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John Locke (1.632-1.

704):

En su célebre Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), Locke trata de dar una
respuesta a la necesidad de establecer el origen, alcance y límites del conocimiento
humano. No se trata de averiguar qué son las cosas, sino la manera adecuada de
conocerlas. Así, el problema del conocimiento es en Locke, como en Descartes, el
núcleo fundamental de su reflexión filosófica. Locke coincide con Descartes al
identificar “idea” con el contenido del entendimiento humano.

Locke coincide con Descartes al identificar “idea” con el contenido del entendimiento
humano. Pero se distancia de él al explicar el origen de tales contenidos mentales o
ideas. Según Locke, el entendimiento humano tiene un origen puramente empírico.
Al nacer, nuestra mente puede ser comparada con “una habitación vacía, un papel en
blanco”. La mente, así concebida, es como una “tabla rasa” donde la experiencia irá
escribiendo una serie de caracteres.

Para él el entendimiento no tiene principios innatos: todas nuestras ideas provienen de la


experiencia. Locke piensa que “idea” es todo lo que la mente percibe en sí misma, es
decir, todo lo que es objeto del entendimiento humano cuando un ser humano piensa o
reflexiona.

Locke trató extensamente el tema de las ideas, y, de acuerdo con la costumbre de la


época, muy dada a clasificaciones, lleva a cabo una clasificación de las ideas bastante
minuciosa. En primer lugar, distingue entre ideas simples e ideas complejas.

a) Las ideas simples son aquellas que la mente no puede descomponer en otras. Le
llegan por separado a través de los distintos sentidos aunque en las cosas se hallan
mezcladas en el mismo objeto: así, por ejemplo, la frialdad de un pedazo de hielo, el
sabor dulce del azúcar o el perfume de una rosa. Estas ideas no pueden ni ser fabricadas
ni destruidas por la mente. Son captadas o recibidas por el entendimiento pasivamente y
son los átomos del conocimiento. Pueden ser de sensación (experiencia externa) o de
reflexión (experiencia interna: el conocimiento que la mente tiene de sus propios actos y
operaciones) -aquí tendríamos la idea de "pensamiento", pues la experiencia interna nos
hace percibir que pensamos y en qué consiste pensar-.

b) Las ideas complejas surgen como combinación de las ideas simples en una labor
activa del entendimiento. Se elaboran con operaciones mentales tales como distinguir
entre ideas, comparar ideas o abstraer ideas a partir de casos particulares.

Thomas Hobbes (1588-1679) no fundamentó en su Leviatán (1651) el Estado absoluto


en el derecho divino y en la directa emanación divina del poder estatal, sino en el libre
establecimiento entre los hombres (dotados por naturaleza de un poder libre y absoluto
para conservar la propia vida) de un pacto o contrato social. Ante las dificultades para la
conservación de la propia vida como consecuencia de la realidad de las relaciones
recíprocas en el “estado de naturaleza”, marcadas por el ejercicio de la fuerza, por “la
guerra de todos contra todos”, según el principio latino de que “el hombre es un lobo
para el hombre”, y la ley natural (idéntica a la razón) lleva a buscar la paz y a garantizar
la seguridad mediante el pacto o contrato de cada individuo con todos los demás que
establece la autoridad común, la renuncia de todos a todo (salvo al derecho a la vida) y
la cesión de los propios derechos a favor de un tercero: una persona o una asamblea que
constituye el único poder soberano en el nuevo orden social.

Es el principio del contrato social, según el que todos los hombres habrían firmado un
pacto según el que aceptarían la autoridad de un gobierno para mantener la paz. Surgen
así la sociedad civil y el Estado, que son cuerpos u organismos artificiales, fruto de un
contrato entre los individuos libres y de su cálculo sobre la mejor forma de garantizar la
conservación de la vida. Este es el origen también de la moral y la justicia, fruto del
ejercicio del poder y voluntad soberanos.

La autoridad es única e indivisible y está concentrada en el soberano. El ciudadano debe


someterse en su acción exterior a la religión del Estado, quedando solo bajo su libre
arbitrio la fe interior. En consecuencia, el pacto es definitivo e irrevocable e implica la
cesión del propio poder al soberano, el cual pasa a ostentar el poder absoluto en todo lo
relativo a la garantía de la paz y defensa común. Se puede apreciar que Hobbes elaboró
tu teoría del Estado y redactado el Leviatán durante los años de anarquía social que
habían seguido en Inglaterra al enfrentamiento entre el monarca y el Parlamento. Su
obra es hija del miedo y de la búsqueda, mediante el cálculo racional, de la seguridad.

LOCKE II

El “contrato social” en Locke. Locke publicó sus Dos tratados sobre el gobierno civil,
en 1690, tras la “revolución gloriosa” de 1688, que ponía fin a la monarquía de los
Estuardo (monarquía absoluta) y establecía una monarquía parlamentaria. Precisamente,
en el primero de estos tratados Locke critica la teoría absolutista del derecho divino del
monarca; en el segundo, que será el más relevante para nuestra exposición, formula –de
acuerdo con la nueva situación política- su propia visión reformada, frente a Hobbes, de
la teoría del “estado de naturaleza”, del contrato o pacto social, de los derechos del
Estado y de los ciudadanos. Es la perspectiva liberal, frente al absolutismo hobbesiano.

El “estado de naturaleza” no posee, según Locke, los tonos sombríos y de guerra


permanente que suponía Hobbes. El hombre es un animal sociable naturalmente y la
razón enseña a los hombres que son todos iguales y libres por naturaleza, de suerte que
nadie puede dañar a otro en su vida, libertad o propiedad. Locke insiste muy
especialmente en este punto: en el estado de naturaleza todos buscan llevar a cabo en
paz sus negocios, y es la amenaza de un enemigo externo o interno ocasional y la
necesidad de asegurar esos derechos naturales a la vida, propiedad y libertad las que les
hace “contratar”, pactar un gobierno para asegurar el orden.

Bajo la enseñanza de la razón natural el “estado de naturaleza” originario no es un


estado de guerra; pero la razón persuade a los hombres de que sus derechos naturales
(igualdad, libertad, propiedad) pueden quedar mejor protegidos mediante el
establecimiento, por contrato social entre todos, de la sociedad civil o comunidad
política y de la autoridad del Estado. 3.4.3. La división de poderes y el laicismo del
Estado. El hombre renuncia a su derecho a ejecutar la ley natural y a ser juez de su
propio caso por el pacto que ha constituido la sociedad civil y la autoridad estatal, pero
no renuncia al resto de sus derechos (libertad, igualdad, propiedad, etc.), los cuales
deben ser reconocidos por el Estado, que debe permitir y garantizar su ejercicio. Esto
significa que en la constitución del Estado se establecen dos poderes, el legislativo y el
ejecutivo, bajo la supremacía del primero, en cuyo ejercicio participan en condiciones
de libertad e igualdad, directamente o por delegación, todos los miembros del cuerpo
social (varones, propietarios; toda una serie de cláusulas limitan la igualdad universal y
efectiva de los hombres), La ley deriva, pues, de la voluntad de los ciudadanos y
corresponde al poder ejecutivo su aplicación; no hay un único poder soberano que
establezca y , a la vez, ejecute la ley. El poder supremo en el Estado es el legislativo y
este reside en última instancia siempre en el pueblo, que posee derecho de resistencia y
de deposición del poder legislativo y ejecutivo cuando estos violan los derechos
individuales irrenunciables de cada hombre. Locke enunciaba de este modo los
principios de una teoría política basada en la razón universal y en los derechos naturales
de los ciudadanos, que iba a ejercer enorme influencia en el futuro como expresión de
las aspiraciones de la clase burguesa a la libertad e igualdad políticas y a la
participación en el gobierno del Estado mediante la voz de la mayoría. Para Locke, que
concibe al Estado como un Estado laico, este deberá garantizar a los ciudadanos el
ejercicio de su derecho a la libre organización y culto religiosos, como planteará en su
Carta sobre la tolerancia.

4. EL EMPIRISMO DE DAVID HUME

INTENCIONALIDAD DE LA FILOSOFÍA DE HUME. La filosofía de Hume buscaba


establecer un espíritu de tolerancia que acabara con el fanatismo y la superstición
religiosa que había degenerado en guerras, persecuciones, condenas y matanzas en su
época. En el pensamiento de Hume podemos detectar una clara influencia de la
Ilustración, ya que nuestro autor comparte íntegramente los ideales ilustrados y trata de
aplicarlos en la filosofía, ofreciéndonos un modelo de razón que no sea incompatible
con la vida y dignidad humanas.

Del mismo modo, la ciencia de Newton es el modelo de conocimiento que Hume tiene
en mente a la hora de elaborar una filosofía antidogmática y ajustada a los límites de la
experiencia humana. La forma de hacerlo fue luchando tanto contra el dogmatismo de la
Escolástica, basado en la fe y la autoridad (que ya estaba bastante desacreditado por la
Reforma y la nueva Empirismo inglés: Locke y, como contra el dogmatismo del
Racionalismo que le sustituyó, basado en una razón rígida e inmutable. Para acabar con
todo dogmatismo realizará un estudio de la naturaleza humana intentando mostrar sus
límites (que nos recordarán la imposibilidad de todo dogmatismo).

Es éste el sentido del escepticismo humeano: la razón no puede darnos certezas


absolutas pero es "una razón suficiente... para aventurar todas mis conclusiones con
desconfianza y modestia".
Teoría del conocimiento.

Para Hume, el conocimiento se reduce a percepciones, es decir, todos los contenidos de


la mente son denominados por él “percepciones”. Hay dos tipos de percepciones:
impresiones e ideas. Se diferencian las unas de las otras en dos aspectos:

1. La intensidad: en la "fuerza o viveza" con que se nos presentan.

a) Las impresiones son las percepciones más intensas: las sensaciones, las emociones y
las pasiones.

b) Las ideas son imágenes debilitadas de las impresiones. (Por ejemplo: veo un objeto,
cierro los ojos y entonces lo imagino: son la impresión y la idea, respectivamente). En
Locke se habla siempre de ideas, sean de sensación como de reflexión. Por el contrario,
Hume reserva la palabra “idea” para designar solamente ciertos contenidos del
Empirismo inglés: Locke y Hume.

Las impresiones son el conocimiento por medio de los sentidos, las ideas son
representaciones o copias de aquéllas en el pensamiento. Toda percepción es doble: es
sentida como impresión y es pensada como idea.

2. El orden en el que se presentan.

a) La impresión es originaria, previa a la idea, es causa de la idea.

b) La idea procede de la impresión, la sigue y se le parece difiriendo de ella tan sólo en


intensidad. Todas las ideas simples proceden, mediata o inmediatamente, de las
impresiones. En definitiva, es un principio fundamental de la doctrina empirista de
Hume la prioridad que tienen las impresiones sobre las ideas, hasta el punto de que será
el criterio usado por este autor para distinguir acerca de la verdad y objetividad de
nuestras ideas, de la misma manera

LA ÉTICA SEGÚN HUME:

LA ÉTICA Según la teoría del libre albedrío, el ser humano es plenamente libre y, por
tanto, nada le condiciona para elegir su acción, “hace lo que quiere”. Hume considera
que si esto fuera totalmente cierto, la vida social no sería posible. Si vivimos en
sociedad es porque existe una regularidad en las acciones humanas que nos permiten
predecir cómo se van a comportar los demás. Dichas regularidades hacen que la vida
social guarde un cierto perecido con el mundo natural, en el que también se aprecian
ciertas regularidades, que llamamos costumbres.

Para Hume, la fuente de lo bueno y lo malo no se encuentra en nuestra naturaleza.


Cuando pensamos que lo bueno y lo malo, las buenas y malas valoraciones, son las que
son porque son naturales, según él se ha caído en la falacia naturalista. Esta falacia, este
error, consiste en pretender deducir el deber ser a partir del ser, pensar que lo que pasa
sucede por algo y no debe cambiar. Para Hume no podemos pasar de una proposición
que afirma qué es algo, lo cual la convierte en una cuestión de hecho a otra que indica
qué debe ser así.

Además, según Hume la ética no se fundamenta por lo general en la razón, la gente no


actúa conforme a ideas sino a partir de sentimientos morales basados en la costumbre,
en lo que te han enseñado, en lo que has aprendido a valorar. Las valoraciones morales,
por lo tanto, son consecuencia de un sentimiento de aprobación o reprobación por el
placer o el disgusto que nos produce la experiencia de un determinado hecho. Así, las
valoraciones morales son fruto siempre del gusto y el sentimiento. Son las pasiones las
que nos inclinan a actuar siempre con la expectativa de evitar el displacer y lograr el
placer. En este aspecto, la razón actúa como medio para lograr nuestros deseos.

JEAN JACQUES ROUSSEAU (1712-1778)

La gran aportación de Rousseau al pensamiento político es su teoría del contrato social


con la que pretende explicar cuál ha podido ser el origen del Estado como principal
forma de organización política. La teoría del contrato social de Rousseau parte de tres
ideas: a) El ser humano es bueno por naturaleza, amante de la justicia, la bondad, la paz.
b) Son nuestras organizaciones sociales y políticas las que lo corrompen. c) Es necesario
instaurar nuevas organizaciones sociales y políticas legítimas y atender a la educación
de los ciudadanos, único modo de regenerar al hombre. Para explicar cómo era el ser
humano antes de la aparición de la sociedad y del Estado Rousseau elabora la hipótesis
del “buen salvaje”. El hombre en estado de naturaleza es un bruto feliz con dos
tendencias naturales, el instinto de supervivencia y la compasión, un sentimiento que
lleva al ser humano a evitar el sufrimiento innecesario a los demás, es bueno y es
pacífico. Sin embargo al aparecer la propiedad privada el hombre natural perdió su
inocencia porque con ella aparecieron las desigualdades sociales. Éstas son el resultado
de la capacidad de algunos de adueñarse de los recursos naturales y reducir a los demás
a una situación de dependencia económica. La nueva situación de desigualdad entre los
hombres dio lugar a un estado permanente de desconfianza, violencia y recurso a la
fuerza. En este punto, los propietarios se convencen y convencen a los demás de la
necesidad de crear una sociedad política fundada en la propiedad y en una autoridad que
la defienda. Este es el origen de la sociedad que basada en la propiedad individual, la
desigualdad y la injusticia ha corrompido la naturaleza original de hombre. Viviendo en
sociedad el hombre se vuelve menos feliz, menos libre y menos bueno.

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