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PRIMERA PARTE
La Habana
2010
2
INDICE Pág.
Introducción……………………………………………………………………… 5
PRIMERA PARTE
A. Curbeira Cancela
Apuntes sobre J. A. Baudouin de Courtenay…………………………………… 7
F. Engels
El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre…………….. 14
L. S. Vygotski
Capítulo VII. Pensamiento y palabra……………………………………………. 31
V. N. Voloshinov y su obra………………………………………………………. 69
A. G. Spirkin
Papel del lenguaje en la formación del pensamiento………………………….. 78
R. Jakobson
Lingüística y poética………………………………………………………………… 85
M. Figueroa Esteva
Origen y desarrollo del lenguaje en la especie y en el individuo……………… 94
J. Bernard
Teorías del signo……………………………………………………………………… 109
P Cobley
Hjelmslev, Louis Trolle: Teoría del singno………………………………………… 163
E. Benveniste.
Ojeada al desenvolvimiento de la lingüística………………………………………. 167
3
P. Perron
Greimas, Algridas: teoría del signo………………………………………………… 206
G. Bermello Lastra
En torno a la categoría gramatical………………………………………………… 218
A. Guitlitz
Palabra y combinación de palabras (palabra y unidad fraseológica……………. 225
J. Casares
Las locuciones…………………………………………………………………………… 236
S. Ullmann
Capítulo 2. La naturaleza de las palabras………………………………………. 242
A. Curbeira Cancela
La teoría actancial de L. Tesnière…………………………………………………… 379
A. Curbeira Cancela
La gramática de casos…………………………………………………………………. 392
U. Y. Yusúpov
La lingüística contrastiva como disciplina independiente………………………… 412
J. L. Austin
Como hacer cosas con palabras (Conferencias VII, IX y XII)…………………… 423
J. R. Searle
Actos de habla. Ensayo en filosofía del lenguaje (Cap. I, 1.1; 1.4
y Cap. II, 2.1)……………………………………………………………………………. 459
J. R. Searle
Taxonomía de los actos ilocucionarios………………………………………………. 471
P. Charaudeau
Las grandes problemáticas del análisis de discurso………………………………… 485
O. Silva V.
El análisis de discurso según T. van Dijk y los estudiso de la comunicación…… 509
4
A. I. Sergueeva
La categoría semántica de la valoración y su relación con otras categorías…… 527
L. Caballero Díaz
Categorización semántica y tesauro: una proposición para la lexicografía…… 535
L. Caballero Díaz
Estrategia, modalidad e ilocución: tres conceptos de una semántica
comunicativa……………………………………………………………………………. 546
L. Caballero Díaz
Modalidades semánticas………………………………………………………………… 555
L. Caballero Díaz
Métodos y técnicas de los estudios semánticos……………………………………… 582
A. Mª Galbán Pozo
Las macrocategorías semánticas modales de valoración, lealtad,
certidumbre, interés, afectividad y expresividad…………………………………… 636
Introducción
5
El desarrollo de los estudios sobre lo que hoy se concibe como una ciencia, la
Ciencia del Lenguaje, ha recorrido un largo camino y son muchos los científicos de
diversas ramas del saber que han contribuido con sus trabajos a la fundamentación de
teorías, enfoques, puntos de vista, perspectivas y corrientes .
PRIMERA PARTE
7
A. Curbeira Cancela
En las décadas del ‘70 y el ‘80 era ya un lingüista conocido en toda Europa. En esa
época ya era miembro vitalicio de la Sociedad Lingüística de París, de la Sociedad
Fino–Húngara y su actividad científica era altamente estimada. Mantenía
correspondencia con F. de Saussure, Jespersen, Meillet y otros. Escribía sus trabajos
en ruso, polaco, alemán y francés aunque dominaba bien el lituano, italiano, checo,
esloveno, sorabo y otras lenguas, incluidas las clásicas (latín y griego).
Entre los temas que más interesaban a este científico se encontraban los problemas
centrales de la lingüística general y de las ciencias relacionadas con esta,
especialmente la psicología. Concebía la lengua como un fenómeno psico-social con
existencia colectiva e individual. Fue uno de los primeros lingüistas en exponer la
8
Como novedad para la lingüística del siglo XIX figura el intento de Baudouin de
Courtenay de fundamentar el análisis estático (descriptivo) de la lengua, el polo
opuesto a los análisis histórico–comparativos que predominaban en la lingüística de
9
la época. Él opinaba que para revelar los mecanismos lingüísticos así como para el
análisis del sistema de la lengua, resultaba más práctica la utilización del método
estático pues el sistema de la lengua es un estado estable de componentes lingüísticos,
una tesis extraordinariamente importante y novedosa para su época y que constituyó
la base de lo que hoy día conocemos como la diferenciación entre estudios
sincrónicos y diacrónicos. Es decir, Baudouin de Courtenay separa los niveles
estáticos (sincrónicos) de los dinámicos (diacrónicos) y formula su diferenciación de
la siguiente manera: No existe inmovilismo en la lengua. La estática de la lengua es
solo un caso especial de su dinámica. En este autor puede observarse una tendencia
hacia los estudios descriptivos del lenguaje.
En un artículo del año 1910 se refería al concepto de sistema más allá del sistema
fonológico: la característica morfológica integral del pensamiento lingüístico debe
tomar en consideración que, por una parte, están presentes formas residuales
tomadas de etapas precedentes y que ya no se corresponden con la estructura de la
lengua dada y que, por otra parte existen, por así decirlo, determinados fenómenos
que presagian el estado futuro de una forma lengua dialectal o regional, por lo que
no se corresponden con el estado actual sincrónico de la lengua correspondiente. Se
debe subrayar especialmente su esfuerzo por comprender las regularidades del
proceso de la dinámica lingüística.
Bibliografía
Amirova, T. A., et al Abriss der Geschichte der Linguistik. VEB Bibliographisches
Institut Leipzig, 1980
De Saussure, F. Curso de Lingüística General. Edición Revolucionaria, 1973
Idioma Ruso. Enciclopedia Ed. Ruskaya Enciclopedia, Moscú, 1979
Golovín, B. N. Introducción a la lingüística. Pueblo y Educación, C. de la Habana,
1991 (Versión en español)
Helbig, G. Geschichte der neuerem Sprachwissenschaft.VEB Bibliographisches
Institut, Leipzig, 1986
Mounin, G. Historia de la Lingüística. Editorial Ciencias Sociales, 1973
14
F. Engels
EL PAPEL DEL TRABAJO EN LA TRANSFORMACION DEL MONO EN
HOMBRE 2
Es de suponer que como consecuencia directa de su género de vida, por el que las
manos, al trepar, tenían que desempeñar funciones distintas a las de los pies, estos
monos se fueron acostumbrando a prescindir de ellas al caminar por el suelo y
empezaron (pág.67) a adoptar más y más una posición erecta. Fue el paso decisivo
para el tránsito del mono al hombre.
Todos los monos antropomorfos que existen hoy día pueden permanecer en
posición erecta y caminar apoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sólo en
2
Este material fue tomado de Obras Escogidas (en tres tomos) de K. Marx y F. Engels. Ed. Progreso,
Moscú, 1981. Tomo 3, págs. 67 – 79. Preparado para la Internet por Rafael Masada,
Masada97@aol.com (Septiembre 1999)
15
Y puesto que la posición erecta había de ser para nuestros peludos antepasados
primero una norma, y luego, una necesidad, de aquí se desprende que por aquel
entonces las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso
entre los monos existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos.
Como hemos señalado más arriba, durante la trepa las manos son utilizadas de
distinta manera que los pies. Las manos sirven fundamentalmente para recoger y
sostener los alimentos, como lo hacen ya algunos mamíferos inferiores con sus patas
delanteras. Ciertos monos se ayudan de las manos para construir nidos en los árboles;
y algunos, como el chimpancé, llegan a construir tejadillos entre las ramas, para
defenderse de las inclemencias del tiempo. La mano les sirve para empuñar garrotes,
con los que se defienden de sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutos y
piedras. Cuando se encuentran en la cautividad, realizan con las manos varias
operaciones sencillas que copian de los hombres. Pero aquí es precisamente donde se
ve cuán grande es la distancia que separa la mano primitiva de los monos, incluso la
de los antropoides superiores, de la mano del hombre, perfeccionada por el trabajo
durante centenares de miles de años. El número y la disposición general de los huesos
y de los músculos son los mismos en el mono y en el hombre, pero la mano del
salvaje más primitivo es capaz de ejecutar centenares de operaciones que no pueden
ser realizadas por la mano de ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido
jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuese.
16
Por eso, las funciones, para las que nuestros antepasados fueron adaptando poco a
poco sus manos durante los muchos miles de años que dura el período de transición
del mono al hombre, sólo pudieron ser, en un principio, funciones sumamente
sencillas. Los salvajes más primitivos, incluso aquellos en los que (Pág.68) puede
presumirse el retorno a un estado más próximo a la animalidad, con una degeneración
física simultánea, son muy superiores a aquellos seres del período de transición.
Antes de que el primer trozo de sílex hubiese sido convertido en cuchillo por la mano
del hombre, debió haber pasado un período de tiempo tan largo que, en comparación
con él, el período histórico conocido por nosotros resulta insignificante. Pero se había
dado ya el paso decisivo: la mano era libre y podía adquirir ahora cada vez más
destreza y habilidad; y ésta mayor flexibilidad adquirida se transmitía por herencia y
se acrecía de generación en generación.
Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de
él. Únicamente por el trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevas funciones, por la
transmisión hereditaria del perfeccionamiento especial así adquirido por los
músculos, los ligamentos y, en un período más largo, también por los huesos, y por la
aplicación siempre renovada de estas habilidades heredadas a funciones nuevas y
cada vez más complejas, ha sido como la mano del hombre ha alcanzado ese grado de
perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros
de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini.
Pero la mano no era algo con existencia propia e independiente. Era únicamente un
miembro de un organismo entero y sumamente complejo. Y lo que beneficiaba a la
mano beneficiaba también a todo el cuerpo servido por ella; y lo beneficiaba en dos
aspectos.
aparentemente no tienen ninguna relación con las primeras. Así, todos los animales
que poseen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital está articulado con la primera
vértebra por medio de dos cóndilos, poseen, sin excepción, glándulas mamarias para
la alimentación de sus crías. Así también, la pezuña hendida de ciertos mamíferos va
ligada por regla general a la presencia de un estómago multilocular adaptado a la
rumia. Las modificaciones experimentadas por ciertas formas provocan cambios en la
forma de otras partes del organismo, sin que estemos en condiciones de explicar tal
conexión. Los gatos totalmente blancos y de ojos azules son siempre o casi siempre
sordos. El perfeccionamiento gradual de la mano del hombre y la adaptación
concomitante de los pies a la marcha en posición erecta repercutieron
indudablemente, en virtud de dicha correlación, sobre otras partes del organismo.
(pág.69)
Sin embargo, ésta acción aún está tan poco estudiada que aquí no podemos más que
señalarla en términos generales. Mucho más importante es la reacción directa —
posible de demostrar— del desarrollo de la mano sobre el resto del organismo. Como
ya hemos dicho, nuestros antepasados simiescos eran animales que vivían en
manadas; evidentemente, no es posible buscar el origen del hombre, el más social de
los animales, en unos antepasados inmediatos que no viviesen congregados. Con cada
nuevo progreso, el dominio sobre la naturaleza, que comenzara por el desarrollo de la
mano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes del hombre, haciéndole descubrir
constantemente en los objetos nuevas propiedades hasta entonces desconocidas. Por
otra parte, el desarrollo del trabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de
actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas de ésta actividad conjunta para cada
individuo, tenía que contribuir forzosamente a agrupar aún más a los miembros de la
sociedad. En resumen, los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron
necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe
poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante
modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los
órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro.
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La comparación con los animales nos muestra que ésta explicación del origen del
lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada. Lo poco que los
animales, incluso los más desarrollados, tienen que comunicarse los unos a los otros
puede ser transmitido sin el concurso de la palabra articulada. Ningún animal en
estado salvaje se siente perjudicado por su incapacidad de hablar o de comprender el
lenguaje humano. Pero la situación cambia por completo cuando el animal ha sido
domesticado por el hombre. El contacto con el hombre ha desarrollado en el perro y
en el caballo un oído tan sensible al lenguaje articulado, que estos animales pueden,
dentro del marco de sus representaciones, llegar a comprender cualquier idioma.
Además, pueden llegar a adquirir sentimientos desconocidos antes por ellos, como
son el apego al hombre, el sentimiento de gratitud, etc. Quien conozca bien a estos
animales, difícilmente podrá escapar a la convicción de que, en muchos casos, ésta
incapacidad de hablar es experimentada ahora por ellos como un defecto.
Desgraciadamente, este defecto no tiene remedio, pues sus órganos vocales se hallan
demasiado especializados en determinada dirección. Sin embargo, cuando existe un
órgano apropiado, ésta incapacidad puede ser superada dentro de ciertos límites. Los
órganos bucales de las aves se distinguen en forma radical de los del hombre, y, sin
embargo, (pág.70) las aves son los únicos animales que pueden aprender a hablar; y
el ave de voz más repulsiva, el loro, es la que mejor habla. Y no importa que se nos
objete diciéndonos que el loro no entiende lo que dice. Claro está que por el solo
gusto de hablar y por sociabilidad con los hombres el loro puede estar repitiendo
horas y horas todo su vocabulario. Pero, dentro del marco de sus representaciones,
puede también llegar a comprender lo que dice. Enseñad a un loro a decir palabrotas,
de modo que llegue a tener una idea de su significación (una de las distracciones
favoritas de los marineros que regresan de las zonas cálidas), y veréis muy pronto que
en cuanto lo irritáis hace uso de esas palabrotas con la misma corrección que
cualquier verdulera de Berlín. Y lo mismo ocurre con la petición de golosinas.
Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos
principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando
19
Tierra se enfrió lo suficiente para que en ella pudieran vivir las plantas y los animales
(pág.72) registra la historia, así como por el de los salvajes actuales más primitivos?
Son instrumentos de caza y de pesca; los primeros utilizados también como armas.
Pero la caza y la pesca suponen el tránsito de la alimentación exclusivamente vegetal
a la alimentación mixta, lo que significa un nuevo paso de suma importancia en la
transformación del mono en hombre. El consumo de carne ofreció al organismo, en
forma casi acabada, los ingredientes más esenciales para su metabolismo. Con ello
acortó el proceso de la digestión y otros procesos de la vida vegetativa del organismo
(es decir, los procesos análogos a los de la vida de los vegetales), ahorrando así
tiempo, materiales y estímulos para que pudiera manifestarse activamente la vida
propiamente animal. Y cuanto más se alejaba el hombre en formación del reino
vegetal, más se elevaba sobre los animales. De la misma manera que el hábito a la
alimentación mixta convirtió al gato y al perro salvajes en servidores del hombre, así
también el hábito a combinar la carne con la dieta vegetal contribuyó poderosamente
a dar fuerza física e independencia al hombre en formación. Pero donde más se
manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en el cerebro, que recibió así en mucha
mayor cantidad que antes las substancias necesarias para su alimentación y
desarrollo, con lo que su perfeccionamiento fue haciéndose mayor y más rápido de
generación en generación. Debemos reconocer —y perdonen los señores vegetarianos
— que no ha sido sin el consumo de la carne como el hombre ha llegado a ser
hombre; y el hecho de que, en una u otra época de la historia de todos los pueblos
conocidos, el empleo de la carne en la alimentación haya llevado al canibalismo (aún
en el siglo X, los antepasados de los berlineses, los veletabos o vilzes, solían devorar
a sus progenitores) es una cuestión que no tiene hoy para nosotros la menor
importancia.
ahora, a la par con la caza, proporcionaba una nueva fuente para obtenerla en forma
más regular. La domesticación de animales también proporcionó, con la leche y sus
derivados, un nuevo alimento, que en cuanto a composición era por lo menos del
mismo valor que la carne. Así, pues, estos dos adelantos se convirtieron directamente
para el hombre en nuevos medios de emancipación. No podemos detenernos aquí a
examinar en detalle sus consecuencias indirectas, a pesar de toda la importancia que
hayan podido tener para el desarrollo del hombre y de la sociedad, pues tal examen
nos apartaría demasiado de nuestro tema.
animales se refiere, un hecho accidental. Pero cuanto más se alejan los hombres de
los animales, más adquiere su influencia sobre la naturaleza el carácter de una acción
intencional y planeada, cuyo fin es lograr objetivos proyectados de antemano. Los
animales destrozan la vegetación del lugar sin darse cuenta de lo que hacen. Los
hombres, en cambio, cuando destruyen la vegetación lo hacen con el fin de utilizar la
superficie que queda libre para sembrar cereales, plantar árboles o cultivar la vid,
conscientes de que la cosecha que obtengan superará varias veces lo sembrado por
ellos. El hombre traslada, de un país a otro, plantas útiles y animales domésticos
modificando así la flora y la fauna de continentes enteros. Más aún; las plantas y los
animales, cultivadas aquéllas y criados éstos en condiciones artificiales, sufren tales
modificaciones bajo la influencia de la mano del hombre que se vuelven
irreconocibles. Hasta hoy día no han sido hallados aún los antepasados silvestres de
nuestros cultivos cerealistas. Aún no ha sido resuelta la cuestión de saber cuál es el
animal que ha dado origen a nuestros perros actuales, tan distintos unos de otros, o a
las actuales razas de caballos, también tan numerosas.
para despistarlos. Entre nuestros animales domésticos, que han llegado a un grado
más alto de desarrollo gracias a su convivencia con el hombre, pueden observarse a
diario actos de astucia, equiparables a los de los niños, pues lo mismo que el
desarrollo del embrión humano en el claustro materno es una repetición abreviada de
toda la historia del desarrollo físico seguido a través de millones de años por nuestros
antepasados del reino animal, a partir del gusano, así también el desarrollo mental del
niño representa una repetición, aún más abreviada, del desarrollo intelectual de esos
mismos antepasados, en todo caso de los menos remotos. Pero ni un solo acto
planificado de ningún animal ha podido imprimir en la naturaleza el sello de su
voluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo.
Mas, si han sido precisos miles de años para que el hombre aprendiera en cierto
grado a prever las remotas consecuencias naturales de sus actos dirigidos a la
producción, mucho más le costó aprender a calcular las remotas consecuencias
sociales de esos mismos actos. Ya hemos hablado más arriba de la patata y de sus
consecuencias en cuanto a la difusión de la escrofulosis: Pero, ¿qué importancia
puede tener la escrofulosis comparada con los efectos que sobre las condiciones de
vida de las masas del pueblo de países enteros ha tenido la reducción de la dieta de
los trabajadores a simples patatas, con el hambre que se extendió en 1847 por Irlanda
27
Sin embargo, para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple
conocimiento. Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de
producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente.
Todos los modos de producción que han existido hasta el presente sólo buscaban el
efecto útil del trabajo en su forma más directa e inmediata. No hacían el menor caso
de las consecuencias remotas, que sólo aparecen más tarde y cuyo efecto se
manifiesta únicamente gracias a un proceso de repetición y acumulación gradual. La
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Todas las formas más elevadas de producción que vinieron después condujeron a la
división de la población en clases diferentes y, por tanto, al antagonismo entre las
clases dominantes y las clases oprimidas. En consecuencia, los intereses de las clases
dominantes se convirtieron en el elemento propulsor de la producción, en cuanto ésta
no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia de los oprimidos. Donde
esto halla su expresión más acabada es en el modo de producción capitalista que
prevalece hoy en la Europa Occidental. Los capitalistas individuales, que dominan la
producción y el cambio, sólo pueden ocuparse de la utilidad más inmediata de sus
actos. Más aún; incluso ésta misma utilidad —por cuanto se trata de la utilidad de la
mercancía producida o cambiada— pasa por completo a segundo plano, apareciendo
como único incentivo la ganancia obtenida en la venta.
***
NOTAS
[1] El presente artículo fue ideado inicialmente como introducción a un trabajo más
extenso denominado Tres formas fundamentales de esclavización. Pero, visto que el
propósito no se cumplía, Engels acabó por dar a la introducción el título El papel del
30
L. S. Vygotski
31
Incluso Ach, que realizó un estudio especial del significado de las palabras, y trató
de superar el asociacionismo en su teoría de los conceptos, no fue más allá de la
presunción de la existencia de “tendencias determinantes” que operaban junto con las
asociaciones e el proceso de formación de los conceptos. Por lo tanto, sus
conclusiones no cambiaron las antiguas ideas respecto del significado de las palabras.
Al identificar concepto con significado, impidió el desarrollo y los cambios en los
conceptos. Una vez establecido el significado de una palabra, quedaba asignado para
siempre, su desarrollo había alcanzado el tope. Los mismos principios habían sido
sostenidos por los psicólogos que atacó Ach. Ambas concepciones tenían su punto de
partida en el desarrollo del concepto, disentían solo con respecto al modo en que
comienza la formación del significado de las palabras.
lenguaje aparece como una simple analogía, una reducción de ambos a un común
denominador estructural. De acuerdo a las experiencias de Koehler, la formación de
las primeras palabras significativas en un niño se consideraba similar a la de las
operaciones intelectuales de un chimpancé. Las palabras ingresan en la estructura de
las cosas y adquieren cierto significado funcional, de modo semejante al que un palo
se convierte para el chimpancé en parte de la estructura que le permitirá la obtención
de la fruta y adquiere así el significado funcional de herramienta. La conexión entre
palabra y significado ya no se considera un planteo de simple asociación, sino una
cuestión de estructura. Parecería que aquí se da un paso adelante, pero si
consideramos más atentamente el nuevo enfoque, es fácil advertir que el adelanto es
solo una ilusión y que aún permanecemos en el mismo lugar. El principio estructural
se aplica a todas las relaciones entre las cosas en el mismo plano indiferenciado en
que anteriormente se había aplicado el principio del asociacionismo, y por lo tanto
continúa siendo imposible el tratamiento de las relaciones específicas entre palabra y
significado. Desde el comienzo se consideran como idénticas en principio todas las
relaciones entre las cosas. En la oscuridad de la psicología de la Gestalt los gatos son
tan grises como las antiguas nieblas del asociacionismo universal.
II
El descubrimiento de que los significados de las palabras sufren un proceso de
desarrollo, permitió al estudio del pensamiento y del lenguaje evadirse de un callejón
sin salida. Se estableció que eran dinámicos y no formaciones estáticas. Cambian al
mismo tiempo que el niño se desarrolla y de acuerdo a las diferentes formas en que
funciona el pensamiento.
La idea fundamental de la discusión que nos ocupa se puede resumir así: la relación
entre pensamiento y palabra no es un hecho, sino un proceso, un continuo ir y venir
del pensamiento a la palabra y de la palabra al pensamiento, y en él la relación entre
pensamiento y palabra sufre cambios que pueden ser considerados como desarrollo en
el sentido funcional. El pensamiento no se expresa simplemente en palabras, sino que
existe a través de ellas. Todo pensamiento tiende a conectar una cosa con otra, a
establecer relaciones, se mueve, crece y se desarrolla, realiza una función, resuelve un
problema. Este fluir transcurre como un movimiento interior a través de una serie de
planos, Un análisis de la interacción del pensamiento y la palabra debe comenzar con
la investigación de las diferentes fases y planos que atraviesa un pensamiento antes de
ser formulado en palabras.
Para adquirir el dominio del lenguaje externo, el niño arranca de una palabra, luego
conecta dos o tres, un poco más tarde pasa de frases simples a otras más complicadas
y finalmente a un lenguaje coherente formado por una serie de oraciones; en otras
palabras, va de una fracción al todo. En lo que respecta al significado, las primeras
palabras de un niño cumplen el papel de una oración completa, Desde el punto de
vista semántico los niños parten de la totalidad de un complejo significativo, y solo
más tarde comienzan a dominar las diferentes unidades semánticas –los significados
de las palabras- y a dividir su pensamiento anterior indiferenciado en esas unidades.
39
En los adultos la divergencia entre los aspectos semánticos y fonéticos del lenguaje
es todavía más pronunciada. La lingüística moderna, con orientación psicológica,
reconoce este fenómeno, especialmente en lo que concierne a sujetos y predicado
gramaticales y psicológicos. Por ejemplo, en la oración “El reloj se cayó”, el énfasis y
significado pueden cambiar en diferentes situaciones. Supongamos que yo noto que el
reloj se ha detenido y pregunto cómo sucedió. La respuesta es; “El reloj se cayó”. El
sujeto psicológico y gramatical coincide: “El reloj” es la primera idea de mi
conciencia; “se cayó” es lo que se dice del reloj. Peor si oigo un ruido en la
habitación contigua y pregunto qué sucedió, obteniendo la misma respuesta, el sujeto
y el predicado están psicológicamente invertidos. Yo sabía que algo se había caído, y
me refiero a eso. “El reloj” completa la idea, la oración podría cambiarse por “Lo que
se cayó es el reloj”. En el prólogo a su obra Duke Ernst von Schaben, Uhland dice:
“trágicas escenas pasarán ante vosotros”. Psicológicamente “pasarán” es el sujeto. El
espectador sabe que va a presenciar una sucesión de hechos, la idea adicional, el
predicado es “Trágicas escenas”. Uhland quiso decir: “Lo que pasará frente a
ustedes es una tragedia”. Cualquier parte de la frase puede convertirse en el
predicado psicológico, en el mensajero del énfasis temático; por otra parte,
significados completamente distintos pueden ocultarse detrás de una estructura
gramatical. El acuerdo entre la organización sintáctica y psicológica no prevalece
como suponemos en general, más bien es un requerimiento pocas veces alcanzado.
No solo el sujeto, y el predicado, sino también los géneros números, caso, tiempos,
grados, etc., de la gramática poseen también sus dobles psicológicos. Una
exclamación espontánea, errónea desde el punto de vista gramatical, puede tener
encanto y valor estético. La corrección absoluta solo se logra más allá del lenguaje
natural en el campo de las matemáticas. Nuestra lengua cotidiana fluctúa
continuamente entro los ideales de la armonía matemática y la imaginativa.
41
Tjutchev hizo otro tanto en su traducción del poema de Heine sobre un abeto y una
palmera. En alemán “abeto” es masculino y “palmera” femenino, y el poema sugiere
el amor de un hombre y de una mujer. En ruso los vocablos que designan ambos
árboles son del género femenino. Para que no perdiera su significado, Tjutchev
reemplazó el abeto por el cedro, que es masculino. Lermontov, en una traducción más
literal del mismo poema, lo privó de estas implicaciones poéticas y dio un sentido
enteramente diferente más abstracto y generalizado. Un detalle gramatical puede, en
algunos casos, cambiar totalmente el contenido de lo que se dice.
Podemos ver lo difícil que es para un niño separar el nombre de un objeto de sus
atributos, que se adhieren a él cuando se adhieren a él cuando este se transfiere como
si fueran propiedades que van en pos de sus sueños.
III
Debemos realizar experiencias más exhaustivas para explorar el plano del lenguaje
interno que se encuentra detrás del semántico. Discutiremos aquí algunos datos de la
investigación que realizamos para tratar esos aspectos. La relación entre pensamiento
y palabra no puede ser comprendida en toda su complejidad sin conocer claramente la
naturaleza psicológica del lenguaje interior. Sin embargo, entre todos los problemas
relacionados con el pensamiento y el lenguaje, este es probablemente el más
complicado, pues se halla acosado por equívocos terminológicos y de otro tipo.
Para logra una imagen verdadera del lenguaje interiorizado es necesario partir de la
presunción de que es una formación específica, con sus propias leyes y sus
específicas relaciones complejas con otras formas de actividad lingüística. Antes de
poder estudiar su relación con el pensamiento por un lado, y con el lenguaje por otro,
debemos determinar sus características y funciones especiales.
El lenguaje interiorizado es habla para uno mismo; el externo es para los otros.
Sería realmente sorprendente que tal diferencia básica en la función no afectara la
estructura de dos tipos de lenguaje. La ausencia de vocalización per se es solo una
4
K. Goldstein. Ueber Aphasie. En: Abb. Aus d. Schw. Arch. F. Neorol. U. Psychiat. Heft 6, 927, y Die
Pathologischen Tatsachen in ihrer Bedeutung fues das Problem der Sprache. En: Konogr. D. Ges.
Psychol., 12, 1932
45
El área del pensamiento interiorizado, que es una de las más difíciles de investigar,
permaneció casi inaccesible a las pruebas hasta que se descubrieron las formas de
aplicar el método genético de experimentación. Piaget fue el primero que prestó
atención al lenguaje egocéntrico del niño y también el primero que vislumbró su
significación teórica, pero sin embargo no prestó atención a la característica más
importante del lenguaje egocéntrico: su conexión genética con el lengu8aje
interiorizado y esto constituyó un obstáculo para su interpretación de las funciones y
estructuras.
mediante su conexión con alguna otra actividad externa; solo entonces es posible el
análisis funcional objetivo. El lenguaje egocéntrico es, en realidad, un experimento
natural de este tipo.
Este método tiene otra gran ventaja: puesto que el lenguaje egocéntrico puede ser
estudiado en el momento en el que algunas de sus características van desapareciendo
a medida que se forman otras nuevas, resulta posible determinar cuales son los rasgos
esenciales del lenguaje interiorizado y cuales temporales, precisando así el objetivo
de este movimiento del lenguaje egocéntrico al interior, o sea, la naturaleza de este
último.
Esto arroja una nueva luz sobre la disminución cuantitativa del lenguaje
egocéntrico, que es la piedra angular de la tesis de Piaget.
Una vez aceptado esto, todo lo demás resulta congruente. Si las peculiaridades de
las funciones estructurales y funcionales en el desarrollo del leguaje egocéntrico lo
aíslan progresivamente del lenguaje externo, sus aspectos vocales deben desaparecer;
y esto es justamente lo que sucede para uno mismo, su vocalización se torna
innecesaria y carente de significado e incluso imposible, a causa de sus crecientes
peculiaridades estructurales. El lenguaje para uno mismo no puede encontrar
expresión en el lenguaje externo. Mientras más independiente y autónomo se torna el
lenguaje egocéntrico, más pobre aparece en sus manifestaciones externas.
Finalmente, se separa enteramente del lenguaje para los otros, cesa de vocalizarse, y
por lo tanto parece desaparecer gradualmente.
Pero esto es solo una ilusión. Creer que el coeficiente de disminución del lenguaje
egocéntrico es un signo de que este tipo de lenguaje está en vías de desaparición, es
como decir que el niño deja de contar cuando ya no usa sus dedos y comienza a
sumar mentalmente. En realidad, detrás de los síntomas de disolución se encuentra un
desarrollo progresivo, el nacimiento de una nueva forma de lenguaje.
Podemos ver que todos los factores conocidos en torno a las características
funcionales, estructurales y genéticas del lenguaje egocéntrico, señalan una cosa: se
desarrolla en dirección al lenguaje interiorizado. La historia de su evolución puede
considerarse solamente como un despliegue gradual de los rasgos del l lenguaje
interiorizado.
Creemos que esto corrobora nuestra hipótesis sobre el origen y naturaleza del
lenguaje egocéntrico. Para transformar nuestra hipótesis en un hecho, debemos
50
5
L. Vygotsky, A. Luria, A. Leontiev, R. Levina y otros. Estudios sobre el lenguaje egocéntrico (inédito) y L.
Vygotsky y A. Luria, “The function and Fate of Egocentric Speech”, en: Proceed of the Ninth Intern. Congr. Of
psychol. (New Haven, 1929). Princeton, Psychol. Review Company, 1930.
52
escritorio hablando a una persona que está detrás de mí, y a quien no puedo ver. Esta
persona abandona la habitación sin que yo lo advierta, y yo continúo mi conversación
creyendo que me escucha y comprende. Exteriormente, estoy hablando conmigo y
para mí, pero psicológicamente mi lenguaje es social. De acuerdo al punto de vista de
la teoría de Piaget, en el caso del niño sucede lo contrario: su lenguaje egocéntrico es
para sí y consigo mismo; solamente tiene apariencia de lenguaje social, en la misma
forma en que mi lenguaje produjo la falsa impresión de ser egocéntrico.
IV
Esto no es una observación nueva. Todos los estudiosos del lenguaje interiorizado,
inclusive los que lo enfocaron desde el punto de vista del comportamiento, notaron
este rasgo. El método del análisis genético permite ir más allá de una mera
descripción. Al aplicarlo comprobamos que el lenguaje egocéntrico, al desarrollarse,
presenta una tendencia hacia una forma totalmente especial de abreviación, es decir,
omisión del sujeto de una oración y de todas las palabras conectadas y relacionadas
con él, en tanto se conserva el predicado.
Esta tendencia hacia la predicación aparece en todas nuestras experiencias, con tal
regularidad, que debemos suponer que es la forma sintáctica básica del lenguaje
interiorizado.
Una vez examinadas las abreviaturas del lenguaje externo, podemos retornar
enriquecidos al fenómeno correspondiente del lenguaje interiorizado, donde no
constituye una excepción sino una regla. Será instructivo comparar la abreviación en
el lenguaje oral, en el interiorizado y en el escrito. La comunicación por escrito
reposa en el significado formal de las palabras y requiere un número mucho mayor de
vocablos que el lenguaje oral para expresar la misma idea. Se dirige a una persona
ausente, que rara vez tiene en mente el mismo tema que el escritor. Por tanto, debe
explicarse en forma total; la diferenciación sintáctica es máxima, y se usan
expresiones que serían poco naturales en la conversación. Cuando Griboedov dice
“Habla como si escribiera”, se refiere al curioso efecto que producen las
construcciones elaboradas en el lenguaje diario.
El diálogo presupone siempre un conocimiento del tema común a las partes que
permita el lenguaje abreviado en ciertas condiciones, oraciones puramente
predicativas. También presupone el hecho de que cada persona puede ver a su
56
6
F. Dostoyevski, Diario de un escritor, 1873.
57
Algunos lingüistas consideran que el diálogo es la forma natural del lenguaje oral,
la que revela más precisamente su naturaleza, y el monólogo es en gran parte
artificial. La investigación psicológica no deja dudas en cuanto a que el monólogo es
en realidad una forma más elevada y complicada, y de un desarrollo histórico más
reciente. Actualmente, sin embargo, sólo nos interesa compararlo en lo que concierne
a su tendencia hacia la abreviación.
Esta tendencia, que nunca se encuentra en el lenguaje escrito, y solo algunas veces
en el oral, se presenta en el lenguaje interiorizado. La predicación es la forma natural
del lenguaje interiorizado, que psicológicamente se compone solo de predicado. La
ley de omisión de los sujetos en el lenguaje interiorizado, tiene su correspondencia en
el lenguaje escrito en la ley de expresión tanto de los sujetos como de los predicados.
El contacto psicológico entre las partes de una conversación puede establecer una
percepción mutua que conduce a la comprensión del lenguaje abreviado. En el
lenguaje interiorizado la percepción “mutua” está siempre presente; por lo tanto es
común una “comunicación” prácticamente silenciosa de los pensamientos más
complicados.
estrecho contacto psicológico las palabras adquieren significados especiales que solo
pueden entender los iniciados. En el lenguaje interiorizado se desarrolla un tipo
similar de idioma: de la especie que resulta difícil de transcribir al lenguaje exterior.
Creemos que ésta es la mejor confirmación de nuestra hipótesis de que el lenguaje
interiorizado se origina a través de la diferenciación entre el lenguaje egocéntrico y el
lenguaje social primario del niño.
VI
Ahora podemos retornar a la definición del lenguaje interiorizado que propusimos
antes de presentar nuestro análisis. El lenguaje interiorizado no es el aspecto interno
del lenguaje externo: es una función en sí mismo. Sigue siendo un lenguaje, es decir
pensamientos relacionados con palabras. Pero en tanto que en el lenguaje externo el
pensamiento está encarnado en palabras, en el lenguaje interiorizado las palabras
mueren tan pronto como transmiten el pensamiento. El lenguaje interiorizado es en
gran parte un pensamiento de significados puros, es dinámico e inestable, fluctúa
entre la palabra y el pensamiento, los dos componentes más o menos delineados del
pensamiento verbal. Su verdadera naturaleza y ubicación solo pueden ser
comprendidas después de examinar el siguiente plano del pensamiento verbal, aún
más interno que el lenguaje interiorizado.
63
Ese plano es el pensamiento mismo. Como ya hemos dicho, todo pensamiento crea
una relación, realiza una función, resuelve un problema. El fluir del pensamiento no
va acompañado de un despliegue simultáneo de lenguaje. Los dos procesos no son
idénticos y no hay una correspondencia rígida entre las unidades del pensamiento y el
lenguaje.
Esto se hace más evidente cuando el proceso del pensamiento se desvía, cuando,
como dijera Dostoyevski, un pensamiento no se ajusta a las palabras. La inteligencia
posee su propia estructura, y su transición al lenguaje no es cosa fácil. El teatro
afrontó el problema del pensamiento oculto tras las palabras antes que la psicología.
Al enseñar su sistema de actuación, Stanislavski pidió a los actores que descubrieran
el sub-texto de sus partes en la pieza.
La comunicación directa entre las mentes es imposible, no solo por causas físicas,
sino también psicológicas. La comunicación solo puede lograrse de forma indirecta.
El pensamiento debe para primero a través de los significados y luego a través de las
palabras.
No podemos terminar nuestra investigación sin mencionar las perspectivas que deja
entrever. Hemos estudiado los aspectos interiores del lenguaje, que son tan
desconocidos para la ciencia como la otra faz de la luna. Hemos demostrado que un
reflejo generalizado de la realidad es la característica básica de las palabras. Este
aspecto de la palabra nos deja en el umbral de un tema más amplio y profundo: el
problema general de la conciencia. El pensamiento y el lenguaje, que reflejan la
realidad en distinta forma que la percepción, son la clave de la naturaleza de la
conciencia humana. Las palabras tienen un papel destacado tanto en el desarrollo del
pensamiento como en el desarrollo histórico de la conciencia en su totalidad. Una
palabra es un microcosmos de la conciencia humana.
68
&
VALENTIN N. VOLOSHILOV Y SU OBRA
69
Cito por la edición de la editorial argentina Nueva Visión –sobre la edición en inglés-,
que se tituló El signo ideológico y la filosofía del lenguaje (1976). Hubo una edición
posterior de Alianza con el título original, que añade algunos materiales que faltan en
la de Nueva Visión y prescinde de otros que están en ésta, si no recuerdo mal. A los
estudiantes de psicología les resultarán familiares (espero) las ideas de Voloshinov, ya
que están emparentadas con las del coetáneo Vygotski.
Cita:
CAPÍTULO 1 EL ESTUDIO DE LAS IDEOLOGÍAS Y EL ESTUDIO DEL
LENGUAJE
Los problemas de la filosofía del lenguaje han adquirido en los últimos tiempos
excepcional pertinencia e importancia para el marxismo. Más allá del amplio campo
de los sectores más vitales abarcados en su avance científico, el método marxista se
dirige directamente a estos problemas, y no puede seguir avanzando productivamente
sin una disposición especial para investigarlos y resolverlos.
Ante todo, los verdaderos cimientos de una teoría marxista de las ideologías –las
bases para los estudios del conocimiento científico de la literatura, la religión, la
ética, etc.- están estrechamente ligados a la filosofía del lenguaje.
Un producto ideológico no sólo constituye una parte de una realidad (natural o social)
70
Un cuerpo físico es igual a sí mismo, por así decir. No significa nada, sino que
coincide plenamente con su particular naturaleza dada. En este caso no hay problema
de ideología. Sin embargo, un cuerpo físico puede percibirse como imagen –por
ejemplo, la imagen de inercia natural y de necesidad encarnada en ese objeto
particular-. Cualquier imagen artístico-simbólica originada por un objeto físico
particular ya es un producto ideológico. El objeto físico se convierte en un signo. Sin
dejar de ser una parte de la realidad material, ese objeto, hasta cierto punto, refleja y
refracta otra realidad.
Todo signo ideológico es no sólo un reflejo, una sombra de la realidad, sino también
un segmento material de esa misma realidad. Todo fenómeno que funciona como un
signo ideológico tiene algún tipo de corporización material… Un signo es un
fenómeno del mundo exterior. Tanto el signo mismo como todos sus efectos (todas
esas acciones, reacciones y nuevos signos que produce en el mundo social
circundante) ocurren en la experiencia exterior.
Tanto el idealismo como el psicologismo pasan igualmente por alto el hecho de que la
comprensión sólo puede producirse en un material semiótico (por ejemplo, habla
interna), que el signo se dirige al signo, que la conciencia misma puede surgir y llegar
a constituir un hecho posible sólo en la concreción material de los signos. La
comprensión de un signo es, al cabo, un acto de referencia entre el signo aprehendido
y otros signos ya conocidos; en otras palabras, la comprensión es una respuesta a un
signo con signos. Y esta cadena de creatividad y comprensión ideológicas, que pasa
de un signo a otro y luego a un nuevo signo, es perfectamente consistente y continua:
de un eslabón de naturaleza semiótica (y por tanto, también de naturaleza material)
avanzamos interrumpidamente a otro eslabón exactamente de la misma naturaleza. Y
no existe ruptura en la cadena, en ningún momento se hunde en el ser interior, de
naturaleza no material y no corporizado en signos.
Ningún signo cultural, una vez que ha recibido significado y se lo ha incluido en él,
permanece aislado; se hace parte de la unidad de la conciencia verbalmente
constituida. Ésta tiene capacidad para hallar el acceso verbal al signo. Es como si se
formarán ondas radiantes de respuestas y resonancias verbales alrededor de cada
signo ideológico. Cada refracción ideológica de una existencia en proceso de
generación, cualquiera que sea la naturaleza de su material significante, es
acompañada por una refracción ideológica en la palabra como fenómeno
concomitante obligatorio. La palabra está presente en cada uno de los actos de
comprensión y en cada uno de los actos de interpretación.
&
A. G. Spirkin
Desde el principio, la lengua desempeña una función que, en realidad, no puede ser
sustituida por nada en la labor generalizadora del pensamiento. Precisamente, gracias
al lenguaje, el hombre se halló en condiciones de pasar del conocimiento de objetos y
fenómenos singulares a su reflejo generalizado en forma de conceptos. Al fijar en sí
las imágenes generalizadas de la realidad, la palabra influyó de manera radical sobre
la percepción. Así el hombre pudo incorporar la imagen del objeto percibido en el
sistema complejo de la experiencia heredada y personal, refiriéndola a una
determinada categoría de objetos. Una de las particularidades esenciales del lenguaje
radica en su función generalizadora. Sin ella, la conciencia del hombre de ningún
modo habría podido llegar a ser capaz de tener una visión de conjunto de la infinita
variedad de las cosas y de los fenómenos particulares del mundo real. Se habría
desparramado y desconcertado ante el cambio incesante de fenómenos, conexiones y
relaciones. El lenguaje dio al hombre la posibilidad de fijar lo general de los objetos y
fenómenos, de sus concatenaciones y relaciones, le permitió diferenciarlos, referirlos
a conceptos, sintetizarlos en conceptos y presentarlos como relativamente estables. La
presencia de elementos gramaticales, de reglas rudimentarias para ligar las palabras
en oraciones, permitía al hombre reflejar en su conciencia y expresar en el proceso de
la comunicación del pensamiento las concatenaciones y las relaciones de
significación práctica que existían entre los objetos y estaban a su alcance. El
lenguaje articulado permitía, además, pensar acerca de los objetos y comunicar los
pensamientos propios sin tener los objetos delante, es decir, operar con los objetos no
sólo físicamente, sino, además, mediante sus nombres, con palabras y con las
imágenes generalizadas de dichos objetos, en ellas incluidas. Sobre la base del
lenguaje y con la aparición del mismo, la actividad mental del individuo fue
adquiriendo un carácter hasta cierto punto independiente, lo que sirvió, más tarde, de
fundamento necesario para la división del trabajo en físico e intelectual, hecho de
79
Como quiera que, gracias al lenguaje, resultó posible dar al pensamiento, de manera
estable, forma material perceptible por medio de los sentidos y situarlo, con ello,
frente al sujeto pensante en calidad de objeto específico, el lenguaje fue uno de los
medios que tuvo el hombre para adquirir conciencia de sí mismo. El pensamiento
humano, que opera con contenidos adscritos a la palabra por la humanidad, implica
siempre una influencia recíproca entre el sujeto pensante y el contenido que la palabra
encierra.
El lenguaje hizo posible la organización social de las formas, de las leyes y del
contenido del pensamiento, dado que el sujeto, al comunicarse con los demás, se veía
impelido por la lógica de la vida a ceñir sus impresiones personales a las normas de la
comprensión social de la realidad. El lenguaje proporcionó al movimiento interno del
pensamiento, la forma externa de existencia que lo ha convertido en bien común. Y
tanto cuando captaba el pensamiento ajeno como cuando expresaba el suyo propio, el
hombre se veía siempre obligado a poner en concordancia sus impresiones subjetivas
y sus pensamientos con los de la sociedad elaborados, y cristalizados ya en las formas
80
del lenguaje. De esta manera incorporaba los resultados del pensamiento individual a
la esfera de la conciencia social.
Como medio capitalísimo de relación entre las personas gracias al cual pudieron
éstas organizar la producción en común, estructurar la vida sobre bases sociales,
coordinar sus acciones, someterse a una comprobación recíproca, etcétera, el lenguaje
facilitó y facilita el enriquecimiento de la experiencia personal del individuo a cuenta
de la experiencia de toda la colectividad con que se relaciona y que le permite
relacionarse. Al tratarse, los individuos se enriquecieron espiritualmente. El lenguaje
permitió -y permite- al hombre enriquecer su experiencia no sólo a cuenta de la
experiencia de la colectividad que le rodea, sino, además a cuenta de la experiencia
de las generaciones procedentes, las cuales, al fijar sus conocimientos en el lenguaje,
los transmitían de generación en generación. Es decir, que los hombres se encontraron
en condiciones de entrar en conocimientos de la realidad no sólo al ponerse en
contacto inmediato con ella, en el proceso de su percepción, sino, además, de una
manera mediata, al adquirir, gracias al lenguaje, conocimientos ya preparados,
históricamente acumulados. Verdad es que la transmisión histórica de la experiencia
no sólo se llevaba a cabo gracias al lenguaje, sino que se realizaban, también, por
otros medios. En este sentido desempeñaron un papel colosal los instrumentos de
82
trabajo que traducían en su forma material los hábitos cada vez más complejos y los
medios que se empleaban en su preparación y en su utilización. Los instrumentos de
trabajo como medios efectivos de la acción del hombre sobre la naturaleza y como
producto materializado de su pensamiento técnico, desempeñaban también -y
desempeñan- en la vida de la sociedad la función indicada de medio específico de
comunicación, de intercambio de experiencia y hábitos de trabajo. Gracias a los
instrumentos de trabajo, una generación transmitía a la siguiente su propia
experiencia y le evitaba que tuviera que andar el camino ya recorrido para aprender a
preparar instrumentos. A la vez le ponía en condiciones de emprender la búsqueda de
nuevos procedimientos, más perfectos, para prepararlos y utilizarlos.
Al hacerse más complejas, las formas de la actividad humana, tanto práctica como
mental, imprimían su huella en la estructura y en el funcionamiento de los órganos
del cuerpo humano, en el cerebro en primer lugar. El perfeccionamiento de sus
funciones refleja y motora, al consolidarse en la estructura cerebral, se transmitía de
generación en generación. Las jóvenes generaciones se hallaban, así, en mejores
condiciones para conocer la realidad y transformarla, para que en su corteza cerebral
se formaran conexiones condicionales temporales de forma cada vez más compleja,
las cuales constituyen la base fisiológica del pensamiento, del lenguaje y de la
actividad práctica del hombre. La creciente complejidad de las operaciones requeridas
por la producción iba condicionando gradualmente, el perfeccionamiento de la
actividad analítico-sintética de los centros del cerebro que regulan el movimiento de
los músculos correspondientes, es decir, de los que entraban en función al realizar las
operaciones aludidas. El ejercicio constante de los órganos del lenguaje, la mayor
complejidad de formas de la actividad mental debido a que se hacían también más
complejas las relaciones entre el hombre y la realidad, estimulaban, a su vez, el
perfeccionamiento gradual de las propiedades de la corteza cerebral en su conjunto.
Las propiedades que poco a poco se iban adquiriendo, quedaban asimiladas
hereditariamente, con lo cual las generaciones siguientes adquirían mayores
posibilidades potenciales para dominar los recursos de la actividad mental y del
83
R. Jakobson
Lingüística y poética9
Por fortuna, las conferencias eruditas y las políticas no tienen nada en común. El
excito de una convención política depende del acuerdo general de la mayoría o de la
totalidad de sus participantes. El empleo de votos y vetos, sin embargo, es ajeno a la
discusión erudita en la que el desacuerdo suele resultar más productivo, porque revela
antinomias y tensiones dentro del campo que se debate reclamando nuevas
investigaciones. Las actividades exploratorias de la Antártica, más que las
conferencias políticas presentan una analogía con las reuniones eruditas: expertos
internacionales en diversas disciplinas intentan trazar el mapa de una región
desconocida y descubrir dónde se hayan los mayores obstáculos para el explorador, lo
picos irremontables y los precipicios. Esta planificación parece haber sido la
primordial tarea de nuestra conferencia y, a tal respecto, el trabajo ha tenido bastante
9
“Lingüística y poética” es un texto producido en 1968; fue publicado por primera vez en 1960. Se ha
tomado el texto de Román Jakobson, de la traducción de A. M. Gutiérrez Cabello, Barcelona, Editorial
Cátedra, 1988, pp. 27 – 75. Por intereses de la Selección se ha reducido su contenido a los aspectos que
más interesan a la Teoría del Lenguaje.
85
éxito. ¿Es que no nos hemos dado cuenta de cuales son los problemas más cruciales
y cuáles los de mayor controversia? ¿Es que no hemos aprendido también a poner en
marcha nuestros códigos, qué términos exponer o incluso evitar para impedir
malentendidos con los que usan una jerga departamental diferente? Creo que para la
mayoría de los miembros de esta conferencia, si no para todos, tales preguntas están
algo más claras hoy que hace tres días.
Se me ha pedido que haga unos comentarios resumiendo la relación que hay entre
poética y lingüística. En primer lugar, aquella se ocupa de responder a la pregunta:
¿Qué hace que un mensaje verbal sea una obra de arte? El objeto principal de la
poética es la diferencia específica del arte verbal con respecto a otras artes y a otros
tipos de conducta verbal; por eso está destinada a ocupar un puesto prominente dentro
de los estudios literarios.
<…>
La insistencia de mantener la poética separada de la lingüística está justificada sólo
cuando el campo de esta última aparece restringido de forma abusiva, por ejemplo:
cuando la frase está considerada por algunos lingüistas como una construcción
sumamente idónea para analizar; cuando el alcance de la lingüística está limitado a la
gramática o, en exclusiva, a cuestiones no semánticas de forma externa, o bien a la
existencia de recursos significativos que no hagan referencia o variaciones libres.
Voegelin ha señalado con toda claridad los dos problemas relacionados más
importantes que enfrenta la lingüística estructural, a saber: una revisión de “la
hipótesis monolítica del lenguaje” y una preocupación por “la independencia de
estructuras diversas dentro de una lengua”. Sin duda, para cualquier comunidad
hablante, para cualquier orador existe una unidad de lenguaje, pero este código total
representa, a su vez, un sistema de sub-códigos conectados entre sí; cada lengua
abarca varios patrones concurrentes, que se caracterizan por desempeñar una función
diferente cada uno.
Es obvio que debemos estar de acuerdo con Sapir en que, en general, “lo que
predomina en el lenguaje es la formación de ideas”10, pero esta supremacía no
autoriza a la lingüística a descuidar los “factores secundarios”. Los elementos
emotivos del habla —que, como Joos está dispuesto a creer, no pueden describirse
“con un número finito de categorías absolutas” — son clasificados por él “como
elementos no lingüísticos del mundo real”. De ahí “que para nosotros sean fenómenos
vagos, proteicos y fluctuantes”, concluye Joos, “que rehusamos tolerar en nuestra
ciencia”11. Joos en un verdadero experto en experimentos de reducción, y uno de ellos
está representado por el énfasis que pone en exigir una “expulsión” de los elementos
emotivos de “la ciencia del lenguaje”, reductio ad absurdum.
10
Salir, E. Lenguaje, Nueva York, 1921
11
Joos, M. Description of Language Design. En: Journal of the Acoustical Society of America, 22
(1950), pp. 701 – 708.
87
El lenguaje debe ser investigado en toda la gama de sus funciones. Antes de discutir
la parte poética, debemos definir el lugar que ocupa dentro de las otras funciones. Un
esbozo de ellas requiere un examen conciso de los factores que entran a formar parte
de cualquier hecho del habla, de cualquier acto de comunicación verbal. El
HABLANTE envía un MENSAJE al OYENTE. Para que sea operativo, ese mensaje
requiere un CONTEXTO al que referirse (“referente”, según una nomenclatura más
ambigua), susceptible de ser captado por el oyente y con capacidad verbal o de ser
verbalizado; un CÓDIGO común a hablante y oyente, si no total, al menos
parcialmente (o lo que es lo mismo, un codificador y un descifrador del mensaje); y,
por último, un CONTACTO, un canal de transmisión y una conexión psicológica
entre hablante y oyente, que permita a ambos entrar y permanecer en comunicación.
Todos estos factores involucrados en la comunicación verbal de una manera
inalienable pueden ser esquematizados de la siguiente forma:
CONTEXTO
MENSAJE
HABALNTE ____________ OYENTE
CONTACTO
CÓDIGO
Cada uno de los seis elementos determina una función diferente del lenguaje.
Aunque distinguimos seis de sus aspectos básicos, apenas podríamos encontrar
mensajes verbales que realizasen un cometido único. La diversidad no se encuentra
en el monopolio de una de estas funciones varias, sino en un orden jerárquico
diferente. La estructura verbal del mensaje depende, básicamente, de la función
predominante. Pero, aún cuando una tendencia hacia el referente (Einstellung), una
orientación hacia el CONTEXTO —en resumen, la función llamada
REFERENCIAL, “denotativa”, “cognoscitiva”— es la tarea primordial de numerosos
mensajes, la participación accesoria de las demás funciones de tales mensajes debe
ser tenida en cuenta por el lingüista observador.
88
12
Marty, A. Untersuchungen zur Grundlegung der allgemeinen Grammatik und Sprachphilosophie,
v. I, Halle, 1908.
89
<…>
Orientada hacia el OYENTE, la función CONNATIVA encuentra su más pura
expresión gramatical en el vocativo y el imperativo, que desde el punto de vista
sintáctico, morfológico y, a menudo, incluso, fonológico, se desvían deotras
categorías nominales y verbales. Las oraciones de imperativo difieren, de manera
fundamental, de las enunciativas en que éstas están expuestas a una prueba de verdad.
Cuando Nano (en la obra de O’Neill titulada La fuente), “con tono agresivo de
mandato”, dice “¡Bebe!”, en ese imperativo no cabe hacerse la pregunta “¿es cierto o
no?”, que, sin embargo, sí es posible en frases como “bebió”, “beberá” y “bebería”.
En contraste con las oraciones de imperativo, las enunciativas se pueden convertir en
interrogativas “¿bebió?”, “¿beberá?” “¿bebería?”.
El modelo tradicional del lenguaje, tal y como Bühler 13 lo explicó, se reducía a esas
tres funciones (emotiva, conativa y referencial), t los tres ángulos de este modelo (la
primera persona del hablante, la segunda persona del oyente y la “tercera”,
propiamente dicha, es decir alguien o algo ya mencionado) Hay muchas posibilidades
de que ciertas funciones verbales adicionales se puedan deducir de este ejemplo
triádico. De esta forma, la función mágica y de conjunto consta, en su mayor parte, de
alguna conversación con una “tercera persona”, ausente o inanimada, con un oyente
de un mensaje conativo. “¡Qué se seque este orzuelo, tfu, tfu, tfu, tfu!” (hechizo
lituano.
<…>
No obstante, observamos tres nuevos factores constitutivos de la comunicación
verbal y tres funciones del lenguaje correspondientes.
13
Bühler, K. Die Axiomatik der Sprachwissenschaft. En: Kant –Studien, 38, Berlín, 1933, pp. 19-20
90
El esfuerzo por iniciar y mantener una comunicación es típico de las aves canoras;
así que la función fática del lenguaje es la única que comparten con los seres
humanos. También es la primera función verbal que adquieren los niños; están
dispuestos a comunicarse ya antes de de estar capacitados para enviar y recibir
información que se lo permita.
14
Malinivski, B. The Probelm of Meaning in Primitive Languages. En: The Meaning of Meaning, de
C.K. Ogden e I. A. Ricahrds, Nueva York y Londres, 9ª ed., 1953, pp. 296 - 336
91
<…>
Como hemos dicho, el estudio lingüístico de la función poética debe sobrepasar los
límites de la poesía y, por otra parte, el análisis lingüístico de ésta no puede limitarse
a aquélla. Las características de los diversos géneros poéticos implican una
participación escalonada diferente por parte de las otras funciones verbales, junto con
la función poética dominante. La épica que se concreta a la tercera persona, involucra
de manera firme al aspecto referencial del lenguaje; la lírica, orientada hacia la
primera persona, está íntimamente ligada a la función emotiva. Sin embargo, la
poesía de la segunda persona está imbuida de la función conativa y es. O apelativa, o
exhortativa, según la primera persona esté subordinada a la segunda, o a la inversa.
Ahora que ya está más o menos completa nuestra precipitada descripción de las seis
funciones básicas de la comunicación verbal, podemos acabar nuestro esquema de
factores fundamentales con el correspondiente compendio de funciones:
REFERENCIAL
FÁTICA
METALINGÜÍSTICA
93
M. Figueroa Esteva
A cada uno de estos tres rasgos específicos del hombre corresponden determinadas
características fisiológicas, biológicas: desarrollo del sistema nervioso central y
complejización de la estructura cortical, que permiten los procesos mentales más
abstractos; desarrollo del oído y de los llamados órganos del habla, en
correspondencia con la susodicha estructuración de la corteza cerebral y del segundo
sistema de signalización (como caracterizara I. P. Pávlov al lenguaje, desde el punto
15
Tomado de M. Figueroa Esteva Problemas de teoría del lenguaje. Ed. Ciencias Sociales, La Habana,
1982; p.p. 9 – 28
94
No se trata de “escoger” uno de estos aspectos y rechazar los otros, sino, sobre todo,
de reconocer la íntima relación entre ellos: su interdependencia tanto genética como
estructural. Nos hallamos en presencia de relaciones de complementariedad, no ante
alternativas mutuamente excluyentes. El verdadero problema consiste, entonces, en
investigar el modo específico como se origina, produce y reproduce incesantemente
esa interrelación de los factores noético, lingüístico y práctico (o pragmático).
Tan pronto como nos planteamos claramente esta necesidad de tomar en cuenta las
interconexiones de estos tres factores capitales –el noético, el semiótico-lingüístico y
el práctico, se hace evidente que no es posible desvincular el enfoque histórico–
genético del enfoque estructuro–funcional. Se trata de un complejísimo sistema de
sistemas, el estudio cabal de cuyos mecanismos exige el conocimiento de su génesis y
desarrollo ulterior; y a la inversa, el estudio de la actual estructura y funcionamiento
de estos sistemas y de su interacción puede arrojar luz sobre importantes aspectos de
su génesis y los estadios más tempranos de su desarrollo, compensando así la
insuficiencia de datos paleoarqueológicos y paleoantropológicos. Sin pretender
subestimar dogmáticamente los importantísimos avances de ciencias, como la
sicología, la antropología, la neurofisiología, etcétera, en el llamado mundo
“occidental”, es decir, entre los científicos del mundo capitalista, debemos no
obstante señalar que con frecuencia se manifiesta entre ellos una nociva tendencia a
destacar unilateralmente una de las tres vertientes mencionadas de la actividad
humana, desgajándola de su interacción sistémica con las otras, o bien a divorciar los
momentos histórico–genético y estructuro–funcional en el estudio de la
correspondiente problemática.
95
y sería entonces incapaz de percibir su propia relación con el mundo como una
relación sujeto-objeto, incapaz de distanciarse noéticamente de sus circunstancias
inmediatas, incapaz, por consiguiente, de planear su conducta, de someter complejos
sistemas de actos parciales a determinados fines ideales.
Entre los lingüistas y filósofos del lenguaje abundan las clasificaciones funcionales
del lenguaje. Así, por ejemplo, se ha hecho clásica la tricotomía de K. Bühler, que
incluye las funciones expresiva, representativa y apelativa (otros, como J.
Murkarovsky, añaden como cuarta función la estética). Sin embargo, en la mayoría de
estas clasificaciones se concibe el lenguaje en sentido más estrecho, o sea, como
lengua efectiva, materialmente realizada o realizable. Se trata, así, de una subdivisión
operada a partir de la función comunicativa (semiótica) del lenguaje que soslaya la
otra función del lenguaje: la noética.
A fin de que los árboles no nos impidan ver el bosque, importa distinguir ante todo
ambas funciones e insistir en la necesidad de ver esa variedad subfuncional de la
lengua en su unidad funcional básica: la comunicativa. Una vez reconocida la
distinción fundamental entre función comunicativa y función noética del lenguaje, es
posible no solamente plantearse tanto la relación lenguaje-pensamiento como la
relación lengua-praxis, sino también indagar la relación tanto genética como
estructurofuncional entre estas dos grandes funciones del lenguaje. En este terreno ha
sido pionero otro científico soviético, el sicólogo L. S. Vygotski, entre cuyos
97
Sobre la base de ciertas semejanzas –puestas de relieve por el propio Vygotski, pero
que no deben exagerarse entre la ontogenia y la filogenia, se puede postular la
hipótesis de un surgimiento relativamente independiente de pensamiento y lenguaje
en uno y otro casos. Cuando Vygotski se refiere al surgimiento independiente y
paralelo de noesis y semiosis, está claro, sin embargo, que se refiere a un
protopensamiento que podríamos caracterizar como “concreto”, sensoroperceptual
(que en el niño se manifiesta tempranamente en el llamado período sensorimotor), y a
un protolenguaje no vinculado a procesos propiamente noéticos, sino caracterizado
por un fuerte condicionamiento del contexto situacional inmediato y consistente en
expresiones afectivas y volitivas elementales (síntomas y señales “verbales”), así
como en elementos imitativos de diversos tipos. La fusión de ambos tipos de
actividad –“pensamiento” prelingüístico y “lenguaje” prenoético– significa un salto
cualitativo de la mayor envergadura tanto para el pensamiento cuanto para el
lenguaje: el pensamiento deviene verbal (base del pensamiento abstracto y lógico), en
tanto que el lenguaje se carga de contenido noético, al servicio del cual se organiza
internamente como lengua propiamente dicha, es decir, como sistema lingüístico, con
entidades sígnicas y subsígnicas y reglas constructivas, sintácticas en sentido lato.
En segundo lugar, Marx y Engels comprendían muy bien que la noción de praxis
(actividad material transformadora, enderezada a un fin y social por su esencia) no
podía colocarse en el umbral de la aparición del género humano, como condición
previa del surgimiento del hombre, por la sencilla razón de que el concepto de praxis
es inseparable del concepto de hombre y del concepto de sociedad. Como en el caso
de la tesis vygotskiana, habría entonces que hablar aquí de una protopraxis, es decir,
de una actividad todavía natural, animal, de base biológica, pero ya con importantes
gérmenes de lo que sería la verdadera praxis, la praxis propiamente social y humana.
Así debe entenderse, en opinión del fallecido antropólogo soviético B. F. Pórshnev, la
expresión “trabajo instintivo”, ocasionalmente utilizada por los clásicos del marxismo
para aludir a esa actividad transformadora que, sin embargo, aún no puede
caracterizarse ni como consciente ni como regida por una finalidad ideal.
que parte de la adecuación del reflejo a su objeto y del papel determinante del
contacto práctico del hombre con el mundo y de sus relaciones sociales (materiales)
objetivas al enjuiciar su actividad cognocitiva y sus proyecciones ideológicas. Así, el
relativismo lingüístico –y ésta es su esencia ideológicamente reaccionaria–, del
mismo modo que su progenitor, el relativismo noseológico del neopositivismo, resta
importancia a los factores realmente decisivos en la ideología o cosmovisión de los
hombres, factores que, como sabemos, se remiten, en última instancia, no a las
peculiaridades de la lengua de una comunidad, sino a las relaciones sociales de los
hombres en el seno de dicha comunidad, ante todo a sus intereses materiales y a sus
reacciones económicas, así como al grado de desarrollo de la técnica y de las ciencias
y, en general, de la cultura material y espiritual alcanzado por un pueblo. De tal
suerte, en vez de instrumento dúctil, el lenguaje nos es presentado por estos
pensadores como una “red” o “camisa de fuerza” impuesta a una realidad
supuestamente “amorfa”. La idea, más o menos sutilizada y matizada, aparece en
infinidad de textos lingüísticos, tanto pretensiosamente teóricos como manualescos:
la “forma” (a priori) lingüística se superpone a una realidad (a un continuum) amorfa
y caótica.
relaciones de carácter universal (es decir, propias de todas las lenguas existentes
posibles), tanto semánticas como sintácticas y morfonológicas. En condiciones
mínimamente favorables, y a partir de un número considerablemente reducido de
experiencias lingüísticas, el niño adquiere con rapidez la capacidad de particularizar
los mecanismos lingüísticos universales que le son innatos, desechando algunas
hipótesis y adoptando otras que sean válidas para el correcto uso de su lengua
materna. Las ideas fértiles son numerosas en la corriente generativista –
transformacionalista: algunos de sus postulados en materia de análisis formal y teoría
lingüística general, sus nociones de competencia y actuación (ejecución), de
estructura profunda y estructura superficial, etcétera, gozan hoy día de creciente
prestigio en el mundo entero y atraen la atención de un número considerable de
lingüistas y otros especialistas, por la luz que arrojan sobre algunas facetas hasta hace
poco descuidadas o enteramente ignoradas. Sin embargo, el punto más vulnerable de
todo el andamiaje conceptual del generativismo es precisamente la tesis acerca de una
facultad innata de lenguaje. No cabe duda de que, como afirman Miller y
Klunneberg, “la capacidad humana de lenguaje articulado, comprende un amplio
componente biológico”; y en este sentido deberán continuar por un buen tiempo las
indagaciones experimentales y teóricas. Pero el enfoque neorracionalista de esa base
“biológica” del lenguaje en el hombre es un enfoque antihistoricista y antidialéctico,
que no toma en cuenta la génesis social de esa facultad de lenguaje en la perspectiva
filogenética y que, por añadidura, tampoco valora debidamente el papel de la
actividad material de las incipientes relaciones sociales (interpersonales) y de la
enseñanza (lato sensu), como factores poderosos en el desarrollo del lenguaje en la
perspectiva ontogenética. Tras la concepción generativista de la facultad innata del
lenguaje asoma de nuevo la oreja del kantismo; pero esta vez bajo un ropaje
completamente diferente. Chomsky y su escuela no saben ver que en la base
biológica del lenguaje subyace, cristalizada por un larguísimo proceso histórico, la
praxis social de los hombres.
105
Se trata, sin duda, de diferencias importantes; más, por otra parte, el desarrollo
noético del niño, que a todas luces tiene lugar a partir de su nacimiento, atraviesa
fases básicamente similares a las que podemos postular para la filogenia:
En resumen los rasgos biológicos esenciales del Homo sapiens en cuanto especie
animal son el producto complejo de un larguísimo proceso que tuvo como
consecuencia la aparición de la sociedad y sus leyes; desde entonces, el componente
biológico del hombre se halla relativamente estabilizado (puede hablarse, en este
sentido, de universales biológicos). En cambio, el componente social del hombre es
dinámico, cambiante, sigue un proceso ininterrumpido de progreso. Pese a todos los
cambios, por supuesto, la sociedad también presenta ciertos rasgos y leyes estables
que podríamos denominar universales sociales (por ejemplo, las categorías y leyes
del materialismo histórico y de la sociología). Sobre la base de los universales
biológicos y sociales del hombre se erigen los universales noéticos y los
lingüísticos, estrechamente relacionados entre sí. Estos últimos serían aquellos
aspectos, entidades y mecanismos que necesariamente deben estar presentes en toda
lengua (así como los noéticos, deberán estar presentes, de una u otra forma, en toda
mente humana normal): bien a causa de la estructura social en que se desenvuelven
los seres humanos (rasgos más generales, comunes a todo cuerpo social), bien a
causa de la propia estructura biológica del hombre como especie o, también, a causa
107
cuestiones; pero ella misma tiende a fusionarse con otra joven disciplina, la
sociolingüística, para dar lugar al nacimiento de una disciplina mixta y ambiciosa,
que podría llamarse sociosicolingüística. Tal vez a ella, disciplina aún en ciernes, le
corresponderá dar una explicación cabal de la filogenia y de la ontogenia del
lenguaje, de los procesos de integración y desintegración del lenguaje, tanto en escala
individual como en escala social.
&
J Bernard
Instituto de Estudios socio-semióticos,
Vienna, Austria
TEORÍAS DEL SIGNO16
Lo que se discutirá aquí, son las teorías sobre la unidad fundamental del sistema de
signos y los procesos: las teorías del signo en el sentido más cercano, las teorías sobre
el signo mismo como objeto de la semiótica teórica. Tales teorías pueden, en algunos
casos consistir de no más que de explicaciones; en casos mayores, pueden incluir
16
Tomado de: Encyclopedia of Language and Linguistics. _ 2006 Elsevier Ltd. All rights reserved.
Traducción del inglés y adaptación: Ana Curbeira Cancela
109
En este ejemplo, uno puede adivinar o presuponer una interpretación intuitiva de que
el mazo de ramas está en lugar de algo más, la taberna y todo lo que se vincula a ella
(también una institución social, esto es un tipo específico de localidad vienesa
llamada Heurigen, bastante diferente de los ‘pubs’, ‘McDonalds’, etc., porque uno
110
encuentra un mazo de ramas sobre cada Heurigen individual: aliquid stat pro aliquo,
pero esta interpretación popular del término ‘signo’ no cubre, por ejemplo, las
palabras escritas o dichas, una pintura, o una secuencia fílmica.
(Aquí se dan selectivamente entre paréntesis: las nociones de signo; las nociones de
los dos correlatos):
Agustino (signo; (signo como cosa/algo más))
Hobes (símbolo; forma simbólica/contenido; significado)
Bloomfield (forma lingüística; sonido del habla; señal/respuesta en el oyente)
Buyssens (sema; acto sémico/ significado, significación)
Jakobson (signum; signans/signatum).
En esta sinopsis de los modelos triádicos (1990:90), uno encuentra, por ejemplo, los
siguientes autores (de nuevo selectivamente): el mismo orden pero tres correlatos);
Platón (nombre; sonido/idea, contenido, cosa)
Los estoicos (signo); sémainon/semainonenon/objeto o evento)
Bacon (palabra); palabra/noción/cosa)
Husserl (signo; expresión/significado/cosa/
Ogden y Richards (–; símbolo/pensamiento o referencia)
En los dos casos, esta lista ilustrativa (que, tampoco en Nöth 1990, pretende ser
completa) abarca siglos e incluye algunos de los padres fundadores de la semiótica
moderna, a quienes trataremos más adelante, y también algunas figuras relevantes de
la teorización. Nöth comenta:
Una distinción clara entre los modelos diádicos y triádicos del signo no
siempre es posible (…) Hay una zona de vaguedad siempre que un tercer
correlato es mencionado, pero no sistemáticamente incorporado a la teoría
semiótica. (1990:89)
112
Estos dos comentarios demuestran que, aunque existen dos corrientes distintas de
pensamiento en la historia, también en mucho dependen del marco investigativo, las
perspectivas y los intereses de los autores, así como de su disposición individual
cognitiva y weltanschauung, la determinación de cuál de los componentes cada
investigador enfatiza. Uno puede, sin embargo, reconocer una tendencia implícita
hacia una posible reconciliación de estos dos puntos estándares de vista o
concepciones generalizadas, a pesar del hecho deque incluso en los años ‘60, ‘70 y
‘80 del siglo XX (esto es, en la era que la que la semiótica se convirtió en un
movimiento más amplio y una transdisciplina), el problema del modelo diádico o
triádico suscitó muchas e intensas controversias.
Mientras tanto, aquí se tomará el riesgo de caracterizar la fase actual del movimiento
semiótico en su “fase enciclopédica”, o sea, a partir de metavolúmenes
interpretativos, como el de Sebeok (1986: 3 vol.); Bouissac (2000) y, especialmente,
Posner Robereng y Saebok (1997 – 2000); también la primera edición de Nöth de su
Handbuk der Semiotik (1985), en realidad, lo que en sus inicios fue una introducción,
creció en su última versión (2000) hacia un extraordinario tipo de enciclopedia. Cada
una de estas obras tiene sus ventajas, pero también tiene sus puntos débiles, por lo
que es recomendable usarlas sólo en su complementación mutua. En todo caso, por
este y/o un desarrollo paralelo con este, las controversias mencionadas se ha hecho
menos características y más o menos anticuadas, y han sido sustituidas, por una parte,
por el surgimiento de la semiótica comparativa, y por la “intersemiótica” (Gérard
Deledalle), por la otra. Esta incluso trata de elaborar el basamento común o el
113
Contradictoriamente, uno puede sacar una tipología más esencial y por tanto más
disminuida basada en los puntos de partida generales.
En esta perspectiva, dos de las corrientes pueden considerarse las mismas: la
semiótica derivada de la filosofía, con Peirce y Morris como padres fundadores y una
semiótica inspirada en la lingüística (que parte se Saussure, estructuralista en
cualquier sentido). Después uno puede identificar dos alas claramente separadas: la
biosemiótica (que parte de Jakob von Uexküll), y la socio-semiótica (con su fundador
M. M. Bakhtin e su versión voloshinoviana;la versión más elaborada es la de Rossi-
Landis) Estas son 4 corrientes cualitativamente diferentes dado que su lógica
inmanente es diferente: la de Peirce viene del pensamiento (la inferencia) el
estructuralismo de la lengua de Saussure como el más avanzado sistema de signos; la
biosemiótica biogenética de la bio-lógica, y la socio-semiótica socio-genética de la
socio-lógica (así es que no se debe confundir con, por ejemplo, la socio-semiótica de
Greimas, un tipo de sustitución de la pragmática)
Las diferentes corrientes pueden ser condensadas en 4, más una zona de interacción,
esto es, la intersemiótica. La mayor división en la segunda mitad del siglo XX tiene
que ver con el estructuralismo derivado de la lingüística (incluido el
posestructuralismo; en esta visión sólo la variante radical de este último), de un parte
y los enfoques más motivados filosóficamente, de otra parte (esto es motivados por el
pragmatismo/pragmaticismo, además de las orientaciones relacionadas, como son el
conductismo, la fenomenología, etc.)
Los focos de esta división subrayan respectivamente las teorías o concepciones del
signo, en una primera aproximación: diádica vs. triádica. El surgimiento de la bio-
semiótica, así como de la socio-semiótica, la primera en forma bastante definida, la
segunda todavía no claramente definidas en la mencionadas enciclopedias, pero
obviamente, después de una cuidadosa inspección, sugiere que la futura discusión
115
sobre semiótica, en lo que respecta a sus fundadores se deberá concentrar más bien en
las diferencias (así como en las posibles coincidencias) entre la bio-semiótica y la
socio-semiótica (o antropo-semiótica). Y son de nuevo las teorías del signo en las que
estas corrientes se basan las que van a desempeñar un importante papel en esta
interacción.
Deben ser presentadas ahora, en esta perspectiva las principales teorías del signo que
son el núcleo de estas diferentes orientaciones generales de la semiótica a la vuelta
del milenio. Los padres fundadores de los enfoques estructuralistas son, ante todo,
Saussure, quien esbozó lo que denominó semiología, y Louis Hjelmslev, quien, en su
glosemática, desarrolló una verdaderamente completa semiología/semiótica, aunque
concentrado eminentemente en los signos verbales. (Resulta importante notar que
Saussure tuvo la visión y mostró el camino a seguir, pero fue Peirce quien desarrolló
la primera semiótica completa en el sentido moderno, así como una teoría del signo
genuinamente diferenciada en una interpretación más cercana).
Para cerrar esta corta presentación de la concepción de Saussure sobre el signo, uno
debe, sin embargo, señalar que saussure realizó originales esfuerzos con efectos
perdurables para teorizar la conexión ente los signo semióticamente (o más bien,
semiológicamente). Las nociones más importantes para ello son: el valor y la
diferencia. El valor de un signo depende de su posición en el sistema de signos, y el
sistema de signos del lenguaje, como otros sistemas de signos, es uno de diferencias
funcionales y, consecuentemente, de oposiciones. Dado que él partía del estudio y del
análisis de los signos lingüísticos, subrayaba también la arbitrariedad del signo,
aunque no negaba la existencia de signos motivados. Más tarde, cuando los
117
Sólo las parejas subrayadas representan signos, porque siguiendo otra máxima de
Saussure, el único objeto de la glosemátcia es la forma pura, no sustancia (Trabant
1987:94) Este modelo es el centro del la teoría del signo de Hejmslev y le permitió
construir una semiótica extensa en la que pudo de manera sistemática tematizar
fenómenos tales como, para citar alguno de sus más conocidos aportes, la
connotación, que entendía en un sentido más amplio, como algo mucho más general,
exactamente todo lo que el signo dice sobre el hablante (…) como algo que el signo
dice sobre sí mismo (…) Cada signo participa como principio en varias estructuras
semióticas connotativas (Trabant 1987: 100-101)
Además, del mencionado carácter abstracto reclamado por los lingüistas y por
algunos semiotistas, como Eco (1977a: 41), quien encontraba su “jerga impenetrable”
y criticaba la falta de ejemplos de otros sistemas de signos además de la lengua, otro
hecho obstaculizó la proliferación de sus ideas: el desvirtuado uso del término
‘semiótica’. Hjelmslev introdujo el término semiótica para hablar de la lengua en
sentido amplio (…) La distinción entre lengua y semiótica, y con ella la distinción
entre lingüística y semiótica, tiende a disolverse (Nöth, 1990: 65 – 66). En su lugar lo
que es entendido hoy como semiótica aparece en la teoría de Hjelmslev como
‘metasemiótica’. Sin embargo, no hay dudas de que él contribuyó decisivamente con
la teoría del signo en el sentido más estrecho, así como con la semiótica en general y
su influencia en algunos importantes movimientos en la semiótica, la mayoría de la
Esuela de París, alrededor de Greimas, no puede ser subestimada.
Charles Peirce es el siguiente padre fundador de las teorías del signo que debemos
abordar y con él entraremos en el campo de las concepciones teóricas triádicas en la
interpretación moderna.17 Charles Morris (esp. 1938, 1970) se considera el
17
Las citas tomadas de los estudios de Peirce se identifican por el volumen y el párrafo, como por
ejemplo, 2.228, de Peirce (1931 – 1958)
119
cofundador de esta corriente en la primera mitad del siglo XX. El otro testigo
prominente de la segunda mitad del siglo, Max Bense (Bense y Walther, 1973)
desarrolló, teniendo como base los fundamentos de Peirce, su llamada ‘teoría básica’,
tendiente a formalizar el pensamiento de Peirce a través de medios matemáticos.
Aunque Peirce mismo nunca usó el triángulo equilátero n para expresar en un
diagrama su modelo de signo, uno puede tomar el triángulo de Bense como
instrumento para modelar de manera aproximada su concepción, así como las
desarrolladas por Peirce y Morris (a pesar de sus notables diferencias) todas en una.
En este sentido en la esquina izquierda del triángulo uno puede ubicar:
En el caso de Peirce: el objeto
En el caso de Morris: el designatum/denotatum
En el caso de Bense: el objeto
En la esquina de la derecha:
En el caso de Peirce: el interpretante
En el caso de Morris: el interpretante
En el caso de Bense: el interpretante
En la esquina superior:
En el caso de Peirce: el signo o representación
En el caso de Morris: el signo vehículo
En el caso de Bense: el signo o medio (en alemán: Mittel).
Hay que tener en cuenta que Peirce, que trabajó en el problema del signo toda su vida
y que lo enfocó en diferentes momentos desde diferentes ángulos, nos dejó unas
cuantas docenas de definiciones y descripciones analíticas del signo. Marty (1990)
demostró por medios matemáticos que Peirce siempre indicó lo mismo con diferentes
palabras. La teoría del signo de Peirce puede considerarse un constructo tan
detenidamente examinado que se puede considerar un acierto. En la formulación más
arriba, el representante es su término para el substrato material transferible, el objeto
es lo que el signo representa, el interpretante, el significado del signo y al mismo
tiempo, otro signo – la raíz de la idea sobre la posibilidad de una continua
concatenación de signos, sobre la semiosis sin límites.
Peirce establecía, además, la diferencia entre un objeto inmediato y uno dinámico, por
una parte, y el interpretante final, por otra. De esta manera trataba de describir algo
como un corredor, o una continuidad, entre lo interno y lo externo (tanto el signo
como el usuario del signo). El último interpretante es un ‘hábito’ con el que una
interminable cadena de signos se hace para llegar a un fin provisional. La tipología de
signos de Peirce es muy importante porque es la única que se deriva del modelo del
signo mismo y ha resultado (en parte) una influencia para otros enfoques semióticos.
La tipología de signos no es precisamente el tópico de esta presentación porque la
mayoría son concebidas empíricamente. Sin embargo, la de él es una parte
constituyente de la teoría del signo, por lo que debe ser mencionada aquí. (…) La
tipología más influyente (…) es la concerniente a la relación con el objeto: icono,
índice y símbolo, (los dos primeros motivados ya sea por la similitud o por la
121
18
Umwelt: El mundo exterior como es afectado y percibido por los organismos que lo habitan; el
entorno.
124
(…)
Fue el objetivo esencial de Thomas A. Sebeok (para una reseña ver a Baer, 1987;
Bernard, 1997) profundizar y difundir la concepción sociológica tanto de la semiosis
como de la semiótica; su punto de partida fue la biología, por lo que fue un admirador
de von Uexküll (aunque en lo que respecta a la corriente protagonista, Sebeok
también pertenecía a la línea de Peirce-Morris) Contribuyó a esta semiótica extendida
a través del desarrollo de la biosemiótica, especialmente la zoosemiótica. Implicó la
existencia de miríadas de sistemas de signos fuera de la especie humana esperando
para ser estudiados; indicó progresivamente las raíces médicas de la semiótica desde
la antigüedad, y, lo que es más, adicionó la división entre la endosemiótica y la
exosemiótica. La primera cubre la semiosis que tiene lugar en los organismos; la
segunda que cubre la semiosis de los organismos y sus Umwelts. En sus
consideraciones sobre la antroposemiótica y zoosemiótica, subrayó el hecho de que
muchos fenómenos sígnicos humanos pertenecen a la bio- y zoosemiótica al mismo
tiempo. En lo que concierne a la teoría del signo, él contribuyó solamente con algunas
sugerencias, como la tipología de signos especialmente utilizada por la biosemiótica
(señales, síntomas/síndromes, iconos, símbolos, nombres) pero su influencia para
125
Es ampliamente aceptado que Bajtín con estas ideas fue uno de los precursores de la
sociolingüística y que con sus trabajos posteriores él hizo importantes contribuciones
a lo que se denominó en los años ’60 semiótica de la cultura, pero su lugar destacado
en la herencia de la sociosemiótica tiene que ser todavía establecido con mayor
claridad. Sea suficiente, por ahora, destacar que hay una serie de autores que
construyen esta corriente, tales como Vygotski, Lukás (en sus capítulos de teorías del
signo), SCAF, Klaus, Resnikov, Schütz, Halliday; algunos interaccionistas simbólicos
como Robert Lafont, y otros muchos, todos los cuales tienen en común que subrayan
126
La teoría más elaborada de este tipo es la de Ferruccio Rossi-Landi (para una reseña
vea a Bernard y Withalm 1986) En su fase temprana, o sea, a mediados del siglo XX,
fue el priemero en introducir en Europa la semiótica de Morris. Su objetivo declarado
era extender el conductismo de Morris hacia una conducta social(izada). Él entonces
criticaba a Saussure y los modelos estructuralistas desarrollando su propio contra-
concepto de habla común (parlare commune) cortando diagonalmente las dicotomía
saussurianas, lo que extendió más tarde a la semiosis común. En el fondo aparece su
concepto de trabajo del signo, basado en el trabajo como tal, como una constante
antropológica. El trabajo es definido como un intento que necesita sine qua non un
trabajador (W), un instrumento (I), materiales (M), un fin (F) y operaciones
(laborales) (O), para obtener un producto (P); en una versión más condensada
(algunos factores se presuponen), una triada de transformación M/O/P puede ser
formulada. Para el trabajo del signo es esencialmente lo mismo. Esta concepción es la
base (o estructura escondida) que subyace su más famoso constructo teórico, la
llamada ‘Homología de la producción lingüística y material’ (extensible al sistema de
signos en general)
(…)
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129
&
I
Peirce publicó dos libros, Photometric Researches (1878) y Studies in Logic (1883),
y un gran número de artículos en revistas de diferentes áreas. Sus manuscritos, una
gran parte de ellos sin publicar, ocupan cerca de 80.000 páginas. Entre 1931 y 1958
se ordenó temáticamente una selección de sus escritos y se publicó en ocho
volúmenes con el nombre de Collected Papers of Charles Sanders Peirce. Desde
1982, se han publicado además algunos volúmenes de A Chronological Edition, que
aspira a alcanzar treinta volúmenes.
19
Una parte del material fue tomado del sitio http://www.univ.fr/see/Its/marty/preg38.htm
(no se señalaba el autor). La otra parte fue tomada de
http://cognet.mit.edu.MITECS/Front/title_index.htm
130
pragmatismo, que connota una burda búsqueda del beneficio así como la
conveniencia política.
II
¿En qué se distingue el signo peirceano de las otras conceptualizaciones del signo?
El signo saussureano como el signo hjelmsleviano y, a continuación, la concepción
greimasiana de las estructuras narrativas (concebidas como una expansión de
estructuras profundas elementales establecidas en el cuadrado semiótico) se
construyen todas sobre el modelo di dico (o binario). La única estructura formal a la
que se recurre fundamentalmente es el par opositivo y se trata de alcanzar la
132
complejidad mediante una red de tales pares. El formalismo que está en la base de la
semiótica peirceana es en sí mismo, básicamente, triádico (o ternario): lo constituyen
tres elementos, que evidentemente mantienen relaciones binarias cuando se los
considera dos a dos "olvidando" el tercero, pero también y sobre todo, una relación
tal que uno de ellos es realmente la unión de los otros dos. En este sentido, los dos
modos de pensamientos son irreducibles el uno al otro. La semiótica triádica de C. S.
Peirce incorpora a la pragmática en su concepción del signo. Esa concepción triádica
y dinámica del signo (semiosis) es esencialmente relacional ya que, para él, la
significación da cuenta de la forma de las relaciones transmitidas por los signos y de
su combinatoria, más que de sus propiedades materiales.
En los manuscritos de Peirce hemos podido encontrar al menos 76 textos
(disponibles en inglés o en francés) más o menos definitorios del signo que pueden
reagruparse en dos conceptualizaciones sucesivas, la segunda de las cuales incluye a
la primera. Las características esenciales son las siguientes:
en el que las flechas representan determinaciones y el signo una relación triádica que
vincula S, O e I. - además observamos que, ya que I está determinado por O, se
vuelve en cierto modo en un signo de O por la misma razón que S. Es factible
entonces determinar un nuevo interpretante y así sucesivamente. Se vuelve de modo
inevitable a un proceso de interpretación indefinido (en el estado actual de la
conceptualización) que puede representarse mediante este otro esquema:
&
Ferdinand de Saussure
Curso de Lingüística General
ARBOR etc.
EQUOS etc.
página 25 hemos visto, a propósito del circuito de la palabra, que los términos
implicados en el signo lingüístico son físicos y están unidos en nuestro cerebro por el
lazo de la asociación. Insistamos en este punto.
El signo lingüístico une no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen
acústica1. Esta última no es el sonido material, cosa puramente física, sino la psíquica
de ese sonido, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos;
esa representación es sensorial, y si se nos ocurre llamarla «material» es sólo en este 20
sentido y por oposición al otro término de la asociación, el concepto, generalmente
más abstracto.
El signo lingüístico es por tanto una entidad psíquica de dos caras, que puede ser
representada por la figura:
20
Este término de imagen acústica quizá parezca demasiado estrecho, porque al lado de la
representación de los sonidos de una palabra también está la de su articulación, la imagen muscular del
acto fonatorio. Pero para F. de Saussure, la lengua es esencialmente un depósito, una cosa recibida de
Fuer a (véanse páginas 26-28). La imagen acústica es por excelencia la representación natural de la
palabra en cuanto hecho de lengua virtual, al margen de toda realización por el habla. El aspecto motor
puede por tanto estar sobreentendido o, en cualquier caso, no ocupar más que un jugar subordinado en
relación a la imagen acústica.
136
tanto, decirse que los signos enteramente arbitrarios realizan mejor que los otros el
ideal de procedimiento semiológico; y ello porque la lengua, el más complejo y el
más extendido de los sistemas de expresión, es también el más característico de
todos; en este sentido la Lingüística puede convertirse en él patrón general de toda
semiología, aunque la lengua no sea más que un sistema particular.
La palabra arbitrario exige también una observación. No debe dar idea de que el
significante depende de la libre elección del sujeto hablante (más adelante veremos
que no está en manos del ind ividuo cambiar nada en un signo una vez establecido
éste en un grupo lingüístico); queremos decir que es inmotivado, es decir, arbitrario
en relación al significado, con el que no tiene ningún vínculo natural en la realidad.
Este principio es evidente, pero parece que siempre se ha desdeñado enunciarlo, sin
duda porque lo encontraron demasiado simple; sin embargo, es fundamental y sus
140
Ferdinand de Saussure
Curso de Lingüística general
§ 1. INMUTABILIDAD
Este hecho, que parece encerrar una contradicción, podría llamarse familiarmente
«la carta forzada». Se dice a la lengua: « ¡Elige!», pero se añade: «Será esc signo y
no otro». Un individuo sería incapaz, aunque quisiera, no solamente de modificar
algo en la elección ya hecha, sino que la masa misma no puede ejercer su soberanía
sobre una sola palabra; está ligada a la lengua tal como es. La lengua, por tanto, no
puede ser asimilada a un contrato puro y simple, y precisamente por este lado el signo
lingüístico es particularmente interesante de estudiar; porque si se quiere demostrar
que la ley admitida en una colectividad es una cosa que se sufre, y no una regla
libremente consentida, es la lengua la que ofrece la prueba más definitiva dé ese
hecho.
época, y por muy alto que nos remontemos, la lengua aparece siempre como una
herencia de la época precedente. El acto por el que, en un momento dado, se habrían
distribuido los nombres para las cosas, el acto por el que se habría pactado un
contrato entre los conceptos y las imágenes acústicas, ese acto podemos concebirlo,
pero jamás ha sido comprobado. La idea de que las cosas habrían podido suceder así
nos es sugerida por nuestro vivísimo sentimiento de lo arbitrario del signo. De hecho,
ninguna sociedad conoce ni ha conocido jamás la lengua de otro modo que como un
producto heredado de las generaciones precedentes y que hay que aceptar tal cual.
Por esto la cuestión del origen del lenguaje no tiene la importancia que generalmente
se le atribuye. No es siquiera una cuestión que haya que plantear; el único objeto real
de la lingüística es la vida normal y regular de un idioma ya constituido. Un estado de
lengua dado es siempre un producto de factores históricos, y son esos factores los que
explican por qué es inmutable el signo, es decir, por qué resiste a toda substitución
arbitraria.
Pero decir que la lengua es una herencia, nada explica si no vamos más lejos. ¿Se
pueden modificar de un momento a otro las leyes existentes y heredadas? Esta
objeción nos lleva a situar la lengua en su marco social y a plantear la cuestión como
nos la plantearíamos para las demás instituciones sociales. ¿Cómo se transmiten
éstas? Tal es la cuestión más general que encierra la de la inmutabilidad. En primer
lugar hay que apreciar la mayor o menor libertad de que gozan las demás
instituciones; se verá que para cada una de ellas hay un equilibrio diferente entre la
tradición impuesta y la acción libre de la sociedad. Luego se investigará por qué, en
una categoría dada, los factores del primer orden son más o menos potentes que los
del otro. Finalmente, volviendo a la lengua, nos preguntaremos por qué el factor
histórico de la transmisión la domina por entero y excluye todo cambio lingüístico
general y súbito. Para responder a esta cuestión se podrían hacer valer muchos
argumentos y decir, por ejemplo, que las modificaciones de la lengua no están ligadas
a la secuencia de las generaciones, que lejos de superponerse unas a otras, como los
cajones de un mueble, se interpenetran y contienen, cada una, individuos de todas las
143
edades. Habría que recordar también la suma de esfuerzos que exige el aprendizaje de
la lengua materna, para concluir en la imposibilidad de un cambio general. Habría
que añadir que la reflexión no interviene en la práctica de un idioma; que los sujetos
son, en gran medida, inconscientes de las leyes de la lengua; y si no se dan cuenta,
¿cómo podrían modificarla? Incluso si fueran conscientes, habría que recordar que los
hechos lingüísticos apenas provocan la crítica, en el sentido de que cada pueblo está
generalmente satisfecho de la lengua que ha recibido. Estas consideraciones son
importantes, pero no son específicas; preferimos las siguientes, más esenciales, más
directas, de las que dependen todas las demás.
1. El carácter arbitrario del signo. Más arriba, nos había hecho admitir la
posibilidad teórica del cambio; profundizando, vemos que, de hecho, lo
arbitrario mismo del signo pone a la lengua al abrigo de cualquier tentativa
que tienda a modificarla. Aunque fuera más consciente de lo que es, la masa
no podría discutirla. Porque para que una cosa sea cuestionada, es menester
que se apoye sobre una norma razonable. Se puede debatir, por ejemplo, si la
forma monógama del matrimonio es más razonable que la forma polígama y
presentar razones a favor de una o de otra. También se podría discutir un
sistema de símbolos, porque el símbolo tiene una relación racional con la cosa
significada (véase página 88); pero por lo que se refiere a la lengua, sistema
de signos arbitrarios, esta base falta, y con ella desaparece lodo terreno sólido
de discusión; no hay ningún motivo para preferir soeur a sister, Ochs a boeuf,
etc.
§ 2. MUTABILIDAD
En última instancia, los dos hechos son solidarios: el signo está en condiciones de
alterarse porque se continúa. Lo que domina en toda alteración es la persistencia de la
materia antigua; la infidelidad al pasado es sólo relativa. Por eso, el principio de
alteración se funda en el principio de continuidad.
21
Sería injusto reprochar a F. de Saussure ser inconsecuente o paradójico al atribuir a la lengua dos
cualidades contradictorias. Mediante la oposición de dos términos chocantes, sólo quiso subrayar con
fuerza esta verdad: que la lengua se transforma sin que los sujetos puedan transformarla. Puede decirse
también que la lengua es intangible, pero no inalterable.
146
Una lengua es radicalmente impotente para defenderse contra los factores que
desplazan a cada momento la relación del significado y del significante. Ésta es una
de las consecuencias de la arbitrariedad del signo. Todas las demás instituciones
humanas —las costumbres, las leyes, etc.— están fundadas, en diverso grado, en las
relaciones naturales de las cosas; hay en ellas una adecuación necesaria entre los
medios empleados y los fines perseguidos. Incluso la moda que fija nuestra ropa no es
completamente arbitraria: no puede apartarse más allá de cierto grado de las
condiciones dictadas por el cuerpo humano. La lengua, por el contrario, no está
147
limitada en nada en la elección de sus medios, porque no vemos qué podría impedir
asociar una idea cualquiera con una secuencia cualquiera de sonidos.
Para que se comprendiera bien que la lengua es una institución pura; Whitney
insistió, con toda razón, en el carácter arbitrario de los signos; y con ello situó la
lingüística en su verdadero eje. Pero no fue hasta el fin, y no vio que este carácter
arbitrario separa radicalmente la lengua de todas las demás instituciones. Se ve
claramente por la forma en que evoluciona; nada hay más complejo; situada a la vez
en la masa social y en el tiempo, nadie puede cambiar nada en ella, y, por otra parte,
la arbitrariedad de sus signos entraña teóricamente la libertad de establecer cualquier
relación entre la materia fónica y las ideas. De donde resulta que estos dos elementos
unidos en los signos conservan, cada cual, su vida propia en una proporción
desconocida fuera de la lengua, y que ésta se altera, o más bien evoluciona, bajo la
influencia de todos los agentes que pueden alcanzar bien a los sonidos, bien a los
sentidos. Esta evolución es fatal: no hay ejemplo de lengua alguna que resista a ella.
Al cabo de cierto tiempo se pueden comprobar desplazamientos sensibles.
Y esto es tan cierto que el principio debe verificarse incluso en las lenguas
artificiales. Quien crea una de ese tipo, la controla mientras no se ponga en
circulación; pero desde el momento en que cumple su misión y se convierte en cosa
de todo el mundo, el control escapa. El esperanto es un ensayo de esta especie; si
triunfa, ¿escapará a la ley fatal? Pasado el primer momento, la lengua entrará, muy
probablemente, en su vida semiológica; se transmitirá por leyes que no tienen nada en
común con las de la creación reflexiva, y ya no se podrá volver atrás. El hombre que
pretenda componer una lengua inmutable, que la posteridad debería aceptar tal cual
sale de sus manos, se parecería a la gallina que ha incubado un huevo de pato: la
lengua creada por él sería arrastrada, le guste o no, por la corriente que arrastra a
todas las lenguas. La continuidad, del signo en el tiempo, ligada a la alteración en el
tiempo, es un principio de semiología general; su confirmación puede encontrarse en
los sistemas de escritura, en el lenguaje de los sordomudos, etc.
148
Pero, ¿en qué se funda la necesidad del cambio? Quizá se nos reproche no haber
sido tan explícitos en este punto como sobre el principio de la inmutabilidad: es que
no hemos distinguido los diferentes factores de alteración; habría que considerarlos
en su variedad para saber hasta qué punto son necesarios. Las causas de la
continuidad están a priori al alcance del observador; no ocurre lo mismo con las
causas de alteración a través del tiempo. Más vale renunciar provisionalmente a dar
cuenta exacta de ellas y limitarse a hablar en general del desplazamiento de las
relaciones; el tiempo altera todo; no hay razón para que la lengua escape a esta ley
universal.
LENGUA
MASA
HABLANTE
TIEMPO LENGUA
MASA
HABLANTE
Desde ese momento la lengua no es libre, porque el tiempo permitirá a las fuerzas
sociales que se ejercen sobre ella desarrollar sus efectos, y se llega al principio de
continuidad, que anula la libertad. Pero la continuidad implica necesariamente la
alteración, el desplazamiento más menos considerable de las relaciones.
Charles William Morris: consideraciones sobre su enfoque
Morris concibe la semiótica como una ciencia de dos caras. Por una parte, es una
ciencia en sí misma. Afirma que la semiótica puede ser la disciplina unificadora de las
ciencias humanas en general. Por la otra, es un instrumento de la ciencia, por cuanto
toda ciencia utiliza y se expresa con signos. De esta manera, la semiótica se ubica
como parte fundamental de una metaciencia (ciencia de las ciencias). Por su relación
con Carnap pudo aproximarse al positivismo lógico del Círculo de Viena
desarrollando de tal modo una forma original de pragmatismo aplicado
principalmente a la semiótica.
reconoce que los animales usan signos, aunque de una naturaleza menos compleja y
elaborada.
La semiosis es el proceso que permite que algo pueda operar como signo. Con ello,
a Morris le interesa determinar cuáles son las condiciones para la existencia del signo.
Los Escritos sobre la teoría general de los signos de Charles William Morris (1971)
constituyen una investigación en sintaxis, semántica y pragmática de las relaciones de
los signos lingüísticos y no lingüísticos y es también un examen de los roles que
varios tipos de signos pueden desempeñar al influenciar el comportamiento humano.
Morris introduce una terminología para describir el fenómeno del signo y presenta
una teoría de los signos como estímulo a los patrones de comportamiento. Morris
explica cómo la semiótica (la ciencia sobre los signos) puede desarrollarse en el
contexto de la ciencia del comportamiento y describe el rol que la semiótica puede
desempeñar en la unificación de la ciencia biológica, psicológica, social y
humanística.
154
Morris describe el role que la ciencia de los signos puede desempeñar en el análisis
del lenguaje como sistema social de signos y explica que la lengua puede ser
gobernada por reglas sintácticas, semánticas y pragmáticas. Las reglas sintácticas
pueden determinar qué combinación de signos funciona como enunciado gramatical.
Las reglas semánticas pueden determinar las condiciones en las que los signos pueden
ser aplicados a los objetos o las situaciones. Las reglas pragmáticas pueden
determinar las condiciones en las que los signos-vehículos pueden funcionar como
signos. Morris describe el papel que la semiótica puede desempeñar en el desarrollo
de la teoría del lenguaje y explica que el lenguaje puede definirse no solo por las
reglas que gobiernan la combinación de sus signos, sino también por las reglas que
gobiernan la significación de sus signos, así como por las reglas que gobiernan el
origen, los usos y los efectos de sus signos.
Los escritos sobre la teoría general de los signos son una colección de los más
importantes trabajos de Morris sobre semiótica y teoría del lenguaje. La primera parte
es: Fundamentos de la teoría de los signos (1938). La segunda parte es: Signos,
lenguaje y conducta (1946). La parte tres Cinco estudios semióticos incluye el primer
capítulo de La significación y el significado (1964)
22
Charles Morris, Writings on the General Theory of Signs (The Hague: Mouton, 1971) p.103.
155
23
Ibid., p. 21.
156
Morris explica que cada signo debe tener un designatum, pero que no todo signo
tiene que tener un ‘denotatum’ (un objeto o un evento realmente existente denotado
por un signo) Si el signo denota algo, entonces él tiene un designatum al igual que un
designatum. Si el signo no denota nada entonces tiene un designatum pero no tiene
ningún denotata. En otras palabras, el signo tiene que ‘designar’ algo pero puede no
‘denotar’ nada.24
Morris define el signo como cualquier estímulo preparatorio que produce una
disposición en el intérprete del signo para responder a algo que no es en ese momento
un estímulo.25 El signo prepara al intérprete para iniciar una respuesta-secuencia (esto
es, respuestas consecutivas) de una ‘conducta-familia’ particular (o sea, aquellas
respuesta-secuencias que son causada por estímulos similares) en la ausencia del tipo
de estímulo que debe iniciar las respuesta-secuencias de esa ‘conducta-familia’. Es
posible que el signo no produzca siempre una respuesta-secuencia en el intérprete,
pero si es un sigo adecuado, entonces producirá una disposición en el intérprete para
iniciar las respuesta-secuencias que tendrían lugar si el objeto o evento denotado por
el signo fuera realmente un estímulo
Morris explica que existen varias maneras de clasificar los signos de acuerdo con su
sintaxis, su semántica y sus usos pragmáticos. Por ejemplo, los signos pueden ser
divididos en tres clases, en correspondencia con el tipo de objeto que denotan: 1)
24
Ibid., p. 416.
25
Ibid., p. 366.
157
Morris también explica que los signos pueden ser divididos en dos grupos de
acuerdo con su capacidad de ser interpretados para significar otros signos: 1) las
señales no son interpretados para significar otros signos, pero 2) los símbolos son
capaces de significar otros signos. El autor argumenta que todos los signos son uno de
dos: señales o símbolos. Las señales no se usan como sustitutos de los signos
sinónimos, pero los símbolos pueden ser usados como signos sustitutos27.
Continúa explicando Morris que un signo que tiene más de una significación puede
pertenecer a más de una familia-signo. El grado de sinonimia entre diferentes signos
o familias-signo puede estar determinado por el grado de similitud en sus
26
Ibid., p. 362.
27
Ibid., p. 366-7
28
Ibid., p. 144.
29
Ibid., p. 96.
158
significaciones. Los signos que son similares en sus condiciones de denotación son
similares en sus significata (o en sus significaciones)
Morris rechaza que los modos de significación del signo puedan considerarse: 1)
‘indetificativos’, 2) ‘designativos’, 3) ‘apreciativos’, 4) ‘prescriptivos’, o
5)’formativos’. Él cree que las clases de signos que se corresponden con estos modos
de significación deben ser descritos como: 1) ‘identificadores’, 2) ‘designadores’, 3)
‘apreciadores’, 4) ‘prescriptores’, y 5) ‘formadores’ 33. Los ‘identificadores’ son
30
Ibid., p. 113.
31
Ibid., p. 361.
32
Ibid., p. 55
33
Ibid., p. 364.
159
signos que significan los ‘locata’ (o sea, la locación de los objetos en el espacia o en
el tiempo). Los ‘designadores’ son signos que significan los ‘discriminata’ (o sea,
características o estímulos-propiedades de los objetos). Los ‘apreciadores’ son signos
que significan los ‘valuata’ (o sea, los objetos o las situaciones preferidas). Los
‘prescirptores’ son signos que significan los ‘obligata’ (o sea, las respuestas que se
precisan del intérprete). Los ‘formadores’ son signos que significan los ‘formata’ (o
sea, métodos a partir de los cuales los signos pueden combinarse para formar signos
compuestos)
Morris explica que los ‘ascriptores’ son complejos-signos que identifican a los
significata y que significan algo sobre los significata. Los ascriptores se dividen en
cuatro clases principales. De acuerdo con su modo primario de significación:
- Los ascriptores designativos – son complejos-signos que consisten de
identificadores y designadotes;
- Los ascriptores apreciativos – son complejos-signos que consisten de
identificadores y aprecidores;
- Los ascriptores prescirptivos – son complejos-signos que consisten de
identificadores y prescirptores;
- Los ascriptores formativos – son complejos-signos que consisten de
identificadores y formadores.
Morris argumenta que los cuatro usos primarios de los signos son: 1) ‘informativo’;
2) ‘valorativo’; 3) ‘incitativo’, y 4) ‘sistémico’ (o sea, organizacional). Los
designadotes poseen las funciones primarias ‘informativas’; los apreciadores las
funciones primarias ‘valorativas’; los prescriptores las funciones primarias
‘incitativas’ y los formadores las funciones primarias ‘sistémicas’.
significación pueden formar pareja con los cuatro usos primarios de los signos lo que
genera dieciséis tipos de discurso. Esos tipos pueden ser descritos como sigue:
1. El discurso científico puede ser primariamente designativo en el modo e
informativo en el uso.
2. El discurso ficcional puede ser primariamente designativo en el modo y
valorativo en el uso.
3. El discurso jurídico puede ser primariamente designativo en el modo e
incitativo en el uso.
4. El discurso cosmológico puede ser primariamente designativo en el modo y
sistémico en el uso.
5. El discurso mítico puede ser primariamente apreciativo en el modo e
informativo en el uso.
6. El discurso poético puede ser primariamente apreciativo en el modo y
valorativo en el uso.
7. El discurso moral puede ser primariamente apreciativo en el modo e
incitativo en el uso.
8. El discurso crítico puede ser primariamente apreciativo en el modo y
sistémico en el uso.
9. El discurso tecnológico puede ser primariamente prescriptivo en el modo e
informativo en el uso.
10. El discurso político puede ser primariamente prescriptivo en el modo y
valorativo en el uso.
11. El discurso religioso puede ser primariamente prescriptivo en el modo e
incitativo en el uso.
12. El discurso propagandístico puede ser primariamente prescriptivo en el
modo e sistémico en el uso.
13. El discurso lógico-matemático puede ser primariamente formativo en el
modo e informativo en el uso.
14. El discurso retórico puede ser primariamente formativo en el modo y
valorativo en el uso.
161
Morris argumenta que la verdad de los signos puede ser determinada a partir de si
tienen denotata y la pertinencia de los signos puede ser determinada a partir de si
cumplen con los propósitos para los que son usados34. La verdad los signos no es lo
mismo que su pertinencia, dado que los signos que son verdades pueden ser no
pertinentes para algunos propósitos, mientras que los signos que son falsedades
pueden ser pertinentes para algún propósito.
Morris explica que la pertinencia de los signos, con frecuencia, puede depender de
su confiabilidad, dado que los signos tienen que ser confiables si deben
consistentemente lograr los propósitos para los que son usados. La confiabilidad de
los signos puede ser determinada por cuán frecuentemente son usados y por cuán
similares en la significación son a otros signos verdaderos. Los signos que son
similares en la significación a signos falsos serán menos confiables que los signos que
son similares en la significación a los signos verdaderos.
34
Ibid., p. 173.
35
Ibid., p. 176.
162
BIBLIOGRAFÍA:
Morris, Charles. Writings on the General Theory of Signs. The Hague: Mouton, 1971
P Cobley
London Metropolitan University
36
Tomado de: The Enciclopedia of Language and Linguistics. London, UK _ 2006 Elsevier Ltd. All
rights reserved. Traducción del inglés: Ana Curbeira Cancela
163
Al dar inicio al análisis de las funciones en los planos de la expresión y del contenido,
Hjelmslev trata de escaparse, como el lo llama, de la tentativa división de la
lingüística en fonética, morfología, sintaxis, lexicografía y semántica (1969: 59). En
lugar de dividir los signos y textos en los objetos identificados por esas sub-
disciplinas, la glosemática de Hjelmslev instaura un procedimiento que trata todos los
elementos de los textos como funciones dentro de la expresión y el contenido. Sin
embargo, dado que Hjelmslev ve la relación de la función como lo más importante y
porque ambas están formadas por figuras (sin significado), esos elementos que
forman la ‘expresión’ y los que forman el ‘contenido’ deben ser considerado
intercambiables. Fue la combinación de la firme sistematización de Hjelmslev y su
consideración de la posible mutabilidad de los planos de acuerdo con la función, lo
que hizo su glosemática tan atractiva para otros lingüistas y pensadores
estructuralistas. La semántica estructural de Greimas y la teoría de la denotación,
connotación y metalenguaje de Roland Barthes, las dos se basan en el modelo
165
Bibliografía:
Émile Benveniste
I
En el curso de los últimos años, en los estudios tocantes al lenguaje y a las lenguas
han ocurrido cambios considerables y cuyo alcance rebasa incluso el horizonte,
vastísimo y todo, de la lingüística. Estos cambios no son comprensibles en bloque; se
escabullen en su manifestación misma; a la larga han tornado mucho más engorroso
el acceso a los trabajos originales, que se erizan de una terminología cada vez más
técnica. Es un hecho: se tropieza con gran dificultad al leer los estudios de los
lingüistas, pero aún más para comprender sus preocupaciones. ¿A qué tienden, y qué
hacen con lo que es bien de todos los hombres y no deja de atraer su curiosidad: el
lenguaje? Da la impresión de que, para los lingüistas de hoy, los hechos de lenguaje
se trasmutan en abstracciones, se vuelven los materiales inhumanos de construcciones
algebraicas o sirven de argumentos para áridas discusiones de método: que la
lingüística se aleja de las realidades del lenguaje y se aísla de las demás ciencias
37
Tomado de: Cap. IV de E. Benveniste. Problemas de la lingüística general. Trad. al español de Juan
Almela. Siglo XXI Eds., México. 1ª ed, 1971. (Primera edición francesa: Problèmes de linguistique
générale. Ed. Gallimard, Paris.1966
167
humanas. Pues bien, es todo lo contrario. Se aprecia al mismo tiempo que estos
métodos nuevos de la lingüística adquieren valor de ejemplo y aun de modelo para
otras disciplinas, que los problemas del lenguaje interesan ahora a especialidades muy
diversas y cada día más numerosas, y que una corriente de indagaciones arrastra a las
ciencias del hombre hacia el trabajo con el mismo ánimo que inspira a los lingüistas.
De ahí que acaso sea útil exponer, tan sencillamente como se pueda en este campo
difícil, cómo y por que la lingüística se ha transformado de esta manera, a partir de
sus principios.
Comencemos por observar que la lingüística tiene un doble objeto, es ciencia del
lenguaje y ciencia de las lenguas. Esta distinción, no siempre establecida, es
necesaria: el lenguaje, facultad humana, característica universal e inmutable del
hombre, es otra cosa que las lenguas, siempre particulares y variables, en las cuales se
realiza. Es de las lenguas de lo que se ocupa el lingüista, y la lingüística es ante todo
la teoría de las lenguas. Pero, situándonos como lo hacemos aquí, veremos que estas
vías diferentes se entrelazan con frecuencia y por fin se confunden, ya que los
problemas infinitamente diversos de las lenguas tienen en común poner siempre en
tela de juicio, alcanzado cierto grado de generalidad, el lenguaje.
Todos saben que la lingüística occidental nace en la filosofía griega. Todo proclama
tal filiación. Nuestra terminología lingüística está constituida en gran parte por
términos griegos adoptados directamente o en su traducción latina. Pero el interés era
exclusivamente filosófico. Razonaban sobre su condición original –el lenguaje, ¿es
natural o convencional?—mucho más de lo que estudiaban su funcionamiento. Las
categorías que instauraron (nombre, verbo, género gramatical, etc.) descansan
siempre sobre fundamentos lógicos o filosóficos.
Al principio del siglo XIX se abre una fase nueva con el descubrimiento del
sánscrito. Se descubre a la vez que existe una relación de parentesco entre las lenguas
llamadas en adelante indoeuropeas. La lingüística se elabora en los marcos de la
gramática comparada con métodos que se hacen cada vez más rigurosos a medida que
hallazgos o desciframientos favorecen esta ciencia nueva con confirmaciones de
principio y acrecentamiento de dominio. La labor cumplida en el curso de un siglo es
amplia y bella. El método puesto a `prueba en el dominio indoeuropeo se ha tornado
ejemplar. Renovado hoy, conoce nuevos éxitos. Pero hay que ver que, hasta los
primeros decenios de nuestro siglo, la lingüística consistía esencialmente en una
genética de las lenguas. Se fijaba por tarea estudiar la evolución de las formas
lingüísticas. Se planteaba como ciencia histórica, y su objeto era por doquier, y
siempre una fase de la historia de las lenguas. No obstante, en medio de estos éxitos,
algunas cabezas se inquietaban: ¿cuál es la naturaleza del hecho lingüístico?, ¿cuál es
la realidad de la lengua?, ¿es verdad que no consiste más que en el cambio?, pero,
¿cómo, cambiando, sigue siendo ella misma?, ¿cómo funciona entonces y cuál es la
relación entre sonidos y sentido? La lingüística histórica no ofrecía ninguna respuesta
a estas cuestiones, por no haber tenido nunca que plantearlas. Al mismo tiempo se
preparaban dificultades de orden muy diferente, pero igualmente temibles. Los
lingüistas comenzaban a interesarse por las lenguas no escritas y sin historia, en que
los marcos tradicionales empleados para las lenguas indoeuropeas no resultaban
aplicables aquí. Se trataba de categorías absolutamente diferentes que, al escapar a
una descripción histórica, obligaban a elaborar un nuevo aparato de definiciones y un
nuevo método de análisis.
Poco a poco, a través de más de un debate teórico y bajo la inspiración del Cours de
linguistique génerale, de Ferdinand de Saussure (1916), se precisa una noción nueva
169
Con ello vuelven a ponerse en tela de juicio la consideración histórica y los marcos
instaurados para las lenguas indoeuropeas. Tornándose descriptiva, la lingüística
concede igual interés a todos los tipos de lenguas, escritas o no, y a ello debe adaptar
sus métodos. Se trata en efecto de saber en qué consiste una lengua y cómo funciona.
Cada una de las unidades de un sistema se define así por el conjunto de las
relaciones que sostiene con otras unidades, y por las oposiciones en que participa; es
una entidad relativa y opositiva, decía Saussure. Se abandona, pues, la idea de que los
datos de la lengua valen por sí mismos y son “hechos” objetivos, magnitudes
absolutas susceptibles de ser consideradas aisladamente. En realidad las entidades
lingüísticas no se dejan determinar más que en el interior del sistema que las organiza
y las domina, y las unas en relación con las otras. No valen sino en tanto que
elementos de una estructura. Es ante todo el sistema el que hay que deslindar y
describir. Se elabora así una teoría de la lengua como sistema de signos y como
arreglo de unidades jerarquizadas.
Parecería que una representación tan abstracta nos alejase de lo que se llama
realidad. Muy al contrario, corresponde a la experiencia lingüística más concreta. Las
distinciones obtenidas por el análisis concuerdan con las que practica instintivamente
el locutor. Se ha podido mostrar experimentalmente que los fonemas, es decir, los
sonidos distintivos de la lengua, son realidades sicológicas de las cuales se logra
bastante fácilmente que tome conciencia el locutor, pues oyendo sonidos en realidad
identifica fonemas; reconoce como variantes del mismo fonema sonidos a veces
bastante diferentes, y también como participantes de fonemas diferentes sonidos que
se dirían próximos.
Esto es lo que hace que la lengua sea un sistema donde nada significa en sí y por
vocación natural, sino donde todo significa en función del conjunto; la estructura
confiere su “significación” o su función a las partes. Es también lo que permite la
comunicación indefinida: por estar la lengua organizada sistemáticamente y por
funcionar según las reglas del código, el que habla puede, a partir de un número muy
restringido de elementos básicos, constituir signos, luego grupos de signos y,
finalmente, una variedad indefinida de enunciados, todos identificables por quien los
percibe, puesto que en él se halla depositado el mismo sistema.
Se descubre al presente que esta concepción del lenguaje tuvo sus precursores.
Estaba implícita en quien los descriptivistas modernos reconocen como primer
antepasado, el gramático hindú Panini, que a mediados del siglo IV antes de nuestra
era codificó la lengua védica en fórmulas de ejemplar densidad: descripción formal,
completa, rigurosa, sin mancha de ninguna interpretación especulativa o mística. Pero
también hay que hacer justicia a precursores que no eran gramáticos y cuya obra
subsiste, generalmente anónima, fundamental y sin reconocimiento, tan presente a los
inventores de nuestra vida que ni se nota: me refiero a los inventores de los alfabetos
modernos. Que haya podido ser inventado un alfabeto, que con un número escaso de
signos gráficos se pueda poner por escrito todo lo que se pronuncia. El alfabeto
latino, el alfabeto armenio, son ejemplos admirables de notación que llamaríamos
fonemática. Un analista moderno casi no tendría nada que cambiarles: las distinciones
reales están reconocidas, cada letra corresponde siempre a un fonema, y cada fonema
es reproducido por una letra siempre igual. La escritura alfabética difiere así en su
principio de la escritura china, que es morfemática, o de la cuneiforme, que es
silábica. Quienes han combinado tales alfabetos para notar los sonidos de su lengua
han reconocido por instinto –fonematistas avant la lettre—que los sonidos variados
pronunciados se reducían a un número bastante limitado de unidades distintivas. Los
lingüistas modernos no operan de otro modo cuando tienen que notar las lenguas de
tradición oral. Tenemos en éstos los más antiguos modelos de análisis: las unidades
gráficas del alfabeto, y sus combinaciones en gran número de agrupamientos
específicos, dan la imagen más cercana de la estructura de las formas lingüísticas que
reproducen.
II
No es solo la forma lingüística la que participa de este análisis; hay que considerar
paralelamente la función del lenguaje.
174
La lengua re-produce la realidad. Esto hay que entenderlo de la manera más literal:
la realidad es producida de nuevo por mediación del lenguaje. El que habla hace
renacer con su discurso el acontecimiento y su experiencia del acontecimiento. El
que oye capta primero el discurso y a través de este discurso al acontecimiento
reproducido. Así la situación inherente al ejercicio del lenguaje, que es la del
intercambio y del diálogo, confiere al acto del discurso una función doble: para el
locutor, representa la realidad; para el oyente, recrea esta realidad. Esto hace del
lenguaje el instrumento mismo de la comunicación intersubjetiva. Surgen así en el
acto graves problemas, que dejaremos a los filósofos, en especial el de la adecuación
del espíritu a la “realidad”. Por su parte, el lingüista estima que no podría existir
pensamiento sin lenguaje, y que en consecuencia el conocimiento del mundo está
determinado por la expresión que recibe. El lenguaje reproduce el mundo, pero
sometiéndolo a su organización propia. Es logos, discurso y razón al tiempo, como
vieron los griegos. Lo es por el hecho mismo de ser lenguaje articulado, consistente
en una disposición orgánica de partes, en una clasificación formal de los objetos y de
los procesos. El contenido por transmitir (o, si se quiere, el “pensamiento”) es
descompuesto así según un esquema lingüístico. La “forma” del pensamiento es
configurada por la estructura de la lengua. Y la lengua a su vez revela en el sistema de
sus categorías su función mediadora. Cada locutor no puede ponerse como sujeto sino
implicando al otro, a su pareja, que, dotado de la misma lengua, comparte el mismo
repertorio de forma, la misma sintaxis de enunciación y la misma manera de
organizar el contenido. A partir de la función lingüística, y en virtud de la polaridad
yo :: tú, individuo y sociedad no son ya términos contradictorios, sino términos
complementarios.
alguna cosa de nada, plantean como principio creador del mundo esta esencia
inmaterial y soberana, la Palabra. No hay, por cierto, poder más elevado, y todos los
poderes del hombre, sin excepción –piénsese bien--, proceden de este. La sociedad no
es posible más que por la lengua; y por la lengua también el individuo. El despertar
de la conciencia en el niño coincide siempre don el aprendizaje del lenguaje que lo
introduce poco a poco como individuo en la sociedad.
Pero, ¿cuál es, pues, la fuente de este poder misterioso que reside en la lengua? ¿Por
qué el individuo y la sociedad están juntos y por igual necesidad, fundados en la
lengua? Porque el lenguaje representa la forma más alta de una facultad que es
inherente a la condición humana, la facultad de simbolizar.
anunciar su hallazgo bailando sobre los alvéolos una danza particular, bulliciosa, y
describiendo ciertas figuras, que se han podido analizar; indica así a las otras abejas,
que corretean tras ella, a qué distancia y en qué dirección está el alimento. Estas
echan entonces a volar y sin falta llegan a la meta, a veces muy alejada de la colmena.
Observación de mayor alcance, que parece sugerir que las abejas se comunican entre
sí por un simbolismo particular y se trasmiten verdaderos mensajes. ¿Debemos
vincular este sistema de comunicación con el funcionamiento tan notable de la
colmena? La vida de los insectos sociales ¿supone determinado nivel de relaciones
simbólicas? Ya es mucho el mero hecho de poder plantear la cuestión. Quedamos,
vacilantes y fascinados, en los lindes de un inmenso problema: ¿podrá el hombre, por
primera vez, venciendo la barrera biológica, echar un vistazo al interior de una
sociedad animal y descubrir el principio que la organiza?
Hecha esta reserva, es posible mostrar con mayor precisión dónde está la diferencia
que separa al hombre del animal. Cuidémonos mucho, primero, de distinguir dos
nociones que muy a menudo se confunden cuando se habla del “lenguaje animal”: la
señal y el símbolo.
Una señal es un hecho físico vinculado a otro hecho físico por un nexo natural o
convencional: relámpago que anuncia tormenta; campana que anuncia la comida;
grito que anuncia el peligro. El animal percibe la señal y es capaz de reaccionar a ella
adecuadamente. Puede enseñársele a identificar señales variadas, es decir, a unir dos
sensaciones por la relación de la señal. Los famosos reflejos condicionados de Pávlov
lo muestran bien. El hombre también, en tanto que animal, reacciona a una señal.
Pero utiliza además el símbolo, que es instituido por el hombre; hay que aprender el
sentido del símbolo, hay que ser capaz de interpretarlo en su función significante y no
solamente de percibirlo como impresión sensorial, pues el símbolo no tiene relación
natural con lo que simboliza. El hombre inventa y comprende símbolos; el animal no.
Todo sale de esto. El desconocimiento de esta distinción acarrea toda clase de
confusiones o de falsos problemas. A menudo se dice que el animal “enseñado”
177
Pues el hombre ha sido creado dos veces, una sin lenguaje, otra con él. La
emergencia de Homo en la serie animal puede haber sido favorecida por su estructura
corporal o su organización nerviosa; se debe ante todo a su facultad de representación
simbólica, fuente común del pensamiento, del lenguaje y de la sociedad.
La existencia de tal sistema de símbolos nos descubre uno de los datos esenciales,
acaso el más profundo, de la condición humana: no hay relación natural, inmediata y
directa entre el hombre y el mundo, ni entre el hombre y el hombre. Hace falta un
intermediario, este aparato simbólico, que le ha hecho posibles el pensamiento y el
179
NOTA
1 “El pensamiento simbólico es el pensamiento a secas. El juicio crea los símbolos.
Todo pensamiento es simbólico. Todo pensamiento construye signos al mismo tiempo
que cosas. El pensamiento, haciéndose, desemboca inevitablemente en el símbolo,
puesto que su formulación es, en bloque, simbólica, puesto que las imágenes con que
constituyen los grupos de cosas son sus símbolos, puesto que opera siempre sobre
símbolos, no siendo en el fondo sino símbolos las cosas sobre las que opera, aun
cuando dé la impresión de operar directamente sobre las cosas. Y estos símbolos los
ordena en un mundo de símbolos, en un sistema de signos, según relaciones y leyes.”
H. Delacroix, Le langage et la pensée, p. 602
182
E. Benveniste
38
Tomado de: Cap. IV de E. Benveniste. Problemas de la lingüística general. Trad. al español de Juan
Almela. Siglo XXI Eds., México. 1ª ed, 1971. (Primera edición francesa: Problèmes de linguistique
générale. Ed. Gallimard, Paris. Lo que aparece aquí es una selección. 1966
183
39
Benveniste cita por la edición francesa del Curso de Lingüística General de Saussure.
184
estructura íntima del fenómeno del que sólo es percibida la apariencia exterior y
describir su relación con el conjunto de las manifestaciones de que depende.
Así con el signo lingüístico. Uno de los componentes del signo, -la imagen acústica,
constituye su significante; otro, el concepto, es el significado. Entre el significante y
el significado el nexo no es arbitrario, al contrario, es necesario. El concepto
(“significado”) ‘boeuf’ es por fuerza idéntico en mi conciencia al conjunto fónico
(“significante”) böf. ¿Cómo iba a ser de otra manera? Los dos juntos han sido
impresos en mi espíritu; juntos se evocan en toda circunstancia. Hay entre ellos
simbiosis tan estrecha que el concepto ‘boeuf’ es como el alma de la imagen acústica
böf. El espíritu no contiene formas vacías, conceptos innominados. El propio
Saussure dice: “Sicológicamente, prescindiendo de su expresión por las palabras,
nuestro pensamiento no es sino una masa amorfa e indistinta. Filósofos y lingüistas
siempre han estado acordes en reconocer que, sin el auxilio de los signos, seríamos
incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante. Tomado en sí mismo,
el pensamiento es como una nebulosa, donde nada está necesariamente delimitado.
No hay ideas preestablecidas ni nada es distinto antes de la aparición de la lengua”
(p.161) A la inversa, el espíritu no acoge más forma sonora que la que sirve de
soporte a una representación identificable para él; si no, la rechaza como desconocida
o ajena. El significante y el significado, la representación mental y la imagen
acústica, son pues en realidad las dos caras de una misma noción y se componen
como incorporante e incorporado. El significante es la traducción fónica de un
concepto; el significado es el correlato mental del significante. También aquí es al
propio Saussure es a quien apelamos cuando dice de la lengua: “La lengua es también
comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido el reverso;
no se puede cortar el anverso sin cortar al mismo tiempo el reverso; igualmente, en la
lengua no podría aislarse el sonido del pensamiento, ni el pensamiento del sonido;
habría que hacer una abstracción cuyo resultado sería hacer psicología pura o
fonología pura” (p. 163). Lo que Saussure dice aquí de la lengua vale ante todo para
186
acredita los signos ordinarios del sistema. Volvemos a encontrar, así, la definición y
los caracteres válidos para todo signo. La arbitrariedad no existe tampoco aquí sino
en relación con el fenómeno o el objeto material y no interviene en la constitución
propia del signo.
Ahora hay que considerar brevemente algunas de las consecuencias que Saussure
ha extraído del principio discutido aquí, y que tienen extensas repercusiones. Por
ejemplo, muestra admirablemente que puede hablarse a la vez de inmutabilidad y de
mutabilidad del signo: inmutabilidad porque, siendo el signo arbitrario, no puede ser
puesto en tela de juicio en nombre de una norma razonable; mutabilidad porque,
siendo arbitrario, siempre es susceptible de alterarse. “Una lengua es radicalmente
impotente para defenderse contra los factores que mueven, instante tras instante, la
relación entre significado y significante. Es una de las consecuencias de la
arbitrariedad del signo” (p. 112). El mérito de este análisis no disminuye en nada,
antes aumenta, si se especifica mejor la relación a la que se aplica: No es entre
significante y significado donde la relación al mismo tiempo se modifica y permanece
inmutable, sino entre el signo y el objeto; es, en otros términos, la motivación
objetiva de la designación, sometida, como tal, a la acción de diversos factores
históricos. Lo que Saussure demuestra sigue siendo cierto, pero acerca de la
significación, no del signo.
erráticas y de sonidos emitidos al azar, es por cierto que hay una necesidad inmanente
a su estructura como a toda estructura.
Vemos hoy a Saussure muy distinto de como sus contemporáneos podían verlo.
Toda una parte de sí, la más importante sin duda, no fue conocida hasta después de su
40
Tomado de: Cahiers Ferdinand de Saussure, 20 (1963), Libraire Droz, Ginebra.Aquí se reproduce lo
esencial de la conferencia dictada en Ginebra el 22 de febrero de 1963, durante la conmemoración en
la Universidad de la muerte de F. de Saussure.
190
muerte. La ciencia del lenguaje ha sido por ella trasformada poco a poco. ¿Que es lo
que Saussure ha aportado a la lingüística de su tiempo y en qué ha actuado sobre la
nuestra?
Para responder a esta pregunta pudiéramos ir de uno a otro de sus escritos, analizar,
comparar, discutir. Sin duda sería necesario tal inventario crítico. La bella e
importante obra de R. Godel contribuye ya en gran medida. Mas no es ésta nuestra
intención. Dejando a otros el cuidado de describir en detalle esta obra, trataremos de
recuperar su principio en una exigencia que la anima y que aun la constituye.
Saussure es ante todo siempre el hombre de los fundamentos. Por instinto se dirige
a los caracteres primordiales, que gobiernan la diversidad de lo dado empíricamente.
En lo que pertenece a la lengua presiente algunas propiedades que en ninguna otra
parte se encuentran. Compárese con lo que sea, la lengua no deja de aparecer como
cosa diferente. Pero ¿en qué difiere? Considerando esta actividad, donde están
asociados tantos factores, biológicos, físicos y síquicos, individuales y sociales,
históricos, estéticos, pragmáticos, se pregunta: ¿dónde está propiamente la lengua?
Podría darse a esta interrogación forma más precisa reduciéndola a los dos
siguientes problemas, que colocamos en el centro de la doctrina saussariana:
1) ¿Cuales son los datos básicos sobre los que se fundará la lingüística y cómo
podemos alcanzarlos?
191
2) ¿De qué naturaleza son las nociones del lenguaje y merced a qué modo de
relación se articulan?
Son ciertamente los datos elementales los que se trata de descubrir y aun
(quisiéramos escribir «sobre todo») si nos proponemos remontarnos de un estado de
lengua histórico a uno prehistórico. De otro modo no puede fundarse en razón él
devenir histórico, pues si hay historia, ¿de qué lo es? ¿Qué es lo que cambia y qué es
lo que permanece? ¿Cómo podemos decir de un dato lingüístico tomado en dos
momentos de la evolución qué es el mismo dato? ¿En qué reside esta identidad y, ya
que es planteada por el lingüista entre dos objetos, cómo lo definiremos? Hace falta
un cuerpo de definiciones. Hay que enunciar las relaciones lógicas que establecemos
entre los datos, los rasgos o los puntos de vista desde los cuales los aprehendemos.
Así, ir a los fundamentos es solo medio -pero el seguro- de explicar el hecho concreto
y contingente. Para alcanzar lo concreto histórico, para volver a colocar lo
contingente en su necesidad propia, debemos situar cada elemento en la red de
relaciones que lo determina, y plantear explícitamente que el hecho solo existe en
virtud de la definición que le atribuimos. Tal es la evidencia que desde el comienzo se
impone a Saussure, a quien no bastará su vida entera para introducirla en la teoría
lingüística.
Pero aun si hubiera podido formular entonces lo que no enseñaría hasta más tarde,
sólo habría incrementado la incomprensión o la hostilidad con que tropezaron sus
primeros ensayos. Los maestros de entonces, seguros en su verdad; no querían
escuchar aquel llamado riguroso, y la dificultad misma del Mémoire bastaba para
repeler a la mayoría. Saussure acaso fuera a descorazonarse. Hizo falta una nueva
generación para que lentamente sus ideas se abriesen camino. Fue un destino
favorable el que le condujo entonces a París. Recuperó alguna confianza en sí mismo
gracias a aquella coyuntura excepcional qué le permitió hallar a la vez un tutor
benévolo, Bréal, y un grupo de jóvenes lingüistas -así A. Meillet y M. Grammont- en
quienes su enseñanza dejaría profunda impronta. Una nueva fase de la gramática
193
comparada data de estos años en que Saussure inculca su doctrina, al tiempo que la
madura, a algunos de quienes la desenvolverán. Por eso recordamos -no sólo para
medir la influencia personal de Saussure, sino para estimar el progreso de las ideas
que anuncian- los términos de la dedicatoria que dirigía Meillet a su maestro Saussure
en 1903 a la cabeza de su Introduction á l'étude comparative des langues indo-
européennes: «en ocasión de los veinticinco años trascurridos desde la publicación
del Mémoire... (1878-1903)». Si sólo de Meillet hubiese dependido, el
acontecimiento habría quedado señalado con claridad mayor aún: una carta inédita de
Saussure nos informa que Meillet quiso poner primero: «por el aniversario de la
publicación...» -de lo cual Saussure lo disuadió amistosamente.
Pero aún en 1903, es decir, veinticinco años después, todavía no podía saberse
cuántas intuiciones clarividentes contenía el Mémoire de 1878. He aquí un espléndido
ejemplo. Saussure discernió que el sistema vocálico del indoeuropeo contenía varias
a. En lo tocante al conocimiento puro, las distintas a del indoeuropeo son objetos tan
importantes como las partículas fundamentales en física nuclear. Ahora bien, una de
estas a tenia la singular propiedad de comportarse distintamente que sus dos
congéneres vocálicas. No pocos descubrimientos han comenzado con una
observación parecida, un desacuerdo en un sistema, una perturbación en un campo,
un movimiento anormal en una órbita. Saussure caracteriza esta a por dos rasgos
específicos. Por una parte, no es parienta ni de e ni de o; por otra, es coeficiente
semántico, es decir, es susceptible de desempeñar el mismo papel doble, vocálico y
consonántico, que las nasales o las liquidas, y se combina con vocales. Notemos que
Saussure habla de ella como de un fonema, y no como de un sonido o una
articulación. No nos dice cómo se pronunciaba este fonema, a qué sonido pudiera
parecerse en tal o cual sistema observable; ni siquiera si se trataba de una vocal o de
una consonante. La sustancia fónica no es considerada. Estamos en presencia de una
unidad algebraica, un término del sistema, lo que denominará más tarde una unidad
distintiva y opositiva. No podría decirse que ni siquiera veinticinco años después de
propuesta esta observación hubiera despertado gran interés. Otros veinticinco años
194
báltica, que muestran la profundidad de sus análisis y siguen siendo modelos para
quien se dedique a iguales indagaciones. Sin embargo, es un hecho señalado -y
deplorado- por quienes hablan de Saussure en estos años que bien pronto su
producción disminuye. Sé restringe a algunos artículos, cada vez más espaciados, y
que por lo demás solo concede al solicitárselo sus amigos. Regresado a Ginebra para
ocupar una cátedra en la Universidad, deja de escribir casi por completo. No obstante,
nunca dejó de trabajar. ¿Qué es, entonces lo que le impedía publicar? Empezamos a
saberlo. Este silencio esconde un drama que debió de ser doloroso, se agravó con los
años y no llegó a encontrar salida. Toca por un lado a circunstancias personales,
acerca de las cuales los testimonios de sus familiares y amigos pudieran dar algunas
luces. Era sobre todo un drama del pensamiento. Saussure se alejaba de su época en la
medida misma en que se iba haciendo amo de su propia verdad ya que esta verdad le
hacía rechazar todo lo que por entonces se enseñaba a propósito del lenguaje. Pero, al
mismo tiempo que vacilaba ante aquella revisión radical que sentía necesaria, no
podía decidirse a publicar la menor nota sin haber asegurado antes los fundamentos
de la teoría. Con qué hondura sufría tal turbación y en qué medida estaba a veces a
punto de desanimarse, lo revela un documento singular, un pasaje de una carta a
Meillet (4 de enero de 1894), donde, a propósito de sus estudios sobre la entonación
báltica, le confía: «Pero estoy muy harto de todo esto y de la dificultad que hay, en
general, para escribir diez líneas con sentido común en materia de hechos del
lenguaje. Preocupado sobre todo desde hace mucho por la clasificación lógica de
estos hechos, por la clasificación dé los puntos de vista desde los cuales los tratamos,
veo cada vez más la inmensidad del trabajo qué sería preciso para mostrar al lingüista
lo que hace; reduciendo cada operación a su categoría prevista; y al mismo tiempo la
no poca vanidad de todo lo que a fin de cuentas puede hacerse en lingüística.
»Es en último análisis tan sólo el lado pintoresco de una lengua lo que hace que
difiera de todas las demás como pe pertenecientes a determinado pueblo con
determinados orígenes, es este lado casi etnográfico el que conserva interés para mí-
196
»A mi pesar, esto acabará en un libro donde, sin entusiasmo ni pasión, explicaré por
qué no hay un solo término empleado en lingüística al que conceda yo un sentido
cualquiera. Y confieso que no será hasta entonces cuando pueda reanudar mi trabajo
en el punto en que lo dejé.
»He aquí una disposición tal vez estúpida, que explicaría a Duvau por qué, por
ejemplo, he dado largas más de un año a la publicación de un artículo que
materialmente no ofrecía ninguna dificultad y sin conseguir por lo demás evitar las
expresiones lógicamente odiosas, ya que para eso sería preciso una reforma
decididamente radical.»
A partir de este momento, en efecto, Saussure ha visto que estudiar una lengua
conduce inevitablemente estudiar el lenguaje. Creemos poder alcanzar directamente
el hecho de lengua como una realidad objetiva. La verdad es que no lo captamos sino
197
desde determinado punto de vista, que hay que empezar por definir. Dejemos de creer
que en la lengua es aprehendido un objeto simple, existente por sí mismo y
susceptible de aprehensión total. La primera tarea es mostrarle al lingüista «lo que
hace», a qué operaciones previas se entrega inconscientemente al abordar los datos
lingüísticos.
Nada estaba más alejado de su tiempo que estas preocupaciones lógicas. Los
lingüistas andaban por aquel entonces absorbidos en un gran esfuerzo de
investigación histórica, preparando materiales de comparación y elaborando
repertorios etimológicos. Estas grandes empresas -muy útiles, por lo demás- no
dejaban lugar a los cuidados teóricos. Y Saussure se quedaba solo con sus problemas.
La inmensidad de la faena por realizar, el carácter radical de la reforma necesaria,
podían hacerlo vacilar, desanimarlo por momentos. No obstante, no renuncia. Piensa
en un libro en que dirá cosas, donde presentara sus opiniones y emprenderá la
refundición complete de la teoría.
Tal libro no será escrito jamás, pero quedan esbozos, en forma de notes
preparatorias, de observaciones anotadas rápidamente, de borradores, y cuando tenga
Saussure, para cumplir obligaciones universitarias, que impartir un curso de
lingüística general, volverá a los mismos temas y los prolongara pasta el punto en que
los conocemosEncontramos, en efecto, en el lingüista de 1910 el mismo propósito
que guiaba al principiante do 1880: asegurar los fundamentos de la lingüística.
Rechaza lea marcos y las nociones que ve emplear par doquier, ya que le parecen
ajenos a la naturaleza propia del lenguaje. ¿Cual es esta naturaleza? Se explica
brevemente en notes come estas, fragmentos de una reflexión que no puede ni cejar ni
fijarse par completo:
"Por lo demás hay cosas, objetos dados, que somos libres de considerar luego
desde distintos puntos de vista. Hay aquí ante todo puntos de vista, justos o falsos;
pero solo puntos de vista, con ayuda .de los cuales son creadas secundariamente las
cosas. Resulta que estas creaciones corresponden a realidades cuando el punto de
198
Estas reflexiones explican par que Saussure juzgaba tan importante mostrar al
lingüista ale que hace". Deseaba pacer comprender el error en que se ha metido la
lingüística desde que estudia el lenguaje come una coca, como un organismo viviente
o come una materia que se ha de analizar mediante una técnica instrumental, cuando
no come una libre c incesante creación de la imaginación humane. Hay que volver a
los fundamentos, descubrir este objeto que es el lenguaje, al cual no podría
compararse nada.
¿Que es, pues, este objeto, que Saussure erige sobre la tabla rasa de todas las
nociones recibidas? Tocamos aquí lo que hay de primordial en la doctrina
Saussariana, un principio que presume la intuición total del lenguaje, total porque
contiene el conjunto de su teoría y porque abarca totalidad de su objeto. . Este
principio es que el lenguaje, se estudie desde el punto de vista que sea, es siempre
objeto doble, formado por dos partes, cada una de las cuales no vale sino por la otra.
Aquí esta, me parece, el meollo de la doctrina, el principio de donde procede todo el
aparato de nociones y de distinciones que constituirá el Cours publicado. En efecto,
todo en el lenguaje la de definirse en términos dobles; todo lleva la impronta y el sello
de la dualidad opositiva:
199
Dualidad articulatoria/acústica.
Dualidad del sonido y del sentido.
Dualidad del individuo y la sociedad.
Dualidad de la lengua y el habla.
Dualidad de lo material y lo insustancial.
Dualidad de lo “memorial” (paradigmático) y lo sintagmático.
Dualidad de la identidad y la oposición.
Dualidad de lo sincrónico y lo diacrónico, etc.
Y, una vez más, ninguno de los términos así opuestos vale por si mismo ni remite a
una realidad sustancial; cada uno extrae su valor del hecho de oponerse al otro:
«La ley enteramente final del lenguaje es, por lo que nos atrevemos a decir, que
nunca hay nada que pueda residir en un término, por consecuencia directa de que los
símbolos lingüísticos carecen de relación con lo que deben designar, así que a es
impotente para designar nada sin el socorro de b, a éste le pasa lo mismo sin el
auxilio de a, o que ninguno de los dos vale más que por su recíproca diferencia, o que
ninguno vale, ni aún por una parte cualquiera de sí (supongo ‘la raíz', etc.) de otro
modo que por este mismo plexo de diferencias eternamente, negativas.»
Cierto: puede tomarse como objeto del análisis. lingüístico un hecho material, por
ejemplo, un segmento de enunciado al que no se vincule ninguna significación,
200
considerándolo como simple producción del aparato vocal, o aun una vocal aisladas.
Creer que nos aferramos a una sustancia en tal caso es ilusorio: precisamente no es
sino merced a una operación de abstracción y de generalización como podemos
delimitar semejante objeto de estudio. Saussure insiste: sólo el punto de vista crea
esta sustancia, t Todos los aspectos del lenguaje que tenemos por dados son resultado
de operaciones lógicas que practicamos inconscientemente. Adquiramos conciencia,
-pues. Abramos los ojos a la verdad de que no hay un solo aspecto del lenguaje que
esté dado aparte de los otros y que se pueda anteponer a-los otros como anterior
primordial. De donde esta verificación:
De estas opiniones procede la doctrina a la qué han dado forma y que han publicado
los discípulos de Saussure. Hoy día, exegetas escrupulosos se dedican a la tarea
necesaria de restaurar en su exacto tenor las lecciones de Saussure, ayudándose de
todos los materiales que han conseguido recuperar, Gracias a sus cuidados
dispondremos de una edición crítica del Cours de linguistique générale, la cual no
201
sólo nos proporcionará una imagen fiel de esta enseñanza trasmitida en su forma oral,
sino que permitirá fijar con rigor la terminología saussariana.
Esta doctrina informa, en efecto, de una u otra manera, toda la lingüística teórica de
nuestro tiempo, La acción que ha ejercido se acrecienta por efecto de convergencias
entre las ideas saussarianas y las de los teóricos. Así, en Rusia, Baudoin de Courtenay
y su discípulo Kruszewski proponían de manera independiente, una nueva concepción
del fonema, Distinguían la función lingüística del fonema de su realización
articulatoria. Esta enseñanza paraba, en suma, aunque en escala más pequeña, en la
distinción saussariana entre lengua y habla, y asignaba al fonema un valor diferencial.
Era el primer germen de lo que ha llegado a ser una disciplina nueva, la fonología,
teoría de las funciones distintivas de los fonemas, teoría de las estructuras de sus
relaciones. Cuando la fundaron, reconocieron expresamente sus precursores tanto en
Saussure como en Baudoin de Courtenay.
La tendencia estructuralista que se afirma desde 1928 y que luego habría de ser
puesta en primer plano, tiene así sus orígenes en Saussure. Aunque este nunca haya
usado en sentido doctrinal el término «estructura" (el cual, además, por haber servido
de lema a movimientos muy diferentes, ha acabado por perder todo contenido
preciso); la filiación es indudable, de Saussure a todos los que buscan en la relación
de los fonemas entre sí el modelo de la estructura general de los sistemas
lingüísticos.
Acaso sea útil situar a este respecto una de las escuelas, estructuralistas, la más
caracterizada nacionalmente, la escuela estadounidense, en tanto que se tiene por
descendiente de Blomsfield. No es lo bastante sabido que Bloomfield escribió del
Cours de linguistiqué générale una reseña muy elogiosa, donde, anotando a favor de
Saussure la distinción entra lengua y habla, concluía: «He has given us the theoretical
basis for a science of human speech."9 Por mucho que haya cambiado la lingüística
estadounidense, no deja de estar ligada a Saussure.
202
Nos parece que deberá establecerse una distinción fundamental entre dos órdenes
de fenómenos: por una parte los datos físicos y biológicos que ofrecen una naturaleza
“simple” (sea cual fuera su complejidad), por mantenerse por entero en el campo en
que se manifiestan y formarse y diversificarse todas sus estructuras en niveles
203
sucesivamente alcanzados en el orden de las mismas relaciones; y por otra parte los
fenómenos propios del medio interhumano que tienen la característica de no poder ser
tomada jamás como datos simples ni definirse en el orden de su propia naturaleza,
sino tener siempre que ser recibidos como dobles, en virtud de estar vinculados a otra
cosa, sea cual sea su “referentes”. Un hecho cultural no es tal sino en cuanto remite a
alguna otra cosa. El día en que cobre forma una ciencia de la cultura, se fundara
probablemente en este carácter primordial, y elaborara sus dualidades propias a partir
del modelo dado por Saussure para la lengua, sin conformarse a él necesariamente.
No escapará ninguna ciencia del hombre a esta reflexión sobre su objeto y sobre su
lugar en el seno de una ciencia general de la cultura, ya que el hombre no nace en la
naturaleza, sino en la cultura.
Qué extraño destino el de las ideas, y cómo a veces parecen tener vida propia,
revelando o desmintiendo o recreando la imagen de su creador. Puede reflexionarse
mucho acerca de este contraste: la vida temporal de Saussure comparada con la
fortuna de sus ideas. Un hombre solo en su pensamiento durante casi toda la vida,
imposibilitado para enseñar lo que juzga falso o ilusorio, sintiendo que hay que
refundirlo todo, o por lo menos que intentar hacerlo, y por fin, después de no pocos
escarceos que no logran arrancarlo del tormento de su verdad personal, comunicando
a algunos oyentes ideas sobre la naturaleza del lenguaje que nunca le parecen bastante
maduras para ser publicadas.
Muere en 1913, poco conocido fuera del círculo restringido de sus discípulos y de
unos cuantos amigos, ya casi olvidado por sus contemporáneos. Meillet, en la
hermosa nota necrológica que le consagra entonces, deplora que tal vida concluya con
una obra incompleta: “Después de más de treinta años, las ideas que expresaba
Ferdinand de Saussure en su trabajo inicial no han agobiado se fecundidad. Y con
todo, sus discípulos tienen el sentimiento de que, ni con mucho, tuvo en la lingüística
de su tiempo el puesto que debiera merecer por sus dotes geniales...»11 Y concluía
con este pesar hondo: “Produjo el libro de gramática comparada mas bello que se
204
haya escrito, sembró ideas y adelantó firmes teorías, dejó su impronta-en numerosos
alumnos, y no obstante no consumió todo su destino.”
Hoy en día, cincuenta años han trascurrido desde la muerte de Saussure, dos
generaciones nos separan de él, ¿y qué vemos? .La lingüística se ha convertido en una
ciencia principal entre las que se ocupan del hombre y de la sociedad, una de las más
activas en la investigación teórica y también en los desenvolvimientos técnicos. Pues
bien, esta lingüística renovada tiene su origen en Saussure, es un Saussure donde se
reconoce y se compendia. En todas las corrientes que la atraviesan, en todas las
escuelas en que se reparte, es proclamado el papel iniciador de Saussure. Esta
simiente de claridad, recogida por algunos discípulos, se ha vuelto gran luz, que
alumbra un paisaje lleno de su presencia.
Abarcando con la mirada este medio siglo trascurrido, podemos decir que Saussure
consumó bien su destino. Mas allá de su vida terrestre, sus ideas irradian más lejos de
205
lo que nunca hubiera imaginado, y este destino póstumo se ha vuelto como una
segunda vida, que en adelante se confunde con la nuestra.
P. Perron
Él considera que estas tres dimensiones del signo son inseparables y subrayaba que
el sistema lingüístico está hecho de diferencias, por lo que los mecanismos de la
41
Tomado de: The Encyclopedia of Language and Linguistics. _ 2006 Elsevier Ltd. All rights reserved.
University of Toronto, Toronto, Ontario, Canada. Traducción del inglés Ana Curbeira Cancela.
206
lengua descansan sobre dos tipos de relaciones: grupos de elementos de las cadenas
habladas o escritas, cuyos valores son definidos en términos de otros elementos del
sistema –relaciones sintéticas; y relaciones asociativas o relaciones entre los
elementos del enunciado y otros elementos ausentes del enunciado –relaciones
paradigmáticas (por ejemplo, el signo negro toma sus valores en términos de todos
los colores del paradigma cromático ausentes)
Para Greimas al contrario de los lingüistas anglo-americanos para los que el signo
es algo dado, el signo es ante todo un constructo que excluye al referente como
condición necesaria para la existencia de la lingüística (Greimas y Courtés 1982:297)
Es más, para Greimas pueden existir signos enunciativos o discursivos y, en un
fecundo artículo, sugirió que, dado que el signo puede ser redefinido como la
conjunción de la forma de la expresión y la forma del contenido de varias
dimensiones, “la palabra, la oración son signos pero también son discurso dado que
pueden aparecer como unidades discretas. Inicialmente el discurso poético puede ser
considerado como un signo complejo” (1972:10) En este trabajo teórico Greimas
trató de aplicar una metodología analítica basada en las relaciones de presuposiciones
207
Bibliography:
Greimas A J (ed.) (1972) Ensayos en semiótica y poética. (Essais de sémiotique
poétique) Paris: Larousse.
Greimas A J (1987) Sobre el significado. (On meaning). Minneapolis: University of
Minnesota Press.
Greimas A J & Courtés J (1982) La semiótica y el lenguaje: un diccionario analítico.
(Semiotics and language: an analytical dictionary) Bloomington: Indiana University
Press.
Greimas A J & Fontanille J (1993) Semiótica de las pasiones. (The semiotics of
passions). Minneapolis: University of Minnesota Press.
208
A M Lorusso
ECO, UMBERTO: TEORÍA DEL SIGNO42
Las reflexiones de Umberto Eco sobre la categoría de signo han sido, desde 1973
continuas y sistemáticas; retomó este tópico en 1975 en su Trattato di semiotica
generale, en 1981, al escribir el artículo ‘Signo’ para la “Enciclopedia Einaudi”
(ahora en Eco 1984) y de nuevo en 1997, de manera indirecta en Kant and the
platypus. A lo largo de estas cuatro etapas fundamentales Eco confirma el carácter
central de este concepto para la semiótica (contrariamente a aquellos que anuncian su
muerte e inutilidad), subrayando, sin embargo, el hecho de que el signo debe ser
42
Tomado de: A M Lorusso Bologna University, Bologna, Italy. The Encyclopedia of Language and
Linguistics. _ 2006 Elsevier Ltd. All rights reserved. Traducción del inglés: Ana Curbeira Cancela
209
La identidad del signo –su valor– es, desde esta perspectiva, diferencial; el signo
‘paper’ asume un valor basado en la relación que establece con los elementos
circundantes. Louis Hjelmslev toma y desarrolla estas suposiciones, sin hablar de las
dos caras del signo (significante y significado) sino los dos planos del lenguaje:
expresión y contenido.
Estos dos niveles son siempre concurrentes (una expresión es tal sólo e relación hacia
cierto contenido y viceversa, un contenido es tal sólo con respecto a cierta expresión);
ellos subdividen la forma del significado sacándolo del continuo del sentido, de esa
manera categorizando el mundo y haciéndolo discreto. Ya en 1975 Eco había
comprendido el valor de la contribución de Hjelmslev que “desmaterializaba” el
signo transformándolo en una ‘función’, en una relación entre dos funtivos
intercambiables. Gracias a esta contribución, él pudo mover el énfasis hacia los
‘procedimientos’ que producen el signo, la relación que une una cierta expresión (sea
211
esta una secuencia de letras, una expresión facial, un gesto, o los colores de la
bandera) a cierto contenido que construye el signo. Esto después aparece como el
resultado del ‘proceso’ cultural y social que constituye el objeto que la semiótica debe
investigar. La relación entre los dos planos del signo no se da nunca del todo sobre la
base de los vínculos de implicación lógica (como ‘A, entonces B’, o ‘Si hay humo,
entonces hay fuego’) sino que debe ser siempre definido o redefinido (en dependencia
de la cultura, la época, el contexto social)
El código es lo que hace posible la correlación de las dos partes del signo de manera
diferente pero siempre convencional: Cuando un código asigna los elementos de un
sistema emisor a los elementos de un sistema receptor, el primer sistema deviene
expresión del segundo y el segundo deviene contenido del primero. (Eco, 1975 (tr):
48)
El signo, por tanto, no puede ser descrito como la simple relación de asociación bi-
unívoca (aliquid stat pro aliquo43, la correlación fija entre una expresión y un
contenido, siempre y sólo por eso); no se fundamenta en el modelo de equivalencia,
sino más bien en el modelo de inferencia, cuya forma puede ser descrita de la
siguiente manera: si un término está en cierto contexto, entonces tiene la siguiente
interpretación.
43
aliquid stat pro aliquo ‘una cosa en lugar de la otra’ (del latín)
212
De acuerdo con Peirce, todo pensamiento puede ser concebido como signo porque la
vida es semiosis: una ininterrumpida producción de signos creados sobre la base de
conocimientos previos (a su vez hechos por signos) y que dan acceso a una ilimitada
cadena de interpretaciones – interpretaciones que, en ciertos momentos, en ciertos
contextos, se vuelven interpretaciones establecidas en hábitos interpretativos,
convenciones, códigos y estereotipos que después reentran el circulo de la semiosis,
manteniéndose potencialmente abiertos a nuevas interpretaciones. De acuerdo con
esta concepción, el signo es esencialmente una remisión (‘de’ algo ‘a’ algo más – y
es definido cada vez como algo que está en lugar de algo más, en algún respecto o
desde algún punto de vista, de acuerdo con alguna elección pertinente. (El signo, de
hecho, puede ‘iluminar’ aquello por lo que está sólo selectivamente, seleccionando
sólo algunos de los aspectos del objeto)
Por tanto, el signo se basa en una relación triádica: está ‘en lugar de algo, en algún
respecto, por un pensamiento que lo interpreta’. En esta perspectiva todo puede
convertirse en el signo de algo. El carácter del signo es una función que, bajo ciertas
condiciones, puede asumirse como cualquier cosa. El concepto de “libertad”, por
ejemplo, puede ser considerado como signo, si en mi conciencia, está en lugar de una
serie de pensamientos en algún respecto – por ejemplo, limitado a la reflexión sobre
la libertad por algún prisionero de guerra. O una pieza musical puede ser un signo. El
213
himno nacional de Mamelli44, que con respecto al tema de la identidad nacional está
en lugar de “italiano” para los espectadores de un juego de fútbol. Las palabras son
obviamente signos; el término ‘semiotics’ para los hablantes del inglés, se percibe en
relación con la definición de disciplinas, en lugar de cierto conocimiento que estudia
los signos y el fenómeno de la significación. Ciertas formas de conducta pueden ser
signos, piense en el rango de gestos que se usan digamos para la sorpresa, la
interrogación o el cansancio.
Entonces, de acuerdo con la concepción de Peirce, asumida por Eco, los signos no
tienen un contenido o significado fijo, sino una identidad de proceso, contextual e
interpretativa. Ellos existen cuando un interpretante, (esto es, consecutivamente un
signo, y puede ser una regla abstracta que establece una norma, o un diagrama que
visualiza una relación, o una forma de conducta que, incluso sin tener una conexión
directa con el singo del que partió, es, sin embargo, una consecuencia – el ‘efecto’ –
de este) establece una correlación entre el objeto y el signo – un representamen, como
lo denomina Peirce. Si tenemos un animal rayado (objeto) y, por otra parte, la
palabra cebra (representamen) y nosotros no hablamos inglés, nosotros necesitamos
un tenterpretante para establecer que esa palabra de 5 letras ‘cebra’ sustituye al
extraño animal con rayas. Sólo de esta manera la palabra cebra se vuelve significante
para nosotros.
El interpretante, por tanto, puedes ser de varios tipos: un diccionario (que nos da una
definición correspondiente del animal sobre el que estamos pensando con la palabra
‘cebra’) o un dibujo que nos da el perfil de nuestro animal relativo alas cinco letras
que no conocíamos. No hay un número fijo o limitado de interpretantes.Son infinitos.
Cada uno selecciona un aspecto diferente del objeto y destaca una de sus cualidades
pertinentes. Si yo explico lo que es una cebra con ayuda de la definición del
diccionario, estoy captando determinadas cualidades genéricas; si uso un manual de
zoología, tendré una definición mucho más exacta (interpretante). Si a diferencia de
esto, estoy hablando con un niño haré un dibujo mostrando sus rayas negras y
blancas; si le enseño después un juguete blando (en comparación con el dibujo)
tendré un interpretante, que pondrá más énfasis en su parecido, digamos, con un
caballo. La cadena de interpretantes en infinita porque cada interpretante es, a su vez,
un signo y puede producir otro signo (si yo uso un dibujo para decir qué es una cebra
y después tengo que explicarlo con palabras, entonces estoy haciendo uso de otros
signos para explicar aquel signo), es por eso que, para Peirce, la semiosis no tiene
límites.
Bibliografia:
G. Bermello Lastra45
Toda rama de la ciencia opera con conceptos propios que son denominados con la
ayuda de términos. Es de suma importancia, tanto para la enseñanza de tales
conceptos como, en general, para una comunicación académicamente eficiente,
hacerlos “manejables” (comprensibles y utilizables). La claridad de los términos
utilizados y de su definición contribuye a su comprensión, tanto cuando son
presentados por un profesor en clase, como por el autor de un artículo o libro, o por
un ponente en un evento científico. Se hace necesario, además, evitar la homonimia
de términos, la cual puede provocar ambigüedad.
45
Gladys Bermello Lastra. Dra. en Ciencias Filológicas, Profesora Titular del Departamento de
asignaturas teóricas del ISP “E. J. Varona”.
218
Puesto que antes de dar a conocer el punto de vista propio es saludable ofrecer los
de otros, de manera que el alumno, el lector o cualquier otro auditorio tenga la
oportunidad de valorar las distintas ideas planteadas y decidir cuál ha de compartir,
comenzaremos por exponer sucintamente definiciones de categoría gramatical no
coincidentes (total o parcialmente) con la que se propondrá en este artículo.
Primeramente sería conveniente puntualizar que el término que nos ocupa no es
utilizado por muchos gramáticos que sí analizan los fenómenos que él mismo abarca,
que otros especialistas lo utilizan sin definir qué entienden por él, y que algunos lo
sustituyen por el de accidente gramatical, sin definir tampoco este.
Así, por ejemplo, las gramáticas editadas por la Real Academia Española, incluido
el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (1981), no utilizan el
término categoría gramatical, sino el de accidente, este último de forma ocasional y
sin ser definido.
la persona. Así, vemos que este autor hace referencia al binomio forma – contenido,
pero no plantea la importancia de la oposición.
presente, pretérito y futuro). Estas últimas pueden ser designadas con un término
propio, el de gramema, reconocido por muchos lingüistas como unidad mínima del
nivel gramatical.
Bibliografía:
Blokh, M. Ya. A Course in Theoretical English Grammar.- Moscow: Nauka, 1983.
Bondarko, A. V. Teoriya morfologicheskih kategorii .- Leningrad: Nauka, 1976 (En
ruso)
Downing, A. A University Course in English Grammar.-N.Y.: Prentice Hall, 1995.
Esbozo de una nueva gramática de la lengua española.- Madrid: Espasa-Calpe, 1981.
Gleason, H. A., Jr. An Introduction to Descriptive Linguistics.- N.Y.: Holt, Rinehart
& Winston,1951 .
Grammatika russkogo yazika.- Moskva: Nauka, 1960. (En ruso)
Grammatika sovremennogo russkogo yazika.- Moskva: Nauka, 1970. (En ruso)
Longman Dictionary of Language Teaching and Applied Linguistics.- London:
Longman, 1977.
Russkaya grammatika.- Moskva: Nauka, 1980. (En ruso)
224
A. Guitlitz
Pero la lexicología considera las palabras, no sólo como elementos sueltos, sino
también como unidades léxicas, como elementos del caudal léxico del idioma. A la
par con las palabras sueltas la lexicología estudia las combinaciones de palabras.
Surge, pues, el problema de que no sólo la palabra independiente, sino también una
combinación de palabras es capaz de dar nominación 48. Se trata del caso de un
referente.
palabra
referente
unidad fraseológica
47
Tomado de A. Guítlitz Curso de lexicología de la lengua española contemporánea, Moscú, 1974,
pp. 30-39.
48
La combinación de palabras es una nominación compleja. Cumple la misma función nominativa que
la palabra. V. V. Vinogradov. Idioma Ruso. Moscú – Leningrado, 1947
225
(combinación de palabras)
Es decir, se tiene en cuenta que un referente puede estar correlacionado no sólo con
una palabra o mejor dicho con un signo, sino con una combinación de signos. La
motivación de lo que es la palabra la encontramos en su significado de nominación.
Hay que tener en cuenta que el caudal fraseológico castellano, lo mismo que el de
otros idiomas, comprende cierta cantidad de locuciones estatales, cuyo significado no
corresponde a una palabra, sino a una frase completa y que proceden de proverbios,
aforismos, motes, etcétera. Pero su cantidad no es grande.
Recordemos una de nuestras tesis iniciales: las palabras conexivas (auxiliares) son
objeto de la gramática, no de la lexicología, se hará obvio el error del lustre
lingüística castellano.
49
Sería, quizás, más adecuado hablar de principio estructuro–funcional (Nota de A. Curbeira)
230
locuciones adjetivales: una comedia de cascabel gordo (...), una mujer de rompe y
rasga (...), un disgusto de padre y muy señor mío (...), etcétera: locuciones verbales:
dar bofetadas, poner de vuelta y media (insultar), subirse a la parra (encolerizarse) y
otros tipos por el estilo.
Una vez dada la clasificación, Julio Casares analiza con gran detalle todas las
variantes que se encuentran en cada categoría prestando a la vez suma atención a sus
funciones sintácticas.
Cada fraseólogo ha de prestar especial atención a los términos idiomático y fijo (...),
términos afines, según nuestro entender, ya que cualquier locución fija es idiomática.
que son estables sin ser idiomáticas, como por ejemplo (...) una y otra vez (...) hasta
cierto tiempo (...) tener a mano, etcétera.
En cambio, las locuciones fijas siempre son idiomáticas (más o menos), por
consiguiente, estables: (...) vino blanco (seco), (...) vino tinto (cubierto).
Ya hemos subrayado que los fraseologismos son conjuntos de una semántica que se
base en lo idiomático.1 Más los componentes de las unidades fraseológicas se los
puede y se los debe considerar como palabras, aunque específicamente empleadas.
Sus múltiples facetas pueden ser sometidas a un especial análisis; y así aparecen
1
Hay diferentes definiciones del término “idiomático”. Así A. I. Sinitnizki dice que la unidad es
idiomática cuando su significado no se deduce de la suma de los significados de sus componentes. I. A.
Melehuk formula una definición mucho más estrecha de este concepto. O. S.
232
A más específica en la lengua española son las locuciones verbales. Tales verbos
como dar, tener, ir, venir, poner, hacer y muchos otros forman numerosísimas
locuciones fijas.
Sobre ellas hemos de hablar con más detalle. No pueden ser consideradas como
fraseologismos absolutos, como verdaderas locuciones fijas, porque se emplean con
toda una serie de componentes formando distintas estructuras semánticas: por
ejemplo: tener a cuesta, tener lástima, tener vergüenza; dar a la luz, dar rabia, dar
vuelta; poner la mesa, poner a punto, poner cuidado, poner en marcha, poner en
duda, poner término, poner en claro; hacer caso, hacer burla, hacer añicos, hacer
fuego, etcétera.
W. Schmidt hace notar que tales verbos tienen en su estructura una variante léxico–
semántica bien específica, por lo cual forman ciertas combinaciones típicas textuales,
series enteras de locuciones verbales. Son unidades intermedias (...) entre los
fraseologismos auténticos y las locuciones sintácticas libres. Precisamente por eso
hay que considerarlas en la fraseología. Por ejemplo: tener la cabeza a pájaros, tener
vena de loco, cabeza de chorlito, tener visitas, tener a menos, tener a cuesta, tener
lástima, tener vergüenza; dar licencia, dar a la luz, dar rabia, dar a la calle, darse
prisa, dar vuelta, dar celos, dar una cita, dar crédito; hacer daño, hacer pedazos,
etcétera.
233
Véanse algunos ejemplos de las obras de J. Alera: “Con este y con que yo le dé
calabazas cuando salga del convento, está Ud. Aviado–, terminaba diciendo”.
“Cuando no iba a casa de Anguita... me agradaba dar vueltas por la ciudad en espera
de las once”. “A tiempo de salir, le dije muchas gracias, don Sabino, y cuente Ud.
Conmigo, que tendré gusto en demostrarle mi gratitud.” “Por fortuna la vaca no le
hizo daño ni caso.” Y más ejemplos de las obras de oros autores españoles: “...como
no entiendo me dan ganas de reír.”; “...me echan unas miradas como si fueran dos
gatos rabiosos.” (F. García Lorca); “Cuando se levantó, le hizo asquitos al mar. Le
daba reparo hasta el mirarlo.” (Juan Antonio de Zunzunegui); “El sol color naranja
alumbraba la escena sin darle una importancia mayor.” (José Cela); “Eso quieren;
pero no me hace gracia.” (Pío Baroja y Nessi); “Sólo a duras penas pudieron abrirse
paso entre la gente...” (T. Lucas de Tena).
A veces las locuciones de este tipo parecen una oración. Por ejemplo: beber los
vientos por una cosa o por una persona (solicitarla con toda la diligencia posible); ir
a gusto en el machito estar satisfecho); Pepe y su novia están de monos (están
reñidos), etc.
sino también forma los fraseologismos puramente sustantivales,1 del tipo siguiente;
de bote en bote, a la cala y cata, de un tirón, a medios pelos, a boca de noche, al
cabo y la postre, de buena gana, con pelos y señales, en paces y otras. Por ejemplo:
“Los invasores de España irrumpen en Francia, y se encuentran otra vez, cara a cara,
con el Asturias...” (Jesús Izcaray); “Y sólo de trecho en trecho alguna cara triste...”;
“De noche, soñando, hablando a gritos...” (Pío Baroja y Nessi); “Perico abrió una
sonrisa de oreja a oreja.” (T. Luca de Tena).
Dando fin a esta breve reseña podemos decir que el objeto principal de la
fraseología lo constituyen las unidades de contexto invariable. Precisamente tales
locuciones entran en el fondo fraseológico de la lengua.
1
Cuando tratamos los fraseologismos formados por sustantivos, lo hacemos desde el punto de vista
formal, de su estructura, desatendiendo su función en la frase.
235
J. CASARES
LAS LOCUCIONES.50
Concepto de la locución
En una de las primeras lecciones de este curso se utilizó el término sintagma para
designar ciertas combinaciones de vocablos que ofrecen sentido unitario y una
disposición formal inalterable. Ya entonces se formuló la reserva de que este término
era poco satisfactorio a consecuencia de las acepciones dispares que ha ido
asumiendo; y como ahora ha llegado el momento de estudiar con alguna extensión
aquellas combinaciones, hemos de buscarles un nombre que no se preste a
anfibología, por lo menos en el contexto de las consideraciones que vamos a exponer.
Y ese nombre puede ser el de “locución”, si antes se nos permite precisar su
significado, a fin de que resulte un término unívoco. Para ello empezaremos por
descartar varias acepciones corrientes que son ajenas a nuestro propósito. Locución,
en efecto, según el Diccionario, equivale primeramente a “modo de hablar” y después
a “frase”. Se trata de acepciones generales, como las que vemos en oración”,
“nombre”, etc., antes de llegar a la acepción restringida, específica y técnica que, en
nuestro caso, es la tercera y dice así: “Conjunto de dos o más palabras que no forman
50
Tomado de Antología de la Lexicología Española. Bajo la redacción de M. M. Varónina. Ed.
Viszhaya Shkola, Kiev, 1977 pp. 112 – 117
236
oración perfecta o cabal; como, por ejemplo, los modos adverbiales. “No va delante,
como debiera, la abreviatura de Gram., pero es notorio que esta definición
corresponde al lenguaje de los gramáticos.
Sus características
categorías? Ya hemos visto que sí, y esto nos lleva a desear que algún día se acometa
a fondo un estudio gramatical de las locuciones, para no hablar del, ahora del aspecto
etimológico, semántico y estilístico del problema. No nos comprometemos,
entiéndase bien a emprender aquí ese estudio que se echa de menos, si bien, para
nuestro propósito limitado y concreto, tendremos que desflorar ciertas cuestiones a
fin de que podamos entendernos. A este efecto empezaremos por fijar nuestro
concepto de locución, tal como se desprende de las observaciones anteriores.
Proyecto de definición
1
“Consabido” quiere decir que el sentido de que se trata es familiar a la comunidad lingüística.
239
Como veremos enseguida, las locuciones pueden ser de muy varia índole, bien sea
por su estructura, por su contenido o por su función. Empezaremos por diferenciar
las que constan de uno o más elementos significantes y las que carecen de ellos. En
todos los ejemplos anteriores existen palabras –noche, oscura, tocino, gato, etc. – a
las que corresponde una representación mental, una idea, un concepto, aunque no sea
el mismo que tienen normalmente fuera de las locuciones citadas. A esta clase de
locuciones las llamaremos en lo sucesivo conceptuales o significantes. Otras
locuciones, por el contrario, están formadas con voces o partículas vacías de
contenido semántico: v. gr., con tal que. Estas tres palabras, que juntas equivalen a
una conjunción condicional, no significan cosa alguna por sí mismas y sólo sirven de
enlace para poner en relación oraciones o vocablos significantes. Las locuciones de
este tipo, como son las conjuntivas y prepositivas, las agruparemos bajo la
denominación de conexivas porque su humilde oficio se reduce a establecer un nexo
sintáctico.
S. Ullmann
51
CAPITULO 2
51
Tomado de: Semántica: Introducción a la ciencia del significado. Ed. Aguiar, España
52
“Y así la Palabra tuvo aliento, y forjó con manos humanas el credo de los credos en la belleza de
las obras perfectas, más fuerte que todo pensamiento poético.”
53
Véase anteriormerte, pág. 16.
54
Véase H.WEINRICH, “Münze und Wort, Untersuchungen an einem Bildfeld”, Romanica.
Festschrift für Gerhard Rohlfs, Halle a. S., 1958, págs. 508-21.
55
“... licuit semperque licebil Signatum praesente nota producere nomen.” (Ars Poetica, vs. 58 y sgs.)
242
civilización; los indios kwakiutl, de la isla de Vancouver, tienen un símil notable: “las
palabras del habla hieren a los huéspedes, como una lanza hiere la caza o como los
rayos del sdol hieren la tierra”56. En Much Ado About Nothing, Benedicto dice de
Beatriz: “Habla puñales y cada palabra suya es un golpe” (Acto 11, escena 1) 57, y
Oscar Wilde se refiere a las palabras que cortan el aire como una daga (Dorian Grey,
cap. 5). Tenemos una variación del tema de las armas cuando Swift habla de la
“artillería de las palabras” (*Ode to Sancroft), o Emerson de “palabras tan duras
como balas de cañón” (*Essays II), y una versión todavía más moderna en
expresiones corrientes como una “andanada” o una “cortina de humo” de palabras.
Lors nous jecta sus le tillac pleines mains de paroles gelées, et sembloient
dragée perlée de diverses couleurs. Nous y vismes des mots de gueule, des mots de
sinople, des mots d’azur, des mots dorés. Lesquels estre quelque peu eschauffés entre
nos mains fondoient comme neiges, et les oyons réalement59.
56
F. BOAS. “Metaphorical Expressions in the Language of the Kwakiutl Indians.”, en Donum
Natalicium Schrijnen, Nijmegen-Utrecht, 1929, págs. 147-53.
57
SHAKESPEARE, Obras completas, trad. Astrana Marín, 10 a ed., Aguilar, Ma- drid. 1951, pág.
1158.
58
“La Fantasía ojialegre, revoloteando, esparce de su pintada urna pensamientos que alientan y
palabras que arden”.
59
“Entonces nos arrojó sobre la tilla manojos de palabras heladas, y parecían grageas perladas de
diversos colores. Vimos allí palabras de gules, palabras de sinople, palabras de azur, palabras
doradas, las cuales al calentarse un poco entre nuestras manos se fundían como nieve, y las oíamos
realmente”. (Quart Livre, cap. 56.).
243
Proust habla repetidamente de palabras que forman una costra y obstruyen los
canales de nuestra vida interior, mientras que otras, “ligeras, fluidas y respirables”,
circulan libremente en nuestro sis- tema 60. De esta extraña química de la palabra solo
hay un paso a lo que Rimbaud llamó su “alquimia” 61. Este escritor abrigaba la
esperanza de que podría “inventar un lenguaje poético que fuese un día accesible a
todos los sentidos”. Maupassant ha hablado de la luz que algunas palabras emiten
cuando entran en contacto con otras, y en nuestro propio tiempo el novelista Jean
Giono ha descrito la palabra como algo que apela a todos nuestros sentidos, algo que
tiene un peso, una luz y un gusto propios62.
La fascinación que poseen las palabras para el escritor creador explica el hábito de
personificarlas y visualizarlas como animales o seres humanos. Ya hemos visto que
Horacio las comparaba con los pájaros, y Shelley, en una vena más siniestra, con una
nube de serpientes aladas (págs. 11 y 48). A Milton se le aparecían como “ágiles y
63
aéreos servidores girando en derredor a nuestro mandato” (*Apology for
Smectymnus), y en David Copperfield Dickens trazó un cuadro similar de un “grande
y superfluo establecimiento de palabras” que nos sirven como criados de librea en
una ocasión de gran ceremonia64. La suprema forma de personificación es alcanzada
en el poema de Víctor Hugo, Réponse á un acte d'accusation. Suite, en donde un
crescendo de imágenes casi surrealistas nos conduce a una verdadera apoteosis de la
Palabra. Entre las innumerables maneras como aparece la palabra en este poema hay
algunas metáforas animales perturbadoras: las palabras bullen en enjambres en
nuestra mente, abren sus manos, garras y alas, se mueven como pólipos negros en el
océano del pensamiento o se arrastran como serpientes monstruosas, devorándolo
60
Véase mi Style in the French Novel, pág. 202.
61
Cf. la sección “Alchimie du verbe”, en Une saison en enfer.
62
“Antes de escribir una palabra, yo la gusto como un cocinero gusta el producto que va a poner en su
salsa; la examino a la luz como un decorador examina un jarrón chino que quiere hacer resaltar; la
peso como un químico que vierte en una probeta un cuerpo que puede hacer volar todo, y no empleo
más que palabras de las que sé el sabor íntimo y la potencia de evocación y de resonancia.” (Cf. Style
in the French Novel, pág. 228, n. 3.).
63
“Nimble and airy servitors tripping about us at command.”
64
“Large superfluous establishment of words.” Cap. 52. pág. 707. de la ed. Everyman. Cf.
JESPERSEN, Growth and Structure of the English Language, 6.a ed., Leipzig. 1930. pág, 126.
244
mientras que otras, en una paráfrasis poética del Génesis, celebra en su potencia
cósmica y su fuerza creadora:
El poema culmina en un fortissimo que ya ha sido citado (pág. 6): seis poderosas
imágenes estallan en un solo verso y son seguidas por una proclamación triunfante
que tiene ecos de las palabras del Evangelio:
Hasta la gente que normalmente no piensa mucho acerca de las palabras puede
apreciarlas fácilmente. Esto se halla confirmado por ciertas observaciones hechas por
el fallecido Edward Sapir sobre el habla de los indios americanos: “El indio
ingenuo”, escribe, “completamente desacostumbrado al concepto de la palabra
escrita, no tiene, sin embargo, ninguna dificultad seria en dictar un texto a un
erudito lingüista palabra por palabra; tiende, por supuesto, a juntar sus palabras
como en el habla real, pero si se le hace parar y se le da a entender lo que se desea,
66
OGDEN-RICHARDS, op. cit., pág. 96.
67
Véanse especialmente S. CHASE, The Tyrany of Words, ed. Londres, 1938; íd., The Power of
Words, ed. Londres, 1955; T. T. SEGERSTEDT, Die Macht des Wortes, trad. Alemana, Zurich, 1947.
246
prontamente puede aislar las palabras en cuanto tales, repitiéndolas como unidades”
(op. cit., págs. 33 y sgs.). Esta apreciación potencial de las palabras se aguzará
naturalmente con la instrucción; de hecho, se ha sugerido que una palabra podría
definirse como "un segmento de una oración limitada por puntos sucesivos en el que
es posible una pausa"68.
En el fluir del habla, las palabras individuales rara vez se destacan corno unidades
fonéticas. Dos o más palabras pueden combinarse en un solo grupo fónico, sin
interrupción, y dentro de estos grupos, las palabras pueden perder su énfasis e incluso
quedar mutiladas y unidas. En francés, este proceso de encaje y de pérdida de énfasis
puede conducir a veces a la ambigüedad, como en el retruécano atribuido a Luis
XVIII en su lecho de muerte: “Allons, finissons-en, charlatans”70, en donde la última
palabra puede también interpretarse como “Charles attend” 71. En un pareado de Marc
Monnier, citado con frecuencia, los dos versos son fonéticamente idénticos, aunque
están constituidos por palabras enteramente diferentes:
68
HOCKETT, op. cit., pág. 167
69
Cf. A. MIRAMBEL, “Essai sur la notion de conscience linguistique”, Journal de Psychologie, IV
(1958), págs. 266-301
70
“Vamos, acabemos, charlatanes.”
71
“Carlos espera”, una referencia al futuro Carlos X, hermano de Luis XVIII y heredero del trono.
247
72
“Gal, amante de la reina, marchó, gesto magnánimo, galantemente de la Arena a la Torre Magna en
Nimes.”
73
HOCKETT, op. cit., págs. 287 y sgs., considera la “reconfiguración” como un caso especial de la
“reinterpretación” o “metanálisis”. Cf. JESPESEN, Language its Nature, Development and Origin,
Londres, reimp, 1934, pág. 173
74
Cf., en cambio, el término español naranja y el húngaro naranes, en los que se ha conservado la n-.
248
marchand d’ail, “vendedor de ajos”, ya que esta prenda era popular entre los
verduleros del Mercado Central de París (Bloch-Wartburg).
Resulta claro de lo que precede que las palabras individuales no son tratadas
normalmente como unidades fonéticas en el habla. Surge ahora la cuestión de si
deberían ser consideradas como unidades fonológicas en la lengua. Hace un cuarto de
siglo, K. Bühler sugirió que las palabras tienen un “sello fonemático” distintivo 77, y
75
Esto ya fue reconocido por el gramático del siglo XVII Vaugelas; cf. J. ORR. Words and Sounds in
English and French, Oxford, 1953, pág. 138.
76
BLOOMFIELD, Language, pág. 188.
77
Op. cit., págs. 297 y sgs. Véanse sobre estos problemas REICHLING, ROSETTI y TRUBETZKOY,
op. cit.; CH. BALLY, Linguistique générale et linguistique française, 3a ed., Berna, 1950, págs. 320 y
sgs., y artículos por B. COLLINDER (Språkvetenskapliga Sällskapets in U psala Förhandlingar, 1937-
39, págs. 63-75), P. DELATTRE (Le Français Moderne VIII (1940), págs. 47-56), H. GALTON
(Archivum Linguisticum, VII (1955), págs. 123-39). A. W. DE GROOT (Neophilologus, XXIV (1939),
249
1) Acento. —En las lenguas con acento fijo, este no tendrá evidentemente ninguna
función distintiva (ver más arriba, págs. 28 y sgs.), sino que actuará meramente como
un “signo delimitativo" que manifiesta dónde empieza o dónde termina una palabra.
En finés, húngaro y en checo todas las palabras están acentuadas en la primera sílaba,
en polaco en la penúltima, y en francés —en la medida en que existe en todo caso un
acento independiente— en la última sílaba. Las reglas latinas de acentuación son más
complejas, pero en tanto que hay reglas generales, el acento puede estimarse como
una indicación de las fronteras de las palabras.
81
Puede haber incluso tres variantes, una con una vocal velar, otra con una vocal patatal cerrada y la
tercera con una vocal patatal abierta: en húngaro, ajtó, “puerta” —ajtóhoz, “hacia la puerta”; tüz,
“fuego” —tuzhöz, “hacia el fuego”; víz, “agua” —vízhez, “hacia el agua”.
251
Resultará claro así que las lenguas tienen sus medios propios, algunos muy
enérgicos, otros más discretos, para mostrar la unidad de la palabra en el plano
fonológico, independientemente de lo que pueda acontecerle en el plano fonético, en
la fluencia efectiva del habla.
82
Véanse A. MEILLET, “Le caractère concret du mot”, op. cit., II, págs. 9-13, y P. NAERT,
“Réflexions sur le caractère concret du mot dans les langues anciennes et dans les langues modernes”,
Acta Linguistica, II (1940-41), págs. 185-91. no existe en estado abstracto, como una pura designación
de la cosa que representa: hay annus, nominativo singular; annum, acusativo singular; annorum,
genitivo plural, etc., pero no hay ninguna forma particular que denote la idea de “año” en cuanto tal,
sin especificar su función en la oración. En este sentido, la palabra latina es concreta, es decir,
gramaticalmente determinada, mientras que el francés an o el inglés year son abstractas,
gramaticalmente neutrales hasta que son colocadas en una expresión específica.
83
Véase: ROBINS, Ancient and Mediaeval Grammatical Theory, págs. 19 y sgs.; cf. anteriormente,
pág. 5.
84
Oxford, 1892, vol. 1, págs. 22 y sgs.
252
Es obvio que las palabras de la primera columna tienen algún significado aun
cuando aparezcan aisladas, tal como ocurre en esta página, mientras que las de la
segunda columna no tienen significado propio independiente: son elementos
gramaticales que contribuirán al significado de la frase o de la oración cuando se usen
en conjunción con otras palabras85. Como diría una moderna escuela de pensamiento,
las palabras plenas son “autosemánticas”, significativas en sí mismas, en tanto que los
artículos, preposiciones, conjunciones, pronombres, adverbios pronominales y
similares son “sinsemánticas”, es decir, significativas solo cuando se encuentran en
compañía de otras palabras86.
85
Por esto Aristóteles las denominó ó, “conjunciones”, dando a este término una
significación mucho más amplia que aquella en la que lo usamos hoy.
86
Esta distinción fue propuesta primero por A. Marty y desarrollada posteriormente por O. Funke;
véanse más recientemente las Proceedings of the Seventh Internacional Congress of Linguists, págs.
252 y sgs. Cf. B. TRNK, Omagiu lui Al. Graur, Bucarest, 1960, págs. 761-3.
253
afinidad entre las inflexiones y las palabras-formas distingue a las últimas de una
manera muy definida de las palabras ordinarias.
La diferencia entre los dos tipos de palabras puede también ponerse de relieve en el
orden de las palabras. En francés, el pronombre personal átono puede estar separado
de su verbo por una o mas palabras-formas, pero nunca por una palabra plena: je
crois, “yo creo”; je ne le crois pas, “yo no lo creo”; je n’y crois pas, “yo no creo en
ello”. La estructura inglesa es muy diferente de la francesa a este respecto: “I rarely
see HIM”—je LE vois rarement [yo lo veo raramente].
this thing: that thing: the thing [esta cosa: esa cosa: la cosa]
255
87
Language, pág. 179.
88
J. VENDRYES en “Meillet”, op. cit., vol. I, pág. 17; cf. BALLY, op. cit., pág. 301.
256
en este argumento; pero sería erróneo equiparar las palabras-formas del inglés o del
francés con las terminaciones inflexionales del latín. Existen dos diferencias
importantes. En primer lugar, las palabras-formas inglesas y francesas son separables
de los términos que modifican, mientras que las inflexiones latinas no lo son 89. Así,
puede colocarse un adjetivo entre el artículo y el nombre: “à la soeur—à la jolie
soeur”, “to the sister—to the pretty sister” [a la hermana—a la linda hermana],
mientras que el dativo singular latino sorori es una unidad indivisible. Análogamente,
los pronombres personales sujetos pueden separarse de su verbo en inglés y en
francés (ver más arriba, págs. 52-53), pero en latín nada puede intercalarse entre el
tema verbal y la desinencia. En segundo lugar, algunos pronombres personales
sujetos son inversibles en inglés y en francés: “il dit—dit-il”, “he says—says he” [él
dice—dice él], en tanto que en latín las terminaciones inflexionales nunca pueden
invertirse. Resulta así sobradamente claro que las palabras-formas inglesas y
francesas no son equivalentes a las inflexiones latinas y que tienen mucha más
independencia que estas.
notwithstanding, usados como preposiciones (“considering his age” = “in view of...”
[en vista de su edad], “notwithstanding his resistance” = “despite...” [a pesar de su
resistencia]), parecen hallarse a horcajadas sobre la línea de demarcación: en lo que
atañe a su función, son palabras-formas, pero, gracias a su conexión con los verbos
consider [considerar] y withstand [oponer], conservan algo de la autonomía
semántica de las palabras plenas. Un caso interesante es el de algunos participios
pasados franceses, tales como compris, “incluido”; vu, “visto”, etc., que, cuando se
usan preposicionalmente, no concuerdan en número y género con el nombre que los
sigue: “compris quelques réponses”, “incluido algunas respuestas” (en lugar de
comprises), “vu sa charge énorme”, “visto su carga enorme” (en vez de vue)91. Esta
falta de concordancia muestra claramente han de estimarse como palabras-formas,
pero una vez más conservan algo de su condición semántica independiente a causa de
su asociación con sus verbos.
91
Cf. M. GREVISSE, Le bon usage, 7.a ed., Gembloux-París, 1959, págs. 692 y sgs.
258
“Cuando yo uso una palabra”, dijo Humpty Dumpty en Alicia en el País de las
Maravillas, “esta significa justamente lo que yo quiero que signifique—ni más ni
menos”. Algunos lingüistas, en su anhelo por subrayar la importancia del contexto y
por demoler la creencia de que hay un significado “propio” inherente a cada palabra,
van casi tan lejos como Humpty Dumpty en sus afirmaciones dogmáticas.
Declaraciones como la de que “le mot n’est que par le contexte et n’est rien par lui-
nême”92 que se oyen con frecuencia en nuestros días, no son ni exactas ni realistas.
Aunque es perfectamente cierto, e incluso una perogrullada, que las palabras se
encuentran casi siempre encastradas en contextos específicos, hay casos en que un
término subsiste enteramente por sí mismo, sin ningún apoyo contextual, y todavía
tendrá sentido. Un título de una sola palabra, tal como Resurrección, de Tolstoy;
Espectros, de lbsen, o Persuasión, de Jane Austen, puede estar poderosamente
cargado de significado y hasta títulos tan elípticos como If [Si], de Kipling, y Nothing
[Nada], de Henry Green, evocarán alguna suerte de idea. En la vida diaria uno se
pregunta a menudo: “¿Qué significa tal o cual palabra”, o “¿Cómo dirías tal o cual
palabra en francés?”, y si bien en algunos casos es difícil o incluso imposible
contestar, en otros puede hacerse así sin un momento de vacilación; nadie que sepa
francés tendrá ninguna dificultad en dar el equivalente de un adjetivo como amarillo;
de un verbo como escribir, de un nombre concreto como lápiz, o de un nombre
abstracto como igualdad. Si las palabras no tuvieran significado fuera de los
92
La palabra no existe más que por el contexto y no es nada por sí misma.” (ROSETTI, op. cit., pág.
38.) Sobre este problema. véase ahora T. SLAMA-CAZACU, Langage et contexte, La Haya, 1961,
esp. parte II, cap. 3. Cf. también L. ANTAL, “Sign Meaning and Context”, Lingua, XI (1961), págs.
211-19.
259
contextos sería imposible compilar un diccionario. “No hay escape ante el hecho”,
escribe un eminente semántico, “de que las palabras particulares tienen significados
más o menos permanentes, de que se refieren realmente a ciertos referentes y no a
otros, y de que esta característica es la base indispensable de toda comunicación”93.
Esto es solo sentido común, y ha sido confirmado recientemente por datos
experimentales. Una serie de pruebas destinadas a estudiar la influencia del contexto
ha mostrado que hay usualmente en cada palabra un sólido núcleo de significación
que es relativamente estable y que solo puede ser modificado por el contexto dentro
de ciertos límites94.
El alcance del término “contexto” ha sido ampliado en varias direcciones 97. Incluso
el contexto estrictamente verbal ya no está restringido a lo que precede y sigue
inmediatamente, sino que puede abarcar todo el pasaje, y a veces el libro entero, en
que se encuentra la palabra. Esta tendencia es particularmente notable en la crítica
93
STERN, op. cit., pág. 85.
94
T. CAZACU, “Le principe de l’adaptation au contexte”. Revue de Linguistique, I (1956), págs. 79-
118, esp. págs. 93 y sgs. (Editions de l’Académie de la République Populaire Roumaine.)
95
Op. cit., París, ed 1946, pág. 126; cf. BRÉAL, op. cit., 6.a ed., París 1924, págs. 145 y sgs., y J.
STÖCKLEIN, Bedeutungswandel der Wörter, Munich. 1898.
96
Cf. J. R. FIRTH, Papers in Linguistics, Londres, 1957, pág. 7.
97
Cf. I. A. RICHARDS, The Plilosophy of Rhetoric, Nueva York, 1936, páginas 32 y sgs.
260
Además del contexto verbal, el lingüista debe también prestar atención al llamado
“contexto de situación”, que ya ha sido mencionado brevemente (pág. 37). Este útil
concepto fue introducido en la lingüística por el antropólogo Bronislaw Malinowski,
quien lo derivó de sus trabajos experimentales sobre la lengua y la cultura de los
habitantes de la isla Trobriand, en el Pacífico Sur 99. Significa, en primer lugar, la
situación efectiva en que se encuentra una expresión, pero conduce a una visión
todavía más amplia del contexto que abraza el fondo cultural entero frente al cual ha
de colocarse un acto de hablar.
“La concepción del contexto”, escribe Malinowski, “debe rebasar los límites de la
mera lingüística y trasladarse al análisis de las condiciones generales bajo las
cuales se habla una lengua... El estu- dio de cualquier lengua, hablada por un
pueblo que vive en condiciones diferentes de las nuestras y que posee diferente
cultura, debe llevarse a cabo en conjunción con el estudio de su cultura y de su
medio ambiente” (op. cit., pág. 306).
contexto cultural del período. El vocablo latino rex no es un equivalente exacto del
inglés king o del francés roi, desde el derrocamiento de la monarquía en los primeros
tiempos de la historia romana, adquirió una connotación nefanda y se convirtió en el
símbolo de la tiranía: “después de la expulsión de Tarquino el pueblo romano no
podía tolerar el oír la palabra rey”, escribe Cicerón en De re publica (Lewis and
Short). El contexto cultural es más apropiado aún para una comprensión cabal de las
llamadas “palabras-claves”100, que compendian los ideales de una civilización
particular: el ó 101
de la antigua Grecia, el cortegiano del Renacimiento
italiano, el honnête homme de la Francia del siglo XVII102, y sobre todo el gentleman
inglés103. Este último ha sobrevivido a sus réplicas continentales, pero ha habido
sutiles alteraciones de énfasis y cambios de implicación y de matiz, como puede
medirse comparando los pasajes siguientes:
a la anciana señora que reinaba en la época de la guerra bóer, o a otra etapa cualquiera
de los ochenta y dos años de su vida. Otro factor que depende en gran medida del
contexto es el lado emotivo del significado de las palabras. En principio,
prácticamente cualquier término puede adquirir tonos emotivos en un contexto
conveniente; a la inversa, incluso palabras con una fuerte carga emotiva pueden ser
empleadas en ocasiones de una manera puramente objetiva. Home, por ejemplo, es
una de las grandes palabras emocionales de la lengua, y se usa en tal sentido en
muchos contextos (“Home, sweet home” [Hogar, dulce hogar] ; * “England, home
and beauty” [Inglaterra, patria y belleza]; * “Home is the sailor, home from the sea”
[En su casa está el marinero, en su casa desde el mar], etc.), pero está desprovista de
toda emoción en Home Office [Oficina de asuntos interiores] o en B. B. C. Home
Service [Servicio nacional de la radiodifusión británica].
Otro tipo de ambigüedad que solo el contexto disipará se encuentra en vocablos que
pertenecen a más de una clase de palabras. Esto es particularmente común en inglés,
en donde las palabras pueden pasar libremente —por un proceso conocido como
“conversión” —de una clase a otra. Ya hemos visto (pág. 55) que la palabra down
109
H. WISSEMAN, “Erlebte and abstrahierte Wortbedentung”, Sybaris-Festchrift H. Krahe, 1958,
págs. 195-202: pág. 201.
264
puede pertenecer a no menos de cinco partes de la oración. Aquí también hay, sin
duda, una jerarquía de funciones: fire [fuego] es primariamente un nombre, aunque
cabe usarlo como un verbo; have [haber] es primordialmente un verbo, si bien se
convierte en nombre en “the haves and the have-nots”; savage [salvaje], que
normalmente es adjetivo o nombre, se emplea a veces como verbo: “he was savaged
by his horse” [fue maltratado por su caballo]. La conversión puede transformarse
también en un artificio estilístico, como en “it out-herods Herod” [supera a Herodes],
de Shakespeare; “but me no buts” [excepto yo, ningún pero], de Sir Walter Scott
(NED), o “feel- of- primrose hands” [manos hechas a tocar primaveras], de Gerard
Manley Hopkins (The Habit of Perfection).
El papel del contexto es más esencial aún en el caso de los homónimos. Carecería
evidentemente de sentido pedir a alguien que encuentre el equivalente de la palabra
inglesa sole en un idioma extranjero; primero habría que especificar a cuál de los tres
soles se refiere: al adjetivo [“solo”], al pez [“lenguado”] o a la suela del zapato —por
no mencionar soul [“alma”] que, aunque se escribe de distinta manera, se pronuncia
igual. El equívoco shakespeariano:
Resulta claro así que la influencia del contexto es sumamente variable: difiere de
una palabra a otra y de una lengua a otra. Los idiomas infectados de homónimos, por
ejemplo, contarán ampliamente con el contexto para desvanecer esta forma particular
de ambigüedad. La frecuencia de la conversión en el inglés aumenta la importancia
del contexto en esta lengua. Cierto número de factores que gobiernan el papel del
110
“No es en tu suela, sino en tu alma, áspero judío, donde sacas filo a tu cuchillo.” SHAKESPEARE,
Obras completas, 10.a ed., Madrid, Aguilar, 1951, pág. 1082.
265
S. Ullmann
CAPÍTULO 7111
AMBIGÜEDAD
111
Tomado de S. Ullmann. Semántica: Introducción a la ciencia del significado. Ed. Aguiar, España
112
W. EMPSON, Seven Types of Ambiguity. 2.a ed., Londres, 1949
266
a) Muchas formas gramaticales, tanto libres como ligadas (véase anteriormente, pág.
32), son ambiguas. Algunos prefijos y sufijos tienen más de un significado, y esto, en
ocasiones, puede crear malentendidos. El sufijo -able no significa lo mismo en
desirable [deseable] o readable [legible] que en eatable [comestible], knowable
[conocible], debatable [debatible]; esta ambigüedad condujo a J. S. Mill a un análisis
erróneo del adjetivo desirable como si fuese lícito equipararlo con knowable y
formaciones similares114. Hay también prefijos y sufijos homónimos. El prefijo in-,
que significa “en, dentro, hacia, sobre” (v. gr., indent [endentar], inborn [innato],
inbreeding [engendramiento], inflame [inflamar]), tiene un homónimo en el prefijo
in-, que express negación o privación (v. gr., inappropriate [inapropiado],
inexperienced [inexperimentado], inconclusive [inconcluyente]). Aunque los dos
113
Véase: E. R. WILLIAMS “The Conflict of Homonyms in English”, Yale Studies in English, 100
(1944), págs. 47 y sgs.
114
Cf. OGDEN Y RICHARDS, op. cit., pág. 133.
267
Las desinencias inflexionales también pueden ser ambiguas; en el latín las formas
del nominativo y del acusativo de todos los neutros son idénticas, e igualmente los
son todos los dativos y ablativos plurales. En el habla efectiva, semejante homonimia
rara vez conducirá a la confusión, pero hay casos en que así ha sucedido. Cuando, en
el latín vulgar, la -b- entre dos vocales llegó a pronunciarse del mismo modo que la
-v-, un futuro como amabit “amará” se volvió indistinguible del perfecto del mismo
verbo: amavit “ha amado”. Esta confusión fue sin duda una de las principales razones
para la desaparición del antiguo tiempo de futuro en las lenguas romances, la mayoría
de las cuales lo ha sustituido por la combinación: infinitivo + “haber”: amare habet >
francés aimera.
Incluso las lenguas que han reducido u obliterado las terminaciones casuales
tienden a tener formas distintas para el singular y el plural. Con todo, hay muchos
ejemplos en que las dos formas son idénticas: el vocablo latino dies “día - días”, el
francés temps “tiempo – tiempos”, el alemán Dichter “poeta – poetas”, etc.
115
Cf. JESPERSEN, Growth and Structure, pág. 130. Sobre la homonimia gramatical, véase
recientemente S. STATI, Probleme de linguictică generală, vol. II, Bucarest, 1960, págs. 125-42
116
“Hasta las cimas heladas de Los Alpes o de cualquier otro terreno inhabitable donde jamás haya
osado poner la planta el inglés.” SHAKESPEAPE, Obras completas, 10.a ed., Madrid. Aguilar, 1951,
pág. 360.
117
“Aunque esta isla parece desierta, ...inhabitable y casi inaccesible...” Ibíd., página 2038.
268
118
R. MENÉNDEZ PIDAL, Manual de gramática histórica española, 5.a ed., Madrid, 1934, pág. 177
119
Del griego amphi, “a ambos lados”, y ballein, “arrojar”. La forma anfibolia también se usa.
120
Op. cit., pág. 152.
269
tranquilizada”121. Los defensores del infinitivo escindido arguyen que a veces ayuda
este a eludir tales ambigüedades. Así, la oración: “A vicious back-hander, which I
failed to entirely avoid” [un viciado contratiempo, que fracasé en evitar enteramente]
pone de manifiesto que no logré totalmente el evitarlo, mientras que la construcción
alternativa: “I failed entirely to avoid” [fracasé enteramente en evitarlo] podría
significar también un fracaso completo122.
3) El tipo de ambigüedad más importante con mucho, y el único del que se ocupa el
presente capítulo, es el debido a factores léxicos. En incontables casos, más de un
sentido estará asociado con el mismo nombre, según el diagrama dado en la pág. 71.
S1 s2 s3
121
4 Cf. BALLY, Linguistique générale et linguistique française, pág. 26.
122
Véase JESPERSEN, Essentials o/ English Grammar, Londres, 1933, pág. 346.
123
SHAKESPEARE, Obras completas. 10.a ed., Madrid, Aguilar, 1951, pág. 1342.
270
a) La misma palabra puede tener dos o más significados distintos. Esta situación se
conoce desde Bréal como polisemia124. El nombre board, por ejemplo, puede
significar una plancha delgada, una tablilla, una mesa, la comida servida en la mesa,
las personas que se sientan a la mesa de un Consejo y otras varias cosas.
Normalmente, solo uno de ellos se ajustará a un contexto dado, pero ocasionalmente
puede haber cierta confusión en las mentes del pueblo, como cuando Oliver Twist, a
quien Bumble había mandado que se inclinase ante la junta, “no viendo ninguna
junta, sino la mesa, afortunadamente se inclinó ante esta”125.
Hay que advertir que tanto la polisemia como la homonimia pueden ir acompañadas
de diferencias sintácticas. Cuando una palabra pertenece a varias partes de la
oracióncomo, por ejemplo, double, que puede ser adjetivo [doble, doblado],
adverbio [dos veces], verbo [doblar, duplicar] y nombre [doblez, duplo]estos usos
diferirán no solo en el significado, sino en la función gramatical. Los homónimos
pueden proceder, asimismo, de diversas clases de palabras: grave [grave] (adjetivo)
grave [sepultura] (nombre); bear [oso] (nombre) bear [cargar, soportar]
124
Op. cit., pág. 144; del griego polys “muchos” + sēmeion “signo”.
125
“Seeing no board but the table, fortunately bowed to that.” Ed. Chapman and Hall, cap. 2, pág. 12;
cf. el NED.
271
(verbo); en francés sang “sangre” sans “sin” cent “ciento” (il) sent “(él)
siente”.
I. POLISEMIA
1. Fuentes
La polisemia es un rasgo fundamental del habla humana, que puede surgir de una
multiplicidad de maneras. Me limitaré al examen de cinco fuentes, cuatro de ellas
nativas, la quinta implicando la influencia de una lengua extranjera.
monografía publicada hace unos años126. Tomando uno de sus ejemplos más sencillos
el adjetivo handsome ha sido usado, en el curso de la historia, en los siguientes
sentidos, agrupados según el nombre a que se refieren:
Personas:
1. Apto, diestro, experto.
2. Propio, adecuado, decente.
3. Bello con dignidad.
Objetos concretos:
I. Fácil de manejar.
2. De mediano tamaño.
3. Bello con dignidad.
4. Propio, ajustado (respecto al vestido).
Acciones, habla:
I. Apropiado, idóneo, hábil.
Conducta:
I. Adecuado, decoroso.
2. Galante, bravo.
3. Generoso, magnánimo.
Tamaños, cantidades:
I. Mediano, moderadamente grande.
2. Amplio, liberal, munífico.
126
“Fair, Foul. Nice, Proper.” A Contribution to the Study of Polysemy, Gothenburg Studies in
English, I; Estocolmo, 1952
273
No debe pensarse, sin embargo, que otras clases de palabras no estén expuestas a
tales alteraciones. Tomando un ejemplo al azar, el Shorter Oxford Dictionary da una
lista de los siguientes sentidos para el verbo rush usado intransitivamente:
1. De personas o animates:
2. De cosas:
Una vez más, los cambios de aplicación fueron el agente capital de esta abundancia
de significados, con el empleo figurado como un importante factor cooperante. Para
tener un cuadro completo del alcance semántico del verbo rush, habría que tener en
cuenta también sus usos transitivos, reseñados por el mismo diccionario bajo cinco
encabezamientos principales, uno de ellos con cinco subdivisiones.
King Henry the Sixth, Part Two, acto II, escena 4127.
127
“Me parece que no debería estar así arrastrada, cubierta de vergüenza, con carteles en mi espalda.”
SHAKESPEARE, Obras completas, 10.a ed., Madrid, Aguilar, 1951, pág. 644. Cf. el NED.
275
A estos usos cabe añadir otros citados por el diccionario, en los que la palabra se
aplica a fenómenos abstractos, como cuando hablamos del ojo de la ley, o cuando
Hamlet dice: “Methinks I see my father... in my mind’s eye” [Me parece que veo a mi
padre... en los ojos de mi alma] (acto I, escena 2).
Existe la misma clase de polisemia basada sobre la metáfora cuando hablamos del
lecho (bed) de un río, el pesebrón (boot) de un coche, el gatillo (cock) de una
escopeta, una sills (saddle) en las montañas, una hoja (sheet) de papel o de hierro, una
sábana (sheet) de agua, o cuando, en la esfera abstracta, agarramos (tackle) un
problema, lo empuñamos (grisp), luchamos (wrestle) con él, descendemos a las
tachuelas de bronce (brass tacks) o nos encontramos en los cuernos (horns) de un
128
DARMESTETER, op. cit.. págs. 73 y sgs.
276
En un nivel mucho más elevado, las imágenes y los símbolos del poeta brotan de la
misma “visión doble”. Cuando Lady Macbeth apostrofa a la noche:
Come, thick night,
And pall thee in the dunnest smoke of hell,
That my keen knife see not the wound it makes.
Nor heaven peep through the blanket of the dark
To cry “Hold, hold!”
Acto I, escena 5130,
129
Language and Reality, págs. 112 y sgs.
130
“Ven, espesa noche, y envuélvete como en un patio en la más densa humareda del infierno, para que
mi agudo puñal no vea la herida que abre, ni el cielo pueda atisbar a través de la cobertura de las
tinieblas para gritar: ¡Basta, basta!”
277
Este tipo de polisemia es muy raro y la mayor parte de los ejemplos son un tanto
dudosos, ya que, como apunta correctamente Bloomfield, “el grado de proximidad de
los significados no está sujeto a una medición precisa” (Language, pág. 436). Sólo
una investigación estadística podría mostrar si la mayoría de los que hablan perciben,
efectivamente, algún género de conexión entre los dos sentidos. A los ejemplos ya
citados (ear, nombre del órgano y de una espiga de cereal, el francés souci “cuidado”
y “caléndula”, el francés flamme “llama” y “fleme, lanceta”) se pueden añadir uno o
dos más. Bloomfield sugiere que en las siguientes parejas de homónimos el segundo
término es estimado como un significado marginal o transferido del primero:
corn, “grano” < antiguo inglés corn corn, “callo” en los pies
<antiguo francés corn (francés
moderno cor)
< latín cornu
5) Influencia extranjera. Una de las muchas maneras como una lengua puede influir
en otra es cambiando el significado de una palabra existente, A veces el sentido
131
Véase sobre esta última palabra S. POTTER, Modern Linguistics, Londres, 1957, págs. 152 y sgs.
278
etc., todos los cuales significan a la vez “dueño, señor” y” Dios”. Como a los judíos
les estaba vedado pronunciar el nombre de Dios, utilizaban en su lugar la palabra para
designar “dueño”. Cuando la Biblia fue traducida al griego, se imitó este uso dando a
(…), “dueño”, el significado adicional de “Dios”, y la misma polisemia pasó después,
a través del latín eclesiástico, a los idiomas europeos modernos.
“to be in great, in fine form” “être en grande, en belle forme” [estar en buena, en
gran forma)
“an open race” “une course très ouverte” [una carrera abierta]
132
Véase J. ORR, “Les anglicismes du vocabulaire sportif”, Words and Sounds in English and French,
cap. 11.
280
“to run the race of his life” “courir la course de sa vie” [correr la carrera de su
vida]
Algunas formas de polisemia están tan difundidas y parecen tan naturales que es
difícil establecer su origen. La palabra taste, por ejemplo, tiene dos significados
principales: “percepción del sabor de una cosa” y “discernimiento y apreciación de la
belleza” (cf. el NED). La misma polisemia se encuentra en muchas lenguas: en
francés goût, en italiano gusto, en alemán Geschmack, etc. Se ha sugerido134 que el
vocablo español gusto fijó la pauta para la serie entera; pero puesto que una
ambigüedad similar existía ya en el latín135, este puede haber tenido alguna influencia
en la evolución de tales términos.
133
Véase DEROY, op. cit., págs. 95 y sgs.
134
MIGLIORINI, “Calco a irradiazione sinonimica”, loc. cit., pág 7.
135
Véase LEWIS and SHORT, s. v. gustus.
281
Entre las cinco fuentes de polisemia examinadas en esta sección, las tres primeras—
cambios de aplicación, especialización del significado y uso figurado—son con
mucho las más importantes; la reinterpretación de homónimos es muy rara, mientras
que el plagio semántico, aunque muy común en ciertas situaciones, no es un proceso
normal en el lenguaje cotidiano.
2. Salvaguardas y conflictos
Aristóteles, como hemos visto (pág. 170), criticó severamente la polisemia. “Las
palabras de significado ambiguo son útiles sobre todo para permitir al sofista
desorientar a sus oyentes.” Desde entonces, los filósofos han competido unos con
otros en denunciar la polisemia como un defecto del lenguaje y como un obstáculo
capital para la comunicación a incluso para el pensamiento claro. Ocasionalmente
hubo algunas voces disconformes. Según Bréal, Federico el Grande, que era un
ardiente admirador del francés, veía en el significado múltiple una señal de la
superioridad de este lenguaje. El propio Bréal se inclinaba a concordar con el rey.
“Cuantos más significados ha acumulado una palabra—escribía—, tantos más
aspectos diversos de la actividad intelectual y social es capaz de representar” (op. cit.,
pág. 144).
Una breve reflexión mostrará que, lejos de ser un defecto del lenguaje, la polisemia
es una condición esencial de su eficacia. Si no fuese posible atribuir varios sentidos a
una palabra, esto equivaldría a una carga abrumadora sobre nuestra memoria:
tendríamos que poseer términos separados para cada tema concebible sobre el que
quisiéramos hablar. La polisemia es un factor inapreciable de economía y flexibilidad
en el lenguaje; lo que es asombroso no es que la máquina se rompa de vez en cuando,
sino que se rompa tan raramente.
anterior (págs. 164 y sgs.); pero la misma tendencia es perceptible en otros lenguajes,
como demostrará una ojeada a los verbos put [poner] y go [ir] en el Diccionario de
Oxford.
Hace unos años se hizo un intento por parte del fallecido G. K. Zipf de estudiar la
conexión entre la polisemia y la frecuencia de las palabras por métodos estadísticos.
Habiendo descubierto que hay una “relación directa entre el número de significados
diferentes de una palabra y su frecuencia relativa de apariciones”, Zipf procedió a
encontrar una fórmula matemática para esta correlación. Llegó a la conclusión de que
“los diferentes significados de una palabra tenderán a ser iguales a la raíz cuadrada de su
frecuencia relativa (con la posible excepción de las pocas docenas de palabras más
frecuentes)”138. Esto fue aceptado por el profesor J. Whatmough, quien resumió el
resultado en donde m representa el número de significados y F la frecuencia
relativa139:
m=F 1/2
138
Véanse sus dos artículos en The Journal of General Psychology, vols. XXXII y XXXIII (1945), y su
libro Human Behavior and the Principle of Least Effort, Cambridge, Mass., 1049.
139
I. WHATMOUGH, Language. A Modern Synthesis, pág. 73.
284
1) En las lenguas con género gramatical, este puede usarse para diferenciar
significados de una misma palabra: en francés le pendule “péndulo” — la pendule
“reloj”; le manche “mango” — la manche “manga”; en alemán der Band “tomo,
volumen” — das Band “cinta”; der See “lago” — die See “mar”.
140
Véase PRIEBSCH-COLLINSON, op. cit., pág. 197.
285
4) A veces se aclara el significado de una palabra añadiéndole a esta otro término; así,
el adjetivo fair, que tiene cierto número de sentidos distintos y potencialmente en
conflicto, no será ambiguo en los compuestos fair- sized [de tamaño mediano],
fair-mindea [imparcial, equitativo] y fair-haired [de cabello rubio]145.
5) Una solución más drástica, que puede debilitar o destruir la unidad de la palabra,
consiste en distinguir los significados mediante ligeras modificaciones de la forma.
Las modificaciones pueden ser fonéticas, gráficas, o ambas a la vez 146. Hay
diferenciación fonética en el vocablo inglés gallant que, según su significado, se
acentúa en la primera sílaba [valiente, intrépido] o en la segunda [cortés, galante], y
distinción gráfica en casos tales como los ingleses discreet [discreto, circunspecto] -
discrete [discreto, discontinuo], draft [boceto, diseño] - draught [trago, toma], metal
[metal] - mettle [temple, coraje] 147, o los franceses dessein “designio, plan, proyecto”
—dessin “dibujo, diseño, modelo”. Las diferencias fonéticas y gráficas se combinan
para distinguir entre antic [extraño, grotesco] y antique [antiguo], divers [diversos,
varios, algunos] y diverse [diverso, diferente], human [humano, del hombre] y
141
Construcción denominada quiasmo; cf. anteriormente, pág. 155.
142
“Se anuncian algunos nuevos periódicos, pero ningún periódico nuevo” (citado por BOILLOT, op.
cit., pág. 77, n. 1).
143
“Pasando difícilmente del rango de joven mujer al rango de mujer joven, FRANCOISE SAGAN,
Aimez-vous Brahms?, París, 1959, pág. 11).
144
Véase RUDSKOGER, op. cit., pág. 477.
145
Ibid., pág. 476.
146
Ibíd., págs. 437-46.
147
Véase anteriormente, pág. 113.
286
1) El préstamo semántico de una lengua extranjera puede dar lugar, como todo
traductor sabe, a confusiones y equívocos148. Algunos de estos son efímeros, como el
famoso caso de la inglesa que, engañada por el doble significado de la palabra
engaged [contratado, y comprometido], preguntó a un taxista francés: “Etes-vous
fiancé?” [¿Está usted prometido?]149, o el del turista extranjero que creyó que el
portero de un hotel francés era suizo porque el vocablo francés suisse puede significar
tanto “suizo” como “portero”. Ocasionalmente, tales equívocos pueden tener efectos
más duraderos. Un ejemplo notorio es la historia del término gramatical acusativo.
Este es una traducción latina de la expresión griega ή , derivada del
nombre que quería decir “causa” o bien “cargo, acusación”. El traductor,
desorientado por esta polisemia, tomó el adjetivo griego en la acepción de
“acusativo”, aunque realmente significaba “causativo”150.
148
Véase DEROY, op. cit., cap. 11.
149
MIGLIORINI, “Calco a irradiazione sinonimica”, loc. cit., pág. 8.
150
Ibíd., pág. 9.
151
Sobre la historia de este verbo, véase E. PERUZZI, “Francese réaliser”, Zeitschrift für Romanische
Philologie, LXIX (1953), págs. 203-35.
152
Véase A. GOOSE, Revue Belge de Philologie et d’Histoire, XXXIII (1955), página 931.
287
Existencialismo
Sartre
dejaría claro que se está tratando con la forma agnóstica de existencialismo profesada
por Sartre y su escuela, y no, por ejemplo, con la rama cristiana del existencialismo
asociada con Gabriel Marcel.
La confusión y el equívoco es aún más probable que surjan cuando una palabra que
es ambigua en el lenguaje ordinario se emplea en un contexto técnico, legal, científico
153
Citado en K. NYROP, “Réaliser”, Mélanges de philologie et d’histoire offerts a M. .A. Thomas.
Paris. 1927, págs. 319-22.
154
A. H. MASLOW, Psychological Review, LII (1945), págs. 239 sig.
288
155
J. RIES, Was ist ein Satz?, Praga, 1931.
156
Véase J. MAROUZEAU, Lexique de la terminologie linguistique, 3.a ed., Paris, 1951 ; E. P. HAMP,
A Glossary of American Technical Linguistic Usage, 1925-1950, Utrecht-Amberes, 1957.
157
Véase A. FLEW. “Philosophy and Language”, en Essays in Conceptual Anaiysis, ed. A. Flew,
Londres, 1955, pág. 5.
289
La más famosa ambigüedad de esta especie es el caso del vocablo griego ó.
Según el diccionario de Liddell y Scott, esta palabra tiene dos significados capitales,
uno correspondiente a la latina oratio, “la palabra o aquello mediante lo cual se
expresa el pensamiento interior”, y el otro a la latina ratio, “el pensamiento interior”
mismo. Como ó aparece en el versículo inicial del Evangelio de San Juan, la
ambigüedad del término tiene una relación directa con la interpretación de este pasaje
crucial. Al traducir ese Evangelio, el Fausto de Goethe rechaza la versión tradicional:
“En el principio era el Verbo”; prueba con sentido (Sinn) y con fuerza (Kraft), y
finalmente se decide por “En el principio era la acción (Tat)”159.
3) En el lenguaje ordinario sucede con frecuencia que una palabra desarrolla dos o
más sentidos susceptibles de entrar en oposición en los mismos contextos. En muchos
casos esto ha conducido a la desaparición de uno o más de los significados en
conflicto. Este proceso ha sido cabalmente investigado por el Dr. Rudskoger en su
libro sobre la polisemia de los adjetivos ingleses, y podemos mencionar aquí uno o
dos de los interesantes ejemplos recogidos por él160:
Admirable. —Cuando este adjetivo apareció por primera vez en inglés a finales del
siglo XVI, tenía el sentido neutral de “estar asombrado de”, que podía ser favorable o
desfavorable según el contexto. A medida que el significado positivo se hacía
predominante, el sentido originario caía en desuso; una frase como la siguiente: “It
may justly seem admirable how taht senseless religion should gain so much ground
on Christianity” [Puede parecer justamente admirable; cómo esa religión insensata
158
T. D. WELDON, op. cit., pág. 107; cf. FLEW, loc. cit.
159
Faust, parte 1. vs. 1224 y sgs.; cf. anteriormente, págs. 42 y 44
160
Op. cit., págs. 463 -73. Véase también R. J. MENNER. “Multiplie Meaning and Change of Meaning
in English”, Languag, XXI (1945), págs. 59-76: GAMILLSCHEG, Französische Bedeutungslehre,
págs. 170 y sgs.; K. JABERG, Aspects géographíques du langage, París, 1936, cap. 2; IORDAN-ORR.
op. cit., págs. 165 y sgs.
290
ganó tanto terreno en la cristiandad], que el Dr. Rudskoger cita de 1639, sería
imposible hoy día.
Careful. — Hasta fines del siglo XVI este adjetivo podía significar también “lleno
de inquietud y de aflicción”: “her maydens are careful, and she herself is in great
heavynesse” [sus doncellas están afligidas y ella misma se halla en una gran congoja]
(Coverdale). Por último, este sentido fue eclipsado por los otros significados de la
palabra [cuidadoso, diligente].
Todos estos ejemplos fueron tomados de los adjetivos porque esta clase de palabras
ha sido investigada más a fondo desde este punto de vista. Pero otras partes de la
291
oración pueden estar envueltas en el mismo género de conflicto. Así, el verbo francés
se passer de podía significar en otro tiempo o bien “pasarse sin” o bien “contentarse
con”; Molière todavía tiene: “un homme qui s'est passé durant sa vie d’une assez
simple demeure”161. De las dos significaciones opuestas solo la primera ha
sobrevivido.
161
“Un hombre que se ha contentado durante su vida con una morada bastante sencilla” (Don Juan,
acto III, escena 6, citado por NYROP, Sémantique, pág. 47).
162
Véase RUDSKOGER, op. cit., págs. 480-84, de donde están tomados los dos ejemplos inmediatos;
sobre cunning, véase igualmente ibíd., págs. 354-57, así como también el NED.
163
“De haber sabido que tenía tanto valor y que tan diestro era en la esgrima.” SHAKESPEARE,
Obras completas, 10.a ed. Madrid, Aguilar. 1951, pág. 1278.
164
“Veo que sois consecuente en vuestro amor, y os prometo que el mío no se diferenciará del vuestro
o en el grueso de un cabello.” Ibíd., pág. 1130.
292
himself will publish his proposals with all convenient speed” [el propio empresario
publicará sus ofertas con toda la rapidez conveniente], provocaría hoy una sonrisa
equívoca.
Esta delicada ambigüedad puede incluso afectar la vitalidad de una palabra. Así lo
demostró poderosamente Gilliéron, en cuya opinión “las contradicciones
homonímicas y la hipertrofia de significados han sido una amenaza perpetua del
lenguaje, una causa perenne de la desaparición de palabras” 166. En su atlas lingüístico
de Francia halló varios casos bien comprobados de términos que han caído en desuso
debido a su polisemia “patológica”. En ciertas partes del norte de Francia, por
ejemplo, el nombre vaisseau, “buque, navío”, podia significar también “colmena” y
“enjambre de abejas”. “Al estar sobresaturado de significados estaba condenado a
desaparecer”167, aunque se hicieron intentos por salvarlo modificando su forma en
algunos de sus usos. Las reconstrucciones de Gilliéron son tan brillantes como
165
“Nunca soñé entonces por un momento que hubiera habido ningún negocio chistoso. ¿Chistoso?
¿Dije chistoso? ¡Dios, qué palabra he usado!” Op. cit., página 479; cf. también MENNER, loc. cit.
166
Généalogie des mots qui désignent l’abeille, Paris, 1918, pág. 157.
167
IORDAN-ORR, op. cit., pág. 167.
293
convincentes; no obstante, parecería que, sea lo que fuere lo que suceda en los
dialectos, las palabras del lenguaje ordinario rara vez son abandonadas por esta razón;
en la mayoría de los casos es suficiente eliminar algunos de los sentidos en conflicto.
Es ciertamente revelador que de 120 adjetivos ingleses, muchos de ellos sumamente
ambiguos, que ha investigado el Dr. Rudskoger, solo tres —2% por 100— han
desaparecido por completo (pág. 439). Si bien la polisemia está omnipresente en el
lenguaje, no es, al parecer, un factor esencial en el desuso de las palabras.
II. HOMONIMIA
1. Fuentes
La homonimia es mucho menos común y menos compleja que la polisemia, aunque
sus efectos pueden ser tan graves a incluso más dramáticos. Solo hay tres maneras por
las que pueda surgir, y la tercera de ellas es de una importancia muy secundaria.
En esta rama de la semántica, los datos estadísticos pueden ser muy reveladores, no
solo sobre la frecuencia de homónimos en una lengua dada, sino también sobre las
171
La consonante final se pronuncia a menudo; véase FOUCHÉ, op. cit., pág. 479.
172
Véase: JESPERSEN, “Monosyllabism in English”, Linguistica. págs. 384-408, y HARMER, op.
cit., cap. 4.
173
Cf. FOLCHÉ, op. cit., pág. 395.
295
174
Véase: B. TRNKA, A Phonological Analysis of Present-day Standard English, Praga, 1935; 56 y
sgs. Cf. igualmente: A. SCHÖNHAGE, Zur Struktur des französischen Wortschatzes.Deriranzösische
Einsilber, Bonn, 1948 (tesis inédita reseñada por G. GOUGENHEIM, Le Français Moderne. xx
(1952), págs. 66-8), y P. MIRON. “Recherches sur la typologie des langues romanes”, en:
Proceedings of the Eighth International Congress of Romance Linguistics, págs. 693-7.
175
Véase. v. gr.. A. MEILLET. “Sur les effets de l’bomonymie dans les anciennes langues
indoeuropéennes”, Cinquantenaire de l’Ecole Pratique des Hautes Etudes, Paris, 1921, págs. 169 – 80
y E. OEHMANN, Ueber Homonymie and Homonyme im Deutschen, Helsinki, 1934.
296
cōrn. Si las dos tendencias se representan esquemáticamente, resulta claro que operan
en direcciones opuestas:
En el primer caso, dos palabras se han fundido en una; en el segundo, una palabra
se ha escindido en dos. Conviene añadir que el segundo proceso parece ser mucho
más común que el primero.
176
Véase, sobre este problema, R. GODEL, “Homonyrnie et identité”, Cahiers Ferdinand de Saussure,
VII (1948), págs. 5-15; P. DIACONESCU, Probleme de Linguistică Generală, vol. I, págs. 133-53; F.
ASAN, ibíd., vol. II, págs. 113-24; M. M. FALKOVICH, Vopresy Jazykoznanija, 1960, n. 5, págs. 85-
8.
297
palabras idénticas, aunque les sería difícil conjeturar la conexión entre sus
significados.
En corto número de casos hay criterios fonéticos razonables para decidir en favor
de la homonimia. La diferencia en la escritura no es necesariamente concluyente,
según vimos en la discusión de parejas como draft-draught, discreet-discrete y metal-
mettle (páginas 192 y sgs.); no obstante, es, en conjunción con otros factores, una
indicación de que la palabra ya no se percibe como una unidad.
Esto se ve claramente en parejas tales como flower [flor] — flour [harina], gate
“camino, calle” (cf. Gallowgate) — gait [paso, porte, continente], la francesa penser
“pensar” — panser “almohazar un caballo, curar una herida”, todas las cuales eran
originariamente palabras idénticas, que ahora se consideran como homónimas.
Si dos palabras iguales en cuanto a la forma se pueden usar en la misma oración sin
ninguna sensación de repetición, esto indica que el que habla desconoce cualquier
conexión entre ellas. Así, si hubiera alguna duda sobre la relación entre los términos
franceses pas “paso” y pas, partícula negativa, procedentes ambos del latino passus
“paso”, un idiotismo como “Cela ne se trouve pas dans le pas d’un cheval” (“Eso no
se encuentra todos los días”), bastaría para mostrar que son reputados como dos
palabras separadas. Hay que cuidarse, sin embargo, de no utilizar como prueba los
retruécanos. Así, la famosa paradoja de Pascal: “Le coeur a ses raisons que la raison
ne connaît point” (“El corazón tiene sus razones que la razón no conoce”), se basa en
el doble significado de la palabra raison, y no demuestra en modo alguno, como se ha
insinuado177, que sea este un caso de homonimia y no de polisemia.
Otro criterio aún que puede decidir a veces la cuestión es la rima. Está
completamente claro, por ejemplo, que ningún poeta que se respete rimaría los
vocablos franceses point “punto” y point, partícula negativa (derivados ambos del
177
BALLY, Traité de stylistique, vol. I, pág. 48.
298
latino punctum), si los percibiera como una sofa palábra, y no como dos; con todo,
encontramos en Corneille
Estos criterios y otros semejantes podrían ser provechosos en algunos casos, pero
dejarán otros muchos sin resolver. Recientemente se hizo la sugestión de que “la
ciencia social tiene técnicas adecuadas para estudiar las opiniones subjetivas, que
cabría aplicar a los problemas de la homonimia (si se concede que estos son asunto de
las opiniones de los interlocutores) tanto como a los temas políticos” 179. Si se lograse
idear sobre estas directrices una indagación estadística, una especie de cuestionario
Gallup, este aspecto importante y poco satisfactorio de la lexicografía podría
colocarse, al menos, sobre una base sólida.
178
“Y su viril vigor, siempre firme y a punto, sucumbe bajo la fuerza, mas no se rinde a ella.” Esta no
es una rima aislada en Corneille; otro ejemplo es citado por BRÉAL, op. cit., pág. 146, n. 2.
179
WEINREICH, Language, XXXI págs. 541 y sgs.
180
Véase R. I. MENNER. “The Conflict of Homonyms in English”, Language, XII (1936), págs.
229-44: págs. 234 y sgs.
181
La misma palabra que la francesa étroit “estrecho, angosto” y la inglesa strict (estricto). Sobre el
conflicto entre las dos formas de gate, véase E. R. WILLIAMS, op cit., págs. 57-69; sobre el que existe
entre straight y strait, véase Ibíd., páginas 103-11.
299
no es, pues, una fuente separada de homonimia, sino meramente una forma especial
del desarrollo de sonidos convergentes.
182
Véase esp. T. E. HOPE, loc. cit.
183
DEROY, op. cit., pág. 97
184
Ibíd., véase, sin embargo, G. BÁRCZI, Magyar Szófejtö Szótár (2Diccionario etimológico
húngaro”), Budapest, 1941, s. v. világ.
300
Desde la labor realizada sobre la homonimia por Gilliéron, J. Orr y otros geógrafos
lingüistas187, ya no es posible desechar esta forma de ambigüedad como un mero
episodio en la vida del lenguaje. No obstante, es exacto decir que, en la inmensa
mayoría de los casos, los homónimos no causan ningún embarazo en el habla
ordinaria. Hay un cierto número de salvaguardas contra cualquier posibilidad de
confusión. La mayor parte de ellas son similares a las mencionadas en la sección
sobre la polisemia (págs. 189 y sgs.), pero hay también algunas diferencias
características.
185
ociety for Pure English Tracts, II (1919), pág. 6.
186
Cf. JESPERSEN, Growth and Structure, pág. 196.
187
Para un examen general, véase IORDAN-ORR, op. cit., cap. 3; véase también 1. ORR, “On
Homonymics”, Words and Sounds in English and French, cap. 12, y otros capítulos del mismo libro;
WARTBURG, Problèmes et méthodes, cap. 3. En el campo del inglés la contribución más importance
es E. R. WILLIAMs, op. cit.; véase asimismo R. J. MENNER, “The Conflict of Homonyms in
English”, loc. cit., y RUDSKOGER, op. cit., págs. 427-41. Hay diversos artículos sobre la homonimia,
en Voprosy Jazykoznanija, 1960, n. 5.
188
An Introduction to Modern Linguistic., Londres, 1936, pág. 113. Cf. igualmente WILLIAMS, op.
cit., págs. 4 y sgs.
301
qu’elle ait à agir, encoré faut-il qu’il y ait rencontre, et la rencontre ne se produit que
pour des mots engagés dans les mêmes chemins de la pensée”189.
Los contextos, sin embargo, son de una diversidad infinita, y puede suceder que dos
homónimos con significados totalmente diferentes tengan ambos sentido en la misma
locución. Así, la homonimia entre son [hijo] y sun [sol] parece bastante inofensiva; no
obstante, Jespersen refiere el caso de una niña que, al ser preguntada por su madre si
su nuevo muñeco era su hijo (son), respondió, señalando al cielo: “No, that's my sun”
[No, ese es mi sol]190. Pero este mismo autor pisa un terreno menos firme cuando
sugiere que la sustitución de son por boy [niño] o lad [muchacho] en los dialectos es
debida a una colisión homonímica entre son y sun191. Tales ambigüedades
ocasionales, efectuadas por contextos caprichosos, son de escasa importancia; es solo
cuando los equívocos se presentan una y otra vez cuando hay que hacer algo para
evitarlos. Citando de nuevo a Gilliéron, “le rôle destructeur de l’homonymie
n’apparaît que lorsque le parler a pleinement conscience du caractère intolérable des
conflits, on n’essaye d’y remédier qu’après expérience d’une gêne intolerable”192.
sugerir, como hizo Robert Bridges (loc. cit., pág. 22), que el verbo to know [conocer]
está “sentenciado” a causa de la triple homonimia en que está envuelto: know
[conozco] — no [no], knows [conoce] — nose [nariz], knew [conocía] - new [nuevo].
Enteramente aparte de las diferencias de significado, es difícil imaginar una oración
en la que un verbo pueda ocupar el mismo puesto que una partícula negativa, un
nombre o un adjetivo. Esta sola consideración reduciría muy drásticamente el número
de homónimos “efectivos” en una lengua. Al mismo tiempo, la diferencia de clase no
descarta automáticamente toda posibilidad de confusión. Hay pruebas, por ejemplo,
de un embrollo homonímico entre el nombre francés part (del latín pars, partem) y la
preposición par (del latín per): en frases como “de par le Roi”, “de parte, o en
nombre del Rey”, la forma original fue de part, con el sustantivo; mientras que en la
frase “à part moi”, “para mí, para mis adentros”, el nombre parece haber reemplazado
a la preposición193.
2) En las lenguas que poseen género gramatical, este puede contribuir a distinguir los
——
nombres homónimos: en el francés, le poêle “estufa” la poêle “sartén”; le vase
——
“vaso, vasija” la vase “limo, cieno”; en el alemán, der Kiefer “mandíbula,
——
maxilar” die Kiefer “abeto, pino”. Una vez más esta salvaguarda no es absoluta,
porque hay construcciones en que las diferencias de género no pueden ser indicadas.
Así, la distinción entre los términos franceses le foie “hígado” y la foi “fe”, quedará
inhabilitada en la combinación “crise de foie (foi)”, y autores que normalmente
escribirían “crise de (no de la) conscience”, intercalarán el artículo en “crise de la
foi” para evitar cualquier confusión entre una crisis de fe y una crisis del hígado194.
193
Véase BLOCH-WARTBURG, s. v. par y part.
194
IORDAN-ORR, op. cit., pág. 163, n. 1.
303
195
Originariamente la misma palabra que el otro travail. Sobre la historia de estos términos, véase esp.
C. H. LIVINGSTON, Skein-winding Reels. Studies in Word. History and Etymology, Ann Arbor, 1957.
196
Véase JESPERSEN, Lingüística, pág. 399.
197
GILLIÉRON Généalogie des mots qui désignent l’abeille, pág. 58.
304
“veinte” —— (je) vins “yo vine”, (il) vint “él vino”, todos los cuales se pronuncian |V
esto es, con e nasalizada.
198
Language, pág. 502; cf. JESPERSEN, Linguistica, pág. 398
305
que la palabra para denotar “entrada” tiene formas como yate, yett, etc., que se
remontan a un prototipo del antiguo inglés diferente del vocablo gate del inglés
normal199. El mismo deseo de distinguir los homónimos explica por qué ciertas
consonantes finales que normalmente serían mudas, o pueden serlo, se pronuncian en
francés, como en but “blanco, meta”, joug “yugo”, sens “sentido”, y otras. Por la
misma razón, el grupo |st| final se pronuncia en le Christ, para distinguirlo de le cri
“grito, clamor”, mientras que en la combinación jésus-Christ, en donde no hay
peligro de confusión, las dos últimas consonantes son mudas.
‘necat né care
antiguo francés nie antiguo francés noyer
‘negat ne'gare
Si, a pesar de todas estas salvaguardas, tiene lugar una colisión homonímica en gran
escala, el resultado es usualmente más serio que en los conflictos debidos a la
polisemia. Allí, como hemos visto (página 198), rara vez es necesario sacrificar una
palabra entera; normalmente basta con descartar uno de los sentidos incompatibles.
En las colisiones homonímicas, una palabra choca con otra, y a menos que puedan
separarse por medios fonéticos o gramaticales, una a otra a veces incluso las dos
199
Véase WILLIAMS, op. cit., págs. 57 y sgs.
306
tendrán que apartarse de la escena. Estos procesos pueden estudiarse mejor en los
atlas lingüísticos, en donde cabe reconstruir con gran precisión la compleja cadena de
causas y efectos. El ejemplo clásico es el análisis de Gilliéron del conflicto entre el
gallo y el gato en el sudoeste de Francia200. En parte del territorio la -llfinal ha
cambiado en -t; como consecuencia de ello, la palabra latina para designar el gallo,
gallus, se convirtió en gat y así coincidió con el nombre del gato, gat, procedente del
latín vulgar cattus. Como habría sido sumamente inconveniente tener nombres
homónimos para los dos animales, gat “gallo” desapareció y fue reemplazado por
formas locales de los vocablos franceses faisan “faisán” y vicaire “vicario”201. Fuera
del área del cambio de la -ll en -t no había confusión entre gal “gallo” y gat
“gato”, y ambos términos han sobrevivido. Como Bloomfield apunta certeramente, es
un “hecho notable el que las isoglosis 202 que separa las extrañas palabras aza n y
begej de la ordinaria gal, coincida exactamente con la isoglosis etre -ll y
-t; esto es altamente significativo, porque las isoglosisincluso las isoglosis que
representan rasgos estrechamente relacionadosmuy rara vez coinciden durante una
distancia considerable” (Language, pág. 398).
Gilliéron estaba en general más interesado por los conflictos mismos que por los
sustitutos que hay que encontrar para los homónimos desechados. El problema de la
sustitución ha sido examinado por el profesor Wartburg en una serie de estudios 203
que han arrojado una luz estimable sobre la íntima conexión que existe entre la
lingüística descriptiva y la histórica. Al explorar ulteriormente la elección de los
sustitutos posibles, hallamos que la brecha abierta por la desaparición de un
homónimo puede llenarse de una variedad de maneras:
200
Véase GILLIÉRON-ROQUES. op. cit., cap. 12.
201
O posiblemente viguier “preboste” que es históricamente la misma palabra.
202
“Frontera de un rasgo lingüistico”, del griego isos “igual” + glōssa “lenguaje”.
203
Véase esp. Problèmes et méthodes, págs. 122 y sgs., en donde varios de los ejemplos que siguen
(gat. claus, moudre, nouer) son discutidos con cierto detalle.
307
2) El sitio dejado vacante por un homónimo puede ser ocupado por uno o más
sinónimos ordinarios. Esto acaeció en el conflicto entre let “dejar, permitir” (del
antiguo inglés lāētan) y let “estorbar, impedir” (del antiguo inglés lettan). El último
ha sido reemplazado por hinder y otros sinónimos, aunque ha sobrevivido en dos
combinaciones especiales: “without let or hindrance” y “let ball”.
4) A veces un homónimo será reemplazado por un término que denota algún aspecto
especial del mismo objeto o acontecimiento. Así, el choque entre los vocablos
204
L’aire Clavellus d’après I’Atlas linguistique de la France, Neuveville, 1912.
205
W. J. ENTWISTLE, The Spanish Language, Londres, 1936, pág. 265.
206
Véase WILLIAMS, op. cit., págs. 47 y sgs
308
franceses moudre “moler” (del latín molere) y moudre “ordeñar” (del latín mulgere)
condujo a la sustitución del último por traire, del latín trahere “tirar, arrastrar,
extraer”.
207
Véase especialmente ORR, Words and Sounds in English and French, cap. 14.
208
L. R. PALMER. An Introduction to Modern Linguistic, pág. 111.
309
Como muestra este último ejemplo, las colisiones homonímicas no siempre son
debidas a una ambigüedad genuina. Una palabra desagradable o indecente puede
lanzar una sombra sobre su homónimo aun cuando no haya ningún riesgo real de
confusión entre ellos. Hemos visto el mismo factor operando en el caso de la
polisemia (páginas 196 y sgs.). Según Bloomfield, cock [gallo] y ass [asno] están
siendo reemplazados por rooster y donkey en el inglés americano con el fin de evitar
la homonimia con una “forma tabú” (Language, pág. 396). De la misma manera, el
profesor Orr explicaría el desuso del verbo to flee [huir, escapar] por su choque
homonímico con flea [pulga]209. Estas influencias asociativas son tan potentes que
incluso pueden afectar a una palabra que se asemeje vagamente a un término tabú. A
los oídos hipersensibles de las précieuses francesas del siglo XVII, los verbos
inculquer [inculcar] y confesser [confesar] parecían ofensivos a causa de la asonancia
de su sílaba central con una palabra indecente. En nuestro propio tiempo, un grupo de
seis músicos de una orquesta norteamericana fue llamado un quinteto (quintet), ya
que sexteto (sextet) se percibía como demasiado sugerente210.
Los equívocos basados en la polisemia son, en general, más interesantes que los de
tipo homonímico, puesto que hay más sutileza en jugar con los significados que con
las similitudes fortuitas de los sonidos. Desde un punto de vista estrictamente
lingüístico, tales retruécanos se agrupan en dos amplias categorías: la variedad
implícita y la explícita. La ambigüedad es implícita cuando una palabra es
mencionada una sola vez, pero comporta dos o más significaciones que el lector tiene
qué descifrar por sí mismo. Esta es una forma más elevada de ingenio que el
equívoco explícito, ya que únicamente reparará en ella un lector atento y sensible. Es
particularmente eficaz cuando está incorporada en el título de un libro, en donde no
hay ningún contexto inmediato para apoyarla. En la Symphonie pastorale, de Gide,
hay tres significaciones condensadas en el adjetivo. En el nivel literal se refiere a la
Sinfonía pastoral de Beethoven que el clérigo y su protegida ciega van a oír a
Neuchátel. En un plano más elevado y más irónico, expresa una “pastoral” en el
sentido literario: situada en un ambiente bucólico, la amistad del cura con Gertrude le
parece a él un inocente idilio hasta que se ve forzado a comprender que es algo más
serio y peligroso. Un tercer significado, igualmente irónico, deriva de la circunstancia
de que esta “sinfonía pastoral” es la historia de un pastor protestante, en francés
pasteur.
212
Véanse especialmente los dos libros ya referidos del profesor EMPSON: Seven Types of Ambiguity
y The Structure of Complex Words. Sobre otras lenguas, cf. v. gr.: W. B. STANFORD, Ambiguity in
Greek Literature. Oxford, 1939, y L. RENOU, “L’ambiguité dans le vocabulaire du Rg Veda”, Journal
Asiatique, CCXXXI (1939). págs. 161-235,
311
Car n’ayant que ce seul mot de grand pour les deus choses, il lui semblan
qu’elles n’en formaient qu’une seule, son vocabulaire, comme certains pierres,
présentant ainsi par endroit un défaut et qui projetait de l’obscurité jusque dans
la pensée de Françoise218.
El juego de palabras homonímico funciona casi del mismo modo que el basado en
la polisemia. Aquí también hay equívocos implícitos y explícitos. Numerosos
ejemplos de ambos tipos pueden encontrarse en Shakespeare quien, como sus
216
“POLONIO: ¿Qué estáis leyendo, señor? HAMLET: Palabras, palabras, palabras. POLONIO:
¿Y de qué se trata, Alteza? HAMLET: ¿Entre quiénes? - POLONIO: Quiero decir: ¿de qué trata
lo que estáis leyendo, señor?” SHAKESPEARE. Obras completas, 10. a ed., Madrid, Aguilar, 1951.
pág. 1355.
217
“¡Eh! ¡Señores policías, dejad a los poetas! Ellos no os tocan a vosotros, en los dos sentidos de la
palabra” (citado por NYROP, Sémantique, pág. 30).
218
“Porque no teniendo más que esa sola palabra, grande, para las dos cosas, le parecía que estas no
formaban más que una sola, presentando así su vocabulario, como ciertas piedras, un defecto en
algunas partes, que proyectaba oscuridad hasta en el pensamiento de Françoise” (Le côté de
Guermantes, París, ed., 1949, vol. 1, pág. 26).
313
Pero incluso un lector moderno apreciará el chiste macabro que hace Mercutio tras
de ser mortalmente herido: “Ask for me tomorrow, and you shall find me a grave
man” (Romeo and Juliet, acto III, escena 1)221. En una situación diferente, el mismo
equívoco habría sido artificioso cuando no un tanto forzado, en las circunstancias del
momento es sublime. En palabras del profesor Mahood, “coma muchos de los
personajes de Shakespeare, Mercutio muere con un equívoco que afirma su vitalidad
a las puertas de la muerte. Bromea mientras tiene aliento; solamente si preguntamos
mañana por él lo encontraremos hecho un hombre grave” (op. cit., pág. 69).
219
Véase especialmente MAHOOD, op. cit., y KÖKERITZ, op. cit., parte II, de donde están tomados
algunos de los ejemplos siguientes.
220
“Vuestro castillo ha sido sorprendido; vuestra esposa y vuestros niños salvajemente exterminados.
Relatar de qué manera, sería añadir vuestra muerte a los despojos de estos ciervos asesinados.”
221
“Juego de palabras entre el adjetivo grave “grave, circunspecto” y el sustantivo grave “tumba,
sepultura”. “¡Preguntad mañana por mí, y me hallaréis todo un hombre estirado!” SHAKESPEARE,
Obras completas, 10.a ed., Madrid, Aguilar, 1951, Pág. 287.
314
Si, no obstante, hay un violento contraste semántico entre los dos homónimos, el
equívoco repetitivo puede ser muy eficaz:
Una vez más, cabe obtener efectos cómicos o irónicos de la homonimia llevándola
hasta un quid pro quo:
BÉLISE: Veux-tu toute to vie offenser la grammaire?
MARTINE: Qui parle d’offenser grand-mère ni grand-père?
Molière, Les femmes savantes, acto II, escena
6225.
Este “calambur” ha perdido mucho de su fuerza original, ya que grammaire y
grand-mère, que sonaban igual en el siglo XVII, han cesado de ser homónimos.
222
“Demasiado cruelmente (sore) herido estoy por su flecha [de Cupido] para que pueda remontarme
(soar) con sus leves alas.” Ibíd., pág. 270.
223
“Por el soborno de Francia (¡Oh bochorno verdaderamente!), han tramado una conspiración con la
Francia temblorosa.” Ibíd., pág. 525.
224
“Y verdaderamente, ni el sol matutino que brilla en el ciclo aparece mejor a las mejillas grises del
Oriente... que estos dos ojos en duelo que resplandecen en tu rostro.” Ibíd., pág. 2202.
225
“BÉLISE: ¿Quieres ofender toda la vida a la gramática? MARTINE: ¿Quién habla de ofender a
la abuela o al abuelo?”
315
... mes parents prétendaient faire de moi un pasteur. On m’a chauffé pour ça,
gavé de préceptes pieux en vue d’obtenir un dilatation de la foi, si j’ose dire226.
226
“... mis .padres pretendían hacer de mí un pastor. Se me enfervorizaba para eso, se me cebaba con
preceptos piadosos con vistas a obtener una dilatación de la fe, si me atrevo a decirlo” (París, ed. 1929.
págs. 472 y sgs.)
227
“CATALINA: ...pues un corazón encendido vive mucho tiempo. ROSALINA: ¿Qué
significación oscura. ratoncito, dais a la palabra encendido? CATALINA: La de un corazón
encendido en una belleza oscura. ROSALINA: Necesitamos más luz para entendernos.
CATALINA: Apagaréis la luz soplando en ella; por consiguiente acabaré el argumento en la sombra.
ROSALINA: Es natural; todo lo que hacéis es siempre en la sombra. CATALINA: No podéis
vos decir lo mismo, pues sois una muchacha de ligereza encendida. ROSALINA: Verdaderamente,
peso menos que vos; por eso soy ligera.” SHAKESPEARE, Obras completas, 10.a ed., Madrid,
Aguilar, 1951. pág. 168.
316
Los equívocos, como otros artificios del estilo, son en gran medida una cuestión de
moda. Tras del culto isabelino por los juegos de palabras vino una violenta reacción;
el Dr. Johnson llegó tan lejos como para pretender que los equívocos fueron para
Shakespeare “la fatal Cleopatra por quien perdió el mundo y quedó contento de
228
perderlo” . Más recientemente ha habido otra oscilación del péndùlo; citando de
nuevo al profesor Mahood: “Una generación a la que le gusta Finnegans Wake está
más en peligro de ver retruécanos no existentes en la obra de Shakespeare que de
dejar de comprender su sutil juego de significados. La crítica shakespeariana
reconoce hoy día los juegos de palabras como un artificio poético capital, comparable
en su eficacia al uso de imágenes recurrentes o agrupadas” (ibíd., página 11). Esto
puede llegar al otro extremo; nunca se debe olvidar, en medio de la caza de
ambigüedades que está tan en boga en la actualidad, que el equívoco es en muchos
casos una forma baja de ingenio. Con todo, está perfectamente claro que los juegos de
palabras aportan un elemento de garbo y de flexibilidad en el manejo de la lengua y
que, si se emplean con discreción, pueden proporcionar un valioso vehículo para el
humor y la ironía, el énfasis y el contraste, la alusión y la indirecta, y una variedad de
otros efectos estilísticos.
Stephen Ullmann
CAPÍTULO 8
CAMBIO DE SIGNIFICADO229
Hace más de cuarenta años, Edward Sapir introdujo un estimable concepto nuevo
en la lingüística. “La lengua escribía- se mueve a lo largo del tiempo en una
corriente de su propia hechura. Tiene un curso... Nada es perfectamente estático. Toda
228
“The fatal Cleopatra for which he lost the world and was content to lose it” (citado por MAHOOD,
op. cit., pág. 9).
229
Tomado del libro de Stephen ULLMANN Semántica. (Introducción a la ciencia del significado).
Ed. Aguliar, 1961
317
palabra, todo elemento gramatical, toda locución, todo sonido y acento es una
configuración lentamente cambiante, moldeada por el curso invisible e impersonal
que es la vida de la lengua”230.
hartarse”. Desde el siglo XVI, sin embargo, el adjetivo adquirió la nueva acepción
de “borracho, beodo”, que es hoy su sentido principal (Bloch-Wartburg). Meillet
arguye que esta modificación es debida a un malentendido que debe haberse
originado en la mente de los niños: los adultos se referirían irónicamente a una
persona embriagada como estando “harta, repleta”, y el niño, pasando por alto
estos delicados matices, aplicaría la palabra al hecho bruto mismo. Este puede muy
bien haber sido el caso, pero es obviamente imposible demostrarlo. Lo mismo cabe
decir de otros cambios que se han atribuido a este agente, tales como el paso de la
palabra bead del sentido de “oración, plegaria” al de “cuenta, bolita perforada”:
límites. Una vez que se han roto estos lazos, por alguna de las razones examinadas
en el capítulo 4, el sentido puede evolucionar sin trabas y alejarse de sus orígenes.
En antiguo inglés, las palabras lord y lady eran compuestos transparentes basados
en el nombre hlāf, “loaf” [pan, hogaza]: lord tenía la forma hlāford o hlāfweard,
“loaf-ward” (guardián del pan), y lady la forma hlāēfdige, de hlāf + la raíz dig-
“amasar”, conectada con doug [masa] (NET). Cuando la conexión con loaf fue
oscurecida por el desarrollo fonético (cf. pág. 110), las dos palabras evolucionaron
desembarazadas de asociaciones etimológicas.
A estos factores generales identificados por Meillet, pueden agregarse al menos otros
tres, conducentes todos a la movilidad de la significación:
233
Este proceso es plenamente discutido en STERN, op. cit., cap. 13, de donde están tomados los dos
ejemplos inmediatos.
320
3. Acaso el más importante de los factores generales que rigen el cambio semántico
sea la estructura del vocabulario. El sistema fonológico y gramatical de una
lengua está constituido por un número limitado de elementos estrechamente
organizados. El vocabulario, por otro lado, es un laxo agregado de un número
infinitamente mayor de unidades; es, por consiguiente, mucho más fluido y móvil,
y los elementos nuevos, las palabras tanto como los significados, podrán añadirse
con más libertad, mientras que los ya existentes desaparecerán del uso más
fácilmente.
Sobre esta cuestión se hablará más en el último capítulo; baste indicar por ahora que
el vocabulario de una lengua es una estructura inestable en la que las palabras
individuales pueden adquirir y perder significados con la máxima facilidad237.
234
Cf., por ejemplo: “But you will take exceptions to my boon.” Pero opondréis excepciones a mi
requerimiento, King Henry the Sixth, parte III, acto III, escena 2 (Shorter OED).
235
“Él le concedió libremente a ella toda su demanda o “Él le concedió libremente toda su gracia.”
236
STERN, op. cit., pág. 351
237
Para algunos datos interesantes sobre la proporción del influjo de los nuevos significados en el
inglés, véase E. L. THORNDIKE, “Semantic Change”, American Journal of Psychology, LX (1947),
págs. 588-97.
321
su precursor, Reisig, habían impuesto a la nueva ciencia la tarea de explorar las leyes
que gobiernan el desarrollo de los significados 238. Hasta comienzos de los años
treinta, la labor en este campo se centró casi exclusivamente sobre dos problemas: la
clasificación de los cambios de significado y el descubrimiento de las leyes
semánticas. La búsqueda de “leyes” alcanzó un éxito muy limitado, y el celo
clasificatorio dio por resultado un cierto número de ambiciosos esquemas construidos
sobre endebles datos empíricos; fue, según observó acremente un lingüista, como si
alguien intentase idear una clasificación comprensiva de las plantas, mientras que su
propio conocimiento se redujera al álamo, la margarita y las setas 239 . Hay que
conceder, sin embargo, que estas clasificaciones primerizas con frecuencia mostraban
una notable ingeniosidad, y que hicieron una contribución sustancial a nuestra mejor
comprensión de los procesos semánticos. Los dos esquemas más sobresalientes
fueron los propuestos por los profesores Carnoy y Stern, notable el primero por la
extraordinaria riqueza de sus subdivisiones, y el segundo por su claridad, su sólida
documentación y el sano empirismo que lo informaba240.
Durante los pasados treinta años, ha habido una importante variación en el énfasis
de las investigaciones: el interés de la mayoría de los semánticos ha girado en torno a
los problemas descriptivos y estructurales, y el cambio de significado ha sido
relegado a un segundo plano. Esto no quiere decir, por supuesto, que el trabajo en este
campo haya quedado parado. Continúan publicándose monografías sobre problemas
específicos; ha habido algunas aportaciones teóricas estimables241, y los cambios de
238
Véanse anteriormente, págs. 7 y sgs.
239
H. SPERBER, op. cit., págs. 93 y sgs.; cf. H. HATZFELD, Leitfaden der vergei chenden
Bedeutungslehre, Munich, 1924, pág. XII.
240
Un examen detallado de estos y otros esquemas se encontrará en el cap. 4 de mis Principles of
Semantics. Cf. asimismo P. GUIRAUD, La sémantique, París, 1955, caps. 3-4; J. CREMONA,
“Historical Semantics and the Classification of Semantic Changes”, Hispanic Studies in Honour of I.
González Llubera, Oxford, 1959, págs. 1- 6; K.
241
Véanse, v. gr., A. BACHMANN, Zur psychologischen Theorie des sprachlichen
Bedeutungswandels, Munich, 1935; O. FUNKE, “Zum Problem des Bedeutungswandels”,
Anglo-Americana: Wiener Beiträge zur englischen Philologie, LXII (1955), págs. 53-61; A.
SAUVAGEOT, “A propos des changements sémantiques”, Journal de Psychologie, XLVI (1953),
págs. 465-72; J. SCHRÖPFER, “Wozu ein vergleichendes Worterbuch des Sinnwandels?”,
Proceedings of the Seventh International Congress of Linguists, págs. 366-71; THORNDIKE, loc. cit.;
H. WERNER, “Change of Meaning: a Study of Semantic Processes through Experimental Data”. The
322
Los cambios de significado pueden ser producidos por una infinita multiplicidad de
causas. Uno de los primeros semánticos distinguió no menos de treinta y una
posibilidades243, pero por muy fina que sea la malla de distinciones que podamos
discurrir, siempre habrá algunos casos que se escaparán a través de ella. Muchos
cambios, incluidos algunos que parecen falazmente simples, son debidos a causas
excepcionales que solo cabe establecer reconstruyendo el fondo histórico completo.
Un ejemplo clásico de tales cambios excepcionales es el origen del vocablo latino
monēta que ha dado las palabras inglesas mint [casa de moneda] y money [dinero],
esta última por mediación de la francesa monnaie. Monēta procede del verbo moneo
“amonestar, advertir, aconsejar”, pero a primera vista es difícil imaginar una conexión
entre las dos ideas. La conexión, en efecto, fue puramente fortuita: Monēta era un
sobrenombre de la diosa Juno, en cuyo templo de Roma se acuñaba la moneda 244 .
Tomando un ejemplobastante diferente, parece obvio que el bollofrancés conocido
como croissant debe su nombre al hecho de que tiene forma de media luna. Esto es,
por supuesto, verdad, pero no es toda la historia. La palabra francesa es una
traducción de la alemana Ronchen, y los primeros bollos de esta forma se hicieron en
Viena a finales del sigloXVII para conmemorar una victoria decisiva sobre los turcos,
cuyo emblema nacional es la media luna (Bloch-Wartburg). Tales casos contienen una
saludable advertencia para el etimologista y prestan una renovada fuerza a la viaja
consigna: “palabras y cosas” (Wörter und Sache); sin un estrecho enlace entre la
lingüística y la historia de la civilización, el origen de Money habría seguido siendo
un misterio insoluble y el croissant habría sido greoseramente simplificado.
El contagio ha sido tan eficaz que estos términos tienen en la actualidad un sentido
negativo incluso cuando subsisten por sí mismos, sin estar apoyados por ne. Esto ha
conducido a la situación paradójica de que la palabra personne tiene dos usos
diametralmente opuestos: como nombre todavía significa “persona”; empleada como
partícula, como por ejemplo en respuesta a una pregunta, quiere decir “nadie”:
247
Algunos lingüistas rehusan considerar estos procesos como cambios de significado; cf. v. gr. 1.
SCHWIETERING, “Schriften zur Bedeutungslehre”, Anzeige für deutsches Altertum, XLIV (1925).
Págs. 153-63. En The Principles of Semantics, página 211. yo he sugerido tratar tales casos como
“cambios semánticos debidos al conservadurismo lingüístico”, a diferencia de los que son debidos a la
innovación lingüística.
325
fonéticamente desde los tiempos romanos (cf. también la francesa char, la italiana,
española y portuguesa carro, la rumana car)248.
c) Ideas. El término humour [humor], que el inglés tomó del antiguo francés, se
basa en concepciones fisiológicas totalmente anticuadas: la teoría de los “cuatro
fluidos o humores cardinales (cardinal humours) del cuerpo (sangre, flema, cólera o
bilis, y melancolía o atrábilis), por cuyas proporciones relativas se sostenía en el
pasado que estaban determinadas las cualidades físicas y mentales y la constitución
de una persona” (NED). Posteriormente estas nociones fueron olvidadas y humour se
convirtió gradualmente en uno de los términos claves del modo de vida británico;
pero, una vez más, la palabra se ha conservado, ya que no ha habido ninguna ruptura
en la continuidad. Un cierto número de otros términos modernoscholeric
[colérico], melancholy [melancólico], phlegmatic [flemático], sanguine [sanguíneo],
temperament [temperamento]tienen sus raíces en la misma teoría fisiológica.
3) Causas sociales. Cuando una palabra pasa del lenguaje ordinario a una
nomenclatura especializada la terminología de un oficio, un arte, una profesión o
algún otro grupo limitado, tiende a adquirir un sentido más restringido.
Recíprocamente, las palabras adoptadas del lenguaje de un grupo por el uso común
suelen ensanchar su significado. Hay así dos tendencias socialmente condicionadas
que operan en direcciones opuestas: la especialización y la generalización.
A estos tres factores capitales establecidos por Meillet pueden añadirse al menos
otros tres, que son responsables de muchos cambios de significado.
4) Causas psicológicas. -Los cambios de significado con frecuencia tienen sus raíces
en el estado de ánimo del que habla o en algún rasgo más permanente de su índole
mental. Algunos de los factores psicológicos en juego son superficiales o incluso
triviales. Una semejanza casual que capta la vista, una asociación humorística que
viene al pensamiento, puede producir una imagen que, por su adecuación o su calidad
expresiva, pasarán del estilo individual al uso común. La idea de que algo tiene una
vaga similitud con un caballo en la forma, la situación o el carácter ha inspirado
muchas metáforas e idiotismos gráficos o jocosos: clothes- horse [percha para la
ropa], horse-fish [caballa], horse- tail [cola de caballo] horse-play [broma pesada],
horse-sense [sandez], “to flog a dead horse” [azotar un caballo muerto: después del
burro muerto, la cebada al rabo], “to mount the high horse” [montar el caballo alto:
asumir un porte altivo], “to look a gift horse in the mouth” [a caballo regalado no le
también J. VENDRYES, “Sur quelques mots de la langue des chasseurs”, Archivum linguisticum, I
(1949), págs. 24 – 9 y WEEKLEY, The Romance of Words, págs. 107 y sgs.
328
mires el diente], etc. Tales metáforas a veces terminarán en un cambio permanente del
significado: easel “caballete de pintor”, por ejemplo, proviene de la palabra holandesa
ezel, que quiere decir “asno” (cf. el término alemán Esel).
253
Op. cit, caps. 4-10
.
329
254
Véase E. HUGUET, La langage figuré au seizième siècle, París, 1933, págs. I-18.
330
My particular grief
Is of so flood–gate and o'erbearing nature
That it engluts and swallows other sorrows,
Ahora bien: es sabido que el río Avon se desbordaba con frecuencia en los días de
Shakespeare, como todavía lo hace en la actualidad. Es, por tanto, muy razonable
suponer que hay alguna conexión entre las inundaciones que Shakespeare debe haber
255
Véase F BRUNOT, Histoire de la langue française, vol. X, parte 1, págs. 64 y siguientes
256
Cf. P. J. WEXLER, La formation du vocabulaire des chemins de fer en France, 1778-1842, págs.
130 y sgs.; véase también mi Style in the French Novel, pág. 32. La boga de ciertos sufijos en nuestro
propio tiempobeatnik formado según el modelo de sputñikes un síntoma de la misma tendencia.
257
“Mi dolor particular es de una naturaleza tan desbordante, tan impetuosa y parecida a las aguas de
una esclusa, que engulle y sumerge las demás penas, y él queda siempre igual.” SHAKESPEARE,
Obras completas, 10.a ed., Madrid, Aguilar, 1951, pág. 1471.
258
“Jamás vino la reforma en una oleada de tan impetuosa corriente para limpiar los vicios.” ibíd., pág.
518
331
259
SPURGEON, op. cit. pág. 93 y sgs. Sobre un caso similar en Proust, la importancia psicológica de
sus metáforas de medicina y cirugía, ver mi Image in the Modern French Novel, págs. 130 y sgs.
260
Cf. L. H. HORNSTEIN, “Analysis of Imagery: a Critique of Literary Method”, Publications of the
Modern Language Association of America, LVII (1942), páginas 638-53: R. WELLEK y A. WARREN,
Theory of Literature, Londres, impr. 1954, páginas 213 y sgs. ; y mi Style in the French Norel, págs. 31
y sgs.
261
Cf. G. O. REES, “Animal Imagery in the Novels of André Malraux”. French Studies, IX (1955),
págs. 129-42. En el caso de Sartre, sin embargo, la recurrencia obsesiva de las imágenes de insectos
parece tener una motivación psicológica, a juzgar por las recientes revelaciones en La force de l’âge de
Simone de Beauvoir. Estoy en deuda con madame Escoffier, de la Universidad de Lyon, por haber
atraído mi atención hacia este punto. Sobre las imágenes de insectos en Sartre, véase S. JOHN,
“Sacrilege and Metamorphosis. Two Aspects of Sartre’s Imagery”. Modern Language Quarterly, XX
(1959), págs. 57-66, y mi Style in the French Novel, págs. 251 y sgs.
332
Ruth se demandait,
Immobile, ouvrant l’oeil à moitié sous ses voiles,
Quel dieu, quel moissonneur de l’éternel été,
Avait, en s’en allant, négligemment jeté
Cette faucille d’or dans le champ des étoiles262 .
Los tabús del lenguaje se hallan comprendidos en tres grupos más o menos
distintos, según la motivación psicológica que hay tras ellos: unos son debidos al
miedo, otros a un sentimiento de delicadeza, otros finalmente a un sentido de
decencia y decoro.
1) Tabú del miedo. El pavor reverencial en que son mantenidos los seres
sobrenaturales ha impuesto frecuentemente interdicciones tabús sobre sus nombres. A
los judíos, como ya se ha indicado, no les estaba permitido referirse directamente a
Dios; utilizaban en su lugar la palabra para designar “señor”, y este circunloquio
sobrevive en el término ingles the Lord, en el francés Seigneur y en otras formas
modernas (pág. 187). El nombre del diablo ha dado origen a incontables eufemismos,
incluida la curiosa expresión l’Autre, “el Otro”, en francés. En su * Address to the
Deil, Burns ha reunido toda una serie de apodos cariñosos ideados para propiciar al
diablo y mostrar que se está en relaciones de familiaridad con él:
O thou! Whatever title suit thee
Auld “Hornie”, “Satan”, “Nick”, or “Clootie”...
Hear me, auld “Hangie”, for a wee...
But fare-you-weel, auld “Nickie-ben” !267
265
Pelican Books, Londres, impr. 1940, pág. 37.
266
Del griego eu “bien” + phē mē “habla”.
267 “
¡Oh tú! Cualquiera que sea el título que te cuadre: viejo “Cornudo”, “Satanás”, “Nick” o
“Clootie”... Escúchame un poco, viejo “Ahorcado”... ¡Pero que lo pases bien, viejo “Nickieben” !”
334
Los nombres de los espíritus diabólicos son declarados tabú de la misma manera. El
intento de propiciarlos puede llegar extraordinariamente lejos: testimonio de ello son
las griegas, uno de los nombres dados a las Furias, que literalmente
significa “las bien dispuestas, las favorables, las benévolas”.
Los nombres de los objetos inanimados también pueden ser tachados por una
prohibición tabú. Las supersticiones conectadas con la mano zurda han conducido a la
creación de muchos eufemismos en varias lenguas. Las voces latinas laevus y
scaevus han desaparecido en las lenguas romances; sinister en el sentido literal ha
268
M. GUÉRIOS, op. cit., pág. 18.
269
Cf. MEILLET y EMENEAU, loc. cit.
270
Véase M. GUÉRIOS, op. cit., págs. 152 y sgs., con nuevas referencias; cf. igualmente NYROP,
Sémantique, págs. 275 y sgs., y WEEKLEY, The Rornance of Words, páginas 91 y sgs.
335
Otro grupo de palabras afectadas por esta forma de tabú son los nombres de los
defectos físicos y mentales. Imbecile, en inglés, proviene, a través del francés, del
latín imbecillus, o imbecillis, “débil, endeble”. En el siglo XVII, Corneille todavía
pudo referirse al “sexo débil” como “le sexe imbécille”; un siglo más tarde, este uso
había quedado tan anticuado que Voltaire lo describía como una “burda y extraviada
afrenta” (Nyrop, Sémantique, pág. 22). Otras palabras de la misma esfera han
evolucionado sobre líneas similares. El término francés crétin [cretino] es una forma
dialectal de chrétien “cristiano”, tomada del patois francés de Suiza en el siglo XVIII
(BlochWartburg). Benét “tonto, estúpido, simple” procede de benedictus “bendito,
bienaventurado”, y es un eco palmario de la primera bienaventuranza:
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”
(ibíd.). Es muy probable que estos usos fueran originalmente “seudoeufemismos”
271
Cf. las observaciones de W. D. ELCOCK, op. cit., pág. 178. Cf. asimismo ENTWISTLE, The
Spanish Language, pág. 65.
336
más que eufemismos propiamente dichos: fueron sugeridos más por ironía que por
tabú. Lo mismo cabe decir del inglés idiot [idiota] que se retrotrae a una palabra
griega que significa “persona privada, lego, novato”, y de silly [necio, bobo],
anteriormente seely, que en otro tiempo significaba “feliz” y “bendito” (cf. el alemán
selig)272 .
Otra clase aún de palabras que a menudo se evitan por razones de delicadeza, o de
delicadeza burlona, son los nombres de las acciones criminales tales como estafar,
robar y matar. Para “estafar” hay en francés una perífrasis tradicional, corriger la
fortune, que se hizo famosa por un pasaje de la comedia de Lessing, Minna von
Barnhelm (acto IV, escena 2). “Robar” ha dado lugar a numerosos eufemismos en
diferentes lenguas; algunos de ellos han sido indicados en el capítulo sobre la
sinonimia (pág. 170). Un ejemplo divertido se encuentra en * The Merry Wives of
Windsor
(Acto I, escena 3):
En los campos de concentración nazis, el verbo organizar acabó por ser usado en
muchas lenguas como un eufemismo para expresar “procurar por medios ilícitos” y
así para “robar”. Esto produjo algunas curiosas combinaciones: “Les magasins du
camp sont pleins de tout ce que les S. S. ont organisé en France”274 .
Un ejemplo de un cambio radical de significado debido a este tipo de tabú es el verbo
francés tuer “matar”, que se deriva del Latino tutari “custodiar, guardar, proteger”.
272
Cf. STERN, op. cit., pág. 403, y el NED.
273
“NYM: El talento consiste en robar en un silencio de mínima, PISTOL: “Transmisión” llaman a
eso las gentes sensatas. “Robo”, ¡puaf! ¡Una higa con la frase!” SHAKESPEARE, Obras completas,
10.a ed., Madrid, Aguilar, 1951, página 1103.
274
“Los almacenes del campo están llenos de todo lo que las S. S. han organizado en Francia.” (Véase
AMSLER, Le Français Moderne, XIII, 1945, pág. 248: cf. Y. EYOT, ibíd., XIV, 1946, pág. 167).
337
Según una investigación reciente, este uso parece haberse “originado como un
eufemismo irónico debido, en definitiva, a la jerga de los ladrones o los soldados”275 .
III) Tabú de la decencia. Las tres grandes esferas más directamente afectadas por
esta forma de tabú son el sexo, ciertas partes y funciones del cuerpo, y los
juramentos. Hay variaciones extremadamente amplias entre las normas del decoro
obtenidas en diferentes períodos: la procacidad de un Rabelais y la gazmoñería de las
précieuses (cf. pág. 211), la derechura con que madame de Rambouliet en el
Sentimental journey, de Sterne, se refiere a la fisiología humana276 , y la
hipersensibilidad de las damás norteamericanas del siglo XIX, que hablarían de Los
miembros (limbs) de un piano y de sus propias agachaderas (benders) antes que
mencionar las piernas o las patas (legs), y que dirían talle (waist) antes que proferir la
palabra cuerpo (body)277. No obstante, el sentido de la decencia y del pudor ha sido a
lo largo de las edades una rica fuente de tabús y de eufemismos. Unas cuantas
expresiones de la esfera de las relaciones sexuales servirán para ilustrar esta
tendencia.
La historia de la palabra francesa fille muestra que incluso una de las palabras más
comunes de una lengua puede llegar a corromperse en virtud del uso eufemístico. En
el sentido de “hija”, fille es todavía perfectamente respetable, pero en el sentido de
“muchacha, joven”, ya es necesario decir jeune fille, puesto que fille sola se usó tan
frecuentemente como un eufemismo para “prostituta” que este fue, por último, su
significado ordinario. Una frase como la siguiente, que se encuentra en el escritor del
siglo XVIII Marivaux, sería imposible hoy día: “Tu me dégoûtes de toutes les filles
qu’on pourrait m’offrir pour mon fils”278. Otras palabras de esta esfera han tenido un
sino semejante: garce, la forma femenina de garçon, se ha convertido en un término
injurioso, y el alemán Dirne, que en otro tiempo se aplicó a la Virgen María como la
275
B. FOSTER, Essays Presented to C. M. Girdlestone, págs. 109-21.
276
En el capítulo “The Rose” (ed. Penguin, pág. 97); cf. NYROP, Sémantique, páginas 303 y sgs.
277
JESPERSEN. Growth and Structure, pág. 226.
278
“Tú me haces sentirme disgustado con todas las muchachas que podrían ofrecérseme para mi hijo”
(citado por GAMILLSCHEG, Französische Bedeutungslehre, pág. 100).
338
sierva de Dios, ha concluido por significar una “ramera”, excepto en los dialectos
alemanes del Sur279.
Hasta la palabra francesa para designar “beso”, baiser, ha caído víctima de una
interdicción tabú. Desde que acabó por usarse como un eufemismo con connotaciones
obscenas, ha sido reemplazada en gran medida en su sentido original por embrasser
“abrazar”, un derivado de bras “brazo”; de aquí combinaciones tan extravagantes
como “embrasser quelqu’un sur la joue”, “besar a alguien en la mejilla”282.
Esta breve selección de ejemplos habrá mostrado que el tabú y el eufemismo son
causas importantes del cambio semántico. Conviene advertir, sin embargo, que este es
sólo uno de los modos como puede llenarse un vacío creado por el tabú. Como hemos
visto, una palabra viciada es reemplazada a veces por una nueva formación (belette)
o por un término tomado de una lengua extranjera (el español izquierdo). Bloomfield
ha llamado la atención sobre el hecho curioso de que los rusos tomasen su palabra
para denotar la luna, luná, del latín, mientras que por lo demás copiaron muy poco de
279
PRIEBSCH-COLLINSON, Op. cit., pág. 304.
280
“Tienes demasiados admiradores a los que se ve asediarte.” Este ejemplo y el próximo son citados
por NYROP, Sémantique, pág. 299.
281
“Mi padre quedó encantado de que me tomase por novia.”
282
Véase esp. J. ORR, “Le rôle destructeur de l’euphemie”, loc. cit., págs. 170 y siguientes.
339
esta fuente salvo algunos términos sumamente cultos (Language, página 400). Puesto
que toda lengua es capaz de tener su propia palabra para designar la luna, tal término
sería importado del exterior solo si el nombre nativo había sido infamado por una
prohibición tabú. Puede ocurrir también que la palabra declarada tabú no se haya
desvanecido enteramente, sino que se conserve en una forma modificada. El vocablo
inglés arcaico zounds [pardiez] es una variante eufemística de by God’s wounds [por
las llagas de Dios]; drat equivale a God rot! [¡Podre de Dios!] y el vocablo francés
bougre, aunque no tan ofensivo como su réplica inglesa, se hace más respetable
cuando se cambia en bigre [caramba]283. Cierto número de tacos franceses
terminados en bleu corbleu, marbled, parable, ventrebleu [cáspita, caramba,
pardiez, voto al chápiro], etcétera no tienen nada que ver con el adjetivo bleu
“azul”; bleu es meramente una forma modificada de Dieu. El reniego palsambleu,
que pertenece a la misma familia, es una variante bien camuflada de la frase par le
sang de Dieu “por la sangre de Dios”; cf. los términos ingleses ‘sblood y Od’s blood.
283
Cf. J. ORR, Words and Sounds in English and French, pág. 227.
340
Se han hecho varios intentos de clasificar los cambios semánticos de acuerdo con
las asociaciones que los fundamentan. Mediante una ingeniosa combinación del
método estructural de Saussure con algunos de los principios de la filosofía de
Bergson, el lingüista francés Léonce Roudet esbozó, hace cuarenta años, la primera
clasificación comprensiva de este género, que fue desarrollada más adelante por la
investigación subsiguiente286. El esquema de Roudet tiene la ventaja inmediata de
enlazar con una de las definiciones básicas del significado discutida en el capítulo
tercero de este libro. Se recordará que una escuela de pensamiento considera el
significado como una “relación recíproca y reversible entre el nombre y el sentido”
(página 66). Si se acepta esta fórmula como una hipótesis de trabajo, entonces los
cambios semánticos se incluirán naturalmente en dos categorías: los basados en una
asociación entre los sentidos y los que implican una asociación entre los nombres.
Cada una de estas dos categorías puede subdividirse a su vez, si admitimos la
acostumbrada distinción entre dos especies de asociación: la semejanza y la
contigüidad287. Estas dos parejas de criterios dan lugar a cuatro tipos cardinales de
cambio semántico, algunos de los cuales pueden escindirse en ulteriores
subdivisiones.
I. Semejanza de sentidos (metáfora)
286
Véase L. ROUDET “Sur la classification psychologique des changements sémántiques”. Journal do
Psychologie, XVIII (1921), págs. 676-92. Entre los precursores de Roudet, Wundt y Schuchardt fueron
de particular importancia. El esquema de Roudet fue adoptado y perfeccionado por el lingüista
húngaro Z. Gombocz (véase anteriormente, pág. 66, n. 2). Una discusión del desenvolvimiento de esta
teoría, y una forma un tanto modificada del esquema mismo, se hallará en mis Principles of Semantics,
págs. 213 y sgs.; cf. también GUIRAUD, La sémantique, págs. 43 y sgs., y AMMER, op. cit., págs. 79
y sgs.
287
La “contigüidad” debe tomarse aquí en un sentido amplio: abarca cualquier relación distinta de las
basadas en la semejanza
343
288
Quizá el tratado más detallado jamás publicado sobre la metáfora sea la obra monumental de C . F.
P. STUTTERHEIM, Het Begrip Metaphoor. Een taalkundig en wijsgerig onderzoek, Amsterdam,
1941. Entre los innumerables libros y artículos sobre la materia pueden señalarse los siguientes: H.
ADANK, Essai sur les fondements psychologiques et linguistiques de la métaphore affective, Ginebra,
1939; C. BROOKE-ROSE, A Grammar of Metaphor, Londres, 1958; CH. BRUNEAU, “L’image dans
notre littérature", Mélanges A. Dauzat, Paris, 1951, páginas 55 – 67; E. COSERIU, La creación
metafórica en el lenguaje, Montevideo, 1956 ; G. ESNAULT, Imagination populaire, métaphores
occidentales, Paris, 1925; P. HENLE, “Metaphor”, Language, Thought, and Culture, cap. 7 ; L. G.
KNIGHTS-B. COTTLE (ed.), Metaphor and Symbol (Colston Research Society; Colston Papers 12),
Londres, 1960; H. KONRAD, Etude sur la métaphore, París, 1939; F. W. LEAKEY, “Intention in
Metaphor”, Essays in Criticism, IV (1954), págs. 191-8; C. DAY LEWIS The Poetic Image, Londres,
1947; J. MIDDLETON MURRY, “Metaphor”, Countries of the Mind, Londres, 1931; B.
MIGLIORINI, “La metafora recíproca”'. Saggi linguistici, págs. 23-30; L. SAINÉAN, La création
métaphorique en français et en roman, 2 vols., Halle a. S., 1905-7; W. B. STANFORD, Greek
Metaphor, Oxford, 1936; M. SALA, “Sur les métaphores réciproques”, Revue de Linguistique
(Bucarest), V (1960), págs. 311-17; H. WERNER, Die Ursprünge der Metapher, Leipzig, 1919. Cf.
igualmente SPERBER op. cit. cap. 13 y passim; R. JACOBSON-M. HALLE, Fundarnentals of
Language, La Haya, 1956, págs. 76-82; E. LEISI, Der Wortinhalt, 2.a ed., Haidelberg, 1961; I. A.
RICHARDS, The Philosophy of Rhetoric, caps. 5-6; R. A. SAYCE, Style in French Prose, Oxford,
1953, capítulo 10; WELLEK-WARREN, Theory of Literature, cap. 15. Cf. asimismo mi Style in the
French Novel, cap. 6, y The Image in the Modern French Novel, passim.
289
Citado por C. DAY KEWIS, op. cit., pág. 17.
290
Citado por C. DAY LEWIS, loc. cit.
291
* The Defendant. A Defence of Slang. Cf. anteriormente, pág. 170.
292 “
Yo creo que solo la metáfora puede dar una suerte de eternidad al estilo” (“A propos du “style” de
Flaubert”, Nouvelle Revue Française, XIV, I (1920), páginas 72-90).
344
La metáfora está tan estrechamente entretejida con la textura misma del habla
humana que ya la hemos encontrado bajo varios aspectos: como un factor capital de
la motivación, como un artificio expresivo, como una fuente de sinonimia y de
polisemia, como un escape para las emociones intensas, como un medio de llenar
lagunas en el vocabulario, y en otros diversos cometidos. Bastará, pues, dar aquí una
breve información sobre el fondo psicológico de la metáfora y describir algunas de
las formas características que asume en el lenguaje.
Hay que advertir que la semejanza entre el tenor y el vehículo puede ser de dos
clases: objetiva y emotiva. Es objetiva en el caso que acabamos de citar o, por
ejemplo, cuando la cima de una montaña es llamada cresta porque se parece a la
293
The Philosophy of Rhetoric. Págs. 96 y sgs. y 117. Los críticos franceses tienen una terminología
aún más sencilla: llaman al vehículo le comparant y al tenor le comparé.
294
La misma metáfora se encuentra en el griego, en donde ’ “ratón”, puede significar también
“músculo”.
295
La palabra griega metaphora significa literalmente “transferir”: meta “trans-” + pherein “llevar”.
296
ESNAULT, Imagination populaire, pág. 30. Cf. anteriormente, pág. 153.
345
297
Style in French Prose. Págs. 62 y sgs.
298
“La canción hablaría de ese interminable edificio, erigido por la observación de afinidades en
objetos en los que no existe ninguna hermandad para las mentes pasivas.” Citado por C. DAY LEWIS,
op. cit., pág. 36.
299
Loc cit., págs. 123 y 125.
346
300
Del griego anthrōpos “hombre” + morphē “forma”.
301
Citado por GOMBOCZ, op. cit., pág. 73. La monografía más comprensiva sobre las metáforas
antropomórficas es la de J.J. DE WITTE, De Betekeniswereld van het lichaam, Nimega, 1948. Véase
también CARNOY, op. cit., págs. 324-36, y E. CASSIRER, Philosophie der symbolischen Forrnen,
vol. I, Berlín, 1923, páginas 158 y sgs.
347
embargo, las metáforas de esta esfera parecen ser mucho más comunes que las
dirigidas hacia ella.
II) Metáforas animales. —Otra fuente perenne de imágenes es el reino animal. Estas
metáforas, de las cuales ya se han citado algunos especímenes (cf. págs. 227, 236,
241, etc.), se mueven en dos direcciones capitales. Algunas de ellas se aplican a
plantas y a objetos insensibles. Muchas plantas deben su nombre a alguna vaga
similitud, a menudo caprichosa o burlesca, con un animal: barba de cabra
(goat's-beard), pata de gallo (cock's- foot), cola de perro (dog's-tail), etcétera.
Dandalion viene del francés dent de lion “diente de león”. Hasta hay combinaciones
de metáforas animales, como en el francés chiendent, queue- de- renard, “grama”, que
literalmente quiere decir “diente de perro, cola de zorra”. Un gran número de objetos
inanimados, incluyendo varios instrumentos, máquinas y partes de algunas máquinas,
son también denominados según un animal: cat [gato], cathead [cabeza de gata:
serviola], cat- o'nine- tails [gato de nueve colas], crab [cangrejo: cabrestante], crane
[grulla: grúa], cock [gatillo] de una escopeta, cock [gallo] en el sentido de “espita,
grifo”, y otros incontables.
hallan entre los más antiguos artificios del estilo literario-Homero ya había llamado a
la diosa Hera “la de los ojos de buey”—no han perdido nada de su fuerza expresiva y
evocadora: todos los lectores de Proust recordarán la tersa y vivaz caricatura de M. de
Palancy “qui, avec sa grosse tête de carpe aux yeux ronds, se déplaçait lentement au
milieu des fêtes en deserrant d’instant en instant ses mandibules comme pour
chercher son orientation”302.
302
“que, con su gran cabeza de carpa de ojos redondos, se desplazaba lentamente en medio de las
fiestas, abriendo y cerrando sus mandíbulas como para buscar su orientación” (Du côté de chez
Swamn, vol. II, pág. 143). Cf. mi Image in the Modern French Novel, págs. 176 y sgs.
349
Hasta una experiencia tan abstracta y elusiva como el tiempo 303 puede hacerse
concreta y tangible por el escritor creador. El viejo cliché del “fluir” del tiempo se
rejuvenece en manos de Sartre cuando, evocando la lánguida atmósfera de un día
caluroso de verano, habla del “tiempo fluyendo dulcemente, como una tisana
entibiada por el sol”304 . En otros autores, el tiempo es visualizado en imágenes
novedosas y atrayentes. A Shakespeare se le aparece como “el viejo Tiempo, ese
regulador de los relojes; el Tiempo, ese sepulturero calvo” (* King John, acto III,
escena 1)305. Tennyson lo pinta como un “maníaco esparciendo el polvo” (“maniac
scattering dust”. * In Memoriam, L) En Proust, cuya obra entera se centra en el
problema del tiempo, hay infinitas variaciones sobre este tema, que culminan, al
término mismo del ciclo, en la visión de pesadilla de los hombres montados en los
zancos siempre crecientes del tiempo hasta que finalmente se derrumban 306.
303
Cf. G. POULET, Etudes sur le temps humain, Edimburgo, 1949
304
“Le temps coulait doucement, tisane attiédie par le soleil” (La mort dans l’âme, París, 1949, pág.
70; cf. Style in the French Novel, pág. 256).
305
“Old Time the clock-setter, that bald sexton Time.” SHAKESPEARE, Obras completas, 10.a ed.,
Madrid. Aguilar, 1951, trad. de ASTRANA MARÍN, op. cit., página 334
306
Le temps retrouvé, París, ed. 1949, vol. II, pág. 229. Sobre las metáforas de Proust acerca del tiempo
ver mi Image in the Modern French Novel, páginas 213-17.
307
Del griego syn “juntamente” + aisthēsis “percepción”. Una plena discusión de este tipo de metáfora,
además de referencias detalladas, se hallará en mis Principles of Semantics, págs. 266 y sgs.
350
Hay varias metáforas sinestéticas en la poesía del siglo XVII tales como el
“estridente perfume” (loud perfume) de Donne (Elegy, IV: “The Perfume”) y las
“bocas ciegas” (blind mouths) de Milton (Lycidas, V. 119). Los románticos fueron
particularmente aficionados a tales combinaciones; Byron fue criticado por escribir:
“the Music breathing from her face” [la música que exhala de su rostro] (The Bride of
Abydos, I, 6)313, pero Keats llegó aún más lejos y combinó tres sentidos diferentes
cuando escribió en Isabella: “And taste the music of that vision pale” [y saborean la
música de esa visión pálida]. Entre los románticos franceses, Théophile Gautier, con
su Symphonie en blanc majeur, desempeñó un papel importante en la moda de
semejantes transposiciones.
313
Véase: E. V. ERHARDT-SIEBOLD, “Harmony of the Senses in English, German and French
Romanticism”, Publications of the Modern Language Association of America, XLVII (1932), págs.
577-92: págs. 587 y sgs.
314
“Los perfumes, los colores y los sonidos se corresponden. Hay perfumes frescos como carne de
niños, dulces como los oboes, verdes como las praderas” (Cf. la trad. de FRANCIS SCARFE, en
Baudelaire, Penguin Books, 1961, pág. 37).
315
Cf. H. HÉRAUT, “Du nouveau sur Rimbaud, Nouvelle Revue Française, XLIII (1934), págs.
602-08; R. ETIEMBLE, “Le Sonnet des Voyelles”, Revus de Littérature Comparée, XIX (1939), págs.
235-61 ; J.-F. BARRÉRE. “Rimbaud, l’apprenti sorcier”, Revue d'Histoire Littéraire de la France, LVI
(1956), págs. 50-64.
352
tales transposiciones son tan comunes que nadie se asombra cuando un novelista
habla de “sabor amarillo” o de “olores verdes y puntiagudos”316.
Las metonimias pueden clasificarse mejor según las asociaciones que subyacen bajo
ellas. Algunas transferencias metonímicas se basan en relaciones espaciales. La
mutación de significado del vocablo latino coma “cadera” al francés cuisse “muslo”
se explica por el hecho de que la cadera y el muslo son dos partes contiguas de
nuestro cuerpo, sin fronteras definidas entre sí (págs. 141 y sgs.). Como se verá en el
último capítulo, esta no fue la causa fundamental del cambio; fue meramente la
condición que hizo posible semejante transferencia. Una metonimia similar yace en la
raíz de la palabra francesa para designar “huelga”, grève, que deriva su nombre de la
316
“Le jeune gout jaune de bois tendre” (SARTRE, La mort dans l'âme, pág. 233); “des odeurs vertes
et gaies, encore pointues, encores acides” (ibíd., pág. 45)
317
Del griego mesa “trans” + onoma “nombre”. Muchos ejemplos de metonimia se encontrarán en
NYROP, Sémantique, libro V, y en E. HUGUET, L'évolution du sens des mots depuis le XVI e siècle,
París, 1934, cap. 7.
318
“La metonimia no abre caminos como la intuición metafórica, sino que, quemando las etapas de
caminos demasiado conocidos, acorta distancias para facilitar la rápida intuición de cosas ya sabidas”
(Imagination populaire, pág. 311).
319
Cf. mi Style in the French Novel, págs. 211 y sgs.
353
Place de Grève, llamada ahora Place de l’Hótel de Ville, en donde los obreros
parisienses acostumbraban reunirse cuando abandonaban el trabajo (Bloch-Wartburg).
Entre otras relaciones que pueden dar por resultado un cambio metonímico, hay un
tipo tan importante que a veces ha sido tratado como una categoría separada: pars pro
toto o “la parte por el todo”320.
Otros tipos de metonimia son tan simples y tan conocidos que no requieren una
discusión detallada. Como ya se mencionó, las invenciones y descubrimientos a
menudo reciben el nombre de la persona responsable de ellos; cuando un físico dice
que un amperio es la corriente que un voltio puede enviar a través de un ohmio
(NED), está conmemorando a tres grandes pioneros de su ciencia: al francés André
Ampère, al italiano Conde Alessandro Volta, y al alemán Georg Simon Ohm.
Parejamente, los alimentos y bebidas se denominan según su lugar de origen
(gruyére, champagne), el contenido según el continente (“beber un vaso, una botella
de vino”), y muchos otros casos.
estambre azules en vez de medias negras de seda. En referencia a esto, la camarilla fue apodada por el
almirante Boscawen “the Blue Stocking Society” (Shorter OED).
322
Essai de sémantique, cap. 13. Véanse asimismo GAMILLSCHEG, Französische Bedeutungslehre,
págs. 53-8 y 73-54; K. BALDINGER, Kollektivsuffixe and Kollekuvbegriff, Berlín, 1950, parte I, 1;
R. ZINDEL, Des abstraits en français et de leur pluralisatio. Berna, 1958.
355
323
“Elección entre el bien y el mal” (citado por HUGUET, loc. cit., pág. 235).
356
324
Words and Sounds in English and French, cap. 15.
325
Además de las obras ya mencionadas en el capítulo sobre la etimología popular, cabe señalar aquí
las siguientes monografías: H. AMMANN, “Wortklang and Wortbedeutung”, Neue Jahrbücher für
Wissenschaft and Jugendbildung, I (1925), págs. 221-35; A. ERNOUT, Philologica, París, 1946; H.
HATZFELD, Ueber Bedeutungverschiebung durch Formännlichkeit fm Neufranzösischen, Munich,
1924; E. LÖFSTEDT, Vermischte Studien zur lateinischen Sprachkunde und Syntax, Acta Reg. Soc.
Hum. Litt. Lundensis, XXIII, 1936. Más referencias se encontrarán en mis Principles of Semantics,
pág. 236, n. 1.
357
Otro ejemplo de este tipo es el sustantivo inglés boon que ya ha sido mencionado
(pág. 220). Como hemos visto, este nombre significó al principio “ruego, súplica”,
después “el objeto pedido o solicitado”; su sentido corriente es “un favor, un
beneficio, una cosa digna de agradecerse”. El desarrollo semántico podría también
haber sido espontáneo, pero fue influido probablemente por el adjetivo homónimo
boon [liberal, generoso, bueno], una forma adaptada al inglés de la francesa bon
(NED).
Sería ingenuo, por supuesto, intentar derivar este nuevo significado del antiguo, ya
que es evidentemente un chiste vulgar sugerido por la asonancia de la sílaba inicial
con la palabra gaz326. Mucho más complicado es el doble significado del verbo
francés essuyer: “enjugar, secar” y “sufrir, aguantar, soportar”. El profesor Orr ha
demostrado que este es otro caso de “desarrollo seudosemántico”: el segundo sentido
no proviene del primero, sino que se debió a la confusión con essayer, que ahora
quiere decir “probar, procurar, pretender”, pero que, en una época tan reciente como
el siglo XVI, también podía significar “experimentar, soportar, tolerar”327. Las
implicaciones de tales procesos con respecto a la semántica estructural serán
consideradas más detenidamente en el próximo capítulo.
326
Cf. NYROP, Sémantique, pág. 328.
327
Words and Sounds in English and French, págs. 157-60.
358
Las palabras que se encuentran a menudo juntas suelen tener una influencia
semántica unas sobre otras. Ya hemos visto un ejemplo de esto en la historia de la
negación en el francés (pág. 223), la forma más común que toma esta influencia en la
elipsis328: en una frase hecha constituida por dos palabras, una de ellas es omitida y su
significado se transfiere a su compañera. Esto puede tener consecuencias
gramaticales: un adjetivo puede convertirse en un nombre (the main por the main sea
[alta mar], a daily [un diario] por a daily paper [un periódico diario]), y en algunas
lenguas puede haber anomalías de número o de género, como en el francés le
cinquième hussards [el quinto (de) húsares], en donde regiment se ha excluido, o en
un première Lyon, que es una doble elipsis de “un (billete de) primera (clase)”.
328
Pueden indicarse los siguientes estudios especiales sobre la elipsis: K. BERGMAN, Die Ellipse im
Neufranzösischen, Friburgo, 1908; W. FRANZ, “Ellipse und Bedeutungswandel”, Englische Studien,
LXII (1927-28), págs. 25-34; W. HORN, Sprachkörper und Sprachfunktion, Palaestra, CXXXV; 2.a
ed., Leipzig, 1923: R. E. KELLER, Die Ellipse in der neuenglischen Sprache als
syntaktisch-semantisches Problem, Zurich, 1944; WELLANDER, op. cit., partes II y III. Para más
referencias, véase mis Principles of Semantics, pág. 238, n. 1.
359
originalmente estaba hecha para los mozos de cuerda y demás jornaleros (Shorter
OED).
Los compuestos y frases inglesas adoptadas por el francés han sido con frecuencia
cercenados por la elipsis. Esto ha producido algunos usos que suenan de una manera
curiosa a los oídos nativos. Así, “smoking-jacket” [chaqueta de fumar] se ha reducido
a smoking, que ahora significa una “chaqueta de comer” en francés y en otros idiomas
continentales. Análogamente, un “cargo-boat” [buque de carga o mercante] se
transforma en un cargo, un “midshipman” [guardiamarina] en un midship, un
“sidecar” en un side, y una “pinup girl” en una pin-up. Tales acortamientos son
comunes en el deporte, en donde un goal puede querer decir un “goalkeeper”
[guardameta, portero], le catch equivale a “catch-as-catch-can” [lucha libre;
literalmente: coge como puedas], le cross a “cross-country running” [carrera a campo
traviesa], mientras que incluso “football” y “basket-ball” [baloncesto] pueden
mutilarse: “des joueurs de foot, de basket”329 .
1) Los cuatro tipos cardinales son de alcance muy diferente. La metáfora es con
mucho el más importante de los cuatro, pero la metonimia es, asimismo, un proceso
extremadamente común. La elipsis, aunque en modo alguno infrecuente, es en
general de importancia limitada, en tanto que la etimología popular, a pesar de su
gran interés, es un fenómeno marginal. Parecería, pues, que las asociaciones entre
sentidos son de una consecuencia incomparablemente mayor que las que se dan entre
nombres. Una lengua sin elipsis y sin etimología popular sería un medio de
comunicación perfectamente adecuado, mientras que una lengua sin metáfora y sin
metonimia es inconcebible: estas dos fuerzas son inherentes a la estructura básica del
habla humana.
329 1
Todos estos ejemplos son de HARMER. op. cit., págs. 118 y sgs.
360
2) Hay muchos cambios semánticos que parecen acomodarse a más de una categoría.
Cabe preguntar, por ejemplo, si expresiones como un Picasso en lugar de “un cuadro
de Picasso”, o un borgoña en vez de “vino de Borgoña”, son metonímicas o
elípticas330. Quizá sería más sencillo estimarlas como cambios “compuestos” debidos
a la interacción de dos tipos diferentes de asociación.
Desde que Bréal sugirió que la nueva ciencia de la semántica debía intentar establecer
las “leyes que rigen los cambios de significado” (cf. más arriba, pág. 8), la búsqueda
de “leyes” ha sido una de las principales preocupaciones de los que trabajan en este
campo. Algunos lingüistas fueron escépticos sobre las perspectivas de esta pesquisa.
Comentando el cambio de sentido del vocablo francés poutre, que originalmente
significaba una “potranca” y que ahora denota una “viga” o “cuartón”, Saussure
escribía: “cela est dû à des causes particulières et ne dépend pas des autres
changements qui ont pu se produire dans le même temps; ce n’est qu’un accident
parmi tous ceux qu’enregistre l’histoire d’une langue”334 Nyrop fue aún más
categórico: “ici les conditions qui déterminent les changements sont tellement
multiples et tellement complexes, que les résultats défient constamment toute
prévision et offrent les plus grandes surprises”335. No obstante, a despecho de estas y
otras muchas advertencias, la búsqueda prosiguió y no fue del todo estéril en sus
resultados. Incluso hoy día hay lingüistas que creen firmemente que la tarea esencial
de la semántica consiste en estudiar las “leyes específicas del desarrollo del
lenguaje”336.
Quizá el intento más ambicioso de formular una “ley específica” semejante fue la
monografía del fallecido Gustav Stern sobre los términos del inglés medio (Middle
English) para designar “swift” y “swiftly” (cf. anteriormente, pág. 162, n. 1). Un
examen completo de los datos cronológicos condujo a Stern a la siguiente conclusión,
notablemente precisa:
334
“Esto es debido a causas particulares y no depende de los demás cambios que hayan podido
producirse al mismo tiempo; no es más que un accidente entre todos los que registra la historia de una
lengua” (op. cit., pág. 132).
335
“Aquí las condiciones que determinan los cambios son tan múltiples y tan complejas que los
resultados desafían constantemente toda previsión y ofrecen las mayores sorpresas” (Sémantique, pág.
79).
336
ZVEGINTSEV, op. cit.. pág. 46.
362
Si la fórmula del profesor Stern es realmente válida 337, entonces tuvo razón al
pretender que se trata de las leyes fonéticas de que estaban tan orgullosos los
lingüistas del siglo XIX: “Esta ley tiene la forma de una ley de los sonidos: da las
circunstancias del cambio y un límite cronológico” (ibíd.). Es lícito preguntar, sin
embargo, si puede aceptarse esto como una ley semántica genuina. Los desarrollos de
sentidos paralelos no surgen espontáneamente: las diversas palabras tienen que haber
influido unas sobre otras, en virtud del proceso de analogía o “irradiación sinonímica”
que se discutió en el capítulo 6 (págs. 159 y sgs.).
Algunos lingüistas han apuntado más alto aún y han tratado de identificar ciertas
tendencias generales que gobiernan el cambio semántico. Uno de Los primeros
experimentos de esta clase fue la “ley de diferenciación de sinónimos” de Bréal, que
ya ha sido mencionada (pág. 159). La mayor parte de los intentos posteriores se han
centrado sobre la metáfora, aunque la metonimia también ha recibido cierta atención.
G. Esnault lanzó algunas breves e incitantes alusiones sobre la naturaleza de ambos
procesos, tales como, por ejemplo, que tendemos a describir el tiempo por medio de
metáforas del espacio, pero no el espacio por medio de metáforas del tiempo 343.
Sperber ha desarrollado su teoría de la “expansión” (cf. págs. 227 y sgs. en una “ley”
340
SAUVAGEOT, loc. cit., págs. 466 y sgs.
341
C. TAGLIAVINI, “Di alcune denominazioni della “pupilla”, Annali dell’Istituto Universitario
Orientale di Napoli, N. S., III (1949), págs. 341-78: págs. 363 y sgs
342
GOMBOCZ. Op. cit. Pág. 94; RÉVÉSZ. The Origins and Prehistory of Language, págs. 56 y sgs.
343
“Lois sémantiques”, en Où en sont les études de français, págs. 130-38.
364
semántica: “Si en un cierto tiempo un complejo de ideas está tan fuertemente cargado
de sentimiento que hace que una palabra extienda su esfera y cambie su significado,
podemos esperar confiadamente que otras palabras pertenecientes al mismo complejo
emocional también alterarán su significado”344.
344
Op. cit., pág. 67; traducción inglesa del profesor W. E. COLLINSON, Modera Language Review, xx
(1925), pág. 106
345
Language, pág. 429; cf. G. BONFANTE, Word, I (1945), pág. 145.
346
The Principles of Semantics, págs. 277 y sgs. Estos hallazgos parecen concordar con las
expectativas de los psicólogos; cf. H. WERNER, Language. XXVIII (1952) pág. 256. Cf., también A.
H. WHITNEY, “Synaesthesia in Twentieth-Century Hungarian Poetry”, The Slavonic and East
European Review, xxx (1951-52), páginas 444-64
347
“Why Does Language Change?”, Modern Language Quarterly, IV (1943), páginas 413-31: pág.
427; cf. BONFANTE, loc. cit., pág. 146.
365
Queda el hecho de que muchas palabras, por una diversidad de razones, han
ampliado o estrechado su significado y continúan así permanentemente. Algunos
términos han duplicado o reducido a la mitad casi exactamente su alcance. Nuestra
palabra uncle, por ejemplo, proviene, a través del francés, de la latina avunculus, que
solo significaba una especie de tío, a saber, el hermano de la madre, mientras que el
hermano del padre se llamaba patruus. Como la última palabra cayó en desuso, los
descendientes de avunculus han acabado por representar ambas clases de tío, de
suerte que el alcance del término latino ha sido duplicado. En la mayoría de los casos,
348
Para una discusión más detallada y referencias bibliográficas, véase mis Principles of Semantics.
págs. 203 y sgs.
366
349
Sobre esta cuestión, véase recientemente: H. SCHREUDER, “On Some Cases of Restriction of
Meaning”, English Studies, XXXVII (1956), págs. 117-24. La mayoría de los ejemplos que siguen
están tomados de este artículo. Véase asimismo: H. VERNER, “Change of Meaning”, loc. cit., págs.
201 y sgs.
367
poción sea “ponzoñosa”, dejó de decirse, pero cuando la palabra quedó íntimamente
asociada con el significado sometido a tabú, gradualmente se limitó a denotar este
género particular de poción y ninguno otro. La palabra alemana para designar el
“veneno”, Gift, sufrió una reducción más radical aún: entre todos los posibles
“regalos” (gifts) que pueden otorgarse, acabó por aplicarse a esta única variedad. La
restricción del significado también puede resultar de la elipsis (canino por “diente
canino”), de la necesidad de llenar una laguna del vocabulario (traire, “tirar, extraer”,
reemplazando a moudre en el sentido de “ordeñar”)350 , y de otras varias causas351 .
Algunos nombres de animales han sido restringidos del género a la especie o han
sufrido una restricción más drástica. Deer [ciervo] significaba en otro tiempo
una “bestia”, hound [sabueso] un “perro”, y fowl [gallo] un “ave” en general:
“Behold the fowls of the air: for they sow not, neither do they reap, nor gather
into barns” (* San Mateo, VI, 25)352. Es interesante señalar que en los tres casos,
la palabra alemana correspondiente — das Tier, der Hund, der Vogel— ha
mantenido el sentido más amplio. De la misma manera, la francesa oie, la italiana
y española oca, proceden de *avica del latín vulgar, derivada de avis “ave”,
como si el ganso fuese considerado como el ave doméstica par excellence
(Bloch-Wartburg). Por una ruta diferente, el vocablo francés sanglier “jabalí” ha
evolucionado, mediante elipsis, de la voz latina singularis “singular, solitario”, en
la frase singularis porcus “cerdo solitario” (ibíd.) Algunos verbos se han
desarrollado sobre líneas similares: to starve [hambrear, desfallecer] significaba
antaño “morir”, como todavía ocurre con el término alemán sterben; y el francés
noyer “ahogar” se remonta al latino necare “matar” (cf. pág. 208).
350
Véase anteriormente, págs. 210 y 226.
351
SCHREUDER, loc. cit., págs. 118 y sgs., distingue seis causas principales de restricción: el lenguaje
profesional, la sinonimia, los términos medios, el eufemismo, la sustitución y las asociaciones de
frases.
352
“Mirad las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes”.
368
353
Véase SCHEREUDER, loc. cit., págs. 119 y sgs.; cf. WEINREICH, Languages in Contact, pág. 49.
354
BRÉAL, Essai de sémantique, pág. 107; VENDRYES, Le langage, pág. 237; BLOOMFIELD,
Language, pág. 151; cf. WERNER, loc. cit., pág. 203.
355
Loc. cit., ibíd.
369
356
“El más miserable bellaco de la tierra.” SHAKESPEARE, Obras completas, 10.a ed., Madrid,
Aguilar, 1951, pág. 1571.
357
Véase el NED y SCHREUDER, loc. cit., pág. 85 y sgs.
358
Ibíd., págs. 82 y sgs.
370
primero significó “derecho, recto”, luego “llano, liso” (ahora schlicht), “simple”,
“sencillo", “pobre”, y finalmente “malo, perverso” (Priebsch-Collinson, op. cit.,
pág. 305).
Los prejuicios sociales contra ciertas clases y ocupaciones también han deformado el
significado de muchas palabras361. Términos como el inglés boor [patán, rústico] y el
francés rustre “zafio, palurdo, páparo”, del latino rusticus, muestran el desprecio con
que los campesinos solían ser tratados. El vocablo del latín rusticus, villanus
“habitante de una granja o cortijo (villa)”, ha dado en inglés el término histórico
villein “siervo”, y asimismo el peyorativo villain, mientras que el francés moderno
359
Ibíd., cap. 7.
360
Véase BLOCH-WARTBURG y el NED; cf. también J. ORR, “Bougre as Expletive”, Romance
Philology, I (1947), págs. 71-74, y ESTRICH-SPERBER, op. cit., cap. 6.
361
Cf. SCHREUDER, loc. cit. cap. 6.
371
vilain significa “feo” y “sucio, desagradable”. Otros grupos sociales han sido víctimas
de prejuicios análogos. Brigand. [salteador, bandolero] fue originariamente un
“soldado de infantería irregular y armado a la ligera”, y knave [bribón, bergante]
equivalía en otro tiempo a un “muchacho” (cf. el alemán Knabe), y especialmente un
muchacho empleado como criado (NED). El francés coquin “pícaro, pillo, belitre”
tenía el significado anterior de “mendigo”, y faquin “ganapán, rufián”, el de
“esportillero, mozo de cordel” (Bloch-Wartburg). Ni siquiera otros rangos más
elevados de la jerarquía social se han librado del prejuicio. Un pedant [pedante] era
antaño un “dómine”, un “pedagogo” o “maestro de escuela”362, y los altibajos de la
palabra bourgeois [burgués] formarían un interesante capítulo de la historia social.
Esta clase ha sido el blanco de los ataques no solo de sus superiores a inferiores, sino
también de los artistas a intelectuales. Théophile Gautier definió al bourgeois como
un hombre que “no tiene comprensión para ninguna de las artes, ni sentido de la
forma o el estilo, que carece de entusiasmo y de pasión, y no admira la naturaleza” 363,
y Flaubert expresa las mismas opiniones de un modo más terso e incisivo en su
famoso dicho: “J’appelle bourgeois quiconque pense bassement”364.
Aunque hay así muchas palabras que se han deteriorado en su significado, otras han
cambiado en la dirección opuesta. Los llamados desarrollos "ameliorativos" han
recibido menos atención que los peyorativos365, y en general parecen ser menos
frecuentes. Se hallan comprendidos en dos categorías.
362
Cf. ibíd. págs. 91 y sgs.; JABERG, loc. cit., XVII, pág. 51, n. 1 ; NYROP, Sémantique, pág. 126.
363
Citado por G. MATORÉ, Le vocabulaire et la société sous Louis-Philippe. Ginebra-Lila, 1951, pág.
76; cf. ibíd., pág. 234
364
“Llamo burgués a quienquiera que piense bajamente”; citado por NYROP, Sémantique, pág. 130.
365
Véase G. A. VAN DONGEN. op.cit.; cf.. NYROP, Sémantique, págs. 138 y sgs., y
GAMILLSCHEG, Französische Bedeutungslehre, págs. 115 y sgs.
372
Hay también varios casos de mejora positiva del significado. Estos pueden ocurrir
por una simple asociación de ideas. El adjetivo nice se deriva, a través del francés
antiguo, del latino nescius “ignorante”, y en tiempos de Shakespeare tenía diversos
sentidos desfavorables: podía significar “licencioso, lascivo”:
These are complements, these are humours; these betray nice wenches, that would be
betrayed without these.
Love’s Labours Lost, acto III, escena I 367.
“albéitar, herrador”, que ha permanecido muy cerca del sentido etimológico del
término (cf. NED y Bloch-Wartburg). Una ambivalencia similar se encuentra a veces
en significados de la misma palabra en lenguas diferentes, como por ejemplo en el
vocablo inglés knight [caballero], comparado con el alemán Knecht “crado”372.
A. Curbeira Cancela
LA TEORÍA ACTANCIAL DE L. TESNIÈRE.
Una sentencia latina asegura que Los libros tienen su destino en dependencia de
cómo son recibidos por sus lectores. Indiscutiblemente el destino del libro de L.
Tesnière Elementos de sintaxis estructural, en ese sentido, fue muy problemático.
Cuando el libro vio la luz en 1959 muchos críticos consideraron que, a pesar del gran
material factológico incluido en él, los “Elementos…” se mantenía al margen de los
problemas de la lingüística contemporánea y que en él no se podía encontrar ningún
indicio sobre la discusión alrededor de lo que se consideraba en el centro de la
atención después de 1945: los problemas de la formalización del lenguaje
(Benveniste, 1960: 22)
Hay que tener en cuenta que en esa época se expandían las ideas del estructuralismo
estadounidense, se publicaba el libro de N. Chomsky Estructuras sintácticas y el
libro de Tesnière, que tenía en su título el término estructural, no tenía mucho en
común con los trabajos de los estructuralistas y como era de esperase, se quedó en un
aislamiento total. Pero el tiempo no dejó en el olvido el trabajo de Tesnière y cada
nuevo decenio se observaba una mayor atención de los lingüistas hacia los
Elementos… Las sucesivas ediciones del libro dan cuenta de la creciente popularidad:
1966, 1969, 1976, 1982, 1988. Algunos críticos comenzaron a valorar el trabajo de
Tesnière como uno de los más importantes en el estudio de la sintaxis del siglo XX.
Elementos de sintaxis estructural es un trabajo que aborda una amplia gama de
aspectos. Entre ellos es necesario destacar tres complejos de problemas que resultan
de gran interés desde el punto de vista teórico: el desarrollo de la sintaxis de
dependencias; el cálculo de las transformaciones lingüísticas y, en relación con ello,
377
Entre las principales fortalezas del libro de Tesnière está sin duda su interés por
rehabilitar la sintaxis como rama de la lingüística. Es conocida su constante polémica
con los morfólogos que tratan de diluir la sintaxis en la morfología y que veían la
sintaxis como “el pariente pobre de la lingüística”.
c) la traslación.
La conexión sintáctica puede ser: vertical, uniendo los miembros que rigen y los
regidos, y horizontal, en la unión de los componentes co-subordinados.
En dependencia de la clase léxico-gramatical de la palabra rectora se diferencian:
núcleos verbales, sustantivos, adjetivos y adverbiales.
En la oración con núcleo verbal todas las unidades se subordinan al verbo. Al verbo
se subordinan, en igualdad de condiciones, los elementos actantes y circunstantes.
Además de los vínculos sintácticos las palabras en la oración participan en relaciones
semánticas.
Como la traslación tiene para Tesnière una gran importancia en su trabajo le dedica
un espacio al estudio de las clases léxico-gramaticales (que él denomina categorías)
Para la representación de los tipos estructurales de la sintaxis: la conexión sintáctica,
la coordinación y la traslación, Tesnière desarrolló un esquema especial que
denominó estema.
A diferencia de las gramáticas dicotómicas, en las que las relaciones entre los
miembros del sintagma no tienen carácter jerárquico, Tesnière considera que a un
miembro de nivel superior se puede subordinar una gran cantidad de elementos de
niveles inferiores.
Orden structural:
ami chanson
Alfred ami
Orden lineal:
Alfred parle. Alfredo está hablando. Mon ami chante cette jolie
chanson.
Mon ami parle. Mi amigo está hablando. Mi amigo está cantando esta
bonita canción
En la historia de las ideas lingüísticas se conocen tres teorías fundamentales sobre las
relaciones jerárquicas entre los miembros de la oración:
La primera, plantea que el sujeto y el sustantivo entre las clases léxico-
gramaticales se considera el miembro gobernante. Esta teoría encuentra su
fundamentación en la lógica de los conceptos: el nombre denomina la
sustancia, mientras que el verbo y el adjetivo expresan accidentes, rasgos de la
sustancia y, por tanto, están destinados a calificar al nombre.
La segunda, mucho más difundida en los estudios gramaticales, considera dos
partes de la oración con iguales derechos: el sujeto y el predicado. Este punto
de vista se fundamenta también en la lógica, pero en este caso en la lógica del
juicio: a los dos miembros fundamentales del juicio, sujeto y predicado, le
corresponde en la estructura de la oración dos miembros fundamentales que se
complementas.
Tesnière comparte la tercera teoría, verbo-centrista, de acuerdo con la cual el
verbo (predicado) es el miembro de la oración dominante. Esta concepción
hace énfasis en el aspecto comunicativo de la oración:
- el carácter dominante del predicado se subraya con el hecho de que
precisamente él es el portador de las categorías predicativas de tiempo,
modo, etc., además de que
- interviene como el nudo organizativo de la oración: a través del verbo se
correlacionan otros miembros de la oración – sujeto, atributos y
complementos.
La lógica de relaciones tuvo un amplio desarrollo desde finales del siglo XIX y ocupó
un importante lugar en los estudios sintácticos. Sin embargo, al equiparar el sujeto a
otros actantes Tesnière fue demasiado lejos y la mayoría de las concepciones
sintácticas no comparte su verbo-centrismo extremo. Incluso en los seguidores de la
concepción verbo-centrista se observa una tendencia a encontrar un punto intermedio
entre las dos teorías y reflejar de alguna manera el carácter especial de la relación
entre el verbo y su primer actante, así como la especificidad de la relación predicativa
entre otros tipos de relaciones sintácticas.
En su libro Tesnière desarrolla un estudio sobre las clases léxico-gramaticales
criticando fuertemente la teoría tradicional de las partes del discurso. Él propone
diferenciar las categorías de palabras sobre la base de las siguientes oposiciones:
llenas y vacías:
Entre las llenas ubica los sustantivos, los verbos, los adjetivos y los adverbios.
Entre las vacías destaca los conjuntivos (conjunciones coordinativas; los
traslativos (preposiciones y conjunciones subordinativas): marcadores (artículos).
Ubica en un grupo especial las palabras anafóricas (de tipo pronominal) y las
palabras-oraciones (interjecciones)
palabras constitutivas y de apoyo.
Variables e invariables
383
Aquí los verbos se clasifican de acuerdo con la cantidad de actantes que requieren
para su realización en:
monoactanciales = yo camino
biactanciales = yo leo un libro (frase accional)
triactanciales = prestar algo a alguien .
En la teoría de Tèsniere los actantes son considerados como los actores que ejecutan
o participan en el proceso que describe el verbo, en realidad Tesnière habla del
"drama" en el que los actantes son los actores y los circunstantes "expresan las
circunstancias en las que se desarrolla el proceso". (Tesnière, 1966)
Aunque los términos actante y circunstante resultaron muy cómodos y entraron con
fuerza en la nomenclatura científica, en la teoría de los actantes tal y como aparece en
el libro de Tesnière, se presenta una contradicción que la semántica sintáctica tuvo
que resolver más tarde, con trabajos como los de Fillmore (1968).
Según Tesnière los actantes son entidades semánticas, ya que reflejan en la estructura
de la oración los roles de los objetos en la situación que se describe. Ahora bien, en el
tratamiento de los ejemplos Tesniére le confiere a estas entidades rasgos puramente
formales.
Es esto precisamente lo que hace este autor al asumir en la descripción del verbo y
sus relaciones con otras unidades el concepto de valencia, tomado de la química.
Porque este término en química se refiere al número que caracteriza las uniones
posibles de un átomo con otros átomos. En química, además, las posibilidades de
combinación de los átomos obedecen a reglas que pueden limitar sus posibilidades de
enlace.
Esta teoría es, sin dudas, un punto de partida para los estudios sintácticos que se
desarrollan a partir de los años '50. Sólo que la obra de Tesnière no es conocida
inmediatamente. Tesnière muere en el año 1953 y la obra, que recogía los resultados
de sus investigaciones de toda la vida, se quedaba inédita. Pero sin lugar a dudas es la
investigación de Tesnière la que inicia el desarrollo de la teoría de la valencia verbal.
La teoría de la valencia.
386
A. Curbeira Cancela
LA GRAMÁTICA DE CASOS
El término Gramática de Casos evoluciona a partir de su uso por Ch. Fillmore (1968)
Fillmore usaba también el término Relación de caso. Ambos términos eran usados
para designar las funciones semánticas, que resultan fundamentales para la hipótesis
de la Gramática de caso. Veamos primero algunas nociones básicas de la Gramática
de caso, para después analizar algunas de las variaciones que ha sufrido la hipótesis
original de Fillmore.
El uso tradicional del término Relación de caso en algunas lenguas flexivas se vincula
con el hecho de que las flexiones nominales (en la declinación) expresan las
390
funciones semánticas. Sin embargo, hay que reconocer que la correlación entre las
funciones semánticas y los significados particulares de la categoría gramatical de caso
no son tan simples. Es suficiente mencionar que los significados de los casos
gramaticales están estrechamente relacionados con los significados de otras
categorías gramaticales como los de género y número. Es por eso quizás que existe
una tendencia a no usar el término caso para designar las relaciones que se establecen
como funciones semánticas, lo que ha motivado la aparición de los términos: casos
semánticos, roles semánticos, roles temáticos, entre otros.
Ch. J. Fillmore (1968) presenta la gramática de casos como una sintaxis más
adecuada que el modelo generativo-transformacional de Chomsky (1965), y esto por
dos razones fundamentales:
(1) la gramática de casos es una hipótesis empírica comprobable sobre las lenguas
naturales, y
(2) sobre el fundamento de la gramática de casos se puede construir una tipología de
la oración simple y un componente de la descripción semántica de determinadas
unidades léxicas, en especial del verbo, el nombre y el adjetivo.
Con estas motivaciones iniciales me estoy refiriendo a la crítica de Ch. J. Fillmore a
la estructura profunda de Chomsky y a su concepto relacional de las llamadas
funciones gramaticales (sujeto, objeto, etc.). En efecto, tanto la conclusión como la
médula inicial de su teoría de casos se basan en negar que exista un nivel de
391
Fillmore propone los casos semánticos ya que, en su criterio, los actantes que
intervienen un enunciado tienen que tener valor de caso semántico, o sea
desempeñar determinadas funciones semánticas. En el análisis de las dependencias
sintácticas él considera que no es suficiente determinar los actantes, es necesario
establecer qué función semántica desempeña cada uno.
Compare:
1. Pedro golpea a Juan.
2. Juan es golpeado por Pedro
3. Juan golpea a Pedro
1. El verbo trasmite la acción que afecta un objeto, por tanto Pedro es un agente;
Juan es el objeto.
2. El agente sigue siendo Pedro, el objeto Juan.
3. Juan es el agente Pedro es el objeto.
Compare:
La reunión es a las 3:00 p.m. --- locativo temporal. (El A1 no es un agente porque
no es animado y porque la semántica del verbo no es causativa sino atributiva)
Más tarde a principio de los años ’70 Fillmore adiciona el caso experientivo
(experimentador) que se aplica a los animados que experimentan un estado
sentimiento emoción, etc. que expresa el verbo.
Sería, sin embargo, necesario acotar que las relaciones semánticas entre las unidades
de una oración se establecen siguiendo un doble patrón en el que, en nuestro criterio,
los significados individuales de las unidades interactúan con las funciones semánticas
sintácticas. Lo cierto es que el contenido semántico de hombre como unidad
lingüística contiene en su estructura loa rasgos de ‘realizar acciones’ y ‘por
voluntad’, mientras que la estructura sémica de rosa no posee esos rasgos, por lo que
no puede realizar la función semántica de agente. De la misma manera el verbo
regar posee una estructura sémica que ya de por sí deja bien clara la necesidad de un
agente, un recipiente e incluso, implícitamente, un instrumento.
Lo que queda bien claro es que efectivamente la lingüística, ha superado la etapa del
análisis sintáctico gramatical que afecta, en lo esencial, las estructuras de superficie
para ir hacia un estudio más profundo en el que, sin lugar a dudas, el significado
desempeña un papel fundamental y donde, y en eso sí coincido con las autoras
citadas, es difícil establecer fronteras bien definidas entre la sintaxis y la semántica.
Creo que resulta un libro de cabecera para los estudiosos de la semántica sintáctica el
ya mencionado de Ch. Fillmore The Case for Case (1968) que, aunque constituye
una propuesta gramatical controversial en algunos aspectos, abrió el camino para un
396
análisis de las relaciones semánticas en las estructuras sintácticas que iba más allá de
las propuestas actanciales de Tesnière.
el agente (agent),
el objeto (object),
el instrumento (instrument),
el experientivo (experiencer),
la fuente (source),
el objetivo (goal),
el paso (path, vía, ruta),
la locación (location),
el poseedor (possessor),
el paciente (patient),
el recipiente (recipient),
la fuerza (force), entre otros.
397
Es de interés la observación que hacen Closs Traugott y Pratt (1980) sobre el hecho de
que los términos predicación, argumento y predicado, tomados en principio de la
lógica, son usados en esta gramática de casos con un sentido mucho más abarcador:
El término argumento, por ejemplo, subraya el hecho de que en este análisis
el sintagma nominal se considera no como simple elemento sino como unidad
que desempeña determinadas funciones o roles en relación con el predicado.
Cuando se usa el término predicado no se está teniendo en cuenta
simplemente la clase léxico-gramatical que denominamos verbo, sino, y
sobre todo, su función de dar información sobre los estados de cosas, los
eventos y los procesos en los que están involucrados los participantes.
Cada lengua, por supuesto, tiene diferentes tipos de roles (casos) semánticos, pero
creemos que constituyen una cantidad limitada. Su establecimiento es posible a través
del análisis de textos, que es la vía más confiable de estudiar unidades sintácticas.
Analicemos otras visiones sobre los mismos casos propuestos por Fillmore y otros
considerados por otros autores. Claro que no será una relación exhaustiva de posibles
casos semánticos y su relación con los actantes.
AGENTE:
El padre, los niños y la joven son los agentes de las acciones de besar, de correr y de
reír. El agente tiene que ser capaz de realizar una acción por voluntad propia y por esa
398
causa los sintagmas nominales que pueden intervenir en calidad de agentes están
limitados a los que denominan seres animados.
FUERZA:
En este último ejemplo relámpago es interpretado como el que realiza la acción, pero
un relámpago no tiene voluntad propia y no podemos decir, por ejemplo, *el
relámpago golpeo la palma por propia voluntad, a no ser que exista una
interpretación muy especial de la unidad léxica relámpago. Nosotros en este caso
mencionaríamos, sin dudas, la posibilidad del uso de otra variante léxico-semántica
del lexema relámpago que diera lugar a esa interpretación.
INSTRUMENTO:
El instrumento es considerado como la función que expresa los medios con los que se
realiza la acción, o sea, lo que se usa para alcanzar algún objetivo. El instrumento o
medio puede expresarse con un sintagma nominal
Son posibles otras preposiciones como, por ejemplo, en Yo lo lavé a mano y Fui a pie todo
el camino.
En realidad lo más frecuente con algunos verbos es que el objeto del verbo en el
análisis de la estructura de superficie se convierte en el instrumento:
EXPERIENTIVO:
Es un rol que desempeñan los seres animados internamente afectados por un evento,
emoción, sentimiento o caracterizados por un estado emocional. Por ejemplo:
FUENTE:
OBJETIVO:
Si el lugar de donde algo viene es la fuente, el lugar hacia donde algo se dirige es el
objetivo. El objetivo es una locación que puede ser introducida por una preposición,
aunque puede también aparecer sin la preposición en algunos casos, en dependencia
de la estructuración sintáctica de cada lengua:
Como sucede en el caso de la fuente, el objetivo puede ser también un ser animado:
Hay mucha más cantidad de preposiciones asociadas con el rol de vía que con otros
roles de los que hemos visto con anterioridad. En sentido estricto, la preposición que
se debe usar en este caso es vía, pero es formal desde el punto de vista estilístico. Las
preposiciones que se usan, como por ejemplo en inglés, aroud, across, over, through,
along, on; o en español alrededor de, a través de, por sugieren mucho más que
simplemente una vía. Estas preposiciones sugieren la dimensión del área relativa a la
trayectoria: en 19 a) el parque por donde se pasa para llegar a algún lugar es algo así
como un contenedor; en 19 b) el río es un objeto lineal, alargado; en 18 c) la calle es
también una ruta lineal.
LOCACIÓN:
Este rol representa el lugar en que algo es/está. También en este caso las
preposiciones desempeñan un importante papel que adiciona información extra sobre
las relaciones dimensionales:
Siguiendo el mismo razonamiento son similares en ingles, por ejemplo: The room is
hot y In the room it is hot.
POSEEDOR:
403
Este rol expresa una relación locativa especial. Para que alguien posea algo ese algo
tiene que estar en cierto sentido con la persona, a disposición de alguien, no siempre
física sino también mental o legalmente. Todas las lenguas tienen un conjunto más o
menos grande de indicadores de que la posesión es un rol locativo.
PACIENTE:
La presuposición y la implicación
En este enfoque cada participante del discurso tiene una base presuposicional que se
acomoda al proceso discursivo. Venneman afirma que cada participante se comporta
como si la base presuposicional fuera compartida completamente por todos los
participantes en el discurso completo. (Venneman realiza un interesante análisis de
los "asuntos" del discurso).
La regla que debe cumplirse para determinar que se trata de una presuposición lógica
es la de ser verdadera, independientemente de la verdad o falsedad de la proposición.
Verdadero
Analice: La hermana de Andrés es maestra
Falso
Si aplicamos el procedimiento de oposiciones veremos que hay entre estos dos actos
una base de comparación y rasgos distintivos:
- El rasgo (a) tiene un carácter integral (común) para los dos actos y constituye
su base de comparación.
- Los rasgos (b) y (c) son distintivos y específicos para cada acto.
Claro que la clasificación se ve restringida por el frecuente empleo del lenguaje con
intenciones reñidas con la lógica de los actos de habla: imprecisiones, inseguridad,
expresividad, riqueza de matices de los sentidos, sincretismo de actos, etc.
Autores como G. Leech, 1981, D. Lewis, 1979, D. Sperber & D. Wilson 1995, entre
otros hablan de presuposiciones pragmáticas, que con algunas variaciones establecen
407
Proposiciones explícitas:
- Nuestros amigos son valientes
- Nuestros amigos alcanzarán la victoria
Tanto las proposiciones explícitas como la implícita en el contexto pueden existir sólo
sobre la base de un conjunto de presuposiciones comunicativas como:
a) el emisor y su interlocutor tienen amigos comunes
Referencias:
Anderson, J M. Case Grammar. En: The Encyclopedia of Language and Linguistics.
Elsevier Ltd. 2006
Báez San José, V. Introducción crítica a la gramática generativa. Barcelona: Planeta,
1975
Baez San José, V. Oración y esquema oracional. En: Lingüística española actual, Nº
IX. Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1987
Closs Traugott, E. y Mary Louise Pratt Linguistics for Students of Literature.
Harcourt Brace Janovich, Inc. 1980,
Fillmore, C. J. The Case for Case. In: E. Bach & Harms Universals in Linguistics
Theory. New York, 1968
Grice, H. P. Presupposition and Conversational Implicature. In. (ed.) P. Cole, 1981
Lewis, D. Truth in fiction. American Philosophical Quarterly, 1978
Sperber, D & Wilson, D. Relevance: Communication & Cognition. Oxford, 1995
Venneman, T. Topic, Sentence Accent, and Ellipsis: a Proposal for their Formal
Treatment. In (ed.) E.L. Keenan, 1975
409
U. Y. Yusúpov
Las últimas tres décadas se han caracterizado por un interés cada vez mayor de
lingüistas y metodólogos por la lingüística contrastiva. Se ha publicado una gran
cantidad de investigaciones sobre el estudio contrastivo de las lenguas, entre los
374
Artículo tomado del libro Métodos de análisis contrastivo de las lenguas. Edición de la
Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Editorial “Naúka”, Moscú, 1988. Traducción del
ruso del Dr. Rafael. Rodríguez Beltrán
410
cuales una buena parte se ha consagrado a aspectos teóricos [cf., por ejemplo, los
trabajos de Arakin en 1973; de Buránov en 1983; de Gak en 1981; de Siatkovski
en 1976; de Yártseva en 1960, 1981 y 1986; de Yusúpov en 1983; de Dezsö en
1982; de Di Pietro en 1978; de James en 1983]. Las causas de ese incremento del
interés por dichas investigaciones en nuestro país son las siguientes: 1) el aumento
del papel de la lengua rusa como medio de comunicación internacional; 2) la
intensificación de la interacción de enriquecimiento mutuo entre las lenguas de los
diferentes pueblos de la URSS; 3) la tendencia a mejorar la enseñanza y el estudio
de las lenguas extranjeras; 4) la inclusión en muchos centros de la educación
superior de la disciplina “Tipología comparada de la lengua materna y la lengua
extranjera”; 5) la concepción de la enseñanza de las lenguas extranjeras teniendo
en cuenta las características específicas de la lengua materna.
Para caracterizar las semejanzas y las diferencias entre las lenguas comparadas,
hemos considerado pertinente la introducción de los siguientes cuatro conceptos:
1) la semejanza metodológicamente relevante, 2) la semejanza
metodológicamente irrelevante, 3) la diferencia metodológicamente relevante y 4)
la diferencia metodológicamente irrelevante.
Esta diferencia entre las categorías de número del sustantivo en inglés y uzbeco
puede provocar, debido a la ley de interacción y transferencia de hábitos, una
interferencia interlingüística, a consecuencia de la cual se pueden generar errores
del tipo *two book, *three book, *ten book en el uzbeco que aprende el inglés.
413
Por el contrario, para el ruso no resulta difícil encontrar los equivalentes de las
24 formas del adjetivo ruso novyi, ya que a todas esas formas corresponde una
sola en uzbeco: yangui. Por ello, al hablar en uzbeco, para el ruso no existe el
problema de seleccionar la forma del adjetivo y, por consiguiente, no suele
cometer errores en este caso.
Al compararse las lenguas, puede ocurrir que en una de las lenguas exista un
determinado elemento significativo que es inexistente en la otra. Así, por ejemplo,
en ruso no existe un verbo que corresponda al verbo inglés to knife (“acuchillar”
N. del T.); en estos casos es menester comparar unidades equivalentes de niveles
diferentes que pueden determinarse mediante la traducción: to knife [palabra] y
rézat’ nozhóm o udárit’ nozhóm (literalmente: “cortar con un cuchillo” y “golpear
con un cuchillo”, N. del T.) [sintagma]. Estas unidades de diferente nivel se tornan
comparables gracias a su identidad funcional.
BIBLIOGRAFIA
Arakin, V.D. Tipología contrastiva de la lengua materna y la lengua extranjera.
Seminario sobre problemas de la enseñanza de las nuevas disciplinas. Tashkent,
1973.
Barsuk, R.Yu. Fundamentos de la enseñanza de una lengua extranjera en
condiciones de bilingüismo. Ed. Educación Superior, Moscú, 1970.
Buránov, J. Tipología comparada del inglés y de las lenguas turcas. Ed.
Educación Superior, Moscú, 1983.
Dezsö L. Studies in Syntactic Typology and Contrastive Grammar. Budapest,
1982.
Di Pietro, R. J. Language Structures in Contrast. Ed. Rowley, Massachussets,
1978.
Gak, V. G. Tipología comparada de las lenguas rusa y francesa. Ed. Educación
Superior, Moscú, 1977.
Gak, V. G. La lingüística contrastiva y su realización. En: Cuestiones de tipología
contrastiva. Tesis y ponencias. Tashkent, 1981.
James, C. Contrastive Analysis. Singapore, 1983.
Maslov, Yu. S. Para una fundamentación de la aspectología contrastiva. En:
Cuestiones de aspectología contrastiva. Ed. de la Universidad Estatal de
Leningrado, Leningrado, 1978.
Nickel, G. Contrastive Linguistics and Foreign Language Teaching. En: Papers
in Contrastive Linguistics. Cambridge, 1971.
Siatkovskiy, S. N. Principios fundamentales del análisis contrastivo de las
lenguas. Revista: El ruso en el extranjero, 1976, No. 4.
420
J. L. Austin
CONFERENCIA VIII
375
Tomado de (1955) Edición electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad
ARCIS.
En la fuente: Conferencia I: pp. 62 – 70; Conferencia IX: pp. 71 – 77; Conferencia XII: pp. 96 - 110
421
Llamo al acto de “decir algo”, en esta acepción plena y normal, realizar un acto
locucionario (locutionary act) y denomino al estudio de las expresiones, en esa
medida y en esos respectos, estudio de las locuciones, o de las unidades completas del
discurso. Nuestro interés en el acto locucionario radica principalmente, por supuesto,
en poner totalmente en claro en qué consiste el mismo, para distinguirlo de otros
actos de los que vamos a ocuparnos de manera principal. Quiero añadir simplemente
que si nos propusiéramos examinar el tema en sí mismo seria sin duda necesario y
posible hacer un análisis mucho más fino. Este análisis reviste gran importancia no
sólo para los filósofos sino también, entre otros, para los gramáticos y los lingüistas.
Hemos distinguido entre el acto fonético, el acto “fático” y el acto “rético”. El acto
fonético consiste meramente en la emisión de ciertos ruidos. El acto “fático” consiste
en la emisión de ciertos términos o palabras, es decir, ruidos de ciertos tipos,
considerados como pertenecientes a un vocabulario, y en cuanto pertenecen a él, y
como adecuados a cierta gramática, y en cuanto se adecuan a ella. El acto “rético”
consiste en realizar el acto de usar esos términos con un cierto sentido y referencia,
422
más o menos definidos. Así, “X dijo `el gato está sobre el felpudo’”, registra un acto
“fático”, mientras que “X dijo que el gato estaba sobre el felpudo” registra un acto
“rético”. Las siguientes parejas de expresiones ejemplifican ese tipo de contraste:
En relación con esto, y aunque ello nos lleva más allá de lo que nuestrointerés
específico requiere, haré algunas observaciones generales dignas de ser tenidas en
cuenta:
1) Es obvio que para realizar un acto “fático” tengo que realizar un acto fonético,
o, si se prefiere, al realizar uno estoy realizando el otro. (Esto no, significa, sin
embargo, que los actos “fáticos” sean una subclase de los fonéticos, esto es,
que pertenezcan a la clase de estos últimos.) Pero la afirmación conversa no es
verdadera, porque, aunque un mono haga un ruido que suene exactamente
igual que la palabra “voy”, eso no es un acto “fático”.
2) s obvio que al definir el acto “fático” agrupamos dos cosas: el vocabulario y
la gramática. Así, no hemos dado un nombre especial a la persona que
expresa, por ejemplo, “gato concienzudamente el entonces” o “los inidosos
tringles fragaron”. Otro punto que se presenta, además del de la gramática y
el del vocabulario, es el de la entonación.
3) El acto “fático”, sin embargo, como el fonético, es esencialmente imitable,
reproducible (incluso en su entonación, muecas, gesticulaciones, etc.). Se
puede imitar no solamente el enunciado entre comillas “su cabello es rubio
natural”, sino el hecho más complejo de que ese enunciado fue dicho de la
siguiente manera: “su cabello es rubio natural” (sonrisa irónica).
423
Este es el uso de “dijo” seguido o precedido de una expresión entre comillas que
aparece en las novelas: toda expresión puede ser exactamente reproducida entre
comillas, o entre comillas precedida de “él dijo” o, más a menudo, seguida de “dijo
ella”, etcétera.
Pero el acto “rético” es el que registramos, en el caso de aserciones, diciendo “él dijo
que el gato estaba sobre el felpudo”, “dijo que se iría”, “dijo que me tenía que ir”
(sus palabras fueron “tienes que irte”). Este es el llamado “discurso indirecto”.
Compárese “dijo que” con “presentó sus disculpas”, “dio las gracias”, etcétera.
Añadiré una cosa más a propósito del acto “rético”. El sentido y la referencia
(nombrar y referirse), son en sí actos accesorios realizados al realizar el acto “rético”.
Así, podemos decir “usé ‘banco’ con el significado de…”, y también “cuando dije
‘él’ me estaba refiriendo a…” ¿Podemos realizar un acto “rético” sin hacer referencia
a algo o alguien o sin nombrarlo? En general parecería que la respuesta es negativa,
pero hay casos desconcertantes. ¿Cuál es la referencia en el caso de “todos los
triángulos tienen tres lados?” En forma correspondiente, resulta claro que podemos
realizar un acto “fático” que no sea un acto “rético”, aunque no a la inversa. Así,
podemos repetir las observaciones de otro, o mascullar alguna oración, o podemos
leer una frase en latín sin conocer el significado de las palabras.
uno o más phemes o rhemes, etc. Pero, por supuesto, es importante recordar que el
mismo pheme (ejemplo concreto del mismo tipo) puede ser usado en distintas
ocasiones de expresión con un sentido o referencia diferentes. Y ser así un rheme
diferente. Cuando se usan phemes distintos con el mismo sentido y referencia,
podríamos hablar de actos “réticamente” equivalentes (en cierto sentido, el “mismo
enunciado”) pero no del mismo rheme o de los mismos actos “réticos” (que son el
mismo enunciado en otro sentido, que importa el uso de las mismas palabras).
Podemos decir que realizar un acto locucionario es, en general, y eo ipso, realizar
un acto ilocucionario (illocutionary act), como propongo denominarlo. Para
determinar qué acto ilocucionario estamos realizando, tenemos que determinar de qué
manera estamos usando la locución: preguntando o respondiendo a una pregunta
dando alguna información, o dando seguridad, o formulando una advertencia
anunciando un veredicto o un propósito dictando sentencia concertando una
entrevista, o haciendo una exhortación o una crítica haciendo una identificación o una
descripción y muchos otros semejantes. (No estoy sugiriendo, en modo alguno, que
esta sea una clase claramente definida.) No hay nada misterioso aquí acerca de
425
Expresé que realizar un acto en este nuevo sentido era realizar un acto
“ilocucionario”. Esto es, llevar a cabo un acto al decir algo, como cosa diferente de
realizar el acto de decir algo. Me referiré a la doctrina de los distintos tipos de función
del lenguaje que aquí nos ocupan, llamándola doctrina de las “fuerzas ilocucionarias”.
Puede decirse que durante demasiado tiempo los filósofos han desatendido este
estudio y tratado todos los problemas como problemas de “uso (usage) locucionario”.
Puede decirse también que la “falacia descriptiva”, mencionada en la Conferencia I,
surge comúnmente como consecuencia de confundir un problema del primer tipo con
uno del segundo. Es cierto que estamos librándonos de esa confusión; desde hace
algunos años venimos advirtiendo cada vez con mayor claridad que la ocasión en que
una expresión se emite tiene gran importancia, y que las palabras usadas tienen que
ser “explicadas”, en alguna medida, por el “contexto” dentro del cual se intenta
usarlas o fueron realmente usadas en un Intercambio lingüístico. Sin embargo quizá,
todavía, nos sentimos demasiado inclinados a explicar estas cosas en términos del
426
Además, aquí tenemos un ejemplo de los diferentes usos de la expresión “usos del
lenguaje”, o “uso de una oración”, etc. “Uso” es una palabra demasiado amplia,
incurablemente ambigua, tal como lo es la palabra “significado”, que muchos no
toman hoy con seriedad. Pero “uso”, su reemplazante, no está en una posición mucho
mejor. Podemos poner totalmente en claro cuál ha sido el “uso de una oración” en una
ocasión particular, en el sentido de acto locucionario, sin tocar siquiera el problema
de su uso en el sentido de acto ilocucionario.
Antes de seguir afinando esta noción del acto ilocucionario, contrastemos el acto
locucionario y el acto ilocucionario, por un lado, con un tercer tipo de acto, por otro.
Hay un tercer sentido (C), según el cual realizar un acto locucionario, y, con él, un
acto ilocucionario, puede ser también realizar un acto de otro tipo. A menudo, e
incluso normalmente, decir algo producirá ciertas consecuencias o efectos sobre los
sentimientos, pensamientos o acciones del auditorio, o de quien emite la expresión, o
de otras personas. Y es posible que al decir algo lo hagamos con el propósito,
intención o designio de producir tales efectos. Podemos decir entonces, pensando en
esto, que quien emite la expresión ha realizado un acto que puede ser descripto
haciendo referencia meramente oblicua (C.a), o bien no haciendo referencia alguna
(C.b), a la realización del acto locucionario o ilocucionario. Llamaremos a la
realización de un acto de este tipo la realización de un acto perlocucionario o
perlocución. Por ahora no definiremos esta idea con más cuidado —por cierto que lo
necesita— sino que nos limitaremos a dar ejemplos:
Ejemplo 1:
427
Ejemplo 2:
Acto (A) o Locución
Me dijo: “No puedes hacer eso”
Acto (B) o Ilocución
Él protestó porque me proponía hacer eso
Acto (C.a.) o Perlocución
Él me contuvo
Él me refrenó
Acto (C.b.)
Él me volvió a la realidad
Él me fastidió
Por ejemplo, podemos hablar del “uso del lenguaje” para algo, por ejemplo, para
bromear. Y podemos usar “al” de una manera que difiere en mucho del “al”
ilocucionario, como cuando afirmamos que “al decir ‘p’ yo estaba bromeando”, o
“representando un papel” o “escribiendo poesía”. O podemos hablar de un “uso
poético del lenguaje” como cosa distinta del “uso del lenguaje en poesía”. Estas
referencias al “uso del lenguaje” nada tienen que ver con el acto ilocucionario.
Por ejemplo, si digo “ve a ver si llueve”, puede ser perfectamente claro el
significado de mi expresión y también su fuerza, pero pueden caber dudas muy
serias acerca de estos otros tipos de cosas que puedo estar haciendo. Hay usos
“parásitos” del lenguaje, que no son “en serio”, o no constituyen su “uso normal
pleno”. Pueden estar suspendidas las condiciones normales de referencia, o puede
estar ausente todo intento de llevar a cabo un acto perlocucionario típico, todo
intento de obtener que mi interlocutor haga algo. Así, Walt Whitman no incita
realmente al águila de la libertad a remontar vuelo.
3) Además, puede haber cosas que “hacemos” en alguna conexión con el decir algo,
sin que la situación quede exactamente incluida, por lo menos intuitivamente, en
ninguna de estas clases que hemos delimitado en forma aproximada, o también
que parezca quedar vagamente incluida en más de una. Pero, de todas maneras, no
vemos aquí desde un principio que las cosas estén tan alejadas de nuestros tres
tipos de actos como lo está el bromear o el escribir poesía. Por ejemplo, insinuar,
como cuando insinúo algo al emitir una expresión o porque emito una expresión.
Esto parece suponer alguna convención, tal como ocurre con los actos
ilocucionarios, pero no podemos decir “yo insinúo…”*, pues el insinuar, al *
Aquí “insinuar” no está usada en el sentido —quizás “incorrecto”— de “hacer
tímidamente un igual que el dar a entender, parece ser el efecto de cierta
habilidad, más que un mero acto. Otro ejemplo es el de demostrar o exteriorizar
emociones. Podemos exteriorizar emoción al emitir una expresión o porque la
emitimos, como cuando insultamos; pero tampoco hay aquí cabida para fórmulas
realizativas ni para los restantes recursos de los actos ilocucionarios. Podemos
decir que en muchos casos usamos el insultar para dar rienda suelta a nuestros
430
La expresión “un acto” no es usada, en modo alguno, para aludir únicamente al acto
físico mínimo. El hecho de que podemos incluir en el acto mismo un tramo
indefinidamente largo de lo que podría también llamarse “consecuencias” de él es, o
debiera ser, un lugar común fundamental de la teoría de nuestro lenguaje acerca de
toda “acción” en general. Así, si se nos pregunta, “¿qué es lo que hizo él?”,
podríamos contestar cualquiera de estas cosas: “mató un burro”, o “disparó un arma
de fuego”, o “apretó el gatillo”, o “movió el dedo que estaba en el gatillo”, y todas
pueden ser correctas. Si en tales casos mencionamos tanto un acto B (ilocución) como
un acto C (perlocución), diremos que “por (que) hizo B hizo C” y no “al hacer B…”
Esta es la razón para llamar a C un acto perlocucionario como cosa distinta de un acto
ilocucionario. En la próxima conferencia volveremos a ocuparnos de la distinción
entre nuestros tres tipos de actos, y de las expresiones “al hacer x estoy haciendo y”,
y “por(que) hago x estoy haciendo y”. Nos guiará el propósito de obtener mayor
claridad respecto de las tres clases y de los casos que son o no son miembros de ellas.
432
Veremos que tal como el acto locucionario, para ser completo, abarca la realización
de muchas cosas a la vez, así puede ocurrir con los actos ilocucionarios y
perlocucionarios.
CONFERENCIA IX
En primer lugar distinguimos un grupo de cosas que hacemos al decir algo. Las
agrupamos expresando que realizamos un acto locucionario, acto que en forma
aproximada equivale a expresar cierta oración con un cierto sentido y referencia, lo
que a su vez es aproximadamente equivalente al “significado” en el sentido
tradicional. En segundo lugar, dijimos que también realizamos actos ilocucionarios,
tales como informar, ordenar, advertir, comprometernos, etc., esto es, actos que tienen
una cierta fuerza (convencional). En tercer lugar, también realizamos actos
perlocucionarios; los que producimos o logramos porque decimos algo, tales como
convencer, persuadir, disuadir, e incluso, digamos, sorprender o confundir. Aquí
tenemos tres sentidos o dimensiones diferentes, si no más, de la expresión el “uso de
una oración” o “el uso del lenguaje” (y, por cierto, también hay otras). Estas tres
clases de “acciones” están sujetas, por supuesto que simplemente en cuanto tales, a
las usuales dificultades y reservas que consisten en distinguir entre el intento y el acto
consumado, entre el acto intencional y el acto no intencional, y cosas semejantes.
Dijimos entonces que tendríamos que considerar estas tres clases de actos con mayor
detalle.
433
377
Ver págs. 66-67
378
Idem.
434
(C.a)379 de que una mujer es adúltera preguntándole si no era su pañuelo el que estaba
en el dormitorio de X380, o afirmando que era su pañuelo.
Tenemos, pues, que trazar una línea entre la acción que hacemos (en este caso una
ilocución) y sus consecuencias. En general, si la acción no consiste en decir algo sino
que es una acción “física” no convencional, ésta es una cuestión complicada. Tal
como hemos visto, podemos, o quizá preferimos pensar que podemos, por etapas
sucesivas, considerar como si fueran realmente meras consecuencias de “nuestro
acto” mismo, tramos cada vez mayores de lo que inicial y ordinariamente queda o
podría quedar comprendido por la denominación de aquél.
Y podemos proceder así, por muy próximas que estén tales “consecuencias” a
nuestra acción efectiva, en el sentido físico mínimo supuesto, y por natural que, por
ello, resulte anticiparlas. Nuestro acto físico mínimo resultará ser entonces un
movimiento o movimientos de partes de nuestro cuerpo (por ejemplo, mover el dedo,
que produjo el movimiento del gatillo, que produjo…, que produjo la muerte del
burro). Mucho se puede decir, por supuesto, acerca de este tema, pero no es necesario
que nos ocupemos aquí de ello. Por lo menos en el caso de los actos que consisten en
decir algo:
nunca designemos a la acción con palabras que aludan a lo que aquí llamamos el
acto físico mínimo. Lo hacemos con palabras que abarcan un campo más o menos
extenso, pero indefinido, de lo que podríamos denominar sus consecuencias
naturales (o, mirándolo desde otro ángulo, con términos que abarcan la intención
que presidió el acto).
No solamente no usamos la noción de acto físico mínimo (que, en todo caso, es
dudosa), sino que, al parecer, no tenemos designaciones de ninguna clase que
distingan entre actos físicos y consecuencias. Cuando se trata de los actos que
consisten en decir algo, en cambio, el vocabulario de los nombres para los actos B
parece expresamente diseñado en la gran mayoría de los casos para marcar una
ruptura, en cierto punto regular, entre el acto (nuestro decir algo) y sus
consecuencias (que por lo común no son decir algo)381.
2. Además, parece que recibiéramos alguna ayuda de la naturaleza especial de los
actos que consisten en decir algo, como cosa opuesta a las acciones físicas
ordinarias. En el caso de estas últimas ocurre que aun la acción física mínima, que
estamos tratando de separar de sus consecuencias, por ser un movimiento corporal
está in pari materia382 con muchas, al menos, de sus consecuencias inmediatas y
naturales. Cualesquiera que, por el contrario, sean las consecuencias inmediatas y
naturales de un acto que consiste en decir algo, ellas no son normalmente otros
actos de decir algo, ya sea en forma más particular por quien emitió la expresión,
381
Adviértase que si suponemos que cuando digo “mover el dedo” el acto físico mínimo es el
movimiento del cuerpo, el hecho de que el objeto movido es parte de mi cuerpo introduce en efecto un
nuevo sentido de “moví”. Así, puedo ser capaz de mover las orejas como hacen los chicos, o
tomándolas entre el pulgar y el índice, o mover el pie del modo ordinario, o bien con ayuda de las
manos, como cuando se me ha “dormido”. El uso ordinario de “mover” en ejemplos tales como “moví
el dedo” es último. No debemos seguir buscando tras él para llegar a “contraje los músculos” y cosas
semejantes.
382
Este in parí materia podría ser equívoco. No quiero decir, como señalé en la nota anterior, que mi
“mover el dedo” sea, metafísicamente, análogo al “movimiento del gatillo” que es su consecuencia, o
al “movimiento del gatillo por mi dedo”. Pero “el movimiento del dedo que está en el gatillo” está in
pari materia con “el movimiento del gatillo”.
O bien podemos expresar la cuestión de otra manera más importante diciendo que el sentido en el que
decir algo produce efectos sobre otras personas, o causa algo, es un sentido fundamentalmente distinto
de “causa” que el que se emplea en la causación física por presión, etc. Tiene que operar a través de las
convenciones del lenguaje y es una cuestión de influencia ejercida por una persona sobre otra. Este es
probablemente el sentido original de “causa”.
436
o incluso por otro383. De modo que tenemos aquí una especie de ruptura natural de
la cadena, lo que no ocurre en el caso de las acciones físicas, fenómeno que se
vincula con la clase especial de nombres de las ilocuciones.
Pero a esta altura cabe preguntar si las consecuencias que introducimos con la
terminología de las perlocuciones no son en realidad consecuencias de los actos (A),
esto es, de las locuciones. Cabe preguntar si, en nuestro intento de separar “todas” las
consecuencias, no debemos continuar nuestro regreso y dejar atrás la ilocución hasta
llegar a la locución, y en realidad, hasta llegar al acto (A.a), esto es, a la emisión de
ruidos, que consiste en un movimiento físico 384. Hemos admitido, por cierto, que para
realizar un acto ilocucionario es menester realizar un acto locucionario; por ejemplo,
que agradecer es necesariamente decir ciertas palabras. Y decir ciertas palabras es
necesariamente, por lo menos en parte, hacer ciertos movimientos, de difícil
descripción, con los órganos vocales385. De tal modo, el divorcio entre las acciones
“físicas” y los actos de decir algo no es del todo completo: existe entre unas y otros
alguna vinculación. Pero (i), si bien esto puede ser importante en algunas conexiones
y contextos, no parece impedir que tracemos una línea para nuestros fines presentes
donde necesitamos hacer tal distinción, esto es, donde el acto ilocucionario se
completa y comienzan todas sus consecuencias. Y además (ii), lo que es mucho más
importante, tenemos que evitar la idea, que más arriba hemos sugerido pero no
expresado, de que el acto ilocucionario es una consecuencia del acto locucionario, y
también la idea de que lo que introduce la terminología de las ilocuciones es una
referencia adicional a algunas de las consecuencias de las locuciones386. Esto es, que
decir, “X me instó a” es decir que X dijo ciertas palabras y, además, que el decirlas
tuvo ciertas consecuencias; p. ej.: un efecto sobre mí, o, quizás, que ese decirlas
llevaba el propósito de que las palabras tuvieran esas consecuencias. Aunque
tuviéramos que insistir, por alguna razón y en algún sentido, en “desandar nuestro
383
Ver infra.
384
¿Es así? Ya hemos señalado que la “producción de ruidos” es en sí realmente una consecuencia del
acto físico mínimo de mover los órganos vocales.
385
Por razones de simplicidad nos limitamos a las expresiones orales.
386
Sin embargo ver infra.
437
camino” desde la ilocución hasta el acto fonético (A.a), no deberíamos regresar hasta
la acción física mínima por la vía de la cadena de sus consecuencias, de la manera en
que supuestamente lo hacemos partiendo de la muerte del burro hasta llegar al
movimiento del dedo en el gatillo. La emisión de sonidos puede ser una consecuencia
(física) del movimiento de los órganos vocales, de la expulsión de aire, etc., pero la
emisión de una palabra no es una consecuencia, física o de otro tipo, de la emisión de
un ruido. Tampoco la emisión de palabras con un cierto significado es una
consecuencia, física o de otro tipo, de la emisión de palabras. En lo que a esto
concierne, ni siquiera los actos “fáticos” (A.b) y “réticos” (A.c) son consecuencias,
mucho menos consecuencias físicas, de los actos fonéticos (A.a). Lo que
introducimos mediante el uso de la terminología de la ilocución no es una referencia a
las consecuencias de la locución (por lo menos en ningún sentido ordinario de
“consecuencias”), sino una referencia a las convenciones de la fuerza ilocucionaria en
cuanto gravitan sobre las circunstancias especiales de la ocasión en que la expresión
es emitida. Pronto nos ocuparemos de los sentidos en que la realización consumada o
satisfactoria de un acto ilocucionario produce realmente “consecuencias” o “efectos”
en ciertos sentidos387.
387
Todavía podemos sentirnos tentados a atribuir cierta primacía a la locución respecto de la ilocución,
al ver que, dado cierto acto rético individual (A.c), pueden caber dudas aún acerca de cómo debe
describírselo en la terminología de las ilocuciones. ¿Por qué después de todo rotulamos A a uno y B al
otro? Podemos estar de acuerdo acerca de cuáles fueron las palabras efectivamente emitidas, y también
acerca de cuáles fueron los sentidos en que se las usó y cuáles las realidades a que se hizo referencia
con ellas y, sin embargo, no estar todavía de acuerdo sobre si, en las circunstancias dadas, esas
palabras importaron una orden, o una amenaza o un consejo o una advertencia. Sin embargo, después
de todo, hay igualmente amplia posibilidad de discordancia en los casos individuales respecto de cómo
debe ser descripto el acto rético (A.c) en la terminología de las locuciones. (¿Qué quiso decir o
significó el que emitió la expresión? ¿A qué persona, tiempo, etc., se refería realmente?) Y, en verdad,
a menudo podemos estar de acuerdo en que el acto fue sin duda, por ejemplo, una orden, y sin
embargo podemos no saber con certeza qué fue lo que se ordenó (locución). Es plausible suponer que
el acto no es menos “susceptible” de ser descripto como un tipo más o menos definido de ilocución,
que lo que es de ser descripto como un acto locucionario (A) más o menos definido. Pueden
presentarse dificultades sobre convenciones e intenciones al decidir sobre la descripción correcta tanto
de una locución como de una ilocución. La ambigüedad de significado o de referencia, deliberada o no,
es quizá tan común como la falla, deliberada o no, en poner en claro “cómo deben ser tomadas nuestras
palabras” (en sentido ilocucionario). Además, todo el aparato de los “realizativos explícitos” (ver
supra) sirve para obviar desacuerdos respecto de la descripción de actos ilocucionarios. Es mucho más
difícil, de hecho, obviar desacuerdos respecto de la descripción de los actos locucionarios. Cada uno de
estos tipos de actos, empero, es convencional y está expuesto a que sea menester que un juez lo
“interprete”.
438
Sin embargo, en general siempre podemos decir “lo hice hacer x”. Esto presenta el
acto como atribuido a mí y, si es el caso que para realizarlo se emplean o pueden
emplearse palabras, es un acto perlocucionario. Así, tenemos que distinguir entre “le
ordené y me obedeció” y “lo hice obedecerme”. La implicación general de la última
expresión es que se utilizaron otros medios adicionales para producir esta
consecuencia como atribuible a mí, medios tales como recursos persuasivos e, incluso
a menudo, el uso de una influencia personal equivalente a la fuerza. Hasta suele darse
un acto ilocucionario distinto del mero ordenar, como cuando digo “al afirmar x hice
que él lo hiciera”.
De tal modo que aquí hay tres maneras en las que los actos ilocucionarios están
unidos a efectos. Las tres son distintas del producir efectos que es característico del
acto perlocucionario.
Vale para la mayor parte de los judicativos y expositivos como cosa distinta de los
ejercitativos y compromisorios388.
CONFERENCIA XII
Hemos dejado numerosos cabos sueltos, pero tras una breve recapitulación
podremos seguir adelante. ¿Cómo se presenta la distinción “constatativos” -
“realizativos” a la luz de la teoría que acabamos de exponer? En general, y esto vale
para todas las expresiones que hemos considerado (excepto, quizá para algunas
interjecciones), hemos advertido lo siguiente:
1) Una dimensión relativa al carácter afortunado o desafortunado de la expresión;
1a) Una fuerza ilocucionaria;
2) Una dimensión relativa a la verdad y falsedad de la expresión;
2a) Un significado locucionario (sentido y referencia).
Dijimos que había una cosa que obviamente tenía que hacerse, y que requiere una
prolongada investigación. Bastante más atrás señalamos que era menester hacer una
lista de los “verbos realizativos explícitos”. Pero a la luz de la teoría más general
aludida, vemos ahora que lo que precisamos es una lista de las fuerzas ilocucionarias
de una expresión. Sin embargo, la distinción entre realizativos primarios y explícitos
habrá de sobrevivir al cambio fundamental que, con éxito, nos llevó de la distinción
realizativo – constatativo a la teoría de los actos lingüísticos. Porque hemos visto que
hay razones para suponer que los tests sugeridos para identificar los verbos
realizativos explícitos (“decir…, es hacer…”, etc.) son buenos tests, y que, en efecto,
dan mejor resultado para identificar aquellos verbos que, como decimos ahora,
443
Usaremos pues, con cautela, el test simple de la primera persona del singular del
presente del indicativo en la voz activa, y recorreremos el diccionario (bastará con
uno conciso) animados por un espíritu liberal. Obtendremos así una lista de verbos en
el orden de 10 a la tercera potencia389 . Dije que intentaría alguna clasificación general
preliminar y que haría algunas observaciones acerca de las clases propuestas. Bueno,
pongámonos en marcha. Sólo llevaré al lector a dar un paseo, o más bien, lo
conduciré a los tropezones.
Distingo cinco clases generales de verbos, pero no estoy totalmente satisfecho con
ellas. Sin embargo, abren ante nuestros ojos un campo más rico que si nos
moviéramos únicamente con los dos fetiches 1) verdadero/falso; y 2) hecho/valor.
Clasificaré estas expresiones en función de sus fuerzas ilocucionarias, y les asignaré
estos nombres:
1) Verbos de judicación, o judicativos.
2) Verbos de ejercicio, o ejercitativos.
3) Verbos de compromiso, o compromisorios.
389
¿Por qué usamos esta expresión en lugar de 1000? En primer lugar porque parece impresionante y
científica. En segundo lugar, porque va de 1000 a 9999 —un buen margen— mientras que de la otra
podría pensarse qué significa “alrededor de 1000”, que es un margen muy estrecho.
444
Nos ocuparemos de ellos por orden, pero antes daré una idea aproximada de cada
uno.
Los primeros, los judicativos, tienen como caso típico el acto de emitir un
veredicto, ya sea por un jurado, por un árbitro, etc. Pero no es menester que sean
definitivos; pueden consistir, por ejemplo, en una estimación, en un cálculo o en una
apreciación. Es esencial que se emita juicio acerca de algo —un hecho o un valor—
respecto de lo cual, por razones diferentes, resulte difícil alcanzar certeza.
Los quintos, los expositivos, son difíciles de definir. Ponen de manifiesto el modo
cómo nuestras expresiones encajan en un argumento o conversación, cómo estamos
usando palabras. En general, son recursos que utiliza un expositor. Por ejemplo,
“contesto”, “arguyo”, “concedo”, “ejemplifico”, “supongo”, “postulo”. Debemos
445
Las últimas dos clases son las que hallo más dificultosas. Podría ocurrir muy bien que
no sean claras o que algunos miembros estén mal clasificados, o, incluso, que sea
necesaria una clasificación completamente distinta. En modo alguno estoy
proponiendo nada definitivo. Los comportativos son dificultosos porque la clase
parece demasiado heterogénea. Los expositivos, porque son demasiado numerosos e
importantes. Los miembros de una y otra clase parecen estar incluidos en las
restantes, y, al mismo tiempo, ser diferentes de una manera que no he conseguido
aclarar ni aun ante mis propios ojos. Bien podría decirse que todos los aspectos están
presentes en todas las clases.
1. JUDICATIVOS
los actos legislativos o ejecutivos, que son ambos ejercitativos. Pero algunos actos
judiciales, en el sentido amplio de actos hechos por un juez en lugar de serlo, por
ejemplo, por un jurado, son realmente ejercitativos. Los judicativos tienen conexiones
obvias con la verdad y la falsedad en lo que concierne al fundamento y a la falta de
fundamento, o a la razonabilidad y a la irrazonabilidad. Que el contenido de un
veredicto es verdadero o falso se advierte, por ejemplo, en una discusión acerca del
dictamen de un árbitro.
Los judicativos tienen un efecto, en el derecho, sobre nosotros mismos y sobre los
demás. Emitir un veredicto o hacer una estimación nos compromete a cierta conducta
futura, en el sentido en que así ocurre con todo acto lingüístico y quizás en mayor
medida, por lo menos en lo que atañe a la coherencia, y porque aquí sabemos quizás a
qué nos compromete. Así, dar un cierto veredicto nos comprometerá o, como se dice,
nos compromete a acordar una indemnización por daños y perjuicios. También, una
interpretación de los hechos puede comprometernos a dar cierto veredicto o a hacer
447
cierta estimación. Dar un veredicto puede muy bien importar también adherir a algo;
puede comprometernos a apoyar a alguien, a salir en su defensa.
Agradecer puede implicar un veredicto acerca del valor o del carácter de alguien o
de algo. También en cierto sentido de “culpar”, que es equivalente a “juzgar o
considerar responsable”, culpar es un judicativo; pero, en otro sentido, es adoptar una
actitud hacia una persona en cuyo caso es un comportativo.
2. EJERCITATIVOS
Muchos ejercitativos tales como permitir, autorizar, delegar, ofrecer, conceder, dar,
sancionar, y consentir, en realidad nos comprometen a una línea de acción. Si digo
“declaro la guerra” o “repudio”, el propósito de mi acto es comprometerme
personalmente a cierta línea de acción. La conexión entre un ejercitativo y
comprometerse es tan próxima como la que hay entre significado e implicación. Es
obvio que designar y poner un nombre son actos que nos comprometen, pero
diríamos más bien que ellos confieren o dan potestades, derechos, nombres, etc., o
que los cambian o los eliminan.
Algunos ejercitativos tales como “me retracto”, “me allano” y “objeto”, tienen, en
el contexto del argumento o de la conversación, la misma fuerza que los expositivos.
Los siguientes son ejemplos de ejercitativos:
Los ejercitativos nos comprometen a las consecuencias de un acto, así ocurre, por
ejemplo, al poner un nombre. En el caso especial de los permisivos cabría preguntar
si deben ser clasificados como ejercitativos o como compromisorios.
3. COMPORTATIVOS
Hay conexiones obvias con los compromisorios, porque elogiar o apoyar es a la vez
reaccionar frente a la conducta ajena y comprometerse a una línea de conducta. Hay
también una conexión estrecha con los ejercitativos, porque aprobar puede ser un
ejercicio de autoridad o una reacción frente a la conducta de otro. Otros ejemplos
marginales son “recomiendo”, “paso por alto”, “protesto”, “suplico”, y “desafío”.
5. EXPOSITIVOS
Los expositivos se usan en los actos de exposición que suponen expresar opiniones,
conducir debates, y clarificar usos y referencias. Hemos dicho varias veces que
453
Presentaré algunas listas para indicar la extensión del campo. Los ejemplos
centrales son aquellos como “enuncio”, “afirmo”, “niego”, “destaco”,
“ejemplifico”, “respondo”. Un gran número, tales como “pregunto”, “interrogo”,
“niego”, etc., parecen referirse naturalmente al intercambio propio de una
conversación. Pero no es necesario que sea así, y, por supuesto todos hacen referencia
a una comunicación.
1. afirmo
niego
enuncio
describo
clasifico
390
Se conserva aquí el esquema y la numeración de Austin. El significado general de la agrupación es
obvio, pero no hay una clave precisa en las notas. Los signos de duda son de Austin. J.O.U.
454
identifico
2. observo
menciono
¿interrumpo?
3. informo
aviso
digo
respondo
replico
3.a pregunto
4. testifico
refiero
juro
conjeturo
¿dudo?
¿sé?
¿creo?
5. acepto
concedo
retiro
concuerdo
me allano a
objeto
adhiero a
reconozco
repudio
5ª. corrijo
reviso
6. postulo
deduzco
arguyo
omito (deliberadamente)
¿destaco?
7. comienzo por
paso a
concluyo con
7a. interpreto
distingo
analizo
defino
7b. ejemplifico
explico
formulo
7c. significo
me refiero
455
llamo
entiendo
considero como
Para resumir, podemos decir que usar el judicativo es enjuiciar; usar el ejercitativo,
es ejercer una influencia o una potestad, usar el compromisorio, es asumir una
obligación o declarar una intención; usar el comportativo es adoptar una actitud; y
usar el expositivo es clarificar razones, argumentos y comunicaciones.
Como suele ocurrir, me ha quedado poco tiempo para expresar por qué lo que he
dicho es interesante. Me limitaré a poner un ejemplo. Desde hace mucho los filósofos
se han venido ocupando de la palabra “bueno” y, en tiempos recientes, han adoptado
la actitud de examinar cómo la usamos, y para qué la usamos. Se ha sugerido, por
ejemplo, que la usamos para expresar aprobación, para elogiar, o para calificar. Pero
no llegaremos realmente a lograr claridad acerca de “bueno”, ni pondremos en claro
para qué usamos esta palabra, mientras no dispongamos idealmente de una lista
completa de aquellos actos ilocucionarios de los cuales elogiar, calificar, etc., son
ejemplares aislados. Esto es, mientras no sepamos cuántos actos de esos hay, y cuáles
son sus relaciones recíprocas e interconexiones. Aquí tenemos, pues, un ejemplo de
una aplicación posible del tipo de teoría general que hemos estado considerando. Sin
duda que hay otros. Deliberadamente no he querido complicar la teoría general con
problemas filosóficos (algunos de los cuales son tan complejos que casi merecen la
celebridad de que gozan). No se piense que no soy consciente de ellos. Escuchar y
digerir esto tiene que haber sido, por cierto, bastante aburrido y árido; aunque no
tanto como pensarlo y escribirlo. Lo divertido está en comenzar a aplicarlo a la
filosofía.
1) presentar un programa, esto es, decir qué es lo que hay que hacer en lugar
de hacer algo;
2) dar conferencias.
Sin embargo, en relación con 1), me agradaría mucho pensar que, en alguna
medida, más que proclamar un manifiesto individual he estado mostrando cómo han
comenzado ya a verse las cosas y cómo se las está viendo, con creciente impulso, en
algunas áreas de la filosofía. Con respecto a 2), ciertamente quisiera decir que para mí
no podría haber un lugar mejor para dar conferencias que Harvard.
J. R. Searle
Capítulo I.
391
Searle, J. R. Actos de habla: Ensayo de filosofía del lenguaje. Ediciones Cátedra, S.A. Madrid
1980. Traducción al español: Luís M. Valdés Villanueva
457
¿Cómo se relacionan las palabras con el mundo? ¿Cómo es posible que cuando un
hablante está frente a un oyente y emite una secuencia acústica ocurran cosas tan
destacables como: el hablante quiere decir algo: el oyente comprende lo que se quiere
decir; el hablante hace un enunciado, plantea una pregunta o da una orden? ¿Cómo es
posible que cuando digo Juan se fue a casa, que después de todo es, en algún sentido,
una sarta de ruidos, lo que quiero decir es: Juan se fue a casa? Cuál es la diferencia
entre decir algo queriendo decirlo significativamente y decirlo no queriendo decirlo
significativamente? ¿Y qué es lo que está incluido en querer decir significativamente
una cosa particular y no ninguna otra cosa? Por ejemplo, ¿Cómo es que cuando la
gente dice: Juan se fue a casa casi siempre se quiere decir que Juan se fue a casa y
no, pongamos por caso, que Pérez se fue a una fiesta, o que Díaz se emborrachó? ¿Y
cuál es la relación entre lo que quiero decir cuando digo algo y lo que esto significa,
independientemente de que alguien lo diga? ¿Cómo representan las palabras las
cosas? ¿Cuál es la diferencia entre una sarta significativa de palabras y otra no
significativa? ¿Qué es para algo ser verdadero?, ¿o ser falso?
Tales preguntas forman el tema de la filosofía del lenguaje. No debemos suponer
tan siquiera que, en las versiones que he enunciado, tengan sentido: Sin embargo, de
una forma u otra tales preguntas deben tener sentido, pues sabemos que las personas
se comunican; que algunas veces dicen cosas queriendo decir significativamente lo
que dicen; que, al menos en ocasiones, se leas entiende; que plantean preguntas, dan
órdenes, hacen promesas y piden disculpas; que sus emisiones se relacionan con el
mundo de una manera que podemos describir caracterizando las emisiones como
verdaderas, falsas, no significativas, estúpidas, exageradas o cosas por el estilo. Y si
esas cosas suceden se sigue que les es posible suceder, y, si les es posible suceder,
debe ser posible plantear y dar respuesta a las preguntas que examinan esa
posibilidad.
Distingo entre filosofía del lenguaje y filosofía lingüística. La filosofía lingüística
es un intento de resolver problemas filosóficos particulares atendiendo al uso de
458
392
En la traducción se usa el término lenguaje para designar lo que nosotros consideramos como
lengua. Es necesario tener en cuenta que en inglés solo existe un término polisemémico: language para
nominar tanto el lenguaje en general, como las lenguas particulares (inglés, alemán, ruso, español,
francés, etc.) Creemos conveniente hacer un uso diferenciado de los términos dado que en castellano
es posible diferenciar el lenguaje de las lenguas (A. Curbeira)
459
393
Nos pareció importante incluir estos dos párrafos del epígrafe 1.3 para una mejor comprensión del
contenido del epígrafe 1.4 que le sigue. (A. Curbeira)
460
La razón para concentrarse en el estudio de los actos de habla es, simplemente, esta:
toda la comunicación lingüística incluye actos lingüísticos. La unidad de la
comunicación lingüística no es, como se ha supuesto generalmente, el símbolo,
palabra, oración, ni tan siquiera la instancia del símbolo, palabra u oración al realizar
el acto de habla. Considerar una instancia como un mensaje es considerarla como una
instancia producida o emitida. Más precisamente, la producción o emisión de una
oración instancia bajo ciertas condiciones constituye un acto de habla y los actos de
habla (de ciertos géneros que se explicarán más adelante) son las unidades básicas o
mínimas de la comunicación lingüística. Una manera de llegar a este punto consiste
en preguntarse a uno mismo: ¿cuál es la diferencia entre contemplar un objeto como
una instancia de comunicación lingüística y no contemplarlo así? Una diferencia
crucial es la siguiente. Cunado considero un ruido o un marca hecha sobre un trozo de
papel como una instancia de comunicación lingüística, como un mensaje, una de las
cosas que debo suponer es que el ruido op la marca fueron producidos por un ser o
unos seres más o menos semejantes a mí mismo y que fueron producidos con ciertas
clases de intenciones. Si considero el ruido o la marca como un fenómeno natural
semejante al murmullo del viento entre los árboles, o una mancha del papel, los
excluyo de la clase de comunicación lingüística, incluso si el ruido o la marca no
pueden distinguirse de palabras habladas o escritas. Además, no solamente debo
suponer que el ruido o la marca han sido producidos como resultado de conducta
intencional, sino que debo también suponer que las intenciones son de un género muy
especial que es peculiar a los actos de habla. Por ejemplo, sería posible comunicarse
colocando muebles de cierta manera. La actitud que una persona tendría hacia tal
ordenación de muebles, si la ‘comprende’, sería completamente diferente de la actitud
que tengo hacia, digamos, la ordenación de los muebles de esta habitación, incluso si
en ambos casos pudiera considerar la ordenación como el resultado de conducta
intencional. Solamente ciertos géneros de intenciones son adecuados para la conducta
que denomino actos de habla. (Estos géneros de intenciones serán examinados en el
capítulo 2)
461
Podría objetarse a este enfoque que un estudio semejante trata solamente del punto
de intersección de una teoría del lenguaje y una teoría de la acción. Pero mi réplica a
esto sería que si mi concepción del lenguaje es correcta, una teoría del lenguaje forma
parte de una de una teoría de la acción, simplemente porque hablar un lenguaje es una
forma de conducta gobernada por reglas. Ahora bien, si está gobernada por reglas,
tiene características formales que admiten un estudio independiente. Pero un estudio
de esas características puramente formales, sin estudiar su papel en los actos de habla,
sería semejante a un estudio formal de los sistemas monetarios y crediticios de las
economías sin estudiar el papel de la moneda y el crédito en las transacciones
económicas. Pueden decirse muchas cosas estudiando el lenguaje sin estudiar los
actos de habla, pero cualquier teoría puramente formal de este tipo es necesariamente
incompleta. Sería lo mismo que estudiar el béisbol solamente como sistema formal de
reglas y no como juego.
Podría parecer aún que mi enfoque es simplemente, en términos saussurianos, un
estudio de la parole más bien que de la langue. Estoy argumentando, sin embargo,
que un estudio adecuado de los actos de habla es un estudio de la langue. Hay una
razón importante por la cual esto es verdad, razón que va más allá de que la
comunicación incluye necesariamente actos de habla. Considero que es una verdad
analítica sobre el lenguaje que cualquier cosa que quiera ser dicha puede ser dicha.
Un lenguaje dado puede no tener una sintaxis o un vocabulario lo suficientemente
ricos para que en ese lenguaje yo diga lo que quiero decir, pero no existen barreras en
principio para complementar un lenguaje insuficiente o para decir lo que quiero decir
en uno más rico.
No hay, por lo tanto, dos estudios semánticos distintos e irreductibles: por un lado
un estudio de los significados de oraciones y por otro un estudios de las realizaciones
de los actos de habla. Pues de la misma manera que forma parte de nuestra noción de
significado de una oración el de una emisión literal de esa oración con ese significado
en un cierto contexto constituya la realización de un acto de habla particular, así
también forma parte de nuestra noción de acto de habla el que exista una oración (u
462
Capítulo II
Expresiones, significado y actos de habla.
La hipótesis de este libro es, entonces, que hablar un lenguaje es participar en una
forma de conducta gobernada por reglas. Dicho más brevemente: hablar consiste en
realizar actos conforme a reglas. Para apoyar esta hipótesis y explicar el habla,
enunciaré algunas de las reglas de acuerdo con las cuales hablamos. El procedimiento
que voy a seguir consiste en enunciar un conjunto de condiciones necesarias y
suficientes para la realización de géneros particulares de actos de habla y, a
continuación, extraer de esas condiciones conjuntos de reglas semánticas para el uso
de los dispositivos lingüísticos que caracterizan las emisiones como actos de habla de
esos géneros. Es esta una tarea más importante de lo que quizás parezca, y este
capítulo estará dedicado a preparar el terreno para llevarla a cabo, introduciendo
distinciones entre géneros diferentes de actos de habla y discutiendo las nociones de
proposiciones, reglas, significado y hechos.
394
Cfr. J. Katz. The Philosophy of Language. Nueva York; versión castellana La Filosofía del
Lenguaje, Madrid, Ediciones Martínez Roca, 1971.
395
Cfr. J. L. Austin. How to Do Things with Words. Oxford, 1962, versión castellana, Palabras y
acciones. Buenos Aires, Paidós, 1971
464
parte de un acto de habla completo que es diferente de los otros tres. Así separamos
las nociones de referir y predicar de las nociones de actos de habla completos, tales
como aseverar, preguntar, ordenar, etc. La justificación de esa separación reside en el
hecho de que puede aparecer lamisca referencia y predicación al realizar diferentes
actos de habla completos. Austin bautizó a estos actos de habla completos con el
nombre de “actos ilocucionarios”, y de ahora en lo adelante emplearé esta
terminología.396 Algunos de los verbos castellanos que denotan actos ilocucionarios
son: enunciar, describir, aseverar, aconsejar, observar, comentar, mandar, ordenar,
pedir, criticar, pedir disculpas, censurar, aprobar, dar la bienvenida, prometer,
objetar, solicitar y argumentar. Austin afirmó que existían en inglés más de un millar
de expresiones de este tipo.397
El primer resultado de nuestras reflexiones preliminares es, entonces, que al
eliminar cualquiera de las cuatro oraciones del ejemplo, un hablante está realzando
característicamente, al menos, tres géneros distintos de actos : a) La emisión de
palabras (morfemas, oraciones); b) Referir y predicar; c) Enunciar, preguntar, mandar,
prometer, etc.
Asignemos ahora nombres a estos actos bajo la rúbrica general de actos de habla:
a) Emitir palabras (morfemas, oraciones) = realizar actos de emisión.
b) Referir y predicar = realizar actos proposicionales.
c) Enunciar, preguntar, mandar, prometer, etc. = realizar actos ilocucionarios.
No estoy diciendo, desde luego, que estos actos sean cosas separadas que los
hablantes hacen, como por azar, simultáneamente, sino más bien que al realizar un
acto ilocucionario se realizan característicamente actos proposicionales y actos de
emisión. Tampoco debe pensarse que los actos proposicionales y actos de emisión
son a los actos ilocucionarios lo que comprar un billete y subir a un tren es a hacer un
viaje en ferrocarril. No son medios para fines: más bien, los actos de emisión son a
396
J. L. Austin. How to Do Things with Words. Oxford, 1962. Empleo la expresión “acto ilocucionario”
con algún recelo, puesto que no acepto la distinción austiana entre actos locucionarios e
ilocucionarios. J. R. Searle. Austin on Locutionary and Illocutionary Acts. Philosophical Review, vol.
LXXVIII, Num. 4, octubre, 1968
397
Austin, op. cit. pág. 149.
466
los actos proposicionales e ilocucionarios lo que, por ejemplo, hacer una X en una
paleta de voto es al hecho de votar.
La razón para abstraer cada uno de estos géneros consiste en que los ‘criterios de
identidad’ son diferentes en cada caso. Ya hemos visto que los actos proposicionales
pueden ser comunes a diferentes actos ilocucionarios, y es obvio que se puede
realizar un acto de emisión sin realizar en absoluto un acto proposicional o un acto
ilocucionario. (Se pueden emitir palabras sin decir nada) Y similarmente, si
consideramos la emisión de una oración del tipo:
Podemos ver razones para decir que un hablante que emitiese esta oración en
ciertos contextos, estaría realizando el mismo acto proposicional que en 1, 4 (la
referencia y la predicación serían las mismas), el mismo acto ilocucionario que en 1
(se hace el mismo enunciado o aserción), pero un acto de emisión diferente de
cualquiera de los cuatro primeros, puesto que se emite una oración diferente que no
contiene ninguna de las mismas palabras, y solamente alguno de los mismos fonemas.
Entonces, al realizar actos de emisión diferentes, un hablante puede realizar los
mismos actos proposicionales e ilocucionarios. Desde luego, tampoco es necesario
que la realización del mismo acto de emisión por parte de dos hablantes deferentes, o
por el mismo hablante en ocasiones diferentes, sea una realización de los mismos
actos proposicionales e ilocucionarios: la misma oración puede, por ejemplo, usarse
para hacer dos enunciados diferentes. Los actos de emisión consisten simplemente en
emitir secuencias de palabras. Los actos ilocucionarios y proposicionales consisten
característicamente en emitir palabras dentro de oraciones, en ciertos contextos, bajo
ciertas condiciones y con ciertas intenciones, como veremos más adelante.
Hasta aquí no he hecho otras afirmaciones a favor de dividir las cosas de esta
manera que la de que es una manera permisible de dividirlas por vaga que resulte. En
particular, no afirmo que esta sea la única manera de dividir las cosas. Por ejemplo,
para ciertos propósitos podría desearse desgajar lo que he denominado actos de
467
emisión en actos fonémicos, actos morfémicos, etc. Y desde luego, para la mayor
parte de los propósitos de la ciencia lingüística, no es necesario hablar de actos en
absoluto. Se puede discutir solamente de fonemas, morfemas, oraciones, etc.
A estas tres nociones quiero ahora añadir la noción de acto perlocucionario.
Correlativamente a la noción de actos ilocucionarios está la nación de las
consecuencias o efectos que tales actos tienen sobre las acciones, el pensamiento o
creencias, etc., de los oyentes. Por ejemplo, mediante la argumentación yo puedo
persuadir o convencer a alguien, al aconsejarle puedo asustarle o alarmarle, al hacer
una petición puedo lograr que él haga algo, al informarle puedo convencerle,
(instruirle, elevarle –espiritualmente–, inspirarle, lograr que se de cuenta). Las
expresiones en cursiva denotan los actos perlocucionarios.
Correlativamente a la noción de actos proposicionales y actos ilocucionarios,
respectivamente, existen ciertos géneros de expresiones que se emiten al realizarlos:
la forma gramatical característica del acto ilocucionario es la oración completa (puede
ser una oración que conste de una sola palabra), y las formas gramaticales
características de los actos proposicionales son partes de oraciones: predicados
gramaticales para el acto de la predicación, y nombres propios, pronombres y otras
ciertas clases de frases nominales para la referencia. Los actos proposicionales no
pueden ocurrir solos; esto es, no pueden referir sin más, sin hacer una aserción,
plantear una pregunta o realizar cualquier otro acto ilocucionario. El correlato
lingüístico de esta observación reside en el hecho de que las oraciones, no las
palabras, se usan para decir cosas. Eso es también lo que Frege quiere decir cuando
afirma que sólo en el contexto de una oración tienen referencia las palabras; Nur in
Zusamenhang eines Satzes bedeuten die Wörter etwas.398 Lo mismo sucede en mi
terminología. Solamente se hace referencia como parte de la realización de un acto
ilocucionario, y el ropaje gramatical de un acto ilocucionario es la oración completa.
La emisión de una expresión referencial solamente cuenta como referencial si se doce
algo mediante ella.
398
G. Grege. Die Gundlagen der Aritmetik. Breslau, 1884, pág. 73. Versión castellana, Los
fundamentos de la aritmética. Barcelona, Laia, 1972
468
J. R. Searle
399
Título del original: A Taxonomy of Illocutionary Acts. Cambridge: C.U.P. 1969. Publicado también
bajo el título: Classification of Illocutionary Acts. Traducción del inglés de † Leandro Caballero y †
Raúl Aragüés, profesores de la Facultad de Lenguas extranjeras de la Universidad de la Habana.
469
A partir de aquí, voy a presuponer que el lector está familiarizado con las ideas
fundamentales expuestas en trabajos tales como los siguientes: Cómo hacer cosas
con palabras, de Austin; Los actos del habla y Austin sobre los actos
locucionario e ilocucionarios, de Searle. Voy a sobrentender que los lectores son
capaces de diferenciar la fuerza ilocucionaria de un enunciado y su contenido
proposicional, lo que representamos del siguiente modo: F (p). Y
Para desarrollar una clasificación de carácter más general debemos primero conocer
el modo en que los géneros de promesas, predicciones e informes se distinguen unos
470
de otros. Cunado intentamos dar respuesta a esta pregunta, descubrimos que existen
varios principios de distinción esencialmente diferentes; es decir, diversas clases de
diferencias que nos permiten afirmar que la fuerza de un enunciado se distingue de
otro enunciado. Por esta razón, la metáfora de la expresión “fuerza ilocucionaria” nos
lleva al error, ya que sugiere que diferentes fuerzas ilocucionarias ocupan distintas
posiciones en una continuidad simple de las fuerzas. Lo que realmente sucede es que
hay variad continuidades (continua) de fuerzas específicas que se entrecruzan. Una
causa de confusión relacionada con lo anterior es que somos propensos a confundir
los verbos ilocucionarios con los tipos de actos ilocucionarios. Somos propensos, por
ejemplo, a pensar que donde nos encontramos con dos verbos ilocucionarios que no
son sinónimos, estos deben distinguir, necesariamente dos tipos de actos
ilocucionarios. Más adelante trataré de trazar una clara distinción entre verbos
ilocucionarios y actos ilocucionarios. Las ilocuciones son parte del lenguaje opuestas
a las lenguas particulares, mientras que los verbos ilocucionarios son siempre parte
de una lengua particular: francés, alemán, inglés o cualquier otro.
Las diferencias entre los verbos ilocucionarios son una buena guía, pero, bajo ningún
concepto, constituyen una guía con respecto a las diferencias entre un acto
ilocucionario y otro. Ahora las expondré sucintamente.
selecciona los productos del listado le sigue un detective que va anotando todo lo
que selecciona el comprador. Cuando salen ambos de la tienda, tanto el detective
como el comprador tendrán listados idénticos, pero la función de ambas listas es
diferente. El propósito del listado del comprador es que el mundo concuerde con
las palabras, ya que se supone que el hombre ejecute sus acciones en
correspondencia con el contenido del listado. En el caso del detective, el
propósito del listado estriba en que las palabras concuerden con el mundo, pues
se supone que el detective haga concordar el contenido del listado con las
acciones del comprador.
El listado del detective tiene una dirección reconcordancia palabra – mundo, tal
como ocurre en las exposiciones, descripciones, aserciones y explicaciones.
El listado del comprador tiene una dirección mundo – palabra tal como las
peticiones, órdenes, juramentos y promesas.
Un hombre que declara, explica, asevera o demanda que p, expresa con ello la
creencia de que p. Un hombre que promete, jura, amenaza o se compromete con
A, expresa que tiene la intención de hacer A. Un hombre que ordena, dispone,
solicita que H haga A, expresa su deseo de que H haga A. Un hombre que se
disculpa por haber hecho A, expresa su pesar por haber hecho A. En general, al
ejecutar un acto ilocucionario con contenido proposicional, el hablante expresa
algunas actitudes, estados, etc. hacia el contenido proposicional. Observe que esto
ocurre incluso si el hablante no es sincero, es decir, si –en realidad– no tiene la
creencia, el deseo, la intención, el pesar o el placer que él expresa.
9. Diferencias entre los actos que serán obligatoriamente actos del habla y
aquellos que pueden serlo, aunque no necesariamente.
Podemos clasificar las cosas, por ejemplo, diciendo solamente: Clasifico esto
como A y esto como B. Pero no necesariamente para clasificar las cosas habrá que
decir algo. Se puede, simplemente, echar unas cosas en la caja A y otras en la caja
B. Del mismo modo ocurre con los actos de cálculo, diagnóstico y conclusión.
Puedo calcular, diagnosticar y arribar a conclusiones cuando digo calculo,
diagnostico o concluyo. Pero hacer cálculos, diagnósticos y conclusiones no
implica obligatoriamente el decir algo. Podría simplemente pararme frente a un
edificio y calcular en silencio su altura. Puedo diagnosticar sin pronunciar palabra
que alguien padece de esquizofrenia o llegar a la conclusión de que el hombre que
está sentado a mi lado está totalmente borracho. En estos casos no es necesario
hablar.
10. Diferencias entre los actos que requieren para su realización la existencia
de instituciones y los actos que no las necesitan.
Austin propuso cinco categorías de manera muy tentativa y con el propósito de que
sirvieran como base para la discusión: en ningún sentido consideró que se trataba de
un conjunto de resultados establecidos.
para pensar que esto sea así. Como veremos, algunos verbos indican en modo en que
se produce un acto ilocucionario, por ejemplo, anunciar. Es posible anunciar órdenes,
promesas e informes, pero anunciar no es ordenar, ni prometer, ni informar. Anunciar,
es decir, anticipar algo, no es el nombre de un tipo de acto ilocucionario, sino la
forma en la que se producen algunos tipos de actos ilocucionarios. Un anuncio no es
nunca ilocucionariamente un anuncio, sino que será como tal una orden, una
aseveración, etc.
Así, si aceptáramos que tales verbos incluidos en el listado son verbos ilocucionarios,
aunque no necesariamente actos ilocucionarios diferentes, considero, considero que
se hace necesario jerarquizar los elementos críticos que se han de formular con
respecto a la clasificación que analizamos:
1. Lo primero que podría parecer intrascendente, pero que no puedo pasar por
alto, es que no todos los verbos de los listados son verbos ilocucionarios. Por
ejemplo, sympathize (simpatizar), regard as (concernir), mean to (destinado
para), intend (intentar) o shall (verbo auxiliar que indica futuro). Tomemos,
por ejemplo, el verbo intend. Y se verá claramente que no es un verbo
realizativo. Cuando decimos I intend. No estamos realizando un acto de habla.
Existe, por supuesto, un acto ilocucionario de expresar una intención, pero la
frase verbal ilocucionaria no es intend, sino express an intention. Intending no
será en ningún caso un acto de habla, expressing an intention puede serlo,
aunque no siempre.
2. La mayor debilidad de la taxonomía de Austin es la siguiente: no se basa en
un principio claro y consistente, ni en un conjunto sistémico de principios.
Solamente en el caso de los actos de compromiso se acude claramente y sin
ambigüedad al rasgo “punto ilocucionario” en calidad de base para la
definición de una categoría. Los actos de exposición, cuando se refieren a
caracterizaciones, resulta claro que han sido definidos en términos de
relaciones discursivas (véase mi rasgo 7). Los actos de ejecución aparecen al
481
Si atendemos a las definiciones que propone Austin resulta clara la razón por la cual
considera que describing puede ser lo mismo la emisión de un falle y un acto de
exposición. Pero entonces, cualquier acto expositivo que tenga que ver con la
exposición de un punto de vista podría ser, según el tratamiento dado por Austin a
este problema, la emisión de un fallo, oficial o no oficial, basado en razones o
evidencias. Una simple mirada a su listado de verbos expositivos es suficiente para
percibir que la mayoría de estos verbos se ajusta a las definiciones dadas para los
actos de exposición, lo que ocurre también con el verbo describe.
482
Analicemos los verbos affirm, deny, state, class, identify, conclude y deduce,
categorizados como expositivos, aunque podrían haber aparecido en la categoría de
dictámenes. Los pocos casos en los que se observa claramente que no corresponden al
grupo de dictamen, son aquellos en que el significado del verbo debe estar vinculado
con las relaciones discursivas. Por ejemplo, begging by, turn to, o donde no se trata
de evidencias y razones. Ejemplos: postulate (postular), neglect (omitir), call (llamar)
y define (definir). Podemos concluir que begging by, turn to, neglect no son, en
modo alguno actos ilocucionarios, lo que pone de manifiesto que no está
suficientemente justificada la división de las categorías de dictámenes y exposiciones.
No sólo tiene lugar la superposición de una categoría sobre la otra, sino que también
dentro de la misma categoría hay distintos tipos de verbos. Así Austin relaciona los
verbos dare, defy, challenge junto a thank, apologize, deplore y welcome como verbos
de conducta. Sin embargo, dare, defy y challenge tienen relación con las acciones
subsiguientes del interlocutor y, junto con order, command y forbid (prohibir)
pertenecen a un mismo campo semántico…
No obstante, cuando echamos una mirada a la familia que incluye order, command y
urge (incitar), los encontramos en el listado de los verbos de ejecución junto al verbo
hire (alquilar) y denote (denotar)…
483
Patrick Charaudeau400
Esta conferencia propone una reflexión en tres tiempos. En primer lugar, delimita las grandes
problemáticas subyacentes a los estudios lingüísticos en general y, más concretamente, a los del
discurso, desde tres puntos de vista: el histórico, el de las teorías dentro de las ciencias
humanas y sociales y el de las grandes opciones metodológicas. En segundo lugar, ofrece un
panorama de los estudios de análisis del discurso y propone una orientación dentro de las
diversas teorías. Por último, aborda el problema de la cientificidad y la interdisciplinaridad.
This lecture proposes a three-step reflection. First of all, it delimits the problematic issues
underlying linguistic studies in general, and more concretely, those of discourse, from three points of
view: historically, those of the theories within the humanities and social sciences, and those of many
methodological options. Secondly, it offers a panorama of the studies of discourse analysis and
proposes an orientation within a diversity of theories. Lastly it undertakes the problems concerning the
scientific and interdisciplinary nat of this course of study.
***
0. Introducción
Lo que pensaba proponer no es algo propio, sino más bien intentaré presentar y
quizás, si es posible, ordenar "Las distintas corrientes" de análisis del discurso
porque, efectivamente, es un poco una selva metodológica y no es muy fácil ubicarse
dentro de estas corrientes.
400
Conferencia ofrecida en el Centro de Lenguas Extranjeras de la Universidad Nacional Autónoma de
México, en el mes de febereo de 1996. Transcripción y adaptación de María de Loarse Berruelas. V.
En: Estudios de Lingüística Aplicada, num. 27, 1998.
484
que he hecho de reflexión sobre este campo toca las corrientes más importantes. Y...
perdón si olvido algunas.
El problema es cómo exponer esto porque no voy a revisar todas las teorías dentro
del análisis de discurso. Sería muy aburrido y además sería objeto de un seminario de
un año. Lo que quiero hacer es intentar presentarles las grandes problemáticas en que
se fundamentan finalmente las corrientes que actualmente dominan en el campo de
análisis del discurso.
Entonces, lo que les propongo, en primer lugar, es una reflexión en tres tiempos.
Intentar poner en evidencia esas grandes problemáticas subyacentes a los estudios de
los fenómenos lingüísticos en general y, concretamente, a los estudios discursivos.
Segundo, intentar dar un panorama de la situación actual en los estudios de análisis
del discurso y proponer una orientación dentro de todas estas teorías, lo que llamaba
esa "selva metodológica". Y terminar, si tengo tiempo, con una reflexión un poco más
general sobre la interdisciplinaridad, porque yo creo que una de las cosas que
caracteriza el campo de los estudios del discurso es la interdisciplinaridad.
Ahora, no es suficiente decir "interdisciplinaridad", hay que ver qué tipo de
interdisciplinaridad y qué definición se puede dar de interdisciplinaridad. 'Así es que
les voy a proponer una exposición en tres partes. No porque yo sea francés y
cartesiano. Las tres partes están siempre en el imaginario de los que no son franceses,
ni cartesianos. Y no todos los franceses funcionan en tres tiempos –bueno, hay un
género musical que se llama "la Java" que efectivamente se basa en tres tiempos, pero
no todo es "Java"– sino porque de todas maneras siempre me ha parecido que el
número tres es un número que permite pensar. Porque el número dos se da en la
discusión: dos personas o pelean o se ponen de acuerdo, no hay alternativa. Mientras
que con el número tres no hay empate posible. El tercero siempre tiene que hacer
alianza con uno o con otro. El número tres es el número a la vez de la inestabilidad y
de la negociación. Es ese tercero el que permite que se negocien las cosas. El número
tres es el número de la dialéctica; ese modo de pensamiento que probablemente le
485
Entonces tres partes. Primero las grandes problemáticas. Les propongo verlo desde
tres puntos de vista: un punto histórico, en el sentido de que toda ciencia se inscribe
dentro de una filiación, o mejor dicho, varias filiaciones históricas. La ciencia como
el hombre no existe sin memoria y la memoria es la historia. Entonces no se puede
hablar de una posición de pensamiento sin referirse a las filiaciones históricas.
Entonces, primero veré esas tres filiaciones históricas y segundo, abordaré el
problema desde otro punto de vista que es el de los grandes modelos de pensamiento
que se han venido repartiendo dentro del campo de las ciencias humanas y sociales:
las teorías. Dos grandes modelos, Y, finalmente, las grandes opciones metodológicas
que hacen que, por ejemplo, haya maneras totalmente distintas de abordar un
problema lingüístico: el modo experimental o el modo empírico, lo que supone
metodologías distintas. Entonces, voy a abordar esas problemáticas a través de
filiación histórica, los modelos de pensamiento y las opciones metodológicas.
0 La filiación lingüístico–gramatical
Desde la Edad Media ha habido tres grandes periodos en que se han planteado
grandes preguntas. Al fin y al cabo una ciencia, una disciplina, depende de las
preguntas que se plantean en el ámbito general y no sólo dentro de la disciplina en
cuestión.
En la Edad Media la gran pregunta era que el mundo estaba frente al hombre y la
vocación del hombre parece ser que era descubrir lo que estaba detrás del mundo,
oculto, escondido: un detrás del espejo. Y se suponía que lo que estaba detrás de este
espejo era lo universal. Por eso las primeras gramáticas eran gramáticas que definían
categorías universales: las sustancias, las especies, las propiedades (les recuerdo que
sustantivo viene de sustancia). La gramática era la manera de describir categorías que
podían corresponder a esos elementos universales que están detrás de este mundo
escondido. Por otra parte, el razonamiento era un razonamiento lógico, pero con esa
idea de que existía una lógica universal. La gramática de Port Royal, por ejemplo, es
una de esas tentativas de describir a través de la lengua un tipo de razonamiento
lógico que fuera universal. La posición que se tomaba, entonces, era de decidir que el
lenguaje era reflejo de pensamiento, que todo se construía y existía a través del
pensamiento y que la lengua no era más que un instrumento que permitía reflejar lo
que estaba en el pensamiento.
Volemos rápidamente a través de los siglos y veamos el XIX. La gran pregunta en el
siglo XIX era el origen del mundo –de dónde venimos– y el origen de las especies.
Se intentaba ir hasta el origen para estudiar después la evolución de las especies y
clasificar los resultados. En los estudios del lenguaje, la filología, por ejemplo,
intentaba remontarse a la etimología, al origen supuesto de las palabras, y estudiar su
evolución hasta poder finalmente clasificarlas. Por eso, desde el punto de los estudios
gramaticales, durante todo el siglo XIX predominó, por una parte, la filología y por la
otra, la gramática comparada. La gran pregunta era la del origen del mundo y de su
487
mecanismo y que tenía sus propias reglas. Entonces empezó a haber una reacción en
contra de ese aspecto estático ("fixista") del estructuralismo, saliendo un poco de la
lengua como sistema para intentar ver si hay una regulación en el uso de la lengua. Y
ahí es en donde la filiación filosófica aportó mucho, tanto que, efectivamente,
desarrolló todo un nuevo camino hacia los estudios del habla.
Han de saber que paralelamente en la filosofía (salvo alguien como Wittgenstein) se
pasó de una filosofía externa a una filosofía interna, en relación con el lenguaje. O sea
que hasta ahora, se consideraba que la lengua podía ser formalizada en una lógica que
era independiente de la lengua. Entonces, la filosofía tuvo una reflexión sobre sí
misma: se pensó que la lengua no es un "exterior" al hombre, sino que está dentro del
hombre. Había que estudiar los fenómenos lingüísticos dentro de toda una
problemática del sujeto. "El hombre dentro de la lengua", como dijo Benveniste.
Entonces ya no había lógica externa idealista, sino una lógica lingüística que
dependía de la intencionalidad del sujeto, término que fue retomado posteriormente
por Searle. De ahí se desarrollaron tres orientaciones que se fueron teorizando. La
filosofía analítica inglesa, con los actos de habla, principio de la pragmática
lingüística. En Francia, con la teoría de la enunciación y con la intersubjetividad
dentro de la lengua de Benveniste: el hombre no está fuera de la lengua, sino dentro
de ella. Y posteriormente, las teorías anglosajonas, americanas y europeas en tomo a
la pertinencia y a las inferencias. Lo que quiero retener de todo esto es que hay una
especie de rehabilitación del discurso, como lugar que se puede estudiar; hay un
mecanismo, existen reglas de uso de la lengua que no son las mismas que las reglas
del sistema de la lengua.
eso quiere decir que hablar es, de una u otra manera, ejercer una relación de poder, de
sumisión, con respecto al otro. Esa hipótesis reactivó los estudios lingüísticos y dio
lugar, en un primer tiempo, a cuatro tipos de investigaciones, que no forzosamente
tienen que ver una con otra.
Es curioso ver cómo dentro de un mismo campo científico se van creando aristas
teóricas que, a priori, no tienen nada que ver una con otra y después, se van
conectando o relacionando. Por decirlo rápidamente, una con Bernstein (1950) y
Halliday (1973) en tomo a toda esa hipótesis del déficit lingüístico de los grupos
sociales que están marginados, excluidos. Y el hecho de tener ese déficit lingüístico
no es una consecuencia, sino un punto de partida. Es precisamente porque el
individuo tiene un déficit lingüístico, que no se puede integrar y se ve rechazado.
Entonces se trata de toda la problemática, muy interesante, desarrollada por Bernstein
y, de una manera un poco más lingüística, por Halliday.
La otra la conocen, supongo, perfectamente, es la problemática de Labov de la
correlación, la problemática correlacionista, sociolingüística, entre las características
del uso, las características de la manera de hablar y el status social de la persona. Esta
problemática se fue desarrollando después y resultó muy interesante a partir del
momento en que pasó del status social como una categorización un poco ingenua del
individuo, o sea el status social de la persona, a lo que es el imaginario de status
social, es decir, a la manera como uno se representa el status social, problemática que
tiene mucha trascendencia.
Al término de este panorama histórico se puede ver que las condiciones están
reunidas para estudiar el discurso. Primero, había que salir de la sistematicidad
interna a la lengua, que era una de las condiciones. La segunda, era admitir que el
sentido que construye el uso de la lengua depende de otra cosa y no de la lengua, es
decir, que surge de un movimiento de poner en relación lo que se dice y otra cosa
diferente de lo que se dice, que se puede llamar situación, Nos podemos preguntar,
por ejemplo, de dónde sale el sentido. Por eso son tan importantes actualmente todas
las teorías de la inferencia, La inferencia es poner en relación lo que estoy diciendo
con otra cosa, con mi propio saber, con mi preconstruido, mi propio status social, de
donde sale un sentido posible; éste es el trabajo de la inferencia.
Esa era la segunda condición, poder salir de ese punto cerrado de la lengua, para
poner todas las manifestaciones lingüísticas en relación con otra cosa y no con la
misma lengua. Y, finalmente, de ahí sale el enfrentamiento entre el sujeto y la
estructura. No se trata de negar la existencia de la estructura, sino que se trata de
poder decir hay un sujeto que está dentro de la estructura, que juega con la estructura
y que se manifiesta dentro de la estructura. De lo que volveré a hablar más tarde.
401
No tomo el término producción como opuesto al término recepción
491
Otra respuesta, mucho más moderna, teorizada por N. Wiener en 1948 – 1949: la
cibernética. El sueño de la inteligencia artificial, el sueño del poder: llegar a construir
una máquina que hable como el hombre. Entonces tenemos todo un sistema
cibernético muy complicado entre un órgano central, órganos periféricos, etc., de los
que se está apoderando la lingüística cognitiva. Por eso es importante tomar en cuenta
esa tentativa de respuesta que nos es muy cercana.
Entonces, el término producción en este contexto quiere decir intentar montar el
mecanismo que llegaría a producir y reproducir algo ya sea para hablar, o bien, para
comprender. Por ejemplo, los modelos de lectura que se vienen construyendo en la
cognición participan de ese modelo de producción, ya que se trata de producir un
modelo de lectura que se podía reproducir. El criterio para saber si hemos descrito
bien esa máquina es que puede reproducir en las mismas circunstancias los mismos
resultados.
492
Quiero aclarar que no estoy definiendo teorías, sino grandes marcos de pensamiento
o posiciones epistemológicas, puesto que las teorías comparten, en muchas ocasiones
y al mismo tiempo, varias opciones metodológicas. Algunas optan por analizar una
parte con un modelo de tipo productivo, mientras que analizan otra parte con un
modelo de tipo explicativo. Insisto, no estoy hablando de teorías, sino que trato de
sacar de un conjunto de teorías lo que se pone en juego de manera subyacente a todas
estas teorías. Por ejemplo, parte de la etnometodología es de tipo instrumentista y
parte se enfoca en el objeto.
construido. Aquí sí cabe una teoría del corpus. No se trata sólo de recoger un
material, porque como no se puede alcanzar directamente el objeto empírico, hay que
sacar este objeto empírico de su fenomenología y construirlo para poder estudiarlo.
Lo que permite sacarlo y estudiarlo es una teoría de corpus, teoría que construye el
objeto empírico. Lo que no es tan sencillo. Esta es una discusión que tengo con los
colegas suizos de la Escuela de Génova, E. Roulet y sus colegas, pues muchas veces
se dice que cuando se analizan conversaciones telefónicas entonces ése es el objeto,
pero cuando se ve el final del análisis, se puede observar que todo ese análisis no ha
sido hecho para dar cuenta de lo que es una conversación telefónica, sino para definir
mejor tal o cual categoría. En este caso se trata de un camino en el cual el objeto es
pretexto para analizar categorías.
Propondré un pequeño esquema para resumir todo esto. Cuando uno está frente a una
teoría uno se puede plantear las siguientes preguntas: primero, si participa de un
modelo de producción o de un modelo de explicación y segundo, para las opciones
metodológicas, si está orientado hacia las categorías, lo que llamé la instrumentación,
o bien, hacia el objeto.
Producción Explicación
Instrumento Teorías cognitivas Reglas Corpus: Pretexto
conversacionales
Objeto Textos-frases discursos géneros corpus empírico
(psicólogos y
semánticos de la
cognición)
modelos de lectura
(T. Van Dijk)
coherencia
4. La situación actual
Dada esta reflexión sobre las grandes problemáticas, diré que la situación actual de
análisis del discurso es bastante compleja porque nada más en el uso del término
discurso como se sabe, existe una variedad de acepciones.
2. Propuesta de ordenación
Propongo considerar tres grandes categorías: una en la cual el discurso se estudia
como "mecanismo de producción", otra en la cual se estudia a partir de un "objeto
empírico" y la última en la cual el discurso está en relación con el concepto de
"representación social".
Esta propuesta no pretende decir que hay que encasillar en cada uno de esos tipos
las teorías, porque una vez más, no hay paralelismo y correspondencia absoluta entre
el discurso que producimos para justificar la teoría y lo que sale de la práctica
analítica, cosa que es normal, porque se va teorizando en un juego constante entre la
práctica analítica, los resultados, la interpretación y la reflexión sobre las categorías.
En ese movimiento siempre hay un desfase entre el discurso que producimos para
justificar el marco teórico dentro del cual nos situamos y el resultado de la práctica
analítica. Esto quiere decir que hay que ser muy prudente en el momento en el que se
van tipificando las teorías. Si intentamos hacer el balance de este panorama, podemos
decir:
Si de casualidad se elige el segundo punto, en vez del primero, nada más porque
es el que yo he elegido, el de la explicación del objeto, entonces tenemos ciertas
obligaciones y no podemos evitar las preguntas fundamentales que actualmente se
están discutiendo.
Al analizar el discurso político, el sujeto que está detrás del discurso político, es el
eso del discurso político. Si se estudia la estrategia particular de quien desarrolla el
discurso político, se tiene que preguntar cuál es la relación que se establece entre el
eso del discurso político y yo del anunciador del discurso político. Esta es una de las
problemáticas interesantes que se están desarrollando actualmente. Y hay que
concretarla con el hecho de que este sujeto también es múltiple; es como las muñecas
rusas –las matrioshkas– que contienen una serie de muñecas que embonan una
dentro de la otra. De la misma manera, existe una serie de sujetos que se embonan
dentro del discurso.
Desde Freud, y más tarde con Lacan, se sabe que existe el sujeto del inconsciente,
difícil de aprehender, pues no se sabe cuándo se manifiesta, pero sabemos que existe.
Por ejemplo, Jacqueline Authier intenta ver cuáles son las huellas lingüísticas, las
manifestaciones discursivas de la aparición del inconsciente. Ahora bien, para Lacan
el sujeto del inconsciente es un sujeto negativo. Aparece sólo cuando aparece la falla,
el lapsus; cuando aparece una falla de ahí sale el sujeto, como el diablo de la caja.
Este sujeto tiene algo que ver con el lenguaje. Es el sujeto socio–ideológico, es decir,
que remite a la posición del sujeto frente a los sistemas de valores. Tomamos la
ideología no de manera estricta, sino como se toma actualmente, como un sistema de
valor que prevalece en un momento dado y ordena todos los juicios de valor,
comportamientos, etc.
En lingüística, por ejemplo, no se puede decir que la Gramática de Port Royal haya
desaparecido con la lingüística estructural, como tampoco que la lingüística
generativa haya invalidado la lingüística estructural, la enunciación o la pragmática a
los análisis proposicionales, la sociolingüística a la dialectología, la semántica
cognoscitiva a la semántica léxica, etc. En este campo nadie se muere
verdaderamente. Aristóteles no murió, como tampoco Descartes, Kant, Freud,
Saussure, Lacan, Barthes. Siempre se puede continuar refiriéndose a ellos. Es más, en
esta solidaridad histórica se fundamentan los conceptos nuevos. Porque no estamos
en el mundo de la dicotomía, de lo verdadero o lo falso, sino que nuestro modo de
pensamiento es analógico y no de identidad, como sucede en las demás ciencias. Esto
nos permite trabajar con varias filiaciones y no solamente con una. Quizá esto se deba
al hecho que nuestras disciplinas son, finalmente, disciplinas de la comprensión y no
505
Esta opción no se compagina con ese sueño de cientificidad que nos propone un
cierto "cognoscitivismo", un cierto "economismo" o un cierto "descriptivismo"
tecnológico (informática).
Omer Silva V.402
Introducción
Este trabajo tiene como principal objetivo completar en una visión sintética las ideas
de van Dijk en relación a la "cultura", "etnicidad", "género", "tipos de análisis de
discurso" y la "emergencia" de otras disciplinas relevantes. A la luz de las fuentes
consultadas, como referencias, queda claro que gran parte de los estudios sobre
"análisis del discurso" (AD) ocurren en una o más de las áreas descritas en el trabajo
anterior: forma, significado, interacción y cognición. Sin embargo, se aprecia que el
"contexto" juega un rol fundamental en la descripción y explicación de los textos
escritos y orales. A pesar de que no existe una teoría del "contexto", el concepto es
utilizado por diversos expertos en una variada amplitud de significados. En la línea de
enfoque de van Dijk se puede definir como "la estructura que involucra todas las
propiedades o atributos de la situación social que son relevantes en la producción y
comprensión del discurso"; así los rasgos del contexto no sólo pueden influir en el
discurso (escrito y oral) sino que es posible lo contrario: puede modificar las
características del contexto; tal como pueden distinguirse estructuras locales y
globales en el discurso, lo mismo puede darse con referencia al contexto. Entre las
primeras se ubican el "ambiente" (tiempo, ubicación, circunstancias, etc.) los
"participantes" y sus "roles socio-comunicativos" (locutor, amigo, presidente, etc.),
intenciones, metas o propósitos. El contexto global se hace evidente o relevante en la
identificación del desarrollo o proceso del discurso en acciones de las organizaciones
o instituciones conocidas como "procedimientos" (legislaciones, juicio, educación,
402
Mtro. Omer Silva V. Licenciado en Pedagogía. Magíster en Lingüística, Dpto. Lenguas, Literatura y
Comunicación. Facultad de Educación y Humanidades, Universidad de La Frontera, Temuco, Chile.
Material tomado de: “Razón y palabra” Número 26 abril – mayo 2002
508
reportaje o informes). Del mismo modo el contexto global se manifiesta cuando los
participantes se involucran en interacciones como miembros de un grupo, clase o
institución social (mujeres - hombres; "winka"- mapuche; anciano-joven; jefe-
empleado; el proceso educativo; el parlamento, la Corte, o la Policía).
2. Género:
509
3. La etnicidad:
Las ideas relacionadas con el punto anterior son válidas en cuanto a la etnicidad.
Aunque no se define el concepto, implica el discurso y la comunicación intra e
intercultural. Se menciona la situación en los EE.UU. donde la historia de la
esclavitud y la segregación racial o el racismo continuo han creado las condiciones
propicias del discurso típicas de las comunidades Afro-americanas en ese país. De
esta manera, los grupos étnicos o raciales han sido capaces de desarrollar formas de
hablar específicas dando origen a una influencia y adaptación mutua y generando al
mismo tiempo problemas de comunicación y comprensión intercultural. A nivel de
sociedad global estas relaciones interculturales o inter-étnicas pueden tomar la forma
de "dominancia" al entrar en una forma de reproducción de etnocentrismo y racismo a
través de la utilización de un discurso "prejuiciado" o "discriminatorio" sobre una
minora étnica o racial o de cualquier emigrante. Sobresalen en esta línea los estudios
del mismo van Dijk junto con S. Ting-Toomey y D. Troutman sobre cultura, etnicidad
y racismo (Giles, l979; Saville-Troike, l982; Stubbs, l993).
4. La cultura:
Lo sintetizado en los puntos o aspectos anteriores sobre el AD adquieren validez
también en el ámbito de la cultura. Ello por cuanto las distintas formas del discurso
han sido testigos de las variaciones sociales entre los actores sociales como en los
grupos; esto significa que el discurso es influido por las características de los cambios
510
la educación como proceso social, etc. Sobre esta base, se puede plantear la idea de
que, mediante propiedades especificas del habla acerca de inmigrantes o de los
"pueblos indígenas", se pueda contribuir a una forma de reproducción de "prácticas
racistas". Por otra parte, siempre en la línea de van Dijk, la desigualdad de los
"géneros" puede también manifestarse y confirmarse por el discurso "machista"
desafiado a su vez por otro "feminista". El abuso del poder político puede involucrar
a la manipulación y legitimación de la propaganda como tipos o funciones de una
"comunicación discursiva" que cualquier oposición política puede de igual forma
realizar. En síntesis, lo que puede aparecer como mero discurso local, en muchos
casos, se instituye como procesos y estructuras complejas a un nivel más global de la
sociedad.
Hasta aquí hemos presentado una introducción elemental, aunque densa, de las
estructuras, niveles y dimensiones del discurso y sus enfoques. Ahora, en una breve
visión retrospectiva, consideraremos el marco resultante en términos más generales al
examinar aquellos principios básicos que orientan el quehacer en AD donde se
distinguen tipos, estilos y modos de realizar el análisis.
El que más prevalece o ha prevalecido es el trabajo sobre "análisis textual" que trata
con las estructuras más abstractas del discurso escrito como un objeto fijo en la
perspectiva de la "lingüística". El otro es el relacionado con el "estudio del habla"
(discurso oral) que se centra en aquellos aspectos más dinámicos de la interacción
espontánea en la perspectivas de las "ciencias sociales".
A pesar de las diferencias de enfoques, ambos están comprometidos con el
descubrimiento de "ordenes", "reglas", y "regularidades" en el trabajo de análisis de
"estrategias" y "estructuras"; tienen una orientación descriptiva y su tendencia es a
ignorar contextos mayores como por ejemplo lo "cognitivo" y lo "social".
** Otras disciplinas: Lo planteado hasta aquí es válido para otras disciplinas que
puedan emerger en el AD centrados en las humanidades y ciencias sociales. Por
ejemplo, el estudio de las interacciones verbales en la administración de justicia
(Corte o Tribunales) ya han atraído el interés en los llamados "estudios legales" en
sociología y la psicología social. Por otra parte, los historiadores se interesan por la
naturaleza textual de sus fuentes y de los aspectos narrativos de la historiografía; es el
caso de la "teología" con el estudio de la Biblia o de otros textos sagrados. Podemos
decir también que, por ahora, de la gama de disciplinas interesadas en el AD, la
"ciencia política" es la que parece estar ausente en forma más sistemática; no se
518
necesita argumentar mucho para darse cuenta que es justamente éste uno de los
campos en que el discursos oral y escrito constituye un elemento central en todo
proceso político (Leech, l996).
¿Diversidad o integración?
A pesar de la riqueza de enfoques interdisciplinarios para abordar el AD, van Dijk
lo plantea como opciones válidas conducentes a la unificación de los esfuerzos o al
inicio y desarrollo de caminos propios. Lo positivo, como sea que fuere, es que los
esfuerzos así expuestos producen una constante renovación teórica interesante por el
hecho de que inicialmente, como hemos visto, el AD ha tenido lugar en los límites de
disciplinas ya establecidas. Más que tender a la diversidad, el punto es y ser la
emergencia de una empresa unificada. Por ejemplo, es lo que hemos venido
percibiendo entre la lingüística textual y la psicología cognitiva; otro tanto se da entre
la micro-sociología, la sociolingüística, y la etnografía. Sin embargo, también se
observan dominios dispares o aislados como lo son, hasta el momento, la estilística,
la retórica y los estudios sobre "argumentación" (Audi, l998). Igualmente permanecen
algo separados los dominios entre "mente" e "interacción"; ello lo vemos reflejado en
los estudios de la "coherencia" la que fue primero tratada en los textos escritos y
desde allí al análisis conversacional; las estrategias de interacción en la llamada
"habla situada" fueron ignorados en el estudios de los "textos". Por otra parte,
nociones fundamentales como el "significado" han sido tratadas de maneras
diferentes en la semántica formal, psicología cognitiva, sociología, y la etnografía de
las interacciones.
El mismo van Dijk visualiza que también han ocurrido "formas de fragmentación"
lamentables en los puntos o lugares en que se inició el AD con trayectorias más o
menos típicas como ha sido el caso de aquellos esfuerzos estructuralistas y post-
estructuralistas en Francia y su contraparte inglesa especialmente en orientaciones
literarias y filosóficas. En la tradición Hispánica el rumbo ha sido el trazado por la
influencia Francesa. Afortunadamente, en las últimas décadas se han podido apreciar
519
PALABRAS FINALES
En estos dos trabajos se ha presentado el pensamiento de van Dijk en relación a los
estudios sobre análisis del discurso como una manera de divulgar, en el ámbito
académico, este importante conocimiento. Mirada su teoría, retrospectivamente, se
aprecia un recorrido largo donde destacan, podríamos decir, los estudios lingüísticos
de la "pronominalización", la "coherencia semántica", la observación de los "turnos
conversacionales", y la "comprensión textual". Sin duda, en este camino se han
involucrado más de una disciplina con enfoques algunos más sofisticados que otros.
Casi en el término del milenio, el AD está cumpliendo la mayoría de edad; su
interdisciplinareidad garantiza, por tanto, renovaciones continuas, e inspiraciones que
apuntan en la actualidad hacia los campos del Derecho, Ciencia Política, y la
523
Referencias:
Audi, R. (l998) Epistemology. Londres: Routledge.
Brown, G. (l994) Language and Understanding. Oxford: Oxford University Press.
de Beaugrande, R. y W. Dressler (l994) Introduction to Text Linguistics. Londres:
Longman.
de Beaugrande, R. (l993) Linguistic Theory: The Discourse of Fundamental Works.
Londres: Longman.
Dijk, T.V. (l992) Text and Context: Explorations in the Semantics and Pragmatics of
Discourse. Londres: Longman.
524
A. L. Sergueeva
403
Tomado de Investigaciones semánticas. Universidad de Bashkiria. Ufá, 1988. Traducción del ruso
de Ana Curbeira Cancela
526
Las bases de la valoración (o sea, aquello desde cuyo punto de vista se realiza la
valoración) pueden ser tanto objetivas (el estándar, la utilidad, el éxito, etc.) como
subjetivas (intereses, deseos, emociones, etc. del individuo). En consecuencia se
analizan dos tipos de valoración:
Bibliografía:
Antrushina, N. D. Axiología y mecanismos en la vida y en la lengua. En: Problemas
de la lingüística estructural. Moscú, 1982, 1984
532
L. Caballero Díaz404
406
Labov (1978: 258).
535
Sin embargo, para acometer esa obra se hace necesario precisar más de un concepto
y, en primer lugar, el correspondiente al nombre común y ambiguo de "cosa",
supuestamente ubicado en el punto de partida de la onomasiología y del
correspondiente tesauro por tratarse de aquello que, al ser identificado permite iniciar
la búsqueda de expresiones o nombres. De la adecuada conceptualización y precisión
de lo que, en realidad, deba considerarse en el punto de partida del tesauro va a
depender el tipo de modelo onomasiológico que construyamos y el conjunto de
dominios del significado que el modelo pueda satisfacer. Una pregunta inevitable
será, por ejemplo, si es posible asumir alguna noción de "cosa" en el punto de partida
del tesauro entendida como objeto externo al lenguaje y al discurso, o si se trata más
bien de lo; propios significados del discurso. Incluso si aceptáramos el punto de vista
que ubica el punto de partida en las cosas tendríamos que considerar las
implicaciones a que apunta la visión austiniana de que "hacemos cosas col
palabras"407, lo que equivale a introducir una nueva perspectiva (de actos d habla) en
la base misma del tesauro. A pesar de las reconocidas virtudes de enfoque surgido a
partir de las sugerentes proposiciones de Austin, asumirle como precisión definitiva
del punto de partida del tesauro conduciría a una excesiva simplificación del
problema, dado que la discretización del universo del lenguaje en actos es sólo una de
las múltiples categorizaciones realizables adecuada a los propósitos lógicos, para los
cuales lo que llamamos ambiguamente "cosa" constituye el punto de llegada de lo que
hacemos como conducta humana al emitir determinadas expresiones. Lo importante
para la onomasiología en ese enfoque del problema radica en que se puso en claro que
la discretización del mundo o de las cosas no podría realizarse sin involucrar en ello
el propio lenguaje y la actividad discursiva, así como el surgimiento dentro del
407
Se refiere a la tesis central de la teoría de los actos de habla recogida en el título dado a primera obra
de esta relevante línea de las investigaciones lógicas y semánticas, así como desarrollo ulterior de esta
tesis en los estudios de semántica y pragmática
536
Vamos a considerar que, al igual que el hacer-ser o ser gestado por el hacer es el
acto, el decir-ser, o ser gestado por el decir, es el dicto 408, y que este último, a la vez
que implica el primero, lo supera en contenido intensional y aparece, en su aspecto de
significado, como objeto de la categorización ideográfica en la tarea de crear los
tesauros de las lenguas sobre bases científicas modernas. De modo que más que
considerar un hipotético punto de partida en las cosas del mundo para una dirección
únicamente onomasiológica como supuesto principio básico de la construcción del
tesauro, hemos llegado a formular el concepto de que el verdadero objeto de la
categorización ideográfica es el significado del dicto. Otro problema, que se requiere
408
El dicto, que en su aspecto de significado es lo dicho, no se entiende aquí como el sentido
descriptivo o como dictum opuesto al modus, sino como totalidad significada, que es, ante todo, una
unidad de información y acción. Esta noción refleja la relevancia de una categorización internamente
relacionada del significado en términos semióticos (de signos y de sentidos comunicados) y en
términos de una sociolingüística de la acción y una lógica de los actos.
537
El marco para la categorización del significado del dicto está dado no sólo por la
elección de determinados contextos, sino por la conformación del conjunto de
categorías semánticas del plan o esquema general del tesauro. Lo que nos interesa
ahora es precisar cierta peculiaridad del decir, y del ser gestado por este, con respecto
al hacer y al acto, por las implicaciones que este asunto revela para la construcción de
una descripción semántica integradora y compatible con la idea del tesauro.
Si el decir implica el hacer, como hemos considerado antes, el contenido general del
decir, que se identifica parcialmente y se distingue del contenido del hacer, lo
podemos generalizar en la noción de la "unidad de información y acción", en la cual
la especificidad del decir se manifiesta como información o semiosis 409. Esta unidad
se revela en el hecho de que el componente accional sólo puede ser identificado
mediante la decodificación del componente informativo de la expresión. Así nadie
podrá realizar felizmente actos de preguntar, ordenar, prometer, etc.... si no logra
hacer llegar a su interlocutor un mensaje de contenido informativo inteligible y
diferenciable, como información, de otros mensajes.
El contenido accionalmente diferenciado de una expresión está mediado por su
contenido informativo, de manera que la generación e interpretación del discurso
como acción lleva aparejada, por la naturaleza semiótica del instrumento de
comunicación, el lenguaje y el discurso como información o semiosis lingüística.
409
En la oposición noesis-semiosis esta última se revela como lenguaje exterior. Consúltese al respecto
M. Figueroa Esteva (1983): La dimensión lingüística del hombre. En la oposición semiosis-acción la
primera se revela primariamente como información o conjunto de sentidos que sustentan la acción
social como acto de conducta y, secundariamente, en calidad de base fónica de la información. Ello se
debe a que en la comunicación lo más relevante es el sentido.
538
Pero, por otra parte, la propia semiosis va a estar indefectiblemente marcada por los
actos de conducta que ella sostiene, tanto en lo concerniente a los contenidos
ilocutivos (lógico-intencionales) como a un conjunto mayor de contenidos socio-
pragmáticos y connotativos.
Las técnicas de construcción del tesauro pueden dividirse en dos grupos: 1) técnicas
de categorización del significado, con un carácter básico y preliminar con respecto al
trabajo lexicográfico; 2) técnicas de determinación de repertorios de unidades
lingüísticas y de su representación lexicográfica.
Ambos grupos están subordinados al objeto central de crear el tesauro de la categoría
semántica seleccionada, dado que las propiedades y funciones del objeto científico
que se pretende crear determina el tipo de técnica que pueda ser empleada para lograr
el objetivo previsto. En este caso las características reconocidas de los tesauros
(interés especial por las relaciones estructurales de sinonimia e hiponimia410,
necesidad de reflejar ampliamente las relaciones paradigmáticas en el léxico y de
organizar los lexemas y lexías del sistema de la lengua de acuerdo con las estructuras
del significado y teniendo en cuenta los contextos tipificables con respecto a las
diferentes acepciones o variantes léxico-semánticas de la polisemia, y en especial, la
410
Una de las diferencias del tesauro con respecto al diccionario de tipo más próximo, como es el de
sinónimos, consiste en que el primero introduce ampliamente las relaciones de hiponimia y
cohiponimia ausentes en el segundo.
539
411
Lo que se designa mediante el prefijo macro- en esta obra (macro-categorías, macro-campos,
macro-estructuras) corresponde a los dominios jerarquizados como superiores y globales, en relación
con el lenguaje en su conjunto, mientras los prefijos hiper- e hipo- designan relaciones de inclusión
(subordinación) entre categorías en una caracterización relativa del status jerárquico de cada una.
540
412
La relación macro-categoría/macro-campo tiene en cuenta la correspondencia entre ambos como
entidades pertenecientes al nivel de mayor generalización semántica La macro-categoría expresa la
dominación del significado sobre la expresión, y el macro-campo, que incluye tanto' las unidades de
expresión como las entidades significadas, aparece en una relación de correspondencia y subordinación
funcional a la macro-categoría.
541
Se requiere, entre otros contenidos, una posición definida ante el significado y las
dimensiones principales de este.
BIBLIOGRAFÍA
L. Caballero Díaz
413
El ensayo fue publicado en: Estudios Lingüísticos Cubanos (II) Homenaje a Leandro Caballero
Díaz. Universität de Valencia, 2002
545
Es decir, lo que tienen en común las categorías cuyo contenido intentaremos precisar
mediante un proceder opositivo es, justamente, la presencia en ellas de eso que
reconocemos como actitud entendida como orientación consciente y posición del
sujeto en un estado psicológico activo con respecto a determinado objeto, y, en
segundo lugar, el contenido discursivo y lingüístico presente en la tríada y ausente en
la noción de actitud.
Tal identidad básica está, sin embargo, acompañada de rasgos diferenciales que
permiten precisar el contenido específico de los miembros de esta tríada conceptual.
La primera distinción que tendremos en cuenta está referida a la presencia de tres
subniveles de la estructura sintáctica del discurso que pueden ser identificados con los
términos macro-estructura (como subnivel de las unidades sintácticas superiores a la
oración), medio-estructura (subnivel de la oración) y micro-estructura sintáctica
(subnivel de las relaciones sintácticas entre las palabras en el marco oracional. Con
respecto a tales subniveles del nivel sintáctico es necesario reconocer un
comportamiento parcialmente diferenciado de los miembros de la tríada, dado que la
categoría de estrategia discursiva queda esencialmente relacionada con la macro-
estructura, mientras las de ¡locución y modalidad lo están con la medio-estructura,
independientemente de que la micro-estructura desempeña una función constructiva
con respecto a los hechos lingüísticos que identifica los tres miembros de la tríada.
Con vistas a ilustrar la diferencia primero entre estrategia e ¡locución con respecto a
los subniveles indicados analizaremos una situación de comunicación bastante común
y su interpretación en términos de estrategia e ¡locuciones de cierto tipo de discurso
que se produce en situaciones de este género. La tipificación de la situación y de
alguno de los tipos de discurso que en ella tiene lugar es uno de los procedimientos
sistemáticamente empleados en nuestras indagaciones sobre aspectos semánticos y
pragmáticos del lenguaje.
Situación:
546
Ante un destinatario que podría, a juicio del destinador del mensaje, rechazar
la valoración crítica desaprobatoria que el destinador se cree en la necesidad
de hacer, y con el deseo de que esta valoración no sea mal recibida, se elabora
la estrategia siguiente:
Estrategia:
Lograr una socialización adecuada que permita llevar a cabo la valoración
concebida.
Los conceptos y relaciones antes formulados se hacen más claros cuando Por una
parte tenemos que estrategia e ¡locución se identifican por la naturaleza intencional
de ambas y se diferencian esencialmente como hechos intencionales generales y
particulares, mientras la modalidad se define como hecho de posición subjetiva y, por
tanto, de una actitud conformada ante el objeto que se manifiesta en el contenido de
la enunciación. En el discurso interior se trata de un proceso dinámico de
modalización de la competencia (saber) y de la intención de comunicar. Es decir, la
primera forma de existencia de la modalidad está dada por un conjunto de
modalizaciones que en el lenguaje interior van conformando la posición del sujeto e
instaurándolo como sujeto dotado de una competencia y de una intención para decir
algo, y al decirlo, en el lenguaje exterior, operar determinada acción y cierto sentido,
548
Los conceptos y relaciones antes formulados se hacen más claros cuando, por una
parte. tenemos que estrategia e ¡locución se identifican por la naturaleza intencional
de ambas y se diferencian esencialmente como hechos intencionales generales y
particulares, mientras la modalidad se define como hecho de posición subjetiva y, por
tanto, de una actitud conformada ante el objeto que se manifiesta en el contenido de
la enunciación. En el discurso interior se trata de un proceso dinámico de
modalización de la competencia (saber) y de la intención de comunicar. Es decir, la
549
BIBLIOGRAFÍA
Grice, H. P. (1975): Logic and conversation, en Cole, G., Morgan, J. (eds.): Syntax
and semántics, New York, vol. 3.
Greimas, A.J. y Fontanille, J. (1992): Semiótica de las pasiones, en Morphe 6,
México, Universidad de Puebla, 7-21.
Searle, J. (s/f): Una taxonomía de los actos ilocucionarios, en Revista Teorema 6, 63-
77 (título del original: A taxonomy of illocutionary acts). VAN DIJK, T. (1980): Texto
y contexto. Semántica y pragmática del discurso, Madrid, Cátedra.
Wierzbicka, A. (1985): Lexicography and conceptual analysis, Ann Arbor. WOTJAK
G. (1971): Untersuchungen zur Structur des Bedeutung, Berlín, Max Hueber Verlag.
Zimmermann, K. (1984): Estructura comunicativa y tipología de textos, en Estudios
de Lingüística Aplicada, 3, México, UNAM.
553
Leandro Caballero Díaz
El cuadrado semiótico
414
El ensayo fue publicado en: Estudios Lingüísticos Cubanos (II) Homenaje a Leandro Caballero
Díaz. Universität de Valencia, 2002
554
Quedó ya allí claro que no se trata de una panacea, ni del único sistema de
categorización del universo semántico que podemos utilizar, pero tiene su espacio de
validez de muy difícil sustitución por otras técnicas en algunos tipos de análisis
semántico.
a) positivo vs. negativo, equivalente a presencia del sema 's' vs. presencia del
sema`no s';
b) positivo vs. neutro vs. negativo;
c) positivo vs. complejo vs. negativo (Greimas, 1970).
(3) ambivalente
(1) Bueno (2) Malo
No bueno No malo
(4) regular
(Ni bueno ni malo)
Parecería que se trata de un complejo aparato lógico que no guarda relación con la
realidad cotidiana del discurso, pero sobran pruebas de que es todo lo contrario.
Traeré a colación un ejemplo sencillo de un diálogo propio de la vida social cotidiana
en que se manifiestan claramente todas las relaciones explicadas.
A: Me dijeron que estabas mal (valor básico contrario de bien) y vine a verte.
B: No estoy mal (valor contradictorio). Estoy más o menos (valor de equilibrio sémico
entre contradictorios: ni bien ni mal, regular)
A: ¿Más más que menos? (valor complejo de predominio del término positivo o
balance favorable (O ¿más menos que más? (valor complejo de predominio del
término negativo o balance desfavorable).
B: En verdad no sé ni como estoy, bien y mal al mismo tiempo (valor complejo de
equilibrio y ambivalencia). Pero no te preocupes porque pronto estaré bien (valor
básico de la oposición central de partida).
palabras, lo que permite hablar, por ejemplo de un valor semántico identificado como
común para expresiones tales como regular y más o menos. Esta posibilidad de
agrupar bajo una misma noción diferentes expresiones (sustantivos, adjetivos,
adverbios, lexías) hace que la técnica del cuadrado sea perfectamente compatible con
la investigación lingüística onomasiológica, aunque también haga un importante
aporte a la semasiología.
Así una explicación para lingüistas del cuadrado lógico en comparación con el
cuadrado semiótico incluyó, por ejemplo, Pottier (1992). Otros detalles sobre los
antecedentes de la técnica del cuadrado, así como sobre sus aplicaciones en las
investigaciones semánticas se encuentran en múltiples obras, entre las que nos place
destacar el Diccionario de retórica y poética que debemos al paciente trabajo de
Helena Beristain (1988).
Debe entonces quedar claro que no trataremos en este ensayo propiamente sobre la
subjetividad, sino sobre su plasmación como categoría semántica lingüística a la luz
de un sistema de categorización del universo semántico de las lenguas.
Para aclarar de entrada ese asunto, voy a precisar que para los fines que nos hemos
propuesto de estudiar los sentidos del discurso y componentes del sistema de la
lengua (de cualquier lengua) que puedan tenerse como modales por su clara base en
las actitudes psicológicas de los productores de signos y mensajes, es menester que
definamos la naturaleza de esta modalidad como semántica, es decir, radicada en el
significado de tales signos y mensajes, a diferencia de las modalidades- también
probablemente válidas- que podamos radicar en otra dimensión (en la gramatical, en
la lógica...) Lo primero, entonces, es aclarar que del amplísimo conjunto de
fenómenos definidos como modales sólo tendremos que ver con los radicados en el
559
contenido semántico del lenguaje como reflejo o fijación en las lenguas de las
posiciones subjetivas del locutor y de los enunciadores.
Esta es una tendencia que predominó durante toda una época en que la lingüística se
independizaba y fijaba sus propios conceptos y métodos, y que tuvo su esplendor en
el desarrollo de las teorías estructuralistas, pero, sin duda, ha perdido adeptos debido
a la creciente interacción de las ciencias y a la pujanza de los estudios semánticos y
pragmáticos modernos, por su propia naturaleza asociados al desarrollo simultáneo e
interrelacionado de las ciencias. No obstante, mantiene interés y vigencia por su
atención al modo verbal y la relevancia de este tema para los estudios lingüísticos.
de los tipos de esta modalidad va hasta los sentidos del discurso. En esta línea de
pensamiento se afronta la realidad de la relación de la lengua con el pensamiento, y la
modalidad queda establecida como modus o expresión de la actitud hacia lo dicho en
la oposición modus versus dictum.
Vale la pena, sin embargo, que presentemos, aunque sólo sea de manera muy breve
y esquematizada, las principales categorizaciones lógicas y semióticas de la
modalidad. El análisis de las formulaciones más comunes de las modalidades en la
lógica permite presentar una noción general y simplificada del asunto, según la cual
la modalidad se define como sigue:
Lo que sí puede tenerse como modal es el sentido que fija las actitudes de decir la
verdad o de ocultarla, la decisión o indecisión de afrontarla, la afectividad ante ella
(mi verdad), el interés de conocerla, la valoración que se le otorgue. Es decir, los
valores semánticos modales son otros y son más que los tenidos como tales en las
descripciones lógicas.
La modalidad semántica es, con mucho, más amplia que la modalidad lógica y se
enmarca en otro plano, el de la subjetividad socialmente reconocida y atribuida en
primer lugar al hombre, pero por extensión transfiguración de los sentidos, también a
todo objeto humanizable.
En semiótica está siempre presente el ser o ser/estar que quiere, obliga, hace,
puede, sabe, cree y no tiene sentido ninguna modalidad sin las del ser o del hacer. De
ahí que las modalidades semióticas se agrupen en conjuntos modales en los que figura
inevitablemente el ser o el hacer, y que estos últimos admitan y requieran la
modalización por el querer, deber, poder, creer, saber. El asunto tiene algunas aristas
fundamentales:
564
Verdad
Ser Parecer
No parecer No ser
Falsedad
No hay razón para desdeñar ningún modelo categorizador que aporte información al
estudio semántico; pero debemos precisar el lugar de cada uno y los objetivos para
los cuales se ha diseñado, con lo que ganamos en claridad acerca del dominio de
validez en la aplicación descriptiva que llevamos a cabo.
En el caso de la lingüística se hace necesario disponer de un amplio, aunque finito,
sistema de modalidades semánticas que constituyan sentidos debidamente
diferenciados en su cualidad subjetiva. La clasificación de los sentidos que se ajusta
más a nuestros objetivos y conceptos tiene en cuenta que estos se presentan como
contenido de varias clases, a saber:
566
Ahora, después de introducir una clara tipología de los sentidos hemos identificado
más claramente los modales y estamos en condiciones de abundar en torno a nuestra
definición de modalidad.
415
El surgimiento de la teoría de los actos de habla se ubica en la obra de J. Austin, y particularmente
en las conferencias recogidas en Austin (1962). Uno de los continuadores principales de esta línea de
pensamiento es Searle (1969).
567
Esa modalidad puede estar expresada por medios léxicos o por otros medios
lingüísticos y paralingüísticos (entonación, gestos, mímica), u ocultarse, y entonces lo
que se evidencia como modalidad es la ocultación de la posición, o el intento de
lograrlo.
Cosa muy distinta son las modalidades lógicas y las semáóticas, pues no
corresponden a actitudes, sino a modos de la predicación y a la relación de estos
modos con la verdad y la falsedad. De ahí que voy a preferir hablar de modos lógicos
y semióticos y reservar el término modalidad para lo que trataré en lo adelante como
modalidades semánticas de las lenguas.
En nuestro modelo los valores modales tendrán que ser precisados en las
dimensiones semántica correspondiente a la subjetividad, la que - dicho sea de paso -
ha estado en la lingüística íntimamente asociada a las nociones de modo y modalidad.
Por ello algunas de las categorías que propondremos considerar modales ya han sido
tenidas como tales en algunos enfoques lingüísticos (valoración, afectividad), y otras
tendrán que ser postuladas y verificadas en el análisis. Por tanto, el estudio será por el
momento tentativo aunque aspira a proyectarse sobre el discurso, comprobarse y
completarse. Las categorías modales que se postulan en esta indagación son:
1. Valoración
2. Interés
3. Afectividad
4. Expresividad
5. Certidumbre
6. Lealtad.
568
Categoría de valoración
valorador (evaluador,
1) bueno aprobador
jerarquizador)
2) malo "" desaprobador
569
3) ambivalente
~ Ponderador
regular ~
~ "" (reflexivo)
favorable ~
~ (tolerante)
desfavorable
no ponderador
4) bueno o malo "" (irreflexivo)
(severo)
5) bueno y favorable "" optimista
Deseo conminado
No obligacion No interes
Exclusion
VALOR
ACTANTE ATRIBUTO
CATEGORIZADO
ILOCUTIVO MODAL
EN
EL CUADRADO
interés - interesado
obligación - obligado
compromiso - comprometido
exclusión - excluido
570
conminación - conminado
deseo - deseoso
Compare con el actante de valoración que tiene asignados algunos actos ilocutivos:
el acto genérico de valoración y los actos de evaluación, apreciación y jerarquización.
En el lenguaje de la descripción semántica esto da lugar a que podamos hablar de
actos de habla valorativos y no de actos de habla de interés, y que tengamos los
valores de interés como atributos modales de cualquier acto de habla. La valoración
es, a la vez, una categoría modal e ilocutiva; la categoría de interés es solo modal,
pertenece por entero a las modalidades semánticas.
Categoría de afectividad
Valores categoriales,
en los cuadrados se- Afecto Desafecto
mióticos, uno de los
cuales corresponde al
valor de tensión media
y el otro a la tensión No desafecto
superior No afecto
Indiferencia
571
No odio No amor
Ni amor ni odio
VALOR
ACTANTE
CATEGORIZADO EN ATRIBUTO MODAL
ILOCUTIVO
EL CUADRADO
afecto - afectivo
desafecto - desafectivo
ni afecto ni desafecto - indiferente
amor - amador
odio - odiador
amor y odio - amador-odiador
ni amor ni odio - ni amador ni odiador
Como se trata en todos los casos de valores generales, no se pretende con ellos
especificar los valores semánticos de los signos con significados vinculados a la
afectividad, sino proponer los que tienen mayores posibilidades de generalizar y
agrupar los valores específicos. Debe tenerse en cuenta, además, que el valor de
equilibrio sémico de los contradictorios (ni amor ni odio, ni afecto ni desafecto)
indica que el significado de las expresiones lingüísticas se analiza según la categoría
de interés.
572
Categoría de expresividad
Afecto Desafect
Valores categoriales también o
en dos cuadrados, uno
de los cuales especifica la
categoría de desbordamiento
(desafuero) No Calma No
desafecto afecto
(ni contención ni desbordamiento)
No llanto No risa
Ni risa ni
llanto
Desbordamiento - desbordado
contención - contenido
calma - calmado
risa - reidor
llanto - llorador
risa y llanto - tragicómico
ni risa ni llanto
- serio (frío)
(seriedad)
propio locutor) por la adecuación del contenido y tono emocional al contexto en que
se desenvuelve. La posibilidad de distinguir la expresividad de las categorías
anteriores, sobre todo de la valoración y la afectividad, ofrece un instrumento de
utilidad en el análisis semántico.
Categoría de certidumbre
SEGURIDAD INSEGURIDAD
(Perspectiva volitiva)
DECISION INDECISION
indecisión - indeciso
Categoría de lealtad
SINCERIDAD INSINCERIDAD
Aspecto discursivo (de correspondencia entre sentimiento y
discurso)
INGENUIDAD ASTUCIA
Aspecto cognoscitivo-intelectual
VALOR
ACTANTE
CATEGORIZADO EN ATRIBUTO MODAL
ILOCUTIVO
EL CUADRADO
sinceridad - sincero
insinceridad - insincero
buena intención - bien intencionado
mala intención mal intencionado
575
ingenuidad ingenuo
astucia - astuto
Preguntas lógicas que pueden surgir: ¿Cómo aplicarla? ¿De qué modo calificar con
su ayuda actitudes particulares expresadas en el discurso y, por su especificidad, no
576
Cuando alguien afirma de otro que "tiene una actitud valiente al haberse atrevido a
decir algo" ¿qué valores semánticos se están considerando en la expresión tiene una
actitud valiente? La respuesta se encuentra en la combinación de la categoría de
determinación en la perspectiva volitiva (decidido) con la noción de base referencial
acerca de la existencia de un contexto de peligro. Si no hay contexto de peligro ni
desarrollo de la cualidad de decisión por encima de la media, difícilmente se podría
catalogar de valiente a aquel que pronuncia cierto discurso. En este caso no se precisa
el tipo de acto ilocutivo, pues no resulta relevante.
Intentemos categorizar la expresión de un profesor que al iniciar sus clases se dirige
al grupo con las siguientes palabras:
Usted que tiene los zapatos puestos, ¿podría ser tan amable de borrarme la
pizarra?
A.- ¡Te lo he dicho mil veces y lo sigues haciendo! No sé qué hacer contigo!
577
BIBLIOGRAFÍA
L. Caballero Díaz
Los estudios desarrollados en las últimas cuatro décadas han venido dotando a la
semántica de un conjunto de instrumentos diversificados y dispuestos para la elección
por los investigadores. Sólo que no se trata de instrumentos suficientemente probados,
algunos están aún "calientes", acabados de crear y aplicados en muestras aún pequeñas
para hacernos de un criterio seguro sobre su viabilidad más allá del material al que fue
aplicado. Otros pueden no resultar suficientemente convincentes o no estar debidamente
comprobados, verificados, incluso con respecto a los fenómenos estudiados con su
ayuda. Es aún la semántica una disciplina científica joven y sus instrumentos se están
haciendo y perfeccionando aceleradamente en los momentos actuales. Por ello vale la
pena traer a colación el tema de los métodos y técnicas del análisis semántico, intentar
alguna clasificación preliminar y ejemplificar aquellos que personalmente he empleado
en mis propias indagaciones. De ahí que este ensayo obedezca a una experiencia
personal, la que complementaré, en alguna medida, con lo que han experimentado otros
416
Este ensayo inédito, del talentoso lingüista cubano, Dr. En Ciencias Filológicas y Profesor Titular de
la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de la Habana, fue escrito en el año 1995, poco
tiempo antes de su muy lamentado fallecimiento. Caballero fue el iniciador de los estudios semánticos
en la Facultad y el coordinador del Grupo de Estudios Semánticos. Sirva esta publicación de modesto
homenaje a su memoria.
581
y con información acerca de los modos y géneros de análisis que ya son habituales y
forman parte consustancial de la disciplina en su versión moderna.
Sin embargo, el tema que nos ocupa ahora es el de una especie de catálogo de métodos
y técnicas en abstracto, con independencia de las investigaciones concretas,
582
Por supuesto que tal tarea puede ser emprendida sólo con un interés de divulgación o
de precisión terminológica. En nuestro caso, dada la existencia de numerosas obras de
este género, algunas notablemente voluminosas y verdaderamente informativas, voy a
recurrir a una información sintética que sólo pretende formular un ordenamiento claro y
algunas consideraciones que juzgo necesarias sobre los instrumentos del semantista de
hoy.
Los métodos y técnicas de que se vale la semántica pueden ser ordenados teniendo en
cuenta el género mismo de teoría semántica lógica, lingüística estructural, semiótica,
generativa, cognitiva. A grandes rasgos todo el conjunto de modernas teorías semánticas
se pueden agrupar en semánticas lógicas y semióticas, por una parte, y semánticas
lingüísticas y psicolingüísticas, por otra. Lo curioso y estimulante para el desarrollo
futuro de la semántica como ciencia integradora es el proceso de intercambio que está
teniendo lugar, lo que trae como resultado, en el caso de la semántica lingüística la
apropiación por ella de técnicas empleadas en las disciplinas conexas, por lo que
cualquier tratado moderno sobre semántica lingüística tiende a incluir valiosa
información sobre instrumentos lógicos, semióticos y otros.
Por clase se entiende un conjunto arbitrario, finito o infinito, de objetos que se agrupan
por algún rasgo. Es de tener en cuenta que el concepto de clase surge como resultado de
la abstracción con respecto a la naturaleza y el orden de los elementos.
Hoy los estudiosos del concepto de clase han precisado la presencia de distintas clases
conceptuales en las cuales la relación jerárquica entre los elementos tiene distintas
determinaciones. Así se han distinguido clases en que la relación jerárquica es de género
y especie (ave-gorrión), otras en las cuales la relación jerárquica está determinada por la
pertenencia funcional o existencia dentro de un conjunto que se forma sobre la base de
un mismo rasgo funcional genérico (clases funcionales), como por ejemplo, la clase del
mobiliario (mobiliario-sillón); clases que se basan en una relación de pertenencia de los
elementos a un espacio común (arboleda-árbol) e incluso clases afectivas (por ejemplo,
de los objetos de mi preferencia, de las cosas que me asombran, de lo que recogería
primero para mudarme, etc.) y otras clases ocasionales: de objetos abandonados,
amontonados, de los que nos reunimos para charlar los fines de semana, etc. Las clases
no sólo pueden estar integradas por elementos individuales, sino también por subclases,
las que son tenidas en cuenta en las descripciones semánticas y lógicas. Por ejemplo, la
clase mobiliario incluye las subclases sillas, sillones, butacas, etc., mientras la subclase
silla incluye en cada caso los elementos que conforman la clase dada. Una es, vista
desde el punto de vista extensional, la clase silla en mi casa y otra en la de mi vecino,
585
Para la lógica de las clases son relevantes dos clases: la universal, simbolizada por `U'
y contentiva de todos los individuales del universo, y la vacía o nula, representada por
el cero `0'. Las clases pueden ser, además, abiertas o infinitas {a, b,...} y cerradas o
586
finitas {a, b..., c}. Cuando no se desea o es inadecuado tomar posición con respecto al
carácter abierto o cerrado de una clase se acude a la clase indeterminada {a, b, c, etc.}.
Estas informaciones de carácter general sobre los tipos lógicos de clases se diferencian
de las precisiones que apuntamos antes acerca de los tipos semánticos de clases, pues
ahora, ya en el análisis lógico, no hay interés ontológico primordial, sino que pasa a un
primer plano la forma lógica: las relaciones abstractas entre las clases.
= igualdad;
> incluye;
< está incluido en;
e pertenece (sólo para las clases, sin implicar la inclusión de todos los
miembros);
una barra transversal / sobre los signos de pertenencia, de inclusión, de identidad
indica la negación de la pertenencia, de la inclusión y de la identidad.
Se emplean signos para indicar unión U e intersección de las clases.
La lógica de las clases se vale, además, de los operadores lógicos que se utilizan en el
cálculo proposicional para expresar:
la equivalencia ,
la conjunción lógica &,
la disjunción inclusiva V,
la exclusiva W
la implicación .
a) todos los rasgos no tienen que ser igualmente relevantes en todos los contextos y
para todos los hablantes, dado que la lengua es conocida por sus hablantes en un
grado diverso, diferenciado por individuos y diasistemas;
b) los llamados objetos humanísticos y lingüísticos se distinguen mayormente por lo
que se ha llamado una estructura "blanda", difusa, sin límites precisos, fuertemente
marcada por la continuidad semántica de los rasgos;
c) los hablantes no sólo se atienen a normas, sino que crean nuevas normas, es decir
fomentan usos en los cuales se omiten rasgos semánticos, se añaden otros y se
transforman los anteriores;
d) la propia estructura de rasgos (propiedades) no siempre es tenida en cuenta, dado
que implica una comparación con otros objetos que muchas veces no se hace por
588
Esta información servirá de paso para introducir al lector en un tema tan trascendente
para la semántica lingüística como es el de la polisemia del léxico.
Restricción de sentido
femme: 1)mujer
2)esposa
Por consiguiente, S2 = S1 = S
y s21 = s11 = s1
Entonces, Ó1 S1 ^ s1
Ó2 S ^ s1 ^ s22
O también, S2 Ó1 ^ s22
O sea, Ó2 Ó1
La restricción de sentido es así explicada como una adición de semas específicos con
el mantenimiento del mismo archisemema que en el primer sentido. Es explicada
además como una implicación en la cual el sentido segundo implica el primero.3
En casos como el del ejemplo la aplicación de los instrumentos lógicos puede ayudar a
la descripción semántica a poner de manifiesto relaciones que de otro modo podrían no
estar tan claras, pero debe tenerse sumo cuidado en el uso indiscriminado de estos
instrumentos. En ese sentido voy a estar de acuerdo con B. Pottier en que "las lógicas
han sido construidas para sí mismas y, ciertamente, no para las lenguas naturales. A
menudo es útil recurrir a ellas, como se hace con provecho en el caso de la teoría de
conjuntos", pero – como también apunta este autor con respecto a algunas realizaciones
590
de descripciones lógicas – existe el peligro "de querer hacer que entren ahí a la fuerza
los hechos lingüísticos" 4
Hay que reconocer, sin embargo, que en ocasiones el uso de algunos instrumentos
formalizadores presta un inestimable servicio, sin que el semantista tenga que
proponerse aplicar completamente algunos de los actuales sistemas lógicos, sino
practicar una formalización parcial, ni hacerlo con respecto a la totalidad de cierto
objeto, sino selectivamente. Es decir, las formalizaciones no tienen que ser totales, con
empleo de todos los operadores lógicos ni abarcadoras de todo el tema de estudio (la
polisemia, la hiponimia, etc.) sino que pueden ser selectivas, en correspondencia con las
propiedades de los elementos y unidades lingüísticas y de sus relaciones. Ello se debe a
que hay dominios, campos, relaciones y unidades en los cuales la formalización puede
resultar viable, adecuada e informativa, mientras que otras parcelas, relaciones y
unidades no tienen una constitución asible por la formalización lógica. Una
formalización parcial, con muy pocos elementos lógicos, fue la que apliqué en la
representación de los sememas del campo Bondad (véase el ensayo dedicado al
diccionario semántico417)
417
El ensayo a que se refiere Caballero, Categorización semántica y tesauro: una proposición para la
lexicografía, fue publicado años después de su fallecimiento y puede ser consultado en Estudios
lingüísticos cubanos (II) Homenaje a Leandro Caballero Díaz. Universidät de Valencia, 2002. pp. 123
-130; o también en este mismo volumen.
591
Junto a la lógica de las clases es el cálculo de las funciones predicativas (lógica de los
predicados), la que viene teniendo una aplicación más extensa en las investigaciones
semánticas lingüísticas, lo que se debe a la relación evidente entre la lógica de los
predicados, con sus nociones centrales de predicado y argumento, y las llamadas en la
lingüística teoría actancial, teoría de la valencia o gramática de casos semánticos
profundos.
Ocurre aquí algo similar a la relación que no es difícil observar entre la lógica de las
clases y las descripciones semánticas del análisis componencial como la que ilustramos
en el ejemplo de la polisemia: las líneas del pensamiento lingüístico y lógico se
entrecruzan, por lo cual lo más útil parece ser que cooperen en el perfeccionamiento de
los instrumentos de análisis sin perder de vista los diferentes objetivos de cada uno.
El cálculo de las funciones predicativas establece que los predicados funcionan como
operadores que conforman proposiciones simples a partir de nombres que constituyen
sus argumentos. Los predicados pueden ser de uno o más lugares, sin que suelan pasar
de tres. Se emplean generalmente los términos monoádico, diádico, triádico (poliádico
con dos o más lugares). Es importante tener en cuenta que la formalización de las
proposiciones con arreglo al predicado y sus argumentos establece que el orden de los
argumentos sí tiene información relevante, de modo que no es la misma proposición la
que representamos como Q(a,b) y la que anotamos como Q(b,a). La primera, por
ejemplo, representa la proposición Dorita(a) quiere(Q) a Leandro(b), mientras la
segunda formaliza la proposición Leandro quiere a Dorita. Con el mismo predicado e
idénticos argumentos se han formalizado proposiciones diferentes, porque el orden es
lógicamente pertinente. Este género de descripciones formales simples sirve a la
lingüística a la hora de precisar sus representaciones de lo que la semántica lingüística
estudia como actante, caso semántico y valencia.
Pero el tema relativo a la teoría actancial lo retomaremos más adelante. Ahora voy a
ilustrar más ampliamente lo relativo a los predicados formales y sus argumentos. El
592
Sólo he intentado ilustrar el encuadre general de este tipo de análisis, el cual, al igual
que el presentado en la aplicación de la lógica de las clases recurre primero a hacer
explícito cada uno de los conceptos y asignarles los símbolos correspondientes (algunos
creados por los propios autores de la formalización) y después a la presentación de las
fórmulas y a su aplicación al material lingüístico que es objeto de estudio.
DE LA PSICOLOGIA COGNITIVA
¿Existe una semántica cognitiva como existe una semántica lingüística y una
semántica lógica?
Hay que decir que incluso los principales tratados sobre semántica escritos en las
décadas de los años 70 y 80 aún no recogen con toda claridad la existencia de una
dirección cognitiva vinculada a la semántica lingüística, aunque reconozcan el
desarrollo de teorías de la significación de corte psicológico como las concepciones
conductistas, los conceptos de la psicología y la psicolingüística sobre significado y
sentido.
siendo la ausente en las recapitulaciones que hacemos sobre los métodos vigentes hoy
en los estudios semánticos.
Como en otros géneros de la semántica, también en este hay que deslindar entre
estudios de orientación teórica general, vinculados a la naturaleza del lenguaje y a la
ontogénesis de este en la especie humana y en cada individuo y a la filigénesis como
surgimiento y desarrollo de cada lengua vinculados a la vida en común de las
comunidades y naciones, y los estudios descriptivos de las categorías semánticas
presentes en las lenguas. Me voy a referir únicamente a este último aspecto, el que ha
despertado un notable interés en los últimos tiempos.
En el caso de la semántica hay que incluir en ella, por supuesto, sólo una parte de los
intereses del proyecto cognitivo global, pero no es una parte pequeña, porque la relación
cognición –lenguaje, que es la principal para la semántica en tal perspectiva, guarda
relación con todo el conjunto de sistemas de la vida humana y conduce hacia los demás
componentes. No obstante, se hace necesario tener en cuenta que el problema central
que motiva el surgimiento de una semántica cognitiva es el relativo a la relación
cognición – lenguaje y específicamente, dentro de ella, de una relación aún más
específica entre cognición y significación. Se puede incluso afirmar, sin temor a
equivocarnos, que la semántica cognitiva es el estudio de la relación cognición (y
conocimiento) - significación, entendido este último término como significado
sistémico y sentido discursivo y como el proceso de transformación del segundo en el
596
Por ello en esta exposición evitaré restringir la información a lo que parece igualmente
útil tener en cuenta en la lingüística o lo que por su contenido tiene mayor relevancia
para ella que para cualquier otra ciencia8.
A la pregunta acerca del modo empleado para obtener los datos, la semántica cognitiva
responde que tiene como principales recursos, por una parte, la introspección mediante
la cual el semantista accede al mundo de sus propias representaciones psíquicas sobre
597
Para llegar al conocimiento científico desde la etapa más temprana habrá que
comparar datos, precisar límites, construir clasificaciones y determinar jerarquías con lo
que el objeto de estudio comienza a aparecer "categorizado", con una estructura externa
e interna y conceptualmente determinado. Pero no es el conocimiento científico o mejor
dicho, no es el estudio de la obtención del conocimiento científico lo que hoy interesa a
la semántica cognitiva, no es la categorización de los términos científicos en relación
con los objetos que estos designan y el conocimiento que tenemos de tales objetos, sino
la categorización común y corriente de los objetos y universos semánticos, la relación
cognición – significación con respecto a los universos semánticos de la cotidianeidad.
Una de las primeras distinciones, que fue formulada por E. Rosch (1973), es la
referida a dos tipos de categorías: naturales y semánticas. Las primeras, que fueron
investigadas experimentalmente por Rosch a partir de la selección de los conceptos del
color y de la forma, están condicionadas en algún grado por la percepción de un mundo
real que no es caótico sino que está estructurado y, por ello, puede ser reconstruido
conceptualmente en la forma de categorías con una estructura interna. La novedad de la
descripción va a radicar en el carácter experimental de la investigación de la estructura
interna de cada categoría y en lo que como resultado de la investigación se descubre: los
miembros de las categorías naturales (los tipos perceptivamente diferenciables de
objetos según el color y la forma) no tienen la misma relevancia perceptual: algunos
objetos representan mejor que otros la categoría a que todos pertenecen. Por ejemplo,
unos objetos seleccionados con distintos matices de color y sometidos a las mismas
598
Hasta el momento he tratado sobre tipos de enfoques, métodos y técnicas que sin dejar
de formar parte de los estudios lingüísticos o contribuir al desarrollo de estos han
incursionado en métodos lógicos, o psicológicos. En algún caso, como en el estudio de
las categorías naturales, el asunto no guarda relación con la lingüística salvo en la
analogía con las categorías semánticas. En un sentido amplio todo lo explicado forma
parte de la teoría semántica de que se nutren los estudios lingüísticos y, dentro de estos,
de la semántica o estudio de la significación en el lenguaje.
nociones como las de forma del contenido y valor encubrieron por mucho tiempo el
estudio estructuralista de la significación, a la que se privó de toda sustancia en el
intento de depurarla de lo que transpirara realidad, pensamiento, psicología, lógica o
mundo exterior.
Una de las primeras teorías lingüísticas que contribuyó a fomentar un perfil propio de
la semántica lingüística fue la teoría de los campos semánticos. Sus antecedentes
estaban en los tesauros o diccionarios de ideas afines del siglo anterior y en los
conceptos del entonces dominante estructuralismo. Así la semántica lingüística surge en
la variedad que hoy conocemos como semántica estructural y adopta los principios
generales del estructuralismo, el cual dice, en una generalización de sus principios que
refiere Lyons, que “toda lengua es una estructura, o sistema, relacional única” y que
“tanto la esencia como la existencia de las unidades que identificamos o que
postulamos como constructos teóricos, al analizar la oración de determinada lengua
(sonidos, palabras, significados, etc.), se derivan de su mutua relación con otras
unidades del mismo sistema lingüistico" 12 No es necesario que abundemos sobre las
implicaciones de esta concepción que son harto conocidas en lo que significaron de
adelanto para la lingüística y en lo que restringieron su desarrollo; pero de ningún modo
podría inferirse que el estructuralismo no tomó en cuenta el significado. En realidad, sí
lo estudió o lo intentó estudiar en el mismo género de esquema conceptual en que trató
los fonemas y los morfemas, en la dimensión estructural en la cual toda entidad está
sobre determinada por el sistema en su conjunto y por las relaciones mutuas entre las
entidades del mismo sistema, es decir, lo estudió encerrado, enclaustrado en el conjunto
de valores relacionales que intentó construir cuidadosamente, lo abstrajo de la vida
social y lo desfiguró tanto que apareció casi irreconocible, aunque presuntamente
científico, depurado del "olor" y el "sabor" de la calle.
604
Los métodos aplicados en los estudios de campos semánticos han sido diversos, pero
han tenido como denominador común el apego al análisis componencial o al estudio de
las funciones semánticas que se atribuyen a determinada unidad y sus relaciones de
identidad, proximidad y subordinación con las funciones semánticas de otras unidades,
lo que permite la agrupación de las funciones y unidades (expresiones) en torno a
aquellas que se descubren como centrales (nucleares). Se precisa una estructura de
núcleo y periferia que no deja de presentar una interesante analogía con la de prototipo y
periferia de la semántica cognitiva. Para ambos enfoques funciona la imprecisión de los
límites de las nociones. El estudio de campo semántico y el análisis componencial que
606
alguna medida), connotadores que crean una escala expresivo-afectiva (¡Qué de...!,
¡Cuánto!, asombrosamente, desgraciadamente...)"19.
Los estudios de las oposiciones semánticas han hecho hincapié en la graduación y han
distinguido como relevante la oposición entre el léxico graduable (bueno, malo,
inteligente, bruto, útil, inútil, caliente, frío...) y el léxico no graduable (o normalmente
no graduable aunque lo pueda ser en contextos especiales como recurso expresivo o
figurativo), del que son ejemplo las oposiciones soltero-casado, redondo-cuadrado,
igual-diferente, etc. También se ha distinguido entre oposiciones de términos
axiológicos, relativos al bien y al mal, y oposiciones de términos cuantitativos
(paramétricos) relativos al número, medida y tensión (intensidad distensión y valor tenso
medio) como nociones del significado.
presentado por Pottier con respecto a algunos lexemas del campo semántico de los
asientos en francés (chaise, fauteuil, canapé, tabouret...) en los que distinguió los semas
(átomos de la significación): `para sentarse', `con patas', `con respaldo', `con brazos' y
`para una persona', de los cuales al semema `chaise' le corresponderían los átomos
`para sentarse', `con respaldo' y `para una persona'. Las nociones que presentara
Pottier tenían como elementos nuevos la proposición de cierta jerarquía al fijar la
cualidad de archisemema en determinado sema o conjunto sémico que resultaba común
a dos o más sememas, así como al enunciar la fórmula del semema como la conjunción
de clasema (conjunto de semas genéricos), semantema (conjunto de semas específicos y
obligatorios) y virtuema (conjunto de semas facultativos y connotativos). Además de
una jerarquía el esquema de análisis contenía una distinción relativa al análisis del
sistema de la lengua y del discurso al discernir entre lexema en el sistema y lexía en el
discurso, así como entre semema y semía correspondientemente23.
el caso de los esquemas analíticos en el ámbito de las descripciones, sin que deje de
estar presente el riesgo de esquematizar excesivamente o de llevar a esquema lo que se
resiste a ello, estos instrumentos suelen ser de notable utilidad en el descubrimiento de
nuevas relaciones, antes inexploradas.
Un esquema analítico contiene en cada uno de sus lugares una configuración, es decir,
una entidad (elemento, unidad, noción, categoría, clase, etc.) cuyas relaciones aparecen
diseñadas en el propio esquema, dibujadas por la estructura de este. Veámoslo en uno de
los cuadrados semióticos más conocidos y que le debemos al propio Greimas.
verdad
ser parecer
secreto mentira
no parecer no ser
falsedad
El lugar en el esquema es portador de un valor que está predefinido en relación con las
relaciones básicas de contrariedad y contradicción, así como por las relaciones de
implicación entre contrarios, entre contradictorios y entre unos y otros. Para una más
clara comprensión del asunto consúltese mi explicación en el ensayo dedicado las
modalidades semánticas.
612
Los esquemas analíticos pueden incluso ofrecer resultados de mayor generalidad que
los obtenidos mediante una técnica de formalización o constituir un esquema global en
el cual se inserta la formalización lógica de casos particulares. Examínese, como
ejemplo, de ello la relación entre la formalización que hace Rasmussen de los
significados de los verbos locativos con la proposición que va a formular Pottier como
esquema analítico y configuraciones de los eventos 25.
evolutivo y causativo) nos daremos inmediata cuenta de que los primeros son casos
particulares de los últimos, lo que equivale a decir que el emplazamiento es un caso
particular del estado y el movimiento lo es de la evolución, mientras la causación de
emplazamiento y movimiento son casos particulares de la causación de estado y
evolución.
La realidad de que por distintos caminos se llega a resultados que presentan notables
analogías nos demuestra la riqueza de la semántica moderna, la creatividad de sus
autores, a la vez que constituye un criterio para juzgar acerca de la objetividad de las
descripciones, independientemente de que recurran a métodos lógicos de formalización
o empleen esquemas que incorporan relaciones lógicas.
Ahora bien, las 15 configuraciones obtenidas en este último esquema no son con
mucho las configuraciones que deben ser tenidas en cuenta por una teoría semántica
descriptiva de las oraciones simples. El autor del esquema ha dejado conscientemente a
un lado las configuraciones determinadas por las modalidades diferentes de los
enunciados, las que han quedado excluidas de los eventos.
Esta representación semiótica, no psicológica, del motivo del recorrido narrativo y del
movimiento que genera resulta parecida a otros géneros de comportamiento y en
particular a la generación y término del discurso en el diálogo comunicativo, dado que
como es sabido en el trasfondo de nuestras acciones comunicativas están las situaciones
616
La analogía con lo que se conoce como teoría psicológica de la actividad, por ejemplo,
no puede ser mayor. Sin embargo, la semiótica greimasiana se va a mantener en un nivel
de abstracción o espacio semiótico propio, explícitamente alejado de las realidades y
contingencias de la vida cotidiana y de la psicología de los participantes. Es el esquema
semiótico del que construye la narración lo que guía las acciones de los personajes, y en
eso lleva razón, dado que no se trata de sujetos reales sino del producto de la ficción
diseñado por el narrador con arreglo a cánones estéticos.
Para la más cabal comprensión del sistema greimasiano hay que tener en cuenta las
etapas de virtualidad, actualidad y realidad por las que se transita y la presencia en ellas
de otros valores que son los valores modales asignados mediante las modalizaciones del
ser y del hacer por el querer, el deber, el poder, el creer, el saber y los diferentes valores
veridictivos del ser: según la verdad, la falsedad, mentira, el secreto, etc. Mediante la
técnica del cuadrado se construye un sistema de valores para cada modalidad, de manera
que las modalizaciones posibles son muchas más que las definidas inicialmente como
ser, hacer, querer, etc., lo que se logra por la formalización en el cuadrado de las
relaciones de contradicción, contrariedad e implicación.
Sin embargo, a pesar de la amplitud del sistema semiótico greimasiano, es necesario que
tengamos en cuenta la viabilidad y necesidad de otros esquemas de análisis que precisen
otras relaciones y aspectos, por lo que me voy a permitir, a manera de ilustración, traer a
colación algunos de los esquemas a que he recurrido en el estudio de las valoraciones en
el discurso.
617
Analicemos ahora un diálogo entre la madre (A) de un joven (J) y el padre (B)
producido a partir de una situación en la cual un joven regaló dinero a un amigo.
Contrariedad antonímica:
Generoso _______________________ egoísta
Botarate_________________________ austero
Cuasi-contrariedad axiológica:
Cuasi-contrariedad referencial:
Las configuraciones que se pueden derivar del diálogo son seis: dos de contrariedad
antonímica (entre primeros y segundos contrarios), dos de cuasi-contrariedad axiológica
y dos de cuasi-contrariedad referencial. Sin embargo, el triángulo refleja sólo tres. Esto
significa que el esquema analítico que permite sostener tales configuraciones es más
complejo.
418
Ha resultado imposible la recuperación de algunas figuras del original.
621
Pero si entendemos que `lo bueno' y `lo malo' son, en un sentido práctico y
generalizador, más bien balances favorables y desfavorables que hacen los hombres,
habrá que tener en cuenta la plena y necesaria vigencia, junto al discurso que defiende
los valores positivos, del discurso crítico autorreflexivo que indica el real espacio, en
cada balance, de lo que ha de tenerse por bueno, y el espacio que corresponde a su
contrario. Esto significa que en la categorización de los significados de los signos
lingüísticos será relevante la perspectiva desde la cual se realiza la discretización del
universo, así como el dominio en que determinada categorización tiene validez.
(3) lo ambivalente
(bueno y malo)
(1) lo bueno (2) lo malo
622
lo favorable lo
desfavorable
(balance positivo)
(balance negativo)
Como hemos intentado explicar e ilustrar, los esquemas analíticos encuentran aplicación
también el dominio del discurso, y el establecimiento de la relación sistema – discurso
permite estudiar la significación en sus dos polos, como significado sistémico y sentido
623
discursivo. Pero un esquema adecuado para estudiar el discurso debe tener como rasgo
inherente la propiedad funcional de analizar la transformación de los estados y el paso
de un valor a otro.
En los mismos inicios de la teoría actancial (1959), L. Tesnière formuló una analogía
de extraordinaria importancia en el desarrollo de los estudios semánticos que consistió
en comparar el contenido de la oración con el desarrollo de un mini-drama. En esta
comparación la acción expresada por el verbo en la oración se tuvo por análoga al eje
central de la acción de una breve pieza teatral y los participantes en la acción (actantes)
se homologaron con los personajes del mini-drama. Igualmente las circunstancias que
rodean la trama accional se identificaron con los complementos circunstanciales de la
oración, redenominados con el término circunstante27.
la posterior teoría de los casos semánticos de Ch. Fillmore, han llegado a proponer
diversas tipologías. La recopilación y explicación argumentada de los numerosos
modelos actanciales que se han propuesto en las últimas tres décadas en diferentes
latitudes es una tarea que en algún momento se deberá afrontar con todo el detenimiento
que requiere, pero el problema de la actancia semántica no se reduce a la tipología de
actantes sino que alcanza una dimensión teórica relevante. De poner de manifiesto la
trascendencia del problema fuera del marco de la teoría lingüística general se han
ocupado Greimas y otros creadores de la narratología como disciplina que estudia los
textos narrativos literarios desde la perspectiva semiótica. Así en la versión de Greimas
el esquema de funciones morfológicas de los textos literarios iniciado por los formalistas
rusos y, en particular, por V. Propp se reinterpretó mediante un modelo actancial
complejo que incluyó por una parte, las categorías actanciales de remitente, objeto y
destinatario y por otra, las de ayudante, sujeto y oponente. La relación sujeto-objeto
permaneció como central, pero la categoría de beneficiario propuesta por Tesnière se
generalizó en la de destinatario y se consideró la necesaria presencia de la categoría
contraria o del remitente. Las categorías de ayudante y oponente se argumentaron como
contrarias entre sí y complementarias con respecto a la de sujeto. La narratología amplió
el alcance de la teoría actancial al trasladar la estructura predicativo-actancial del nivel
de la oración al del texto y entender que la propia actividad discursiva tiene como uno
de sus esenciales rasgos atribuir predicados a los actantes, y que estos últimos pueden
ser explicados como resultado de la contextualización de los repertorios sistémicos.
Análisis de la manifestación
Pero decimos que los manifestantes son tres como mínimo, porque en la situación de
comunicación pueden salir a la luz otros receptores, además del destinatario, y que a
veces se han llamado auditores. Pero, por otra parte, en el análisis de la manifestación
hay que tener en cuenta a los enunciadores ocultos, aquellos que están presentes por
dialogicidad y polifonía del discurso, las voces aparentemente ausentes que se expresan
muchas veces a través del locutor. En este enunciado, por ejemplo, aparecerán otros
627
Análisis actancial
El análisis actancial presupone que una misma función actancial, es decir, la aparición
de algún manifestante en el papel generalizado de actante no guarda una relación de
obligatoria correspondencia con la naturaleza o condición del manifestante que pueda
ser tenida como un prerrequisito para asumir determinada función actancial. Aunque la
relación entre condición manifestada y actancia asumida no es de absoluta arbitrariedad,
sí existe un elevado margen de libertad y ausencia de condicionamiento en múltiples
628
Pero volvamos a la oración del ejemplo para hacer más clara esta última proposición
que intento argumentar. En el nivel del enunciado se hace patente la presencia de un
actante ilocutivo que es el realizador del acto valorativo, dado que el texto del ejemplo
es claramente valorativo. Ese primer actante aparece como el valorador (apreciador), y
en el aspecto modal, como atributo de la función ilocutiva, aparece como un valorador
positivo, de opinión favorable sobre el valorado. Incluso en el nivel de la oración
asumida como texto, tal actante y su atributo modal debe ser tenido en cuenta, dado que
todo texto en que se expresa una valoración presupone a un locutor en la función de
valorador, y en el caso en que la valoración sea favorable, el atributo de la predicación
valorativa caracteriza también al productor de esta como aprobador. Ello indica que en
los textos, a pesar de la ocultación de las marcas enunciativas del contexto concreto de
la enunciación, es viable precisar, al menos, algunas funciones actanciales ilocutivas y
629
Otro actante de inevitable consideración en este nivel del análisis es el que aparece en
la función actancial que llamaremos el valorado. Ya no se trata del referente Luis, sino
de la función de objeto de la valoración y de la apreciación positiva, lugar que puede
ocupar Luis o cualquier otro manifestante. Es decir, el esquema general del análisis
predicativo actancial de las oraciones valorativas (y de los enunciados concretos que
realizan tales oraciones) incluye una predicación valorativa biactancial (diádica) en
calidad de esquema sintáctico mínimo, mientras el análisis de la manifestación pone en
juego otro conjunto, a veces mayor, de participantes cuyos roles funcionales no alcanzan
una especificación semántica más allá de la que les corresponde en virtud de su
condición manifestada; es decir, la relación manifestación – actancia es asimétrica y se
desarrolla en planos de abstracción distintos. Mientras la descripción actancial tiene las
restricciones que le impone el modelo, la descripción de la manifestación es abierta, por
lo que parece recomendable que anden juntas en el estudio del discurso y de los textos.
Por otra parte, algunas funciones actanciales, por ejemplo las evaluativas (de actantes
evaluadores o sancionadores), sólo pueden realizarse de manera afortunada por
manifestantes en cuya condición esté presente el reconocimiento social de su saber
específico como evaluadores, o puedan demostrarlo. Ello no ocurre con los actantes
apreciadores, que no requieren una determinada condición manifestada para aparecer en
la función actancial de apreciar cierto objeto o expresar una opinión de valor sobre este.
El estudio relacionado de manifestación y actancia debe ofrecer nuevos caminos a los
estudios semánticos del discurso y de la conducta humana en la comunicación.
Notas:
A. Mª. Galbán Pozo419
Preliminares
419
Ana María Galbán Pozo. Profesora Titular del Departamento de Lengua Alemana de la Facultad de
Lenguas Extranjeras, Universidad de la Habana.
420
véase Caballero Díaz, L., Amengual, G., Márquez, D. (1992): Diccionario ideográfico y
semántico – Bondad.
635
Para nuestro estudio nos hemos basado en la metodología diseñada por el propio L.
Caballero al estudiar la macro-categoría semántica modal de la valoración. Ello que
nos ha llevado a establecer nociones generalizadoras que fungen como valores
básicos contrarios que ponen al descubierto las diversas oposiciones alrededor de las
cuales giran las perspectivas que distinguimos en las diferentes macro-categorías
semánticas modales que abordamos en nuestra investigación. En la mayoría de los
casos se han distinguido contradictorios. Ello nos ha llevado a una representación en
forma de trapecios (ver Fig.1) que muestran el diferente grado de intensidad de la
contrariedad que tiene lugar entre contrarios y entre contradictorios. La importancia
de este modo de representación se revela en el hecho de que si doblamos
636
contradictorio contradictorio
de 2 de 1
Fig. 2
ambivalencia
contrario 1 contrario 2
balance balance
favorable al favorable al
contrario 1 contrario 2
contradictorio contradictorio
de 2 de 1
ambigüedad
Los términos que aparecen en las figuras, donde se representan las oposiciones, que
dan lugar a las perspectivas discretizadas a través de la interpretación y descripción
de las macrocategorías semánticas modales que abordamos, funcionan como nociones
que sirven para mostrar las relaciones conceptuales que se establecen en cada una de
las macrocategorías. De ahí que los mismos han de entenderse siempre como valores
semánticos comunes a varias unidades y expresiones lingüísticas.
Una vez hechas estas acotaciones pasaremos a exponer nuestros puntos de vista en
relación con cada una de las macrocategorías semánticas modales estudiadas como
paso previo a la elaboración de nuestra tesis doctoral.
Valoración
421
Definida por L. Caballero en Introducción teórica al estudio semántico-ideográfico de la
valoración en el español de Cuba, en: DOS APROXIMACIONES AL ESPAÑOL EN CUBA, pág.38
638
Fig. 3
ambivalencia
422
En nuestra investigación hemos tenido en cuenta los siguientes dominios: ético-psicológico,
práctico, estético, físico / físicobiológico, ideológico, sensorial, intelectivo y jurídico.
639
bueno malo
balance balance
positivo carácter negativo
axiológico
no malo no bueno
ambigüedad
423
Hemos tenido por objeto de estudio verbos de las lenguas española y alemana
641
Dado que este tema ya fue abordado en nuestra Tesis de Maestría (Galbán Pozo,
2000a)), y en nuestra Tesis Doctoral (Galbán Pozo, 2003) y que varios lingüistas
cubanos han profundizado en el mismo, apenas brindaremos algunos ejemplos que
demuestran lo antes expuesto en lo que respecta al repertorio léxico verbal de la
lengua española.
424
En el marco del estudio de verbos con semántica valorativa del alemán (véase GALBÁN POZO,
A.M. (2000a)) al esbozar el repertorio archisemémico de verbos valorativos del alemán incluíamos el
rasgo del carácter axiológico en los archisememas del léxico jerarquizador. A la luz de nuestros
estudios actuales y tomando en cuenta que el rasgo principal de la jerarquización es su carácter
relativo, lo que ya quedaba focalizado en las fórmulas archisemémicas que proponíamos entonces, los
archisememas de las jerarquizaciones incluyen justamente el rasgo que les da su razón de ser. De
hecho el carácter axiológico del valor atribuido o reconocido en la jerarquización depende de la
situación de que se trate.
642
425
Hacer una cosa mejor de lo que era.
426
[tr.]Poner mejor, hacer recobrar la salud perdida
427
intr. Ir recobrando la salud perdida.
643
Lealtad
428
Expresar alguien voluntariamente sus actos, ideas o sentimientos verdaderos .
645
Fig. 4
ambivalencia intencional
perspectiva
ético-intencional
no mala no buena
intención intención
ambigüedad intencional
A pesar de que cada uno de los atributos modales analizados se vincula a una u otra
de las perspectivas discretizadas, en nuestra investigación se ha evidenciado la
interacción de rasgos de una y otra perspectiva, lo que se constata al analizar el
significado de algunas unidades léxicas, que se agrupan alrededor de archisememas,
donde queda explicitada dicha interrelación. Ej.:
alguien no le manifiesta a alguien sus verdaderos sentimientos o ideas con
intención de alcanzar un fin determinado (un beneficio o favor) (obsérvese la
interacción de la insinceridad con la astucia)
646
Dicho archisemema funge como elemento rector que agrupa a su alrededor, entre
otras, a las siguientes unidades: adular, corear, encatusar, engatusar, guataquear,
hacer la barba, incensar, lisonjear1 429, requebrar, roncear, etc.
En lo que respecta a la dimensión ilocutiva, según explicamos en la tesis, hay una
serie de elementos que nos hacen coincidir con L. Caballero (2002c)) en no
discretizar actantes ilocutivos específicos para esta macro-categoría semántica modal.
Certidumbre
perspectiva
cognoscitiva
discursiva
no inseguro no seguro
Kutschera430 al analizar la modalidad epistémica, idea que además fue retomada por
G. Zybatow (1983) en su estudio acerca de las particularidades sintácticas y
semánticas de las oraciones que sirven de complemento a los verbos cognitivos del
ruso moderno, llegamos a una representación, donde en el extremo izquierdo del eje
tenemos un valor de 1 como expresión del más alto grado de seguridad (seguridad
absoluta). Este valor va disminuyendo en la medida que se mueve hacia la derecha,
según se observa en la siguiente figura:
Fig. 6
seguridad inseguridad
1
0
El alto grado de seguridad se sustenta en, por ejemplo, la gran cantidad de indicios
de que dispone el sujeto modalizador para inferir sus conclusiones, la constatación de
determinados hechos, el alto grado de confiabilidad de la fuente que le ha
suministrado información respecto a aquello acerca de lo cual él se expresa, etc. Esto
guarda gran relación con los llamados predicados epistémicos, es decir con aquellos
predicados, que expresan que el sujeto que califica está consciente o está enterado de
que el estado de cosas descrito por la proposición subordinada corresponde a la
realidad factual (archilexema de clase: saber)431.
Los valores modales discretizados a la luz del estudio de esta perspectiva pueden
ponerse de manifiesto en la realización de algunos actos de habla. Así sucede, por
ejemplo, en el caso de las valoraciones apreciativas, que - dado su carácter
problematizador (no categórico) - en muchos casos se vinculan al grado ambiguo de
432
Afirmar algo de nuevo o asegurar algo que era dudoso
433
Dar a alguien la seguridad o más seguridad de cierta creencia o sospecha.
649
seguridad; o también en el caso de algunos actos asertivos (Rolf (1983) que ponen al
descubierto un alto grado de seguridad.
Interés
434
Estar el ánimo perplejo y suspenso entre resoluciones y juicios contradictorios, sin decidirse por
unos o por otros.
650
Fig. 7
compromiso
interés obligación
deseo conminación
perspectiva
volitivo-accional
no obligación no
interés
exclusión
De ahí que en el análisis del significado de las unidades léxicas vinculadas a esta
perspectiva se constatara la presencia o bien del rasgo de experimentación
propioceptiva o del de participación operacional manipulatoria. En el caso de este
último se evidencia así la importancia de tomar en cuenta los contenidos relacionales
a la hora de analizar las macro-categorías semánticas modales. Obsérvese la
relevancia de este rasgo, por ejemplo, en las posiciones subjetivas vinculadas a la
noción de conminación. De ello da cuenta, por ejemplo, el archisemema:
alguien causa que alguien se sienta conminado a hacer algo (Ejs.: forzar, obligar,
constreñir, precisar, conminar, compeler, etc. en español)
perspectiva de
la atención
(indiferencia)
El lado derecho refleja los diversos grados de desinterés que se producen cuando las
cualidades y comportamientos de los objetos focalizados no coinciden con las
expectativas de los individuos, dando lugar a una disjunción con el interés.
Vinculadas a la noción de desinterés encontramos unidades tanto de la lengua
española como de la alemana, como, por ejemplo: aburrir, atediar, cansar, hacerse
el distraído, hacerse el sueco, hacerse el desentendido, no darse por enterado,
desentenderse, entre otras del español, cuya estructura semántica permite agruparlas
alrededor de archisememas específicos vinculados a la noción de desinterés. Ejs.:
alguien/algo causa que alguien experimente desinterés (falta de motivación para
prestar atención) por algo
alguien manifiesta desinterés (falta de motivación para prestar atención) por algo
Afectividad
Fig. 9 ambivalencia
afectiva
amor odio
655
no odio no amor
afecto desafecto
no desafecto no afecto
agrado desagrado
no desagradono agrado
indiferencia
438
Estimar. Sentir afecto por alguien, por sus cualidades
439
Sentir afecto por alguien
656
Según evidencian los archisememas incluidos aquí, a modo de ejemplo, uno de los
rasgos referenciales que desempeña un papel relevante para esta macro-categoría es el
de experimentación propioceptiva. Hemos podido constatar, además, la importancia
del rasgo de participación operacional causativa para esta macro-categoría en que
queda reflejado el papel de las relaciones que se establecen entre los diferentes
elementos que conforman la situación comunicativa. De relevante importancia
además en esta categoría son aquellos aspectos relacionados con los rasgos
taxonomizadores, dado que no sólo es posible hablar de afectividad strictu sensu, sino
también de afectividad extendida y afectividad trascendida 440. Piénsese, por ejemplo,
en cuando decimos: Adoro este lugar.
Expresividad
440
Aquí se aplican los mismos criterios seguidos por L. Caballero en el tratamiento de la valoración.
Véase más al respecto en Caballero Díaz, L.: Semiótica y Diccionario. (Inédito)
657
aquella que expresa la posición subjetiva ante lo dicho acerca de los objetos y
ante estos en una doble perspectiva, a saber la del modo de expresión caracterizada
insatisfacción.
contención desbordamiento
modo
de
expresión
658
no desbordamiento no
contención
Calma
Como parte del recorrido semiótico que puede establecerse entre las diversas
nociones que integran la perspectiva distinguimos además la noción de calma, que
resulta del equilibrio sémico entre los subcontrarios. En virtud de ella puede hablarse
659
ambivalencia
Fig. 11
(satisfacción e
insatisfacción)
satisfacción
insatisfacción
perspectiva del
tono emocional
expresado
no insatisfacción no
satisfacción
indiferencia
Las lenguas española y alemana disponen de una serie de verbos cuya estructura
semántica revela la experimentación de sentimientos de tono emocional positivo.
Aquí se ubican entre otras VLS de verbos tales como: divertirse, complacerse,
gozarse, regodearse, regocijarse, deleitarse, alegrarse, refocilarse, extasiarse,
embelesarse (en español). Otros verbos revelan un hacer causativo orientado a
suscitar la experimentación de sentimientos similares.
441
Experimentar una impresión, placer o dolor espiritual. SENTIR alegría, miedo.
661
Conclusiones
Cada una de estas macro-categorías semánticas modales se caracteriza por una serie
de rasgos que permiten distinguir una de otra. El estudio de estas macro-categorías
partiendo de la modalidad como supra-categoría semántica funcional, tal y como la
concebimos, permite reconocer los atributos modales que caracterizan a los sujetos
modalizadores cuando al formular sus enunciados ponen de manifiesto distintas
posiciones subjetivas en relación con un objeto de expresión lingüística. Incluso en
algunos casos, como sucede, por ejemplo, en la macro-categoría semántica modal de
interés o en la de certidumbre, se discretizan atributos modales que guardan relación
con la reacción perlocutiva ante un hacer discursivo llevado a cabo por otros con
anterioridad.
662