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ESPECIALIDAD DE LITURGIA I
Diócesis de Bilbao
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Parte Histórica
Capitulo 1
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Capitulo 2
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Capitulo 3
El Movimiento litúrgico y el Vaticano II
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Capitulo 4
Naturaleza de la Liturgia
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Capitulo 5
La celebración
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Capítulo 6
Un poco de historia
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Capítulo 7
La asamblea
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Capítulo 8
La participación en la liturgia
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Capítulo 9
Capítulo 10
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Capítulo 11
Especialidad: Liturgia I
Indice general
PARTE HISTÓRICA:
4. Naturaleza de la Liturgia
5. La celebración.
6. Carácter simbólico de la liturgia.
7. La asamblea
8. La participación en la Liturgia
PARTE EUCARÍSTICA:
PARTE PASTORAL
El índice nos ha dado ya una visión general del contenido que vamos a estudiar en este
curso de liturgia.
A continuación, viene una parte llamada eucarística. Como lo dice el mismo nombre,
analiza la Eucaristía y sus partes. Se ha puesto porque es el modelo de toda celebración
cristiana; como dice el concilio Vaticano II, es cima y fuente de la vida cristiana, cima y
fuente de toda celebración.
Los sacramentos se han colocado después, para pensar sobre ellos. Hoy día, uno de los
problemas mayores con se enfrenta la Iglesia es la celebración de los sacramentos: Se
han convertido, en muchos casos, en costumbre social, se han introducido en nuestra
cultura. Sin embargo siguen siendo expresiones de fe, no de una cultura.
Al final, se han añadido varios capítulos: uno sobre la pastoral litúrgica, otro sobre la
espiritualidad.
Siglas
Las siglas se forman con las letras primeras de la primeras palabras del documento,
pero del texto en latín. Por ejemplo: el documento sobre liturgia se cita con SC porque
dicho documento empieza así: "Sacrosanctum Concilium...”
AT - Antiguo Testamento
NT - Nuevo Testamento
Parte Histórica
Introducción
"La liturgia consta de una parte que es inmutable, por ser de institución divina, y de
otras partes sujetas a cambio, que en decurso del tiempo pueden y aun deben variar, si
es que en ellas se hayan introducido elementos que no responden tan bien a la
naturaleza íntima de la misma liturgia o han llegado a ser menos apropiados" (SC 21).
En el diálogo de Jesús con la Samaritana, hay una frase que hemos de tener en cuenta al
empezar el estudio de la liturgia, para ver el sentido profundo de la liturgia cristiana en
medio de todas las expresiones distintas que se han dado a través de los siglos. A su vez,
es el punto de mira que debe juzgar todas las expresiones o realizaciones litúrgicas.
Jesús, sin embargo, le da una respuesta que supera las prescripciones meramente
externas y rituales: "Se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto
verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto
así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad" (Jn 4, 21-
24). La respuesta de Jesús aclara el sentido total y profundo de la liturgia.
Adorar a Dios en espíritu y verdad quiere decir poner el centro del culto no en el
cumplimiento minucioso de una serie de normas externas sino en el ofrecimiento
interno del amor y la obediencia a Dios. Los hombres y mujeres dan culto a Dios en la
medida en que hacen de sus vidas una ofrenda, una entrega de amor al Padre
cumpliendo su voluntad.
La vida entera de Jesús fue un acto de culto y adoración. Esta vida es vida
verdaderamente litúrgica.
Ahora bien el culto en "espíritu y verdad" (Jn 4, 24) no quiere decir que no haya de
tener unas manifestaciones externas de tipo simbólico y ritual. Si no las tuviera, le
faltaría una dimensión irrenunciable de la manera de ser de los hombres. "Es
característico de la Iglesia (y de la Liturgia) ser, a la vez, humana y divina, visible y
dotada de elementos invisibles" (SC 2). Ahora bien, lo humano, lo visible ha de estar
ordenado y expresado de tal manera que lleve a lo divino y a lo invisible. "Los textos y
los ritos se han de ordenar de manera que expresen con mayor claridad las cosas santas
que significan" (SC 21).
Por esto, Cristo mismo quiso que el ofrecimiento total de su vida fuese re-actualizado a
través del rito exterior de la cena eucarística:
"Haced esto en memoria mía" (Lc 22, 20). Desde que los primeros cristianos plasmaron
esto de una forma concreta comenzó la historia de la celebración litúrgica, es decir, la
historia de la liturgia.
2.- Porque hay otros que consideran la liturgia totalmente cambiable. Sin embargo, la
liturgia tiene unos elementos intocables. La historia nos enseñará que la liturgia tiene
una estructura general y unos elementos (palabra de Dios, asamblea, memorial, etc.) que
han permanecido inalterables a través de los tiempos."Consta de una parte que es
inalterable, por ser de institución divina" (SC 21).
3.- También nos enseñará la historia que no todos los cambios y/o adaptaciones que se
han producido a través de la historia han sido para expresar mejor la realidad o el
sentido de la celebración o de sus partes. Es decir, ha habido muchos cambios que han
sido a peor. Por ello el Concilio Vaticano II dice "la santa madre Iglesia desea proveer
con solicitud a una reforma general de la misma liturgia,... (porque) se han introducido
elementos que no responden tan bien a la naturaleza íntima de la misma liturgia o han
llegado a ser menos apropiados" (SC 1).
Dedicamos a esta parte histórica tres capítulos. En estos tres capítulos tratamos las ocho
grandes épocas de la historia de la liturgia. Al final, añadiremos un nuevo apartado
mirando al futuro.
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Capítulo 1
Índice
Cultura de la época
Líneas de fuerza:
RESUMIENDO
Cultura de la época
Líneas de fuerza
Cultura de la época
- Familias litúrgicas
Líneas de tuerza
Cuestionario
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La Iglesia ha utilizado la palabra inculturación para designar de una forma más precisa,
"la encarnación del Evangelio en las culturas autóctonas y al mismo tiempo la
introducción de estas culturas en la vida de la Iglesia".
Lo que se celebra es la fe, pero la celebran personas concretas, personas que en todo el
mundo y en distintas generaciones tienen distinta cultura. Así se produce la interrelación
entre cultura y liturgia.
Por eso, la comunidad apostólica y los primeros siglos son el modelo de identificación,
y el punto de arranque para las sucesivas generaciones de creyentes.
Inicio
1. La liturgia cristiana en el NT
- Religión cósmica y religión histórica. Las religiones circundantes del mundo judío
son religiones de la naturaleza y su culto es manifestación ritual del mito del eterno
retorno, del incesante morir-renacer del cosmos.
Aunque las formas externas del culto judío no se diferenciarán externamente mucho de
las otras religiones, el significado de ellas será totalmente distinto. Así las fiestas del
año, sobre todo la pascua, adquirirán una nueva significación: serán memorial.
La berakah. Es la, expresión de esta nueva forma de ver la relación (oración) con Dios.
Berakah es una palabra hebrea que significa bendición. Designa cualquier oración que
empiece o termine con esta palabra ("Bendito sea el Señor"). Es la forma típica de la
oración del pueblo de Israel. Su estructura tiene dos partes:
b) el decir los motivos de la alabanza: las obras realizadas por Dios en favor de su
pueblo.
La oración que dice el sacerdote en la presentación del pan y del vino. La Plegaria
Eucarística son una berakah. Analizaremos esta forma de orar al hablar de la oración
litúrgica capítulo 10.
- Culto y vida. El culto judío está íntimamente unido a la vida. El culto integral
presupone una atenta escucha de la palabra de Dios y una prolongación en la práctica
diaria. El culto es diálogo: Dios habla de su salvación y el pueblo responde con oración
y vida. En el momento de la ruptura de estas dos realidades Dios hará surgir a los
profetas. El culto verdadero es, según los profetas, cuidar de la viuda y del huérfano.
Unión que no existía en las religiones no judías.
No analizaremos ahora la actitud de Jesús ante el culto, sino las formas cultuales que
aparecen en el NT. El culto necesita de signos y símbolos. La fe también. De hecho,
vemos a las comunidades primitivas celebrando reunidas en asamblea celebrando con
ritos.
Los libros del NT no contienen ninguna descripción completa de cómo era la liturgia de
las primeras comunidades cristianas, pero a través de una serie de alusiones e
indicaciones, podemos formarnos una buena idea de sus características principales.
Los apóstoles no crearon una liturgia totalmente nueva, sino que expresaron el nuevo
culto, "en espíritu y verdad", en formas litúrgicas del judaísmo. Es decir, copiaron las
formas externas del culto judío. Por esto, las formas externas del culto cristiano se
parecen a las judías. Pero, en el significado profundo, hay distanciamiento, incluso,
ruptura.
La Iglesia primitiva continuó unida al Templo, pero esta unión afectaba sólo a la
oración y á la predicación. No participaban en la ofrenda de los sacrificios rituales,
porque tenían claro que la muerte y la resurrección de Jesús había abolido los sacrificios
del AT. Pero esta unión con el Templo duró hasta la primera persecución contra los
cristianos de Jerusalén (Hch 7, 54-8, 3).
Las huellas concretas del judaísmo son importantes en nuestra liturgia. Enumeramos
éstas:
Te damos gracias, Padre santo, por tu santo nombre, que hiciste descender a nuestros
corazones, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad, que nos diste a conocer por
Jesús, tu siervo.
Tú, Señor todopoderoso, creaste todas las cosas a causa de tu nombre, diste comida y
bebida a los hombres para su provecho, a fin de que te den gracias; y a nosotros nos
hiciste el don de la comida y bebida espirituales y de la vida por los siglos, por medio de
Jesús, tu siervo.
Ante todo, te damos gracias porque eres poderoso. A ti la gloria por los siglos.
Inicio
- Las oraciones. El libro de los Hechos de los Apóstoles menciona tres momentos de
oración:
la tercia la hora del sacrificio de la mañana (Hch 2,1). Ya a finales del s. I se prescribe
que esta triple oración se haga con el padrenuestro.
- El Día del Señor. Los Evangelios y los demás escritos del NT destacan la importancia
de este día: la resurrección del Señor, sus apariciones, la venida del Espíritu Santo
tienen lugar el primer día de la semana. El domingo se convierte en el día del Señor (Ap
1, 10), que se hace presente en la comunidad. La presencia del Señor se manifiesta a
través de signos: se manifiesta en la asamblea de los hermanos, en los presidentes de la
comunidad, en el pan y el vino, en la Palabra.
Después de enumerar las formas litúrgicas, podemos avanzar algo más y hacernos una
idea muy aproximada de las celebraciones litúrgicas:
- las cartas escritas por los apóstoles, que son leídas en la reunión litúrgica;
- La Cena del Señor. Eran conscientes que obedecían al mandato del Señor de perpetuar
su "memoria". Aunque no sabemos con precisión cómo era, si era una verdadera cena,
con la bendición y distribución del pan antes de la comida y la bendición y distribución
de la copa del vino, al final. Más adelante se suprimió la cena y las dos bendiciones se
fundieron en una sola. Veamos en una esquema esta fusión:
Lucernario
Lecturas
Oración de fieles
Beso de la paz
Primer cáliz
Pan:
· presentación,
· bendición,
· fracción,
· comunión.
Presentación del pan y del vino,
Plegaria Eucarística,
Fracción
Comida comunitaria
Comida comunitaria
Segundo cáliz:
· presentación
· tres bendiciones
comunión
En un momento unieron las presentaciones del pan y del vino y nació lo que antes se
llamaba el ofertorio y ahora presentación del pan y del vino. En otro momento se
unieron las bendiciones del pan y del vino y nació la Plegaria Eucarística o canon. Este
esquema lo tienen todas las liturgias cristianas. El primer testimonio de ello es san
Justino (100-150).
En este tercer punto de esta época (Liturgia cristiana en el NT) analizaremos lo más
característico de la época. Miraremos la originalidad del culto cristiano, que se
fundamenta en la actitud de Jesús ante el culto; el fundamento del nuevo culto; y en la
vida culto.
a) Originalidad del culto cristiano
Queriendo ver en el Evangelio lo original que tiene la liturgia cristiana, lo primero que
nos sorprende es una especie de "anticultualidad", una actitud de distanciamiento o de
ruptura respeto a las del judaísmo, hay una intención de fondo que trata de expresar con
fuerza la presencia de una realidad nueva.
Por eso, vamos a decir dos palabras sobre la actitud de Jesús ante el tema del culto.
Jesús de Nazaret vive y actúa dentro del sistema cultual de su pueblo. Frecuenta la
sinagoga los sábados, "como era su costumbre" (Lc 4, 16; Mc 1, 21-39; 3, 1-6; 6, 2;
etc.); participa también en el culto del templo en las fiestas anuales de peregrinación (Lc
2, 41-42; Jn 2, 13; 5, 1; etc.).
Pero quebranta con frecuencia ese orden cultual, manifestando su libertad soberana
sobre él (sobre el sábado, Mc 2, 23-28; sobre los ritos de purificación, Mc 7, 1).
La razón de este comportamiento está en querer dar a conocer que Dios si se hace
presente en el acto cultal es para liberar. Por esto, en las comidas habituales hace
presente la acogida y el perdón de Dios, sin ningún rito ni liturgia penitencial.
Se coloca en la línea profética con una voluntad claramente reformadora del culto (en
Mc 11, 15-17 y paralelos remite a Is 56, 7 y Jer 7, 3-11). Recuerda y pone al descubierto
que el valor, o la nulidad del culto dependen del amor y el perdón al hermano (Mt 5, 23-
24). Afirma con satisfacción que el amor; al prójimo vale más que todos los holocaustos
y sacrificios (Mc 12, 33). Ataca a los fariseos por no haber comprendido este
principio fundamental: “misericordia quiero y no sacrificios" (Mt 9, 13; 12, 7). Y,
como hemos dicho anteriormente, proclama un culto en espíritu y verdad. (Jn 4, 20-24).
En vísperas de su muerte, al declarar la destrucción del templo, anuncia el fin de todo
tipo del culto sacrificial, basado en un intercambio comercial con Dios. (Mc 1, 15-17;
Mt 21, 12-17; Lc 19, 45-48; Jn 2, 14-17). Ya no daremos culto a Dios para que él nos,
sea propicio, sino porque su muerte nos ha salvado y una vez, salvados, damos gloria a
Dios. Ya somos capaces de glorificar o dar culto a Dios.
Así como la profesión de fe judía confiesa "el Señor, nuestro Dios, es el único Señor",
la comunidad cristiana primitiva aclama que "Jesús es Señor" (Flp 2, 11). Por eso el
culto cristiano a Dios se realiza ahora "en Cristo Jesús".
1.- Jesús, el crucificado, ha sido resucitado por Dios. Y todo lo que desde ahora pueda
merecer el nombre de culto, está marcado por ese acontecimiento, que Dios ha
realizado en favor de los hombres.
2.- El que ha sido resucitado, es el crucificado, aquel que ha sido ajusticiado "según la
ley". Luego, la ley, el comportamiento cultual, por sí mismo, es incapaz de obrar la
salvación y carece de valor.
Una vez aclarados y aceptados estos dos principios, le son aplicados a Cristo los
términos cultuales del AT: templo, sumo sacerdote, mediador, sacrificio, Cordero de
sacrificio, etc. Este nuevo lenguaje cultual nos hace ver que desde ahora es Cristo la
realidad íntima y perenne, de la celebración litúrgica, y que en consecuencia la liturgia
es el ejercicio de la fe, y la manifestación de Cristo.
En el NT las expresiones cultuales son empleadas para designar las acciones y los
dones del Espíritu. ¿Por qué? Porque la existencia del creyente, vivida en fidelidad al
Espíritu de Cristo, puede llegar a convertirse en "culto espiritual”, en el culto perfecto
de los últimos tiempos:
"Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos
como víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual" (Rm 12, 1
ss).
Pablo invita a un culto nuevo: es la liturgia de la vida el culto secular de la existencia
presente en el mundo. Por otro lado, Pablo ve su ministerio apostólico como si fuera
realizar una tarea litúrgica (Rm 15, 16). Para Pedro las categorías cultuales
fundamentales (templo, sacerdocio y ofrenda sacrificial) son re-interpretadas y vistas
según una nueva identidad "por mediación de Cristo". "También vosotros, como piedras
vivas, vais construyendo un templo espiritual dedicado a un sacerdocio santo, para
ofrecer, por medio de Jesucristo, sacrificios espirituales, agradables a Dios" (1 Pe2, 5).
Resumiendo
Este hecho cambia totalmente el sentido del culto judío: es Cristo el que se ofrece y a
nosotros nos acepta en su ofrecimiento. El verdadero autor del culto no somos nosotros.
Es Cristo. Lo que da valor al culto no somos nosotros, ni nuestra buena disposición. El
valor del culto le viene dado por Cristo.
Sin este principio existe también un peligro: el peligro de entender el culto cristiano tal
como se entendía el culto judío o pagano. Muchos de nuestros mayores siguen
entendiendo el culto como relación comercial con Dios: "Yo le ofrezco para que me dé".
Por tanto, nuestro culto es unirnos al culto de Jesús; nuestra liturgia es la misma
liturgia de Jesús. Dicho de otra forma: nuestro ofrecimiento es unirnos al ofrecimiento
de Jesús, nuestra vida, la diaria y la de la celebración, es la vida de Jesús.
· Diferencias: Nuestro memorial es Cristo, es el origen y el final del culto cristiano, sin
él no tiene ningún sentido el culto, Él es el mediador entre Dios y nosotros, todo lo
hacemos con él, por él y en él.
2. La Liturgia cristiana primitiva (s. II y III)
Es conocido este texto del siglo II perteneciente a la Carta escrita a Diogneto. "Los
cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su habla, ni por
sus costumbres... dan muestras de un tenor peculiar de conducta admirable y, por
confesión de todos, sorprendente. Toman parte en todo como ciudadanos, y todo lo
soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria tierra
extraña... Están en la carne, pero no viven según la carne... A todos aman y por todos
son perseguidos. Se les desconoce y se les condena. Se les mata y en ello se les da la
vida. Son pobres y enriquecen a todos. Carecen de todo y abundan en todo".
En el siglo III hay dos largos períodos de paz entre persecuciones, que posibilitan una
fuerte acción evangelizadora y una firmeza en su organización interna. A finales del
siglo III aumenta en número de adeptos y su prestigio; pasa a ser la máxima fuerza
espiritual del imperio; se hace presente en ambientes nuevos y miembros de la clase
dirigente se convierten a la fe cristiana. Pero, aunque aumente el número no así la
calidad.
2.- Formas cultuales cristianas
· Eucaristía. La obra de San Justino ya nos muestra todos los elementos esenciales de
la misa: Lecturas, homilía, oración de los fieles, beso de paz, presentación de ofrendas,
Plegaria eucarística Trinitaria, el Amén y la comunión. En la obra de Hipólito aparece el
diálogo del prefacio y una Plegaria Eucarística con todos sus elementos, presentada más
como modelo que como fórmula fija.
"El día llamado del Sol, se celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o
en el campo, y se leen en ella, en la medida en que el tiempo lo permite, los recuerdos
de los apóstoles o los escritos de los profetas.
Después que el lector ha terminado, el presidente toma la palabra y nos exhorta e invita
a imitar estos bellos ejemplos.
Y el presidente, según sus fuerzas, (su capacidad) eleva también plegarias y acciones de
gracias.
Los que tienen suficiencia de bienes dan voluntariamente la cantidad que quieren, y lo
que se recoge se pone en manos del que preside, para que él lo distribuya en ayuda de
los huérfanos, de las viudas, de los que pasan necesidad por enfermedad u otros
motivos; también en ayuda de los presos, de los extranjeros que vienen de lejos, y para
que socorra, en una palabra, a todos los indigentes" (San Justino).
Otro texto, esta vez de Hipólito: "Que los diáconos le presenten la oblación y que él
(está hablando del obispo después de una ordenación y que va a celebrar la eucaristía),
imponiendo las manos sobre ella con todo el presbiterio, diga dando gracias:
"El Señor esté con vosotros" Y contesten todos: "Y con tu espíritu". "Levantad los
corazones". "Los tenemos levantados hacia el Señor". "Demos gracias al Señor". "Es
digno y justo" (Hipólito).
· La penitencia. Aparece a partir del siglo III para los que han cometido faltas muy
graves y, arrepentidos, quieren volver al seno de la Iglesia. Consiste en la amonestación
del obispo, el cumplimiento de las obras penitenciales señaladas y, después de un
tiempo que no tiene siempre la misma duración, la reconciliación por la imposición de
manos del obispo. Sólo se puede hacer una vez en la vida.
· Año litúrgico. En el siglo II, la institución del domingo queda sólidamente fundada.
Es el centro de la semana y del año. No había año litúrgico propiamente dicho.
Conocemos la celebración de la pascua anual a través de la discusión sobre la fecha de
su celebración. La discusión tuvo lugar en el siglo II (En el siglo II, las comunidades de
Asia Menor tenían como tradición celebrar la pascua en la misma fecha que los judíos, o
sea el día 14 del mes de Nisán. Pero en el mismo siglo II existen comunidades como las
de Roma, Palestina, Egipto y Grecia, que celebraban la pascual anual no en la fecha
judía, sino el domingo siguiente. Fue tal la discusión que casi deriva en cisma. Por fin la
solución romana fue aceptada en todas partes y la fiesta de la pascua, en adelante, será
celebrada todas las iglesias cristianas el domingo siguiente al 14 de Nisán de los
judíos.).
La primera etapa de la liturgia cristiana se caracteriza ante todo por estas dos facetas:
Aunque todavía Orígenes habla de que "los cristianos aborrecen los templos, altares e
imágenes", la verdad es que ya a principios del siglo III hay documentos que atestiguan
la existencia de lugares de culto cristianos.
Lo que hay es, simplemente, comunidades cristianas, y, dentro de ellas, quienes las
presiden, porque las comunidades, para su convivencia y para su buen funcionamiento,
necesitan ser presididas. Es normal, en este contexto, que quien preside la comunidad
sea, a la vez, quien presida la reunión de la comunidad para la celebración eucarística,
pero esta presidencia no tiene las connotaciones que sobrevendrán después, cuando la
presidencia sea cosa del "clero". (Rufino Velasco, La iglesia de Jesús, Verbo Divino,
Estella, 1992. Esta obra es una historia de la Iglesia, que toca y analiza, entre otros
puntos, el primer cambio fuerte de la Iglesia, que se inicia en el siglo II y se establece en
el siglo III.)
Inicio
Constantino fue el primer emperador que se dio cuenta, de manera seria y decidida, de
que la actitud hostil frente a la Iglesia cristiana, tal como se estaba practicando, no era
buena para el imperio. Más aún: se dio cuenta de que la Iglesia podía ser, en aquel
momento, la gran fuerza que se necesitaba para mantener la unidad imperial.
Este hecho marca, sin duda, un hito histórico para la Iglesia y para la eclesiología. Los
obispos se convierten en grandes señores del imperio y en grandes señores de la Iglesia.
El clero alcanza un enorme protagonismo dentro de la Iglesia, en detrimento del
protagonismo del pueblo. La libertad y tranquilidad de que goza ahora influye en la
calidad de sus numerosos adeptos. Abundan las infiltraciones del paganismo en la base,
y las intromisiones políticas en los dirigentes de la Iglesia.
Por otra parte es una época sembrada de controversias teológicas, que, además de su
componente doctrinal y religioso, implican otros elementos de orden cultural y político.
Son los siglos de Arrio y Nestorio y del concilio de Nicea (325). Lo político ejerce
influencia en lo religioso.
Surge y se expande el monacato. La "huida del mundo" trata de suplir, con la renuncia
y la mortificación, la entrega del martirio. Las peregrinaciones a partir del siglo IV
conocen un desarrollo creciente y constituyen uno de los factores de evolución de la
liturgia de este período. Es famoso el "Diario del viaje" de la peregrina Egeria,
testimonio de gran riqueza para la investigación litúrgica de estos siglos.
· la manera de organizar los ciclos de lecturas bíblicas a lo largo del año litúrgico.
· fórmulas típicas de cada rito: En África el saludo es "La paz esté con vosotros",
en Roma, "El Señor esté con vosotros".
· sobre todo el estilo literario: Oriente origina una liturgia más poética, teológica,
solemne. Occidente, una liturgia más práctica, simple, austera.
· la lengua: La parte de Oriente, que había estado bajo la dominación griega usaba
el griego.
La Iglesia que quedó constituida más allá del Eufrates utilizó exclusivamente el siríaco.
Pero en muchas partes las celebraciones litúrgicas eran políglotas ("varias lenguas").
Roma usó el griego hasta el siglo III y su liturgia se latinizó hacia la segunda mitad del
siglo IV. Las lenguas habladas en las Galias y en Hispania antes de la conquista romana
no dejaron ningún rastro en la liturgia. Los bárbaros se latinizaron rápidamente.
Familias litúrgicas
Estas expresiones o formas litúrgicas, se designan con el nombre de familias litúrgicas
Con la expresión familia litúrgica se hace referencia al conjunto de ritos que están
emparentados entre sí por el origen y las características comunes.
· El romano.
· El hispano-mozárabe.
Terminadas las lecturas, algunos sacerdotes pronuncian por turno una breve exhortación
sobre lo leído. Por último predica el obispo.
· A continuación tienen lugar las diversas despedidas o missae a quienes se les está
prohibido asistir a la parte eucarística: catecúmenos, catequizados y penitentes. Para
cada grupo la asamblea responde a una breve plegaria formulada por el diácono con el
Kyrie Eleison.
· Los que quedan en la iglesia, los fieles, se ponen de rodillas para rezar. A cada
petición del diácono, en forma de letanía, responden Kyrie Eleison. Se termina la
plegaria con la oración del obispo. Así termina la primera parte de la eucaristía.
Después se da el beso de la paz. Entre tanto, unos vigilan las puertas a fin de que no
entre nadie, otros se reparten por el templo para que nadie meta ruido, o hable, o se
duerma, etc. El obispo se lava las manos para recibir los dones. Los diáconos los
presentan al obispo y, después, los ponen sobre el altar, agitando a los lados dos
abanicos para ahuyentar los insectos. Preparadas las ofrendas, el obispo, de pie delante
del altar, con la cara hacia el pueblo, se prepara para la plegaria eucarística.
· La Plegaria eucarística comienza con el diálogo clásico. Sólo que en vez de "EL
SEÑOR ESTÉ CON VOSOTROS", saludaba diciendo: "LA GRACIA DE NUESTRO
SEÑOR JESUCRISTO, EL AMOR DEL PADRE Y IA COMUNIÓN DEL ESPÍRITU
SANTO ESTÉ SIEMPRE CON VOSOTROS" (2 Co 13, 13).
La plegaria eucarística se termina con una larga oración a Dios en favor de toda clase de
personas y con la doxología (Doxa = gloria. Se llama doxología, en general, a la
fórmula de alabanza a Dios y a Cristo o a las tres divinas personas y en particular, a la
última parte de la plegaria eucarística: "Por Cristo, con Cristo y en él...") final distinta a
la nuestra.
Después de la doxología se recita el Padrenuestro con voz unánime y concluida con una
breve doxología (nosotros terminamos con lo que llamamos embolismo (Embolismo:
añadir. Es un texto breve que se añade a una plegaria, hoy día llamamos a la oración que
se añade al Padrenuestro. ): "LÍBRANOS SEÑOR... "
Sigue la fracción del pan y después la comunión. Primero participa el obispo, después
los presbíteros, diáconos, subdiáconos, lectores, cantores, ascetas, posteriormente, entre
las mujeres, las diaconisas, vírgenes, viudas, niños, después el pueblo con pudor,
reverencia y sin ruido. Mientras tanto un cantor entona el salmo 33. (No olvidemos que
se celebraba sólo una misa para toda la ciudad).
Por último imparte la bendición a los fieles y el diácono termina con ID EN PAZ .
Me imagino que os habréis cansado hasta leyendo, qué sería si fueran así las misa de
ahora: Cuatro lecturas, otras cuatro o cinco homilías, etc. En algunas partes de Oriente
siguen todavía más o menos así. Un profesor que tuve nos dijo que en vacaciones fue el
domingo a una misa parecida a éstas y a la media hora se salió, diciéndose que ya había
cumplido.
Este trabajo inmenso de adaptación cultural que hizo la Iglesia en estos siglos
actualmente es considerado modélico. El Concilio Vaticano II lo tuvo en consideración.
Por eso, aunque salga del contexto histórico que estamos analizando, es conveniente
que unamos los momentos de cambio que ha vivido la liturgia con los que nos ha tocado
vivir a nosotros.
El Concilio Vaticano II, fiel a esta tradición, señala que "al revisar los libros litúrgicos,
salvada la unidad sustancial del rito romano, se admitirán variaciones y adaptaciones
legitimas a los diversos grupos, regiones, pueblos, especialmente en las misiones, y se
tendrá esto en cuenta oportunamente al establecer la estructura de los ritos y las
rúbricas" (SC 38).
"Las diversas tradiciones litúrgicas nacieron por razón misma de la misión de la Iglesia.
Las Iglesias de una misma área geográfica y cultural llegaron a celebrar el misterio de
Cristo a través de expresiones particulares, culturalmente tipificadas: en la tradición del
"depósito de la fe " (2 Tim 1, 14), en el simbolismo litúrgico, en la organización de la
comunión fraterna, en la inteligencia teológica de los misterios y en los tipos de
santidad.
Así, Cristo, luz y salvación de todos los pueblos, mediante la vida litúrgica de una
Iglesia, se manifiesta al pueblo y a la cultura a los cuales es enviada y en los que se
enraíza. La Iglesia es católica: puede integrar en su unidad, purificándolas, todas las
verdaderas riquezas de las culturas (Cf LO 23)" (CEC, 1202).
"Las tradiciones litúrgicas, o ritos, actualmente en uso en la Iglesia son el rito latino
(principalmente el rito romano, pero también los ritos de algunas Iglesias locales como
el rito ambrosiano, el rito hispano-visigótico o los de diversas órdenes religiosas) y los
ritos bizantino, alejandrino o copto, siríaco, armenio, maronita y caldeo. El sacrosanto
Concilio, fiel a la Tradición, declara que la santa Madre Iglesia concede igual derecho y
honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven
y fomenten por todos los medios (SC 4)" (CEC 1203).
Hoy día está aprobada y publicada (1988) el Misal para las diócesis de Zaire, con sus
bailes y gestos propios de ellos.
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Cuestionario
4.- Hoy día, tal como ves la liturgia, ¿te parece fiel a la historia? ¿Qué quitarías o
añadirías?
¿Tendrían que celebrarse las Eucaristías en una sola lengua para cada comunidad o
hacer todas en bilingüe?
CAPITULO II
LA LITURGIA CRISTIANA
HASTA EL
MOVIMIENTO LITÚRGICO
INDICE
La Edad de oro del Rito Romano (s. V-VII):
• Cultura de la época
• Líneas de fuerza
• Cultura de la época
• Líneas de fuerza
La obra de Trento:
• Cultura de la época
• Cultura de la época
• Influencia en la liturgia
• Intentos de reforma
Apéndice:
Cuestionario
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A partir del siglo V la liturgia cristiana se enriquece con gran número de fórmulas y de
ritos. Destacan la bizantina en Oriente y la romana en Occidente, las dos capitales del
Imperio.
En este apartado cuarto nos limitamos a la liturgia romana. Esta época es conocida
como "edad de oro del rito romano". Ya hemos anotado que no todo lo que se dio fue
bueno para la calidad de las comunidades. Entre la parte positiva anotamos:
• Libertad para la Iglesia. Una vez convertido el cristianismo en religión oficial hace que
las comunidades cristianas crezcan y se esparzan por todas partes. Que el culto cristiano
salga de las catacumbas y de las casas particulares y se establezca en las "basílicas",
grandes locales inspirados en la arquitectura civil pero adaptados a las necesidades de la
reuniones multitudinarias de la comunidad cristiana.
• Prestigio de los obispos. Los obispos de Roma y de otras sedes van adquiriendo cada
vez más prestigio y autoridad y su actividad como autores de plegarias y de ritos se
caracteriza por un sentido innovador y dinámico, perfectamente adaptado tanto a las
exigencias de la fe cristiana como al talante de la cultura de la época.
• Desarrollo del canto litúrgico. A partir del siglo VI, se desarrolla el canto litúrgico.
Esto contribuye a dar al culto cristiano un tono de solemnidad y de elevación artística
que atrae y conmueve al pueblo.
• Gregorio Magno. A finales del siglo VI (años 590-604), es nombrado Papa el que
había sido prefecto de Roma, monje y obispo: Gregorio Magno. Teniendo en cuenta la
veneración del pueblo romano por las basílicas, Gregorio potencia y completa la
iniciativa de sus predecesores y da un realce mayor al culto estacional.
Esta reunión litúrgica servía de marco adecuado para la catequesis del pueblo. A ello
dedica sus homilías. Realizó reformas en el Leccionario, en el sacramentario (libro de
oraciones) y en el antifonario (libro de cantos). Redujo el número de lecturas a dos, pero
quería que ambas estuvieran bien coordinadas. Es conocido sobre todo por el esfuerzo
que realizó en el área del canto.
Junto a estas ventajas también se dieron inconvenientes. No podemos dejar de
mencionar dos cuestiones que han ejercido un influjo muy grande en la conciencia
eclesial de toda la Edad Media y aun de la historia posterior de la Iglesia:
• La justificación teológica del estado de cosas, realizada sobre todo por san Agustín.
Con las salvedades que haya que hacer, con san Agustín el Reino de Dios de que
hablaba Jesús deja de ser, en primer lugar, un proyecto de transformación del mundo y
se desplaza al "más allá".
• La gran convulsión que supuso para la Iglesia la invasión de los bárbaros, a finales del
siglo VI. La cristianización de los pueblos bárbaros, que invadieron el imperio fue un
gran reto para la Iglesia. Se convirtieron masivamente sin mayores dificultades al
cristianismo. Naturalmente, se puede dudar razonablemente de la sinceridad y, sobre
todo, de la profundidad de las convicciones cristianas de los nuevos convertidos, y, lo
que es más importante, no se puede olvidar que los nuevos pueblos traen su bagaje de
experiencias, de sensibilidad muy diversa.
Con este reto se encontró, a finales del siglo VI, el Papa Gregorio Magno. El desafío era
una nueva inculturación del cristianismo, una nueva traducción del mensaje cristiano a
pueblos ajenos a la cultura y pensamiento griegos. De aquí arranca la obra prodigiosa
del Papa Gregorio I. Adapta la doctrina de los Padres a las preguntas y a la capacidad de
comprensión de los pueblos bárbaros. Insiste en la supervivencia del alma después de la
muerte. (De aquí nacieron las misas gregorianas que han perdurado hasta hoy).
Lo vamos a dividir tomando estos tres puntos: la formación de libros litúrgicos, los
principales elementos del rito romano y el aspecto cada vez más ceremonioso que toma
la liturgia.
En esta época empiezan a formarse los libros litúrgicos. Libros litúrgicos son los que
contienen los textos para la celebración de la liturgia. Hasta entonces cada presidente de
la celebración solía improvisar libremente las plegarias -siguiendo, eso sí, un esquema
fijo- y no tenía necesidad de leerlas en ningún libro.
La causa del nacimiento de estos libros fueron varias: la necesidad de recoger por
escrito las plegarias más logradas, el poder usarlas en otras ocasiones y la demanda de
otras comunidades. Poco a poco se fueron seleccionando algunas de estas colecciones
de plegarias, oraciones y fórmulas, por razón de su calidad literaria o doctrinal o por el
prestigio de los autores. Estas colecciones dieron lugar a los libros litúrgicos. Reciben
distintos nombres según su contenido y su finalidad.
• Los sacramentarios. No son los que ahora llamamos Rituales de los sacramentos. Son
los libros que tienen lo que tiene que decir el celebrante. Contenían las oraciones que
debía decir el presidente de la celebración en la misa y en los sacramentos. Los más
importantes son el Veronés o Leonino, que contiene recopilaciones de los Papas León,
Gelasio y Vigilio; el Gelasiano, atribuido por error al Papa Gelasio; que contiene textos
que se utilizaban en las iglesias de Roma; el Gregoriano, del Papa Gregorio.
• Los leccionarios. Libros para las lecturas. Primero, se utilizaba directamente la Biblia,
pero después se vio que era más práctico tener los textos escogidos para cada
celebración. Así nacieron los leccionarios. Contienen los fragmentos bíblicos que se
proclaman en la Eucaristía de los domingos y fiestas.
• Los antifonarios. Libros que contienen los cantos. La palabra viene del griego "anti-
foné", canto contrario o lo que se responde al canto del cantor o del salmista. En la
Eucaristía los cantos de entrada, presentación del pan y del vino y comunión se llaman
en el misal antífonas.
• Los ordines. Ordine es orden, norma. Eran los libros de las rúbricas, de las normas o
de las orientaciones para celebrar como es debido. Estos libros se redactaron para
enviarlos a las Iglesias fuera de Roma, ya que querían celebrar al estilo romano.
• La Misa estacional. Es la que celebra el Papa en las diversas iglesias y que suple a la
antigua "asamblea única", ya que es imposible dado el elevado número de miembros de
la comunidad. Ya hemos anotado que hoy día se llama así a la misa solemne que celebra
el obispo.
• El canto. Aunque la participación de la asamblea es plena, comienzan a advertirse
síntomas de pasividad, sobre todo en los cantos. Éstos se hacen más difíciles y se
reservan al coro.
Se forma el Adviento.
Aparecen fiestas dedicadas a María y santos. Aquí hemos citado todos los tiempos
litúrgicos, pero no en su orden cronológico, no en su orden de aparición, sino tal como
hoy celebramos.
Así, comenzaron los obispos a usar anillo, a ser saludados con genuflexión o con el beso
en el pie, a usar trono, a ser acompañados con luces y con incienso.
Todos estos ritos procedentes del ceremonial de la corte imperial fueron adoptados en
las celebraciones litúrgicas; con lo cual la liturgia romana fue adquiriendo un tono que
no sintonizaba con los gestos muy simples de la Iglesia primitiva.
3.- Líneas de fuerza
A pesar de haber terminado el punto anterior recalcando que el rito romano se hizo más
ceremonioso, si miramos y lo comparamos con el rito oriental, debemos afirmar, que:
• las misas estacionales daban una imagen de la Iglesia como comunidad peregrina.
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La edad Media es un periodo de crisis profundas. La liturgia se vio muy afectada por
estas crisis, tanto en los siglos de la alta Edad Media (VIII-XII), como en la baja Edad
Media (XIII-XV).
• Culturales. Entran en el imperio los bárbaros con otra mentalidad y con lenguas que
no son la latina. La liturgia romana es débil para afrontar el choque con este nuevo
mundo. Se mantiene el latín, pero el pueblo ya no lo entiende, y así la liturgia pierde una
de sus dimensiones más importantes: la capacidad de evangelización popular. La
mentalidad religiosa de los pueblos bárbaros se caracterizaba por un terror ante la
divinidad, un gran individualismo y un fuerte sentimiento de culpabilidad. Cosa a tener
muy en cuenta.
Aunque anotemos algunas formas litúrgicas que nacieron en esta época, en este punto
nos fijamos más en el cambio y en la crisis que se produjo en la naturaleza de la liturgia.
Bastantes elementos esenciales de la liturgia dejaron de ser considerados como tales y
se introdujeron otros. Hoy día todavía perduran algunas ideas de esta época:
• Temor frente al amor. La obra de salvación de Cristo que se celebra en la liturgia, deja
paso al terror ante la divinidad y un fuerte sentimiento de culpabilidad. Se pierde el
carácter de celebrar la salvación. Se fijan más en sí mismos criaturas culpables que en el
amor salvador de Dios. Esta culpabilidad hace que surja el sentimiento de temor a Dios,
más que el sentimiento de amor a Dios. La Misa se llena de "apologías", es decir, de
confesiones de indignidad por parte del sacerdote celebrante. Queda todavía una de
estas apologías antes de comulgar, que el sacerdote debe hacerla en silencio "Señor
Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio
y condenación,... " (Rito de la Comunión, Preparación privada del sacerdote. Misal n.
145).
• Oficio divino. Por influencia monástica se enriquece y se complica. Abarca todas las
horas. Gana en longitud, pero pierde en popularidad. Comienza a considerarse como
exclusivo de los monjes y de los clérigos, hasta convertirse en una obligación individual
para ellos. San Francisco de Asís introduce la norma de rezar el oficio divino fuera del
coro de forma totalmente individual; para ello se publican los "breviarios" . (Breviario
es el antiguo nombre que se da al Libro litúrgico llamado "Liturgia de las Horas").
Aquellas asambleas que se reunían en los primeros siglos en las iglesias por la mañana y
por la tarde para santificar el tiempo, se convierte en una obligación personal.
Es fácil sacar una conclusión de este período medieval. Entran una serie de defectos
litúrgicos graves: formalismo, confusión doctrinal, rubricismo y clericalismo y se
convierten en más perniciosas hasta el punto de que, al final del período, se llega a una
situación lamentable, marcada por supersticiones y abusos. Esta situación es la que
denunciarán los reformadores protestantes y la que intentará superar el Concilio de
Trento. La liturgia es considerada como una actividad de los clérigos en beneficio de los
fieles, pasivos y silenciosos. Las órdenes mendicantes destacaron el intimismo, la
afectividad psicológica y el creciente individualismo.
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1.- Cultura
El estado de postración de la liturgia romana era reconocido por todo aquel que mirase
los hechos con objetividad. Aunque nos fijamos en aspectos externos, éstos nos
manifiestan el mundo interior. La idea que tenían los clérigos y fieles de la liturgia,
revela hasta qué contrasentidos puede llegar la práctica de la liturgia cuando se pierde
de vista su verdadera naturaleza. Enumeramos algunos abusos denunciados por el
Concilio de Trento:
• En cuanto al sentido comunitario. Dice el Concilio de Trento: "Es un abuso que, los
domingos y fiestas no se digan las misas propias ordenadas por la Iglesia, y en su lugar
se digan misas votivas o de difuntos. También es un abuso que se celebren
simultáneamente dos o tres misas, tan cerca unas de otras que mutuamente se estorben.
Otro abuso es que, mientras se canta la misa solemne se celebren al mismo tiempo otras
misas privadas. Hay que considerar si no sería mejor celebrar menos misas, ya que la
excesiva abundancia hace que los sacerdotes y los sacramentos se envilezcan "
Queriendo actualizar esto a nuestras parroquias citamos a los obispos del País Vasco ,
que inciden en parecidos abusos: "Es conveniente reunirse habitualmente con la propia
comunidad de pertenencia, que de ordinario será la comunidad parroquial " "Se evitará,
deforma habitual en domingo, la convocatoria a celebraciones eucarísticas en pequeños
grupos o restringidas a unos determinados participantes". "En las circunstancias actuales
de sensible escasez de sacerdotes, puede ser exigencia pastoral de graves e importantes
consecuencias, revisar el número de las celebraciones eucarísticas de cada parroquia o
lugar. Al hacerlo, se tratará de conjugar las verdaderas necesidades de las comunidades
cristianas, con las posibilidades reales de los sacerdotes y la misma calidad de las
celebraciones"
• Sobre las fórmulas sacramentales. "Es una abuso que algunos, cuando dicen la misa,
no mantienen la gravedad, sino que pronuncian las palabras sagradas de una manera
totalmente exagerada y, como si hicieran teatro, algunas veces levantan la voz
estertóreamente y otras veces musitan en voz baja, y así recitan a trompicones unas
palabras que tendrían que decirse con el mismo tono serio y mesurado. Hay otros que,
cuando llegan a las palabras de la consagración acercan la boca a la hostia y al cáliz y,
como si echaran el aliento sobre ellos, dicen poco a poco cada una de las palabras de la
consagración y hacen con la cabeza la señal de la cruz, como si esos gestos dieran más
fuerza consacratoria a las palabras del Señor"
Hoy día destacamos más la efusión y la fuerza del Espíritu Santo para que el pan y el
vino "sean el Cuerpo y Sangre de Cristo ".
• Sobre supersticiones. "No está bien que sobre la hostia consagrada se hagan más
cruces y signos de los que están establecidos, como si faltara algo a la consagración.
Además, algunos, las cruces que deben hacerse sobre la hostia y el cáliz, las ejecutan de
tal manera que más que hacer la señal de la cruz, parece que gesticulan, provocando así
la risa de los asistentes. Otros, después de la consagración, cogen con ambas manos la
hostia y, manteniendo la cabeza inclinada, la alzan llevándola hasta la nuca, tocando
muchas veces los cabellos "
No es que hayan llegado hasta nosotros todos estos abusos, pero sí hemos recibido una
situación fruto de esta época. Por ello, entre los principios para la reforma de la Liturgia
el Concilio Vaticano II nos señaló ésta: "los ritos deben resplandecer con una noble
sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones inútiles; adaptados a la
capacidad de los fieles y, en general, no deben tener necesidad de muchas
explicaciones" (SC 34).
Por lo que hemos leído nos damos cuenta de la situación de esta época. Por ello, una
frase repetida constantemente en los siglos XIV y XV era éste: sin concilio, no hay
reforma. Es decir, la reforma de la Iglesia no se puede esperar del Papa solo, ni se debe
dejar en sus manos. La reforma sólo puede hacerla el concilio general, y partiendo del
supuesto de que el concilio es el "órgano supremo" de la Iglesia, que puede obligar al
Papa.
El Concilio de Trento, intentó poner remedio, pero se fijó más en el terreno dogmático
que en lo práctico. No se reformaron muchas desviaciones, que tan sólo necesitaban una
reforma disciplinar y, litúrgica naturalmente, no produjeron todos los buenos efectos
deseados. El cambio del mundo exterior, muchas veces, es una catequesis para cambiar
el mundo interior.
Por otro lado, el Concilio no quiso ceder a una serie de reivindicaciones de los
reformadores protestantes, y así mantuvo el latín, continuó prescribiendo la recitación
de la plegaria eucarística en secreto y no favoreció la participación del pueblo. Se quedó
en buenos deseos, que no llegaron a ponerse en práctica. He aquí uno: "Aunque la misa
contiene una buena instrucción para el pueblo fiel, no ha parecido oportuno a los Padres
que se celebre ordinariamente en la lengua del pueblo. Pero, para que las ovejas de
Cristo no pasen hambre, el Concilio manda que los pastores, durante la celebración de
las misas, expliquen alguna de las cosas que se leen en la misa especialmente los
domingos y días festivos"
Dejó en manos del Papa la publicación de los nuevos libros litúrgicos. Y Pío V editó el
Breviarium romanum, (la Liturgia de las Horas) (1568), y el Missale romanum (1570).
Paulo V el Rituale romanum (1614). En estos libros se ve la buena intención de volver a
las fuentes genuinas de la liturgia, pero, debido a la falta de medios técnicos adecuados,
lo único que la reforma tridentina hizo fue purificar el rito romano de acuerdo con la
forma que tenía en tiempos de Gregorio VII (1073-1085), que como hemos dicho
anteriormente no era el rito romano puro, sino el rito romano con las incorporaciones de
la liturgia franco-germánica.
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• La Iglesia católica acentúa los puntos negados por los protestantes y no los que son
centrales en la liturgia:
Para que nos hagamos una idea del cuidado con que se llevó a la práctica esta misión,
según recoge una colección publicada en Roma, entre los años 1898 y 1890 la
Congregación de Ritos publicó más de 4.000 decretos. Esta casuística detallada creó en
la Iglesia lo que se ha llamado "complejo rubricista ", es decir, la obsesión por cumplir
escrupulosamente todas y cada una de las prescripciones rituales contenidas en los
libros litúrgicos, a menudo con más fidelidad a la "letra" que al "espíritu " de la norma.
De modo que las "rúbricas", (La palabra "rúbrica" viene de la palabra latina rubrum =
rojo, porque en rojo aparecían escritas las normas, en contraste con el negro de las
lecturas y plegarias.) que en un primer momento eran unas indicaciones sencillas de
"cómo se suele " realizar un rito, se convirtieron en normas autoritarias y rígidas sobre
"cómo hay que" llevarlo a cabo obligatoriamente, bajo pena de no validez del
sacramento.
En esta situación surgen una serie de fenómenos positivos para vivir y comprender la
liturgia, pero no adquieren "popularidad" y extensión en toda la Iglesia: en Alemania la
costumbre de cantar cantos populares en la misa permite una participación indirecta en
la liturgia y dos autores Mabillon y Muratori investigan y estudian a los Padres de la
Iglesia y se descubren y se editan los antiguos libros litúrgicos romanos.
En estos años tuvo lugar el sínodo diocesano de Pistoya (año 1786). Insistió en cosas
que las tuvo en cuenta el Concilio Vaticano II: un único altar en cada iglesia,
participación activa de los fieles, abolición del estipendio de la misa, reducción de
procesiones, música simple y adaptada al texto litúrgico, ornamentos que no distraigan,
reforma del Breviario y del Misal, publicación de un nuevo Ritual, reducir las fiestas,
leer a lo largo del año toda la Biblia, etc.
Estos intentos no tuvieron el éxito esperado porque estaban imbuidos de espíritu
moralizante: la ilustración no consideraba la liturgia como la acción salvadora de Cristo,
sino como una función educadora y de progreso moral para el individuo.
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APÉNDICE
Después de analizar, por encima, las distintas etapas de la historia de la liturgia y antes
de entrar en la reforma del Vaticano II, ponemos este cuadro de la evolución de la Misa.
Los especialistas del Vaticano II, aquellos a quienes les encargaron la reforma,
siguiendo los principios que había dado el Concilio, tenían en mente toda la historia de
la liturgia. La historia nos ha dado a conocer los elementos esenciales, inmutables y el
sentido de cada uno de los elementos; los cambios que se han realizado, si han sido para
hacerlos más expresivos o si los cambios no sólo han sido externos, sino que incluso
han cambiado el sentido.
Entrada
Liturgia de la Palabra
Preparación del altar
Plegaria Eucarística
Comunión
Final
Siglos II y III
en griego
No hay rito de entrada. Se entra en procesión cantando y se hace una oración
Se leen las memorias de los Apóstoles. Textos de profetas. homilía. Oración universal.
Beso de la paz. Se presentan el pan y el vino con agua al celebrante.
Ya existen el diálogo. Narración. Memorial. Epíclesis. Recuerdo de los difuntos.
Fracción del pan y Comunión.
Se hacen las colectas para otras iglesias y para los necesitados.
Siglo IV
en latín
Se sigue igual que en la época anterior. Se introducen cantos de salmos entre las
lecturas, el Aleluya. Sigue la homilía. Se despedía a los catecúmenos. Oración de fieles.
Beso de la paz. Se presentan las ofrendas hechas por los fieles y después se presenta
todo junto al pan y al vino al Señor. Sigue la Plegaria con el diálogo. Santo. Narración
memorial. Epíclesis. Recuerdo de difuntos. Frección del pan. Padre Nuestro (viene de
Agrica). Y se introduce la fórmula: El cuerpo de Cristo. Amén. Saludos y despedida.
Siglos V y VI
Reforma gregoriana
Se introduce el Canto de entrada. El Kyrie y el Gloria. Y se reza la oración colecta
como final del rito de entrada. Se fijan tres lecturas: AT, NT y Evangelio. Salmo
responsorial. Aleluya. Homilía. Despedida de catecúmenos. Oración de fieles. Procesión
con las ofrendas y un canto para acompañar. Oración sobre las ofrendas. Sigue la
Plegaria con+Diálogo, se multiplican los prefacios. Sigue la Narración. Memorial.
Epíclesis. Recuerdo y Doxología. Se introduce el rito de comunión con el Padre Nuestro
y su conclusión. Se mezcla el pan y el vino. Se bendice a los que van a comulgar. Beso
de la paz y canto de comunión. Una oración. Otra oración sobre el pueblo. Despedida y
Bendición.
Siglos VII y VIII
Influencia de Oriente: se ponen luces, incienso, se arrodilla, se amplía el número de
vestidos litúrgicos
Canto de entrada
Se introducen en la procesión de entrada los cirios y la cruz, que se ponen sobre el altar
y unas oraciones al pie del altar: Yo confieso. Lo demás sigue igual.
Se colocan las luces ya fijas en el altar. Lo demás sigue igual. La liturgia de la Palabra
sigue igual a la época anterior. Siendo igual a la época anterior, se introducen las
oraciones-bendiciones para el pan y el vino.
Siendo igual a la época anterior, se introduce el leer el prólogo del Evangelio de Juan.
CUESTIONARIO
1.- Escribe los cambios más negativos que se han dado en la liturgia y los momentos
(años) a los que corresponde
2.- ¿Qué elementos negativos que has visto en este capítulo perduran todavía en la
liturgia?
3.- ¿Qué lección nos enseña la historia a la hora de plantearnos la celebración de los
sacramentos en nuestras comunidades?
CAPITULO III
EL MOVIMIENTO LITÚRGICO
Y EL VATICANO II
Indice
• El Movimiento Litúrgico:
El retorno a la liturgia
La pastoral litúrgica
La ciencia litúrgica
Temas polémicos
Temas fundamentales:
• ¿Qué es la liturgia de la Iglesia?
• Formación litúrgica
• La Palabra de Dios
Vacíos de la constitución
• Corrientes de opinión:
La desacralización
Fe y sacramento
Celebraciones festivas
Adaptación litúrgica
Creatividad litúrgica
• Línea de conservación
• Línea de progreso
• Papel de la asamblea
Cuestionario
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a) El Movimiento Litúrgico
Le damos importancia a este Movimiento porque es el que preparó e hizo posible que la
primera Constitución del Concilio Vaticano II fuese sobre la Liturgia. Lo habían
preparado y estaba bastante aceptado por la Iglesia.
El movimiento litúrgico, que va desde principios del siglo hasta el concilio Vaticano II,
trabajó estos puntos y, al mismo tiempo, dio como frutos, los escritos de los papas Pío X
y Pío XII:
• el origen de la liturgia,
• la pastoral litúrgica,
• la ciencia litúrgica y
Veámoslos a continuación.
En el siglo XIX los fieles durante las celebraciones litúrgicas rezaban sus devociones:
bien el rosario, bien alguna novena, etc. La palabra de Dios y el misterio pascual cuya
actualización se estaba realizando eran totalmente desconocidos. La vida litúrgica iba
por su sitio y la vida espiritual de los fieles por otro. Por otra parte, los estudios de la
liturgia estaban completamente atrofiados. Su máxima preocupación era la mera
ejecución de los ritos, cuyo significado se había perdido.
Por ello el primer objetivo que se propusieron los autores del Movimiento Litúrgico fue
volver a la liturgia, volver a las fuentes de la liturgia.
Guéranger repetía en la introducción de uno de sus libros "Si este nuestro libro,
llamando la atención a los que tienen la misión de velar sobre las iglesias, contribuyese,
aunque fuera poquísimo, a frenar abusos muy grandes y a preparar, de algún modo, un
retorno a los principios válidos, en todo siglo, en materia litúrgica, ¿seria el nuestro un
crimen tan grande?".
Todas sus publicaciones tuvieron un objetivo claro, "el principal objetivo del libro es el
de iniciar a los más jóvenes de nuestros hermanos (benedictinos) en el estudio de los
misterios del culto divino y de la oración: dos cosas que deben constituir el principal
alimento de su vida".
Nadie quiere marginar el rosario, ni el Vía Crucis, ni las novenas, etc., pero sí situarlas
en su sitio. Lo central y lo original es la actualización de la salvación. El mandato del
Señor: "Haced esto en, memoria mía" no es para rezar el rosario, y demás devociones,
sino celebrar su memorial o vivir su memorial.
Todas estas razones hay que entenderlas bien. He puesto palabras entre comillas. Lo
cual quiere decir que no tienen su significado, que hay que entenderlas en su contexto.
Para hablar de la pastoral litúrgica de esta época tenemos que citar a su gran impulsor:
Lamberto Beuadin (1873-1960), sacerdote dedicado al mundo obrero, que entró en la
orden benedictina.
La devoción, la piedad y la vida cristiana debían inspirarse en la liturgia. Para ello, era
necesario promover la participación de los fieles en la liturgia. Es la vuelta a la liturgia.
Difundir la traducción del misal, para que las oraciones de los fieles fuesen las
oraciones litúrgicas, que son más objetivas. Y, como consecuencia, dejar de hacer
novenas en misa y llenar ese "vacío" con la misa misma.
Recuperar en el hogar las vísperas, la bendición de la mesa, oraciones en los tiempos
litúrgicos. Es decir, hacer que el espíritu litúrgico penetre en las manifestaciones
religiosas del pueblo cristiano.
Ahora bien, no todo fue un camino de rosas en la difusión del Movimiento Litúrgico.
Tuvo sus problemas y sus crisis. Los dos problemas o crisis de crecimiento que tuvo el
movimiento litúrgico entre sus miembros fueron:
• Relación entre liturgia y espiritualidad. El problema se suscitó por distintas ideas que
tenían unos y otros sobre lo que es la liturgia.
Para unos, y aún hoy día, la liturgia era el mundo ceremonial, el rostro exterior de las
celebraciones. Por tanto, la liturgia debía ocupar un segundo o tercer plano en la vida
cristiana. Para otros, la liturgia era la oración del Cuerpo de Cristo y, al mismo tiempo,
la presencia privilegiada de la obra salvadora de Dios. Por tanto, los fieles han de vivir y
personalizar la obra de Dios que actualiza la liturgia.
Como fruto de esta discusión se dio más valor al aspecto comunitario y a lo objetivo,
que a lo individual y subjetivo de las celebraciones litúrgicas.
3. La ciencia litúrgica
- Pío X. Papa entre 1903 y 1914, a los tres meses de su elección publicó el Motu propio
(Se llama Motu propio al documento por el que el Papa regula alguna iniciativa o algún
aspecto particular de la vida de la Iglesia.) "Tra le sollicitudine" para renovar la música
religiosa y restaurar el canto gregoriano.
A los dos años el decreto (Decreto: Son los documentos conciliares que desarrollan y
aplican concretamente lo ya formulado en las constituciones.) "Sacra Tridentina
Synodus" para fomentar la comunión frecuente; el año 1910 el decreto para admitir a
los niños a la comunión eucarística.
Resumiendo las tres líneas claras que aparecen en el magisterio litúrgico de Pío X son:
- la renovación de la música sagrada con el principio válido hoy día de "no hay que
cantar y orar durante la misa, sino cantar y orar la misa ";
- Pío XII. Papa entre 1939 y 1958, tuvo una actividad grande en materia litúrgica.
En la encíclica Mediator Dei presenta, por primera vez, el magisterio una doctrina
litúrgica completa y estructurada. Es el avance de la constitución del Concilio Vaticano
II sobre la liturgia. Destacamos estos tres contenidos fundamentales:
El equilibrio entre liturgia y espiritualidad. Equilibrio entre los que afirmaban que todo
es liturgia o que todo tiene que ser liturgia y entre los que minusvaloraban la liturgia,
equilibrio entre lo subjetivo y lo objetivo; entre lo comunitario y el individualismo;
entre progresismo y conservadurismo. Del fomento de la participación y de las misas
llamadas comunitarias se pasó a cuestionar la misa celebrada sin pueblo. De la
valoración del culto de la Iglesia se pasó a marginar y censurar las devociones, las
prácticas ascéticas, los ejercicios espirituales, así como el culto al Santísimo
Sacramento.
Esta encíclica tiene también algunas lagunas, que se han desarrollado y perfeccionado.
Notemos algunas lagunas:
Fuerza de los símbolos. Una teología inacabada y extrínseca acerca de los signos
simbólicos con los que se celebra la liturgia: Se afirma que los símbolos litúrgicos
estimulan y adornan el culto.
Lex orandi lex credendi (Axioma que significa: la oración es norma de fe. Se ora lo que
se cree. Por tanto, lo que decimos en la oración es la norma o ley para la fe.). Una
comprensión parcial o un planteamiento distinto de esta verdad. Lo tomaba como sólo
reflejo de la fe de la Iglesia y no como maduración de la fe, porque se ora según se cree
y también se cree según se ora.
El año litúrgico. La presentación del año litúrgico es algo ambigua, juega entre el
sentido moralizador y el sentido de actualización.
Por último citamos las palabras de Pío XII a los participantes del Congreso de Asís,
congreso internacional de pastoral litúrgica: "El movimiento litúrgico aparece como un
signo de las disposiciones providenciales de Dios sobre el tiempo presente (signo de los
tiempos), como un paso del Espíritu Santo en su Iglesia, para acercar ante todo a los
hombres a los misterios de la fe y a las riquezas de la gracia, que corren de la
participación activa de los fieles en la vida litúrgica ".
Son los principios y los fundamentos que hay que tener en cuenta para hablar algo de
liturgia, es el "abc" de la liturgia. Sin esto no sabremos nada de liturgia. Cada capítulo
está dividido en apartados. Y cada apartado en números. Pues bien, de este primer
capítulo destacamos el primer apartado, los números del 5 al 13 que tratan de los
aspectos doctrinales de la liturgia. En cierto modo son el núcleo de toda la constitución.
Se recogen los resultados de las investigaciones teológicas sobre la naturaleza de la
liturgia y se insiste en su importancia para la vida de la Iglesia.
Esto, en concreto, supone que al preparar la celebración debo estudiar analizar y vivir el
contenido de la celebración. Y al celebrar debo tener en cuenta el contenido analizado y
vivido.
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1 Temas polémicos
• Adaptación de la liturgia.
PRINCIPIO: "los textos deben resplandecer con una noble sencillez, han de ser claros
por su brevedad... adaptados a la capacidad de los fieles y por lo general no deben
necesitar de muchas explicaciones" (SC 34; Cf. SC 21). Es decir, hay que adaptar los
textos a la capacidad de los fieles.
Las ordinarias son las que dicen los rituales. Las pueden hacer las Conferencias
episcopales y los Obispos. (Edad de la confirmación, determinar los signos
penitenciales en la absolución colectiva). Son las adaptaciones acomodadas a las
necesidades de cada región (SC 38, Cf. SC 63b y 77).
Las extraordinarias son más profundas. Para ello es necesario estudiarlas y plantearlas a
la Santa Sede. Son adaptaciones que se pueden admitir en la liturgia porque son fruto de
la acción de las tradiciones y el espíritu de cada pueblo (SC 40).
PRINCIPIO: La participación del pueblo de Dios por ser pueblo santo y sacerdotal.
PRAXIS: Sobre este tema Juan XXIII en vísperas del Concilio publicó la constitución
apostólica Veterum sapientia, sobre el uso del latín. Imponía silencio a la "campañas"
contra el latín en la liturgia.
PUNTO POLÉMICO: El concilio reconoció el latín como lengua litúrgica, con algunas
pequeñas cosas en lengua vernácula (SC 36; Cf. 54 y 101). Estas decisiones fueron para
unos tímidas, otros se aferraron al latín, mientras otros lo eliminaron. Hoy día se ha
superado totalmente.
• La concelebración.
PUNTO POLÉMICO: Fue uno de los temas más discutidos. Muchos se opusieron
porque contrastaba con su apego devocional a la celebración particular.
Estos puntos polémicos se irán abriendo y aclarando en los años posteriores al Concilio.
2. Temas fundamentales
Los siguientes puntos, sin restar importancia a los anteriores, los consideramos
fundamentales. Son, en concreto éstos: qué es la liturgia, es decir, cuál es la naturaleza
de la liturgia, la formación del clero y del pueblo, y la revalorización de la palabra de
Dios
a) Qué es la liturgia
Resumen en puntos.
* Esta acción de Cristo salvador se prolonga en la historia por medio del sacrificio y los
sacramentos, en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica.
* Para realizar en la historia esta obra salvadora, Cristo está siempre presente en su
Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica.
* La salvación de Cristo, por tanto, llega al hombre de este mundo por los signos
simbólicos de la liturgia.
* Por esto la liturgia terrena es la salvación del hombre y de la glorificación de Dios por
el hombre. Un "avance" de la liturgia eterna. (SC 5-9).
* Y recomienda los ejercicios piadosos, pero que sean coherentes con la liturgia, se
deriven de ella y a ella conduzcan, ya que la acción litúrgica está muy por encima de
ellas (SC 13).
Puntos de discusión
b) Formación litúrgica
c) La Palabra de Dios.
Desde los primeros números, la constitución afirma que la Iglesia, desde el comienzo,
ha hecho presente la salvación leyendo en la Escritura cuanto se refiere a Cristo (SC 6).
Afirma también la presencia de Cristo en la Palabra (SC 7 y 33).
Llamamos vacíos a puntos que no han sido tratados con la amplitud que se merecen,
puntos que tenían que haber sido analizados con más detenimiento. Puntos que hoy día
se han profundizado más, como es natural.
He aquí tres.
• El año litúrgico. Se presenta el domingo como el día del Señor y como el eje del año
litúrgico (SC 102. 106). Pero sobre la presencia de los misterios de la vida de Cristo en
las celebraciones se afirma poca cosa. Por otra parte, los tiempos fuertes, exceptuando la
cuaresma, apenas son tomados en consideración (SC 109-110).
• La música. No se dio el relieve que tiene la música como acción y actividad simbólica
fundamental en la liturgia. Se dice bien poco sobre lo que se debe cantar en las
celebraciones. Enuncia el principio y poco más (SC 112). Pablo VI afirmaba que el tema
del canto requiere un amplia reflexión. Muchas veces se monta "otra liturgia" con los
cantos sobre la liturgia. El ejemplo más claro es el de las bodas. ¿Qué tendrán que ver
las marchas de Mendelsson y la nupcial con el sentido del matrimonio cristiano y con
los textos?
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En esta parte veremos algo de los nuevos libros litúrgicos y algunos documentos. Por
último, analizaremos la situación y las corrientes de opinión en esta época post-
conciliar.
Estos libros fueron: el Misal, las Plegarias Eucarísticas, los Leccionarios, los demás
Rituales y la Liturgia de las Horas. Van precedidos de introducciones que condensan la
teología, la espiritualidad, la acción pastoral y la normativa de las celebraciones. Son de
destacar la introducción al Misal y el Leccionario. La introducción del Misal se cita con
las siglas IGMR (Ordenación es la palabra que traduce a la latina Institutio. No sólo
implica ordenación de la celebración, sino también una educación litúrgica. Por eso en
las siglas aparece la primera letra la I. (General del Misal Romano) y la del Leccionario
OLM (Ordenación de la Lecturas de la Misa). Los tenemos en el Misal que usa el
sacerdote en el altar y en las nuevas ediciones de los Leccionarios.
Pablo VI decía que son "una nueva pedagogía espiritual nacida del concilio. Son una
gran novedad. Y nosotros no debemos dudar de hacernos primero discípulos y después
continuadores de la escuela de oración que ha de comenzar" con su puesta en práctica y
asimilación. Los libros son los grandes educadores de sacerdotes y fieles, cuando estos
los acogen y asimilan. No se puede hablar ni celebrar un sacramento sin haberlos
estudiado y asimilado.
• Documentos sobre la Eucaristía. Durante estos años hubo una polémica sobre el modo
de la presencia de Cristo en la Eucaristía. Pablo VI publicó la encíclica Mysterium fidei
(1965) sobre la fe de la Iglesia en el misterio eucarístico. Enumera las distintas
presencias reales de Cristo en la Iglesia. Enuncia la presencia real por antonomasia, "la
Eucaristía", y denuncia la insuficiencia de algunas opiniones. El año 1967 la Sagrada
Congregación de Ritos publicó la instrucción Eucharisticum mysterium. Ya se habían
terminado las polémicas. Recoge la doctrina eucarística y señala su práctica para la
celebración y el culto fuera de la misa. Desarrolla la teología de la celebración y la
comunión bajo las dos especies. En 1980 Juan Pablo II publica la carta Dominicae
coenae sobre el misterio y el culto de la Eucaristía.
La mayor parte de los sacerdotes y fieles acogieron la liturgia del Vaticano II con
expectación. En el post-concilio se han mejorado considerablemente las celebraciones.
Tal vez, exista hoy día algo de desencanto en esa mayoría silenciosa. Pero, desde los
comienzos del post-concilio, se hicieron notar dos minorías: una, involucionista aferrada
al latín y al misal de Pío V y otra, progresista, aferrada a sus invenciones. Unos y otros
pueden erosionar la unidad.
En el ambiente creado por la minoría involucionista se decía "que nos dejen rezar en la
Iglesia". Era la revancha del individualismo pietista y la denuncia del colectivismo y
activismo litúrgicos.
4. Corrientes de opinión
a) La desacralización.
c) Celebraciones festivas.
Surgió este término como reacción a las celebraciones didácticas, moralizantes de uno u
otro signo y al culto rutinario. El cristiano de la ciudad necesita de la fiesta. Se ha
querido devolver al culto la fantasía simbólica y el gozo lúdico. Esto se ha expresado en
la música, en el canto e, incluso, en la danza.
SÍNTESIS: Es verdad que a la liturgia renovada del Vaticano II le falta la fuerza del
simbolismo. Es claro el desequilibrio entre el oír, el decir y el ver y el hacer. La
acusación dé verbalismo está justificada. Ahora bien, esto no autoriza a convertir la
liturgia en un festival. La categoría de fiesta es incompleta para designar lo trágico y
gozoso del misterio pascual.
d) Adaptación litúrgica.
SÍNTESIS: En las ciencias humanas se abre un nuevo campo aún sin roturar para la
teología litúrgica. Es verdad que la experiencia litúrgica depende de las condiciones que
detectan las ciencias del hombre. Pero, también es cierto que las transciende. De todos
modos, no se han vislumbrado los caminos y las exigencias que la teología de la oración
abre al comportamiento litúrgico.
f) Los movimientos de oración.
Se han multiplicado estos últimos años. Desde los pentecostales hasta los más sencillos
grupos de oración. Casi todos ellos pecan de individualismo y subjetivismo.
g) Creatividad litúrgica.
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Después de hacer el recorrido histórico, conviene mirar al futuro, no para vaticinar cuál
va a ser la liturgia del siglo XXI, sino para ver cómo deben ser nuestras celebraciones
para que el núcleo esencial -el memorial del Señor- sea transmitido fielmente a las
generaciones futuras.
Dicho con palabras de la constitución: es necesario que los cristianos de hoy sepamos
"conservar la sana tradición" y, al mismo tiempo, "abrir un camino al legítimo
progreso". Al final, de este recorrido histórico, debemos preguntarnos qué es lo que nos
enseña la historia. Y no para repetirla, sino para tomar de ella las lecciones oportunas.
La evolución histórica de los ritos y los textos litúrgicos ha estado dirigida por estas dos
líneas de fuerza: la tendencia conservadora y la tendencia progresista.. Por un lado, la
fidelidad a la tradición ha obligado a conservar intocables un cierto número de ritos y
fórmulas; por otro, la necesidad de adaptación ha introducido cambios. Tradición y
progreso son los dos polos de una tensión dinámica, que no siempre se ha resuelto de
una manera equilibrada.
a) Línea de conservación
A lo largo de la historia encontramos unos ritos que han sido, en su núcleo esencial,
idénticos a ellos mismos. Es decir, no se han cambiado. Veamos, por tanto, esto en el
mundo de los ritos. Hay que distinguir entre el rito en sí, en su aspecto externo y el
sentido que tiene el rito.
• Hay fidelidad al sentido con independencia del rito en muchas ceremonias que la
misma Iglesia ha creado, de acuerdo con la tradición. Esto se da en los demás
sacramentos. Así se atribuye el mismo sentido al sacramento de la confirmación, tanto si
se considera como rito esencial la unción o la imposición de manos. Pablo VI en 1971
estableció que el sacramento de la confirmación se confiere mediante la unción del
crisma en la frente, que se hace con la imposición de la mano, y mediante las palabras
"Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo". Desde los primeros tiempos, el don
del Espíritu Santo era conferido en la Iglesia con diversos ritos. Estos habían sufrido
múltiples modificaciones.
• Hay fidelidad al rito sin tener en cuenta el sentido en una serie de ritos menores.
Fueron introducidos en una época determinada con una significación precisa, pero que
han perdido más tarde esta significación. Ejemplos: imposición de la sal en los ritos del
catecumenado. Hay que decir que muchos de estos ritos secundarios han sido
suprimidos o modificados por el Vaticano II.
Es importante observar que el aspecto decisivo en todos los casos es la unión entre el
rito y el sentido: ésta es la realidad verdaderamente inmutable en la liturgia, de tal
manera que cuando desaparece la unión entre rito y sentido, las acciones litúrgicas caen
en el defecto del ritualismo mágico.
b) Línea de progreso
• En otros casos los cambios han afectado al mismo núcleo esencial del rito. Ejemplo: la
penitencia. primero pública, después, privada, unas veces con imposición de manos,
otras, sin ella. etc.
• Por último, cambios debido al hecho de que algunos gestos, de entrada puramente
funcionales, han adquirido la categoría de verdaderos ritos, al ser dotados de
significación especial. El lavabo de manos era al principio un gesto o rito sólo
funcional, era para lavarse porque se manchaba. Después se le dio un sentido de
purificación.
Las causas que han influido en estos cambios han sido éstas:
El principio que hemos de tener en cuenta para la evolución futura es éste: "los textos y
los ritos deben ordenarse de tal manera que expresen con mayor claridad las cosas
santas que significan y que el pueblo cristiano, en la medida de los posible, pueda
comprenderlas fácilmente y participar en ellas por medio de una celebración plena,
activa y comunitaria" (SC 21).
Analizar primero el sentido; segundo, expresarlo por medio de los ritos con la mejor
claridad posible. Y teniendo en cuenta la comprensión del pueblo para que pueda
participar plena, activa y comunitariamente.
La parte histórica que hemos analizado por encima, nos ha puesto a tiro la parte
teológica. Comenzaremos en los siguientes capítulo la parte teológica.
Las ideas y los conceptos que hemos visto, sobre todo, en el Movimiento Litúrgico y en
el Concilio son los que van a ser analizados en esta parte teológica.
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Cuestionario
2 Escribe tres ideas fundamentales dela constitución litúrgica del Vaticano II.
3 ¿Cómo crees que se debe entender el principio de "adaptación de la liturgia" (SC 34).
5 Escribe, según tu opinión, tres corrientes de opinión que todavía persisten entre
nosotros.
CAPITULO 4
Naturaleza de la Liturgia
Introducción
1.- Teológica, porque es lo que está dentro de lo que aparece ante nuestros ojos en las
celebraciones: el que está dentro es Dios salvando.
2.- Expresiva, porque lo que aparece es la expresión de la salvación de Dios. Dios nos
salva hoy día y lo hace también por medio de la liturgia.
Las hemos unido ambas en una parte, porque en cada capítulo iremos viendo estos dos
aspectos de la liturgia: la teológica y la expresiva, el fondo y la cara externa. Ambas
forman la realidad.
El externo, personas reunidas y el interno, el Espíritu que las hace Cuerpo de Cristo.
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Indice
• Misión de la Iglesia
Noción de Liturgia
Dos cuestiones:
• Liturgia y vida
• Liturgia y celebración
Cuestionario
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Un ejemplo
El peligro en la vida cotidiana está es tomar una parte por el todo, un mundo por los
dos.
Aplicación a la liturgia
Con la liturgia sucede algo perecido. La liturgia tiene también dos mundos, dos
dimensiones o dos elementos.
Cuando vamos a una celebración litúrgica, lo primero que aparece ante nosotros es un
edificio (iglesia, ermita) que es como una sala grande, hay una mesa-altar, un ambón,...
unas personas reunidas, algunos están junto al altar,... se leen unas lecturas, se canta, se
reza, se comulga,... y la gente cambia de posturas. Esto sólo no es liturgia. Todo esto no
es más que la manifestación de "algo". Tampoco este "algo" sólo es liturgia, aunque sea
el elemento más importante. "Lo más importante es lo que no se ve".
La finalidad de estos primeros capítulos es conocer este "algo", más tarde uniremos y
relacionáremos los dos mundos. Primero hay que conocer el mundo interior, para
vivirlo. Después la podemos manifestar y expresar adecuadamente.
El hilo que vamos a seguir va a ser éste: fijándonos en los últimos años, analizaremos
dos ideas de liturgia: la estética y la jurídica; después, iremos al Concilio Vaticano II
para analizar la noción de liturgia que nos da; desde esta noción que nos da el Concilio,
diremos qué es la liturgia, su naturaleza. Una vez aclarado esto, juzgaremos las dos
ideas anteriores (la estética y la jurídica). Por último, terminaremos aclarando la
relación que tiene la liturgia con la vida y con la celebración.
La educación recibida
A los que han sido educados antes del Concilio Vaticano II les ha tocado vivir en medio
de esas curvas descendentes y pueden tener una idea de la liturgia algo equivocada.
(1) Ceremonia se llama a un rito que se realiza con un tono de solemnidad ritual, más
bien público y reglamentado. La ceremonia la entendemos referida a la forma externa
del rito y a su exactitud formal. Pero esto no debe prejuzgar la profundidad de su
sentido, que abarca toda la realidad que sucede. "Las sagradas celebraciones que preside
el Obispo manifiestan el misterio de la Iglesia, a la que está presente Cristo: no son,
pues, mero aparato de ceremonias "(Ceremonial de los Obispos 12).
(2) Se llama estético a una cosa bella, artística. Estético es lo bello, lo bonito. La estética
trata de la belleza.
(3) Se llama rito a los gestos y textos que expresan y configuran una acción sagrada. A
lo largo de la historia la palabra "rito, ritos" ha sido muchas veces sinónimo de lo que
ahora llamamos liturgia. La liturgia tiene mucho de ritualidad, con un lenguaje de gestos
y acciones repetidas, que son ayuda para expresar lo que celebramos. Por este peligro,
entender el sentido de la liturgia desde su aspecto exterior o ceremonial, ahora
preferentemente se llama celebración o acción litúrgica (SC 7. 26. 112). En el capítulo
7, al hablar de la sacramentalidad de la liturgia hablaremos más extensamente del rito.
Esta idea nació en la época barroca (siglos XVIII-XIX). Ya hemos dicho que una
característica del barroco es la tendencia a resaltar los aspectos periféricos. Las
celebraciones barrocas se hacen brillantes y espectaculares, para entusiasmar a los
fieles, para dar a conocer la grandeza de Dios.
Lo jurídico nos remite a la ley. Para los que toman la liturgia solamente en su aspecto
jurídico, la liturgia es algo regulado por las leyes. Y como las leyes las da la autoridad,
la liturgia es aquello mandado por la autoridad. Para algunos la liturgia es la suma de
leyes y preceptos que regulan el culto de la Iglesia. Es válida aquella celebración
litúrgica que cumple exactamente todas y cada una de las leyes y normas. Persiste
todavía esta idea en algunos. Todavía escuchamos frases o preguntas como éstas.¿Esta
misa vale para cumplir el domingo? La mentalidad jurídica y la rubricista son muy
parecidas. Hay que cumplir todo, hasta el último detalle. Así me quedo tranquilo.
Este concepto de liturgia nació a partir del Concilio de Trento. Fue un momento
concreto de la historia de la Iglesia, con unos problemas concretos a los cuales había
que dar una solución. El año 1588 el Papa Sixto V creó la Sagrada Congregación de
Ritos. Desde entonces y durante cuatro siglos, la liturgia romana, sobre todo la misa, ha
permanecido totalmente petrificada, fija en todos sus aspectos externos. La praxis de
esta Congregación no fue continuar, como debiera haber sido, con la reforma de Trento,
sino cuidar la fidelidad de lo mandado en los libros litúrgicos.
Esta noción también fue rechazada por Pío XII en la encíclica Mediator Dei.
Hoy día, aunque en algunas personas subsista parte de esta mentalidad, estamos más
bien en el lado opuesto: las normas no valen nada. Naturalmente, debemos colocarnos
entre ambas posturas, no para hacer equilibrio, sino para manifestar y expresar la
comunión y la unidad con toda la Iglesia ese "algo" que celebramos.
Todos tenemos que vivir los ritos, que son manifestaciones de nuestro ser corpóreo,
pero debemos evitar el cumplir el rito por el simple hecho de que esté mandado.
a) Historia de la Salvación
La constitución SC en el número 5 cita este texto de san Pablo: "Dios quiere que todos
los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4). Y una vez
enunciado el propósito divino de salvación universal, afirma que este propósito ha sido
revelado por medio de los profetas y, por último, por Jesús, el Verbo encarnado,
convertido él mismo en instrumento de nuestra salvación. Es decir, fue él quien realizó
esa salvación: "En Cristo se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la
plenitud del culto divino" (SC 5).
Ya tenemos el primer punto básico para poder entender la liturgia: Dios tiene un plan.
Este plan es salvar a la humanidad y glorificar su nombre. Lo realiza Cristo Jesús con la
fuerza del Espíritu Santo dándole plenitud en el misterio pascual. A este iniciativa y a su
realización en la historia llamamos Historia de la Salvación. Es decir, Historia que va
hacia la Salvación o Historia salvada en Cristo.
En este punto no hemos hablado nada de la liturgia. Vayamos al segundo punto y
veamos dónde aparece la liturgia, es decir, cuál es el lugar de la liturgia en todo esta
plan salvador de Dios.
b) Misión de la Iglesia
Nos fijamos en la palabra "realizar". La Iglesia tiene que realizar la obra salvadora que
anuncia. Y el concilio nos dice que esto lo hace (lo realiza) mediante el sacrificio
(Eucaristía) y los sacramentos, que es la liturgia. Por ello, decimos que el plan salvador
de Dios realizado una vez por todas, por Cristo Jesús, lo realiza ahora y aquí por medio
de la liturgia. La Liturgia realiza, es decir, actualiza aquí y ahora la obra de la salvación.
Y así, de golpe, coloca la liturgia en el corazón mismo de la "historia de la salvación".
El misterio que la Iglesia anuncia y celebra en su liturgia es el "designio benevolente"
de la Trinidad.
San León Magno lo decía con estas palabras: "lo visible de nuestro Redentor ha pasado
a los sacramentos ".
Citamos otra vez la constitución sobre la liturgia: "Es el misterio de Cristo lo que la
Iglesia anuncia y celebra en su liturgia a fin de que los fieles vivan de él y den
testimonio del mismo en el mundo. En efecto, la liturgia, por medio de la cual se ejerce
la obra de nuestra redención, sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía,
contribuye mucho a que los fieles, en su vida, expresen y manifiesten a los demás el
misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la verdadera Iglesia " (SC 2).
Liturgia es, por tanto, la actualización del misterio salvador de Dios. Esta es la
dimensión interna de la liturgia. ¿No es el más importante?
Consecuencias:
• El misterio que celebramos es, en primer lugar, la obra de Dios, la que él lleva a cabo
en nosotros y para nosotros. Soy yo, pues, quien entro en la liturgia: no soy yo quien la
creo. Soy yo quien entro en la salvación que Dios ha realizado: no soy yo quien creo la
salvación. Por eso en la liturgia hay que entrar con una actitud de servicio, para que
aparezca con toda la fuerza expresiva esa salvación que Dios actualiza aquí y ahora
sacramentalmente, pero realmente. Se entra en la liturgia con la mirada puesta en Dios,
para acogerlo. La liturgia no es una palabra humana, sino una respuesta humana a la
palabra de Dios.
Noción de liturgia
Antes habíamos dicho que el beso es la manifestación de "algo" por medio de un toque
con los labios. Ahora, para entendernos mejor y antes de decir lo que es la liturgia con
palabras del concilio, digamos que liturgia es la manifestación, aquí y ahora, de la
salvación de Dios por medio de ritos. Así quedan expresadas los dos aspectos: interno:
salvación de Dios, y externo, manifestación por medio de ritos.
Realmente en esta obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los
hombres santificados. Cristo asocia siempre consigo a su Iglesia, que invoca a su Señor
y por él tributa culto al Padre Eterno.
En el texto conciliar hemos subrayado unas frases. Son las que expresan lo que es la
liturgia. Las explicamos:
Esta es la dimensión interna de la Liturgia. Pero, como también tiene una dimensión
externa, la recalca y subraya::
• En la liturgia los signos sensibles (4) significan y realizan la santificación del hombre.
La liturgia no se realiza encerrándose en sí mismo, entrando en uno mismo y viviendo la
experiencia salvadora de Dios sin manifestarlo. La liturgia no es "espiritualista", sino
encarnacionista. Con ello el Vaticano II ha puesto la liturgia en la misma línea histórico-
salvífica del Verbo encarnado. La humanidad, la carne del Cristo fue el instrumento de
nuestra salvación (SC 5). Esta encarnación es presencia eficaz de lo divino en la
historia. Esta encarnación continúa efectuándose en las acciones y en los signos que la
Iglesia utiliza en la liturgia. Los signos y acciones son prolongación de la humanidad
del Hijo de Dios.
(4) Signo sensible en la liturgia es todo lo que vemos: edificio, mesa-altar. ambón,
personas, posturas, elementos como el pan, vino, agua, cantos, oraciones,... todo lo que
percibimos por los sentidos. La palabra signo será explicada en un capítulo posterior,
que trataremos sobre la sacramentalidad de la liturgia.
Una vez dada la noción de liturgia, nos damos cuenta que ya tenemos su idea original y
auténtica. La liturgia tiene su origen en el designio salvador de Dios realizado por
Cristo. Cristo nos asocia a nosotros y juntos con él damos culto verdadero y auténtico a
Dios, uniéndonos a su entrega por medio de signos sensibles.
Esta es la naturaleza de la liturgia: la misma obra de Cristo, que se realiza por medio de
signos.
"Liturgia es una acción sagrada a través de la cual, con un rito, en la Iglesia y mediante
la Iglesia, se ejerce y continúa la obra sacerdotal de Cristo, es decir, la santificación de
los hombres y la glorificación de Dios"
Un diamante en el estuche
Ningún joyero presenta las piedras preciosas sobre una mesa de mármol. Si quiere
hacerlas brillar, las coloca en una montura graciosa y las presenta en un estuche de
terciopelo rojo o azul, para protegerlas y realzar su valor. Algo parecido pasa con la
liturgia.
El rito, lo externo, está al servicio del misterio de la salvación, en el cual y por el cual se
ha obrado nuestra salvación y se nos dio la plenitud del culto divino.
Toda comprensión del rito litúrgico que olvide esta realidad fundamental es, en sí
misma, incompleta. Es por este motivo el que no podamos aceptar, como decía Pío XII,
una comprensión de la liturgia reducida a puro y simple ceremonial.
Celebramos la liturgia externamente con símbolos y ritos: no podría ser de otra manera
tratándose de personas con cuerpo. Pero en y por medio de estos símbolos y ritos los
creyentes acogemos y, al mismo tiempo, nos encontramos con el Señor.
Una vez asumida la noción del Liturgia del Vaticano II, estamos preparados para juzgar
las nociones estética y jurídica de liturgia.
Pero, los ritos y las ceremonias son un instrumento relativo, es decir, se pueden y se
deben cambiar (SC 21) y de hecho se han cambiado porque la forma de expresarse varía
de unas culturas a otras, de unos tiempos a otros. Lo que no se puede variar es el
contenido de la celebración litúrgica, que es la obra de Cristo. Así lo expresa el
Concilio:
"La liturgia consta de una parte que es inmutable, por ser de institución divina, y de
otras partes sujetas a cambio, que en el decurso del tiempo pueden y aun deben, variar,
si es que en ellas se han introducido elementos que no responden tan bien a la naturaleza
de la misma liturgia o han llegado a ser menos apropiados.
En esta reforma, los textos y los ritos se han de ordenar de manera que expresen con
mayor claridad las cosas santas que significan y, en lo posible, el pueblo cristiano pueda
comprenderlas fácilmente y participar en ellas por medio de una celebración plena,
activa y consciente" (SC 21).
La razón última de las reformas litúrgicas o cambios está no en la estética, en lo bello,
sino en la naturaleza misma de la liturgia. Los ritos están ordenados para expresar con
mayor claridad el contenido, el mundo interior de la liturgia. Primero, hay que vivir la
obra de Cristo y el sentido de cada una de las partes de la celebración, ya que cada parte
tiene un sentido. Después mirar y analizar cómo se puede expresar con más claridad. La
relatividad de los ritos y ceremonias consiste en que están al servicio del sentido, del
contenido, del mundo interior. Por esto, el Concilio nos dice el criterio a tener en cuenta
para las variaciones:
El Concilio había dicho que la liturgia es mucho más que el resultado de la voluntad de
regular de la Jerarquía. No hay duda que la Iglesia tiene verdadero poder para ordenar
su vida litúrgica. Pero se había llegado a tal situación, que parecía que la jerarquía
eclesiástica era el sujeto agente de la acción litúrgica. Y naturalmente, el sujeto agente
principal, el que ha realizado el plan de Dios ha sido Jesucristo. La Iglesia es, en primer
lugar, sujeto paciente, la que es salvada y es sujeto agente en segundo lugar, porque
Cristo se une con ella para actualizar esta obra. Así pues, el contenido de la liturgia no
está en la voluntad reguladora de la jerarquía sino en Cristo mismo.
Otras veces, sigue existiendo el monopolio y control, no de Roma, sino del clero. Este
control se ejerce tanto en la señalización de ritos, como en una dirección concreta que se
da a las celebraciones independientemente de las lecturas y oraciones. En el terreno
litúrgico tendríamos que hablar tanto de un clericalismo integrista como del progresista.
El número 23 de la constitución litúrgica habla, tal como hemos citado, de un estudio
teológico, histórico y pastoral de cada rito. Los ritos no se han ordenado porque sí, sino
por unas razones teológicas (bíblicas), históricas y pastorales. Estas son las que hay que
analizar, para poder actuar con sentido litúrgico.
Sin embargo, la realidad es que los ritos están minuciosamente codificados. La liturgia
tendría que ser la expresión de la fe de la comunidad. Si la Iglesia introdujo unas
normas fue para evitar abusos. Siguiendo por ese camino se llegó al rubricismo. Las
cosas hay que tomarlas con naturalidad, sin agobios, ni cargos de conciencia, pero
también con respeto, el respeto que merece todo el trabajo y estudio de tantos que han
realizado la reforma. Siempre tenemos que tener una mentalidad abierta y pensar si con
otra forma mejoramos la celebración o no. Abiertos, sin embargo, también a lo que uno
hace. La misma apertura o el mismo juicio crítico debemos tener también para lo que
nosotros hacemos.
En la celebración hay un juego entre repetición y novedad, y realizar bien este juego es
lo que da gracia y ritmo.
- Pero es importante, al mismo tiempo, que haya elementos nuevos, que den color a lo
repetido. El elemento distinto es la lectura de la Palabra. Pero hay otros a nivel de
signos: la ambientación de la Iglesia, breves frases que colorean la plegaria eucarística,
el gesto de la paz, aquel canto peculiar. Estas cosas ayudan a resaltar y dar personalidad
propia a días y fiestas especiales.
Dos cuestiones
Las cuestiones a las que nos referimos son las siguientes: la liturgia, ¿es sólo el
momento de la celebración o es la vida? ¿Qué relación tiene la liturgia con la vida?
a) Liturgia y vida
Muchas veces al final de la Eucaristía se suele decir que "ahora, cuando salgáis a la
calle, lo que hemos celebrado hay que vivirlo ". Como si la celebración litúrgica,
primera acción, estuviera separada de una segunda que vendrá a continuación, es decir,
como si fueran dos cosas distintas, que, sin embargo, hay que unirlas. Veamos su
relación.
• Si nos fijamos en el lenguaje que utiliza el concilio y los textos litúrgicos veremos que
sale muchas veces la palabra sacrificio (5). El Concilio y muchos textos litúrgicos
hablan de sacrificio y no de entrega-ofrecimiento. Las nuevas Plegarias, por ejemplo la
Plegaria V nos habla indistintamente de sacrificio y de ofrecimiento: "Dirige tu mirada,
Padre santo, sobre esta ofrenda; es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su
Sangre y, por este sacrificio, nos abre el camino hacia ti ".
(5) Sacrificio: Literalmente quiere decir, hacer algo sagrado, es decir, sacrum (sagrado)
y facere (hacer). Para hacerla sagrada se ofrecía a la divinidad. Estamos en un sentido
de lo sagrado distinto del cristianismo. Para nosotros no hay unas cosas que sean santas
y otra, profanas. Todo es sagrado. Como se ofrecía a la divinidad, es decir, uno se
desprendía de algo que apreciaba suponía una renuncia (inmolación) de sí o de las
propias posesiones. En el AT sigue presente esta idea de sacrificio. Se sacrificaban o se
ofrecían animales, etc. En el NT no tiene importancia este concepto de sacrificio: sólo
es válido el de Jesús. Y el sacrificio de Jesús es el ofrecimiento de sí mismo, pero no
para hacerse sagrado, sino para ponerse al servicio de Dios Padre. A los cristianos se nos
pide que nos unamos a esta entrega de Cristo con la actitud interior y con el
ofrecimiento de nuestro cuerpo, de nuestra vida (Hb 10, 10; Rm 6, 13; 12, 1 ; 1 Pe 2,
21...)
Hoy día en el lenguaje actual nos llena más la palabra ofrenda, entrega u ofrecimiento.
Entendemos mejor el entregarnos, el ofrecernos. Con esto queremos subrayar que en la
liturgia nos entregamos a Dios, a su causa, por, con y en Jesucristo.
A esto hay que llegar en cada celebración. Pero esta entrega nuestra no se agota en la
celebración. Se expande y se concreta en la vida diaria.
De aquí se deriva una importante conclusión para la vida cristiana. No hay dualismo
entre la liturgia y la vida. Toda aquello que es vida cristiana es dos cosas: liturgia en la
vida y vida en la liturgia (culto en la vida y vida en el culto).
La entrega del cristiano a la acción amorosa de Dios que se realiza por el sacramento,
no es sólo entrega de pensamiento, sino que, al mismo tiempo, es sintonía y apertura de
hechos, de vida, de práctica.
Evidentemente, esto no quiere decir que la liturgia sea exclusiva de santos. De la misma
manera que la fe es casi siempre imperfecta -en camino- también lo es la sintonía de
vida. En la Eucaristía celebro el amor de Dios realizado en Cristo y, al mismo tiempo,
vivo mi amor a los hermanos. Celebro y vivo lo que tengo por gracia de Dios, sabiendo
que es imperfecto. Pero no tengo que salir de la iglesia para vivir mi amor.
Volviendo, por tanto a la primera frase, lo correcto es decir "continuad viviendo lo que
habéis vivido en la celebración".
La oración después de la comunión habría que concretarla más mirando a la vida diaria
y a los problemas que vamos a encontrarnos. Estas oraciones, escritas en otros tiempos
muchas de ellas, miran más a la vida del cielo.
b) Liturgia y celebración
La vida cristiana tiene un aspecto que es culto (6) al Padre por medio de Jesucristo bajo
la acción del Espíritu Santo. Este aspecto no se puede reducir al momento de la
celebración, sino que implica y abarca toda la existencia de los cristianos, convirtiendo
su vida en ofrenda al Padre.
(6) La palabra culto (del latín cultus, honrar venerar) se aplica en liturgia a las muestras
de veneración y respeto hacia personas o cosas. El culto es la expresión concreta de la
virtud de la religión, en cuanto manifestación de la relación que une al hombre con
Dios. Subraya el aspecto de criatura ante en Creador. Pero se usa muchas veces
indistintamente para nombrar la celebración es también el nombre que recibe la misma
celebración litúrgica: el culto que dirigimos a Dios.
• La liturgia es el culto de toda la vida cristiana hecha ofrenda a Dios y que actualizan la
presencia de la salvación. Abarca toda la vida.
Podemos afirmar que toda la vida cristiana es liturgia, pero no toda la vida cristiana es
celebración.
Ahora bien, afirmamos que aunque la celebración se realiza mediante ritos, ceremonias,
gestos y símbolos no es lo mismo celebración que ceremonia. La ceremonia no es más
que un elemento de la celebración, una acción externa sujeta a una norma o costumbre.
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Cuestionario
1.- Hemos empezado el capítulo poniendo un ejemplo para introducirnos en la liturgia.
Pon tú otro ejemplo.
2.- Cita algún texto de la Biblia sobre el culto falso. Busca en las primeras lecturas de
las misas de cuaresma..
3.- Una madre que su hijo celebra la primera comunión, me dice que todo ha ido bien,
pero que le ha perecido frío: que no se ha emocionado. ¿Qué le responderíamos? ¿Qué
deberíamos hacer?
4.- Uno de los aspectos más complicados para nuestra vida cristiana es unir la
celebración y la vida, la liturgia y la vida. Escribe en pocas palabras lo que se entiende
por celebración y lo que se entiende por vida litúrgica.
5.- No hay liturgia sin vida, ni vida cristiana sin liturgia. Explica esta frase.
CAPITULO 5
La celebración
Indice
Introducción
• Desde lo humano
Resumiendo:
Celebramos en comunidad
Celebramos en un lugar
Explicación
Profundizamos:
La celebración es misterio
La celebración es acción:
La celebración es vida
Cuestionario
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Introducción
Para situarnos ante el tema proponemos esta parábola contada por A. Pronzano:
Cuentan que en EE. UU. concedieron seis becas para ir al Polo Norte. Se inscribieron
cinco científicos y un observador. De regreso a EE. UU. los científicos enviaron un
dossier voluminoso y completo de su experiencia. El observador se pasó el tiempo
paseando, disfrutando del lugar, contemplando y degustando lo que sus ojos le
permitían ver, sus oídos escuchar, sus pies pisar, y su tacto palpar. Éste también envió
un pequeño documento: ¡cómo se ve el Polo Norte cuando hay tiempo para disfrutarlo!.
Cuentan que al año siguiente se inscribieron cinco observadores y un científico.
En la vida hay cosas que no "sirven". Hay personas que tienen una noción de eficacia
muy diferente de aquella noción a la estamos habituados: saben gustar, observar, perder
el tiempo, contemplar y celebrar. Cuando hablamos de celebración hay que introducirse
en ella desde la gratuidad, desde la fiesta y no desde la eficacia.
Somos unos privilegiados. Lo más grande que ha hecho Dios por nosotros, su entrega
por amor, lo podemos actualizar aquí y ahora. Es lo más grande que nos puede ocurrir,
lo más hermoso. Nosotros, yo en ese nosotros, aquí y ahora somos incorporados a la
obra de Cristo, somos salvados y, por tanto, damos a Dios el verdadero culto. "La gloria
de Dios es la salvación del hombre" (S. Ireneo). Esto no se realiza por obligación, esto
no es obligatorio. Esto es pura gracia. Es motivo de alegría, de agradecimiento, de
fiesta, de celebración.
Después, veremos la celebración desde la vertiente teológica. Así, pues, veremos qué
supone humana y teológicamente el celebrar.
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Ignacio y María hace 25 años que se casaron y quieren celebrar sus Bodas de Plata con
sus hijos, padres y hermanos.
Desde lo humano
• Toda celebración siempre es comunitaria. Se celebra en familia, con los familiares, con
los amigos, etc., han invitado a los padres, hermanos y algunos amigos más íntimos. No
quieren celebrar en privado. Les parece que no tiene fuerza. La celebración es un medio
para encontrarse y relacionarse con otros. La celebración es, pues, abrirse al otro en una
comunidad, en un grupo.
• La celebración une al grupo hasta el extremo de formar grupo o comunidad con las
personas que se reúnen para compartir dicha experiencia: todos se sienten unidos,
hermanos, amigos, como si fueran una gran familia. Se refuerzan los lazos
interpersonales. Se desean nuevas celebraciones, se desea repetir aquello, vivirlo otra
vez. Seguir viéndose, saludándose, unidos ¡Cuántas veces de una celebración sale otra!
Los elementos que se usan se comprenden y comunican un mensaje que se puede revivir
y actualizar cuantas veces sea necesario: el símbolo que le ha entregado en la Eucaristía,
como resumen de toda la vida juntos, adquiere un significado especial, más profundo.
(Recuerdo una celebración de estas en la que el marido le entregó la primera foto que le
entregó ella. Lo tenía como algo precioso y le entregó este día).
• Por último, celebrar es jugar, hacer fiesta. Fundamentalmente es algo gozoso y lúdico.
Algo libre, desinteresado, gratuito, inútil, aunque llena de sentido: Se canta, se ríe, se
baila, etc. Es poner de manifiesto el esplendor de la vida, las capacidades de una vida
que se alegra de estar viva, una vida que se goza en sí misma. Es como la espuma de la
existencia.
Resumiendo
Celebrar es volver a recrear, a repetir, a compartir experiencias vividas que han sido y
son significativas. Y la vida es rica en situaciones, acontecimientos, experiencias,
vivencias que merecen la pena celebrarse.
La vida, nuestra vida de cada día, está llena de celebraciones pequeñas o grandes, de
gestos rituales, de protocolos: desde el saludo más o menos formal ("celebro
encontrarte, amigo") hasta el leer aquella página una y otra vez del libro que sólo tú
conoces, escuchar tu música preferida, o descansar en aquel lugar de la casa que es
remanso de paz y cuyos recuerdos y vivencias configuran de alguna manera tu propia
identidad.
En primer lugar, hemos de decir, que todos los puntos que hemos analizado en una
celebración humana se dan en la celebración litúrgica, porque no es otra cosa, es
también celebración. Por eso vamos a seguir los pasos que hemos dado para analizar la
celebración de las Bodas de Plata para ver las característicos de la celebración litúrgica:
Llamamos, pues, Misterio Pascual, en general, a todo lo que realizó Cristo en su vida.
Sin embargo, normalmente, cuando hablamos de Misterio Pascual nos referimos a lo
más básico y fundamental de toda su vida: a la entrega total en la muerte y al sí del
Padre, al paso de la muerte a la vida, que es el resumen y culmen de toda la vida de
Cristo. Misterio Pascual, es pues, en resumen, su muerte y resurrección.
¿Por qué llamamos a todo Misterio Pascual? Porque todo lo que realizó Jesús en su vida
era ya salvífico. Anticipaba la fuerza de su Misterio Pascual. Anunciaban y preparaban
aquello que El daría a la Iglesia cuando todo tuviese su cumplimiento en la resurrección.
Todo es salvífico en Cristo, puesto que Él es la salvación.
Por tanto, lo que dijo y realizó Cristo es fuente, fundamento y motivo de la celebración
litúrgica.
Celebramos en comunidad
Toda celebración litúrgica es siempre comunitaria. La razón es bien clara: para celebrar
Cristo asocia siempre a la Iglesia::
"Realmente, en esta obra tan grande (la celebración de por la que Dios es perfectamente
glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su Iglesia" (SC
7).
La liturgia es, por tanto, acción del Cristo total. Celebra, pues, la Cabeza (Cristo) y el
Cuerpo (Iglesia). El Cuerpo celebra unido a la Cabeza.
Con este texto la Iglesia ha recuperado una verdad que por diversas circunstancias había
quedado en la penumbra desde la Baja Edad Media (s. XIII-XV). El estudio de los
textos litúrgicos antiguos y de la teología bíblica han contribuido a restablecerla. Por
tanto, no hay celebración ni reunión de unos pocos. Estarán presentes pocos, pero esa
acción no es de ellos solos.
Por tanto, la fiesta litúrgica no puede ser celebrada por uno o dos o por un sector de la
comunidad mientras los demás asisten pasivamente como meros espectadores de lo que
unos pocos ejecutan.
Celebramos en un lugar
Se debe dedicar una atención especial al espacio interior, que debe servir para reunir la
comunidad local en un ambiente que facilite el desarrollo normal de la liturgia y de la
oración personal. La disposición general del edificio debe ser como una imagen de la
asamblea eclesial, que permita un proporcionado orden de las diferentes funciones
litúrgicas y que favorezca el ejercicio de todos los ministerios.
Es muy conveniente disponer de espacio de tránsito desde la calle (pórtico) que permita
saludarse antes o después de las celebraciones. Estos recintos favorecen las condiciones
psicológicas necesarias para crear un clima de comunidad".
De tal manera se realiza esto que en la celebración litúrgica nos hacemos Cuerpo de
Cristo. Lo realiza el Espíritu Santo.
"La asamblea litúrgica recibe su unidad de la comunión del Espíritu que reúne a los
hijos de Dios en el único Cuerpo de Cristo" (Catecismo de la Iglesia, 1097).
"para que fortalecidos con el Cuerpo y Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu" (Plegaria III).
"que formen, por la fuerza del Espíritu Santo, un solo cuerpo en el que no haya ninguna
división" (Plegaria de la Reconciliación).
- Todos los elementos que allí usamos para celebrar (cantos, palabra de Dios, oraciones,
mesa-altar, ambón, sede, pan, vino, etc. ) nos comunican un mensaje: que Dios se acerca
a nosotros y se entrega.
- Nos transforma. Salimos renovados, salvados, liberados, con ganas de vivir como
cristianos.
Externamente no pasa nada: Dios se ha acercado, se nos ha dado, pero si nos preguntan
qué hemos sentido, qué hemos vivido, se nos hace difícil y complicado expresarlo en
palabras.
Además, cuando una celebración se razona, pierde gracia y, entonces tenemos una
celebración fosilizada, muerta, manipulada. Es decir, reducida a un mensaje ideológico.
Para algunos, después del Concilio, se da más importancia a las ideas que se transmiten
en las lecturas que a la vida que se transmite por los elementos simbólicos. Y el
resultado es una celebración demasiada razonada, con intención de transmitir ideas más
que vivencias.
Fiesta porque el Señor sigue actuando hoy y aquí; porque no nos abandona, sigue siendo
el "hoy perpetuo", sigue siendo fiel a su Amor.
Fiesta porque una semana más reforzamos nuestra fraternidad, porque somos hermanos,
miembros de su Cuerpo. Celebramos encontrarnos con los hermanos. Celebramos el
entregar nuestros bienes para los que no tienen.
Todo lo que vivimos en la Eucaristía es motivo de alegría. Por eso cantamos. Para
expresar nuestra alegría, el amor de Dios. En la Eucaristía no cantamos para distraernos,
para no aburrirnos. Cantamos porque merece hacer fiesta.
- la salvación realizada por Dios en Jesucristo con el poder del Espíritu Santo.
Explicando la noción
• Hace presente o actualiza. Con esto queremos decir que la salvación realizada por la
vida, la muerte y resurrección de Jesucristo se actualiza aquí y ahora. Nosotros somos
salvados, perdonados, pacificados, perdonados. En cada una de las celebraciones tiene
lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único misterio. Precisamente en la
epíclesis (Epíclesis es la invocación que hace la Iglesia al Espíritu Santo para que venga
y transforme las cosas y las personas. Viene del griego epi-kaleo llamar sobre (en latín
in-vocare). En la Eucaristía hay dos: para la transformación del pan y del vino (antes de
la consagración) y otra para la transformación de la asamblea (después de la
consagración).), que es el centro de toda la celebración sacramental, se pide al Padre
que envíe el Espíritu con esa finalidad. El Espíritu Santo hace presente y actualiza el
misterio de Cristo por su poder transformador. Como se ve, es la acción del Espíritu la
que garantiza el realismo de la celebración.
• Dando un paso más, digamos que esta acción aparece y se manifiesta como un diálogo
y un intercambio que tiene como interlocutores a Dios y al hombre, a Cristo y a la
comunidad eclesial. En este diálogo juega un papel especialísimo la proclamación de la
Palabra de Dios, y, papel no menos importante, la respuesta de la Iglesia hecha canto y
oración.
• La Iglesia tiene que realizar este acto para hacer presente y actual el misterio de
salvación. Naturalmente, que no es la única acción que debe realizar la Iglesia, pero sí
es la acción fuente y culmen de todas las demás acciones, como son la evangelización,
la catequesis, la llamada a la conversión, la caridad, el servicio a los hombres y la
transformación de las realidades terrenas. (SC 7; LG 10-11). La razón es bien clara, la
acción por excelencia de Jesucristo fue la muerte-resurrección y ésta es la que actualiza
la celebración.
PROFUNDIZAMOS
La Celebración es misterio
Tomamos misterios como la realización del plan de Dios que en un tiempo era
desconocido para los hombres pero que fue dado a conocer por Dios en la revelación o
en la Biblia; sobre todo fue dado a conocer por Jesús: la Palabra hecha carne.
Esto que se nos ha dado a conocer, este misterio es lo que hay que vivir. Tenemos que
llegar a decir también nosotros lo que dice Juan en el Evangelio: "Es el Señor" (Jn 21,
7).
Toda la creación participa de la presencia del Dios encarnado en Jesús. Pero esta
participación se da principalmente en el interior de la realidad. Las cosas son algo más
que lo que se ve, cuando nos dicen algo más que lo que vemos. Lo que aparece de todas
las cosas es, para el creyente, la resonancia de la presencia de Dios. En cierto sentido,
toda la realidad es imagen de Dios.
fuerza de Dios.
La celebración es acción
La misma palabra liturgia nos dice que es acción. La palabra liturgia viene del griego
leitourgía. Significa la obra o la acción que una persona realizaba libremente en favor
del pueblo. Con el paso del tiempo, la acción hecha en favor del pueblo se
institucionalizó, es decir, perdió la libertad. Se comenzó a hacer en favor del pueblo
gratuitamente y se pasó a hacerlo cobrando. Y así llegó a llamarse liturgia a cualquier
trabajo de servicio.
"Para promover la participación activa, se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las
respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y también las acciones o gestos y
posturas corporales" (SC 30).
"La Iglesia procura que los cristianos no asistan a la Eucaristía como extraños y mudos
espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de ritos y oraciones, participen
consciente, piadosa y activamente" (SC 48).
Desde los tiempo en que un acólito o monaguillo respondía al sacerdote hasta nuestros
días han cambiado mucho las cosas. Sin embargo la mentalidad de muchos no ha
cambiado todavía.
La celebración es vida
La celebración hace (capacita) que la Iglesia, el conjunto de los cristianos, siga siendo
en el mundo signo de salvación para la humanidad. En este sentido se puede decir que la
celebración empieza cuando la asamblea se pone en pie y termina al inicio de otra
celebración, es decir, nunca. Cuando concluye el rito, llega la vida, una vida que no ha
roto el rito, valga el juego de palabras.
Por tanto, cuando al final de la misa oímos "¡podéis ir en paz!", debemos escuchar en
nuestro interior "¡no, no, no podemos irnos porque la misa no ha terminado". Se trata
quizá del momento más difícil de la misa. Uno se va, no porque haya terminado algo,
sino porque hay algo que continúa. La despedida no quiere decir, "¡muy bien!", podéis
iros porque habéis cumplido con vuestro deber, estad tranquilos!", sino, "amigos, ha
llegado vuestra ocasión".
Uno se levanta de la mesa, y empieza a trabajar, a construir el reino, de manera que saca
afuera lo que ha recibido dentro, saca afuera aquello en lo que nos hemos convertido. El
altar, la Eucaristía, es un punto de partida, pero la aventura no termina nunca, la misión
nunca queda cumplida, no se puede fijar un término a la sorpresa: la misa ha terminado,
pero la unidad de la celebración de la fe incluye la vida.
O sea, es breve y relativamente fácil el camino que lleva a la misa, pero se hace
interminable y arduo el camino que va desde la misa a la vida. Esta unidad es uno de los
aspectos de la liturgia que, a veces, hemos abandonado. Hemos puesto el ejemplo de la
misa, pero podríamos poner otro ejemplo, como la penitencia.
La liturgia, concebida así de una manera unitaria, abarca toda la vida, no sólo el
momento del rito. El rito de la penitencia no es únicamente la confesión de los pecados
y esperar la absolución. El rito de la penitencia supone unos actos pasados, la vida
pecadora, y comporta un propósito de futuro, de superación. O sea, también aquel rito
puntual tiene un alcance que abarca toda la vida. Esto es celebrar la fe.
Si la liturgia cristiana es hacer toda la vida un acto permanente de gloria al Padre y, por
tanto, salvación del hombre, el momento celebrativo y ritual de ese culto constituye el
punto de encuentro decisivo y santificador para el hombre y para toda la comunidad.
Por último, otro aspecto a recalcar y que se da en la misma celebración, es el paso que
hemos que tener en cuenta: el paso de la soledad a la comunidad. La asamblea
constituye para nosotros un momento precioso en el que sobrepasamos los intercambios
utilitarios que nos aíslan (sólo cogemos el teléfono cuando necesitamos a alguien). La
celebración nos permite la convivencia auténtica que muchas veces no conseguimos en
la vida cotidiana. La celebración debe tener un carácter muy englobante, es decir, somos
pueblo, familia. Somos asamblea de hermanos.
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Cuestionario
1 Sin querer juzgar a los demás ¿crees que vivimos la misa de los domingos como
fiesta? ¿Por qué sí o no?
2 ¿Qué deberíamos hacer para que se tuviera una conciencia más clara de que la misa de
los domingos es una celebración? Escribe algunas acciones.
4 ¿Te parece adecuada la parroquia o ermita para una celebración conjunta? ¿Las
personas que se reúnen te parece que vienen con la convicción de fiesta, de celebración?
¿Qué catequesis habría que hace para vivir la misa de los domingos como celebración y
fiesta?
CAPITULO 6
Índice
Introducción
El mundo simbólico
El signo
El símbolo:
El gesto:
• Significado del comer
• Otros elementos
El rito:
• El rito en el A. T.
• El rito en el N. T.
El rito de la paz
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Introducción
Todos estos elementos no son palabras, pero expresan y comunican algo. A todos estos
elementos que nos comunican algo décimos que son elementos simbólicos.
"La liturgia se realiza por signos sensibles, con los que la fe se alimenta, se robustece y
se expresa" (OGMR 5). Al expresar lo que sentimos y lo que creemos, la fe se alimenta
y se hace más fuerte. Si no lo expresamos (si no vamos a misa, por ejemplo), la fe se
languidece. Por otra parte, Dios se acerca siempre al hombre en términos de
encarnación, es decir, humanamente. El Hijo de Dios hecho hombre, es el sacramento
primordial, el lenguaje más expresivo, la mejor expresión de Dios.
El mundo simbólico
En la sacristía
Pensemos en las cosas que hay que preparar para una celebración de la Eucaristía: la
patena, el cáliz, el pan, el vino, las vinajeras, los corporales, el misal, el Leccionario, las
luces, las velas, las campanas que se tocan, etc.
Todas estas cosas, y más, pertenecen al mundo de los símbolos. Si miras a las dos o tres
últimas partes de este capítulo, verás que el mundo simbólico es muy amplio.
1. El signo
Si veo un ramos de rosas que me regalan y pienso: "alguien se acuerda de mí", o "me
quiere"; viene alguien mojado a casa y digo: está lloviendo. Signo es, por tanto, toda
cosa o elemento que me comunica algo. Dicho con otras palabras, signo es un medio de
conocer "indirectamente", una realidad que, al ser vista, nos lleva a "ver" o conocer otra.
Es como un puente que me lleva a la otra orilla. Cuando yo me encuentro con un objeto
que es signo, mi mente es llevada a la orilla de su significado. En el primer ejemplo, yo
veo una ramos de rosas y conozco, paso a la orilla de los sentimientos de esa persona.
Una realidad es signo cuando se refiere y/o puede ser referida a otra por estar de algún
modo en conexión con ella.
Lo mismo que una moneda tiene dos caras, el signo tiene dos aspectos: el que vemos
realmente y el que conocemos por medio de ella. Al primero, al externo lo llamamos
significante y al que no se ve, pero que lo hemos conocido o nos hemos dado cuenta lo
llamamos significado . He aquí el cuadro:
SIGNIFICANTE
(realidad-signo)
Señal de STOP
Humo
(realidad significada)
Pararse
Fuego
Edad avanzada
2. El símbolo
Para comprender las diferencias entre signo y símbolo se debe tener en cuenta:
• El símbolo es universal. Las cosas a los que llamamos símbolos son cosas de la
naturaleza y no del mundo creado por los hombres; más al mundo emocional que al
mundo racional o lógico. Las cosas símbolo son elementos de la naturaleza: agua,
fuego, el sol, cielo, luz, etc. Sin embargo, los signos son, normalmente, cosas hechas por
la persona humana y necesitan, por tanto, saber, necesitan aprendizaje. Si analizamos
los símbolos veremos que las mismas cosas son símbolo para toda la humanidad. El
agua es símbolo en todas las religiones. La universalidad es una característica del
símbolo. Pero, hay cosas hechas por el hombre, que al ser universales, decimos que son
símbolos. El anillo, una iglesia, etc.
• El símbolo tiene varios significados. El signo se refiere a una sola cosa, significa una
cosa. El STOP significa pararse y punto. El símbolo, pues, puede significar varias cosas,
por eso decimos que el símbolo evoca. Es decir, me trae a la mente varias cosas. Por
ejemplo: el fuego me trae a la mente el calor (el hogar, una comida en el campo), o me
trae luz (un día de sol, verano) El signo tiene un significado preciso, mientras que el
símbolo es algo difícilmente definible y, por tanto, casi nunca conocido del todo.
• Los símbolos nacen en los sueños, en la poética. Por ejemplo, si tengo una idea y la
quiero dar a conocer, si lo hago con un objeto, este objeto o cosa se dirá que es signo.
En el caso del símbolo es así, tengo una vivencia, si la doy a conocer con una cosa, esta
cosa se dice que es símbolo. A los signos intelectuales se le llaman alegorías (Alegoría:
se llama alegoría a una figura literaria que añade un significado puramente racional a
una realidad. "El clamor por nuevos símbolos quizá haya que atenderlo, pero teniendo
muy en cuenta que los símbolos no pueden ser objeto de laboratorio, y que con facilidad
surgen elementos alegóricos con el nombre de símbolos. Cuando se confunden símbolo
y alegoría, la liturgia queda expuesta a una racionalización que la degrada"), no
formulan experiencias, sino ideas. La alegoría se fabrica conscientemente. El símbolo
surge espontáneamente.
Todo esto ¿para qué? Para que no llamemos a todo símbolo y para que, al querer meter
símbolos en la celebración litúrgica, busquemos en nuestro interior, en experiencias
vividas cosas que evoquen, que hagan pensar. "El símbolo da que pensar".
Es de noche, se apagan todas la luces, todos nos quedamos a oscuras, Cristo está en el
sepulcro, el mundo sin Cristo en tinieblas. De esta forma simbolizamos que la muerte es
dueña del mundo, de la vida. Pero vamos a celebrar la victoria de Dios, vamos a
celebrar la vida, la resurrección. ¿Cómo expresarlo? ¿Qué símbolo usar para expresar la
victoria de la vida sobre la muerte?
Encendemos una hoguera, a poder ser más o menos grande, para que alumbre, para que
se vea. De esta hoguera encendemos el Cirio Pascual: es una vela grande. Mucho mas
grande que las que usamos normalmente. Este Cirio representa a Cristo vencedor de la
muerte. De este Cirio Pascual, todos los presentes van encendiendo sus velas, hasta que
esa luz llega a todos los presentes. Así damos a entender que a todos llega la vida de
Cristo. Pero, hacemos más todavía, encendemos todas las luces de la iglesia, dando a
conocer que esta victoria es de todo el mundo.
Por eso decimos que el Cirio es símbolo. Hemos apuntado que no hay que hablar del
símbolo, sino que tenemos que dejarle hablar al símbolo. Ante el Cirio podemos y
debemos hacer oración. No hay mejor "imagen" que el Cirio Pascual para hacer oración
en momentos difíciles, en momentos que nos pueda la tiniebla, la duda, la desesperanza,
etc. Ahí está la victoria, ah está Cristo victorioso, "ganando por goleada".
No todos los símbolos que usamos los cristianos son símbolos que han surgido en el
mundo de la fe cristiana. Veamos uno de estos.
El agua es una realidad con muchos valores, es polivalente: sacia la sed; limpia,
purifica; su fresco nos hace gustar las delicias del baño en días de calor; es fuente de
vida para los campos, sin ella no hay vegetación, vida; en grandes cantidades sin control
arrasa campos, viviendas, destruye todo. etc.
Cuando queramos expresar una situación de vida, de felicidad, no hace falte ponerse a
pensar qué elemento usar. Nos sale un lugar con agua: una fuente, un riachuelo, etc. Lo
comprobaremos en cualquier escrito poético o en un cuento.
Las religiones también tienen experiencias. Ahora bien, si nos fijamos en qué expresa el
agua en las religiones, nos damos cuenta que lo que viven las personas de las distintas
religiones, no ha sido una experiencia tanto de vida como de culpa. Han sentido la
necesidad de purificación, necesitaban purificarse. Para ello han usado el agua: los
indios en las aguas del río Ganguees, los egipcios en el Nilo, los judíos en el Jordán.
Nosotros los cristianos también tenemos experiencias. Unas de vida, de victoria, otras
de purificación, de perdón.
3. El gesto
Ahora bien, hay que decir también que el gesto y la palabra dan al símbolo su verdadero
significado. Ya hemos dicho que el símbolo en sí es abierto, tiene varios significados.
Por ejemplo, el agua es para limpiar, dar vida, destruir, etc. Si en un momento, usamos
el agua en liturgia, este agua puede significar todo eso. Por eso, para darle un
significado concreto, añadimos un gesto y unas palabras.
Además el símbolo, por tener una carga subjetiva grande, necesita del gesto, de la
persona humana, porque es el hombre el que usa los elementos de la naturaleza para
darles sentido. Sin esta intencionalidad el símbolo sería indeterminado. Por ejemplo, en
el anillo de bodas, el gesto y las palabras de la entrega son los que convierten el anillo
en símbolo: "Recibe esta alianza en señal de amor y de fidelidad a ti. En el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo".
La importancia del gesto tiene sus raíces en la naturaleza humana. Todo encuentro
humano se realiza a través del cuerpo. El hombre está hecho de tal forma que todo lo
realiza desde su espiritualidad y desde su corporeidad. El hombre es una una unidad
cuerpo-espíritu y desde esta totalidad se expresa y se realiza.
Sin querer analizar todos los gestos de la vida de Jesús, digamos que él utilizó el
lenguaje de los gestos simbólicos en su acción salvadora: palabras, acciones, signos, el
contacto de sus manos o la mirada. Y ahora sigue actuando de la misma manera a través
de la vida de los cristianos y de la liturgia.
1 Significa vida y energía. Comemos todos los días, porque necesitamos alimento,
recuperar energías. Comemos para seguir viviendo y tener fuerzas. Por tanto, cuando
quiera expresar algo necesario para vivir, para tener fuerzas, pondré la comida como
ejemplo. El pan es el alimento más común en nuestra cultura, en la cultura
mediterránea.
Así el comer y comer pan significa vivir, recuperar fuerzas, y, como significa algo,
decimos que es símbolo. Símbolo, por tanto, es algo que tiene un significado.
Jesús para darnos a entender que El es nuestro verdadero alimento y nuestra fuerza, que
El es el Pan de vida nos invita a su mesa. Ya tenemos un significado cristiano.
2 Significa relación con la naturaleza. El pan se hace con el trigo, que, después de
trabajar, lo da la naturaleza, la tierra. Me da a entender que dependo de la naturaleza.
También del trabajo.
Esto añade otro significado al comer, comiendo me uno a la naturaleza. Por eso hoy día
todos buscamos los alimentos más naturales.
Jesús, para darnos a conocer que debemos unirnos a El, también nos pondrá el ejemplo
de la comida.
Pero para comer un fruto, tenemos que trabajar esa naturaleza. Por tanto significa
también fruto del trabajo.
3 Significa unidad y amistad. Comer con otros, invitar a otro es un gesto de solidaridad,
amistad y comunicación interpersonal. En la comida hablamos. La comida significa,
pues, también, conversación, comunicación, amistad, reconciliación.
Jesús, para que vivamos su amistad, su perdón, nos invita a la comida de su Cuerpo y de
su Sangre.
Esto no es más que un ejemplo. Hay muchos más símbolos en la vida. Al conjunto de
todos ellos decimos que forman el mundo simbólico.
Nos hemos dado cuenta, que para conocer el significado que un símbolo hay que fijarse
en la vida diaria, donde usamos esos elementos. El uso les da el significado. De aquí
hay que partir. Después se puede hacer un recorrido por las religiones. Nosotros lo
hacemos por el Antiguo y Nuevo Testamento. Llegamos a uso que hacemos de ellos en
la liturgia y ya tenemos su significado.
- Es característica del hombre, frente a la mayoría de los animales que andan a cuatro
patas. Nos ponemos de pie cuando alguien nos va a saludar o por respeto. Las acciones
importantes las realizamos de pie: un político que jura el cargo, unos novios que se dan
el "sí".
Después de este recorrido podemos afirmar que la postura de estar de pie significa:
persona salvada por Cristo, que está unido a Cristo Resucitado (nada extraño que en los
primeros siglos estuviera prohibido arrodillarse los domingos), estar ejerciendo un
oficio de sacerdotes, que estamos haciendo algo importante, que tenemos un respeto
máximo a la Palabra del Señor, etc.
Otros elementos
Los consideramos como algo "sagrado", dedicado a la mesa del Señor. Recibe una
bendición especial. Dice así: "santifica con tu bendición este recipiente, ya que tu
pueblo ha determinado destinarlos a la celebración del sacrificio de la nueva alianza"
(Bendicional, n° 1208). El Obispo en la ordenación del presbítero al entregar la patena
con el pan y el cáliz con el vino le dice: "Recibe la ofrenda del pueblo santo para
presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma su
vida con el misterio de la cruz del Señor" (Ritual de la Ordenación, n° 26).
He puesto el ejemplo de la patena para resumir a todos esos elementos que son para
poder celebrar. En sí mismos no son símbolos. Pero merecen una respeto especial. Han
surgido de la necesidad, no como expresión de una experiencia. En ellos la cultura de
cada etnia ha influido muchos más. Son productos más o menos culturales.
Como queda expresado en las palabras del Obispo, lo más importante es el contenido de
la patena: el pan. Y el simbolismo está en el pan: entrega de Cristo en la Cruz, entrega
del sacerdote.
A todos estos elementos hay que darles una importancia más relativa. Los tratamos con
respeto, los haremos de una material bueno, pero sabiendo que lo importante está en el
contenido.
4. El rito
En liturgia hay un elemento al que llamamos rito. Rito se llama unas veces a toda la
celebración: el rito de la Misa; otras veces a una parte de la celebración: el rito de la paz
o el rito de la acogida. El rito es un conjunto de símbolos, palabras acciones y gestos.
El rito no es una realidad sólo religiosa o litúrgica, es también una realidad social. El
hombre para comunicarse con los demás realiza una serie de ritos. Los códigos de
urbanidad, los protocolos, las reglas para acercarse a una persona desconocida, etc., son
ritos. Además, el hombre crea ritos para expresar los momentos más importantes de la
vida: el nacimiento, la muerte, etc. Se trata de algo inscrito en la naturaleza del hombre.
El rito tiene estas dos características:
Como dice Cazeneuve "el rito expresa el aspecto de una acción que se repite de acuerdo
con unas reglas invariables y en cuya ejecución no se advierte que produzca efectos
útiles ".
Ante el rito se toman distintas posturas. Unos parecen reírse de los ritos e intentan
abandonarlos, siguiendo al empuje de un mundo puramente racional, sin embargo, otros
adoptan una actitud de búsqueda, de redescubrimiento. Mientras decimos que el mundo
se está secularizando, resulta que surgen con fuerza peregrinaciones, procesiones,
manifestaciones con pancartas, etc.
Es un error pensar que pueda existir una religión que sea totalmente interior, sin reglas,
sin liturgia, sin signos. Lo mismo que para la sociedad, también para la religión la forma
exterior es condición de existencia.
Veamos el significado del rito en nuestra liturgia. Para ello, analizaremos el significado
del rito en el Antiguo y Nuevo Testamento.
• Mientras que los ritos paganos son para dominar la naturaleza, los ritos judíos son para
hacer memoria de los hechos salvíficos.
• Por otra lado, los israelitas se dan cuenta que las intervenciones de Dios no son
independientes entre sí, sino que están ordenados unas con otras con vistas a la
realización del plan salvífico de Dios. Los ritos expresan este plan.
• El rito encierra un tercer aspecto: las manifestaciones actuales de Dios son promesa de
una revelación definitiva. Son, por tanto, garantía de lo definitivo.
Sin embargo, el rito israelita, en lo externo, es semejante al pagano. Hay ritos, como la
pascua, que lo realizaban los pueblos nómadas y de pastores. Pero el significado es
totalmente distinto. En los pueblos nómadas los ritos significaban "pedir protección".
Sin embargo, en los israelitas significaban "memoria de la salvación", actualizan en el
presente y promesa del porvenir.
El rito cristiano se mueve en la misma línea histórico-salvífica del rito hebreo. Tiene su
centro en Cristo, especialmente en su misterio pascual, y se nos presenta como el lugar
en el que la presencia y la acción salvífica de Cristo entra en comunión con la vida del
hombre para transformarla. Los componentes del rito cristiano son:
3 Los hombres de cada tiempo, a través del rito, actualizan la historia de la salvación
propia y universal.
Todo esto nos lleva a afirmar que el culto cristiano no es tanto una acción del hombre
(concepto natural de religión) cuanto un momento de la acción salvífica de Dios sobre el
hombre (concepto revelado de religión).
El Rito de la Paz
Recordamos que el Rito está compuesto de palabra, gestos, signos y símbolos. Vamos a
analizar un rito: el Rito de la paz. El rito de la paz está formulado así en la Eucaristía:
• El sacerdote ora a Jesús diciendo: "Señor Jesucristo, que dijiste a los apóstoles: La paz
os dejo, mi paz os doy, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu iglesia y,
conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos". El pueblo confirma esa oración diciendo: "Amén".
• Después el sacerdote extiende la manos y añade: "La paz del Señor esté siempre con
vosotros". El pueblo le responde: "Y con tu espíritu".
CAPITULO 7
LA ASAMBLEA
Indice
Introducción
Asamblea en el A. y N. Testamento
Iglesia y asamblea
La asamblea celebrante
Significado de la asamblea
Características de la asamblea:
• Es carismática y jerárquica
• El presidente
• El lector
• El monitor
• El animador de cantos
• El monitor
Cuestionario
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Introducción
La palabra asamblea, hoy ya aceptada por todos, ha sido recuperada hace poco tiempo.
Es un término que se usaba en los primeros siglos del cristianismo. Está en la Biblia y
en la primera tradición. Después se perdió, como tantas otras cosas, y hasta el Concilio
Vaticano II se hablaba de la "asistencia" de los fieles, dando a entender que el sujeto era
otro y los fieles asistían a lo que realizaba el sujeto: el sacerdote.
Los israelitas tenían la conciencia de que no forman la asamblea por su propio impulso,
sino más bien que era Dios el que convocaba, el que llamaba a la reunión. Esta palabra
(Qahal) fue traducida al griego por ekklesía. De aquí pasó al latín ecclesia, al español
Iglesia, y al euskera Eliza.
Los Hechos de los apóstoles describen a las primeras comunidades reuniéndose "en un
mismo lugar" y formando "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4).
Conviene que nos quedemos con la unión estrecha entre el término Iglesia y el término
Asamblea, unión tan estrecha que casi se puede hablar de palabras sinónimas. La Iglesia
no es un ente abstracto, sino un misterio que se hace realidad y se manifiesta
visiblemente en las "legítimas reuniones locales de los fieles presididos por sus
pastores" (LG 26). A estas asambleas locales el Nuevo Testamento las llama Iglesias.
Estas Iglesias son las que manifiestan la Iglesia de Cristo de la forma más clara (SC 41).
¿Qué hace la asamblea? o ¿Qué celebra la asamblea? Celebra la obra de Cristo. Es decir,
lo que nosotros reunidos, formando asamblea, celebramos en una iglesia no es algo
nuestro, sino aquello lo realizó Jesús, el Señor. Por tanto, nadie, ningún otro puede
celebrar algo que no es su obra. Con esto queremos decir que el sujeto de la acción, el
sujeto de la celebración es siempre Cristo.
La Iglesia y asamblea
Cuando decimos Iglesia decimos la Iglesia local, es decir, pueblo de Dios con el Obispo.
No nos referimos a la comunidad parroquial o la asamblea de la misa de doce. Cuando
hablamos de la Iglesia que celebra, ora, ofrece, nos referimos a la Iglesia pueblo de Dios
en su totalidad. La Iglesia como dice la Lumen Gentium "pueblo reunido por la unidad
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (LG 4) o como dice La Sacrosanctum
Concifum "el Cuerpo de Cristo" (SC 26).
Asamblea, en sentido estricto, designa las legítimas reuniones locales de los fieles
presididas por sus pastores (LG 26), pero también, en un sentido más amplio, la reunión
de los cristianos de una comunidad en un lugar determinado y en un tiempo concreto
para celebrar: la de la Misa de las doce, por ejemplo.
El sujeto o actor principal de la acción litúrgica, como hemos dicho, es Cristo, ya que es
su obra la que se actualiza. Ahora bien, para realizar esta obra tan grande "Cristo asocia
siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia" (SC 7). Por tanto, cuando afirmamos
que la Iglesia es sujeto de la acción litúrgica, decimos que la Iglesia es sujeto asociado a
Cristo. Cristo no da el privilegio de ser actores de la celebración, sujetos.
Esto que hoy día nos parece lo más natural, era una verdad que estaba olvidada en la
teoría y en la práctica. La Iglesia no ha hecho más que recuperar una verdad que por
diversas circunstancias había quedado en la penumbra desde la Baja Edad Media (s.
XIII-XV). El estudio de los textos litúrgicos antiguos y de la teología bíblica han
contribuido a restablecerla. Por tanto, no hay celebración ni reunión de unos pocos.
Estarán presentes pocos, pero esa acción no es de ellos solos, tendrán que acomodarla a
ellos, pero es de todos.
¿De dónde brota este poder celebrar, digamos el poder concelebrar? En virtud del
bautismo. Desde el bautismo "el pueblo cristiano es linaje escogido, sacerdocio real,
nación santa, pueblo adquirido" (1 Pe 2, 9). Por ello, el pueblo cristiano tiene "derecho y
obligación de participar plena, consciente y activamente en las celebraciones litúrgicas"
(SC 14). Lo exige "la misma naturaleza de la liturgia" (SC 14), que es acción del
pueblo. De otra forma no sería acción litúrgica, sino devoción (1) de uno o varios.
(1) Devoción: La palabra devoción del latín devoveo, significa dedicarse con fervor,
hacer votos, prometer, tener unos sentimientos de veneración a alguien. Devociones
llamamos al Rosario, Ángelus, Vía Crucis, novenas, procesiones, medallas, etc. No todo
es liturgia en la vida de los cristianos. Existen devociones tanto individuales como
comunitarias. Son expresiones personales y populares de la fe. Surgieron cuando el
pueblo no entendía el lenguaje litúrgico, sobre todo el latín y por su forma más
espontánea y popular.
Por tanto, el sujeto integral de la acción litúrgica es siempre toda la Iglesia sin
distinción, es decir, en cuanto compuesta de cabeza y de miembros.
Queda claro que la Iglesia es toda ella una comunidad. Ahora bien, este ser una
comunidad, no quiere decir, que todos sean todo. Esta comunidad está estructurada, es
decir, tiene ministros (así se llaman a cada uno de los que cumplen una función
litúrgica: sacerdote, presidente, lector, etc.). Pero al celebrar, toda ella es sujeto de la
celebración. Celebra tanto el presidente como el que aparentemente no hace nada
relevante.
Consecuencia
La fiesta litúrgica no puede ser celebrada, realizada por uno o dos o por un sector de la
comunidad mientras los demás asisten pasivamente como meros espectadores de lo que
unos pocos ejecutan.
Para que esta realidad y verdad se manifieste con toda su fuerza y expresividad el
Concilio sacó una conclusión clara: se prefieren las celebraciones comunitarias:
"Siempre que los ritos admitan una celebración comunitaria, con asistencia y
participación activa de los fieles (2), incúlquese que hay que preferirla a una celebración
individual y casi privada " (SC 27).
En ella cada uno (sacerdote, lector, monitor, pueblo, etc.) ha de desempeñar todo y sólo
aquello que les corresponde (SC 28).
La asamblea celebrante
(3) En liturgia la manera de manifestar o de expresar tiene mucho valor. Hoy día ya no
nos fijamos tanto en si vale o no vale, sino en si expresa o no expresa. Y la Misa Mayor,
la que reúne gente de todas las edades es la mejor expresión de una asamblea. Además,
la Misa Mayor es la primera Misa de una comunidad.
Significado de la asamblea
Consecuencia de esta verdad: hay que cuidar mucho las asambleas: que no sean solo de
niños, o de jóvenes o de grupos particulares sobre todo los domingos, día de la
Asamblea. La razón es que un asamblea concreta debe manifestar lo más claramente
posible a todos los miembros de la Iglesia o comunidad. Y, una Misa con niños no
expresa lo que es en realidad la comunidad, que está compuesta de niños, jóvenes,
mayores, ancianos, solteros, etc.
(4) Comunidad estable: La palabra estable es contraria a fija. Un colegio, por ejemplo,
no es una comunidad estable, porque los que acuden a él, no acuden a ella más que para
en el horario escolar. Pero también estable se toma como lugar donde el cristiano nace,
crece, se desarrolla y muere. En este sentido las iglesias de los religiosos no son
comunidades estables o establecidas por el obispo, a no ser que el obispo expresamente
les haya establecido para ello. Hoy día hay muchas iglesias de religiosos que son
parroquias, comunidades estables.
Los religiosos no han nacido para reunir al pueblo cristiano, para formar asamblea con
los fieles. Otra cosa es que en una época determinada de la historia se haya introducido
esta realidad. Este fenómeno tiene muchas implicaciones prácticas y teóricas. La
práctica y la teoría se relacionan mutuamente. Si la vivencia (teoría) crea la expresión
(práctica), a su vez la expresión (práctica) re-crea la vivencia (teoría).
Características de la asamblea
Es y debe ser un factor de unidad, que acoge por igual a todos los hombres a pesar de
las diferencias. En la asamblea no debe haber distinción de sexo, origen, cultura, etc.
(Gal 3, 28; Rm 10, 12). Tampoco acepción de personas (Sant 2, 1-4) en cuanto al poder
económico o social, ni siquiera en relación a la fe: niños, adultos, pecadores, santos, etc.
(1 Cor 11, 30; 1 Jn 1, 8-10).
3. Es carismática y jerárquica
4. Es una comunidad
Con esta palabra lo que queremos decir en concreto es que se debe superar lo individual
y llegar a lo comunitario, pasar del yo al nosotros; superarlo subjetivo y llegar a lo
objetivo, es decir, pasar de lo que yo vivo en ese momento al contenido y al objeto de la
celebración; superar lo particular y llegar a lo universal, porque no somos nosotros los
de esta misa los únicos que celebramos, es toda la Iglesia la que celebra.
Ahora bien, la asamblea no anula lo individual, lo subjetivo y lo particular, sino que los
integra en la comunidad. El yo y el tú se hacen nosotros.
La celebración tendría que ayudar, no sólo a que cada uno se encuentre con el Señor,
sino también a que vayamos creciendo en el sentido de comunidad. Ir pasando del "yo"
al "nosotros". Esta es una de las tareas importantes.
"Las razones que empujen al cristiano a participar en la celebración del domingo no han
de ser solamente de índole subjetiva e individual, sino también eclesial. Ha de moverlo
también la necesidad y voluntad de tomar parte en una celebración que es de vital
importancia y hondo significado para la Iglesia. Por desgracia, esta referencia a la
Iglesia está frecuentemente ausente en quienes se manifiestan fieles a la práctica
dominical ".
Los sentimientos de los presentes por contrapuestos que puedan ser, pueden y deben ser
centrados. La asamblea es capaz de centrar todos los sentimientos de una persona en
torno a un valor determinado: el misterio pascual.
No se trata de que cada uno escuche una palabra concreta para su situación particular,
sino que desde su situación particular se centre en Cristo y en él encontrará la respuesta.
Las moniciones son precisamente para ello, para centrar la atención de los presentes y
prepararlos a celebrar un único misterio que se hace actual en cada uno de ellos.
La homilía debe tener en cuenta la situación de los fieles, fijándose sobre todo en los
acontecimientos más relevantes que ha vivido la comunidad durante la semana.
Los medios para ayudar a pasar del "yo" al "nosotros" pueden ser éstos:
El Concilio no quiere que los fieles asistan a la liturgia "como meros espectadores" (SC
48). En la asamblea litúrgica no hay espectadores, sino sólo actores. Por tanto, una vez
descubierto el valor de la asamblea como expresión viva de la Iglesia, es necesario
valorar también la práctica.
Para que la práctica sea adecuada a la teoría, el Concilio ha re-creado los acólitos,
lectores, comentadores (monitores) y cuantos pertenecen a la "schola cantorum"
(cantores) para que cada uno de ellos ejerzan su oficio con piedad y orden. (SC 29).
Además, fomentó las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas,
los cantos y también las acciones o gestos y posturas corporales, juntamente con el
silencio (SC 30).
Pero antes, veamos el Espíritu que debe animar a todas estas funciones o ministerios.
Sin Espíritu, todo queda en mero protagonismo.
La Iglesia y, por tanto, la asamblea es una comunidad mesiánica, es decir, ungida por el
Espíritu como su fundador, su piedra angular. Por eso, toda ella es "sacerdotal, profética
y real". Todos los miembros de la comunidad cristiana reunida en asamblea son
sacerdotes, profetas y reyes. Están capacitados para celebrar acciones sacerdotales,
proféticas y reales.
Son servicios porque han de ayudar a que la asamblea y la reunión alcance sus objetivos
y consiga realizar la celebración en su plenitud y éxito. Gracias a ellos la asamblea tiene
un carácter servicial, diaconal, porque pone en juego un dinamismo de servicio en el
interior de ella misma con vistas a su plena autorrealización.
1. El presidente
Clemente de Roma específica que estos presidentes son los obispos y presbíteros. Les
recomienda ejerzan su ministerio con "humildad, sosiego, calma, piedad y perfección".
Según SC 33 el sacerdote preside "in persona Christi", es decir, no sólo por designación
de la asamblea o por delegación de ella ni por sus méritos propios sino por imposición
de las manos recibida en su ordenación que le ha conferido el obispo, sucesor de los
apóstoles.
Es funcional, por cuando debe lograr que la asamblea reunida asuma lo más plenamente
posible la acción litúrgica común; que los otros ministerios y servicios estén
coordinados y así entre todos y a través de todos, circule el Espíritu uno de la
celebración.
El arte de presidir
El arte de presidir, es realmente un arte, para hacer lo que debe de hacer, dejar de hacer
lo que no debe hacer, animar a que los miembros de la comunidad realicen los servicios
que les corresponden y unificar todo en un único cuerpo.
El arte de presidir consistirá en el arte de conjugar con tino estos dos roles contrarios
pero no contradictorios; uno ascendente y otro descendente. En el pulso para mantener
esta tensión entre estas dos corrientes consiste el reto que plantea el ministerio de
presidir la celebración.
Entre las muchas tareas y encomiendas que el presidente debe realizar para la buena
realización de su ministerio, está la de impulsar, animar, coordinar los demás
ministerios:
Conclusiones
2.- El presidente es el responsable de que una comunidad sea ella misma y no "su"
asamblea. El presidente busca siempre la común-unión. Su gran lema y ley, la ley de la
fraternidad. La presidencia es un servicio fraternal que se traduce.
4.- Debe saber aceptar lo carismas, promover la relación de los mismos, distribuir las
funciones para que todos puedan intervenir. Es decir atento a evitar sectarismos y
uniformismos. Servidor de la comunión es responsable de la catolicidad.
5.- Atento a los más pobres y débiles y preocupado por la educación de toda la
comunidad. Las presidencia comporta unos signos, hablar a los presentes como amigos,
estar en medio como quien sirve.
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El Lector
No nos referimos aquí al lector no como un ministerio ordinario, sino como ministerio
de hecho. Es uno de los ministerios más importantes: proclamar la Palabra de Dios,
presta la voz al Señor que habla a la asamblea. En el momento de proclamar todos,
incluido el presidente, escuchan la voz del Señor. Ayuda a la comunidad cristiana a
escuchar en las mejores condiciones la Palabra de Dios y a acogerla como dicha hoy y
aquí para cada uno de los creyentes.
2 Al empezar, no debe leerse lo que está en rojo (por ejemplo: no debe decirse "Primera
lectura"). Lea con entonación el título de la lectura (por ejemplo: Lectura del profeta
Isaías), mire a los asistentes y espere unos segundos antes de continuar.
5 Si antes se ha leído la lectura (mejor un par de veces) sabrá mucho mejor cómo leerla
bien, darle sentido. Facilitar que se entienda. Por ejemplo, en la frase: "Dios no salvó a
un pueblo, sino a todos los pueblos de la tierra", subrayar con la voz estas dos palabras
clave.
6 Al terminar la lectura, espere un par de segundos y diga mirando a los asistentes y con
cierta solemnidad (es una aclamación): 'Palabra de Dios': No, "Es palabra de Dios",
porque es una afirmación que no espera respuesta. Y, por último, espere la respuesta
antes de irse, sin prisas.
1 Leerse antes la lectura. Mejor dos veces (una para saber qué dice; la segunda para
fijarse en las palabras o nombres que nos puedan resultar más difíciles). Y, aún mejor,
leerla en voz alta.
2 Es decisivo cómo comenzamos la lectura. Para el que lee y para quienes escuchan.
Para quien lee, porque si empieza a acelerar desde el principio o empieza inseguro, la
cosa irá empeorando. Para quien escucha, porque si el principio no se entiende, la
atención cae en picado.
3 Para que se nos oiga y entienda bien, son importantes dos cosas: la primera es no bajar
la cabeza, la segunda es abrir más la boca de lo habitual. Con la cabeza alta, la voz
resultará más clara y el tono más elevado . Abriendo bien la boca, las vocales nos
saldrán más redondas y las consonantes más contrastadas.
7 Si hemos leído antes, sabremos si se trata de una narración, una exhortación, una
reflexión, etc. Y nos hará ilusión saber atinar en el modo adecuado le leerlo. Por
ejemplo, si es una narración saber distinguir el tono del narrador, el de los diálogos... Si
es una exhortación saber leerla con convicción. Atinar en todo eso no es difícil: basta
buen sentido y ganas.
8 Puede sorprender pero para una buena lectura son muy importantes los silencios. Los
silencios -las pausas- dan luz a las palabras. El lector que sabe respetar los silencios y
además los aprovecha para respirar, es casi seguro que hace escuchar.
9 En todo es bueno escuchar la opinión de los otros. Por eso, sería conveniente que las
personas que leen habitualmente en cada iglesia, se encontraran para intercambiar
opiniones, para hacer algún ejercicio de lectura, etc.
El salmista
Esta noción implica que el salmista es cantor. Hay que hacer todo lo posible para
recuperarlo en las misas parroquiales o en la misa mayor.
El salmo es una oración poética; lo cual implica que el salmista es guía y maestro de
oración poética. El lector que recite el salmo tiene que cambiar de dirección. La lectura
es proclamación, el salmo es oración.
Por lo cual, debe rezar él mismo. Debe introducirse en los sentimientos que provoca
dicha oración. debe alegrarse, entristecerse, meditar, comprometerse, suplicar o aclamar
gozosamente. Y así, con su voz, suave y decidida a la vez, invita al pueblo a que
responda a la Palabra con sentimientos del salmo.
El salmo está tomado de la Biblia, es Palabra de Dios. Nos ayuda a hacer eco a la
lectura. Así el mismo Dios nos guía en nuestra respuesta. No es un canto nuestro,
moderno, como puede ser el de la entrada o el de comunión. Es voz de Dios, una página
bíblica, coma la anterior, pero esta vez poética y lírica. Por eso el lugar más coherente
de su realización es el ambón reservado a la Palabra de Dios, cosa que no debe suceder
con los otros cantos de la Misa.
El salmo hace eco al mensaje contenido en la lectura. Si ésta nos invitaba a la alegría, el
salmo prolonga esa actitud. O nos mueve a sentimientos de penitencia, alabanza,
súplica, reflexión sobre la vida...
• Ante todo, el salmista debería ser una persona distinta de la que ha proclamado la
lectura. Se trata de otro elemento dentro del conjunto de la celebración de la Palabra.
• El salmo está pensado para que tenga una alternancia entre el salmista que recita las
estrofas y la comunidad que escucha y responde la antífona. El salmo se llama
"responsorial", no sólo porque responde a la Palabra escuchada, sino también porque se
hace de tal forma que la asamblea va respondiendo a las estrofas dichas por el salmista.
• El modo ideal de realizar el salmo es que la asamblea cante la antífona, la propia del
día a poder ser, y que el salmista recite las estrofas del salmo. Hay un libro publicado
"El Libro del salmista" donde están todas las antífonas y salmos de los días de fiesta
musicalizados. No todas las comunidades tienen la facilidad de tener uno que las
ensaye, pero no cuesta mucho prepararlas.
• Habría que tener en cuenta que si se dice sin cantar, hay antífonas largas que son
difíciles de repetir. Esos días habría que buscar una antífona más corta o que el salmista
ayudara a la asamblea. Así no tiene que preocuparse la asamblea de aprender de
memoria la frase.
El animador de cantos.
• Sabe liturgia. Sabe y conoce el sentido y la función que tiene cada uno de los ritos y el
sentido y la función del canto que acompaña el rito.
• Sabe música. No hace falta que haya realizado la carrera de música, pero sí que intenta
mejorar su formación. Se apunta de vez en cuando a algún cursillo. Sabe que necesita
ayuda.
• Conoce bien su asamblea. Por tanto es capaz de saber qué cantos los canta mejor, qué
posibilidades tiene de aprendizaje, de mejora. Así no impondrá cantos que no pueda
seguir, pero también sin dejarse llevar por la pereza de ayudar a progresar.
• Valora y estima su asamblea. Por ello procura ayudarla y servirla. Lo hace con mucho
respeto. Evita todo lo que pueda parecer reñirla.
• Es miembro de la asamblea. Y como tal ora con la asamblea, escucha las lecturas, está
atento a la plegaria... y por tanto, no se dedica a buscar papeles durante las lecturas o en
otro momento.
• El contenido. Las palabras que decimos cantando penetran más a dentro, calan más.
Por tanto tiene mucha importancia el contenido de la letra, más que la belleza de la
música. No es necesario que sean siempre cantos de alta teología, pero sí es bueno e
importante que lo que canten tenga sentido cristiano y litúrgico. Esto supone que el
canto debe adecuarse lo más posible al tiempo litúrgico y al momento de la celebración.
• La calidad literaria. Que no sólo lo que se diga esté bien, sino que además esté bien
dicho. Con corrección de modo que pueda penetrar verdaderamente en el espíritu de los
que lo canten.
• La música. Que tenga calidad, que resulte agradable cantarla (lo cual se puede dar
tanto en las músicas más lentas como más rápidas, más antiguas como más modernas).
Y que la asamblea sea capaz de cantarla bien.
• El clima que crean. Hay que mirar el todo inseparable que forman la letra y la música.
En unos momentos hay que escoger un canto melodioso, en otros más alegre. Hay que
saber escoger a cada momento lo que más pueda ayudar a aquella asamblea concreta a
vivir y expresar su fe al ritmo de la liturgia de la Iglesia.
• No cantar todos los días del año en los mismos momentos, en la misma cantidad y
calidad los mismos cantos. El canto distingue unos días de otros lo mismo que unas
lecturas los distinguen.
• Los tiempos litúrgicos deben crear su propio clima. El canto puede utilizarse para
crear distintos climas o para destacar aspectos distintos en días semejantes. Por ejemplo,
algunos domingos durante la comunión se puede hacer simplemente en silencio o con
música, favoreciendo el clima de oración y de interiorización. Algunos días se puede
cantar sólo la estrofa del salmo, otros días el salmo entero.
• Las distintas misas de una comunidad pueden ser, más o menos, especializadas. No es
lo mismo una misa de las nueve de la mañana que la "misa mayor". Unas misas tendrán
un estilo más juvenil, otras, más sentido más serio.
• Determinados cantos tendrían que estar reservados para unos tiempos litúrgicos, y no
cantarlos en otros tiempos. Expresan de manera más completa los sentimientos propios
del tiempo.
• Los días laborables hay que cantar menos que los domingos. Y dentro de los días
laborables hay que resaltar, determinadas celebraciones y tiempos.
El monitor
Hay varias clases de moniciones, no todas son iguales: unas son "explicativas":
ambientar o explicar alguna faceta histórica o contextualizar la lectura; otras son
"exhortativas", éstas son para disponernos a participar con espíritu.
Algunas de estas moniciones parecen más propias del presidente: aquellas que
contienen un mensaje espiritual. Son éstas:
• Son de "gran ayuda para que la asamblea reunida escuche mejor la palabra de Dios, ya
que promueven el hábito de la fe y de la buena voluntad" (OLM 42). Son, pues, para
que la comunidad escuche con más atención, despertar el interés, situar la página que se
va a escuchar.
• Es útil presentar brevemente el contexto histórico de una lectura: una página profética
se capta de un modo más concreto si se sabe que está escrita durante el destierro o
después de la vuelta.
• También para el salmo. "También pueden ayudar unas breves moniciones en las que se
indique el por qué de aquel salmo determinado y de la respuesta y su relación con las
lecturas" (OLM 19). Sería para sugerir los sentimientos y el talante interior que están en
la base del salmo.
• Breves. Así lo repiten una y otra vez los documentos: "breves sólo en los momentos
más oportunos, con las palabras prescritas u otras semejantes" (SC 35). " (El monitor)
lleve bien preparados sus comentarios, con una sobriedad que los haga asimilables"
(OGMR 68). Todos tenemos experiencia de cómo unas intervenciones largas dan al
conjunto de la celebración un tono pesado y farragoso.
• Fieles al texto. Cada momento tiene su sentido. La monición debe ayudar a escuchar la
lectura desde la actitud justa y a realizar el gesto simbólico dentro de su identidad y
finalidad.
• Discretas. En cuanto al número. No hacer todas las posibles, sino las más
convenientes. Se debe evitar la tentación de la palabrería. A veces se nota una verdadera
obsesión pedagógica a los que se apoderan del micrófono. Eso hace que las moniciones,
en vez de ayudar y crear ambiente, lo que hacen es agotar la paciencia de los fieles.
3. Lee 1 Cor 12, 12-27 y saca las conclusiones para la celebración litúrgica.
5. En la misa que haces de monitora resulta que cada uno se sienta en "su lugar"
distantes unos de otros. Prepara una estrategia para que poco a poco se pongan
formando una asamblea o grupo unido externamente.
6. Te vienen unos padres que quieren bautizar a su hijo/a un día señalado, distinto al día
de los bautismos parroquiales. ¿Qué razones le darías para que acepten el día bautismal
de la parroquia?
Capítulo 8
La participación en la liturgia
Indice
Introducción
¿Qué es participar?
Explicación
Resumiendo
Dos ejemplos
Consecuencias
Ministerios:
Ministerios de hecho
El equipo de liturgia:
Proceso de constitución
Cuestionario
Introducción
Por ello, este capítulo tiene el objeto y la finalidad de analizar lo que realizan y deben
realizar todos los que forman la asamblea.
Tal como estaba la celebración litúrgica anterior al Concilio, lamentable por cierto, la
participación de todos los fieles fue una de sus objetivos para la renovación de la vida
cristiana a través de la liturgia (SC 1). Ya hemos hablado que el Concilio abrió el uso de
lenguas vivas en la liturgia, se adaptó la liturgia, se simplificaron los ritos, se renovó la
presencia de la Palabra de Dios en las celebraciones, se admitió el canto popular, etc. y
promovió los diversos ministerios. El Concilio Vaticano II, pensando devolver a los
fieles la actuación correspondiente al derecho y al deber que tienen en la celebración
litúrgica usó la expresión "participación activa de los fieles".
Ahora bien, esta participación activa de los fieles no se consigue con el estudio de este
capítulo. Todo esto exige un esfuerzo continuado de catequesis, preparación de las
celebraciones, formación litúrgica de los celebrantes, medios para celebrar bien,
celebración correcta y adaptada a las diferentes asambleas y a las diferentes situaciones
de ésta. Exige, en una palabra, el trabajo de un equipo parroquial o sectorial de liturgia.
La participación de los fieles es una tarea siempre en acto y siempre inacabada.
Por tanto, en este tema analizaremos qué se entiende por participación activa y qué
exige.
¿Qué es participar?
La palabra participar viene del latín "partem" y "capere", tomar parte. Es sinónimo de
adhesión y también de intervención.
En la vida diaria y cotidiana indica no sólo el tomar parte en algo, sino también la
invitación (una tarjeta de participación) dirigida a amigos, parientes, conocidos para que
participen en acontecimientos alegres (nacimientos, bautismos, matrimonios, etc.) o
tristes (funerales, etc.): en estos casos participación significa adhesión solidaria.
Primero leemos al Concilio: Éstos no son todos los textos del concilio. Hay otros
muchos, 18 en total. Hemos citado los más importantes.
"Es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada liturgia con recta disposición de
ánimo, pongan su alma en consonancia con su voz, y colaboren con la gracia divina,
para no recibirla en vano " (SC 11).
"La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a los fieles a aquella
participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la
naturaleza de la liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación en virtud del
bautismo, el pueblo cristiano" (SC 14).
"En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o simple fiel, al desempeñar su
oficio hará todo y sólo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las
normas litúrgicas" (SC 28).
Explicación
• Enuncia un ideal: Nos dice que la participación debe ser "plena, consciente, activa y
fructuosa" (SC 11; 14); "interna y externa" (SC 19); "en acto" (SC 26); "propia de los
fieles" (SC 114); "comunitaria" (SC 27). Está señalado como ideal, lo cual nos está
indicando que es meta a conseguir, no es una realidad que se da, no está enunciando una
realidad. Esto lo debemos tener siempre presente: queremos caminar a un ideal que
nunca la alcanzaremos al cien por cien.
• Señala el origen del derecho y del deber: "el sacerdocio bautismal" (SC 14; LG 10-11).
No es una concesión de nadie, ni del sacerdote, ni de la Iglesia. Una vez que uno ha sido
bautizado y confirmado ya es sujeto de derechos en la Iglesia y uno de estos derechos es
el derecho a participar en la vida litúrgica; dicho de otra forma a participar en la
comunidad con Cristo en su salvación.
• Urge su puesta en práctica (SC 11; 14) y los medios a usar: formación" (SC 14; 19),
"la catequesis litúrgica" (SC 3 5,3), "las celebraciones de la Palabra" (SC 35,4); "la
homilía" (SC 35,2; 24; 52), "los cantos, respuestas, gestos y posturas" (SC 30). Todos
estos son medios, para conseguir unirse a Cristo. Por tanto, no son fines en sí mismos.
Es importante la formación, es importante la homilía y son importantes los cantos, pero
mucho más importante es el unirse a Cristo Jesús.
• Señala la meta final: "santificación de los hombres y el culto a Dios" (SC 5; 7; 11; 12).
Es decir, el objeto de la participación, aquello en lo que se participa es en la salvación
del hombre y en la gloria que supone esto para Dios. Esta es la meta, el objetivo final.
Todo lo anterior está mirando a este objetivo final. La razón de nuestro trabajo como
responsables de la pastoral litúrgica es conseguir que todos los que celebran los
sacramentos lleguen a esto. No sólo los que vienen a las Eucaristías dominicales;
también los que vienen a bautizar a sus hijos o demás sacramentos.
• ni tampoco "un hacer cosas" (el solo hecho de leer o tocar la guitarra, cantar, etc.) o
"pasearse por el presbiterio" o "hacer todos todo"). Le falta el elemento espiritual e
interno del ser humano.
• Exige que cada uno desempeñe todo y sólo aquello que le corresponde. Las personas
que participan (fieles y ministros) lo hacen según el grado propio de su función eclesial
y litúrgica. Esto quiere decir, que no todos tienen que hacer todo. Todos (el pueblo)
tienen que participar e intervenir en algunos momentos, pero no tienen que estar
interviniendo siempre.
Resumiendo
Por tanto, participación, en nuestro caso, significa "tener relación con", "tener en
común con", mejor dicho, "estar en comunión". Cuando hablamos de participar en la
celebración queremos decir esto último: estar en comunión. Dice el canon romano
(Plegaria Eucarística I) "que cuantos recibamos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al
participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición". La máxima
participación en la Eucaristía, la comunión es la máxima participación en la salvación.
Dos ejemplos
Casi todas las Plegarias Eucarísticas señalan la participación de los fieles. Citamos aquí
solamente unos textos que aparecen en el misal. Uno de la Plegaria Eucarística I y otra
de la Plegaria Eucarística II:
"Te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios,
vivo y verdadero" (Plegaria Eucarística I).
El sacerdote usa el plural, porque ora en nombre de toda la asamblea. Y para que no
queden dudas añade la frase "ellos mismos te ofrecen". No es una metáfora, sino una
acción real. Los fieles ofrecen la Eucaristía o Sacrificio en virtud de su condición de
Pueblo Sacerdotal. Es una de las ideas básicas y fundamentales que se van repitiendo a
lo largo de todos los capítulos.
"Y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia" (Plegaria
Eucarística II).
La segunda frase, tal vez la más oída, como la dice el sacerdote, y además como está en
el altar, pensamos que se refiere a él o a ellos. Y no, es de todos los asistentes. Todos
servimos en la presencia del Señor.
Estamos tan acostumbrados a tomar la celebración como cosa del sacerdote que se nos
escapan frases como estas:
- Por favor, ¿a qué hora celebra usted su misa?
- Amigo mío; en primer lugar, no es "mi" misa. Además, no la celebro yo, sino que la
celebramos juntos.
Si la participación en asamblea es cosa de todos, ¿qué hacer para que ese signo sea
significativo y expresivo?
• Para que una celebración transcurra como corresponde a una acción eclesial (SC 26),
todos deben respetar el ritmo de la misma. La celebración es como un cuadro en
movimiento, en el que todos son actores y todos intervienen: Todos formamos la
asamblea viva que canta, ora, dialoga, se mueve, y no sólo oye y contempla. Todos los
ministerios deben estar al servicio de la asamblea.
• Todas las personas que participan son, deben llegar a ser, cada vez más actores de la
celebración. Esto no es una realidad individualista (por gusto o por aparecer), sino
eclesial (por manifestar que todos somos Iglesia). Si se hace por gusto, el día que no
guste se deja. Sin embargo, si se realiza por ser Iglesia, la responsabilidad es mayor. De
hecho cada uno participa en una acción en la que están implicadas otras personas, que
también son actores.
• Cuando se celebra la confirmación, se hace algo más que asistir a una acción que
interesa a un cierto número de jóvenes; de hecho, es toda la Iglesia la que se alegra,
pues toda ella es la que nace del Espíritu que sin cesar la anima. Todos los participantes
están, pues, profundamente implicados, aunque no todos sean confirmados ese día. Y
los que han sido antes, son en un cierto sentido "reconfirmados": participan en el don
del Espíritu que edifica a la Iglesia y pueden asumir como nueva su propia
confirmación. Esto mismo ocurre en los demás sacramentos.
Ministerios
Para que exista una participación activa y plena, deben existir unos ministerios.
Ministerio quiere decir servicio. Así como Cristo "no vino a ser servido, sino a servir"
(Mt 20, 28), la Iglesia, sacramento y señal de Cristo, es toda ella ministerial. Existe para
servir. Por ello debe manifestarlo en todas sus actividades. Con más razón en la liturgia,
ya que es la epifanía de la Iglesia.
Por todo ello, actualmente, nos encontramos con la siguiente diversidad de ministerios:
• Ministerios instituidos (Se llaman a éstos ministerios instituidos porque los llamó así
Pablo VI al reformar y suprimir las llamadas "órdenes menores" (subdiaconado,
ostiario, etc.): lector y acólito.
• Ministerios de hecho: Se llaman a los ministerios que ejercen laicos y laicas de manera
estable o simplemente ocasional.
Ministerios de hecho
- El monitor de la asamblea.
• al servicio del canto y de la música (SC 29; OGMR 63-64; 78; 90; 274; 313).
- Los cantores.
• Otros ministerios
- Los padrinos del bautismo y de la confirmación. Así los nombran los rituales del
bautismo y de la confirmación.
- Los catequistas.
Estos ministerios deben tener carta de naturaleza en todas las comunidades parroquiales,
es decir, deben existir en toda asamblea litúrgica de forma estable y no puramente
ocasional. Es mejor siempre personas encargadas de los distintos servicios, que no
buscar para cada celebración entre los asistentes algunos para desempeñar dichas
funciones. La estabilidad supone preparación y el hacerlo mejor.
El equipo de liturgia
Afortunadamente son muchos los grupos cristianos y las comunidades que cuentan con
unas personas que se reúnen para preparar la Eucaristía y los sacramentos. Pero pueden
agotarse por falta de perseverancia o por cansancio.
Para darle estabilidad y prestancia al equipo litúrgico debe tener presencia asegurada en
el consejo pastoral de la parroquia.
"La preparación efectiva de cada celebración litúrgica hágase con ánimo concorde entre
todos aquellos a quienes atañe, tanto en lo que toca al rito como al aspecto pastoral y
musical, bajo la dirección del rector de la Iglesia, y oído también el parecer de los
fieles" " (OGMR 73).
• La preparación de las celebraciones litúrgicas debe hacerse por todas aquellas personas
que han de intervenir en ellas (monitor, lector, cantores, etc.), incluyendo los mismos
fieles. Por tanto, las diversas personas que ejercen las diversas funciones deben formar
el equipo litúrgico y, a poder ser con algunos representantes de los fieles.
• El texto habla también de ánimo concorde. Quiere decir con sentido de cooperación y
unidad. Este ánimo concorde no es sólo una condición previa para el trabajo en equipo,
sino también meta que se ha de ir perfeccionando cada día.
Veamos los consejos que nos da la Ordenación General del Misal Romano:
"La eficacia pastoral de la celebración aumentará, sin duda, si se saben elegir, dentro de
lo que cabe, los textos apropiados, lecciones, oraciones y cantos que mejor respondan a
las necesidades y a la preparación espiritual y modo de ser de quienes participan en el
culto.
El sacerdote, al preparar la misa, mirará más bien el bien espiritual de la asamblea que a
sus necesidades preferidas. Tenga además presente que una elección de este tipo estará
bien hacerla de común acuerdo con los que ofician con él y con los demás que habrán
de tomar parte en la celebración, sin excluir a los mismos fieles en la parte que a ellos
más directamente les corresponde.
Y puesto que las combinaciones elegibles son tan diversas (?), es menester que, antes de
la celebración, el diácono, los lectores, el salmista, el cantor, el comentarista y el coro,
cada uno por su parte sepa claramente qué textos le corresponden y nada se deje a la
improvisación. En efecto, la armónica sucesión y ejecución de los ritos contribuye
muchísimo a disponer el espíritu de los fieles a la participación eucarística (OGMR
313).
Como nos dice el Concilio, están en orden a "trabajar para que florezca el sentido
comunitario parroquial, sobre todo en la celebración común de la misa parroquial" (SC
42).
Toda parroquia-sector tendría que contar con un grupo de cristianos que ejerciendo su
función de pueblo sacerdotal (1 Pe 2, 9) colaborara con los sacerdotes (presidentes de
las celebraciones) o en su ausencia ellos mismos colaboraran en la tarea de cuidar y
alentar la vida litúrgica de la comunidad.
• Lo mismo que la celebración no puede descansar sobre una sola persona, porque es
celebración de toda la Iglesia, tampoco su animación.
• Las celebraciones litúrgicas expresan y manifiestan la Iglesia tal como es: El Cristo
total, cabeza y miembros, un cuerpo con miembros (VQA 4. 9. 10).
• El mismo Misal señala que "la preparación de cada celebración litúrgica se haga con
ánimo concorde entre todos aquellos a quienes atañe, tanto en lo que toca al rito como al
aspecto pastoral y musical, bajo la dirección del rector de la Iglesia, y oído también el
parecer de los fieles en lo que a ellos directamente les atañe" (OGMR 73; cfr. 313).
Todas estas razones exigen, por tanto, un equipo, que sea responsable, activo y
capacitado. El número dependerá de la parroquia o sector. El sector necesitará bastantes
(12-15) personas. En una parroquia pequeña tal vez sean suficientes dos o tres.
Proceso de constitución
• Normalmente, en primer lugar, aparecen unas personas que comienzan a hacer las
lecturas o las moniciones que prepara el sacerdote. Es el embrión.
• En estas reuniones se explica lo que hacen, por qué lo hacen, y así, servirán dichas
reuniones para formar un grupo denominado grupo de liturgia.
• Al principio el sacerdote les facilitará las hojas litúrgicas con todo el material
preparado. Después de unos años de trabajo, ellos mismos podrán si desean elaborar sus
propias moniciones.
• Una vez que hemos llegado a este momento se puede planificar el siguiente curso.
• A medida que pasa el tiempo, el equipo va madurando como grupo. Al mismo tiempo
debe crecer su capacidad de trabajo en equipo y de diálogo, en fe y oración, en estudio y
en formación.
OBJETIVOS GENERALES
ACTIVIDADES
• Estudio de la OGMR.
• Estudio de la OLM.
REUNIONES
Tomamos animar como dar vida, comunicar aliento y entusiasmo, dar movimiento,
calor, fiesta, infundir vigora un ser viviente.
La animación litúrgica consiste en ayudar a dar vida, hacer participar; crear dinamismo
y ambiente festivo en las celebraciones para que los fieles reunidos ofrezcan a Dios un
culto en espíritu y verdad (Jn 4, 23).
No olvidamos que el alma de todo esto es el Espíritu Santo, presente y operante, que
lleva a término la obra iniciada por Jesús, realiza la santificación y hace posible que la
oración se escuchada.
Miembros de la comisión
En muchas de nuestras parroquias están los mismos en todo, es decir, personas que
abarcan distintas actividades. La comisión de pastoral litúrgica debiera tener
• y otros que representaran a otras actividades pastorales y materiales del templo, a fin
de que la liturgia fuera culmen y fuente de toda la vida parroquial y pudiera seguir
mejor la vida pastoral de la parroquia y recoger las inquietudes y problemas que se
viven en la comunidad.
El equipo ideal tendría que ser un grupo variado, rico y representativo de lo que es la
comunidad. Debe estar formado, pues, por un grupo heterogéneo que agrupe sacerdotes,
religiosos y laicos de todas las edades.
• los sacerdotes que presiden las celebraciones, por lo menos a la hora de programar o
preparar dichas celebraciones.
• los monitores.
• los lectores.
• el organista.
• Conocer la comunidad para poder adaptarse a la asamblea concreta que celebra, siendo
fiel a la celebración.
• Disponibles para formarse: la formación litúrgica es una tarea constante para vivirla
con plenitud.
Es necesario, pues, dedicar una parte de cada reunión a la formación; asegurar en los
sectores cursillos de liturgia dirigidos de manera especial a los miembros de estas
comisiones.
La parroquia tendría que suscribirse a alguna revista litúrgica, y tomar como punto de
reflexión las hojas añadidas que traen algunas publicaciones para las misas dominicales.
Hay muchos miembros de las comisiones litúrgicas, que intentan hacer las celebraciones
y destacar algunos elementos con la mejor voluntad, pero al mismo tiempo, con total
desacierto.
La formación, es decir, el sentido de cada una de las partes debe ser adquirido en la
formación para no caer en desaciertos lamentables. Debemos tener claro que la
celebración tienen elementos pedagógicos que educan al pueblo. Por lo cual, no es lo
mismo celebrar de una forma o de otra.
Junto a esto, sería conveniente elaborar una orientación bibliográfica sencilla señalando
los libros fundamentales que debiera leer un miembro de la comisión litúrgica.
El método para las sesiones que proponemos es sólo un guía. Se puede, naturalmente,
ampliar y reducir, perfeccionar y acomodar. Cada equipo debe adaptarlo.
• Momento oracional: Iniciar y/o terminar con una oración. Por ejemplo, una lectura
bíblica al principio y una respuesta salmo al final. Puede encargarse, para cada sesión, a
un miembro del grupo que la dirija y la prepare (2 ó 3 minutos).
• Momento panorámico: Es para encuadrar el domingo dentro del año litúrgico; en este
momento describiremos, si los hay, circunstancias especiales que viva la comunidad,
relacionaremos las fiestas con el misterio pascual, encuadraremos o centraremos la
celebración de algún sacramento con la Eucaristía, leeremos algún punto relacionándolo
con el día, estudiaremos algún punto determinado de la liturgia. Es un momento
importante (20 ó 30 minutos).
• Momento de la distribución de las tareas: Señalar las personas que atiendan las
distintas celebraciones y las horas (5 m.).
Esto puede hacerse para todo el año. Además de estas sesiones ordinarias, durante el
curso o año litúrgico hay que dedicar unas sesiones o una sesión entera a una revisión
seria de la actuación como grupo y de actuación cara a la asamblea.
a) Elementos materiales: Asegurar que la parroquia cuente con todo lo necesario para
una celebración digna:
• un templo bien dispuesto, limpio, ordenado, con las debidas condiciones de luz y
audición, con una distribución adecuada de los bancos;
La constitución de una asamblea litúrgica requiere toda una pedagogía para que las
personas reunidas tomen conciencia de pertenencia a una comunidad. Por eso, es
importante el enfoque de la celebración, el ambiente que se crea, la introducción
preparatoria a la celebración, las moniciones, etc.
Por otra parte, hay asambleas que hay que cuidar de manera particular como la de los
Bautismos, Matrimonios, Primeras Comuniones, Funerales, etc, para que la familia, con
ser muy importante, no suplante indebidamente a la asamblea cristiana. Así mismo
habrá que cuidar la unión con la Eucaristía de los mayores la asamblea cristiana en las
celebraciones de niños, jóvenes, grupos, etc. (DMN 12).
• Que se supere la rutina y la inercia. No cantar siempre los mismos cantos; que cada
misa dominical tenga tres o cuatro monitores que se cambien, un día hace uno y otro día
otro; destacar algún aspecto de la Eucaristía, etc.
Además de educarse ellas mismas, las comisiones litúrgicas han de buscar educar
litúrgicamente a las comunidades parroquiales:
• que conozcan el sentido de las diversas celebraciones, en especial de la Eucaristía,
En primer lugar no olvidar la tarea educadora que se puede realizar a través de las
moniciones para guiar al pueblo en su participación, ayudarle a entrar en la celebración
comprendiendo los ritos, dando sentido a los gestos, creando un ambiente de oración y
recogimiento. Conviene organizar periódicamente para todo el pueblo catequesis
litúrgicas sobre temas básicos.
Esta es una de las tareas más concretas a realizar en la parroquia. La preparación de una
celebración exige:
• Fijar bien el sentido de la celebración: Que todos los que van a participar en la
celebración sepan qué se va a celebrar y por qué.
• Preparar todo lo necesario para la celebración. Los elementos materiales (el pan, el
vino,...), los elementos de la misa (oraciones, prefacios, plegaria eucarística, cantos,
salmos, etc.), las moniciones, guiones para las celebraciones más complejas destinados
al presidente, monitor, lectores, coro.
La comisión litúrgica deberá estar atenta a que las celebraciones no caigan en:
• un formulismo vacío, es decir, una liturgia donde se observen todas las normas y leyes
litúrgicas pero donde falta vida, calor, oración, participación interior.
• una acción donde sólo participen el presidente y algunos fieles mientras el pueblo
asista pasivamente como mero espectador.
Será conveniente que la comisión litúrgica sepa revisar periódicamente las
celebraciones de la parroquia para señalar las deficiencias que se observan, los defectos
en que se vaya cayendo, etc. para tratar de corregirlos y seguir mejorando la vida
litúrgica parroquial.
Cuestionario
5 Imagínate que eres el responsable. Organiza una misa, donde están el sacerdote,
monitor, cantores, el que pone las flores, el que prepara las formas y el vino, etc. ¿Qué
harías y qué pedirías a cada uno de ellos?
Capítulo 9
Indice
Introducción
Expresiones
El Leccionario:
Cuestionario
--------------------------------------------------------------------------------
Introducción
La Biblia fue el primero y más importante libro litúrgico que se usó en la celebración
desde los orígenes. La escena de los discípulos de Emaús se considera como el esquema
de las celebraciones de los primeros cristianos. Los distintos pasos de la narración
representan así: habla de Moisés, de los profetas, que representaría la liturgia de la
Palabra, después el Maestro les explica caldeando el corazón de los discípulos -la
homilía-, que forma la Liturgia de la Palabra, y finalmente se sientan en la mesa para
realizar la fracción del Pan y comer (sacramento).
San Justino, hacia el año 155, ha dejado escrita la más antigua descripción de la
celebración de la Eucaristía dominical. Comienza con la liturgia de la Palabra:
"El día que se llama del Sol se celebra una reunión de todos los que habitan en las
ciudades, en los campos, y allí se leen en cuanto el tiempo lo permite, las Memorias de
los Apóstoles, los Escritos de los Profetas.
La Biblia no sólo nos ofrece las lecturas y los salmos, sino también las plegarias y las
oraciones. Incluso el significado de los gestos y de las acciones sacramentales han sido
tomados del simbolismo bíblico. No se comprenderá la liturgia sin comprender la
Biblia.
Para tratar el tema de la Palabra de Dios, tomamos como base el documento sobre la
Palabra que publicó el Concilio. Es la constitución "Dei Verbum", que quiere decir La
Palabra de Dios (DV de aquí en adelante).
En la historia de la salvación la Palabra de Dios creó todas las cosas y dio vida a todo
cuanto existe: "Todo fue hecho por ella (la Palabra) y sin ella no se hizo nada de cuanto
llegó a existir" (Jn 1, 3; Gn 1,3; Sal 33, 6). Los acontecimientos de la vida de Israel
fueron una continua manifestación de la presencia de la Sabiduría de Dios.
Todo esto lo realiza con su palabra y el poder del Espíritu Santo: "basta una palabra
tuya, para que mi criado quede curado" (Lc 7, 7; 11, 20). En todos los signos, obrados
por Cristo en su vida histórica, anticipa el gran signo que es la muerte y resurrección,
suprema palabra-hecho que hace realidad la salvación de los hombres.
En adelante la Iglesia de la Palabra, nacida para hacer las mismas cosas que hizo Jesús
"el que cree en mí hará las mismas cosas que yo hago" (Jn 14, 12), y, en especial, para
actualizar su muerte y resurrección "cada vez que comáis de este pan anunciáis su
muerte" (1 Cor 11, 26), tendrá que ponerse a la escucha de la Palabra.
El Espíritu Santo es prometido, como memoria viva y eficaz, para recordar todo cuanto
el Señor dijo. "Os recordará todas mis palabras" (Jn 14, 26).
San Juan nos presenta al Hijo de Dios como el Verbo-Palabra de Dios que se hace carne
(Jn 1, 14). Y él nos invita a leer las Escrituras para conocerle a él: "¡Qué torpes sois para
comprender, y qué cerrados estáis para creer lo que dijeron los profetas!" (Lc 24, 24-
27). Cristo es el centro de la Escrituras y de la liturgia.
La Palabra de Dios convoca al Pueblo de Israel: "Calla y escucha, Israel. Hoy te has
convertido en el Pueblo del Señor tu Dios. Escucha la voz del Señor tu Dios, y pon en
práctica los mandatos y preceptos que yo te mando hoy" (Dt 27, 9-10). Por ello, cada
año, el pueblo de Israel se reunía delante del Santuario, ante el Arca de la Alianza, para
renovar su adhesión y fidelidad.
La Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, también por la Palabra, por Jesús, Palabra
encarnada: "Siempre que la Iglesia, congregada por el Espíritu Santo en la celebración
litúrgica, anuncia y proclama la palabra de Dios, se reconoce a sí misma como el nuevo
pueblo en el que la alianza sancionada antiguamente llega ahora a su plenitud y total
cumplimiento " (OLM 7).
La Iglesia para acercarse a la salvación, repite con el centurión: "Di una sola palabra y
mi criado quedará curado" (Mt 8, 8). O como Pedro: "Señor ¿a quién iremos? sólo tú
tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68), "palabras que son Espíritu y Vida" (Jn 6, 63).
Del mismo modo, cada uno de nosotros, por la fuerza del Espíritu Santo, tenemos que
acoger, escuchar, conservar y encarnar la Palabra.
Por otra parte, el Pueblo de Dios está caracterizado por la misión recibida del Señor de
anunciar el Evangelio a todas las gentes. Todo bautizado y confirmado por el Espíritu
Santo es ministro de la Palabra y puede decir con san Pablo: "¡Ay de mí, si no anuncio
el Evangelio!" (1 Cor 9, 16). La Palabra de Dios no se recibe realmente, si el que la
escucha no se hace él mismo mensajero del Evangelio y portador de esa Palabra a los
hombres.
Por esto, la Iglesia se edifica y va creciendo por la escucha de la Palabra de Dios. Las
maravillas que realizó Dios, en la historia de la salvación, se hacen de nuevo presentes
realmente a través de los signos de la celebración litúrgica: "La Iglesia se edifica y va
creciendo por la audición de la palabra de Dios" (OLM 7).
Por todo ello "la Iglesia honra con una misma veneración, aunque no con el mismo
culto, la palabra de Dios y el misterio eucarístico, y quiere y sanciona que siempre y en
todas partes se imite este proceder, ya que nunca ha dejado de celebrar el misterio
pascual de Cristo, reuniéndose para leer lo que se refiere a él en toda la Escritura y
ejerciendo la obra de salvación por medio del memorial del Señor y de los sacramentos"
(DV 21; OLM 10).
El Espíritu Santo o el Espíritu de Jesús es el gran olvidado. Sin embargo, nadie puede
decir que Jesús es Señor, como respuesta a la palabra divina que anuncia la resurrección
del Señor, sin la asistencia del Espíritu Santo (1 Cor 12, 3).
"La actuación del Espíritu no sólo precede, acompaña y sigue a toda acción litúrgica,
sino que también va recordando, en el corazón de cada uno, aquellas cosas que, en la
proclamación de la Palabra de Dios, son leídas para toda la asamblea de los fieles "
(OGMR 9).
El Espíritu Santo
• actúa en el corazón de los oyentes para que reciban con fe el mensaje y, por último,
"Aquel mismo Espíritu que, desde el comienzo, fue el alma de la Iglesia naciente; el
Espíritu que infundió el conocimiento de Dios a todos los pueblos, actúa hoy" (Prefacio
de día de Pentecostés).
Con la Palabra de Dios, tomada como letra, podemos hacer varias cosas: leerla, decirla
en alto, explicarla, estudiarla, hacer oración con ella, reflexionarla, anunciarla, vivirla,
celebrarla, etc. A cada una de estas tareas le corresponde una actividad: exégesis,
catequesis, evangelización, celebración, etc. La liturgia es un lugar privilegiado donde
la Palabra de Dios suena con una particular eficacia, pues en ella Dios habla a su pueblo
y Cristo sigue anunciando el evangelio (SC 33). Por esto decimos que en la liturgia la
Palabra la proclamamos, y no la leemos. Porque los destinatarios no son los fieles
aislados, sino el Pueblo de Dios reunido y congregado por el Espíritu Santo.
Pero en este punto queremos decir algo más. Afirmamos que la Palabra en la liturgia no
es para explicarla, sino para celebrarla. Celebramos la Palabra por la presencia de Cristo
en ella. La presencia de Cristo es siempre salvadora y esto hace que sea motivo de
celebración (OLM 4). Celebramos, por tanto, la Palabra porque
• Se cuidan los libros para la proclamación de la Palabra. "Hay que procurar que
también los libros, que son en la acción litúrgica signos y símbolos de las cosas
celestiales, sean realmente dignos, decorosos y bellos" (OLM 35; SC 122). "Los
leccionarios que se utilizan en la celebración, por la dignidad que exige la Palabra de
Dios, no deben ser sustituidos por otros subsidios de orden pastoral, por ejemplo las
hojas que se hacen para que los fieles preparen las lecturas o para su meditación
personal" (OLM 37).
• No la sustituimos. Por todo ello, afirmamos que ninguna otra palabra tiene la dignidad
ni categoría salvadora de la Palabra de Dios. "No está permitido que, en la celebración
de la misa, las lecturas bíblicas, junto con los cánticos tomados de la Sagrada Escritura,
sean suprimidas, mermadas ni, lo que sería más grave, substituidas por otras lecturas no
bíblicas" (OLM 12).
¿Cuál es la función de las lecturas bíblicas? ¿Por qué hay que leer la Biblia cuando se
celebra la Eucaristía?
Es verdad que los cristianos no hemos sido bautizados para leer la Biblia, sino para
entrar en la alianza salvadora de Dios. Pero desde primeros días del cristianismo la
celebración, que terminaba con la comida, empezaba con la proclamación de la Palabra.
Es la garantía de esa Alianza: celebramos las obras salvadoras de Dios con una comida.
Pero como esta obras salvadoras de Dios se han escrito, primero las recordamos, las
actualizamos, y después, pasamos a pedir la actualización de la gran obra salvadora de
Dios (en el sacramento) y terminamos comiendo, comida que manifiesta el
acercamiento de Dios. Así fue en Ex 24, 1-11. Así fue también en Lc 24, 13-35.
La Liturgia de la Palabra
El encuentro de los discípulos de Emaús con Jesús Resucitado tuvo dos momentos muy
expresivos:
• en el camino les contó y les explicó las Escrituras para que entendieran su sentido
Este doble encuentro con el Señor es todo un símbolo (el modelo) que se repite en
nuestras Eucaristías: Palabra y Sacramento, anuncio y realización.
Este doble encuentro se repite también en todos los demás sacramentos. No hay
sacramento sin Palabra. Lo primero es lo que Dios nos dice y lo segundo, lo que hace.
En la Eucaristía, Cristo nos invita a una doble mesa: la mesa de la Palabra y la mesa del
pan y del vino. Cristo es Palabra (Verbum) y Pan y Vino. Las dos las aceptamos y a las
dos respondemos: "Te alabamos, Señor" o "Gloria a ti, Señor Jesús" o "Tu palabra,
Señor, es la verdad, y tu ley nuestra libertad", o "Tu palabra, Señor, es lámpara que
alumbra nuestros pasos" o " Tu palabra, Señor, permanece por los siglos" (Misal n°
426); o con el "Amén" en la comunión.
Más aún: la Palabra inicia la actitud de entrega y obediencia, que es más expresiva en la
comunión. La adhesión obediente a la Palabra de Dios tiene un carácter de ofrenda
personal al proyecto de Dios. Más tarde, nos uniremos totalmente con Cristo entregado,
comiendo su Cuerpo. Incluso en la Palabra atisbamos la acción de gracias, ya que la
aceptación de las obras salvadoras realizadas por Dios nos lleva a agradecerle y a
alabarle.
En muchas celebraciones se suprime una de las dos primeras lecturas. Las razones que
se aducen son:
- hay mucha palabra y no se entienden, asumen, si son tres, utiliza un lenguaje lejano, y
es mejor no aturdir a la gente con tanta lectura,
No obstante, antes de suprimir alguna lectura habría que tener en cuenta estos dos
criterios:
2. la diversidad de temas demuestra que la Palabra tiene entidad por ella misma. Es una
invitación a dejarse penetrar por la Palabra.
Veamos las razones. Esta pregunta supone dos casos distintos: sustituir una lectura
bíblica por otra bíblica o sustituirla por otra no bíblica. Veamos:
1 Sustituir por otra lectura bíblica. Hay casos en que sería pastoralmente bueno; por
ejemplo, en la fiesta del patrón o en los días que se celebre algún sacramento. En este
último caso es bueno pastoralmente. Ahora bien, que un domingo el Evangelio sea de
ese domingo. Hay otros casos, que también se puede obrar de modo semejante; por
ejemplo en casos que una parroquia o sector esté en asamblea o quiera dar una
catequesis sobre algo.
2 Sustituir por otra no bíblica, por un autor moderno. La respuesta es que no, porque los
textos de la Escritura son textos constituyentes de fe, ahí está nuestra fe, y ningún otro
autor puede pretender serlo. Esto no obsta para que en algún caso se pueda leer algún
texto, pero siempre como comentario a la Palabra de Dios.
El Leccionario
El Vaticano II había pedido que "se abrieran más ampliamente a los fieles los tesoros
bíblicos" (SC 51).
Los trabajos comenzaron el año 1964, antes determinar el Concilio, al año siguiente de
la publicación de la "Sacrosanctum Concilium". Se trabajó en dos frentes:
Frente histórico: se analizaron los leccionarios de la Iglesia partir del siglo IV hasta el
siglo XIII. Después de este siglo, los leccionarios fueron disminuyendo su contenido
bíblico. Inmediatamente se estudiaron los leccionarios de los protestantes, porque ellos
daban más importancia que nosotros a la palabra.
Frente bíblico: estudio de la Biblia, para entresacar las partes más importantes. Se
seleccionaron los mejores textos. Este estudio nos dio el contenido central de la Biblia.
Cada especialista presentó su propia selección. Se puso en común y se eligieron los
textos definitivos.
Ya tenemos los mensajes centrales de todos los libros de la Biblia, hecha por los
mejores biblistas.
1 Contiene las lecturas para los domingos y fiestas del Señor. Año A.
2 Contiene las lecturas para los domingos y fiestas del Señor. Año B
3 Contiene las lecturas para los domingos y fiestas del Señor. Año C
5 Lecturas del propio (Propio de santos. Algunos santos y santas tienen para la
celebración de la misa textos propios de ellos. Por esto se dice Lecturas del propio.) y
del común (Del común. Se dice porque hay unas lecturas que valen para todos los
santos.) de los santos.
6 Lecturas para las misas en diversas circunstancias y misas votivas (Misas votivas son
aquellas misas que algunos días se pueden celebrar por alguna necesidad.).
Un consejo
El cristianismo no es una religión del libro. Pero nunca se hablará bastante del respeto
con que conviene manejar el libro de la Palabra, que es tan importante como el pan y el
vino.
Podemos decir sin exagerar que la Biblia es el único libro de la celebración cristiana.
Hasta el misal, tan importante por contener las oraciones de la Iglesia, es secundario.
Sin embargo, hoy día, se rinde culto a los papeles. Todo o casi todo se lleva escrito en
papeles. Hay que manejar el Libro (Leccionario) con cierta solemnidad. Los demás
libros y papeles hay que manejarlos con suma discreción.
Si hay que deplorar cierta inflación verbal en nuestras celebraciones, ¿no habrá que
deplorar también una inflación del papel?
Incluso es mucho mejor no usar el misal de los fieles. La experiencia demuestra que
cuando la asamblea tiene el texto a la vista y las condiciones de comunicación son
buenas, su interés se estimula.
La forma externa se cuida no por puro ritualismo, sino para que exprese lo mejor
posible la verdad y la realidad que está detrás del rito. La finalidad no es cumplir la ley,
sino manifestar significativamente la realidad: que Dios habla a su pueblo y le da a
conocer un mensaje salvador.
Primera lectura
Segunda lectura
Evangelio
Homilía
Pequeño silencio
Salmo responsorial
Pequeño silencio
Pequeño silencio
Pequeño silencio
Credo
Oración universal o de los fieles
"Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos (salmos y aleluya) que se
intercalan, constituyen la parte principal de la liturgia de la Palabra; la homilía, la
profesión de fe (credo) y la oración universal, la desarrollan y concluyen" (OGMR 33).
b. 1) Lecturas bíblicas
• La lectura del Evangelio constituye el punto culminante; las demás lecturas preparan a
la asamblea para la aceptación del evangelio (OLM 13).
• Por tanto, a veces, es conveniente hacer la procesión con el libro del Evangelio,
proclamarlo con incienso y elevarlo al terminar.
• La buena dicción, voz alta y clara y con conocimiento de lo que leen, es necesario.
• Las moniciones deben ayudar para que sean escuchadas y aceptadas. Deben ser
"breves, apropiadas, sencillas, fieles al texto, preparadas minuciosamente, adaptadas al
matiz propio del texto" (OLM 15), "oportunas, claras, diáfanas por su sobriedad,
cuidadosamente preparadas, normalmente escritas y aprobadas por el presidente "
(OLM 57).
b. 2) El salmo responsorial
• Es parte integrante de esta liturgia (OLM 19). Por tanto, sería empobrecer la liturgia de
la Palabra reemplazar el salmo por cualquier canto religioso, ya que es un texto bíblico
por el cual Dios nos presta su Palabra para responderle. Sería antipedagógico
transformar la Misa en una especie de festival de canciones que nada tienen que ver con
la acción litúrgica. Sería dar a entender que en la Misa lo importante son las canciones,
el quehacer del equipo liturgia es distraer al personal para que no se aburra.
• La finalidad del salmo es interiorizar la Palabra y hacer oración al estilo bíblico (OLM
19; 21).
• Normalmente debe ser cantado (OLM 20-21), para no reducirlo a una simple lectura.
Si no es posible cantarlo, sí que sería bueno "rezarlo" despacio.
• Se canta estando de pie. El sentido de estar de pie significa: que somos los reyes de la
creación (comparado con los animales), estamos salvados por Cristo (antiguamente se
prohibía estar de rodillas los domingos), indica respeto y disponibilidad.
b. 4) La homilía
• Los sacerdotes deben tener en cuenta que la capacidad de atención de la gente es muy
limitada: casi nunca aprovecha una homilía larga.
b. 5) El silencio
b. 6) La oración universal
• Es universal, es decir, para todo el mundo. Por eso mismo, tampoco pueden faltar las
intenciones de la comunidad.
• El pueblo se alimenta con la Palabra y responde escuchando con fe (fe viva, traducida
en la vida, OLM 47), se convierte en pueblo de Dios, crece su vida espiritual y se
introduce en el misterio que celebra (OLM 45; 48).
• Los fieles han de tener la convicción de la presencia del Señor, que Dios es el que
habla.
• Debe conocer la estructura de las lecturas, estudiarlas y meditarlas y orar con ellas
(OLM 39).
• Hacerlo de común acuerdo con todos los interesados, oyendo también el parecer de los
fieles (OLM 40; OGMR 313; 318320; 324-325).
3) Otros ministerios:
El diácono
• Tiene su ministerio propio, ministerio que debe ejercer él, aunque haya un ministro
ordenado. El sacerdote suple al lector.
• Hay que procurar que haya laicos, los más idóneos, que estén preparados para ejercer
este ministerio, porque la asamblea litúrgica necesita de lectores (OLM 52; 55).
• Lo ideal sería que fueran estables. La práctica, sin embargo, es que sea por encargo
temporal.
Cantor o salmista.
• Propone las intenciones de la oración universal, pero si son cantadas (OLM 53).
Lo primero es fijar bien lo que quiero dar a conocer o a celebrar. Por ejemplo quiero
celebrar en la Palabra el amor de Jesús a los pobres, o la experiencia de Dios Padre, etc.
Segundo: Buscar las lecturas que mejor expresen esta verdad que quiero celebrar. Una
primera lectura, bien del Antiguo o Nuevo Testamento; un Salmo y el Evangelio.
Tercero: unas oraciones que recen lo que vamos a celebrar, como primera oración o lo
que hemos celebrado, como oración final.
Cuarto: Preparo o encargo a otros para que hagan las distintas peticiones de la oración
de los fieles.
Quinto: Busco algún símbolo para que manifieste o exprese la verdad que vamos a
celebrar.
Con estos elementos organizo la celebración de la Palabra. Toda celebración tiene dos
partes fundamentales: Palabra y Símbolo. Antes de la Palabra se hace una introducción
o Rito de acogida y después del símbolo, la despedida o el Rito de Conclusión o Envío.
Hago el esquema y distribuyo dentro de él los diversos elementos:
Rito de acogida:
• Una pequeña monición para dar la bienvenida a los que han venido y para decirles lo
que vamos a celebrar.
• Un canto de hermandad o según el tema que he elegido.
Liturgia de la Palabra:
• Una lectura.
• El Evangelio.
• Silencio para vivirlo. Suele ser bueno que el símbolo mire a la vida.
• Canto.
• Bendición y envío.
Cuestionario
1 Expresa en unas cinco líneas las razones por las cuales es importante la Palabra.
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Capítulo 10
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Indice
Introducción
• De invocación y súplica
• De arrepentimiento
• De ofrenda
• Eucología mayor:
• El Prefacio
• La Plegaria eucarística
• Eucología menor:
• La oración universal
Cuestionario
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Introducción
¿Qué queremos decir cuando decimos "oración litúrgica"? Aquella oración que hace la
Iglesia en la celebración litúrgica cómo respuesta a su Palabra, aunque se haga antes de
escuchar, la Palabra.
Como "oración litúrgica" tomamos la Plegaria Eucarística, las oraciones que hace el
sacerdote en la Eucaristía, la oración de los fieles, la bendición; come también todas las
demás oraciones que hacemos en la celebración de los demás sacramentos y
sacramentales.
Por tanto analizaremos, en este capítulo, esta oración litúrgica. Para ello, tomamos como
modelo la Eucaristía, y dentro de ella, la Plegaria Eucarística. Una vez analizada la
Plegaria Eucarística, veremos cuál es la finalidad de la oración litúrgica. A continuación,
daremos a conocer las actitudes interiores para hacer oración. Finalmente, estudiaremos
los géneros de la oración litúrgica.
Mirando hacia atrás, la oración de nuestros cristianos, ha sido vivida con una escasa
iluminación de la Palabra de Dios y con una proyección deficiente sobre la tarea
histórica de los creyentes.
Esto es lo que hemos recibido del pasado. ¿Qué decir del presente? ¿Podemos afirmar
que la oración litúrgica ha cambiado la oración y los sentimientos personales al
relacionarnos con Dios? ¿Qué características tiene la oración litúrgica? ¿Qué
sentimientos debe producir? ¿La oración litúrgica es capaz de influir en la oración
personal? ¿Pueden nuestros sentimientos unirse con los sentimientos que expresa la
oración litúrgica? A estos y otros interrogantes queremos responder en este capítulo
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Te damos gracias, Dios nuestro y Padre todopoderoso, por medio de Jesucristo, nuestro
Señor, y te alabamos por la obra admirable de la redención.
Pues, en una humanidad dividida por las enemistades y las discordias, tú diriges las
voluntades para que se dispongan a la reconciliación.
Tu Espíritu mueve los corazones para que los enemigos vuelvan a la amistad, los
adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión.
Con tu acción eficaz consigues que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de la paz;
que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza.
Por eso, debemos darte gracias continuamente y alabarte con los coros celestiales, que
te aclaman sin cesar: Aclamación al Dios santo y fuente de todo bien, unidos a los coros
celestiales y a todo el universo.
Santo
Hosanna en el cielo.
Hosanna en el cielo.
a quien entregaste a la muerte para que nos convirtiéramos a tu amor y nos amáramos
unos a otros.
Invocación al Espíritu
Porque él mismo,
Auto-donación de la comunidad
con nuestro Obispo N., con los demás Obispos y todo tu pueblo santo.
Amén.
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Trinitaria de esta forma: "Por Cristo, en el Espíritu, al Padre". La Eucaristía arranca con
el saludo inicial del Dios Trinitario (En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo) y termina con la bendición del Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Subraya estas tres ideas en la Plegaria sobre la Reconciliación que hemos puesto de
ejemplo.
Ahora nos preguntamos por la razón de esta dimensión trinitaria de la oración litúrgica
en la Eucaristía.
La Biblia descubre el ser de Dios por medio del hacer, es decir, Dios se comunica en sus
obras tal como es en sí, y se comunica Trinitariamente. Viendo la historia de la
salvación desde este punto de vista del Dios Trinitario, podemos afirmar que la historia
de la salvación es como una "parábola" de la vida trinitaria:
La Eucaristía es fiel reflejo de esta visión, es expresión de está verdad y, por ello,
escuela de fe y de oración trinitarias. Una Trinidad narrada (en la palabra), profesada (en
el credo) y adorada (en la plegaria). El Dios que aparece en la oración litúrgica es,
además de "logos", "dia-Togo", comunicación dinámica en el amor a cuya imagen y
semejanza trinitarias estamos hechos cada uno de nosotros.
Venimos desde un Dios s trinitario, seremos y nos realizaremos, por tanto, viviendo y
orando Trinitariamente, es decir, comunitariamente.
La oración litúrgica debe ser el modelo de nuestra oración personal. Naturalmente que
la materialidad de las palabras de las oraciones litúrgicas, tal vez, no nos sirvan mucho,
pero sí el espíritu y la estructura trinitaria.
Después de leer este punto, hemos de preguntarnos ¿a quién oramos? ¿con quien
oramos? ¿cómo puedo hacer mi oración más trinitaria?
En la celebración Eucarística, como hemos visto, la liturgia asigna una parte integrante
de la misma, a la proclamación y a la escucha de la Palabra de Dios. Toda la comunidad,
incluido el presidente de la misma, con el gesto corporal de sentarse, expresa la actitud
de receptividad, de disponibilidad, de atención y obediencia a la iniciativa de Dios.
La Plegaria Eucarística es una oración cuya característica esencial consiste en ser una
respuesta: la respuesta a la Palabra de Dios. "La apertura a la Palabra de Dios y su
acogida se despliega en dos fases: la acogida de la Palabra como Palabra, que acontece
en la primera parte de la misa y ésta es el presupuesto de la acogida de la Palabra como
carne, que acontece en la parte eucarística".
Siguiendo, por tanto, la tónica marcada por la celebración eucarística, toda auténtica
oración cristiana es el primer lugar escucha, y deberá tener como punto de referencia la
Palabra de Dios.
Dios me ha creado para ser imagen clara de él, para ser como él. El me llama, me acepta
y me orienta. La oración cristiana no parte de uno mismo, sino siempre es respuesta a lo
dicho por Dios.
Esta es la actitud y el estado del orante cristiano que celebra la Eucaristía. Actitud que
supone la superación de un Dios de temor así como superación de expresiones de tabú y
magia.
Desde esta actitud gratificarte debemos revisar nuestra oración personal. ¿Qué hacemos
más pedir o dar gracias?
Por tanto, es necesario que estos sentimientos penetren en la oración cotidiana de
nuestro pueblo. El vivir "Eucarísticamente" (gratuitamente, en acción de gracias) lo
cotidiano, iluminado por la admiración de Dios y regado por el canto interior de la
alabanza y la acción de gracias, será el suelo mejor abonado para que la Eucaristía
comunitaria pueda florecer en su plenitud de sentido.
Hablamos muchas veces y con toda la razón de llevar la Eucaristía a la vida, pero
también debemos hablar de llevar la actitud y sentimientos Eucarísticos a la oración
diaria. Dios no es un peso insoportable, sino una carga ligera (Mt 1, 30).
Hoy y aquí, la Cena del Señor realiza la unión: nos pone en comunión con el Señor
Resucitado, nos hace partícipes de su nueva vida, de la nueva creación. En esta línea, la
Eucaristía aparece como anticipación de la vida escatológica; y en consecuencia, nos
convoca a la alegría y a la fiesta.
Ahora bien, la celebración festiva de la resurrección no es posible sino anunciando la
"muerte de Cristo, hasta que venga" (1 Co 11, 26). El Resucitado es el Crucificado, el
que ha entregado la vida por los demás, el que ha entendido la vida como entrega.
Esta clima Pascual (muerte y resurrección) es el humus donde nace la oración litúrgica.
Una oración que no olvida la muerte, pero que sabe que la vida vence a la muerte.
Pues bien, este clima o en este humus debemos trasladar a nuestra oración personal. La
oración personal se convierte así en memoria de Cristo en nosotros. Estamos entre la luz
y la cruz, vivimos entre alegrías y penas. Pero saboreando en esperanza el triunfo de la
luz y de las alegrías.
Lo mismo que al hacer "memoria" mira a las dos vertientes de la Pascua (muerte y
resurrección), la oración litúrgica vive dos movimientos: la alabanza y la petición. Junto
a la alabanza y la acción de gracias, se encuentre la oración de petición en sus formas
típicas de súplica, lamentación, petición e invocación al Espíritu, del don del Espíritu.
La Eucaristía, don gratuito, está exigiendo como respuesta agradecida (La respuesta
agradecida brota de la actitud de admiración y de los sentimientos de agradecimiento y
no de la obligación. Los sentimientos de obligación no liberan.), un implicarse en la
acción de dar sentido al mundo y a la historia según el designio de Dios.
Naturalmente que esto exige una paciente pedagogía en la historia personal de cada uno
con Dios que nos conducirá al descubrimiento de esta oración humilde y esperanzada,
atenta a las exigencias del reino y al cumplimiento de la voluntad de Dios.
Por otra parte, toda oración de petición lleva siempre implícitamente la petición del
Espíritu. "Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas,
¿cuánto más el Padre celestial dará el espíritu Santo a los que lo pidan?" (Lc 11, 13); y
la posibilidad y la certeza de un diálogo con el Padre nos la ofrece Cristo en el don del
Espíritu. "Asimismo el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no
sabemos orar como es debido, y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros con
gemidos inefables" (RM 8, 26).
La oración litúrgica es una enseñanza para la oración personal: yo soy el que pido, pero
relativizo y subordino mi petición ante el Espíritu y ante la tarea de realizar la voluntad
de Dios.
Por eso, la comunidad litúrgica se hace portavoz de todos los hombres y mujeres, que
no están lejos de Dios, aunque ellos tarden en reconocerle, o se hallan sumidos en una
búsqueda vacilante del Ser supremo bajo nombres diversos y oran a su modo.
Está solidaridad es también comunión con los muertos, a los que confesamos vivos en el
silencio de, Dios. Con ellos participamos conjuntamente del misterio gracia y salvación,
por la incorporación al único cuerpo de Cristo. La Eucaristía hace memoria de nuestros
difuntos que viven ya de la vida nueva en Dios con Cristo resucitado.
Este valor esencial de la oración litúrgica se introduce poco a poco en nuestra oración
personal, en los momentos en que necesitamos estar solos, en momentos en que nuestro
yo necesita encontrarse con los otros en la vida. Así, sintiéndonos hermanos y hermanas,
hijos e hijas del mismo Padre, nos vamos realizando como personas, nos vamos
realizando como humanos, como hijos y hermanos.
Resumen
• que hemos escuchado anteriormente una palabra que Dios nos ha dirigido,
• que no es algo que "sale" de nosotros; antes Dios nos "ha salido" al encuentro,
• por tanto, es un diálogo de toda la asamblea con el Padre por Jesucristo en el Espíritu
Santo.
• Y que en este diálogo los protagonistas son el Dios trinitario, la Iglesia reunida en
asamblea y los miembros de esta asamblea.
• Actitud de ofrenda: Lo mismo que el salmo 50 termina con el ofrecimiento del corazón
arrepentido, mejor dicho, de uno mismo, ya que no tiene grandes obras (tiene las manos
vacías) "mi sacrificio es un espíritu quebrantado, y un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias" ; así también la oración litúrgica es ofrenda del hombre a la
voluntad de Dios. Este acto constituye el acto de culto que Dios espera. Ofrenda que se
unirá a la ofrenda de Cristo, después de la consagración: "te pedimos que nos recibas a
nosotros con tu Hijo querido" (Plegaria Eucarística para las misas con niños III).
Resumen
La oración litúrgica va pasando de unas actitudes a otras, poco a poco: primero escucha
la Palabra, ésta le hace alabar y dar gracias a Dios, después, darse cuenta de su respuesta
tan poco vital y termina con la ofrenda de uno mismo a Dios. Entrar en la asamblea para
hacer oración es, en parte, salir de uno mismo y ponerse en manos de Dios que tiene un
plan para la humanidad, para uno mismo, miembro de la humanidad. Una vez
introducido en ese plan dejarse llevar por todos los sentimientos que van naciendo en
uno mismo o, mejor dicho, que Dios va produciendo en nosotros.
Naturalmente, hay días en que nuestra situación personal es tal, que nos costará entrar
en Dios. En estos días, pongamos nuestra situación en manos de Dios, pidamos y
dejemos confiadamente en sus manos todo nuestro lío y todas nuestras preocupaciones.
Estarán seguras delante de él.
Todas las oraciones son fruto de la asimilación profunda que la Iglesia ha hecho del
Misterio de Cristo y de su actuación en la historia de la salvación. No son, pues en
primer lugar, producto de la inspiración de un místico o de un poeta cristiano.
Mirando desde nuestra cultura, muchas de estas oraciones quedan inexpresivas para
nuestra mentalidad. Por mucho respeto que tengamos a la tradición, no se puede hacer
que la oración comunitaria pierda fuerza, expresividad y viveza. Casi todos se quejan de
la forma literaria. La oración es un medio de comunicación. Y si no comunica, por muy
bella o concisa que haya sido o sea para algunos, no se puede mantener.
Eucología mayor
La eucología mayor comprende los prefacios, las plegarias eucarísticas, las fórmulas de
ordenación y las bendiciones solemnes mayor de la Eucaristía (las bendiciones al final
de la misa, que apenas se usan, pero que están en el misal).
1. El prefacio
1 Inicio: Es la primera parte. Es una invitación a dar gracias: "En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias".
2 Embolismo: Es la parte central del prefacio y también la más larga. Es la cita de los
motivos de la acción de gracias. "Porque en el misterio santo que hoy celebramos,
Cristo, el Señor, sin dejar la gloria del Padre, se hace presente entre nosotros de un
modo nuevo: el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la
nuestra;...".
3 Conclusión: La última parte. Nos invita a unirnos con toda la Iglesia celeste y a
aclamar con ellos a Dios para alabarle con el canto del Santo: "Por eso, con los ángeles
y los santos...".
El misal actual contiene unos 85 prefacios. En ellas se expresa la fe que la Iglesia tiene
y celebra en cada tiempo litúrgico, en las celebraciones de los sacramentos y en la fiesta
de los santas y santos.
2. La Plegaria Eucarística
"El sentido de esta plegaria es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo
en la proclamación de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio" (OGMR 54).
Es la oración de toda la Iglesia:
Esta Iglesia unida a Cristo, da gracias (ora) al Padre por toda la historia de la salvación.
• Aclamación: El santo. Toda la asamblea se une con la asamblea celeste para aclamar al
Señor.
• Fórmula de enlace: Lo dice la misma palabra, es para unir el aspecto concreto del
misterio con el misterio pascual. Se expresa en las palabras "Santo eres en verdad...". (II
Plegaria Eucarística).
• Epíclesis 1ª: Invocación al Espíritu para que transforme el pan en el Cuerpo de Cristo:
"Santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu...".
• Oblación: Cristo se ofrece al Padre y la Iglesia juntamente con él. Mejor expresada
que en la Plegaria II está en las Plegarias con Niños y en las de la Reconciliación.
• Intercesiones: Por toda la Iglesia terrestre y celeste. Los dos "Acuérdate. ..".
• Doxología: Glorifica al Padre por Cristo en el Espíritu. "Por Cristo, con él...".
Eucología menor
Estas oraciones que forman la eucología menor forman parte de un rito específico y
concreto en el conjunto de toda la celebración. Son las tres oraciones de la misa y la
oración de los fieles. La tres oraciones de la misa son:
la oración colecta, (la primera que dice el sacerdote después del Acto penitencial o del
Gloria), que cierra los ritos iniciales, (Colecta: esta palabra viene del latín colecta, del
verbo colligere, que significa recogida, del verbo recoger. Se hace después de la
invitación a orar y del silencio. Supone que durante este silencio cada uno ha hecho
oración por las intenciones que trae a la eucaristía. A continuación, el sacerdote recoge
todas esas intenciones o peticiones en una oración. Pues bien, a esta oración que recoge
todas las intenciones de todos los presentes se llama oración colecta. Por eso es una
oración muy general, ya que tienen cabida todas las intenciones.)
la oración sobre las ofrendas (una vez que se han presentado en la mesa-altar y el pueblo
responde a la invitación del presidente a orar "Orad, hermanos...") cierra el rito de la
presentación de los dones,
1. Oraciones de la misa
Las tres empiezan con una invitación (pequeña monición) a orar: "Oremos". Sigue un
silencio donde cada uno debe hacer oración, y sigue la oración propiamente dicha.
Terminan con el "Amén" del pueblo. Es decir, que así sea. Son presidenciales, es decir,
le corresponden al presidente de la asamblea. Todas ellas están dirigidas al Padre, por
Cristo, en el Espíritu Santo.
Estructura y elementos:
• Invocación: Llamada a Dios para que escuche. Se le añaden atributos a Dios. "Oh
Dios, Señor...". "Dios nuestro...". "Dios Padre de misericordia...
• Súplica: La petición que se hace o el objeto de la oración. "... derrama los dones de tu
Espíritu sobre todos los confines de la tierra..."
• Conclusión: Por medio de quien hacemos la oración. "Por Jesucristo nuestro Señor".
• Invitación del presidente a orar. Motiva a orar a los presentes. La debe hacer el
presidente de la asamblea. Es una monición, pero más larga que el sencillo "Oremos".
Por ejemplo: "Reunidos en el nombre de Jesús, presentemos al Padre nuestras plegarias
". "Nosotros formamos la familia de Dios, y debemos recordar ante él las necesidades
de toda la humanidad".
Responderemos diciendo: "Escúchanos, Padre". (Esta parte es sólo para que se sepa qué
hay que responder, a no ser que la respuesta sea ya conocida por la asamblea).
• Lectura de las intenciones. La hace el lector. Una a una, invitando al final de cada
petición a orar a los fieles. Ejemplo: "Por los pobres, por los enfermos, por los que más
sufren las consecuencias de la crisis económica, de la violencia, de la injusticia. Oremos
o Roguemos al Señor". No es necesario siempre decir qué es lo que queremos para
ellos. Dios lo sabe muy bien. Es decir, no hay que decir siempre : "Por los pobres para
que Dios y nosotros les ayudemos".
Cuestionario
"Oremos. Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas, y pues el
hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus
mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amen."
"Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de
un modo más admirable restableciste su dignidad por Jesucristo, concédenos compartir
la vida divina de aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición
humana".
4 Escribe una oración personal semejante a la litúrgica. Recuerda y nombra todo lo que
Dios ha hecho en tu vida.
Indice
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Corría el año 1965 cuando la iglesia presentaba al mundo: a los fieles cristianos y a los
hombres de buena voluntad el fruto de un arduo trabajo de reflexión y docilidad al
Espíritu Santo: El Concilio Vaticano II. No es casualidad que el primer texto elaborado
haya sido el referido a la sagrada liturgia: “Sacrosactum Concilium”.
RITUALIDAD Y SIMBOLISMO
-Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar
amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no
tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay
tiendas donde vendan amigos, Ios hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo,
domestícame!
-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo,
a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la
hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo
que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi
corazón... Los ritos son necesarios.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se
parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo,
hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son
días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no
bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
En sentido estricto y en el contexto en que estamos, podemos definir el rito como una
acción simbólica (o un conjunto de acciones simbólicas) que se repite regularmente
según unas formas prescritas (tácita o explícitamente).
El tiempo de la apropiación
Es evidente que una acción simbólica no se comprende siempre de una forma inmediata.
Se necesita algún tiempo para apropiársela. Fíjense en un cuadro, en un poema; hace
falta tiempo para entrar en él, hay que contemplarlo, leerlo una y diez veces; se resiste.
Lo mismo pasa con la liturgia; no es tan fácil penetrar enseguida en un gesto, en un
canto, en una actitud. La repetitividad del gesto nos va permitiendo entrar cada vez un
poco más en él, hasta hacerlo totalmente nuestro. Y como la riqueza del símbolo es
inagotable, siempre se encuentran en él sentidos nuevos (¿no nos ocurrirá eso con la
eucaristía hasta el día de nuestra muerte?).
La noción de rito está además muy ligada con la idea de tradición. Tradición quiere
decir transmisión. La mayor parte de nuestros ritos sociales son herencia del pasado;
muchos se pierden en la noche de los tiempos (los fuegos de san Juan, el carnaval, el
árbol de navidad, etc.) y siguen «funcionando» todavía.
¿QUIEN CELEBRA?
Pero "todos los miembros no tienen la misma función" (Rm 12,4). Algunos son
llamados por Dios en y por la Iglesia a un servicio especial de la comunidad. Estos
servidores son escogidos y consagrados por el sacramento del Orden, por el cual el
Espíritu Santo los hace aptos para actuar en representación de Cristo-Cabeza para el
servicio de todos los miembros de la Iglesia (cf PO 2 y 15). El ministro ordenado es
como el "icono" de Cristo Sacerdote. Por ser en la Eucaristía donde se manifiesta
plenamente el sacramento de la Iglesia, es también en la presidencia de la Eucaristía
donde el ministerio del obispo aparece en primer lugar, y en comunión con él, el de los
presbíteros y los diáconos. Catic 1142
Se trata de un MEDIO, por lo tanto puede adquirir diversas formas, pero siempre
teniendo en cuenta que su misión es AYUDAR y no ENTORPECER la participación de
la asamblea. De esto se desprenden ciertas características de cada uno de los textos de
un guión que de aquí en adelante llamaremos “moniciones”:
No deben ser “pequeñas homilías”, sino que deben “presentar” el momento que viene.
No deben insistir en cosas que la asamblea ya sabe, decir: “nos ponemos de pie” cuando
todos saben que deben hacerlo.
Hasta ahora nos hemos limitado a hacer un análisis negativo sobre las moniciones, los
SI los iremos poniendo en las indicaciones de cada momento.
Monición de entrada
Podemos realizarlas de dos maneras: hacer una sola monición para todas las lecturas en
la que incluyamos referencia, ya sea a la Palabra en si misma, o a las lecturas del día; la
otra manera sería la mas tradicional de hacer una monición para cada lectura.
Como principio general debemos recordar que la monición de las lecturas no debe
quitarnos la “sorpresa” de encontrarnos con la Palabra, por esto, en la monición no
citaremos frases de la misma lectura, ni haremos una síntesis de la misma.
Las celebraciones del domingo constan de tres lecturas y el salmo. La primera lectura es
del Antiguo Testamento y la monición debe ubicar el texto dentro del contexto de la
Historia de la Salvación; el salmo por lo general no requiere de monición, pero si
queremos introducirlo, resaltaremos su carácter de respuesta a la Palabra escuchada en
la primera lectura; la segunda lectura es del Nuevo Testamento, en esta monición
podemos resaltar la personalidad del apóstol que escribe (generalmente san Pablo) o
hacer una referencia a la comunidad de destino de la carta; el Evangelio, sin
menospreciar las demás lecturas, es La Palabra por excelencia, esto es resaltado por la
entonación del Aleluya antes de su proclamación, la monición debe resaltar el carácter
de Buena Nueva de esta Palabra, se puede hacer referencia al evangelista que escribe y
su visión, a la predicación y vida de Jesús o simplemente a la identificación de Cristo
con la Palabra del Padre.
luego podemos agregar todas las intenciones que nos parezcan necesarias.
En esta oración tenemos una antífona que es con la cual la asamblea se une y ruega a
Dios por la oración presentada, esta antífona debe estar dirigida a Dios y no a María o a
los santos, estos pueden ser incluidos en las antífonas como intercesores, pero no como
destinatarios de nuestra suplica. Es importante que esta antífona no sea demasiado
extensa para que la asamblea pueda retenerla fácilmente.
Monición de Colecta
Es aconsejable que esta monición no sea mezclada con la de presentación de las
ofrendas para que así se distingan los momentos distintos.
Todos los fieles, por el precepto de contribuir al sostenimiento del culto, tienen el deber
de contribuir con la Iglesia. Esta monición debe ir creando progresivamente de este
deber, resaltando el valor de la solidaridad y del compartir.
Monición de Ofrenda
Antes de entrar en esta tema, no esta de mas hacer una breve aclaración, para corregir
un error que habitualmente cometemos en este momento en nuestras liturgias. Debemos
distinguir bien entre signo y ofrenda, el signo es un elemento que presentamos y que,
por medio de una monición, cargamos de sentido para significar una realidad por la cual
rezamos en esta eucaristía (mate: signo del compartir). La ofrenda es un elemento que
presentamos y consagramos (regalamos) a Dios. Recordando que este es el momento de
las ofrendas, todo lo que se presente en este momento debe ser consagrado (regalado) a
Dios. La presentación de los signos debe realizarse en otro momento (el rito inicial, la
Liturgia de la Palabra, etc.)
Las ofrendas por excelencia son el Pan y el Vino, por eso el hincapié debe ponerse aquí
y no en las demás ofrendas. Un elemento importante en esta monición es nombrar la
finalidad de las ofrendas: mercaderías para..., cruz para..., pan y vino para ser
convertidos en cuerpo y sangre.
Además debemos resaltar también el contenido simbólico que tiene “llevar al altar las
ofrendas”, pues junto a ellas se presentan los que la ofrecen, o sea toda la asamblea.
Monición de comunión
El Pueblo de Dios se identifica con el pueblo que camina hacia el encuentro definitivo
con Dios, en ese camino el pan de la Eucaristía, Jesucristo, es la fuerza para continuar el
camino: Cristo, pan del peregrino. Este es el sentido que tiene en nuestras celebraciones
eucarísticas nuestro caminar para recibir a Jesús Eucaristía.
Monición de envío
Esta última monición es casi tan importante como la primera, pues es la palabra que
quedará resonando en la mente y el corazón, por esto, en la monición puede incluirse
una frase del evangelio que escuchamos.
La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo en días
determinados a través del año la obra salvífica de su divino Esposo. Cada semana, en el
día que llamó «del Señor», conmemora su Resurrección, que una vez al año celebra
también, junto con su santa Pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua.
Además, en el círculo del año desarrolla todo el misterio de cristo, desde la Encarnación
y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y
venida del Señor.
Conmemorando así los misterios de la Redención, abre las riquezas del poder
santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto modo, se hacen
presentes en todo tiempo para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y
llenarse de la gracia de la salvación. (SC 102)
El Núcleo generador del Año Litúrgico ha sido el domingo, desde aquí ha sido
desarrollada (desenrollada) la estructura del actual Año Litúrgico referido a la vida de
Cristo. Así, como proyección del domingo, el centro del año litúrgico es el misterio
Pascual, mas propiamente la Semana Santa.
Si bien el año litúrgico comienza con el primer domingo de Adviento, tiene un inicio
peculiar el 17 de diciembre: ese día se inicia el “Adviento navideño”.
Sobreviene enseguida un periodo mas o menos breve que media entre el bautismo del
Señor y el miércoles de ceniza. Es la primera parte del llamado “tiempo durante el año”.
Con el Domingo de ramos la Cuaresma se abre a la Semana Santa que finaliza con el
Domingo mayor del Año, el de la Resurrección del año.
A la fiesta de la pascua le sigue la cincuentena pascual, que se extiende durante el
tiempo que Jesús permanece resucitado entre sus discípulos hasta que, habiendo
ascendido al cielo, a los nueve días envía el Espíritu Santo en Pentecostés.
Luego de Pentecostés, sobreviene el tiempo mas largo del año litúrgico que comprende
entre 20 y 29 semanas y que es la segunda parte del “tiempo durante el año”
Luego viene la primera parte del tiempo de adviento que va desde el primer domingo de
Adviento hasta el 16 de diciembre.
Como es fácil de entender, cada tiempo litúrgico lleva consigo una espiritualidad, es
decir, una “tonalidad” particular en la que, tomando como base el momento del Misterio
de Cristo que se conmemora los fieles han asumiendo en sus vidas determinadas
actitudes propias de su vocación cristiana.
Además, dentro del Año Litúrgico, se incluyen fiestas dedicadas a María y a ciertas
personas destacadas por su santidad.
Cf. Elementos de Teología y pastoral Liturgica. ACA. Comisión episcopal de Culto. Pág
57-58
LA EUCARISTÍA DOMINICAL
Por tanto, quisiera insistir, en la línea de la Exhortación « Dies Domini », para que la
participación en la Eucaristía sea, para cada bautizado, el centro del domingo. Es un
deber irrenunciable, que se ha de vivir no sólo para cumplir un precepto, sino como
necesidad de una vida cristiana verdaderamente consciente y coherente. Estamos
entrando en un milenio que se presenta caracterizado por un profundo entramado de
culturas y religiones incluso en Países de antigua cristianización. En muchas regiones
los cristianos son, o lo están siendo, un « pequeño rebaño » (Lc 12,32). Esto les pone
ante el reto de testimoniar con mayor fuerza, a menudo en condiciones de soledad y
dificultad, los aspectos específicos de su propia identidad. El deber de la participación
eucarística cada domingo es una de éstos. La Eucaristía dominical, congregando
semanalmente a los cristianos como familia de Dios entorno a la mesa de la Palabra y
del Pan de vida, es también el antídoto más natural contra la dispersión. Es el lugar
privilegiado donde la comunión es anunciada y cultivada constantemente. Precisamente
a través de la participación eucarística, el día del Señor se convierte también en el día de
la Iglesia,22 que puede desempeñar así de manera eficaz su papel de sacramento de
unidad.
El canto debe ayudar a la asamblea, al igual que las moniciones, a vivir la celebración
con mayor profundidad, por eso no todos los cantos pueden ser utilizados en la liturgia.
Un principio básico es que “La asamblea debe cantar”, por eso la elaboración de
cancioneros para las celebraciones resulta indispensable a la hora de incluir nuevos
cantos, además los ritmos y las melodías no deben ser complicados y los tonos deben
ser accesibles a las voces.
Hay cantos que deben tener una marcada tendencia comunitaria, como los de entrada y
comunión, pues en estos momentos toda la comunidad es la que participa.
Los cantos son parte de la celebración, por lo tanto, deben conservar junto a los demás
elementos de la liturgia una cierta uniformidad temática, por eso es importante que los
animadores de canto deben leer las oraciones y lecturas de la celebración para que las
letras de los cantos tengan “algo” que ver con estos temas.
DOMINICALES
Prefacio I dominical del tiempo ordinario
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de
la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de
su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos
ante el mundo tus maravillas. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
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COMUNES
Prefacio común I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y, salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. A
quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos.
Siendo él de condición divina se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la
Cruz, puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de
salvación eterna para cuantos creen en él. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con
todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Prefacio común II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que por amor creaste al
hombre, y, aunque condenado justamente, con tu misericordia lo redimiste, por Cristo,
Señor nuestro. Por Él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales celebran
tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando
humildemente tu alabanza:
Prefacio común IV
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues aunque no necesitas
nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra
acción de gracias, para que nos sirva de salvación, por Cristo, Señor nuestro. A quien
alaban los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:
Prefacio común V
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en
todo lugar Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque, unidos en la caridad, celebramos la muerte de tu Hijo, con fe viva proclamamos
su resurrección, y con esperanza firme anhelamos su venida gloriosa. Por eso, con todos
los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Prefacio común VI
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias Padre santo,
siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado. Por él, que es tu palabra, hiciste
todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y
nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor. Él, en cumplimiento de tu
voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección extendió sus brazos en la
cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo. Por eso, con los ángeles y los santos,
cantamos tu gloria diciendo:
Prefacio común IX
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Tú eres el Dios vivo y
verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo, has dejado la huella
de tu gloria en el hombre creado a tu imagen. Tú lo llamas a cooperar con el trabajo
cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de
justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo. Por eso, unidos a los ángeles y a los
santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:
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ADVIENTO
Prefacio I de Adviento
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro.
Quien al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de
redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación; para que cuando
venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra,
podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos
alcanzar. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Prefacio II de Adviento
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. A
quien los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo
proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede
ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así,
cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza. Por eso, con los ángeles y los
arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Prefacio IV de Adviento
En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, todopoderoso y eterno. Te
alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el misterio de la Virgen Madre. Porque,
si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de la hija de Sión ha
germinado aquel que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el
género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido
devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del
pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Así, donde había crecido el
pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo, nuestro Salvador. Por eso, con todos
los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
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NAVIDAD
Prefacio I de Navidad
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque gracias al misterio
de la Palabra hecha carne, la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo
resplandor, para que, conociendo a Dios visiblemente, él nos lleve al amor de lo
invisible. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Prefacio II de Navidad
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque en el misterio santo que hoy celebramos, Cristo, el Señor, sin dejar la gloria del
Padre, se hace presente entre nosotros de un modo nuevo: el que era invisible en su
naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra; el eterno, engendrado antes del tiempo,
comparte nuestra vida temporal para asumir en sí todo lo creado, para reconstruir lo que
estaba caído y restaurar de este modo el universo, para llamar de nuevo al reino de los
cielos al hombre sumergido en el pecado. Por eso, unidos a los coros angélicos, te
aclamamos llenos de alegría
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APÓSTOLES
Prefacio de apóstoles I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso, Pastor eterno. Porque no abandonas
nunca a tu rebaño, sino que por medio de los santos Apóstoles lo proteges y conservas,
y quieres que tenga siempre por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes
tu Hijo dio la misión de anunciar el Evangelio. Por eso, con los ángeles y arcángeles y
con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Prefacio de apóstoles II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre llanto, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque has cimentado tu Iglesia sobre la roca de los Apóstoles, para que permanezca en
el mundo como signo de santidad y señale a todos los hombres el camino que nos lleva
hacia Ti. Por eso, Señor, con los ángeles te alabamos ahora y por siempre diciendo con
humilde fe:
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SANTOS PASTORES
Prefacio de santos pastores
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque nos concedes la alegría de celebrar hoy la fiesta de san N., fortaleciendo a tu
Iglesia con el ejemplo de su vida, instruyéndola con su palabra y protegiéndola con su
intercesión. Por eso, con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:
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SANTOS MÁRTIRES
Prefacio de los santos mártires
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque la sangre del
glorioso mártir San N. derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre,
manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo
débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio, por Cristo, Señor nuestro. Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo
sin cesar:
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SANTOS
Prefacio de santos I
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre Santo, porque
manifiestas tu gloria en la asamblea de los santos, y, al coronar sus méritos, coronas tu
propia obra. Tú nos ofreces el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la
participación en su destino, para que, animados por su presencia alentadora, luchemos
sin desfallecer en la carrera y alcancemos, como ellos, la corona de gloria que no se
marchita, por Cristo, Señor nuestro. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con la
multitud de los santos, cantamos sin cesar el himno de alabanza:
Prefacio de santos II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque mediante el testimonio admirable de tus santos fecundas sin cesar a tu Iglesia
con vitalidad siempre nueva, dándonos así pruebas evidentes de tu amor. Ellos nos
estimulan con su ejemplo en el camino de la vida y nos ayudan con su intercesión. Por
eso, ahora, nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos
diciendo:
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DIFUNTOS
Prefacio de difuntos I
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
En él brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir
nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Porque la vida de los
que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada
terrenal adquirimos una mansión eterna en el cielo. Por eso, con los ángeles y
arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Prefacio de difuntos II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque él aceptó la muerte, uno por todos, para librarnos del morir eterno; es más, quiso
entregar su vida para que todos tuviéramos vida eterna. Por eso, unidos a los coros
angélicos, te aclamamos llenos de alegría: