aglutina a más
del 90 por ciento de la comunicación que los seres humanos realizamos. Aquí se ubican las
conductas, los colores, los olores, las formas, los espacios, los monumentos, los protocolos,
los gestos, signos, etc.

En el estudio semiológico de la comunicación (Interiano, Semiología y comunicación, 2017)


puede analizarse el poder desde dos grandes enfoques: la semiología de la comunicación y la
semiología de la significación. Mediante el primer gran enfoque, la semiología de la

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comunicación, tanto el lenguaje verbal como el no verbal tiene una intencionalidad
específica, es decir, los signos y demás recursos comunicativos han sido seleccionados con
un propósito específico, informar. El propósito de esta postura semiológica, dice David Berlo
(Berlo, 1984) es meramente referencial, es decir, lo que se dice es lo que se planificó y diseñó
para que así fuera entendido por el receptor.

Las disposiciones administrativas, las órdenes militares, las normas contenidas en manuales,
los protocolos de procedimiento, todo el orden jurídico son modalidades de la semiología de
la comunicación en donde los signos mensajes tienen un fin determinado que el receptor debe
interpretar tal cual.

Si bien es cierto la semiología de la comunicación abarca un considerable universo discursivo


que vehicula el poder, en tanto que, como acción humana, este se reviste de todos los recursos
estilísticos que tiendan a afianzar los deseos y propósitos de quienes ostentan posiciones de
mando, también lo es que, una vez hayan sido internalizadas dichas acciones pasan a formar
parte de todo el andamiaje cultural de los grupos sociales. De esta cuenta, hay leyes que ya
no se enmarcan dentro del derecho positivo, por ejemplo, pero que aún mantienen vigencia,
aunque ya nadie las aplique. Simplemente fueron articuladas en su momento para apuntalar
el poder, aunque hayan caído en desuso.

Quizá la mayor fuente de afianzamiento del poder se da a través de la semiología de la


significación. Según esta visión semiológica los signos tienen un carácter altamente
simbólico. En consecuencia, no se utilizan solo en su capacidad de significados denotativos
sino en su ámbito de significados connotativos.

Todo signo mensaje encierra en sí mismo, un significado connotativo. En cuestión de


comunicar poder, estos se usan con un fin predeterminado, digamos, un fin político. No es
antojadizo, por ejemplo, que las ciudades fundadas por los españoles en América Latina
conserven un casco urbano que está diseñado para manifestar la presencia del poder
administrativo (autoridad constituida), el poder religioso y el poder económico. En la ciudad
de Guatemala, la llamada Plaza de la Constitución es un espacio que queda entre el Palacio

40
Nacional, la Catedral Metropolitana y el Portal del Comercio, estos tres signos de los que se
ha hablado. Lo mismo sucede en cualquier ciudad importante de América Latina. Esto
garantizó, por siempre, la presencia española en estas tierras americanas.

Imagen 3: Centro Histórico, ciudad de Guatemala

Fuente: Foto Daniel Vinicio Interiano. Al momento de publicar este texto, la fotografía tomada presenta al
Palacio Nacional en un proceso de remodelación.

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DISCURSO Y PODER

La manera de ejercer el poder no es sólo mediante la aplicación de la fuerza; existen otras


formas intencionadas en términos de selección y combinación de elementos visuales,
sonoros, odoríficos y de otra índole, que, articulados con reglas predefinidas, conforman lo
que puede llamarse discurso del poder. La característica de toda cultura hegemónica es
precisamente que comunica por diversos códigos y canales su rol de autoridad frente a los
gobernados, usando la diversidad de recursos comunicacionales que el ser humano ha
inventado.

Al abordar el discurso como expresión de poder es propicio citar las palabras de Umberto
Eco (Eco, Tratado de Semiótica General, 2000) en su libro Tratado de Semiótica General en
donde expresa que:

Una función semiótica puede definirse en sí misma y en relación con las propias posibilidades
combinatorias dentro de contextos diferentes.
A primera vista, podría parecer que la teoría de los códigos deba considerar la función semiótica en sí
misma, dado que su inserción en un contexto idóneo es materia de producción de signos. Pero la
producción de signos es posible (especialmente en la producción de contextos) sólo gracias a las reglas
previstas proporcionadas por el código y con frecuencia el código se entiende no sólo como regla de
correlación, sino también como conjunto de reglas combinatorias (…) (p. 167)

Estas reglas a las que alude Eco son denominadas “de selección y combinación”. El discurso,
como un todo intencionado está cifrado con base en las reglas de selección y combinación
que constituyen un ejercicio establecido previamente por el emisor en el que interviene su
concepción política e ideológica de la realidad. De tal manera que, en materia del poder, no
hay discursos producidos al azar, sino constituyen piezas comunicacionales con un objetivo
prefijado.

La materia significante puede ser oral o escrita, o bien, utilizar cualquier lenguaje no verbal:
signos, objetos, kinestesia, colores, conductas, olores, formas, protocolos, monumentos, y,
en general, toda la gama de posibilidades no verbales a las que acude el ser humano para
expresarse y conectarse con sus semejantes. En general, todo discurso que emana desde el
poder o que encierra poder está diseñado con elementos seleccionados estratégicamente, de

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modo que cause en los receptores los efectos deseados de antemano. De ahí que, en materia
discursiva, no hay nada al azar; todo tiene un sentido, un porqué.

George Steiner (Steiner, 2003) en su obra Lenguaje y Silencio, cita la concepción de Claude
Lévi Strauss respecto al lenguaje como reproductor de los fenómenos culturales, así:
Lévi Strauss ha elaborado la concepción de que todos los fenómenos culturales son un lenguaje. De ahí
que la estructura del pensamiento humano y la compleja totalidad de las relaciones sociales puedan ser
estudiadas mejor si se adoptan la metodología y los descubrimientos de la lingüística moderna. (p. 277)

Steiner refrenda el pensamiento de Lévi Strauss en el sentido que los estudios semióticos y
lingüísticos de Ferdinand de Saussure, Román Jakobson y la moderna escuela lingüística
estructural son de vital importancia para comprender el uso del lenguaje como elemento
intrínseco de las relaciones sociales de producción y de la cultura en general. De ahí que el
poder no solo se manifiesta en la aplicación de los diferentes tipos de fuerza a los que se ha
aludido en este trabajo, sino también por medio de toda la articulación discursiva tejida para
comunicarlo y afianzarlo. De esta misma manera operan los procesos antagónicos, es decir,
el contrapoder.

En el discurso del poder se establecen dos tipos de relaciones claramente identificables: las
relaciones paradigmáticas y las relaciones sintagmáticas. Las primeras son aquellas que
reflejan las grandes tendencias ideológicas del discurso a nivel macro. En tanto que las
relaciones sintagmáticas establecen una relación de sinonimia o antonimia entre los
elementos que conforman el corpus del mensaje. No debe pasarse por alto que de estas
relaciones internas del mensaje se forman las relaciones paradigmáticas; es decir que estas
son el resultado de las relaciones internas. Para entender el nivel paradigmático de un
discurso hay que analizar primero sus relaciones sintagmáticas.

Mario Vargas Llosa (Llosa, 2016) explica en su libro La civilización del espectáculo la
relación entre cultura y la política como expresión de poder:
La cultura no depende de la política, no debería en todo caso, aunque ello es inevitable en las dictaduras,
sobre todo las ideológicas o religiosas, en las que el régimen se siente autorizado dictar normas y
establecer cánones dentro de los cuales debe desenvolverse la vida cultural, bajo una vigilancia del
Estado empeñado en que ella no se aparte de la ortodoxia que sirve de sostén a quienes gobiernan. (p.
129)

44
Lo dicho por Vargas Llosa adquiere sentido cuando se determinan cuáles son las relaciones
paradigmáticas que se emanan de un discurso, así como la orientación ideológica o política
que lo sostiene. Desde una postura de la semiótica estructural puede decirse que las relaciones
paradigmáticas son la expresión de las isotopías semánticas o semiológicas que acontecen a
lo interno del discurso. Se denomina isotopía a los campos de sentido que se producen en el
discurso. Cuando estos campos de sentido son estructurados para el logro de un propósito
determinado se denominan isotopías semiológicas; cuando los campos de sentido se
producen sin que medie un fin específico se denominan isotopías semánticas. Estos últimos
son campos de sentido no intencionados pero que reflejan las características del modelo
discursivo, es decir, las relaciones paradigmáticas.

En estas isotopías no siempre existe una intencionalidad, sino más bien, son el reflejo de
cómo pensamos, sentimos o percibimos un fenómeno; y de esa manera, lo expresamos.
Generalmente acudimos a una escala de valores que hemos introyectado desde los años más
tempranos de nuestra vida.

Los lenguajes del poder

El poder es polígloto. Habla y se expresa por medio de diferentes lenguajes, cada uno con
una gramática específica. El ser humano, desde que comenzó a producir cultura, ha ido
elaborando sofisticados sistemas artificiales de comunicación para potenciar su capacidad
de expresión e interconexión social.

Los primeros sistemas de comunicación inventados por los humanos son quizás aquellos
basados en signos generados a partir de sus propios instrumentos vitales, tales como las
señales de humo y el sonido de los tambores, o bien, el uso de onomatopeyas que imitaban
el sonido de las aves, el rugir de animales salvajes o simplemente los chirridos producidos
en la naturaleza. El valor semiológico de estos recursos radica en que fueron utilizados de
manera intencional y que entre ellos se produjo un acuerdo social. Este acuerdo social es,
sin duda, el factor cultural que provocó el uso de sistemas artificiales de comunicación
más avanzados, tal es el caso de la escritura, inventada hace unos siete mil años por los

45
sumerios y el más novedoso y avanzado sistema de comunicación virtual que ha roto
paradigmas en todo el mundo.

Pero, ¿cuál fue el factor que indujo a los seres humanos a valerse de recursos extra
fisiológicos de comunicación? Indudablemente la respuesta más próxima se halla en la
necesidad de intercambiar información que le garantizara su subsistencia como especie.
Dicha subsistencia está relacionada con el proceso de búsqueda de alimentos, seguridad
ambiental, protección vital, entre otros factores. No debe olvidarse que el ser humano es
gregario, y en este sentido, existe una necesidad innata para socializar, aunque no es una
característica de este género; en la escala animal casi todos viven de manera gregaria.

Otro factor importante es el hecho que, a diferencia del resto de especies animales, el ser
humano es el único que se ha desarrollado en forma de espiral y esto le ha permitido pasar
de estadios de desarrollo rudimentario a sociedades cada vez más complejas. El desarrollo
del resto de animales es en círculos concéntricos, es decir, la satisfacción de sus
necesidades vitales ha seguido un patrón totalmente genético; la manera como
interactuaban sus antepasados hace millones de años para producir sus alimentos y otros
satisfactores, continúa en forma inalterable. Caso contrario sucede con el ser humano, que
pasó de las sociedades nómadas a sistemas altamente estructurados en los cuales ha
intervenido el singular desarrollo de la inteligencia. El centro motor de ese cuantioso
cambio que se ha producido en algunos millones de años es precisamente el alto nivel de
desarrollo de la materia gris, es decir, la inteligencia, la cual, como ya se indicó, continúa
su desarrollo en espiral.

Ahora bien, el ejercicio de poder humano sobre la naturaleza y sobre sus propios
congéneres no ha sido un tránsito fácil y gratuito. En su recorrido histórico se registran,
hechos que, lejos de beneficiar a la mayoría de seres humanos, han sido uso exclusivo de
quienes ejercen las facultades de dominación de unos sobre otros. Y ha sido el control de
estos sistemas artificiales de comunicación uno de los secretos de la capacidad de mando
y control, emanados generalmente desde centros de poder, amparados en la fuerza física,
la fuerza jurídica, económica, política e ideológica en toda una gama de manifestaciones.

46
Arthur Schopenhauer (Schopenhauer, 2005), en su obra “El mundo como voluntad y
representación” indica, respecto del lenguaje lo siguiente:

Solo con la ayuda del lenguaje produce la razón sus más importantes resultados: la actuación acorde de
varios individuos, la colaboración planificada de muchos miles, la civilización, el Estado; además, la
ciencia, la conservación de la experiencia anterior, el resumen de lo común en un concepto, la
transmisión de la verdad, la difusión del error, el pensamiento y la poesía, los dogmas y las
supersticiones, (Schopenhauer, 2005, p. 39).

Quien ha controlado los sistemas artificiales de comunicación o ha pulido su lenguaje


natural (el oral), es quien ejerce el control social. Esta es la razón por la cual, cuando se
inventó la escritura y se comenzó a usar, fueron los sectores privilegiados quienes primero
la usaron. Lo mismo sucedió con otros sistemas de comunicación tales como la imprenta,
el teléfono, el telégrafo, la radio, la televisión, los sistemas satelitales y actualmente el
internet; de este último se dice que es el sistema más democrático que existe. Sin embargo,
esto es posible hasta cierto punto, ya que, si en un momento se pone el riesgo la estabilidad
de los centros de control hegemónicos, se utilizan todos los recursos tecnológicos
disponibles para interferir su funcionamiento. Esto ha sucedido ya en algunos casos con
el bloque de señales de la red. A veces, las masas terminan siendo recipiendarias
secundarias de los beneficios de los sistemas artificiales de comunicación; el uso más
exclusivo lo tienen los centros de poder.

El lenguaje, portador de sentido

De acuerdo a la teoría semiológica, todo lo que se dice tiene una intención, un sentido. El
secreto es encontrar este sentido a los mensajes que se emiten y se reciben. De hecho,
abordado desde la perspectiva semiótica, todo lenguaje constituye un signo o conjunto de
signos, los cuales representan porciones de la realidad, y a veces, la realidad misma
elevada a categoría de signo. El signo es un sustituto o representamen de la realidad. En
algunos casos es una porción de la misma realidad, elevada a la categoría de signo, para
representar un fenómeno en particular, como sucede con la nube negra, la cual es
interpretada por el ser humano como signo de lluvia.

47
Charles Sanders Peirce (Peirce, 1974), entre varias clasificaciones que hace sobre el signo
indica que este tiene tres niveles de representación. El primer nivel es el signo que se
representa a sí mismo, es decir, que representa una entidad de la realidad usando su propia
materialización. Peirce lo llama Índex o Índice. Un segundo nivel, el signo que representa
algunos rasgos de la realidad, por ejemplo, una fotografía, un dibujo, un mapa o un
esquema. Este signo es llamado Ícono o Icono. Y un tercer nivel de representación es
aquel signo que no guarda respecto a la realidad una relación ideográfica, sino es más
bien, una relación conceptual; un caso concreto es la simbología usada en la tabla
periódica de la física cuyas letras y números representan conceptualmente, una entidad
real. Estos signos son nombrados por Peirce como Símbolos.

En esencia, todo cuanto decimos pasa por un filtro de semantización, entendiéndose como
tal al proceso mediante el cual los seres humanos seleccionamos, de una realidad
determinada, aquellos elementos que, a juicio nuestro, o aplicando ciertos filtros
ideológicos, políticos, estéticos o de cualquier otra índole, tienen un significado especial
para construir un mensaje. Con estos elementos seleccionados pasamos a una segunda
acción: combinarlos.

¿Requiere mucho esfuerzo detectar la carga semántica de la siguiente imagen que


representa nada menos que el poder imperial frente a los pequeños y débiles países
periféricos como Guatemala?

Nótese el juego de imágenes: el presidente Trump, como guardián súper vigilante que se
asegure de que se estampen las firmas sobre el documento. Sentados, el ministro de
Gobernación de Guatemala, Enrique Degenhart y Kevin McAleenan, secretario de
Seguridad Nacional de Estados Unidos. Al fondo, el retrato de uno del expresidente
Abraham Lincoln, irónicamente el personaje político que pasó a la historia por abolir la
esclavitud en los Estados Unidos. A ambos lados, las banderas insignias de esa nación.

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El conjunto de símbolos conforma un mensaje político con fuerte carga semántica del
poder imperial que ejerce el mandatario norteamericano, frente a la posición de sumisión
de este país centroamericano.

Imagen 4: Firma del acuerdo migratorio entre Guatemala y Estados Unidos

Fuente: Diario de Centro América

La selección y combinación constituyen dos pasos en el proceso de semantización que nos


ayudan a darle sentido a lo que decimos. Es a través de los lenguajes, tanto el verbal, oral
o escrito, como los no verbales, que el ser humano establece su extensa y compleja red de

49
relaciones sociales, las cuales se van haciendo más extensas y especializadas a medida
que se avanza en la cultura en cualquiera de sus manifestaciones posibles.

El lenguaje verbal, llamado también con el nombre genérico de articulado, se entiende en


sus dos grandes expresiones: el oral y el escrito. El lenguaje oral es la capacidad biológica
del ser humano para articular sonidos convertidos en palabras que son portadores de
sentido. Los seres humanos adquirimos esta capacidad desde nuestro nacimiento y
paulatinamente se va desarrollando con los procesos de socialización desde los primeros
años hasta alcanzar niveles de dominio con el proceso educativo.

Sin embargo, la capacidad de producir sonidos (palabras) con sentido es más bien un
atributo adquirido por la Humanidad, desde que esta se vio impelida por las condiciones
de subsistencia, a producir sonidos a través de su aparato de fonación y su cerebro
comenzó a almacenar y analizar estos sonidos y a dotarlos de sentido. Fue una acción
concomitante al desarrollo histórico humano. Esta destreza que, al parecer no tiene el resto
de la especie animal, le dio al hombre la posibilidad de modificar su entorno y adaptarlo
a sus necesidades mediante la interacción social que producía la articulación intencionada
de ciertos sonidos grabados en el cerebro, recuperados y usados conscientemente para
producir reacciones en sus congéneres.

A medida que estos procesos de producción e intercambio de sonidos guturales fueron


siendo usados con mayor frecuencia y efectividad, fueron surgiendo y aplicándose las
reglas de selección y combinación de sonidos, es decir, los códigos lingüísticos que a su
vez dieron origen a los diferentes idiomas que han marcado la cultura humana. Por
supuesto, llegar a estos niveles de complejidad lingüística no fue fácil, se tuvo que pasar
por un proceso de desarrollo lógico y capacidad de argumentación para dar sentido a los
sonidos articulados.

50
El color de la voz humana

Como atributo de comunicación, la voz humana tiene diferentes matices y registros, y es


casi el sello individual de las personas para comunicarse, aunque, por supuesto, existan
voces parecidas o personas capaces de imitarlas. A diferencia de los sonidos emitidos por
los animales, quienes, invariablemente, tienen un mismo tono de voz, la voz humana es
única, pero al mismo tiempo, versátil, según las habilidades de cada hablante. Un gato,
por ejemplo, maullará como gato, y su registro, programado biológicamente no cambiará.

El paso trascendental que permitió a la humanidad avanzar en su proceso de desarrollo,


crear cultura y las condiciones necesarias para satisfacer sus necesidades básicas de
sobrevivencia, ha sido su capacidad de usar su aparato de fonación para comunicarse,
articulando sonidos con un significado preciso que puede ser entendido por los demás.
Fue creando, de manera paulatina, los sonidos guturales que le permitieron, en una etapa
muy temprana de su evolución, generar las reglas básicas de selección y combinación de
signos, hasta producir cadenas completas de significado. Estas reglas básicas se conocen
con el nombre genérico de código.

El código lingüístico que posibilitó los diversos idiomas ha sido la clave de la civilización
humana, el cual se ha usado de acuerdo a las necesidades materiales y contextuales en los
diversos periodos de su historia. Es en sí, un código abierto y moldeable, de acuerdo a las
particularidades de cada región, época y condiciones culturales. A diferencia del resto de
seres de la escala animal cuyo código de comunicación es cerrado y programado
biológicamente, el código lingüístico humano es flexible, ajustable, maleable.

El principal canal del código lingüístico es la voz. Este recurso verbal es el instrumento
que no sólo está sujeto a condiciones fisiológicas sino también a factores psicológicos,
ofreciendo una infinita gama de posibilidades de expresión que hacen del humano un ser
versátil, adaptable a diferentes situaciones sociales. La característica de la voz con la que
nacemos y nos desarrollamos se llama color de voz y se identifica con el timbre, el cual
puede ser agudo, grave, suave, ronco, etc.

51
Sin embargo, el color de la voz es un concepto mucho más extenso que el propio timbre.
Está relacionado con los aspectos emotivos, afectivos y circunstanciales con que se
maneja el timbre. Por ejemplo, una persona puede tener una voz aguda pero, mediante el
volumen y adaptación afectiva de esta, resulta agradable. Lo mismo puede decirse de una
voz ronca. El secreto está en el manejo del color. Una persona también puede teatralizar
su voz, es decir, adaptar su timbre a diversas circunstancias, según sea el propósito de su
comunicación.

Cuando una madre le habla a su hijo puede hacerlo con suavidad o severidad, según sea
el estado afectivo de ella y según el propósito que desea conseguir. Invariablemente el
niño interpretará el mensaje con solo percibir el tono con que su progenitora le habla.

En el plano artístico, por ejemplo, hay cantantes que de suyo no tienen una gran voz, pero
el manejo magistral que hacen de ella, les proporciona un clima propicio de interpretación
que impacta al público. En la poesía sucede lo mismo. Un poeta que lee un poema puede
no tener una dicción estudiada, pero si lo hace atendiendo a un clima afectivo adecuado,
seguramente producirá en los oyentes, un efecto envolvente. En la comunicación política
el color de la voz es clave para conectar con el ciudadano. Una voz altisonante, altanera,
rústica, sin matices adecuados, producirá un rechazo en sus oyentes. Y una vez creado un
impacto negativo es difícil cambiarlo.

Esta función enunciativa del lenguaje como la llama Michel Foucault, (Foucault, La
arqueología del saber, 1979) la explica así:
está determinada por la existencia previa de cierto número de operaciones efectivas que quizá no han
sido realizadas por un solo individuo (el que habla actualmente), pero que pertenecen por derecho al
sujeto enunciante, que están a su disposición y que él puede volver a poner en juego cuando lo necesite.
Se definirá e! sujeto de tal enunciado por e! conjunto de esos requisitos y de esas posibilidades, y no se
le describirá como individuo que habría efectuado realmente unas operaciones, que viviría en un tiempo
sin olvido ni ruptura, que habría interiorizado, en e! horizonte de su conciencia, todo un conjunto de
propensiones verdaderas, y que conservaría, en e! presente vivo de su pensamiento, su reaparición virtual
(esto no es en los individuos, otra cosa que el aspecto psico1ógico y "vivido" de su posici6n en tanto que
sujetos enunciantes). (pp. 157-158)

La capacidad enunciativa del lenguaje oral fue trasladada muchos milenios después de la
aparición de las primeras lenguas al plano escrito, con el surgimiento de los primeros

52
símbolos en la cultura sumeria hace unos siete mil años, llamada escritura cuneiforme, por
los expertos.

El surgimiento y evolución del lenguaje articulado escrito llevó al ser humano a un


siguiente nivel de desarrollo cultural que posibilitó la comunicación no presencial entre
los sujetos. Se debe recordar que este largo proceso de apropiación de la escritura es
también el resultado de la modificación de los procesos de producción de bienes y
servicios, los cuales fueron generando nuevas necesidades de comunicación e
interrelación entre las personas.

Casi en todas las culturas hay registros de comunicación escrita. En el continente


americano la civilización maya registró su historia a través de códices; muchos de estos
fueron destruidos por los invasores españoles en una acción premeditada de destruir todo
resto cultural que atara a los amerindios con sus raíces ancestrales.

Los lenguajes no verbales

El ser humano ha sido, históricamente demostrado, un productor de signos. Desde los


primeros tiempos de su vida organizada en grupo, dejó impresos en las cavernas donde
vivía, rastros de su paso por la historia. Las cuevas de Altamira en España y las pinturas
rupestres descubiertas en Camotán, Chiquimula, en el oriente de Guatemala, son un
ejemplo de este hecho que data de miles de años. En su inmensa capacidad para crear
signos, el ser humano ha ido inventando maneras de comunicación artificial para potenciar
sus posibilidades expresivas que le dan su aparato de fonación. De esta cuenta ha
conseguido amplificar su voz y sus otros atributos por medio de herramientas extra
verbales.

53
Imagen 5: Peñasco Chatún de la Rebalsa, en Camotán, Chiquimula

Fuente: imagen tomada de Google

Este cuantioso universo comunicativo se conoce con el nombre genérico de comunicación


no verbal o lenguajes no verbales. Por supuesto, a medida que avanza la cultura humana,
estos lenguajes han ido creando sus propias gramáticas, es decir, sus singulares formas de
selección y combinación de signos. Por ejemplo, el código Morse que permitió el
desarrollo del telégrafo fue solo una combinación ingeniosa de pulsos cortos y largos,
plasmados gráficamente en puntos y rayas.

Imagen 6: Clave Morse

Fuente: Imagen de Google

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En relación a los lenguajes no verbales, propiamente dichos, se hará una breve descripción
de algunos de ellos, sin pretender ser exhaustivos:

a. Lenguaje de signos
El ser humano ha utilizado signos como representaciones de la realidad para
comunicarse. Incluso ha usado particularidades de la misma realidad, elevadas a
la categoría de signo. Antes ya se ha explicado que signo es un sustituto o
representamen de la realidad.

Los signos pueden ser naturales o artificiales. Son naturales aquellos que
representan la realidad con una porción de ella misma. Por ejemplo, la huella de
un pie sobre tierra mojada se interpreta como un signo de huella. Unos leños
apagados en el bosque significan que alguien estuvo allí e hizo una fogata con
algún propósito.

Los signos artificiales, por su parte, son todos aquellos que se han inventado como
sustituto de la realidad pero que reproducen algunas características de ella. Son el
resultado del ingenio humano para potenciar sus procesos de comunicación.
Algunos de estos signos han adquirido estatus mundial; otros, por el contrario,
representan porciones muy específicas de una realidad concreta. Cada área de
conocimiento ha ido produciendo su propio universo sígnico; algunos de estos sólo
pueden ser interpretados por quienes manejan el código especializado. Por
supuesto, existen signos que son de entendimiento universal tal como sucede con
los signos de navegación marítima y aérea, las señales de tránsito terrestre, sólo
por mencionar algunos ejemplos.

Algunos signos artificiales creados son portadores de grandes concentraciones de


significado de poder proveniente de actores o sectores clave. Pueden provenir del
estado mismo, pero también de sectores económicos, políticos o sociales. A lo
largo del dominio nazi en Alemania se volvió un signo irrefutable de poder la cruz

55
esvástica como representante del poder concentrado en la persona de Adolfo
Hitler.

Las banderas son signos artificiales que representan a un país; los logotipos
generalmente representan marcas comerciales o empresariales, los colores son
identitarios de ideologías, posiciones políticas, preferencias sexuales,
identificaciones deportivas, etc. En la tradición heráldica, por ejemplo, cada
apellido tenía un blasón que lo identificaba con su origen noble, según la tradición
muy difundida en la Europa de la Edad Media.

Imagen 7: Escudo familiar

Fuente: Imagen de Google

b. Lenguaje de objetos

Los objetos, elevados a la categoría de signos, han sido utilizados por la


humanidad desde los tiempos en los que esta comenzó a construir cultura.
Generalmente el poder se expresa por medio del lenguaje universal de los objetos.
Piénsese en las pirámides de Egipto o de la cultura maya, o en el Partenón de
Atenas, o en las Torres Gemelas de Estados Unidos, las cuales representaban el
poder financiero de aquel país.

56
Existe una inmensa cantidad de objetos cuyo significado es trascendental en el
manejo del poder. Por ejemplo, el báculo usado por la iglesia Católica, o la tiara
pontificia, como señal de autoridad eclesial, o la corona que usaban los reyes y
emperadores de la antigüedad, o el anillo de compromiso entre un hombre y una
mujer, o la banda presidencial que usan los presidentes de algunos países, o los
himnos nacionalistas de todos los países del mundo, o los símbolos patrios, o los
modernos edificios del sistema bancario, etc., todos son representaciones del
poder. En Guatemala, el general Jorge Ubico Castañeda mandó a construir el
Palacio Nacional como símbolo del poder del gobierno central; también construyó
una significativa cantidad de edificios con rasgos europeos, incluyendo, asimismo,
la famosa Torre del Reformador como un émulo de la torre Eiffel de París.

Todos los objetos que el hombre construye tienen un valor simbólico, es decir, son
portadores de significados. Por esa razón, si queremos saber cómo está
representado y distribuido el poder en una sociedad es preciso analizar los objetos
públicos y privados que ostenta.

Imagen 8: Edificios del Banco Industrial, Guatemala

Fuente: fotografía de Google

57
c. Lenguaje kinésico

Cuando usamos nuestro propio cuerpo para emitir mensajes tales como
movimiento de manos, piernas, cabeza, estamos usando el lenguaje kinésico. Es
también conocido como lenguaje corporal, puesto que abarca cualquier parte del
cuerpo como fuente emisora de mensajes. Dentro del lenguaje kinésico se ubica el
lenguaje gestual, del cual se hablará más adelante.

El cine mudo, antes de inventarse el sonido en el celuloide, hizo total uso del
lenguaje kinésico. Son famosas las películas sobre Charles Chaplin, entre otros
casos. Los llamados mimos utilizan solo el lenguaje kinésico para articular su
discurso visual y evocando en sus actuaciones cada uno de los movimientos
humanos o bien su expresión oral. Lo magistral de los mismos es su capacidad de
teatralización de la vida cotidiana por medio de movimientos de sus extremidades
y su rostro.

En la vida cotidiana utilizamos el lenguaje kinésico como una herramienta auxiliar


que refuerza el mensaje oral; y aunque esto es cultural, algunas personas son más
expresivas en el uso de sus manos para enfatizar sus conversaciones. Otras, en
cambio, son muy mesuradas en sus movimientos de manos y piernas reduciendo
en lo posible, la danza de la conversación. Se supone que el lenguaje kinésico fue
anterior al lenguaje verbal en su acepción oral, toda vez que el ser humano tuvo,
antes de desarrollar su aparato fonador, la necesidad de intercambiar información
y estados afectivos.

Los sordomudos utilizan el lenguaje kinésico para comunicarse; al respecto existe


una gramática específica que codifica las señales y las traduce a su equivalente en
ideas orales.

58
Carolyn Boyes (Boyes, 2007) dice respecto al uso de las manos lo siguiente:
Si apretamos las manos juntas, presionamos las palmas de un contra otra o entrelazamos los
dedos, hablamos con cada movimiento. Las manos son la parte del cuerpo más animada y
comunicativa que podemos usar aparte de la cara. Después de todo, ¿qué haríamos sin el
tacto? Toda una zona de comunicación sensoria proviene de esta parte del cuerpo (p. 48)

Boyes, en su libro El lenguaje del cuerpo presenta una interesante y detallada


gramática del uso de las partes del cuerpo como recursos de comunicación, así
como el significado de cada uno de los movimientos que hacemos con las
extremidades y otras zonas del cuerpo.

Imagen 9: Mimo

Fuente: Imagen de Google

d. Lenguaje gestual

El rostro humano está conformado por 43 músculos. Además de su función


fisiológica determinada biológicamente, los manejamos de manera consciente o

59
inconsciente, para expresar estados de ánimo, o bien, para articular mensajes
planificados para producir un efecto deseado.

Además de los músculos que conforman el rostro, se cuenta con un par de ojos que,
según la tradición popular, son las ventanas del alma. Desde niños aprendemos a usar
los ojos como fuente de comunicación. La mayoría de los estados anímicos pasan por
la mirada: la alegría, la tristeza, la ira, el entusiasmo, el interés, el aburrimiento, la
atención, son algunos de los estados anímicos que, a veces sin quererlo, transmitimos
a los demás.

Como recurso de comunicación, la mirada cumple la función fática enunciada por


Román Jakobson (Interiano, 2017) que es aquella que se utiliza para iniciar, mantener,
interrumpir o finalizar una comunicación. Cuando una persona nos mira directamente
a los ojos es síntoma de su interés en nuestra conversación; cuando desvía la mirada
de manera recurrente hacia otra parte es señal de su interés en cortar o finalizar un
coloquio. Estos recursos generalmente suelen acompañarse con el parpadeo como
recurso extra verbal que indica “mira, te estoy poniendo atención”.

Si mantenemos la mirada fija en el interlocutor podría significar algún nivel de duda


por sus argumentos; si abrimos demasiado los ojos, expresamos sorpresa, cólera o
exaltación; si nuestra mirada la dirigimos hacia abajo es posible que demostremos
timidez o subordinación. Mantener demasiado tiempo la mirada clavada en la otra
persona puede ser interpretada por ésta como un desafío a su autoridad o una invasión
a su intimidad. Debe recordarse que el ser humano requiere un espacio vital (EV) para
sentirse cómodo; pero este EV es también de carácter psicológico.

En otras palabras, una mirada directa a los ojos del interlocutor puede significar
inclusión y atención, pero también, reto y duda. Depende de otros recursos
adicionales como la intensidad de la mirada, el calor que se transmite y otros recursos
del rostro como el manejo de las comisuras de los labios, los músculos de la frente,
entre otros. Una frente ceñida puede significar odio, enfado, prepotencia, arrogancia.

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Los mimos, los actores de teatro, cine o televisión son expertos en el manejo del
lenguaje gestual, debido a la naturaleza de su profesión que supone la interpretación
de diferentes papeles que le exigen una caracterización fiel del mundo emocional del
personaje.

En las personas que ejercen el poder, en cualquier ámbito, nivel o circunstancia, el


lenguaje proxémico y el gestual se convierten en sus principales aliados; algunos
líderes incluso usan este recurso como arma para atemorizar o desarmar a sus
adversarios en cualquier evento de comunicación: entrevista, debate, foro, etc.
En un ejercicio de preparación de comunicación política conocido como media
training se enseña a los políticos a manejar los medios de comunicación y dentro de
estos, a teatralizar sus facciones para producir los efectos deseados en la audiencia.
Se afirma que, en mucho, un político exitoso es aquel que hace un buen uso de los
medios de comunicación. Por supuesto que hay otros elementos que deben tomarse
en cuenta como los recursos de la inteligencia emocional, las relaciones humanas
manejadas inteligentemente, entre otros.

e. Lenguaje proxémico

Como se indicó antes, los seres humanos necesitamos de ciertos límites para
sentirnos cómodos. Aunque es un concepto que está determinado en mucho por la
cultura de cada comunidad, en términos generales nos sentimos incómodos cuando
alguien se acerca demasiado a nosotros, sin ningún motivo aparente; por supuesto,
si alguien se aleja sin razón alguna también nos causa cierto grado de incomodidad.
Esta relación de espacio personal se le conoce como espacio vital (EV).

La proxemia estudia las relaciones de proximidad/alejamiento entre las personas.


Desde la teoría semiótica, es la relación que establecen los seres humanos en sus
espacios familiares, laborales y sociales en general.

61
Una lectura del poder, desde la proxemia, según la apreciación de Roland Barthes
(Barthes, 1971) establece que existe una relación de inclusión exclusión entre los
líderes y la ciudadanía. Cuando un líder se aparta de sus subordinados y se
enclaustra, puede ser señal de aislamiento emocional o bien, una estrategia política
para producir algún efecto esperado.

El uso de tarimas y otros recursos de presentaciones públicas producen un efecto


de superioridad en los oradores y marca una distancia entre el líder y sus
seguidores. Por supuesto que también estos recursos a veces son usados como
medidas de seguridad, lo cual no está en discusión, sin embargo, el efecto de
comunicación puede ser negativo. Inteligentemente algunos líderes minimizan
este efecto acercándose lo más que pueden a su audiencia o asumiendo posturas
diferentes que denotan calor humano, como el hecho de inclinarse hacia su
audiencia.

La proxemia también marca las relaciones de poder, afinidad o familiaridad entre


las personas. Por ejemplo, entre un jefe y sus subalternos generalmente media una
distancia discreta y muy pocas veces se producen espacios de intimidad que anulen
las distancias. Entre familiares y personas muy amigas se rompen las distancias y
se anulan los espacios vitales, estableciéndose un entramado de relaciones con
altas dosis de afecto. Se reitera que esto también es un fenómeno cultural. En
algunas comunidades las relaciones entre las personas son distantes y en otras, de
mucha cercanía.

En situaciones de poder, generalmente los subordinados mantienen relaciones de


prudente distancia respecto al líder, aunque, en otros ámbitos exista entre ellos una
relación más relajada debido a sus nexos de amistad o de pasadas relaciones
sociales.

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f. Lenguaje espacial

Los espacios también marcan situaciones de comunicación. La noción de


cercanía/lejanía en los espacios físicos son indicadores de cómo los sujetos
manejamos la noción de tiempo y espacio. Está muy emparentado con el lenguaje
proxémico, aunque tiene sus particulares.

El lenguaje espacial es la manera como disponemos de los espacios que ocupamos.


En el hogar se marca un estilo particular de disponer la ubicación de los muebles
en la sala, el comedor, el dormitorio, las áreas familiares, por ejemplo. En los
lugares de trabajo también se marcan espacios que están relacionados con la
noción de autoridad de los sujetos.

En la vida pública los espacios marcan las relaciones de poder por la manera como
están dispuestos los espacios asignados a la autoridad y a los subalternos.
Generalmente quienes sustentan relaciones de autoridad o manejo de poder,
aunque no desempeñen un cargo en particular, poseen espacios más holgados que
quienes mantienen relaciones de dependencia.

En las oficinas públicas o privadas basta con ver la disposición de las oficinas, la
manera como están dispuestos los muebles, además de las características de estos
para determinar el nivel de autoridad que mantienen sus miembros. Se decía, por
ejemplo, que el despacho de Adolfo Hitler era ampliamente espacioso pero que,
para llegar hasta su presencia, se tenía que atravesar un amplio salón, y que al final
de este estaba ubicado su despacho. El despacho consistía en un enorme escritorio
montado sobre una especie de tarima que lo hacía verse más alto y que, quienes
llegaban hasta él lo vieran hacia arriba.

63
La teatralización del poder

El poder hace uso del conjunto de lenguajes en un proceso que bien puede llamarse
teatralización del poder si se toma en cuenta que cada uno de estos lenguajes tiene un
equivalente en la vida del teatro como representación de la realidad. Tadeusz Kowzan
(Kowzan, 1997) hizo una interesante clasificación de los 13 signos del teatro, propuestos
en su libro El signo y el teatro, los cuales se presentan en el cuadro correspondiente.

Por supuesto que hay signos más usados que otros en los procesos de demostración del
poder. Entre los signos más usados en las instancias de dominio, tanto público como
privado pueden citarse los siguientes: palabra, tono, mímica, gesto, movimiento,
maquillaje, peinado, vestuario, accesorios y decorado. Los otros signos solo se usan de
manera circunstancial, tales como el sonido, la iluminación y los efectos especiales.

No es raro que en actos protocolarios se usen trajes y atuendos especiales tales como
coronas, cetros, banda presidencial, guantes, trajes de levita, color de vestuario para cada
ocasión y tantos otros artilugios que se usan en ceremonias especiales.

Algunos protocolos correspondientes a la moda han cambiado con el tiempo. Por ejemplo,
los protocolos que se practicaban en los antiguos imperios y reinados, llenos de pompa y
colorido, hoy día son más sobrios, menos ostentosos, aunque siempre conservan algunos
signos que representan el poder sobre sus subordinados, tal es el caso de la corona real o
la banda presidencial. El poder de la iglesia católica conserva la tiara pontificia, el anillo
papal y el báculo, además del vestuario color blanco con capa roja. En el papado actual
(2019) se ha prescindido de algunos de esos signos, incluyendo el denominado Papamóvil.
Francisco los ha considerado suntuosos y alejados de la fe cristiana.

Hay ejemplos paradigmáticos de manejo de poder a nivel mundial. Por ejemplo, las
ceremonias reales en Inglaterra y la Oficina Oval en la Casa Blanca, Washington. En el
ámbito guatemalteco son relevantes las ceremonias de graduación y otros actos públicos
de las instituciones educativas de todo nivel.

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La mayoría de estos signos están abordados en manuales de protocolo sobre actos
públicos, eventos privados, visitas, concentraciones, y todas las manifestaciones que se
hacen tanto en la vida pública institucional y privada como en eventos cerrados. Todo acto
ceremonial está articulado con base en sus respectivos protocolos de procedimiento. Los
protocolos de procedimiento que recogen estos signos teatrales son tan rígidos que romper
las reglas equivale a veces a perder el empleo o ser señalados de ignorantes, negligentes
o antisistema. Durante los regímenes autoritarios esta ruptura era motivo de comisión de
delito y era penalizado por su respectiva legislación.

Imagen 10: Ceremonia real en Inglaterra

Fuente: imagen tomada de Google

Las ceremonias reales en Inglaterra han mantenido un protocolo con muy pocos cambios
a lo largo de los siglos. Es uno de los países con mayores tradiciones en la demostración
de su línea de poder. Y aunque existe hoy día un régimen mixto de ejercicio del poder
público, aún la figura del rey o reina conserva un poder simbólico que es aceptado por la
ciudadanía.

En el proceso de flexibilización del poder en Inglaterra, se ha consentido que se integren


a la familia real, personas que no tienen ninguna línea de consanguinidad con esta, o bien,

65
que formen parte de la estructura del poder de la Corona; tal fue el caso de Diana Spencer,
quien provenía de la clase media inglesa se casó con Carlos, hijo de la reina Isabel. En
adelante sería conocida como Lady Diana o simplemente, la princesa Diana.

Imagen 11: Oficina Oval, Casa Blanca, Washington

Fuente: imagen tomada de Google

Uno de los grandes centros de poder mundial lo representa la Oficina Oval ubicada en la
Casa Blanca, Washington. La Casa Blanca fue construida a principios del siglo XIX y ha
sido, desde entonces, la oficina oficial de los presidentes de turno. Es, desde hace décadas,
uno de los grandes centros de decisión política y económica en el mundo.

Precisamente en la Oficina Oval se firmó el tratado que declara a Guatemala tercer país
seguro, aunque la redacción del texto contiene eufemismos para maquillar este propósito.
Sin embargo, el presidente Donald Trump fue enfático en que se trata del compromiso de
Guatemala de convertirse en un tercer país seguro. El presidente guatemalteco fue centro
de duras críticas por este acuerdo, impuesto por los Estados Unidos, bajo la amenaza de
aplicar duras medidas económicas a nuestro país si no se accedía a firmarlo.
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Imagen 12: Torres Gemelas, derribadas en el 2001

Fuente: imagen tomada de Google

Las Torres Gemelas eran, hasta septiembre del 2001, el signo del poder financiero en los
Estados Unidos de América. Fueron derribadas en una acción de ataque, supuestamente
terrorista, dirigida por Osama Bin Laden. En esa ocasión también fue atacado el
Pentágono, principal centro de control de seguridad nacional estadounidense. Se rumoraba
en aquella ocasión que otro avión iba dirigido hacia la Casa Blanca y que lograron
detectarlo y derribarlo a tiempo. Por muchos años, el gobierno mantuvo el hecho alejado
de la prensa, a excepción del ataque a las Torres gemelas, el cual fue cubierto ampliamente
por la televisión de aquel país y los medios internacionales.

Es importante indicar que aquel ataque constituyó un duro golpe al orgullo


norteamericano. Era usual encontrar en las calles a ciudadanos derramando lágrimas por
el hecho. Durante muchos años la sociedad de ese país no lograba superar el trauma
psicológico, pero la principal afectada fue la estructura de poder político y especialmente
la imagen del presidente George Bush hijo, cuyos índices de popularidad habían caído
significativamente.

67
Franz Hinkelammert (Hinkelammert, 2003) dice al respecto, lo siguiente:
Las Torres Gemelas eran el santuario de ese Dios. Lo que es Roma con su Vaticano para el católico y
Meca para el muslime, estas torres lo son para la sociedad burguesa del dinero y del capital. Eran un
centro de piedad, siendo, a la vez, el centro de los negocios. El ataque al Pentágono -o un posible ataque
a la Casa Blanca- son completamente secundarios en relación con el atentado a las torres. Desde la
perspectiva del hombre del dinero, el atentado a las torres ha sido un sacrilegio. Eso vale precisamente
para el capitalismo globalizado. Parlamentos y Casas Blancas son pura decoración para el núcleo de esta
espiritualidad del dinero y del capital, para la cual el trono del Rey y del Dios en esta tierra eran las
Torres Gemelas. (p. 382)

Efectivamente, el gran gladiador del capitalismo es el dinero, al extremo que se ha


transformado en mercancía, con el que se equipara cualquier producto sujeto a la compra
y venta. Las grandes corporaciones financieras hoy día acaparan inmensas cuotas de poder
en la geopolítica mundial, incluso, más que los gobiernos de los principales países
industrializados y poderosos del mundo. El poder corporativo mundial es superior a
cualquier poder local, por muy de primer mundo que sea. En el seno de estas grandes
corporaciones descansan las políticas globales de control económico, financiero,
ecológico, político, y no digamos las políticas culturales de corte transnacional que hoy
día se canalizan a través del basto mundo de la web.

Estas nuevas políticas culturales están produciendo un nuevo sujeto social, cuyos
principales rasgos son el aislamiento, el individualismo, el divorcio entre su entorno físico
y el apego a la comunicación líquida, para decirlo en palabras de Bauman. Estos esquemas
de comunicación van perfilando al ciudadano de las próximas décadas desde su más
temprana edad, usando estrategias de acomodo de la psique por medio de juegos y otras
formas de entretenimiento que, aunque parezcan ingenuas y sanas, conllevan una fuerte
carga ideológica y tienden a fortalecer el modelo de ciudadano masa, del cual ya se venía
hablando desde los años cuarenta del siglo veinte. Efectivamente, hoy ya no es la
televisión la niñera del mundo, sino los modernos dispositivos que nos conectan al
internet. Esta característica trasciende los estratos sociales y llega a todo aquel que tenga
la posibilidad de tener en sus manos un teléfono móvil o cualquier otro dispositivo digital.

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Imagen 13: Infante manipulando un teléfono móvil

Fuente: Foto Carlos Interiano

En el contexto universitario, en la Universidad de San Carlos, como en todas las


universidades de Guatemala se continúan aplicando los protocolos académicos que
surgieron durante la Colonia. En vez de ir desapareciendo, el modelo de demostración
del poder se ha ido generalizando a otros niveles, incluyendo el nivel pre primario.

Esta ideología del poder colonial, sin embargo, no es percibida por algunos
intelectuales que lideran cambios en la estructura educativa, y más bien, lo avalan y
fortalecen en la medida de lo posible. Portar la indumentaria negra con ribetes de
colores es, en muchos casos, el máximo sueño hecho realidad por lo graduados de una

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carrera universitaria. El proceso de alienación se inició desde la más temprana edad, en
el nivel parvulario. En muchas instituciones educativas privadas priva más bien el
interés económico de obtener recursos extras mediante el cobro de estos “actos de
graduación” de infantes, niños y adolescentes, al finalizar un ciclo educativo.

Imagen 14: Acto de graduación, Facultad de Humanidades, Usac

Fuente: imagen tomada de Google

Estas prácticas académicas no hacen sino constituirse en reproductores del poder de


carácter autoritario y hegemónico emanado desde los centros de poder académico.
También existen prácticas culturales que afianzan el poder militar, tal como sucede en
los desfiles del 15 de septiembre, los cuales hacen una demostración de militarismo
disfrazado de nacionalismo, gallardía y prestancia.

El aparato educativo es reproductor de las prácticas de poder militar, y aunque existen


sectores que propugnan por su eliminación, existe ya una cultura arraigada que insiste
en continuar demostrándolas.

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Imagen 15: Celebración del 15 de Septiembre

Fuente: imagen tomada de Google

A través de estas prácticas culturales el poder de la institución armada constituida


oficialmente en 1871 durante el gobierno de Justo Rufino Barrios, como Ejército de
Guatemala, ha creado una cultura militarista en la sociedad guatemalteca. Los años del
conflicto armado (1960-1996) contribuyeron a fortalecerlo mediante una consistente
propaganda donde se resaltaban los valores “patrióticos” de los soldados y se calificaba a
la guerrilla como delincuentes subversivos. Es de triste recordación el famoso manual que
la institución armada hizo llegar a las salas de redacción de los principales medios
impresos donde se instruía cómo debían ser tratados los combatientes guerrilleros.

En 1951, al entregar el poder a su sucesor Jacobo Árbenz Guzmán, el presidente Juan José
Arévalo (Dirección General de Docencia, Universidad de San Carlos, 2019) expresaría en
su discurso:
…una nación no puede ser libre mientras no sean libres uno por uno todos sus habitantes, y de que la
dignidad de toda la República está hecha como síntesis magnificada de la dignidad que se aloja viviente
y actuante en cada uno de los pobladores del suelo. Para alcanzar eso en Guatemala teníamos que chocar
con la particular estructura social y económica del país: de un país en el que la cultura, la política y la
economía estaban en manos de trescientas familias, herederas de los privilegios de la Colonia o
alquiladas a las factorías extranjeras o constitutivas de una secta administrativa oficial que protegía los
intereses de aquellas y multiplicaba geométricamente los suyos. (p. 125)

71
Nótese que las palabras del doctor Juan José Arévalo aún tienen vigencia en la estructura
de poder y en el manejo de los asuntos del estado guatemaltecos. Con ligeras variantes, se
mantiene vigente aquellas condiciones señaladas por el ex gobernante varias décadas
después.

Imagen 16: Despacho presidencial, doctor Juan José Arévalo (1945-1951)

Fuente: imagen tomada de Google

En el gobierno revolucionario, el doctor Juan José Arévalo ejerció el poder durante el


periodo 1945-1951. Su despacho presidencial difiere ostensiblemente del despacho que
han usado los últimos presidentes de Guatemala. La fotografía muestra una gran cantidad
de documentos sobre su escritorio, quizá, acorde a su formación académica y su anterior
actividad como profesor universitario en Buenos Aires, Argentina.

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El siguiente cuadro presenta los 13 signos del teatro organizados por Kowzan, los cuales
ayudan a una mejor comprensión de estos en el manejo del poder.

Cuadro 1: Los signos del espectáculo

1. Palabra Texto Actor Signos Tiempo Signos


2. Tono Oral auditivos auditivos
(actor)

1. Mímica Expresión Signos Espacio Signos


2. Gesto corporal visuales y visuales
3. Movimiento tiempo (actor)

1. Maquillaje Apariencia Espacio


2. Peinado externa
3. Vestuario del actor

1. Accesorios Características Externos Espacio Signos


2. Decorado del espacio al actor y visuales
3. Iluminación escénico tiempo (externos
al actor)

1. Música Efectos Signos Tiempo Signos


2. Efectos sonoros auditivos auditivos
sonoros no articulados (externos
al actor)

Fuente: Adaptación propia con los signos propuestos por Kowzan

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LOS NUEVOS ESCENARIOS DE REPRESENTACIÓN

Con el surgimiento de internet, las redes sociales y todas las herramientas emanadas de la
red, el poder ha encontrado un nuevo aliado para mantener el control social. Sin embargo,
este mismo hecho histórico ha creado también la posibilidad de que un sujeto que ejerza
poder enfrente la amenaza creciente de su debilitamiento y posterior destrucción, debido a la
fuerza avasalladora que es capaz de desarrollar la dinámica social, tanto la controlada como
la libre, de los grupos que coexisten a su alrededor.

En el 2011 se produjo en España un movimiento social que tuvo como su principal


herramienta de comunicación las redes sociales. La fecha clave de la gran movilización fue
el 15 de mayo de aquel año. Las protestas estaban dirigidas a conseguir reivindicaciones
políticas, económicas y sociales contra un modelo de poder que era percibido como
antidemocrático y autoritario, tanto en lo político como en lo económico. Las movilizaciones
y concentraciones masivas se produjeron en 60 ciudades españolas y se prolongaron hasta el
2015. Los principales canales de comunicación fueron Twitter y Facebook.

Este movimiento social realizado en España es en cierto modo un émulo de las revueltas
provocadas en los países árabes algunos meses antes de ese mismo año. Este movimiento se
conoce como “La primavera árabe”, el cual tomó forma gracias al uso de las redes sociales,
especialmente Twitter y logró concentrar a miles de ciudadanos e incluso, provocar revueltas
que dieron como resultado la dimisión del presidente de Egipto Hosni Mubarak.

En el blog canalhistoria.es (Canal Historia, 2014) se aborda este movimiento; en dos de sus
párrafos más importantes se destaca que:

Las enormes desigualdades que se vivían en estos países, los gobiernos corruptos y autoritarios, el
desempleo, que había alcanzado cotas alarmantes sobre todo entre los jóvenes y, en especial, la falta de
libertades, provocaron la primera oleada de protestas del mundo árabe en el siglo XXI. El éxito de las
acciones coordinadas por miles de ciudadanos tuvo mucho que ver con el uso liberador que supieron
darle a las nuevas tecnologías de la comunicación y a las redes sociales, especialmente Twitter.

Los manifestantes, en su mayoría jóvenes, pedían democracia y cambios políticos, sociales y


económicos. En algunos países, como Túnez y Egipto, estas protestas consiguieron derrocar al gobierno;

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en otros, como Libia y Siria, desembocaron en guerras civiles. (https://canalhistoria.es/blog/2011-la-
primavera-arabe/?cli_action=1559435597.782) Consultado el 1 de junio de 2019.

En Guatemala, en el año 2015 se produjeron jornadas de protesta social en contra del


gobierno que presidían Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. Las movilizaciones y
concentraciones en la Plaza de la Constitución y en otras ciudades guatemaltecas tuvieron un
solo propósito: exigir la renuncia de ambos funcionarios por actos de corrupción.

Tanto las movilizaciones españolas como las guatemaltecas tuvieron un nuevo rostro: no eran
lideradas por movimientos sindicales, ni de izquierda ni de derecha. Es decir, no había líderes
visibles cuyo papel tradicional ha sido encabezar movimientos de protesta. La población se
organizó en una edición diferente de organización social, usando como canales más
importantes las redes sociales. Aunque en el proceso de organización social se detectaron
lideratos sin rostro como Anonymous, movimiento surgido en la red desde 2008, quienes
cubrían su identidad con máscaras similares a las usadas por los españoles, hubo también
algunas caras visibles pero que no tenían un pasado político identificable. Eran rostros nuevos
inmersos en movimientos sociales con nuevas herramientas de representación social.

Los movimientos de la Primavera Árabe y los que se produjeron en España en el 2011


tuvieron su inspiración ideológica en el pensamiento de Stéphane Hessel (Hessel, 2011), un
hombre comprometido con los procesos democráticos en el mundo, quien manifiesta que,
frente a las medidas desacertadas de los gobiernos en el mundo no le queda más a la
ciudadanía que inconformarse, protestar y resistir. Lo dicho en sus propias palabras:

Creo que es preciso indignarse, sobre todo los jóvenes. ¡Y resistir! Resistir supone considerar que hay
cosas escandalosas a nuestro alrededor que deben ser combatidas con vigor. Supone negarse a dejarse
llevar a una situación que cabría aceptar como lamentablemente definitiva. (…) Creo que el escándalo
mayor es de índole económica: las desigualdades sociales, la yuxtaposición de la extrema riqueza y la
extrema pobreza en un planeta interconectado. No se trata únicamente de la existencia de los países ricos
y los países pobres, sino del aumento de la distancia que existe entre ellos (…) Hay que hacer llegar este
mensaje a las jóvenes generaciones (…) (pp. 23-24)

Respecto a la noción de desarrollo, un concepto debatido en diferentes círculos con distintas


interpretaciones que van, desde lo meramente económico hasta la visión integral que supone
los procesos de transformación de las sociedades, Hessel expone lo siguiente:

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Si por desarrollo entendemos cada vez más técnica, cada vez más energía -en pocas palabras, repetir lo
que veníamos haciendo-, en evidente que vamos directos al fracaso.
En la práctica, sólo cabe desear que algunos países tengan mayores recursos a su disposición, ¡y que por
consiguiente se desarrollen! Ahora bien, estos recursos deben ser compatibles con el mantenimiento del
equilibrio ecológico. Desde un punto de vista más global, nuestro enriquecimiento tiene que ser
esencialmente cultural, espiritual, ético, en vez de un enriquecimiento puramente cuantitativo que se
traduce en un incremento de la cantidad de energía utilizada, o del número de productos financieros que
salen al mercado. Es preciso romper con ese pensamiento productivista, basado en el “cada vez más”.
(p. 39)

En su libro Nosotros, los indignados, Klaudia Álvarez y otros (Álvarez, 2011) narran las
estrategias que aplicaron para convocar y reunir a miles de ciudadanos de todas las edades
en 60 ciudades de España. Este poder de convocatoria a través de las redes sociales lo deja
muy claro Álvarez, según sus propias palabras:

Un día abrí una cuenta en Twitter. Aparecieron en mi vida un montón de nuevas palabras: Anonymous,
hacktivismo, #sindepírate, Tahrir, ciberrevolución, Ddos, Hessel, #nolesvotes, #malestar, Islandia…, y
la semilla del cambio se instaló en mi cabeza. Mucha gente seguía pensando que nada importaba y que
nada podía cambiarse, pero algunas personas empezamos a variar la perspectiva. La red aparecía ante
nosotras no sólo como un medio de información, inspiración y comunicación, sino como un instrumento
para organizar nuestra indignación. A través de @Dima_Khatib seguí las revoluciones árabes. Y
descubrí que la “desorganización” en forma de red, sin un centro claro y en constante mutación, puede
ser muy organizada. (p. 10)

En su libro Caso Rosenberg Medios y Redes Sociales, Sergio Morataya (Morataya, Caso
Rosenberg Medios y Redes Sociales, 2011) expone los resultados de su investigación
respecto a la muerte del abogado Rodrigo Rosenberg en el 10 de mayo del 2009. El punto
central de la investigación de Morataya es la cobertura mediática que se le dio al hecho y la
participación de grupos desafectos al gobierno para provocar su caída mediante la acción
emprendida a través de internet y las redes sociales, especialmente Twitter y Facebook. Este
es el primer caso de agitación social provocado por las redes sociales virtuales que llevó a
movilizar un importante contingente social proveniente especialmente de las capas medias
capitalinas.

Frente a este poder movilizador a través de Twitter y Facebook, el gobierno tuvo poca
capacidad de respuesta organizada y se anunciaba ya el poder movilizador que estas pueden
tener, tal como sucedió en los hechos posteriores ocurridos en el 2015 en Guatemala.
Al respecto, Morataya opina que:

77
Es paradigmático el hecho de cómo un gobierno poco preparado puede tambalear ante una crisis
provocada por coordinaciones de las redes sociales y recogidas por los medios. La poca preparación de
los sistemas de comunicación del gobierno, su poca articulación y la falta de un experto en el manejo de
la crisis dieron la impresión de un gobierno débil que sólo logra reaccionar un tiempo después
integrándose a las principales redes sociales.

A partir de este caso los medios en Guatemala evolucionan y fortalecen sus emisiones por Internet y
también abren sus perfiles en Facebook, Twitter y Youtube por mencionar algunas redes sociales. (p.
65)

En síntesis, actualmente el poder ha generado nuevos escenarios de representación debido al


desarrollo acelerado de la comunicación virtual en la cual se pueden crear espacios que
reproducen la realidad tangible e intangible, prescindiendo cada vez de los reforzadores
físicos como las edificaciones y otros sistemas simbólicos que produjeron, anterior a la
internet, un mundo de signos analógicos o bien, usando el propio mundo físico para
comunicar, tal como sucede con las imágenes religiosas, las edificaciones, las vías de
comunicación y otro sinnúmero de artefactos creados por la Humanidad desde sus albores.

En Guatemala, la Historia da cuenta de cómo se ha ejercido el poder desde la época de la


incursión y guerra de los primeros españoles contra los pueblos originarios de América hasta
nuestros días. En primer lugar, se pasó de una lucha armada para someter a los nativos hasta
su sojuzgamiento y sometimiento al yugo español y la instauración de la Colonia, con una
nueva manera de organización social y la religión católica como su brazo ideológico de
penetración. Era la finalización de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna que se
prolongó hasta finales del siglo XVIII.

Finalizada la época Colonial en 1821 y la esclavitud en 1823, la naciente república de


Guatemala y las demás de Centro América comenzaron a usar sus propios mecanismos de
control social. A estas alturas se estaba consolidando el poder de los criollos en lo económico
y lo político, hecho del cual aún se conservan algunos vestigios. En los años del liberalismo
económico político, Justo Rufino Barrios impuso nuevos modelos de control social para
ejercer el poder desarrollando una incipiente clase obrera sin condiciones dignas de
subsistencia, sino era más bien, una forma diferente de esclavitud en la cual la población
indígena fue la más afectada.

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Durante esa época surge una forma de organización política del sector trabajador, el llamado
mutualismo, que más tarde daría vida al movimiento sindical, el cual fue reprimido
groseramente durante el régimen de Jorge Ubico Castañeda, pero reapareció durante los años
de la Revolución de Octubre de 1944.

En relación al movimiento mutualista Jorge Aragón (Aragón González, 2014) dice lo


siguiente:

El marco político de estas organizaciones lo constituyó la reforma liberal bajo cuyo espíritu se gobernó
el país durante las primeras cuatro décadas del siglo XX. El mutualismo ciertamente fue la forma de
organización que antecedió a los movimientos sindicales, que paulatinamente fueron apareciendo a
medida que se fundaban las primeras fábricas en el país, sin perjuicio de la economía de agroexportación.
Por ello no es de extrañar que los mutualistas encabezaran más tarde los primeros movimientos
sindicales en el país, pues contaban con experiencia organizativa y un cierto nivel de conciencia sobre
los problemas de orden político. (p. 58)

Por supuesto que la ideología criolla siguió imperando en Guatemala en todo el siglo XX y
en lo que va del presente siglo, y aunque el modelo agroexportador ya no es el predominante
pues se ha ido sustituyendo por la economía de servicios y un lento proceso de
industrialización de algunos rubros de la producción, quienes continúan al frente son los
descendientes de la clase criolla afianzada durante los 300 años de la Colonia y fortalecida
en los subsiguientes periodos liberal y conservador, quienes, esencialmente, siguieron con
los mismos patrones ideológicos coloniales, marcando escenarios de representación del
poder sin mayores diferencias conceptuales.

Las otras voces: el poder contestatario

En todas las épocas, en todos los países, frente al poder hegemónico, grandilocuente, hiper
simbólico, existen siempre voces contestatarias que articulan un discurso de oposición, a
veces en forma muy abierta, otras, de manera solapada, subterránea. Durante los primeros
años del cristianismo, por ejemplo, los primeros seguidores de Cristo fueron perseguidos,
encarcelados muchos de ellos, torturados y asesinados. Esto provocó un movimiento de
resistencia que los llevó a elaborar su propia simbología para establecer comunicación secreta
entre ellos; muchos eligieron vivir escondidos en espacios subterráneos llamados

79
catacumbas. En un principio, esos espacios también eran utilizados para enterrar a sus
muertos, luego, los usaron como refugio contra el poder romano.

En el pasado conflicto armado guatemalteco también se organizó, por parte de la insurgencia,


la estrategia de contrapoder en varias expresiones comunicativas. En primer lugar, había un
código de comunicación entre los miembros del movimiento armado y sus colaboradores.
Durante esa época fueron muy comunes los alias como primer escudo protector de la
identidad de las personas. El movimiento revolucionario generó un nuevo lenguaje, se cargó
de nuevos significados a palabras que ya existían en el lenguaje cotidiano. Solo por citar
algunos ejemplos: buzón, lugar donde se enterraban armas, propaganda, literatura y otros
utensilios usados en la lucha armada, generalmente estaban bajo tierra, camuflados encima
con hierbas u otros elementos. Recuperar, era quitarle algo de valor a una persona
generalmente pudiente. Nótese que no se usaba el término robar, ya que, según el
pensamiento revolucionario, dichos bienes ya habían sido robados al pueblo.

A nivel de comunicación popular hubo una explosión de contenidos y expresiones gráficas.


Son famosos los murales pintados en la Universidad de San Carlos por el artista Arnoldo
Ramírez Amaya, más conocido por el alias el Tecolote. El mensaje gráfico y verbal de dichos
murales es de corte revolucionario y de denuncia social.

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Imagen 17: Mural diseñado por el Tecolote Ramírez Amaya

Fuente: Fotografía tomada por Carlos Interiano

Posterior al conflicto armado, quedaron grupos organizados conformados por jóvenes que,
aunque no vivieron lo más crítico del periodo, mantuvieron una posición ideológica y política
afín a la insurgencia. Y tal como sucedía durante el periodo revolucionario, fueron usadas las
paredes de los edificios y demás construcciones como canales de expresión. Durante la época
de la lucha revolucionaria se utilizaba la frase “las paredes son los periódicos del pueblo” y
sobre ellas se escribía frases antigobiernistas o en contra del poder establecido (militares,
empresarios, iglesias, etc.).

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Imagen 18: Mural pintado por la asociación HIJOS en Guatemala

Fuente: Imagen de Google

Durante los años del conflicto armado surgió una variedad de mensajes contestatarios que se
clasificaban como la expresión del contrapoder. Periódicos populares, revistas, novela,
poesía, música, plástica, teatro experimental y toda clase de mensajes orales pronunciados en
marchas obreras, campesinas; el movimiento social estuvo muy agitado pese a los altos
niveles de represión que ejercía el aparato militar sobre la población civil, cuyos ciudadanos
eran vistos como potenciales enemigos del estado.

Después de la firma de la paz, en 1996, el contrapoder sufrió un proceso de implosión


política, quizá porque la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca –URNG- pasó, de
la clandestinidad a la vida política legal. Con este proceso de transformación política cesó
también el poder que ejercía sobre todo el entramado social. El movimiento obrero,
estudiantil en la Universidad de San Carlos y otras expresiones de izquierda perdieron su
base de sustentación ideológico - política y económica. Con la desmovilización de las fuerzas
insurgentes se dio también la desmovilización social.

Sin embargo, se mantuvieron algunos residuos de discurso contestatario, tal como sucede
con el mensaje que aparece en el edificio M2 de la Escuela de Ciencias de la Comunicación,
Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Imagen 19: Mural pintado en el edificio M2, Usac

Fuente: foto Carlos Interiano, autores: Alvarado, Hernández, Paiz, Sanolethy (20013)

Una voz contestataria:

No obstante, este panorama de desmovilización social y política, en 1992 surge el Comité de


Desarrollo Campesino (CODECA), conformado por campesinos indígenas liderados por
Mauro Way (Telesur, 2017) cuyo objetivo era luchar por el acceso a la tierra y mejores
condiciones labores en las fincas patronales. Codeca se inició con 17 miembros; actualmente
se calcula que tiene una cantidad que sobrepasa los 400 mil y tienen presencia en todo el país.
Una de las principales luchas de esta organización campesina que ahora tiene una
composición multiétnica, es la nacionalización de la energía eléctrica aduciendo abusivos y
excesivos cobros por parte de las empresas distribuidoras. Debe recordarse que fue durante
el gobierno de Álvaro Arzú Irigoyen que se privatizó este servicio, junto a otras empresas
nacionales; además se lucha por otros temas de la agenda nacional guatemalteca. Varios de
sus dirigentes han sido asesinados sin que sus causas hayan sido esclarecidas; otros han sido
perseguidos y encarcelados.

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Nacimiento del Movimiento para la Liberación de los Pueblos –MLP-:

El MLP nace como brazo político de Codeca, con el propósito de alcanzar el poder público
mediante el proceso electoral. Su estructura asamblearia le da a la nueva organización
partidaria una visión diferente a la vieja política. De hecho, se han denominado “la nueva
política”. El MLP fue inscrito el 7 de noviembre de 2018 y el 7 de marzo de 2019 se celebró
su asamblea general en la cual se designó a Thelma Cabrera como su candidata presidencial.
Solo 3 meses después de su inicio de campaña, la dirigente indígena, al frente de su partido,
logró casi medio millón de votos.

Una de las estrategias del MLP fue la nominación de una mujer indígena como candidata
presidencial. A esto se suman las cualidades de Cabrera, quien, con un discurso sencillo,
directo, sin retórica, logró sembrar en la opinión pública los principales issues de su campaña:
nacionalización de la energía eléctrica y otros bienes del estado, combate frontal a la
corrupción, reducción del salario presidencial y altos funcionarios. Uno de los temas
fundamentales fue la convocatoria a una asamblea nacional constituyente para reformar las
leyes que tienen prisionero al estado mismo. Se definieron como un partido pluricultural en
el cual acogieron a los cuatro pueblos nacionales: indígenas, xincas, garífunas y ladinos.

Desde el principio manifestaron su decisión de no apoyar ni aceptar apoyo de ningún sector


político tradicional ni de grupos ligados a intereses criollos. Anunciaron su decisión de correr
solos en la contienda electoral, lo que sembró esperanza y entusiasmo en el electorado que
los benefició con el cuarto lugar en el espectro electoral. Este fenómeno político nunca se
había registrado en la historia democrática de país.

Cabe indicar que Thelma Cabrera tiene una capacidad oratoria sin parangón, con apenas
sexto grado de primaria cursado, pero con una formación política forjada en las calles, logró
insertar en el cerebro de los ciudadanos su famosa frase llena de ritmo “Volcancito visto,
volcancito marcado” a tal grado que niños y jóvenes expuestos al mensaje lo repetían en su
vida cotidiana.

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Imagen 20: Logo Movimiento para la Liberación de los Pueblos

Fuente: imagen de Google

En la sociedad guatemalteca existen actualmente (año 2019) una gran cantidad de actores
contestatarios que buscan su propia voz y desligarse de esquemas autoritarios, hegemónicos
y verticales de comunicación, tal es el caso del feminismo, el movimiento LGBTQ,
movimiento indígena, que reclaman espacios de participación y reconocimiento político
social. Algunos, incluso, han sido llevados a los tribunales por supuestas infracciones a las
normas morales, tal como sucedió con el movimiento bajo el nombre de la Sagrada Vulva.

Utilizando las calles como espacios de expresión y las paredes de edificios públicos para
dejar plasmados sus mensajes, estos movimientos se mantienen vigentes en la opinión
pública y conforman las posiciones políticas que contrastan con el poder hegemónico desde
la esfera pública y privada.

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Imagen 21: Pinta en uno de los edificios de la Usac, Ciudad Universitaria

Fuente: foto Carlos Interiano

El poder, la comunicación y la sociedad líquida

Aunque el efecto de esta dinámica social es bastante volátil, tal como lo afirma Zygmunt
Bauman (Bauman, 2004) en su libro La modernidad líquida, los individuos de nuestro
tiempo, usuarios de internet han conformado una sociedad cuyas condiciones de actuación
de sus miembros cambian antes de que las formas puedan consolidarse en unos hábitos y en
una rutina determinada. Esta volatilidad es producto de los modelos de producción industrial
que imperan en el mundo bajo la égida del capitalismo y su máxima expresión, el
neoliberalismo.

Aquellas leyes de producción industrial y el carácter mercantil de la producción que fueran


enunciadas algunas décadas atrás por Wulf Hund, en su libro Comunicación y sociedad
(Hund, 1977), cobran hoy su máxima expresión en el nuevo modelo de coexistencia social
que dibuja acertadamente Bauman. Por mencionar algunas de esas leyes que tienen particular
importancia para este análisis: la ley de la oferta y la demanda, la ley de la libre competencia,
la más alta rentabilidad al más bajo precio, entre más corta la vida del producto incrementa
la posibilidad de que el consumidor renueve su compra, diversificar el producto para sacarle
más ganancia, la masificación y la producción en serie aumenta las ganancias, los
rendimientos decrecientes impelen un mayor control en la cantidad de empleados que una

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empresa debe contratar a efecto de no incrementar los costos de la producción, entre otras
leyes del mercado.

Estas leyes del mercado han impactado también en los procesos de emisión y recepción de
los mensajes cuya dinámica en las redes sociales es la más volátil de todas. A diario discurren
millones de bits de información y se están renovando constantemente los ciclos discursivos.
De tal suerte que el ciclo de vida de un mensaje desde su punto de vista del producto es
sumamente lábil y corto; los mensajes, ya sean negativos o positivos al poder establecido
presentan ventajas que, aprovechadas estratégicamente, pueden reducir o incrementar el
impacto en la comunidad.

En cierto sentido el poder se diluye en una gama gelatinosa de relaciones espurias y fugaces
donde no existe el interés en profundizarlas, como sucedía en los estadios sociales anteriores
al internet. Una de las grandes características que diferencian al ciudadano de hoy con el de
hace pocas décadas es que no se cultivan relaciones duraderas; se vive la cultura fast marcada
por la fugacidad, lo espontáneo, lo universal, lo impersonal y lo fácilmente sustituible.

En este sentido, se hace más difícil el control social desde las esferas del poder, cuyas bases
ciudadanas no cultivan el efecto fidelidad, una condición que era alcanzada por las
instituciones sólidas, ya fueran gubernamentales o privadas. Ese efecto se ha perdido a
medida que la sociedad mundial ha trastocado las condiciones que hacían que se practicara
la obediencia, desde el punto de vista tradicional y hasta cierto punto, la identificación con
los valores que provenían desde dichas esferas, independiente de lo negativo o positivos que
estos fueran.

No hay que pasar por alto, sin embargo, que los actores que ejercen el poder han especializado
sus mecanismos de influencia en la ciudadanía; a tal objetivo, han dedicado variadas
estrategias de intervención que les garanticen los niveles de efectividad deseados. Para ello,
acuden a los servicios de especialistas en comunicación estratégica y política, quienes aplican
todos los pasos de la planeación, hasta sofisticados sistemas de comunicación actuales.

87
En épocas de crisis o periodos electorales, los estrategas de comunicación realizan, entre
otras cosas, el denominado war room, un concepto que hasta hace algunos años se conocía
más con el nombre de cuarto de crisis.

Castro, Mejía y Newman, en su libro Cómo ganar una elección (Castro, 2006) dicen al
respecto:
El war room o un cuarto de respuesta rápida es un grupo de trabajo que da seguimiento intensivo a la
propia campaña, a la de los adversarios y al entorno; identifica riesgos y oportunidades en la consecución
de la estrategia y propone lineamientos tácticos ante los movimientos del adversario y los cambios en el
entorno. (p. 147)

Esta es, a guisa de ejemplo, una de las armas que aplica el poder para ejercer su influencia
en la ciudadanía. Recuérdese que, en todos los imperios a través de la historia humana, los
monarcas y generales tenían sus grupos de análisis de tácticas de guerra para dominar al
adversario. No eran aventuras improvisadas sino acciones muy bien estudiadas a la luz de la
experiencia y disponibilidad bélica de aquellos tiempos. En la época moderna se continúan
aplicando estas sofisticadas estrategias de guerra y dominación de unos sobre otros.

En la llamada sociedad líquida, marcada por el constante cambio en todos los rumbos de la
vida humana, aun los más sofisticados e infalibles planes de dominación pasan por el filtro
de la innovación constante; de hecho, uno de los rubros de mayor inversión en el mundo es
el destinado a las armas. La industria armamentista moderna alimenta el poder de unas
potencias sobre sus países satélites y al mismo tiempo, la dependencia económica, política y
cultural. Es el juego de la moderna geopolítica líquida.

Amigos líquidos

El concepto de liquidez, acuñado por Bauman, se refiere a la fugacidad y superficialidad con


que se establecen las relaciones sociales en la época actual. Estas relaciones carecen de la
profundidad necesaria con que se tejían los intercambios sociales en la llamada sociedad
sólida. Amistades de toda la vida, compañeros de toda la vida, vecinos de toda la vida. En
fin, eran grupos sociales cohesionados por lazos de afinidad cuya perdurabilidad atravesaba
enormes trechos de tiempo, y, a veces, toda la vida.

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Imagen 22: Las relaciones entre la nueva y la vieja tecnología

Fuente: Imagen de Google

Hoy día, esa característica de perdurabilidad ha desaparecido, sobre todo, en las relaciones
mediadas por la virtualidad en donde, si bien es cierto, pueden abarcarse mayores ámbitos
sociales, la calidad de las relaciones que se establecen son, en muchos sentidos, superficiales,
efímeras, insustanciales. Lo único que queda de aquella sociedad sólida es el término
“amigo” que, al parecer, se ha resemantizado, dándole un sentido de poca importancia; en
épocas pasadas se decía “conocido” a una persona con quien, en algún momento de nuestra
vida habíamos establecido una relación casual, circunstancial, pero nada serio.

Es pasmosa la actitud de las personas hoy día respecto a llamar amigos a las personas, y acaso
con perfiles falsos, que encontramos en la red. De esta manera, de la noche a la mañana, un

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individuo que crea un perfil en Facebook, por ejemplo, puede enviar solicitudes de amistad
a cientos de personas y recibir la notificación de aceptación. Las cuentas de esa red social
aceptan hasta 5 mil seguidores, sin pago alguno. Y se dice, en el argot popular, que se tiene
miles de amigos; muchos de ellos, sin embargo, carecen de un rostro que los identifique y
datos muy escuetos, cuando no adulterados, de su verdadera identidad.

Pero, así como les damos aceptar a nuevos amigos también podemos darles de baja o
bloquearlos de un solo teclazo. No se requiere ningún trámite adicional. Aquel sentimiento
de ansiedad, angustia, dolor emocional, que se sentía al perder a un amigo, en la sociedad
sólida, en el mundo líquido que estamos viviendo, no tiene ningún impacto en nuestra psique.
Si alguna vez te vi, no te conozco, sería una frase que defina estas relaciones.

Los amigos líquidos tienen su base epistemológica en las nuevas relaciones sociales de
producción que nos ha impuesto la sociedad industrial de cuyas leyes ya se ha hablado en
este texto. Los procesos acelerados de consumo cultural, espiritual y de otra índole, siguen
las leyes de mercado, entre ellas, la del consumo, la reducción del ciclo de vida de un
producto, de la producción en masa, la de rendimientos decrecientes, la de Gresham, entre
otras cuyo impacto no se ha dejado sentir solo en la producción de bienes y servicios, sino
que ha atravesado la matriz cultural misma de los grupos sociales que cohabitamos en el
mundo.

El hombre se ha convertido en presa de su propio modelo de sociedad diseñado para ser


esclavo de la producción y no para vivir y convivir en sociedades felices y realizadas
espiritualmente. En las sociedades industrializadas es donde más se observa esta nueva
dinámica social; se vive en función del trabajo que garantiza la producción y no en función
de la felicidad que puede producir una actividad creativa, productiva en el sentido de
realización humana. Lo más grave de esto es que los ciudadanos no perciben los efectos de
estas relaciones destructivas de la ecología social, y, como ovejas predestinadas al sacrificio,
marchan, cada una con la mirada cabizbaja y el músculo dispuesto a sacarle el mayor esfuerzo
físico e intelectual posible.

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Son los modernos modelos de la esclavitud de grandes masas de trabajadores que se
conforman con utilizar su teléfono móvil para dar rienda suelta a su fantasía de vivir en un
mundo interconectado, con miles de “amigos” a quienes jamás estrecharemos su mano, ni
sentiremos el efecto de un saludo e intercambio de miradas; para el caso, tampoco importa.
La liquidez que marcan estas relaciones está dada directamente proporcional al escaso tiempo
de ocio que le queda a la clase trabajadora, un tiempo marginal cada vez más estrecho que
apenas le alcanza para dar un like a los mensajes que recibe, en medio de esa vorágine de
mensajes que recibe, como una banda sin fin cuyos equipajes nadie sabe a ciencia cierta, a
dónde terminarán su destino.

Ecología del lenguaje

Nunca antes como hoy, las academias de la lengua de todos los idiomas existentes en el
mundo se habían visto en serios aprietos por mantener la pureza del lenguaje, esa pureza que
es el resultado de la imposición de las normas rígidas que dan vida a las gramáticas
respectivas. Hoy día, lo correcto e incorrecto en el lenguaje es una cuestión de mucha
relatividad. Todas las lenguas se han visto permeadas por el cuantioso surgimiento de nuevos
términos, conceptos y giros lingüísticos provistos por la tecnología de la información y sus
áreas afines.

Gracias a la expansión e imposición de un nuevo lenguaje que, al estilo del sueño que
acariciaban aquellos que diseñaron el viejo lenguaje del Esperanto, hoy se está haciendo una
realidad: un puente de entendimiento entre todos los seres humanos del mundo mediante
símbolos, giros lingüísticos, neologismos universales, emoticones, gifs, entre otros, aunque
no tengan todavía una gramática uniforme que dé a cada símbolo un significado preciso sino
que, reflejo de la sociedad líquida al fin, cambia constantemente.

Los neologismos que ha impuesto la tecnología constituyen una poderosa fuerza idiomática
que está causando problemas a la ecología del lenguaje y, especialmente, a las gramáticas de
los idiomas del mundo. Por ejemplo, en la lengua español, la Real Academia de la Lengua,
está constantemente analizando, definiendo, normando e incorporando nuevos términos al

91
universo lingüístico español, cuyo acervo se ve muchas veces permeado por el uso constante
y masivo de términos que riñen con los que ya existen registrados y aceptados para definir
un concepto. En el mundo occidental, es innegable la fuerte influencia del idioma inglés en
la incorporación de palabras de uso tecnológico trasladadas al español en su forma más literal.
Por ejemplo: accesar en vez de ingresar, transportación en vez de transporte, listar por indicar.

Todo el lenguaje cibernético está presente hoy día en las reuniones familiares, sociales,
laborales, sustituyendo constantemente aquellas palabras que, en español, tenían un referente
preciso, definido durante muchos años por la Real Academia Española. Es muy común
escuchar en una charla familiar o social, términos como: giga, ram, dilit, accesar, feisbuquear,
tuitear, internetear, chatear, y tantos otros que sería muy largo enumerar.

Si comparásemos un texto impreso o una conversación grabada hace treinta años,


seguramente no encontraríamos ninguno de los términos antes citados. No existía esa
explosión lingüística devenida de la tecnología cibernética y del mundo virtual. Aunque el
lenguaje ha sido siempre sumamente dinámico en casi todos los idiomas, es en las últimas
décadas donde se han visto mayores transformaciones que ponen en aprietos a los expertos
que velan por la pureza de los idiomas, bajo cuya responsabilidad descansa que la normativa
de cada idioma garantice la pureza gramatical.

A los cambios en el lenguaje articulado, derivado de la tecnología de la información y la


comunicación, se suman los nuevos universos simbólicos que se vienen experimentando
desde hace unos veinte años (hasta 2019), tal el caso de los emoticones, emojis, gifts, stickers,
historias colgadas en Facebook e Instagram, estados (en Whatsapp), encuentros frívolos
sobre gustos y entretenimientos banales. Todos estos universos simbólicos son verdaderos
programas narrativos, desde el concepto lingüístico, que manifiestan estados anímicos,
entretenimiento fácil, gustos, y toda una gran cantidad de estados emotivos, con un proceso
semiótico muy cambiante en tiempo y grupos sociales.

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LOS NUEVOS EFECTOS DE LA COMUNICACIÓN

Las nuevas realidades que vive la sociedad moderna mundial, especialmente aquellas que
guardan relación estrecha con la virtualidad generada por el internet, generaron una serie de
efectos que es preciso analizar desde el impacto que producen en el poder. Sabemos que, por
siempre, el ser humano ha convivido en grupos sociales interconectados en concentraciones
denominadas nodos, los cuales han permitido los procesos de comunicación social física que,
por milenios han articulado las grandes decisiones nacionales e internacionales.

Hoy día, esos nodos se han traslado al mundo virtual. Su nombre más común es el de redes
sociales y al conjunto de estos se le conoce como sociedad red. Esta nueva manera de
organización social ha provocado también que se generen nuevos efectos, adicionales a los
que ya se estudiaban en la comunicación masiva tradicional.

Se hará un breve análisis sobre los principales efectos que, para elaborar este texto, se
proponen y cuya efectividad se ha comprobado a lo largo de trabajar en el mundo virtual
desde hace ya varios años.

Paul Lazarsfeld y la función de prestigio y estatus social

Paul Lazarsfeld fue, junto a Bernard Berelson (Toussaint, 1981), en los años cuarenta, uno
de los investigadores de mayor prestigio en el área de la comunicación. Su propuesta, basada
en las funciones que los medios de comunicación desempeñan en la sociedad, publicó una
propuesta en la cual afirma que al respecto que estos cumplen ciertas funciones entre las
cuales sobresalen: la función de prestigio, la función reforzadora de normas sociales y la
disfunción narcotizante.

Según la propuesta de Lazarsfeld, la publicación de información relevante y positiva sobre


el ciudadano, le da a este cierto nivel de prestigio por el efecto de visibilidad y socialización
de sus atributos. Según esta visión, los ciudadanos se convierten en personajes tipo tal como
sucede en el mundo del arte, el deporte, la ciencia, el mundo del jet set, el empresarial y el
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político. A mayor exposición positiva de los ciudadanos, se produce un incremento
directamente proporcional a la cantidad de lectores que están expuestos al mensaje. En la
prensa escrita se calculaba, anterior al surgimiento y expansión de la internet, que había un
impacto de cinco lectores por cada ejemplar vendido.

Lazarsfeld suponía que los medios masivos de comunicación impactaban en los lectores bajo
los siguientes supuestos enunciados en la década de los años cuarenta del siglo pasado:
1. Los medios de comunicación representan un nuevo tipo de control social que viene a sustituir
sutilmente el control social brutal que antes se ejercía, y que la sociedad moderna ya no tolera.
2. Los medios son los causantes del conformismo de las masas.
3. Los medios deterioran el nivel de la cultura popular, alimentando gustos vulgares. (Toussaint, 1981,
p.15)

En el caso de la sociedad red, la exposición de los mensajes virtuales tiene un efecto


expansivo que sobrepasa el impacto de los medios impresos. Al grado que, una nota positiva
sobre alguien, puede alcanzar miles de impactos en poco tiempo. La debilidad es que el
tiempo de exposición es fugaz y, a menos que haya una estrategia establecida para reforzarla
o reiterarla, su efecto también es muy temporal.

Esta función de prestigio también tiene su lado negativo. Un mensaje en contra de alguien
producirá en éste, un efecto negativo. Y posiblemente se mueva a mayor velocidad que uno
positivo. De acuerdo a la visión negativa con que la sociedad analice el mundo circundante,
es más fácil que la información negativa circule con mayor velocidad que los mensajes
positivos. Por causas históricas y culturales, en la sociedad nuestra, pesa más lo negativo que
lo positivo en asuntos relacionados con la imagen de los ciudadanos.

Por su parte, la función reforzadora de normas sociales se produce cuando los medios de
comunicación reproducen en sus mensajes arquetipos de conducta social, los cuales han sido
previamente creados y reforzados en instituciones tales como: la familia, la educación y la
iglesia. En la sociedad, estas tres instituciones son pilares fundamentales donde se reproducen
los esquemas de conducta social que prevalecerán durante toda la vida. Los medios de
comunicación cumplen el papel de reforzar estos moldes de ciudadanía de manera más o
menos inconsciente, actuando como si estos conformasen las conductas ideales a seguir. Las

94
normas aceptadas, toleradas y prohibidas se ven muy a menudo, reflejadas en los medios
masivos.

La sociedad red también refleja los cánones con los que una sociedad actúa cotidianamente.
De esa cuenta, no es extraño encontrar estereotipos, negativos o positivos, según sea el caso,
en los mensajes que se difunden, especialmente los divulgados por la ciudadanía a través de
las redes sociales. Es muy común, por ejemplo, encontrar mensajes que reproducen
estereotipos de carácter machista, sexista, clasista o racista. Como conductas asumidas de
manera inconsciente, los estereotipos están presentes muchas veces en campañas, mensajes
políticos, religiosos o simplemente en los mensajes lúdicos y de entretenimiento.

Los sectores de poder público, y por supuesto, también los privados, hacen a veces un uso
estratégico de estos estereotipos para fortalecer normas sociales que han utilizado siempre
como la fórmula secreta de su poder y dominio sobre la ciudadanía. El carácter estratégico
supone ya el acto de hacer conscientes estos mecanismos, evaluar su poder manipulante y
usarlos con un propósito específico, es decir, manejar la voluntad ciudadana a favor de los
intereses del poder.

Por último, la llamada por Lazarsfeld, disfunción narcotizante de los medios de


comunicación se materializa en el efecto somnífero, adormecedor de conciencias de la
ciudadanía. Dentro de esta función se encuentra una gama bastante amplia de mensajes que
muchas décadas han llenado las páginas de los diarios impresos, entre estos: la sección de
deportes, los entretenimientos, las cartas sentimentales, los horóscopos, las tiras cómicas, los
consejos de belleza, solo por mencionar algunos.

Esta disfunción narcotizante ha sido superada con creces a través de las redes sociales debido
a la gran ventaja de estas respecto a la prensa impresa, es decir, su capacidad de
interactividad. Gracias a esta interactividad, hoy día, cada ciudadano puede desempeñar el
papel de emisor y receptor simultáneamente, formando con ello una espiral de mensajes y
ocupando grandes espacios de tiempo ciudadano.

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La disfunción narcotizante ocupa el tiempo de ocio ciudadano. Se denomina tiempo de ocio
a la franja temporal que no se invierte en el trabajo, el consumo de alimentos, el
entretenimiento familiar o individual y el descanso. Ese tiempo diferencial del que contamos
los seres humanos se invierte algunas veces en actividades de autorrealización o simplemente
de entretenimiento diverso.

El problema es que, con el surgimiento y desarrollo de la sociedad red, el tiempo de ocio se


ha ido ensanchando, restándole importancia a otras actividades vitales, tales como: el trabajo,
el deporte, la convivencia familiar, las actividades formativas o de crecimiento intelectual, a
causa de una mayor dedicación a navegar por el ciberespacio, especialmente por las redes
sociales y algunas páginas de dudosa reputación, entre ellas, los sitios eróticos y de violencia
organizada, entre otros; o simplemente de entretenimiento tal como sucede con los videos en
sitios como Vimeo, Youtube y otros.

Se supone que la ampliación de este tiempo de ocio ha repercutido negativamente en


actividades cotidianas y sirven de poderosos distractores a la productividad humana; existe
mucha evidencia relacionada con niños y jóvenes que dejan de lado sus actividades de
estudio, tareas escolares, descanso necesario y otras de desarrollo intelectual para dedicarle
mucho esfuerzo al uso de las redes sociales, sitios web y otros lugares de entretenimiento
tales como Youtube y otros más actuales y relacionados con los intereses juveniles.

La industria cultural virtual ha puesto especial énfasis en la producción de programas de


entretenimiento, videojuegos y demás productos lúdicos dirigidos a niños y jóvenes que, sin
la debida supervisión y orientación de los adultos, especialmente los padres, dan rienda suelta
a su consumo.

El efecto fascinación

Las culebras ratoneras, cuando se ponen en posición de atrapar a un ratón, lo miran


directamente a los ojos, ejerciendo sobre su futura víctima un poder casi hipnótico. Este
fenómeno se conoce como fascinación. De alguna manera, fascinar es encandilar a otro. En

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las relaciones humanas también se produce este fenómeno cuando alguien ejerce sobre otra
persona, un efecto parecido al de la víbora y su presa.

Los factores manipulantes de la publicidad y la propaganda buscan expandir las cualidades


(ficticias o reales) de sus productos bajo distintos recursos visuales y de otra índole,
destinados a producir ese efecto en los consumidores. De hecho, la fidelidad de marca se basa
en la fascinación que el producto sea capaz de lograr.

La sociedad red, y especialmente las redes sociales, contiene innumerables recursos


comunicacionales cuyo propósito es generar fidelidad en los usuarios de quienes se espera
una adicción a sus contenidos y herramientas. Por ejemplo, en Facebook el usuario puede
encontrar notificaciones, chat, grupos de discusión, sección de documentos guardados,
solicitudes de amistad, grupos de interés cerrados y abiertos, perfil del usuario, amigos,
videos, eventos, recuerdos, páginas que administra el usuario, fotos y videos almacenados,
historias propias y ajenas, entre otros.

En los niños y adolescentes el poder hipnótico de la sociedad red es impresionante. Por


tratarse de un discurso audiovisual, y con menos textos posibles, así como la posibilidad de
interactuar en tiempo real, son entre otros, los atractivos de este nuevo mundo de la
comunicación. El recurso audiovisual les da un valor agregado a los mensajes difundidos,
reforzando la estrategia lúdica a la mayoría de los mensajes. A temprana edad, los infantes
aprenden las técnicas básicas para ingresar, buscar materiales y navegar en la red. De esta
cuenta, a mayor simpleza en el manejo de las redes y plataformas, mayor será el efecto
fascinación. Se ha acuñado el calificativo de “amigable” a la simpleza con que se manejan.

Como recurso educativo la sociedad red ofrece una oferta ilimitada de posibilidades para
provocar los procesos de motivación, activación y aprendizaje mediante plataformas y otros
recursos virtuales. Pero es el mundo de la diversión quizá el campo que más rentabilidad ha
sacado a la virtualidad, al grado que muchas actividades lúdicas que tradicionalmente se
realizaban en el mundo físico han sido migradas a la virtualidad, desde un modesto juego
hasta el complejo concepto de ciudades virtuales.

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Es importante remarcar el hecho de que las ciudades virtuales reproducen casi todos los
componentes de una ciudad real, con lo cual se afianza el modelo de la modernidad y en
donde prevalece, sobre todo en el mundo occidental, la ideología del capitalismo
postindustrial. Los bancos, los supermercados, los centros de consumo de alimentos, son
entre otros, algunos de los atractivos que puede ofrecer una ciudad virtual. La ideología de
la enajenación llevada a su máximo nivel: la virtualidad.

El efecto Bauman

Zygmunt Bauman (1925-2017), sociólogo polaco marcó un parteaguas entre la vida


tradicional en todos sus aspectos y las nuevas realidades sociales que marcan hoy el destino
del mundo. A la primera le llamó modernidad sólida y a la segunda, modernidad líquida. Por
modernidad sólida Bauman entendía los modelos sociales cuyo tiempo de vida permanecían
en el tiempo y el espacio sin mayores cambios. Se debe recordar que, cuando la humanidad
pasó de la producción artesanal a los procesos de producción industrial, cambió también la
noción de tiempo y espacio en virtud que dichos procesos se dieron con mayor velocidad en
la producción. La era de la revolución industrial aceleró los procesos de producción y
multiplicó el volumen de los bienes y servicios en contraposición con la elaboración
manufacturera. Sin embargo, se detectó un cambio significativo en la vida de los productos.
Mediante la elaboración a mano, la vida del producto era más larga; cuando se introdujo la
máquina para producirlos, se acortó el ciclo de vida.

Sin embargo, la época industrial, que ha durado más o menos 200 años, dio a la Humanidad
cierto acomodo. En cierta medida, la producción industrial marcó un estado de cosas
relativamente estables cuyos ciclos productivos no sufrían mayores cambios. Y a pesar de
que la producción industrial estuvo sujeta a ciertas leyes del mercado, tales como: la
producción en masa, el acortamiento de la vida del producto, entre otras, el hecho de
permanecer casi inalterables, le dio a la sociedad mundial un estado de relativa calma. Estos
procesos de cambio bastante conservadores fueron bautizados por Bauman, en su conjunto,
como Modernidad sólida.

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Sin embargo, a medida que la sociedad mundial ingresa aceleradamente a la era
postindustrial, con el desarrollo del internet y la virtualidad, las relaciones productivas y
sociales fueron sufriendo cambios dramáticos, produciendo un fenómeno de incertidumbre e
inestabilidad en los valores, códigos de conducta y procesos de comunicación masiva. Esta
característica dinámica y voluble de las relaciones sociales, los procesos productivos y
relaciones de comunicación han sido denominados por el sociólogo polaco como
Modernidad líquida.

Hoy día, la dinámica social mundial está caracterizada por la fugacidad y la superficialidad
de sus relaciones. Estas, por supuesto, guardan estrecha relación con un acrecentamiento de
los procesos de producción industrial, especialmente en lo que se refiere al ciclo de vida de
los productos (trasladados al mundo de las relaciones humanas), la producción en serie y la
aparente descomplejización de la dinámica humana. En este nuevo marco social se ha
impuesto la fugacidad y superficialidad como normas. De esa cuenta se habla de producción
fugaz, de relaciones sociales perecederas, de la despersonalización de las comunicaciones,
entre otras características.

El efecto naufrabundo

La sociedad red es un inmenso espacio de tránsito social; pero es tan inmenso, que existe una
tendencia de los usuarios a visitar, sin discriminación alguna, diversos sitios en busca de
algún entretenimiento. Otros, simplemente vagan, se estacionan y pernoctan en cualquier
sitio, sin crear raíces permanentes. Es muy común encontrar a personas a cualquier hora, día
y noche, visitando los diversos sitios de diversión y entretenimiento o hacinados en esquinas
virtuales como esperando pasar la noche, a semejanza de las personas sin hogar que
deambulan por las ciudades y pernoctan en cualquier esquina.

En su libro de poesía Asubhã, Matheus Kar (Kar, 2016) acuña el término naufrabundo (una
palabra compuesta por los términos náufrago y vagabundo) para referirse a las personas sin
hogar que a diario vagan por las calles sin ningún interés productivo y subsistiendo de
limosnas o usando medios no lícitos para conseguir alimentos. Al final del día estos

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individuos se agrupan y descansan en las aceras de las casas o en rincones con poca luz. Este
neologismo adquiere mucho sentido y tiene una fuerte carga semántica si se considera que
las personas sin hogar generalmente han naufragado en su ruta de vida social, y cuales
sobrevivientes en un mar tormentoso, se aferran a la vida y adquieren el estilo del vagabundo.
Los versos de Kar que se refieren a este segmento social dicen así:

“Yo escondí la ciudad en un parque donde los niños fuman ahora,


donde los naufrabundos hacen su cama,
donde la corpulenta niñez encuentra la emboscada nocturna,
donde el mañana es rehén de la memoria.” (p. 18)

Por analogía, el naufrabundo cibernético comparte ciertas características de aquellas


personas sin hogar. Son seres que vagan sin rumbo fijo por las extensas rutas de la red,
matando el tiempo de ocio; generalmente son personas sin un empleo fijo y sin mayores
responsabilidades. Se ha detectado que dos grupos etarios podrían encontrarse dentro
de los naufrabundos virtuales: los adolescentes y los adultos mayores. Los primeros,
generalmente burlando la vigilancia de los padres se conectan a la red a altas horas de
la noche para buscar lugares de diversión virtual, generalmente espacios de
información erótica. Los segundos, a falta de actividades productivas matan su tiempo
de ocio usando las redes sociales y otros espacios de entretenimiento virtual. Los
sujetos pertenecientes a ambos grupos etarios andan tras la caza de amigos virtuales
con quienes reunirse en las esquinas de la red y pasar momentos de relación social, a
la usanza de los naufrabundos físicos que agrupan sus cuerpos y se dan calor humano
en las noches solitarias.

Bauman (2017) lo plantea de esta manera:


La tarea impuesta a los humanos de hoy es esencialmente la misma que les fue impuesta desde los
comienzos de la modernidad: autoconstituir su vida individual y tejer redes de vínculos con otros
individuos autoconstituidos, así como ocuparse de mantenimiento de esas redes. (p. 55)

No es de extrañarse pues, que los fenómenos de exclusión social que experimentan las
ciudades bajo los diferentes modelos económicos que ha experimentado la sociedad, estén
manifestándose también en la sociedad red. Por supuesto que bajo el modelo del llamado
capitalismo salvaje, excluyente y discriminador, grandes grupos de desempleados del mundo
estén construyendo su ávatar, en forma de naufrabundo, en la virtualidad.

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El efecto naufrabundo virtual es un poderoso sucedáneo que sustituye a las relaciones
sociales físicas y que, por supuesto, es utilizado por los actores de poder, como un eficiente
distractor y en muchos casos, en un factor narcótico que aparta a la ciudadanía de sus
problemas cotidianos y de los grandes problemas que aquejan al mundo.

El efecto amarillismo virtual

El amarillismo en el periodismo se remonta, en los Estados Unidos, hacia 1895 con el


nacimiento del personaje conocido en español como “el chico amarillo” (the yellow kid),
obra de Richard Felton Outcault, quien trabajaba para el diario New York World de Joseph
Pulitzer. El éxito de esta serie fue que aparecía simultáneamente en el New York Journal de
William Randolph Hearst. Pronto el periodismo amarillo se fue asociando al concepto de
periodismo sensacionalista; en esta tira cómica aparecían mensajes muchas veces carentes de
rigor periodístico y más asociados a versiones manipuladas de los hechos o bien, a una
interpretación subjetiva de estos.

Más de cien años después surge, con el auge de la virtualidad y las redes sociales el fenómeno
conocido en inglés como fake news y traducido al español como noticias falsas. Básicamente
el concepto con relación al yellow kid es el mismo. Se trata de la difusión de información
falsa o tendenciosa sobre hechos o personajes, generalmente con el propósito de conseguir
algún desprestigio. En algunos casos también se producen fake news con el propósito de
levantarle el perfil a hechos y/o personajes bajo cuyo interés existe siempre una fuente
específica.

El efecto amarillo se produce en la sociedad red tanto a favor como en contra del poder. Sin
embargo, a diferencia de los diarios escritos cuya presencia es de larga vida, cuyos ejemplares
pueden conservarse durante el tiempo que se desee, en la sociedad red tiene un efecto de
fugacidad que no dura más allá de las 24 horas. Los diarios impresos pertenecen a la sociedad
dura y las noticias a través de las redes sociales son producto de la sociedad líquida, para

101
decirlo en palabras de Bauman, cuyas características básicas serán abordadas en el efecto
fugacidad, el cual se abordará más adelante.

Ahora bien, frente a este fenómeno de amarillismo en las redes sociales, el poder ha buscado
los recursos de espectacularidad para resaltar aquellos mensajes cuyo propósito es reforzar
los mecanismos de control social o, por el contrario, debilitar los efectos de los mensajes
cuando estos han sido emitidos por actores del contrapoder. En todo caso, el secreto de las
fake news son sus estrategias en la construcción, tanto en diseño como en contenido, total o
parcialmente falso, de los mensajes que divulgan, aunque su efecto real sea de flor de un día.

Imagen 23: Ejemplo de una fake news

Fuente: Imagen de Google

El efecto fugacidad

El mejor instrumento para el montaje de cortinas de humo que constituyen aquellos mensajes
diseñados para activar la distracción de los ciudadanos sobre los temas fundamentales de un
estado, lo constituye todo el mundo de la virtualidad. Con mensajes tan fugaces que no duran
más de 24 horas, los actores de poder, de cualquier índole, ejecutan estrategias exitosas
cuando se quiere apartar la atención ciudadana sobre los temas de interés común.

102
Es indudable que estos mensajes producen impacto en la ciudadanía; sin embargo, como ya
lo indicara Bauman, su permanencia es líquida, y se pierde en el inmenso mar informativo
que constantemente está transmitiéndose en la red. Hoy día se vive un mundo de infatigable
producción de mensajes, el cual aumenta a medida que los ciudadanos tienen cada vez mayor
acceso a las redes sociales que, como aquellas bandas sin fin de los aeropuertos, van
apareciendo y desapareciendo segundo a segundo.

Los mensajes dirigidos a fortalecer o deteriorar la imagen de los estamentos de poder,


cualquiera que sea su origen, están condenados a surtir efectos pasajeros, y salvo que se
utilicen estrategias precisas para hacerlos permanecer por tiempos más prolongados, la bola
de nieve que estos producen sepulta cualquier contenido, por más sensacionalista que resulte.

Ahora bien, si un mensaje tiene un contenido poderoso, capaz de saltar las redes sociales e
insertarse en la agenda de diálogo ciudadano, es indudable que producirá en las personas un
interés personal, siempre y cuando le afecte negativa o positivamente, que provoque mayor
permanencia en su mente, en cuyo caso lo que sucede es que se socializan los contenidos
mediante dosis de retroalimentación más o menos permanente que ayudan a fortalecer los
contenidos y la orientación de los mensajes. Cuando los mensajes de las redes sociales se
convierten en la agenda social sus procesos de incidencia son más profundos y permanentes
porque se ven reforzados con discursos reiterativos sobre la misma temática.

El efecto Transferencia de diálogo

Los internautas dejan el diálogo cara a cara y lo transfieren al diálogo virtual mediante el
chat, el correo electrónico, los contactos por medio de video, charlas, etc. En este sentido, las
redes sociales son los canales más usados.

Bauman (2017) hace una distinción entre sociedad sólida y líquida. La sociedad sólida, indica
el sociólogo, es aquella donde los cambios se producen más lentamente; en cambio, en la
sociedad líquida, las relaciones sociales están caracterizadas por la fugacidad, la pérdida de

103
pertenencia a grupos de referencia y, por supuesto, el desarraigo de valores tradicionales que
hacen que una sociedad tenga mayor perdurabilidad.

Si bien es cierto la sociedad actual es más dinámica y con mayor posibilidad de interconexión
a nivel global, también se debe reconocer que, como seres humanos, nos desprendemos de
las relaciones de los grupos primarios de referencia (familia, escuela, etc.) bajo cuya
influencia vivieron nuestros padres y nosotros mismos; las generaciones de niños y jóvenes
en la sociedad red han dejado de lado, o lo minimizan, el contacto físico y se involucran cada
vez más en las redes sociales virtuales creando nodos diversos que, a la postre, terminan
difuminándose en el espacio sideral después de algún tiempo, generalmente corto, de
interactuar.

No es raro este fenómeno social de nuestro tiempo en la era de la sociedad red. Crear o
pertenecer a un grupo es tan fácil y desligarse de él no lo es menos. La superficialidad con
que se establecen las relaciones es el resultado de las megatendencias que marca la sociedad
postindustrial bajo cuya influencia navega el mundo de hoy. El criterio económico de acortar
la vida del producto para provocar la constante renovación de los ciclos de consumo está
permeando también la dinámica relacional de los niños y jóvenes contemporáneos.

El efecto trivialidad

Los nuevos mensajes emanados desde el poder, a partir de la existencia de la comunicación


virtual, han sido cada vez una mezcla de contenido y tratamiento superficial, tan primario y
elemental que diríase que se piensa sólo en la masa poco escolarizada. Los estamentos de
poder y sus asesores en comunicación, aparentemente están más interesados en dar a la
población mensajes con contenido sin argumentos sólidos y basados en datos confiables. Por
el contrario, acuden a la estrategia de la ambigüedad y frivolidad con contenidos dirigidos a
activar la órbita afectiva y casi nunca, la capacidad de raciocinio ciudadano.

El poder se ha visto beneficiado con la tendencia cada vez más generalizada de utilizar las
redes sociales como espacios de inversión de su tiempo de ocio en asuntos triviales, de fácil

104
consumo, cotidianos y de laissez faire, laissez passer para decirlo usando la conocida frase
francesa. La sentencia que acuñara en las postrimerías de su vida el sabio Umberto Eco sobre
la legión de idiotas, usando las redes sociales, no deja de tener sentido cuando aparecen en
esos espacios de expresión mensajes con contenidos vulgares, sosos y tediosamente llenos
de basura emocional. Si alguna vez el poder omnímodo del mundo pensó en crear los finos
mecanismos de control social, atando voluntades y distrayendo a la ciudadanía de los
problemas estructurales no resueltos sino agravados, puede afirmarse con toda seguridad que
lo ha conseguido a través de las redes sociales.

A estos mensajes fútiles se suma el inmenso mundo de artículos motivacionales y religiosos


que saturan las redes sociales, los cuales desvían la atención ciudadana sobre los temas
trascendentales de carácter nacional y mundial, amén de servir de poderosos reforzadores del
estatus quo implantado desde la Colonia.

Hace muchos años se especulaba que en los Estados Unidos se habían reunido las personas
más acaudaladas del mundo a pensar cómo hacer para ejercer control social sobre las grandes
masas de población desempleada o subempleada que ejercían presión social sobre los
gobiernos, especialmente aquellos tercermundistas y que eventualmente podrían repercutir
en la estabilidad geopolítica del mundo y, sobre todo, atentar contra la economía mundial.
Dicho acontecimiento se conoció como sociedad 80-20.

Algunos críticos afirman que no es casualidad que la sociedad mundial, desde sus ejes de
poder hegemónico, hayan planificado la sociedad red con el objetivo primordial de control
social sobre la mayoría desempleada del mundo. Mauro J. Zúñiga (Zúñiga, 2003), en un
artículo divulgado en el sitio
https://www.rebelion.org/hemeroteca/economia/030408mauro.htm, indica que:
Es un libro notable. Sustentado en 376 citas bibliográficas espesamente diseminadas sobre 300 páginas,
Hans Peter-Martin y Harald Schuman nos ofrecen La Trampa de la globalización, traducido al español
por Carlos Fortea y editado por Tauros, Pensamiento. Se inspiraron en la Mesa Redonda que la
Fundación Gorvachov convocó del 27 de septiembre al 1 de octubre de 1995 en The Fairmont, un hotel
legendario y exclusivo de la ciudad de San Francisco. Asistieron 500 líderes políticos, económicos y
sociales de todo el mundo. El tema fue señalar el camino al siglo XXI: en marcha hacía una nueva
civilización. (8 de abril de 2003)

105
En libro citado por Zúñiga, los autores afirman que para el siglo XXI la economía mundial
estará descansando en el 20 % de la población, en tanto que el 80 % restante pasará problemas
de empleo, acudiendo un término que acuñara Jeremy Rifkin, ex consejero del presidente
Jimmy Carter: el tittytainment, una palabra compuesta de dos términos, el titty (teta) y
entertaiment (entretenimiento).

Hans Peter-Martin y Harald Schuman citan una serie de datos que están relacionados con la
tecnología de la información y la comunicación, tales como el sistema satelital utilizados
para ofrecer a los usuarios una gama de productos enlatados conformados por programas de
entretenimiento televisivo, programas de radio, eventos culturales, deportivos, políticos,
sociales, entre otros.

Los autores, citados por Zúñiga, al hacer una valoración del impacto de dichas estrategias
de comunicación mundial, afirman en su libro, que:

Deporte, música, violencia, sexo en todas sus variables; lo que quiera lo encuentra sin salir de casa. Se
plantea desarrollar en nuestro siglo lo que le dio resplandor al imperio romano: Pan y Circo; aunque, las
estadísticas presentadas en el libro y las que nos ofrece el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, las Organización Internacional del Trabajo y el propio Banco Mundial es que el pan escasea
a escala planetaria o al menos, son cada vez menos bocas las que lo saborean. Los grandes consorcios
despiden a cientos de miles de trabajadores a la velocidad del relámpago. Las empresas medianas y
pequeñas sucumben. El miedo al despido y el trabajo precario son los reyes de la modernidad.

Las inquietudes de los autores palidecen frente al enorme impacto de la comunicación virtual
desde el surgimiento y desarrollo del internet. Las primeras manifestaciones serias de la red
se hicieron sentir desde los años noventa del siglo pasado; sin embargo, ya para finales de
ese siglo había una inmensa cantidad de posibilidades de entretenimiento por la vía del
internet, aunque ya para entonces, eran muy populares los videojuegos, ya sea para ser
adquiridos en forma individual para entretenimiento de los hijos en el hogar, o bien,
instalarlos en sitios de video juegos colocados en los grandes centros comerciales y otros
lugares de tráfico de personas.

El control de las comunicaciones, y especialmente de la sociedad red, fue la estrategia ideada


por aquellos líderes mundiales que planificaron el futuro de la mayoría de ciudadanos que
quedaban fuera del 20 por ciento de empleados en el mundo. La profecía no deja de tener
mucha razón si vemos los acontecimientos en el panorama de la geopolítica mundial y la
cada vez más injerencia de los bloques económicos que dominan el mundo, frente a una bien
instalada red de entretenimiento que se han montado a través de internet.

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El efecto cómbico

La posibilidad de la hipertextualidad en los mensajes da como resultado que los usuarios


interesados vinculen su interés en obtener una visión más amplia y diversa de los mensajes
que, en su versión superficial y fugaz, encuentran en las redes sociales. Generalmente una
nota informativa sobre un suceso está vinculada a bases documentales más extendidas y de
variados puntos de interés. En una sola sesión el lector puede navegar libremente por una
cantidad considerable de documentos relacionados con su tema de interés. Es decir, la
información se ofrece como un combo, al estilo de los menús alimenticios que se
promocionan en los restaurantes de comida rápida.

Este fenómeno tiene una incidencia inversa a la manera tradicional como se gestionaba la
información y los procesos sociales anteriores a la sociedad web. Había una mayor inversión
de tiempo y recursos para tener una idea integral toda vez que la información se encontraba
dispersa en bibliotecas, centros de documentación y otras fuentes que nos preveían de
información. Hoy día puede decirse que, casi a un clic, los usuarios pueden interactuar y
gestionar la información que necesitan; algunas veces la hipertextualidad produce una
superabundancia de fuentes y puntos de vista, a los cuales por supuesto el usuario debe
aplicar criterios para seleccionar lo que le interese puesto que se corre el riesgo caer en un
pantano lleno de datos faltos de interés o de cientificidad.

El efecto de la figura pública

Desde los inicios de la cultura humana, el ser humano ha participado en dos planos: la vida
pública y la privada. Esta separación de dimensiones le ha permitido mantener un saludable
equilibrio entre su actuar frente a los demás y su rol frente a sí mismo y su círculo familiar.
Incluso durante los periodos de esclavitud éstos mantenían un espacio de vida privada que
les permitía subsistir aún en las condiciones de la más feroz explotación de su fuerza de
trabajo.

107
La no visibilidad de ciertas prácticas sociales provocó que las viviendas, hechas en principio
como medio de protección y seguridad, fueran construidas cada vez con mayores
separaciones de los espacios, en razón de la función de las actividades humanas. Surgen, por
ejemplo, el área de cocina, los dormitorios, los sanitarios y baños, la sala de estar o recibidor
de visitas, corredores, etc. En la antigua Roma, la mayoría de casas no tenía baño privado,
por lo que existían sanitarios colectivos y baños públicos. Estas actividades no eran, por
cierto, parte de su vida privada sino pública.

A medida que las sociedades se van haciendo más complejas gracias a los procesos de
modernización e industrialización, los espacios habitacionales se han vuelto más complejos,
lo cual, por supuesto, guarda relación con el nivel socio económico de los habitantes. A
mayor nivel económico, más complejas son las viviendas y también los espacios privados de
los miembros de la familia son más grandes y seguros.

Este ámbito privado fue elevado a derecho y recogido en muchos tratados internacionales y
leyes nacionales de cada país. El derecho a la privacidad no puede, según preceptos legales,
ser conculcado por ninguna autoridad. Es uno de los derechos fundamentales del ser humano.
Bajo un techo se cobijaba la seguridad y protección del ser humano y de su núcleo familiar.
Y aunque en regímenes totalitarios una de las características era precisamente conculcar ese
derecho, hasta cierto punto resultaba imposible que se controlase a toda una población con
altos niveles de eficacia, por lo cual siempre había cierto margen de vida privada ciudadana.

Esto era así hasta la época anterior a la explosión de las tecnologías de última generación que
constituye la era satelital y el mundo virtual y sus consecuencias en cuanto a mecanismos de
control social.

Aquellos muros infranqueables que alguna vez abrigaron la privacidad de gente influyente
se han convertido en frágiles vitrinas a través de las cuales pueden visualizarse sus actos. Hay
millones de ojos electrónicos por las cuatro esquinas del planeta y un individuo puede ser
rastreado a través de diversas técnicas. Se vive en la época de la Humanidad al desnudo ya
que dejamos nuestra huella digital en todo lo que hacemos. Estamos almacenados en el Big

108
data. Cada vez que acudimos a un supermercado, compramos combustible, vamos al cine,
consumimos en un restaurante, o cualquier otra actividad que requiera nuestros datos,
especialmente el Número de Identificación Tributaria –NIT- o el Documento de
Identificación Personal –DPI- nuestros datos se almacenan y van a formar parte de esta
gigantesca base de datos. Pero también somos rastreables a través de los dispositivos que
usamos como teléfono, Tablet, computadora, televisión y toda la gama de aparatos
electrónicos. Y por supuesto, también somos rastreables a través de las redes sociales y otras
herramientas virtuales.

Hemos perdido nuestra privacidad. Ahora todos somos figuras públicas, potencialmente
detectables por cualquier medio. Si, inocentemente nos conectamos al GPS, Waze o Uber, o
bajamos una aplicación para escuchar música, ver videos, o cualquier juego, no nos quepa la
menor duda que estamos siendo rastreados y, por supuesto, detectados en cualquier punto del
planeta. Actualmente no existe ningún dispositivo legal nacional o internacional que nos
proteja de esta avasalladora fuerza de la comunicación cibernética. Aquella profecía bíblica
que indicaba que los seres humanos llevaríamos el 666 como marca de la bestia, al parecer,
se ha hecho realidad. Todos somos hoy día, solo una colección de unos y ceros
estratégicamente combinados para dotar a cada ciudadano de una identidad cibernética.

Desde el momento de nacer y registrar nuestro nombre en la base de datos que administra el
Registro Nacional de Personas -Renap- se abre un código individual donde quedan grabados
nuestros primeros datos vitales. A partir de allí, nuestra base de datos personal se irá
incrementando en la medida en que interactuemos con nuestro entorno.

El efecto confesionario

Otra de las características que reviste la comunicación y la interacción social hoy día es el
anonimato y la falta de relación cara a cara entre los emisores y receptores. Se sabe que el
contacto de ojos produce muchas veces un efecto inhibitorio entre los partícipes en un
proceso de comunicación; en ocasiones, basta una mirada para captar las intenciones del
interlocutor.

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Sin embargo, en la comunicación virtual, esta posibilidad desaparece, aunque haya
comunicación audiovisual, esta ha pasado por la mediación electrónica, sin posibilidad de
contacto físico. Esta característica de la no presencialidad en el proceso de relación produce
un efecto de desinhibición en las personas, similar al efecto que produce el acto de la
confesión en la iglesia católica, en el cual el sacerdote se coloca dentro del confesionario y
el feligrés se hinca en la parte de afuera, comunicados únicamente por una pequeña ventanilla
con rejilla desde donde, supuestamente, el confesor no ve completamente a su penitente.

Esta nueva realidad en las relaciones humanas puede ser bautizada como efecto
confesionario. Estar frente a un ordenador estableciendo comunicación con personas que
están conectadas a otro ordenador elimina cualquier barrera psicológica que produce el
contacto de ojos, sobre todo si se trata de personas que son completamente anónimas y de
cuya realidad aún se duda.

Por supuesto que existen excepciones a la regla. Hay casos en los cuales los individuos
comienzan una relación virtual y finalizan con una profunda relación presencial, cara a cara.
Estos casos todavía son pocos en relación con la tendencia a la fugacidad de la comunicación
y no son estadísticamente relevantes. Ejercer el poder sobre una masa fugaz, anónima, con
intereses dispersos y diversos, es algo así como luchar contra molinos de viento.

110
IDEOLOGÍA, DISEÑO Y COMUNICACIÓN

Las palabras ideología, diseño y comunicación mantienen una relación de mutua inclusión.
El campo de la ideología es extenso. Aquí se abordará el tema ideológico desde la perspectiva
del contexto simbólico que todo ser humano posee y que orienta sus actividades
profesionales, familiares y ciudadanas. El poder, cualquiera que sea su procedencia, utiliza
el diseño para manifestar su influencia simbólica. De ahí que, muchas veces, los objetos
culturales también corresponden a ciertas manifestaciones de poder.

En el momento de diseñar mensajes de diverso cuño, nos convertimos en comunicadores de


ideología; a veces una ideología dominante, la ideología del poder; a veces, una ideología
alternativa, la del contrapoder. La historia misma puede ser contada con dos visiones
antagónicas: la del dominador y la del dominado. El diseño, como un producto humano, no
escapa a la visión ideológica del mismo.

Sin embargo, aquí no se abordará el tema de la ideología sólo desde la perspectiva política.
Más bien se hará referencia a la ideología como el contexto general simbólico que posee todo
ser humano y que guía, tanto sus actos, como sus mensajes, imprimiéndole de esta manera,
su sello característico, su manera de ser, sentir y pensar.

Acerca de la ideología

La ideología, concebida bajo el concepto general marxista de “falsa conciencia”, por su


condición adaptativa al mundo real, concreto, constituye el conjunto de saberes, simbolismos
y actitudes que los seres humanos, en lo individual y lo colectivo, van conformando como
resultado de su interacción social. La ideología trasciende, pero al mismo tiempo refleja las
condiciones objetivas sobre las cuales se cimenta una base económica.

De ahí que, dependiendo cómo los seres humanos interactuamos para producir bienes y
servicios, se va conformando un estrato simbólico que gobierna todo cuanto hacemos,
decimos, pensamos y actuamos. La ideología viene a constituir el sello de agua de una

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formación social determinada. Cuando el poder se manifiesta hasta este nivel, tiende a
convertirse en cultura. De ahí que algunas sociedades conviven en un contexto de poder
totalitario, sin ser conscientes de ello, simplemente asumen dichas prácticas como el
quehacer cotidiano.

Todos somos portadores de una ideología, de la misma manera que nos vemos involucrados
en un conjunto de relaciones sociales de producción; y hasta en el caso de quienes no
producen bienes y servicios, como los llamados “lumpen” o desclasados, traslucen una
ideología.

Por supuesto que la ideología no se reduce a la interpretación política del mundo, en cuyo
caso, podría hablarse de ideología política, que vendrían a ser algo así como nuestras
creencias de cómo concebimos las relaciones de poder en una sociedad determinada. La
ideología va más allá que la visión sobre el poder; o sobre lo político.

La ideología está presente en la ciencia, en la tecnología, en el folclor, en las religiones, en


la vida cotidiana, en la educación, en la comunicación, en el arte; en suma, en la cultura
misma. La manera como interpretamos el mundo, pero también la manera como
simbolizamos, constituye nuestro perfil ideológico. Ninguna persona puede carecer de
ideología porque sería negar su capacidad para pensar, sentir, simbolizar. Por supuesto que,
dependiendo de nuestra historia de vida, así será nuestra ideología; aunque en el ínterin se
den sucesos que hagan cambiar también la visión ideológica. En los largos años de
interpretación marxista, al cambio ideológico conservador por uno revolucionario, le
llamaban “toma de conciencia” o “adquisición de conciencia”. (Harnecker, 2005)

Harnecker dice respecto al contenido del nivel ideológico lo siguiente:


Está formado por dos tipos de sistemas: los sistemas de ideas-representaciones sociales (las ideologías
en sentido restringido) y los sistemas de actitudes- comportamientos sociales (las costumbres).
Los sistemas de ideas-representaciones sociales abarcan las ideas políticas, jurídicas, morales,
religiosas, estéticas y filosóficas de los hombres de una sociedad determinada. Estas ideas se dan bajo la
forma de diversas representaciones del mundo y del papel del hombre dentro de él. Las ideologías no
son representaciones objetivas, científicas del mundo, sino representaciones llenas de elementos
imaginarios; más que describir una realidad, expresan deseos, esperanzas, nostalgias. Las ideologías
pueden contener elementos de conocimiento, pero en ellas predominan los elementos que tienen una
función de adaptación a la realidad. Los hombres viven sus relaciones con el mundo dentro de la

112
ideología. Es ella la que transforma su conciencia y sus actitudes y sus conductas para adecuarlas a sus
tareas y a sus condiciones de existencia. (pp. 97-98)

La ideología constituye una de las grandes líneas matriciales que nos impelen a producir
objetos culturales en una u otra dirección; apegados a una u otra tendencia. A nivel mundial,
se marcan grandes tendencias ideológicas que impactan las culturas locales, nacionales.
Valga como ejemplo, las dos grandes ideologías que estuvieron impregnando todo el
quehacer mundial durante el siglo pasado: la ideología capitalista y la ideología socialista.
Todas, o casi todas, las acciones humanas pasaban por el tamiz de estos enfoques ideológicos,
desde la política, la economía, hasta la cultura en general y lo más íntimo de la vida cotidiana.
Vale la pena señalar que, frente a esta dicotomía ideológica, en el campo de la geopolítica
mundial surgió el movimiento llamado “Países no alineados” bajo cuyo liderazgo se
encontraba Cuba y muchas naciones del llamado tercer mundo. Algunos teóricos la llamaban
“la tercera vía”.

La educación, y más acentuadamente las universidades, no estuvieron exentas del sello


característico de la ideología. Se pensaba, se sentía y se actuaba en términos ideológicos.
Todos los patrones de comportamiento estaban impregnados por el sello ideológico. Por
supuesto, esto es y ha sido así desde que el ser humano comenzó a crear cultura y a
relacionarse con otros seres humanos para producir bienes y servicios. Las religiones, las
prácticas culturales, los ritos y las diversas manifestaciones artísticas, son esencialmente
manifestaciones ideológicas concretas.

En el mundo han existido dos grandes maneras de canalizar o expresar la ideología: el arte y
la comunicación; y en los dos últimos siglos, los medios de comunicación. Estos han sido
poderosos canales ideológicos que, en sus mejores momentos de tensión mundial, han sido
usados como verdaderos y efectivos instrumentos de propaganda.

Desde la perspectiva de la comunicación, la ideología es el resultado de una manera


individual como los seres humanos realizamos operaciones básicas: captación,
almacenamiento, recuperación, elaboración, decisión y transmisión de información. De tal
manera que, si bien todos estamos inmersos en un mundo que nos es común a todos, existe

113
una manera individual, antropológica, psicológica y sociológica de entenderlo. De esta
manera, un mensaje expresado es el resultado de una combinación de factores cuya
experiencia nos es individual. Por supuesto que estas “individualidades” van socializándose,
agrupándose, creando corrientes de opinión que de alguna manera impregnan el tejido social
y que, a nivel macro, terminan formando modos de pensar, de simbolizar, de interpretar y de
producir; es decir, producen “ideología”, como un conjunto concatenado de ideas respecto a
la realidad objetiva y subjetiva, en el sentido más amplio.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos estaba enfrentando el problema de la


disminución de sus tropas; existía en la juventud una reticencia a enlistarse en el ejército para
ir a pelear a otras partes del mundo a sabiendas que eran numerosas las bajas que dicho país
estaba sufriendo. Los asesores del gobierno idearon un afiche con la imagen de un anciano
norteamericano, vestido con los colores de su bandera, en la copa de su sombrero lucía las
estrellas de la bandera, el dedo señalando al ciudadano y la frase manipulante: I want you for
our army (Te necesito para nuestro ejército). El anciano simbolizaba a Estados Unidos. Fue
una manifestación contundente de las autoridades norteamericanas para motivar a los jóvenes
a sumarse a las filas de su ejército.

La difusión de dicho cartel, junto a otras acciones de propaganda norteamericana provocó un


incremento de los jóvenes que se enlistaron en su ejército. No debe olvidarse el decidido
apoyo que dio la industria cinematográfica de Hollywood, produciendo películas de
contenido bélico en las cuales siempre resultaban victoriosas las tropas estadounidenses,
quienes eran presentados como los paladines de la justicia y la libertad.

Durante la cresta del conflicto armado guatemalteco, el ejército produjo y divulgó un spot de
televisión en el cual una niña indígena entonaba una canción dirigida a su hermano, soldado
asignado al combate contra la guerrilla. Es de destacar que ese mensaje iba dirigido a la
población guatemalteca con el propósito de crear un sentimiento de adhesión hacia las fuerzas
armadas, quienes, en algún momento, estaban perdiendo la batalla. Mucha población en el
interior del país, especialmente de las aldeas, apoyaba las acciones insurgentes, directa o
indirectamente. Las fuerzas armadas y los gobiernos militares de turno aseguraban que la

114
ideología comunista se estaba apoderando de la población; y precisaban de un aparato de
propaganda que les ayudase a combatirla. Esta era una pieza de aquel aparato, diseñado desde
las más altas esferas del poder militar, junto a otras estrategias de combate para derrotar a la
insurgencia.

En verdad, esta pieza no era original, sino una burda copia de la estrategia argentina en la
guerra contra Inglaterra para recuperar las islas Malvinas. Usaron el mismo texto y solo
cambiaron al personaje. La letra dice así: Hoy le escribí una carta a mi querido hermano. Le
digo que lo extraño y que lo quiero mucho. Mamá me ha contado que él es un buen soldado
que cuida las fronteras de la patria. Junto con esta carta te envío una foto mía para que me
recuerdes al verme todos los días. Te mando un beso grande, adiós hermanito, espero que
vengas prontito. El coro repetía: un soldado es un hijo, un amigo, un hermano. Un soldado
es un ser querido a quien amamos. El fondo musical era de música marcial.

Una versión más reciente de dicho spot se grabó con varios niños vestidos de soldados. Este
spot aún puede verse en el siguiente sitio: https://diarioelinformal.info/noticias/carta-al-
soldado-nueva-version-en-honor-al-nuevo-ejercito-de-guatemala/

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Imagen 24: Llamado de Estados Unidos a su juventud

Fuente: Imagen de Google

El diseño como expresión estética e ideológica

El diseño, como una manifestación concreta del espíritu humano, está impregnado de un
universo ideológico que marca tendencias en los trazos, colores, formas, sonidos y
dimensiones en las distintas maneras de su expresión, digamos por caso, carteles, reportajes,
infografías, spots de televisión, revistas, desplegados, campañas publicitarias, fotografías,
trazos de edificios, etc.

A nivel, casi siempre inconsciente, el diseño refleja la estructura ideológica del diseñador. Y
como una manifestación estética, no sólo reproduce la capacidad creativa y artística del
emisor; reproduce también su ideología. En otras palabras, su pensamiento, su percepción
particular sobre su realidad, ya sea esta, subjetiva u objetiva.

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Esta concepción ideológica impregna el arte, la cultura; y al mismo tiempo se ve reflejada en
el diseño, naciendo así los grandes movimientos, tendencias y escuelas, las cuales, por
supuesto, están condicionadas también por los movimientos tecnológicos y el mayor o menor
acopio de herramientas, técnicas e instrumentos. Las tecnologías de punta, el cada vez más
desarrollado mundo del software ha venido a imprimir un sello característico al diseño en
general, globalizando las grandes tendencias existentes en esta esfera de la creatividad
humana.

En cuanto a la concepción estética del diseño ya no puede hablarse de este término en


singular. Debe hablarse de estéticas del diseño, dado que existe multiplicidad de enfoques,
marcados, ya no sólo por la sensibilidad artística e ideología de sus creadores, sino también
por el imperioso mundo de las nuevas tecnologías. Por ejemplo, durante muchísimos años,
los creativos diseñadores, utilizaron el prestype como recurso para armar textos, ilustraciones
y adjuntar algunos elementos visuales en la creación de anuncios publicitarios; hoy día, esos
recursos son parte del pasado. El uso de software especial en este campo los ha venido a
sustituir, con muchas más posibilidades visuales que aquél.

Sin embargo, cabe aquí colocar un warning, una advertencia. Podría darse el caso que la
tecnología de punta, tal como la conocemos hoy día, produzca una especie de trasmutación
ideológica, dado que si bien es cierto el creativo diseñador proyecta su universo ideológico
en sus proyectos, también es cierto que los programas con los cuales trabaja hoy día, han sido
diseñados para producir ciertos efectos en direcciones preestablecidas; es decir, han sido
diseñados con un enfoque ideológico que se transmite a través de la línea, el trazo, la forma,
el color…y entonces no sabemos si un proyecto/diseño en particular transmite la ideología
de su creador, o más bien, es presa de una ideología originalmente trazada por el diseñador
del software utilizado, y este a su vez, ser el reflejo de concepciones de poder mucho más
globales.

Lo que sí es seguro es que no es posible medir con los mismos parámetros los productos
diseñados anteriores a esta explosión tecnológica con los producidos durante los últimos
veinte años, en donde la tecnología audiovisual se ha desarrollado admirablemente.

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El diseño como expresión comunicacional

Qué comunicamos y qué queremos comunicar con el diseño de un proyecto son dos de las
cuestiones centrales en esta discusión. En este sentido, vale la pena recordar dos grandes
posturas semiológicas (Eco, La estructura ausente, 1980): la semiología de la significación y
la semiología de la comunicación.

La primera postura, la semiología de la significación, se preocupa más por el mensaje


sugerido, simbólico, poco referencial, a veces, subliminal. Para esta visión semiológica, el
mensaje tiene un valor estético en sí mismo que debe respetarse y valorarse. Según algunos
críticos, es el arte por el arte: ambiguo, autorreflexivo, generador de su propio idiolecto
estético. En este sentido, prevalece el goce del individuo sobre el interés comunicativo de la
colectividad.

Para la semiología de la significación los códigos son abiertos, no interesan los acuerdos
sociales en el uso de los signos, ni las reglas de combinación o selección; lo que sí interesa
es el resguardo del concepto de belleza, es decir, algo que resulte agradable a los sentidos,
sin importar el contenido del mensaje; en otras palabras, la hegemonía del significante sobre
el significado, aunque este significante resulte, a veces, incomprensible, amorfo, retorcido y
poco accesible a la comprensión de la generalidad.

Desde esta perspectiva se legitiman todas las expresiones en el diseño, desde las más barrocas
y retorcidas formas de expresión, hasta las más caóticas obras de arte; totalmente abiertas,
sin reglas, sin acuerdos sociales, si escuelas ni tendencias.

En la segunda postura, la semiología de la comunicación, los emisores se preocupan por


elaborar mensajes cifrados en un código de entendimiento común, usando el referente
simbólico que es fácilmente descodificado por el receptor. En esta segunda postura, lo que
interesa es que el usuario de los signos sepa interpretarlos con la misma intención con que
fueron cifrados por el emisor. En esta perspectiva, se preocupan por utilizar recursos

118
estilísticos (trazos, símbolos, colores, ubicaciones, etc.) que sean de fácil comprensión y que
estén relacionados con el contexto del usuario.

En la semiología de la comunicación se toma muy en cuenta el concepto que en antropología


se conoce como otredad, es decir, pensar, diseñar y comunicarnos poniéndonos en el lugar
del usuario y no desde nuestra perspectiva estética o cultural. En este contexto, surgen como
condiciones previas a la creación y diseño de un mensaje, la selección y combinación de
signos, mediante reglas que son el resultado de acuerdos sociales: psicología de la forma,
sociología y psicología del color, antropología de la comunicación, sólo para mencionar tres
grandes fuentes de acuerdos sociales.

El poder hace uso de códigos estilísticos cuyo referente es general, dentro de un contexto
determinado, y elabora manuales de diseño de sus mensajes. En dichos manuales se
especifican las características de trazo, diseño, tipología de letra, pantone de colores y otra
serie de requisitos que deben cumplir sus productos diseñados.

Manifestación ideológico-comunicacional del diseño

La ideología, como universo simbólico del ser humano constituye el conjunto de experiencias
acumuladas a lo largo de su existencia. La concepción que tengamos del mundo es el
resultado de una complicada e intrincada gama de experiencias sensoriales e intelectuales
que hemos ido acumulando y que, dadas las circunstancias del caso, dirigen nuestros actos y
estructuran nuestro pensamiento.

A veces la ideología se expresa de manera consciente y voluntaria. Sin embargo, la mayoría


de veces, esta se transforma en un elemento matricial de nuestra cultura, obligándonos a
actuar de manera inconsciente e involuntaria en una u otra dirección.

Lo anterior es vital entenderlo ya que, al momento de expresarnos mediante el diseño,


estamos, sin duda, comunicando nuestro universo ideológico, lo cual puede ser expresado de

119
manera consciente y voluntaria; o bien, inconsciente e involuntaria, mediante una simple
operación de selección y combinación de símbolos.

Cuando la expresión ideológica a través del diseño es consciente y voluntaria, se constituye


en un acto político; y es materia de estudio de la comunicación política, especialmente la
propaganda. Pero cuando la expresión ideológica se hace de manera inconsciente e
involuntaria, constituye un acto cultural. En la cultura cohabitan diferentes visiones
ideológicas, diferentes actitudes de vida. Esto también se refleja en el diseño. De ahí que una
simple fotografía, el predominio de un color en un mensaje, una figura estereotipada, la
ubicación de los elementos en una superficie gráfica, pueden significar la comunicación de
un estado ideológico por parte del emisor.

A este respecto pueden citarse, por ejemplo, la ideología que transmite la serie
norteamericana de televisión “Los Simpson”, cuyas estrategias discursivas reflejan el estilo
de vida de una familia tipo norteamericana; o bien, los dibujos animados chinos y japoneses
llamados “Mangas”, los cuales encierran la visión estética de esas culturas y también, una
visión de poder estructural.

A nivel de macro actividades productivas, el diseño es un reflejo de las demandas sociales,


especialmente de aquellos sectores con mayor poder adquisitivo o bien, con mayor poder
político o social. Por ejemplo, no es casual que aún no se avance en el diseño de instrumentos
para no videntes, para lisiados físicos, para personas con algún grado de discapacidad; en
cambio, existen diseños de calzado aerodinámico, o diseño de ropa sport, o diseño de
folletería para la próxima temporada veraniega, sólo por citar pocos ejemplos.

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Imagen 25: Propaganda norteamericana Segunda Guerra Mundial

Fuente: Imagen de Google

Durante los años de la antigua Unión Soviética se cultivó el arte del cartel propagandístico.
El régimen cubano y otros países del ala socialista estimulaban esta actividad que terminó
por convertirse un arte y en práctica se sumaron artistas de talla internacional; en cuyos
productos visuales se manifestaba claramente un objetivo ideológico y político. Fueron
muchas campañas de solidaridad en favor de los pueblos que sufrían procesos bélicos, entre
ellos Vietnam, Cambodia, Laos.

Estos artistas usaban especialmente dos técnicas: impresión en offset y la técnica serigráfica
que durante los años cincuenta al ochenta fue muy usada en los procesos de impresión
artística. Cada cartel era considerado, en sí mismo, una obra de arte. La lucha ideológico
política de los sistemas capitalista y socialista también libró su batalla fuerte en el campo del
arte; en este sentido, el diseño le dio vida a una industria con fines específicos de fortalecer
sus respectivos sistemas de creencias.

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Imagen 26: Propaganda rusa Segunda Guerra Mundial

Fuente: Imagen de Google

Con conclusión, puede decirse que todo diseño tiene un referente ideológico que le sirve de
asidero para la selección y combinación de los elementos visuales que conformarán su
mensaje; en este sentido, existe un mensaje tácito, explícito y uno encubierto. El primero, no
necesariamente se corresponde con el segundo. Para averiguar el mensaje encubierto
generalmente es necesario desmontar el andamiaje del primero y desentrañar los elementos
que conforman su estructura profunda, para decirlo al modo de Greimas. A veces, las
unidades paradigmáticas se sustentan en unidades sintagmáticas que, a simple vista, no
significan nada, pero, al bucear en la estructura profunda, se encuentra un universo de
significados que el ojo no percibe a simple vista; sin embargo, luego de un acto intelectual
de análisis, emergen a la superficie.

122
LA OPINIÓN PÚBLICA Y EL PODER

Los grupos humanos, concentrados en micro grupos, en comunidades, en países y a nivel


mundial, han utilizado diversos canales para comunicarse. Generalmente estos canales han
sido manejados por los centros de poder, ya sea a nivel gubernamental, político, económico
o cultural, produciendo efectos en la ciudadanía que la orientan o inducen a aceptar o rechazar
las opiniones emanadas de estos actores privilegiados. A veces surgen posiciones contrarias
en el entramado social. Estos flujos de mensajes, ya sea que provengan de los centros de
poder o bien del seno de los grupos humanos se le conoce como opinión pública.

Fernando Savater (Savater, 2018) dice, respecto a la opinión pública, lo siguiente:


Los medios de comunicación son un elemento indispensable en el ejercicio de la ciudadanía democrática.
Configuran el espacio público en el que los ciudadanos se encuentran virtualmente, reciben (o dan)
informaciones y se enteran de chismes o rumores, asisten a polémicas y conocen las propuestas de los
líderes políticos. Lo que en la democracia ateniense fue el ágora, lo constituyen hoy los periódicos
impresos, las televisiones, las radios, los blogs y todo e abigarrado complejo de internet. (p. 329)

La opinión pública pasa, por supuesto, por el cernido previo de las opiniones privadas,
individuales que constituyen en sí mismas, un proceso de comunicación intrapersonal, o sea,
los procesos de captación, recuperación, análisis y reelaboración de los mensajes externos
que reciben nuestros sentidos y que conforman los ciclos de comunicación interna, antes de
ser exteriorizados a los demás.

Sergio Morataya (Morataya, Figuras públicas en la social media, 2019) plantea


esquemáticamente el proceso de comunicación intrapersonal, así:

123
Esquema 1: Proceso de Comunicación Intrapersonal
o Diálogo Interno

Diseño del mensaje


Fijación de un pensamiento, que por lo regular se constituye de una pregunta o de
una aseveración

Emite un mensaje para sí


Pensamiento mismo
Carro, casa, dinero,
belleza, clima, tráfico

Recibe inmediatamente el mensaje sintiéndose


recompensado o estimulado

Diálogo interno
Tiene contexto, canal, código y la peculiaridad que
el emisor y el receptor es el individuo que por
dentro “se habla a sí mismo”

Fuente: Sergio Morataya. Figuras Públicas en la Social Media. Tesis doctoral, 2019.

Se analizará, grosso modo, el fenómeno de la opinión pública y su impacto en el ejercicio del


poder, especialmente en lo que concierne al caso guatemalteco.

124
Antecedentes

El concepto de opinión pública tiene su antecedente en la difusión de Las 95 tesis de Martín


Lutero, quien se había distanciado de la postura de la iglesia católica en el manejo de la
Iglesia, esencialmente en cuanto a la política de explotación agraria y las normas religiosas
que había impuesto el Vaticano. Esto sucedía en 1517, varias décadas después de haberse
inventado la imprenta, en 1450, aunque no hay una fecha históricamente confiable.

Lutero se valió de este nuevo recurso de comunicación para expandir sus ideas anticatólicas
mediante la impresión de hojas sueltas, distribuidas en los lugares públicos, en las paredes
de las casas y en las puertas de las iglesias, lo cual provocó una reacción del Vaticano quien
emitió un pronunciamiento denominado Romani Pontificis Providentia en el cual advertía de
fuertes castigos a quienes se opusieran a las decisiones de la Iglesia. Ambas posturas crearon
dos corrientes de opinión; una a favor de Lutero y otra a favor del Vaticano.

Ahora bien, ¿cuál es en verdad el sentido de este hecho histórico? Por un lado, la difusión de
una opinión disidente por medios impresos que le dieron carácter colectivo, aunque no
masivo, a la opinión sustentada por Lutero; por otro lado, la reacción del Vaticano mediante
la emisión de otro documento, el cual era leído en los púlpitos de las iglesias. O sea, dos
voces antagónicas expresándose colectivamente. La incipiente opinión pública había nacido,
aunque no se le conocía aún con ese nombre.

Más tarde, Juan Jacobo Rosseau (1712-1778) acuña el término opinión pública, concepto
que le sirve para explicar que los hombres que dependen de la opinión de los demás para
explicar su conducta, pierden el sentido de la sinceridad en las relaciones sociales. Ulises
Vargas (Vargas, 2008) explica de esta manera los razonamientos de Rosseau:

El hombre que vive pendiente de la constante aprobación de los demás hombres, es producto de la cultura
civilizatoria que, en lugar de combatir la mentira y el mal, genera las herramientas para gestar dentro de
los hombres la necesidad de encajar en el gusto de los demás, hasta el punto de prescindir de la moral si
con ello se gana estima. Rousseau desarrolla que desde el momento en el que la mirada del hombre está
pendiente de la mirada de los demás este pierde su persona. La opinión pública ilustrada, creada bajo la
mirada de la cultura no es más que el resultado de la falsa interacción de los individuos en su incesante
necesidad de aceptación.

125
Las consideraciones de Rosseau respecto a la opinión pública se ven validadas en cierta
forma con el desarrollo de los medios masivos de comunicación, tanto la prensa, la radio y
la televisión como los nuevos espacios de expresión ciudadana a través de la virtualidad, este
último será motivo de un abordaje especial.

Junto al desarrollo de los medios masivos de comunicación como consecuencia del desarrollo
industrial de los procesos de producción y su impacto en las comunicaciones masivas, el
concepto de opinión pública fue siendo usurpado paulatinamente por las grandes empresas
de información periodística, quienes han aplicado dos grandes estrategias para legitimar su
uso: la imposición de sus propias agendas informativas (agenda setting o building) y el uso
tendencioso de encuestas de opinión, generalmente pagadas por sectores interesados; ya
sabemos que los medios no son más que la caja de resonancia de los intereses empresariales
y políticos que hegemonizan las decisiones nacionales e internacionales.

Mediante la agenda setting los medios deciden qué debe conocer la ciudadanía. Es decir,
preparan un menú informativo con los temas que, según ellos, son de interés ciudadano. Esta
es la razón por la cual, en Guatemala, por ejemplo, se habla de hechos violentos, de pleitos
políticos, casos de corrupción de funcionarios, de jóvenes al margen de la ley, pero no se
abordan los problemas estructurales en los cuales los sectores poderosos oligarcas han tenido
participación directa. No se habla del saqueo de las mineras, de las hidroeléctricas, de la
evasión de impuestos, de la explotación del obrero y del campesino, entre otros grandes temas
escondidos, porque eso “afecta” a quienes les reparten la pauta publicitaria.

En casos de abierto descaro, a veces hacen montajes informativos, es decir, construyen


agenda (agenda building) en favor o en contra de individuos o instituciones, según convenga
o dañe a los propios medios y sus anunciantes.

La otra gran estrategia es la difusión de encuestas y sondeos de opinión falsos o


intencionadamente sesgados, fuera de contexto. Esta estrategia la han usado grandes medios
de comunicación de impacto mundial como la CNN norteamericana, que ha estado siempre
plegada a las decisiones de los gobiernos de turno y han realizado grandes montajes

126
informativos, es decir, de contenido falso, tal como sucedió con la guerra de Grenada y
algunas noticias distorsionadas sobre el conflicto en Irak. El propósito de estas estrategias
era desviar la atención ciudadana sobre problemas que enfrentaba aquel país del Norte.

Por su parte, Hans Magnus (Magnus, 1974) afirma que la manipulación es:
La intervención técnica en un material dado. Si esta intervención es de una importancia social inmediata,
la manipulación constituye un acto político. Este es el caso de la industria de la conciencia.
Así pues, toda utilización de los medios presupone una manipulación. Los más elementales procesos de
producción, desde la elección del medio mismo, pasando por la grabación, el corte, la sincronización y
la mezcla, hasta llegar a la distribución, no son más que intervenciones en el material existente (…) En
consecuencia, la cuestión no es si los medios son manipulados o no, sino quién manipula los medios
(…) (pp. 25-26)

En el caso guatemalteco se sabe ampliamente que los medios de comunicación, como


empresas mercantiles cuya mercancía es la venta de información, son controlados por las
grandes empresas que manejan la pauta publicitaria. Es a través de esta que los dueños de los
medios se pliegan ante los intereses empresariales o del gobierno de turno y terminan
pensando y actuando como ellos, al fin y al cabo, también son empresarios, en este caso, de
la industria de la información.

En un extenso informe que rindió un equipo de investigación financiado por la Unesco sobre
la estructura y tenencia de los medios de comunicación a nivel mundial y el manejo de los
flujos informativos a través de las agencias internacionales de noticias constituidas en
grandes y poderosas empresas que influían enormemente en las decisiones políticas de los
países hegemónicos hacia los países periféricos, se evidenció la enorme presión que estas
agencias ejercían mediante la manipulación de la información.

La estrategia de estas agencias internacionales de información, muchas de ellas ya


desaparecidas o que sufrieron una reingeniería para adaptarlas a las nuevas exigencias de la
información mundial, era que tenían diseminados en todo el mundo una red de
corresponsales. Ellos recogían la información local y la enviaban a los centros de
procesamiento noticioso. Allí, valoraban la importancia de la información y le hacían una
interpretación política que favoreciera los intereses del país hegemónico; en ese entonces se
hablaba de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -URSS- o Estados Unidos,

127
los dos grandes polos de la llamada Guerra Fría. La agencia que servía a los intereses
soviéticos era la TASS. En Estados Unidos era la Associated Press o AP, en Alemania era la
Deutsche Presse-Agentur o DPA, en Francia era la Agence France-Presse, entre otras.

Una vez valorada políticamente la información, la adaptaban y producían una nueva versión
de la noticia. Esta era canalizada a los países periféricos para ser difundida. Por supuesto, los
medios locales pagaban los servicios noticiosos de estas agencias, a sabiendas que la versión
que estaban difundiendo era falsa o bien, amañada.

La investigación referida fue coordinada por Sean MacBride (MacBride, 1980) y compuesta
por 15 investigadores provenientes de varios países. Fue financiada por la Unesco. Dicho
informe provocó la ira del gobierno norteamericano presidido por Ronald Reagan, quien le
retiró los fondos a la institución por casi 20 años, ya que desvelaba la trama de poder
hegemónico que tenían las agencias de noticias y su desigual trato con agencias y medios
locales.

Durante esta investigación se comenzó a hablar de un Nuevo Orden Informativo


Internacional -NOII-, movimiento que llevó a la mesa de discusión el tema de la hegemonía
del poder mundial informativo y la necesidad de democratización de la información. Dicho
movimiento, que se origina en los primeros años de la década de los ochenta, produjo buenos
resultados en la toma de conciencia en instituciones y ciudadanos que hacían comunicación
y periodismo a nivel mundial. Paulatinamente fueron surgiendo los micromedios, hoy muy
extendidos a través de la red.

Aquellas grandes corrientes de opinión mundial, canalizadas a través de las agencias


internacionales de información, fueron generando conceptos políticos e ideológicos en el
mundo, tales como el comunismo y el anticomunismo, dos corrientes contrapuestas que
permearon en la opinión y las conductas ciudadanas de todos los países. En Guatemala, es
muy conocido el sentimiento anticomunista impulsado por un grupo de individuos desafectos
a los gobiernos revolucionarios encabezados por Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz
Guzmán, este último, víctima de una estrategia político militar intervencionista y

128
antidemocrática apoyada por los Estados Unidos, quien defendía los intereses de la compañía
frutera de origen norteamericano y al mismo tiempo, le preocupaban los cambios sociales
que se estaban produciendo en Guatemala, país al que siempre han considerado su patio
trasero.

Con el montaje de la estrategia de invasión militar encabezada por Carlos Castillo Armas, se
montó también la estrategia de manejo de la opinión pública, la cual funcionó desde la
clandestinidad en los años de preparación de la incursión militar por medio de una radio
clandestina denominada Radio Liberación, la cual operaba desde las montañas fronterizas de
Honduras. Dicha radio era dirigida por Leonel Sisniega Otero, dirigente del órgano de
dirección del movimiento antirrevolucionario. Desde la obscuridad enviaban sus mensajes
antigubernamentales para provocar un clima de rechazo al gobierno revolucionario que
presidía Árbenz. Posterior al triunfo de los antirrevolucionarios, el fundó el partido
Movimiento Democrático Nacional que daría vida al Movimiento de Liberación Nacional,
de raíz anticomunista y a quien se atribuye la formación de grupos paramilitares que
sembraron persecución y muerte en el suelo nacional.

La opinión pública tradicional se cimentaba en la red que había tejido la sociedad sólida,
como la llama Bauman. Esta red estaba conformada por los medios masivos, pero también
hacía uso muy generalizado de medios de soporte tales como vallas, pancartas, pintas en
paredes, piedras y otros sitios públicos, distribución aérea de volantes, grupos de difusión
social, disociadores expertos, y, por supuesto, las grandes concentraciones para difundir la
ideología dominante.

Durante los años 50 y 60 era muy común el corre, ve y dile, o sea, la difusión boca a boca de
mensajes generalmente de rumores. También se usaba en los municipios los llamados
bandos, los cuales consistían en la difusión de disposiciones municipales o gubernamentales
por medio de un vocero que leía el comunicado en las esquinas de las calles, acompañado de
otra persona que ejecutaba un redoblante y otra, con un tambor. Estos bandos se leían a viva
voz. Aún no existían los aparatos móviles de ampliación de sonido. Los bandos
desaparecieron en los años 60 con el desarrollo de las radios locales en AM y el surgimiento

129
y expansión de las radios en FM. Junto a estas se fueron creando y fortaleciendo los noticieros
locales con información municipal y departamental, especialmente.

En Guatemala desempeñó un papel fundamental en el manejo de la opinión pública por parte


de los gobiernos militares la Radio Nacional TGW. Esta radio pedía a las radios privadas
encadenarse con ella para la difusión de mensajes oficiales. La TGW y el locutor Otto René
Mansilla, llamado “La voz del golpe” se hicieron famosos por intervenir activamente en la
difusión del mensaje golpista de los diferentes jefes de gobierno militar que tuvo Guatemala,
desde los años 60 hasta el último Oscar Humberto Mejía Víctores. Lo curioso de esta
dinámica fue que eran militares derrocando a militares egresados de la misma institución que
los formó, la Escuela Politécnica, aunque de diferentes promociones.

De aquel manejo de la opinión pública por los medios existentes hasta esa época: la prensa
escrita, los noticieros por radio y los incipientes noticieros por televisión, se pasó en los años
setenta y especialmente en los ochenta, a un modelo de comunicación más desarrollado
debido al impacto de nuevas tecnologías de comunicación como fue el caso de la televisión
por cable y satelital.

En los años ochenta, por ejemplo, se comenzó la industria del cable en Guatemala, creándose
numerosas empresas que poco a poco se fueron extendiendo a todo el país. Aun en los lugares
con menos nivel de desarrollo fueron instalándose empresas cableras. Con este sistema nuevo
de comunicación fueron surgiendo también los primeros programas locales, muchos de los
cuales se reducían a transmitir eventos culturales y sociales. En algunos casos comenzaron a
estructurarse noticieros, generalmente con información de la comunidad.

En el área metropolitana, especialmente en la ciudad Capital se crearon los primeros


noticieros por cable, aunque funcionaban con bastantes limitaciones en comparación con la
televisión abierta que mantenía la hegemonía televisiva a nivel nacional. El manejo de la
opinión pública, especialmente en cuanto a las agendas que interesaban a los gobiernos de
turno era consensuado mediante la pauta publicitaria, de la cual el gobierno de turno era el
principal cliente.

130
En los años noventa, la televisión por cable y satelital se desarrolló aún más. En el caso de la
primera, se consolidó como actividad empresarial y comenzó a ejercer una influencia
importante, tanto en los gobiernos de turno como en el sector empresarial, debido a la
creciente demanda de la ciudadanía por adquirir los servicios de cable. Se creó la asociación
de cableros para administrar mejor los negocios que generaba esta nueva actividad
económica. La influencia de los cableros en la vida política del país fue determinante a finales
de los años noventa y en las décadas sucesivas. La televisión abierta tuvo que compartir la
pauta publicitaria con el nuevo universo televisivo.

En las décadas sucesivas la televisión por cable sentaría sus reales y comenzaría a tener un
significativo peso político en los eventos electorales. A la televisión por cable le sucedería la
televisión por señal satelital, manejada directamente por las compañías telefónicas que para
entonces (primera década del año 2000) comenzarían a vender señal a sus abonados. De
alguna manera, las empresas de cable empezaron a declinar su potencial económico y con
este, su poder político. Para entonces, un nuevo actor comenzaría a posicionarse como
herramienta de comunicación, la más libre y democrática de todas: el internet. De este se
hablará más adelante.

Por su parte, la radio siguió desarrollándose hasta constituirse en grandes cadenas, a raíz de
la privatización del espectro radioeléctrico y el surgimiento de la Super Intendencia de
Telecomunicaciones –SIT- y la asignación de frecuencias por medio de subasta pública.
Como se recordará, cuando se abrían las subastas ya estaban enterados los empresarios
quienes llegaban listos para ofrecer cantidades de dinero con las cuales no podía competir
cualquier ciudadano u organización. Durante esos años se comenzó a perseguir a las radios
que no tenían frecuencia autorizada para funcionar. Se creó un nuevo concepto para
denominarlas: radios piratas.

Durante muchos años, los dueños de esas radios llamadas piratas han hecho lobby en el
Congreso para ser reconocidas y poder funcionar libremente. En un estudio hecho por
Cerigua (Cerigua, 2008), se proponía la distribución de frecuencias a nivel nacional
utilizando, por ejemplo, la misma frecuencia en varios departamentos, con una cobertura

131
limitada ya que, debido a la topografía del país, de por sí las frecuencias en Frecuencia
Modulada –FM- tienen poco alcance territorial. En el Congreso de la República, una
iniciativa de ley que regula la radiofonía en el país se mantiene engavetada debido a la presión
que ejerce el sector radiofónico organizado en grandes cadenas que explotan el espectro
radioeléctrico como si fuera propiedad privada, olvidando que solo son usufructuarios de un
bien público del estado que administra la Super Intendencia de Telecomunicaciones -SIT-.

Las llamadas radios clandestinas han librado intensas luchas por lograr su reconocimiento,
mas, el sector radiofónico organizado, amparado en el apoyo de la Organización
Internacional de Radiocomunicación -OIR- les ha ganado siempre la lucha, tanto a nivel de
opinión pública como en el seno del Congreso de la República.

En los noventa comenzaba a asomar su rostro el nuevo gigante de la comunicación mundial,


en cuyo lomo han surgido las grandes empresas de la comunicación virtual, tales como:
Google, Yahoo, Bing, Ask, entre otros. Estos buscadores han permitido el rastreo y
localización de otros gigantes cibernéticos, entre ellos: Youtube, Facebook, Twuitter y otras
redes sociales. También han surgido numerosas plataformas de diversa índole, desde las
educativas hasta las científicas, tecnológicas e incluso los juegos para niños y adolescentes y
el numeroso mundo de la industria sexual.

Una de las herramientas que, en el mundo contemporáneo, ha surgido como poderoso


instrumento de medición de la opinión pública son las encuestas. En las últimas décadas esta
herramienta pasó, de una manera de conocer lo que pensaba la población, a una forma de
engañar a la ciudadanía mediante supuestos estudios falsos o abiertamente manipulados. Las
encuestas surgen a partir de la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos, sobre todo,
en el ámbito comercial. De ahí pasan al mundo de la política. Una naciente industria surgía
a partir de estos instrumentos de medición: las encuestas de opinión.

La industria de las encuestas sentó sus reales en todo el mundo a partir de 1945, en donde
realizaban el trabajo de recoger información ciudadana para ser traslada a los centros de
poder político y militar norteamericano; dicha información era utilizada para crear o

132
redireccionar sus estrategias de injerencia, tanto en los asuntos internos de los países como
en materia de política internacional. Debe recordarse que se vivían los años de la guerra fría,
y tanto los Estados Unidos, como la antigua Unión Soviética, tenían influencia en las
decisiones internas de todos los países del mundo.

En la sociedad líquida que estamos viviendo, el poder de las encuestas se ha convertido en


un factor limitado y puesto en tela de juicio por algunos investigadores, quienes no les
atribuyen la capacidad de manejar la opinión pública que había sido anunciado como “el
poder de arrastre”, es decir, una influencia directa en el comportamiento del ciudadano,
incrementando, en tiempos electorales, la adhesión al candidato que resultaba puntero en los
estudios de opinión. Herbert Schiller (Schiller, Manipuladores de cerebros, 1982) lo expone
de esta manera:

Este estudio serio pone mucho cuidado en demoler la teoría del efecto “de arrastre” de las encuestas, o
sea, la presunta capacidad de éstas para retratar a un candidato como ganador o perdedor, convirtiendo
así en realidad sus propios pronósticos. Según esa teoría, el candidato al que las primeras encuestas
atribuyen popularidad y una marcada ventaja cobrará más fuerza en virtud de la tendencia de la gente a
sumarse al partido ganador, en tanto que al candidato que está rezagado en los primeros recuentos le
sucederá todo lo contrario. Crespi y Mendelson se desvelan por demostrar que el efecto “de arrastre” no
es tan peligroso como se piensa, y su argumentación es convincente.

Pero es posible formular una acusación mucho más seria contra las encuestas, tal como éstas se han
desarrollado en los Estados Unidos: las encuestas legitiman a determinados candidatos y determinados
temas, excluyen y por consiguiente ilegitiman a otros candidatos y temas y, lo que es quizá más
importante, definen el contexto del proceso político en función de sus propios criterios generalmente no
especificados. (pp. 147-148)

Ante el fracaso estruendoso de algunas encuestas, en el mundo profesional de esta industria


se ha optado por indicar que una encuesta solo constituye “la instantánea del momento”,
usando el símil de aquellas fotografías que eran tomadas e impresas inmediatamente por las
cámaras Polaroid, muy usadas en los años setenta y ochenta del siglo pasado.

Este fenómeno de manipulación de la opinión pública mediante la difusión de encuestas


falsas o con información fuera de contexto ha sido utilizado por varias décadas en Guatemala,
sobre todo, alzando el perfil del candidato que, a criterio de los grandes medios masivos de
comunicación, debe alcanzar el poder en las elecciones. Al mismo tiempo, se afanan en
demeritar a los personajes de oposición. La historia reciente del país da cuenta de casos

133
específicos en los cuales los resultados difundidos por las encuestas son diametralmente
opuestos a los resultados el día de las elecciones.

Por supuesto que las encuestas de opinión no son los únicos instrumentos de manipulación
de la opinión pública. Existe una variada gama de procedimientos que van, desde la llamada
manipulación subliminal hasta la aplicación de reglas que han sido usadas durante muchos
años por los expertos en el manejo de masas. Por ejemplo, Joseph Goebels, artífice de la
estrategia de propaganda de Adolfo Hitler, proponía seis reglas básicas para ejercer dominio
sobre la opinión pública y sobre los adversarios: la regla de la amplificación y del enemigo
único, la regla de la exageración y desfiguración, la regla de la orquestación, la regla de
transfusión, la regla de la unanimidad y del contagio y la regla de contrapropaganda.

En los procesos de formación de opinión pública tienen mucho peso también las opiniones
individuales. Jean Marie Domenach (Domenach, 2000) lo plantea así:
La opinión tiene sus amarras que la atan al grupo y al individuo a la vez, y resiste mucho mejor cuando
está ligada a un grupo más estructurado. Pero existe también, por debajo de la opinión recibida,
superficial y cambiante, una “opinión profunda”, que no deja de soportar, inconscientemente, los
contragolpes de la presión del grupo, pero que está auténticamente vinculada a la persona, a su
temperamento, a su experiencia, a sus creencias religiosas y filosóficas y a su voluntad propia. (p. 117)

Las reflexiones de Domenach apuntan a que si bien es cierto existen climas de opinión
colectiva, no por ello se dejan de lado las opiniones individuales, quienes, al final de cuentas
son expresadas por la colectividad, aunque muchas veces no se vean reflejadas en los estudios
de opinión, en cuyo caso, se trata más bien de un manejo político, interesado de dichos
procesos.

Por su parte, los medios de comunicación, especialmente los masivos como la prensa escrita,
la televisión, la radio y más recientemente los diferentes canales abiertos en internet,
producen cambios en la opinión y el comportamiento público. Denis MacQuail (MacQuail,
2000) anota que estos pueden:
a) provocar cambios intencionados;
b) provocar cambios no intencionados;
c) provocar cambios menores (de forma o intensidad);

134
d) facilitar los cambios (intencionadamente o no);
e) reforzar lo que existe (sin cambios);
f) impedir los cambios. (504)

Esta injerencia de los medios masivos en el modelaje de conductas sociales puede ser
susceptible de detectar mediante el análisis de contenido de los mensajes que difunden, van
Dijk (Dijk, 2009), en su libro Discurso y poder, propone una metodología para desentrañar
las relaciones de poder que reflejan los discursos y las cuales es necesario conocer para
establecer el poder real que un medio de comunicación específico, o todos en general, pueden
manipular la opinión pública.

La nueva opinión pública

El auge y desarrollo del internet ha permitido, siguiendo a Bauman, descongelar lo sólido y


volverlo líquido. Aquellas corrientes de opinión pública que hasta finales de los noventa se
mantenían como procesos casi inalterables, predecibles, controlables por parte de los sectores
que ejercían el poder, de pronto se han vuelto, en la sociedad red, procesos gelatinosos y
propensos a volverse líquidos, es decir, fugaces, altamente afectivos, pero poco efectivos, lo
cual provoca mayor dificultad de control ciudadano por parte de los actores que ejercen el
poder, tanto público, como privado.

Es verdad que la sociedad toda se ha vuelto más sensible, perceptible y permisible a los
efectos de los mensajes, positivos o negativos, que emanan de centros de poder, pero también
de sectores que ejercen funciones de contrapoder, tal como sucedió con las jornadas
ciudadanas del 2015 en Guatemala, pero también es cierto que, una vez cumplido su objetivo
inmediato, las personas y las multitudes entran en un proceso de aletargamiento y vuelven a
su vida rutinaria. La cresta de los conflictos tiende a ser más efímera.

Toda la ola expansiva que es capaz de lograr la comunicación por medio de las redes sociales
y otros espacios del internet, tiene un ciclo de vida bastante corto, fugaz, en la mayoría de
los casos. Una de las razones es la vertiginosa cantidad de información que la sociedad

135
nacional y mundial está generando y compartiendo a través del mundo virtual, que resulta
imposible para cualquier cerebro humano, recibir, procesar, evaluar y compartir todos los
mensajes. La gama de intereses informativos está compitiendo con innumerables actividades
humanas: negocios, vida cotidiana, política, economía, medio ambiente, violencia,
entretenimientos varios, sólo por mencionar algunas.

A esto se suma que toda la actividad mundial, al parecer, está mediada por la inmediatez y la
fugacidad, dos características que acortan el ciclo de vida de un producto; en este caso, la
opinión pública. Se ha pasado, como decía Bauman, de la sociedad sólida, cuya vida de todas
las actividades y producciones humanas era más aletargada, más sustentable, de mayor
longevidad, a la modernidad líquida, en la cual todo es más superficial y de corta duración.
En la sociedad sólida, la opinión pública también estaba cimentada sobre bases de mayor
reposo mental, menos influenciada por sucesos de última hora. Las comunicaciones eran más
lentas y su impacto en el tejido social no era inmediato. Se pasaba de la duda a la certeza en
ciclos más prolongados de tiempo.

Hoy día, las sociedades están propensas a ser incendiadas por las redes sociales; se han vuelto
vulnerables en sus consistencias cognoscitivas, y cualquier escándalo, por leve que sea,
produce un impacto inmediato en la psique de la ciudadanía, poniéndola en un estado de
inconsistencia cognoscitiva y emocional. Una fake new, por ejemplo, impactará casi de
inmediato a miles o millones de ciudadanos en el mundo, de acuerdo a como esté estructurado
el mensaje y el contenido manipulativo que tenga; pero luego de un proceso de desarrollo y
llegado a su cúspide, la cadena de reacciones que haya generado comenzará a descender hasta
perderse en el inmenso mar de ciber mensajes. A cada momento se producen en el internet
los desprendimientos glaciares que terminan sepultando a las noticias falsas o reales, pero
tendenciosas.

En esta dinámica, el poder de las redes sociales adquiere cada vez mayor importancia que, al
parecer, guarda relación directamente proporcional a la expansión de su uso, tanto a nivel
mundial como nacional. Las redes sociales han experimentado mayor crecimiento desde su
inicio desde 2003. Un estudio realizado por ilifebelt (ilifebelt, 2017) denominado 7mo

136
Estudio de redes sociales de Centroamérica y el Caribe, una institución que se dedica a los
estudios en red, en los años 2016 a 2017, indica que:
5 nombres son lo primero que se viene a la mente del usuario de Redes Sociales cuando se le pregunta
cuáles son sus Redes Sociales favoritas. Es importante observar que 4 de estas plataformas pertenecen a
un mismo ecosistema (Facebook, Instagram, Facebook Messenger, WhatsApp) mientras que Youtube
es la única plataforma perteneciente a otro “ecosistema”. (p. 18)

El uso de las principales redes arroja los resultados que se muestran en el siguiente cuadro:

Cuadro 2: Comparación entre el uso de redes sociales en los años 2016 y 2017
Redes Sociales 2016 2017

Facebook 77.65% 81.30%

Whatsapp 79.70% 79.80%

Youtube 44.80% 52.80%

Facebook Messenger 42.50% 45.70%

Instagram 33.80% 36.20%


Fuente: iLifebelt 2018.

¿Debe preocuparse el poder por esta nueva etapa en el manejo de la opinión pública?
Indudablemente que sí. Pero también debe aprender a administrar los procesos de crisis que
pueda provocar una fake new u otro mensaje que ponga en riesgo su capacidad de acción
sobre los demás. Ciertamente, tratar la nueva opinión pública como se trataban las viejas
corrientes que se generaban antes del internet, es un error que puede costarle caro a quienes
lo hacen. A grandes males, grandes remedios. Estos son los retos a los que se ve enfrentado
cualquier asesor de comunicación en los tiempos de la sociedad líquida y de la social media.
Sin ser apagafuegos, aprender a vivir en el incendio, con un conocimiento técnico sobre el
modus operandi de la comunicación virtual, especialmente en lo que concierne al manejo de
las redes sociales las cuales son el platillo fuerte de la ciudadanía.

No debe menospreciarse el efecto que, fugaz como es, no deja de producir un impacto rápido
y significativo en las masas; en algunos casos pueden producirse procesos de encadenamiento
discursivo que apalancan o refuerzan los mensajes, tal como sucede con la herramienta de

137
“compartir” que tienen las redes sociales. Y aunque, en términos generales, hoy día se ha
pasado de las redes de relaciones sociales a las redes de conexiones sociales, se corre siempre
el riesgo de la propagación, como ya se indicó antes.

Vale la pena aclarar un poco más el concepto de redes de relaciones y de conexiones sociales
para tener una cabal comprensión del impacto de estos conceptos. En la llamada por Nauman,
sociedad sólida, la calidad de las redes sociales físicas, residía en que las relaciones que se
establecían eran a largo plazo, y que, incluso se transmitían de una generación a otra; si fuiste
amigo de mi abuelo o de mi padre, también lo serás mío. En la sociedad red, llamada sociedad
líquida, en cambio, la calidad de estas redes sociales, llamadas también, nodos sociales, es
muy fugaz, pasajera e intrascendente, basándose solo en el concepto de conectividad, es
decir, las conexiones sociales. Ello conduce a que, en determinado momento, una persona
establezca relaciones con otras personas que viven a miles de kilómetros de distancia que,
después de todo, nunca llegarán a conocerse físicamente y que, además, no interesa su vida
social; son piezas intercambiables en el inmenso ajedrez de la red.

El poder de expansión a través de nodos que tienen las redes sociales es impresionante. Estos
nodos, estratégicamente utilizados pueden fortalecer o debilitar el poder, según las
circunstancias. Lo cierto es que la sociedad de hoy ya no deposita el poder absoluto en una
sola persona, institución o grupo. El poder mismo está en la vitrina ciudadana las 24 horas
del día, por lo que sus acciones, aun las más secretas, tarde o temprano pueden ser desveladas
por sectores o intereses en pugna.

La teatralización de la opinión pública

La nueva opinión pública, contrario a lo que sucedía en la sociedad sólida, está dotada hoy
de una serie de recursos no verbales que le dan mayor impacto y efectividad instantánea a
los mensajes que recibe. Se ha desarrollado toda una industria audiovisual (videos, memes,
audios, caracterizaciones teatrales, musicalizaciones, etc.) que está al servicio de los agentes
de poder.

138
En lo institucional, las universidades y otros centros de formación en herramientas virtuales
y de comunicación han diseñado carreras y programas dirigidos a una industria cultural con
fuerte influencia virtual. Espacios de formación como diseño virtual, producción audiovisual,
locución, publicidad, mercadotecnia, diseño de páginas web, digitalización y otras, han
abierto nichos de mercado laboral a jóvenes deseosos de ingresar a este mundo, cuyo impacto
es notorio en los miles de mensajes que se difunden a diario en el internet.

En muchos aspectos, los trece signos del teatro propuestos por Kowzan son aplicados en casi
todos los mensajes dirigidos a la ciudadanía. Muchos de estos mensajes terminan
produciendo impacto en la opinión pública, como el caso de la viralización de mensajes
destinados a fortalecer o debilitar el poder o bien, el contrapoder. Peinado, decoración,
iluminación, vestuario, accesorios, escenario, mímica, maquillaje, hoy día, no son ajenos a
los mensajes elaborados para impactar en la opinión pública. La posibilidad que hoy día cada
ciudadano sea emisor y receptor simultáneamente en los procesos de comunicación le da un
valor agregado a esta nueva manera de producir mensajes de impacto inmediato en la opinión
pública.

Cuando el poder quiere esconder problemas de fondo cuyo impacto y solución es muy
complicado, generalmente recurre a este tipo de mensajes virales para ocultarlos o
maquillarlos. Esta técnica se conoce como cortina de humo. En la sociedad sólida, las cortinas
de humo generalmente tenían otro tratamiento y enfoque estratégico. Variaban, desde
difusión de rumores falsos por medio de personas entrenadas para ello, diseminadas en
lugares públicos como parques, calles y hasta en iglesias, escuelas y transporte público. Por
supuesto, el efecto de estos rumores no era tan inmediato y su efectividad dependía de si
afectaba y cómo afectaba los ciudadanos que los recibían (positiva o negativa). Eran, hasta
cierto punto, rumores controlables. En casos extremos, las cortinas de humo se creaban a
través de simulacros de atentados, secuestros simulados, insultos y otra gama de estrategias
para desviar la atención ciudadana sobre su problemática.

Al respecto, Izurieta, Perina y Artenton (Roberto Izurieta, 2003) en su libro Estrategias de


Comunicación para Gobiernos indican que:

139
Demasiado a menudo, quienes hacen la política en los gobiernos, se hallan en la situación de enterarse
de detalles de las noticias que irrumpen, por la misma fuente y al mismo tiempo que se enteran los
ciudadanos. Y los noticieros pueden dramatizar la dimensión humana de una crisis mucho más allá de
su importancia política. El bienestar de un solo individuo o de un grupo pequeño puede volverse una
materia simbólica de honor nacional, impulsando a quienes hacen política a que afronten la creciente
preocupación pública. (p. 15)

Por otro lado, también existe cierta tendencia de grupos de contrapoder interesados en
magnificar o sobredimensionar los efectos de las acciones emanadas desde las esferas del
poder público, impulsando una agenda política que conviene a sus propios intereses y desde
los cuales producen influencia en la ciudadanía. La dinámica de pesos y contrapesos adquiere
un poder importante en la dramatización del poder, usando cualquiera de los signos teatrales
que se han venido abordando en este trabajo.

Aquellos mensajes que se difunden cuyo contenido es altamente inflamable en la opinión


pública, muchas veces tienen el propósito de constituirse en cortinas de humo con el
propósito de desviar la atención ciudadana en los temas más importantes, tanto nacionales,
como mundiales. Muchas veces sucede que, paralelamente a la difusión de un problema de
significativa magnitud se difunda también un hecho sin relevancia social, como puede ser,
por ejemplo, la transmisión de un partido de fútbol o la caída de un personaje famoso de la
farándula.

Ante el efecto de los mensajes emanados desde las esferas del poder, como de los actores del
contrapoder, desmontar todos los elementos que conforman el “teatro comunicativo” con el
propósito de establecer cuál es el propósito de cada uno de estos, ya que, semiológicamente,
un mensaje bien planificado, no tiene piezas asiladas, escogidas al azar, más bien, todas
forman parte de un todo perfectamente articulado y con una intención específica. El color,
los ángulos fotográficos, el diseño, los recursos lingüísticos, son, entre otros, partes de gran
significado semiológico que magnifican o disminuyen el sentido de un mensaje.

140
CONCLUSIONES

El poder es la influencia intencionada o no, que se ejerce sobre las personas con el propósito
de conseguir objetivos a corto, mediano y largo plazo. Para el logro de sus fines el poder
acude a diferentes mecanismos; entre ellos, la fuerza en sus diferentes manifestaciones y la
persuasión en sus modalidades abordadas en este texto. No siempre el poder se manifiesta en
forma explícita; existen mecanismos simbólicos que ejercen presión sobre la voluntad y las
decisiones ciudadanas.

Existe, en términos generales, una estructura de poder de centros hegemónicos conformados


por factores económicos, jurídicos, políticos e ideológicos. En la esfera ideológica se
conjugan factores tales como la educación, la religión, las prácticas culturales y las
costumbres. Dentro de este entorno, la familia, como grupo referencial primario, moldea
desde los primeros años de vida, los mecanismos intrínsecos que conformarán la vida
ciudadana en el futuro.

A nivel de periodos históricos el poder se ha ejercido desde que el ser humano comenzó a
organizarse en grupos sociales para lograr su subsistencia. Las manifestaciones de poder se
han concretado a en diferentes formas, desde la sociedad con un modelo de producción
asiático, el modelo de esclavitud, la sociedad feudal, el liberalismo, el capitalismo, el
socialismo, el neoliberalismo como máxima expresión del capitalismo moderno.

La materialización del poder se ejerce mediante diferentes códigos, desde los verbales (orales
o escritos) hasta los no verbales, lo cual incluye infraestructura, símbolos, colores, formas,
sonidos y toda la gama de posibilidades de comunicación que el ser humano ha inventado
para influir en el ánimo y conducta de los demás. En la sociedad postindustrial el poder se ha
ejercido mediante la utilización de diversas redes y plataformas de internet. De hecho, la
virtualidad ha creado nuevas realidades cuya característica fundamental, señala Bauman, es
la fugacidad. El uso del poder en estos nuevos escenarios ha generado nuevos retos para hacer
eficiente y permanente su influencia, en tanto que se vive la era cuya característica principal
es apegarse a las leyes de producción mercantil, ya abordadas en este trabajo.

141
Este nuevo mundo de concebir el poder ha sido generado desde el concepto de sociedad
líquida, antepuesta a la sociedad sólida, según la reflexión que hace Bauman, en la cual todo
tiene un periodo de vida muy fugaz y a veces, superficial. Este entramado de sociedad líquida
guarda mucha concordancia con las leyes de la producción mercantil, entre las que sobresale
el ciclo de vida de un producto cada vez más corto, con el propósito de estimular la
producción en masa para la aceleración del consumo. Además, el incremento de la
producción mediante el uso de maquinaria cada vez más sofisticada. Las nuevas tecnologías
productivas que caracterizan la época postindustrial ponen a disposición del ser humano
sofisticadas máquinas como son los robots de última generación, la nanotecnología y los
procesos de producción teledirigidos a través del internet.

Los nuevos escenarios que plantean el estudio y conducción de la opinión pública tienen
como punto de partida todo el mundo del internet y las diferentes herramientas con que se
hace posible la orientación estratégica de este fenómeno social. Los nuevos retos del poder
es tener que lidiar con las características del nuevo ciudadano que vive en la sociedad líquida,
con nuevos intereses y sus especiales expectativos de vida.

El poder en sí mismo, existe y existirá siempre. Lo que están cambiando y seguirán su proceso
de transformación son sus manifestaciones. Antaño, una enorme valla publicitaria, por
ejemplo, representaba simbólicamente el poder de la fuente que publicaba; una estatua de
algún líder, representaba el poder omnímodo de éste. Hoy, las formas son más sofisticadas y
variadas; el extenso abanico de posibilidades que ofrece la virtualidad y la comunicación
digital han sido puestas al servicio de todas las expresiones de poder, tanto a nivel local como
internacional. En Guatemala, sin embargo, no se han aplicado algunas reglas básicas de la
propaganda como son el contagio, la orquestación y la repetición, solo para mencionar
algunas.

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