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CUERPO HISTORIA- CUERPO SÍMBOLO1

Paulina Pamplona

El cuerpo, aquella masa que transporta los deseos del alma, que deambula entre las calles,
se relaciona y vincula su carne con otros, es portador de historia. Jaime Borja, en su
conferencia “El cuerpo exhibido, purificado y revelado”, plantea cómo el cuerpo se inscribe
en una experiencia cultural y refiere una construcción discursiva que delata los signos de
una época y la expresión de un pensamiento enmarcado en un tiempo determinado. Es así
como, a partir de su exposición “Habeas Corpus”, demuestra aquellos aspectos que
relacionan de manera directa el cuerpo colonial en la sociedad neogranadina,
reconociendo las señales y marcaciones que bien se iban evidenciando en el cuerpo tanto
como portador simbólico de un individuo, como expresión de una colectividad inscrita en
un discurso social, político, económico o religioso, esto es, el cuerpo social, cuerpo
religioso, cuerpo ideal de una sociedad cualquiera.

En esta medida, el cuerpo es representable y representación en sí mismo, hace parte de


un conjunto de escenarios en los que actúa, se da a conocer a través de sus múltiples
modos de expresión, manifestándose en sí mismo como liberación.

De otro lado, el cuerpo como expresión cultural, reconoce en su piel un universo


susceptible de interpretación, que refiere una experiencia particular de llevar la vida de un
sujeto, inscrito en una historia, su historia, demarcada, por demás, por una cantidad de
historias, imaginarios y realidades. Así lo plantea Sandra Martínez Rossi en su texto “La
piel como superficie simbólica. Procesos de transculturación en el arte contemporáneo”,

“En este sentido, si bien el cuerpo representa una totalidad, un macrocosmos y un


universo en sí mismo, sincrónicamente contiene un sinfín de microcosmos, pequeños
espacios delimitados y enlazados por códigos secretos. Estas ínfimas zonas emergen como
constelaciones corporales, una geografía imperceptible que contiene sus propias áreas
íntimas y, por qué no, protegidas. De esta manera, el cuerpo proporciona innumerables
trayectos, desplazamientos en los cuales su superficie aparece ante nuestros ojos
recubierta de otros símbolos, que ofrecen disímiles formas de entrar o salir del universo
corpóreo y, al mismo tiempo, distintas vías de escape” (Rossi, 2011, pág. 16)

1
Texto elaborado para la asignatura “Literatura y ciudad II”. Maestría en Literatura, Universidad Pontificia
Bolivariana. Octubre, 2017. Basado en la Conferencia “Cuerpo exhibido, purificado y revelado”, de Jaime
Borja, Doctor en historia de la Universidad Iberoamericana, México D.F., Especialista en historia medieval,
cultura y arte colonial y actual docente asociado al departamento de historia de la Universidad de Los
Andes, 2010.
Así, el cuerpo, recorre trayectos, devela mensajes y contornea sentidos. Su piel deviene
signos que reconocen la fuerza de la construcción de cada ser humano, que estructura sus
propios símbolos de acuerdo a su experiencia particular, en relación con su propia vida
social y cultural. Tales símbolos son exteriorizados por el sujeto de una u otra manera, en
tanto refieren revelaciones o movimientos del alma. El cuerpo tiende, así, a convertirse,
en escritura viva de las afecciones del alma, evidente en las múltiples transformaciones
que sufre a lo largo de su historia, en relación permanente con los otros universos-sujetos
con quienes comparte su experiencia vital.

REFERENCIAS

 Borja, Jaime. (2010) El cuerpo exhibido, purificado y revelado. Experiencias barrocas


coloniales. En Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. Habeas Corpus: que
tengas [un] cuerpo [para exponer]. Conferencia realizada entre marzo 19 y junio 21 de
2010 en el Museo de Arte del Banco de la República.

 Rossi, S. M. (2011). La piel como superficie simbólica. Procesos de transculturación en el


arte contemporáneo. Madrid: Fondo de cultura económica.

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