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Existen muchos tipos de enfermedades malignas y benignas que por lo usual la persona

adquiere en su organismo, sin embargo, hay algunas enfermedades que no tienen cura y es
imposible vivir con ellas.

El cristiano tiene este mismo problema cuando la enfermedad del desanimo agobia nuestra
vida espiritual y ésta misma vuelve peor cuando el cristiano no está lo suficientemente
vitaminado con la palabra de Dios. La enfermedad avanza y avanza hasta llegar un limite de
decaer a la persona, sabiendo que nuestras debilidades son blanco seguro para que el
desánimo se aproveche de la situación y decaer al cristiano.

En la iglesia de Cristo de la cual pertenezco, los miembros han sufrido muchos tipos de
desanimo:

1. El desánimo filial: El cual este ayuda a que el cristiano no se relacione con sus hermanos y el
amor de cristiano vaya desapareciendo cada vez más y más; por esto hemos llegado al límite de
hasta no hablarle a nuestro hermano por rencillas o rencores guardados en nuestro corazón de
nuestro pasado. No caigamos en este desanimo letal ni mucho menos olvidemos esto: “… el
que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1
Juan 4. 20-21).

2. El desánimo servicial: Este es uno de los desánimos mas acostumbrados por lo servidores de
la iglesia. A veces algunos servidores no comprendemos que servirle al Señor es uno de los más
gigantes privilegios que existen tanto en cielo como en la tierra (Deut. 6. 13), y para ser honesto,
he visto servidores que cuando los llaman para servir en la adoración se niegan, o lo hacen por
no dejar haciendo malos gestos en sus caras y no sabiendo que no es por agradarle al
predicador sino al Dios Todopoderoso. “Servid a Jehová con alegría…” (Salmos 100. 2).

3. El desánimo congregacional: Ahora podemos hablar acerca de aquellos hermanos que son
persistentes en la iglesia, que nunca fallan, y aquellos que por algunas razones siempre fallan
en la adoración los días domingo. Esta enfermedad ha llegado muy lejos. “Sinceramente esto
me desconsuela y a la vez me enoja” al ver a tantos hermanos que en vez de congregarse y
darle a Dios unas 2 o 3 horas, prefieren gastar esas horas en ver telenovelas, o ir al partido de
fútbol, o quedarse descansando en sus camas sin saber que Jesucristo puede venir y
encontrarlos haciendo así. Ya esto los miran normal y creen que no existen consecuencias
tomándolo como costumbres (Hebreos 10. 25).

4. El desánimo espiritual: El desánimo espiritual abarca en todos los sentidos. Nos


desanimamos por ver los largos caminos para evangelizar (Números 21. 4), nos desanimamos
por la prosperidad de los impíos (Salmos 73. 3), nos desanimamos por ver a pocos hermanos en
la iglesia, estos y muchos obstáculos más, hacen que nuestra vida espiritual sea aburrida y sin
sentido. En esta temporada de la semana santa muchos cristianos se acoplan a las tradiciones y
dejan al Señor por último, poniendo en primer lugar las tradiciones. Esto es desconsolante,
miran las congregaciones vacías de a lo mejor 150 hermanos y en estos días festivos ver a
solamente 20 hermanos. Yo me pregunto: ¿Qué pasara sí Jesucristo viniera en ese preciso
momento y en vez de encontrarlos en la congregación adorándolo, los encuentran en los ríos, o
balnearios, o en los mares como lo hacen los impíos? ¿Estamos amando a Dios verdaderamente?

¿Somos verdaderos cristianos? Esto sucede porque nosotros, o no queremos librarnos de esa
enfermedad o no podemos, porque elementos existen para ayudarnos a desaparecer el
desánimo de nuestras congregaciones.

¡Comenzamos a trabajar e inyectarnos de la palabra de Dios para desaparecer este virus que
mata al cristiano!

Si dejamos pasar más esta enfermedad, nuestra vida será un caos y no sabremos que hacer
cuando el poder de Dios no mueva con fuerza, porque tanto la palabra como nuestras obras
nos fortalecen y más aun cuando tenemos a nuestro gigante delante de nosotros guiándonos
hacia una mejor vida eterna. “Por tanto, oh varones, tened buen ánimo, porque yo confio en
Dios…” (Hechos 27. 25).

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