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LA FILOSOFIA
E,I{ E,L AI]LA
IIII
II
lt[fl0il$ D[ ta l0nn[
Meprup,1992
Capiruro 5
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Del mismo modo, un caracol les parece fascinante, o un charco, o las
manchas oscuras en la'cara de la luna. Sólo gradualmente crecerá sobre
su mente una costra o armadura y aceptatán como un hecho todas esas
cosas hasta gue, de maravillarse de todo, pasarán a no maravillarse de
nada.
Asombro y significado
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I
explicación científica. La segunda es a través de un cuento de hadas o
una historia que ofrezcauna interpretación útil a nivel simbólico. La ter-
cera es formulando el asunto filosóficamente en forma de pregunta.
Explicación científica
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neración de niños pasan por esa cultura. prueban su delicioso desbur* [
juste y siguen su camino, olvidándola casi por completo al llegar a h t
adolescencia Y madurez. I
¿Has olvidado acaso las rimas que sabías cuando eras niño? Esos ale- p
gres y traviesos chistes y adivinanzas, o esos versos sin sentido. Tal vez te f
has olvidado de: il
i
pero si les preguntas, tus alumnos reconocerán que lo saben, aunque sc{ro
sorprenderán de que te interese algo tan trivial. rur
Surge de los mismos niños; es una visión original y cómica, aunque $Wq
diáfana excentricidad está teñida con humor negro. Los OplEs han mos-'d
trado con detalle la riqueza del folklore infantil, y ErucxsoN ha demos-ium
trado ampliamente que los juegos de los niños pueden explicarse comCI
sus esfuerzos por darle un sentido a su experiencia. nm
Por otro lado, en general,la literatura infantil ha sido escrita para lon'rr:
niños en vez de por los niños. Y la obra maestra de la literatura infand,u¡r
es el cuento de hadas rr
Los temas de los cuentos de hadas son tan básicos para la fantasía hu,* m
mana que sus orígenes se pierden en los mismos orígenes de la civiliza :r
ción. El amor de una hermosa muchacha convierte en príncipe a la bei^h
tia; del mismo modo, el beso del apuesto príncipe despierta a la belia ,rrlú
durmiente.obienSomoShermosoS'peroestamosconvencidosdeveras
de que somos sapos, o por el contrario, somos sapos pero convencidon ¡r
de veras de que somos hermosos. Los temas son innumerables y cacin,ruul
uno ofrece infinitas posibilidades de interpretación. T
Sin embargo, el punto que interesa destacar es que los autores de lmus
cuentos de hadas son adultos, y cada adulto es un creador potencial ciu ¡
estos cuentos. Cuando los niños piden que 'les contemos un cuento. @
¿quién puede resistirse? *
' -Pero al contar un cuento uno debe ser consciente de lo que hace. B
cuento de hadas es cautivador y seductor. Fascina a los oyentes y los he.
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d¡iz¿ ya desde las primeras palabras: <<Erase una vez...>> Pero los padres
qne inventan cuentos para sus hijos corren el riesgo de ser tan compla-
!&ntes con su propia imaginación que terminan impidiendo el desarro-
rllüode la imaginación de aquéllos. Encontramos placer en la creatividad
mn la que nos expresamos a nosotros mismos en esos cuentos (y en las
liiflhntraciones que los acompañan). ¿Pero en qué medida les privamos a
illms niños de sa imaginación al imaginar por ellos?
Si los adultos deben escribir para los niños, deberían hacerlo de tal
:Manera que ayudaran a liberar los poderes literarios y pictóricos de los
Mos. Por ejemplo, nosotros nos hemos negado a ilustrar los libros que
rocribimos para niños porque creemos que eso sería hacer por los niños
: urtuo que los niños deberían hacer por sí mismos: buscar las imágenes que
mcmpañen la lectura e interpretación.
; Por supuesto, es un hecho que nuestros libros son obra de adultos.
. westra excusa es, en primer lugar, que no es malo que los adultos esti-,
Lrylen a los niños, pero esta estimulación debe animarles más que abru-
,Íd¡"t. En este sentido, creemos que nuestros libros ufi.niun V .rri*r- "
m la imaginación de los niños y no la paralizan.
'o. En segundo lugar, no es nuestro propósito lograr una literatura in-
rmtil inmortal, sino conseguir que los niños piensen. Si logramos este'l
n rrrnpósito, el instrumento puede autodestruirse, del mismo modo que se
tiu¡ema un cerillo cuando ha encendido el fuego. Si nuestro enfoque es
mrecto, el cuento de hadas escrito por literatos y los libros de texto es-
u-rmos por investigadores profesionales pueden ser substituidos, al final,
a- m libros infantiles escritos por maestros y niños, incorporando la ima-
#ación, la intuición y la comprensión que esos niños han adquirido en
llrur'uüa etapa de su desarrollo.
Preguntas metafisicas
,F
Las preguntas metafísicas son las más dificiles de tratar y también la.\
más generales. La metafísica es la parte más comprensiva de la filoso fíe
y trata cuestiones de máxima generalidad.
Puede asombrarte el que los niños pequeños puedan plantear prc
guntas tan grandes. Sí. es asombroso el que lo hagan. Pero es igualmentc
sorprendente el hecho de que probablemente tú solías hacerlo en tiern
pos y prácticamente has olvidado cómo lo hacías.
Por ejemplo, supón que le preguntas a tu hija si va a estar mucho s
tiempo jugando. Es una pregunta sencilla y esperas una respuesta senci's
lla. Pero lo que obtienes es una nueva pregunta: "¿Qué es el tiempo?,il
te pregunta tu hija. Si lo piensas bien, te deja realmente aturdido- ¡
<óQué es el tiempo?" ¿Cómo responder? ¿Le decimos que lea las obranü
de SeN AcusríN o de EtNsrnN? ¿Las lee uno mismo? Resulta tan complt gl
cado que lo que uno suele hacer es decirle a la niña: ..Yo no te pregunnq
qué era el tiempo. Te pregunté cúanto tiempo ibas a estar jugandor- q
¡Bien, eso la detendrá! Por el momento has logrado escapar; pero eIF
piezas a darte cuenta de lo formidable que puede ser un niño. ¡
Otro ejemplo: supón que le preguntas a un niño qué distancia hry ¡
entre su casa y el supermercado. Puesto que tu pregunta es muy específt'nl
ca, esperas una respuesta específica, como .imedio kilómetro>> o <<trcs
cuadrasrr. Para tu sorpresa él te pregunta: <¿Qué es la distancia?> lüol
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una distancia cualquiera, sino la distancia en general. He aquí unapre-
gunta filosófica, para ser exactos, una pregunta metafísica'.
t Esta forma de pasar desde el nivel normal del diálogo hacia un nivel
más general es propia de la metafísica. Hay otros ejemplos de preguntas"
metafísicas que tus hijos talvezte hayan planteado, o bien te están pre-
parando para un futuro próximo, tales como:
¿Qué es el espacio?
¿Qué es el número?
iQué es la materia?
¿Qué es la mente?
óQué son las posibilidades?
-
óQue es la realidad?
óQué son las cosas?
¿Cuál es mi identidad?
¡;l iQué son las relaciones?
¿Tuvo todo un principio?
iQué es la muerte?
úQué es la vida?
iQué es el significado?
iQué es el valor?
Lo que hace tan difícil dar una respuesta a estas preguntas es el hecho
s ü€ que se refieren a conceptos tan amplios que no podemos clasificarlos,
r nmplemente no sabemos cómo manejarlos.
,F Normalmente definimos los términos situándolos en contextos más
r. rmplios a los que pertenecen. Por ejemplo, si se nos pide la definición de
m mombre, podemos contestar que el hombre es un animal. Pero si nos
r presionan queriendo saber qué clase de animal es, podemos contestar
tü {ue el hombre es el animal que piensa. También podríamos contestar
, {ue es el animal que ríe y llora, o alguna otra respuesta posible.
E- Pero.obviamente, cuando tus alumnos te preguntan "¿qué es el espa-
:o?n, pasas un mal rato tratando de encontrar un contexto más amplio
a! :n el que colocar al espacio. Sucederá lo mismo con palabras como
fr" iempo>> o ..número>. Preguntas como estas suelen dejarnos perplejos.
"es Podrías decirme:.rBueno, el hecho de que mis alumnos me hagan
i'f
tt
preguntas que no puedo responder no significa que sean filósofon,ffi
¡Seguramente no saben que están haciendo preguntas metafísicas!> t
Pueden no saberlo, pero eso no es lo importante. Lo que sí es impm-*
itante es que los niños, a partir de su necesidad de totalidad y compr"dg
vidad, aunada a su ingenuidad y falta de información, intentan alcanzrmg
respuestas totales. Con ellos es cuestión de todo o nada; no quieredh
saber solamente cómo empezó ésto o aquéllo, sino cómo empezó todc lll'
PRoreson.-¿Cómo sería si, como dice Tony, todo fuera tan claro y simpuii'
como la aritmética?
AI-uuNo 1.-¡Sería perfecto!
Ar-ulrlNo 2.-Pero si todo fuera perfecto, ¡no se necesitaría hacer nada! Ér
AruuNo 3.-Si no hubiera nada que hacer sería aburridísimo.
AruuNo 4.-Sí. y además, si todo fuera perfecto, tendríamos perfectos tontuql
y perfectas porquerías...
¡Qué rápido llegaron al punto de preguntarse cómo sería realmente la perfa"
ción!
Preguntas lógicas
Preguntas éticas
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CnpÍruro 6
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profesorado, junto a un continuo desarrollo de estímulos intelectuales
en el aula como estímulo permanente. Esto puede hacerse, y tiene que
hacerse, si se sustituye a quienes normalmente enseñan a memorizar por
los que enseñan a pensar de forma activa, vigorosa y excelente.
Como he dicho, el problema del desarrollo del currículum de la Filo-
sofía en los niveles elemental y secundario consiste en traducir las obras
filosóficas tradicionales a materiales que los niños puedan comprender
fácilmente y discutir. El problema de la traducción está también en el
centro del proceso de educación del profesorado. Los profesores de di-
dáctica suelen emplear una limitada gama de estilos de enseñanza. En
un extremo, explican en su propio lenguaje, y los futuros profesores
deben dedicarse laboriosamente a intentar entender lo que se dice en
/ ese lenguaje. En el otro extremo, los profesores de educación hablan el
/ t"nguuje de los profesores (al que de alguna forma identifican con el len-
I guaje del aula). Rara vez intentan educar a los profesores en la misma
' lengua que éstos se verán obligados a emplear al educar a los niños. AI'
fallar en esto, dejan todo el peso de la traducción al profesor, al que, sin
embargo, proporcionan pocas claves acerca de cómo hay que realizarla.
Los profesores hacen lo que pueden: ponen en práctica aquello para lo,
que han sido formados y enseñan como a ellos les han enseñado. A su
vez, esto traslada el problema al niño, que debe no sólo esforzarse por
entender lo que le están enseñando, sino que primero debe traducirlo
desde un lenguaje académico desconocido al suyo propio.
La única forma de evitar este inütil ejercicio es que los profesores de,
educación traduzcan los contenidos de sus temas al lenguaje del aula, y,{
entonces, usando este lenguaje, eduquen a los candidatos al título de
profesor en los mismos términos y usando los mismos métodos pedagó
gicos que aquéllos emplearán más tarde con los niños. Desde luego es un*
cambio importante, y si ello supone abandonar el método de explicacio$
nes magistrales, excepto pará ciertos propósitos determinados, fruy qd
hacerlo. Si supone recorrer el currículum con los profesores, del mismo'
modo en que ellos lo harán con los niños, así debe hacerse. No podemc
seguir cargando al profesorado con el peso de traducir el currículum eq
colar al lenguaje infantil, porque ya sabemos 1o que pasará: el profesorafi
do dejará esta tarea en las manos det niño. i
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La respuesta es que todas lo exigen, pero que puede resultar más difícil
no hacerlo en filosofia que en cualquier otra asignatura.La filosofía y el
pensamierfto -< quizás la filosofía y el empeño de pensar mejor- van
de la mano. Para el tema que nos ocupa esto significa que es posible que
la metodología para la educación del profesorado en filosofía pueda ser
bastante instructiva para desarrollar modelos generales de educación del
profesorado. Esto es más cierto en la preparación de profesores de filo-
sofía para la escuela elemental, que en la de los instructores de filosofía
para la universidad, ya que éstos últimos reciben poca o nula explicación
pedagógica durante sus estudios. Lo que aquí se diga, se restringirá a Ia
educación de futuros profesores de filosofía en la escuela elemental y se-
cundaria y será una descripción de la práctica actual, más que una pro-
puesta para su futura aplicación.
Comenzamos por el hecho de que hay un plan de estudios de Filoso-
fíapara Niños en la escuela elemental,y no sólo en la mesa de proyectos
o en la mente de los teóricos de la educación. No sólo para un nivel, sino
abarcando todo el tramo comprendido desde preescolar hasta los 18
años, con material más que suficiente para cada nivel. Esto no significa
que esté completo, y quizás nunca lo esté, pero el hecho de que exista
significa que los profesores pueden prepararse durante sus estudios y se-
minarios para llevar a cabo 1o que de hecho estarán haciendo día a día
con los niños. Los materiales ya son accesibles para los chicos y no es ne-
cesario traducirlos a algo todavía más sencillo.
No deberíamos menospreciar el grado de dominio que los materiales
curriculares publicados por las editoriales ejercen sobre los educadores I
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démicas). Porteriormente, actúan como <filósofos residentes>> en un
aula, durante cuatro o seis semanas, con el fin de adquirir experiencia en
el trabajo con los niños, requisito previo para lograr credibilidad entre el
profesorado. Cuando es posible, cada educador trabaja durante un
tiempo con un formador experimentado, antes de emprender su tarea de
forma independiente.
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puede ser frustrante si el resultado es aislar a cada alumno de los demás y
de la variedad de significados que descubren cuando reflexionan. Ence-
rrar a cada niño en una práctica privada es, de hecho, privarle de la ex-
periencia vital de la cooperación intelectual, de construir sobre las ideas
de los demás, de apreciar la novedad de las interpretaciones ajenas, de
defender las propias ideas cuando son criticadas, de disfrutar de la soli-
daridad con otros y de darse cuenta de su integridad intelectual cuando
reüsa el propio punto de vista a la luz de nuevas opiniones.
No es raro confundir el pensar por uno misrno con el pensar uno solo
y tener la idea equivocada de que pensar en solitario equivale a pensar
de forma independiente. No obstante, nunca estamos tan motivados a
pensar por nosotros mismos como cuando estamos metidos en una in-
vestigación compartida con otros. La manera de proteger a los niños
contra el pensamiento acrítico cuando están en público, no es obligarles
a pensar en silencio y solos, sino invitarles a opinar de forma abierta y
, crítica sobre temas discutibles. Para que esto suceda en el aula, debe su- ¡
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ría reprochar que no consigan alentar una conversación filosófica, si el
formador no se ha molestado en aclararles lo que supone esa conversa-
ción. Es imposible que el formador sea eapz de hacer esto de la noche a
la mañana. Normalmente es necesario mostrar a los profesores la dife-
rencia entre los enfoques normativos y descriptivos de la enseñanza del
razonamiento, (de forma que puedan comprender por qué, por ejem-
plo, el estudio del silogismo es tan diferente de hacer que los profesores
en formación lean análisis psicológicos de casos). Es necesario presen-
tarles la distinción entre razones y causas (o más formalmente, entre jus-
tificación y explicación). Hay que mostrarles las aplicaciones de la filo-
sofía a los aspectos problemáticos y confusos de cualquier área de
conocimiento. Hay que explicarles que los problemas que se ven desde
dentro de una disciplina proporcionan un tipo de conocimientos diferen-
tes al que se obtiene cuando una asignatura se convierte en tema para sí
misma y se estudia a sí misma desde una perspectiva extraña a ella. Con-
seguir todo esto y profundizar en ello hasta que forme un aspecto esen-
cial de la práctica cotidiana,del profesorado, lleva tiempo. Pero con una
formación adecuada y con práctica va aumentando, día a día y casi im-
perceptiblemente, su conocimiento acerca de la dimensión filosófica del
discurso humano, hasta que la diferencia entre una discusión filosófica v
otra que no lo es, es tan evidente que ya no hay que pedir que te la ense-
ñen. Esto no significa, en sí mismo, que los profesores se conviertan en
filósofos, pero es prueba de su competencia para dirigir una discusión fi-
losófica, observando fielmente la regla básica de no obstruir el camino
de la investigación sino más bien seguirla a donde nos lleve.
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