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E
HISTORIA DEL PROCESO
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURlDICAS
ESTUDIOS DE TEORÍA
GENERAL E HISTORIA
DEL PROCESO
(1945-1972)
TOMO 11: NÚMEROS 12-30
I. INTRODUCCIÓN: 9
A) El tema elegido 9
B) Eficacia curativa atribuible a la oralidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
C) Los tres grandes males del enjuiciamiento argentino: . . . . . . 11
a) El sistema vigente para la provisión de los cargos judiciales; 11
b) La pluralidad de códigos procesales; . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
c) La falta de un tribunal nacional de casación . . . . . . . . 13
III. CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
A) Preámbulo . . . .. . . . . . . . . . . . . . .. . . . .. . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . 83
B) Principios técnicos . . .. . . .. . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 87
C) Principios políticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 101
Addenda et Corrigenda . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... • . . . . . . . . . . 112
h) Ejecución: 400
a') Personal; . . . . . . . . . . . . . . . . . . • .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
b') Patrimonial; . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4-03
i) Repercusiones pecuniarias del proceso: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 404
d) Costas; 404
b') Caloñas 4-05
E) Palabras finales 411
Addenda et Corrigenda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . 412
I. INTRODUCCIÓN: 9
A) El tema elegido 9
B) Eficacia curativa atribuible a la oralidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
C) Los tres grandes males del enjuiciamiento argentino: . . . . . . 11
a) El sistema vigente para la provisión de los cargos judiciales; 11
b) La pluralidad de códigos procesa:es; . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
c) La falta de un tribunal nacional de casación . . . . . . . . 13
III. CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
12
Soler y Alfredo Vélez Mariconde; pero está aún muy lejos de haber alcanzado
la victoria total, sobre todo en la esfera civil, y además, suscita vacilaciones y
1csistencias en no pocos profesionales del Foro. Se da el caso singular de que
el procedimiento oral no sólo cuenta entre sus enemigos con miembros de la
magistratura, lo que hasta cierto punto se explica, porque la audiencia o au
dición les impone un régimen de trabajo no endosable a auxiliares, cual per
mite, en cambio, e incluso fomenta el procedimiento escrito, sino que también
figuran entre sus adversarios muchísimos abogados, pese a que, como en otra
ocasión dijimos, colegiación y oralidad son. las dos columnas sobre las que
se ha alzado el prestigio incomparable de las grandes abogacías europeas,1 muy
especialmente de las de tipo latino, entre las cuales la española del siglo com
prendido entre la definitiva implantación del Tribunal Supremo en 1834 y
el comienzo de la guerra civil en 1936, acaso represente la cumbre, si no en
ciencia jurídica, sí, desde luego, por su nivel ético y por el arte, la elocuencia
y hasta diríamos la estrategia de sus informes y actuaciones forenses. Más
\·olviendo al problema de la oralidad en la Argentina, trataremos de dilucidar
hasta qué extremo los entusiasmos de unos y los recelos de otros están justi
ficados y en qué forma habrá de conducirse la abogacía para contribuir al
mejor rendimiento de la reforma postulada. Porque aunque en el orden físico
parezca difícil o imposible, la experiencia jurídica demuestra que sí, como
expusimos, la abogacía se alza sobre la oralidad, ésta a su vez se apoya sobre
aquélla.
curro, éste suele serlo más de influencias ( políticas o de amistad) que de mé
ritos, según ha sido reiteradamente denunciado. El mal se agrava cuando se
trata de cubrir vacantes en la judicatura, porque un juez que debe su nom
bramiento al favor, será como esos títeres o marionetas, que a cierta distancia
dan la sensación de moverse solos, pero que, en realidad, lo hacen accionados
por quienes no ve el espectador desde la sala. Si se quiere, pues, asegurar de
manera efectiva la tan decantada independencia del Poder Judicial, lo primero
que hará falta será independizar a los funcionarios que la ejerzan, respecto
de tutelas o presiones subrepticias. Y para ello, el medio más eficaz consiste
en organizar su acceso a la judicatura en tal forma que sólo lo deba a su mé
rito y capacidad, a fin de que luego no tenga que doblegarse ante nadie y
pueda aplicar con toda rectitud la ley. Dado el tema de esta conferencia, no
he de entrar en detalles acerca de la reglamentación de tales concurros u opo
siciones, cuya necesidad ha sido propugnada, entre otros, por uno de las más
inteligentes procesalistas argentinos, el profesor Eduardo B. Carlos, en un cer
tero artículo publicado en la "Revista de Ciencias Jurldicas y Sociales" de
!a Universidad del Litoral el año 1940; pero si indicaré dos condiciones esen
ciales para que rindan fruto: la primera, que el jurado o tribunal calificador
esté constituido por hombres de máxima solvencia intelectual y moral, a fin
de que puedan seleccionar los mejores candidatos con prescindencia de reco
mendaciones e intrigas, y la segunda, que los ejercicios o pruebas de los aspi
rantes se desenvuelvan, en todo lo posible, dentro de un ambiente de publi
cidad, que permita su control o fiscalización e impida los conciliábulos y sor
presas del misterio actual.
conocimiento del tema. Fuera de dicha colecci6n, como aparecido años después
en el "Boletín del Instituto de Enseñanza Práctica" de la Facultad de Dere
cho del Litoral, pero acreedor a figurar junto a los mejores artículos de la mis
ma, es el trabajo de Eduardo B. Carlos sobre La oralidad en el proceso civil,
donde el autor ha sabido exponer, con tanta sobriedad como dominio, los
verdaderos términos del asunto. Probablemente por no haber dispuesto del
original para su traducción, el volumen brasileño no recoge la serie de artículos
publicados en la prensa austriaca, durante los años 1890 y 1891, por el célebre
ministro de Justicia y profesor de la Universidad de Viena, Francisco Klein,
padre de la moderna oralidad y autor de la legislación procesal civil de su pais,
que Tissier, quedándose corto en el elogio, calificó como la mejor del conti
nente.• Bajo el epigrafe Pro futuro: Betrachtungen über Probleme der Ziuil
prozessreform im Oesterreich ( Consideraciones relativas a problemas de la re
forma procesal civil en Austria), dichos artículos aparecieron en librería en
1891 10 y constituyen el punto de partida obligado, no sólo para el estudio
de la oralidad en nuestra época, sino, en general, para cualquier empresa
de renovaci6n procesal que se quiera acometer con un mínimum de' solvencia
científica. Austria tuvo la suerte de encontrar en Glaser y en Klein las dos figuras
acaso cumbres que la codificación procesal -penal y civil, respectivamente-
haya producido en el mundo.
Además, aunque con frecuencia marchen asociados para integrar una forma
sui generis de procedimiento, los citados principios son independientes del de
oralidad. Cabe, en efecto, que las audiencias de un proceso oral se desenvuelvan
a puerta cerrada, cuando razones de moralidad, orden público, respeto a la
víctima, higiene, etc., así lo aconsejen, y entonces, como es natural cesa o se
restringe la publicidad; puede suceder asimismo que se conculque la inmedia
tividad, cuando se trate de diligencias a realizar en circunscripciones distintas
de la del juez o tribunal a quien competa conocer de la causa; por el mismo
motivo, sobre todo si debido a la distancia ha de concederse plazo extraordinario
de prueba y ésta tiene que practicarse en distintos lugares, la concentración
en una o pocas audiencias consecutivas o próximas puede resultar seriamente
afectada, y finalmente, si por muerte, remoción, traslado, incapacitaci6n, etcétera,
cambia la composición del órgano jurisdiccional, ya sea único o colegiado, se
quebrantará el principio de la identidad fisica del juez. Con mayor razón to
davía, son ajenos a la noción de proceso oral el régimen de instancia única,
su adscripci6n a tribunales colegiados, la apreciaci6n libre de la prueba y �l
establecimiento del jurado en lo penal.
acerca de los sistemas valorativos de la prueba, puesto que todos ellos, desde
la sana crítica como criterio más progresivo, al ordálico como más atrasado,
pasando por la determinación legal o tasada y por la libre convicción, se com
paginan con el desarrollo oral del proceso. En cuanto al funcionamiento del
jurado, la circunstancia de que los debates ante ellos sean orales, no autoriza
en manera alguna a sentar la temeraria conclusión, en pugna con la realidad
forense de numerosos Estados, de que únicamente el tribunal popular garantiza
por completo el principio de la oralidad, ya que, por un lado, suelen producirse
ante él algunas actuaciones escritas y, por otro, dicho principio puede aplicarse
con la misma intensidad ante los tribunales permanentes de juristas. Finalmente,
no sólo los principios asociados al de oralidad experimentan en su combinación
con él, los cercenamientos y fisuras enunciados hace poco, sino que incluso
dentro de un procedimiento tan acentuadamente escrito cual, salvo escasas ex�
cepciones, el de los códigos procesales argentinos, tanto civiles como penales,
,;¡e conocen los informes in voce, al menos como coyunturá. verbalista brindada
por _el legislador, puesto que en la práctica, pocos preceptos han sido tan las-
timosamente olvidados y desnaturalizados, precisamente por quienes más celo
samente debieron procurar defenderlos y vigorizarlos, o sea los abogados.
16) No nos es posible seguir paso a paso la titánica labor de Klein, que
desde 1890 a 1900 trabajó sin descanso, primero urgiendo la necesidad de la
refonna con los artículos de prensa a que ya se hizo referencia, después redac
tando los tres textos integrantes de su obra legislativa (a saber: la unorma",
o ley, sobre jurisdicción, el reglamento de procedimiento civil y el reglamento
ejecutivo), que fueron publicados, juntamente con la exposición de motivos,
en dos volúmenes de Materialien en 1897; luego, aprovechando la vacatio legis
para organizar en todos los tribunales reuniones semanales, donde los jueces
exponían sus dudas, que fueron contestadas por el propio Ministerio, y algu-
15 Cfr. su Tratado histórico� critico filos6/ico de los procedimientos judiciales en ma
teria civil, etc., tomo I (Madrid, 1856), pp. 88-9.
nas por la Corte Suprema, en un folleto (Beantwortung der Fragen, welche dem
]utsiz-Ministerium über Bestimmungen der neuen Prozess worgelegt wur
den -1897-); simultáneamente, preparando en colaboración con funcionarios
del Ministerio trabajos explicativos y modelos de actuaciones; más tarde,· man
dando imprimir la colección oficial de formularios (Formularienbuch) y el
reglamento de negocios (Geschiiftsordnung); editando en 1900 unas lecciones
sobre la práctica del proceso civil (Vorlesungen über die Praxis des Zivilpro
zesses), en las que además de resumir la experiencia de los dos años que la nueva
legislación nevaba en vigor, daba consejos para su mejor aplicación, y, final
mente, ejerciendo mediante inspectores judiciales una vigilancia eficacísima
para que los viejos hábitos no deformasen el espíritu de su obra, que tan ad
mirables frutos ib� a dar. Fue así como muchísimos magistrados, que tras
intentos vanos no lograron acomodarse al nuevo enjuiciamiento, pidieron, y les
fue concedido, el retiro, cubriéndose sus vacantes con gente joven que libre
de prejuicios, consiguió sin dificultad compenetrarse con las flamantes insti
tuciones y asegurar en poco tiempo el triunfo clamoroso de la reforma.1• Del
precedente relato sobre la interesantísima experiencia austriaca. se desprenden
dos claras enseñanzas: la de que una reforma procesal a fondo no se improvisa,
ni siquiera cuando a su frente está personalmente el ministro de Justicia y éste
es un procesalista de la talla de Klein, y la de que la sustitución de los códigos
substantivos suscita --como lo confirma, entre otros, el antes recordado ejemplo
del Marqués de Gerona y en 1926 la oposición que hubo de vencer en Portugal
el profesor Dos Reis para introducir los cambios precursores de su vigente có
digo de 1939- menores resistencias que la de las leyes procesales, "que son
vividas a diario por los profesionales forenses y no meramente invocadas o apli
cadas, como aquéllos" . 17 ¿ A qué se debi6 el éxito sin precedentes de Klein?
Pues a que con intuición genial supo descubrir las causas determinantes de la
lentitud procesal y aplicarles el remedio adecuado. Esas causas son principal
mente tres: la promoción de incidentes, la interposición de recursos y la exis
tencia de las que he denominado etapas muertas, durante las cuales, el proceso,
cual si se tratase de persona necesitada de reposo, dormita y se empolva en las
estanterías de las dependencias judiciales.•• A fin de evitar que desde el co
mienzo se promuevan incidentes destinados a perturbar y retardar, Klein idea
el t.-ámite de la primera sP.Sión, o audiencia, preliminar (Erste Tagsatzung),
que ,;;irve para subsanar a tiempo los defectos (por ejemplo, relativos a la
competencia, a la capacidad procesal de las partes, representaci6n, etc.) que
puedan impedir eJ desarrollo normal del procedimiento en su marcha ulterior
haci"'- la sentencia. Para frenar los recul'SOs, Klein estableció restricciones y
'8 Cfr. MF:.NESTR1NA, necrologia de Francesco Klein, en "Rivista di Dirit� Processuale
Civilc", 1926, l. pp. ?70�1.
17 ,\LCAJ.Á-ZAMORA, En.stryos d,. Derecho Procesal', (Buenos Aires) 1944), p. 300,
111 F,n.1oyoJ, dt., p. 675, nota 14.
ADDENDA ET CORRIGENDA